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Las mujeres<br />
“Viene una planta industrial totalmente nueva en un barco desde Francia. Se hace el<br />
terraplenado, el ferrocarril, las viviendas, se usa un crédito del Banco Nacional ¿y la<br />
mano de obra? Así como había conseguido las tierras, con ventajas políticas, así<br />
también Rudecindo accedió a aborígenes pampas, algunos capturados por él mismo en<br />
la Conquista del Desierto, que le servían mediante el trabajo forzado”, contó el<br />
historiador Carlos Gutiérrez.<br />
Si bien son pocos los registros que detallan la cantidad de trabajadores que moraban<br />
en el campo, los investigadores encontraron vestigios importantes en archivos<br />
provinciales y de la Nación.<br />
De acuerdo a lo mencionado por Gutiérrez, “lo que sabemos de la etapa de Roca en el<br />
ingenio, que fue de ocho años en total, es que hubo una rebelión de los pampas”.<br />
Existe un sumario en el Juzgado de Paz de Santa Ana (que era ya colonia en esa<br />
época), donde se afirma la fuga de 249 nativos en el año 1888.<br />
Según las declaraciones de una veintena de testigos del hecho, la rebelión habría sido<br />
muy bien organizada por los líderes de los pueblos originarios y el disparador fue el<br />
hecho de haber mandado a trabajar a las mujeres a la fábrica. Ésto, a sus ojos, era dar<br />
un paso más en la ya exagerada explotación industrial.<br />
La versión de los empresarios y poderosos era que los aborígenes “eran gente<br />
incivilizada, que con la explotación iban a adquirir la cultura del trabajo”. Además<br />
había criollos e inmigrantes que trabajaban en la fábrica, aunque en puestos más<br />
calificados dentro de la misma industria, a diferencia de los nativos que se<br />
encargaban de la plantación.<br />
La promesa de un polo azucarero<br />
El perfil particular de Rudecindo era el de encarar jugados proyectos productivos,<br />
según relataron los investigadores. Uno de ellos fue el de crear un polo azucarero en<br />
Misiones, recién convertida en Territorio Nacional, luego de estar en manos<br />
correntinas. Los consultores de la época eran los viajeros. Fueron ellos quienes lo<br />
convencieron a toda costa de que las tierras del noreste se podrían convertir en una<br />
productora similar a la tucumana, con la diferencia de que Tucumán tendría como<br />
medio de comunicación el ferrocarril y Misiones el río.<br />
Los viajeros decían además que la yerba era un cultivo descolonizador, puesto que no<br />
se conocía el proceso de cultivo y solamente se extraía. En cambio, el azúcar lograría<br />
el asentamiento de la colonia, hecho que terminó por seducir al entonces gobernador<br />
Roca, que buscaba mantener bajo su manos las recientes creadas colonias de Santa<br />
Ana y Candelaria.<br />
La segunda etapa<br />
En 1892, Roca no aguantó más la baja producción y decidió vender la industria al<br />
poderoso empresario Otto Bemberg, quien conservó en pie la azucarera hasta 1904,<br />
cuando se estima que una crisis mundial del azúcar, sumada a las inclemencias del<br />
tiempo y suelo de Misiones, hizo que se debilitara la fábrica y decidiera<br />
desmantelarla por completo. El ingenio duró como tal un total de 20 años, aunque los<br />
Bemberg mantuvieron el campo hasta unos 40 años después.