6. Karen Marie Moning - El Highlander Inmortal
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong><br />
<strong>Karen</strong> <strong>Marie</strong> <strong>Moning</strong><br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Maldición, está bien ser yo.<br />
* ADAM BLACK, SIENDO ADAM BLACK<br />
Tuatha Dé Danaan: (tua day dhanna)<br />
Una raza muy avanzada de seres inmortales que se instalaron en Irlanda<br />
miles de guerras antes del nacimiento de Cristo. Fueron llamados por muchos<br />
nombres: Hijos de la Diosa Danu; la Raza Verdadera; los Nobles de Nacimiento;<br />
las Daoine Sidhe; aunque eran más comúnmente llamados los Fae o Hadas.<br />
Aunque con frecuencia son retratadas como unas criaturas brillantes y finas,<br />
de tamaño diminuto, que exudan buen humor y sienten una inclinación hacia las<br />
travesuras amables, los verdaderos Tuatha Dé Danaan no son ni tan delicados, ni<br />
tan benévolos.<br />
— de los Libros DE O'CALLAGHAN acerca de los Fae<br />
Adam Black:<br />
Tuatha Dé Danaan. Un granuja hasta entre los de su propia clase. Su<br />
favorecedor encanto es el de un herrero de las Highlands sumamente sexual,<br />
con un cuerpo poderosamente ondulado, piel dorada, pelo largo y ojos oscuros e<br />
hipnotizadores, muy inteligentes, letalmente seductores. Alega haber casi roto<br />
<strong>El</strong> Pacto no en una, sino en dos ocasiones. Él es, con mucho, el más peligroso e<br />
imprevisible de su raza<br />
ADVERTENCIA: EJERZA EXTREMA PRECAUCIÓN EN SU PRESENCIA<br />
EVITE EL CONTACTO A TODA COSTA.<br />
— de los Libros DE O'CALLAGHAN acerca de los Fae<br />
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LONDRES, INGLATERRA<br />
Prólogo<br />
Adam Black estaba de pie en la cámara central de las catacumbas de<br />
piedra bajo el Edificio de Belthew, observando mientras Chloe Zanders<br />
tropezaba en busca de su amante de los Highlands, Dageus MacKeltar.<br />
Lloraba como si su misma alma estuviera siendo destrozada. Incesante y<br />
perforador, su llanto bastaba para partir la cabeza de un Tuatha Dé.<br />
O de un humano, en realidad, pensó enigmáticamente.<br />
Ya se estaba cansando de sus constantes gemidos. Él tenía sus propios<br />
problemas. Grandes problemas.<br />
Aoibheal, la reina de Anatolia Dé Danaan, finalmente había cumplido sus<br />
amenazas largamente oídas de castigarlo por su continua interferencia en el<br />
mundo de los mortales. Y había elegido el castigo más cruel de todos.<br />
Lo había despojado de su inmortalidad y lo había convertido en humano.<br />
Se echó un rápido vistazo a sí mismo, y le alivió comprobar que al menos<br />
lo había dejado con su favorecedor encanto: el tipo de herrero<br />
irresistiblemente atractivo, musculoso y de cabellos oscuros, una mezcla<br />
milenaria entre un Celta Continental y un guerrero de las Highlands, ataviado<br />
con el tartán, brazaletes, y el torque ♥ . En ocasiones le había metido en cosas,<br />
cuerpos que no soportarían la luz del día adecuadamente.<br />
Su alivio, sin embargo, fue efímero. Total, ¿qué importaba si se parecía a<br />
si mismo y tenía su misma apariencia? ¡Era humano, por amor de Dios! Carne y<br />
sangre. Limitado. Endeble. Finito.<br />
Blasfemando salvajemente, observó a la mujer que sollozaba. Apenas<br />
podía oírse a sí mismo pensar. Quizás si le informaba que Dageus no estaba<br />
realmente muerto, ella se callaría. Tenía que encontrar una salida para esta<br />
intolerable situación, y rápido.<br />
— Tu amante no está muerto. Cesa tu llanto, mujer —, ordenó<br />
imperiosamente. Él lo sabía de cierto. Aoibheal lo había obligado a dar de su<br />
propia esencia de vida inmortal para salvar la vida del <strong>Highlander</strong>.<br />
♥<br />
Torque: collar pesado, con una labor de trenzado de cobre y oro. Poseen diversas decoraciones, a<br />
base de motivos vegetales. Eran un símbolo de clase alta. Poseían un significado religioso, a los<br />
dioses celtas se los representa luciéndolos o sosteniéndolos.<br />
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Su orden no tuvo el efecto esperado. Al contrario, justo cuando estuvo<br />
seguro de que ella no podría llorar con más fuerza - y el cómo una criatura tan<br />
pequeña podía hacer un ruido tan enorme escapaba a su comprensión - sus<br />
tímpanos recién adquiridos fueron expuestos a un gemido que se intensificó<br />
exponencialmente.<br />
— ¡Mujer, detente! — rugió, tapándose los oídos con las manos. — Dije<br />
que él no está muerto.<br />
De todos modos, ella siguió llorando. Ni siquiera echó un vistazo en su<br />
dirección, como si él no hubiera hablado en lo absoluto. Furioso, él rodeó el<br />
montón de basura que ensuciaba la cámara — escombros de la batalla que se<br />
había librado allí un cuarto hora antes entre Dageus MacKeltar y la secta de los<br />
Druidas de Draghar, la batalla en la que él nunca debería haber intervenido — y<br />
se dirigió con paso majestuoso a su lado. Su intención era agarrarla por la nuca y<br />
alzarle el cuello para forzarla a que lo mirara y obligarla a callar.<br />
Su mano se deslizó directamente a través de la parte de atrás de su<br />
cráneo, y salió por la nariz.<br />
<strong>El</strong>la ni siquiera parpadeó. Sólo hipó un sollozo, y lloró de nuevo.<br />
Adam se mantuvo de pie inmóvil por un momento, y luego lo intentó otra<br />
vez, alargando una mano hacia uno de sus pechos. Su mano pasó a través de su<br />
corazón y del omóplato izquierdo.<br />
Arremetió de nuevo, mientras las alas de la inquietud se esparcían por su<br />
estómago demasiado humano.<br />
—Por Danu, Aoibheal, no lo haría— Sus ojos oscuros se estrecharon<br />
hasta convertirse en rendijas.<br />
¿O sí?<br />
Apretó la mandíbula, y lo intentó otra vez. Y nuevamente su mano<br />
resbaló por el cuerpo de Chloe Zanders.<br />
¡Cristo, lo había hecho! ¡La muy perra!<br />
¡La reina no solo lo había convertido en humano, sino que lo había<br />
maldecido con el triple poder del féth fiada!<br />
Adam sacudió la cabeza incrédulo. <strong>El</strong> féth fiada era el sortilegio que su<br />
raza usaba cuando querían andar entre la gente sin ser descubiertos. Un Tuatha<br />
Dé normalmente invocaba sólo una de las facetas más potentes del triunvirato —<br />
la invisibilidad. Pero también se podía dotar al sujeto de la imposibilidad de que<br />
los humanos lo oyeran o lo sintieran. <strong>El</strong> féth fiada era un instrumento útil si el<br />
deseo de uno era mezclarse con la gente sin ser observado.<br />
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¿Pero ser maldecido con ello permanentemente? ¿Ser incapaz de<br />
escapar de eso?<br />
él.<br />
Aquel pensamiento era demasiado horrible como para entretenerse en<br />
Cerró los ojos y exploró en su mente para examinar el espacio/tiempo, y<br />
regresar a la Isla Fae de Morar. No se preocupó de lo que la reina pudiera estar<br />
haciendo en esos momentos en su Salón Real; ella tenía que deshacer esto de<br />
inmediato.<br />
No pasó nada. Permaneció exactamente donde estaba.<br />
Lo intentó otra vez.<br />
No sintió ninguna sensación rápida de ingravidez, nada del torbellino<br />
repentino de esa libertad embriagadora e invencibilidad que siempre sentía<br />
cuando cruzaba dimensiones.<br />
Abrió los ojos. Todavía estaba en la cámara de piedra<br />
Una mueca curvó sus labios. ¿Humano, maldecido, y sin poderes?<br />
¿Excluido del reino Fae? Sacudió su cabeza hacia atrás, apartando su largo y<br />
oscuro cabello de su cara.<br />
— De acuerdo. Aoibheal, ya lo he comprendido. Ahora, regrésame<br />
No hubo respuesta. Nada aparte del sonido de los interminables sollozos<br />
de la mujer, que retumbaban en la fría cámara de piedra.<br />
— Aoibheal, ¿me has oído? Dije, ‘ya lo he comprendido. Ahora, restaura<br />
mis poderes<br />
Siguió sin obtener ninguna respuesta. Él sabía que ella lo escuchaba,<br />
permaneciendo en una dimensión sólo una pizca más allá del reino humano. Lo<br />
miraba, saboreaba su incomodidad.<br />
Y... esperaba una actitud de sumisión, reconoció él de manera sombría.<br />
Un músculo palpitó en su mandíbula. La humildad no era, ni lo sería nunca,<br />
su punto fuerte.<br />
De todos modos, si sus opciones eran humildad o humanidad — y<br />
maldecido y sin poderes, para más escarmiento— mostraría tanta humildad que<br />
se ahogaría en ella.<br />
— Mi Reina, tenías razón y yo estaba equivocado. Observad, puedo<br />
decirlo<br />
Aunque la mentira le dejó un mal sabor de boca, añadió — y juro que<br />
nunca volveré a desobedecerla.<br />
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Al menos no hasta estar seguro de estar en gracia con ella otra vez.<br />
— Perdóname, Reina de los más Hermosos —. Por supuesto ella lo<br />
perdonaría. Siempre lo hacía<br />
— Soy tu más humilde y amante servidor. Oh, Reina gloriosa.<br />
¿Estaba exagerando demasiado? se preguntó ociosamente cuando el<br />
silencio se alargó. Notó que había comenzado a golpear el suelo con el pie de una<br />
manera muy humana. Pisó fuerte para obligarse a detenerse. Él no era humano.<br />
Él no era para nada como ellos.<br />
— ¿Me has oido? Pedí perdón — masculló.<br />
Esperó unos momentos más y suspiró. Apretó los dientes y cayó sobre<br />
sus rodillas. Todo el mundo sabía que Adam Black despreciaba arrodillarse por<br />
algo o por alguien.<br />
— Exaltada líder de la Raza Verdadera —, ronroneó en la antigua y<br />
raramente usada lengua de los de su raza — Salvadora de los Danaan. Pido la<br />
gracia y la gloria del trono —. Palabras rituales, antiguas y de modales corteses,<br />
mostraban su más completa y absoluta reverencia. Y el ritual exigía que ella<br />
contestase.<br />
La muy perra no lo hizo.<br />
Él - que nunca había sufrido antes el paso de tiempo - ahora lo sentía<br />
intensamente al ver que aquella farsa se alargaba tanto.<br />
pies.<br />
— ¡Maldita sea, Aoibheal, respóndeme! —, bramó de furia golpeando sus<br />
— ¡Devuélveme mis poderes! ¡Hazme inmortal otra vez!<br />
Nada. Pasó el tiempo.<br />
Una prueba, se aseguró a sí mismo. Sólo se trata de una prueba, para<br />
enseñarme una lección.<br />
De un momento a otro ella aparecería. Lo reprendería. Le pasaría una<br />
cuenta mordaz de sus muchas transgresiones. Él la saludaría con la cabeza,<br />
prometiendo no volver a hacerlo nunca otra vez, y todo estaría bien. Tal y como<br />
las miles de veces que él la había desobedecido o la había hecho enfadar.<br />
Una hora más tarde, nada estaba bien.<br />
Dos horas más y Chloe Zanders se había ido, dejándolo sólo en las<br />
tumbas silenciosas y polvorientas. Casi echaba de menos su llanto. Casi.<br />
Treinta y seis horas más tarde y su cuerpo tenía hambre, sed, y — algo<br />
prácticamente incomprensible para él — estaba cansado. Los Tuatha Dé no<br />
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dormían. Su mente, generalmente muy rápida e incisiva, estaba bloqueada,<br />
inactiva, apagándose sin su consentimiento.<br />
Inaceptable. Maldito fuera si alguna parte de su cuerpo hiciera algo sin<br />
su consentimiento. Ni su mente ni su cuerpo. Nunca le había pasado y nunca le<br />
pasaría. Un Tuatha Dé tenía siempre el control. Siempre.<br />
Su último pensamiento antes de que la inconsciencia lo reclamase fue<br />
que estaba sangrientamente seguro de que prefería ser cualquier otra cosa: ser<br />
encarcelado en una montaña por unos pocos cientos de años, convertido en una<br />
fangosa bestia de mar de tres cabezas, obligada a comportarse y jugar en la<br />
estúpida corte otra vez durante un siglo o dos.<br />
Todo menos... algo... asquerosamente... patéticamente... incontrolable...<br />
hum —<br />
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CINCINNATI, OHIO<br />
VARIOS MESES MÁS TARDE<br />
Capítulo 1<br />
Verano. Grabielle O’Callaghan cavilaba – que siempre había sido su<br />
estación favorita- este año apestaba por completo.<br />
Abriendo su coche, entró y se quitó las gafas de sol. Encogiéndose de<br />
hombros dentro de su chaqueta de traje, estiró los talones y con lentitud<br />
respiró profundamente varias veces. Se sentó y se tomó unos momentos para<br />
recuperarse, luego se quitó el elástico del cabello para darse un masaje en el<br />
cuero cabelludo.<br />
Estaba sintiendo el comienzo de una de sus jaquecas asesinas. Y sus<br />
manos aún temblaban. Había estado muy cerca de descubrirse delante de un<br />
Fae.<br />
No podía creer el haber podido ser tan estúpida, pero, por Dios, ¡Este<br />
verano había demasiados de ellos!. No había visto un hada en Cincinnati hacía<br />
años, pero ahora, por alguna extraña razón, había cantidades de ellos.<br />
Como si Cincinnati fuera alguna clase de lugar fantástico donde pasar el<br />
tiempo — ¿podía acaso una ciudad ser más aburrida?— Cualquiera fuese la<br />
desafortunada razón por la que habían escogido ir a los Tres Estados ♥ , habían<br />
aparecido en masa a principios de Junio y, habían conseguido arruinarle el<br />
verano desde ese momento.<br />
Y fingir que nunca los veía no se le hacía más fácil a medida que pasaba<br />
el tiempo. Con sus cuerpos perfectos, su aterciopelada piel dorada, sus ojos<br />
brillando iridiscentes, era muy difícil pasarlos por alto. Extremadamente<br />
guapos, imposiblemente seductores, destilando poder puro, los varones eran una<br />
verdadera tentación andante para una chica como-<br />
Bruscamente sacudió la cabeza para abortar ese traidor pensamiento.<br />
Había sobrevivido todo ese tiempo y maldita fuera si iba a permitirse a<br />
relajarse ahora y terminar atrapada por una de esas eróticas —exóticas, se<br />
corrigió impaciente— criaturas.<br />
♥ Región conformada por los territorios correspondientes a los estados de Indiana, Ohio y Kentucky<br />
en EEUU<br />
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Pero a veces era tan difícil no mirarlos. Y doblemente difícil el no<br />
reaccionar. Especialmente cuando la pillaban con la guardia baja como había<br />
sucedido la última vez.<br />
Estaba almorzando con Marion Temple, la socia más antigua de la firma<br />
de abogados —Temple, Turley y Tucker—, en un restaurante de primera en el<br />
centro de la ciudad. Era un almuerzo de importancia vital puesto que durante la<br />
comida estaba siendo entrevistada para ver la posibilidad de obtener una<br />
posición como postgraduada.<br />
Como futura estudiante del tercer curso de la carrera de Derecho,<br />
Gabby había tomado un trabajo de verano en Little & Staller, una firma local de<br />
abogados especializada en temas de lesiones personales. Le había bastado sólo<br />
dos días en el trabajo darse cuenta de que no estaba hecha para representar a<br />
agresivos y avariciosos litigantes de negligencias médicas, que estaban<br />
firmemente convencidos de que sus pequeñas lesiones valían por lo menos un<br />
millón de dólares.<br />
En el otro extremo del espectro legal estaban Temple, Turley y Tucker.<br />
La firma más prestigiosa de la ciudad, que atendía sólo a los clientes más<br />
deseados, especializada en derecho mercantil y de sucesiones. Los casos<br />
criminales que ellos representaban eran seleccionados cuidadosamente, debido a<br />
su notoriedad, y sólo escogían aquellos que permitían sentar precedentes.<br />
Aquellos hacían la diferencia en el mundo, protegiendo los derechos<br />
fundamentales y los que trataban de evitar las injusticias intolerables. Y esos<br />
eran los casos sobre los que ella quería echar mano. Aunque tuviera que trabajar<br />
como esclava durante años, realizando investigaciones y sirviendo café para<br />
lograrlo.<br />
Había estado toda la semana estresada, anticipándose a la entrevista,<br />
con la certeza de que TT&T sólo contrataba a los mejores. Sabiendo que<br />
competía con docenas de sus propios compañeros de clase, sin mencionar a<br />
docenas más de estudiantes de leyes del resto de las facultades de derecho<br />
alrededor de todo el país, en una fiera competencia para obtener la única<br />
vacante. Sabiendo que Marion Temple tenía la reputación de exigir nada menos<br />
que la más alta sofisticación y perfección profesional.<br />
Pero gracias a las horas de agresivas prácticas de entrevistas y<br />
energéticos discursos que le había dado su mejor amiga, <strong>El</strong>izabeth, Gabby había<br />
estado tranquila, compuesta y en plena forma. La distante señora Temple había<br />
quedado impresionada con sus logros académicos, y Gabby había tenido la<br />
sensación de que la empresa tenía la disposición de contratar a una mujer<br />
(pudiendo ser debido al cuidado que había que tener con el tema de las<br />
estadísticas de la igualdad de oportunidades laborales), lo que la había puesto a<br />
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la cabeza de la mayor parte de los competidores. <strong>El</strong> almuerzo había ido<br />
perfectamente, hasta el momento en que abandonaron el restaurante y salieron<br />
a la Quinta Avenida.<br />
Mientras la señora Temple le extendía esa fundamental invitación para<br />
asistir a una segunda entrevista en el propio despacho de los socios (lo cual<br />
nunca hubiera hecho a menos que la firma estuviera considerando seriamente<br />
hacerle una oferta para el puesto, ¡Maravilla de las maravillas!), un sexy y<br />
musculoso hada macho pasó caminando con gracia justo entre ellas, con esa<br />
exasperante arrogancia de Soy tan perfecto, o No pienses siquiera en desear<br />
estar donde estoy yo, que ellos poseían, pasando tan cerca que sus largos y<br />
dorados cabellos rozaron la mejilla de Gabby con la delicada sensualidad de la<br />
seda.<br />
La intoxicante fragancia de jazmín y sándalo la envolvió, y el calor que<br />
irradiaba su poderoso cuerpo la acarició como una sofocante y erótica brisa. Le<br />
tomó cada onza de su considerable auto disciplina no echarse hacia atrás<br />
ponerse en su camino.<br />
O peor aún – rendirse a la incesante tentación de sólo acariciar<br />
gentilmente a la dorada y esplendorosa criatura. ¿Cuántas veces había soñado<br />
con hacer eso? Saber por fin cómo era al tacto una de las prohibidas hadas.<br />
Averiguar finalmente si esa dorada piel de hada era tan aterciopelada como se<br />
veía.<br />
Nunca debes exponerte mostrándoles que puedes verlos, Gabby.<br />
Completamente fuera de quicio debido a la proximidad del hada, su mano<br />
repentinamente floja perdió el agarre sobre el vaso plástico de café helado que<br />
había pedido en el restaurante. Golpeó la acera, la tapa saltó hacia arriba, y el<br />
café explotó hacia todos lados, empapando a la impecable señora Temple.<br />
En ese preciso instante, el hada se dio la vuelta para mirarla, sus<br />
iridiscentes ojos entrecerrados.<br />
Aterrorizada, Gabby centró toda su atención en la señora Temple que<br />
farfullaba su asombro. Con un entusiasmo cercano a la histeria, sacó pañuelos de<br />
su bolso y, frenéticamente, trató de secar con ellos las manchas de café que se<br />
agrandaban por momentos en lo que había sido, momentos antes, el prístino<br />
traje color marfil del cual tenía la enfermiza sensación que costaba más de lo<br />
que ella ganaba en un mes.<br />
Balbuceando en voz alta lo chapucera que había sido, disculpándose y<br />
echándole toda la culpa al hecho de haber comido en exceso, de no estar<br />
acostumbrada a usar tacones, a estar nerviosa por la entrevista, en cuestión de<br />
segundos se las arregló para borrar completamente la imagen de distinción y<br />
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seguridad en sí misma que concienzudamente había proyectado durante el<br />
almuerzo.<br />
Pero no había tenido alternativa.<br />
Con el propósito de hacer creer al hada que no lo había visto, de que ella<br />
era simplemente una humana chapucera, nada más, había tenido que actuar como<br />
una completa estúpida y arriesgarse a sabotear su credibilidad frente a su<br />
futura empleadora.<br />
Sabotearse, lo había hecho.<br />
Apartando de empujón las frenéticas manos de Gabby que aún la<br />
frotaban, la señora Temple alisó su arruinado traje. Con petulancia se encaminó<br />
hacia el coche y haciendo una pausa hacer un gesto rígido y despectivo dijo por<br />
encima del hombro.<br />
— Tal como le dije antes, señorita O’Callaghan, nuestra empresa trabaja<br />
sólo con los clientes de más alta jerarquía. Pueden ser exigentes, excesivos y<br />
temperamentales. E incomprensibles también. Cuando hay millones en juego, el<br />
cliente tiene todo el derecho a esperar lo mejor. Nosotros en Temple, Turley y<br />
Tucker estamos orgullosos de ser imperturbables al estrés. Nuestros clientes<br />
exigen un trato suave y sofisticado. Francamente señorita O’Callaghan, usted es<br />
demasiado nerviosa y excitable como para tener éxito en nuestra empresa.<br />
Estoy segura que encontrará un trabajo más apropiado en otro sitio. Buenos<br />
días, señorita O’Callaghan.<br />
Sintiéndose como si alguien le hubiese dado patadas en el estómago,<br />
Gabby observó en compungido silencio mientras la señora Temple aceptaba la su<br />
inmaculado Mercedes de manos del guardia, viendo de soslayo que el hada,<br />
gracias a Dios, seguía su camino. Mientras el Mercedes color perla se introducía<br />
a la Quinta Avenida y desaparecía entre el tráfico, - el trabajo de sus sueños se<br />
perdía tras su tubo de escape – los hombros de Gabby se hundieron. Con un<br />
ruidoso suspiro dio la vuelta y caminó pesadamente calle abajo hacia la esquina<br />
donde los simples estudiantes de leyes no-destinados-al-éxito-por-serdemasiado-nerviosos,<br />
podían permitirse aparcar.<br />
— ‘Nervioso’, mi trasero— murmuró, apoyando la cabeza en el volante. —<br />
No tienes ni idea de cómo es mi vida. Tú no los puedes ver.<br />
Todo lo que la señora Temple probablemente habría sentido era una leve<br />
brisa, un incremento moderado de la temperatura, quizás habría capturado el<br />
hálito de un aroma exótico, de una excitante fragancia. Y si, por casualidad, un<br />
hada la hubiera rozado - ya que, aun cuando eran invisibles, eran reales y<br />
verdaderamente estaban allí - la señora Temple lo habría racionalizado de<br />
alguna manera. Aquellos que no podían ver a los Fae siempre lo hacían.<br />
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Gabby había aprendido por la vía difícil que muchas de esas personas<br />
tenían cero tolerancia a lo inexplicable. Nunca dejaba de asombrarla las débiles<br />
excusas que generaban para proteger su percepción de la realidad. Ups, supongo<br />
que no dormí lo suficiente anoche ó Vaya. No debería haber tomado esa segunda<br />
(o tercera o cuarta) cerveza con el almuerzo. Si todo lo demás fallaba, entonces<br />
se conformaban con un simple, debo haberlo imaginado<br />
¡Cuánto añoraba ella esa inconsciencia!<br />
Sacudió la cabeza y trató de consolarse a sí misma con el pensamiento<br />
de que, al menos, el hada se había convencido y se había ido. Estaba a salvo. Por<br />
ahora.<br />
De la forma en que lo veía Gabby, los Fae eran los responsables del<br />
noventa y nueve por ciento de los problemas de su vida. <strong>El</strong>la se hacía<br />
responsable del uno por ciento restante, pero ellos eran la razón de que su vida<br />
ese verano fuese de una crisis a otra. <strong>El</strong>los eran la razón por la cual estaba<br />
empezando a temer salir de su casa, sin saber nunca dónde uno de ellos podría<br />
aparecer repentinamente, o cuán mal podría reaccionar. O por qué clase de<br />
estúpida tendría que hacerse pasar, tratando de esconderse. <strong>El</strong>los eran la razón<br />
por la que su novio había roto con ella hacía quince días, tres horas, y -echó una<br />
mirada cavilosa a su reloj de pulsera- cuarenta y dos minutos atrás.<br />
Gabrielle O’Callaghan guardaba un resentimiento especial y muy personal<br />
hacía los Fae.<br />
— No los veo. No los veo — masculló cuando vio como dos apetitosos<br />
machos hada caminaban ligeramente por sobre el techo del coche. Previno su<br />
mirada, se controló, luego puso en el ángulo correcto el espejo retrovisor y<br />
fingió estarse maquillando con su lápiz de labios.<br />
Nunca los mires demasiado fijamente, su Abuela, Moira O’Callaghan,<br />
siempre la había prevenido. Debes actuar de forma natural. Debes aprender a<br />
dejar que tu mirada se deslice sobre ellos sin quitar la vista demasiado rápido y<br />
o demasiado abruptamente, o sabrán que tú sabes. Y te llevarán. Nunca debes<br />
permitirles saber que los puedes ver. ¡Prométemelo, Gabby, no puedo perderte!<br />
La Abuela también los veía, a esas criaturas que otras personas no<br />
podían ver. La mayoría de las mujeres por parte su madre lo hacía, aunque<br />
algunas veces el —don— se saltaba generaciones. Como había sucedido con su<br />
madre, que se había mudado a Los Ángeles años atrás (como si la gente en<br />
California fueran menos extraña que las hadas), dejando a-la-entonces-desiete-años<br />
Gabrielle con la Abuela hasta que se hubiese instalado. Jilly<br />
O’Callaghan nunca terminó de instalarse.<br />
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¿Por qué no pudo saltarme a mi?, reflexionó Gabby. Una vida normal era<br />
todo lo que siempre había querido.<br />
Y proveyéndole diariamente malditas dificultades, aún en la aburrida<br />
Cincinnati. Gabby estaba empezando a pensar que vivir en los Tres Estados,era<br />
un poco como vivir en la convergencia mística de la Boca del Infierno de<br />
Sunnydale ♥ .<br />
Excepto que en el Medio Oeste no tenían demonios ni vampiros —Oh, no,<br />
claro que no— tenían hadas: unas criaturas peligrosamente seductoras,<br />
inhumanas y arrogantes que podrían tomarla y hacerle sólo-Dios-sabe-que, si<br />
alguna vez llegaran a imaginarse que ella podía verlos.<br />
Su historia familiar estaba plagada de leyendas de antepasados que<br />
habían sido capturados por los temibles Cazadores Fae y que nunca habían sido<br />
vueltos a ver. Algunas de las leyendas afirmaban que habían sido rápida y<br />
brutalmente asesinados por los salvajes Cazadores; otras, que habían sido<br />
esclavizados a la fuerza.<br />
No tenía la menor idea cuáles de esas tontas historias podían ser<br />
aceptadas; pero sí tenía una cosa por cierta: No tenía la menor intención de<br />
averiguarlo.<br />
* * *<br />
Más tarde, Gabby comprendería que todo había sido por culpa de la taza<br />
de café. Cada atrocidad que le había ocurrido a partir de ese momento podía<br />
conectarse directamente a esa taza de café con la sorprendente simplicidad de<br />
un argumento que no tenía fallas: De no ser por A (es decir, la taza de café), no<br />
habría pasado B (arruinar la entrevista de trabajo), y no se habría dado C (tener<br />
que ir al trabajo esa noche) y ciertamente no había ocurrido D (esa horrible<br />
cosa que le había pasado allí)… y así hasta el infinito.<br />
Realmente no era justo que una decisión tan trivial, adecuada-para-elmomento<br />
y aparentemente inofensiva como tomarse una taza de café helado<br />
pudiera cambiar por entero el curso de la vida de una chica.<br />
No es que ella minimizara la culpabilidad del hada, pero estudiar leyes le<br />
había enseñado a aislar el catalizador crítico sobre el cual podía basarse la<br />
♥ Sunnydale, llamada —<strong>El</strong> Valle Del Sol— por los demonios. Es una ciudad ficticia de California donde<br />
se desarrolla la trama de la serie televisiva Buffy, la cazavampiros. Existe allí una convergencia<br />
mística que hace que los vampiros aparezcan precisamente en sus cementerios y la visiten toda clase<br />
de seres extraños.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
culpabilidad, y el simple hecho era que si no hubiera tenido esa taza de café en<br />
la mano, no la habría dejado caer, no habría salpicado a la señora Temple, no se<br />
habría tenido que comportar como una tonta chapucera, y no habría perdido<br />
toda esperanza de conseguir el trabajo de sus sueños.<br />
De no ser por la taza de café, el hada no habría tenido ninguna razón<br />
para darse la vuelta y mirarla, y ella no habría tenido ninguna razón para que le<br />
entrase el pánico. Todo habría ido sobre ruedas. Con la promesa de esa<br />
codiciada segunda entrevista, se habría marchado a celebrarlo con sus amigas<br />
esa noche.<br />
Pero debido a esa nefasta taza de café, no resultó. Se fue a casa, tomó<br />
un largo baño de espuma, lloró un largo rato y luego más tarde esa misma noche,<br />
cuando había tenido la certeza de que la oficina estaba vacía y que de ese modo<br />
no tendría que responder a las humillantes preguntas de sus compañeros<br />
internos, condujo su coche de vuelta al centro de la ciudad para ponerse al día<br />
con el trabajo. Llevaba diecinueve difíciles casos de arbitraje, los cuales, ahora<br />
que no tenía perspectivas de obtener otro trabajo, realmente importaban.<br />
Y debido a esa catastrófica taza de café, estaba de muy mal humor y no<br />
prestaba atención cuando aparcó al frente del edificio donde estaba su oficina,<br />
y no advirtió al oscuro y peligroso hada macho, que salía caminando de entre las<br />
sombras del callejón adyacente.<br />
allí.<br />
De no ser por esa estúpida taza de café, ella ni siquiera habría estado<br />
Y ese fue el momento en el que las cosas dieron un giro diabólico y<br />
empezaron a ir de mal en peor.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 2<br />
Adam Black pasó una mano por su pelo largo y negro y frunció el ceño<br />
mientras acechaba desde el callejón.<br />
Durante tres eternos meses había sido humano. Noventa y siete<br />
horrorosos días, para ser exactos. Dos mil trescientas veintiocho interminables<br />
horas. Ciento treinta y nueve mil seiscientos ochenta ofensivos minutos.<br />
Se había obsesionado con el paso del tiempo. Era una vergonzosa<br />
aflicción mortal. Lo siguiente sería que llevaría puesto un reloj de pulsera.<br />
Nunca.<br />
Ciertamente pensaba que Aoibheal tendría que haber venido por él a<br />
estas alturas. Habría apostado su ser mismo en ello; aunque en realidad no era<br />
que tuviese mucho para apostar.<br />
Pero ella no venía, y él estaba enfermo de esperar. No era únicamente<br />
que los humanos tuvieran una cantidad de tiempo ridícula para existir, sino que<br />
sus cuerpos tenían exigencias que consumían la mayor parte de ese tiempo. <strong>El</strong><br />
sólo hecho de dormir consumía una cuarta parte del tiempo. Aunque él había<br />
dominado esas exigencias durante los pocos meses pasados, se ofendía al ser<br />
esclavo de su forma física. Tener que comer, lavarse, dormir, orinar, afeitarse,<br />
cepillarse el pelo y los dientes, ¡Por Dios! Quería ser él mismo otra vez. No<br />
cuando fuera de la sangrienta conveniencia de la reina, sino ahora.<br />
De ahí que hubiese dejado Londres y hubiera viajado a Cincinnati (un<br />
viaje infernalmente largo - en avión) buscando al hijo mitad-Fae que había<br />
engendrado hacía un milenio, Circenn Brodie, que se había casado con una mortal<br />
del siglo veintiuno y por lo general residía aquí con ella.<br />
Por lo general.<br />
Al llegar a Cincinnati, había encontrado la residencia de Circenn vacía, y<br />
no tenía ni idea de donde buscarle después. Se había establecido allí mismo, y<br />
había estado matando el tiempo desde entonces – esforzándose inflexiblemente<br />
para ignorar esto, pero por primera vez en su existencia eterna, el tiempo le<br />
devolvía el favor - esperando el regreso de Circenn. Un Tuatha Dé de sangre<br />
medio pura, Circenn tenía la magia que Adam ya no poseía.<br />
<strong>El</strong> ceño de Adam se hizo mas profundo. <strong>El</strong> poder insignificante que la<br />
reina le había dejado prácticamente no tenía ningún valor. Rápidamente había<br />
descubierto que ella había estudiado muy a fondo su castigo. <strong>El</strong> hechizo de féth<br />
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fiada era uno de los más poderosos y alteraban la percepción que los Tuaha Dé<br />
poseían, utilizado para permitir a un Tuatha Dé relacionarse con el reino<br />
humano, mientras los mantenía indetectables para la humanidad. Encubría su<br />
esencia en una ilusión que afectaba a la memoria a corto plazo y generaba<br />
confusión en las mentes de aquellos que se encontraban en las cercanías.<br />
Si Adam volcara un quiosco de periódicos, el vendedor culparía<br />
despreocupadamente a un viento invisible. Si tomase comida del plato de un<br />
comensal, la persona simplemente decidiría que ya debía haberla terminado. Si<br />
cogiese ropa nueva en una tienda, el dueño registraría un error de inventario. Si<br />
arrebatase comestibles a un transeúnte y arrojase su bolso al suelo, su<br />
desdichada victima se volvería contra un transeúnte cercano y ocurriría una<br />
amarga pelea (él había hecho eso unas pocas veces en busca de un poco de<br />
diversión). Si arrancase el bolso del brazo de una mujer y lo colgara delante de<br />
su cara, ella simplemente caminaría a través de ambos, el bolso y él (en el<br />
momento en que él tocaba una cosa, ésta también era absorbida en la ilusión<br />
lanzada por el féth fiada hasta que él lo soltara) encaminándose en la dirección<br />
contraría, refunfuñando por haber olvidado el bolso en casa.<br />
No había nada que pudiera hacer para llamar la atención sobre él. Y lo<br />
había intentado todo. Prácticamente. Adam Black no existía. Ni siquiera merecía<br />
su insignificante parte del espacio humano.<br />
Él sabía por qué ella había escogido este castigo en particular: debido a<br />
que él se había puesto del lado de la humanidad en su pequeño desacuerdo, ella<br />
le forzaba a probar ser humano del peor modo posible. Solo e impotente, sin una<br />
sola distracción para pasar el rato y entretenerse.<br />
Había tenido suficiente de su sabor como para que le durase una<br />
eternidad.<br />
Una vez había sido un ser todopoderoso que podía escudriñar el tiempo y<br />
el espacio, un ser que podía viajar a todas partes y a cualquier dimensión en el<br />
parpadeo de un ojo, ahora estaba limitado a un solo poder útil: podía sobrevolar<br />
distancias cortas, pero no más de unas pocas millas. Le sorprendía que la reina le<br />
hubiese dejado incluso tanto poder, hasta la primera vez que casi se había caído,<br />
agotado, en el camino de un autobús en el corazón de Londres.<br />
<strong>El</strong>la le había abandonado con una cantidad suficiente de magia para<br />
mantenerse vivo. Lo cual le daba a entender dos cosas: una, ella planeaba<br />
perdonarle finalmente, y dos, probablemente eso iba a llevar un largo, largo<br />
tiempo. Y probablemente no sería hasta el momento en que su forma mortal<br />
estuviese a punto de expirar.<br />
Cincuenta años más de esto lo convertirían en un loco sanguinario.<br />
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<strong>El</strong> problema era que, aun cuando Circenn regresara, Adam todavía no<br />
había ideado una forma para comunicarse con él. A causa de su mitad mortal,<br />
Circenn no sería capaz de ver a través del féth fiada tampoco.<br />
Todo lo que él necesitaba, pensó Adam por milésima vez, era una<br />
persona. Sólo una persona podría verlo. Sólo una persona podría ayudarle. No<br />
estaba completamente sin opciones, pero no podría atraer a ninguno de los<br />
malditos sin nadie para ayudarle.<br />
Y eso lo hartaba también. <strong>El</strong> omnipotente Adam Black necesitaba ayuda.<br />
Casi podía oír la argentina risa tintineando en la brisa de la noche, soplando<br />
insultantemente a través de los reinos, hasta el final de las arenas trémulas de<br />
sílice de la Isla de Morar.<br />
Con un gruñido de furia enjaulada, salió caminando majestuosamente<br />
desde el callejón.<br />
* * *<br />
Gabby se permitió un enorme suspiro de autocompasión cuando salió de<br />
su coche. Normalmente en noches como esta, cuando el cielo era terciopelo<br />
negro, brillando intensamente con estrellas y una luna con forma de una guadaña<br />
de plata, caliente, húmeda, y viva con los sonidos y perfumes gloriosos del<br />
verano, nada podía deprimirla.<br />
Pero no esta noche. Todo el mundo menos ella estaba afuera, teniendo<br />
una vida, mientras ella peleaba para ordenar el último desastre de las hadas.<br />
Otra vez.<br />
Parecía ser todo lo que ella había hecho en su vida.<br />
Se preguntó brevemente, antes de que lograra apartar el deprimente<br />
pensamiento, lo que su ex estaría haciendo esa noche. ¿Le habrían echado del<br />
bar? ¿Habría conocido ya a otra persona? ¿Alguien que todavía fuera virgen a<br />
los veinticuatro?<br />
Y eso también era culpa de los Fae.<br />
Cerró de un golpe la puerta del coche con más fuerza de la debida, y una<br />
pequeña pieza de adorno cromado se desprendió y golpeó el pavimento. Este era<br />
el tercer trozo que su Corolla había perdido esta semana, aunque estaba<br />
bastante segura de que la antena había sido robada por chicos aburridos de su<br />
barrio. Con un resoplido de exasperación, cerró el coche, pateó la pequeña pieza<br />
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de adorno bajo el coche – se rehusaba limpiar nada más - y se giró hacia el<br />
edificio.<br />
Y se quedó congelada.<br />
Un hada macho acababa salir caminando con paso majestuoso desde el<br />
callejón y se apoyaba en el banco del pequeño oasis del jardín cercano a la<br />
entrada de su edificio de oficinas. Mientras ella miraba, él se estiró sobre el<br />
respaldo del banco, dobló sus brazos detrás de su cabeza, y se quedó<br />
observando el cielo de la noche, mirándolo como si no tuviera ninguna intención<br />
de moverse por mucho, mucho tiempo.<br />
¡Maldito y dos veces maldito!<br />
Estaba todavía tan abrumada por los acontecimientos del día que no<br />
estaba segura de que podría caminar hacia él sin ceder ante el deseo abrumador<br />
de darle una patada.<br />
Eso.<br />
Las hadas eran —eso—, nunca —ellos— o —ellas—. La Abuela le había<br />
enseñado desde una tierna edad a no personificarlos. No eran humanos. Y era<br />
peligroso pensar en ellos, aún en la intimidad de sus pensamientos, como si ellos<br />
lo fueran.<br />
Pero cielos, pensó Gabby, mirándole fijamente, él -eso- era ciertamente<br />
un macho.<br />
Tan alto que el banco no era lo bastante largo para que pudiera estirarse<br />
completamente sobre él, eso había apoyado una pierna en la esquina del banco y<br />
había doblado la otra sobre su rodilla, sus piernas extendidas en una posición<br />
despreciablemente masculina. Iba vestido con unos vaqueros descoloridos, una<br />
camiseta negra, y botas de cuero negras. <strong>El</strong> pelo largo, negro y sedoso se<br />
extendía sobre sus brazos doblados, cayendo hasta rozar la acera. En contraste<br />
con los seres angelicales dorados, que ella había visto más temprano, esto era<br />
oscuro y parecía completamente diabólico.<br />
Brazaletes de oro adornaban sus musculosos brazos, exhibiendo bíceps<br />
poderosos, duros como rocas, y una cadena de oro rodeaba su cuello, brillando<br />
lujosamente a la luz ambarina de las lámparas de gas que alumbraban el oasis del<br />
jardín.<br />
Realeza, se dio cuenta ella, con un rastro de fascinación, jadeante. Sólo<br />
los miembros de una casa real tenían derecho a llevar puestas cadenas de oro.<br />
<strong>El</strong>la nunca había visto a un miembro de una de las Casas Dirigentes antes.<br />
Y —real— era seguramente una buena palabra para él, er... eso. Su perfil<br />
era sencillamente majestuoso. Rasgos esculpidos, pómulos altos, mandíbula<br />
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firme, nariz aguileña, todo cubierto de aquella piel aterciopeladamente dorada y<br />
deliciosa de las hadas. Entrecerró los ojos, absorbiendo los detalles. Sin afeitar<br />
y cubierto por una delicada sombra de barba. Boca llena. Un labio inferior<br />
decadentemente lleno. Indecente, la verdad. (Gabby, ¡Deja de pensar eso!)<br />
Inspiró lentamente, exhaló suavemente, permaneciendo completamente<br />
quieta, una mano en el techo de su coche, la otra cerrándolo con llave.<br />
Eso exudaba una inmensa sexualidad: perversa, cruda, abrasadora.<br />
Desde aquella distancia no debería haber sido capaz de sentir el calor de su<br />
cuerpo, pero podía. No debería haberse sentido un poco mareada por su exótico<br />
olor, pero así se sentía. Como si eso fuera veinte veces más potente que<br />
cualquiera de los que hubiera encontrado antes; una verdadera central eléctrica<br />
en un hada.<br />
Nunca iba a ser capaz de pasar caminando tranquilamente por delante de<br />
eso. Simplemente no ocurriría. No hoy. Existía solo cierta cantidad de lo que ella<br />
capaz de dar en un día en concreto, y Gabby O'Callaghan había excedido sus<br />
límites.<br />
Tranquila... eso no se ha movido. De hecho, parecía completamente<br />
inconsciente de todo lo que le rodeaba. No podría dolerle que le mirara durante<br />
un rato más largo...<br />
Además, se recordó, tenía el deber de observar subrepticiamente todo<br />
lo que fuera posible de cualquier espécimen de hadas desconocido. De tal<br />
manera las mujeres O'Callaghan se protegían y protegían el futuro de sus niños<br />
—aprendiendo sobre su enemigo—. Transmitiendo historias. Añadiendo nueva<br />
información, con dibujos cuando fuera posible, a los multivolúmenes de los<br />
Libros de los Fae, proporcionando de esa manera a las futuras generaciones<br />
mayores posibilidades de escapar a su detección.<br />
Este no tenía los lisos y brillantes músculos de la mayoría de los machos<br />
hadas, notó ella; éste tenía el cuerpo de un guerrero. Hombros demasiado<br />
anchos para entrar en el banco. Los brazos formando grupos de músculos,<br />
gruesos antebrazos, muñecas fuertes. Los abdominales de su estomago se<br />
marcaban bajo la tela de su camiseta cada vez que cambiaba de posición. Muslos<br />
poderosos moldeados por el suave tejido de los vaqueros descoloridos.<br />
No, no un guerrero, reflexionó, no era completamente eso. Una oscura<br />
sombra bailaba en los oscuros recuerdos de su mente y ella luchaba por lograr<br />
enfocarla.<br />
Más bien como... ah, ¡lo tenía! Como uno de aquellos herreros de antaño<br />
que habían pasado todos sus días golpeando el acero en una fragua abrasadora,<br />
el metal resonando, las chispas volando. Poseedores de una fuerza muscular<br />
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enorme, pero también capaces de la delicadeza necesaria para trabajar láminas<br />
intrincadamente embellecidas, combinando puro poder con exquisito control.<br />
No había ni un gramo de grasa en el cuerpo de eso, sólo cuerpo masculino<br />
duro como una roca. Eso tenía una fuerza sutilmente afilada y brutal que, aunada<br />
con su altura y anchura, podría abrumar a una mujer. Especialmente si eso se<br />
estiraba completamente ondeando sus músculos encima de-<br />
¡Detén esto, O'Callagham! Limpiando diminutas gotas de sudor de encima<br />
de su frente con el dorso de la mano, expulsó una respiración temblorosa,<br />
luchando desesperadamente por ser objetiva. Se sentía tan ardiente como la<br />
fragua sobre la que ella podía imaginarlo inclinado, su cuerpo duro brillando,<br />
golpeando...golpeando.<br />
Vamos, Gabby, una débil voz interior le advertía. Vete ahora. Deprisa.<br />
Pero su alarma interior se encendió demasiado tarde. En ese preciso<br />
momento eso giró su cabeza y echó un vistazo hacia donde ella estaba.<br />
Debería haber apartado la mirada. Trató de apartar la mirada. No pudo.<br />
Su cara, plena, era un trabajo de imposible belleza masculina - exquisita<br />
simetría rozada con un poco de salvajismo —pero eran sus ojos los que<br />
consiguieron atraparla totalmente—. Eran ojos antiguos, ojos inmortales, ojos<br />
que habían visto más de lo que ella podría soñar alguna vez ver en mil vidas. Ojos<br />
llenos de inteligencia, burla, travesuras, y —aguantó la respiración en su<br />
garganta cuando su fija mirada bajo por su cuerpo, volviendo lentamente a<br />
subir— sexualidad desencadenada. Negras como la medianoche eran sus afiladas<br />
cejas, sus ojos destellaban con chispas de oro.<br />
La boca de ella se abrió completamente y jadeó.<br />
Paro, paro, paro, una parte de ella crepitaba en señal de protesta, ¡no<br />
tiene ojos de hada! ¡No puede ser un hada! Tienen ojos iridiscentes. Siempre. Y<br />
si eso no es un hada, ¿que es?<br />
Otra vez la mirada fija de eso se deslizó por su cuerpo, esta vez mucho<br />
más despacio, demorándose en sus pechos, fijándose descaradamente en el<br />
centro de sus muslos. Sin una pizca de inhibición, eso movió sus caderas para<br />
hacer juego con sus vaqueros, bajándolos, ajustándolos descaradamente.<br />
Impotentemente, como si estuviera hipnotizada, su mirada fija lo siguió,<br />
tropezando con esa gran mano oscura que tiraba de los vaqueros descoloridos.<br />
En la enorme protuberancia, hinchada bajo la tela suave, usada. Durante un<br />
momento cerro su mano sobre eso y frotó la gruesa protuberancia, y ella se<br />
horrorizó al sentir su mano apretada. Se sonrojó, con la boca seca, las mejillas<br />
ardiendo.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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Repentinamente eso se quedó inmóvil y su preternatural mirada fija se<br />
encontró con la de ella, sus ojos estrechándose.<br />
— Cristo —, silbó, levantándose del banco con una elegante ondulación de<br />
fuerza animal, — tú me ves. ¡Tú me ves!<br />
— No, no lo hago —, masculló Gabby instantáneamente. Defensivamente.<br />
Estúpidamente. Oh, eso estuvo muy bien, O'Callagahm, ¡eres una imbécil!<br />
Cerrando su boca con tanta fuerza que sus dientes chasquearon, abrió la<br />
puerta del coche y subió más rápidamente de lo que alguna vez hubiera creído<br />
posible.<br />
Poniendo la llave en el contacto, puso el coche marcha atrás.<br />
Y luego hizo otra cosa estúpida: le echó un vistazo a eso otra vez. <strong>El</strong>la no<br />
podía ayudarle. Eso simplemente demandaba atención.<br />
Eso andaba hacia ella con paso majestuoso, su expresión era de puro<br />
asombro.<br />
Por un breve momento ella bostezó inexpresivamente a su espalda. ¿Un<br />
hada era capaz de estar sorprendida? Según fuentes O'Callaghan, no<br />
experimentaban emociones. ¿Y como podrían hacerlo? No tenían corazón, ni<br />
alma. Sólo un tonto pensaría que algún tipo de conciencia superior acechaba<br />
detrás de aquellos románticos ojos. Gabby no era ninguna tonta.<br />
Eso fue hacia la cuneta. Dirigiéndose directamente hacia ella.<br />
Con un alarmado tirón ella recobró el juicio, metió el coche en la<br />
carretera, y pisó el acelerador a fondo.<br />
* * *<br />
Darroc, el más Antiguo del Alto consejo de los Tuatha Dé Danaan,<br />
permanecía de pie en la Colina de Tara en la Llanura de Meath. La brisa fresca<br />
de la noche enredaba el largo pelo de color dorado cobrizo alrededor de una<br />
cara que sería eróticamente hermosa, sino fuera por una cicatriz que arruinaba<br />
su cincelado rostro. Era una cicatriz que él podría haber ocultado fácilmente<br />
con encanto, pero había elegido no hacerlo. Él la llevaba para recordar, la llevaba<br />
para que los demás no olvidaran.<br />
Irlanda fue una vez nuestra, pensó él amargamente, mirando fijamente<br />
la tierra exuberante, frondosa.<br />
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Y Tara – mucho tiempo atrás llamada Teamir y antes de eso bautizada<br />
como Cathair Crofhind por ellos mismos los Tuatha Dé - una vez el parangón de<br />
la fuerza y la gloria de su raza, era ahora una parada turística invadida por<br />
gente acompañada de guías que contaban historias sobre su gente, las que en su<br />
mayoría eran vergonzosamente ridículas.<br />
Los Tuatha Dé habían llegado a este mundo mucho antes de lo que los<br />
mitos humanos suponían. ¿Pero que podría esperarse de pequeñas criaturas<br />
cuyas endebles vidas comenzaban y crepitaban al finalizar en el mero parpadeo<br />
del ojo de un Tuatha Dé?<br />
Cuando encontramos este mundo, teníamos tanta esperanza. En efecto,<br />
el nombre que habían elegido para Tara - Cathair Crofhind - significaba —ya no<br />
existe el mal— ; su elección en este mundo para que fuese su nuevo hogar.<br />
Pero había ido mal, increíblemente mal. <strong>El</strong> hombre y el Tuatha Dé habían<br />
resultado ser incompatibles, incapaces de compartir este fértil mundo que tenía<br />
tantas semejanzas con el suyo, y su raza, una vez majestuosa y orgullosa, ahora<br />
se escondía en lugares que la gente no había descubierto todavía. Habiendo<br />
aprendido recientemente a aumentar el poder del átomo, la humanidad no<br />
presentaría una seria amenaza para los Tuatha Dé durante algún tiempo.<br />
Pero el tiempo pasaba velozmente para los de su clase, y entonces ¿su<br />
gente se vería forzada a huir otra vez?<br />
Darroc rehusaba vivir para ver tal día.<br />
Proscrito. Los nobles Tuatha Dé había sido relegados a sitios olvidados,<br />
tal como habían sido echados a la fuerza una vez antes, hacia siglos. Parias<br />
entonces. Expulsados ahora. La única diferencia era que la humanidad no era aún<br />
lo bastante poderosa para echarles de su mundo de la misma forma en que<br />
habían sido expulsados de su amado hogar.<br />
Aún.<br />
No habían sido capaces de conquistar Danu - las otras razas habían sido<br />
demasiado poderosas - pero podrían tomar este mundo y conquistarlo. Ahora.<br />
Antes de que el hombre avanzara más lejos.<br />
— Darroc —, una voz interrumpió sus amargas reflexiones. Mael, el<br />
consorte de la reina, apareció al lado de él. — Intenté escaparme antes del<br />
tribunal pero -<br />
— Se como te vigila ella estrechamente y esperaba que te tomase algo<br />
más de tiempo —. Le cortó Darroc, impaciente por sus noticias. Unos pocos días<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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en Faery ♥ eran meses en el reino humano donde Darroc había estado esperando<br />
en el sitio señalado para la reunión.<br />
— Díme. ¿Lo hizo ella?<br />
Alto, poderosamente desarrollado, con piel leonada y una melena de<br />
brillante bronce, el último favorito de la reina inclinó la cabeza, sus ojos<br />
brillando iridiscentemente.<br />
— <strong>El</strong>la lo hizo. Adam es humano. Y, Darroc, ella le quitó sus poderes. Él<br />
ya no nos puede ver<br />
Darroc sonrió. Perfecto. No podría haber pedido más. Su antagonista,<br />
esa espina eternamente clavada, el abogado más persistente de la humanidad,<br />
había sido desterrado del Mundo de las Hadas, y sin él, el equilibrio de fuerzas<br />
en la corte se torcería en favor de Darroc por fin.<br />
Y Adam estaba indefenso, un blanco andante. Mortal.<br />
— ¿Sabes donde esta él ahora? — preguntó Darroc.<br />
Mael negó con la cabeza. — Sólo sé que recorre el reino humano. ¿Iras a<br />
cazarlo?<br />
— No. Ya has hecho suficiente. Mael —, le dijo Darroc. Estaba pensando<br />
en otros Cazadores para rastrear su presa. Los cazadores no eran tan leales a la<br />
reina como a ella le gustaba creer. — Debes regresar antes de que ella descubra<br />
que te has ido. No debe sospechar nada.<br />
Cuando el consorte de la reina desapareció, Darroc también tamizó el<br />
tiempo y el lugar, pero hacia un reino completamente diferente.<br />
Él se rió mientras lo hacía, sabiendo que aunque Adam solía defender a<br />
mortales, el vanaglorioso príncipe de los D'Jai odiaría ser humano, despreciaría<br />
estar atrapado en el cuerpo de una de esas pequeñas, limitadas y frágiles<br />
criaturas, cuyo intervalo de vida era tan horrorosamente breve.<br />
Estaba a punto de acortárselo más que el promedio.<br />
♥ Faery es el Mundo de las Hadas<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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Capítulo 3<br />
Adam fue pillado tan por sorpresa que no se le ocurrió realizar una serie<br />
de saltos cortos y seguir a la mujer, hasta que fue demasiado tarde.<br />
Para el momento en que pensó en tamizar el tiempo, el desvencijado<br />
vehículo ya había avanzado a toda velocidad, y no tenía ni la menor idea de hacia<br />
dónde había ido. Intentó saltar en varias direcciones, pero fue incapaz de<br />
encontrarla<br />
Sacudiendo la cabeza, volvió al banco y se sentó, maldiciéndose en media<br />
docena de idiomas.<br />
Finalmente, alguien le había visto.<br />
¿Y qué había hecho él? Dejarla escapar. Imposibilitado por su<br />
asquerosamente humana anatomía.<br />
Le había quedado malditamente claro que el cerebro y el pene de los<br />
varones humanos no podía mantener la suficiente cantidad de sangre para<br />
funcionar al mismo tiempo. Era o lo uno o lo otro y, al parecer, los hombres no se<br />
decidían aún a escoger uno.<br />
De haber sido un Tuatha Dé, habría estado en completo control sobre su<br />
lujuria. Fríamente excitado, tal vez un poco aburrido (no se trataba de que no lo<br />
hubiera hecho antes; dándole unos pocos miles de años, un Tuatha Dé tenía<br />
tiempo de haberlo probado todo)<br />
Pero siendo humano, la lujuria era mucho más intensa, y su cuerpo, al<br />
parecer, era esclavo de ella. Una simple erección podía convertirle en un maldito<br />
Neandertal.<br />
¿Cómo había sobrevivido la humanidad tanto tiempo? Y hablando de eso,<br />
¿cómo habían logrado avanzar de su estado primitivo a lo que eran ahora?<br />
Exhalando un resoplido de exasperación, se levantó del banco y comenzó<br />
a pasearse de un lado a otro por el camino de adoquí del parque.<br />
Así se quedó, acostado de espaldas, mirando las estrellas,<br />
preguntándose dónde infiernos se había ido Circenn durante tanto tiempo,<br />
cuando de repente, había sufrido una irritante sensación, como si fuera el<br />
blanco de una intensa mirada.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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Había echado un vistazo, medio esperando ver a algunos de sus<br />
compañeros de juerga riéndose de él. De hecho, había tenido la esperanza de<br />
verlos. Riéndose o no. En los últimos noventa y siete días había examinado arriba<br />
y abajo buscando alguno de su raza, pero no había captado ni con mucho, un solo<br />
destello de un Tuatha Dé. Había concluido finalmente que la Reina debía<br />
haberles prohibido espiarle, ya que no podía encontrar otra explicación para su<br />
ausencia. Sabía demasiado bien que algunos cuantos miembros de su raza<br />
habrían disfrutado la visión de su sufrimiento.<br />
Había sido visto —no por sus compañeros— sino por una mujer. Una<br />
humana, iluminada por aquello que no poseían los de su especie, resplandeciendo<br />
desde su interior gracias al suave brillo dorado de su alma inmortal.<br />
Una mujer joven lujuriosamente sensual además, con aspecto irlandés.<br />
Largo cabello rubio platinado atado con una horquilla, flojo, con mechones cortos<br />
desparramados alrededor de un rostro delicado con forma de corazón. Enormes<br />
ojos un poco elevados en los rabillos, una barbilla puntiaguda y una boca llena,<br />
lujuriosa. Un destello de fuego en su intensa y felina mirada dorada, era la<br />
prueba de ese apasionado temperamento gaélico que siempre lo excitaba. Pechos<br />
plenos, redondos, piernas torneadas y un culo delicioso.<br />
Instantánea y dolorosamente se puso duro como una roca.<br />
Y por durante unos pocos momentos críticos, el cerebro no le había<br />
funcionado en absoluto, aunque sí el resto. Estupendamente bien, de hecho. Pero<br />
su cerebro no.<br />
Maldecido por el féth fiada, se había mantenido célibe por tres largos e<br />
infernales meses. Y su mano no contaba.<br />
Tendido allí, imaginando todas las cosas que le haría a aquella mujer si<br />
pudiera, había fallado completamente en procesar ella no sólo había estado allí<br />
mirando en su dirección en general, sino que su primer instinto había sido el<br />
correcto: él había sido el centro de su intensa mirada. <strong>El</strong>la estaba mirando<br />
directamente hacia él.<br />
Viéndole.<br />
Y cuando logró encontrar sus pies, incluso recordar que los tenía, ella ya<br />
estaba en su coche.<br />
Había escapado de él.<br />
Pero no por mucho tiempo, pensó entrecerrando los ojos. La encontraría.<br />
<strong>El</strong>la le había visto. No tenía idea de cómo o por qué era capaz de hacerlo,<br />
pero, sinceramente, no le importaba demasiado. Lo había hecho, y ahora ella<br />
sería su billete de vuelta al paraíso.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Y, pensó, curvando los labios en una maliciosa y erótica sonrisa, estaba<br />
dispuesto a apostar que además ella era capaz de sentirlo. La lógica le dictaba<br />
que si ella era inmune a uno de los aspectos del féth fiada, sería inmune a todos<br />
ellos.<br />
Por primera vez desde que la Reina lo había convertido en humano, echó<br />
hacia atrás su cabeza y rió. <strong>El</strong> rico y oscuro sonido rodó —a pesar de que su<br />
boca humana lo transformaba— no enteramente humano, haciendo eco en la calle<br />
vacía.<br />
Se dio la vuelta y miró especulativamente el edificio a sus espaldas.<br />
Sabía muchas cosas acerca de los humanos al haber caminado entre ellos<br />
durante tantos milenios, y había aprendido aún más en los últimos meses. Eran<br />
criaturas de hábitos; como las pequeñas y perezosas ovejas de las Highlands,<br />
hollando obedientemente los mismos caminos ya transitados, volviendo a los<br />
mismos pastos día tras día.<br />
Indudablemente, existía una razón por la que ella había ido a ese edificio<br />
esa tarde.<br />
Y sin duda, había algo en aquel edificio que lo llevaría hasta ella.<br />
La deliciosa y pequeñita irlandesa iba a ser su salvadora.<br />
Lo ayudaría a encontrar a Circenn y comunicarle su grave situación.<br />
Circenn surcaría dimensiones y lo devolvería a la isla Fae de Morar donde la<br />
Reina tenía su corte. Y Adam la persuadiría de que ya era más que suficiente.<br />
Sabía que Aoibheal no sería capaz de mirarlo a los ojos y denegárselo.<br />
Simplemente tenía que llegar hasta ella, verla, tocarla, recordarle cuánto lo<br />
había favorecido ella y por qué.<br />
Y, desde luego, ahora que había encontrado a alguien que podía verle,<br />
tendría su gloriosa existencia inmortal de nuevo en muy poco tiempo.<br />
Mientras tanto, y hasta que volviera Circenn, tenía bastante con lo que<br />
entretenerse. Ya no tenía la misma prisa por volver a ser inmortal. No<br />
justamente ahora. No ahora que de pronto tenía la oportunidad de experimentar<br />
el sexo en forma humana. <strong>El</strong> cuerpo de los Fae no era ni con mucho tan sensitivo<br />
como el que actualmente habitaba, y —sensual como era— estaba doblemente<br />
enfurecido con Aoibheal por haberle incapacitado para explorar sus capacidades<br />
eróticas. Algunas veces ella podía ser realmente una gran perra.<br />
Si una simple erección en forma humana podía reducirle a un estado<br />
primitivo, ¿Qué podría hacerle el enterrarse dentro de una mujer? ¿Qué se<br />
sentiría al correrse dentro de ella?<br />
No tenía duda de que pronto lo averiguaría.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Jamás había existido una mujer humana que viviera y respirara que<br />
pudiera decirle que no a un pequeño revolcón con un hada.<br />
* * *<br />
Gabby no levantó el pie del acelerador hasta que entró derrapando en el<br />
sombrío callejón detrás de su casa, en la 735 de la calle Monroe. Entonces pisó<br />
el freno con tanta fuerza que estuvo cerca de provocarse un esguince.<br />
Se había saltado todos los semáforos en rojo entre Cincinnati y<br />
Newport, con la esperanza de que un policía la detuviera (a pesar de la citación<br />
ante el juzgado que tenía por no pagar los tickets de aparcamiento, como si<br />
pudiera permitirse pagarlos ahora que su costo se había duplicado, y faltando<br />
todavía cuatro meses para que la infracción prescribiera, y realmente, si en el<br />
centro de la ciudad hubiera aparcamientos suficientes, una persona no se vería<br />
forzada a inventarse lugares para aparcar), la podría meter en la cárcel y la<br />
encerrarla donde esa cosa no fuera capaz de encontrarla.<br />
La mayoría de los días adoraba vivir en Kentucky, en su histórico barrio<br />
de antiguas casas Victorianas e italianas, con sus verjas de hierro forjado, las<br />
bugambilias trepando, y los árboles de magnolias, a solo una milla de Ohio<br />
cruzando el río. Era un lugar conveniente para el trabajo, la escuela, los bares,<br />
para todas las cosas que importaban. Pero esa noche estaba demasiado cerca<br />
como para ser un lugar confortable. Es más, en ese momento sentía que Siberia<br />
sería un lugar más confortable.<br />
Aparcando tan cerca como pudo de la casa, agarró su bolso, saltó del<br />
coche, subió los escalones casi corriendo, abrió la puerta trasera con manos<br />
temblorosas, cerrándola de golpe a su espalda, le echó la llave y deslizó el<br />
averiado cerrojo y luego se derrumbó en un reblandecido montón de carne sobre<br />
el suelo.<br />
Permaneció en la oscuridad de la cocina, agudizando los oídos,<br />
escuchando atentamente cualquier señal que le indicase que eso de alguna<br />
manera se las había arreglado para seguirla. ¡Cuánto deseaba tener un garaje!<br />
Su coche estaba allí fuera aparcado, como una gran X desvencijada de color<br />
azul: Aquí se esconde Gabby O’Callaghan. Un blanco fácil. Un pato sentado.<br />
Quack…. quack ♥ .<br />
♥ Juego de palabras intraducible. En el original en inglés se utiliza la expresión Sitting Duck, que se<br />
traduce literalmente como Un pato sentado, de allí que a continuación se utilicen las onomatopeyas<br />
Quack, Quack...<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Oh, Dios, ¿Qué he hecho? —susurró, horrorizada.<br />
Veinticuatro años de esconderse, de mantener una fachada impecable,<br />
lanzados por la borda en una sola noche.<br />
La Abuela estaría muy decepcionada.<br />
<strong>El</strong>la estaba muy decepcionada. Se había quedado allí de pie mirando<br />
boquiabierta —no, comiéndose con los ojos a esa cosa. Y había tratado de<br />
justificarse contándose a sí misma la insignificante mentira de que sólo estaba<br />
mirando para poder identificarlo con exactitud en Los libros de los Fae de las<br />
O’Callaghan, o describirlo en ellos si es que no estaba ya allí.<br />
Seguramente.<br />
¿Los encuentras atractivos? Le había preguntado Moira O’Callaghan a<br />
Gabrielle a los catorce años mientras una noche se tomaban un refresco de<br />
naranja en la cocina, hacía ya casi diez años.<br />
Gabby se había sonrojado furiosamente, no queriendo traicionar la<br />
profundidad de su desesperanzado encaprichamiento. Mientras sus amigas de la<br />
secundaria soñaban con actores y estrellas de rock y las más grandes con<br />
coches, ella soñaba con un príncipe hada que entraría de golpe en su vida y la<br />
llevaría a alguna tierra exótica y hermosa. Uno que pudiera traspasar, de alguna<br />
manera, la innata frialdad e insensibilidad de los de su especie, todo por amor a<br />
ella.<br />
¿Son atractivos para ti? Presionó la Abuela. Avergonzada, Gabby había<br />
asentido.<br />
Eso es lo que les hace tan peligrosos, Gabrielle. Los Fae no son mejor que<br />
los Cazadores que envían tras nosotras. Son inhumanamente seductores. —<br />
Inhumano— es la palabra que debes recordar. Sin alma. Sin corazón. No los<br />
idealices.<br />
Había sido culpable de aquello entonces. No se veía a sí misma como<br />
culpable a estas alturas. Con el paso de los años, había dejado atrás muchas<br />
cosas, incluido su tonto encaprichamiento con una fantasía acerca de un príncipe<br />
de las hadas.<br />
No.<br />
Con un gemido de abyecta tristeza, se obligó a levantarse del suelo.<br />
Quedarse convertida en una bolita de carne no iba a solucionar nada.<br />
Si alguna vez te engañas a ti misma, le había dicho su abuela demasiadas<br />
veces como para contarlas, si uno de ellos se da cuenta de que puedes verles,<br />
debes marcharte inmediatamente. No te arriesgues a peder el tiempo haciendo<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
las maletas, solo entra en el coche y vete tan rápido como puedas. Te he dejado<br />
dinero en una cuenta especial para que lo uses sólo para ese propósito. Debería<br />
haber más que suficiente para velar por tu seguridad.<br />
Gabby se aferró al borde de la encimera de la cocina y cerró los ojos.<br />
No quería marcharse, maldita fuera. Este era su hogar, el hogar en el<br />
que le había criado su Abuela. Cada rincón estaba lleno de preciosos recuerdos.<br />
Cada centímetro de la centenaria y laberíntica casa victoriana era querido para<br />
ella, desde el tejado de pizarra en el que siempre aparecía una gotera nueva, a<br />
las espaciosas habitaciones de altos techos y el arcaico sistema para calentar el<br />
agua que golpeaba y chirriaba, pero que humeaba acogedoramente en invierno.<br />
¿Y qué si no podía permitirse calentar la mayor parte de la casa y tenía que<br />
llevar puestas capas de ropa a menos que estuviera a cinco pies de un radiador?<br />
¿Y qué si aún no tenía aire acondicionado y los veranos eran pegajosamente<br />
calientes?<br />
De vez en cuando se había sentido horriblemente tentada de meter<br />
mano en su cuenta de-escape-de-las-hadas, pero se había resistido. Las cosas<br />
cambiarían una vez que se graduara y consiguiera un trabajo de verdad. Sus<br />
finanzas no podrían ser siempre así de precarias. Incluso un puesto de<br />
principiante en un bufete de abogados le permitiría comenzar a pagar el montón<br />
de préstamos estudiantiles que había pedido para su carrera universitaria y<br />
realizar las muy necesarias renovaciones.<br />
De cualquier manera, pasaba la mayor parte del tiempo en la torrecilla<br />
octogonal, o en la biblioteca del primer piso como en el dormitorio escaleras<br />
arriba, al cual se había cambiado cuando su Abuela murió. Con todas las ventanas<br />
abiertas durante una noche de verano y el ventilador del techo generando aire<br />
suavemente, podía combatir el calor. Además, le encantaba tumbarse en la cama<br />
y mirar los exuberantes jardines (pese a la desvencijada verja de hierro<br />
forjado que necesitaba desesperadamente ser reemplazada). La hipoteca había<br />
sido pagada hacia años. Nunca había planeado marcharse, con la esperanza de<br />
llenar algún día las habitaciones demasiado silenciosas con sus hijos.<br />
Y ahora, por culpa de un maldito hada…<br />
Espera un segundo, pensó abriendo los ojos ampliamente, eso no tenía<br />
ojos de hada, ¿recuerdas? Debido al pánico, se había olvidado por completo de<br />
sus extraños ojos. Eran de un solo color. Negros como la noche. Negros como el<br />
pecado si no fuese por aquellas motas doradas.<br />
Definitivamente, no era hada. Los Fae tenían ojos iridiscentes que<br />
cambiaban rápidamente como el mercurio, alcanzando todos los colores del arco<br />
iris. Brillantes y quijotescos. Nunca negros y dorados.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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De hecho, meditó, mordisqueándose el labio inferior pensativamente, eso<br />
había mostrado varias anomalías incomprensibles: sus ojos, su atuendo humano<br />
— ¿realmente las hadas llevaban vaqueros y camiseta? — generalmente los Fae<br />
llevaban atuendos hechos de tipos de telas que ella nunca había visto; y no<br />
mostraban emociones.<br />
¿Podría ser tan afortunada? Frunciendo el ceño, rememoró todo el<br />
encuentro en su cabeza, tratando de aislar cualquier otra anomalía. ¿Sería<br />
posible que la criatura que había visto no fuera un hada sino otra cosa?<br />
Animada por la posibilidad, se dio la vuelta y atravesó apresuradamente<br />
la casa a oscuras en dirección a la torrecilla de la biblioteca. Tenía que consultar<br />
los libros O’Callaghan.<br />
Comprimidos en diecinueve gruesos volúmenes aburridamente detallados<br />
que se remontaban al siglo quinto, los Libros estaban llenos de la tradición<br />
popular de las hadas, observaciones, conversaciones casuales y teorías.<br />
Fielmente conservados por sus antepasados, y con notas añadidas durante<br />
siglos, los tomos estaban llenos de acontecimientos y vivencias de hadas y<br />
leyendas.<br />
Allí, alguna parte, habría información sobre la criatura que había visto<br />
esa noche.<br />
Quizás, se aferró con determinación a ese pensamiento optimista<br />
mientras bajaba corriendo el pasillo, esa cosa ni siquiera tenía importancia en el<br />
esquema del mundo de las hadas. Quizás no tenía más intención de molestarla<br />
del que ella tenía de molestarlo a él.<br />
Quizás se estaba preocupando por nada.<br />
* * *<br />
Y quizás, pensó con abatimiento muchas horas después, dejando caer el<br />
polvoriento volumen en su regazo como si quemara, la luna estaba hecha de<br />
queso.<br />
Era un hada.<br />
Y no cualquier hada.<br />
Era la peor hada de todos.<br />
¿<strong>El</strong> deseo? Lo tenía a manos llenas. ¿Molestarla? Oh, tendría suerte si<br />
eso era todo lo que le hacía. Torturarla, jugar con ella para su propia diversión,<br />
dejarla caer en medio de alguna batalla medieval de las Highlands y observar<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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cómo era pisoteada por briosos caballos de guerra: Todas esas eran<br />
posibilidades, de acuerdo a lo que acababa de leer. Si eso se mantenía fiel a las<br />
formas —la idea le hizo estremecerse— primero la seduciría. Lo intentaría, se<br />
corrigió a toda prisa. (<strong>El</strong> hecho era que, de acuerdo a lo que había leído, ninguna<br />
mujer mortal podría resistirse a la idea que ella se negaba a ponderar<br />
demasiado. Ese hada arrogante y altanero no obtendría ni un pedazo de Gabby<br />
O’Callaghan)<br />
Frotándose los ojos, sacudió la cabeza. Déjenmelo a mí, reflexionó, que<br />
nunca hago las cosas a medias. No tenía bastante con haberse descubierto<br />
delante de un Fae, sino que tenía que ir y hacerlo justo con el más famoso de<br />
todos ellos.<br />
Un elocuente seductor, se decía que era tan diabólicamente encantador<br />
que los mortales no comprendían que estaban en peligro hasta que era<br />
demasiado tarde. Eso mismo iba por Puck, Robin Goodfellow y Wayland Smith ♥ ,<br />
entre otros muchos nombres.<br />
Un granuja incluso entre los de su propia especie…<br />
Cuando había empezado a buscar, tuvo el temor de que le llevara días<br />
escarbar entre los enrevesados tomos para encontrar la identidad de la criatura<br />
que había visto, suponiendo que siquiera estuviera allí. Los volúmenes más viejos<br />
estaban escritos en gaélico, la cual - pese de los valientes esfuerzos de su<br />
Abuela por enseñarle la ancestral lengua – Gabby seguía sin poder hablar, y casi<br />
no podía leer sin confundirse por entero.<br />
Los Libros de los Fae eran pesadilla, escritos en cantidades y a menudo<br />
ilegibles idiomas, con notas que apretujadas en los márgenes cada página,<br />
remitiendo a otras notas que repletaban otros márgenes de otras páginas<br />
igualmente difíciles de descifrar.<br />
Más de una vez Gabby había alegado a su Abuela de que alguien —<br />
realmente tenía que generar un índice y organizar aquellas malditas cosas—. Y,<br />
más de una vez, su Abuela había sonreído dirigiéndole una mirada astuta y había<br />
dicho —Sí, alguien debería. ¿Qué te detiene?—.<br />
Aunque Gabby habría hecho casi cualquier cosa que su amada Abuela le<br />
hubiera pedido, había evitado con gran determinación esa tarea.<br />
Se había enterrado en libros de leyes modernos que estaban lejos mucho<br />
menos atemorizantes que los antiguos tomos que traían a la vida un mundo<br />
exótico, lo cual le permitía continuar con su propia vida y tener la esperanza de<br />
un futuro normal que dependía de su capacidad para ignorar dicho mundo.<br />
♥ Personajes del mundo de las hadas de la mitología anglosajona.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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Después de horas de infructuosa búsqueda, Gabby finalmente se había<br />
fijado en otro libro, uno que no recordaba haber visto con anterioridad, un<br />
volumen más delgado escondido en una esquina, como si hubiera sido<br />
inadvertidamente puesto detrás de los otros libros y olvidado. Curiosa, alargó la<br />
mano para tomarlo, quitándole la espesa capa de polvo de la tapa.<br />
Sumamente inteligente, letalmente seductor…<br />
