31.10.2018 Views

edicion_31_10_2017

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Opinión<br />

ANÁLISIS Y REFLEXIÓN<br />

Francisco Rodríguez<br />

ÍNDICE POLÍTICO<br />

La psicología del mexicano: “el otro laberinto”<br />

Todos los estudiosos de la psicología<br />

del mexicano coinciden: la comunicación<br />

política nunca ha sido<br />

una tarea sencilla entre nosotros. El entendimiento<br />

nunca ha podido ser llano,<br />

directo ni sencillo. Practicamos, desde<br />

tiempos inmemoriales un ritual de máscaras<br />

que ofusca la argumentación.<br />

Todos han señalado que en ese tortuoso<br />

camino hemos desperdigado la razón,<br />

lastimado severamente la semántica, sepultado<br />

la etiología en el cementerio de lo<br />

inocuo. Ya el viejo león de la guerra, André<br />

Malraux, había dicho que en México<br />

no se hace política, solo se cuchichea.<br />

Salvador Dalí, después de estar un<br />

tiempo entre nosotros, decidió no volver<br />

jamás, porque los mexicanos éramos demasiado<br />

surrealistas. Los mitos no acudían<br />

a la complicidad de nuestra razón, sino a la<br />

de nuestros instintos. Nada había sido sometido<br />

a una discusión seria, simplemente<br />

porque nadie se tomaba en serio.<br />

Así, no se puede encontrar el fundamento<br />

de ningún ser vivo, menos de una<br />

cultura. El michoacano Samuel Ramos,<br />

iniciador de las teorías sobre el mexicano,<br />

llegó a la conclusión de que somos<br />

unos seres que cuando nos expresamos<br />

nos ocultamos. Las palabras y los gestos<br />

son parte esencial de la danza de los<br />

viejitos.<br />

Por mi raza hablará el espíritu…<br />

dionisiaco del hombre espiritual<br />

Jorge Cuesta, poeta de Los Contemporáneos,<br />

dijo que México, un país hecho a<br />

sí mismo, carece de pasado. Se ha hecho<br />

contra su pasado. Lucha en medio de dos<br />

localismos, dos inercias y dos casticismos:<br />

el indio y el español. Nuestra verdadera<br />

tradición es una libre elección de<br />

nacionalismos superfluos.<br />

Nunca pudimos aceptar que nos conquistaron.<br />

Los más agudos historiadores<br />

quisieron siempre convencernos de que,<br />

según la tradición del Tonalámatl, los sacerdotes<br />

habían inculcado en los guerreros<br />

águilas y tigres la necesidad de abdicar<br />

de la defensa de Tenochtitlan, porque<br />

el mestizaje iba a producir al hombre<br />

cósmico.<br />

José Vasconcelos quiso dejarlo claro<br />

en la insignia de la universidad nacional:<br />

por mi raza hablará el espíritu, pero<br />

jamás alcanzó a explicar que se trataba<br />

del espíritu dionisíaco del hombre universal,<br />

cósmico, omnisciente y planetario.<br />

Muchos aprovecharon para colgarle<br />

el sambenito a la frase: hablaba el espíritu<br />

santo, aprovechándose de sus creencias<br />

cristianas.<br />

Máscaras y mitos manifiestan la<br />

índole de nuestra querella interior<br />

El gran regio Alfonso Reyes decía que la<br />

tarea fundamental del mexicano era buscar<br />

el alma nacional, tarea ardua y extrema,<br />

pues expresarla equivale a tener<br />

fidelidad al lenguaje, al pueblo y a la tradición.<br />

Hoy no honramos ni la libre sexualidad,<br />

y le tenemos pavor a todo lo<br />

demás.<br />

Decía Octavio Paz, replanteando a<br />

Leopoldo Zea, Edmundo O’Gorman y<br />

Daniel Cosío Villegas, que el problema<br />

de las máscaras y los mitos era simplemente<br />

otear el problema de una filosofía<br />

mexicana para manifestar la índole<br />

de nuestra querella interior. La situación,<br />

semejante a la del neurótico, era defender<br />

su intimidad, complicando el sistema<br />

con el que se engaña.<br />

La situación es mucho más difícil de<br />

lo que parece, pues una reflexión filosófica<br />

no tiene solo por objeto descubrir<br />

nuestras actitudes características, sino<br />

que debe ofrecernos una solución concreta,<br />

algo que justifique nuestra presencia<br />

en el mundo.<br />

Arrojados al abandono económico y<br />

social del narco Estado mexicano<br />

A todos los escritos que han tejido sobre<br />

el tema nuestros intelectuales de cabecera,<br />

se añade lo más complejo: la situación<br />

indefensa del mexicano, arrojado<br />

por el abandono económico y social del<br />

Estado en brazos de los narcotraficantes,<br />

de una cultura urbana que no corresponde<br />

a los orígenes rurales...<br />

De la necesidad de enfrentarse a la<br />

vida cotidiana que plantea el mundo moderno<br />

que no tiene piedad contra la falta<br />

de capacitación, escolaridad, competitividad,<br />

subproductos de una cultura dominante<br />

de burguesías idiotizadas con el<br />

enriquecimiento turbo que han sembrado<br />

nuestra geografía de cuerpos destrozados,<br />

economías secas y población sin<br />

esperanzas.<br />

La psicología del mexicano, demasiada<br />

estudiada por sociólogos, filósofos,<br />

poetas y artistas de calado, es insuficiente<br />

ya para explicar las reacciones de una<br />

