edicion_31_10_2017
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[20 y 21]<br />
Jorge Peña Zepeda<br />
Investigador del ICSHu<br />
CHINGAQUEDITO<br />
¡A sus órdenes jefeeeee!<br />
Terminado el simulacro democrático,<br />
es decir, la primera consulta<br />
ciudadana de este todavía no iniciado<br />
sexenio, el domingo pasado después<br />
de cuatro días de escasa, pero prevista,<br />
participación ciudadana, con un<br />
resultado bastante predecible sobre el<br />
proyecto aeroportuario de Santa María,<br />
que cancela el macroproyecto del Nuevo<br />
Aeropuerto Internacional de la Ciudad de<br />
México, ubicado en Texcoco, una de las<br />
obras emblemáticas del sexenio que finaliza,<br />
por lo que resulta necesario dimensionar<br />
los efectos causados por un hecho<br />
casi inédito en la política mexicana, que<br />
aún nos resulta confuso y complejo.<br />
El solo hecho de realizar una consulta<br />
ciudadana cambia las cosas en la política<br />
mexicana, ya que considerar que un presidente<br />
tome en cuenta la opinión de los<br />
ciudadanos y los haga partícipes y colaboradores<br />
de una decisión, aunque no<br />
medular, pero sin lugar a dudas importante<br />
para el país, sobre todo por la cantidad<br />
de recursos financieros implicados<br />
en su ejecución, resulta novedoso. Pero<br />
más allá de lo sorpresivo y antisistémico<br />
que nos parezca, la participación ciudadana<br />
en la toma de decisiones en la región<br />
no está considerada culturalmente<br />
en los procesos políticos de nuestros países,<br />
debido fundamentalmente a la concepción<br />
política de los líderes del continente.<br />
En efecto, la mayoría de los<br />
políticos se siente cómodos ejerciendo el<br />
poder para satisfacer expectativas políticas<br />
propias y estableciendo alianzas estratégicas<br />
con otros actores relevantes,<br />
que al final transforman al Estado y sus<br />
gobiernos en un gran espacio de negocios<br />
y de enriquecimiento individual.<br />
Lograr que los ciudadanos se informen<br />
y asuman plenamente el poder con<br />
que cuentan o contaran en el nuevo gobierno,<br />
resulta prioritario a la hora de<br />
preservar y potenciar la transformación<br />
del quehacer político en el país, una política<br />
de cara a todos, no solo a los amigos<br />
del régimen y obviamente de los beneficiados<br />
de siempre. Pero al mismo tiempo,<br />
a todos los ciudadanos se les exige<br />
ser actores activos de la construcción cotidiana<br />
de México, situación a la cual no<br />
estamos habituados, ni dispuestos, ahí la<br />
riqueza del simulacro.<br />
Elegir estratégicamente un proyecto<br />
tan mediático para mostrar las nuevas<br />
fronteras simbólicas que enmarcarán<br />
la actividad política e indirectamente<br />
la económica y financiera en el país, es<br />
sumamente arriesgado y, como algunos<br />
afirmaron desde sus trincheras ancladas<br />
en los valores políticos entendidos de finales<br />
del siglo XX, parar el proyecto de<br />
Texcoco, es vaciar automáticamente las<br />
arcas del país, generando grandes pérdidas<br />
para todos los mexicanos.<br />
Quedarnos atrapados en la discusión<br />
de las características y los impactos<br />
del aeropuerto y lo débil y fraudulento<br />
de la propia consulta ciudadana, no nos<br />
deja ver tal vez el impacto más importante,<br />
pero más difícil de visualizar. En efecto,<br />
la compleja relación entre la política y<br />
la economía o, para ser más precisos, los<br />
grupos privilegiados que están habituados<br />
a imponer su voluntad y su correspondiente<br />
obediencia, por parte de los otros<br />
actores, que en términos de M Weber encajan<br />
en lo que conocemos como una forma<br />
de dominación. Así, la cancelación de<br />
un proyecto de ese tipo, que asume compromisos<br />
y lealtades muy específicas e incluso<br />
particulares, viene a remover, a modificar<br />
y transformar las formas en cómo<br />
los grupos de intereses, articulados en torno<br />
a acumulación de dinero, se relacionan<br />
con el Estado y sus gobiernos.<br />
Revertir una decisión ya tomada, por<br />
esa compleja y constante alianza de facto,<br />
entre grupos políticos y económicos<br />
relevantes y, además sustentada legalmente<br />
en una estructura que garantiza los<br />
beneficios a largo plazo –como ese proyecto–,<br />
tiene un significado político indiscutible.<br />
No solo, se les pinta una línea,<br />
sino que se declara la separación de<br />
los intereses del Estado, de esos grupos.<br />
El Estado y sus gobiernos tienen como<br />
interés fundamental el lograr el bienestar<br />
y los mayores beneficios para todos los<br />