Encuadernado en suave piel negra, el tomo que casi había pasado por alto<br />
contenía la información que buscaba. Sus antepasados habían tomado el asunto<br />
con tanta seriedad que le habían dedicado un volumen aparte.<br />
A diferencia de los otros volúmenes, que estaban escritos en forma de<br />
diarios inconexos y esporádicos, y que trataban de cualquier hada que hubiera<br />
sido vista recientemente, el delgado libro negro sólo hacía referencia a uno, y<br />
avanzaba en orden cronológico, complementado por numerosos capítulos.<br />
También, a diferencia de los otros volúmenes que estaban etiquetados<br />
simplemente con números romanos, éste merecía su propio título: <strong>El</strong> libro de<br />
Sin Siriche Du.<br />
O, con una traducción un tanto floja desde el gaélico – que era lo que<br />
más que ella podía aspirar - el Libro del más Oscuro/ más Negro <strong>El</strong>fo/Hada.<br />
Había encontrado la criatura que había visto esa noche: Adam Black.<br />
Los informes más antiguos respecto a él estaban incompletos, las<br />
descripciones de su diversos encantos, advertencias sobre sus actitudes<br />
diablescas, precauciones acerca de su insaciable sexualidad e inclinación por la<br />
mujeres mortales (—sacia de tal modo a una muchacha, que es incapaz de hablar<br />
y, durante quince días o más, tiene el juicio desquiciado—. ¡Oh, por favor!, pensó<br />
Gabby, ¿ese era el equivalente medieval de sorberle los sesos?), pero a medida<br />
que se acercaba el primer milenio los informes se hacían más detallados.<br />
A mediados del siglo noveno - cerca del 850 A.C. – la cosa se había<br />
comportado violentamente, mezclándose con los mortales, al parecer con el<br />
único propósito de incitar la furia y provocar el estallido de guerras por toda<br />
Escocia.<br />
Miles habían muerto para cuando él había terminado de divertirse.<br />
Numerosos comentarios se habían hecho a partir de la observación de la<br />
cosa sonriendo mientras la sangre corría sobre los innumerables campos de<br />
batalla. Durante un tiempo no habían sido sólo las mujeres O’Callaghan las que lo<br />
habían visto; eso no había hecho ningún esfuerzo por ocultarse, y sus<br />
antepasados habían reunido las historias de aquellas innumerables<br />
observaciones, anotadas con gran detalle.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
De seguro, el más peligroso e impredecible de su raza…<br />
Ningún otro hada había osado jamás interferir de una forma tan<br />
ostensible y despiadada en los asuntos de la especie humana.<br />
<strong>El</strong> reloj de la repisa de la chimenea dio la hora, trayéndola de vuelta al<br />
mundo real. Se frotó los ojos, sorprendida al comprender que la noche había<br />
avanzado tan deprisa que ya casi era de día. Los primeros rayos de sol se<br />
deslizaban entre los bordes de las cortinas que esa misma noche, tarde, había<br />
corrido sobre las ventanas. Había estado despierta durante al menos<br />
veinticuatro horas; no era extraño que sintiera los ojos tan arenosos y cansados.<br />
Su favorecedor encanto es el de un intensamente sexual herrero<br />
Highland…<br />
Su mirada volvió perezosamente al libro en su regazo, abierto por un<br />
bosquejo del oscuro Fae.<br />
Sobrenatural e incontrolable. Fue la primera imagen que tuvo cuando lo<br />
vio por primera vez. ¿Era posible, se preguntó, que existiera algo parecido a la<br />
memoria genética?<br />
¿<strong>El</strong> conocimiento se pasaba de una generación a la siguiente, impreso en<br />
el ADN de cada uno? Le tomaría un largo camino explicar el porqué cuando puso<br />
los ojos en aquella cosa saltaron todo tipo de alarmas en su interior. Porqué<br />
había pensado instintivamente en un herrero, como si en los más profundos y<br />
oscuros escondrijos de su alma reconociera a su enemigo primordial. Enemigo de<br />
incontables mujeres O’Callaghan antes que ella.<br />
<strong>El</strong> dibujo no le hacía justicia en absoluto, aunque captaba su inequívoca<br />
esencia. Visto en la época medieval y dibujado en un lugar de las Highlands<br />
llamado Dalkeith-Upon-the-Sea (donde supuestamente había matado a una joven<br />
mujer gitana), era todo músculos y arrogante sexualidad, ataviado con un kilt, de<br />
pie en una forja cerca de un bosquecillo de Fresnos, delante de un magnífico<br />
castillo medieval que aparecía al fondo. Una fuerte mano manejaba el martillo de<br />
un herrero, con el brazo flexionado a medio vuelo. Su cabello volaba sobre su<br />
rostro en un oscuro enredo que le caía hasta la cintura. Sus labios estaban<br />
curvados en una sonrisa burlona.<br />
Gabby había visto aquella sonrisa esa noche. Y una peor. Una incluso<br />
más… depredadora. Si es que era posible.<br />
Su mirada se clavó en la advertencia marcada en negrita y subrayada<br />
bajo el dibujo:<br />
EVITAR EL CONTACTO A TODA COSTA.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Oh, Abuela —susurró, con repentinas y ardientes lágrimas<br />
escociéndole los ojos—, tenías razón.<br />
Tenía que marcharse. Ahora.<br />
* * *<br />
Veintidós frenéticos minutos después, Gabby se había cambiado de ropa<br />
y puesto unos vaqueros y un top, y ya estaba lista para irse, con una carga de<br />
adrenalina pura en lugar del muy necesario sueño. No podía abandonar allí los<br />
preciosos libros —no sabía si acaso, o cuándo podría volver y éstos simplemente<br />
debían ser conservados, pero por Dios, ella tendría que tener hijos a quienes<br />
heredárselos un día— de modo que los empaquetó.<br />
Mientras lo estaba haciendo, fue incapaz de resistirse a echar unas<br />
pocas cosas que simplemente no podía dejar tiradas: un suave chal de cachemir<br />
que la Abuela había terminado poco antes de morir; un álbum de fotos; un<br />
querido relicario; vaqueros, unas camisas, bragas, sujetadores y zapatos.<br />
Había apartado sus lágrimas con firmeza, una llave abierta para la que<br />
simplemente no tenía medios como para llamar a un plomero arreglarla. Luego, en<br />
alguna otra ciudad, en otra casa, podría lamentarse de la pérdida del hogar de<br />
su niñez y de prácticamente todas sus posesiones. Más tarde, reflexionaría<br />
acerca de si se atrevería a continuar con su propio nombre y terminar la carrera<br />
de leyes en otra universidad. Más tarde, examinaría todo lo que había tirado por<br />
la borda tan tontamente una noche con un simple vistazo. Más tarde, podría<br />
analizar todo lo que estúpidamente había lanzado lejos en una noche por culpa<br />
de una única mirada. Mas tarde podría admitir que su madre había estado en lo<br />
cierto con respecto a ella después de todo: ella era una futura abducida-porlas-hadas<br />
en estado de espera perpetua.<br />
Ahora estaba de pie en frente de la puerta con dos maletas y una<br />
mochila rebosante de cosas.<br />
Aunque los bancos abrirían pronto, no se atrevía a perder más tiempo.<br />
Se detendría en algún lugar más tarde, en cualquier estado al que hubiese<br />
logrado llegar, sacaría todo el saldo de su cuenta especial, y encontraría un lugar<br />
seguro donde pudiera perderse y convertirse en otra persona.<br />
Le lanzó una última mirada a la cocina en la que había aprendido a<br />
hornear galletas, la cocina en la cual se había lamentado por su primer novio (y el<br />
último - el bastardo), la acogedora habitación en la que ella y la Abuela habían<br />
compartido largas charlas, tantas esperanzas y sueños.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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Maldito seas, Adam Black, pensó amargamente. Maldito seas por<br />
hacerme marchar.<br />
La aguda claridad de su cólera la ayudó enviar lejos algo del miedo que<br />
nublaba su mente. Cuadrando los hombros, se puso la mochila sobre un hombro y<br />
recogió las maletas.<br />
Era lista. Era fuerte. Era decidida. Avanzaría más rápido que esa cosa.<br />
Tendría su oportunidad de una vida normal: una carrera, un marido, hijos. ¿Y qué<br />
si eso significaba cambiarse de nombre y posponer su vida? Tendría éxito.<br />
Con la barbilla en alto y una firme resolución, abrió la puerta.<br />
Un poderoso cuerpo tapaba la entrada, eso estaba allí de pie, con los<br />
labios curvados en una peligrosa sonrisa.<br />
— Hola, Gabrielle —dijo Adam Black.<br />
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Capítulo 4<br />
Adam llegó al 735 de la calle Monroe preparado para ser un poco amable<br />
con la mujer.<br />
Después de todo, ella había huido de él antes, obviamente intimidada por<br />
su abrumadora masculinidad y su épica sexualidad. Las mujeres a menudo tenían<br />
esa reacción hacia él, especialmente cuando se quitaba los sus pantalones. O la<br />
falda escocesa, según el siglo.<br />
También estaba preparado, sin embargo, para que sus inhibiciones<br />
cayesen rápidamente, como sucedía con todas las mujeres que veían su<br />
maravillosa apariencia de cerca.<br />
Luego, muchas de ellas simplemente se lanzaban hacia él en un asalto<br />
frontal lleno de frenesí sexual. Él había estado entreteniéndose únicamente<br />
pensando en esa posibilidad, su cuerpo entero apretado con la lujuria, mientras<br />
le seguía la pista con la información que había obtenido en la sala llamada —<br />
Recursos humanos— de Little & Staller.<br />
Pero nada de su enorme repertorio de experiencias lo había preparado<br />
para Gabrielle O'Callaghan.<br />
La pequeña bruja sanguinaria no reaccionó como ninguna mujer que<br />
hubiera encontrado antes. Le lanzó una mirada horrorizada, echó hacia atrás el<br />
brazo, se armó de valor, y le aplastó en la cara algún tipo de cartera que llevaba<br />
en las manos.<br />
Entonces cerró de golpe la puerta y echó la llave.<br />
Dejándole en el umbral, sangrando. Sangrando, por Danu, ¡la sangre<br />
goteaba de su labio!<br />
Bien, acababa de conseguir la confirmación de que ella era totalmente<br />
inmune al efecto del féth fiada, o nunca habría sido capaz de romper su labio.<br />
No era de ese modo como él había imaginado aprenderlo.<br />
Sus ojos se estrecharon, enseñando los dientes con un gruñido.<br />
¿De dónde diablos había venido eso? Nunca había sido golpeado por una<br />
mujer. Ninguna había levantado su mano alguna vez contra él. Las mujeres lo<br />
adoraban. Nunca conseguían bastante de él. <strong>El</strong> hecho era que ellas lo adoraban.<br />
¿Cuál era, sangrientos infiernos, su problema?<br />
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Maldita irlandesa. Uno nunca podía predecir el temperamento de esos<br />
gaélicos fogosos y caprichosos. Obstinados como piedras, avanzaron a través de<br />
los siglos sin evolucionar, tan impetuosos y barbáricos como habían sido en la<br />
Edad de Hierro.<br />
Él arqueó una ceja, tratando de comprender su reacción. Se echó un<br />
vistazo a sí mismo. Ninguna parte de la maldición de la reina le había golpeado en<br />
lo que de él se veía, transformándole en algo horrible mientras no había estado<br />
prestando atención. Todavía tenía su habitual e irresistible atractivo: sexy, de<br />
negros ojos, un musculoso herrero Higlander que volvía locas a las mujeres.<br />
Después de esa momentánea reflexión, decidió que ella solo quería fingir<br />
rudeza. Le gustaban los hombres dominantes, agresivos y peligrosos.<br />
Se encogió de hombros. Muy bien. Después de tres infernales meses de<br />
estar maldito, tres miserables meses de celibato, se sentía todo eso y aún más.<br />
Podría usar un atajo.<br />
* * *<br />
Gabby estaba en la puerta principal, su mano apretada sobre el pomo de<br />
la puerta, cuando de pronto, la puerta trasera se abrió con un estallido, las<br />
astillas de madera se clavaban en el marco de la puerta y había trozos de<br />
cerrojo roto por todas partes.<br />
<strong>El</strong> metal y la madera gritaron su protesta como si doscientas libras de<br />
hada furiosa hubiese pasado a través de ellos.<br />
Sabiendo que tenía la delantera por unos pocos y preciosos segundos,<br />
ella giró la manilla y jaló bruscamente la puerta, sólo para sentir el ruido sordo<br />
de sus palmas a ambos lados de su cabeza, cerrándola de nuevo.<br />
¡Imposible! ¡De ninguna manera eso podía moverse tan rápido!<br />
Pero lo había hecho, y ahora estaba atrapada: una dura puerta por<br />
delante, ese hada aún más duro por detrás.<br />
Durante unos frenéticos momentos ella luchó y se retorció, tratando de<br />
escapar, pero eso se movió con ella, pareciendo anticiparla en cada movimiento,<br />
poniendo sus manos a ambos lados de ella, enjaulándola contra su poderoso<br />
cuerpo.<br />
Incapaz de escaparse, ella se revolvió aún como un animal acorralado.<br />
Docenas de cosas por decir se agolpaban en su mente, todas ellas comenzando<br />
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con un pequeño y patético —por favor—. Pero estaría condenada si le implorase;<br />
Probablemente eso disfrutaría con ello.<br />
Se mordió la lengua y permaneció con la boca firmemente cerrada. Si iba<br />
a morir, moriría orgullosa. Poniéndose estoicamente rígida, se preparó para<br />
encontrarse, no importaba con qué clase de espeluznante final que eso tuviese<br />
previsto para ella.<br />
Pero al final, se dio cuenta de pronto, no era eso lo que la cosa tenía en<br />
mente en absoluto.<br />
Raspando su mandíbula contra el pelo de ella, eso gruñó bajo en su<br />
garganta, y no había error al considerar ese hambriento y sensual sonido.<br />
Oh, Dios pensó salvajemente, justo como los Libros decían, eso va a<br />
tratar de seducirme antes de matarme.<br />
Eso cogió sus manos, y aunque ella luchó salvajemente, no era ningún<br />
impedimento para su inmensa fuerza. Estirando sus brazos por encima de su<br />
cabeza, la cosa puso sus palmas contra la puerta y moldeó todo ese cuerpo de<br />
hadas durísimo contra el suyo.<br />
Los ojos de Gabby se agrandaron.<br />
Su primera percepción prohibida, absolutamente electrizante de un<br />
hada. Y con ello, la respuesta a una pregunta que había estado tratando<br />
desesperadamente de no hacerse durante años.<br />
No - ellos no se sentían como hombres mortales. Al menos como ninguno<br />
al que ella hubiera sentido alguna vez. Whuh.<br />
<strong>El</strong>la tragó. Con fuerza. A pesar de la ropa entre ellos, su piel echaba<br />
positivamente humo donde Adam la presionaba. Cielos, pensó débilmente, ¿qué<br />
se sentiría al frotar su cuerpo desnudo contra el de un hada? ¿Podría inflamarse<br />
en llamas eróticas?<br />
— ¿Este es el tipo romance salvaje lo que quieres entonces, Irlandesa?<br />
Por un momento el cerebro de Gabby fue incapaz de procesar el<br />
contenido de lo que había dicho, abrumada por la sensación: la dura masculinidad<br />
aguijoneándola desde atrás; la picante esencia masculina de eso, el bochornoso<br />
calor que eso emitía; la seductora, profunda y extrañamente acentuada voz. <strong>El</strong>la<br />
se derretía, las rodillas derritiéndosele como la mantequilla...<br />
<strong>El</strong>la inspiró profundamente fortaleciéndose y se obligó a concentrarse<br />
en la voz; rica crema de whisky irlandesa cayendo en vasos de cristal, culta,<br />
sofocante, aterciopelada. Gruesa, con un acento exótico acerca del que su<br />
reblandecida mente comprendió que probablemente era celta antiguo. Un acento<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
sobre el cual no querría apostar, acerca de si alguna persona viva había<br />
escuchado en miles de años. Lleno de sedosos balanceos de vocales y r y g<br />
rodando por su lengua.<br />
Entonces el contenido de su pregunta tardíamente penetró su cerebro y<br />
la ofendió tanto que todo lo que pudo decir fue — ¿¡Eh!?<br />
— Dime tu fantasía, mujer —, ronroneó éso, sus labios abrasando el<br />
borde de su oreja, enviando temblores a lo largo de su columna vertebral. — ¿Es<br />
la esclavitud? ¿Unas cuantas palizas? —. Un lento, duro y sensual empuje contra<br />
su centro puntualizó la última pregunta. — ¿O sólo un buen y duro polvo?<br />
Gabby abrió y cerró su boca varias veces, pero ningún sonido salió.<br />
Entonces, benditamente, el ultraje reforzó su columna y liberó su lengua. —<br />
¡Ooh! ¡Nada de eso! ¡Mi fantasía sería que me quitaras esa...esa... cosa del<br />
trasero!<br />
— No quieres decir eso —, fue su profunda respuesta, seguro de sí<br />
mismo. Acompañado por otro movimiento pecadoramente erótico de sus caderas.<br />
¿Podría ser más arrogante? — Claro que lo quiero. Lo digo en serio.<br />
¡Apártalo de mí! Antes de que hiciera algo realmente, pero verdaderamente<br />
estúpido, como presionarse contra eso la próxima vez que la rozase.<br />
Ay, vamos, Gabby; esto es lo más excitada que has estado en toda la<br />
vida, dijo una diabólica y provocativa voz (una que sonaba sospechosamente<br />
como la de una quinceañera). ¿Que daño podría hacerte conseguir finalmente<br />
saborear un poco de un hada? Te ya estás lista para eso.<br />
¡Esta aquí para matarnos! Respondió ella ferozmente.<br />
No sabemos eso. Silencio, luego un lastimero: Y si es así, ¿realmente<br />
quieres morir virgen?<br />
Gabby se horrorizó al darse cuenta de que por un momento ella<br />
realmente se distrajo con esa pregunta como una autentica vía de exploración.<br />
Razonable. Cuerda incluso. Que triste debería ser morir como una virgen.<br />
Oh, no seas niño, se enfureció, recobrando sus sentidos, este no es un<br />
cuento de hadas. No va a haber un -final-feliz-después en este lugar.<br />
¿Feliz por ahora? fue la esperanzada pregunta.<br />
<strong>El</strong>la estaba perdiendo. Completamente.<br />
Eso intentó darla vuelta entonces, y ella estableció una momentánea y<br />
pequeña batalla sin sentido contra eso, sintiéndose pesada y lenta al pensar en<br />
brazos de eso. Sabía que esto era estúpido, que sólo lo detendría por un tiempo,<br />
pero lo detendría todo el tiempo que pudiera conseguir. Sentirlo detrás de ella<br />
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era bastante malo; verse forzada a mirarle mientras la tocaba sería<br />
completamente devastador.<br />
Eso la cogió y la hizo girar. Literalmente la arranco a la fuerza del suelo<br />
y la hizo girar sobre si misma, depositándola sobre sus pies otra vez.<br />
<strong>El</strong>la centró su fija mirada a la altura de la vista: su esternón. Maldita la<br />
cosa por ser tan grande y hacerla sentirse tan diminuta e indefensa. Cinco de<br />
cada cuatro veces, estaba acostumbrada a tener la necesidad de levantar la<br />
vista hacia la gente, pero la oscura hada era al menos un pie más alto que ella, y<br />
casi dos veces su masa.<br />
Eso puso un dedo bajo su barbilla. — Mírame —. Otra vez, esa oscura y<br />
extrañamente acentuada voz la acarició. Debería haber una ley contra los<br />
hombres -hadas- que tuviesen tales voces, pensó malhumoradamente.<br />
Mantuvo su barbilla firmemente abajo. <strong>El</strong>la sabía cuán cruelmente<br />
erótico era eso. También sabía —la pequeña discusión que había tenido consigo<br />
misma presentaba muy bien ese punto— que tenía que bloquear esa peligrosa<br />
fascinación por las hadas en su interior. Y ese corcho ya estaba demasiado<br />
presurizado, a punto de estallar.<br />
— Dije —, eso repitió lisamente, un indicio de impaciencia afilando su<br />
tono, — Mírame. Gabrielle O'Callagham.<br />
Gah-bry-yil fue como eso pronunció su nombre. Lo que su magnifico<br />
acento hizo a su apellido estaba simplemente más allá de la descripción. Nunca<br />
supo que su nombre podría sonar tan erótico.<br />
De ninguna forma alzaría la vista.<br />
Hubo un momento de silencio, luego eso dijo burlonamente. — A las<br />
buenas o a las malas, pava real. Pensaba que los irlandeses eran más resistentes<br />
que esto. ¿Que pasó con la chica que me golpeó y me hizo sangrar?<br />
Su cabeza se alzó y le miro fijamente a su oscura y esculpida cara: las<br />
hadas no sangraban.<br />
Había sangre en su labio. Gotas carmesí goteaban de la comisura de<br />
aquella llena y sensual boca, haciéndole parecer aún más primario y peligroso.<br />
¿Sangre? Gabby boqueó, tratando de comprender lo que veía. ¿Era un<br />
hada o no lo era? ¡Los libros decían que lo era! ¿Qué estaba pasando en el<br />
mundo?<br />
— Tú lo hiciste. Te doy la oportunidad de curarme antes de que decida<br />
reclamar venganza a cambio —. Su ardiente, oscura y fija mirada, se dirigió a su<br />
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boca y se concentro allí. — Tu lengua servirá bastante bien. Venga, un beso para<br />
compensar.<br />
Cuando ella frunció el ceño y no se movió un sólo milímetro, eso le dirigió<br />
una sonrisa tranquilamente presumida. — Oh, vamos, Ka-lyrra, saboréame.<br />
Ambos sabemos que quieres hacerlo.<br />
Su arrogancia suprema (sin importar que estuviese en lo correcto acerca<br />
de su deseo de saborearlo) la empujó al borde. Se había levantado hacía<br />
veinticuatro horas exactamente y estaba emocionalmente agotada por lo que<br />
había sido el día más horroroso de toda su vida. Comenzaba a sentirse<br />
extrañamente entumecida, casi más allá de la preocupación.<br />
— Vete al diablo, Adam Black — siseó.<br />
Por un breve momento eso pareció completamente desconcertado.<br />
Entonces echó su oscura cabeza hacia atrás y rió. Gabby tembló cuando el<br />
sonido la recorrió, comenzó a recorrer el cuarto, resonando en los altos techos.<br />
No era una risa humana. Definitivamente no humana.<br />
— Ah, irlandesa, realmente ya estoy allí —. Cubrió su mandíbula con su<br />
gran mano y la hizo inclinar la cabeza, aprisionando su mirada con ella. — ¿Sabes<br />
lo que eso significa?<br />
Gabby negó con su cabeza fuertemente, tanto como pudo con el rostro<br />
sujeto por su implacable agarre.<br />
— Eso significa que no tengo nada más que perder —. Presionando la<br />
yema de su pulgar contra su labio inferior, forzó la de ella boca a abrirse y<br />
comenzó a bajar su cabeza contra la suya. — Pero apostaría que tú si. Apostaría<br />
que tienes toda clase de cosas que perder, ¿no es así, Gabrielle?<br />
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Capítulo 5<br />
Demasiadas cosas que perder, pensó Gabby con desánimo.<br />
Su virginidad. Su mundo. Su vida. Y -si eso lograba hacer lo que deseaba<br />
con ella - probablemente en ese preciso orden.<br />
En el último momento, justo antes de que sus labios reclamaran los<br />
suyos, el relajó ligeramente la mano sobre su rostro y ella hizo la única cosa en<br />
la que pudo pensar: lo golpeó con la cabeza.<br />
Echó su cabeza hacia atrás, luego hacia adelante de nuevo y le asestó un<br />
golpe en el centro de la cara con tanta fuerza como pudo.<br />
Tan duro, de hecho, que le dio una vertiginosa e instantánea migraña,<br />
haciéndole preguntarse maravillada como era que Jean Claude Van Damme<br />
siempre lograba seguir luchando con tranquilidad luego de tal hazaña.<br />
Obviamente, las películas mentían.<br />
Lamentaba no haberlo sabido antes de haber probado a jugar a ser<br />
heroína de acción.<br />
Por suerte, pareció que le había echo mas daño a eso de lo que ella se<br />
había inflingido a sí misma, porque se recupero mas rápido.<br />
Lo suficientemente rápido como para golpearle directamente con la<br />
rodilla en la ingle mientras todavía parecía aturdido.<br />
<strong>El</strong> sonido que hizo eso cuando se doblo la hizo sentir un pánico puro<br />
corriendo a través de sus venas. Era un sonido de tal afrenta, de tal furia animal<br />
y tal dolor, que realmente, realmente no quería estar a su lado cuando lograse<br />
recuperarse.<br />
Cuando eso se encogió sobre el suelo, gimiendo y meciéndose, ella saltó<br />
por encima, haciendo una línea recta hacia la puerta trasera. No había ninguna<br />
razón para molestarse saliendo por la puerta principal. Nunca sería capaz de<br />
superarlo a pie. Necesitaba su coche.<br />
Se lanzó a través de la sala de estar, pasó rozando alrededor de la mesa<br />
del comedor e irrumpió en la cocina.<br />
Surgiendo delante de ella – la libertad - un rectángulo abierto de puerta,<br />
salpicado del sol matutino.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Todavía podía oírlo maldiciendo, tres habitaciones más atrás, cuando<br />
alcanzó el umbral. Al infierno con su equipaje, pensó, saltando sobre el, tendría<br />
suerte de escapar con vida y lo sabía.<br />
Saltando por la entrada abierta, ella……<br />
Golpeo ruidosamente contra el cuerpo duro como una roca de Adam<br />
Black una vez más.<br />
Gritó cuando eso la atrapó, levantándola hasta que sus pies quedaron<br />
colgando inútilmente por encima del piso. La expresión en su abrumado y oscuro<br />
rostro era helada y aterradora.<br />
La aplastó contra su cuerpo, apretando sus brazos alrededor de ella<br />
hasta que el aire silbaba cuando intentaba introducirlo en sus pulmones. Y ella<br />
sabía, que si eso apretaba sus poderosos brazos solo un poquito más, su oxigeno<br />
sería cortado completamente.<br />
La mantuvo así durante unos momentos dolorosamente largos, y estuvo<br />
perfectamente de todos modos, su cara sepultada en su cuello, su mejilla<br />
presionando contra él, deseando ser suave y complaciente, exudar un aire no<br />
amenazante. Sintió instintivamente que lo había empujado hasta el borde, y si<br />
ahora ella evidenciaba el menor grado de resistencia, eso respondería aun con<br />
mayor fuerza.<br />
Su cuerpo no iba a ser capaz de resistir mucha fuerza más.<br />
Así que era cierto, pensó tristemente mientras la mantenía inmóvil, el<br />
Fae podía trasladarse en el parpadeo de un ojo. Un instante eso había estado en<br />
el suelo tres habitaciones detrás de ella, y al siguiente estaba en la entrada<br />
delante de ella. ¿Como diablos iba a escaparse de algo que se podía mover así?<br />
¿Que más podría hacer eso? De repente su mente se desbordo con todo lo que<br />
la Abuela le había enseñado acerca de los Fae, de todos los poderes horribles<br />
que poseían. La capacidad para hipnotizar a la gente, controlándolos,<br />
manejándolos a su antojo.<br />
¿Podría encontrarse en situación peor?<br />
Después de lo que pareció un tiempo interminable, eso respiró<br />
profundamente, estremeciéndose.<br />
Justo cuando que estaba tomando una respiración temblorosa para<br />
empezar a disculparse, o más exactamente, para empezar a pedir una muerte<br />
rápida y misericordiosa, eso dijo con una sedosa amenaza:<br />
—Ahora no es solo mi labio lo que tienes que besar si deseas<br />
compensarme, Irlandesa —.<br />
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* * *<br />
Cinco minutos más tarde Gabby estaba bien atada a una de las sillas de<br />
su comedor con su propio tendedero.<br />
Las muñecas atadas detrás de la silla, los tobillos cómodamente atados<br />
hasta las piernas.<br />
Desalentada se preguntó como era posible que la vida de una persona<br />
pudiera irse tan a la mierda en un periodo de tiempo tan corto. Sólo ayer por la<br />
mañana la mayor preocupación en su mente era qué ropa ponerse para su<br />
entrevista. Si acaso la Sra. Temple pensaría que un traje negro era severo, uno<br />
marrón demasiado modesto, uno rosado demasiado frívolo. ¿Tacones altos eran<br />
demasiado coquetos? ¿Tacones bajos demasiado marimachos? ¿Pelo suelto o<br />
recogido?<br />
Dios, ¿realmente se había preocupado de tales cosas?<br />
Las mañanas como ésta ciertamente ponían la vida de una persona en<br />
perspectiva.<br />
Arrastrando una silla para ponerse frente a ella, Adam Black se sentó,<br />
extendiendo las piernas, los codos sobre sus rodillas, inclinándose hacia delante,<br />
a pocas pulgadas de ella. Una larga catarata de sedoso cabello como la<br />
medianoche se esparcía sobre su musculoso hombro, rozando su muslo. La cosa<br />
claramente no tenía ningún concepto acerca del espacio personal. Estaba<br />
demasiado cerca. Tal como ella había pensado, eso levantó una mano hacia ella.<br />
Se estremeció, pero solo rozó su mejilla con sus nudillos, luego despacio acarició<br />
con su pulgar su labio inferior.<br />
Echó hacia atrás su cabeza provocativamente, apartando la cara. Un<br />
dedo bajo su barbilla la obligó a volver.<br />
— Ah, si, me gustas mucho más así —. Sus oscuros ojos brillaron,<br />
chispeando como el oro.<br />
— A mí no me gustas de ningún modo —. La mandíbula rígida, apuntando<br />
con su nariz al cielo. Dignidad, se recordó. No moriría sin ella.<br />
— Creo que entendí eso, Irlandesa. Mejor ten en cuenta que estás bajo<br />
mi misericordia. Y no me siento particularmente compasivo en este momento.<br />
Quizás deberías poner empeño en continuar gustándome<br />
<strong>El</strong>la murmuró algo que raramente decía. Una cosa por la la cual la Abuela<br />
le habría lavado la boca con jabón.<br />
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Sus ojos se encendieron con un repentino calor. Entonces eso se rió<br />
misteriosamente, limpiando la sangre de su labio con el dorso de la mano. — Eso<br />
no es lo que me decías hace unos minutos.<br />
— Eso no es lo que quise decir y lo sabes.<br />
Su risa se detuvo bruscamente y su fija mirada se volvió fría. — Ah,<br />
pero ten cuidado, soy un hombre muy textual, ka-lyrra. No me digas eso de<br />
nuevo a menos que sea lo que quieras decir. Porque te tomaré la palabra. Y no te<br />
daré la oportunidad de echarte para atras. Solo esas dos palabras. Dímelas otra<br />
vez y estaré sobre ti. En el suelo. Yo y tú. Dilo. Vamos.<br />
Gabby apretó los dientes y se quedó con la mirada fija en el suelo de<br />
dura madera, contando conejitos en el polvo. No es más de lo que te mereces,<br />
Gabby, Moira O'Callaghan le reprendía en su mente. Te crié mejor que eso.<br />
Bien, pensó tercamente, ahora todo el mundo conspiraba en contra de<br />
ella. Incluso la gente muerta.<br />
<strong>El</strong> dedo estaba de regreso bajo su barbilla, obligándola a encontrar su<br />
brillante mirada. — ¿Entiendes?<br />
— Lo hago —, cortó ella.<br />
— Bien —. Una pausa, una mirada evaluadora. — Así que dime, Gabrielle<br />
O'Callagham, ¿qué es exactamente eso que crees que mi gente hace a los Sidheseers?<br />
<strong>El</strong>la se encogió de hombros despreocupadamente, —tanto como era<br />
capaz— ni cerca de admitir alguna cosa. Una sidhe-seer, así la había llamado, el<br />
nombre arcaico para lo que ella era. Lo había encontrado en los libros de los Fae,<br />
pero nunca lo había oído decir en voz alta. — No tengo ni idea de lo que estas<br />
dicien…-<br />
Hizo un ruido impaciente y puso un dedo en sus labios, haciéndola callar.<br />
— Irlandesa, no finjas conmigo, no tengo paciencia para eso. <strong>El</strong> féth<br />
fiada no funciona contigo, y me llamaste por mi nombre. Confieso, que cuando te<br />
pillé mirándome, me quedé perplejo, pero no hay ninguna otra explicación para tu<br />
comportamiento. Es eso por lo que luchaste contra mí. Sabes todo acerca de mi<br />
raza, ¿verdad?<br />
Después de un largo momento Gabby tragó y asintió con la cabeza.<br />
Verdaderamente se había traicionado a sí misma, primero siendo pillada<br />
mirándole, luego diciéndole —vete al diablo— por su nombre. Eso lo sabía. Y<br />
claramente no estaba de humor para juegos. — Así pues —, preguntó<br />
rígidamente. — ¿Ahora vas a matarme?<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— No tengo ninguna intención de matarte, ka-lyrra. Aunque en efecto<br />
hubo un tiempo en la vida de los Sidhe-seers que perdían su vida si eran<br />
atrapados, mi gente no ha derramado sangre humana desde que el pacto de<br />
nuestras razas fue negociado —. La cosa pasó una mano por su pelo apartándolo<br />
de sus ojos y poniéndolo detrás de su oreja, se mano demorándose, acariciando<br />
la curva de su mejilla. — No tengo intención de lastimarte, a menos que me<br />
lastimes de nuevo, cosa por la que no apostaría. A partir de este momento quiero<br />
empezar de cero entre nosotros, considerar tu hostilidad como un<br />
malentendido. Comprendería que una cosa pequeñita como tú — creyendo que su<br />
vida esta en peligro — se sentiría inducida a pelear sucio contra un hombre como<br />
yo. Sin embargo, si me lastimas de nuevo, entonces lo pagaras multiplicado por<br />
diez. ¿Comprendes?<br />
Gabby asintió con la cabeza rígidamente, deseando que eso dejase de<br />
tocarla. <strong>El</strong> mero roce de su mano hacía que su piel temblase, hacía que todos los<br />
músculos de su estomago se apretasen. ¿Cómo podía ser que la encarnación de su<br />
peor pesadilla viniese junto con su fantasía más caliente?<br />
Eso se inclinó hacia atrás en la silla, pasó sus manos a través de su largo<br />
y oscuro pelo, y luego entrelazó sus dedos detrás de su cabeza. Sus poderosos<br />
brazos se contrajeron con el movimiento, sus bíceps se hincharon bajo la<br />
camiseta negra, flexionándose, sus brazaletes de oro destellando en el sol de la<br />
mañana que se derramaba a través de las altas ventanas. Le tomó un inmenso<br />
esfuerzo conservar su mirada fijamente en su cara, impidiéndose deslizarla<br />
sobre toda aquella perfección de hadas.<br />
Los Libros de los Fae contenían docenas de cuentos sobre eso, en los<br />
días de tiempos antiguos, durante las noches en que la luna estaba llena contra<br />
un crepúsculo violeta y la Salvaje Caza empezaba, jóvenes doncellas corrían por<br />
los bosques, esperando ser tomadas por uno de los exóticos machos Fae.<br />
Acudían con mucho gusto a su destino.<br />
Gabby O'Callaghan nunca sería tan tonta. Independientemente de lo que<br />
eso tenía en mente para ella, se opondría a ello de todas las maneras posibles.<br />
— Una Sidhe-seer —, dijo eso, con una oscura y fija mirada que la<br />
escudriñaba atentamente, — nunca se me ocurrió buscar a uno de ustedes,<br />
aquellos que aún podrían existir. Aoibheal creía que los Cazadores eliminaron al<br />
último de ustedes hace mucho tiempo, del mismo modo que yo. ¿Cuantos otros<br />
de tu ascendencia tienen la visión?<br />
— Soy la última —. Por primera vez en su vida estaba agradecida de no<br />
tener más miembros en su familia que compartieran su maldición. No había nadie<br />
más a quien proteger, sólo su propia supervivencia estaba en juego.<br />
Mientras eso la estudiaba, consideró sus palabras.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Ah-veel, eso había dicho: la Alta Reina del Seelie, Tribunal de la Luz.<br />
Cazadores: la mera palabra helaba su sangre. Cuando era una niña habían sido su<br />
coco en cada armario, el monstruo debajo de cada cama. Escogidos con cuidado<br />
por la reina y enviados para cazar a los Sidhe-seers, eran despiadados,<br />
aterradoras criaturas tan aclamadas en el reino infernal del rey Unseelie de<br />
sombra y hielo. <strong>El</strong>la no podía saber todos los nombres de los Fae - había<br />
demasiados, y asumían muchos y diferentes encantos - pero la Abuela le había<br />
enseñado acerca de los más poderosos a una edad temprana.<br />
— ¿Tú madre ya no esta viva?—<br />
— <strong>El</strong>la no tiene la visión —. Aléjate de mi mama, bastardo.<br />
— ¿Entonces como te protegió ella?—<br />
Gabby se estremeció interiormente. ¡No puedo protegerla, maldita sea,<br />
Madre! ¿Como puedo protegerla de algo que no puedo ver? Jilly había gritado a<br />
Moira O'Callghan en esa oscura noche nevada, hacía tanto tiempo. Tres días más<br />
tarde su madre se había ido.<br />
— ¿Quién te enseño como esconderte de nosotros? — presionó. — No es<br />
que hicieras un trabajo muy bueno en eso —. Una afectada sonrisa curvó sus<br />
sensuales labios. — Pero bueno, las mujeres nunca han sido capaces de alejar sus<br />
ojos de mí.<br />
— Oh, eres tan arrogante. Simplemente no podía entender si eras o no<br />
un hada —, carraspeó Gabby.<br />
Una oscura ceja se arqueó. — ¿Y pensaste que la respuesta a esa<br />
pregunta podía encontrarse en mis pantalones? ¿Por eso me mirabas allí? — Su<br />
oscura mirada brilló divertida.<br />
— La única razón por la que mire allí —, dijo, sonrojándose, — fue porque<br />
no podía creer que tan descaradamente... reacomodarías tu...tu...—, se atragantó<br />
y luego siseó, — ¿Qué pasa con los hombres? ¡Las mujeres no hacen cosas así!<br />
Mover sus... sus partes íntimas en publico.<br />
— Costumbres piadosas. Yo, por mi parte, lo encontraría muy fascinante<br />
—. Su mirada se dirigió a sus pechos.<br />
<strong>El</strong> crudo calor sexual en su aguda mirada hizo que sus pezones se<br />
endurecieran. La hizo temblar. ¿Cómo podría su mera mirada tener un impacto<br />
táctil tal como si hubiese arrastrado una aterciopelada lengua a lo largo de su<br />
piel? — Fueron tus ojos lo que me atrajeron —, escupió ella, — Pensaba que<br />
todas las hadas tenían ojos iridiscentes. Estaba lejos tu campo visual, tratando<br />
de dilucidar lo que eras.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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— Mis ojos —, dijo perezosamente, su mirada acariciando lentamente su<br />
rostro. — Ya veo. Así pues, ¿cómo aprendiste a esconderte?<br />
Gabby expelió un aliento incontrolado. — Mi Abuela era también una<br />
Sidhe-seer. <strong>El</strong>la me crió. Pero está muerta ahora. Soy la última —. No pudo<br />
resistirse a preguntar. — Entonces, ¿por qué no tienes los ojos iridiscentes? ¿Y<br />
por qué sangras?<br />
— Una larga historia, ka-lyrra. Y estas a punto de implicarte en ella.<br />
En eso, otro temblor cruzó por su columna vertebral. — ¿Realmente no<br />
vas a matarme? —, dijo cautelosamente. Estaba agotada; mental, física y<br />
emocionalmente apagada. Su cabeza todavía palpitaba por haber golpeado al<br />
hada, y estaba desesperada por consuelo, cualquier consuelo. Aún si venía de su<br />
enemigo.<br />
— Oh, no, ka-lyrra —, ronroneó sedosamente. — Sería un gran derroche.<br />
Tengo muchos mejores usos para ti que eso.<br />
Bien, había conseguido su —consuelo—.<br />
Lastima que eso no era ni remotamente reconfortante.<br />
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Capítulo 6<br />
Había mejores usos ciertamente, reflexionó Adam, reclinándose en su<br />
silla, mirando como las emociones cruzaban sus delicadas facciones de la misma<br />
forma que la luz del sol expandiéndose a través de un lago. La rabia luchaba con<br />
el cansancio, la frustración se batía en duelo con el miedo.<br />
Por Danu, era bella. Pero la belleza sola nunca había sido suficiente para<br />
avivar su interés. La pasión era su imán. <strong>El</strong> fuego mortal que derritiera su hielo<br />
inmortal.<br />
Y qué ardiente era ella. Desafiante. Valiente. Agresiva. <strong>El</strong> dorado<br />
resplandor de su alma inmortal iluminándola desde dentro era más vibrante, más<br />
intenso que la mayoría de los humanos, una cálida aura ambarina la rodeaba,<br />
demarcándola como una tempestad auténtica en un volcán de pasión. Con su<br />
tamaño tan pequeño y aun así ella se había enfrentado a él como una cosa<br />
salvaje, una fiera que ataca con su dura cabeza y sus mortíferas rodillas; Y<br />
aunque había sufrido más dolor en la última media hora que en toda su<br />
existencia, no estaba particularmente disgustado.<br />
Enojado en una forma fundamentalmente masculina, pero no disgustado.<br />
Tenía su propia Sidhe-seer. Una que le hacía sentir lujuria. Tocar la<br />
carne femenina de un cuerpo humano era exquisito. Él tenía razón: <strong>El</strong> sexo en<br />
forma humana iba a ser increíble, una nueva experiencia, una cosa rara en una<br />
existencia inmortal, y todo mucho más dulce debido a ello. Sólo apretarla contra<br />
la puerta, sintiendo su generoso, dulce trasero sirviendo de almohada para su<br />
miembro había hecho que su cuerpo temblase de deseo.<br />
Tembloroso. Él. Que nunca había temblado en su vida. Nunca había<br />
sufrido el más pequeño estremecimiento involuntario.<br />
Voyeurista desvergonzado, él había espiado a incontables amantes a<br />
través de los milenios, observándolos ávidamente, estudiando sus juegos de<br />
cama. Había observado a hombres enormes, despiadados guerreros, con cuerpos<br />
llenos de cicatrices y corazones helados, hombres brutalizados por la guerra, la<br />
hambruna y la muerte, temblando como niños inexpertos al mero toque de una<br />
mujer.<br />
Nunca lo había entendido. Había querido entenderlo. Ahora lo entendía.<br />
La presión de sus caderas contra sus fuertes muslos le había inundado<br />
con una especie de agresión cruda, primitiva. Nunca había sentido un deseo tan<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
imperativo y abrumador de formar pareja. Nunca había tenido tal vicio, con tal<br />
furor.<br />
Y aún ahora, a pesar a lo adolorido que se sentía, tenía hambre de<br />
tocarla. Resentía el mismo aire que separaba sus cuerpos. Necesitaba sentirla<br />
otra vez. Cambiando de lugar de posición en la silla, movió su rodilla entre las de<br />
ella rozando así el interior de su muslo, y no se le escapó el hecho que la pierna<br />
de ella se tensara instantáneamente. Ah, mucho mejor. Por un momento él no<br />
había podido quitar su mirada de la madura presión que sus pechos redondos<br />
ejercían contra la suave tela de su camisa. Cristo, no podía esperar para colocar<br />
su boca sobre ellos.<br />
Pero no por la fuerza. Podía tentar, atraer y manipular, pero nadie<br />
podría acusar al seductor consumado de recurrir a algo tan banal como la<br />
fuerza. No él. Era un aspecto del que estaba orgulloso. Aquellos que caían presa<br />
de sus maquinaciones caían con su consentimiento. Cuando ellos escogieron<br />
tomar lo que él les ofrecía - y siempre lo hacían- cualquier marca negra en sus<br />
almas era culpa de ellos mismos.<br />
Una Sidhe-seer. Nunca se le había ocurrido salir en busca de una.<br />
Gabrielle O'Callaghan era un pase libre del tipo más fino, una posibilidad<br />
que Aoibheal no había tomado en cuenta cuando le había enviado el féth fiada<br />
contra él, creyendo que todos hacía largo tiempo que estaban muertos.<br />
Del mismo modo que lo había creído él.<br />
La última Sidhe-seer que él había encontrado había sido hacía dos mil<br />
años, en el siglo primero antes de Cristo, en la exuberante vegetación de<br />
Irlanda, una marchita y arrugada vieja. No se había molestado en alertar a los<br />
Hunters; había estado esperando el beso de la muerte de cualquier manera. Él<br />
se había sentado y le había contado cuentos por un tiempo, respondiéndole<br />
muchas de sus preguntas. Unos pocos años más tarde él había vuelto, recogiendo<br />
la cáscara frágil y seca de su cuerpo entre sus brazos, y llevándola a una playa<br />
aislada en la Isla de Morar. <strong>El</strong>la había muerto mirando hacia el océano tan<br />
intensamente, a esa brillante aguamarina que haría llorar a un humano. Había<br />
muerto con el perfume de jazmín y sándalo en las ventanas de su nariz, no con el<br />
hedor asqueroso de su cabaña. Había muerto con una sonrisa en los labios.<br />
Pero esta vez – él había sido más bendecido por el destino- Joven,<br />
fuerte, desafiante, bella. ¿Y por qué no? <strong>El</strong> destino era una mujer, y las mujeres<br />
siempre ayudaban a Adam Black. Tal y como ella lo haría una vez que él calmara<br />
sus dudas.<br />
<strong>El</strong>la había sido criada para temer y despreciar su raza y precisaría una<br />
seducción minuciosa. En otra época, el sólo hecho de que él fuese un Fae habría<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
inspirado generosa obediencia, pero el mundo había cambiado mucho desde<br />
entonces, así como la naturaleza de las mujeres. Eran más fuertes, mucho más<br />
independientes. Ya no estaban dispuestas a perder sus vidas escondiéndose en<br />
un bosque, rogando que el nacimiento de su progenie pasara desapercibido, y, un<br />
día tener que ver a los siniestros Cazadores que asesinarían a sus hijos.<br />
Ah, sí, los tiempos han cambiado, como los Tuatha Dé también han<br />
cambiado, siendo forzados a cambiar cuando la reina Aoibheal había aceptado<br />
los términos y las muchas limitaciones del sagrado Pacto en nombre de su raza.<br />
Ninguno de ellos tenía permitido el derramamiento de sangre humana, o si no el<br />
pacto sería anulado, y cualquier Tuatha Dé que lo violara era condenado al más<br />
siniestro destino para uno de su clase: Una muerte sin espíritu. Aunque, si la<br />
reina o cualquiera de su raza, en este caso, escucharan indicios sobre la<br />
existencia de un Sidhe-seer, los Cazadores aun podían ser enviados<br />
instantáneamente, pero no les sería permitido matar a su presa.<br />
Sin embargo, Gabrielle O'Callaghan no sabía eso, ya que las condiciones<br />
del Pacto eran secretas para todos los mortales excepto para los MacKeltar, un<br />
clan de las Highlands de un antiguo linaje que descendía de los primeros<br />
Druidas, y guardianes exclusivos del destino de los seres humanos.<br />
Por lo tanto, cuando él había aparecido por su puerta, ella había creído<br />
que estaba luchando por su vida. Adam negó con la cabeza. Ni siquiera en sus<br />
peores días, en sus peores siglos, cuando había sido el peor tipo entre los<br />
inmortales, no gobernado por ningún Pacto, él no habría matado por eso. ¿Jugar<br />
rudamente con ella? Ciertamente. ¿Asesinarla? Jamás.<br />
Ka-lyrra, así la había llamado, no percatándose de qué tan preciso era.<br />
Ka-lyrra era una criatura nativa de su mundo, Danu. De piel peluda y sedosa,<br />
exquisitamente llamativa, con ojos enormes, fosforescentes, patas<br />
aterciopeladas y un mechón en la cola a rayas, su delicada belleza tentaba, pero<br />
su mordisco era peligroso, hasta para un Tuatha Dé; No mataba pero causaba<br />
una locura de duración considerable. Pocos eran aquellos capaces de cortejarla;<br />
Pocos eran aquellos que se atrevían a intentarlo.<br />
Ciertamente el apelativo le agradó. <strong>El</strong>la era ciertamente enloquecedora;<br />
era la segunda mujer mortal que él había encontrado que no se había<br />
transformado en un charco de adoradora feminidad hacia él. Incluso la anciana<br />
sidhe-seer había estado coqueteando como una muchacha con él. Al final, él le<br />
había regalado un encantamiento de belleza y tomado su último aliento con un<br />
beso.<br />
— ¿Entonces? — dijo agriamente ella, trayéndolo de vuelta desde su<br />
ensueño. — ¿Qué usos?<br />
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Adam la estudió. La cólera había ganado la batalla al control de sus<br />
músculos faciales, arqueando sus labios en una mofa delicada, inflando las<br />
ventanas de su nariz. Aunque la aprensión oscureció sus preciosos ojos. Él no<br />
quería que ella le temiera. <strong>El</strong> miedo interferiría con sus planes para<br />
experimentar sexo humano con ella y usarla como su intermediaria para<br />
recobrar su inmortalidad. — Te dije que no tengo intención de dañarte, y así<br />
será. Simplemente busco tu ayuda para un pequeño problema.<br />
<strong>El</strong>la le miró suspicazmente. — ¿Necesitas mi ayuda? ¿Cómo puedo<br />
auxiliar a un hada posiblemente omnipotente?<br />
— No soy omnipotente por el momento —. Ahora ella comenzaría a<br />
relajarse.<br />
— ¿De verdad? Cuéntame.<br />
Sus ojos estrecharon un tanto demasiado calculadoramente para su<br />
gusto. Relajada era una cosa, pero él no tenía la intención de estar<br />
constantemente en guardia en contra de esas rodillas traidoras. — Puedo no ser<br />
omnipotente, Gabrielle —, le dijo suavemente, — Pero aún disminuido, soy de<br />
lejos mucho más poderoso que tú. Ciertamente, mucho más poderoso que la<br />
mayoría de los humanos. ¿Necesita un recordatorio? —. Él se desperezó<br />
perezosamente en su silla, bastante consciente de cómo ondeaba y flexionaba su<br />
cuerpo.<br />
<strong>El</strong>la gruñó, realmente soltó un gruñido bajo en su garganta dirigido a él.<br />
— Yo no lo creo —, dijo él, curvando ligeramente sus labios. Pequeña y<br />
actualmente indefensa como un gatito, ella lucía la ferocidad de un león; su<br />
lujurioso cuerpo-de-cinco-pies-con-cuatro-pulgadas combinaba perfectamente<br />
con su seis-pies-de temperamento. — Escucha bien, Sidhe-seer.<br />
* * *<br />
Gabby escuchó mientras él hablaba, entrecerrando los ojos, tomando<br />
notas mentales meticulosamente.<br />
Lo que él le contó prendió una chispa de esperanza en su corazón. No era<br />
sólo que él no fuese omnipotente, sino que ahora estaba atrapado en forma<br />
humana.<br />
¿Todo ese cuerpo tan espléndidamente masculino es humano? dijo con<br />
voz velada, una traicionera voz en su mente.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Oh, cállate. ¿Cómo era posible que una versión de catorce años de edad<br />
de sí misma todavía se escondiese dentro de su cabeza?<br />
Y no sólo era su carne y sangre –lo que explicaba porque él había<br />
sangrado y no tenía los típicos ojos de hada- sino que había sido maldecido por<br />
el triple poder del féth fiada, lo cual, le dijo a ella, hacía imposible para la<br />
humanidad percibirle. La ilusión efectuada y la memoria afectada, el caos tejido<br />
como una capa alrededor de él. Excepto para ella –descendiente de una antigua<br />
línea de Sidhe-Seer en quienes la magia Fae no trabajaba de la forma en que se<br />
suponía que debía hacerlo.<br />
Unido al resto sus problemas, ya no podía atravesar los reinos. Él estaba<br />
inmerso y atrapado en el reino humano.<br />
Gabby no podía creer que él estuviera diciéndole todo esto a ella. Él<br />
estaba revelando, sin reservas, que no representaba ninguna amenaza para ella.<br />
Que no podía llevársela a la fuerza, no podía ofrecerla a los Cazadores. ¡Y que<br />
había sido despojado de su magia de hadas por completo!<br />
Aunque se rehusó a contestar cuando ella le preguntó por la ofensa<br />
debido a la cual la reina lo había castigado, ella no lo presionó. Realmente no le<br />
importaba. Lo que tenía importancia era que, en su condición actual, él no<br />
representaba mayor amenaza que cualquier otro hombre humano, aparte de la<br />
que representaba un hombre extraordinariamente grande y fuerte.<br />
<strong>El</strong>la iba a sobrevivir. ¡Realmente no iba a morir hoy! Después de todo, él<br />
no la podría matar; ella era todo lo que él tenía, la única que lo podía ver. Él la<br />
necesitaba.<br />
<strong>El</strong> haber comprendido eso fue la mejor manera de calmar sus nervios. No<br />
tenía que preocuparse por una muerte inminente, tenía que ocuparse de una<br />
batalla inminente, y esas eran dos cosas muy diferentes.<br />
Espera un momento, pensó ella repentinamente, y frunció el ceño cuando<br />
su mente cayó en la cuenta de una incongruencia: el afirmaba estar sin poder,<br />
pero todavía podía moverse en un parpadeo como un hada. ¿Cómo podía ser eso?<br />
necesitaba saber con precisión a qué se enfrentaba. — Creí que habías dicho que<br />
Aoibheal te había despojado de tus poderes. ¿Por qué puedes moverte todavía<br />
como un hada?<br />
Él se encogió de hombros. — Es el único poder que ella me dejó -la<br />
habilidad para volar distancias cortas.<br />
— ¿Por qué te dejaría ella alguna clase de poder? —, lo presionó,<br />
preguntándose si él le decía la verdad.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Sospecho —, contestó él secamente, que lo hizo para que ningún<br />
vehículo me atropellara, mientras trataba de ajustarme a mi nueva forma. <strong>El</strong>la<br />
desea que sufra, no que muera.<br />
— ¿Pero ella te dejó algun poder más?<br />
Él negó con la cabeza y le dirigió una mirada de censura. — No se te<br />
ocurra escapar de mí, Gabrielle. No lo permitiré. No te lo aconsejo —, hizo una<br />
pausa, como si escogiera sus siguientes palabras con cuidado, y sonrió<br />
débilmente — impotente... de cualquier manera<br />
— ¿Y por qué quieres contarme acerca de Circenn Brodie? —, continúo<br />
ella, rehusándose a admitir su velada amenaza. ¿Creer que él está impotente?<br />
¿Con toda esa testosterona y virilidad brotando por sus poros? Ah. Eso es tan<br />
estúpido como creer que el desierto del Sahara está en el Polo Norte.<br />
— Porque él tiene el poder de devolverme al reino Fae<br />
— ¿Él es un hada también? —. <strong>El</strong>la se puso rígida instantáneamente. No<br />
más hadas. No había forma de que fuera a revelarse a sí misma a otra hada,<br />
especialmente a una que poseía todos sus poderes.<br />
— Es medio Fae. Pero escogió residir en el mundo mortal<br />
Pero aun sigue siendo peligroso aunque sólo sea medio humano. — Y<br />
después yo actúo como tu intermediaria y él te lleva de regreso al Mundo de las<br />
hadas, ¿y luego qué?<br />
— Entonces todo estaría bien, y seré invencible otra vez.<br />
<strong>El</strong>la puso los ojos en blanco. — Quise decir, ¿que sucederá conmigo?<br />
mientras tú seas quizás la cosa más importante dentro de tu pequeño y egoísta<br />
ego, dentro de tu pequeño mundo narcisista, adivina qué — yo estoy en el mío<br />
Sus ojos brillaron intensamente y él se rió. Echó hacía atrás su oscura<br />
cabeza, dejando ver sus blancos dientes, flexionando los músculos de su fuerte<br />
cuello, y ella refrenó un gemido suave, apreciativo. Su cuerpo podría ser humano,<br />
pero estaba envuelto con lo exótico de un Fae, desde la increíble dorada y<br />
aterciopelada piel, hasta esos ojos que brillaban tenuemente con chispas de<br />
oro, que ningún humano tenía, hasta su completamente intimidante presencia<br />
sexual. Potente, la esencia Fae embotellada - y no completamente sellada - en<br />
un cuerpo mortal. Y un cuerpo mortal perfecto en lo que a eso se refiere.<br />
Simplemente mortal. Un hada pura no podría haberla tentado así. <strong>El</strong>la<br />
tendría que continuar diciéndose que era una —cosa— ¡Pero ahora que ella sabía<br />
que él era todo un hombre humano bajo esa camiseta negra y esos vaqueros<br />
ajustados y descoloridos, él parecía por completo diferente, enteramente<br />
diferente - Eew!<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Su columna vertebral se puso rígida como el respaldo de su silla. Se<br />
enderezó tan violentamente que casi se cae de la silla.<br />
¿Cuánto tiempo hacía que estaba pensando en eso como —él— en su<br />
mente?<br />
¡Oh! ¡Quería escupir, sacar el sabor sucio de su propia traición fuera de<br />
su lengua! ¿No le había enseñado nada su Abuela? Cerró los ojos, apartando eso,<br />
reconstruyéndolo cuidadosamente en su mente.<br />
Después de algunos momentos los abrió otra vez. Eso aún no le había<br />
contestado.<br />
— Dije —, repitió ella, — ¿Qué pasará conmigo?<br />
— Cualquier cosa que quieras, ka-lyrra —, ronroneó — Sólo tienes que<br />
decirlo —. Su mirada recorrió su cuerpo apreciativamente, ávidamente, esos<br />
ojos oscuros prometiendo la satisfacción de cualquier fantasía que ella pudiese<br />
albergar en lo más profundo de su corazón. Él se mojó el labio inferior con su<br />
lengua, lo capturó con sus dientes, luego le dirigió a ella la sonrisa más lenta y<br />
erótica que alguna vez había visto. — Susurra en mi oído, Gah-bry-yil, tus<br />
deseos más profundos, y yo te los concederé.<br />
Si, claro, pensó ella mordazmente (estoicamente rehusándose a<br />
considerar, por algún momento, su oferta de fantasía sexual ilimitada que le<br />
hacía sentir a su estómago un poco enfermo, pero no como una verdadera<br />
enfermedad), y él se olvidaría de ella en un abrir y cerrar de ojos. En el<br />
momento en que volviera a ser insensible, omnipotente e inmortal otra vez.<br />
Pero estaba dispuesta a apostar que otro hada no lo haría. Si había sido,<br />
ciertamente, la misma Aoibheal quien lo había castigado, exiliándolo del reino<br />
Fae, ¿No sería mejor para ella no saber exactamente como Adam Black<br />
regresaría al Mundo de las Hadas sin su real consentimiento?<br />
Y eso conduciría a la formidable reina hacia Circenn Brodie (asumiendo<br />
que Brodie no entregarse inmediatamente a Gabby) y finalmente a Gabby<br />
misma. Y luego los Cazadores vendrían cayendo con el estruendo de sus pezuñas<br />
de pesadilla para llevársela y -si aunque ya no mataran mortales, tal como lo<br />
afirmaban- ella podría verse el resto de su vida sirviendo a un montón de<br />
semidioses arrogantes y fríos.<br />
Eso no sucedería.<br />
peor.<br />
— ¿Qué si no lo hago? — Preguntó ella rígidamente, preparándose para lo<br />
Arqueó una ceja. — ¿Qué si tu no haces qué?<br />
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— ¿Qué ocurre si no te ayudo?<br />
— ¿Por qué no me ayudarías? Si es algo tan pequeño lo que yo te pido.<br />
Simplemente hablarle a alguien.<br />
— Oh, por favor. ¿Me traicionaría a mí misma para quedar bajo la<br />
misericordia de un Fae? Como si eso no fuera una contradicción. ¿Creer que tú<br />
permitirías que una Sidhe-seer se fuera tranquilamente y continuara su vida en<br />
paz? No soy tan estúpida.<br />
Se inclinó hacia adelante, con los codos sobre sus rodillas, toda la<br />
diversión desapareciendo de su rostro, dejando su cincelada faz quedamente<br />
regia, digna. — Te doy mi palabra, Gabrielle O'Callaghan —, dijo suavemente. —<br />
de que te protegeré.<br />
— Por supuesto. La palabra del hada más negro, el mentiroso legendario,<br />
el engañador genial —, se burló ella. ¿Cómo se atrevía a ofrecer su palabra como<br />
si realmente pudiera significar algo?<br />
Un músculo saltó en su mandíbula. — Eso no es todo lo que yo he sido,<br />
Gabrielle. He sido, y soy, muchas otras cosas.<br />
— Oh, claro está, tan tonta que soy, omití la parte de consumado<br />
seductor y destructor de inocentes.<br />
Sus ojos se estrecharon. — No he destruido la tuya. Aunque la puedo<br />
oler en ti. Y aunque podría con poco esfuerzo, pues soy dos veces tu tamaño.<br />
¡Oh! ¿Seguramente el no podía oler que ella era virgen, o si? Un mero<br />
tecnicismo, eso era. Sonrojándose, ella carraspeó. — ¿Y qué garantía tengo de<br />
que no lo harás?<br />
Una sonrisa peligrosa dio inicio a un destello de luz igualmente peligroso<br />
en sus ojos. — Ninguna. De hecho. Yo te garantizo que lo haré. Pero te<br />
prometeré esto: Cuando lo haga, será porque tú me lo pidas. Parada en frente<br />
de mí. Pidiéndome que te folle.<br />
Sus palabras se estrellaron contra ella como una pared de ladrillo,<br />
dejándola casi sin respiración, y también su significado. Haciendo de la<br />
intimidación masculina un fino arte. <strong>El</strong>la inspiró agudamente, dispuesta a<br />
recobrarse rápidamente, para negarlo, insistir en que eso sería un día frío en el<br />
infierno, pero se levantó de su silla, elevándose por encima de ella.<br />
— Suficiente. ¿Tienes la intención de ayudarme o no, Gabrielle?<br />
Gabby tragó saliva, repasando frenética y rápidamente sus escasas<br />
opciones. Todo la condenaba, si ella le ayudaba, sabía que terminaría siendo<br />
tomada por los Fae. No había manera de que ellos la dejaran marcharse<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
libremente. Ninguna manera. No habían pasado miles de años cazando y<br />
destruyendo a los Sidhe-Seers, sólo para dejar a uno irse ahora. Especialmente<br />
a uno lo bastante joven como para engendrar un futuro linaje de Sidhe-Seers.<br />
¿Y qué ocurría si ellos resolvieran llevarse a su madre también? ¿Si se<br />
rehusaran a creer que Jilly realmente no poseía la visión que había legado a su<br />
hija? ¡Felizmente casada por segunda vez, con tres hijastros, su madre nunca la<br />
perdonaría! No era que tuviesen la mejor relación, pero ella no deseaba hacer<br />
las cosas aun peores.<br />
Y qué sucedería si, descubriendo que ella los había eludido -que se<br />
habían equivocado al pensar que habían eliminado al último de los Sidhe-Seerslos<br />
Fae empezaran a cazarlas otra vez en serio. Gabby no tenía duda de que en<br />
alguna parte del mundo había otros como ella, escondiéndose, conservando sus<br />
cabezas ocultas, tratando de llevar vidas normales. Había anotaciones en los<br />
libros de los Fae que hacían una vaga alusión a otros linajes igualmente malditos,<br />
afirmando que una vez ellos habían sido muchos. Gabby no era tan tonta como<br />
para pensar que sólo las mujeres O'Callaghan habían aprendido como sobrevivir.<br />
¿Qué pasaría si su traición causaba que todos se convirtieran en perseguidos<br />
nuevamente? Si cada uno de los otros Sidhe -Seers fuera buscado y capturado<br />
por su culpa, ella no soportaría la responsabilidad de un destino tan sombrío.<br />
¡Qué enredo había hecho de todas las cosas!<br />
Yo te di mi palabra había dicho, te protegeré. Pero Gabby no había sido<br />
criada por Walt Disney, desde su nacimiento, se había alimentado de los cuentos<br />
de hadas del tipo más oscuro. Era incapaz de confiar en él. Y aun si, por alguna<br />
rara casualidad fuera realmente cierto lo que él dijo, entonces él no la podría<br />
defender en contra de la reina. Aoibheal mantenía el trono por encima de todas<br />
las cuatro Casas de la realeza Fae, y ejercía el poder máximo de todo. Si<br />
Aoibheal la quisiese, entonces Aoibheal la tendría. Y punto.<br />
No tenía alternativas sino pelear y resistirse hasta el amargo final.<br />
Estaba tan llena de furia, que no le importaba qué cosa fea le haría una<br />
vez que diese su negativa, inclinó la cabeza había atrás, y más atrás, para<br />
encontrar su imperiosa mirada.<br />
— No. No voy a ayudarte —. Hizo una inspiración poco profunda y le<br />
sostuvo la mirada ansiosamente.<br />
<strong>El</strong> la miró por un momento interminable, con una mirada inescrutable, sin<br />
decir nada, sin hacer nada.<br />
Y ella esperó, los nervios templados como pequeñas cuerdas siendo<br />
cruelmente tiradas por un titiritero hasta el punto de ruptura.<br />
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Se preparó psicológicamente para ser golpeada. Esperaba ser lastimada,<br />
que intentara obligarla con violencia física; quizá llevarla casi hasta la muerte, y<br />
rezó para ser lo suficientemente fuerte como para resistirlo. Él era un hada<br />
después de todo. No tenía conciencia, ni alma. <strong>El</strong>la esperaba que él hiciera lo que<br />
fuese que tuviera que hacer para obtener lo que quería.<br />
<strong>El</strong>la esperó cualquier cosa excepto lo que hizo.<br />
Inclinó su cabeza.<br />
Y se inclino a sus pies.<br />
Alzando sus poderosos brazos al alrededor de ella, sus brazaletes de<br />
oro fríos contra su piel, su pelo sedoso rozando su mejilla, su perfume sazonado<br />
con especias envolviéndola.<br />
Y liberó sus manos.<br />
Cuando ella se sentó, demasiado confundida y temerosa como para<br />
moverse, él dio un paso hacia atrás y se elevó en toda su altura, una débil<br />
sonrisa jugando en sus firmes y sensuales labios.<br />
Y desapareció.<br />
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Capítulo 7<br />
Gabby fue a trabajar.<br />
Agitada por la escasez de sueño y por andar con los nervios de punta,<br />
reanimada por una ducha fría, dos cafés express dobles de Starbucks, y una<br />
necesidad de normalidad, cualquier normalidad.<br />
Tal vez su vida se caía a pedazos a su alrededor, pero bien podía fingir<br />
que no lo hacía.<br />
Además, a pesar de su agotamiento, sabía que nunca sería capaz de<br />
dormir. Estaba demasiado tensa, demasiado temerosa de lo que él iba a hacer<br />
después, ya que no tenía duda de que eso haría algo. Si ella hubiese permanecido<br />
en casa, sola, se habría vuelto loca, su imaginación hiperactiva conjurando<br />
interminablemente horribles destinos para si misma.<br />
Al principio, cuando eso había desaparecido, había considerado recurrir<br />
a su primer plan: saltar dentro de su coche y correr mientras pudiera hacerlo.<br />
Pero de alguna manera ella sabía, en lo más profundo de sus de sus huesos, que<br />
con esa carrera no iba a conseguir nada. No estaba segura de creer su<br />
afirmación de que eso no tenía ningún otro poder Fae sino la capacidad de<br />
moverse rápidamente. Ciertamente no era lo bastante tonta para pensar que,<br />
considerando que ella era la única que podía verlo, eso realmente se había<br />
marchado y tenía la intención de dejarla en paz.<br />
No, eso nunca hubiera partido si no hubiera estado inequívocamente<br />
seguro de su capacidad de encontrarla otra vez. Lo que significaba que huir<br />
sería una pérdida de tiempo y energía que era mejor conservar para la batalla<br />
que se avecinaba. Además, había razonado, si fuera a levantarse y luchar,<br />
estaría mejor preparada para hacerlo en terreno conocido. Aquí al menos, ellos<br />
estaban en su mundo, y ella conocía muy bien su lugar.<br />
¿Por qué eso no la había lastimado? ¿Por qué no había usado su fuerza<br />
enormemente superior para intimidarla, para doblegar su voluntad? Sería tan<br />
fácil. <strong>El</strong>la estaba bloqueada por su reacción, o mejor dicho, por su carencia de<br />
ella. Eso podría haberle hecho cualquier cosa que hubiese querido hacerle,<br />
cuando ella había estado sentada allí desvalidamente, pero lo máximo que hizo<br />
fue pronunciar la más suave de las amenazas infames.<br />
Había desaparecido. Simplemente desapareció. Y había estado<br />
sonriendo. Y la había dejado profundamente, profundamente inquieta. Como si<br />
tuviera planeado algo mucho peor que el uso de la mera fuerza.<br />
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¿Qué podría ser peor que la fuerza?<br />
Como esperando que otro zapato se cayera, no sabiendo cuando o donde<br />
sucedería.<br />
— ¿O'Callaghan, dónde diablos están los informes de Brighton? —, su<br />
jefe, socio mayoritario Jeff Staller, exigió, surgiendo sobre su diminuto<br />
escritorio al interior de su cubículo repleto de archivos y libros de leyes,<br />
esparciendo una montaña de informes legales que simplemente no estaban<br />
apilados en orden. — Se suponía que este caso debía estar archivado la semana<br />
pasada. Ahora nunca vamos a conseguir una fecha de audiencia para septiembre.<br />
Gabby levantó la cabeza. Sobresaltada, casi derramó su cuarto café<br />
Express del día. Con ojos turbios, echó un vistazo al reloj. Era ya las dos y<br />
treinta. — Lo tendré para usted hacia las cuatro —, prometió.<br />
— Se suponía que usted lo tendría para mí hacia las cuatro de ayer, pero<br />
no se molestó en volver a trabajar después del almuerzo—. ¿Por qué?<br />
<strong>El</strong>la mantuvo sus ojos concentrados en el reloj, poco dispuesta a<br />
encontrar su mirada, consciente de que no era la mentirosa más convincente. —<br />
Yo... uh, estuve enferma. Realmente enferma. Comí sushi en el almuerzo.<br />
— Usted dijo que iba al Skyline por chilis.<br />
Maldito fuera el hombre por tener una mente como una trampa de acero.<br />
¿No tenía nada mejor que hacer que recordar dónde había dicho ella que iba a<br />
comer? <strong>El</strong>la había murmurado algo sobre el Skyline cuando lo había visto por el<br />
camino, no deseando que él estuviera alrededor de ella cuestionándola. Y él sabía<br />
que ella trabajaba diez veces más duro en los casos. Al parecer la firma creía<br />
que los estudiantes estaban de alquiler, puesto que eran completamente<br />
brutales con la carga de trabajo.<br />
— Cambié de opinión en el último momento —, dijo ella con poca<br />
sinceridad. — Siento no haber telefoneado, pero estaba tan enferma que me<br />
costaba moverme. Usted sabe como es la intoxicación alimenticia —. Se forzó a<br />
levantar la cara y encontrar su mirada y su entrecejo fruncido, sabiendo que<br />
parecía enferma por la falta de sueño y la tensión, y que los círculos oscuros<br />
bajo sus ojos reforzarían su mentira.<br />
— ¿Yo soy mentiroso y falso? —. Una voz profunda y exóticamente<br />
acentuada ronroneó detrás de ella. — Supongo que tenemos algo en común,<br />
irlandesa.<br />
Su cabeza giró alrededor. Allí estaba; el otro zapato se caía. Tumbado<br />
insolentemente en el gabinete de archivos detrás de ella estaba Adam Black,<br />
toda gracia y despreocupación fantástica. Se había quitado los atractivos<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
vaqueros descoloridos. Pantalones de cuero negros cómodos y una camisa de<br />
seda negra, complementada por brazaletes y un collar de oro. Unas botas que<br />
parecían muy caras, demasiado, notó, brevemente distraída en preguntarse<br />
dónde y cómo había conseguido su ropa. Probablemente sólo robaba lo que<br />
quería, encubierto por el féth fiada, pensó ella despectivamente. Calculador.<br />
Ladrón.<br />
De todos modos, era imposible no notar que él — eso — lucía como un<br />
habitante del Viejo Mundo elegante y simplemente —matador—. Cuidado Gabby,<br />
podría ser profético.<br />
— No tenemos nada en común —, siseó ella.<br />
— ¿Qué? —, dijo Jeff inexpresivamente. — ¿O'Callaghan, de qué habla?<br />
Gabby se estremeció, volviéndose hacia su jefe. Él fruncía el ceño, su<br />
mirada paseándose entre ella y el archivador. Se aclaro la garganta. — Usted y<br />
yo, quise decir —, soltó de prisa. — Lo que quise decir era que usted<br />
probablemente no se habría enfermado, pero mi sistema digestivo es realmente<br />
sensible, siempre lo ha sido. La cosa más insignificante lo descompone.<br />
Especialmente el pescado crudo que no ha sido correctamente preparado, y yo<br />
debería haber hecho algo mejor que confiar en el sushi de un vendedor<br />
callejero, pero tenía hambre, y me pareció bien, y, escuche, realmente lo siento,<br />
pero juro que estará en su escritorio hacia las cuatro —. Respira ahora, Gabby.<br />
Respiró y puso la sonrisa más brillante que pudo reunir, la que en realidad, sintió<br />
más como una mueca, ya que salió bastante torcida también.<br />
Con cara de piedra, poco impresionado ni por su explicación ni por la<br />
forma en que ella había logrado esbozar una sonrisa, él gruñó, — Demasiado<br />
tarde. Debo estar en el tribunal en diez minutos y no estaré de vuelta a tiempo<br />
para registrarlo. Lo mejor será que esté en mi escritorio cuando entre por la<br />
mañana. Y el caso Desny. Y las declaraciones <strong>El</strong>liot. ¿Las obtuvo?<br />
— Sí —, dijo Gabby, apretando los dientes.<br />
Cuando él se alejó, ella lanzó una mirada furiosa sobre su hombro hacia<br />
el hada posada sobre los archivos. Éste le hizo un guiño y le dirigió una atractiva<br />
y perezosa sonrisa.<br />
— Y, O'Callaghan... —. La cabeza de Gabby se balanceó hacia atrás.<br />
— Mientras esté en ello, veamos que tipo de precedentes del caso<br />
puedes establecer para el caso Rollins. Sobre mi escritorio el lunes en la<br />
mañana.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Sólo cuando él hubo desaparecido de su oficina, Gabby se permitió<br />
encorvar los hombros y su cabeza cayó sobre su escritorio con un ruido sordo y<br />
suave.<br />
— ¿Por qué haces esto, irlandesa? —, le llegó el aterciopelado ronroneo<br />
desde atrás. — Hace un día glorioso afuera. <strong>El</strong> sol brilla. <strong>El</strong> mundo es una gran<br />
aventura que ruega ser tenida en cuenta. Y aún así te sientas en esta pequeña<br />
caja y recibes órdenes. ¿Por qué?<br />
<strong>El</strong>la no se molestó en levantar la cabeza. Estaba demasiado cansada para<br />
tener miedo. <strong>El</strong> miedo requería energía, y ella había agotado hacía horas sus<br />
reservas. — Porque tengo que pagar las cuentas. Porque no todos nosotros<br />
logramos ser todopoderosos. Porque esta es la vida.<br />
— Esto no es vida. Esto es el infierno.<br />
Gabby levantó su cabeza y abrió su boca para discutir eso, luego echó<br />
una buena mirada alrededor. Era jueves. Le tomaría el resto del día terminar el<br />
arbitraje de Brighton. Todo el día de mañana para cubrir las contenciones de<br />
Desny y <strong>El</strong>liot. ¿Y desenterrar los precedentes del caso para el juicio de Rollins?<br />
Bien, ella tendría que llevar un catre a la oficina el fin de semana. Sí, pensó<br />
tristemente, la vida era un infierno.<br />
— ¿Qué haces aquí? —, preguntó ella cansadamente. — ¿Viniste a<br />
torturarme? ¿Intimidarme para obligarme? ¿Sólo hazlo, de acuerdo? Mátame.<br />
Libérame de mi miseria. O no lo hagas. Tengo trabajo que hacer —. Masajeó las<br />
bolsas bajo sus ojos con un suspiro, rehusándose a mirarlo.<br />
— La brutalidad es el refugio de la mente torpe, ka-lyrra. Sólo un tonto<br />
conquista cuando podría en cambio seducir.<br />
— Maravilloso. Un hada que lee Voltaire —, refunfuñó ella. — Márchate.<br />
— Un hada que conoció a Voltaire —, corrigió suavemente. — ¿Y acaso no<br />
lo entiendes, Gabrielle? Ahora soy una parte permanente en tu vida. Haremos<br />
todo juntos. Nunca me marcharé.<br />
* * *<br />