población masacrada en sus indicadores<br />

fundamentales: hambre, desempleo, miseria,<br />

desconfianza, pérdida de identidad<br />

y valores. Un caso de espanto.<br />

Nadie en el mundo puede imaginarse<br />

siquiera lo que ha sucedido aquí<br />

Es imposible encontrar en el mundo actual<br />

un país que no esté en guerra extranjera<br />

o civil que haya perdido 300 mil habitantes,<br />

asesinados de golpe y porrazo, merced<br />

a una lucha sin pies ni cabeza contra el narco,<br />

que resultó cómplice de los negocios del<br />

gobierno. Es inconcebible encontrar un país<br />

rodeado de riquezas materiales y geográficas,<br />

poblado por menesterosos.<br />

Nadie puede imaginar una desigualdad<br />

tan profunda y desoladora como la<br />

que ofrece nuestro país: 125 millones de<br />

personas viviendo al día, cuando bien se<br />

puede, frente a un millón trescientos mil<br />

privilegiados, según datos oficiales, los<br />

que gozan de los favores y concesiones<br />

del estado plutocrático.<br />

Esta columna completa puede<br />

consultarse en la página de este diario<br />

www.elindependientedehidalgo.com.mx<br />

www.indicepolitico.com<br />

pacorodriguezjournalist.com<br />

@pacorodriguez<br />

Elvira Hernández<br />

Carballido<br />

Profesora investigadora de la UAEH<br />

SNI nivel 1<br />

BELLAS Y AIROSAS<br />

Los Caifanes de los sesentas<br />

En la década de 1960, la invasión de<br />

películas con los ídolos juveniles<br />

del momento como Alberto Vázquez,<br />

Enrique Guzmán y César Costa,<br />

provocaban la producción de cintas llenas<br />

de canciones y amores castos, pero cuatro<br />

personajes masculinos parecen querer<br />

romper con esa imagen, ellos son los Caifanes.<br />

Sí, los Caifanes, cuatro hombres de<br />

clase trabajadora que en una noche de parranda<br />

conocerán a una pareja burguesa a<br />

la que invitarán por una noche a conocer.<br />

Interpretados por Sergio Jiménez, Óscar<br />

Chávez, Ernesto Gómez Cruz y Eduardo<br />

López Rojas, son unos “mugrosos” más<br />

de la moderna Ciudad de México de la<br />

década de 1960 pero que le pueden “bajar<br />

a la vieja” al joven y apuesto chico<br />

rico, que representó el actor Enrique Álvarez<br />

Félix. Beben y bromean, con cerveza<br />

en mano demuestran su hermandad, les<br />

gusta robar y vagar, decir “albures finos”.<br />

El caifán, dice uno de los personajes, “es<br />

el que las puede todas”. Pero, ¿quiénes<br />

son los Caifanes? El crítico de cine, Ayala<br />

Blanco, responde:<br />

“Los Caifanes, personajes de la película<br />

homónima de Juan Ibáñez, son ante<br />

todo un grupo de mugrosos sin nombre:<br />

el Mazacote, el Estilos, el Azteca y el Capitán<br />

Gato, mecánicos queretanos de farra<br />

en la ciudad, cuatro indumentarias que<br />

compiten en ridiculez como aquellos habitantes<br />

de Salón México (los pachucos,<br />

sus precursores aviesos), seres anónimos<br />

sin fortuna ni gloria. Nunca serán<br />

ni vagos ni malvivientes, son pícaros urbanos<br />

supercantinflescos e inofensivos<br />

que solo desean pasar una noche dedicados<br />

al vacile, a la expansión del ánimo…<br />

Los Caifanes padecen todas las deformaciones<br />

impugnadas por psicólogos y filósofos<br />

al pelado mexicano y al mexicano a<br />

secas; tienen todas las lacras intelectuales<br />

de prelógica simbólica; están esencializados<br />

privilegiadamente con todas las facetas<br />

de la enajenación nacional –la seducción<br />

de la muerte, la vocación del fracaso<br />

y la impotencia ante las instituciones sacralizadas<br />

los obseden– y además poseen<br />

una sensibilidad frágil y vulnerable bajo<br />

su manto de rudeza y rigidez.”<br />

México recupera en esa película un<br />

modo y una utopía de ser joven. El filme<br />

presenta a un cuate que cae bien,<br />

ese cuate que las puede todas y por eso<br />

se le bautiza como caifán. En Los Caifanes<br />

se mezcla la juventud pobre que<br />

busca una noche para divertirse y olvidarse<br />

de las largas jornadas de trabajo<br />

con la juventud clase media alta que se<br />

cree intelectual y que considera divertido<br />

recorrer el México nocturno de 1967.<br />

Los cuatro caifanes no tienen nombre:<br />

el Capitán Gato, el Estilos, el Azteca y<br />

el Masacote. Son bohemios y saben esconderse<br />

en las camas de amor eterno.<br />

Mientras una voz nostálgica canta esa<br />

estrofa de fuera del mundo, la audaz Paloma,<br />

interpretada por Paloma, desdeña<br />

al novio engreído porque palpó la originalidad<br />

de cuatro hombres que parecen<br />

hablar en otro idioma y que la invita<br />

a hacer muchas jaladas. Esa juventud<br />

mexicana atrapada en Los Caifanes delataba<br />

diversas formas de vivir en un<br />

México que oscilaba entre la ingenuidad<br />

y la provocación. El cine de la década<br />

de 1960 en México, marcando así<br />

a esa época.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!