ciudadanos y no se pondrá ningún interés<br />
individual sobre todos.<br />
El Estado mexicano tiene su propia<br />
agenda de inversión y desarrollo estratégico<br />
que va más allá de los intereses que<br />
impone el propio mercado. El presidente<br />
electo les pide y garantiza a los ciudadanos<br />
que seguirán caminando juntos para<br />
la construcción de un nuevo México. Es<br />
sano para la política en el país que las cosas<br />
se separen, se establezcan nuevas estructuras<br />
de negociación de los grandes<br />
proyectos estratégicos que se están planteando.<br />
Sin lugar a dudas, eso da legitimidad<br />
y credibilidad al futuro gobierno, que<br />
nace de una arriesgada y también calculada<br />
estrategia política, para golpear la mesa<br />
fuertemente y sacudirse del virtual secuestro<br />
del Estado por esos grupos.<br />
Carlos Sevilla<br />
Gobernadoras en México<br />
El primero de diciembre de 1979,<br />
Griselda Álvarez rindió protesta<br />
como gobernadora de Colima.<br />
“Por primera vez en el México independiente<br />
una mujer llegaba al cargo de gobernadora,<br />
esa mujer era yo”, dijo.<br />
Fue un evento histórico y de carácter<br />
nacional. Hasta 2009 se cumplieron<br />
30 años y seis mujeres han gobernado<br />
en seis entidades federativas. Cuatro de<br />
ellas fueron electas por el voto popular;<br />
en Colima, Griselda Álvarez; Tlaxcala,<br />
Beatriz Paredes; Zacatecas, Amalia García<br />
y Yucatán, Ivonne Ortega.<br />
Dos más lo hicieron interinamente:<br />
Dulce María Sauri, Yucatán, tras una crisis<br />
política que llevó al mandatario Víctor<br />
Manzanilla Schaffer a solicitar licencia,<br />
y Rosario Robles, en el Distrito<br />
Federal, tras la licencia del jefe de Gobierno,<br />
Cuauhtémoc Cárdenas.<br />
Una más se sumó en Sonora, Claudia Artemiza<br />
Pavlovich, para el periodo 2015-2021.<br />
Y está casi segura, la poblana Marta<br />
Erika Alonso, aunque hay una inconformidad<br />
pendiente de resolver interpuesta<br />
por su opositor, Miguel Barbosa, de la<br />
coalición Juntos Haremos Historia.<br />
Enriqueta Cabrera, periodista, escritora<br />
y antropóloga social, es autora del libro<br />
Las gobernadoras y en su momento<br />
de publicación incluyó a las seis primeras<br />
mencionadas.<br />
En el inicio de la obra se destaca<br />
que en 1953 las mujeres conquistaron<br />
sus derechos ciudadanos plenos, pudiendo<br />
votar y ser votadas. A partir de<br />
entonces se eligieron diputadas, senadoras,<br />
presidentas municipales, integrantes<br />
de cabildos, incluso hasta magistradas<br />
del Poder Judicial, pero solo<br />
16 años después una mujer fue electa,<br />
por primera vez en México, gobernadora<br />
de un estado.<br />
De las seis, cuatro afiliadas al PRI:<br />
Álvarez, Paredes, Sauri y Ortega; y dos,<br />
García y Robles al PRD.<br />
Y de las dos últimas enlistadas, Pavlovich,<br />
PRI, y Alonso, PAN.<br />
Para ellas nada ha sido fácil, pero con<br />
esfuerzo, tenacidad y mucho carácter<br />
han salido adelante.<br />
Enriqueta Cabrera, cuenta de sus experiencias,<br />
pero, además, sintéticamente,<br />
los que llegaron a opinar de su gestión.<br />
Griselda Álvarez: “Tenía el estado civil<br />
perfecto para gobernar Colima: era<br />
viuda… Es infamante pensar que la mujer,<br />
para llegar al poder, debe acostarse<br />
con un hombre”.<br />
Beatriz Paredes: “Las mujeres podemos<br />
equilibrar la presencia masculina.<br />
Pero encontramos otro tipo de obstáculos<br />
cuando entramos en la disputa por<br />
el poder. Por eso soy feminista confesa.<br />
Por eso goberné en Tlaxcala”.<br />
Dulce María Sauri: “No fue fácil conjugar<br />
vida política y vida privada… El<br />
tiempo más difícil para las relaciones familiares<br />
y en particular para la relación<br />
de pareja fueron los años en que fui gobernadora<br />
de Yucatán”.<br />
Amalia García: “En Zacatecas las<br />
mujeres vieron la resistencia que hubo<br />
antes y durante la candidatura… Ahora<br />
me conmueve que las niñas me digan:<br />
‘Amalia, yo quiero ser gobernadora”.<br />
Rosario Robles: “Estamos hechas<br />
para la adversidad. Hay que abrir espacios<br />
contra viento y marea, nada nos<br />
ha sido regalado por nuestra linda cara.<br />
He luchado porque las mujeres no seamos<br />
adelitas, sino generales. Soy una<br />
sobreviviente”.<br />
Ivonne Ortega: “Nadie me obligó, yo<br />
me lo busqué. O nos vamos de frente o<br />
nos hacemos de la vista gorda. El compromiso<br />
con la sociedad yucateca sobre<br />
cualquier situación”.<br />
De editorial Planeta, la primera edición<br />
fue en marzo de 2009.<br />
ESPECIAL