<strong>El</strong> otro día sobre la escalera, vi a un hombre que no estaba allí. Él no<br />
estaba allí otra vez hoy; ¡cómo deseo que él se marche!<br />
La absurda rima daba vueltas locamente a través de su cerebro, era una<br />
que ella había aprendido de la Abuela cuando era una niña pequeña. Nunca había<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
pensado que un día lo viviría. Atrapada en ello. Obligada a coexistir con un ser<br />
que nadie más podía ver sino ella.<br />
Pero lo hacía. Y temía que ya la mitad de sus compañeros de trabajo<br />
pensaran que estaba chiflada. A pesar de sus esfuerzos para ignorar a Adam<br />
Black, en demasiadas ocasiones el hada había provocado una respuesta de ella, y<br />
ella no se había perdido de las divertidas miradas que los otros colegas habían<br />
estado lanzándole.<br />
Medianoche. Estaba en la cama totalmente vestida, las mantas ajustadas<br />
bajo su barbilla, apretadas en pequeños puños cerrados. Con miedo de dormir,<br />
por el miedo de despertarse y encontrarlo en la cama con ella. O peor, no<br />
despertarse a tiempo. Al menos de esta manera ella imaginaba que tendría que<br />
desnudarla antes de que él le lanzara aquellas miradas acaloradas y eróticas que<br />
había estado echándole todo el día, y seguramente que ella se daría cuenta<br />
antes de que él llegara demasiado lejos.<br />
Eso la había perseguido toda la tarde. Mirando todo lo que ella había<br />
hecho. (Bien, casi todo. <strong>El</strong> había sido lo bastante cortés como para quedarse<br />
afuera del baño cuando ella había dado la vuelta mostrándole sus dientes antes<br />
de cerrar de golpe la puerta en su cara.) Se había burlado, la había provocado,<br />
rozando su grande y duro cuerpo contra alguna parte el de ella en cada<br />
oportunidad, y en general holgazaneó pareciendo el épico hada excitado que<br />
presumía ser, oscuro y pecadoramente excitante. <strong>El</strong>la se había quedado en la<br />
oficina mucho después de que todos los demás se hubiesen ido a casa, hasta las<br />
nueve, tratando de terminar su número de casos, tan cansada y distraída que<br />
todo le tomaba diez veces más de lo que debería ser.<br />
Y podría haberse quedado hasta más tarde si Adam Black no hubiese<br />
desaparecido, sólo para reaparecer con una suntuosa cena robada de todos los<br />
sitios entre Jean-Robert y Pigall. Por supuesto tenía un gusto exquisito para las<br />
comidas. ¿Y por qué no, cuándo podía robar todo lo que quisiese? Le gustaría<br />
tener el féth fiada ella misma, aunque fuera durante unas horas para hurtar en<br />
tiendas sin tener que afrontar una detención en el Saks de la Quinta Avenida, o<br />
tal vez para deambular por Tiffany’s.<br />
En silencio, el Fae alto, musculoso y vestido de cuero había extendido un<br />
mantel robado en su escritorio, aderezando su salmón asado con una salsa de<br />
olor celestial, un plato de patatas con sabor a queso decadente, al lado de<br />
verduras asadas, pan crujiente con mantequilla de miel, y no menos de tres<br />
postres. Adornado, con una única y aterciopelada flor en un florero alto y<br />
brillante, y había vertido vino en una delicada copa de cristal.<br />
— Come, Gabrielle —, había dicho suavemente, moviéndose hasta estar<br />
de pie detrás de ella, descansando brevemente sus manos en sus hombros.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Entonces una gran mano se había deslizado acunando su cabeza, mientras la otra<br />
había comenzado a masajear suavemente su cuello. Durante un traicionero<br />
momento, ella se había entregado a la magia de aquellas manos.<br />
Haciendo un mohín amenazante con sus labios, echó hacia atrás su<br />
cabeza para fustigarlo verbalmente, decirle exactamente dónde podría meter<br />
las cosas que había robado, pero había desaparecido otra vez. <strong>El</strong>la no lo había<br />
visto desde entonces.<br />
Sabía ahora lo que planeaba hacerle, y eso era más cruel que la fuerza.<br />
Iba a estar en su vida cada día, volviéndola loca, provocándola, agotándola. Eso<br />
iba a ser, no cruel y brutal, sino gentil y burlón y seductor, casi como si de<br />
alguna manera supiera de su secreta obsesión con los Fae. Y cuando ella<br />
estuviera en un estado debilitado, dirigiría su seducción hacia ella, esperando<br />
derribarla como su objetivo.<br />
No, no usaría la fuerza; debería haberlo esperado. ¿No había dejado<br />
claro el Libro del Sin Siriche Du que la cosa vivía para seducir y manipular? <strong>El</strong>la<br />
suponía que la fuerza bruta era una cosa que aburriría a un hada inmortal y<br />
todopoderosa en unos pocos siglos. Casi podía oírlo decir. Demasiado fácil,<br />
¿dónde está la diversión en eso?<br />
Podía entender la fuerza: lucharía, rabiaría, quizás hasta moriría<br />
resistiéndolo. La fuerza abastecería de combustible su odio hacia eso y la haría<br />
más obstinada.<br />
¿Pero la seducción de aquella hada oscura y atractiva?<br />
Estaba metida en un mundo de problemas, y lo sabía.<br />
Lo triste era que no había tenido que ir muy lejos para encontrar una<br />
debilidad que explotar. A ella le gustaban las cosas agradables. Raramente era<br />
capaz de obtenerlas, pues con sus pobres ingresos apenas cubría sus gastos de<br />
mantenimiento más esenciales y la matrícula. Cuando mucho era apenas una<br />
novata en lo referente a la buena comida, las flores bonitas, y el vino caro, tal y<br />
como cualquier otra muchacha. Aunque se había reñido a sí misma todo el<br />
tiempo, se había comido la fabulosa comida después de que Adam Black se hubo<br />
marchado, sabiendo que nunca sería capaz de permitirse el lujo de ir al Jean-<br />
Robert y Pigall sola. Después de que había terminado con la última suculenta<br />
mordida de la tarta de trufa de chocolate-macadamia bañada en crema, había<br />
estado tan disgustada consigo misma que lo había dejado y lo había empacado<br />
para la noche.<br />
Y ella tenía la terrible sospecha de que éste era sólo el comienzo de su<br />
rendición.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
<strong>El</strong> mundo es una enorme aventura que ruega ser tenida en cuenta, le<br />
había dicho cuando se había sentado en su cubículo gris rodeado por montones<br />
de otros cubículos grises en un edificio de oficina gris, presionando papel, o<br />
mejor dicho, siendo presionada por el papel que diariamente robaba más y más<br />
de su vida; raramente veía el sol porque éste todavía no había salido cuando<br />
entraba a trabajar y a menudo se había puesto cuando llegaba a casa.<br />
Una aventura enorme... ¿Lo había sentido alguna vez de esa manera,<br />
excitada por todas las posibilidades que la vida podía ofrecer?<br />
No. Siempre se sentía obligada, llevada a ser responsable. Conseguir las<br />
mejores notas. Tener una carrera respetable. Sobresalir en dicha carrera. Ser<br />
amable con los niños pequeños y con los viejos y con los animales. Hacer todo<br />
correctamente. Tú no tienes que demostrar nada, Gabby, la Abuela la había<br />
reprendido hacía años. Tú eres perfecta de la manera como eres.<br />
Bien. Eso fue por lo que su mamá se había marchado. Porque ella era tan<br />
perfecta. Si ella hubiera sido más perfecta la Abuela podría haberse marchado<br />
también.<br />
Con un gruñido de exasperación. Gabby golpeó su almohada y dio una<br />
vuelta. <strong>El</strong> sudor corriendo, el sujetador clavándosele en la piel, y la camisa<br />
irritándola. Un calcetín molestamente medio adentro medio afuera, una<br />
sensación asquerosamente debilitante. Nunca había dormido con ropa y, a pesar<br />
de las ventanas abiertas y el rítmico movimiento del ventilador del techo, su<br />
dormitorio estaba caliente. <strong>El</strong> sudor goteaba hacia abajo entre sus pechos y su<br />
pelo húmedo se adhería a su cuello.<br />
— Voy a matarte, Adam Black —, refunfuñó ella cansadamente, cerrando<br />
los ojos.<br />
Entonces los abrió otra vez, ampliamente, electrizada por el<br />
pensamiento.<br />
Eso estaba en forma mortal.<br />
Vaca santa.<br />
Eso podía ser asesinado.<br />
¿Y no solucionaría eso todos sus problemas?<br />
* * *<br />
— Sólo quiero a cuatro de ustedes —, dijo Darroc, apenas ocultando su<br />
desagrado. Él no sabía por qué alguna vez se había preocupado por esconderlo;<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
los Cazadores Unseelie eran demasiado barbáricos, demasiado brutales, para<br />
preocuparse.<br />
— Una veintena de nosotros lo encontrará más rápidamente, Darroc —,<br />
dijo Bastion. <strong>El</strong> más viejo y poderoso de los Cazadores, movió sus rústicas alas,<br />
echando un vistazo ávidamente alrededor de los exuberantes campos.<br />
Darroc miró las fosas nasales de Bastion que buscaban el olor del reino<br />
humano. Él había decidido liberar al Cazador de su prisión helada — ese<br />
horrendo e infernal reino Fae al cual los Unseelie habían sido condenados — y<br />
traerlo a la Colina de Tara para recordarle lo que todos los Unseelie habían<br />
perdido. También para asegurarse de que el Rey de los Unseelie, quien algunas<br />
veces apoyaba a Aoibheal y en otros tiempos no lo había hecho (y nadie podía<br />
predecir alguna vez cuando lo haría, ni siquiera ella) no lo sorprendiera. Aunque<br />
el Rey de la Oscuridad rara vez emergía de su oscura fortaleza en la más<br />
desoladora extensión dentro de su reino de hielo y sombras, Darroc no tenía<br />
ningún deseo de dar a conocer la noticia de la formidable…. Criatura.<br />
— La prisa no es lo importante sino la cautela. Una veintena de ustedes<br />
en el reino de los humanos es demasiado arriesgado, y nuestros planes podrían<br />
no realizarse nunca. Búscalo para poder vagar por la tierra libremente otra vez,<br />
Cazador, tal como lo hacías antes de <strong>El</strong> Pacto<br />
— Sabes que lo hago —, gruñó Bastion.<br />
— Hazlo como digo y podrá suceder. Desobedéceme y nunca pasará.<br />
— Los Cazadores no obedecen a nadie —. Las alas oscuras susurraron<br />
furiosamente.<br />
— Todos nosotros obedecemos, Bastion, y lo hemos hecho desde que el<br />
Pacto fue sellado —, dijo Darroc, esforzándose por tener paciencia. <strong>El</strong> Unseelie<br />
tentaba su paciencia como si estuviera en la mejor de las épocas, y ésta no lo<br />
era. Eran tiempos peligrosos, y él no necesitaba el peligro representado por<br />
unos Cazadores bribones que se negaban a obedecer sus órdenes. — Una cosa<br />
estoy tratando de cambiar. ¿Seguirán mis órdenes, o asumo que ustedes están<br />
satisfechos en su reino? Atrapados. Puestos en un establo como humildes<br />
bestias.<br />
Con los labios fruncidos, Bastion asintió con la cabeza una vez,<br />
fuertemente. — Muy bien. Cuatro de nosotros, no más. ¿Tienes alguna idea de<br />
dónde está?<br />
— No todavía. Aoibheal ha prohibido mencionar su nombre en la corte,<br />
desde entonces mis espías no han sido capaces decirme nada. Ve primero a<br />
Escocia, a las Highlands. Él una vez engendró a un hijo allí —. Lamentablemente,<br />
Darroc sabía poco más que eso. No tenía idea de si el niño había sobrevivido<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
hasta la madurez. Como Tuatha Dé Adam podrían contar con amigos que nunca<br />
habían sido amigos de Darroc, y Aoibheal seguía su propio consejo en lo<br />
referente a cuando el príncipe que ella había estado tan acostumbrada a<br />
complacer, estaba comprometido. Si no fuera por Mael, él no hubiera sabido<br />
nada del destino de Adam. Él — un maldito Antiguo de su Alto Consejo —<br />
mantenido en la ignorancia. Aún así, varios de su raza no habían sido vistos<br />
durante varios meses mortales, coincidiendo con un corto tiempo después del<br />
destierro de Adam al reino humano. No tenía duda de que él encontraría pronto<br />
a uno de sus compañeros quienes sabrían exactamente dónde estaba Adam, si<br />
los Cazadores no lo encontraban antes.<br />
— ¿Y cuándo lo encontremos?<br />
Darroc sonrió. Él podría sentir la inquietud del Cazador, su hambre por<br />
regresar a los viejos tiempos y a sus viejos métodos. Lo reflejaba a sí mismo. Se<br />
sentía tan enjaulado en la Isla Fae de Morar como lo hacían los Cazadores en su<br />
reino-prisión. — Puedes matarlo, pero —, él colocó una mano poderosa sobre el<br />
brazo de Bastion — debes hacerlo parecer un accidente. Como si muriera por<br />
causas mortales. <strong>El</strong>iminar a Adam Black es sólo el primer paso en mi plan, y las<br />
sospechas de la reina no deben ser despertadas todavía. Eso significa que no<br />
debe haber ninguna señal de algo remotamente Fae en ningún lugar cercano a su<br />
cuerpo. <strong>El</strong> humano se hizo daño sólo. ¿Entienden?<br />
— Sí<br />
— ¿Puedes hacer entender a los otros tres y obedecer tú?<br />
— <strong>El</strong>egiré bien —.Dijo Bastion moviéndose con impaciencia.<br />
— Entonces, nombra a tus tres, y tráelos aquí —, dijo Darroc.<br />
Los ojos flameantes de Bastion destellaron cuando llamó a sus<br />
Cazadores.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 8<br />
Gabby despertó poco antes del amanecer. Durante un dichoso momento<br />
su cuerpo estuvo despierto, pero su mente aún estaba beatíficamente aislada<br />
por los sueños, y pensó que este sería un día como cualquier otro. Normal,<br />
tranquilo, lleno de asuntos triviales y preocupaciones manejables.<br />
Entonces, ¡zas-bam! los recuerdos la golpearon fuertemente: había<br />
arruinado la entrevista de trabajo, se había traicionado a sí misma frente a un<br />
hada, tenía todo el trabajo de una semana para hacer hoy, y su vida era un<br />
infierno.<br />
Gimiendo, se dio la vuelta, tratando desesperadamente de caer dormida<br />
y así no tener que hacer frente a todo eso aún.<br />
Ni mucho menos.<br />
Adam Black estaba en la ducha.<br />
Podía oírlo, er — a eso—salpicando agua.<br />
A una docena de pasos desde el pasillo a su dormitorio. Un alto, oscuro,<br />
sexy, y muy desnudo hada. Aquí mismo en su casa. En su ducha. Usando su jabón<br />
y sus toallas.<br />
Y cantaba. Su erótica voz, también, con aquel extraño y ronco acento<br />
celta. Nada menos que una vieja canción de Sophie B. Hawkins: Condéname si<br />
deseo ser tu amante, yo te tomaría antes que la luz del día viniera...<br />
Apuesto a que lo harías, una voz adolescente suspiró soñando dentro de<br />
su mente.<br />
* * *<br />
— Necesito un arma —, susurró Gabby.<br />
— Necesito un arma —, dijo Gabby a Jay cuando entró en su cubículo.<br />
Colocando su taza de café sobre su escritorio, metió su bolso en un<br />
cajón, se sentó en la silla, alisó su falda sobre sus caderas, luego giró sobre ella,<br />
de cara al pasillo. — ¿Dónde compra una persona un arma, Jay?<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Jay Landry, un compañero interno y habitante del cubículo en diagonal<br />
hacia ella, lentamente hizo girar su silla y la recorrió con la mirada<br />
inquisitivamente. — Gabby, ¿te sientes bien? Jeff dijo que estabas enferma.<br />
¿Estas segura de que te sientes mejor? Has estado actuando muy<br />
singularmente.<br />
— Estoy bien —, dijo, con las piernas cruzadas y un pie golpeando<br />
enérgicamente el aire. — Sólo me preguntaba en qué lugar una persona podría<br />
comprar un arma.<br />
— ¿Para que la quieres? —, no se anduvo con rodeos.<br />
— No me siento segura viviendo donde vivo —, mintió francamente. No<br />
era como si pudiera ser atrapada y procesada por delito por lo que planeaba<br />
hacer, se tranquilizó. Para cometer un asesinato, uno tenía que tener no solo un<br />
arma sino un cuerpo. Y ya que nadie más que ella podía ver el cuerpo, voilá -<br />
ningún delito. Además, era en defensa propia, absolutamente.<br />
— Toma un curso de karate.<br />
Pusó los ojos en blanco. — ¿Y qué hago en los muchos años que tardaré<br />
antes de lograr hacerme remotamente competente en eso?<br />
Él se encogió de hombros. — Haz que tú novio se instale en casa.<br />
— No tengo novio ya —, dijo malhumoradamente.<br />
Él no la miró totalmente sorprendido — Probablemente porque trabajas<br />
mucho, Gabby. Apuesto que él se hartó de que estuvieras casada con tu trabajo.<br />
Yo lo haría. Lo sabes — él echó un vistazo alrededor y con cautela bajó la voz —<br />
Jeff no te presionaría tanto si no supiese que tú lo harás. Él sabe que pasaras el<br />
fin de semana investigando en el caso Rollins. Sabe que lo darás todo tratando<br />
de superarte. ¿Y qué planea hacer él este fin de semana, te preguntaras? Te lo<br />
diré. Le oí por casualidad haciendo planes esta mañana para reunirse con algunos<br />
compañeros y pasar el fin de semana jugando al golf en Hilton Head. Tomará el<br />
sol, beberá cerveza. Mientras tú te sientas aquí en tu-<br />
— Ya esta bien —, Gabby se enfadó, su temperamento estallando. Parte<br />
por parte: un hada cobarde fuera de su camino, entonces se ocuparía de Jeff<br />
Staller y sus pequeños y engañosos planes de golf. — Esto no se trata de mí, o<br />
de mi ex-novio, o nuestro jefe. Es solo de dónde puedo conseguir un arma.<br />
— Me asustas. Y no te lo diré —. Jay se dio la vuelta, la nariz pegada a<br />
su pantalla de ordenador.<br />
— Oh, por todos los cielos, simplemente miraré en la guía telefónica si<br />
no me ayudas.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Bien. Entonces no puedo estar implicado de ningún modo como<br />
cómplice.<br />
Los estudiantes de leyes podía ser unos malditos bastardos cuando se<br />
trataban cuestiones de posibles responsabilidades penales, pensó Gabby,<br />
suspirando, cuando se dio la vuelta hacia su escritorio.<br />
Y apretó los dientes. Adam Black estaba encaramado encima de la<br />
escalera, a la mitad de la pared de su cubículo, vestido con pantalones de cuero<br />
otra vez - de un profundo marrón y de aspecto suave, y su mirada se atascó<br />
fijamente en ellos por un momento - camiseta blanca apretada a lo largo de su<br />
macizo pecho, y otro par de ostentosas botas de ante gris. Sostenía las páginas<br />
amarillas en una mano. Su pelo negro se derramaba en una brillante y sedosa<br />
catarata hasta su cintura, con una trenza que se balanceaba en sus sienes.<br />
Simplemente mirarle le dejó la boca seca, las palmas sudorosas. De hecho cada<br />
hormona de su cuerpo saltaba estremecida, gozosamente concentradas.<br />
— ¿Es esto la guerra entre nosotros, entonces, ka-lyrra? —, dijo él<br />
suavemente.<br />
Arrebatando la guía telefónica de su mano, ella siseó, — Lo es. Ha sido<br />
desde el momento en que invadiste mi vida.<br />
— ¿Qué? —, dijo Jay desde detrás de ella.<br />
— Nada —, dijo por sobre su hombro.<br />
— No tiene porque serlo, irlandesa. Las cosas podrían ir bien entre<br />
nosotros —. La mano todavía extendida, él capturo una guedeja sedosa de su<br />
pelo, deslizándola entre sus dedos. Sus ojos se estrecharon, oscureciéndose de<br />
deseo. — Me gusta tu pelo suelto. Deberías llevarlo así más a menudo. Guedejas<br />
sedosas para que un hombre pueda sepultar sus manos en ellas —. Él hizo un<br />
suave y profundo ronroneo en su garganta que fue tan erótico que sus pezones<br />
se alzaron. Descendiendo de su percha en la mitad de la pared, se recostó en el<br />
borde del escritorio, frente a ella, las piernas extendidas a ambos lados de su<br />
silla. Esto hizo que sus ojos quedaran a la altura de su ingle, una pesada<br />
protuberancia dentro del cuero que simplemente no podía ser desaprovechada.<br />
Apartando con fuerza la mirada de su cara, siseó. — No eres un hombre,<br />
eres una cosa.<br />
Oh, ¿a quién estaba tratando de convencer?<br />
No era humanamente posible para una mujer mirar a Adam Blach y<br />
llamarle —eso—. Se desgastaba, intentándolo. Desviaba su atención de<br />
cuestiones más importantes, como imaginarse la forma de librarse de él. Déjalo,<br />
O'Callagahn, se dijo, exasperada. Esto apenas vale el esfuerzo, considerando las<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
veces que fallas. Dedica el esfuerzo a mejores causas. Causas en las que podrías<br />
tener éxito.<br />
— Y sólo se debe —, continuó fríamente, no perdiendo una oportunidad<br />
para airear y respaldar sus quejas; había sido una mañana tan horrible,<br />
— a que estabas acaparando el cuarto de baño de arriba, y no podía<br />
coger mi secador o cualquiera de mis pasadores. No podía coger ni mi cepillo de<br />
dientes. Y me dejaste sin agua caliente —. Se había duchado abajo (deprisa y<br />
con la puerta cerrada con llave - como si eso fuera la mayor barrera contra un<br />
ser que podía —cambiar de lugar— de todos modos, eso le había dado una ilusión<br />
de seguridad, y Gabby estaba dispuesta a conformarse con la ilusión, ya que su<br />
realidad era tan deprimente) el agua había ocasionado escalofríos por toda su<br />
piel al entrar en contacto con ella. Entonces se había puesto medias y un traje,<br />
de mala gana se saltó el desayuno, y salió disparada, determinada a evitarle el<br />
mayor tiempo posible.<br />
— ¿Gabby? —, la voz de Jay, sonando preocupada de verdad.<br />
Sin mirar hacia atrás, Gabby masculló. — Estoy al teléfono, Jay; llevo<br />
puestos mis auriculares.<br />
— Oh, lo siento —. <strong>El</strong> alivio era evidente en su voz.<br />
— Realmente, irlandesa, juro que mientes más que - y casi tan<br />
perfectamente como - yo. Y, ¿tramando un asesinato? Dame un momento, me<br />
hace preguntarme con que clase de infame humano me he enredado.<br />
— Ooooh, como te atreves a fingir que yo soy la…..—<br />
Pero no consiguió decir nada de lo que tenía en mente, ya que el hada<br />
infernal había desaparecido otra vez.<br />
Encrespándose, echó a un lado las Páginas Amarillas (no había motivo de<br />
comprar un arma ahora que él estaba prevenido; además, dudaba de tener el<br />
estómago para apuntar con un arma a algo que parecía tan humano y dispararle,<br />
sin mencionar la necesidad de deshacerse del cuerpo. Aunque nadie más pudiera<br />
verlo, no podría dejar un cuerpo tirado en su casa o en la oficina -eew). Sacó el<br />
caso Desny. Podía conseguir terminar tanto trabajo como fuera posible, porque<br />
sabía que Adam Black volvería.<br />
Debe ser agradable, se enfureció, ser solo capaz de —desaparecer—<br />
siempre que uno no tuviera ganas de continuar una conversación. Conocía a<br />
muchos hombres que darían su brazo derecho por aquel talento único.<br />
Volviendo a su computadora, mentalmente archivó el asesinato como una<br />
opción de último recurso. Si las cosas se ponían realmente malas, se obligaría a<br />
sí misma a encontrar el estómago para hacer lo que tenía que hacer. (Que no<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
considerase las cosas —realmente malas— debería de activar algunas alarmas,<br />
pero su mente tenía otras preocupaciones.)<br />
Abriendo el archivo, se dispuso a refrescarse el caso. Y se congeló,<br />
parpadeando al ver las argumentaciones totalmente listas. ¿Las había terminado<br />
anoche y estaba tan cansada que se había olvidado?<br />
De ningún modo. No era tan buena cuando estaba cansada. Miró<br />
detenidamente. No era su letra. Tenía una caligrafía terrible, y ésta era una<br />
escritura hermosa, notable, osada, fluida.<br />
Arrogante, realmente, si la caligrafía podía ser llamada así. Nada<br />
indecisa esta letra, segura de sí misma. Frunciendo el ceño, comenzó a leer.<br />
Unos minutos más tarde, todavía leía, murmurando —no puedo creer<br />
esto— conteniendo el aliento.<br />
* * *<br />
Al parecer, él imaginaba el momento en que ella realmente quería verlo,<br />
para dejarla sola. Se mantenía alejado la mayor parte del día. Le hacía<br />
preguntarse que vil acción se traía entre manos. La oficina estaba vacía otra vez<br />
cuando él apareció alrededor de las siete y media, justo detrás de ella, tan<br />
cerca que estaba prácticamente encima suyo, llevando bolsas de - oh, dios, no -<br />
ella cerró brevemente sus ojos -, por favor no.<br />
<strong>El</strong> Maisonette. Comedor de cinco estrellas, nada menos.<br />
Pero Gabby se había preparado esta vez. Había tomado caramelos a lo<br />
largo del día entero (ninguna dificultad), sólo para asegurarse de que no estaría<br />
hambrienta y tentada por algo que él pudiera ofrecerle.<br />
De todos modos, ¿el Maisonette? Grr. Sacudió bruscamente la cabeza y<br />
rehusó incluso mirar dentro de las bolsas, rehusó preguntarse que deliciosas<br />
delicadezas robadas habían adentro.<br />
Se alejó de él. Cuando él depositó las bolsas en su escritorio, agarró un<br />
archivador, grueso y de acordeón y lo lanzó, golpeándole en el pecho.<br />
— ¿Cómo? —, le exigió.<br />
— ¿Cómo qué, ka-lyrra? —. Atrapando el archivo, lo colocó suavemente<br />
en su escritorio.<br />
— ¿Cómo hiciste mi trabajo? ¿Cuando hiciste mi trabajo?<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Se encogió de hombros, una poderosa ondulación de hombros. — No<br />
necesito dormir tanto como tú.<br />
— ¿Entonces me estás diciendo que anoche en unas pocas horas<br />
personalmente escribiste las argumentaciones para siete de mis casos?<br />
— Nueve. Luego me di cuenta de que dos de ellos no eran tuyos, así que<br />
los deseché.<br />
— ¿Cómo sabes lo suficiente sobre lo que yo hago para argumentar hasta<br />
la responsabilidad penal?<br />
— Oh, por favor —. Él pareció muy insultado. — He vivido durante miles<br />
de años y vigilado a los humanos la mayor parte de ellos. Leí algunos de tus otros<br />
casos. Fue fácil hacer un patrón para ellos en consecuencia. La ley humana es<br />
simple: culpan a todos menos a sí mismos. Simplemente acusé a todo el mundo y<br />
a todas las cosas que mencionabas en el archivo menos a la persona que<br />
representas, y lo respaldé con cualquier prueba que pudiese utilizar para mis<br />
alegaciones.<br />
Gabby trató de no reírse. Lo hizo. Lo intentó con fuerza. Pero él había<br />
hecho su pequeña y sutil pulla con una expresión tan absolutamente suave, y<br />
había resumido tan a fondo lo que ella odiaba de los manipuladores pleitos de<br />
daños personales, después de sólo unas pocas horas trabajando en ellos, que no<br />
pudo lograrlo. Un pequeño resoplido se le escapó. Y se convirtió en risa. Y podría<br />
haber seguido riéndose si no fuera por una lenta sonrisa que curvó los labios de<br />
él e hizo que sus ojos brillaran. Él se acercó majestuosamente hacia ella, la<br />
atrapó por la cintura con sus grandes manos, y se quedó mirándola fijamente.<br />
— Esta es la primera vez que te he visto reír. Gabrielle. Eres más bella<br />
cuando te ríes. No hubiera creído que eso fuera posible.<br />
Su risa murió repentinamente y se alejó de él. Pero era demasiado<br />
tarde, sus manos habían dejado ya su huella ardiente impresa en su cuerpo,<br />
como una señal caliente y erótica. — No me halagues. No es agradable para mí —<br />
, gruñó. — Y no hagas más trabajos por mí.<br />
— Trataba de ayudar, simplemente. Parecías tan cansada anoche.<br />
— Como si te importara. Mantente lejos de mi vida.<br />
— No puedo hacer eso.<br />
— Porque yo he rechazado sacrificar mi mundo entero sólo por ayudarte<br />
a recobrar el tuyo —, pronunció amargamente.<br />
— No —, dijo él llanamente, estrechando los ojos. — Porque no me gusta<br />
tu jefe. No me gusta el modo en que te mira. No me gusta la forma en que te<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
trata. No soy tan desagradable como ese maldito y estúpido animal. Y cuando<br />
sea yo mismo de nuevo, rectificaré la situación.<br />
Gabby permaneció quieta. Adam Black la miraba y parecía enojado.<br />
Enojado de verdad. Por la forma en que ella era tratada. Su cara era oscura y<br />
atronadora, sus ojos brillaban con chispas doradas.<br />
Oh, era mortífero. Era cruel. Actuando como si tuviera sentimientos.<br />
Como si le importase. Especialmente cuando ella no tenía a nadie más en su vida<br />
que lo hiciera. Claramente él haría cualquier cosa con el propósito de tentarla<br />
hacia su objetivo - incluso imitar la emoción y la preocupación fingida. Después<br />
de todo, ¿no era eso lo que se llamaba seducción? ¿Cuando la víctima era<br />
tranquilizada con un sentimiento de falsa seguridad y bienestar? Y, ¿cómo<br />
podría eso generarse salvo a través de la simulación de cariño?<br />
Sin alma. Sin corazón. Eso era, sin emoción, se recordó.<br />
Agarrando rápidamente su bolso, volvió hacia su ordenador y golpeó el<br />
suelo de su cubículo.<br />
* * *<br />
Habían sido argumentaciones realmente buenas, todavía pensaba con<br />
irritación, una hora y media mas tarde, cuando echó la cesta de la ropa sucia<br />
sobre su cama y comenzó a clasificar la ropa en cargas. Sumergirse en la rutina<br />
la ayudo a fingir que el sin siriche du no estaba en ese momento en su cocina,<br />
bebiéndose el whisky escocés directamente de la botella (Macallan de cincuenta<br />
años, nada menos) y escribiendo en su portátil, sumergiéndose en la Red.<br />
Cuando había llegado a casa, él ya estaba allí, con la escenografía<br />
espléndidamente establecida para su siguiente escena de seducción. La cena de<br />
cinco estrellas extendida en la mesa del comedor, un jarrón con rosas<br />
perfumando el aire, las cortinas corridas y las velas encendidas. <strong>El</strong> fino cristal<br />
centelleaba en la mesa, cristal que ella sabía que no poseía. Cubertería de plata<br />
que no había visto antes, fina porcelana china también.<br />
Había alzado la nariz hacia el cielo y comenzó a caminar con paso<br />
majestuoso por delante de él hacia las escaleras. Él se había puesto en su<br />
camino, rozando su cuerpo con ella. Entonces la agarró por un brazo.<br />
Él le dio la vuelta para afrontarla y sólo se mantuvo en silencio por un<br />
tiempo demasiado largo antes de soltarla finalmente. <strong>El</strong>la no había dicho nada,<br />
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nada para ceder una pulgada. Ni aun cuando él se había dejado caer su oscura<br />
cara hasta que sus labios habían estado a un mero aliento de los suyos, usando<br />
su patente masculinidad en una tentativa de intimidarla. Resistiendo<br />
estoicamente la tentación abrumadora de mojar sus labios en una<br />
desvergonzada invitación, ella había mantenido su posición, encontrando esa fija<br />
mirada, rehusando creer que podía haber algo además de cálculos a sangre fría<br />
en sus ojos. Y si, por un momento, había pensado que había visto un indicio de<br />
humanidad, de masculina frustración, de deseo genuino, de templada impaciencia<br />
en sus doradas profundidades, eso habría sido un truco de la luz de la vela<br />
oscilante.<br />
Nada más.<br />
Sus informes legales habían sido mejores que cualquier cosa que alguna<br />
vez hubiera escrito ella. Brillantes, carismáticamente persuasivos, incisivos. No<br />
tenía ninguna duda de que ganaría cada juicio que él había escrito. Había tenido<br />
envidia leyéndolos, deseando que ella hubiera pensado aquel argumento o visto<br />
esa torcedura sutil, aguda. Dos de los casos que él había argumentado eran los<br />
mismos donde ella sabía que la persona que representaba había negligencias<br />
banales, (y sus casos estaban siendo archivados porque ellos eran —los amigos<br />
de los amigos— y su zalamero jefe debía unos pocos favores a algunas personasprobablemente<br />
a cambio de privilegios de golf en algún club de fantasía), pero<br />
después de leer el argumento de Adam, hasta ella habría decidido a favor de su<br />
cliente.<br />
Él era tan bueno.<br />
He estado vivo durante miles de años, había dicho. <strong>El</strong>la tembló. Anciano,<br />
Adam Black era anciano. Y había hecho probablemente todo lo que había por<br />
hacer, al menos una vez. ¿Por qué debería asombrarla que él pudiese hacer su<br />
trabajo tan bien? Él era un ser que podía viajar por el tiempo y el espacio. Tal<br />
vez no tenía alma y corazón, pero tenía que haber un condenadamente grande y<br />
formidable intelecto detrás de aquellos oscuros, brillantes, e intensamente<br />
vivos ojos.<br />
<strong>El</strong>la puso la lavadora, sus manos moviéndose, su cerebro ronroneando<br />
lejos. Blancos. Claros. Oscuros. Oscuros. Oscuros. Claros. Oscuros. Blancos -<br />
¡Momento!<br />
¿Su camiseta?<br />
¿Él realmente había tenido el descaro de lanzar su camiseta sucia en su<br />
cesta de la ropa sucia? Tomándola en su puño, se dio la vuelta para decirle<br />
exactamente lo que podía hacer con su ropa sucia. Entonces se detuvo.<br />
Luego comenzó a andar otra vez. Entonces se detuvo.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
misma.<br />
Mordiéndose el labio tuvo una breve discusión muy acalorada consigo<br />
¿Podía un hombre oler como el pecado?<br />
Indicios de jazmín y sándalo y aire marino nocturno. Olor de oscuridad,<br />
especias y sexo. Cosas prohibidas, cosas malvadas, cosas que las plegarias<br />
utilizaban para cubrir esa parte de no nos dejes caer en la tentación y líbranos<br />
de todo mal.<br />
Nunca tendría su camiseta de vuelta.<br />
* * *<br />
Mucho más tarde, luego de que Gabby se hubo acostado, Adam introdujo<br />
su cabeza dentro del dormitorio. <strong>El</strong>la dormía profundamente. Bien. La pequeña<br />
ka-lyrra trabajaba demasiado. Permitía que otros pusieran sus<br />
responsabilidades sobre ella. Él acabaría con eso. La vida era bastante corta<br />
para un mortal. No deberían trabajar tanto. Jugar más. Él le enseñaría a jugar.<br />
Una vez que fuera de nuevo inmortal, ella nunca trabajaría, no lo necesitaría<br />
para nada.<br />
Todas las ventanas estaban abiertas y soplaba una fragante brisa<br />
nocturna, ondeando a través de la delgada sabana bajo la cual dormía. La luz de<br />
luna se derramaba a través de la cama, mostrando su largo pelo como plata<br />
hilada, sus adormecidos rasgos como tibias perlas.<br />
Completamente vestida, advirtió él, con una sardónica sonrisa. Mujer<br />
sabia. Si ella hubiese sido lo bastante tonta como para dormir desnuda, él no se<br />
habría contentado con la pequeña tarea para la cual había venido. <strong>El</strong> mero<br />
pensamiento de ella desnuda bajo aquella sabana... ah, él estaba sexualmente<br />
obsesionado con ella. Con sus pechos llenos, redondos, la interminable tentación<br />
de su suave, femenino trasero, sus exuberantes y carnales labios, su pelo, sus<br />
ojos, sus manos. Su fuego.<br />
Incluso su virginidad le encendía. Le llenaba de una posesividad primitiva,<br />
sabedor de que él sería el primer hombre que empujase dentro de ella, para<br />
llenarla, para tocarla de todas aquellas oscuras, calientes e íntimas formas. Él la<br />
seduciría tan a fondo que ya no sería capaz de concebirse a sí misma sin él; ella<br />
sería suya para tomarla, cuando él quisiera, dondequiera, y de cualquier manera<br />
en que decidiera tomarla, incapaz de negarle nada.<br />
Sabía que ella había esperado violencia de él. Lo había visto en sus ojos<br />
cuando ella estaba atada en su silla ayer, con esa diciéndole con rebeldía —no—.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Cuán poco había comprendido lo que él tenía planeado para ella.<br />
Ayer por la mañana, después de que hubo entrado a trabajar (que no le<br />
había sorprendido; su tenaz Sidhe-seer no querría renunciar al control de su<br />
mundo voluntariamente y al igual que él) se había familiarizado minuciosamente<br />
con su casa, había aprendido tanto acerca de ella como había podido. Había<br />
examinado que clase de libros le gustaba leer, que tipo de ropa llevaba puesta,<br />
que lencería tenía la dicha de acariciarle los pechos y resbalarse entre las<br />
curvas de su feminidad, que jabón y perfumes acariciaban su piel sedosa. Había<br />
examinado fotografías, abierto su equipaje, y estudiado que cosas había juzgado<br />
demasiado preciosas para dejarlas cuando había hecho el equipaje para escapar.<br />
Y cada descubrimiento le había hecho quererla aun más; era brillante, lista y<br />
madura, con sueños y esperanzas mortales.<br />
Los Libros del Fae lo habían hecho reír. Bien, excepto por el volumen que<br />
tan penosamente le calumniaba. Pero él había estado rectificando eso.<br />
<strong>El</strong> delgado tomo le había distinguido con ser el más asqueroso de los Fae.<br />
Le había retratado como un mentiroso consumado, un embaucador e impostor, un<br />
arrogante seductor de sangre fría, a quien sólo le importaba su placer<br />
momentáneo.<br />
No era sorprendente que ella hubiese luchado contra él tan ferozmente,<br />
no era extraño que ella hubiese descartado tan rápidamente sus palabras. Al<br />
mismo Diablo no le había ido peor en la historia literaria.<br />
De todos modos, podría prescindir de las palabras; hablaría con su<br />
Sidhe-seer a través de sus actos - selectos, cuidadosamente escogidos. Había<br />
aprendido hace mucho que eran los diminutos detalles los que seducían, los más<br />
delicados toques los que hacían caer a los más fuertes sobre sus rodillas.<br />
Cristo, pensó, apartando la vista de ella, tenía que tener calor con todas<br />
esas ropas. Su casa estaba demasiado caliente, incluso en el primer piso donde<br />
él había estado trabajando en la red. Otra cosa que él haría para ella.<br />
No había tenido suerte encontrando algo sobre el paradero de Circenn<br />
dentro de aquella base de datos humana a la que ellos eran tan aficionados a<br />
compilar, pero él realmente no lo había esperado. Su hijo mitad Fae no solo<br />
podía estar en cualquier lugar sino en cualquier momento. Era perfectamente<br />
posible que él hubiese llevado a su esposa y niños hacia las Highlands, a su propio<br />
siglo y a una forma de vida más simple, donde podría quedarse indefinidamente.<br />
Pero no importaba. Circenn aparecería finalmente.<br />
Y el día había sido productivo de todos modos; había plantado muchas<br />
semillas que ya echaban raíces. La más mínima de ellas era una simple camiseta.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
<strong>El</strong>la había hecho la colada esta noche, él la había oído.<br />
Y sin embargo, no hubo ninguna explosión. Ningún grito, ninguna<br />
insistencia sobre que se helaría el infierno antes de que ella lavara su ropa. No<br />
era que él se lo hubiera propuesto. Él desechaba su ropa una vez que la había<br />
llevado puesta y cogía una nueva.<br />
Adentrándose más en su cuarto, silenciosamente abrió un cajón del<br />
tocador. Luego otro. Y otro. Hasta que allí estaba. Su camiseta. Pulcramente<br />
doblada en el cajón más bajo, escondida bajo un par de sudaderas.<br />
Una sonrisa curvó sus labios.<br />
Cerró el cajón y caminó hacía su armario, lo abrió, y echó un vistazo<br />
hacia abajo a su cesta de la ropa sucia. Como había pensado, ella no había lavado<br />
lo que había llevado puesto hoy. Un par de bragas desapareció en su bolsillo. —<br />
Quid pro quo ♥ , ka-lyrra —, murmuró suavemente. — Tú tienes un pedazo de mí;<br />
yo obtengo un pedazo de ti.<br />
Cerró la puerta del armario y apartó la mirada de ella otra vez. Su<br />
cuerpo estaba apremiantemente duro debido a una lujuria tan intensa que el<br />
mero deseo de ella era algo que saborear. Todos sus sentidos estaban<br />
inflamados, y sentía de repente cosas, que, si es que alguna vez las sintió,<br />
entonces las había olvidado hace mucho.<br />
Por Danu, pensó, inspirando bruscamente, se sentía vivo. Vibrantemente,<br />
intensamente, quizás uno podría decir... apasionadamente vivo. Las más simples<br />
experiencias eran de pronto sabrosas, tan ricas en matices y complejidades.<br />
Simplemente la elección de su ropa cada mañana en Saks contenía nuevas y<br />
fascinantes posibilidades, cuando las seleccionaba buscando su reacción,<br />
aprendiendo lo que a ella le gustaba ver en él. Lo que hacia a sus ojos<br />
agrandarse, sus pupilas dilatarse, sus labios separarse apenas un poco.<br />
<strong>El</strong> cuero. A ella definitivamente le gustaba el cuero.<br />
Sabía lo que le gustaría que vistiera ella, una vez que hubiese suavizado<br />
esa erizada columna suya.<br />
Nada.<br />
Sus pezones duros y mojados. Reluciendo al pasar su lengua. Su trasero<br />
desnudo ahuecado en sus manos cuando la levantase hacia su boca. Aquel mismo<br />
trasero vuelto y alzado para -<br />
Un gruñido quedo se creó en su garganta. Apretando los dientes, se<br />
obligó a alejarse de su cama. Aún no.<br />
♥ expresión que tiene el sentido de ‘una cosa por otra’, en latín en el original.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Pronto ella entendería que él no era lo que ella pensaba de él. Que había<br />
mucho más en Adam Black que lo que el sangriento, blasfemo y tonto libro del<br />
Sin sireche Du afirmaba. Había pasado varias horas hoy reescribiéndolo,<br />
tachando capítulos enteros, simplemente arrancando otras páginas e insertando<br />
nuevas.<br />
Se le ocurrió cuando se deslizó fuera de su habitación, suponiendo que<br />
Circenn nunca regresara, que seducir a Gabrielle O'Callaghan no podría ser una<br />
manera mala de pasar su vida mortal.<br />
Al menos hasta que Aoibhal volviese por él y le hiciese inmortal otra vez.<br />
Antes de marcharse, apagó su despertador. No tenía ninguna intención<br />
de dejarla ir a trabajar mañana.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 9<br />
— ¡Mantente alejado! ¡No me toques!<br />
Gabby se despertó de golpe, muerta de miedo, gateando hacia atrás,<br />
aplastándose contra la cabecera de su cama, los ojos desorbitados.<br />
Adam permaneció unos pasos alejados, una ceja oscura arqueada y una<br />
bandeja balanceándose en su mano. — Tranquila, ka-lyrra, te traje el desayuno.<br />
Estaba por colocarlo en el borde de la cama y sacudirte para despertarte<br />
Gabby presionó su pecho con una mano, tratando de disminuir los<br />
fuertes latidos de su corazón. — ¡Me asustaste! No te me acerques a<br />
hurtadillas. ¿Qué haces en mi habitación? Sal de mi habitación.<br />
— No me acerqué a hurtadillas. Dije —buenos días— tres veces. Más<br />
fuerte cada vez. Prácticamente grité la última vez. Duermes como los muertos,<br />
irlandesa. Tranquila. ¿Cuántas veces tengo que decirte que no voy a hacerte<br />
daño? Si lo hubiera querido, ya lo habría hecho —. Apoyó la bandeja en el borde<br />
de la cama y levantó una taza, ofreciéndosela. — Café express doble. He notado<br />
que te gusta darte una buena patada al hígado para despertarte en las mañanas<br />
—. Sonrió perezosamente. Sensualmente.<br />
Gabby parpadeó lentamente. La vida no era justa. Su corazón había<br />
empezado a calmarse, pero ahora corría nuevamente, por razones totalmente<br />
distintas.<br />
Allí estaba Adam Black, alrededor de seis pies y medio de elegante y<br />
duro cuerpo, usando nada más que un descolorido vaquero, colgando suavemente<br />
de sus caderas, brazaletes de oro y un collar. Los vaqueros le daban la<br />
apariencia de hombre moderno, pero los brazaletes y la pieza que llevaba en el<br />
cuello unidos a sus extraños ojos de dos colores, le recordaron que él era un ser<br />
cuyos orígenes precedían a Cristo. Probablemente por miles de años.<br />
Probablemente incluso precedía en fechas a la tumba de Newgrange ♥ . Para el<br />
caso, probablemente él la había construido.<br />
♥ <strong>El</strong> pasaje funerario de Newgrange es la reliquia prehistórica más espléndida de Irlanda, pues<br />
además de su extraordinaria estructura está repleto de magníficas tallas en la roca. La tumba,<br />
saqueada y en estado ruinoso, fue descubierta en 1699.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Y, oh, él le quitaba el aliento. Sus anchos hombros y su duro pecho<br />
estaban pecaminosamente esculpidos, sus abdominales marcados y magros. Tenía<br />
aquellas líneas gemelas de músculos bajando por sus costillas, que conducían<br />
directamente a su ingle, desapareciendo en esos vaqueros de tiro bajo,<br />
anunciando el hecho de que él sin duda podría mover la ingle durante horas sin<br />
parar y de modos que podrían hacer a una mujer quejarse de éxtasis.<br />
Y todo eso cubierto de aquella exquisita y aterciopelada piel dorada de<br />
las hadas. <strong>El</strong>la cerró sus manos en pequeños puños, combatiendo el insoportable<br />
impulso de robarse aquella eternamente negada sensación táctil de hadas.<br />
Saber que él la dejaría acariciarlo, que, de hecho, él se quitaría esos<br />
jeans en un latido de corazón y extendería ese cuerpo sobre el suyo y se<br />
impulsaría dentro de ella, hacía todo esto mucho más difícil. Con un esfuerzo<br />
inmenso, arrastró su mirada hasta su cara.<br />
Pero mirar su cara no era mejor. Su pelo era una cascada de seda<br />
enredada durante el sueño de medianoche, sus ojos estaban medio despiertos,<br />
sensualmente entrecerrados. Su cara sin afeitar, salpicada de barba negra; era<br />
hermoso, —peligroso casi hasta el límite—, —sexy temprano por la mañana—<br />
— Exactamente, ¿cuántos años tienes? —, preguntó gruñonamente,<br />
tratando de colocarlo nuevamente en la perspectiva de un ser inhumano. Él<br />
parecía como de treinta, con diminutas y débiles líneas de risa en las esquinas<br />
de sus ojos.<br />
Él se encogió de hombros — En algún lugar, entre cinco y seis mil años.<br />
Es un poco difícil seguir la pista cuando uno se traslada en el tiempo con la<br />
frecuencia que yo lo hago. Aoibheal está cerca de los sesenta mil. Soy un simple<br />
niño para los estándares de mi raza.<br />
— Ya veo —. Uh. Definitivamente inhumano. Desafortunadamente,<br />
descubrir su edad no parecía disminuir en lo más mínimo su atracción por él. De<br />
hecho, parecía que de alguna manera, perversamente, la aumentaba.<br />
Él agitó una mano sobre la bandeja de desayuno. — ¿Un croissant quizás?<br />
¿No? ¿Y un poco de fruta? —. Le ofreció un tazón de fresas frescas, mangos y<br />
kiwi. — ¿No estás hambrienta? Yo me despierto muerto de hambre —. Él sonaba<br />
un poco ofendido por esto.<br />
Oh, de acuerdo, estaba hambrienta. Desafortunadamente, la única cosa<br />
en su cuarto que ella quería comer era a él.<br />
Repentinamente tenía catorce años nuevamente. Y ahí estaba él, su<br />
cuento de hadas, en su habitación, nada más y nada menos que sirviéndole el<br />
desayuno en la cama. Su mirada se clavó en el collar dorado y ella tuvo que<br />
preguntar. — ¿De todos modos, qué eres tú? —, preguntó irritada.<br />
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Él ladeó su cabeza. — Soy un Tuatha de Danaan —. Las cejas oscuras se<br />
unieron en un ceño fruncido. — Sabes eso —.<br />
— Quise decir —, aclaró ella malhumoradamente, — tu torque.<br />
— Ah —. Aquellas oblicuas cejas se relajaron. — Soy el último príncipe<br />
de la Casa D'Jai.<br />
— ¿P-p-p-príncipe? —, escupió ella.<br />
— Sí —. Sus ojos se estrecharon. — ¿Algún problema con eso?<br />
Gabby no confió en sí misma para hablar.<br />
— No soy elitista, si eso es lo que te preocupa. Duermo con plebeyas<br />
todo el tiempo —. Una sonrisa débil, provocativa.<br />
— Apostaría que lo haces —, refunfuñó ella, — pero no con ésta.<br />
— Todavía no —, concordó él, mucho más suavemente para su consuelo.<br />
— Y yo no soy una plebeya. Ya no tenemos ese tipo de divisiones.<br />
— Realmente —, él estuvo de acuerdo con ella nuevamente, — eso es<br />
verdad. No eres una plebeya —. Él se dejó caer a los pies de la cama y metió<br />
una pierna bajo la otra, sentándose con las piernas cruzadas.<br />
— ¿Qué quieres decir? —, preguntó nerviosa, mirándolo detenidamente.<br />
Se preparó para que él intentara algo, pero no hizo ningún movimiento hacia ella,<br />
sólo se sentó perfectamente tranquilo en el borde de su delicada cama, en su<br />
adornada y femenina habitación: un gigante oscuro, rodeado de almohadas de<br />
encaje y un cubrecamas bordado de seda, y todas esas cosas de mujer que<br />
hacían que se viera mucho más masculino.<br />
— Bebe tu café y te lo diré —, la sobornó<br />
Una horrible sospecha la asaltó. — ¿Por qué te importa si lo bebo?<br />
¿Tiene drogas o algo?<br />
Él puso los ojos en blanco, levantó la taza, tomó varios sorbos y luego se<br />
la devolvió. — Por supuesto que no, Irlandesa. Solamente quiero que tu día<br />
comience bien. Quiero que estés contenta.<br />
— Sí, claro.<br />
Pero el aroma a café fresco provocó sus fosas nasales, y algo dentro de<br />
ella suspiró enormemente y capituló sin más argumentos. Tomó la taza y bebió a<br />
sorbos. Divino. Caliente, oscuro y dulce, justo como le gustaba. Él había acertado<br />
hasta en la cantidad de azúcar. Cuando él miró afuera, durante un momento, por<br />
la ventana, ella giró la taza a donde él había bebido, y cerró su boca en el borde.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Café en la cama -¿cuándo alguien le había traído el café? Nunca, eso<br />
significaba ese cuándo. Y exactamente como a ella le gustaba y exactamente con<br />
lo que comía en el desayuno. Un croissant y frutas, así podía justificar todo el<br />
azúcar que tendía a comer el resto del día, por no mencionar su debilidad por las<br />
patatas francesas ahogadas en queso. Y los conejos Skyline. Y todo aquello que<br />
iba directo a sus caderas. Pero si tenía una comida sana en la mañana de cada<br />
día, se sentía bien con ella misma por el resto del día.<br />
— De acuerdo, ¿cómo es que no soy una plebeya? —. Él había picado su<br />
curiosidad. Aquí había un hombre, er, hada, que sabía más sobre la historia que<br />
cualquier persona viva, y por experiencia de primera mano. ¿Qué podría decirle<br />
sobre sus antepasados?<br />
— Eres una Sidhe-seer: Mucho tiempo atrás, en la antigua Irlanda,<br />
miles de años antes del nacimiento de tu Cristo, ellos eran apreciados entre los<br />
humanos y tratados como realeza, pues sólo ellos podían proteger a las personas<br />
de los Invisibles. Los más poderosos guerreros en la tierra competían en<br />
torneos por el privilegio de obtener en matrimonio a una Sidhe-seer. Un buen<br />
número de hombres murió tratando de ganar a una doncella. <strong>El</strong>las no aceptaban a<br />
nadie, ni aún a los reyes humanos, en tan alta consideración se tenía. Una Sidheseer<br />
vivía en la confortabilidad más lujosa, y a cambio de su protección era<br />
protegida y cuidada por su gente todos los días de su vida.<br />
Increíble, pensó Gabby, cuán distinto de su vida. <strong>El</strong>la –que pasó tan<br />
malos momentos tratando de conservar un novio- una vez habría sido disputada<br />
por guerreros. No habría sido considerada un fenómeno sino valorada por su<br />
maldición. En vez de ser ridiculizada o llevada a un loquero si alguien se<br />
enteraba, habría sido respetada, nacida en una familia cuya fortuna habría sido<br />
mejorada gracias a tenerla. Nacida de una madre que habría estado orgullosa de<br />
ella.<br />
— Incluso ahora continúas la tradición —, dijo él suavemente.<br />
— ¿Qué quieres decir?<br />
— Los Sidhe-seers también son brehons: protectores de su gente.<br />
Aunque la ley humana se haya convertido en una cosa extraña, en efecto es lo<br />
que elegiste como tu trabajo en la vida. La sangre manda.<br />
Gabby guardó silencio un momento, bebiendo su café a sorbos y<br />
mirándolo sobre el borde.<br />
Se está acercando, O’Callaghan, le advirtió una suave voz interior.<br />
No, no lo está, replicó ellanciosamente. ¿Qué daño hay en tomar un café<br />
y hablar de historia con él? No tenía a nadie con quien hablar sobre hadas desde<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
que la Abuela murió. Cuatro años era mucho tiempo. No se había dado cuenta<br />
cuánto lo extrañaba.<br />
Así es como te está seduciendo.<br />
Difícilmente. Ni siquiera ha tratado de besarme de nuevo. Casi<br />
comenzaba a preguntarse por qué no. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que<br />
había volado su puerta? ¿Dos días? ¿Tres? ¿Cuatro? Cielos, había empezado a<br />
perder la noción del tiempo.<br />
Pero lo está haciendo deliberadamente, para pasar desapercibido.<br />
Gabby sacudió bruscamente la cabeza, echando a la voz paranoica. Sus<br />
defensas estaban bien. La baqueta recta y totalmente erguida. Tenía el control.<br />
La cafeína comenzaba a correr por sus venas, calmándola. Era acogedor estar<br />
metida en la cama y conversar. — Cuéntame más sobre mis ancestros —, dijo,<br />
agarrando un croissant.<br />
* * *<br />
Gabby permaneció bajo la ducha sintiéndose deliciosamente relajada. Lo<br />
había ganado esta mañana y planeaba usar hasta la última gota de agua caliente<br />
en ella misma. Hizo espuma, se exfolió y afeitó hasta que su piel estuvo sedosa,<br />
suave y absolutamente tocable (no es que planeara dejar que alguien la tocara o<br />
algo así)<br />
Era sábado, y como generalmente trabajaba todo el día los sábados,<br />
decidió no hacerlo. No por él, no tenía nada que ver con Adam Black. Se acababa<br />
de dar cuenta que era tarde para enviar un mensaje a su jefe. Era tiempo de<br />
que ella dejara claro que no era su esclava personal ni iba a sacrificar sus fines<br />
de semana por él.<br />
Por lo tanto la investigación Rollins no iba a estar lista. Y si él tenía<br />
problemas con eso, entonces que la despidiera. Sabía que no lo haría. Los<br />
pasantes eran esclavos del trabajo y eran baratos. Y aunque no fuera tan<br />
brillantemente persuasiva como un hada de miles de años de edad, todavía<br />
ganaba un dulce ochenta y dos por ciento de los litigios que presentaba. No, no<br />
la despediría.<br />
Una brehon, pensó, enjabonando con shampoo su cabello. Adam le había<br />
contado mucho sobre la Antigua ley irlandesa, regalándole cuento tras cuento<br />
sobre sus experiencias y conocimientos acerca de los antiguos celtas. Casi<br />
sentía como si hubiera pasado la mañana en otro tiempo.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Él era, admitió a regañadientes, fascinante. Poseedor de un seco y<br />
normalmente negro sentido del humor, era una verdadera fuente de información<br />
sobre prácticamente todo y todos.<br />
Quizás, filosofó, sus ojos entrecerrándose pensativamente, si ella<br />
pasaba más tiempo con él, lo persuadiría para que le contara más sobre sí mismo,<br />
y de ese modo ella encontraría una debilidad de la que podría sacar provecho,<br />
una vulnerabilidad que podría usar para su ventaja.<br />
Cuanto más tiempo pasas con él, más oportunidades le das para que te<br />
seduzca.<br />
Sí, bueno, realmente no alcanzaba a ver otras opciones. Él se había<br />
instalado en su casa. La más negra hada estaba jugando a las casitas con ella, y<br />
estaba bastante segura de que no se marcharía pronto, a menos que ella pudiera<br />
encontrar la manera de hacer que se fuera.<br />
Gabby mantén a tus amigos cerca, decía siempre la Abuela, pero a tus<br />
enemigos más cerca aún.<br />
* * *<br />
— Entonces, ¿qué hiciste que te trajo tantos problemas con tu reina?<br />
Cuando entró en la cocina, Gabby emprendió, sin preámbulos, su nuevo<br />
plan. Él estaba parado en el fregadero comiendo los restos de la Maisonette.<br />
Adam se tragó el último mordisco frío de filete de solomillo y se encogió de<br />
hombros. Cristo, esto de tener que comer cinco, seis y hasta siete veces al día<br />
para mantener su cuerpo funcionando en la máxima eficiencia era absurdamente<br />
consumidor de tiempo. Sin embargo, era placentero, el sentimiento de hambre y<br />
su saciedad. Saborear cada bocado estaba realzado en la forma humana del<br />
mismo modo que la lujuria. De hecho, todas las sensaciones humanas eran mucho<br />
más intensas que las de un Tuatha de Danaan. Apenas parecía justo. Había<br />
algunas cosas de ser un humano que iba a extrañar cuando fuera inmortal<br />
nuevamente. — Irrelevante, Ka-lyrra —, se evadió.<br />
De todas las cosas que ella podría haber preguntado, esa era la única<br />
cosa sobre la que no quería hablar. Incluso después de todos estos meses,<br />
todavía no estaba seguro de porqué había hecho lo que había hecho. Había<br />
sabido que Aoibheal tendría que castigarlo. Había sabido que esto la empujaría<br />
demasiado lejos. Había sabido que desafiándola, cuestionando su autoridad<br />
frente a toda la Corte y el Alto Consejo, la forzaría a pedirle cuentas en formas<br />
mucho más severas de lo que había hecho antes.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Y sin embargo, lo había hecho.<br />
No había excusas para él. Dageus MacKeltar claramente había desafiado<br />
su sagradísima confianza y merecía ser castigado. Él había roto el Pacto entre<br />
sus razas usando el poder de viajar en el tiempo de las piedras estáticas de<br />
Escocia por razones personales –salvar la vida de su hermano gemelo- una acción<br />
imputable por cualquier medio que la reina eligiera.<br />
Y ella había elegido, por pedido del Consejo, someterlo a la prueba de<br />
sangre, lo que significaba que los Cazadores serían enviados a matar a aquellos<br />
cercanos a él, y si él usara incluso la más mínima cantidad de la magia prohibida<br />
para salvarlos, los Cazadores llevarían a cabo la destrucción del clan Keltar<br />
desde el siglo dieciséis en adelante.<br />
Durante mucho tiempo los MacKeltar preservaron la paz entre sus razas,<br />
honrando el Pacto y llevando a cabo las festividades de Iinbolc, Beltane,<br />
Lughnassadh y Samhain, que mantuvieron intactos los muros entre el reino de<br />
los Hombres y el de las Hadas. Ahora estaban a punto de ser destruidos por<br />
romper el antiguo tratado.<br />
Y algo dentro de Adam había alcanzado a su estúpida cabeza y había<br />
abierto su boca, y la siguiente cosa que supo es que había estado regateando por<br />
la vida del mortal a cualquier costo. Irreverentemente, irrespetuosamente,<br />
apostándolo todo.<br />
Había estado espiando al clan MacKeltar por milenios; el edicto de la<br />
Reina prohibiendo que cualquier Tuatha de Danaan se acercara a menos de mil<br />
leguas de los MacKeltar en las exuberantes Highlands de Escocia, sólo lo había<br />
tentado más (y como siempre, ella le había dado libertad de acción; no le había<br />
gustado, pero lo había tolerado).<br />
Había estado observando a la pequeña y brillante física Gwen Cassidy en<br />
sus viajes por el tiempo hasta que se había enamorado de Drustan MacKeltar.<br />
Había espiado a la sensual, ecléctica, y no-muy-ética-cuando-vio-los-artefactos<br />
Chloe Zanders, hasta que había perdido su corazón por Dageus, pese a que el<br />
gemelo menor MacKeltar era poseído por las malas almas de trece Druidas<br />
oscuros al mismo tiempo.<br />
Y la idea de verlos morir a todos lo había llenado de una inquietud oscura<br />
semejante a una que no había sentido desde el noveno siglo.<br />
Di tu precio, había dicho con tranquilidad a Aoibheal.<br />
Y luego, cuando Dageus MacKeltar había estado muriendo, ella lo había<br />
dicho. Y Adam había posado sus manos sobre el corazón del mortal dándole de<br />
su esencia inmortal para devolverlo a la vida. Había pensado que la merma<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
temporal de su fuerza y poder inmortal, que lo hubiera dejado débil por siglos,<br />
eran su precio, pero ella había ido más lejos y lo hizo humano, débil, y maldijo.<br />
— Entonces, ¿qué te hace estar tan seguro de que ella te perdonará? —,<br />
preguntó Gabby, arrancándolo de sus pensamientos.<br />
Se encogió de hombros otra vez. — Siempre lo hace. Además, ella no<br />
podría aguantar la eternidad sin mí.<br />
<strong>El</strong>la bufó y sacudió la cabeza. — Oh, ya veo. Continúo olvidando lo<br />
irresistible que eres.<br />
— No lo haces —, dijo rápidamente, lanzándole una sonrisa. — Veo la<br />
forma en que me miras.<br />
— Lo que no entiendo —, continuó rápidamente, sus mejillas<br />
sonrojándose débilmente, — es por qué no hablas con alguna de las otras hadas<br />
que andan por ahí. ¿<strong>El</strong> feth fiada no funciona con ellas, verdad? ¿O tampoco<br />
quieren ayudarte?<br />
Por un momento Adam estuvo tan atónito que creyó no haber escuchado<br />
bien. — ¿Qué-otras-hadas-andan-por-ahí? —, enunció fuertemente cada palabra.<br />
Seguramente Aoibheal no le había quitado eso también. ¿O si? ¿Lo había hecho<br />
incapaz de percibir a su especie? <strong>El</strong> feth fiada sólo no le habría hecho eso a él.<br />
Hacía al portador invisible, pero no hacía invisible cualquier otra cosa al<br />
portador.<br />
<strong>El</strong>los ya no son de tu misma clase, una voz interior le recordó. Eres<br />
humano. <strong>El</strong>los son Tuatha de Danaan, y la gente — excepto los Sidhe-Seer — no<br />
puede ver a las hadas.<br />
¡Diablos, podía ser tan estúpido a veces!. Había pensado que la razón por<br />
la que no había visto a otros de su tipo era porque ella les había prohibido que lo<br />
espiaran. Pero no, era porque lo había hecho completamente humano.<br />
Lo habían estado vigilando todo el tiempo, sin duda, infinitamente<br />
divertidos por su humillación. — Dije, ¿qué otras hadas?—, rechinó.<br />
Gabby parpadeó por su tono. — Todas ellas. Cualquiera de ellas. Hay<br />
muchísimas —, se interrumpió abruptamente. Oh, Dios mío, ¿no lo sabías,<br />
verdad?<br />
— ¿Cuántos Thuata de Dannan hay en la ciudad, además de mí? —, gruñó.<br />
<strong>El</strong>la retrocedió. — Bueno, en verdad, sólo unos cuantos, apenas media<br />
docena, y ahora que lo pienso, quizás no tantos. No he visto a ninguno en toda la<br />
semana, lo que tiene sentido porque uno de ellos dijo, tiempo atrás, que estaban<br />
planeando partir.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
La mano de él salió disparada y se cerró sobre su brazo. — No me<br />
mientas, Sidhe-seer.<br />
— Me niego —, estalló Gabby. — No voy a, repito — ni en el más absurdo<br />
de los casos— voy a hablar con uno de ellos para ti. <strong>El</strong> infierno se congelará<br />
antes. Ni siquiera estamos hablando de una media-hada como ese Circenn con el<br />
que querías que hablara. Estas son de trato verdadero, hadas con el poder de<br />
convocar a los Cazadores. Hadas de ojos iridiscentes, sin alma, mortíferas.<br />
La sonrisa de él era fría. Había salido nuevamente con la cosa de —sin<br />
alma— ¿Qué pasaba con las mujeres y su obsesión con las almas? ¿No podían<br />
encontrar algo más con qué obsesionarse? Como el espectacular sexo que él les<br />
podía dar, el dinero, la fama, la realización completa de cada uno de sus deseos,<br />
cualquier cosa que desearan. Pero no, querían almas, almas, almas.<br />
— De acuerdo. Niégate. Simplemente caminaré hablándote en lugares<br />
públicos hasta que uno de ellos se de cuenta de que me puedes ver. ¿Cuántos<br />
dijiste que ‘andan por ah’? ¿Eran ‘muchísimas’? ¿En la esquina de cada calle, tal<br />
vez? ¿Cuánto tiempo crees que me llevaría enloquecerte? ¿Un día? ¿Dos? ¿Una<br />
semana? De la manera en que lo veo, tienes dos opciones: acceder a ayudarme y<br />
asegurar mi protección — y juro que haré todo lo posible por mantenerte a<br />
salvo—, o negarte y ser revelada frente a todas las hadas. Y si eliges esto, no<br />
levantaré un maldito dedo para ayudarte, Gabrielle. Así que elige bien.<br />
— No harás eso. Me necesitas. Me…. –<br />
— Encontraré otra Sidhe-seer. No tengo dudas de que hay más por ahí<br />
—, dijo gruñendo. Sabía que ya no la estaba seduciendo, estaba completamente,<br />
en el campo de batalla, pero la furia tenía el mismo efecto en su cuerpo que la<br />
lujuria, lo hacía primitivo. No sería burlado por los de su misma especie, espiado<br />
y humillado por los de su propia raza. Y con —su falta de alma— que<br />
sarcásticamente repicaba en sus orejas, ya no estaba de ánimos para jugar al<br />
seductor encantador. ¿Pensaba que él era oscuro? Aún no había visto ni un<br />
pálido gris. De hecho, hasta ahora, había visto a un níveo Adam Black.<br />
Además, era cuestión de tiempo el que ella fuera descubierta. Habían<br />
venido a espiarlo, a verlo como humano y humillarlo, y estaba sorprendido de que<br />
no la hubieran descubierto. Deben estar manteniendo un poco de distancia,<br />
quizás inseguros de por cuánto tiempo la Reina mantendría su castigo, y<br />
temerosos de estar demasiado cerca, en caso de que, repentinamente,<br />
recobrara su poder. Y deben estarlo, pensó cruelmente. — ¿Entonces? —.<br />
Preguntó — ¿Qué será, irlandesa?<br />
— Necesito pensarlo —, dijo suavemente.<br />
— Tienes una hora.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 10<br />
Bien, ese había sido el plan de más corta vida en la historia, pensó Gabby<br />
malhumorada, cuando se paseó de acá para allá a través de su dormitorio,<br />
echando periódicamente un vistazo al reloj que devoraba los preciosos minutos<br />
con su ávido tictac.<br />
Seguro —ella iba a aprender sobre él, atrayéndole para revelar sus<br />
debilidades—. Un grupo de dos preguntas en su impresionantemente experta<br />
interrogación, totalmente sacada de lugar por su comentario acerca del modo en<br />
que ella le miraba, para darse cuenta tardíamente de que él no lo había sabido.<br />
No había contado con ninguna pista de que la ciudad estaba poblada con otras<br />
hadas. Había asumido que él era demasiado orgulloso para pedirles ayuda, o que<br />
ellos habían rechazado ayudarle. Nunca se le habría ocurrido que él no podía<br />
verlos.<br />
<strong>El</strong>la continuó escarbando en su interior con más profundidad.<br />
Y él tenía razón. No tomaría mucho tiempo, tal como había amenazado,<br />
para que él la hiciese salir de entre las sombras. Simplemente andando por la<br />
calle con él al lado, podía desenmascararla frente a cualquier Fae que mirase.<br />
Podría ayudarle voluntariamente, esperando que él realmente la<br />
protegiese (y que de algún modo, él pudiese salvarla de la formidable Aoibheal),<br />
o se negarse y ser abandonada a otro Fae, el cual, ella sabía, no levantaría ni un<br />
solo dedo para ayudarla. Al menos de este modo ella tenía la esperanza de<br />
conseguir que un hada le debiese algo, si eso contaba algo entre las hadas.<br />
Más vale diablo conocido que santo por conocer, era otro de los adagios<br />
favoritos de la Abuela.<br />
— Apenas —. Refunfuñó.<br />
Soplando el flequillo de sus ojos con un frustrado aliento, se giró y se<br />
paseó hacia la ventana. Apoyando sus codos en el alfeizar, permaneció con la<br />
mirada fija y ciega afuera, los ojos entrecerrados, pensando con fuerza.<br />
Él había estado furioso. Hasta ahora, cada emoción aparente que él<br />
había mostrado desde la primera vez que le había encontrado, ella<br />
instantáneamente la había descontado como imitación, mero engaño, parte de su<br />
calculada seducción.<br />
Pero lo que ella acababa de ver había parecido demasiado real. Intenso,<br />
muy sentido, y genuino.<br />
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No había visto sólo cólera, sino orgullo herido, y algo más, algo más<br />
profundo que había parecido destellar involuntariamente por sus ojos cuando<br />
ella le había echo su comentario acerca de —hadas de ojos iridiscentes, sin<br />
alma, mortales. —<br />
¿Era posible, se preguntó, pasmada por la noción, que desde que él<br />
estaba en un cuerpo humano él realmente experimentaba las emociones<br />
humanas? ¿Todas las emociones que ella había pensado que había visto habían<br />
sido verdaderas no falseadas?<br />
No tenía ni idea de lo que era posible y no posible cuando un hada estaba<br />
en forma humana. <strong>El</strong>la nunca había tropezado accidentalmente con nada como<br />
esto en los Libros de las O’Callaghan. Y – ella echó un vistazo al reloj otra vezdudaba<br />
de que él le diese cualquier tiempo extra para realizar un poco de<br />
investigación.<br />
Sólo podía rezar para él estuviera sintiendo, y sintiendo lo suficiente<br />
como para hacerle mantener su palabra de protegerla, porque, lamentablemente,<br />
su espalda estaba contra la pared.<br />
Black.<br />
Le gustase o no — y no le gustaba — iba a tener que ayudar a Adam<br />
* * *<br />
— Bien, lo haré, pero tenemos que discutir los términos —, dijo<br />
rotundamente cuando volvió caminado a la cocina.<br />
Él se había duchado y se había vestido mientras ella había estado<br />
caminando en su cuarto y otra vez iba vestido de cuero y sexy como todo lo que<br />
se ponía, las largas piernas extendidas, las botas apoyadas en la mesa de la<br />
cocina, sus brazos doblados detrás de su cabeza. Ya no parecía enojado, sino<br />
que estaba otra vez tranquila, casi perezosamente, a gusto.<br />
— Una sabia decisión, ka-lyrra —, su oscura mirada la barrió de pies a<br />
cabeza, una caricia palpable, erótica, que le recordó que, no importando cuán en<br />
contra de él estuviera, su traicionero cuerpo estaba totalmente a favor. Él<br />
inclino su cabeza regiamente. — Estoy contento de que me ayudes, y<br />
considerare tus términos.<br />
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<strong>El</strong>la se encrespó con su comportamiento principesco pero rechazó su<br />
cebo. Sus términos eran desesperados. — Primero, solo me acercaré a un Fae<br />
solitario. Me revelaré solamente a tu especie para lo que tengo que hacer.<br />
Él negó con la cabeza. — Tú no encontraras a un Fae solitario. ¿Has visto<br />
alguno de ellos que anduviese solo por tu ciudad?<br />
Gabby pensó en ello por un momento. Ahora que él lo mencionaba, no, no<br />
había visto a ninguno solo. <strong>El</strong>los estaban siempre en grupos, o al menos en pareja.<br />
Incluso el que había caminado entre ella y Marian Temple, arruinando el trabajo<br />
de sus sueños, sólo se había separado de un grupito al cual se reincorporó<br />
cuando siguieron moviéndose.<br />
— ¿Por qué es así? —. Sus cejas se unieron en un ceño fruncido. Había<br />
tanto que no entendía acerca de las Fae.<br />
— Los Tuatha Dé no andan por el reino humano solos. Realmente no<br />
andan mucho solos por ninguna parte. Sólo un granuja ocasional entre los Fae<br />
haría eso.<br />
— ¿Cómo tú?<br />
— Si. A la mayor parte de los de mi especie no les gusta la soledad. No<br />
se debe confiar en aquellos que andan solos.<br />
— Cierto —, dijo ella secamente.<br />
— Excepto por mi —, enmendó él, con una débil y despreocupada<br />
sonrisa.<br />
— Me acercaré a un par, no más. La exposición mínima es mi objetivo.<br />
— Entendido.<br />
— Y garantizarás no solo mi seguridad respecto a los de tu especie, sino<br />
la de mis futuros hijos. Debes prometerme que puedo vivir el resto de mi vida<br />
en paz, a salvo de ser atrapada por los Fae, o de cualquiera que desee tomarme.<br />
¿Puedes hacer eso?<br />
— Si.<br />
— ¿Cómo? —, bufó.<br />
Otro vistazo perezoso, una apreciativa mirada hacia abajo, luego hacia<br />
arriba, de su cuerpo. — Tendrás que confiar en mi, ka-lyrra. Todo lo que puedo<br />
darte es mi palabra. Y aunque dudes de mí, una vez dada, es inviolable. Es por<br />
eso que mi palabra no es tan fácil de dar. Pero tú lo dudas. Como lo has dudado<br />
desde el día en que nos encontramos.<br />
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<strong>El</strong>la supuso que eso era todo lo que iba a tener. Cualquier cosa que ella<br />
hiciera a partir de ese momento en adelante iba a requerir un salto de fe en<br />
alguna dirección. Suspiró profundamente. — Bien. Pero debes entender esto,<br />
primero, sé como es de estúpido tomarle la palabra a un sin siriche du, pero no<br />
tengo ninguna otra opción; y segundo, si no la conservas, haré que tu existencia<br />
sea un vivo infierno de cualquier forma posible, y si soy asesinada de alguna<br />
manera, regresaré como un fantasma y te rondare. Por toda la eternidad. Y si<br />
piensas que no podría, no sabes lo principal de las mujeres O’Callaghan.<br />
Persistimos. Nunca nos rendimos —. Bien, su madre lo había hecho, se enmendó<br />
oscuramente, pero ella no incluía a su madre.<br />
Él sonrió débil, amargamente. Su negativa a confiar en él le irritaba. Él<br />
podía engañar un poco, atenerse a la desinformación y evadirse de vez en<br />
cuando, pero en aquellas raras ocasiones en que daba su palabra él la mantenía.<br />
— Ven, ka-lyrra, puedes amenazarme y difamarme mientras examinamos<br />
el lugar.<br />
Cuando él se levantó y se acercó hacia ella, extendiendo su mano, ella dio<br />
marcha atrás precipitadamente.<br />
— Yo no puedo hacer esa cosa de desaparecer que tú haces —. Estaba<br />
firmemente en el campo del doctor McCoy cuando vino el transportador<br />
Enterprise a su habitación. No habría ninguna radiante Gabby O’Callaghan<br />
arriba, abajo, o en ninguna parte.<br />
A ella le gustaban sus pies firmemente plantados en la tierra.<br />
Él arqueó una ceja. — ¿Por qué no?<br />
— No tengo ningún deseo de ser… lo que sea que uno tenga que hacer,<br />
