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Publicada por ediciones el Toro<br />
3<br />
El<br />
arte de la buena cocina - capitulo VI<br />
Medina no es dado al elogio (en la misma crónica dice del Boragó de<br />
Rodolfo Guzmán: “La suya nunca fue una cocina fácil de entender, y<br />
el último menú se traduce en platos que a veces son tan complejos que<br />
pierden claridad”) y su entusiasmo por el 99 viene a confirmar lo que<br />
hasta hace poco era un secreto a voces: que se trata de uno de los lugares<br />
más atractivos para comer en la capital chilena, con una apuesta<br />
experimental que sin embargo no olvida el sabor.<br />
Claro, hay humos que salen de los platos y espumas, postres salados<br />
(como una relectura de las sopaipillas con pebre) y cremas envueltas<br />
en esferas de azúcar, que se rompen como cristales, pero en el fondo de<br />
todo, y detrás de la parafernalia, aparece una cocina que sabe destacar<br />
el producto, especialmente virtuosa al tratar los vegetales, con cimas de<br />
sensibilidad y delicadeza, cuya suma es más que las partes. Probar su<br />
menú de nueve tiempos, que se sirve por las noches por 26 mil pesos,<br />
es una experiencia que hay que vivir para conocer hacia dónde van los<br />
tiros en la escena culinaria santiaguina.<br />
Instalar un restaurante de este tipo y llevarlo al éxito en tan poco tiempo<br />
es una proeza. Una apuesta quijotesca, que en este caso no fue una fantasía,<br />
emprendida por Kurt Schmidt, el motor y cerebro del 99. Aún no<br />
cumple los 40 (tiene 33) y ya parece haber vivido varios remezones. Se<br />
nota presionado, aunque no hace aspavientos. Pasada la medianoche de<br />
un miércoles, después de un turno casi lleno, dice que tiene que estar a<br />
las 6 AM en La Vega. Hay mucho de arrojo y desborde en su vitalidad,<br />
pero sobre todo es un tipo decidido.<br />
Un restaurante también va tomando otros intereses, incluso sociales.<br />
Uno parte como cocinero y termina siendo representante de los productos<br />
de Chile. Estamos en un momento en que el chef no solo cocina,<br />
también pasa a ser un intermediario.<br />
Por eso tenemos menú de degustación. Si les pusiera títulos a los platos,<br />
no pedirían ninguno. Pienso en el turista que tiene un día para conocer<br />
Santiago y que en una cena pueda tener un abanico de productos. Por<br />
eso hago un viaje del norte al sur de Chile a través de ellos.