para ser… trasladado… por donde quiera que tú vayas —, dijo ella. — No gracias.<br />
Me quedare aquí en mi mundo.<br />
<strong>El</strong> se encogió de hombros. — Conduciremos entonces —. Él agitó su mano<br />
hacia la puerta trasera, gesticulando para que lo siguiera.<br />
La curva juguetona de sus labios junto con su capitulación<br />
extrañanamente veloz la debería haber advertido.<br />
<strong>El</strong>la abrió la puerta, dio un paso fuera sobre el sobresaliente peldaño, y<br />
se congeló. Él se detuvo detrás de ella, pero sólo apenas, apresándola con su<br />
gran cuerpo. ¿Estaba su barbilla raspando la parte superior de su cabeza, su<br />
mandíbula sin afeitar contra su pelo?<br />
<strong>El</strong>la inspiró profundamente lentamente varias veces, y luego, — De<br />
acuerdo, ¿Qué le sucedió a mi coche?—<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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— Ese es tu coche. —<br />
— Puedo no saber mucho de ninguna cosa últimamente —, se quejó, —<br />
pero sé lo que conduzco. Conduzco un Toyota que esta a punto de desmoronarse.<br />
Uno asquerosamente polvoriento y azul. Con mucha herrumbre y sin antena y ese<br />
no es mi coche.<br />
— Corrijamos. Solías conducir un a punto de desmoronarse Toyota, A.A.<br />
¿Acababan sus labios de acariciar su pelo? <strong>El</strong>la tembló, y aunque tenía un<br />
mejor criterio para preguntar, lo hizo de todos modos. – Bien, me lo trajiste,<br />
¿Qué es A.A.?<br />
— Antes de Adam. Después de Adam, tú conduces un BMW. Cuido de lo<br />
que es mío. Ese Toyota no era seguro.<br />
Imaginó que la arrogante bestia se definiría a si misma como el<br />
amanecer de una época. — No soy tuya, esto tampoco, y no puedes ir por hay<br />
robando...<br />
— No lo hice. Llené todo el papeleo por mí mismo. Y había una cantidad<br />
ridícula de papeleo. ¿Qué pasa con la humanidad y el papeleo? ¿Tienen tanto<br />
tiempo que pueden permitirse malgastarlo? Nosotros tenemos todo el tiempo<br />
del mundo, y no lo malgastaremos con el papeleo. Ahora eres de todos los modos<br />
posibles la propietaria legal de ese coche. Y nadie podrá demostrar otra cosa.<br />
Los féth fiada tenemos muchas ventajas, Gabrielle.<br />
— No conduciré un coche robado —, protestó cuando el pasó una mano<br />
alrededor de ella, ofreciéndole las llaves.<br />
— No es robado —, repitió el paciente, suavemente, cerca de su oído. —<br />
De acuerdo a los archivos del distribuidor, fue pagado en su totalidad. <strong>El</strong>los no<br />
lo aceptarían incluso si tratases de devolverlo. Y si rehúsas conducirlo, ¿debo<br />
asumir que eso significa que has cambiado de opinión sobre mi manera de viajar?<br />
Cuando su otra mano comenzó a resbalar alrededor de su cintura, su<br />
cuerpo rozando contra el de ella, ya no había forma de confundir su gruesa<br />
protuberancia, apretando contra sus vaqueros. Cielos, ¿esa cosa nunca<br />
disminuía? <strong>El</strong> resto de él podría ser mortal, pero su inmortal erección<br />
seguramente no disminuiría hasta haber conseguido un memorable. Arrebatando<br />
las llaves de su mano, ella se alejó.<br />
Mordisqueando su labio, ella fulminó con la mirada el lugar donde<br />
solamente anoche había estado su pequeño Corolla desvencijado. En su lugar<br />
había un BMW completamente nuevo. Y si no estaba equivocada, era uno de<br />
aquellos deportivos descapotables. Era rojo. Y brillante. Tenía todos los<br />
accesorios y todo. Y era un descapotable.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Yo cuido de lo que es mío, había dicho él. Y una parte puramente<br />
femenina en ella había sentido un temblor que era más delicioso que glacial.<br />
Oh, si, ella se iría al infierno sin mucha resistencia. ♥<br />
Pero tan así, con tan poca resistencia, pensó con desanimo, era<br />
terriblemente agradable.<br />
* * *<br />
Darroc.<br />
— Cincinnati —, dijo Mael, apareciendo repentinamente al lado de<br />
— ¿Qué? ¿Le has encontrado? —. Darroc giró, sobresaltado. Él no había<br />
esperado tal veloz desarrollo.<br />
— Si. Por lo visto el busca a su hijo mestizo allí.<br />
— ¿Estas seguro de eso?<br />
— No he ido a la ciudad humana yo mismo, pero Callan le vio allí sólo hace<br />
unos días. Él había sentido la presencia de muchos Tuatha Dé tamizando aquella<br />
dimensión y se había preguntado por ello. Confirmó que Adam está allí. Y que no<br />
puede vernos en absoluto.<br />
Darroc sonrió. <strong>El</strong> poder que un Tuatha Dé usaba cuando tamizaba<br />
dimensiones dejaba un residuo que otro Tuatha Dé podía sentir. Aunque<br />
impreciso, aunque se dispersara rápidamente con el paso del tiempo, el residuo,<br />
cuando era fresco, podría ser rastreado en un área general.<br />
— Excelente, Mael. Lo has hecho bien.<br />
Adam Black iba a morir. Y Darroc iba a mirar. Él ordenaría a los<br />
cazadores que fuesen despacio, que golpearan primero solo para herir…<br />
* * *<br />
Su falta de resistencia era, para ser precisa, un BMW Alpina<br />
Roadster V8.<br />
♥ en el original, she was going to hell in a handbasket, es una frase compuesta que no tiene una<br />
traducción exacta en castellano.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Completo con asientos de cuero climatizados, sistema de navegación,<br />
equipo de música Harman Kardon, un teléfono manos libres, y un motor que<br />
simplemente ronroneaba, de avanzada tecnología.<br />
Gabby condujo la máquina último modela hacia el garaje del<br />
estacionamiento bajo la Plaza Fountain, encontrando una plaza de<br />
estacionamiento, y lo aparcó allí con un suspiro de genuino alivio. Una de las<br />
cosas buenas acerca de su Corolla era que ella nunca había tenido miedo de<br />
poderlo estropear; no se habría visto muy diferente si lo hubiera hecho.<br />
Tampoco se había preocupado por tener una multa por exceso de velocidad,<br />
porque a menos que pillase un viento de cola en serio, tenía suerte de alcanzar<br />
los sesenta kilómetros por hora en él.<br />
Pero esta cosa; oh, este coche era casi tan peligroso como el hada que lo<br />
había robado.<br />
Desabrochando su cinturón de seguridad, se puso el bolso sobre su<br />
hombro, salió del coche, esperó impacientemente mientras él se desenredaba<br />
(ese coche deportivo descapotable no era un lugar donde entrar de manera fácil<br />
para un hombre de su masa muscular), luego presionó el botón pequeño en el<br />
llavero para conectar la alarma.<br />
Cuando se deslizó por primera vez en los lujosos asientos de cuero del<br />
coche de ensueño, había abierto la guantera y maldita fuera si no había allí<br />
dentro un pequeño registro, libre de deudas, con su nombre en él.<br />
Y la escritura de venta: $137,85<strong>6.</strong>02.<br />
Sin lugar a dudas, su vida había bajado en picada desde el reino de lo<br />
absurdo a lo ya categóricamente surrealista. <strong>El</strong>la había simplemente conducido<br />
un coche que costaba más que un gran número de hogares de personas. Y ya una<br />
pequeña parte dentro suyo había estado ocupada considerando que, si tenía que<br />
arriesgar su vida, ¿Acaso no tenía derecho a alguna recompensa? ¿Era sólo un<br />
coche, de acuerdo? Y nadie lo sabría nunca. No era como si se lo hubiese<br />
sugerido a alguien. Él lo había hecho solito: ¿Cómo se suponía que ella iba a<br />
lograr convencer a alguien para devolverlo cuando parecía que ella era la<br />
propietaria legal? Y no había multas de infracción por mal estacionamiento en<br />
ese coche. Ninguna multa que pagar. Lo cual dejaba para realizar la interesante<br />
pregunta de: — ¿qué hizo usted con mi coche?—<br />
— Conduce hacia el río Ohio —, dijo él suavemente.<br />
— Oh —. Bien. Nada que no hubiese intentado hacer ella sola una o dos<br />
veces. Parecía como si ella estuviera comprometida ineludiblemente con el BMW<br />
si quería tener trabajo la semana próxima. Asumiendo que sobreviviera al fin de<br />
semana.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Apúrate —, dijo ella, impaciente para seguir con las cosas. No podía<br />
sacudir el espantoso sentimiento de que su vida sólo había empezado su espiral<br />
descendente y las cosas peores estaban por venir.<br />
Luego, salieron desde el oscuro garaje hacia la luz del sol, que los<br />
encegueció momentáneamente y empezaron a caminar hacia la plaza. Gabby<br />
escudriñó las calles ocupadas, buscando hadas. Las aceras estaban rebosando de<br />
personas moviéndose en masa hacia el río en dirección al estadio. Debía haber<br />
un partido de béisbol, decidió ella, torturándose brevemente a sí misma con el<br />
pensamiento de algo normal, cosas placenteras como perritos calientes y<br />
cerveza, y galletas saladas, excursiones familiares, y afilado sonido de la pelota<br />
contra el bat.<br />
Una vez más, las personas estaban haciendo cosas en el exterior,<br />
socializando y divirtiéndose, mientras ella trataba frenéticamente de rectificar<br />
la última debacle de las hadas.<br />
— Sólo una cosa, ¿Qué se supone que tengo que decir cuándo encuentre<br />
uno de los seres? —, preguntó con irritación.<br />
— Cuéntales que me gustaría tener una audiencia con la reina en la<br />
siguiente luna nueva.<br />
— ¿La siguiente luna nueva?— Mirándolo con el ceño fruncido, ella se<br />
detuvo. — ¿Por qué no hoy? ¿Cuándo es la siguiente luna nueva?<br />
Él se encogió de hombros. — La última fue unos cuantos días atrás. Nos<br />
la perdimos —. Al ver su mirada de reproche, él agregó. — <strong>El</strong>la sólo da las<br />
audiencias una vez por el ciclo de la luna mortal.<br />
— Me estás tomando el pelo.<br />
Él lo hacía, pero no iba a admitirlo. Él había imaginado en el coche –<br />
mientras la observaba su mano apretada alrededor del protector de cuero de la<br />
palanca de cambios y mentalmente había substituido su propia palanca,<br />
protegida por un cuero tan parecido que parecía haberse olvidado<br />
completamente de lo que era estar fatigado – que tal vez, podría tener éxito<br />
hoy, y perdería su cuerpo humano.<br />
Se había sentido extraña y demasiado humanamente lleno de pánico. Su<br />
estómago realmente se había sentido nauseabundo y él casi había insistido en<br />
que se devolvieran. Lo único que le había detenido era que sabía que si ella<br />
tuviera la más mínima noción de que él deseaba permanecer como humano era<br />
sólo porque así podría tener relaciones sexuales con ella, ella iría a rogarle a<br />
cada hada que pudiese encontrar que se lo llevara lejos en ese mismo instante.<br />
Y uno de ellos podría hacerlo.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Aoibheal no tenía esa ridícula norma, pero era mejor que no lo supiera su<br />
pequeñita ka-lyrra, ya que podría usarlo en su contra. Él podría decirle a ella,<br />
que les dijera que viniesen a recogerlo la siguiente luna nueva. Él fácilmente la<br />
tendría en la cama mucho antes que eso. Saciaría su curiosidad antes de<br />
reclamar su lugar por derecho.<br />
— No voy a estar pegada a ti hasta entonces —, estaba diciendo ella.<br />
Él sonrió. Por Danu, ella era sexy cuando estaba enojada: sus ojos<br />
centelleando, las ventanas de su nariz llameando, sus pechos subiendo y bajando<br />
con sus furiosas y rápidas respiraciones.<br />
Cuando él no respondió, ella extendió una exasperada mano hacia a un<br />
banco a alguna distancia, en la mitad de la plaza. — Oh, ¿Sólo sentémonos un<br />
rato allí, de acuerdo? Tienden a perder su tiempo paseando por la plaza a veces.<br />
Creo que les gusta observar a las personas, o supongo que las hadas dirían que<br />
observan a los humanos.<br />
Cuando él abrió su boca para disentir, preocupándose de no sentarse<br />
hasta que ella lo hubiera hecho, ella colocó la palma de su mano sobre el pecho<br />
de él y le dio un empujoncito hacia el banco. Era la primera vez que ella le había<br />
tocado por voluntad propio. Y él no se había perdido de la pequeña vacilación<br />
luego de que ella hubo colocado su mano sobre su cuerpo antes de empujar.<br />
Como si ella hubiese saboreado la percepción de su pecho bajo su mano. Sus<br />
barreras estaban cayendo. Fascinante.<br />
— No puedes sentarte aquí conmigo o cada hada que nos vea juntos<br />
sabrá que puedo verte. Quiero escoger ante quién me revelaré —, dijo ella con<br />
los dientes apretados. — Cuando vea los que quiero, te haré una seña.<br />
— Como desees, Gabrielle.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 11<br />
Ya el día estaba avanzado cuando Gabby divisó a un par de Fae a los que<br />
quiso acercarse. Los asistentes al partido de béisbol desde hacía mucho rato se<br />
habían desplazado hacia el centro de la ciudad, tomando sus coches (los Reds<br />
ganaron; había oído los fuegos artificiales), y el sol se había ocultado detrás de<br />
los rascacielos que bordeaban la Plaza Fountain, dorando las paredes de las<br />
murallas llenas de ventanas plateadas, con un color rosa ardiente y lanzando<br />
oblicuas y altas sombras que atravesaban la plaza.<br />
Durante la interminable espera ella se había percatado que los Fae,<br />
ciertamente, lo vigilaban. Muchos aparecieron a lo largo de todo el día. Pero<br />
dado que él estaba sentado allí sin hacer nada, la mayor parte de ellos se había<br />
ido después de un corto rato. <strong>El</strong>la supuso que él no era muy entretenido.<br />
Finalmente, divisó a dos. Los escogió porque no eran tan cegadoramente<br />
bellos como el resto, y ella esperaba, del mismo modo que las personas, que los<br />
menos atractivos no fueran tan...Bien, fueran más accesibles.<br />
Un macho y una hembra, rubios y de ojos brillantes, estaban de pie<br />
cerca del banco donde Adam estaba sentado, sumergidos en su conversación. En<br />
lugar de pasar sobre ellos, ella resolvió unirse con él y ver que pasaba.<br />
— ¿Qué? ¿No has visto a ninguno? —, Adam le preguntó, cuando ella se<br />
acercó.<br />
¿Esa voz ronca y de acento céltico sonaba casi... alegre? <strong>El</strong>la negó con la<br />
cabeza ante la estúpida idea, decidiendo que el sol debía haberle cocido el<br />
cerebro durante la larga y tediosa tarde.<br />
— <strong>El</strong>los están justo allí —, le dijo ella, señalando.<br />
— ¿Dónde? —. Él miró hacia dónde ella apuntaba y masculló una serie de<br />
maldiciones. — Cristo, aún no puedo creer que no los pueda ver. ¿<strong>El</strong>los me están<br />
mirando?<br />
— No por el momento. Y están allí —, le dijo, tratando de enfocar su<br />
mirada, — de pie a aproximadamente diez pies a tu izquierda, a menos de un pie<br />
del cubo de la basura —. <strong>El</strong>la inspiró profundamente, forzándose a sí misma a<br />
acercarse a ellos, cuando repentinamente el hada macho se volvió y la miró.<br />
— Hola —, dijo ella atentamente. — Me gustaría hablar con usted un<br />
momento. Yo Necesito…<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Yo creo que esa nos ve, Aine —, el hada macho habló sobre ella, con un<br />
ceja arrogantemente levantada.<br />
¿Eso? pensó Gabby, las ventanas de su nariz agitándose. ¿La llamaba a<br />
ella eso? <strong>El</strong> nervio. La hiel implacable. <strong>El</strong>la era humana. <strong>El</strong>la tenía un alma. Eso no.<br />
Si alguien era eso, entonces no era ella.<br />
— Oh, esperen un segundo y volverán a ser superiores. Estoy aquí sólo<br />
para pasarles un mensaje. Adam Black quiere que yo les diga…— Gabby<br />
parpadeó y fue tras ellos. Le habían vuelto la espalda y no le estaban prestando<br />
ninguna atención en absoluto, manteniendo una conversación tan baja que ella no<br />
podría oír ni por casualidad.<br />
Luego el hada macho inclinó la cabeza, y repentinamente ambas hadas<br />
desaparecieron. Estaban allí un momento, luego se habían ido.<br />
Exhalando explosivamente. Gabby apretó sus manos dentro de sus<br />
pequeños puños y enfrentó a Adam. — ¿Son todos ustedes tan malditamente<br />
arrogantes?<br />
— ¿Qué quieres decir? ¿Qué están diciendo?<br />
— <strong>El</strong>los no están diciendo nada. Se fueron. Me llamaron —eso—, se<br />
dijeron algo entre ellos, y desaparecieron.<br />
Sus ojos se estrecharon. — Si esto es una especie de truco.<br />
— No lo es —, dijo ella impacientemente. — Lo juro, estaban aquí. Yo<br />
estaba tratando de hablarles, y sólo desaparecieron.<br />
— ¿Cómo lucían ellos? —, le preguntó él.<br />
mujer.<br />
<strong>El</strong>la los describió, agregando que el macho había llamado —Aine— a la<br />
Poniendo los ojos en blanco, él gimió. — La conozco.<br />
— ¿Y?<br />
— <strong>El</strong>la es una princesa de la línea de Aoibheal, la Primera Casa del<br />
D'Anu, y la única cosa real en ella es cuánto dolor en el trasero aguanta. Pero<br />
ella me ayudará. <strong>El</strong>la regresará.<br />
¿Estás seguro?<br />
Él inclinó la cabeza. — Sí, Aine siempre ha tenido un poco de buena<br />
disposición hacia mí. Quizá más que un poco. Realmente —. Dijo con un largo y<br />
sufrido suspiro, —está obsesionada conmigo.<br />
Creído, pensó irritadamente Gabby. Incluso otras hadas no eran inmunes<br />
a su seducción. ¿Qué decía eso acerca de las oportunidades de una mujer<br />
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humana? Debería haber una vacuna contra Adam Black. Y todas las mujeres<br />
deberían recibirla en el nacimiento.<br />
— Siéntate —, dijo él, señalando hacia el banco al lado de él. — No será<br />
muy largo. <strong>El</strong>la estará de regreso. Aine no me rehusaría ninguna cosa.<br />
Gabby comenzó a sentarse, luego se detuvo. Otra hada repentinamente<br />
había aparecido encima de la fuente, sola. Una solitaria. Justamente lo que ella<br />
había estado esperando toda la tarde. Justamente lo que Adam había dicho que<br />
nunca encontraría. — Bien, estabas equivocado —, ella se quejó, sintiéndose<br />
inexplicablemente fastidiada acerca de Aine-Quien-No-Le-Negaría-Nada, —<br />
Porque hay un hada por allí, sola.<br />
Adam se levantó, inspirando agudamente, audiblemente. — ¿Qué?<br />
¿Dónde? No. espera no señales, ka-lyrra. Ni siquiera lo mires otra vez. O a Mí.<br />
Aléjate, dame la espalda, luego dime a qué se parece —. Él siseó.<br />
Gabby lo recorrió con la mirada. <strong>El</strong>la no podría ayudarlo - sonaba tan<br />
alarmado.<br />
— No me mires —, siseó él otra vez suavemente. — Haz como te dije.<br />
Sacudida por la urgencia en su voz. Gabby obedeció, alejándose.<br />
Volviéndose, poniéndose de perfil, apoyó sus manos sobre una pared baja de<br />
piedra que rodeaba un arreglo de arbustos esculpidos y flores y pretendió estar<br />
disfrutando de la vista. Dejando caer su cabello hacia delante para escudar su<br />
cara, ella dijo clara y suavemente, — Es alto. Pelo cobrizo con iluminaciones<br />
doradas. Brazaletes y gargantilla negros. Trae puesto-<br />
ella.<br />
— Ropas blancas y tiene una cicatriz en la cara —, Adam terminó por<br />
— Sí.<br />
— Gabrielle, aléjate de mí en este instante y no mires hacia atrás. Tan<br />
rápido y tan lejos como puedas. Hazlo. Ahora.<br />
Pero, condenaran a la mujer, él debería haber sabido que ella no<br />
obedecería una orden directa otra vez. La primera vez debió haber sido un<br />
evento fortuito; ella obviamente no tenía un hueso obediente y maleable en su<br />
cuerpo.<br />
<strong>El</strong>la miró hacia él, buscando en su cara, sus cejas tensas por la confusión.<br />
¿Y había un poco de preocupación en sus encantadores ojos verdedorados?<br />
¿Preocupación por él? Aunque tuvo el gusto de ver el primer indicio de<br />
tal debilidad, por el momento, eso podría ser su destrucción. <strong>El</strong>la justamente<br />
había descrito a Darroc y, si Darroc ponía sus manos en él en su condición<br />
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actual, pues bien... él no tendría una audiencia con Aoibheal en ningún caso otra<br />
vez. Y si Darroc colocaba sus manos en Gabrielle..., entonces Adam se tensó,<br />
rehusándose a completar el pensamiento. ¡Sangrientos infiernos, no había<br />
anticipado esto! — Vete —, gruñó.<br />
Pero incluso mientras él lo decía, vio el cambio en su cara. <strong>El</strong>la no estaba<br />
ya mirándolo; su mirada se había fijado sobre un punto ligeramente a la derecha<br />
y detrás de él. Su boca había caído abierta, sus ojos se habían puesto<br />
imposiblemente amplios, y su cara estaba blanca sin sangre.<br />
— C-c-c-caz-caz — ella gorjeó.<br />
Adam reaccionó instantáneamente, capaz de pensar en una única cosa<br />
que podría poner esa apariencia en su cara y hacer que su lengua tropezara con<br />
la C.<br />
Cazadores.<br />
— C-c-c —probó otra vez.<br />
Y si hubiera Cazadores en el mismo sitio que Darroc, entonces no habían<br />
venido por ella. Al menos no inicialmente. Había miles de años de mala<br />
disposición entre él y el Antiguo consejero del Alto Concilio, y podía estar<br />
seguro de que el pequeño Darroc disfrutaría más mirando a los Cazadores<br />
desgarrándolo en pedazos mientras él estaba en forma mortal. Luego y sólo<br />
luego él volvería sus atenciones hacia la Sidhe-seer. Y su pequeña ka-lyrra no<br />
tendría ni una posibilidad. En las manos de Darroc, cada cuento de hadas oscuro<br />
y torcido que a ella alguna vez había oído se haría realidad.<br />
Él se lanzó sobre ella.<br />
¡Cristo, estaban rodeados por peligros que él no podía ver! ¿Cómo se<br />
suponía que la protegería? ¿De cualquier manera, de quién había sido la maldita y<br />
estúpida idea?<br />
Mientras cerraba sus manos sobre sus hombros, algo pasó zumbando<br />
junto su brazo con un suave quejido. Arrastrando un brazo alrededor de su<br />
cintura, él se contorsionó y se agachó rápidamente, empujándola dentro del<br />
refugio de su cuerpo, sobresaltándose cuando algo ardió detrás de su hombro.<br />
Cerrando los ojos, él la abrazó fuertemente y cambió de lugar en<br />
dirección general hacia el sur, llevando al límite sus disminuidos poderes para<br />
transportarse lo más lejos posible. Al momento en que él se rematerializó,<br />
instantáneamente desapareció otra vez, sus brazos cerrados alrededor de ella.<br />
La vía del ferrocarril. Desapareció. La tienda de comestibles.<br />
Mantenerse en movimiento. <strong>El</strong> techo de una casa. Desapareció. <strong>El</strong> campo de maíz.<br />
Desapareció. <strong>El</strong> campo de maíz. Desapareció. <strong>El</strong> campo de maíz. Desapareció. <strong>El</strong><br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
campo de maíz. <strong>El</strong> sangriento Medio Oeste. Desapareció. Encima del campanario<br />
de una iglesia sin forma de equilibrarse en la estrecha y resbaladiza cúspide.<br />
Comenzaron a caer, cayendo en picada más allá de cruces y gárgolas, y él<br />
precipitadamente los separó en medio del aire. Él se mantuvo moviéndose, más<br />
rápido y más rápido, sin hacer una pausa para respirar, tratando<br />
desesperadamente de poner tanta distancia como fuera posible entre su<br />
enemigo y su pequeña y demasiado mortal ka-lyrra.<br />
* * *<br />
Gabby estaba segura de que gritaba al máximo de sus pulmones, pero<br />
nada salía.<br />
Los brazos de Adam Black no estaban simplemente apretados<br />
alrededor de su cuerpo, él había logrado envolverse alrededor de ella como un<br />
escudo viviente.<br />
Pero eso no fue lo que hizo que su grito se ahogara. Eso fue porque ella<br />
había estado materializándose y desmaterializándose. Algo así. En un momento<br />
ella existía, y luego no existía, y luego existía otra vez. A ella no le gustó eso ni<br />
un poquito. Cada vez estaba en un lugar diferente. Las tiendas. Los parques de<br />
estacionamiento. Los campos de maíz. Un montón de esos. ¡Repentinamente en la<br />
cumbre de una espiral delgada y puntiaguda de una –ack- iglesia, y cayendo!<br />
Mientras el pavimento se apresuraba a ir a su encuentro, estaban<br />
repentinamente, dichosamente, en alguna otra parte.<br />
Al cabo de un rato, terminó por cerrar los ojos y rezar, intentando, y<br />
vaya que era difícil, no pensar acerca de cualquier cosa, especialmente en que no<br />
estaban tan equivocados los Libros de los Fae acerca de los Cazadores.<br />
Habían sido incluso aun más horrendos en carne y hueso, si era de eso de<br />
lo que estaban hechos, que lo que los Libros de las O'Callaghan decían.<br />
Naturalmente, no había bocetos de ellos, porque cualquier O'Callaghan que los<br />
había visto había sido llevada. La pequeña descripción dada, los asemejaba a una<br />
versión clásica del Diablo, ungulada, alada, y con cuernos. Y ellos lo eran, en<br />
cierto modo, todavía peores. Altos, de piel correosa, con los ojos naranja<br />
encendido como ventanas al infierno, tenían alas, dientes afilados, y garras<br />
largas, letales. Y no estaba segura, pero creyó haber visto una cola. Lo único que<br />
no entendió era por qué, cuándo ellos eran tan obviamente capaces de desgarrar<br />
su presa en tiras con sus manos desnudas… er, los accesorios parecidos a manos,<br />
ellos les habían estado disparando con armas humanas.<br />
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* * *<br />
Cuando finalmente se detuvieron en un sector cubierto de césped.<br />
Gabby no pudo hablar por largos momentos. Estaba, se percató, empapada de la<br />
cabeza a los pies. <strong>El</strong> agua estaba cayendo a borbotones de su pelo, empapándole<br />
la cara. Estaba de pie temblando en sus brazos, reclinándose en la fuerza de su<br />
duro cuerpo, inspirando profundamente una y otra vez.<br />
— ¿Está todo bien, ka-lyrra? —, le dijo cerca de su oído.<br />
— ¿Todo bien? ¿Todo bien? —. Soltándose de su abrazo, ella se giró para<br />
confrontarlo. Sacándose el pelo empapado de su cara, ella gritó.<br />
— ¿Parezco bien? Por supuesto que no estoy bien. ¿Mi vida se cae a<br />
pedazos alrededor de mí y me preguntas si estoy bien?<br />
<strong>El</strong> rimel goteaba debajo de sus mejillas, salpicando su camisa. <strong>El</strong>la se<br />
alejó de él, entrecerrando los ojos. Sus zapatos se deslizaron con el movimiento<br />
y, cuando ella los miró con atención desconcertada, un renacuajo emergió de la<br />
pierna de sus pantalones vaqueros y saltó sobre la tierra.<br />
— ¡Eew! —. <strong>El</strong>la lo apuntó con un dedo estremecido. — Un renacuajo.<br />
¡Tenía un renacuajo en mis pantalones!<br />
— Un renacuajo afortunado —, murmuró él. Y luego, — Cuándo uno<br />
cambia de lugar vertiginosamente, ka-lyrra, se cae sobre cualquier cosa que<br />
ocupe un lugar en el espacio. Lo cuál no es mucho problema si uno también tiene<br />
todos los otros poderes. Pero no es así. Chocamos con un lago en alguna parte<br />
alrededor del brinco noventa y siete. Y, contrario a la creencia popular, no<br />
camino sobre el agua.<br />
Frenéticamente recorriendo con sus manos de arriba abajo sus<br />
empapados vaqueros, tanteando en búsqueda de más bichos, ella siseó. — Oh, te<br />
odio. Te odio —. Tal vez sonaba como una niña haciendo una pataleta, pero<br />
realmente, estaba furiosa, desde que lo había encontrado sólo había tenido<br />
experiencias inquietantes y perturbadoras una tras otra. Había estado apunto<br />
de tener un ataque cardiaco en el campanario de la iglesia. Justo cuando pensó<br />
que se iba a caer de allí, y después de todo, eso no había sido tan horrible como<br />
desaparecer y reaparecer una y otra y otra vez, había estado evitando probar el<br />
agua maloliente, musgosa y llena de peces.<br />
— No lo hagas —, le dijo suavemente.<br />
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— ¡Bebí una parte de ese lago! ¡Podría haberme atragantado con un pez o<br />
una rana o una...una…. una tortuga!<br />
— Es más sabio mantener la boca cerrada mientras nos desplazamos<br />
rápidamente.<br />
<strong>El</strong>la lo atravesó con una fría mirada. — Y ahora me lo dices —. Condenada<br />
hada. Permaneció de pie, sintiéndose como una pordiosera sucia de barro, y él<br />
sólo parecía más bello y mojado, todo terciopelo dorado goteando y brillante, su<br />
cabello hecho una maraña mojada hasta su cintura.<br />
— Ven, Gabrielle —, le dijo, extendiendo su mano, — Debemos<br />
mantenernos en movimiento. <strong>El</strong>los me pueden rastrear porque tengo poca magia.<br />
La estoy usando para desplazarme, pero sólo por los alrededores. Necesitamos<br />
continuar desplazándonos, para mantenernos fuera de su alcance.<br />
— ¿Hay algo más que yo deba saber antes de que desaparezcamos de<br />
nuevo? —. Envolvió sus manos detrás de su espalda para que él no pudiera<br />
agarrarla y desaparecer antes de responder su pregunta. Además, necesitaba un<br />
minuto para prepararse psicológicamente para los próximos momentos de viaje<br />
en una manera que desafiaba todos los conocimientos y las leyes conocidas de la<br />
física.<br />
— Podrías probar besarme. ¿Mejor mi lengua que la de una rana, no? —.<br />
Los oscuros ojos brillaban dorados cuando la alcanzó.<br />
— Una dura competencia —, expresó con un gruñido la mentira, dando<br />
marcha atrás, las manos todavía puestas en su espalda. <strong>El</strong>la miró<br />
significativamente al renacuajo sobre la tierra.<br />
— ¿Qué?<br />
— Llévalo de regreso.<br />
— ¿Estás bromeando verdad? — le dijo incrédulamente.<br />
— ¿Tenemos tiempo?<br />
Él consideró eso. — Sí, pero-<br />
— Entonces, no lo estoy<br />
— Ese lago fue hace tres brincos —, le dijo impaciente.<br />
— Si tú no lo devuelves va a morir, y mientras tú puedes pensar que es<br />
sólo una pequeña y patética cosa con una corta vida que apenas significa algo en<br />
el esquema de las hadas. Apostaré que en el esquema de cosas del renacuajo él<br />
realmente está esperando con ilusión convertirse en una rana. Ahora llévalo de<br />
regreso. Una vida es una vida. No me importa qué tan diminuto un hada<br />
todopoderoso piense que es.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Una ceja oscura se arqueó y él inclinó su cabeza. — Sí, Gabrielle —.<br />
Ahuecando al renacuajo en su enorme mano, y haciendo una pausa para darle<br />
tiempo a ella, él desapareció.<br />
* * *<br />
Mientras él se iba Gabby raspó el musgo lamoso de su bolso (quedó<br />
aturdida al encontrar todavía más sobre su hombro), abrió la cremallera e<br />
inspeccionó los contenidos. Para variar, se alegró de que sólo pudiera permitirse<br />
bolsos baratos -el cuero falso había resultado ser impermeable. Pescando su<br />
polvera de bolsillo, limpió los retazos de su maquillaje y extrajo a la fuerza las<br />
algas de su pelo, reconociendo con tristeza que las cosas eran ahora lo bastante<br />
malas como podían llegar a ser.<br />
No sólo estaba todavía ineludiblemente comprometida con Adam Black,<br />
sino que otras hadas ahora sabían que ella las podía ver, y algún granuja hada –<br />
de acuerdo con Adam, una de aquellas en las que no se podía confiar- también la<br />
había encontrado y había invocado a los Cazadores.<br />
<strong>El</strong>la tembló ante el recuerdo. Un momento había estado mirando a Adam,<br />
tratando de entender porque él parecía tan tenso y urgido, y al siguiente, las<br />
horribles criaturas de sus peores pesadillas se habían materializado por arte de<br />
magia detrás de él.<br />
Y habían tenido armas, lo que ella encontró bastante raro, pero incluso<br />
más extraño, no habían estado disparando – no a ella. Sino a él. ¿Qué era lo que<br />
estaba pasando?<br />
Dándose unas últimas pinceladas de rimel, se quedó quieta. Él no había<br />
sido capaz de verlos. Todo lo que él había podido ver era su cara, y ella sabía qué<br />
tan horrorizada había debido verse. Había sido incapaz de formar una sola<br />
palabra; la sangre en sus venas se había vuelto hielo, congelándola en el lugar. Si<br />
no hubiese sido por Adam, entonces se habría quedado allí, chillando<br />
silenciosamente, impotentemente, hasta que los Cazadores hubieran hecho<br />
cualquier cosa que fuere que hicieran con los Sidhe-Seer. <strong>El</strong>la había intentado<br />
desesperadamente decir —Cazadores— y —armas— pero no habían podido<br />
soltar ni una sílaba.<br />
¿Y qué había hecho él? Lo último que ella había imaginado. Él se había<br />
abalanzado sin titubear para escudarla. Envuelto su poderoso cuerpo alrededor<br />
del de ella. Sabiendo que algo horrible estaba detrás de él. <strong>El</strong> no se<br />
desmaterializó instantáneamente a sí mismo por seguridad. Había usado su<br />
cuerpo mortal y ya no invencible para protegerla. Pudo haberse traslado a si<br />
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mismo a otro sitio y abandonarla, lo cual era exactamente lo que ella esperaba<br />
de un hada de sangre fría.<br />
Él sólo lo hizo porque ahora te necesita aún más. Tiene que protegerte.<br />
Tú eres sus ojos para los enemigos que él no puede ver.<br />
— <strong>El</strong> renacuajo ha sido devuelto a su acuosa casa, ka-lyrra —. Adam se<br />
materializó ante ella. Sacudiéndose como una gran bestia mojada, un montón de<br />
gotitas volaron por todas partes. Él sacudió su oscura cabeza, amortiguando su<br />
expresión seria.<br />
— Todo estará bien, Gabrielle. No dejaré que nadie te lastime. Ni hoy.<br />
Ni nunca.<br />
— Porque ahora me necesitas más que nunca —, dijo ella amargamente. —<br />
Tienes que mantenerme viva.<br />
Él sacudió su cabeza y la miró por un largo momento, midiéndola. — En<br />
caso de que lo hayas olvidado, traté de hacerte partir en el momento en que tú<br />
me hablaste acerca del solitario Tuatha Dé. Dije, para ser preciso, —Aléjate de<br />
mí en este instante y no mires hacia atrás. Aléjate tan rápido como puedas. —<br />
Tú escogiste no prestarme atención. Y siempre podría encontrar otro Sidhe-<br />
Seer, Gabrielle. Yo leí tus libros. En uno de ellos aparece la lista de los nombres<br />
de las ascendencias en Irlanda que tienen la visión. Todas las ascendencias.<br />
— ¿Si? —. Gabby estaba horrorizada. ¿Dónde? ¿Cómo ella no se dio<br />
cuenta? ¿Por qué habían sido puestas por escrito? ¿Oh, por qué no había<br />
quemado alguien esas páginas hacía mucho tiempo?<br />
Él inclinó la cabeza. — En el primer tomo, trazado en una lengua antigua.<br />
Las páginas de nombres. Así como puedes ver, no te necesito. Yo conozco mucho<br />
mejor las maneras humanas que mis enemigos. Fácilmente me podría ocultar lo<br />
suficiente como para rastrear a algún otro.<br />
— ¿Entonces, por qué no lo haces? —, preguntó débilmente.<br />
¿Y cómo sobreviviría ella si él lo hiciese?<br />
— Puse en peligro tu vida. Lo arreglaré.<br />
Gabby se inclinó hacía él. Su voz era firme, y su acento más cortante que<br />
lo usual y si él fuera un hombre normal, entonces ella habría pensado que estaba<br />
furioso consigo mismo por haberla puesto en peligro.<br />
Está bien, que pruebe a llorar a gritos, su adolescente interna le replicó.<br />
Incluso para un príncipe Fae él sonaba furioso consigo mismo por haberla puesto<br />
en peligro ¿Podrías dejarlo tranquilo?<br />
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<strong>El</strong>la se levantó, boquiabierta, una docena de preguntas diferentes<br />
compitiendo en su lengua, pero él negó con la cabeza.<br />
— No ahora. Debemos irnos. Habrá un lugar para hablar muy pronto.<br />
Este no lo es. Ven.<br />
Gabby se quedó de pie, sujetando su bolso firmemente sobre su hombro.<br />
Cuando se movió para llegar a su lado, ella repentinamente notó que el agua que<br />
goteaba bajo su húmeda camisa tenía un tinte rojizo.<br />
— ¿Estás herido? —, exclamó ella, tratando de alcanzar su brazo.<br />
Él se contorsionó con indiferencia. — No es nada.<br />
— Déjame-<br />
— Déjalo. Estoy bien. Lo enjuagué afuera del lago. No es profundo. Ven,<br />
irlandesa. Tu mano. En la mía. Ahora.<br />
Cuando estuvo allí, frunciendo el ceño preocupado, él dijo, — No tengo<br />
intención de expirar antes de volverme otra vez inmortal. Pierde cuidado, si digo<br />
que no tiene ninguna importancia entonces no la tiene —. Él hizo una pausa un<br />
momento, luego añadió suavemente, — Y no debes tener miedo, Gabrielle. Los<br />
destruí.<br />
— ¿Los Cazadores? —, dijo ella inexpresivamente. — No, no lo hiciste.<br />
— Las páginas que nombran los Sidhe-Seer. No deberías hacer las cosas<br />
tan fáciles para mi raza. Pueden ser peligrosos, sin misericordia.<br />
— ¿A diferencia de ti, ese oh-tan-buen-tipo-Adam-Black? —. <strong>El</strong> cáustico<br />
comentario se deslizó de su lengua antes de que ella pudiera detenerlo.<br />
Él le lanzó una impaciente mirada de reproche. — ¿Trata de revisar tus<br />
viejos prejuicios, irlandesa, lo harás? Intenta comprenderme.<br />
De acuerdo, ahora tenía un enredo en la cabeza. La hacía sentir como si<br />
hubiese estado siendo prejuiciosa y mezquina. No era prejuiciosa, estaba<br />
simplemente presentando los hechos, y los hechos eran….<br />
Bien, los hechos eran… er, que ella no estaba completamente segura de<br />
lo que eran los hechos en el momento.<br />
¡Maldita sea! ¿Por qué no podían ser las cosas sólo blancas o negras?<br />
Humano bueno, hada mala. ¡Simple! Eso era con lo que a ella la habían criado.<br />
¿Realmente había él destruido esas páginas que revelaban a todos los<br />
Sidhe-Seers? ¿Por qué? ¿Por qué él haría ese esfuerzo?<br />
Y, ¿por qué él había tan amablemente rescatado al renacuajo? Sin duda<br />
lo había hecho; se había empapado otra vez. Había podido simplemente mentir<br />
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(después de todo, mentir —se suponía — era su segunda naturaleza) y le había<br />
dicho que no tenían tiempo. <strong>El</strong>la le habría creído; no tenía idea de qué cosa eran<br />
capaces los Cazadores.<br />
Y él le había dicho que se alejara en el instante en que ella había<br />
descubierto al hada macho solitario. ¿Realmente había tenido la intención de<br />
despacharla para su propia protección, bajo su propio riesgo?<br />
¿Qué clase de hada haría tales cosas? ¿Un legendario seductor y<br />
engañador?<br />
¿O... el hada decente a mitad de camino? ¿Había tal cosa?<br />
Confusamente, resbaló su mano en la de él.<br />
Su mano grande se tragó la suya, haciéndola sentir delicada y femenina.<br />
<strong>El</strong>la inclinó su cabeza hacía atrás, para contemplar su cara cincelada. Sus ojos<br />
estaban oscuros, su mandíbula apretada. Y él parecía tan pero tan... humano.<br />
Cuando comenzaron a desaparecer, ella se sorprendió al darse cuenta<br />
que, aunque sabía que no estaba a salvo de él, se sentía extrañamente a salvo<br />
con él.<br />
* * *<br />
No se detuvieron otra vez hasta después del anochecer. Realmente,<br />
meditó confusa, se sentía más cerca el amanecer. Había perdido el sentido del<br />
paso del tiempo durante su viaje desmaterializándose a través de distintos<br />
lugares.<br />
Los materializo justo encima de un tren de pasajeros fuera de Louisville,<br />
Kentucky, explicándole que ahora necesitaban viajar por medios humanos por<br />
algún tiempo, para asegurarse que los Fae no los pudieran rastrear.<br />
Asegurándole que los Cazadores estarían enredados por algún tiempo en los<br />
vestigios que él había dejado de su magia detrás.<br />
<strong>El</strong>la estaba otra vez tan cansada que apenas podía funcionar. Cuándo él<br />
la guió a través de los coches hasta que encontraron uno vacío, y tomaron<br />
asiento junto a la ventana y él la puso a su lado, ella se hundió débilmente en el<br />
asiento. Desde que Adam Black había llegado a su vida, su horario de sueño se<br />
había convertido en la broma más grande.<br />
A juzgar por las débiles vetas de naranja y rosado en el horizonte más<br />
allá del cristal, parecía que otra vez había estado casi veinticuatro horas<br />
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despierta y otra vez habían sido algunas de las horas más traumáticas que<br />
alguna vez había soportado en su vida.<br />
Incapaz de encontrar un solo punto de referencia bien fundado al que<br />
aferrarse en la reciente epidemia de acontecimientos antinaturales, resolvió<br />
ocuparse de todo eso más tarde y exhausta de agotamiento, se dejó caer en el<br />
asiento, con la barbilla inclinada hacia su pecho.<br />
Y cuándo él la jaló a través de los asientos, acostándola en posición<br />
horizontal a lo largo de sus largas y musculosas piernas y la rodeó con sus<br />
brazos, ella sólo dio un pequeño suspiro y se acomodó cómodamente contra él.<br />
Sus pantalones vaqueros estaban todavía húmedos, no tenía manta, pero podía<br />
usar el calor del cuerpo.<br />
Calma, esa no era excusa para presionar su mejilla contra su pecho e<br />
inhalar profundamente su olor masculino picante. Lo hizo de todos modos.<br />
— ¿No estarás enamorándote de mí, o si irlandesa? —. Él ronroneó,<br />
sonando divertido.<br />
— Difícilmente —, masculló ella.<br />
— Bien. Me repugnaría pensar que estabas enamorándote de mí.<br />
<strong>El</strong>la lo haría. Oh, Dios mío, sí que lo haría.<br />
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Capítulo 12<br />
Adam cambió de posición con cuidado, tratando de quitar la presión que<br />
sentía en su hombro sin molestar a Gabrielle.<br />
<strong>El</strong>la dormía entre sus brazos. Había permanecido allí durante horas, tan<br />
cómoda como podía. Su rostro, mientras dormía, era dulce, juvenil, inocente y<br />
completamente hermoso para él. Deslizó su dedo hacia abajo por su mejilla,<br />
estudiando los delineados y suaves perfiles, preguntándose de qué estaba hecha<br />
la belleza. Nunca, durante los miles de años que había vivido, lo había<br />
comprendido. Independiente de lo que fuera, ella lo tenía entre la espada y la<br />
pared. Era cálida, terrenal y vibrante, a diferencia de la fría perfección de las<br />
mujeres de su raza. <strong>El</strong>la era un ardiente otoño y truenos en primavera, mientras<br />
que las mujeres Tuatha Dé eran un invierno gris que pasaba sin cesar. <strong>El</strong>la era<br />
precisamente la clase de chica que un <strong>Highlander</strong> podría tomar como esposa; con<br />
la que podías reír, discutir y hacer el amor el resto de tu vida.<br />
Suspiró mientras dormía y se acurrucó más cerca, apoyando su mejilla<br />
contra su pecho. Él comprendió lo que había motivado el repentino cambio en su<br />
comportamiento, lo que había hecho que el cordero cayera agotado contra el<br />
lobo. No era confianza, no, no de su fiera Sidhe-seer (aunque comenzaba a ver<br />
algunos signos de deshielo); las circunstancias la habían conducido a sus brazos.<br />
Hasta última hora de esa tarde ella lo había percibido como su mayor amenaza.<br />
Ahora había una mayor amenaza, y él se convirtió de repente en su único aliado.<br />
No importaba la razón, le gustaba sentirla suave y rindiéndose a su<br />
fuerza. Inconsciente, vulnerable, confiada a su cuidado mientras su mente<br />
vagaba en sueños. Le gustaba muchísimo. Lo suficiente, de hecho, para que a él<br />
— él, que no tenía ninguna paciencia con la incomodidad física — no le importara<br />
levantarse adolorido en cuanto ella se despertara. Por suerte, la bala sólo lo<br />
había rozado, no siendo una amenaza significativa para su cuerpo mortal.<br />
Los Cazadores llevaban armas. Él se frotó la mandíbula y sacudió la<br />
cabeza. Cuando ella le había dicho lo que había visto, durante las pocas pausas<br />
que él les había permitido mientras saltaban de lugar en lugar, él se había<br />
sentido furioso.<br />
Consigo mismo.<br />
Qué tonto había sido. Hace una semana, había pensado que su problema<br />
más apremiante era un caso severo de frustración y aburrimiento. Entonces<br />
había encontrado a Gabrielle, y su problema más apremiante había sido como<br />
seducirla.<br />
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Ahora su problema más apremiante era como infiernos iba a mantenerlos<br />
a ambos vivos.<br />
No se necesitaba de ningún genio Tuatha Dé para comprender porqué los<br />
Cazadores llevaban armas humanas. Ni la presencia de Darroc.<br />
Cuán rápido había olvidado todo lo que había dejado en su mundo al ser<br />
desterrado de ese reino —las complicaciones, las relaciones tensas, las<br />
incesantes intrigas de la corte— mientras había estado retorciéndose hasta el<br />
fondo en su irritación al verse convertido en humano. Qué tonto había sido por<br />
olvidar a Darroc en todo momento. La mala sangre entre él y el más antiguo y<br />
alto Consejero se extendía desde hacía cuatro milenios y medio, a un tiempo<br />
anterior al pacto entre los Fae y el Hombre. A un tiempo anterior a la lanza<br />
mortal y a la espada letal que su raza había traído con ellos de Danu - dos de las<br />
cuatro Santificadas, y las únicas armas capaces de hacer una herida o incluso<br />
matar a un inmortal – y que habían sido retiradas de Faery y escondidas en<br />
secreto. Como recordatorio de aquel día en el que Adam había tomado la espada<br />
y le había cortado la cara a Darroc, dejándole una cicatriz que todavía<br />
ostentaba.<br />
Le gustaría fingir que había tratado de matar a Darroc por una razón<br />
noble, pero la simple verdad era que habían estado luchando por una mujer<br />
mortal. Adam la había visto primero. Pero la reina lo había convocado para<br />
presentarse a la corte por alguna tontería, y Darroc se había hecho con ella<br />
primero. Sabiendo muy bien que Adam la quería.<br />
Darroc la había matado. Había entre su raza quienes creían que la<br />
belleza y la inocencia sólo podían ser realmente saboreadas mediante su<br />
destrucción. Había entre su raza quienes, en aquel tiempo sin ley antes del<br />
pacto, cuando recién habían llegado a este mundo y lo estaban explorando,<br />
cuando aún no se habían instalado, que se habían alimentado como animales<br />
carroñeros de la pasión que podían extraer de un humano durante el sexo, no<br />
preocupándose de si esto mataba al mortal en el proceso. Él había visto lo que<br />
Darroc le había hecho cuando hubo vuelto. Se fue cuando la joven doncella era<br />
toda risa y vibrante vida. Sádicamente destruida y silenciada para siempre. Su<br />
muerte no había sido fácil. Y por ninguna maldita y buena razón. Su asesinato<br />
había sido un acto de violencia amarga e insensata. Adam había hecho su parte<br />
justa en las matanzas en aquel tiempo ilegal, pero por motivos razonables.<br />
Siempre por alguna razón. Nunca por el placer de hacerlo.<br />
<strong>El</strong> odio engendrado entre él y Darroc ese día no había menguado.<br />
Restringido por la reina, bajo la amenaza del castigo extremo (una muerte sin<br />
alma a manos de la reina, nada menos), ellos habían llevado su viciosa batalla al<br />
campo de batalla de la política de la corte. Un campo de batalla en el cual Adam<br />
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había perfeccionado sus poderes de sutileza y seducción, instrumentos que<br />
había utilizado para derrotar a Darroc en muchas ocasiones. <strong>El</strong> Antiguo,<br />
también, había cambiado con el tiempo, perfeccionando una astucia que igualaba<br />
su brutalidad. Mientras Darroc se aseguraba un asiento en el consejo de la<br />
reina, Adam había logrado asegurar su oído de otras maneras. Él y el Antiguo<br />
eran las dos personas más poderosamente persuasivas de la corte, leales a<br />
bandos contrarios, y con Adam lejos... bien, no tenía duda alguna que los<br />
complacientes cortesanos estaban siendo arrastrados a los brazos de él.<br />
¿Cuánto tiempo pasaría, pensó enigmáticamente, antes de que Darroc lograra<br />
poner a alguien en contra de Aoibheal? ¿Era ella consciente del peligro que<br />
había creado expulsando a Adam?<br />
Así que Darroc había tratado de matarlo, reflexionó él. Y con armas de<br />
por medio. ¿Había estado tratando de hacerlo parecer como si Adam se hubiera<br />
cruzado directamente entre el fuego en una disputa de humanos? Conociendo a<br />
Darroc, podría jugar con ventaja una vez que Adam hubiera desaparecido, y la<br />
reina no sería capaz de demostrar nada si el cuerpo de Adam mostraba heridas<br />
hechas por humanos.<br />
Aunque Adam se burlaba de la ley humana, el código Tuatha Dé era<br />
igualmente complicado. Sin una prueba sólida, la reina nunca castigaría a uno de<br />
los suyos. Su número no se había incrementando a lo que habían sido una vez.<br />
Aunque él le había contado una vez a Circenn que era viril en la forma Tuatha<br />
Dé, esa no había sido sino una de las muchas, pero muchas mentiras que le había<br />
contado a su hijo. Pocos de ellos podían engendrar descendientes, y aunque los<br />
Tuatha Dé no morían exactamente, a veces ellos... desaparecían.<br />
Gabrielle se movió entre sus brazos, sacándolo de sus pensamientos.<br />
Cambió de postura, plegando sus rodillas. Acurrucándose más contra su cuerpo.<br />
Entrelazó una de sus piernas entre las de él, acunándose contra su pecho, y él<br />
contuvo un suspiro, estremeciéndose, mientras la generosa y dulce curva de sus<br />
caderas se recostaba contra su miembro. Debido a lo cual estaba, como<br />
siempre, listo y deseoso. Aquella parte de su cuerpo era simplemente<br />
incontrolable, por lo visto funcionaba de acuerdo con una simple ley de la<br />
naturaleza: <strong>El</strong>la existía — tenía una erección—.<br />
Cristo, la deseaba. Forzarla nunca le había parecido una opción atractiva,<br />
si la forzaba no sería mejor que Darroc.<br />
No aceptaría nada menos que su complaciente rendición.<br />
Pero, por todos los infiernos, tenía que ser pronto. Era un simple<br />
humano. Con la conciencia de un Tuatha Dé. O la carencia de ella.<br />
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* * *<br />
Gabby se estiró cautelosamente, tomando cuidadosa nota de cada<br />
músculo de su cuerpo que le dolía.<br />
Podían ser todos.<br />
Se estiró desde la cabeza a los pies, bostezando, sin tener ni idea de<br />
donde se encontraba.<br />
Abrió los ojos cautelosamente.<br />
Adam Black la miraba fijamente, su oscura mirada era insondable.<br />
— Buenos días, ka-lyrra —, ronroneó con una lenta y sexy sonrisa capaz<br />
de pararle el corazón.<br />
— Altamente discutible —, refunfuñó ella. Una mañana cualquiera antes<br />
de haberse encontrado atada a él podía ser una cosa, pero buena no era<br />
precisamente el primer adjetivo que elegiría. ¿Peligrosa? Sí.<br />
¿Interminablemente tentadora? Sí. Accidentada. Quizás hasta fascinante. Pero<br />
no buena.<br />
— Te habría conseguido café pero como estabas recostada encima de<br />
mi, no quise despertarte.<br />
La miró como si estuviera a punto de decir algo más, pero ella no le dio la<br />
posibilidad. ¡Estaba demasiado horrorizada al descubrir que él estaba apoyado<br />
de espaldas a la ventana y ella estaba tumbada sin ninguna clase de inhibición<br />
encima de su enorme y cálido cuerpo, a horcajadas sobre uno de sus poderosos<br />
muslos (con algo duro apretado contra su vientre y en realidad, no quería<br />
imaginar que cosa podía ser tan dura), sus pechos estaban aplastados contra su<br />
pecho, ahhh - ¡y su mano estaba enredada en su pelo! ¡Como si lo hubiera estado<br />
acariciando en sueños! — Lo siento —, le dijo ella rápidamente, desenredándose,<br />
enderezándose, y apartándose de él.<br />
Él se acercó a ella, su mano se cerró alrededor de su muñeca como una<br />
banda de acero. — No tan rápido, irlandesa.<br />
— Déjame. — Gabby se quedó inmóvil. Había logrado alejarse de él y se<br />
incorporó. Pero algo andaba mal. Le llevó un momento comprender qué era.<br />
Alguien más estaba sentado con ella.<br />
Encima de ella.<br />
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Abrió la boca para gritar pero él se la tapó con la mano. Se levantó,<br />
arrastrándola con él, retirándola del asiento. Sosteniéndola fuertemente,<br />
caminó pasillo abajo entre los coches buscando uno que estuviera vacío.<br />
Sólo entonces la soltó.<br />
Con los ojos muy abiertos, ella se apoyó contra el asiento y lo miró<br />
fijamente. Su boca se abrió y se cerró repetidamente.<br />
— Es simple, ka-lyrra. Eso sólo el efecto del féth fiada.<br />
Su lengua se despegó. ¿Qué estás diciendo? —, gimió ella. — ¿Estoy<br />
maldecida también? ¿Permitiste que alguien me maldijera mientras dormía? ¿Es<br />
algo contagioso? —. <strong>El</strong>la lo golpeó en el pecho con el puño. — ¿Cómo pudiste<br />
hacerme esto? ¡Confiaba en ti!<br />
Él arqueó una sesgada y oscura ceja, — ¿Siii? Suponía que yo, el Sin<br />
Siriche Du era tu único enemigo mortal.<br />
— ¡Oooh! No quería decir que confío en ti en cosas importantes, pero<br />
creí que al menos que podía contar contigo en—<br />
— No estás maldecida, Gabrielle —, la tranquilizó él. — Es simplemente<br />
que cuando te toco, la maldición que me afecta te envuelve a ti también. Yo no<br />
sabia realmente como funcionaba hasta que la señora se sentó encima de ti, y<br />
luego fue demasiado tarde.<br />
— Creí que era inmune a eso —, gritó ella.<br />
— Y lo eres. <strong>El</strong> féth fiada no afecta en ti. Pero si funciona sobre ti.<br />
— No quiero esto —. Siseó ella, llevando sus manos a la parte superior de<br />
su cuerpo, cerciorándose de que existía de verdad.<br />
— Como con cualquier otro objeto del reino humano, cuando te toco te<br />
envuelvo en el encantamiento. Te haces invisible y e incorpórea para otras<br />
personas. Hasta que dejo de tocarte. Por lo tanto, cuando estabas sentada allí.<br />
Traté de advertirte pero te apartaste demasiado rápido. Y no me atreví a<br />
liberarte mientras tu espacio estaba siendo ocupado, porque no estaba seguro<br />
de lo hubiera ocurrido de haberlo hecho.<br />
Gabby palideció. — Quieres decir que crees que me hubiera vuelto<br />
corpórea mientras alguien estaba encima de mí... — No pudo terminar de decir lo<br />
que pensaba.<br />
Él asintió con la cabeza. — Que alguien pudiera ser... ehhh, incorpóreo.<br />
Pero de repente dejara de serlo. Parecería magia, donde las cosas aparecen unas<br />
encimas de otras. ¿No sería gracioso? ¿Te imaginas ver la cara de aquella mujer<br />
si de repente apareces encima de ella? A menos que... — reflexionó<br />
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pensativamente, — Con una Sidhe-seer es difícil de predecir; el poder Fae no<br />
funciona de la misma forma a tu alrededor, que es lo que nosotros encontramos<br />
tan inaceptable en los de tu tipo. Quizás en alguna parte puede haber algún<br />
elemento que crea la confusión.<br />
— No creo que esto tenga nada de gracioso en lo absoluto —. Dijo Gabby<br />
bruscamente. — lo he pasado realmente mal allí sentada. Como si fuera un<br />
fantasma o algo así.<br />
Él asintió con la cabeza. — Lo sé.<br />
Sus ojos se estrecharon. — Así que ayúdame a entender esto. ¿Cuándo<br />
me tocas, no puedo ser vista o percibida por la gente?<br />
— Exacto.<br />
— ¿Pero los Fae todavía pueden vernos?<br />
— Exacto.<br />
— Pero cuando me tocas, no soy visible para los demás, pero todavía<br />
puedo sentirlo. Y puedo sentirte. ¿Así que estoy realmente aquí o no?<br />
— Es difícil de explicar, ka-lyrra; no conozco los términos humanos. Tu<br />
raza no posee los significados suficientes como para detallártelo explícitamente<br />
— él se apartó, frunciendo el ceño, buscando las palabras — Bueno, esto se<br />
aproxima mucho, aunque no realmente exacto: un cambio complejo, de un<br />
elemento específico, que cambia dentro de un contenido multidimensional, un...<br />
lo que ustedes llaman —espacio dimensional pero dándole trece dimensiones en<br />
vez de cuatro. Los humanos utilizan términos de simultaneidad y no es un<br />
análisis muy detallado. Tu concepto del universo todavía no es lo bastante<br />
avanzado, aunque tus científicos hayan hecho progresos. Sí, eres real. No, los<br />
humanos no pueden sentirte —. Se encogió de hombros. — <strong>El</strong> féth fiada no<br />
afecta a los animales tampoco. Los gatos y los perros pueden vernos y sentirnos<br />
un poco, que es por lo que a menudo se quedan mirando fijamente lo que<br />
aparentemente es un vacío, siseando o ladrando sin ninguna razón aparente.<br />
— Mmmmm. Ya Veo. ¿Adam?<br />
— ¿Sí?<br />
— Si alguna vez vuelves a dejar que alguien se siente encima de mí en<br />
alguna extravagante dimensión, no tendrás que preocuparte de los Cazadores.<br />
Te mataré yo misma.<br />
Sus ojos oscuros brillaron con diversión. Casi veinte centímetros más<br />
baja que él, y con cincuenta kilos menos, se enfrentaba a él, impávida. Sólo otra<br />
mujer mortal lo había enfrentado de manera similar. Hacía más de mil años, en<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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otro tiempo, en otro mundo, en el siglo nueve, en Escocia. La madre de Circenn,<br />
Morganna: la única mujer a quien él había ofrecido alguna vez la inmortalidad.<br />
Déjame morir, Adam. Te lo imploro, déjame morir, un cargado zumbido<br />
femenino se arremolinaba en su mente.<br />
Él sacudió su cabeza brutalmente, lanzando la voz lejos. Era un recuerdo<br />
que era mejor mantenerlo en tiempos oscuros donde pertenecía.<br />
Atacando sin advertencia, no proporcionándole ninguna posibilidad de<br />
reaccionar, él agarró en un puño la tela de su blusa, tirando de ella para<br />
acercarla, agachó su cabeza, y acarició sus labios contra los suyos. Aunque con<br />
el más ligero de los toques de su boca contra la suya, su miembro aumentaba<br />
dolorosamente contra sus vaqueros y su cuerpo rabiaba pidiendo más, mantuvo<br />
el beso suave.<br />
Simplemente frotando sus labios de acá para allá sobre los de ella, con<br />
un pequeño ronroneo.<br />
La mano que no sostenía su blusa estaba apretaba en un puño a un<br />
costado de él, luchando contara el impulso de aplastarla contra sí, introducir la<br />
lengua en su boca, dejarla caer de espaldas sobre el asiento, bajar sus vaqueros,<br />
y empujar entre sus muslos.<br />
Pero solamente le dio una muestra de su beso. Saboreando la erótica<br />
fricción. Sintiendo sus suaves labios bajo los suyos. Deleitándose con el diminuto<br />
quejido que salía desde el fondo de su garganta.<br />
Entonces le permitió alejarse.<br />
Cuando liberó su blusa del apretón, ella tropezó hacia atrás ligeramente,<br />
pareciendo completamente aturdida, para su entera satisfacción. Su boca<br />
lujuriosa estaba suave, sus ojos verdes dorados parecían temerosos,<br />
confundidos y muy atractivos por la sensual somnolencia. Y sabía que si la<br />
buscaba otra vez, ella no lucharía.<br />
Bien.<br />
Él quería su deseo. Quería que ella se preguntara por qué él no había<br />
tomado más. Quería prepararla para la próxima vez que la desease.<br />
Te quiero hambrienta de mí, ka-lyrra, pensó silenciosamente, te harás<br />
adicta a mí. Seré tanto veneno como tu antídoto, tu veneno y tu única cura.<br />
En voz alta dijo suavemente, — Sí, Gabrielle.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 13<br />
Desembarcaron aquella tarde en Atlanta, Georgia, y se registraron en<br />
un hotel al-estilo-Adam-Black<br />
Sólo por esta noche, dijo, tenían que mantenerse en movimiento. Pero<br />
esta noche se bañarían, descansarían, y comerían comida —verdadera— (por lo<br />
que ella supuso que él se refería a su usual comida: una cena de un restaurante<br />
de cinco estrellas)<br />
Ciertamente tenía un gusto exquisito, pensó Gabby, cuando se secó el<br />
mojado cabello con una mullida toalla y dio un paso fuera de la ducha.<br />
Y al mismo tiempo no tenía absolutamente ningún reparo en ir tomando lo<br />
mejor de lo que quería. <strong>El</strong> cuarto de baño en el que estaba de pie, era casi del<br />
tamaño de su dormitorio en casa y el sueño de un diseñador. Cremoso mármol<br />
veteado de rosa, las instalaciones con adornos de oro, la ducha de mármol con un<br />
banco incorporado que lucía en la parte superior una colección de artículos de<br />
tocador de excelente calidad, así como una decadente y profunda tina de baño.<br />
<strong>El</strong>la resopló, recordando cuan fácilmente él se había —apropiado— de<br />
ese alojamiento de lujo. Ciertamente sabía moverse en el reino de los humanos.<br />
La había dejado esperando en la abovedada entrada del hotel, boquiabierta ante<br />
la abundancia de brillante cristal, el mobiliario antiguo y la elegancia al mas puro<br />
estilo del Viejo Mundo, sintiéndose —a pesar del intento que había hecho en el<br />
tren de refrescarse —, el epítome de la persona sucia, con su ropa mojada,<br />
arrugada y maloliente.<br />
Él caminó con paso seguro hacia la recepción mientras los porteros<br />
seguían de pie, oliéndola a ella con desdén, mientras él se alejaba, imperceptible<br />
para todos, hacia una terminal de un ordenador desocupado.<br />
Unos momentos más tarde había vuelto con reservas impresas en su<br />
mano. Había tomado su brazo (lo que había hecho que los porteros se pusieran<br />
rígidos y parpadearan con desconfianza, mirando hacia el espacio que solo hacía<br />
unos instantes estaba ocupado), y se habían dirigido al elevador y al piso<br />
veintitrés.<br />
Hubiera preferido el penthouse, le había dicho con un aire impreciso de<br />
disculpas, pero estaba ocupado. Este es el segundo en categoría. Si quieres,<br />
podemos ir a un hotel diferente.<br />
Como si ella hubiese visto alojamientos tan exquisitos antes. La suite<br />
tenía tres suntuosas habitaciones, un opulento dormitorio de gran tamaño con<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
espejos ornamentados, sillas lujosamente adornadas de brocado, paredes<br />
decoradas con tapiz de seda, una magnifica y verdadera chimenea, una<br />
habitación con una cama con dosel tamaño king y un comedor con una elegante<br />
mesa y sillas de piel colocadas frente a una pared, con altos ventanales que<br />
daban hacia la ciudad, una sala de estar con un sofá cama de gran tamaño. Una<br />
televisión de plasma, dos bancos en un pequeño espacio, tipo bar y cocineta, y<br />
una pequeña barra.<br />
¿Por qué tuviste que hacer reservaciones? Preguntó ella. ¿Por qué no,<br />
simplemente, entramos a hurtadillas en la habitación?<br />
Si fuera yo solo, lo haría, pero no estaré sosteniendo tu mano por<br />
siempre, —a menos que, por supuesto, tú quieras hacerlo—, había ronroneado<br />
con una sonrisa sexy y un vistazo en dirección a la ducha, es más sencillo de<br />
esta manera, más conveniente para ti.<br />
Él la había empujado hacia el cuarto de baño, le dijo que volvería en una<br />
hora, y luego desapareció. Después de que se hubo ido, sufrió un momentáneo,<br />
casi inmovilizante destello de pánico, como si los Cazadores de algún modo<br />
pudieran lograr encontrarla mientras él estaba fuera, pero se disipó<br />
rápidamente, dejándola asombrada al comprender que realmente confiaba en él<br />
para mantenerla segura, al menos de todo, sino de si mismo.<br />
Después de asaltar el pequeño bar con bocadillos, había echado una<br />
ojeada inquisitiva dentro del cuarto de baño, y empezó a desnudarse ahí mismo,<br />
dejando su ropa sucia en un montón fuera de la puerta. Había estado en la ducha<br />
de mármol durante veinte gloriosos minutos, dejando que el chorro humeante de<br />
vapor, obrara su magia sobre sus músculos apretados y doloridos.<br />
Ahora, envuelta en una bata blanca, suave y gruesa, cortesía del hotel,<br />
dio un paso hacia el dormitorio. Su mirada cayó sobre la cama. La única cama.<br />
Parecía que tendría que dormir en el sofá.<br />
Él la había besado.<br />
De repente y sin previa advertencia. La había sostenido por la blusa, y la<br />
había acercado hacia sí, bajando su boca pecaminosamente sexy hacia la suya. Y<br />
cuando había hecho eso, sus labios se habían separado ligeramente, (de<br />
acuerdo, tal vez ella los había separado un poquito en el último momento)<br />
Había esperado que él tomara ventaja de ello, para empujar su lengua<br />
profundamente dentro de ella y tomarla en un exigente, hambriento, ardiente y<br />
deslizante beso. Había esperado un agresivo asalto sobre sus sentidos. Había<br />
esperado que el beso se intensificara en una ardiente y erótica sesión.<br />
No.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Un casto y diminuto beso. Apenas había sido un beso en absoluto. No era<br />
que lo hubiera invitado a besarla, pero ya que había seguido adelante y había<br />
tomado uno, y ya que ella se había condenado por permitirlo, ¿era demasiado<br />
preguntar por que se había detenido? ¿Ejercer un poquito más de presión?<br />
Pero no, él solo se había quedado allí, de pie, sin tocarla realmente<br />
siquiera, excepto por el hecho que sostenía el cuello de su blusa (y ni siquiera<br />
había tratado de ver una porción de sus senos, mientras su mano estaba en esa<br />
posición ¿Qué clase de hombre renunciaría ante esa oportunidad?) envolviéndola<br />
en esa erótica esencia picante de jazmín y sándalo, rozando sus gruesos y<br />
eróticos labios contra los suyos tan ligeramente que había querido gritar, o<br />
morderlo.<br />
Aquel roce ligero, aquella cosa que apenas merecía ser llamada beso, la<br />
había dejado caliente, dolorida y miserable. Se quedó de pie allí, aturdida,<br />
contemplándole. Sabiendo que debía haber presentado al menos una lucha<br />
simbólica, ¡por el amor de Dios!<br />
Deseando que lo hiciera nuevamente, pero ahora del modo correcto. Y,<br />
maldito fuera, sabía exactamente el efecto que había tenido sobre ella; la pura<br />
satisfacción masculina en sus ojos había sido inconfundible.<br />
Con un pequeño gruñido de irritación, frotó su boca con el dorso de su<br />
mano, y forzó a su mente a alejarse de ese atroz, exasperante y humillante<br />
beso y regresar a lo que había aprendido sobre él, durante el robado almuerzo<br />
del tren.<br />
Que no era mucho. Nadie alguna vez podría acusar a Adam Black de<br />
revelar cosas de más. No le gustaba hablar con los humanos acerca de Faey, o no<br />
le gustaba hablar con ella de eso, y tuvo que presionarlo para que le contara<br />
algo de su persona. Y lo que consiguió, sospechaba, no era más que la punta del<br />
iceberg.<br />
<strong>El</strong> Fae hermoso y marcado, de cobriza cabellera, que había visto era<br />
Darroc, un Antiguo miembro del Alto Consejo y antiguo némesis de Adam. Él<br />
creía que Darroc había armado a los cazadores con armas humanas para hacer<br />
que su muerte pareciera un accidente, como si él inadvertidamente hubiera sido<br />
atrapado en el medio de una balacera de mortales disparos humanos.<br />
Creía que Darroc planeaba un intento de usurpar el poder de la reina y,<br />
como siempre habían estado en bandos opuestos, aprovechaba la oportunidad de<br />
lograr que Adam estuviera fuera de su camino de una vez por todas.<br />
Y esto era en suma, todo lo que había logrado aprender. Él había<br />
rechazado contarle el plan que tenía para salvarlos, todo lo que le dijo fue que<br />
tenía uno. Había rehusado decirle el por qué él y Darroc se despreciaban el uno<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
al otro tan profundamente, aunque cuando había hablado de eso, su profunda<br />
voz se había oído furiosa, obligándola a admitir finalmente que esa parte que le<br />
habían enseñado a creer acerca de los Fae era incorrecta, realmente sentían<br />
emociones.<br />
<strong>El</strong>la no podía negarlo más. La prueba estaba justo allí, delante de sus<br />
ojos, y la brehon dentro suyo no podía ignorar la evidencia, sin importar cuanto<br />
le hubiese gustado hacerlo.<br />
No podía seguirse diciendo que él experimentaba sentimientos porque<br />
estaba en forma y sujeto a la condición humana. No. Adam y Darroc se habían<br />
odiado el uno al otro por milenios, había escuchado en su voz el odio y la<br />
emoción. Fuerte y profunda emoción. Emoción que había experimentado en su<br />
forma de Tuatha Dé.<br />
Los Libros de O'Callaghan claramente decían, tal como la Abuela había<br />
confirmado, que los Fae eran incapaces de sentir cualquier emoción. Grande o<br />
pequeña. Que eran fríos, helados, arrogantes, insensibles. No había allí ninguna<br />
mención de política o contiendas o cualquiera de esas cosas que sonaban tan<br />
humanas y, se daba cuenta ahora, que eso ocurría en Faery; como si los Fae en<br />
realidad se parecieran muchísimo a los humanos. ¿Cómo podían los libros<br />
haberse equivocado tanto?<br />
Caramba, tal vez era porque los libros fueron escritos por los<br />
O'Callaghans que habían escapado de los Fae. Por antepasados que nunca habían<br />
interactuado con uno, nunca habían hablado con uno. ¿Creerías el informe de un<br />
investigador que nunca había entrevistado al sujeto? ¿Presentarías un informe<br />
de —pruebas— tan mal elaborado en un caso? ¡La parte acusadora se divertiría<br />
a lo grande con eso!<br />
Oh, tales pensamientos estaban sacudiendo sus cimientos hasta su<br />
mismo centro, pensó respirando agitada.<br />
Intenta ver las cosas sin tus preconcebidas ideas irlandesas, ¿lo harías?<br />
Había dicho Adam.<br />
Demonios él las estaba arruinando, una por una.<br />
* * *<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Después de secar su pelo, Gabby usó el teléfono del hotel para<br />
comprobar sus mensajes en casa. Su mamá había llamado cuatro veces para<br />
recordarle que había prometido volar a California el próximo fin de semana para<br />
la graduación de su hermanastra, y realmente quería hablar con ella antes.<br />
Gabby suspiró. Apenas conocía a sus hermanastros. De hecho había ido a<br />
California sólo dos veces en los últimos cinco años y no podía entender por qué<br />
era de pronto tan importante para su madre que asistiese a una estúpida<br />
graduación de instituto Pero últimamente su madre parecía utilizar toda clase<br />
de excusas para conseguir que Gabby volase para una visita.<br />
<strong>El</strong>la puede no ser perfecta, pero es la única madre que alguna vez vas a<br />
tener. Tienes que darle una oportunidad, la Abuela se lo había dicho cientos de<br />
veces.<br />
Le di una oportunidad. Nací de ella. Esa fue una oportunidad. <strong>El</strong>la se<br />
marchó.<br />
Gabby, necesitas intentar ver las cosas desde su punto de vista.<br />
No<br />
Sentada en el cuarto del hotel en Atlanta, todavía podía oír la voz de su<br />
madre, en aquellos años, tan claramente como si tuviera siete años nuevamente,<br />
despertando por la necesidad de ir al cuarto de baño, de pie en su camisón en lo<br />
alto de la escalera de la fría casa en la oscura noche invernal, apretando contra<br />
su pecho un andrajoso unicornio relleno, apretujándose contra los barrotes de la<br />
escalera en la oscuridad.<br />
ellos!<br />
¡<strong>El</strong>la está fascinada por ellos! ¡Piensa que son hermosos y quiere vivir con<br />
Es una niña, Jilly. Lo superará.<br />
Entonces, tendrás que ayudarla a superarlo, porque yo no puedo. No<br />
puedo tratar con eso.<br />
Aquella noche, hubiese deseado que su visión fuera un accesorio que<br />
pudiera cortar con un cuchillo, lo hubiera hecho. Quédate, Mamá. Seré buena.<br />
No los veré más. Lo prometo.<br />
Gabby apretó sus ojos con fuerza. Inhalado profundamente, exhalando<br />
despacio.<br />
Entonces le echó un vistazo al reloj y cogió el teléfono. Era la hora de<br />
comer en California; su mamá estaría en el trabajo en Trío’s, el restaurante que<br />
dirigía.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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Marcó el número de la casa, esperando el contestador automático. Dejó<br />
un conciso mensaje explicando que algo había pasado y no sería capaz de asistir<br />
la graduación, pero enviaría un regalo y llamaría en unas semanas. Sintiéndose<br />
culpable, como por lo general se sentía en lo que a su madre concernía, agregó —<br />
Tal vez pueda volar para Navidad este año, ¿de acuerdo?<br />
Asumiendo que todavía estuviera viva.<br />
* * *<br />
Fuera de la habitación. Adam apoyo su espalda contra la puerta,<br />
revolviéndose agitado, impaciente por una ducha, y aun más agitado pensando en<br />
seducir a Gabrielle.<br />
Podían haber dormido en el tren, en un compartimiento de pasajeros con<br />
baño, pero él quería que saboreara la vida que él le podía dar, incluso sin sus<br />
poderes completos. La seducción requería el escenario apropiado, y el lujo<br />
siempre era un escenario espléndido. Además, quería hacer unas pocas —<br />
compras—. La confianza sería difícil de ganar, pero lo podría hacer y comenzaría<br />
a ganársela esta noche con sexo y regalos; aquello era su fuerte, las cosas que<br />
podía darle mejor que cualquier otro hombre.<br />
Él sabía que le había gustado la habitación. Lo había visto en sus ojos.<br />
Había visto también su cautela inmediata cuando su mirada había caído sobre la<br />
única cama. Se había ido un momento para darle la posibilidad de aclimatarse,<br />
deseando que la ducha la hubiera relajado, y hubiera dejado caer la guardia<br />
(tanto alguna vez dejaría caer su guardia) cuando él regresara.<br />
Un vistazo al reloj del pasillo encima de los elevadores le dijo que sería<br />
pronto: cincuenta y dos minutos fuera, le faltaban ocho para entrar.<br />
Aunque estaban convencido de que se encontraban en un lugar seguro; -<br />
ya que a los cuatro Cazadores que Gabby había visto, les sería difícil rastrearlos<br />
en las modernas ciudades, con sus millones de habitantes y confusos olores, y no<br />
podrían cubrir tanto espacio tan pronto - de cualquier modo no quería dejarla<br />
sola.<br />
Ahora estaba examinando el lugar nuevamente – pese al enredo que<br />
había dejado en Kentucky y todo el residuo Fae en Cincinnati- suponía que<br />
tendrían un día de margen, incluso dos, antes de que Darroc llegara a los<br />
alrededores. Lo cual era un riesgo aceptable, ya que a la mañana siguiente se<br />
habrían marchado. Pero esta noche, esta noche robada, sería la primera.<br />
Entonces él pondría en práctica el plan que había formulado en el tren.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Era imperativo ahora que tuviera una audiencia con Aoibheal. <strong>El</strong>la tenía<br />
que ser informada de que Darroc había traído a sus Cazadores del reino<br />
Unseelie, algo no sólo prohibido, sino difícil de hacer, ya que los Cazadores eran<br />
mercenarios de corazón y espléndidamente conservados por Aoibheal a cambio<br />
de poderes y privilegios.<br />
Adam conocía la única cosa que Darroc les podría haber prometido para<br />
alejarlos del servicio de la reina. Era la única cosa que los Cazadores sabían que<br />
Aoibheal nunca les daría, la libertad de su reino de sombra y hielo. Un regreso a<br />
los viejos tiempos.<br />
Lo que significaba que Darroc planeaba una tentativa para derrocar a la<br />
reina. Pronto. Y Adam no tenía duda que, si Darroc llegaba al poder, no sólo el<br />
pacto sería anulado inmediatamente, los Unseelie sería liberados y eso<br />
significaría la guerra entre los reinos. <strong>El</strong> hombre se vería sumergido en la<br />
oscuridad.<br />
Una época como no habían visto en milenios.<br />
Él no podía permitirse perder el tiempo esperando que Circenn<br />
reapareciera. Ya no se trataba de que él buscara una audiencia, simplemente<br />
porque estaba harto de su castigo. La reina estaba en peligro, su Sidhe-seer<br />
estaba en peligro, el futuro de todos los reinos estaba en peligro, y él iba a<br />
tener que obligar a Aoibheal a aparecer.<br />
Cuando lo había hecho humano primero, había jugado con esta idea al<br />
principio, pero había decidido no hacerlo. No sólo había carecido del<br />
intermediario necesario para hacerlo funcionar, sabía que la furia de la reina no<br />
tendría ningún límite si él hiciera una cosa tan inconcebible.<br />
Pero ahora, pensó sombrío, tenía una razón. Faery hacía con precisión lo<br />
que siempre sospechó que ocurriría sin él; se estaba viniendo abajo.<br />
Por la mañana, saldrían con destino a Escocia.<br />
Y allí, en el primer día de agosto, en la fiesta de Lughnassadh ♥ , unos diez<br />
días después de hoy, de una u otra manera, por las buenas o por las malas, Adam<br />
haría lo inconcebible.<br />
Una cosa que ningún otro Tuatha Dé existente había siquiera<br />
considerado hacer alguna vez.<br />
♥ Es la fiesta del dios Celta Lugh, el poeta, identificado con el sol y con mercurio, Lugh es un dios<br />
solar, que algunos mitos identifican como el hijo de Bel, la celebración tiene lugar los primeros diez<br />
días de agosto, fiesta del sol y de la primera cosecha.<br />
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La reina estaría enfurecida al principio, pero al percatarse de por qué lo<br />
había hecho, al descubrir la traición de Darroc, estaría contenta y agradecida.<br />
Rápidamente le devolvería su poder y restauraría su inmortalidad.<br />
Probablemente, ni siquiera tendría que disculparse (por cosas por las que él no<br />
debería disculparse de todos modos). Y todo estaría bien una vez más.<br />
Pero sería mañana temprano cuando considerara tales asuntos. Mañana<br />
pensaría sobre las acciones que lo llevarían a volver a ser inmortal y a recuperar<br />
de sus poderes.<br />
Esta noche; —él echó otro vistazo al reloj—, su oscuro rostro<br />
iluminándose con una sonrisa al ver que la hora completa había pasado; esta<br />
noche estaría tan cerca de ser humano como sólo un hombre podría llegar a ser.<br />
* * *<br />
— ¿Estás lista para ir de compras, ka-lyrra?<br />
Gabby parpadeó y volteó hacia la puerta. Adam estaba de pie en la<br />
entrada de la sala, apoyándose contra el marco de la puerta, llevando puesta<br />
sólo una toalla. Apartó precipitadamente la mirada. Pero fue demasiado tarde; la<br />
imagen quedó grabada en su mente. Húmedo. Su brillante cabello negro echado<br />
hacia atrás sobre su espalda, su pecho magnífico, brazos y piernas poderosas y...<br />
una minúscula toalla. Y levantando la minúscula toalla el eternamente presente<br />
bulto duro alzándose contra la toalla.<br />
Un diminuto suspiro de ensueño escapó de sus labios. Lo ocultó a toda<br />
prisa con una tos.<br />
— No te oí volver —, dijo rígidamente, fijando su mirada en la TV. Había<br />
estado sentada en la sala, cambiando canales, esperando que volviera. Incapaz<br />
siquiera de pensar en volverse a ponerse los vaqueros malolientes de nuevo<br />
sobre su piel limpia, había lavado a mano su ropa en la tina, esperando que<br />
estuvieran secos por la mañana. Ahora, de verdad, que lo lamentaba. Necesitaba<br />
más que una bata entre los dos. Necesitaba una armadura.<br />
Y que hacía él, pensó ella malhumorada. ¿Cómo se atrevía a pasearse,<br />
haciendo alarde de todos esos dorados y masculinos músculos de espléndida<br />
calidad?<br />
— Entré directamente en la ducha.<br />
— Hay otra bata en el baño —, le informó.<br />
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— Lo sé. Rompí la parte posterior cuando intenté ponérmela. ¿Los<br />
hombres no están construidos como yo en tu siglo, verdad?<br />
Oh, por Dios, ni siquiera los dioses griegos están construidos como tú,<br />
pensó con irritación.<br />
— Ven —, repitió, reuniéndose con ella en el sofá y extendiendo su<br />
mano. — Vamos.<br />
Suspirando, ella se puso de pie y se obligó a mirar directamente a su<br />
cara, negándose incluso el más pequeñísimo vistazo sobre su cuerpo.<br />
Su mirada se encontró con la suya, y luego la dejó caer sobre la abertura<br />
de su bata. Mojó sus labios y le dirigió una lenta sonrisa, sus blancos dientes<br />
destellando en su oscuro rostro. La rosada punta de su lengua bailó contra sus<br />
dientes por un momento, sexy e invitando juguetona.<br />
— ¿Qué es lo que vamos a comprar? — . Oh, Dios, pensó con desaliento,<br />
¿se había escuchado su voz tan ronca? ¿Estaba la parte de su cerebro de<br />
catorce años asumiendo el control de sus cuerdas vocales?<br />
— Ropa, a menos que te sea más cómodo continuar con esa bata durante<br />
los próximos días —, dijo con voz sedosa. — Por mi estaría bien.<br />
<strong>El</strong>la limpió su garganta. — Tiendas. Ahora. Vamos.<br />
Él cerró sus manos posesivamente sobre su cintura. Su cabeza oscura se<br />
inclinó hacia ella, y sus labios, a un suspiro de los suyo, diciendo, — ¿Dónde?<br />
¿Gucci? ¿Versace? ¿Macy’s? ¿Qué es lo que quisieras, Gabrielle? ¿Qué puedo<br />
darte? Yo no te negaría nada.<br />
Su toque era abrasador, incluso por encima de la tela de la bata, y ella<br />
podía sentir sus dedos jugando con su cinturón. Olía bien, tan bien, a jabón, a<br />
especias y a hombre sexy. Gabby estaba insoportablemente consciente de su<br />
desnudez bajo la bata. Y de la de él. Su corazón comenzó a palpitar de manera<br />
irregular.<br />
— Macy’s esta bien —, dijo ella precipitadamente.<br />
— ¿Hay algo más que quieras? —, dijo suavemente. — ¿Cualquier cosa?<br />
<strong>El</strong>la cerró los ojos. — Bien, vamos a ver, ¿podrías salir de mi vida y<br />
arreglar todo lo que has echado a perder?<br />
Él se rió y la apretó contra él.<br />
Gabby creyó escuchar un —nunca— justo antes de que ser<br />
transportada. La siguiente cosa de la que se dio cuenta es que estaba de pie, con<br />
bata y los pies desnudos, en la oscuridad, en las oficinas cerradas de Macy’s.<br />
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— ¿Qué hacemos aquí? —, preguntó, mirando fija e inexpresivamente las<br />
docenas de ordenadores y pantallas.<br />
— A no ser que quieras sostener mi mano mientras te pruebas cosas, kalyrra.<br />
Desactivo las cámaras de seguridad, de ese modo no aparecerás en los<br />
videos de seguridad. A mi no me preocupa eso, pero tu sí lo haces.<br />
Cielos, él pensaba en todo, tomando medidas para proteger su futuro,<br />
como si no tuviera ninguna duda de que ella sobreviviría a esta pesadilla y<br />
tendría un futuro. Asumiendo que lo hiciera, la última cosa que querría era ser<br />
atrapada en las cámaras de seguridad de Macy’s. La perspectiva de sobrevivir a<br />
los Fae, sólo para terminar procesada por robo de tiendas, era demasiado<br />
irónica. Por no mencionar el estrago que los antecedentes penales harían con sus<br />
futuros proyectos profesionales.<br />
Unos minutos más tarde, al parecer satisfecho por su trabajo, los llevó a<br />
la parte principal de la tienda. Se sintió aliviada al descubrir que su modo único<br />
de viajar ya no le causaba náuseas.<br />
— Permanece aquí —, dijo, luego desapareció. Regresó en un momento,<br />
sosteniendo dos grandes maletas de cuero en sus manos. De Gucci, nada menos.<br />
— Estaré cerca. Nos vamos a Escocia mañana. Lleva lo que necesites. Y,<br />
Gabrielle, el tiempo es diferente allí; las noches son frías en las Highlands en<br />
esta época del año.<br />
— Es… Es… Es...— tartamudeó, pero él se fue otra vez. ¿Escocia? ¿Las<br />
Highlands? ¿Para qué diablos? Demonios, ¿Qué planeaba? ¿Y por qué no se lo<br />
había dicho? ¿Cómo se atrevía el a arrastrarla por todo el mundo sin decirle sus<br />
planes? Esa era la frase clave —sus planes—. Esta también era su vida.<br />
Estuvo de pie por un momento, perpleja y molesta, luego con una<br />
enérgica sacudida de su cabeza decidió enfocarse en la tarea más próxima. Más<br />
tarde lo confrontaría e insistiría en una completa explicación. Ahora mismo solo<br />
quería más ropa. Rápido. Esos pocos momentos que estuvo en sus brazos,<br />
mientras ambos habían estado casi desnudos habían sido una prueba de<br />
autodisciplina en la que casi había fracasado. Cada onza de su cuerpo había<br />
ansiado derretirse en aquellos fuertes brazos. Pasar su lengua sobre su pecho<br />
musculoso, y sobre ese atractivo abdomen. Quizás incluso resbalar su mano bajo<br />
su toalla y averiguar si realmente estaba tan enorme – Oooooh- ¡Tenía que dejar<br />
de pensar en eso!<br />
Echó un vistazo alrededor, intentando absorber el hecho de que estaba<br />
en Macy’s, después de las horas de venta normales, indetectable, con evidente<br />
carta blanca. Vagamente distante, su conciencia protestó. La hizo callar<br />
razonando que si más tarde aún se sentía culpable, siempre podría enviar una<br />
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donación anónima, y se marchó para explorar todas las modas que nunca había<br />
sido capaz de permitirse.<br />
Al final, sin embargo, esquivó la ropa de alta costura y se conformó con<br />
las cosas que tenían sentido. <strong>El</strong> exclusivo y ceñido vestido de diseñador con los<br />
atractivos zapatos de tacón alto de punta que la hicieron suspirar tan<br />
melancólicamente sólo serían percibidos por él como una invitación, y, realmente,<br />
¿Quién sabía en cuantos lagos mas se mojaría?<br />
Así que puso en su maleta una docena de pantaletas; tres sostenes;<br />
vaqueros; sudaderas para dormir; blusas, calcetines, suéteres; cosméticos y<br />
artículos varios de aseo; dos cinturones - y su única concesión a la tentación -<br />
una magnifica chaqueta de ante revestida de lana, que parecía muy adecuada<br />
para las Highlands.<br />
Pero aparte de aquel único artículo valioso, se mantuvo lejos de los<br />
artículos excesivamente lujosos. <strong>El</strong> lujo estaba bien para un príncipe Fae, pero<br />
¿qué haría ella con un par de botas Gucci de seiscientos dólares? Tendría miedo<br />
de caminar con ellas. Probablemente se tropezaría y se rompería un tobillo o<br />
algo así, y ¿no existía por allí un viejo cuento de hadas sobre unos zapatos<br />
robados que castigaron al ladrón? Sabía mejor que la mayoría de la gente que los<br />
cuentos de hadas tenían un modo retorcido de volverse verdaderos.<br />
Se deslizó en unos vaqueros y se calzó un par de zapatillas. Un par de<br />
resistentes botas de excursión fueron guardadas en su maleta también.<br />
Estuvo lista antes que él. Imagínense. Y cuando él volvió, traía puestos<br />
unos vaqueros con el logo de Armani, una camisa blanca de seda y botas Gucci de<br />
seiscientos dólares.<br />
Así que también… imagínenselo...<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 14<br />
Hacía una semana la cena habría consistido en restos de pizza de tiempo<br />
indeterminado rescatada de su desprovisto refrigerador en casa, sola, pensando<br />
sobre su inexistente vida amorosa.<br />
Esta noche era cena de Bacchanalia ♥ traída vía invisible a una suntuosa<br />
suite, con un compañero de cena que era el ideal de los cuentos de hadas.<br />
Literalmente.<br />
Sentado al otro lado de la elegante mesa tenía un príncipe de hadas alto,<br />
oscuro y vestido de Armani. Gabby se atiborró de langosta sazonada con<br />
mantequilla, pasta, y ensalada, seguida de tarta de queso de chocolate y fresas<br />
con champán.<br />
Divino. Normalmente habría contado las calorías (aún así probablemente<br />
habría comido de todo, pero al menos las habría contado), pero ya que no tenía<br />
forma de saber lo corta que podría ser su vida en aquel momento, no estaba<br />
dispuesta a privarse de nada durante lo que le quedara de ella.<br />
Estaba a punto de abrir la boca para exigir saber detalladamente cual<br />
era el plan, cuando él dijo suavemente:<br />
— ¿Por qué eres todavía virgen, ka-lyrra?<br />
<strong>El</strong>la parpadeó, un instintivo —no es asunto tuyo— saltó a la punta de su<br />
lengua, pero se lo tragó igual de rápido. Quizás si contestara algunas de sus<br />
preguntas, él sería más receptivo a las de ella. Además, él era parte de la razón<br />
por la cual su vida amorosa apestaba, y estaría bien sacarse aquello del pecho.<br />
Obviamente no podía quejarse con sus amigas de la miseria de ser una Sidheseer.<br />
— En caso de que no lo hayas notado. Tengo una gran desventaja.<br />
Sus oscuras cejas se unieron en un ceño y su mirada la recorrió. — Yo no<br />
veo ninguna. ¿Qué tipo de desventaja?<br />
hadas.<br />
<strong>El</strong>la empujó su silla hacia atrás, arropando sus pies bajo ella. — Bah. Veo<br />
— Ah. ¿Y por qué es eso una desventaja?<br />
— Quiero una vida normal. Quiero una vida mediocre, cotidiana, plena.<br />
♥ Famoso restaurante ubicado en la ciudad de Atlanta<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Eso es todo lo que siempre he querido. Un marido, un trabajo que me apasione, y<br />
niños. Quiero un sueño completo, el —Y Fueron Felices Para Siempre— y todo lo<br />
demás.<br />
— Y, ¿cómo dificulta eso el que puedas ver a los miembros de mi raza?<br />
<strong>El</strong>la le dirigió un pequeño suspiro impetuoso. — He tenido dos relaciones<br />
serias en mi vida. Cada vez que llegué al punto en que estaba lista para intimar,<br />
todo en lo que podía pensar era que si me quedaba embarazada, mi niño muy<br />
probablemente también vería Hadas. Con lo que estoy de acuerdo, puedo vivir<br />
con eso. <strong>El</strong> problema es, ¿podría el hombre en mi vida? ¿Le digo que veo un<br />
mundo que él no puede ver? ¿Y que tendré que proteger a nuestros niños de él?<br />
¿Y que él no puede ayudar? O retengo esa información y lidio con ello cuando se<br />
vuelva una cuestión de importancia, y mientras tanto ¿deseo que nunca suceda?<br />
—. <strong>El</strong>la sonrió apenas, amargamente. — Le conté la verdad a mi último novio.<br />
Decidí que era lo que debía hacer, y que si él realmente me amaba, sería capaz<br />
de sobrellevarlo. ¿Sabes qué pasó?<br />
Adam negó con la cabeza, su oscura mirada desconcertantemente fría y<br />
absorta.<br />
— Primero pensó que bromeaba. Entonces cuando seguí intentando hacer<br />
que comprendiera; hasta le mostré los Libros de los Fae; él alucinó<br />
completamente. Cuando no dejé el tema, cuando no le dije que estaba de broma,<br />
cuando mis 'delirios persistieron en manifestarse’, como expresó él de un modo<br />
encantador, me dijo que había estado trabajando demasiado duro y que<br />
necesitaba ayuda profesional. Poco después de eso me dejó. Por correo<br />
electrónico, nada menos, La forma de romper que eligen los débiles y cobardes<br />
llorones. Intenté llamarle, pero no contestaba. Le dejé mensajes, no me los<br />
devolvió; bloqueó mi dirección de correo electrónico; ni siquiera contestaba a la<br />
puerta. Nos conocíamos desde hacía tres años y habíamos estado saliendo<br />
durante la mitad de ellos. Es un estudiante de derecho en mi programa. Una de<br />
mis amigas me dijo la semana pasada que estaba diciéndoles a nuestros amigos<br />
que yo tenía depresión.<br />
— Tú no lo amabas —, dijo Adam rotundamente.<br />
— ¿Qué? —, se sobresaltó ella, preguntándose cómo había llegado a él a<br />
esa conclusión tan rápidamente y de una manera tan práctica.<br />
— No lo amabas. He visto mortales enamorados, afligidos por alguien que<br />
han perdido. Tú no lo haces.<br />
Con una sonrisa débil y sardónica. Gabby le concedió la razón. — Tienes<br />
razón. No estaba perdidamente enamorada de él. Pero me preocupaba por él.<br />
Mucho. Y todavía duele.<br />
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— Lo siento, Gabrielle.<br />
<strong>El</strong>la se encogió de hombros. — No puedo decir que no supiera qué<br />
esperar. Las mujeres O'Callaghan nunca tienen relaciones que terminen bien. Mi<br />
padre dejó a mi madre. Cuando yo tenía cuatro años. Apenas lo recuerdo.<br />
Solamente tengo un recuerdo vago de un hombre con una barba que picaba y una<br />
voz ruidosa y enfadada. La única razón por la cual funciona el segundo<br />
matrimonio de mi madre es porque ella no puede ver hadas y nunca tendría más<br />
niños. Su marido no tiene ningún indicio de que ella sea nada aparte de<br />
perfectamente normal. Y mientras yo me mantenga fuera del panorama, él nunca<br />
lo hará. La Abuela nunca se casó. <strong>El</strong>la se decidió por la parte de los niños de su<br />
sueño. Se quedó embarazada y no se lo contó al padre. Ya no es como antes,<br />
cuando los Sidhe-seer eran reverenciados y los hombres luchaban con sus<br />
propias manos. En mi tiempo, la gente no cree en cosas que no pueden ver. ¿Y<br />
yo? Yo vi mi primera hada, así me dijo la Abuela, cuando tenía tres años. Lo<br />
señalé y le sonreí.<br />
Por suerte, fue la Abuela la que me había sacado en el cochecito aquel<br />
día, porque si lo hubiera hecho mi Madre, ella nunca habría sabido qué veía y<br />
probablemente habría sido atrapada. Entonces fue cuando supieron de seguro<br />
que, aunque la visión había pasado por alto a mi madre, no a mí. No pude dejar la<br />
casa otra vez hasta que tuve diez años. Pasó mucho tiempo hasta que la Abuela<br />
estuvo convencida de que podría salir sin delatarme a mí misma.<br />
Adam se inclinó hacia atrás en su silla, mirándola a través de la mesa. Él<br />
había comenzado aquella conversación con su pregunta sobre por qué ella era<br />
todavía virgen, con la intención de volver su mente hacia el sexo y suavemente<br />
entrar en el terreno de la seducción. Pero ella había terminado alejando su<br />
mente de aquello, hacia pensamientos diferentes sobre ella. Él no había tenido<br />
en cuenta lo que podría significar ser una Sidhe-seer para una mujer —del siglo<br />
veintiuno—.<br />
No era tan diferente de la vida de la vieja bruja en el bosque aislado,<br />
como había pensado. Todavía significaba huir, y no solamente de los Fae, sino de<br />
los su propia raza. Eso significaba una vida de nunca encajar en ninguna parte.<br />
<strong>El</strong>la tenía razón, ¿qué hombre la creería? Y, asumiendo que alguno lo<br />
hiciera, ¿que hombre toleraría tal afrenta a su masculinidad, la incapacidad de<br />
proteger lo que era suyo?<br />
En realidad ella había estado haciendo un valiente intento: sacando una<br />
carrera, teniendo citas, y cuidando de que los Tuatha Dé fueran inconscientes<br />
de su existencia.<br />
Hasta que él había llegado y había reventado su puerta trasera,<br />
delatándola ante los peores habitantes de Faery.<br />
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— Cuando sea inmortal otra vez. Me encargaré de todo por ti, ka-lyrra.<br />
Nunca tendrás que volver a temer nada.<br />
<strong>El</strong>la arrugó su nariz como si dijera —sí, por supuesto—.<br />
— Hablando de eso, ¿cual es tu plan? Si vas a arrastrarme por todas<br />
partes alrededor del mundo, creo que tengo derecho a saber lo que vamos a<br />
hacer.<br />
Él negó con la cabeza. — Cuanto menos conozcas por ahora, más a salvo<br />
estarás. Si por alguna posibilidad te llevan, mi plan puede ser el único modo que<br />
tenga de traerte de vuelta.<br />
<strong>El</strong>la se estremeció, palideciendo. — ¿Te refieres a si los Cazadores me<br />
atrapan, verdad?<br />
Adam asintió. — Sí. <strong>El</strong> conocimiento que no posees no puede ser robado<br />
de tu mente por otro de mi raza. Espera hasta que estemos en Escocia. Te lo<br />
diré allí<br />
<strong>El</strong>la se estremeció otra vez. — Bien. ¿Pero al menos puedes decirme a<br />
que sitio de Escocia vamos?<br />
— A una tierra sagrada, donde aquellos de mi raza tienen prohibido ir. A<br />
la tierra de los MacKeltar. Estaremos a salvo allí.<br />
— ¿Entonces supongo que ya no vamos a intentar encontrar a ese<br />
Circenn Brodie?<br />
Adam la miró atentamente cuando contestó. — Ya no puedo seguir<br />
esperando a que mi hijo reaparezca.<br />
— ¿T-tuu - qué? —, balbuceó ella, mirándolo con expresión de asombro.<br />
— Mi hijo. Circenn es mi hijo.<br />
<strong>El</strong>la se puso rígida en su silla, frunciendo el ceño. — ¿Quieres decir, de<br />
una mujer humana? ¿Es por eso por lo que sólo es mitad-Hada? ¿Tuviste un niño<br />
con una mujer humana?<br />
Él asintió, ocultando su sonrisa detrás de un trago de vino. <strong>El</strong>la sonaba<br />
tanto ofendida como... fascinada de mala gana. Que estuviera fascinada era algo<br />
bueno, muy bueno. Precisamente lo que quería oír.<br />
— ¿Cuándo? ¿Recientemente?<br />
— Hace mucho, ka-lyrra.<br />
— ¿Hace cuánto tiempo? Y deja de hacerme apretar los dientes, Adam.<br />
Contesté a tus preguntas. Si esperas que conteste más, mejor empieza a<br />
contarme.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
<strong>El</strong>la parecía como si estuviera a punto de saltar de la silla, sujetarlo por<br />
los hombros, y sacudirlo. Debía haberla fastidiado más, debería haberla<br />
provocado a ello para tener la excusa de empujarla a sus brazos, pero estaba<br />
demasiado encantado por el hecho de que ella acababa de llamarlo —Adam—.<br />
Aunque había dicho su nombre en otras ocasiones, era la primera vez que lo<br />
usaba casualmente en una conversación. Él había estado esperando a que aquello<br />
sucediera.<br />
Aquello era un hito que revelaba una profunda aceptación hacia él. No<br />
era idiota; sabía que al principio él sólo había sido —un algo— para ella. Luego el<br />
Sin Siriche Du, o el hada negra, y más tarde su nombre completo. Adam Black.<br />
Pero ahora era solamente Adam. Se preguntó si ella tenía idea de que se<br />
acababa de traicionar a sí misma.<br />
— Circenn nació el año 811 d.c. —, le dijo — Vivió en su tiempo hasta<br />
principios del año 1500, cuando encontró a una mujer de tu siglo. Ahora viven en<br />
tu tiempo.<br />
<strong>El</strong>la abrió los ojos como platos. — No creo que quiera saber cómo pasó.<br />
Sólo me daría dolor de cabeza.<br />
<strong>El</strong>la se quedó en silencio un momento y Adam imaginó que casi podía ver<br />
las preguntas zumbar detrás de su mirada verde-dorada mientras ella<br />
reflexionaba qué preguntar a continuación. Se sintió complacido con su elección.<br />
— ¿Entonces eso significa que cualquier niño que tengas será también<br />
inmortal, incluso si son sólo medio-hada? No es que personalmente me preocupe<br />
—, añadió a toda prisa. — Sólo pensaba que podría ser interesante añadirlo a<br />
nuestros libros.<br />
La única persona que agregaría algo a aquellos estúpidos libros sería él;<br />
era momento de que las O'Callaghans aprendieran un par de cosas. — No,<br />
Gabrielle, sólo un Tuatha de sangre pura nace inmortal. Di un elixir a mi hijo<br />
creado por mi raza a través del cual podemos conceder la inmortalidad a la<br />
gente escogida —. <strong>El</strong>la no tenía por qué saber que él lo había hecho sin el<br />
conocimiento o el consentimiento de su hijo. O que Circenn lo había odiado<br />
cuando había averiguado lo que había hecho. Sí, de hecho, había pasado la mayor<br />
parte de los seis siguientes siglos más o menos rechazando hablarle, rechazando<br />
reconocerlo como su padre. Su hijo podría guardar rencor como el mejor de los<br />
inmortales.<br />
— ¿Puedes hacer inmortal a la gente? —, dijo ella débilmente. — Así<br />
como, ¿vivir para siempre?<br />
— Sí. También convertí a su esposa en inmortal.<br />
¿Cuándo había sido? Él había estado viajando alrededor en el tiempo<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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tanto que para él había pasado muchos siglos, pero para ella; ¿tres años<br />
mortales o así? Una sombra distante nubló su mente ante el pensamiento. <strong>El</strong><br />
elixir de vida tenía un efecto en particular desagradable; uno que él no le había<br />
contado, ni a Circenn, ni a Lisa. Los niños mitad hadas nacían con almas (al<br />
parecer media dosis de humanidad era bastante para merecer lo sublime), y<br />
Circenn, con su más que tenaz constitución, tenía unos siglos más antes de que<br />
eso pasara. Tardaba aproximadamente un milenio en afectar a una mitad-hada.<br />
En los humanos puros, por otra parte, como Lisa, sólo tardaba unos años. A Lisa<br />
le quedaba poco tiempo. <strong>El</strong> brillo dorado que la iluminaba pronto se extinguiría,<br />
dejándola tan desprovista de alma como cualquier Fae.<br />
— ¿También hiciste inmortal a la madre de Circenn?<br />
Bruscamente, Adam quiso cambiar de conversación. Levantándose de la<br />
mesa, comenzó a meter en una bolsa los restos. La comida que quedara, la<br />
comerían por la mañana antes de coger el avión. Quería empezar temprano.<br />
—No.<br />
— ¿Entonces está muerta?<br />
— Sí.<br />
— ¿Por qué no le ofreciste...?<br />
— Lo hice —, dijo él con los dientes apretados, cortándola.<br />
— ¿Y?<br />
— Y Morganna no lo aceptó.<br />
—Ah. —. Sus ojos se entrecerraron, luego se ensancharon, como si algo<br />
se le acabara de ocurrir. — ¿Cuándo murió Morganna?<br />
— ¿Qué demonios tiene eso que ver con nada? —, gruñó él.<br />
<strong>El</strong>la lo miró con cautela, pero insistió: — ¿Cuándo?<br />
Adam empujó la última bandeja de pasta en una bolsa. La bolsa se<br />
reventó por la parte inferior. Con irritación, dobló la bolsa de papel por la mitad<br />
y se la puso bajo un brazo.<br />
— En el 847.<br />
<strong>El</strong>la se quedó silenciosa por un largo momento, reflexionando, entonces<br />
dijo: — Por qué ella no...<br />
Él le lanzó una mirada salvaje, los ojos entrecerrados, mostrándole los<br />
dientes. — Suficiente. Mi vida no es un libro abierto de los O'Callaghan, Sidheseer,<br />
para hojearlo como quieras. Y hacer toda clase de malditas y estúpidas<br />
interpretaciones. Los Tuatha Dé no hablan de los asuntos de los Tuatha Dé con<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
—, le dirigió una helada mirada; — simples mortales.<br />
— Bien, —señor simple mortal— —, ella se enfureció en respuesta — tal<br />
vez más vale que te acostumbres a ello, porque te guste o no, necesitas al menos<br />
a uno de nosotros, los simples mortales, para ayudarte a convertirte en esa —<br />
cosa de hada maldita y pretenciosa— otra vez.<br />
Él intentó mantener su helada mirada fija, pero sus labios se curvaron a<br />
pesar de sus esfuerzos y le temblaron con risa silenciosa. — Esa cosa de hada<br />
maldita y pretenciosa —.<br />
Que indigno. ¿Alguna vez había sido llamado así cualquiera de su raza?<br />
Nada intimidaba a la mujer. Nada. — Tú ganas, ka-lyrra. — dijo<br />
secamente.<br />
Mientras juntaba las bolsas y se daba la vuelta para dirigirse a la cocina,<br />
añadió sobre su hombro. — Para que conste, acabo de decirte más de lo que le<br />
he dicho a otro humano en mucho tiempo.<br />
— ¿Cuánto tiempo? —. En el momento en que lo dijo, Gabby quiso darse<br />
de patadas a sí misma. Pero quería saber. Quería conocer a la última mujer... er,<br />
humano, que realmente había conocido bien a Adam Black.<br />
Él se detuvo y se volvió para mirarla.<br />
Cuando su mirada obsidiana se encontró con la suya, Gabby de repente<br />
sintió que se le heló un poco la sangre en las venas. A veces él parecía tan<br />
humano, mientras en otras había una espantosa incongruencia en su cara, como<br />
si algo espantosamente viejo y completamente inhumano la mirara desde detrás<br />
de una máscara de Halloween de un joven rostro humano. Y durante un breve y<br />
extraño momento, tuvo la sensación de que, si de algún modo levantara aquella<br />
máscara, podría encontrar algo demasiado parecido a un... un Cazador bajo ella.<br />
Entonces él hizo un pequeño sonido, un sonido cansado. No un sonido<br />
soñoliento, sino uno inmortalmente cansado. Entonces enlató la comida y volvió a<br />
alejarse.<br />
<strong>El</strong>la oyó la puerta del refrigerador abrirse y cerrarse. Luego silencio. Y<br />
entonces su profunda y rica voz flotó suavemente por la habitación.<br />
— Desde 847, Gabrielle.<br />
* * *<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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Era la una de la mañana cuando Gabby abrió el sofá cama, todavía<br />
meditando sobre lo que Adam le había revelado. No se le había pasado por alto<br />
la importancia de las fechas. Morganna había muerto a mediados del siglo<br />
noveno, había rechazado su oferta de inmortalidad y, justamente alrededor de<br />
aquel tiempo, Adam Black había sido visto no sólo por las O'Callaghans, sino por<br />
muchos otros, desbocado por las Highlands.<br />
¿Por Morganna?<br />
¿Adam Black había montado en cólera cuando la había perdido? Y si era<br />
así, ¿por qué le había permitido morir? Él había sido omnipotente; podría<br />
haberla obligado a vivir, obligarla a tomar su — elixir de vida — (¡lo que era un<br />
concepto alucinante en sí mismo!).<br />
¿Quién era Morganna? ¿Cómo había sido? ¿Por qué lo había rechazado?<br />
¿Cuanto tiempo había pasado Adam con ella? ¿Habría ella vivido su vida entera<br />
con él? ¿Despertado cada mañana con un príncipe Hada a su lado en la cama?<br />
¿Había sido mimada cada día por sus locos excesos, yéndose a dormir saciada<br />
cada noche en sus brazos? ¿Qué había tenido ella de especial que él había<br />
intentado hacerla inmortal?<br />
— Realmente podría odiar a esa mujer —, refunfuñó en voz baja.<br />
Adam Black había tenido una relación con una mujer mortal, había<br />
engendrado un hijo con ella, intentado hacerla vivir para siempre.<br />
Y Gabby se sentía... ah, por amor del cielo, pensó, exasperada, celosa.<br />
Envidiosa de lo que seguía negándose a sí misma, no como Morganna. No,<br />
Morganna había tomado lo que él le había ofrecido, zambulléndose directamente<br />
en ello, aceptado todo ello. <strong>El</strong>la lo había tocado y lo había besado y se había<br />
acostado con él. <strong>El</strong>la había jugado con todo aquel sedoso pelo negro, lo había<br />
sentido recorriendo su cuerpo desnudo. Había probado la piel dorada y<br />
aterciopelada de las hadas, tenido caliente y sofocante sexo de hadas con él.<br />
Incluso llevado su hijo.<br />
Y cuando ella murió, él había asolado las Highlands. ¿En su pena? ¿O<br />
había sido simplemente el mal humor de un niño a quien le negaban su juguete<br />
favorito?<br />
¿A quién le importa? A mí no me importaría ser el juguete favorito del<br />
hombre durante toda una vida, gorjeó una voz adolescente y soñadora. Manda al<br />
infierno todos esos novios que has estado coleccionando. ¿Por qué conformarte<br />
con una vida normal cuando podrías tener una vida plena de cuento de hadas?<br />
— Cállate —, refunfuñó ella — Ya estoy pasando un mal momento sin ti<br />
machacando el asunto. Y ahórrame los juegos de palabras juveniles.<br />
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Frunciendo el ceño, le dio un puñetazo a la almohada, se dejó caer en<br />
ellas, luego sacudió la manta, extendiéndola sobre el sofá cama. Acababa de<br />
arreglarlo cuando él apareció detrás de ella, resbaló sus manos alrededor de su<br />
cintura, y la empujó hacia atrás contra él, sus hombros contra su caja torácica.<br />
<strong>El</strong> calor de su enorme cuerpo la abrasó a través de su ropa y ella pudo saborear<br />
su olor exóticamente picante en cada inspiración que tomó.<br />
— ¿Nunca te lo has preguntado, Gabrielle? —, dijo él suavemente,<br />
colocando su boca cerca de su oído.<br />
— ¿Preguntarme qué? —, consiguió decir ella, quedándose muy, muy<br />
quieta. Él sólo había dejado un diminuto espacio entre la parte inferior de sus<br />
cuerpos, una tentadora, e incitante cantidad de espacio. <strong>El</strong>la no dejaría que su<br />
cuerpo traidor lo acortara. No se permitiría reclinarse en él, buscando con su<br />
trasero aquella dura excitación que él siempre tenía. Comprendió entonces, con<br />
un pequeño sobresalto, que le gustaba que él siempre estuviera duro alrededor<br />
de ella. Se había ido acostumbrando a su incesante seducción. Era algo<br />
embriagador, saber que el Sin Siriche Du estaba tan excitado por ella. Y el<br />
hecho de que así fuera alimentaba su propio deseo. Ser el foco de una lujuria<br />
tan intensa por parte de un hombre hada tan sumamente hermoso era el más<br />
potente de los afrodisíacos.<br />
Dios, él era peligroso. Pero ella lo había sabido desde el principio. Él<br />
había venido incluido con las etiquetas de advertencia de los O'Callaghan: Evitar<br />
el contacto a toda costa.<br />
Nada más claro que eso.<br />
— En todos tus años de observarnos, de estar prohibido mirarnos, y<br />
teniendo la necesidad de fingir no poder vernos, ¿nunca te preguntaste cómo<br />
sería tocar a uno de nosotros? —. Él deslizó sus manos despacio, subiendo por su<br />
cintura, y ella supo que le estaba dando tiempo para separarse, apostando a que<br />
no lo haría, y que Dios la ayudara, ella sabía que debería, pero parecía que no<br />
podía conseguir bastante aliento para hacerlo. Su corazón palpitaba como una<br />
almádena contra la pared del pecho de él.<br />
Hubo un largo y tenso momento donde ninguno de ellos se movió o habló.<br />
Bruscamente, él llenó sus manos con sus pechos.<br />
<strong>El</strong> aliento que ella había estado intentando reunir explotó de sus<br />
pulmones en un silbido. Su piel ardió bajo la tela de su blusa, mientras las puntas<br />
de sus nervios se alzaban inmediata e insaciablemente a la vida. Sólo podía<br />
imaginarse lo increíble que sería sentir sus manos desnudas sobre su piel<br />
también desnuda; aquellas grandes y fuertes manos de herrero por todo su<br />
cuerpo. Con aquel toque extra de Fae que tenía, se imaginó que podría arder en<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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llamas por el puro calor erótico de todo ello.<br />
Él emitió un sonido crispado que era tan animal y lleno de hambre sexual<br />
que casi se le doblaron las rodillas, y se balanceó durante un momento. <strong>El</strong> agarre<br />
de él sobre sus pechos aumentó, haciéndola inspirar una larga y desigual<br />
inhalación, pero él no le ofreció el apoyo completo de su cuerpo; todavía<br />
mantenía, desde la cintura para abajo, aquella leve y provocativa distancia.<br />
— Tienes pechos hermosos, ka-lyrra. He estado queriendo llenar mis<br />
manos con ellos desde el momento en que te vi. Rechonchos, llenos, suaves y... —,<br />
su voz se fue apagando con un pequeño ruido ronroneante en lo profundo de su<br />
garganta.<br />
Gabby cerró sus ojos; sus pechos se sentían apretados en sus manos,<br />
hinchados por su toque. Su mandíbula sin afeitar rozaba contra su pelo, luego<br />
contra su mejilla cuando hizo a un lado su pelo. <strong>El</strong> calor húmedo de su lengua<br />
dejó un rastro aterciopelado hacia abajo por el costado de su cuello, enviando<br />
temblores de placer sensual que pasaron rozando a lo largo de su columna. <strong>El</strong>la<br />
iba a alejarse, detenerlo. De un momento a otro...<br />
— ¿Nunca has fantaseado sobre nosotros? Dime que no lo has hecho. Di<br />
'No Adam. Nunca he pensado en ello ni una sola una vez' —. Él se rió<br />
roncamente, con maldad, como si estuviera infinitamente divertido por el<br />
pensamiento, sus pulgares hicieron ligeros círculos sobre sus pechos, justo<br />
debajo de sus pezones, sobre la suave parte inferior donde era tan sensible.<br />
Sus pezones estaban tan duros que empujaban tanto contra su sostén como<br />
contra su blusa, hambrientos por su contacto.<br />
Él cerró sus dedos sobre los picos fruncidos en el momento exacto en<br />
que le mordió la nuca, y ella apretó los dientes para evitar gritar. Él lo sabía,<br />
maldito fuese, lo sabía. Sus fantasías secretas, la eterna batalla interior que<br />
emprendía. Él lo sabía todo sobre ello.<br />
— ¿Por qué estás tan callada? ¿Por qué no lo dices, Gabrielle? —. Una<br />
pausa — Porque realmente lo has pensado. Muchas veces —. Un meloso<br />
deslizamiento de su lengua por su cuello.<br />
Otro apacible pellizco sobre la línea sensible y tierna que corría desde<br />
su cuello a su hombro, haciendo que su cuerpo entero temblara de deseo. Un<br />
delicioso y ligero pellizco sobre sus pezones.<br />
— ¿Es tan difícil admitirlo? Sé que lo has hecho. Sé que te has<br />
preguntado cómo sería que uno de nosotros te llevara a la cama. Desnudarte y<br />
hacer que te corrieras tantas veces que ni siquiera pudieras moverte. Darte<br />
tanto placer que te deje flácida y agotada, totalmente incapaz de hacer nada<br />
excepto yacer allí mientras tu amante Fae te alimenta con sus manos,<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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cuidándote, y reconstruyendo tu fuerza para así poder hacerte el amor una y<br />
otra vez. Para poder montarte lenta y profundamente, tomarte rápido y con<br />
fuerza por detrás. Entonces podría levantarte a horcajadas y sentir que te<br />
estremeces encima de él cuando te corras. Luego él podría lamer, probar y<br />
besar cada pulgada de tu cuerpo hasta que nada más existiera, hasta que todo lo<br />
demás cesara de importar, excepto lo que te hace, la liberación que sólo él<br />
podría darte.<br />
<strong>El</strong>la estaba jadeando suavemente. Maldito. Se había imaginado todas<br />
aquellas cosas y más. Y sus palabras pintaban imágenes demasiado vívidas en su<br />
imaginación: Adam haciéndole todas aquellas cosas. Ser levantada a horcajadas<br />
sobre él; sobre sus manos y rodillas mientras él empujaba en ella desde atrás...<br />
Dios, pensó febrilmente, ¿siempre estaba imaginando cosas con él?<br />
Intentó aunque no pudo recordar la cara del príncipe de sus sueños, tan<br />
amorosamente detallada en sus fantasías de adolescente. Ya fuese por que él lo<br />
había sacudido de sus recuerdos, substituyendo a su amante imaginario con sus<br />
ojos oscuros, su duro cuerpo, su voz seductora y su toque devastador, o había<br />
sido siempre él.<br />
Apártate, O'Callaghan, sabes que no conseguirás nada más aparte de que<br />
te jodan; y no solamente físicamente, le advirtió su débil voz interior.<br />
Por supuesto, en sólo en un minuto...<br />
— Has fantaseado —, siguió él, su voz baja e hipnótica. — Puedes ser<br />
virgen de cuerpo, pero no de mente. Siento el calor y la pasión en ti; hay furia<br />
por ello dentro de ti. Lo sentí en el momento en que te vi. No eres normal. Nunca<br />
serás normal. Déjalo. Deje de intentar encajar en un mundo que nunca te<br />
aceptará. Nadie puede entenderte como yo. Eres una Sidhe-seer. ¿Quieres<br />
pasar tu vida entera negándolo? Lo que ves. Lo que eres. Lo que quieres. Es un<br />
modo triste de vivir y morir.<br />
Hubo silencio durante un momento mientras él solamente la sostenía, sus<br />
manos todavía sobre sus pechos, su aliento caliente contra su cuello, inmóvil.<br />
<strong>El</strong>la sabía que era su momento de salvarse. Enfurecerse con él. Decirle<br />
que se equivocaba, que él no sabía ni una maldita cosa sobre lo que hablaba.<br />
Pero no pudo, porque él lo sabía.<br />
Todo lo que había dicho era verdad. <strong>El</strong>la no era normal, y no importaba lo<br />
que hiciera, nunca sería normal. Había estado dividida entre dos mundos toda su<br />
vida, intentando ignorar uno y adaptarse al otro; ambos rumbos igualmente<br />
fútiles; preguntándose si todo lo que habría para ella al final era la clase de vida<br />
que la Abuela había vivido. Un bebé, sin marido y una gran casa vacía. Diciéndose<br />
a sí misma que eso sería bastante, si era todo lo que podría obtener. Y mientras<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
tanto, intentándolo lo mejor que podía, intentando hacer que las cosas<br />
funcionaran con su novio.<br />
Pero ningún novio había sido capaz de competir nunca con las fantásticas<br />
hadas machos que había estado viendo desde la niñez. Ningún novio humano<br />
había sido nunca capaz de competir con un mundo que era intrínsecamente más<br />
caliente, más brillante y más sensual. Y con ningún novio había sido capaz de ser<br />
realmente ella. Y lo triste era que una gran parte de por qué era todavía virgen<br />
era porque no deseaba a un hombre. Maldito fuese. Deseaba a un hada. Siempre<br />
lo había hecho.<br />
Y estaba harta de preguntarse cómo sería estar con uno, de obligarse a<br />
apartar la mirada, de girarse e irse, de nunca tocar. Cansada de reprimir todas<br />
aquellas fantasías pecaminosamente seductoras. <strong>El</strong> silencio se estiró entre ellos.<br />
Bruscamente, una mano resbaló de su pecho y la ahuecó cómodamente,<br />
íntimamente, entre sus piernas, apretando su trasero contra su erección.<br />
Un incoherente y pequeño grito explotó de su garganta.<br />
Él contestó con una serie de palabras en una lengua antigua e insondable<br />
que salieron en tropel de sus labios con la áspera vehemencia de las maldiciones.<br />
Entonces, con aquel antiguo y exóticamente acentuado inglés suyo, él gruñó:<br />
— Te preguntabas cómo sería follar con un Fae. Bien, aquí estoy,<br />
Gabrielle. Aquí estoy.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 15<br />
Los últimos vestigios de la resistencia de ella se erosionaron con las<br />
palabras de él.<br />
Aquí estoy.<br />
Tómame; haz lo que quieras conmigo, en esencia. Y ella quería. Oh, Dios,<br />
ella quería. Lo había estado queriendo toda su vida. Sus fantasías sobre los Fae<br />
habían sido siempre básicamente sexuales, y aunque ella raramente usara la<br />
palabra —j—, en los labios de él era pura seducción. Algo a propósito de la<br />
manera en la que su acento y su profundo modo de pronunciar la erre cambiaba<br />
su forma y lo hacía sonar no rudo, sino sexy e invitador, secreto y prohibido y<br />
atractivo. No sonaba crudo cuando él lo decía; sonaba como una invitación a<br />
bailar una danza eterna que era naturalmente terrena y animal, por la que él no<br />
ofrecería excusas ni pediría perdones. Hombre rudo, sexo rudo, era lo que él<br />
estaba ofreciendo, en un mundo coloreado en suave foco por su absoluta belleza<br />
y seducción.<br />
Por supuesto, después, tras el intenso —maratón de sexo sin barreras—,<br />
su príncipe de fantasía siempre se enamoraba de ella en sus sueños… aunque no<br />
antes de que el frenesí de apareamiento hubiera tenido lugar. No antes de que<br />
la deuda de lujuria hubiera sido pagada. Si alguna vez estaba completamente<br />
pagada con un Fae.<br />
<strong>El</strong>la se recostó hacia atrás contra su cuerpo.<br />
Él lo sintió al instante, el preciso momento en que ella se rindió. Habló en<br />
esa extraña lengua de nuevo, con el inequívoco triunfo masculino en su voz. <strong>El</strong>la<br />
había perdido, y él lo sabía.<br />
<strong>El</strong>la esperaba que él la girara en sus brazos, la aplastara contra él, pero<br />
una vez más, el desafió sus expectativas.<br />
La mano todavía descansaba cómodamente entre las piernas de ella,<br />
presionándola despiadadamente contra su dura erección, y extendió su otra<br />
mano contra la mandíbula de ella girando su cabeza, guiando los labios de ella<br />
hacia los suyos. Permaneciendo detrás de ella, él la besó. <strong>El</strong>la no hubiera creído<br />
posible que se pudiera besar en semejante ángulo, pero tampoco había besado<br />
nunca a nadie tan alto como él, y no sólo era posible, era extrañamente,<br />
intensamente erótico. Dominante. Posesivo. Un beso para marcarla y reclamarla.<br />
Estaba cautiva con fuerza contra su cuerpo, con su gran mano caliente entre sus<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
piernas, su sedoso pelo cayendo sobre el hombro de ella, su boca sellando la de<br />
ella.<br />
<strong>El</strong>la gimoteó contra sus labios, pero el gemido se perdió con el caliente<br />
deslizamiento de su lengua, sondeando profundamente, retrayéndose.<br />
Acoplándose, escapando. Jugando con ella, danzando una lenta, torturante,<br />
descaradamente sexual danza.<br />
En algún sitio él había aprendido — oh, probablemente unos cuantos<br />
miles de años atrás, pensó ella con una pequeña, casi histérica burbuja de risa —<br />
exactamente cuánto darle a una mujer antes de apartarse, exactamente cómo<br />
mantener a una mujer en un borde desesperado y frágil, simplemente con sus<br />
besos. En el momento en que ella se derritiera contra él, él lo cambiaría, lo<br />
tomaría de otra manera, le daría menos. Entonces volvía a por más en el segundo<br />
en que ella estaba a punto de gritar. Con él detrás de ella, ella no tenía control<br />
sobre el beso. Él lo controlaba todo, y lo estaba explotando sin piedad. Una mano<br />
en su cara, la otra entre sus piernas, manteniéndola inmóvil mientras la<br />
torturaba con sus labios.<br />
Besos intensos, cautivadores de aliento, nubladores de mente, luego se<br />
iban. Un suave, cálido roce con ese labio inferior lleno de él, creando una erótica<br />
y deliciosa fricción que la hacía sentirse dolorida mucho más que satisfecha.<br />
Más profundos, besos que enroscaban los dedos, pero que no duraban mucho<br />
tiempo…<br />
Y, oh Dios, si él dedicara la misma lánguida, provocadora atención a<br />
todas las partes del cuerpo femenino, ella nunca sobreviviría a él. Sería una<br />
masa incoherente antes de que él consiguiera llegar a las importantes.<br />
Y hablando de las importantes, pensó impacientemente, podría empezar<br />
él a mover su otra mano en cualquier momento a partir de ahora. <strong>El</strong>la se meneó<br />
en su implacable abrazo, intentando comunicarle el mensaje sin palabras. Estaba<br />
tan cerca, lo había estado desde el momento en que él había deslizado esa gran<br />
mano entre sus piernas, colgando en el borde. ¡Si tan sólo él moviera su mano un<br />
poquito!<br />
Pero si él entendió el ruego silencioso, eligió ignorarlo. Su mano<br />
permaneció implacable allí entre sus piernas, manteniéndola a ella<br />
insoportablemente consciente de su caliente y húmeda preparación, consciente<br />
de ese sensible nudo suplicando por fricción, por el más diminuto de los<br />
movimientos, pero se quedó despiadadamente quieta.<br />
Él la tenía atrapada entre dos cosas que podían proporcionarle un<br />
infinito y erótico placer, y no le estaba dando ninguna de ellas. Sólo<br />
atormentadoras promesas, pero nada para aliviar la intolerable presión que<br />
crecía dentro de ella.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Besos. Lentos y largos, calientes y duros. Lengua deslizante, satinada e<br />
implacable, enredadora, y retirándose.<br />
Eran besos para morir por ellos, pensó enfebrecida, tratando de tener<br />
más de él en su boca, tratando de succionar su lengua más profundamente,<br />
rehusando liberar su labio inferior cuando él lo retiró con una suave risa. Trató<br />
desesperadamente de arquearse contra su mano, pero cada vez que ella<br />
conseguía ganar algún diminuto movimiento, él cambiaba su mano, apartando la<br />
presión. Irritable por el deseo no satisfecho, ella pellizcó su labio.<br />
— Demonios, Irlandesa, ¿te gusta la sangre? ¿Tratas de matarme? —<br />
dijo él con una suave y ruda risa.<br />
— ¿Yo? ¡Deja de provocarme! ¡Bésame profundamente! Y cuando quieras<br />
puedes moverte.<br />
Él suavizó sus quejas con sus besos. Pequeños golpecitos, mordiscos,<br />
besos en las comisuras de su boca, un tirón largo y lento de su labio inferior.<br />
Profundo nuevamente, luego se apartaba. Más tortura. Él besaba, se dio cuenta<br />
ella, como probablemente solo un <strong>Inmortal</strong> podía hacerlo. Besaba como un ser<br />
que tenía todo el tiempo del mundo, perezosamente pero a fondo, saboreando<br />
cada matiz sutil de placer, dibujándolo, prolongándolo. No había relojes<br />
haciendo tic tac en su mundo, no horas que apresuraran. No había trabajo que<br />
hacer para mañana, nada más presionante que la pasión del momento. Él existía<br />
como un <strong>Inmortal</strong> perdido a la urgencia, y ser besada con esa intensidad —en el<br />
momento— era devastador. Y ella tenía la terrible sospecha de que él podría<br />
repartir los orgasmos de la misma manera; sólo dejándole tener uno cuando<br />
hubiera exprimido de ella cada trozo de anticipación y necesidad que pudiera.<br />
<strong>El</strong>la se estaba ahogando en sensaciones, con el sentimiento de la boca de<br />
él sobre la de ella, la hinchada dureza de él contra su trasero, el calor de su<br />
gran mano entre sus piernas. Y entonces de repente el rompió el beso y la mano<br />
que sujetaba su mandíbula se deslizó hacia su cintura, subió bajo su camisa y<br />
reventó el cierre de su sujetador. Cerró su gran mano cubriendo uno de sus<br />
pechos desnudos. <strong>El</strong>la tembló en sus brazos, su cuerpo empujando hacia delante<br />
contra la mano entre sus piernas.<br />
— Adam — jadeó — ¡Mueve tu mano!<br />
— Todavía no — sereno, inflexible.<br />
— ¡Por favor!<br />
— Todavía no. ¿Algún mortal te ha hecho sentir así, Gabrielle? —<br />
ronroneó, con un ápice de salvajismo en esa profunda y lisa voz. — ¿Alguno de<br />
tus pequeños novios te ha hecho sentir de esta manera alguna vez?<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— ¡No! — la palabra explotó de ella cuando los dedos de él se cerraron<br />
abruptamente sobre su pezón, pellizcando el endurecido pico.<br />
— Ningún mortal puede. Recuerda eso, ka—lyrra, si crees que puedes<br />
volver a tus tontos chicos humanos. ¿Sabes cuántas veces, y de cuántas<br />
maneras, voy a hacer que te corras?<br />
— Me conformaría sólo con una vez si la pudiera tener ahora mismo —<br />
siseó ella, tan intensamente excitada que estaba casi al borde de la hostilidad.<br />
Nunca se había sentido de esa manera antes, no tenía manera de cómo<br />
manejarlo.<br />
Una risa se derramó a su alrededor, hosca, erótica, extraña, oscura,<br />
puramente Adam Black.<br />
— No vas a enamorarte de mí, ¿no, Irlandesa? — ronroneó él contra su<br />
oído, esa mano infernal moviéndose finalmente para juguetear con el botón de<br />
sus vaqueros.<br />
— Difícilmente — dijo ella a la fuerza, con su cuerpo entero tirante de<br />
necesidad mientras esperaba conteniendo el aliento a que su mano se deslizara<br />
dentro de sus pantalones. Con cada botón que él soltaba, un pequeño escalofrío<br />
la recorría.<br />
Sus ojos se cerraron y su cabeza se recostó lánguidamente contra el<br />
pecho de él mientras su mano se deslizaba bajo sus vaqueros y se apretaba<br />
contra su piel, empujando bajo sus bragas.<br />
En el momento en que su mano tocó la piel desnuda de ella, sus rodillas<br />
flaquearon bajo ella. Mientras ella se deslizaba hacia abajo, él agarró su cintura<br />
firmemente con un brazo, sujetándola.<br />
— Bien. Odiaría pensar que te ibas a enamorar de mí.<br />
A ella no se le pasó la diversión en su voz, ni tampoco la absurda realidad<br />
de que ella de hecho había caído físicamente con un simple toque. Y él ni siquiera<br />
había rozado su clítoris.<br />
— ¡Ohhhhhh! — un soplo de aire salió de ella y ya no se molestó más en<br />
intentar permanecer de pie, simplemente dejó que él sujetara su peso.<br />
Débilmente, ella podía oírle jadea contra su oreja, su respiración dura y<br />
trabajosa, como si hubiera estado corriendo un largo rato. <strong>El</strong> clímax de ella<br />
estaba ahí mismo, estaba sobre ello, a punto de llegar…<br />
— Cristo, Gabrielle, me haces…<br />
— Bien, ahora, ¿no es esto bonito? — una profunda voz se burló. —<br />
Parece que ella está lista para mí. No puedo esperar a terminar lo que has<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
empezado. ¿Recuerdas cómo solíamos hacer esto, Adam? ¿Cómo solíamos<br />
compartir? ¿O es una de esas cosas que pretendes fingir que nunca pasó a lo<br />
largo de esos miles de años que finges no haber vivido? ¿Sabe ella lo que<br />
podemos hacerle? ¿Le has contado cómo solíamos jugar con los mortales?<br />
Gabby se tensó violentamente en los brazos de Adam, con ese oh-tandesesperadamente-necesitado<br />
orgasmo muriendo de muerte instantánea, a<br />
pesar de que ninguna de las excitaciones relacionadas con él lo hiciera. Su<br />
garganta se convulsionó mientras la sarcástica voz penetraba su sensual<br />
estupor. Trató desesperadamente de sacudírselo, de hablar a través de él, de<br />
advertir a Adam de que Darroc les había encontrado de nuevo, pero sus<br />
traidoras cuerdas vocales estaban tan cerradas como lo habían estado antes en<br />
Fountain Square. Estaba congelada de la cabeza a los pies, arraigada en el sitio.<br />
Mientras permanecía de pie, incapaz de manejar ni siquiera el más<br />
pequeño graznido de advertencia, se vio asombrada y aliviada al darse cuenta de<br />
que de alguna manera él lo sabía.<br />
Apartando su mano de sus vaqueros, el la giró bruscamente en sus<br />
brazos y la atrajo hacia sí, gruñendo viciosamente.<br />
— Demonios del infierno.<br />
Los ojos de Gabby se fijaron con horror en el alto y de pelo cobrizo Fae<br />
que permanecía de pie.<br />
Sus ojos iridiscentes tenían una sombra fría de hielo, que combinaba con<br />
los perfectos labios que sostenían una mueca de crueldad mientras le lanzaba un<br />
beso burlón sobre su hombro.<br />
<strong>El</strong>la abrió la boca para gritar.<br />
Pero ellos ya estaban desplazándose.<br />
******<br />
Se desplazaron sobre el lugar durante horas.<br />
Al principio ella estaba todavía tan sensualmente aturdida que a duras<br />
penas podía pensar, ni siquiera se molestaba en tratar de hablar. Todo su cuerpo<br />
estaba cautivo en un suspendido y doloroso estado de conciencia erótica que<br />
tardó mucho tiempo en disiparse.<br />
Bueno, al menos una parte del Libro del Sin Siriche Du era exacto,<br />
pensó, la parte sobre: sacia tanto a una muchacha que ella es incapaz de<br />
pronunciar un hechizo, su juicio totalmente confundido. Ni siquiera el temor por<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
su vida, parecía, conseguía aguar la tormenta de deseo en la que Adam la había<br />
envuelto.<br />
Entonces, de nuevo, ella medio sospechó que podría estar haciéndose<br />
algo insensible al miedo, por el tema de la exposición repetida y eso.<br />
Entonces… la pasión que él había despertado en ella no era parecida a<br />
nada que ella hubiera conocido antes. Nada que ella hubiera creído posible<br />
experimentar. Simplemente, ser tocada por Adam Black hizo que todo su cuerpo<br />
se sintiera gloriosa, intensa y adictamente vivo.<br />
Era justo lo que ella siempre había temido: unos pocos besos de Fae y<br />
una mujer estaba perdida. Y no era que ella fuera una principiante en cuanto a<br />
los besos. Había besado mucho. De hecho, sospechaba que había besado<br />
bastante más que la mayoría de las mujeres. Porque ella era virgen y los<br />
hombres eran… bueno, hombres, sus citas habían hecho esfuerzos<br />
extraordinarios en los juegos preliminares con ella, cada uno decidido a ser <strong>El</strong><br />
Primero Que Marcara el Tanto, como si fuera algún tipo de competición. Horas<br />
de expertos y seductores besos, y ella siempre había mandado a sus citas<br />
derechos a la puerta.<br />
Sin embargo, después de unos pocos besos de Adam, ella no había estado<br />
sólo cerniéndose absurdamente cerca del orgasmo, había estado a punto de<br />
caer, literalmente, en la cama o en el suelo o en cualquier lugar donde él<br />
malditamente la hubiera querido.<br />
Era adictivo. Ya había sido suficientemente malo mirarle y preguntarse<br />
cómo sería en la cama, pero ahora tenía una idea clara, y ella no iba a ser capaz<br />
nunca más de mirarle sin pensar en ello. A lo grande. Ahora que había probado<br />
algo de él se sentía capaz de poner en palabras lo que había sentido sobre él<br />
desde el principio, lo que había estado causando estragos en sus sentidos desde<br />
el primer día: Adam Black era más hombre que la mayoría de los hombres.<br />
Era fuerte y sensual y seguro de sí mismo, un hedonista desinhibido,<br />
cada gloriosa pulgada de terciopelo dorado en él. Él adoraba el sexo, lo<br />
saboreaba, todo sobre ello. Lo controlaba, de una manera que alimentaba las<br />
fantasías de las mujeres. Podría ser, ella también lo sabía, totalmente<br />
dominante en la cama y un poquito sucio. Él la tomaría en todas las maneras que<br />
ella alguna vez había imaginado y, estaba casi segura, en varias maneras que ella<br />
probablemente ni siquiera había pensado.<br />
Sería inventivo e incansable y completamente fiel al placer.<br />
No tenía ninguna duda de que él podría hacer lo que había dicho: dejarla<br />
tan débil, tan mareada y profundamente saciada que ella ni siquiera sería capaz<br />
de juntar fuerzas para alimentarse a sí misma, para levantar la cabeza de la<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
almohada, o del suelo, o de donde fuera que él decidiera dejarla cuando hubiera<br />
terminado con ella.<br />
Una mujer podría herirse a sí misma con Adam Black en la cama.<br />
Y fuera de ella, O’Callaghan, advirtió esa débil voz interna.<br />
Oh, sí, ella no se molestó en discutir. Y fuera de ella. Y eso era algo en lo<br />
que ella necesitaba desesperadamente pensar, y no mientras él la estuviera<br />
tocando. Y lo haría, tan pronto como las cosas se asentaran un poco.<br />
No era que ella se estuviera poniendo excusas a sí misma, sino que tan<br />
loca como se había vuelto su vida, se había visto obligada constantemente a<br />
actuar, sin tener la opción de pensar las cosas detenidamente y actuar.<br />
No tenía que sacar a la luz uno de los pertinentes adagios de Abuela para<br />
entender que ése era un modo muy peligroso de vivir.<br />
Pero, cielos, pensó, con cómica exasperación, esto seguramente le<br />
ayudaría a pensar más claramente si simplemente pudiera imaginarse cuáles eran<br />
sus probabilidades de sobrevivir. Cuando uno no sabía cuánto más iba a vivir, la<br />
disciplina y la autonegación tenían una divertida manera de salir volando por la<br />
ventana, junto con el recuento de calorías.<br />
Pasó bastante tiempo antes de que su cuerpo se calmara de su<br />
excitación febril y salvaje lo suficiente como para ser capaz de relajarse en los<br />
brazos de él mientras se desplazaban. Pero incluso entonces, lo hizo muy<br />
cuidadosamente. Evitando el contacto con esa parte de él que estaba todavía<br />
dura como una roca y que sólo haría que se sintiera miserablemente conectada<br />
de nuevo. Se dio cuenta de que él, también, estaba intentando evitar el<br />
contacto, y cuando ella inadvertidamente se rozó contra él en un punto, él hizo<br />
un sonido brusco y gruñó:<br />
— No toques eso. Duele. Cristo, no soy de piedra.<br />
— Lo siento — dijo ella instantáneamente, aunque por dentro una parte<br />
totalmente femenina sonrió satisfecha, encantada de saber que no era la única<br />
que tardaba tanto tiempo en recuperarse. Que no era la única a la que su<br />
intimidad había afectado tan intensamente. (Y él ciertamente se sentía como si<br />
estuviera hecho de piedra, al menos allí).<br />
<strong>El</strong>la se sorprendió, algún tiempo después, al ver que estaban de vuelta en<br />
la habitación del hotel, donde Adam había cogido su equipaje. <strong>El</strong>la abrió la boca<br />
para preguntar qué era tan importante que él se arriesgaba a volver a por él —<br />
realmente, las ropas y las cosas de aseo eran totalmente reemplazables — pero<br />
ellos se estaban desplazando nuevamente y ella había aprendido la lección de<br />
tener la boca cerrada mientras lo hacían. (Afortunadamente no habían<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
encontrado lagos en su itinerario esta vez, estaba agradecida de que no<br />
estuvieran cerca de la costa, materializarse en aguas infestadas de tiburones<br />
hubiera sido bastante peor que remojarse con renacuajos).<br />
Continuaron desplazándose hasta que ella perdió completamente la<br />
noción del tiempo, entonces cogieron otro tren de pasajeros. Una vez en el tren,<br />
el tomó asiento y la empujó hacia abajo para sentarla entre sus piernas, aunque<br />
manteniendo espacio entre sus partes inferiores. Empujó sus hombros sobre su<br />
pecho, envolvió sus brazos alrededor de ella y reposó su mandíbula contra su<br />
pelo.<br />
<strong>El</strong>la se asustó al darse cuenta de que él estaba temblando. Era casi<br />
imperceptible, pero había un profundo temblor corriendo a través de su<br />
poderoso cuerpo.<br />
— ¿Qué está mal, Adam? — preguntó, nerviosamente. ¿Qué podía hacer<br />
que Adam Black temblara? ¿Realmente ella quería saberlo? ¿Había omitido<br />
alguna cosa? ¿Es que ellos no estaban a salvo, incluso después de ese frenético<br />
desplazamiento?<br />
— ¿Qué está mal? — gruñó él. — ¿Qué está mal? ¡Maldito infierno, la<br />
fastidié, eso es lo que está mal! ¿Sabes la suerte que hemos tenido de que él me<br />
dejara verle y oírle? Si no lo hubiera hecho, no habría manera de contar qué<br />
hubiera pasado. Cristo, no me acostumbro a esta mierda de no tener poderes, no<br />
soy nada bueno en eso — una larga pausa, luego un juramento ahogado. — Nunca<br />
debería haberme parado durante la noche, Gabrielle. No debería haber parado<br />
hasta haberte tenido en Escocia y saber que estabas a salvo. He sido un maldito<br />
idiota arrogante.<br />
Los brazos se acomodaron alrededor de ella, él se detuvo en un<br />
pedregoso silencio. Gabby parpadeó y cayó en silencio ella misma. Su corazón<br />
hizo un peligroso vuelo en el interior de su pecho. He sido un maldito idiota<br />
arrogante, había dicho. No eran palabras que ella esperaba oír de un imperioso<br />
Fae. Pero entonces, nada sobre Adam estaba probando ser lo que ella había<br />
aprendido que tenía que esperar de un imperioso Fae. Y la línea en su mente<br />
entre el hombre y el hada estaba haciéndose cada vez más velada.<br />
Cerrando sus ojos, se recostó contra él, diciéndose a sí misma de<br />
intentar dormir un poco mientras pudiera, porque nadie sabía cuándo o dónde<br />
podría ella volver a dormir.<br />
Estaba justamente empezando a cabecear cuando él la sacudió<br />
gentilmente, desembarcaron y cogieron un vehículo hacia el aeropuerto.<br />
— Un vuelo está saliendo ahora, ka—lyrra — dijo él, revisando las<br />
salidas. — No tengo tiempo de jugar con sus ordenadores y conseguirte un<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
billete. Tendrás que coger mi mano. Ven. Tenemos que apresurarnos para<br />
cogerlo.<br />
Escocia. Estaban yendo a Escocia. Ahora mismo.<br />
Parpadeando, estupefacta al darse cuenta en lo que su vida se estaba<br />
convirtiendo, deslizó su mano en la de él. Invisibles, pasaron a través de la<br />
seguridad y llegaron a la puerta. <strong>El</strong>la echó un vistazo a su perfil. Su mandíbula<br />
estaba tensa, sus ojos entrecerrados y enfocados delante de ellos, y estaba<br />
caminando tan rápido que prácticamente la arrastraba. Su paso no se detuvo<br />
hasta que embarcaron en el avión.<br />
Era lunes, pensó ella con un cierto aturdimiento distante mientras se<br />
sentaba en el asiento de la ventana al lado de él, sujetando firmemente su mano.<br />
Debería estar en casa, en el trabajo. Debería estar preparada para hacer su<br />
soporte con Jeff. Tenía ropa en la tintorería para recoger, plantas que tenían<br />
que ser regadas, una cita con el dentista a la tarde y planes para la cena con<br />
<strong>El</strong>izabeth para esa noche.<br />
En lugar de eso, estaba en un avión, oculta por la feth fiada,<br />
temporalmente incorpórea, a punto de volar a través de medio mundo, siendo<br />
perseguida por demonios de otro mundo, y medio seducida por un príncipe de<br />
otro mundo. Hubiera sido — si tenía que ser brutalmente honesta consigo misma<br />
— probablemente totalmente seducida, de no haber sido por la interrupción de<br />
los susodichos demonios de otro mundo, ¿y no hubiera eso hecho un embrollo en<br />
su ya totalmente embrollada cabeza?<br />
Una medida de lo totalmente surrealista que su existencia se había<br />
vuelto era que, en lugar de preocuparse por todo lo que debería preocuparla, su<br />
mayor preocupación era que ella realmente, realmente esperaba que todo el<br />
mundo hubiera ya embarcado y estuviera sentado en sus asientos, y no se<br />
sentaran sobre ella.<br />
Has estado bombardeándome con preguntas hoy, tratando de entrar en<br />
mi cabeza.<br />
Me has preguntado si creo en Dios.<br />
de mí.<br />
Te he dicho que desde luego que sí; siempre he tenido un fuerte sentido<br />
Tu casa está tranquila ahora, estás durmiendo arriba y estoy solo con<br />
este maldito, idiota libro que pretender coincidir con mi vida, y el hecho es que<br />
quizá lo hago.<br />
Pero quizá, ka—lyrra, tu Dios no cree en mí.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
DE LA (ENORMEMENTE REVISADA) EDICIÓN NEGRA DEL<br />
libro O’CALLAGHAN del Sin Siriche Du.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 16<br />
Escocia. Las Tierras Altas.<br />
Desde el punto de vista de Adam, no existía un lugar mejor en todo el<br />
mundo. Había pasado la mayor parte de su existencia observando la belleza<br />
humana entre sus exuberantes valles y rocosas colinas. Durante un tiempo había<br />
vivido, en el siglo VII, bajo el disfraz de un guerrero con cicatrices de batalla<br />
con un clan de las Highlands llamado McIllioch, comiendo, gozando y luchando<br />
junto a ellos. Y cuando una de sus numerosas batallas se hizo demasiado feroz,<br />
había legado un don Fae sobre los varones McIllioch, salvando su linaje de la<br />
extinción.<br />
Había montado su fragua aquí y allá, durante un tiempo en Dalkeith-<br />
Upon-the-Sea, y durante otro tiempo en Caithness, además de otros lugares<br />
demasiado numerosos para ser nombrados. Se había infiltrado entre los<br />
Templarios cuando la orden se derrumbó, guiándoles a Circenn at Dunnotar, para<br />
que participasen en batalla junto a Robert el Bruce, y después a Sinclair at<br />
Rosslyn, donde su fantástico legado ha perdurado hasta hoy.<br />
Y los Keltar, bueno, se había sentido fascinado por ese clan de Druidas<br />
desde el día en que habían sido elegidos para negociar y mantener el Pacto con<br />
los Tuatha Dé, pero había estado especialmente fascinado por los gemelos<br />
MacKeltar, Dageus y Drustan —oscuros, poderosos, a veces bárbaros—,<br />
<strong>Highlander</strong>s del siglo XVII quienes habían renunciado al amor, solamente para<br />
encontrarlo en las más sombrías horas de su existencia.<br />
Y ahora él se encontraba en forma humana, internándose en esas<br />
montañas junto a una mujer humana, a punto de encontrarse con esos mismos<br />
Keltar en carne y hueso.<br />
¿Qué sería de ellos? ¿Sería su recepción buena o mala? Después de<br />
todo, él pertenecía a la raza que había hecho las vidas de los Keltar tan difíciles;<br />
uno de los responsables de que generaciones incontables de MacKeltar fuesen<br />
temidos, tachados de paganos y diabólicos por continuar fieles a las Antiguas<br />
Costumbres cuando Gaul abandonó a sus Druidas para unirse primero a los<br />
romanos y después a las igualmente tiernas bendiciones de la Cristiandad.<br />
¿Sabrían de él? ¿Su reputación le habría precedido? ¿Poseería Dageus<br />
algún recuerdo de Adam curándole? <strong>El</strong> poderoso corazón del <strong>Highlander</strong> se<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
había detenido por completo para cuando Adam se arrodilló a su lado en la Isla<br />
de Morar.<br />
¿Serían los Keltar, al igual que Gabrielle, reacios a confiar en él?<br />
¿Reacios a hacer lo que él necesitaba que hiciesen, o mejor dicho, no hiciesen?<br />
Frotándose la mandíbula, fijó la vista en el exterior de la ventanilla del<br />
coche de alquiler, forzándose a dejar a un lado los pensamientos sobre si esos<br />
dos le darían la bienvenida o le rechazarían, lo que importaba es que ya habían<br />
cruzado los dominios de la reina y ahora Gabrielle se encontraba sobre suelo<br />
protegido, ya trataría con lo que tuviese que pasar. Se había pasado la mayor<br />
parte del viaje por el océano pateándose mentalmente su propio trasero por lo<br />
que había ocurrido en Atlanta. Porque había sido tan estúpido intentando<br />
seducirla y atarla a él que había puesto en peligro su vida.<br />
Estúpido bastardo engreído; ya no eres invencible.<br />
En lugar de ganársela, podría haber perdido para siempre a su Sidheseer<br />
en esa habitación de hotel. Su frágil y preciosa vida podría haberse<br />
extinguido, liberando su alma para ir a lugares a los que él nunca podría seguirla,<br />
ni siquiera con sus recuperados poderes. La simple idea hizo que su cuerpo<br />
humano se agarrotase otra vez. Lo malo de ser humano y poseer tantos músculos<br />
es que todos esos músculos se pueden agarrotar. Tuvo su primer dolor de<br />
cabeza en el avión. No sentía ningún deseo de tener otro. Nunca. Y tampoco<br />
apreciaba la dolorosa sensación en su estómago, no importaba cuanta comida<br />
procurase engullir. Nada excepto abrazarla con fuerza parecía servirle de<br />
ayuda.<br />
Exhalando con lentitud, se obligó a desviar su atención hacia el exterior,<br />
al paisaje de cuya vista nunca se cansaba.<br />
En ese momento, el coche giró bruscamente hacia la izquierda y después<br />
hacia atrás con igual brusquedad, y Adam retuvo una sonrisa, sabiendo que ella<br />
probablemente le golpearía si le viese sonreír. Gabrielle había insistido en<br />
conducir, si se le podía llamar así, cuando habían adquirido el estrecho y<br />
compacto vehículo de alquiler, argumentando que los efectos del féth fiada que<br />
le envolvía seguramente causarían accidentes si él conducía. Sin embargo, con su<br />
falta de costumbre conduciendo desde el lado —equivocado— del coche, en el<br />
lado —equivocado— de la carretera, lo estaba pasando mal.<br />
¡Por amor del cielo, si las ovejas pudiesen dejar de saltar a la carretera,<br />
podría tener una oportunidad! espetó ella la última vez que él se rió. Salen de<br />
ninguna parte, como si cayesen del cielo.<br />
Tonterías. La marcha de las ovejas. Lenta como caracoles. Si dejases de<br />
curiosear, intentando mirar a todas partes a la vez, les verías venir, bromeó él.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Por Danu, adoraba su rostro de finas facciones, las expresiones que<br />
revoloteaban por él, su temperamento. <strong>El</strong>la poseía un fuego interior que le<br />
obligaba a provocarla, solo por el placer de verlo arder.<br />
Bien. ¿Se supone que debo pasar junto al lago Ness y no mirarlo? ¿Qué<br />
pasa si Nessie asoma su cabeza y yo me lo pierdo? Tú llevas merodeando por<br />
aquí desde hace miles de años. Yo nunca estuve en Escocia. Deberían mantener a<br />
las malditas ovejas fuera de la carretera. Que levanten cercas. ¿Por qué no hay<br />
cercas en Escocia? ¿No piensan en proteger a los turistas? ¿Y qué tienen de<br />
malo las carreteras con dos carriles? ¿Es que nunca han oído hablar de<br />
carreteras de dos carriles?<br />
Aunque no tenga dos carriles, ka-lyrra, ¿por qué te cuesta tanto<br />
mantenerte en tu propio lado?<br />
<strong>El</strong>la rechinó los dientes y emitió un bajo y feroz gruñido, y él tuvo que<br />
morderse los carrillos para evitar que se le escapase la carcajada. O arrastrarla<br />
a sus brazos y besarla, lo que ciertamente acabaría en desastre.<br />
Ok, un carril y medio, accedió ella de mala gana. Intento mantenerme en<br />
mi tercio.<br />
Y con una mirada altanera, giró inmediatamente la cabeza hacia atrás<br />
intentando verlo todo, mientras evitaba a las ovejas y conduciendo por el lado<br />
equivocado una vez sí y otra también, pasando más tiempo fuera de la carretera<br />
que dentro.<br />
Y él continuó intentando no reír.<br />
Saboreaba la reacción de ella ante la tierra que más amaba, mucho más<br />
que Irlanda, quizás más incluso que cualquier lugar de todo Danu. No podía<br />
encontrarle sentido ni razón. Escocia y su gente simplemente le habían hecho<br />
algo. Siempre lo hacían. Si la incapacidad de Gabrielle para mantener sus ojos, y<br />
el coche, en la carretera eran algún tipo de señal, Escocia ejercía también sobre<br />
ella el mismo tirón inefable.<br />
¿Y cómo podría no hacerlo? <strong>El</strong> final del verano cortaba la respiración en<br />
las Highlands, las colinas estaban moteadas con los colores de la menguante<br />
estación: el profundo púrpura rojizo del brezo, el pálido rosa del páramo, las<br />
cabezas plateadas con forma de corazón de las construcciones de madera. Aún<br />
pasarían unas pocas semanas antes de que el brezo cubriese enteramente las<br />
laderas de las colinas con su colorido, y él se encontró deseando que todavía<br />
estuviesen allí para verlo.<br />
Deseaba ver a Gabrielle corriendo a través de un campo de brezo; le<br />
gustaría desnudarla y empujarla bajo él para hacerla suya.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Y lo haría, se prometió a sí mismo. Pronto. Ahora que ella estaba a salvo.<br />
Sería poco después de llegar al castillo Keltar. Las luces de Inverness<br />
comenzaban ahora a desaparecer de su espejo retrovisor exterior.<br />
Inverness.<br />
Morganna.<br />
Era cerca de aquí donde había vivido tanto tiempo atrás, en el castillo<br />
Brodie.<br />
De pronto, en ese espejo retrovisor lateral ya no había carreteras,<br />
hoteles ni tiendas, ni restaurantes o pubs, nada excepto la franca e inexplotada<br />
tierra abriéndose bajo un vasto cielo azul…<br />
Te amo, le había dicho él, asombrándose a sí mismo cuando las palabras<br />
cayeron de su boca. Pero Circenn acababa de nacer y estaba envuelto en<br />
pañales, acunado en los brazos de ella… su hijo. <strong>El</strong>la estaba cubierta de sudor,<br />
con el cabello húmedo, exhausta… y brillante con un innato resplandor femenino.<br />
Y algo había caído sobre él. Lo dijo, y fue demasiado tarde para retractarse. Y,<br />
por el infierno, cuán agudamente deseó desdecirse.<br />
<strong>El</strong>la apartó su mirada del niño alzando el rostro.<br />
Y rió.<br />
Si él tuviese un alma, se habría hecho pedazos.<br />
Su risa había sido suave e irónica, y mucho más áspera precisamente por<br />
ello. Porque en ella residía un toque de compasión.<br />
No puedes amar, Fae. No tienes alma.<br />
Demasiado para las palabras de Adam Black. ¿Alguna vez una mujer las<br />
había creído? ¿O simplemente se habían inclinado a su irresistible atractivo<br />
sensual, cayendo presas de cuerpo pero nunca de corazón? Tiempo atrás, no le<br />
había preocupado. Pero el tiempo y el contacto con los humanos le habían hecho<br />
algo extraño, cambiándole, haciéndole preguntarse sobre cosas de las que nunca<br />
se había preocupado antes, y a veces se sentía como imaginaba que debía<br />
sentirse Gabrielle: a horcajadas entre dos mundos, un pie aquí y otro allá, sin<br />
ningún lugar al que considerar hogar.<br />
¿Cómo sabes que no puedo amar?, había siseado él. Tan<br />
despreocupadamente le había arrojado ella sus palabras a la cara, palabras que<br />
él nunca había dicho antes. Palabras que nunca volvería a decir. Define amor,<br />
Morganna.<br />
<strong>El</strong>la se mantuvo en silencio durante un momento, observando con fijeza<br />
al diminuto bebé que gorgojeaba entre sus brazos.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Amor significa que morirías por esa persona miles de veces, dijo ella<br />
finalmente, sin apartar la mirada del recién nacido. Que darías hasta la última<br />
gota de lo que posees para tenerla a tu lado aunque solo sea un momento más,<br />
para mantenerla vivo, sano y feliz.<br />
Eso no es justo, respondió él. Sabes que no poseo un alma. Si muero,<br />
dejaré de existir para siempre. Si tú mueres, continuarás existiendo. En algún<br />
otro tiempo, algún otro lugar, algún otro mundo. Yo me convertiré en polvo. Nada<br />
más, no puedes juzgarme con el mismo rasero.<br />
¿Deseas jugar a ser como nosotros pero sin pagar las mismas cuentas?<br />
Si verdaderamente amas a alguien, principesco Fae, debes entregar hasta el<br />
último ápice de lo que tienes para dar… sea lo que sea. Y no hacer diferencias.<br />
Tal vez seas tú quien no puede amar, Morganna. Tal vez cuando tú amas a<br />
alguien significa que estarías dispuesta, no a morir, sino a entregar tu alma<br />
inmortal. Así que quizás sea tu falta, no la mía.<br />
Y así comenzó la discusión. La eterna, nunca cambiante discusión entre<br />
ellos. Hasta que el vínculo Tuatha Dé entre un macho Fae y una mujer humana<br />
que se establecía en el instante en que un niño es concebido se volvió más<br />
doloroso que placentero. Hasta que ambos construyeron muros para mantener al<br />
otro fuera.<br />
Por Danu, ¿cuántas veces habían tenido esa pelea? ¿Cien? ¿Mil?<br />
Hasta el día en que ella murió. Y él se mantuvo junto su lecho de muerte,<br />
intentando que tomase el maldito elixir de vida, tal como lo había intentado<br />
desde que ella tenía diecisiete años; pero como un idiota, en un raro instante de<br />
estúpida honestidad tantos años atrás, le había contado a la joven Morganna su<br />
desagradable efecto secundario: esa inmortalidad y un alma inmortal no pueden<br />
coexistir.<br />
Una vez que lo tomase, en un corto número de años toda traza de lo que<br />
definía su humanidad se habría ido. Ese suave resplandor dorado que la rodeaba<br />
desaparecería día a día, hasta que no quedase nada. Hasta que estuviese tan<br />
vacía de ese divino resplandor interior como cualquier Fae.<br />
Cambiaría, siempre lo hacían.<br />
Pero era mejor una Morganna sin alma que una muerta.<br />
Nunca, Adam. Déjame morir.<br />
Él pudo haberle arrebatado cualquier recuerdo de su confesión. Pudo<br />
haberla obligado a tomar el elixir. Pudo hacerla creer cualquier cosa que<br />
desease que creyera.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Pero lo que deseaba que creyese era que él era digno.<br />
¿Tan malo sería ser como yo?, rugió él. ¿Soy un ser tan asqueroso, sin<br />
una alma, Morganna? ¿No he sido bueno contigo? ¿Qué has deseado de mí que yo<br />
no te haya entregado? ¿En qué me he equivocado?<br />
—Adam, hay algo que no entiendo. ¿Por qué Darroc no nos mató? —<br />
Preguntó Gabby de repente, sacándole de su oscuro ensueño—. Tenía la ventaja<br />
de la sorpresa. Pudo dispararte por la espalda, o golpearte en la cabeza o algo.<br />
Él parpadeó, frotando la mano sobre los ojos. Cristo, esos recuerdos le<br />
habían llegado de pronto y sin aviso, golpeándole tan intensamente que por unos<br />
instantes había olvidado donde estaba. Había vuelto allá, odiándola por morir.<br />
Odiándola por considerarle defectuoso hasta el mismo final por aquello con lo<br />
que ella había tenido la gracia de nacer.<br />
Odiando a todos los humanos, con sus sagradas almas, agrupando<br />
unilateralmente a todos los mortales como una especie vil. Y recordando<br />
finalmente lo que él era, después de todo. Un semidios, ¡así que que les joda!,<br />
había caminado a través de las Highlands durante un tiempo como si fuese la<br />
propia Muerte.<br />
Apretando la mandíbula, apartó los susurros de los tiempos pasados<br />
hacia el oscuro rincón de su mente que nunca visitaba voluntariamente. Su<br />
oubliette, su lugar del olvido. Capas y capas de recuerdos tirados en el pozo y<br />
abandonados allí, estirándose hacia atrás miles de años. Sumergirse en ellos<br />
sería una invitación a la locura. Pero otra mentira que le contó a Circenn fue que<br />
aprender demasiado con demasiada rapidez causaba la locura entre los de su<br />
raza, cuando la verdad era una sutil variación de eso: Era no saber cuando<br />
olvidar lo que provocaba eso.<br />
—No conoces a Darroc, ka-lyrra, —dijo él—. Le gusta jugar con su presa<br />
antes de matarla. No correría el riesgo mientras yo te tocaba porque, si no me<br />
dejaba inconsciente o me mataba instantáneamente, yo podría transportarnos a<br />
salvo. No se molestó esta vez en ocultarse a sí mismo y a los Cazadores con el<br />
féth fiada, porque quería que yo le viese y le oyese. Intentaba que yo me<br />
enfrentase a él, obligarme a girarme para apartarnos. Después de lo que ha<br />
visto, apuesto a que ahora te quiere a ti tanto como a mí.<br />
— ¿Por qué?<br />
Él la observó. Llevaba su largo cabello recogido con una de esas<br />
horquillas a las que tenía tanto cariño, y una pequeña cola puntiaguda se erguía<br />
recta, tocando el techo del coche, sacudiéndose alegremente mientras botaban<br />
y se inclinaban en la carretera llena de baches. Lucía su chaqueta de suave ante<br />
con bordes lanosos, el cuello estirado hacia arriba rodeando su esbelto cuello. <strong>El</strong><br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
sol de la tarde era una fiera bola deslizándose tras Ben Killan, que doraba su<br />
delicado perfil mientras ella se mordisqueaba su labio inferior.<br />
Y era la maldita cosa más bonita de todas las Highlands, mucho más que<br />
las montañas florecientes y los arroyos centelleantes.<br />
Era divertida, seductora, sexy, lista y llena de pasión humana, y le había<br />
hecho algo que no podía explicar. Besar a Gabrielle, había pensado en la suite,<br />
con sus brazos plenos de su lozana suavidad, era lo más cercano a saborear el<br />
cielo que un hombre sin alma podía esperar obtener. Le había respondido con<br />
toda la explosiva pasión que había notado al instante de posar sus ojos sobre<br />
ella, elevándose con rapidez al borde del clímax. Él habría podido llevarla con<br />
facilidad hasta él después de ser interrumpidos, podría haber sido compasivo y<br />
liberar la tensión de su cuerpo mientras se transportaban, o incluso más tarde<br />
en el tren o el avión.<br />
Pero no estaba dispuesto a aliviarla tan fácilmente. Le gustaba la idea de<br />
ella excitada por la dolorosa conciencia de él. Soportándola, tal como hacía él<br />
constantemente, dolorosamente consciente de ella. Sufrirían juntos. Cuando<br />
finalmente le provocase ese primer orgasmo, sería seguido por una docena más.<br />
Con su polla dentro de ella, profundamente introducido. Marcándola como suya.<br />
Su cuerpo humano, según parecía, había heredado una peculiaridad de los<br />
MacKeltar; la había mirado y gruñido mía. Y no había vuelta atrás. Para ninguno<br />
de ellos. Si ella aún no se había dado cuenta de eso, lo haría pronto.<br />
—Para llegar a mí. Es un bastardo retorcido. Le gusta arrebatarme todo.<br />
Especialmente las mujeres mortales. Tuve que aplicarme mucho para evitar que<br />
supiese nada sobre Morganna. Pero ahora sabe de ti, y no dejara de venir.<br />
<strong>El</strong>la abrió la boca y volvió a cerrarla. Luego la volvió a abrir.<br />
— ¿Llegaría a ti si me coge?<br />
Él la miró, pero ella no le devolvió la mirada. Había habido una nota tensa<br />
en su voz. Como novedad, su mirada estaba firmemente fija en la carretera. La<br />
pregunta era importante para ella. Y para él.<br />
—Sí, Gabrielle —contestó él con calma intensidad—. Lo haría.<br />
—Oh —<strong>El</strong>la calló un largo instante—. ¿Estás seguro de que estaremos<br />
realmente a salvo en el lugar al que vamos?<br />
Él sonrió ligeramente. Era tan mala como él en lo que concernía a desviar<br />
cuestiones o cambiar de tema. No importaba. Había tiempo. Él se encargaría de<br />
que hubiese mucho más que tiempo suficiente.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
—Ya lo estamos, hemos pasado las guardas. La reina es alertada en el<br />
momento que un Tuatha Dé cruza sus guardas y se adentra mil leguas en tierra<br />
Keltar, y esas guardas identifican al intruso. Este es el único lugar al que Darroc<br />
no puede venir sin revelarse a sí mismo a Aoibheal. Si lo hiciese, el juego<br />
terminaría, y él no está dispuesto a que eso ocurra. Además, posee cierta<br />
familiaridad con el reino humano, y si conozco a Darroc, se concentrará en lo que<br />
le hizo ir a Cincinnati. Seguirá intentando encontrar a Circenn.<br />
— ¿La reina sabrá que eres tú quien cruzó sus guardas?<br />
—Las guardas se diseñaron para un Tuatha Dé, lo cual ya no soy, así que<br />
no lo creo.<br />
—No creías que Darroc nos encontraría tan rápidamente.<br />
No era una pregunta, pero él contestó de todas formas.<br />
—Le subestimé. No creí que se atrevería a traer más Cazadores. No<br />
había forma en que pudiese encontrarnos tan rápido con solo los cuatro<br />
Cazadores que viste con él en Cincinnati. Pero convocó a más.<br />
— ¿Cuántos más? —preguntó ella, mirándole con los ojos abiertos de<br />
sobresalto.<br />
—No quieres saberlo.<br />
Cuando la giró en sus brazos para que le mirase, él había observado por<br />
encima de su hombro. Una veintena de Cazadores se habían materializado<br />
detrás de ella, solo esperando el instante en que él se girase hacia Darroc y<br />
dejase de tocarla. Alas negras cerniéndose sobre ella. Él nunca había visto<br />
tantos Cazadores juntos en el mismo lugar, aparte de su prisión Unseelie.<br />
Incluso él había encontrado esa oscura legión ligeramente desconcertante.<br />
Más que desconcertante. <strong>El</strong> simple pensamiento de sus garras<br />
clavándose en Gabrielle habría provocado algo en el corazón humano de su<br />
pecho, le había hecho sentir como si… creciese, convirtiéndose en un enorme y<br />
aplastante puño.<br />
— ¿Estaban detrás de mí? —preguntó ella con cautela. No quería<br />
perderse nada. Él asintió—. ¿Uh… más de… er, una docena?<br />
—Sí.<br />
—Tienes razón —dijo ella apresuradamente—. No quiero saberlo —Otra<br />
larga pausa—. Sabes… um, lo que Darroc dijo sobre tú y él jugando con los<br />
mortales…<br />
Un músculo palpitó en la mandíbula de él.<br />
— ¿Qué pasa con eso, Gabrielle?<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— ¿Era, er… verdad?<br />
—No —dijo Adam—. Darroc miente. Solo intentaba llenar tu cabeza con<br />
tonterías. Provocar la disensión entre nosotros, hacer el viejo truco de divide y<br />
conquistarás.<br />
— ¿De verdad? —<strong>El</strong>la le miró, con sus ojos verde-dorados bien abiertos,<br />
buscando.<br />
—No —dijo Adam—. De verdad.<br />
Él encontró su mirada sin mostrar expresión alguna, obligándola a<br />
creerle, odiando que la única vez que ella le miraba como debía, él estuviese<br />
mintiendo. Pero quien o que había sido no era quien o que era ahora, y no sería<br />
juzgado y convicto por antiguos crímenes.<br />
<strong>El</strong>la asintió lentamente.<br />
—De modo que —cambió de tema bruscamente—, ¿estás seguro de que<br />
esos MacKeltar que vamos a ver me creerán? ¿Incluso aunque no sean capaces<br />
de verte?<br />
—Ah, ka-lyrra, no estoy seguro de que exista algo que los MacKeltar no<br />
creerían. Han visto de todo.<br />
* * *<br />
—Le hemos perdido, Darroc —dijo Bastion.<br />
Darroc miró fijamente al Cazador manteniendo un silencio helado.<br />
Observar a Adam con su pequeña humana le había recordado los antiguos<br />
tiempos en que habían recorrido juntos la Caza Salvaje, cuando habían cazado<br />
como dioses hermanos, invencibles y libres, gobernados por nada y por nadie.<br />
Habían sido inseparables, cada uno conociendo los pensamientos del otro tan<br />
bien como los propios. Los mortales habían sido para ellos poco más que bestias<br />
inferiores, buenos para una persecución, divertidos para jugar con ellos,<br />
enfrentándoles entre ellos y observar como representaban sus tontas<br />
tragedias.<br />
Pero Adam había cambiado. Había sido corrompido por el contacto con<br />
los humanos. Y le había dado la espalda a su propia clase por uno de ellos. A él,<br />
Darroc, quien una vez había favorecido a Adam como nunca había favorecido a<br />
nadie.<br />
Adam se había convertido en protector de los humanos, pasando la<br />
mayor parte de su tiempo entre las criaturas de corta vida. Para Darroc era<br />
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inconcebible que cualquier entidad sensible pudiese preferir a los humanos que a<br />
los Tuatha Dé.<br />
Había esperado a que Adam volviese al redil, una vez satisfecha y<br />
superada su perversa fascinación. Pero pasó un milenio y Darroc había venido<br />
para ver a Adam convertido en la abominación que era.<br />
Furioso por descubrir a Adam divirtiéndose apasionadamente con la<br />
humana, había permitido que los Cazadores y él mismo fuesen visibles. Deseaba<br />
que fuese su rostro lleno de cicatrices lo último que Adam viese al yacer<br />
moribundo, mientras observaba como Darroc violaba a su mujer.<br />
Pero Adam había respondido a sus pullas en su forma habitual. No, había<br />
reaccionado como si Darroc ni siquiera tuviese importancia, como si sus pullas no<br />
pudiesen alcanzarle, como si solamente la seguridad de su patética pequeña<br />
mortal fuese de alguna importancia.<br />
Por segunda vez en esos días, Adam había utilizado su cuerpo para<br />
escudar a su humana y se había transportado antes de que Darroc pudiese<br />
detenerle.<br />
Y ahora el sin siriche du (quien ya no era digno de tan noble apelativo)<br />
estaba allá fuera en alguna parte con el conocimiento de que Darroc había<br />
liberado a los Cazadores. Y Darroc sabía que Adam sabía exactamente lo que<br />
significaba: que estaba planeando desafiar a la reina.<br />
Lo cual quería decir que tenía que encontrar a Adam otra vez y rápido.<br />
Antes de que el inteligente príncipe D’Jai encontrase alguna forma de atraer la<br />
atención de Aoibheal, incluso sin poderes como estaba. Darroc ya no podía<br />
permitirse el lujo de alargar su muerte. La próxima vez que viese a Adam Black,<br />
su desaparición debería ser rápida. No podía permitir que su sed de venganza<br />
pusiese en peligro su victoria final.<br />
Aunque… conservaría a la mujer por un tiempo. ¿Le gustaban los varones<br />
Fae? Él le enseñaría lo que los varones Fae pueden hacer con las mujeres<br />
humanas. Le enseñaría lo que Adam realmente era en su interior aunque<br />
intentase negarlo. Tuatha Dé: un dios. Y ella le adoraría antes de morir.<br />
—No me mires así, Darroc —gruñó el Cazador, sacándole de sus<br />
pensamientos—. Estábamos preparados. Podríamos haberles matado en un latido<br />
de corazón humano. Tú insististe en separarles y cogerles vivos. ¿Se trata de<br />
nuestra libertad o de tu venganza?<br />
—Ambos —contestó Darroc de manera inexpresiva—. Y no es de tu<br />
incumbencia. Dime, ¿cuál es el último lugar donde localizasteis su olor?<br />
—En un aeropuerto humano.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— ¿Su destino?<br />
<strong>El</strong> Cazador estiró las alas membranosas.<br />
—Había demasiados humanos alrededor. Su olor se dispersó entre el olor<br />
de muchos otros para cuando llegamos. No fuimos capaces de definirlo.<br />
Darroc maldijo brutalmente.<br />
—Deja que llame a más Cazadores. Volveremos a encontrarles —dijo<br />
Bastion.<br />
—<strong>El</strong> rey Unseelie notaría su ausencia —dijo Darroc—. No es un estúpido.<br />
—Actualmente se está divirtiendo por alguna parte. Nadie le ha visto<br />
desde hace bastante tiempo —replicó Bastion.<br />
Darroc sopesó la información.<br />
Si pudiese contar con el rey Unseelie, si pudiese solicitarle consejo o<br />
alianza, pero el Rey de la Oscuridad no era como ningún otro de su raza, tan<br />
anciano que Aoibheal, quien estaba a punto de cumplir setenta mil años, sería<br />
como si acabase de exhalar su primer respiro. Se rumoreaba que el rey Unseelie<br />
contaba su existencia por muchos cientos de miles de años; algunos murmuraban<br />
que eran incluso más. Y estaba, más a menudo que no, bastante loco. Pocos<br />
habían podido apenas vislumbrarle y nadie conocía su nombre o su verdadera<br />
forma. Había creado su propio reino en el interior del reino en sombras de la<br />
prisión Unseelie, una fortaleza de la que se decía abarcaba galaxias enteras; un<br />
oscuro y vasto dominio repleto de trampas para los incautos, en el que nadie que<br />
él conociese había entrado sin ser invitado y vuelto para contarlo.<br />
En realidad, nadie había entrado invitado y regresado, salvo la reina<br />
Seelie en dos ocasiones. Incluso ella evitaba al Rey de la Oscuridad.<br />
Aunque… si estaba ocupado en alguna parte, Darroc ciertamente podría<br />
utilizar más Cazadores.<br />
— ¿Cuánto hace que no se le ve al rey?<br />
—Cincuenta años —contestó Bastion.<br />
Bastante tiempo, un riesgo digno de asumir.<br />
—Otra veintena de vosotros, no más —concedió Darroc—. Encuentra al<br />
hijo de Adam. Creo que él intentará utilizarle para conseguir una audiencia con<br />
la reina. Debemos evitar que eso ocurra. Cubran tanto Cincinnati como las<br />
Highlands. Cuando localicen a su bastardo mestizo, convócame. Y si consiguen<br />
encontrar a Adam, no se acerquen. Quiero estar allí cuando muera.<br />
Bastion asintió, con sus agudos dientes reluciendo.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 17<br />
Drustan MacKeltar tomó un trago de whisky escocés y echó un vistazo<br />
alrededor de la mesa con una sonrisa satisfecha.<br />
<strong>El</strong> año pasado los MacKeltars habían visto demasiado de todo. Y Dios así<br />
lo quiera, ya hemos visto lo último de todo, pensó fervientemente.<br />
Después de tantos acontecimientos calamitosos, la vida era pacífica y<br />
dulce, todo lo que alguna vez había soñado y más. Él quería nada más que<br />
sumergirse en los placeres simples para el resto de su vida. Como una comida<br />
compartida con aquellos que amaba, ante un crujiente fuego hecho con haces de<br />
fragante brezo.<br />
Su mirada examinó rápidamente a sus compañeros de comedor: estaba<br />
Gwen, su querida esposa, una brillante física, y madre radiante de sus preciosos<br />
gemelos de dos meses, charlando alegremente con Chloe acerca de todas las<br />
escuelas a las que sus niños podrían un día asistir.<br />
Y estaba Chloe, la querida esposa de su hermano, una experta en<br />
antigüedades y brillante estudiosa. Acababan de saber la semana pasada que<br />
pronto traerían más miembros al clan MacKeltar, y ella había estado<br />
resplandeciente desde entonces, tal como lo había estado su marido, Dageus.<br />
amigo.<br />
Ah, y estaba Dageus, su gemelo, tres minutos más joven, y su mejor<br />
Habían pasado meses desde aquella noche en el Edificio Belthew, cuando<br />
Dageus había combatido y derrotado la secta actual de los Draghar, quienes<br />
habían estado decididos a resucitar a su antiguo homónimo. Los ojos de Dageus<br />
estaban otra vez radiantes y claros, y estaba lleno de risas fáciles. Drustan no<br />
podía recordar haberlo visto alguna vez tan feliz.<br />
Al principio, Dageus había hablado de construir su propio castillo en el<br />
tercio norte de la propiedad de los MacKeltar, pero Drustan rápidamente había<br />
acabado con tal tontería. Dageus había supervisado la construcción del castillo<br />
de Drustan y Gwen - la fabulosa casa había sido una muestra de su amor hacia<br />
ellos, y hecho a la medida en cada maravillosamente bien trabajado detalle -<br />
contenía ciento veinte habitaciones. Había sido diseñado para el hogar de un<br />
clan entero, y Drustan intentaba hacer exactamente eso.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Él no había perdido a su hermano dos veces como para ofrecerle<br />
cualquier otra cosa ahora. Los clanes no se parecían a las familias de nuestros<br />
días. Los clanes de las Highlands permanecían juntos, trabajaban juntos,<br />
jugaban juntos, y levantaban a sus niños juntos. Conquistaron su propia pequeña<br />
esquina del mundo y la llenaron con su única y orgullosa herencia.<br />
De ahí que Dageus y Chloe habían hecho su residencia en el castillo,<br />
colocándose felizmente en una suite en el ala oeste, en el ala contraria a la<br />
Drustan y Gwen que estaba al este.<br />
Y cada víspera sin falta, a las siete en punto, se reunían para cenar (sus<br />
mujeres insistían en que ellos se vistieran para ello, y él se habría puesto<br />
cualquier cosa tonta que ella le hubiera pedido, con tal de ver a su pequeñita<br />
Gwen en vestidos y zapatos tan atractivos como los que usaban las mujeres del<br />
siglo veintiuno), y las paredes de piedra del castillo se llenaban con risas, fina<br />
conversación, y el calor del amor.<br />
Ladeando su cabeza, Drustan echó un vistazo encima del retrato de su<br />
padre. Silvan, y su segunda madre, Nell, colgando encima de la chimenea. Él<br />
imaginaba los ojos negros pintados de Silvan centelleando alegremente y la<br />
sonrisa de Nell que curvaba sus labios dulcemente. Si, la vida era rica. Después<br />
de todas sus pruebas y tribulaciones, se había adaptado a una cadencia pacífica,<br />
sin las complicaciones de vida-o-muerte, ningún perjurio, ningún viaje en el<br />
tiempo, ninguna maldición, ningún Druida malvado o gitanos o videntes<br />
enloquecidos o Tuatha Dé.<br />
Tenía ganas de un largo período paz ininterrumpida y de quietud. <strong>El</strong><br />
reposo en su vida le caería bien. Apartó su plato y estuvo a punto de sugerir que<br />
pasaran a la biblioteca, cuando su mayordomo, Farley, llegó tempestuosamente,<br />
el pelo blanco erizado, su aspecto alto y encorvado ahora más tieso que un huso.<br />
Algo lo tenía claramente agitado.<br />
— Milord —, dijo Farley con un disgustado bah.<br />
— Señor MacKeltar —, le corrigió Drustan por enésima vez, con una<br />
sonrisa de esto-es-verdaderamente-desgastante-pero-yo-estoy-decidido-ahacerlo.<br />
Daba lo mismo cuantas veces él le dijera a Farley que él ya no era Laird,<br />
que era simplemente el Sr. MacKeltar, que era Christopher (su descendiente<br />
actual quien vivía arriba en el camino del castillo más viejo sobre la tierra) quien<br />
en realidad era el Laird, Farley rechazaba oírlo. <strong>El</strong> mayordomo de algo más de<br />
ochenta años, aunque insistía en que tenía sesenta y dos años y que obviamente<br />
nunca antes en su vida hasta el presente había llegado hasta el punto más alto<br />
de su carrera, estaba determinado a ser mayordomo de un lord. Punto final. Y<br />
no iba a permitir a Drustan interferir con aquella aspiración.<br />
Si no fuera por Gwen, Drustan podría haber sido más firme sobre el<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
acogerlo, pero Gwen adoraba a Ian Llewelyn McFarley, desde el día en que había<br />
llegado, seguido de tantos otros McFarleys que buscaban ser empleados en y<br />
alrededor del castillo, que Drustan ya no estaba seguro algunas veces si era el<br />
Castillo Keltar donde vivía o el Castillo Farley.<br />
Siendo justos, pensaba irónicamente, este era el Castillo Farley a fuerza<br />
de números simplemente. Según su último conteo, empleaba a catorce de los<br />
hijos de su mayordomo, con sus esposas y familiares. Diecisiete nietos, y había<br />
doce pequeñitos llenando el lugar, desde niños hasta adolescentes. Los<br />
McFarleys eran un grupo prolífico, reproduciéndose como los clanes de los<br />
antiguos tiempos. Drustan parecía seriamente interesado de ponerse a la par.<br />
Seguramente disfrutaría del intento, pensó, mirando posesivamente a su<br />
pequeñita y sensual esposa.<br />
— Si, milord MacKeltar.<br />
Drustan puso los ojos en blanco. Gwen resopló tras su servilleta.<br />
— Como intentaba decirle, milord, tiene un visitante y, pensé que, aunque<br />
quizás no soy quien para decirlo, ella es en gran medida una — sniff— muchacha<br />
impropia. No como la joven señorita Chloe aquí presente —, una enorme y<br />
caprichosa sonrisa — o nuestra encantadora señora Gwen. En verdad ella me<br />
trae más a la mente eso —, él señaló con la cabeza hacia Dageus — cuando él<br />
llegó. Hay algo que no está bien acerca de ella, no bien del todo.<br />
Drustan sintió una sensación de vacío en su estómago. Paz y tranquilidad<br />
estaban en la agenda. Nada más. Echó un vistazo de manera inquisidora a su<br />
esposa. Gwen se encogió y negó con la cabeza. — No he invitado a nadie,<br />
Drustan. ¿Lo hiciste tú Chloe?<br />
— No —, contestó Chloe. — ¿Qué no está bien con ella, Farley? —,<br />
preguntó curiosamente.<br />
Un desagradado humm. Unos pocos humms, luego uno profundo, sonó<br />
ofendido. — <strong>El</strong>la es una muchacha bastante buena, es decir cuando uno es capaz<br />
de mirarla realmente, pero —se interrumpió con un suspiro profundamente<br />
apenado y limpió su garganta varias veces antes de continuar — Parece que ella<br />
está teniendo, er ... problemas de solidez.<br />
— ¿Qué? —, dijo Gwen, frunciendo el ceño — ¿Qué puede significar —<br />
problemas de solidez—?<br />
— ¿Qué significa eso, Farley?<br />
Drustan inhaló profundamente, exhalando despacio. No le gustaba como<br />
sonaba eso. Los problemas de solidez no eran de buen agüero para la serenidad<br />
de los inquilinos del Castillo Keltar.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Es precisamente como dije. Problemas de solidez —, reiteró Farley,<br />
obviamente renuente a comprometerse más allá de la descripción del<br />
inesperado invitado.<br />
— Oh —, dijo Gwen débilmente. — ¿Quieres decir que ella es sólida y<br />
luego no lo es? ¿Es como si se volviera invisible?<br />
— Usted no ha escuchado tal cosa de mí —, dijo Farley rígidamente. —<br />
Semejante afirmación me haría parecer bastante confundido.<br />
— ¿Y ella está preguntando por mí? —, dijo Drustan con irritación.<br />
¿Cómo podía ser eso? Las únicas personas que él conocía en el siglo veintiuno<br />
eran aquellos que había conocido a través de Gwen, o desde que se habían<br />
instalado en la propiedad MacKeltar. Seguramente no tenía nada que ver con<br />
alguien con problemas de solidez. Realmente, habría evitado a tal persona como<br />
a la plaga más horrenda. Había tenido bastante de hechizos y encantamientos<br />
para más de una docena de vidas.<br />
— No, ella está preguntando por ese otro —. Farley señaló hacia Dageus.<br />
— ¿Yo? —. Dageus parecía sobresaltado. Echando un vistazo a Chloe, él<br />
se encogió — No tengo ni idea, muchacha.<br />
Exhalando explosivamente, Drustan se levantó. Vamos a por la paz y la<br />
tranquilidad y los simples placeres. Cuán tonto creer que la vida de un Druida<br />
Keltar alguna vez podría ser normal. En cualquier estúpido siglo. — Creo que lo<br />
mejor es averiguar —. Dijo. — tal vez seamos tan afortunados que la muchacha<br />
con —problemas de solidez— podría volverse no-sólida de una manera<br />
permanente y dejarnos a todos en paz.<br />
Cuando fue hacia el gran pasillo, Dageus, Gwen, y Chloe lo seguian tras<br />
sus talones.<br />
* * *<br />
Gabby estaba de pie en la entrada del castillo, sacudiendo la cabeza,<br />
atontada.<br />
Adam no se había molestado en decirle que los MacKeltars vivían en un<br />
magnífico y extenso castillo con torrecillas redondas y torres cuadradas,<br />
encerrado por una poderosa pared de piedra, y repleto de rastrillos medievales<br />
y barbicanos, y sólo el gran vestíbulo, podía contener un onceavo piso del hotel<br />
Victorian.<br />
Tampoco le había advertido que podría haber tenido la súbita tentación<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
de correr a cepillar su cabello o a empolvar su nariz e intentar verse<br />
presentable frente... frente a los aristócratas o… la nobleza... o lo que fueran<br />
las señoriales personas que vivían en el castillo.<br />
No, sólo como si fuera otra abrupta caída de Gabby O'Callaghan, privada<br />
de sueño Y desaliñada, dentro de otra insondable situación, totalmente<br />
desprevenida. Inclinó hacia atrás la cabeza, examinando su entorno. Una<br />
balaustrada intrincadamente tallada rodeaba el pasillo del segundo piso, y una<br />
elegante escalera doble venía de lados contrarios, se encontraban en el medio, y<br />
descendían en una amplia serie de escalones de mármol. Era una escalera de<br />
cuento de hadas, una princesa podría descender, vestida con un elegante traje.<br />
Tapicerías brillantes adornaban las paredes, alfombras afelpadas estaban<br />
extendidas, y cristales pintorescamente coloreados adornaban las muchas<br />
ventanas en altura. <strong>El</strong> mobiliario en el vestíbulo era voluminoso y tallado,<br />
adornado con complejos nudos celtas. Había dos chimeneas, ambas grandes como<br />
un hombre desarrollado de pie. Enfrente había sillas con altos y acolchados<br />
espaldares y con ricos brocados, colocadas al lado de brillantes mesas. Los<br />
corredores iban en todas las direcciones, y no podía empezar a imaginarse<br />
cuantas habitaciónes había en el lugar. ¿Cien? ¿Doscientos? ¿Y con el detalle de<br />
pasillos secretos y una mazmorra? se preguntó de manera extravagante.<br />
No fue hasta que habían comenzado a subir el largo, tortuoso y privado<br />
acceso a la propiedad, que Adam finalmente había divulgado el fascinante,<br />
aunque incompleto, trozo de información acerca de que los MacKeltars<br />
descendían de una antigua línea de Druidas que habían servido a los Tuatha Dé<br />
Danaan por eones y eran los defensores exclusivos del lado de los Hombres en el<br />
Pacto entre los humanos y los Fae.<br />
— ¿<strong>El</strong> Pacto? —. Había repetido, atontada.<br />
Los Libros de O'Callaghan tenían escasa información acerca del<br />
legendario tratado. <strong>El</strong>la estaba comenzando a comprender que si sobreviviera a<br />
todo esto, sería capaz de agregar una enorme riqueza de información a los<br />
volúmenes para las futuras generaciones, y lo que era aún mejor, información<br />
exacta, más que cualquiera que hubieran manejado ellos hasta ese momento.<br />
Quizás hasta conseguiría ver la sagrada… er, cosa, lo que fuera que<br />
fuese <strong>El</strong> Pacto, casi no sabía ni como se suponía que luciría. Y cuanto, se<br />
preguntó, ardiendo de curiosidad, ¿podrían los MacKeltars ser capaces de<br />
contarle sobre los Fae? Como los defensores del tratado, ellos deberían saber<br />
mucho. No podía esperar.<br />
Resopló suavemente, sin poder evitar la ironía de sus pensamientos.<br />
Había gastado su vida entera determinada a ocultarse de todas las cosas Fae,<br />
rechazando abrir Los Libros, rechazando estudiarlos, y de repente estaba<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
impaciente por saber tanto como fuera posible sobre ellos. Los Libros<br />
O'Callaghan habían estado errados sobre muchas cosas. Y necesitaba saber<br />
exactamente en qué cosas, y exactamente cuán equivocado. Sólo entonces podía<br />
ser capaz de hallarle algún sentido al príncipe Fae oscuro y seductor que había<br />
arruinado su vida y la había vuelto completamente patas arriba.<br />
Echó un vistazo hacia él. Estaba de pie silenciosamente, su mirada fija<br />
enfocada hacia delante, su enorme cuerpo quieto y tenso. ¿Estaba inseguro de<br />
su bienvenida? Era difícil imaginarse que Adam estuviera inseguro de algo.<br />
<strong>El</strong>la estaba inclinando su cabeza atrás para investigar, cuando dos<br />
hombres entraron en el gran vestíbulo y la pregunta voló fuera de su cabeza.<br />
Eran simplemente dos de los hombres más magníficos que alguna vez hubiera<br />
visto. Gemelos, aunque diferentes. Eran tanto altos como poderosamente<br />
formados. Uno era más alto por unas pulgadas, con el pelo negro que llegaba un<br />
poco más abajo de sus hombros y ojos como trozos de plata y hielo, mientras<br />
que el otro tenía un largo cabello negro que caía en una trenza hasta su cintura,<br />
y ojos tan dorados como el collar de Adam. Iban elegantemente vestidos con<br />
ropa entallada de matices oscuros, sus cuerpos magníficos exudando un crudo<br />
atractivo.<br />
Oh, Dios, se maravilló, no hacen hombres como estos en los Estados<br />
Unidos. ¿Eran estos típicos escoceses? Si era así, iba a tener que traer a<br />
<strong>El</strong>izabeth aquí de algún modo. Una experta en novelas románticas, los favoritos<br />
de <strong>El</strong>izabeth eran los escoceses, y estos dos hombres lucían como si hubiesen<br />
salido de una de aquellas cubiertas.<br />
— Intenta no quedar con la boca abierta, ka-lyrra. Son sólo humanos.<br />
Mortales. Insignificantes. Casados. Ambos. Felizmente.<br />
Lo siento por <strong>El</strong>izabeth, Gabby lamentó, girándose para mirar a Adam.<br />
Su mano descansaba posesivamente en el pequeño trasero de ella, y él estaba<br />
mirándola con una expresión inequívocamente irritada que parecía un poco<br />
como... ¿celosa? <strong>El</strong> Sin Siriche Du - ¿celoso de dos varones humanos? ¿Por ella?<br />
La idea parecía tan improbable como para ser imposible; sin embargo, hizo que<br />
pequeños resuellos se atascaran en su garganta.<br />
— No estoy boquiabierta —. Logró decir, y realmente no lo estaba,<br />
porque tan pronto como había mirado atrás hacia Adam, se había dado cuenta<br />
que, aunque los dos hombres podían ser magníficos entre los humanos, no eran<br />
nada comparados con él.<br />
Toma a esos dos hombres, combínalos, rocíalos con polvo Fae, salpícalos<br />
diez veces con esa sensualidad que se cuece a fuego lento, un poco de peligro<br />
elemental, y es Adam Black, pensó.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Dageus, estás viendo... —, el más alto de los dos comenzó, con una<br />
nota disgustada en la voz profunda, unida a un espeso y suave chirrido.<br />
— ¿Algo así como el contorno débil y nebuloso de una muchacha,<br />
Drustan? —. Su gemelo de ojos dorados terminó por él, con el mismo atractivo<br />
acento.<br />
— Si —,dijo el llamado Drustan, frunciendo el ceño.<br />
— Si —. Dageus estuvo de acuerdo.<br />
— ¡Oh! —, exclamó Gabby. Se había olvidado de la mano de Adam en su<br />
pequeño trasero (¡hombre letal, había conseguido que ella se acostumbrara a su<br />
toque constante, que ahora hacía más probable que notara su ausencia que su<br />
presencia!). ¿Además, cómo los MacKeltars podían verla en absoluto? se<br />
preguntó, frunciendo el ceño. ¿Porque eran Druidas? ¡Cielos, tenía tantas<br />
preguntas!<br />
Escabulléndose del toque de Adam, ella se excuso a toda prisa ante los<br />
dos altos y oscuros hombres. — Lo siento tanto. Sigo olvidando que desaparezco<br />
cuando él está tocándome, porque nada desaparece para mí. Supongo que<br />
probablemente atemorizamos un poco a su mayordomo —. Ante sus vacías<br />
miradas, continuó. — Soy Gabrielle O'Callaghan —, dijo, dando un paso adelante<br />
y ofreciendo su mano, — Y sé que ustedes no me conocen, y sé que todo esto<br />
probablemente parezca bastante extraño, pero puedo explicarlo. ¿Tal vez<br />
podríamos sentarnos en algún sitio? Siento como si hubiéramos estado viajando<br />
siempre.<br />
Los hombres intercambiaron miradas. — ¿Nosotros?—. <strong>El</strong> llamado<br />
Drustan dijo con cautela.<br />
— Oh, por el amor del cielo, Drustan —, una mujer menuda con pelo liso<br />
plateado y rubio, emergió empujando a los elevados <strong>Highlander</strong>s, — ¿Dónde<br />
están sus modales?<br />
Una segunda mujer, también menuda, pero con el pelo largo y rizado de<br />
color cobre y oro, surgió detrás del otro gemelo, y ambos se apresuraron a<br />
recibirla.<br />
— Soy Gwen —, dijo la rubia platinada, — y este es mi esposo, Drustan.<br />
Ésta es Chloe y su esposo, Dageus.<br />
— Encantada de conocerlas —, dijo Gabby, sintiéndose de repente como<br />
la reina del grunge, enfrontada a las dos hermosas mujeres. Aquí estaba en un<br />
elegante castillo, con cuatro personas elegantemente vestidas, ella, que había<br />
estado viajando sin parar durante un día y medio o al menos así lo creía. Las<br />
zonas horarias la tenían más bien enredada y cuatro cambios de avión y horas de<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
agotadora conducción más tarde, se miró. Su pelo había resbalado desde hacía<br />
horas del clip y podía sentirlo cayendo desde su cabeza hasta su espalda. No<br />
tenía ningún maquillaje, y hasta las arrugas en su ropa tenían arrugas. Le lanzó a<br />
Adam una mirada fulminante. — No puedo creer que no me dijeras que íbamos a<br />
un castillo y que toda esta gente estaría aquí. Mírame, soy un lío, un desastre.<br />
— Um, perdóname, pero ¿a quien te diriges? Y no eres un lío —, le<br />
aseguro Chloe. — Créeme, Gwen y yo hemos tenido nuestra parte de raspaduras<br />
y nos hemos sentido desastrosas, y tú no estás tan arruinada. ¿Lo está, Gwen?<br />
Gwen rió. — Escasamente. Estar arruinada es estar ansiosa de nicotina,<br />
y luego pasar una semana en un autobús con un grupo de ancianos, caer en una<br />
cueva, y aterrizar sobre un cuerpo.<br />
— Y luego retroceder unos cuantos siglos, sin la idea de lo que vendrá —,<br />
Chloe estuvo de acuerdo. — Desnuda, además, ¿verdad?<br />
Gwen asintió irónicamente.<br />
Gabby parpadeó.<br />
— Yo le di mi manta de viaje —, protestó Drustan con indignación. — No<br />
era mi intención enviarte atrás desnuda como un niño pequeño, Gwen.<br />
Gwen le dirigió a su marido una mirada cariñosa. — Lo sé —, dijo<br />
suavemente.<br />
<strong>El</strong> llamado Dageus sacudió su cabeza con impaciencia. — Todo eso no es<br />
pertinente ni aquí ni ahora. ¿A quien le hablas que nosotros no podemos ver,<br />
muchacha?<br />
¿Lanzada unos siglos atrás? ¿Desnuda? ¿Qué? ¡Dios mío!, ¿esta gente<br />
era medio Fae como el hijo de Adam, que podía desplazarse en el tiempo? Su<br />
propia vida, en su pequeña esquina de los Tres Estados estaba pareciendo cada<br />
vez más normal con cada día que pasaba.<br />
— Diles, Gabrielle —. Adam le urgió con impaciencia. Parpadeando. Gabby<br />
asintió. — Tengo una de las, er, hadas aquí conmigo—.<br />
— Tuatha Dé —, corrigió Adam con irritación. — Estás haciéndome<br />
parecer como una sangrienta Tinkerbell ♥ .<br />
— Uno de los Tuatha Dé —, se enmendó, con una risa sardónica. — Él<br />
dice que estoy haciéndolo sonar como un Tinkerbell, pero, créanme, nadie podría<br />
alguna vez confundir a Adam Black con un Tinker...<br />
— ¿Adam Black de los Tuatha Dé Danaan?— gritó Dageus, esos exóticos<br />
♥ Tinkerbell en inglés es Campanita, la amiga hada de Peter Pan<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
ojos de oro se ensancharon.<br />
— ¿Tú lo conoces? —, ella le dijo a Adam impacientemente, — No me<br />
dijiste que ellos te conocían.<br />
— No estaba seguro si Dageus conservara algún recuerdo de mí, kalyrra.<br />
Él estaba cerca de la muerte entonces, y yo no sabía si Aoibheal le<br />
permitiría recordarme —, dijo él suavemente.<br />
— ¿Quieres decir el Tuatha Dé Danaan que salvó la vida de mi marido? —<br />
exclamó Chloe. — ¿Él está aquí contigo?—<br />
Bien, esto la desequilibraba completamente. ¿Adam había salvado la vida<br />
de Dageus? ¿Cuándo? ¿Cómo? ¿Por qué? ¿Que andaba haciendo, yendo a ninguna<br />
parte a salvar la vida de los humanos? ¿Qué tipo de hada hacía esto? Ninguna de<br />
ellas había escuchado nunca nada sobre eso. Las hadas no andaban por ahí<br />
ayudando a los humanos.<br />
Por el bien del cielo, pensó, mirándolo, con la boca entornada, ¿Acaso lo<br />
conozco del todo? Condenados Libros O'Callaghan. ¿Habían acertado en algo<br />
además de su inmenso atractivo sexual?<br />
Adam sonrió apenas y, con un gentil dedo bajo su barbilla, cerró su boca.<br />
Su mirada se fijó en sus labios por un momento y ligeramente pasó la yema de su<br />
pulgar sobre su labio inferior. Cuando aplicó una suave presión, estuvo<br />
mortificada al darse cuenta que la punta de su lengua se deslizaba hacia afuera<br />
para probarlo. No había pensado hacerlo; no había sido capaz de detenerse.<br />
Su cara estuvo al instante tensa con la lujuria e hizo un sonido gutural en<br />
su garganta. Las ventanas de su nariz se inflamaron, mientras soltaba varios<br />
resuellos, luego dijo entre dientes. — ¿Qué, no leíste sobre esto en uno de tus<br />
tonto Libros, Gabrielle? ¿No encaja con tus preconcepciones? Imagínate esto.<br />
— ¿Por qué no me lo contaste?<br />
— ¿Me habrías creído? —, le contestó fríamente.<br />
<strong>El</strong>la se estremeció.<br />
ella.<br />
— Por lo tanto, no te lo dije —. Dejó que su mano cayera del rostro de<br />
— ¿Oh, vieron eso? — Oyó a Gwen exclamar, como desde muy lejos. —<br />
¡<strong>El</strong>la simplemente desapareció otra vez! ¡Esto es tan fascinante! Y ahora está de<br />
regreso.<br />
Gabby estaba todavía mirándolo cuando Chloe tomó su mano,<br />
efusivamente, — Oh, bienvenida, bienvenidos, a los dos. ¿Están hambrientos?<br />
¿Sedientos? ¿Qué podemos hacer por ustedes?, déjenos tomar sus bolsos. Y, er<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
—, ella vaciló por un breve momento. — Sé que este probablemente no es el<br />
momento para ello, pero ¿exactamente cuántos años tiene Adam Black de todos<br />
modos? Como verás, tengo unas preguntas sobre la Edad De hierro. En realidad<br />
—, se confió con seriedad, — tengo unas pocas preguntas sobre varias...<br />
— ¿Él puede comer y beber? — Gwen interrumpió, con una expresión<br />
completamente fascinada. — ¿Está en realidad allí? Y, er... ¿exactamente donde<br />
está? ¿Está en otra dimensión o algo? ¿Paralela a la nuestra, tal vez?<br />
Dageus y Drustan intercambiaron miradas sardónicas y sacudieron sus<br />
cabezas. Entonces Drustan dio un paso adelante y deslizó un brazo alrededor de<br />
los hombros de su esposa. Con una plateada mirada resignada, dijo, — Por qué<br />
mejor no le preguntamos a la muchacha si tiene hambre o no y dejamos que los<br />
asuntos de historia y física esperen un momento —. Se acercó a Gabby, inclinó la<br />
cabeza y dijo con tranquila formalidad. — Los Keltar le dan la bienvenida,<br />
Tuatha Dé. Los antiguos son siempre bienvenidos en nuestra casa.<br />
* * *<br />
Adam miró a Gabrielle con ojos entrecerrados y, aunque apreciara la<br />
formal bienvenida de Drustan, estuviera complacido de que Dageus lo recordara,<br />
y encantado de que su ka-lyrra finalmente comenzara a verlo por quien era, él<br />
necesitaba algo que lo apaciguase un poco.<br />
No previo su reacción a la vista de los gemelos alrededor Gabrielle. No<br />
le gustó esto. No le gustó ni un poquito. Había demasiada testosterona en el<br />
espacio. Y todo en él - que no era una cantidad insignificante-, estaba invisible.<br />
Y saber que Drustan y Dageus estaban casados no hacía una maldita cosa<br />
para aliviar su preocupación. ¿Realmente, tenía que sonreírles así? ¿Acaso no<br />
entendía que ellos eran hombres y los hombres no eran confiables alrededor de<br />
una mujer como Gabrielle, no importa cuán felizmente casados alegaran estar?<br />
Y Cristo, él ni siquiera podía marcar su territorio. Tocarla en una forma íntima,<br />
fallaba en establecer algo, porque cada vez que lo hacía, sólo pasaba que ella era<br />
invisible para ellos.<br />
Nunca había lamentado más ser invisible. Alrededor de hombres<br />
normales en Cincinnati no había sido de ninguna importancia, pero los Keltar no<br />
era hombres normales.<br />
Jugaba con irritación con su vaso vacío de whisky escocés, haciéndolo<br />
rodar atrás y adelante entre sus palmas, mirando la botella sobre el mueble del<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
bar. Les lanzó una mirada oscura a los MacKeltars que desde luego no podrían<br />
ver, pero lo hacía sentirse ligeramente mejor, se puso de pie, rellenó su vaso, y<br />
comenzó a pasearse por la biblioteca. Era un cuarto espacioso, masculino, con<br />
estantes de cereza empotrados en los paneles de las paredes, sillas cómodas y<br />
otomanas, una chimenea de mármol rosa oscuro, y altas ventanas. Dio vueltas por<br />
ella, examinando distraídamente los libros, escuchando mientras Gabby seguía<br />
rellenado contándolas el viaje de ambos, - ah, no, la versión de ella de los<br />
acontecimientos - hasta el momento. Había intentado decirle su versión, pero<br />
ella había parecido perversamente encantada por la oportunidad de decirle a los<br />
MacKeltars todo sobre cómo su vida se había enredado desde que él había<br />
llegado.<br />
Gwen y Chloe hacían pequeños ruiditos comprensivos, y él podía<br />
simplemente oler la maldita unión femenina circulando en el cuarto. Todos se<br />
encontraban unidos, excepto por la persona invisible.<br />
Infierno sangriento, tenía hambre. ¿Pero conseguiría comer? No. Gabby<br />
había hablado por ambos, evitando una comida, aceptando un bocado ligero en la<br />
Biblioteca.<br />
¿Mantecadas, caramelos, y nueces? Un cuerpo mortal podría morir de<br />
inanición con semejante magra ración. Y aún no había llegado a la parte donde<br />
Darroc y los Cazadores había aparecido. Gwen y Chloe parecían fascinadas con la<br />
idea de los Sidhe-seers y habían estado haciendo docenas de preguntas<br />
completamente innecesarias sobre lo que era ser una. A este ritmo, podría llevar<br />
toda la noche llegar a la parte importante que era lo que Adam necesitaba que<br />
ellos hiciesen. ¡Si sólo pudiera hablar por sí mismo! Estaba comenzaba a<br />
preguntarse si aún lograría tener todo preparado para Lughnassadh.<br />
Ahora, ella estaba extendiéndose sobre aquellos idiotas y apócrifos<br />
Libros O'Callaghan, y Chloe, la amante de antigüedades e implacable ratón de<br />
biblioteca, intentaba concertar una cita para ir a Cincinnati a verlos. Libros.<br />
Faery estaba en peligro, su reina estaba en peligro, Darroc intentaba matarlos,<br />
los Cazadores estaban en libertad, y ellos hablaban de ¡libros!<br />
Lo calmó sólo ligeramente al escucharla decir — Eres bienvenida a<br />
verlos, Chloe, pero, francamente, creo que mis antepasados pueden haber<br />
reunido muchos datos erróneos —. Aproximadamente en el maldito momento en<br />
que ella admitió eso, creyó, entrecerrando los ojos, su mirada se deslizó sobre<br />
ella posesivamente. <strong>El</strong>la lo miró. Haciéndole sentirse menos invisible. Pero no<br />
hizo tanto sino echar una pequeña mirada hacia él, estaba demasiado ocupada<br />
contestando más preguntas irrelevantes.<br />
Estaba justo a punto de salir afuera e ir él mismo a conseguir algo a la<br />
cocina cuando Dageus dijo pensativamente. — ¿Entonces es porque él está<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
maldecido con feth fiada lo que nos impide verlo?<br />
La cabeza de Adam se movió. — ¿Qué sabe él de eso, ka-lyrra? —, le<br />
dijo, repentinamente alerta. Dageus era otro pase libre, como su Sidhe-seer; las<br />
cosas que él había aguantado el año pasado lo habían cambiado en formas que<br />
nadie podía estar completamente seguro. Había cambiado tanto que, de hecho,<br />
aun cuando el presente Dageus se había encontrado consigo mismo en el pasado<br />
– lo que debería haberlo cancelado, hecho desaparecer – no había ocurrido. La<br />
cual era la razón por la que el Alto Consejo había abogado tan firmemente por<br />
su destrucción. Por supuesto, algunos de ellos habían estado conducidos por<br />
motivos más infames, como Darroc.<br />
por él.<br />
— Sí, eso es, y Adam, quiere saber lo que sabes de eso —, Gabby lo dijo<br />
Dageus sonrió apenas. — Más de lo que alguna vez deseé. Lo usé yo<br />
mismo para tomar prestados unos raros tomos que necesité hace no demasiado<br />
tiempo. Lo llamamos el manto mágico, o la niebla del Druida. No es fácil de usar,<br />
es un hechizo congelante. Hay dos versiones de él. La versión que a los<br />
MacKeltars les fue enseñada, y el hechizo que los Draghar conocían; uno mucho<br />
más potente, el triunvirato de hechicería, en la lengua de los Tuatha Dé. Yo<br />
nunca he usado esa versión.<br />
— ¿Los Draghar? —, Gabby repitió, frunciendo el ceño.<br />
— Por un tiempo —, explicó Chloe. — Dageus estuvo poseído por las<br />
almas de los Trece Druidas antiguos y malvados que habían sido desterrados por<br />
los Tuatha Dé en una prisión inmortal hace cuatro mil años. <strong>El</strong>los eran llamados<br />
los Draghar.<br />
— Oh. Ya veo —. Gabby pareció bastante poco convencida de sus propias<br />
palabras.<br />
Chloe se rió suavemente. — Te lo explicaré todo más tarde, Gabby. Lo<br />
prometo.<br />
— ¡Infierno sangriento, sí! —, explotó Adam, acechando al lado de<br />
Gabrielle. Cerró una mano sobre su brazo, y le dijo urgentemente — Pregúntale<br />
si todavía conserva las memorias de los Draghar, Gabrielle —. Durante el tiempo<br />
que los trece Druidas oscuros habían poseído a Dageus, el conocimiento de ellos<br />
había sido suyo, y ellos alguna vez habían sido privados de prácticamente todo la<br />
erudición Tuatha Dé. Adam había asumido que cuando Aoibheal había destruido<br />
a los Draghar, había quitado aquellas memorias de la mente del <strong>Highlander</strong>.<br />
¿Pero qué si no lo hubiera hecho? Si Dageus conociera la antigua<br />
contramaldición en la lengua Tuatha Dé, ¡Podría terminar con el encantamiento<br />
de Adam! Ningún simple mortal podría hacerlo, ni siquiera él mismo, pero un<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Druida MacKeltar de pura sangre que conocía las palabras antiguas seguramente<br />
podría.<br />
Sería capaz de hablar por sí mismo, ser visto otra vez, sería sólido otra<br />
vez, sería capaz de hacer evidentemente claro que Gabriela era suya.<br />
— Bien, pero no pueden verme otra vez, Adam. Deja de tocarme.<br />
Deja de tocarme. Ser invisible lo hacía sentirse bastante impotente<br />
alrededor de los Keltar, e impotencia no era un sentimiento con el cual Adam se<br />
sintiera capaz de tratar en ningún nivel, y sus palabras provocaron algo rápido,<br />
furioso y primitivo en él. Estaba consumido con el repentinamente imperativo<br />
deseo de hacerle recordar que no hace mucho ella había estado pidiendo que la<br />
besara más profundamente, que hubiera tenido su mano bajo los pantalones de<br />
ella. Maldita fuera dentro de ella, y habría estado allí; con algo mucho más<br />
íntimo y personal que una mano; si no hubiesen sido interrumpidos. Tenían<br />
algunos asuntos serios e inacabados por atender.<br />
En un suave movimiento, él la arrastró a sus brazos y le aplastó la boca<br />
con un beso caliente, salvaje, sumergiéndose profundamente, reclamando,<br />
diciendo con ello: yo soy tu hombre, y no lo olvides.<br />
Si ella no hubiera cedido al instante, cayendo suave contra él, aceptando<br />
su beso completamente, no estaba seguro de lo que podría haber hecho. Estaba<br />
simplemente agradecido que no tener que averiguarlo.<br />
En la biblioteca, invisible, sin ningún preámbulo no era como él quería que<br />
fuera su primera vez. Él quería que su primera vez fuera irresistible, que le<br />
hiciera perder la cabeza. La seducción perfecta que marcaría el mismo centro<br />
de su brillante y dorada Alma.<br />
Por suerte, ella no sólo cedió, sus rodillas hicieron esa pequeña cosa,<br />
completamente femenina que lo hacía sentir como un verdadero dios entre los<br />
hombres, y gracias a eso fue capaz de dejarla ir.<br />
Cuando lo hizo, ella se hundió lánguidamente atrás en su asiento, sus<br />
labios separados, sus ojos desenfocados. Enrojeció, pareciendo aturdida, luego<br />
sacudió su cabeza bruscamente.<br />
Él estaba contento de ver que Dageus y Drustan la miraban<br />
atentamente, y luego intercambiaban una mirada. Bueno, finalmente había<br />
marcado su territorio, al menos un poco.<br />
— Él quiere saber si conservas las memorias de los Dragar —, dijo Gabby<br />
con otra sacudida de su cabeza, como si todavía intentara aclararla.<br />
Dageus asintió. — Eso es con lo que me quedé.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— ¿Si? —, dijo Drustan, pareciendo sobresaltado.<br />
— Si, aunque se hayan ido, sus recuerdos permanecen. Su conocimiento<br />
es mío.<br />
— Cristo, no me dijiste nada de esto —, gruñó Drustan. — ¿Todo su<br />
conocimiento?<br />
— Si. Montones de cosas en mi mente. No hablé de eso porque es<br />
irrelevante. Con los Draghar fuera de mí, no tengo la intención de usar ninguna<br />
cosa de ellos. Y la respuesta es si otra vez, creo que puedo remover su<br />
maldición. Yo, por mi parte, preferiría ser capaz de verlo. No me agrada esta<br />
invisibilidad en lo absoluto, que me pone incómodo.<br />
— Sí —, dijo Adam, perforando el aire, eufórico. — Hazlo. Ahora mismo.<br />
Apresúrate por todos los infiernos.<br />
Si hubiera tenido la más ligera sospecha de que Dageus todavía poseía<br />
los recuerdos de los trece, habría venido aquí primero, en el instante en que la<br />
reina lo había abandonado en Londres.<br />
Pero nunca se había imaginado que Aoibheal podría permitir a aquellas<br />
memorias perdurar; mucho del conocimiento de los Draghar era naturalmente<br />
peligroso, intrínsecamente corruptivo. Resopló. Su reina estaba equivocándose.<br />
Cuando fuera inmortal otra vez, iban a tener una larga conversación. Quizás era<br />
tiempo de que él mismo tomara un asiento sobre su infernal Alto Consejo y<br />
entrara a lado grueso de las cosas.<br />
— Él dice, ¿podrías intentarlo por favor? —tradujo Gabby, lanzándole un<br />
pequeño reproche sin palabras. Él se encogió. ¿No podía ella entender su<br />
impaciencia?<br />
— ¿Es magia prohibida? —. Drustan le preguntó a Dageus.<br />
— No. Pero es magia de los viejos Tuatha Dé. No algo que nosotros<br />
necesariamente consideremos usar, considerando que la reina me lo dejo, bien...<br />
— Se encogió de hombros.<br />
— ¿Sientes que es peligroso de algún modo? —, Drustan le presionó.<br />
— No, pero es un cántico en su lengua.<br />
— Por el bien de Cristo, ¿podrías decirlo ya? —siseó Adam. — Necesito<br />
ser visto. No puedo soportar esta cruel invisibilidad.<br />
— Es tu decisión, hermano. Lo dejo a tu juicio —. Dijo Drustan.<br />
Después de un momento de reflexión Dageus dijo, — Yo no veo ningún<br />
daño en ello —. Y le preguntó a Gabby — ¿Dónde está él?<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Cuando ella lo señaló, Dageus se levantó y, dando un rodeo sobre el área<br />
que ella había indicado, comenzó a hablar. O más bien, pensó Gabby, él abrió su<br />
boca y el sonido salió, pero no hablaba. No era una sola voz lo que salía de sus<br />
labios, sino una miríada de voces, docenas una encima de la otra, elevándose y<br />
cayendo, aumentando y rompiéndose. Era melódico aunque espeluznantemente<br />
disonante, hermoso aunque extrañamente horrible. Como el fuego que uno podría<br />
arrastrar lentamente, en un intento de conseguir calor, sólo para terminar por<br />
congelarse a muerte con ello.<br />
Erizó todo el fino vello del cuerpo de Gabby, y ella comprendió que si esa<br />
era la lengua de los antiguos Tuatha Dé, no era un lenguaje que Adam alguna vez<br />
hubiera hablado cerca de ella.<br />
Cualquiera fuera el lenguaje que él hubiera hablando en aquellas<br />
infrecuentes ocasiones no era esto. Esta era una voz de crudo poder. Tal sonido<br />
podría hipnotizar, podía seducir contra la voluntad de una persona. Esto era<br />
magia antigua, no diluida y pura. La clase que ella siempre imaginó que los<br />
Cazadores poseían. Una magia terrible.<br />
ojos.<br />
Mientras establecía un crescendo, ella se estremeció, cerrando los<br />
— Tranquila, ka-lyrra; es porque tú eres una Sidhe-seer que esto te<br />
afecta tanto —, ella oyó a Adam decir suavemente. — Es por eso por lo qué no<br />
he hablado mi lengua alrededor tuyo. Tus instintos para proteger, para juntar a<br />
tu gente y escapar están siendo despertados. En los días antiguos tú nos habrías<br />
oído viniendo sobre el viento Y ocultarías a tus aldeanos. Respira. Lento y<br />
profundamente.<br />
<strong>El</strong>la hizo como él le dijo, frunciendo sus labios y respirando por su boca,<br />
esperando que terminara pronto. Él estaba en lo cierto, el mero sonido de la<br />
lengua antigua la llenaba de una clase extraña de preparación para la batalla, un<br />
impulso profundo en sus huesos de hacer a los MacKeltars reunirse y<br />
prepararlos para esconderse. Luego montar a caballo por las ciudades cercanas,<br />
tocando la alarma.<br />
Finalmente Dageus terminó, y ella oyó a Gwen y Chloe decir<br />
simultáneamente y jadeando — Oh. Mi Dios<br />
Gabby abrió los ojos.<br />
Drustan se había levantado y fruncía el ceño, una expresión reflejada<br />
por su gemelo. Ambos miraban airadamente a Adam a quien obviamente podían<br />
ver ahora. Luego a sus mujeres, luego de nuevo a Adam.<br />
Gabby absorbió las miradas en las caras de Chloe y Gwen, y de repente<br />
se sintió mucho mejor acerca de lo duro que había sido ignorar a los Fae toda su<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
vida.<br />
No era solamente yo, pensó con gratitud. No era una mujer de infame y<br />
moral dudosa, una débil, indisciplinada en espera del rapto de un hada; los Fae<br />
realmente tenían algo magnético y excesivamente seductor, algo que las mujeres<br />
simplemente no podían resistir. Adam afectaba a Chloe y Gwen de la misma<br />
manera que la afectaba a ella.<br />
¿Y cómo podría no hacerlo? pensó, viéndolo de nuevo a través de los ojos<br />
de ellas. Eran casi seis pies y medio de un poderoso príncipe Fae, de piel<br />
dorada, su cuerpo esculpido de puro músculo, su pelo largo y negro<br />
derramándose hasta su cintura en un enredo oscuro y sedoso. Vestido con<br />
aquellos vaqueros que parecían tatuados, botas, un suéter color marfil y un<br />
abrigo de cuero, el brillante collar de oro en su cuello, parecía algo oscuro, un<br />
asunto eróticamente más allá de este mundo. Su cara cincelada era<br />
salvajemente hermosa, sombreada con una barba incipiente de pocos días. La<br />
inteligencia antigua y el calor sexual apenas controlado brillaban en sus ojos<br />
exóticos, de dos colores. La débil fragancia de jazmín, sándalo, y hombre que<br />
siempre se adhería a él parecía de repente haber impregnado el cuarto de su<br />
embriagadora e intoxicante esencia. <strong>El</strong>la se preguntaba, no por primera vez, si<br />
había una especie de sustancia química en el olor que un Fae emitía, que<br />
funcionada como un afrodisíaco sobre los humanos del sexo opuesto.<br />
Él era, simplemente, una fantasía viviente, exudando un irresistible venaquí-pequeña<br />
que poseía una advertencia intrínseca, tácita de peligro. Él tenía un<br />
ven-y-consígueme-nena-yo-soy-puro-problema-y-vas-a-adorarlo, la clase de<br />
actitud que provocaba las conductas sexuales más primitivas de una mujer. La<br />
atraía aún cuando sabía que debería estar corriendo como loca en la dirección<br />
opuesta. La atraía, de hecho, de algún modo perverso, porque sabía que debería<br />
estar corriendo como loca en la dirección opuesta.<br />
Y ahora que veía las miradas sobre las caras de Gwen y Chloe, se<br />
preguntaba como había logrado mantenerse fuera de la cama de él.<br />
En realidad... sólo cuanto más ella iba a ser capaz resistirse a él.<br />
En realidad, se corrigió con irritación, mientras veía a Gwen y Chloe<br />
observarlo, no sabía por qué lo hacía. Seguramente ella no se veía como ellas.<br />
— Vaca sagrada —, dijo Chloe apenas.<br />
— No bromees —, respiró Gwen.<br />
<strong>El</strong> atractivo príncipe Fae les dirigió una sonrisa que era un puro encanto<br />
diabólico, sexy, juguetón y malicioso, capturando brevemente la punta de su<br />
lengua entre los blancos dientes, antes de que sus labios se curvaran, y sus<br />
oscuros ojos chispearan dorados.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Gabby gimió. Lo sofocó apresuradamente, camuflándolo con una pequeña<br />
y seca tos. Su propio caramelo, privado y hasta entonces oculto, estaba<br />
disponible para el consumo público y no le gustaba ni un poquito.<br />
Al parecer ella no era la única.<br />
— ¿Estás pensando lo que yo estoy pensando, Dageus? — dijo Drustan<br />
con irritación.<br />
— Och, si —, dijo Dageus oscuramente. — ¿Te gustaba más invisible<br />
también?<br />
— Och, si.<br />
— ¿Debería maldecirlo otra vez?<br />
— Och, si.<br />
Adam volvió su cabeza y rió, sus ojos brillando con dorados destellos. —<br />
Por el sangriento infierno, es bueno estar de regreso —, ronroneó.<br />
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Capítulo 18<br />
Dageus y Drustan no eran los únicos a quienes les había gustado a ver...<br />
er, mejor dicho, no ver... a a Adam invisible otra vez.<br />
Habían veintitrés mujeres en el castillo Keltar - sin contar a Gwen,<br />
Chloe, ella misma, o al gato- Gabby lo supo, porque poco después de la última<br />
noche en que Adam se había vuelto visible, ella había encontrado a todas y cada<br />
una, desde la más pequeña niña hasta la anciana más titubeante.<br />
Había comenzado con una criada rellenita y treintona, que entró de<br />
pronto para jalar las cortinas por la tarde y preguntar si los MacKeltars —<br />
¿deseaban algo más?—. Al momento en que su mirada fija con gafas había caído<br />
sobre Adam, ella había empezado a tartamudear y a tropezar inesperadamente<br />
con sus pies. Se había tomado unos pocos momentos para recobrar una<br />
semblanza de coordinación, pero ella había logrado salir de la biblioteca, casi<br />
tirando una lámpara y una mesa pequeña en su prisa.<br />
Aparentemente se había dado prisa para alertar a las demás, pues se<br />
había encontrado con un verdadero desfile: Una criada curvilínea y ruborizada<br />
había venido a ofrecer calentar el té (ellos no estaban tomando ninguno),<br />
seguida por una sonriente criada que buscaba una olvidada y empolvada tela (la<br />
cual- ¿estaba alguien sorprendido? No se encontraba por ninguna parte), luego<br />
una tercera buscando una escoba (si, claro, ellas barrían castillos a la<br />
medianoche en Escocia- ¿quién creería eso?), Luego una cuarta, quinta, y sexta<br />
averiguando si la Cámara de Cristal se prepararía para el Sr. Black (a nadie le<br />
parecía importar, quien podría hacer la cámara para ella: casi esperaba terminar<br />
en algún lugar fuera del castillo). Una séptima, octava, y una novena habían<br />
llegado a anunciar que su cámara estaba lista y si ¿querría él una escolta? ¿Un<br />
auxiliar en el baño? ¿Ayuda para desvestirse? (bien, de acuerdo, quizás ellas no<br />
habían preguntado lo último, pero sus ojos ciertamente lo habían hecho).<br />
Luego una media docena más habían aparecido de improviso a intervalos<br />
para decir las mismas una y otra vez, y hacer hincapié en que ellas estaban allí<br />
para servirle —cualquier, cualquier cosa o en todo lo que pueda desear Sr<br />
Black—<br />
La dieciseisava había llegado a llevarse a dos pequeñas niñas del regazo<br />
de Adam pese a sus gritos de protesta (y se había mantenido fuera de su regazo<br />
a sí misma sólo porque Adam se había levantado precipitadamente), Al final la<br />
vigésimotercera que había sido lo suficientemente vieja para ser su tatarabuela,<br />
y aun así se había movido desvergonzadamente rápido con el —espléndido Sr.<br />
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Black— batiendo pestañas inexistentes sobre nidos de arrugas, alisando<br />
delgados cabellos blancos con una mano de vena azul, agrietada por la edad.<br />
Y si eso no había sido suficiente, entonces el gato del castillo,<br />
obviamente hembra y obviamente en celo, anduvo pavoneándose, con la cola<br />
arriba y descaradamente curvada en la punta, y enrollando su peludo y pequeño<br />
ego sinuosamente alrededor de los tobillos de Adam, ronroneando y babeando,<br />
con una mirada de dicha.<br />
Sr. Black, mi trasero, ella había querido golpearlo (y le gustaban los<br />
gatos, realmente le gustaban; y ciertamente nunca había querido patear a uno<br />
antes, pero por favor- ¿incluso las gatas?), Él es un hada y yo le encontré a él,<br />
así es que eso le hace mi hada. Retrocede.<br />
Pero todo el mundo pareció haberla olvidado.<br />
Incluso Adam. Oh, él la había besado bastante desde que se había hecho<br />
corpóreo, y eso había hecho vibrar los dedos de su pie, robándole la respiración,<br />
besos posesivos (y eso había parecido aliviar grandemente el impacto de los<br />
gemelos Keltar), pero entonces él había ido a sentarse frente al fuego y, poco<br />
después de eso, el desfile había empezado y apenas la había mirado desde<br />
entonces.<br />
Y mezclado con el desfile de criadas, Gwen y Chloe habían estado<br />
lanzando preguntas (benditos sus corazones, al menos habían parecido<br />
recobrarse bastante bien del impacto de Adam; Gabby sospechó que esto era<br />
debido en gran parte a que ellas estaban casadas con esos extraordinariamente<br />
sexy hombres), y Gabby se había sentado en silencio, sintiéndose como si ella<br />
lentamente se estuviera volviendo igual de invisible como Adam había sido. Como<br />
si él no sólo se hubiese quitado de encima su maldición sino que en cierta forma<br />
había logrado lanzársela encima a ella.<br />
Finalmente, su paciencia obviamente agotada, Drustan había ordenado al<br />
servicio irse a la cama, firmemente cerró la puerta de la biblioteca, luego,<br />
después de la pausa de un momento, la había trabado y se había apoyado contra<br />
ella.<br />
¿Debes aguantar esto todo el tiempo? Él había preguntado<br />
incrédulamente a Adam.<br />
Adam había inclinado la cabeza. Sin embargo hay algunas, dijo con una<br />
mirada en dirección a Gabby, que me asestan un golpe a primera vista. Esto lo<br />
dijo con una fina muestra del roce de su labio, el que ella había partido, y una<br />
ligera y despreocupada sonrisa.<br />
<strong>El</strong>la había tenido que apretar sus manos en pequeños puños para evitar<br />
saltar y asestarle un golpe otra vez. Simplemente por ser Adam. Por ser tan<br />
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imperdonablemente irresistible. Por ser visible, condenadamente visible para<br />
todos. ¿Por qué no podía el tener una maldición permanente? ¿Era eso mucho<br />
pedir?<br />
Él la había necesitado entonces. Pero no más. Ahora podía hablar por si<br />
mismo; ella ya no era un intermediario necesario. Y había docenas de otras<br />
mujeres que estaban claramente más que dispuestas a suministrarle cualquier<br />
cosa que él pudiese querer, a la más simple y seductora señal de su dedo. Se<br />
había sentido repentina e inexplicablemente despojada.<br />
Ceñuda, había fingido cansancio, de ningún modo trataría con los<br />
sentimientos que veía en otras mujeres y que él ahora había provocado en ella.<br />
De ningún modo perdería el tiempo viendo si ellas podrían escalar los muros del<br />
castillo e irrumpir a través de sus ventanas para acercarse a él.<br />
Gwen le había estado haciendo suficientes preguntas acerca de<br />
cosmología hasta que ella había logrado ignorar a Adam lo suficiente como para<br />
mostrarle su recámara.<br />
Gabby había estado agradablemente sorprendida de encontrar que no<br />
era una dependencia sino una suite preciosa de varios cuartos en el segundo<br />
piso, con una terraza de piedra con una puertaventana que daba al jardín.<br />
Después de que Gwen se hubiera ido apresuradamente, había estado incluso más<br />
que agradablemente sorprendida al descubrir una jarra medio llena de vino en la<br />
mesa de noche.<br />
No estaba tan feliz acerca de eso por la mañana, sin embargo.<br />
Ni acerca del hecho de que ella había terminado por salir furtivamente<br />
al vestíbulo y robado las jarras de otras dos —cámaras— antes de caer dormida<br />
en un estupor empapado en vino.<br />
Recorrió con la mirada la cama y frunció el ceño. No era extraño que se<br />
sintiera tan horrible. No parecía que alguien hubiese dormido allí; parecía más<br />
como si hubiese tenido una batalla buena parte de la noche y que la pasó fuera<br />
de la cama. Las sábanas sedosas estaban enredadas, el edredón estaba hecho<br />
una bola, y dos de las lujosas cortinas de terciopelo de la cama habían sido<br />
derribadas de sus colgaduras. Tenía un vago recuerdo de estar tan achispada<br />
que cuándo había tratado de salir de la cama y dirigirse al cuarto de baño, se<br />
había enredado en ellas y habían caído.<br />
Tenía otro vago recuerdo que no le gustaba del todo. Creyó haber<br />
llorado anoche. Sobre toda clase de cosas tontas: los novios y los trabajos<br />
arruinados y... hadas que no podía entender.<br />
Se había refrenado de tomar el teléfono, pensando en llamar a su mami<br />
al momento.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
¿Bien, para decir qué? ¿Hola, Mami, yo realmente necesitaba hablarte<br />
acerca de este hada que he conocido? ¿La Abuela ha muerto y no tengo a nadie<br />
más? Ajá.<br />
Llegó a pensar en eso, se removió, cautelosamente dando masaje a sus<br />
sienes palpitantes, tuvo miedo de que realmente pudiera haber logrado marcar<br />
por teléfono antes de haberlo colgado. Realmente no podía recordar, pero había<br />
pasado por encima de una guía telefónica en el piso. Y estaba abierta en la<br />
página internacional, y esa no era una buena señal.<br />
Con un pequeño suspiro sombrío, movió hacia atrás su pelo sosteniéndolo<br />
muy suavemente, para que todos sus diminutos folículos capilares -Dios, la<br />
cabeza le dolía- no gritaran mucho en señal de protesta, luego abrió la puerta y<br />
entró en el corredor. Nunca había podido manejar alcohol.<br />
Aspirina, necesitaba una aspirina.<br />
Una semana atrás, reflexionaba, doblando a la izquierda (decidiendo,<br />
después de un momento de reflexión, que cualquier dirección era probablemente<br />
tan buena como cualquier otra en el enredado laberinto de corredores de<br />
piedra) que las cosas habían sido muy claras. Había sabido exactamente quién<br />
era y cuál era su lugar en el mundo.<br />
Había sido una O'Callaghan, haciendo aquello para lo cual había sido<br />
educada, ocultándose de lo desagradable, de hadas inhumanas, viviendo una vida<br />
doble, y haciendo de ello un trabajo demoledor la mayoría de las veces.<br />
Luego había sido una O'Callaghan torturada por una de aquellas<br />
desagradables, inhumanas hadas, si bien, por una imposiblemente seductora, en<br />
forma humana.<br />
Luego fue una O'Callaghan protegida por dicha imposiblemente<br />
seductora hada en forma humana, de entre todas las hadas verdaderamente<br />
desagradables, inhumanas.<br />
Y ahora era simplemente Gabby, actualmente en un castillo magnífico y<br />
de ensueño en Escocia con un príncipe Fae que hacía toda clase de cosas poco<br />
desagradables, poco inhumanas como hacer pedazos una lista de nombres, y<br />
regresar renacuajos a los lagos, y salvar las vidas de personas.<br />
Sin mencionar que besaba con el esplendor sobrenatural de un ángel.<br />
Un príncipe Fae, que virtualmente, cada mujer en el castillo deseaba en<br />
su cama; y, teniendo en cuenta el aspecto general de las cosas anoche, ellas no<br />
iban a esperar mucho tiempo para intentar conseguirlo.<br />
Y la vida sólo apestaba.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
* * *<br />
Adam empuñó una mano alrededor de las bragas en el bolsillo de su<br />
abrigo y cerró los ojos, respirando a fondo, como si desde semejante distancia<br />
pudiese, en cierta forma, atrapar el perfume de Gabrielle.<br />
Sin tal suerte; sólo un viento crujiente de las Highlands pasando de prisa<br />
sobre él, palpitando a través del campo sobre el lomo de un resoplante semental<br />
negro. Y aunque la brisa era dulce, estaba muy lejos de ser el perfume sensual<br />
del calor íntimo de Gabrielle.<br />
Esas sedosas bragas rosadas era una de las diversas cosas que él no<br />
había estado dispuesto a dejar atrás en el cuarto del hotel. Sólo las había<br />
sacado de su bolsillo y metido en su saco porque tenía planeado desnudarse con<br />
su sidhe-seer, y no quería tener que explicar porque tenía un par de sus bragas<br />
consigo, cuando ella descubriera su ausencia. No estaba seguro de que fuese una<br />
cosa que una mujer pudiera apreciar.<br />
Ah, pero un hombre lo hacía. <strong>El</strong> perfume suave, dulce, sensual de una<br />
mujer impregnado en un pedazo de tela que se deslizaba tan íntimamente entre<br />
sus piernas, rozándose contra ese montículo delicioso, llevando esa fragancia<br />
única que una mujer sólo tiene allí. Un hombre no podría respirar tal perfume<br />
detrás de la oreja de una mujer o en el hueco suave de su garganta, en su pelo o<br />
en una pequeña parte de su espalda.<br />
Sólo si fuera su amante podría un hombre llegar a conocer ese perfume.<br />
Él lo había sabido desde la noche en que le había robado las bragas, y<br />
había estado tan malditamente cerca de eso unas pocas noches atrás. Se estaba<br />
muriendo de impaciencia, a punto de explotar, si no lograba enterrar su cara en<br />
ella pronto.<br />
No en las bragas. En la cosa real. Entre sus muslos, su cara, su lengua, no<br />
sólo inspirando, sino saboreando. Sintiéndola contorsionarse bajo él debido al<br />
éxtasis, sintiéndola arremeter contra su boca. Hurgar con su lengua, llevándola a<br />
la cima una y otra vez. Mostrándole todo el placer que le podría brindar,<br />
amarrándola a él en la forma más antigua y segura que un hombre podía.<br />
Desafortunadamente, otras cosas demandaban su atención.<br />
No sólo estaban Gwen y Chloe martilleándole con todo tipo de preguntas<br />
(para muchas de las cuales él, de cualquier manera, no podía encontrar las<br />
palabras en su idioma para contestarlas, y algunas de las cuales él se había<br />
rehusado a contestar porque tal conocimiento estaba todavía demasiado lejos en<br />
el futuro del género humano) pero Dageus y Drustan habían esperado<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
pacientemente unas pocas horas para que sus esposas finalizaran y partieran,<br />
para luego empezar con sus propias preguntas. Él los puso al tanto sobre todo lo<br />
que había ocurrido, del Alto Consejo decretando que Dageus debía someterse a<br />
una prueba de sangre, de sus actuales aprietos.<br />
Luego, todos demasiado humanamente cansados para entender, hicieron<br />
que Gabrielle durmiera en alguna parte del extenso castillo sin él –no habían<br />
estado apartados más que unos pocos minutos al día – y él, más bien<br />
desairadamente, les comunicó lo que había venido a buscar, y los gemelos habían<br />
estado más que conmocionados.<br />
¿Quieres que nosotros derribemos los muros entre el hombre y el<br />
Mundo de las Hadas? Había rugido Drustan, ¿Estás loco?<br />
No es que nosotros no estemos agradecidos por todo lo que has hecho<br />
por nosotros, Dageus se había apresurado a decir, pero nos has dicho que tu<br />
reina casi destruyó a nuestro clan entero porque yo rompí un juramento, ¿y<br />
ahora estás pidiéndonos que lo hagamos nuevamente?<br />
Por lo tanto, después de dormir profundamente, sin sueños, por unas<br />
pocas horas (no importaba que fuera humano en cuerpo, ya que su mente Tuatha<br />
Dé todavía no soñaba), todavía no estaba con su Sidhe- Seer pues había ido a<br />
montar con los gemelos Keltar, tanteando el terreno toda la mañana, diciéndoles<br />
una y otra vez que él no les exigía que rompieran sus juramentos, que sólo se los<br />
pedía para... ganar tiempo.<br />
Hasta el último minuto posible.<br />
Asegurándoles que nunca iría tan lejos.<br />
Al darse cuenta que ellos estaban rechazándolo por cualquier razón,<br />
sencillamente avanzaría solapadamente en el tiempo y los incapacitaría (y a su<br />
descendiente Christopher, que también era un Druida) y, si tenía que hacerlo,<br />
hasta que Lughnassadh hubiera pasado. Porque, por Danu, él detendría a Darroc<br />
y conservaría el reinado de Aoibheal y recobraría su poder y se ocuparía de la<br />
seguridad de Gabrielle para siempre.<br />
* * *<br />
En su defensa - y todas las personas tenían derecho a una, sin importar<br />
cuán reprensibles fueran sus acciones; esa era una de las primeras cosas que<br />
una persona aprendía en la escuela de leyes - Gabby no había planeado hacerlo.<br />
No hubo malicia premeditada. ¿Actuó en forma caprichosa y deliberada? Se<br />
podría decir eso de ella. Pero no podían acusarla de premeditación.<br />
183
<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Era una buena persona. Realmente. Probablemente el noventa y cuatro<br />
por ciento del tiempo.<br />
¿Seguramente podía ser perdonada por el otro seis por ciento?<br />
No era como si hubiese dejado su cuarto buscando la oportunidad para<br />
pelear con cualquiera o permitirse el gusto de liberar un poco de su carácter<br />
asesino.<br />
Pero la oportunidad se presentó por sí misma (como lo hacen<br />
frecuentemente las oportunidades traicioneras, para hacer daño), y ella con la<br />
resaca que tenía, por primera vez desde hacía más días de los que llevaba la<br />
cuenta, Adam no había estado esperándola con café en el momento en que había<br />
abierto los ojos. No, Adam había estado sólo-Dios-sabía-donde, con sólo-Diossabía-qué-harem<br />
sonriendo tontamente, adorando sus atenciones. Y ella estaba<br />
gruñendo, sin cafeína, y pérdida en los corredores sinuosos del castillo.<br />
Entonces cuando siguió a un grupo de criadas que jadeantemente<br />
discutían sobre el —Sr. Black—, que fingían desempolvar la parte baja del<br />
corredor, algo como una pequeña y malvada criatura irguió su fea cabeza,<br />
dejando al descubierto sus afilados y pocos dientes.<br />
No ayudó que las cinco criadas fueran jóvenes y atractivas: una morena<br />
alta y patilarga, una morena curvilínea y pequeña, una voluptuosa pelirroja, y dos<br />
esbeltas rubias. Ni que ellas estuvieran en ese momento debatiendo si Adam era<br />
un hombre que se tomaba su tiempo en juegos preliminares o era de los que iban<br />
directo al grano.<br />
— Bien, a él le gustan los juegos preliminares —, se alarmó de oírse decir<br />
a sí misma, demasiado dulcemente, — pero es tan terrible en eso que hace que<br />
desees que ojalá fuera esa clase de tipos que van directamente al grano.<br />
Cinco mujeres se dieron vuelta a mirarla boquiabiertas.<br />
La morena patilarga la consideró con escepticismo. Que ella hablase con<br />
un dulce deje escocés sólo irritó a Gabby aún más. — ¿<strong>El</strong> Sr. Black? Yo no creo<br />
eso. Ese hombre espléndido es el sueño de una muchacha.<br />
— Quizás verdaderamente una pesadilla —, Gabby oyó la mentira salir de<br />
sus labios al decir. — <strong>El</strong> hombre ni siquiera sabe besar.<br />
— ¿Qué quieres decir? —, exigió la morena.<br />
— Babea —, dijo Gabby sucintamente.<br />
— ¿Babea? —. Repitió la morena, frunciendo el ceño.<br />
Gabby inclinó la cabeza, aceptando que ya era demasiado tarde. Ya se<br />
había metido en eso, y podía mejorarlo y preparar un Gran Final. Podía parecer<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
falta de carácter, al inventar el siguiente comentario. — ¿han besado ustedes<br />
alguna vez a alguien que... bueno, es como que abre mucho la boca, y mojan toda<br />
tu cara, y en lugar de desear que te sigan besando lo que uno realmente quiere<br />
es una toalla?<br />
La pelirroja inclinó la cabeza enfáticamente. — Sí, yo si. <strong>El</strong> joven Jamie<br />
una vez, en el pub Haverton —. Hizo una mueca. — Ugh. Es asqueroso. Babeaba.<br />
— ¿Así es como besa el señor Black? —. Exclamó una esbelta rubia.<br />
— Peor —. Gabby mintió desvergonzadamente. — Casi nunca cepilla sus<br />
dientes, y yo juraría que el hombre no sabría qué es la seda dental aún si ataras<br />
un poco de cinta alrededor de su pequeñísimo... er... pues bien, eso es otra cosa.<br />
Pero, no, yo no debería...<br />
— No, debería, ¡con toda seguridad debería hacer! —, exclamo una rubia.<br />
— Sí, no se detenga ahora —, intervino la pequeña morena en la<br />
conversación.<br />
— ¿No estará queriendo decir que su cosita-suave? No quiere decir que<br />
su cosita-suave, ¿O si? —. La pelirroja dijo débilmente. — ¡Oh, digame que no es<br />
eso!<br />
Gabby inclinó la cabeza tristemente. — Me temo que es así.<br />
— ¿Cuán pequeñito? —, preguntó la morena de piernas largas.<br />
es él?<br />
— Bien —, dijo Gabby, suspirando, — ¿Ustedes saben cuán grande y alto<br />
Cinco cabezas oscilaron de arriba abajo.<br />
<strong>El</strong>la se acerco un poco más, bajando su voz de manera conspiratoria. —<br />
Déjenme decirles que no está bien proporcionado.<br />
— ¡No! —, exclamaron otra vez.<br />
— Me temo que es así —. Podría haber dejado las cosas así, debería<br />
haber dejado las cosas así, pero el monstruo de ojos verdes tomó un puñado de<br />
su pelo, sin mencionar que tomó el control de sus labios. Se sintió consternada al<br />
oírse decir. — Les doy mi palabra, lo único que el —Señor Feliz— hace, es<br />
hacerse feliz a sí mismo.<br />
La morena de piernas largas la miró sospechosamente. — No, no seguiré<br />
escuchando. La última vez yo vi el bulto....<br />
— Calcetines —. Gabby no la dejó terminar, apenas logrando ocultar su<br />
ceño. ¿Cómo se atrevía esa mujer a estar revisando el bulto de Adam?<br />
Difícilmente yo me he permitido eso. — Él rellena sus pantalones con calcetines.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Aunque prefiere una banana y mejor si una verde está disponible. Dice que da<br />
una impresión de mayor firmeza. Dice que si una mujer puede usar Wonderbras,<br />
¿Por qué no se deberían realzar los hombres también?<br />
— ¡No! —. Escandalizadas, borbotearon las criadas, intercambiando<br />
miradas entre ellas.<br />
Gabby asintió. — Es cierto. Yo consideré seriamente demandar al<br />
hombre por la mala representación del hecho material. Vestido, puede parecer<br />
un sueño, pero fuera de esas ropas, es una pesadilla.<br />
Todas las criadas clavaban los ojos en ella con grados diversos de<br />
impresión y desilusión. Sólo la morena patilarga todavía parecía algo escéptica.<br />
Gabby tomó nota mental para robar algunas bananas y depositarlas en su<br />
cuarto. Podría haberse reído nerviosamente con ese pensamiento si no estuviera<br />
tan horrorizada consigo misma. Nunca en su vida había llegado a tales<br />
profundidades. Y aparentemente no estaba realmente satisfecha todavía.<br />
— ¿No han advertido que algunas bananas han desaparecido de la cocina?<br />
Yo las vigilaría de cerca si fuera ustedes. También deberían observar los<br />
embutidos.<br />
Y con eso, las dejó fuera de la competencia. Bien, nada como una mujer<br />
con resaca vestida con pantalones vaqueros, en camiseta playera y zapatos de<br />
tenis (maldición, ¿por qué no había tomado un vestido provocativo de Macy’s<br />
cuándo había tenido la oportunidad?) que era capaz de dejar fuera de<br />
competencia a alguien.<br />
* * *<br />
— Por el amor de Dios, Drustan —, dijo Adam irritado, cambiando de<br />
posición en la silla de montar, tratando de encontrar una posición más cómoda,<br />
sabiendo que no había ninguna, porque las sillas de montar no habían sido<br />
diseñado paras hombres con erecciones inmortales, — Todavía no sabías que el<br />
propósito de los cuatro rituales del día festivo era sostener los muros entre<br />
nuestros reinos hasta que yo te lo dije. Creías que sólo eran una anunciación del<br />
cambio de estación y una afirmación de su compromiso con <strong>El</strong> Pacto.<br />
— Ya lo sé, y eso no es más que un detalle —, explotó Drustan. — ¿Y si,<br />
en nuestra ignorancia, no hubiéramos podido realizarlos en el pasado?<br />
— Primero que todo, ustedes nunca fallaron en mantener el juramento —<br />
, masculló Adam misteriosamente, — Y yo dudo mucho que eso se haya<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
convertido en un problema. Aún si todo su clan fuera de alguna manera<br />
eliminado, su maldito fantasma probablemente regresaría y bailaría<br />
malditamente alrededor de las ensangrentadas piedras. En segundo lugar, no es<br />
mi culpa que su clan extraviara <strong>El</strong> Pacto por tantos siglos y que olvidaran el<br />
significado detrás de los rituales. Y en tercer lugar -ésta es realmente la única<br />
parte relevante y eso es lo que yo he estado diciéndote —, dijo Adam,<br />
enunciando cada palabra apretadamente. Dios mío, su cuerpo dolía de tanto<br />
desear a su sidhe - seer. <strong>El</strong>la estaba sobre terreno seguro. Era hora. ¿Cuánto<br />
tiempo habían estado separados hasta ahora? ¿Quince fatales horas? Lo sentía<br />
como un siglo. Su piel estaba fría en el lugar donde, en los pocos días pasados,<br />
ella había estado constantemente presionada contra él. — La reina vendrá,<br />
Drustan. Nunca dejará que los muros caigan. <strong>El</strong>la vendrá, exigiendo saber por<br />
qué no están realizando el ritual. Entonces le contaré a ella sobre Darroc y todo<br />
estará bien. Realizarás los ritos mucho antes de que tu espacio de veinticuatro<br />
horas de tiempo haya acabado. Y ella estará agradecida, no estará furiosa<br />
contigo.<br />
Dios mío, habían hablado sobre esto casi una docena de veces. Los Keltar<br />
Druidas tenían desde la medianoche en el comienzo de los días festivos de<br />
Imbolc, Beltane, Lughnassadh, y Samhain hasta la medianoche al cierre del día<br />
festivo, para realizar los rituales necesarios. Durante ese tiempo las paredes se<br />
debilitarían, pero no se derrumbarían completamente hasta la medianoche del<br />
cierre. Por incontables milenios, los Keltar siempre había realizado sus rituales a<br />
la medianoche del primer día.<br />
Cuando fallaran en el próximo Lughnassadh, y los muros comenzaran a<br />
debilitarse, Aoibheal aparecería, exigiría saber que pasaba. Adam estaba<br />
dispuesto a apostar que ella aparecería hacia el mediodía o poco tiempo después.<br />
No había forma de que permitiera que la Isla de Morar se viera expuesta, de<br />
ninguna manera permitiría que los reinos Fae se levantaran en medio del de los<br />
humanos.<br />
Ésa era la única manera segura de obligar a la reina a aparecer. Bajar los<br />
muros entre los reinos.<br />
— Y además —, agregó enigmáticamente, — si no haces esto por mí, no<br />
habrá ningún pacto que mantener. Si Darroc derroca a la reina, entonces<br />
derramará sangre mortal en un latido. Y entonces no tendrán que perder el<br />
tiempo en juramentos; no habrá ninguna pared entre los reinos. Tendrán una<br />
guerra Tuatha Dé entre sus manos, con el Unseelie vagando libremente en su<br />
mundo, y, créanme, el daño que ellos pueden hacer en unos cuantos de días haría<br />
que la Peste negra pareciera un molesto resfriado. De hecho —, gruñó, —<br />
probablemente será la sangre mortal de ustedes la que Darroc derramará<br />
primero, porque a él no le gustará que ustedes posean tanto conocimiento acerca<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
de nosotros. Ustedes dos son una amenaza que él querrá eliminar<br />
inmediatamente.<br />
— Eso es cierto —, dijo Dageus, mostrando acuerdo y mirando con<br />
mordacidad a Drustan.<br />
— ¿Él siempre es así? —, le preguntó Adam a Dageus, lanzando una<br />
mirada oscura a Drustan.<br />
— Drustan está siempre volviendo al tema de los juramentos y los mitos<br />
—, dijo Dageus secamente.<br />
— Y es una de las cosas buenas de uno de nosotros —, dijo Drustan,<br />
lanzando a Dageus una mirada feroz.<br />
— Cierto, porque si ambos fuéramos así, tú estarías muerto. Och, me<br />
olvidé —, dijo Dageus suavemente.<br />
Los labios de Drustan se movieron ligeramente por un momento, luego<br />
bufó y soltó una risa. — Te anotaste un punto hermano. Estúpido.<br />
— Aprendiendo más palabras de tu pequeña esposa, ya veo —, notó<br />
Dageus, con un divertido alzamiento de cejas.<br />
* * *<br />
— Hice algo tan horrible que ya no estoy segura de saber ni quién soy —,<br />
espetó Gabby sin preámbulo cuando tropezó accidentalmente con Gwen y Chloe<br />
MacKeltar; finalmente ella había encontrado el centro del castillo.<br />
No había tenido la intención de decirles eso – en verdad, apenas las<br />
conocía, aparte de su breve conversación anoche, la cual había consistido<br />
primordialmente en un relato de los acontecimientos recientes, ninguna cosa<br />
personal - pero su boca parecía tener su propia y peculiar agenda del día esta<br />
mañana, y creyó que si intentaba cerrarla, podía explotar.<br />
O peor, ir a buscar más vino, y supo esa era una idea realmente,<br />
realmente mala.<br />
Las esposas MacKeltar estaban confortablemente sentadas en sillas<br />
acolchadas en un cuarto brillantemente soleado que se abría en el gran hall del<br />
segundo piso, al este de la pared había un vidrio irrompible a través del cual se<br />
veían exuberantes jardines. La recibieron con cálidas sonrisas.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— ¡Oh, adelante! Justamente hablábamos de ti —, dijo Chloe, radiante, y<br />
palmeando una silla al lado de ella. — Por favor únete a nosotras. ¿Ya<br />
desayunaste? Hay café y pastel —, ondeó una mano hacia la mesa lateral. —<br />
Gwen y yo siempre desayunamos en el solar; nos puedes encontrar aquí todas las<br />
mañanas. Quisimos despertarte, pero Adam insistió en que te dejáramos dormir.<br />
Dijo que no habías tenido la oportunidad de pasar la noche en una cama real<br />
desde hace algún tiempo.<br />
<strong>El</strong> ceño runcido permanente que parecía haberse posesionado de la cara<br />
de Gabby se aflojó un poco. Él no le había traído su café, pero al menos había<br />
pensado en ella.<br />
— ¿Dónde está? —, preguntó ella malhumoradam, tratando de alcanzar<br />
un poco de mantequilla y un bollo de corteza dorada.<br />
— Fue a montar con Drustan y Dageus, temprano esta mañana —,<br />
respondió Gwen. —Estaban hablando sin parar en gaélico mientras salían a<br />
caballo y sonaba bastante intenso, así que creo que podrían tardarse un rato.<br />
¿Qué fue eso que hiciste tan horrible? —, preguntó ávidamente, tomando una<br />
taza limpia de la mesa y ofreciéndosela.<br />
Hundiéndose en una silla al lado de Chloe, Gabby se sirvió una taza de<br />
café, con mucha azúcar, y sorbió golosamente. Agradable y fuerte, notó ella.<br />
Gracias, Dios Mío. Esperaron pacientemente mientras ella tomaba fuerzas,<br />
aunque cuando se había terminado su segundo bollo, Gwen golpeaba ligeramente<br />
sus uñas contra su taza.<br />
Inspirando profundamente. Gabby comenzó. Animada por sus respuestas<br />
compasivas, terminó por confiar los más sórdidos detalles. Comenzando con el<br />
exceso de vino, pasando rápidamente al llanto y la casi llamada telefónica, y<br />
finalmente a su enfrentamiento con el desfile de las criadas.<br />
Cuando hubo terminado, Gwen y Chloe se reían tanto que tuvieron que<br />
limpiarse las lágrimas de los ojos.<br />
— No puedo creer que hice eso —, dijo Gabby por lo menos una docena<br />
de veces. La cafeína bendita tamborileaba a través de sus venas, los bollos<br />
habían apaciguado el malestar en su estómago, y el martilleo en su cabeza se<br />
había convertido en un débil golpeteo. Estaba comenzando a pensar que en algún<br />
momento del día podría darse una ducha. <strong>El</strong> mero pensamiento de una cuando se<br />
había despertado, la mera idea de pequeñas gotas de agua haciendo contacto<br />
con su cuero cabelludo, había sido más de lo que habría podido aguantar. —<br />
Bananas —, dijo, consternada. — ¿Pueden creer que dije eso? Nunca había hecho<br />
algo así. No sé lo que lo que me pasó.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
En el momento en que ella dijo —bananas— sus anfitrionas se<br />
desternillaron de la risa una vez más, sosteniendo sus estómagos.<br />
Una muy pequeña sonrisa, pese a la vergüenza en lo profundo de sus<br />
huesos, curvó los labios de Gabby cuando las vio reírse. Había sido muy chistoso,<br />
o al menos lo habría sido si hubiese sido alguien más quien se comportara tan<br />
tontamente. Si su amiga <strong>El</strong>izabeth hubiera hecho algo tan idiota, ella se habría<br />
estado riendo de ello por meses.<br />
Cuando finalmente se calmaron, Chloe dijo suavemente, — Oh, por favor.<br />
Lo que te molestó fue que anoche cada mujer en el castillo miró a tu hombre<br />
como si él fuese su tipo de helado favorito y no pudieran esperar para<br />
devorarle. Créeme, puedo entenderlo. Simplemente caminar por una calle<br />
abarrotada con Dageus me puede volver loca algunos días. Él y Drustan son<br />
apenas como algunos de los hombres comunes del siglo veintiuno; las mujeres se<br />
vuelven locas por ellos. La última vez que estuvimos en Inverness, una autora<br />
loca de novelas durante la excursión en las Highlands, intentó que Dageus fuera<br />
el modelo para la portada de uno de sus libros.<br />
Gwen inclinó la cabeza con una apariencia sardónica. — Esto hace<br />
envejecer. Casi tuve un altercado con una vendedora en una tienda de ropa<br />
deportiva.<br />
Pero Gabby sólo escuchó una cosa. — Él no es mi hombre —, le dijo a<br />
Chloe entre dientes. ¿Y ese no era el principal problema? — De hecho —,<br />
agregó, —ni siquiera es realmente un hombre del todo.<br />
— ¿Qué quieres decir con eso? —, exclamó Gwen.<br />
— Él es un hada, Gwen —. <strong>El</strong>la no podía creer que tuviera que señalar lo<br />
obvio. ¿No le había dicho alguien anoche que Gwen era una física genial?<br />
— Un Hombre Tuatha Dé —, corrigió Gwen. — Así es cómo como<br />
nosotros pensamos en ellos. Llamarles hadas suena como el diminutivo de<br />
pequeñas cosas con alas. Y no lo son. Son simplemente una civilización diferente,<br />
altamente adelantada, con una tecnología vastamente superior, pero Adam es<br />
aún todo un hombre. ¿Cielos, no ves cómo te mira? Si tienes alguna duda acerca<br />
de lo que él es, entonces fíjate en eso. Él es un hombre y ya.<br />
Gabby salió de su silencio. — ¿Cómo me mira él?<br />
Gwen y Chloe intercambiaron miradas incrédulas.<br />
— Oh, por Dios —, exclamó Chloe, — ella es tan mala en esto como lo era<br />
yo, ¿no es así Gwen?<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Yo creo que realmente podría ser peor —, dijo Gwen secamente. —<br />
Que bien que están en otro lugar, porque necesitamos tener una buena y larga<br />
conversación de chicas.<br />
* * *<br />
Cabalgaron por horas. Era recién empezando la tarde cuando dejaron sus<br />
monturas para detenerse en la cima de la vasta y amplia cordillera. <strong>El</strong> sol había<br />
pasado su punto medio y comenzaba su descenso, y Adam estaba que explotaba<br />
con silenciosa impaciencia.<br />
Tranquilo, no importando su humor, era imposible no sentirse afectado<br />
por la belleza de las Highlands. Desde su elevada posición, el valle entero se<br />
extendía bajo ellos como un cuenco excavado entre las cimas de las montañas,<br />
en el corazón del cual se alzaba el Castillo Keltar, de pequeño y lejano aspecto.<br />
Millas y millas de un país indomable y exuberante se extendían ante ellos,<br />
salpicado de los suaves colores pasteles del verano.<br />
Adam respiró a fondo. Cómo amaba esta tierra. Siempre había entendido<br />
el por qué los escoceses habían peleado tan ferozmente para conservarla. — Oh,<br />
es preciosa —, dijo suavemente, — Escocia lo es.<br />
— Sí —, concordó Dageus.<br />
Drustan gruñó, luego suspiró en ráfagas, como si las horas de hablar y<br />
debatir no hubieran ocurrido, pero el aprecio de Adam por su tierra en cierta<br />
forma resolvía las cosas para él. — Bien, lo haremos, Viejo —, dijo.<br />
Gruñonamente. Claramente no estaba de acuerdo con romper un juramento pero<br />
reconocía la necesidad de eso.<br />
Una tranquila satisfacción se propagó a través del cuerpo de Adam.<br />
Eso era lo que él había estado esperando oír; la única cosa que lo había<br />
mantenido sobre un caballo, demasiado lejos de su mujer. Y con esa victoria, sus<br />
pensamientos cambiaron de dirección para centrarse en Gabrielle.<br />
Sabía exactamente qué regalos darle esta noche. Esta noche finalmente<br />
vería a su ka-lyrra en algo además de pantalones vaqueros. Luego, sin nada.<br />
Ahora tenía siete gloriosos días para relajarse, de aquí hasta<br />
Lughnassadh, en los cuales podría divertirse con ella, en tierra segura, sin<br />
preocupaciones. Con sólo la preocupación de sellar su reclamo sobre ella. De<br />
ganarse su cuerpo, mente, y alma. Su deseo por ella ya no tenía como razón el<br />
conseguir experimentar sexo en forma humana, todo lo que deseaba era<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
simplemente entrar en ella. Hacerle suya. Ser el único que llenara esos ojos<br />
verdes-dorados de ensueños eróticos, que la hicieran gemir, la haría<br />
estremecerse de puro placer. ¿A quién le importaba lo que llevara puesto,<br />
siempre y cuando la tuviera en su cama?<br />
— O preferiría no hacerlo —, dijo Dageus, cuando Adam volvió a la<br />
realidad. — Nos sentaremos y dejaremos que las paredes se debiliten. Y<br />
hablaremos con nuestro descendiente Christopher y veremos si él está de<br />
acuerdo.<br />
Adam inclinó la cabeza, les envió una mirada de agradecimiento a los<br />
<strong>Highlander</strong>s.<br />
— Pero escucha, Adam Black —, agregó Drustan, — Si todo esto sale<br />
mal, te buscaremos para que luches a nuestro lado. Esperaremos que cuides<br />
nuestras espaldas, como nosotros estaremos cuidando la tuya.<br />
Adam inspiró profundamente, sintiendo como una emoción poco familiar<br />
se expandía en su pecho. Drustan lo veía como si fuera simplemente otro<br />
hombre, un guerrero para emprender la batalla con ellos, dispuesto contra lo<br />
que fuere que pudiera venir. Y se dio cuenta que junto a ellos y al lado de su<br />
pequeña ka-lyrra aguantaría. Aún, si fuera necesario, en contra de su reina.<br />
— Tienes mi palabra —, dijo él quedamente.<br />
Y cuando ambos murmuraron una rápida aceptación de su compromiso,<br />
esa sensación rara, esa presión extraña detrás de su esternón, se expandió aún<br />
más.<br />
* * *<br />
Gwen tenía la razón, reflexionó Gabby más tarde cuando salió de la<br />
ducha - definitivamente necesitaba una conversación de chicas.<br />
Habían hablado por horas, mientras avanzaba la mañana y la mayor parte<br />
de la tarde. Las tres se habían sentido como viejas amigas. No se había<br />
percatado qué tan desesperadamente necesitaba discutir sus cosas con alguien<br />
más. Había estado tan sola con sus pensamientos desde que Adam había<br />
irrumpido en su vida, y eso había ocurrido tan rápido, y no había podido<br />
asimilarlo.<br />
Gwen y Chloe la habían ayudado inmensamente. Eran de la misma edad, y<br />
muy parecidas a su amiga <strong>El</strong>izabeth: inteligentes (casi demasiado inteligentes),<br />
divertidas hasta para burlarse de sí mismas, con grandes y generosos<br />
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corazones. Y en el transcurso del día las tres se habían pasado holgazaneando<br />
bajo el sol en el solar, hablando sin parar.<br />
Gwen y Chloe se habían turnado para contar sus historias sobre cómo<br />
habían encontrado a sus maridos, y Gabby las había escuchado, encantada.<br />
Gwen había encontrado a Drustan primero. Estaba de vacaciones en<br />
Escocia cuando había caído en un barranco y se precipitó hasta el fondo a través<br />
de la hendidura rocosa de una caverna olvidada, sólo para aterrizar sobre un<br />
encantado y dormido Higlander del siglo dieciséis. La había devuelto en el<br />
tiempo para que lo salvara. Pero no todo salió bien, y Dageus tuvo que romper su<br />
pacto para salvar la vida de Drustan de modo que él y Gwen pudieran reunirse.<br />
Y luego Chloe se había encontrado accidentalmente con Dageus, mejor<br />
dicho él la había encontrado a ella, mientras había estado recluido en un lujoso<br />
penthouse en Manhattan, buscando textos antiguos, tratando de encontrar una<br />
forma para librarse de las trece malvadas almas que lo poseían.<br />
Gwen había pensado que Drustan era un perturbado mental cuando lo<br />
encontró, por su conversación sobre viajes a través del tiempo y maldiciones.<br />
Chloe había pensado que Dageus era un ladrón demoníaco y un mujeriego<br />
desesperado. Y había descubierto que él estaba poseído por el mal más puro.<br />
Ambas habían tomado las oportunidades con sus corazones,<br />
oportunidades inmensas, en contra de probabilidades inmensas.<br />
Y ambas estaban delirantemente enamoradas, felizmente casadas, y<br />
viviendo un sueño. Un sueño que había estrujado dolorosamente el corazón a<br />
Gwen, cuando la nana les trajo a sus hermosas y pequeñas gemelas de oscuro<br />
cabello, y Chloe les había confiado ruborizándose que ella también estaba<br />
embarazada.<br />
Y no había olvidado el papel que jugaba Adam en la felicidad de Chloe.<br />
Chloe le había contado todo lo que había ocurrido en esas catacumbas<br />
polvorientas: acerca del momento decisivo con la secta de los Draghar, cómo<br />
Dageus se había hecho una herida mortal en el proceso de derrotarlos y salvarla<br />
a ella.<br />
Cómo ella pensaba que había perdido el amor de su <strong>Highlander</strong> para<br />
siempre, y podría haber sido así, si Adam no hubiese cedido su fuerza vital para<br />
traerle de vuelta de la orilla de muerte y devolverlo a la vida para ella.<br />
Todo eso produjo un montón de fascinantes ideas en la mente de Gabby.<br />
¿Cuáles habían sido los motivos por los que él lo había hecho? ¿Qué<br />
pensamientos habían pasado por esa bella y oscura cabeza, detrás de esos ojos<br />
eternos, antiguos? ¿Qué sentimientos profundos y tácitos? ¿Por qué se<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
esforzaría para devolver a un hombre humano para su amante humana? ¿Y a ese<br />
precio?<br />
Chloe también le había dicho que Dageus le había confiado (cuando<br />
finalmente había ido a la cama unas pocas horas antes de la mañana) que la razón<br />
por la que Adam había sido castigado por su reina había sido su intervención<br />
para salvar a los MacKeltars.<br />
Era algo más que él no le había dicho- rehusándose a contestar las dos<br />
veces que ella le había preguntado – pero apenas lo podía culpar, porque no le<br />
habría creído si se lo hubiese contado.<br />
Ahora lo creía. Y ese conocimiento estaba haciendo locuras en su<br />
corazón.<br />
Ahora más que nunca ella quería saber- ¿Quién era Adam Black? ¿Quién<br />
era este fae enorme, misterioso, intensamente sexual y sorprendentemente<br />
tierno, que parecía pasar más tiempo con los humanos que con su propia raza?<br />
¿Este Fae absolutamente capaz de una fuerza descomunal, pero que nunca<br />
forzaba? ¿Este Fae que se había declarado a favor de la humanidad en contra<br />
de los de su raza?<br />
Más importante aún, ¿estaba toda esa emoción feroz guardada en él al<br />
alcance de una mujer mortal?<br />
Esa era la pregunta que le hacía sentir temblores hasta los dedos de sus<br />
pies. Cada pulgada de él era idéntica al príncipe de su fantasía.<br />
Y eso le producía un miedo mortal.<br />
Antes de que la tarde hubiese terminado, Gabby contó su historia tan<br />
completamente como pudo. Hubiese sido imposible no hacerlo. Gwen y Chloe eran<br />
mujeres que habían librado sus propias batallas con acontecimientos más allá del<br />
Mundo Humano; no había sido necesario mantener nada oculto. Ser un Sidheseer<br />
era una cosa moderadamente inusual desde su propia perspectiva; era<br />
apenas significativo.<br />
<strong>El</strong>la les contó cómo había superado su miedo al Fae, cómo su madre se<br />
había ido porque no podía lidiar con sus visiones, cómo la había criado su Abuela,<br />
y le había enseñado a ocultar su —don—. Les contó lo que Los Libros O'Callaghan<br />
decían acerca del Fae, y cómo se había dado cuenta de lo erróneos que eran esos<br />
libros- al menos en lo que respecta a Adam.<br />
También les contó cómo se había delatado la noche en que lo había visto,<br />
cómo la había rastreado, y las muchas cosas que él había hecho desde entonces.<br />
Finalmente había reconocido el miedo que no había, hasta ese momento,<br />
admitido aun para sí misma. <strong>El</strong> temor a cómo podría sobrevivir una vez que<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
acabase todo esto, perdiendo la cabeza por él, sólo que a diferencia de sus<br />
fantasías de adolescente - podría no haber un y Fueron Felices Para Siempre. Él<br />
recobraría su inmortalidad, preocupándose por su seguridad tal como había<br />
prometido, y luego regresaría al reino Fae, y eso sería todo. Después de todo, el<br />
universo otra vez sería su ostra y, en el esquema cósmico de las cosas, Gabby<br />
sabía que ella no era la perla de nadie.<br />
Sería el final del juego. Tiempo fuera. No más juego. Sólo el fascinante<br />
sabor de un breve cuento de hadas en su lengua, estropeando su apetito por la<br />
realidad para siempre.<br />
Bueno, ante todo, había dicho amablemente Chloe,<br />
demasiado tarde querida: tú ya caíste.<br />
creo que es<br />
Gwen había estado de acuerdo. Pero, lo segundo y más importante,<br />
Gabby, dijo ella suavemente, la pregunta que debes hacerte no es ¿Tendré mi y<br />
Fueron Felices Para Siempre? La pregunta que necesitas hacerte es, ¿podrás<br />
vivir contigo misma si no te permites ser feliz ahora, y terminar por haber no<br />
obtenido absolutamente nada?<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 19<br />
Esa tarde Gabby se tomó su tiempo con su pelo y su maquillaje, un lujo<br />
que no había podido darse por días. Mientras habían estado viajando, en esas<br />
raras ocasiones en que ella había vislumbrado un espejo- usualmente durante<br />
una rápida entrada a un baño público- no le había gustado lo que había visto, así<br />
que no se había demorado. Pero esta noche tenía la seguridad de que estaban en<br />
tierra segura, no habría bruscas zambullidas en lagos o caídas desde<br />
campanarios, y estaba decidida a lucir bien para variar.<br />
La aspirina y una larga ducha caliente se habían llevado los restos de su<br />
resaca. Chloe la había invitado a ir a sus habitaciones antes de la cena así podría<br />
encontrar algo que ponerse, pues eran casi de la misma talla. Esperaba con<br />
ilusión llevar puesto algo más que pantalones vaqueros. De acuerdo, esperaba<br />
lucir bonita alrededor de Adam; allí, lo había admitido. Realmente, una mujer<br />
tendría que estar muerta para no querer verse bien alrededor de él.<br />
Se pasó el lápiz de labios y deslizó sus dedos a través de su pelo,<br />
dejándolo caer sobre su espalda, arrastrando uno pocos mechones largos para<br />
que cayeran suavemente alrededor de sus ojos. Un poco de sombra difuminada<br />
en sus ojos, una pincelada de rimel. Una insinuación de brillo en la boca, lo<br />
suficiente como para atraer la luz y hacer cosas interesantes con ella. Lo<br />
suficiente como para que un hombre lo notara.<br />
Y eso, decidió, viendose a sí misma en el espejo, era todo lo que Gabby<br />
podía conseguir. Las ropas tendrían que hacer el resto; sólo esperaba que Chloe<br />
tuviese algo ultra femenino y un poquito provocativo para prestarle.<br />
Abriendo la puerta del cuarto de baño, se detuvo un momento en el<br />
dormitorio contiguo.<br />
Y se congeló.<br />
Imposible, pensó, al clavar los ojos en la cama con doseles.<br />
No que las cortinas de terciopelo estuvieran nuevamente colgadas o que<br />
la cama estuviera pulcramente hecha- eso era perfectamente posible. Una<br />
criada obviamente había entrado mientras ella había estado en la ducha,<br />
rasurándose las piernas, aplicándose loción, y preocupándose por pequeñeces<br />
como los cosméticos.<br />
Lo que no era posible era el ceñido vestido negro en que ella había<br />
gastado largos minutos suspirando anhelante en Macy’s y que ahora estaba<br />
colgado entre esas cortinas.<br />
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No, pensó, estupefacta, moviéndose más cerca de la cama, los delicados<br />
tacones que ella había mirado tan codiciosamente.<br />
No, pensó, abriendo los ojos, el pecaminoso y pequeño brassier de encaje<br />
y panties en su tono favorito, rosa pálido.<br />
¿Y, oh, Dios mío, pensó jadeante, eso era una caja de Tiffany’s?<br />
Agarrando firmemente las solapas de su bata de baño, miró alrededor<br />
del cuarto.<br />
No había señales de él.<br />
Pero en el aire, débil pero aún inconfundible, había un indicio del exótico<br />
perfume de jazmín y sándalo y especias, del hombre seductor, y ella se percató<br />
de que él probablemente lo había hecho hacía no más de unos momentos<br />
mientras ella había estado concluyendo su maquillaje.<br />
Alcanzó la caja con manos temblorosas, la abrió, y se quedó sin aliento,<br />
tan estupefacta que casi la dejó caer.<br />
Anidados sobre un lecho de terciopelo estaban una gargantilla de<br />
diamantes y pendientes a juego, y supo exactamente dónde los había visto.<br />
Había sido de regreso en Cincinnati, la noche que él había traído su cena de<br />
Jean Robert en Pigalls. Había dejado la oficina tarde, había tomado su camino<br />
usual pasando por enfrente de Tiffany’s para recoger su coche en la esquina.<br />
Habían colocado una nueva vitrina, y se había visto brevemente cautivada por la<br />
elegancia de las piedras allí puestas. Había hecho una pausa, contemplando en la<br />
ventana las piezas a juego. Preguntándose, con femenina curiosidad, qué tipo de<br />
hombre regalaría a qué tipo de mujer tales joyas. Preguntándose si ella alguna<br />
vez tendría un anillo de diamantes sobre su dedo, o incluso una evidente<br />
propuesta matrimonial.<br />
Él debió haber estado en algún lugar detrás de ella, vigilándola.<br />
Tal como debió haber estado en Macy’s.<br />
Yo cuido de lo que es mío, le había dicho cuando le había dado las llaves<br />
del BMW.<br />
Ciertamente.<br />
Mientras levantaba la brillante tira de diamantes de la caja, una hojita<br />
de papel cayó hacia fuera. La atrapó mientras flotaba en el aire hacia el piso.<br />
Dos palabras en letra antigua, un garabato arrogantemente inclinado.<br />
Acéptalos, acéptame.<br />
Bien, pensó, parpadeando, eso era ciertamente ir directo y al grano.<br />
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Sostuvo las piedras brillantes en sus manos por mucho tiempo,<br />
mirándolas pero sin verlas realmente. No realmente pensando, sino abriendo su<br />
corazón, sintiendo, preguntándose. Escuchando un eco de las palabras de Gwen:<br />
¿Serás capaz de vivir contigo misma si no te permites a ti misma ser feliz ahora,<br />
y terminar por no haber obtenido absolutamente nada?<br />
Eventualmente colocó la caja de regreso en la cama y se puso<br />
rápidamente las bragas y el sostén.<br />
Se puso el ajustado vestido negro, deslizándolo sobre sus caderas, y<br />
cerrando la diminuta cremallera lateral.<br />
Sentada en el borde de la cama, ató los sexy y delicados zapatos.<br />
Luego tomó la caja, se puso los pendientes, y sujetó la tira de frías<br />
piedras alrededor de su garganta.<br />
* * *<br />
Adam acababa de salir de la ducha cuando escuchó un suave golpe en la<br />
puerta de su dormitorio.<br />
Esperaba que no fuera otra criada. Cuando regresó de su paseo, había<br />
docenas de ellas holgazaneando en el gran vestíbulo. Siempre había estado<br />
acostumbrado a que las mujeres se lanzaran sobre él, pero no estaba<br />
acostumbrado a que se quedaran mirándolo con tan inquietante intensidad<br />
directamente a su entrepierna.<br />
Con fuerza. Como si trataran de ver a través del cuero lo que estaba<br />
debajo, mejor dicho, lo que se levantaba debajo, porque la maldita cosa no iba a<br />
bajarse nunca hasta que hubiera tenido a Gabrielle bajo él por lo menos cien<br />
veces.<br />
— ¿Quién es? —, preguntó precavidamente.<br />
Cuando escuchó la suave respuesta, sus ojos flamearon, luego se<br />
estrecharon. Con una perezosa sonrisa y con lenta deliberación, dejó caer la<br />
toalla que acababa de anudar holgadamente alrededor de su cintura.<br />
— Sin barreras entre nosotros esta noche, ka-lyrra—, murmuró,<br />
demasiado suave como para que ella escuchara. No había pensado verla hasta la<br />
cena. Pero ella estaba aquí, afuera de su puerta, afuera de su dormitorio. Bien<br />
podría haberse paseado fuera de la guarida de un león, agradablemente rociada<br />
en sangre fresca y caliente.<br />
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Su boca estaba de repente ferozmente seca, su respiración<br />
entrecortada y superficial.<br />
¿Los traería puestos? ¿Estaba lista para aceptarlo? ¿Lo tomaría? ¿Esta<br />
mujer que se había criado con las peores historias acerca de él, algunas de las<br />
cuales eran completamente ciertas?<br />
Y ella lo sabía. Sabía que él había asolado las Highlands después de<br />
Morganna; él había visto la mirada sobre su rostro cuando ella le había<br />
preguntado acerca de la fecha de muerte Morganna. <strong>El</strong>la sabía que, por cada<br />
cosa que era inexacta en sus Libros, había algunas que no lo eran. Sabía que en<br />
los casi seis mil años él había hecho una cosa o dos para merecer una parte de la<br />
mala prensa que había recibido. Gabrielle no era tonta.<br />
¿Había ella visto su pasado? ¿Lo había visto a él?<br />
¿Llevaría puestos esos malditos diamantes? Casi temió abrir la puerta y<br />
verla, con tanta fuerza la deseaba, entregada completamente, sin reserva, esta<br />
noche, ahora, en este momento. Él la necesitaba. Sentía como si hubiera estado<br />
esperando seis mil años para eso. ¿Cristo, qué le ocurría? ¿Alguna vez había<br />
sentido algo como esto antes?<br />
Se dio cuenta que estaba mirando la puerta y no tenía idea de cuánto<br />
tiempo lo había estado haciendo. Sacudió la cabeza, mascullando una maldición<br />
por su idiotez. Por Cristo, él era Adam Black. No algún inepto muchacho mortal.<br />
— Pasa —, le dijo, y si salió un poco más gutural que lo usual, entonces no<br />
se dignó notarlo. Permaneció de pie con toda su altura de seis pies cuatro<br />
pulgadas y media, las piernas extendidas, las brazos doblados sobre su pecho,<br />
trayendo puesto nada más que los antiguos adornos de oro de su casa real.<br />
La puerta se abrió lentamente- él sintió como si se abriera en cámara<br />
lenta- pero entonces allí estaba ella, y él sintió como si alguien lo hubiera<br />
golpeado en su estómago.<br />
Tuvo el placer de ver que ella parecía sufrir la misma sensación.<br />
<strong>El</strong>la se congeló, sus encantadores ojos verde-dorados se abrieron mucho.<br />
— T-t- tú n-no estás...— farbulló. Probó otra vez, — Oh, Cielos. Dios. Mío —.<br />
Mojó sus labios. Aspiró profundamente. — ¡Santa mierda, ¿estás desnudo? Y oh-<br />
Oh! — Su mirada volvió a su rostro, y sus ojos se ensancharon aún más.<br />
Una sonrisa de puro triunfo masculino curvó sus labios. — Ah, sí —,<br />
ronroneó. — y tú, mi dulce Gabrielle, llevas puestos mis diamantes.<br />
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* * *<br />
Gabby permaneció de pie en la puerta, su corazón martillando<br />
salvajemente.<br />
Doscientas libras de un magnífico hombre desnudo de pie ante ella, y era<br />
tan salvaje e intensamente bello que no podía quitar su mirada de él. Tuvo que<br />
recordarse a sí misma que el oxígeno era bueno para una chica, así que respira,<br />
O'Callaghan. <strong>El</strong>la miró de arriba a abajo, de arriba abajo otra vez, pequeñas<br />
respiraciones se juntaron de golpe en su garganta.<br />
Abruptamente, supo que después de esta noche no volvería a ser la<br />
misma. Nada sería lo mismo. Oh, sí, el hombre se podría definir a sí mismo como<br />
el amanecer de una nueva época si quería. Era después de todo, bastante simple,<br />
antes de Adam y después de Adam.<br />
Él dio un paso adelante, moviéndose con esbelta gracia animal, un brillo<br />
rapaz en su oscura mirada. Él era el cazador y ella la comida. Y por la mirada en<br />
sus ojos iba a devorarla.<br />
Se le acercó furtivamente, elevándose sobre ella, mirando fijamente<br />
hacia abajo, extendiendo la mano para tocar la gargantilla y ligeramente su<br />
cuello con las puntas de los dedos. — Tú sabes lo que esto significa —, dijo él<br />
suave, intensamente. — Mía. Acéptalo. Eres mía. No, Shhhss —. Presionó un<br />
dedo contra sus labios. — No digas una sola palabra. Solamente déjame mirarte.<br />
He estado esperando para verte con este vestido.<br />
Dando la vuelta alrededor de ella, cerró la puerta suavemente, y ella<br />
escuchó el sonido metálico de la cerradura cuando cerró con llave. Caminó suave<br />
y lentamente alrededor de ella.<br />
— Cristo, eres hermosa, Gabrielle. ¿Sabes cuanto te deseo? ¿Sabes qué<br />
fantasías he estado creando en mi mente contigo? ¿Sabes cuántas veces traté<br />
de liberarme de esta eterna dureza? ¿Sabiendo que lo único que podía ayudarme<br />
eras tú?<br />
Él hizo, lentamente, otro círculo, totalmente desnudo alrededor de ella.<br />
— Y ahora estás aquí. En mi recámara. Encerrada adentro. Y no saldrás hasta<br />
que yo lo diga. Y nunca lo diré.<br />
Hizo una pausa detrás de ella, íntimamente cerca, frente a su espalda,<br />
frotó su pene contra su trasero en ese sexy vestido. <strong>El</strong> vestido lucía tan bien en<br />
ella como sabía que lo haría, pegándose a cada exuberante curva. Se sentía bien<br />
también. La respiración siseó entre sus dientes ante el contacto; fue tan<br />
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insoportablemente placentero que quemaba. Él inspiró bruscamente y se echó<br />
hacia atrás, sabiendo que si la tocaba otra vez se correría enseguida.<br />
— Y esos zapatos —, ronroneó su mirada cayendo sobre su trasero,<br />
bajando por las curvas bien proporcionadas de la parte de atrás de sus muslos, a<br />
sus delgados tobillos con esas delicadas y pequeñas correas atadas alrededor de<br />
ellos.<br />
— Te vi mirándolos en Macy’s. Tienes las piernas y el trasero más dulces,<br />
Gabrielle. Cuando primero te vi en Cincinnati, tenías unos pantalones cortos y<br />
sandalias en tus pies. Incluso los pequeños dedos de tus pies pintados me<br />
encendieron.<br />
Se colocó frente a ella. Sus ojos estaban grandes, delirantemente<br />
desenfocados. Sus labios estaban separados y ella estaba jadeando suavemente,<br />
su pecho subiendo y bajando suavemente.<br />
Él presionó la punta de su dedo sobre sus labios, empujándolo dentro.<br />
<strong>El</strong>la cerró esos exuberantes labios sobre él, chupando, y tan crudo calor le<br />
atravesó que, por un momento, no pudo moverse. Finalmente retiró el dedo,<br />
deslizándolo lentamente desde ese delicioso pliegue, luego trazó un húmedo<br />
camino sobre la forma de su boca, a través de su mandíbula, debajo de su cuello,<br />
hacia el valle exuberante entre sus senos.<br />
Él debía seducirla, debía cortejarla con besos, debía seducir lentamente,<br />
llevarla lentamente, tal vez inexorablemente, por el camino hacia su última y<br />
costosa capitulación.<br />
Pero era demasiado tarde; había esperado demasiado tiempo, y había<br />
una cosa que no podía ya negarse a sí mismo. Una cosa que había estado<br />
pensando demasiado tiempo mientras montaba hoy. Una cosa que necesitaba.<br />
Ahora mismo. Y eso lo disgustó mucho, el poder que tenía sobre él, cuán<br />
salvajemente la deseaba. Conocer el sabor de ella, tenerlo en su lengua,<br />
capturada en su inmortal memoria. Si en cierta forma, por alguna razón, ella lo<br />
detenía esta noche, entonces al menos habría obtenido eso.<br />
— Que conste, irlandesa —, le informó firmemente, sólo en caso de que<br />
ella se hiciese una idea equivocada, — No me arrodillo ante nadie —. Luego cayó<br />
sobre sus rodillas a sus pies, apartó de un empujón su vestido hacia arriba,<br />
recogió un puñado del sedoso material en cada mano, y la empujó hacia atrás<br />
contra la puerta, inmovilizándola por la tela.<br />
Gabby se apoyó débilmente contra la puerta, jadeando. <strong>El</strong> exótico<br />
perfume de él estaba llenando las ventanas de su nariz, mareándola.<br />
Simplemente mirarlo desnudo la había excitado tan intensamente que supo que<br />
él estaba a punto de encontrarla mojada; tan húmeda que casi se avergonzada.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Estaba lista ahora mismo, no necesitaba un beso, o cualquier otra estimulación<br />
sexual previa para eso. Ciertamente no sabía si podría sobrevivir a lo que<br />
parecía que él estaba a punto de hacer. Sólo lo quería dentro de ella. Cuando él<br />
la había rodeado semejante a alguna gran bestia oscura, hablándole, diciéndole<br />
cuánto la deseaba, casi había empezado a rogar.<br />
Y ahora él estaba de rodillas entre sus piernas, su vestido recogido<br />
hasta su cintura, exponiéndola a él, casi desnuda excepto por un trozo de encaje<br />
de seda deslizándose entre sus piernas.<br />
Uy, desnuda, ella se corrigió con un sonido medio risa, medio sollozo,<br />
mientras él arrastraba con sus dientes ese trozo de encaje de su cuerpo,<br />
jalándolo hacia abajo, abajo, los dientes rozándola ligeramente, deteniéndose<br />
para mordisquearla, esparciendo pequeños mordiscos amorosos sobre su piel,<br />
enviando olas de escalofríos a lo largo de su columna vertebral.<br />
Se sentía drogada, borracha, intoxicada por la pasión. No tenía ni idea<br />
cómo había logrado aplazarlo tanto tiempo, o por qué, y estaba repentinamente<br />
asombrada de cuánto tiempo había desaprovechado.<br />
— Voy a saborear cada pulgada tuya antes de que esta noche llegué a su<br />
final —, ronroneó.<br />
Y luego empezó a cumplir esa promesa, con golpes largos, calientes,<br />
aterciopelados de su lengua en el interior de sus muslos. Dulces y perezosos<br />
pellizcos en las partes internas y rellenitas de sus piernas, besos calientes con<br />
la boca abierta sobre la delicada piel de sus caderas. No dejó pulgada de su piel<br />
sin besar, sin morder.<br />
Luego una mano avanzó separando sus piernas y luego su oscura cabeza<br />
estaba entre ellas. Cuando él dio un golpecito con su lengua al diminuto brote<br />
anidado entre sus suaves pliegues, ella agarró grandes puñados de su sedoso y<br />
oscuro cabello y se estremeció, apoyándose débilmente contra la puerta.<br />
— Mantente en pie, ka-lyrra. Si esas dulces rodillas se debilitan y caes<br />
sobre el piso, entonces te follaré aquí mismo —.<br />
<strong>El</strong>la dejó que sus rodillas se doblaran<br />
ahogando una risa.<br />
instantáneamente, apenas<br />
— Aw, maldito infierno, Gabrielle, yo quería que esto durara —, maldijo,<br />
rodando instantáneamente con ella, atrapándola, colocándose debajo de ella<br />
para amortiguar el impacto de su caída.<br />
Pero ella estaba más allá de delicadezas, había estado esperando toda<br />
una vida para esto. No podía esperar un momento más. Cayendo encima de su<br />
gran y desnudo cuerpo, se contoneó contra él hasta que había asegurado su<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
caliente y dura erección justo donde la quería, la hinchada cresta de él<br />
montando con deliciosa fricción contra ella. Dios mío, estaba tan estrecha, unas<br />
cuantas buenas frotaciones…<br />
— Oh, no —, siseó él, instantáneamente entendiendo. — Tú no llegarás<br />
allí sin mí. No sin mí dentro de ti la primera vez.<br />
— Entonces yo te sugeriría —, jadeó ella, — que te apresuraras y<br />
entraras en mí.<br />
Él emitió un sonido ahogado, un ronco y erótico sonido como una risa<br />
gruñida. — Ah, Gabrielle —, ronroneó, tomándola por las caderas y haciéndola<br />
rodar bajo él sobre la suave alfombra. — ¿Acaso nunca voy a conseguir<br />
suficiente de ti?<br />
— No si continúas tan lento —, soltó ella con irritación..<br />
— Extiende tus piernas —, le exigió. Él extendió su cuerpo a todo lo<br />
largo del de ella, apoyando su peso en sus antebrazos, abriendo con sus rodillas<br />
sus piernas para él. — Levántalas alrededor de mis caderas.<br />
<strong>El</strong>la obedeció instantáneamente.<br />
— Enlaza tus tobillos. Esto no va a ser fácil.<br />
Un pequeño y delirante temblor la estremeció ante sus palabras. <strong>El</strong>la<br />
sabía eso. Lo había sabido la primera vez que le había sentido presionado contra<br />
su interior, allí en Cincinnati, la mañana que él había atravesado su puerta, y<br />
había sido una de las cosas que había hecho estragos en sus sentidos desde<br />
entonces. Todos sus novios habían sido grandes, hombres altos. A ella le<br />
gustaban los hombres grandes, siempre había sido así, le gustaba un poquito de<br />
dominación. Y Adam Black era grande y malo hasta los huesos, en todas partes.<br />
<strong>El</strong>la le había dicho la verdad a las criadas, o algo parecido; Él no estaba<br />
proporcionado, era más grande allí de lo que una mujer esperaría. — De alguna<br />
manera. No creo que ninguna cosa que tenga que ver contigo sea fácil —, ella se<br />
quedó sin aliento.<br />
— No, no es eso, pero creo que te aburriría fácilmente, ka-lyrra. Te<br />
prometo que nunca te aburriré.<br />
Y luego su mano estaba entre sus piernas, un dedo resbalándose en su<br />
calor liso, presionando adentro, presionando hacia arriba, buscando su barrera.<br />
Luego dos dedos, y ella sólo estaba débilmente consciente cuando él abrió una<br />
brecha en la delgada membrana, el dolor fugaz eclipsado por el placer de<br />
sentirlo a él moviéndose dentro suyo. Sus caderas se arquearon desvalidamente<br />
hacia arriba, queriendo más, necesitando, doliendo de necesidad por todo de él.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Y entonces su mano se fue y la gruesa cabeza de su pene rozó contra sus<br />
suaves pliegues, y él se empujó dentro de ella. <strong>El</strong>la lloriqueó, un quejido de dolor,<br />
intentando ajustarse, contoneándose, tratando de aceptar, pero él era<br />
demasiado grande y ella estaba muy apretada.<br />
— Cálmate, Gabrielle. Relájate —, dijo él.<br />
<strong>El</strong>la hizo un intento, pero no podía; era instintivo resistir, y<br />
emprendieron una batalla sexual silenciosa por unos pocos momentos, donde él<br />
apenas ganó otra pulgada. Sus músculos estaban presionando bajo él, resistiendo<br />
la fuerte intrusión.<br />
Él absorbió una siseante respiración a través de los dientes apretados.<br />
— Gabrielle, estás matándome; tienes que dejarme entrar.<br />
— Estoy tratando —, gimió ella.<br />
Con una maldición amortiguada, él abruptamente la cambió de posición,<br />
moviendo sus piernas a un lado y arriba, apoyando sus tobillos sobre sus<br />
hombros, dejando su pelvis cruelmente expuesta hacia arriba.<br />
Metiendo una mano en su pelo cerca de su cuero cabelludo, él llevó su<br />
cabeza hacia atrás e inclinó su boca dura sobre la suya, tomándola<br />
profundamente, reclamando su alma en un beso, su lengua caliente y<br />
aterciopelada explorando, retirándose. Estaba demasiado aturdida por el beso,<br />
por la fiereza, el posesivo salvajismo de él, para tensarse cuando él la empaló,<br />
de lo cual ella se percató, precisamente porque ya lo había hecho.<br />
Él se impulsó a sí mismo profundamente en su interior con una lenta,<br />
suave e implacable penetración, llenándola tan completamente que ella gritó en<br />
su boca, pero él mantuvo sus labios sellados con los suyos, sofocando el grito. Él<br />
se quedó unos largos minutos, por completo dentro de ella, invadiendo cada<br />
suave hendidura caliente, pero sin moverse, sólo besándola, su lengua caliente<br />
enredándose con la de ella. Él era tan grande que se tomó largos minutos para<br />
que ella se ajustara, más aliviada y cómoda. Pasaron largos minutos mientras él<br />
se mantuvo quieto, ocupando su territorio, sin explorar los alrededores hasta<br />
que ella estuvo lloriqueando contra sus labios, rogándole que se moviera. Ahora<br />
que la presión se sentía bien, estaba sintiendo un tipo de presión completamente<br />
diferente, que necesitaba cantidades de movimientos para saciarse.<br />
— Estoy dentro de ti —, ronroneó. — Ah, Cristo, estoy dentro de ti —.<br />
Entonces –finalmente- él empezó a moverse, un erótico movimiento circular de<br />
sus caderas - no un empuje sino una fricción lenta y profunda dentro de ella.<br />
Empujándose dentro suyo, retrocediendo un poco, empujando otra vez, cada vez<br />
aproximándose más al apretado brote de su clítoris con una fricción exquisita.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Sus intensos y lentos movimientos enardeciendo algún sitio dentro de<br />
ella que aun no sabía que tenía, y todos sus músculos se contrajeron otra vez<br />
sobre él, cerrándose, estremeciéndose, y cuando se corrió fue algo que nunca<br />
había sentido antes, una explosión tan profunda dentro de ella, tan<br />
increíblemente intensa, que un grito visceral salió de su garganta.<br />
— Sangriento infierno —, dijo él a gritos mientras su cuerpo entero se<br />
tensaba. Sujetó sus manos bajo sus caderas, intentando retroceder, salirse, no<br />
queriendo terminar todavía, pero era demasiado tarde, la forma en que su<br />
cuerpo lo rodeaba era más de lo que podía soportar y explotó dentro de ella.<br />
* * *<br />
Horas más tarde, Adam se apoyó sobre un codo y miró a Gabrielle,<br />
reflexionando sobre su belleza.<br />
Creía que comenzaba a entender. No era la simetría de sus rasgos; eso<br />
no era la perfección. Era la unicidad. Lo que una persona poseía y otra no. Eso<br />
era lo único propio. Quizá la nariz de Gabrielle era como miles de otras, pero<br />
ellas no estaban sobre su cara, con sus ojos, con sus pómulos y su pelo. Ni tenían<br />
esas narices agraciadas sus muchas expresiones, arrugándose de manera tan<br />
fascinante cuando se reía, alzándose tan arrogantemente cuando estaba<br />
irritada.<br />
Él había recorrido la gama completa de sus expresiones esta noche. Él<br />
la había visto exigente, agresiva de lujuria, los ojos brillando intensamente<br />
mientras se arqueaba y combaba bajo él. La había visto suave, dulcemente<br />
flexible cuando la había tomado desde atrás, sobre sus manos y sus rodillas,<br />
delante del espejo de cuerpo entero en el tocador. Él había mantenido su cabeza<br />
hacia atrás agarrando un puñado de su sedoso pelo para poder observar su cara<br />
en el espejo. Ver esos ojos verde-dorados estrecharse y brillar como los de un<br />
gato en celo mientras ronroneaba de placer. Ver sus pechos llenos oscilando<br />
mientras sus testículos pesados golpeaban rítmicamente contra su trasero y<br />
muslos. Verla mirándolo a él mientras se lo hacía. Él la había visto somnolienta y<br />
perdida cuando la había lamido y curvado al alcanzar el clímax y después<br />
estremecerse al máximo. Y aún la había visto casi parecer asustada cuando él la<br />
había estrujado en otro delicioso estremecimiento de ella.<br />
Si él hubiera tenido todo su poder Fae, entonces habría aliviado su<br />
dolorosa virginidad; tal como él era, había tenido que detenerse porque ella no<br />
podía tomar más. Así es que amablemente la había limpiado mientras ella yacía<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
saciada en la cama, alimentó el fuego, luego fue hasta la cocina por comida,<br />
dándose cuenta de que se habían perdido la cena. De hecho, la cena se había<br />
terminado hacía muchas, muchas horas.<br />
Él se había topado con Dageus en las oscuras cocinas, cuando el<br />
<strong>Highlander</strong> había estado hurtando helado del congelador. <strong>El</strong> gemelo menor<br />
Keltar le había echado una mirada, se rió, y dijo, — Sospecho que no te veremos<br />
por unos pocos días. ¿A que no, Viejo?<br />
— Me verás en Lughnassadh —, había contestado Adam con una maliciosa<br />
sonrisa. — Y deja de llamarme Viejo. No te llamo Joven. Adam. Es simplemente<br />
Adam.<br />
— Sí, será Adam entonces —, Dageus había contestado fácilmente.<br />
Mientras Adam había vuelto descalzo por los fríos escalones de piedra<br />
del castillo, acarreando una bandeja llena de comida, su cuerpo humano dolía en<br />
lugares que no sabía que el cuerpo de un hombre podía doler, había soportado<br />
otro de esos dolores agudos repentinos en su pecho y casi había dejado caer la<br />
bandeja. Había tenido que detenerse y apoyarse contra la balaustrada,<br />
quedándose sin aliento hasta que pasó. Se había percatado que era una cosa<br />
buena que pronto saldría de ese cuerpo mortal, porque algo estaba claramente<br />
mal con el cuerpo que Aoibheal le habían dado.<br />
Cuando había regresado al dormitorio, ella estaba profundamente<br />
dormida, yacía inconscientemente a lo largo de la cama, su cuerpo desnudo<br />
brillando suavemente a la luz del fuego. Era una visión de cabello rubio<br />
enmarañado, piel con rubor sexual, y curvas exuberantes, una vibrante mortal,<br />
dorada resplandeciente contra las sábanas de plata satinada.<br />
Cristo, ella es asombrosa, Adam maravillado, permaneció al borde de la<br />
cama, quedándose con la mirada fija en su mujer adormecida. Arrastrando la<br />
yema de un dedo sobre el alto y firme pico de un pecho. Aun inconsciente, su<br />
cuerpo reaccionó, el rosado pezón se tensó. Con un juramento amortiguado él se<br />
forzó a dejar caer la mano y dar un paso atrás, o tendría su boca en ese pezón<br />
otra vez, arrastrando el borde de sus dientes a través de él en la forma que<br />
descubrió que a ella le gustaba. Y él la había lastimado, y se rehusaba a<br />
lastimarla.<br />
<strong>El</strong>la le había respondido con toda la pura y generosa pasión que él había<br />
sentido acechar dentro de ella. Todo ese fuego que ella había liberado y que lo<br />
había encendido, abiertamente, sin restricción, voluptuoso hasta la médula, y él<br />
lo había revelado, lo había absorbido, se había maravillado en él. <strong>El</strong>la le había<br />
hecho sentir cosas que nunca había sentido antes. Cosas que podría pasar siglos<br />
inmortales pregonando y quizás nunca comprender.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
¿Y por ese regalo tú tomarás su alma?<br />
Él retrocedió, se desentendió del asunto. ¿Qué cuerpos humanos venían<br />
agobiados con conciencias humanas? Le daré su inmortalidad a cambio.<br />
¿Le darás a ella la elección? ¿Se lo dirás?<br />
Ni por una oportunidad en el infierno, él replicó silenciosamente.<br />
Si Gabrielle iba a ser su Edén privado, no habría manzana de<br />
conocimiento a ofrecer. Adam sabía bien lo que le había sucedido a otro Adam.<br />
Un poco de conocimiento siempre alejaba a un hombre del Jardín.<br />
Él no quería ver morir a Gabrielle O'Callaghan. Había visto demasiados<br />
humanos morir. <strong>El</strong>la era suya ahora. <strong>El</strong>la había hecho su elección. Había venido a<br />
él, le había aceptado.<br />
Tendría que ser un hombre mejor para dejarla ir a un lugar donde nunca<br />
podría seguirla.<br />
Dageus sonrió mientras se escabullía por el oscurecido castillo,<br />
ligeramente, con un pedacito de helado fundiéndose en su mano. Había<br />
desarrollado bastante gusto por el actual obsequio, y una afición por molestar a<br />
Chloe con el cremoso helado contra la piel abrasada por sus besos. Lamiéndolo<br />
de sus labios, de sus pezones, de la esbelta curva de una cadera.<br />
Habían estado haciendo el amor por horas. <strong>El</strong> deseo estaba en el aire, el<br />
castillo olía a romance. Arrastrado por la brisa nocturna y se alegró de eso.<br />
Pues si alguna vez un hombre necesitaba el toque cicatrizante de una<br />
mujer, ese era Adam.<br />
Ser poseído por los Draghar había cambiado a Dageus en muchas<br />
formas, formas que aún estaba intentando entender. Había estado ordenando<br />
sistemáticamente las inmensas cantidades de conocimiento que ellos habían<br />
dejado dentro de su cráneo, extrayendo lo que podría ser usado para bien.<br />
Una de sus habilidades más recientemente desarrolladas era eso de<br />
escuchar en profundidad. Aún no le había dicho a Drustan que podía hacer eso,<br />
todavía estaba aprendiendo a controlarlo.<br />
Nunca había podido manejarlo antes, ese druida meditativo que había<br />
sido su padre era excelente en ello, escuchar pudiendo alejar las mentiras y ver<br />
la verdad de un asunto, el corazón de un hombre.<br />
Pero en los meses pasados de dicha matrimonial había descubierto una<br />
nueva quietud, una paz interior que, junto con el conocimiento de los trece,<br />
había abierto sus sentidos druidas.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Había escuchado profundamente hoy a Adam Black cuando habían salido<br />
a montar, necesitando saber si él estaba diciendo la verdad acerca de sus<br />
razones para hacer bajar las paredes. Si los Keltar iban a romper sus<br />
juramentos otra vez, Dageus tenía que saber que era por una causa justificada.<br />
Él había explorado ligeramente y en esa penetración poco honda se había<br />
enterado de que Adam decía la verdad.<br />
Pero entonces él había sentido algo más, algo que no había planeado<br />
encontrar dentro de un omnipotente inmortal, ni uno por ahora disminuido; algo<br />
que reconoció, y que no había podido resistir abrir sus sentidos ampliamente y<br />
explorar más profundamente.<br />
Lo que él había oído en las antiguas palabras - en lo que él había dicho y<br />
en esos espacios entre lo que había dicho y lo que no había dicho- le había<br />
calmado hasta la médula.<br />
Una vez Dageus se había creído un hombre solo. Antes de que hubiera<br />
encontrado a su pareja, antes de que Chloe hubiera presionado sus manos<br />
pequeñitas en su corazón y lo comprometiera con votos de unión.<br />
Pero ahora sabía que lo que había pensado como la soledad lo podría<br />
acompañar por miles de años y multiplicarse infinitamente y aún así no lograría<br />
cuantificar esa oscuridad que yacía tan engañosamente dentro de Adam Black.<br />
Días extraños, meditó, mientras empujaba la puerta abierta de su<br />
recámara, cuando los Tuatha Dé caminaban entre ellos en forma humana.<br />
Er... uno de ellos.<br />
Pues eso era otra cosa inesperada que había descubierto acerca de su<br />
invitado de otro mundo.<br />
Adam era, tal como había dicho, ya no exactamente un Tuatha Dé.<br />
Sin embargo, tampoco era humano.<br />
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Capítulo 20<br />
Gabby no abandonó el dormitorio de Adam durante tres largos y<br />
dichosos días con sus respectivas noches. Tres perfectos e increíbles días y<br />
noches. <strong>El</strong>la se abandonó completamente a el.<br />
Oh, no hicieron amor el todo el tiempo, su cuerpo tan delicado en<br />
contraste con el suyo que no lo habría resistido.<br />
Pero hay muchas formas para dar y recibir placer, y él era un maestro<br />
en todas ellas. Pasaron horas en la ducha, bañándose perezosamente, explorando<br />
sus cuerpos, saboreando y bromeando. Horas en las que ella se deleitó con su<br />
piel dorada y aterciopelada, sus notables músculos, y negro y sedoso pelo,<br />
cayendo como cascada a través de su cuerpo desnudo. Más horas donde en las<br />
que estuvo tendida sobre una alfombra frente al fuego mientras él la frotó con<br />
aceites de esencias, haciendo la traviesa comparación entre ella y una yegua<br />
que había sido montada con demasiada fuerza.<br />
Deslizándose a lo largo de ella, montándola de nuevo. Frotándola otra<br />
vez. Más baño, más juegos en la cama.<br />
<strong>El</strong> único momento en que la dejaba era para traer comida. Fueron días y<br />
noches de comer, dormir y sexo. Ninguna mujer, decidió, había perdido su<br />
virginidad de forma tan fantástica. Hubo largas horas donde ella estuvo<br />
precisamente como él había dicho que ella estaría: completamente saciada<br />
incluso para moverse. Convencida de que probablemente nunca podría excitarla<br />
otra vez; y entonces, él la excitaba en el parpadeo de un ojo, de su mirada<br />
oscura, bajo unas pestañas oscuras e inclinadas cejas.<br />
Se sentía como si se hubiese deslizado en algún mundo de cristal y<br />
fuego, con esencia de brezo y emanaciones de erotismo. Aunque no lo había<br />
notado al principio, demasiado perdida en la visión del enorme, oscuro y desnudo<br />
hombre, finalmente se dio cuenta de que su recámara se llamaba la recamara de<br />
cristal porque había esculturas de cristal de diversas bestias. Unicornios y<br />
dragones, quimeras y fénix, águilas agrifadas y centauros bordados en los<br />
manteles, en los lados de las mesas, y los cofres. Delicados prismas colgaban en<br />
las ventanas, atrapando la luz del fuego y devolviéndola en brillantes destellos<br />
de color.<br />
Los espejos con marcos de plata adornados meticulosamente, pendían de<br />
las paredes en medio de tapices preciosos, y el mobiliario oscuro de caoba,<br />
bellamente tallado. Lujosas alfombras se extendían sobre el piso. La cama era<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
una obra de artesanía antigua, cubierta con sabanas satinadas, mullidas<br />
almohadas, y una lujosa colcha de terciopelo negro. Lucía cuatro postes del<br />
tamaño de pequeños árboles (postes a los cuales él había atado sus manos,<br />
besándola y saboreándola, volviéndola loca de necesidad).<br />
No pudo haber lugar más apropiado para dormir con su príncipe de las<br />
hadas que esta suite, rodeada por improbables criaturas de leyenda, y su<br />
improbable leyenda de un amante iluminado por la luz del fuego, salpicado con<br />
matices del arco iris, alzándose sobre ella, con su oscura , tensa y lujuriosa cara.<br />
Durante esos tres días, sintió como si existieran en un lugar lejos del<br />
tiempo, fuera del espacio, una morada encantada donde nada más que el<br />
momento importaba, y los momentos eran tan exquisitos que, durante un tiempo,<br />
se olvidó de todo.<br />
Ninguna pregunta surgió de sus labios demasiado encantados con sus<br />
besos. Ninguna preocupación turbó su mente demasiado intoxicada por el hacer<br />
el amor. Ningún pensamiento dedicado al futuro los interrumpió.<br />
Estaba en el ahora, era feliz, y eso era suficiente.<br />
* * *<br />
<strong>El</strong> cuarto día él la despertó mientras afuera todavía estaba oscuro,<br />
envolviendo su cuerpo desnudo tibiamente en un suave cobertor, y, tamizando el<br />
tiempo / espacio, los guió hasta que inesperadamente se detuvieron sobre una<br />
montañosa cima.<br />
Colocándola con gracia irreverente en el borde de una caída<br />
perpendicular de mil pies, él la acunó en sus brazos y observaron al sol salir<br />
sobre las Highlands, su respiración congelándose debido al aire helado.<br />
<strong>El</strong> amanecer comenzó con un simple beso de oro, en el lejano y brumoso<br />
horizonte, lentamente fundió la niebla, se volvió una bola de fuego naranjarosada,<br />
que luego bañó las colinas y los valles en oro.<br />
Y mientras estaban sentados sobre la cima del mundo viendo el día<br />
nacer, él le contó su plan: el por qué de los rituales que los MacKeltars<br />
realizaban los días festivos y qué pasaría si no los realizaban; el que hubieran<br />
estado de acuerdo en esperar hasta el Lughnassadh unos pocos días, con el fin<br />
de traer a Aoibheal a la tierra de los MacKeltar; así cuando ella llegara, Adam la<br />
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informaría de la traición de Darroc y conseguiría la seguridad para Gabrielle tal<br />
como había prometido.<br />
No dijo nada acerca de lo que podría ocurrir entre ellos. Ninguna palabra<br />
sobre el futuro más allá de esa vez.<br />
Y ella no preguntó, porque era una gran cobarde. Enamorarse de un<br />
príncipe de hadas en su forma humana era una cosa.<br />
¿Pero de un ser inmortal? ¿Con todo tipo de poderes? Adam era<br />
abrumador en su forma humana. No podía imaginarlo en su condición natural.<br />
No estaba segura de querer verlo así. Quería que las cosas siguiesen<br />
como estaban para siempre. No quería cambios. Las cosas eran perfectas como<br />
estaban.<br />
Adam con poder ilimitado podía ser aterrador.<br />
Cualquiera con poder ilimitado podía aterrar. <strong>El</strong>la se aterrorizaba de<br />
pensarlo.<br />
Así es que se negó a llevar esa línea de pensamiento más lejos. No tenia<br />
sentido especular, sólo la volvería loca. Tantas cosas podrían ocurrir, tantas<br />
cosas podrían salir mal. Se ocuparía de lo que viniese cuando llegase. Con todo,<br />
ella sabía que Adam realmente no la podría proteger, y la reina la mataría o la<br />
entregaría a los cazadores, y esto podía convertirse en un punto de discusión de<br />
cualquier manera.<br />
Había un pensamiento tranquilizador.<br />
Y todas las demás razones para saborear el ahora.<br />
Que fue lo que hizo el resto del día, rodando a través de la cama con él,<br />
riéndose y bromeando y uniéndose salvajemente.<br />
Hasta el anochecer.<br />
Cuando el anochecer llego, él la arropó de nuevo, los guió nuevamente a<br />
esa alta cima, y observaron mientras el cielo se volvía violeta, luego negro, y la<br />
luna se levantaba y las estrellas comenzaban a asomarse.<br />
— He visto miles de estos crepúsculos y amaneceres en las Highlands —,<br />
le dijo. — y nunca llego a sentirme satisfecho.<br />
<strong>El</strong>la levantó su cabeza, con la mirada fija en el cielo de terciopelo negro<br />
salpicado de estrellas brillantes.<br />
Y se quedó pensando en miles de crepúsculos y amaneceres, acerca de la<br />
inmortalidad y de vivir para siempre, y antes de que pudiera detenerse<br />
preguntó, — ¿Por qué no tomó Morganna el elixir de la vida?<br />
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<strong>El</strong> cuerpo de él se tenso instantáneamente. Él le dio la vuelta<br />
ásperamente en sus brazos y se quedó con la mirada fija en sus ojos por un largo<br />
momento.<br />
Luego la besó y la besó hasta que estuvo sin aliento y ya no pensó más<br />
acerca de Morganna y la inmortalidad.<br />
Pensamiento que regresaría, ya que eso, sin duda, la intrigaba.<br />
* * *<br />
— ¡Ustedes dos hacen trampa! — Dageus miró con el ceño fruncido a<br />
Chloe y Gabby.<br />
— No lo hacemos —, protestó Chloe indignada.<br />
— Si lo hacen —, dijo Adam. — Vi a Gabby inclinar su mano para que<br />
pudieses ver. Es la única razón por la que siguen ganándonos.<br />
Gabby arqueó juguetonamente una ceja. — A mi me suena a que alguien<br />
que solía ser inmortal y todopoderoso no puede aceptar perder en un juego de<br />
cartas mortal.<br />
Adam sacudió la cabeza, sonriendo débilmente. <strong>El</strong>la era incontenible. Y<br />
hacía trampa. Lo había hecho las dos horas anteriores, pero él lo había estado<br />
dejando pasar hasta que Dageus había hecho la observación. Había encontrado<br />
más bien divertido que el <strong>Highlander</strong> no las hubiera descubierto, demasiado<br />
distraído por las cálidas miradas que Chloe le enviaba continuamente, o la<br />
manera en que su pequeña esposa mojaba sus labios y le sonreía para distraer su<br />
concentración.<br />
Él no había necesitado esas miradas de Gabby. Su mera existencia<br />
distraía su concentración. Creyó que la semana pasada habría calmado su<br />
nervioso e implacable deseo por ella pero de ningún modo había disminuido.<br />
Perversamente, mientras más la poseía, parecía que más necesitaba poseerla de<br />
nuevo.<br />
La había tenido toda para él, hasta el mismo amanecer de Lughnassadh,<br />
si Gwen y Chloe no hubiesen venido a la puerta de su habitación de cristal unos<br />
cuantos días atrás, informándoles que suficiente era suficiente y que ellos<br />
realmente deberían socializar con sus anfitriones, al menos durante una parte<br />
del día. ¿Eso no era mucho pedir, verdad?<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Una ruborizada Gabrielle había insistido en que debían hacerlo. Le había<br />
dado una lección rápida acerca de los modales humanos, una lección que no le<br />
había gustado nada. Odiaba la idea de compartirla con cualquiera, por cualquier<br />
cantidad de tiempo.<br />
Pero Gabrielle había sido terminante, y así fue que los seis habían<br />
pasado varios días dando largas caminatas por los Highlands durante el día,<br />
cenando por la noche y bebiendo y jugando a las cartas o el ajedrez o algunos<br />
juegos de humanos las últimas horas. Y Adam había hecho su más condenado<br />
esfuerzo para contener su deseo por ella durante ese tiempo hasta que la luna<br />
comenzaba a llenar el vacío del cielo. Dios, había comenzado a odiar el amanecer.<br />
Desde sus días con Morganna no había basado su vida en tanta intimidad<br />
diaria con humanos y nunca los mortales le habían dado una bienvenida tan<br />
completa como éstos. (Con la excepción de las criadas esas que él simplemente<br />
no podía entender; nunca había visto a un montón de mujeres tan obsesionadas<br />
con su ingle: por alguna extraña razón una pelirroja curvilínea continuamente le<br />
ofrecía plátanos, y la otra noche durante la cena, una criada rubia había<br />
apuñalado con un cuchillo un grueso embutido antes de dejarlo caer en su plato<br />
con una clara y maligna mirada).<br />
Pero los MacKeltars le trataban como si fuera uno de ellos. Burlándose y<br />
bromeando con él como lo hacían entre ellos. Colocando sus pequeños bebes en<br />
sus brazos y haciendo que los abrazara. Él no había tenido un bebe en sus manos<br />
por más de unos mil años, nunca lo habían vomitado. La regurgitada fórmula que<br />
vomitaban era infierno sobre la seda y el cuero, pero entonces fijo los ojos en la<br />
mirada de Gabrielle y decidió que la pequeña Maddy MacKeltar podía vomitar<br />
sobre él todo lo que quisiera.<br />
Incluso lo cuestionaron cuando sintieron que él no estaba siendo lo<br />
suficientemente sincero acerca de sí mismo. En los días siguientes él había<br />
hablado de cosas, compartiendo experiencias que jamás había compartido antes<br />
con nadie. Su propia raza se habría burlado, y los mortales nunca le habían visto<br />
realmente como uno de ellos, nunca le habían aceptado tan completamente<br />
simplemente por ser, sin censura o prejuicios. Ni siquiera Morganna. Él siempre<br />
había sido uno de las hadas para ella, y su hijo nunca le había dado la bienvenida<br />
en el Castillo Brodie, rehusándose a reconocerle como su padre.<br />
Pero aquí, en este tiempo encantado, él era Adam. Un hombre. Nada más.<br />
Nada menos. Y era una situación absolutamente fascinante.<br />
Recorrió la biblioteca con la mirada. Drustan y Gwen estaban jugando<br />
ajedrez cerca del fuego, riéndose y hablando.<br />
Sus pequeñas y bellas hijas de cabello oscuro estaban dormitando cerca,<br />
despertando ocasionalmente para ser alimentadas.<br />
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Gabby y Chloe se reían, insistiendo a Dageus que nunca harían trampa,<br />
¿Cómo podía pensar él tal cosa de ellas?<br />
<strong>El</strong> gran reloj sobre la chimenea repicó la hora con once campanadas.<br />
En una hora el Lughnassadh comenzaría. Y las paredes entre reinos<br />
comenzarían a debilitarse.<br />
Y él se sentaría aquí en el castillo y esperaría a la reina.<br />
Acercándose el día de mañana, casi a ultima hora Aoibheal, sería<br />
advertida. Darroc sería revelado como el traidor que era, los reinos estarían<br />
seguros, y Adam muy bien podría ser inmortal, todo poderoso una vez más.<br />
Su pequeña ka-lyrra, sin embargo, continuaría envejeciendo día a día.<br />
Y él tenía que detener eso.<br />
Miró a Gabrielle. Estaba mordiendo su labio inferior, lanzándole a Chloe<br />
una mirada traviesa por sobre su mano de naipes. Estaba alrededor de ella, como<br />
estaba alrededor de cada humano en la biblioteca, ese infernal resplandor<br />
dorado. Ese resplandor que alguna vez hizo de él un imán sensitivo, atrayéndolo<br />
a pesar de sí mismo, repeliéndolo a pesar de sus esfuerzos para mantenerlo<br />
cerca. Eso que lo atraía, eso que él nunca podría tocar o entender.<br />
Respiró profundamente, exhalando lentamente. Sacudido tras un trago<br />
de whisky escocés, saboreando la manera en que quemaba su garganta humana<br />
como nunca antes lo había hecho en su forma Tuatha Dé.<br />
Por primera vez en su existencia deseaba una habilidad que los Tuatha<br />
Dé no poseían. Aunque habían aprendido a moverse hacia atrás ciertos grados, y<br />
hacia adelante otra vez hacia su presente (pero nunca más allá de eso; la<br />
leyenda decía que solo había una raza que podría viajar hacia lo que no era aún y<br />
que llegaría a ser, pero Adam daba poco crédito a tales leyendas), ni aun la reina<br />
misma podía detener el tiempo.<br />
* * *<br />
— ¡Alto! —, siseó Bastion.<br />
Los Cazadores se detuvieron instantáneamente. — Pero tenemos su<br />
esencia. Él está en estas colinas, muy cerca de aquí —, protestó uno.<br />
Bastion hizo una mueca. — Hay guardias. La reina protege esta tierra.<br />
No nos atrevemos a cruzarlas.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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— Pero Adam Black y su humana las cruzaron —, dijo el Cazador<br />
impacientemente.<br />
— ¿Deberíamos llamar a Darroc? — preguntó otro.<br />
Bastion sacudió la cabeza. — No, no hay nada que Darroc pueda hacer<br />
mientras Adam se esconda detrás de los guardias. Esperaremos. Esperaremos la<br />
primera oportunidad. Luego invocaremos a Darroc. No perderemos nuestra<br />
oportunidad de nuevo. <strong>El</strong> Antiguo no se alzará contra la reina hasta que este<br />
enemigo suyo se haya ido.<br />
Y más que cualquier cosa, Bastion quería que Darroc se alzara contra la<br />
reina para despojarla de su trono. Este breve tiempo vagando en el reino<br />
humano había despertado otra vez todos sus sentidos, lanzando lejos el<br />
aburrimiento y el tedio de su infernal invisibilidad. Recordándole qué tan vivo se<br />
sentía, qué tan bueno era ser un Cazador. Cuántos deliciosos humanos había allí<br />
para cazar.<br />
No arruinaría esta oportunidad. Ni daría una oportunidad al Antiguo para<br />
a echar a perder las cosas de nuevo con su deseo de venganza. Él llamaría a<br />
Darroc sólo en el último minuto posible, y si Darroc no lo mataba lo<br />
suficientemente rápido para su gusto, Bastion por sí mismo se ocuparía de la<br />
muerte de Adam.<br />
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Capítulo 21<br />
Aoibheal paseaba de un lado a otro por la arenosa de sílice de la isla de<br />
Morar, mirando fijamente como el mar turquesa creaba espuma en la orilla, sus<br />
ojos brillaban iridiscentes.<br />
<strong>El</strong> tiempo, por lo general no tenía ninguna importancia para ella, una cosa<br />
de la cual en verdad, apenas era consciente, y de repente se había hecho una<br />
preocupación de la mas apremiante.<br />
Desde hace una escasa cantidad tiempo, sentía una sensación<br />
desconocida, que iba creciendo ante el debilitamiento del muro que separaba los<br />
reinos de su raza con la de los humanos. Debido al hecho de que nunca lo había<br />
sentido antes, no había comprendido inmediatamente de qué se trataba.<br />
Las paredes que se encontraban entre las esferas de los Tuatha Dé y<br />
hombre se estaban adelgazando.<br />
Le llevó aún otra porción de tiempo señalar el origen de este desbalance<br />
en la trama y el enlace de los mundos: Los Druidas Keltar aún no habían<br />
realizado el ritual de Lughnassadh, el antiguo rito que debía ser completado en<br />
el final del día festivo, como había ocurrido en durante milenios.<br />
Sacudió la cabeza, asombrada. Por Danu, ¿Probarían el alcance su piedad<br />
otra vez?<br />
Estrecerró sus ojos, sin mirar al exterior sino hacia el interior, llevando<br />
su visión a la lejanía, a través del espacio y el tiempo. En busca del Keltar que<br />
fallaba en este momento.<br />
Atontada por encontrar a los mismos. Otra vez. Llevandola aun más lejos<br />
para conocer el por qué de eso...<br />
Rompió el enlace directamente, con ojos amplios por la incredulidad.<br />
—Amadan —, siseó. — ¿Cómo osas desafiarme?<br />
Y llegado al caso, ¿Cómo podía hacerlo?<br />
<strong>El</strong>la lo había despojado de todo, quedando él sin poderes - o al menos ella<br />
pensó que lo había hecho - incapaz de ser visto, oído, sentido. Lo había<br />
consignado a una existencia vil, insubstancial como la de un fantasma, lanzándole<br />
al reino humano. Desterrándole, cortando toda comunicación, negádole la<br />
posibilidad hasta la de poder vislumbrar a alguien de su propia raza.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Había escogido los parámetros de su castigo con cuidado, obligándole a<br />
probar la amargura en la condición humana con ningún atributo que le ayudara,<br />
curándole de la tonta fascinación que tenía por los mortales de una vez por<br />
todas.<br />
Su repetida indulgencia por su príncipe favorito - el único de entre su<br />
gente que alguna vez habia logrado sorprenderla, y la sorpresa era el néctar de<br />
los dioses para una reina de sesenta mil años - le había dejado con un aura<br />
desfavorable frente a sus cortesanos asi como frente a sus consejeros. Por no<br />
mencionar la limpieza que debía hacer siempre detrás de él.<br />
<strong>El</strong> Alto Consejo había insistido en que ella tomara medidas durante<br />
siglos, después de su desafío más reciente, no había tenido ninguna otra opción,<br />
aparte de estar de acuerdo. Adam se había puesto en contra de ella delante de<br />
su corte y consejo, una situación que no podía permitir, para que su soberanía no<br />
fuera evaluada, para no dar la opción de ser abiertamente desafiada. Aunque<br />
ella era la más poderosa del Seelie, aquel poder era suyo sólo mientras tuviera<br />
el apoyo de la mayoría de su gente. Aquel poder podría serle arrebatado.<br />
<strong>El</strong>la había pensado que cincuenta y tantos años de castigo serían<br />
suficientes para hacerlo mas agradecido de ser un Tuatha Dé, para pararle los<br />
pies, para que dejara de entrometerse con los humanos.<br />
No había creído posible que él encontrara una manera de interferir en<br />
el castigo que le había dado.<br />
Oh, ¡qué equivocada había estado! Como siempre, si existía una<br />
escapatoria, su iconoclasta ♥ príncipe D'Jai lo encontraba. Y en el tiempo<br />
trascurrido en pocos y míseros meses. Él estaba en el territorio Keltar y no<br />
había ninguna duda que había creado este problema. Ni siquiera el estar<br />
maldecido y sin poderes había evitado que encontrado una manera de hacer algo<br />
para que los Keltar no llevaran a cabo el ritual de alguna manera.<br />
Extendió sus sentidos otra vez, tratando de tocar defectos<br />
dimensionales. Las ramificaciones eran mas finas en las paredes que sentía en<br />
Escocia, luego esto se extendería rápidamente a Irlanda e Inglaterra. Ya había<br />
comenzado, a decir verdad. Los efectos irradiarían hacia fuera, y antes del<br />
anochecer, el oculto reino de Tuatha se elevaría por encima de todo el mundo,<br />
en medio de los humanos.<br />
Antes del anochecer, cualquier Tuatha Dé caminaría expuesto entre los<br />
humanos con algo menos de encanto.<br />
♥ Que se opone a los valores convencionales de la sociedad.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Antes del anochecer, hasta la playa de sílice de Morar brillaría<br />
pálidamente bajo una luna humana.<br />
Las dimensiones sangrarían en un lado y en otro, las entradas temporales<br />
se abrirían. Los Unseelie serían liberados.<br />
En resumidas cuentas, todo el infierno se desataría.<br />
* * *<br />
Adam estaba sentado con Gabrielle en el gran salón, la luz de la tarde<br />
disminuía, cuando intuyó que la reina se acercaba. Se había tardado su tiempo,<br />
pensó. Incluso él había empezado a sentir esta espera un poco nerviosa,<br />
preguntándose por qué se tomaba tanto tiempo.<br />
No tenía medios para sentir a la reina, era, de hecho, algo sorprendente<br />
que, siendo humano y todo, sintiera una tensión en su cuerpo, una presión dentro<br />
de su cráneo. Apertó sus brazos de forma protectora alrededor de Gabrielle.<br />
Horas atrás, había insistido en que los MacKeltars dejaran el salón,<br />
salieran del castillo - con ruidosas protestas - persuadiéndolos que era más<br />
sabio estar en otro lugar, porque Aoibheal estaría furiosa cuando llegara.<br />
Había retenido a Gabrielle con él. La protegería contra la ira de la reina,<br />
sin embargo lo que necesitaba era no tener la distracción de los vulnerables<br />
MacKeltars.<br />
Una feroz ráfaga de viento se elevó repentinamente, extinguiendo el<br />
fuego, luego el aire se empapó con olor a jazmín y sándalos, y Aoibheal estaba<br />
allí, brillando ante ellos.<br />
— Oh, Dios —. Él escuchó el susurro de Gabrielle, intimidada.<br />
— Mi Reina —, dijo Adam, al instante, acercando a Gabrielle hacia él, un<br />
brazo alrededor de su cintura.<br />
Ah, sí, Aoibheal estaba furiosa. Había llegado con un encanto poderoso,<br />
tan espantosamente hermosa que, hasta para él, le era casi imposible no mirarla,<br />
brillaba intensamente, reluciendo con el resplandor de mil soles diminutos.<br />
Aunque su forma fuera esencialmente humana, su cuerpo glacialmente perfecto,<br />
desnudo bajo su vestido de luz, no había nada humano en ella. Puro poder<br />
pulsando en el aire, la presencia de una entidad inmensa, antigua.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— ¿Cómo osas desafiarme? —. Sus palabras resonaron por el gran salón,<br />
como acero golpeando sobre la piedra.<br />
— Mi Reina —, dijo Adam rápidamente, — No habría tomado estas<br />
medidas tan extremas si su bienestar no estuviera en peligro. En grave peligro.<br />
— ¿Debo creer todo esto que es por mí, Amadan? ¿Que me harías ser la<br />
unica beneficiaria de tu último - y debo decir que es el más grande - acto de<br />
desafío, que es algo así como un acto desinteresado por tu parte? — La mofa se<br />
filtraba por su voz.<br />
<strong>El</strong>la usaba una parte de su verdadero nombre, no Adam, sino Amadan.<br />
Ah, si, estaba enfadada. — Es por ti —, dijo él. Hizo una pausa. — Aunque si<br />
estuvieras inclinada a recompensarme, no me opondría.<br />
— ¿Recompensarte a ti? ¿Por qué te recompensaría? ¿Tienes la más<br />
ligera idea de lo que has hecho? ¿Sabes que los seres humanos ya han<br />
empezado a traspasar la tela del espacio y el tiempo donde la antigua magia<br />
había tejido la frontera?<br />
— ¿Los dolmenes ♥ han sido abiertos? — Adam estaba asustado.<br />
— Sí.<br />
— Bueno, ¿Por qué sangriento infierno has esperado tanto tiempo?<br />
Le dirigió tal ártica y furiosa mirada que no le hubiera sorprendido que<br />
su piel se congelara. — ¿Cómo es que estoy en peligro? Habla. Ahora. Rápido.<br />
Cada momento cuenta. Estoy más inclinada a castigarte que a escucharte hasta<br />
el final.<br />
— Darroc ha hecho intentos contra mi vida. — Toma eso. Afróntalo,<br />
Aoibheal, pensó él, y restaurame la inmortalidad como deberías haberlo hecho<br />
hace meses.<br />
La reina se puso rígida. — ¿Darroc? ¿Cómo sabes eso? No puedes ver a<br />
los de nuestra clase.<br />
— Yo lo vi —. Dijo Gabrielle.<br />
Adam echó un vistazo hacia abajo, ajustando su brazo. Sus ojos se<br />
entrecerraron, su cara era esquiva, aún cuando lograba echarle una ojeada a la<br />
reina por los rabillos de sus ojos. La reina había escogido el encanto mas<br />
poderoso deliberadamente, sabiendo que los humanos no podrían enfocar la<br />
mirada. Pero ella no sabía que Gabrielle, pensó él con un destello de orgullo; era<br />
fuerte, era su ka-lyrra.<br />
♥ Estructura de piedra prehistórica compuesta de dos o más piedras verticales encabezadas por una<br />
piedra superior que remata el monumento.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Adam.<br />
Aoibheal no se dignó ni a reconocer su presencia. — ¿Cómo? —, exigió a<br />
— <strong>El</strong>la es una Sidhe-seer, mi Reina.<br />
Los ojos de Aoibheal se entrecerraron. — De verdad —. <strong>El</strong>la rastreó el<br />
lugar, echando un imperioso vistazo a Gabrielle. — Los creía muertos todos.<br />
Realmente sabes que según los términos del Pacto eso la hace mía.<br />
Adam se puso rígido. — <strong>El</strong>la me ayudó a tener esta audiencia contigo y<br />
así poder advertirte que Darroc conspiba contra ti —, dijo él fuertemente — A<br />
cambio de interceder para ser mi intermediaria, le aseguré su seguridad.<br />
— ¿Tú aseguraste? No tienes ningún derecho a asegurar nada.<br />
— Mi Reina, Darroc ha traído a algunos Cazadores del reino de Unseelie.<br />
Hay más en su servicio.<br />
— ¿Cazadores? ¿Mis Cazadores? ¡bromeas! — La brisa que giraba a<br />
través del gran salón, era fría, y se arremolinaba alrededor de él.<br />
<strong>El</strong> aliento de Adam era aire helado con diminutos cristales de hielo<br />
cuando dijo, — No es ninguna broma. Es verdad. En la segunda vez que atacó, no<br />
se molestó en ocultarse él o sus cazadores. Yo mismo los vi.<br />
— Dime, — ordenó ella.<br />
Hablando enérgicamente, le contó todo, como encontró a Gabrielle, a<br />
Aine y a su compañero, al primer ataque y el siguiente de Darroc.<br />
— ¿También viste todo eso, Sidhe-seer? —, exigió la reina.<br />
Gabrielle afirmó.<br />
— Cuentame exactamente lo que viste.<br />
Observando a la reina con aquella fija mirada casi medio-apartada,<br />
Gabrielle le contó detalladamente lo que había visto, describiendo al Fae<br />
implicado.<br />
— Y otra cosa que sabemos —, concluyó Adam cuando Gabrielle se quedó<br />
en silencia — es que sólo hay una cosa que Darroc podría haber prometido a los<br />
Cazadores para influir en su lealdad hacia ti.<br />
Aoibheal se giró creando un remolino cegador de luz. <strong>El</strong>la había estado<br />
silenciosa todo el tiempo.<br />
Al lado de él, Gabrielle estaba tensa, respirando trabajosamente. Él<br />
podría sentir la inquietud en su pequeño cuerpo y comprendió que ella veía a la<br />
clase de Hada que había conocido por los cuentos. La reina era realmente<br />
formidable - no había ninguna otra palabra para describirla. Imponente, antigua,<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
amenazadora, extraña, increíblemente poderosa. Él sólo esperaba que su kalyrra<br />
recordara que él no se parecía a su reina. Que en Tuatha Dé no eran tan<br />
semejantes los unos como los otros como también pasaba entre los humanos.<br />
Finalmente la reina salio de su estupor. — Darroc es un Alto y Antiguo<br />
Consejero. Uno de mis partidarios más fuertes, uno de mi defensores más<br />
leales.<br />
— ¡Por el bien de Cristo, todo palabrería, nada más! ¿Nunca verás lo que<br />
hay detrás de su comportamiento?<br />
— Él nunca ha abandonado mi reino para jugar con los humanos.<br />
Adam soltó un comentario cáustico. No, solamente con los Cazadores, y<br />
permanecio silencioso.<br />
— Él ha servido en mi Consejo durante miles de años.<br />
Otra vez él no dijo nada. Ya le había dicho todo lo que tenía para decir;<br />
sabía que ella entendería las ramificaciones que suponía todo esto. También<br />
sabía que sería difícil para ella el aceptar que uno de sus Antiguos la había<br />
traicionado.<br />
— He prohibido que cualquier Seelie traiga a un Unseelie por cualquier<br />
razón, bajo la amenaza de una muerte sin alma.<br />
— Cielos —, no pudo resistirse a decir secamente, — ¿Crees que tal vez<br />
Darroc lo olvidó?<br />
— ¡No pienses que he olvidado el resentimiento que hay entre vosotros!<br />
— siseó ella.<br />
— ¡Yo no soy el que anda con Cazadores! —, dijo reclinadose hacia atrás.<br />
Otro silencio. Su furia hacia él estaba disminuyendo, girando hacia el<br />
otro cuando ella comprendió sus noticias. Despacio el aire comenzó a calentarse<br />
otra vez.<br />
— ¿Y por esto tenías que hacer que los Keltar no realizaran el ritual de<br />
Lughnassadh que mantiene los muros entre nuestros reinos intactos? ¿Lo<br />
hiciste, arriesgándote a que chocaran nuestros mundos?.<br />
— Era el único modo que sabía para que me escucharas. Para advertirte.<br />
Sin importarme que mi reina hubiera decidido castigarme. No podía permitir que<br />
un enemigo la atacara sin hacer todo lo que estaba en mi poder para protegerla.<br />
Siempre protegeré a mi reina. Incluso —, agregó mordazmente, — cuando ella<br />
me ha quitado el poder para hacer eso. Además, no es como si no hubiera<br />
tratado de encontrar a Circenn primero. Ahora se me ocurre que quizás eras la<br />
razón de que no pudiera encontrarlo.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Quizás lo fui —, estuvo de acuerdo. — Quizás él y su familia han estado<br />
disfrutando de unas amplias vacaciones en Morar.<br />
Adam agitó su cabeza, sus labios se curvaron en una leve sonrisa<br />
sardónica. — Debería haberlo sabido.<br />
<strong>El</strong>la declaró despues de un largo momento. — Debo tener una prueba de<br />
todo esto. Debo verlo con mis propios ojos. Debo verlo de primera mano para<br />
comunicarlo al Consejo.<br />
Adam se encogió de hombros. — Úsame como cebo.<br />
— ¿Y que obtendrás a cambio?<br />
— <strong>El</strong> honor de servirte —, dijo suavemente. — Sin embargo, también hay<br />
un pequeño tema sobre la vuelta de mi inmortalidad y mis poderes.<br />
— Hay algo que me debes. Y estoy esperando.<br />
Un músculo saltó en la mandíbula de Adam. —Te lo dije en las<br />
catacumbas, unos momentos después de que me maldijeras.<br />
— Lo escucharía otra vez. Aquí. Ahora.<br />
Las fosas nasales de Adam se dilataron. Con una arrogante inclinación de<br />
cabeza, dijo. —Ahora veo que contradecirte ante el tribunal pudo haber sido<br />
poco recomendable, mi Reina. Reconozco que mi lealtad podría haberte servido<br />
de mejor manera. Es posible que pudiera haberme esforzado por encontrar un<br />
lugar más apropiado para divulgar mis discrepancias.<br />
— Y fuiste afortunado de que me molesté en escucharte.<br />
Adam no dijo nada.<br />
— No creas que no he oído todos —podría— en esa —disculpa—. Todavía<br />
no admites que te equivocaste.<br />
— Creí en ese momento que había alguien entre tu consejo que tenía<br />
motivos personales para apoyar una prueba de sangre. Entonces estaba<br />
preocupado de que conspiraran contra ti. Parece que tuve razón.<br />
Aoibheal sonrió débilmente. — Ah, Amadan, ¿Tú nunca cambiaras,<br />
verdad? —. <strong>El</strong>la lo miró sopesándole. — Dejarás la tierra protegida. Harás el<br />
camino de regreso hacia atrás hasta donde él te encontró la primera vez.<br />
— Sí, mi Reina.<br />
— Entonces, los dos partirán por la mañana.<br />
— Querrás decir, que yo iré —, corrigió él.<br />
— No me digas lo que quiero decir. Dije lo que pensé. Tú y la Sidhe-seer.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Dije que yo lo haria. No Gabrielle…<br />
— ¿Gabrielle? Que nombre tan encantador. Parece ser que te has<br />
encariñado con tu humano. ¿No estarás a punto de discutir conmigo, verdad? ¿<br />
No estarás intentando agotar mi paciencia una vez más, cuándo aún tengo que<br />
ordenar el mas reciente de tus embrollos?.<br />
Adam se detuvo en la mitad de una palabra; cuando volvió hablar otra<br />
vez su voz fue cuidadosamente imparcial.<br />
— Cuando la Sidhe-seer —, expresó de otra manera—, aceptó actuar<br />
como mi intermediaria y ayudarme a encontrar una manera para contactarme<br />
contigo, prometí su seguridad a cambio. Se ha arriesgado para ayudarnos,<br />
nosotros hemos cazado a su gente durante mucho tiempo. Su ayuda ha<br />
favorecido el mantener tu reinado y la seguridad de todos los reinos. Siempre<br />
ha sido nuestra costumbre el conceder regalos a los mortales que nos ayudan. Le<br />
prometí que regresaría a su propio mundo cuando todo estuviera bien y en<br />
orden, libre de cualquier Tuatha Dé que la persiguiera, garantizando su<br />
seguridad y de aquellos a quienes quiere.<br />
— Magníficas promesas de un Fae sin ningún poder.<br />
— ¿Me harías un mentiroso?<br />
— Eso lo haces tú mismo muy a menudo.<br />
Adam se encolerizó. No había necesidad de decir eso enfrente de<br />
Gabrielle.<br />
<strong>El</strong> silencio se alargó. Entonces la reina exhaló, un sonido suave,<br />
campanilleante. —Revela este traidor para mí y mantendré tu promesa al<br />
humano, pero te lo advierto, no lo hagas más. Amadan.<br />
— Entonces estás de acuerdo que ella debería de permanecer aquí. En<br />
tierra Keltar.<br />
— Dije que mantendré tu promesa. Pero ella va contigo. Darroc podría<br />
preguntarse por su ausencia y no mostrar su mano. Si él me ha traicionado,<br />
quiero la prueba y la quiero ahora. Antes de que él actúe contra mí y que haga<br />
que los que componen mi corte lo crean posible —. La reina se movió en un<br />
radiante remolino de luz. — Estaré observando. Déjale que se descubra para mí<br />
y vendré. Muéstrame a los Cazadores que están a mi lado en el Consejo y te<br />
restauraré plenamente tu poder. Y te dejaré decidir tu destino. ¿Te gustaría<br />
eso, verdad?<br />
Adam sacudió con fuerza su cabeza antes inclinada.<br />
<strong>El</strong> sonido de una maldición salió por sus labios en la lengua de Tuatha Dé.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Al lado de él. Gabrielle tembló intensamente.<br />
— Llevaras el féth fiada hasta que esto se resuelva, Amadan.<br />
— Infiernos sangrientos —, murmuró Adam ferozmente. — Odio ser<br />
invisible.<br />
— Y, Keltar, — dijo Aoibheal con una voz como un inesperado trueno,<br />
echando un vistazo por encima de la balaustrada. — De ahora en adelante te<br />
advertiría en contra de alterar mis maldiciones. Ahora llevad a cabo el ritual de<br />
Lughnassadh o se enfrentarán a mi ira.<br />
— Siempre, Reina Aoibheal —, Dageus y Drustan contestaron a la vez,<br />
saliendo desde atrás de las columnas de piedra que había entre las escaleras.<br />
Adam sonrió debilmente. Debería de haber sabido que ningún <strong>Highlander</strong><br />
escaparía, sólo se retirarían a una posición más alta - irían hacia las colinas, por así<br />
decirlo - a la espera silenciosa por si la lucha fuera necesaria.<br />
Gabby se reclinó laxa contra él dejando salir el aliento suavemente.<br />
La reina se había ido.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 22<br />
Temprano a la mañana siguiente, Gabby y Adam hicieron las maletas para<br />
dejar el Castillo Keltar y tomar un vuelo de vuelta a Estados Unidos.<br />
Como Adam era invisible otra vez, viajarían encubiertos, y Gabby estaba<br />
sorprendida al comprender que tenía muchas ganas de eso. Había un cierto<br />
sentido de intrigante impunidad, el sentirse oculta por el féth fiada. Estaba<br />
también el hecho que esto significaba que estarían tocándose constantemente, y<br />
ella simplemente no podía conseguir cansarse de tocarlo.<br />
Inmediatamente después de la partida de la reina ayer, Dageus y<br />
Drustan habían realizado el ritual de Lughnassadh. Una vez que las paredes<br />
estuvieron otra vez aseguradas, se habían sentado y habían vuelto a repetir los<br />
acontecimientos de la tarde, con Gabby sirviendo de intermediaria de Adam.<br />
<strong>El</strong>la había estado sorprendida por cuan increíblemente entusiasmadas<br />
habían estado Chloe y Gwen al haber visto, en cierta manera, con sus propios<br />
ojos a la reina de los Tuatha Dé. Parecía que Chloe se había sentido bastante<br />
defraudada al saber que Dageus ya la había encontrado una vez antes y no la<br />
había tomado en cuenta.<br />
Su reacción - no de miedo si no de interés y curiosidad - había servido<br />
para solidificar su nuevo enfoque sobre las cosas. Sí, los Tuatha Dé Danaan<br />
(como Gabby los llamaba ahora) eran sobrenaturales, diferentes, pero no las<br />
criaturas despiadadas, impasibles que había sido llevada a creer que eran.<br />
Como Gwen había dicho, eran otra raza, una raza sumamente avanzada. Y<br />
aunque lo inexplicable podía ser aterrador, aprender sobre ello era un largo<br />
camino hacia el alivio de los propios miedos.<br />
Más hacia el final, los MacKeltars la habían llevado anoche, con el unavez-más-invisible<br />
Adam a remolque, a otro castillo Keltar, donde Christopher y<br />
Maggie MacKeltar vivían, y le mostraron la biblioteca en la cámara subterránea<br />
que almacenaba toda la antigua tradición Druida, que se remontaba a la época en<br />
que había sido negociado el primer Pacto.<br />
Gabby pudo ver el tratado real entre las razas, grabadas sobre una hoja<br />
de oro puro, manuscrito en una lengua que ningún erudito vivo podía identificar.<br />
Adam había traducido pasajes de él, enfatizando la parte sobre Sidhe-seers —<br />
aquellos que ven a los Fae pertenecen a los Fae—, aún más, no debían ser<br />
matados o esclavizados, sino permitirles vivir en paz y comodidad en cualquier<br />
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reino Fae que ellos escogieran, otorgándoles cada deseo, excepto, desde luego,<br />
su libertad. Te dije que no los dañábamos, le había dicho.<br />
Volvieron al castillo de Dageus y Drustan, mientras Chloe y Gwen habían<br />
estado hablando de la reina otra vez, Adam había insistido en comunicarle a<br />
Gabby su irritación con ellos por dejarlos en la puerta del frente y girar para<br />
dirigirse directamente a la entrada trasera del castillo para volver a entrar con<br />
disimulo.<br />
Te dije que esperábamos que cuidaras nuestras espaldas si surgía la<br />
necesidad, le había recordado Drustan a través de ella. También dije que<br />
nosotros cuidaríamos las suyas.<br />
Y cuando Gabby le transmitió esas palabras, había vislumbrado un<br />
parpadeo de emoción en la oscura mirada de Adam, lo que había hecho que su<br />
aliento se atascara suavemente en su garganta.<br />
¿Cómo podía haber pensado en algún momento que Adam Black no sentía<br />
ninguna emoción? Incluso la reina había mostrado emoción. Eso era una falacia<br />
en los Libros de los O'Callaghan que rápidamente enmendaría. Junto con todos<br />
los demás incontables errores.<br />
De todos modos, podía entender cómo sus antepasados se habían<br />
equivocado tanto. Si ella hubiera tenido que narrar, el mero aspecto de la Reina<br />
Aoibheal, o de los Cazadores, o hasta de Adam, sin haber interactuado alguna<br />
vez con ellos, sin haber llegado a entender tanto sobre su mundo, hubiera<br />
pensado lo mismo.<br />
Pero los conocía mucho mejor ahora.<br />
Adam.<br />
Había pasado otra ardiente, deliciosa, decadente noche en los brazos de<br />
Él era la clase de amante que ella nunca hubiera imaginado que existiera,<br />
ni siquiera en sus fantasías más ardientes. Y había tenido algunas muy bonitas y<br />
ardientes.<br />
Era inagotable, alternativamente tierno y salvaje, juguetón, para<br />
después mirarla a los ojos con mortal intensidad. Él hacía sentir a una mujer<br />
como si nada existiera sino ella, como si el mundo entero se hubiera derretido y<br />
no hubiera nada más apremiante que su próximo suave jadeo, su próxima sonrisa,<br />
su próximo beso.<br />
Él todavía no decía nada sobre sentimientos o futuro. Ni sobre ella.<br />
Aunque la misma reina había garantizado la seguridad de Gabby cuando<br />
esto hubiera terminado, ella estaba pasando duros momentos al ver acercarse la<br />
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cita con Darroc. Sabía que no sería capaz de respirar profundamente hasta que<br />
esto estuviera terminado.<br />
Entonces afrontaría su futuro.<br />
Entonces intentaría decidir, asumiendo que tuviera alguna decisión que<br />
tomar, si es que él simplemente no la abandonaba una vez que fuera<br />
todopoderoso otra vez, como podían tener alguna clase de vida juntos una<br />
mortal y un inmortal.<br />
* * *<br />
— Promete que volverás. Quiero decir, pronto —, exigió Gwen,<br />
abrazándola fuerte. — Y tienes que llamarnos y dejarnos saber al minuto que<br />
Darroc se muestra y esto está terminado. Vamos a estar preocupados. ¿Lo<br />
prometes?<br />
Gabby asintió. — Lo prometo.<br />
— Y trae de vuelta a Adam también —, dijo Gwen.<br />
Gabby echó un vistazo a su alto y oscuro príncipe. <strong>El</strong> día había amanecido<br />
envuelto en una espesa niebla blanca, y aunque ya eran las diez de la mañana,<br />
nada brillaba. ¿Y cómo podría? Si había un sol en alguna parte del cielo,<br />
ciertamente no podía verlo. Sobre ella, el mundo tenía un sólido techo blanco.<br />
Más allá de Adam, que estaba de pie a unos cuatro metros de distancia, cerca<br />
del coche de alquiler en el que ellos habían llegado, había una pared.<br />
Adam. Su mirada se demoró amorosamente sobre él. Llevaba pantalones<br />
negros de cuero, un suéter pescador color crema irlandesa, y esas sexy botas<br />
Gucci con cadenas de plata y hebillas. Su largo y sedoso, pelo negro caía hasta<br />
su cintura, y su cincelado rostro estaba sin afeitar, oscurecido por la sombra de<br />
una barba. Oro real destellaba en su garganta.<br />
Era absolutamente hermoso.<br />
Echó un vistazo hacia Gwen y quedó horrorizada al sentir que las<br />
lágrimas se formaban en sus ojos. — Si él está todavía en mi vida, lo haré —, le<br />
dijo suavemente.<br />
Gwen resopló y ella y Chloe intercambiaron miradas. — Oh, creemos que<br />
él todavía estará en tu vida, Gabby.<br />
Sus defensas, meticulosamente erguidas sobre ese mismo tema,<br />
temblaron hasta los cimientos. Se puso mentalmente rígida, sabiendo que si no<br />
era muy, muy cuidadosa, podía volverse un fracaso emocional. Si se permitiera<br />
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sentir aún el más ligero de los muchos miedos que estaba reprimiendo, se<br />
liberarían todos. Y no había forma de predecir que es lo que ella podía hacer o<br />
decir: el incidente del plátano, por ejemplo. La emoción hacía cosas imprevisibles<br />
a su lengua. Malas, cosas muy malas.<br />
A pesar de su resolución de mantener a raya sus miedos, se oyó decir<br />
quejumbrosamente, — ¿Pero cómo? Por el amor de Dios, él va a ser immor...<br />
— No —, la cortó Chloe severamente. — Voy a compartir algo contigo —,<br />
le dijo con un vistazo a Gwen — algo que una mujer sabia me dijo una vez. A<br />
veces tienes que dar un salto de fe. Sólo hazlo. No mires abajo.<br />
— Genial —, refunfuñó Gabby. — Es simplemente genial. Sin duda parece<br />
como yo soy la única que tiene hacer todos los saltos.<br />
— De algún modo —, dijo Gwen lentamente, — creo que antes de que<br />
todo sea dicho y hecho, Gabby, no serás la única que lo haga.<br />
* * *<br />
— Dobla a la izquierda —, instruyó Adam.<br />
— ¿Izquierda? ¿Cómo es que puedes ver una izquierda en esta densa<br />
niebla? —, dijo Gabby irritada. <strong>El</strong>la apenas podía distinguir el camino a tres<br />
metros por delante del capó del automóvil. Pero no era solamente la niebla lo que<br />
la estaba irritando; cuanto más se alejaban del Castillo Keltar, más vulnerable se<br />
sentía. Como si el capítulo más impresionante en el Libro de la Vida de Gabrielle<br />
O'Callaghan estuviera llegando al final y a ella no le fuera a gustar lo que iba a<br />
encontrar cuando girara la página.<br />
Entendía ahora por qué su amiga <strong>El</strong>izabeth, con su casi genial y analítica<br />
mente evitaba las historias de asesinatos misteriosos, películas de suspense<br />
psicológico, e historias de horror, y leía sólo novelas románicas. Por que, por<br />
Dios, cuando una mujer leía esos apasionados libros, tenía la total garantía que<br />
habría un —Y Vivieron Felices Para Siempre—. Aunque el mundo fuera de esas<br />
cubiertas pudiera traer tanto dolor, decepción y soledad, entre esas cubiertas,<br />
el mundo era un lugar espléndido para estar.<br />
<strong>El</strong>la echó una mirada irritada a Adam. Él la estaba mirando. Severo.<br />
— ¿Qué? —, le dijo beligerante, no queriendo sonar enojada pero<br />
estándolo profundamente.<br />
Él dijo suavemente — ¿No te estarás enamorando de mí, verdad,<br />
irlandesa?<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
<strong>El</strong>la devolvió su mirada al camino. Gabby apretó su mandíbula, incapaz de<br />
hablar por varios minutos, una verdadera olla a presión a punto de estallar.<br />
Murmuró unas pocas palabras elegidas que la Abuela se hubiera estremecido al<br />
escuchar.<br />
— ¿Por qué sigues preguntándome eso? —, escupió por fin. — Estoy<br />
realmente harta de que estés preguntándome eso. ¿Yo te pregunto eso? ¿Alguna<br />
vez te he preguntado eso? Es algo tan condescendiente, como si me advirtieras<br />
o algo, como si dijeras: — ¿No te enamores de mí, irlandesa, pequeña mujer<br />
desvalida y débil—, y qué es esa maldita palabrita —irlandesa—'? ¿No puedes<br />
llamarme por mi nombre? ¿Es uno de esos toques de despersonalización? ¿Cómo<br />
que le quita un poco de la urgencia del momento, de algún modo me hace menos<br />
de un ser humano con sentimientos? Para que sepas, tú, arrogante, autoritario,<br />
cabeza dura, desconsiderado, nunca-me-haces-una-pregunta-porque-te-asegurocomo-el-diablo-que-no-te-voy-a-contestar-Oh-simple-príncipe-mortal,<br />
que tomé<br />
mi buena cuota de cursos de Psicología en la universidad, y entiendo una o dos<br />
cosas sobre los hombres que se aplican aún hasta a los que no son humanos, y si<br />
me estuviera enamorando de ti, a lo cual debo decirte que no, porque estarse<br />
enamorando implica una acción en curso, un acontecimiento que ocurre en tiempo<br />
real, aquí y ahora...<br />
<strong>El</strong>la dejó de hablar bruscamente, a punto de revelar demasiado.<br />
Demasiado herida, demasiado dudosa de ella misma, de él, para continuar.<br />
Inhaló. Sopló el flequillo de su cara con un resoplido enfadado.<br />
Pasaron largos minutos sin que él dijera nada.<br />
Obligándose a decir las palabras lentamente, ella dijo, — ¿Por qué<br />
Morganna no tomó el elixir de la inmortalidad? Necesito que me contestes esto.<br />
<strong>El</strong> silencio se estiró. <strong>El</strong>la se negó a mirarlo.<br />
— Porque la inmortalidad —, dijo él finalmente, lentamente, como si cada<br />
palabra estuviera siendo arrancada por la fuerza de su boca y le doliera más<br />
profundamente de lo que ella posiblemente pudiera saber, — y el alma inmortal<br />
son incompatibles. No puedes tener ambos.<br />
Gabby se irguió y lo miró, horrorizada.<br />
Él golpeó con su puño en la guantera. <strong>El</strong> plástico explotó mientras su<br />
mano lo atravesaba. La mitad de la pequeña puerta colgó un momento por un<br />
gozne, luego se cayó al piso. Sus labios se curvaron en una risa amarga. — ¿No<br />
era lo que esperabas oír, eh?<br />
— ¿Quieres decir que, si Morganna lo hubiera tomado, hubiera perdido<br />
su alma inmortal? —, jadeó Gabby.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
— Y Darroc piensa que los humanos no son muy brillantes —. <strong>El</strong> oscuro<br />
sarcasmo goteó de su voz.<br />
— Entonces, er... pero... no lo entiendo. ¿Cómo? ¿Una persona, digamos,<br />
debe entregarla o algo así?<br />
— Los humanos tienen una aura rodeándolos que los que mi clase pueden<br />
ver —dijo él rotundamente. — Las almas inmortales iluminan desde dentro, más<br />
que el brillo del oro. Una vez que un humano toma el elixir de vida, esa alma<br />
comienza a vagabundear, hasta que no queda nada de ella.<br />
Gabby parpadeó. — ¿Yo brillo como oro? Quiero decir, ahora mismo,<br />
¿mientras estoy aquí sentada?<br />
Él le dirigió una pequeña risa amarga. — Más intensamente que nunca.<br />
—Oh —. Hubo una pausa mientras ella intentaba reunir sus<br />
pensamientos. — Entonces, ellos cambian, me refiero a ¿los humanos que lo<br />
toman?<br />
— Ah, sí. <strong>El</strong>los cambian.<br />
— Ya veo —. La falta absoluta de inflexión en su respuesta la hizo sentir<br />
profundamente inquieta. <strong>El</strong>la de pronto no tenía ningún deseo de saber cómo<br />
cambiaban. Sospechaba que no le gustaría en absoluto. — Así pues, esto<br />
significa que nuestros Libros tenían razón sobre que los Tuatha Dé ¿no tenían<br />
almas, verdad?<br />
— Tus Libros tienen razón sobre muchas cosas —, dijo él con frialdad. —<br />
Tú sabes eso. Lo sabías cuando me tomaste como tu amante. Me tomaste de<br />
todos modos.<br />
— ¿Realmente no tienes alma? —. De todo lo que él acababa de decirle,<br />
ella encontraba eso lo más insondable. ¿Cómo podía ser? <strong>El</strong>la no podía dejar de<br />
pensar en eso, no ahora que lo sabía. Las cosas que no tenían almas eran... bien,<br />
malas, ¿verdad? Adam no era malo. Él era un hombre bueno. Mejor que muchos,<br />
si no todos, los que ella alguna vez hubiera conocido.<br />
— No. Sin alma, Gabrielle. Eso soy yo, Adam Black, el hada de iridiscente<br />
mirada, sin alma, mortífero.<br />
vida.<br />
Ouch, ella le había dicho eso a él una vez. Parecía que hubiera pasado una<br />
Se concentró en la niebla por un rato, conduciendo como con piloto<br />
automático.<br />
Intentó no preguntarlo, pero acababa de comenzar a creer que tal vez<br />
los Tuatha Dé no eran tan diferentes de los humanos, sólo para descubrir que lo<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
eran, y no pudo detenerse. Tenía que saber cómo de diferentes. Saber con<br />
precisión con qué estaba tratando. — ¿Corazón? ¿Los Tuatha Dé tienen<br />
corazón?<br />
— Nada fisiológicamente equivalente —. Su voz ahora aburrida.<br />
— Oh —. Encima de descubrir cuán errónea era la sabiduría O'Callaghan,<br />
tenía que expulsar la mayor parte de ello de su mente, desecharlo con sus<br />
muchos preconceptos. Pero montones de ellos habían sido correctos después de<br />
todo. Grandes partes.<br />
Más manejo. Más silencio.<br />
¿No te estarás enamorando de mí, verdad, irlandesa? Había dicho él.<br />
Y ella había tenido una fusión menor porque ese era precisamente el<br />
problema. No se estaba enamorando. <strong>El</strong>la ya estaba enamorada. Así era, tiempo<br />
presente. Modo presente. Estaba desesperadamente enamorada de él. Había<br />
estado construyendo un sueño de futuro para ellos dentro de su cabeza,<br />
embelleciéndolo con el más diminuto y el más tierno de los detalles.<br />
Gwen y Chloe habían estado absolutamente en lo cierto, y Gabby misma<br />
lo había sabido, inclusive entonces. Solamente no había querido admitirlo. Así<br />
como no había querido admitir que la razón por la que ella había querido tan<br />
desesperadamente saber por qué Morganna había rechazado el elixir era porque<br />
Gabby, secretamente había estado esperando que él se enamorara de ella,<br />
también, ella podría hacerse inmortal, y entonces podrían amarse el uno al otro<br />
para siempre. Podrían tener un eterno —Vivieron-Felices-Para-Siempre—.<br />
Pero no era estúpida. Después de que él le dijo que Morganna había<br />
rechazado la posibilidad de vivir para siempre, ella sabía que tenía que haber una<br />
trampa. Sólo que no sabía que enorme trampa era.<br />
La inmortalidad y el alma inmortal son incompatibles.<br />
Aunque ella nunca se hubiera considerado una persona particularmente<br />
religiosa, era profundamente espiritual, y el alma era, bien... la esencia sagrada<br />
de una persona, la impronta de uno mismo, la fuente de nuestra capacidad de<br />
bondad, para amar. Era lo que nacía una y otra vez en la travesía de cada uno<br />
para desarrollarse. Un alma era el interior divino, el mismo aliento de Dios.<br />
Y su elixir de vida apestaba en alusiones de Fausto: Aquí, toma esto y<br />
puedes vivir para siempre, por el pequeño precio de tu alma inmortal. Casi podía<br />
oler el acre sulfuro del fuego del infierno. Oír el crujido de profanos contratos<br />
escritos sobre gruesos, amarillentos pergaminos, firmados con sangre. Sentir la<br />
brisa del batir de alas de curtidos Cazadores alados llegando a recaudar.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Se estremeció. No se creía una persona supersticiosa, aún así esto la<br />
puso en un nivel visceral. Hizo que la sangre se le helara.<br />
Una suave risa amarga se introdujo en sus pensamientos. — ¿No te<br />
interesa vivir para siempre, Gabrielle? ¿No te gustan las condiciones?<br />
Oh, ese tono no se parecía a ninguno que ella lo hubiera oído usar alguna<br />
vez. Malvado, cínico, retorcido. Una voz realmente conveniente para el Fae más<br />
negro.<br />
<strong>El</strong>la le echó un vistazo.<br />
Y retuvo bruscamente el aliento.<br />
Él lucía completamente diabólico, sus negros ojos morados sin fondo,<br />
antiguos, fríos. Las ventanas de la nariz llameaban, labios curvados en algo que<br />
sólo un idiota podía llamar sonrisa. Él era, en ese momento, cada centímetro, un<br />
inhumano príncipe Fae, alejado de este mundo, peligroso. Este, comprendió, era<br />
el rostro del Sin Siriche Du el rostro que sus antepasados habían vislumbrado<br />
sobre antiguos campos de batalla, mientras él había mirado la brutal matanza,<br />
sonriendo.<br />
— Creo que no —. Sarcasmo sedoso goteaba de esa profunda,<br />
extrañamente acentuada voz.<br />
Una docena de pensamientos colisionaron en su mente y ella luchó<br />
inútilmente, intentando resolver que había pasado para que esta conversación<br />
que había comenzado tan inofensivamente, sólo para volverse semejante<br />
pantanal.<br />
Él parecía tan remoto, tan lejano, como si nada pudiera tocarlo, como si<br />
nada que ella pudiera decir importara de todos modos. Y una pequeña duda la<br />
molestaba ¿Era así, entonces, como era cuando él era totalmente Tuatha Dé?<br />
bueno.<br />
<strong>El</strong>la no podía creer eso. No creería eso. <strong>El</strong>la lo conocía. Él era un hombre<br />
Salta, Gabby, susurró una voz interior. Dile como te sientes. Díselo todo<br />
de una vez.<br />
<strong>El</strong>la tragó. Con fuerza. Si Gwen y Chloe estuvieran aquí, sabía que<br />
repetirían ese consejo. <strong>El</strong>las habían dado esos saltos, y mira donde las había<br />
llevado. ¿Quién era para decir que eso no funcionaría para ella?<br />
Había sólo un modo de averiguarlo. Si no te arriesgas, no ganas.<br />
<strong>El</strong>la tomó un profundo, fortificante aliento. Te amo. <strong>El</strong>la susurró las<br />
palabras en su mente. No había tenido mucha práctica con esas palabras, sólo<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
alguna vez se las había dicho a la Abuela, y hacía mucho a sus padres, y ambos se<br />
habían marchado.<br />
<strong>El</strong>la se humedeció los labios. — Adam, yo...<br />
—Maldito infierno, ahórrame cualquier lloriqueante excusa que estés a<br />
punto de ofrecer —, gruñó él. — Yo no te pedí que tomaras el jodido elixir, ¿no,<br />
irlandesa?<br />
Las lágrimas llenaron sus ojos y sus dientes castañetearon al cerrarse.<br />
¡Oh, ella no necesitaba que se lo recordara! Estaba demasiado consciente del<br />
hecho. Y de que él ni siquiera había dicho una palabra sobre ninguna clase de<br />
futuro juntos. Ni una sola palabra que pareciera insinuar cualquier grado de<br />
compromiso o emoción. Oh, hubo dulces palabras en la cama, inclusive fuera de<br />
ella, pero ninguna de esas cosas a las que una mujer estaba tan atenta, esas<br />
aparentemente casuales frases que insinuaban un mañana y una docena de<br />
mañanas después de esa. Ninguna mención de vacaciones venideras, o un lugar o<br />
cosas que a ella le gustaría ver. Ninguna sutil palabra que fuera realmente una<br />
sutil promesa, como probando el agua, como buscando una respuesta.<br />
Ni una.<br />
Su declaración se atascó en su garganta. Y de pronto no podía respirar,<br />
no podía sentarse en el coche con él un momento más.<br />
Apretó bruscamente el freno, estacionó el automóvil, y dio brinco hacia<br />
el camino, andando a ciegas, internándose con ira en la niebla. Los alrededores<br />
externos reflejaban con demasiada exactitud su panorama interno: Nada era<br />
claro, no podía ver diez pasos delante suyo, no podía conseguir encontrar un<br />
lugar donde hubiera estado.<br />
Detrás de ella, lo oyó cerrar la puerta del coche.<br />
— ¡Para, Gabrielle! Vuelve aquí —, ordenó él rudamente.<br />
—Sólo dame unos minutos a solas, ¿sí?<br />
— Gabrielle, no estamos en tierra Keltar —, tronó él. —Vuelve aquí.<br />
— ¡Oh! —. <strong>El</strong>la paró y dio la vuelta bruscamente. No se había dado cuenta<br />
de eso. ¿Cuándo habían dejado la tierra Keltar?<br />
—No —, dijo una fría voz mientras Darroc salía de la niebla entre ellos,<br />
— ¿tú no, verdad?<br />
Entonces Darroc se dio vuelta hacia Adam, y ella oyó la repentina, aguda<br />
y cercana explosión de un arma de fuego automática.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Y Adam estaba estremeciéndose, sacudiéndose, grandes salpicaduras<br />
rojas extendiéndose a través del suéter pescador color crema, su oscura cabeza<br />
cayendo hacia atrás, sus brazos colgando. Cayendo hacia atrás, bajando.<br />
Y los Cazadores cerniéndose alrededor de ella.<br />
Sintió sus garras en su piel, sintió un sollozo rompiendo, arañando su<br />
garganta.<br />
Y luego se desmayó y no sintió nada más.<br />
Ah, ka-lyrra, te miro y me haces desear vivir la vida de un hombre<br />
contigo. Despertar contigo y dormir contigo, discutir contigo y hacer el amor<br />
contigo, conseguir un tonto trabajo humano y caminar por el parque y vivir tan<br />
diminuto bajo un cielo tan enorme.<br />
Pero nunca me quedaré con otra mujer humana y la veré morir. Nunca.<br />
DE LA (SUMAMENTE REVISADA) EDICIÓN NEGRA DEL LIBRO DE<br />
O'CALLAGHAN: Libro de Sin Siriche Du<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Capítulo 23<br />
Gabby levantó la persiana plástica de la ventana del avión y atisbó el<br />
oscuro cielo nocturno.<br />
Sola, por lo tanto visible, no había tenido otra opción que reservar un<br />
vuelo, cargándolo en su tarjeta de crédito. <strong>El</strong> único vuelo disponible era el Red-<br />
Eye ♥ , y tenía tres lentas paradas que soportar en Edimburgo, Londres y Chicago.<br />
Cuando había recobrado el conocimiento, había estado tirada en la<br />
carretera.<br />
Sola. Con un enfermo y horrible sentimiento en la boca del estómago.<br />
Había sido un puro infierno ver al hombre que amaba ser brutalmente<br />
baleado.<br />
Había oído las balas que rasgaban su cuerpo con un sonido embotado,<br />
húmedo, había visto su sangre chorreando, -y si había sido sólo una ilusión<br />
cortesía de la Reina, como rogaba que fuese - la cara de dolor y asombro de<br />
Adam había sido sensacional y horriblemente real.<br />
Se había forzado a levantarse sobre sus débiles piernas, temblando,<br />
buscando desesperadamente alrededor a alguien que le dijera que realmente eso<br />
no había pasado. Que la Reina no lo había dejado morir.<br />
Pero no había nadie que la reconfortara. Sólo una densa, arremolinada<br />
niebla y el doloroso silencio.<br />
Aparentemente, el Mundo de las Hadas había terminado con ella.<br />
Ni siquiera había sangre, ningún signo de que alguien hubiera estado con<br />
ella en esa carretera.<br />
Entonces, gimió, sacudiendo su puño hacia la densa cortina de nubes<br />
sobre ella. ¿Nunca voy a saber lo que pasó? Eso es mierda. Si piensas que<br />
simplemente me iré sin explicaciones, estás equivocada. ¿Dónde está Adam?<br />
¿Qué paso? Muéstramelo. ¡Dime que estás bien!<br />
Pero se fue, o mejor dicho arrastró su miserable cuerpo lejos de allí, eso<br />
había sido exactamente lo que había terminado por hacer.<br />
♥ Vuelo que se realiza a medianoche y que por eso recibe tal denominación (Red-Eye se puede<br />
traducir como Ojos Rojos)<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Había estado fuera de sí por un tiempo. Había protestado y gritado<br />
hasta que su garganta quedó áspera, hasta que sólo fue capaz de hacer sonidos<br />
roncos, había caminado con paso majestuoso, marcando el ritmo y pisando<br />
fuerte hasta que sus piernas se dieron por vencidas, hasta que se había<br />
desplomado contra el auto, deslizándose al suelo, exhausta.<br />
Se había acurrucado, temblando en la fría niebla, mientras el día se<br />
convertía en noche, esperando.<br />
Completamente segura de que en cualquier momento Adam la visitaría<br />
brevemente, exhibiendo su sensual sonrisa, diciéndole que estaba bien, y luego<br />
terminarían la estúpida y horrible conversación que habían tenido.<br />
<strong>El</strong>la le diría que lo amaba. Y de alguna manera, todo estaría bien. Y<br />
bueno, él no tenía un alma o un corazón. Él era psicológicamente diferente a ella,<br />
salido de una raza extraterrestre. <strong>El</strong>la nunca podría ser inmortal.<br />
¿Y qué?<br />
<strong>El</strong>la quería tener lo que Morgana le había quitado: una vida con él.<br />
Cualquier cosa que pudiera tener con él. Podían hacer que las cosas funcionaran,<br />
sabía que podían. Podía no ser su fantasía adolescente, pero sería suficiente.<br />
Sería mucho más justo que no tener nada de él.<br />
Catorce horas más tarde se había dado cuenta que no podía sentarse en<br />
el medio de la carretera para siempre. Que estaba tiesa, fría y hambrienta, y<br />
que necesitaba, desesperadamente, ir al baño.<br />
Se había dado cuenta que se estaba volviendo loca sentada, sola, en la<br />
oscuridad, torturándose con imágenes.<br />
Seguramente la Reina no lo había dejado morir. Seguramente Aoibheal<br />
no era tan cruel, no sacrificaría a uno de los suyos. Seguramente se lo había<br />
llevado y curado. Seguramente había cumplido su palabra y lo había curado.<br />
Pero todos esos —seguramente— no eran muy reconfortantes, porque si<br />
él estaba bien y curado, entonces, ¿dónde estaba?<br />
Si estaba bien, ¿cómo podía dejarla sentada en el medio de la carretera,<br />
sin respuestas, sin importar cuán complicado fuera la excusa que tuviera?<br />
A menos que, a menos que, a menos que….<br />
Oh, ¡<strong>El</strong> —a menos que— apestaba! —<br />
A menos que no se preocupara realmente por ella.<br />
A menos que todo hubiera sido un breve juego para él.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
fin.<br />
A menos que ella no hubiera significado nada más que un medio para un<br />
No. Se negaba a creer eso. Así como se negaba a creer que estuviera<br />
muerto.<br />
— Él está bien —, susurró. — Y va a regresar. En cualquier minuto.<br />
* * *<br />
Cualquier minuto se convirtió en cualquier día, y cualquier día se<br />
convirtió en cualquier semana.<br />
Gabby se movía como si fuera de madera. Separándose profundamente<br />
de los movimientos, desprovistos de pasión, un autómata.<br />
Sin embargo, una vez en casa, una parte de ella había querido<br />
atrincherarse y esconderse, acurrucarse en la cama con las acogedoras mantas<br />
sobre su cabeza. Pero, había una parte más grande de ella que albergaba un<br />
especial y muy personal odio a los desertores, a la gente que sólo se rendía y se<br />
marchaba.<br />
Era algo que ella nunca se permitiría hacer.<br />
Por lo tanto, a la mañana siguiente después de regresar a los Estados<br />
Unidos, había ido a trabajar a Little & Staller, actuando como si nunca se<br />
hubiera ido.<br />
Y como había imaginado, nadie se había molestado en limpiar su<br />
escritorio. Los casos seguían apilados, cada uno de ellos, tan alto y tan<br />
desordenado como siempre había estado. Limpiarlo les habría llevado tiempo, y<br />
todos los internos de Little & Staller tenían mucho trabajo. Además, cualquiera<br />
que fuera lo suficientemente tonto como para limpiar el escritorio de otro,<br />
quedaría atrapado con sus casos.<br />
No, su escritorio habría permanecido sin tocar, hasta que un<br />
demandante u otro llamara, solicitando saber porqué no había sabido nada de su<br />
caso. Hasta que se hubieran necesitado apagar algún fuego.<br />
Sin decirle una palabra a nadie, había entrado, dejando caer su café<br />
express doble sobre el escritorio, se había sentado y comenzado a trabajar en<br />
los litigios. Con enérgica eficiencia. Negándose a pensar en nada que no fuera el<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
caso que tuviera entre manos. Perdiéndose en el trabajo, en la gente inocente<br />
que la necesitaba para ayudarlos, necesitando su pericia.<br />
Y cuando Jeff Staller había aparecido, con la cara roja y maldiciendo,<br />
demandando furiosamente saber dónde demonios había estado – y si era alguna<br />
clase de estúpida para pensar que todavía tenía trabajo después de desaparecer<br />
así- ella simplemente lo miró para arriba y dijo, ¿Ha visto mi proporción de<br />
victorias? ¿Quiere despedirme? Muy bien. Despídame. Diga las palabras.<br />
Había pasado casi un mes desde su pequeña confrontación y él todavía no<br />
había dicho —las palabras—.<br />
Y sabía que nunca las diría.<br />
Gracioso, estaba muerta por dentro, pero justamente el otro día, Jay<br />
había comentado qué entera parecía. Lo bien que se la veía y que él no sabía de<br />
dónde venía su nueva confianza, pero, Es un estúpido, Gabby. Realmente estás<br />
danzando en la cuerda floja.<br />
Había sonreído débilmente, amargamente divertida por la ironía de todo<br />
esto: como el no preocuparse una mierda por nada, era tomado como confianza<br />
en sí mismo. Se le ocurrió que, tal vez, debería entrevistarse nuevamente con<br />
TT & T.<br />
Pero no lo hizo, porque un cambio era más de lo que ella era capaz de<br />
lidiar en este momento.<br />
Además, en Little & Staller, había desarrollado una rutina que la<br />
mantenía agradablemente entumecida.<br />
Y si, en ocasiones, un pequeño y solapado recuerdo de un increíblemente<br />
magnífico príncipe Fae se posaba en la pared de su cubículo, atravesando sus<br />
defensas fuertemente erigidas, lo aplastaba inmediatamente.<br />
Archivaba otro caso. Pedía más trabajo. Se convirtió en una verdadera<br />
máquina de litigios.<br />
Se deslizaba por los días, pretendiendo que no estaban hechos de<br />
hormigón mojado y ella no llevaba puestas botas de plomo. Fingiendo que cada<br />
paso no le requería un esfuerzo hercúleo. Fingiendo que no se llevaba toda su<br />
voluntad simplemente el obligarse a comer, a ducharse, a vestirse cada día.<br />
Perdió peso, y en un esfuerzo por matar el tiempo, que de otra manera<br />
estaba tentada a usarlo para pensar (no habría pensamientos, no, ¡de ninguna<br />
manera!), usó algo de su repentina y superflua escapada del fondo de las hadas<br />
para renovar su guardarropa. Compró ropa nueva. Cortó su cabello, empezando a<br />
llevar un nuevo y sexy estilo.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Una parte de ella sabía que sólo aplazaba lo inevitable. Sabía que,<br />
eventualmente, iba a alcanzarla.<br />
Sabía que, en algún punto, tendría que afrontar uno de dos hechos<br />
inevitables:<br />
A) La reina había dejado morir a Adam.<br />
B) Adam la había usado.<br />
<strong>El</strong> punto fundamental era que había evitado afrontar cualquiera de esas<br />
dos tristes opciones por tanto tiempo como pudiera.<br />
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Capítulo 24<br />
Adam estaba de un carácter endemoniado.<br />
La reina no sólo había dejado que le pegaran un tiro, y permitido que él<br />
sufriera cada onza de la ardiente agonía involucrada en ello, la mordedura de<br />
todas y cada una de las balas, si no que además lo había sacado de un tirón del<br />
reino humano, trayéndolo de vuelta como al Reino de las Hadas en medio de las<br />
Cámaras del Alto Consejo de los Tuatha Dé Danaan, curándolo, pero no<br />
restaurándolo, luego confinándolo a aquellas cámaras hasta que ella hubiera<br />
vuelto.<br />
Y cuando había vuelto, lo que había parecido ser un maldito eón más<br />
tarde, le había obligado a sentarse durante toda la maldita, infernal y formal<br />
audiencia, declarar todo que había visto y todo lo que Darroc había hecho,<br />
responder por las más insignificantes y ridículas cuestiones, todo el tiempo<br />
bullendo de impaciencia por recuperar a Gabrielle y hacer lo que ahora entendía<br />
que debía ser hecho.<br />
— Maldito infierno —, siseó — ¿ya hemos terminado aquí?<br />
Las cabezas de los ocho miembros del Alto Consejo se dieron vuelta para<br />
mirarlo con miradas imperiosas y ofendidas.<br />
Estaba prohibido hablar sin autorización en el consejo. Era un insulto<br />
indecible. Una brecha imperdonable de modales en los rituales de la corte.<br />
Al demonio el consejo. Al demonio con los modales de la corte. Tenía<br />
cosas que atender. Asuntos urgentes. No insignificantes cortesías de mierda.<br />
Adam dirigió una irritada y fulminante mirada a Aoibheal. — Tú dijiste<br />
que podía decidir su castigo y que me restaurarías. Arréglalo ya. Restáurame.<br />
— Hablas con la impaciencia de un mortal —, dijo Aoibheal con<br />
serenidad.<br />
— Tal vez —, gruñó él — sea porque estoy atrapado en una forma mortal.<br />
Arréglame ya.<br />
<strong>El</strong>la arqueó una delicada ceja, encogiéndose de hombros. Habló<br />
suavemente, en una rápida sucesión de palabras Tuatha Dé.<br />
Y Adam suspiró con placer mientras sentía el cambio. Volviéndose a ser<br />
él mismo otra vez.<br />
<strong>Inmortal</strong>idad.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Invencible.<br />
Un verdadero semidiós.<br />
<strong>El</strong> poder puro vibrando por sus... bien, ya no tenía venas. ¿Pero quien<br />
necesitaba venas cuando tenía ese espléndido, glorioso y embriagador poder en<br />
su interior? Energía, calor, valor, fuerza. Todas las posibilidades del universo en<br />
las puntas de los dedos.<br />
Y, maldito infierno, se sentía bien. Él se sentía bien.<br />
No había más dolores, ningún sufrimiento en la forma de Tuatha Dé. No<br />
había debilidad, hambre, cansancio, ninguna necesidad de comer o beber o de<br />
orinar.<br />
Poder absoluto. Control absoluto.<br />
<strong>El</strong> mundo otra vez a su disposición, otra vez su juguete favorito.<br />
— Ahora puedes decir en voz alta la sentencia, Adam —, dijo Aoibheal.<br />
Adam consideró a Darroc en silencio.<br />
Aoibheal susurró una suave orden y de pronto la Espada de Luz, el arma<br />
santa capaz de matar a un inmortal, la hoja con la que él hacía mucho había<br />
marcado a Darroc, apareció en su mano.<br />
Y sabía que ella esperaba que él exigiera la inmediata muerte sin alma de<br />
Darroc. Era lo que él, también, había creído que reclamaría.<br />
Pero de repente eso pareció demasiado misericordioso. <strong>El</strong> bastardo<br />
había intentado asesinar a su pequeña ka-lyrra, extinguir la vida de su<br />
apasionada, atractiva y vibrante Gabrielle.<br />
— Hazlo —, gruñó Darroc, mirándolo fijamente. — Terminemos con esto.<br />
— Una muerte sin alma por la espada es demasiado bueno para ti,<br />
Darroc.<br />
Darroc resopló. — Tú vives como una bestia en una jaula, y ni siquiera<br />
ves las barras. Yo sólo intentaba liberarte, liberarnos a todos.<br />
— Y esclavizar la raza humana.<br />
— <strong>El</strong>los nacieron para ser esclavizados. Por su misma naturaleza. Cosas<br />
débiles y endebles.<br />
Y ahí estaba, comprendió Adam con una risa débil, precisamente la<br />
sentencia que el arrogante Antiguo soportaría. — Hazlo humano, mi Reina.<br />
Condénalo a morir en el reino humano.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
La reina se rió suavemente. — Bien dicho, Adam; estamos contentos.<br />
Tanto apropiado como justo.<br />
— No puedes hacerme esto —, rabió Darroc. — ¡No viviré como uno de<br />
ellos! ¡Maldición, mátenme ahora!<br />
La sonrisa de Adam se hizo más profunda.<br />
Aoibheal avanzó, hablando en la antigua lengua, dando vueltas alrededor<br />
del Antiguo, más rápido y más rápido, hasta que un remolino de radiante luz giró<br />
sobre el suelo de la cámara.<br />
Mientras Adam miraba, la luz se volvió cegadoramente intensa, entonces<br />
de pronto Darroc y la reina reaparecieron.<br />
Adam miró a su antiguo enemigo curiosamente. Había algo... diferente en<br />
él. Su apariencia humana era de algún modo diferente a la apariencia humana que<br />
Adam había tenido. ¿Pero qué? Frotando su mandíbula pensativamente, él<br />
escudriñó al ex-Antiguo.<br />
Alto y poderoso, hermoso como todas las Hadas. Largo pelo cobrizo con<br />
toques de oro derramándose hasta su cintura. Cincelado y aristocrático rostro<br />
grabado con desdén. Ojos de cobre brillando con rabia... ah, ¡sus ojos! Eran ojos<br />
humanos, sin la iridiscencia poco natural o el parpadeo de chispas ardientes y<br />
doradas dentro de ellos.<br />
Y, aunque Darroc todavía presentara una exótica e increíble belleza<br />
masculina, sólo raras veces vislumbrada en el reino humano (y por lo general<br />
inmortalizada en el escenario o la pantalla), no tenía más ese brillo como de otro<br />
mundo que Adam nunca había perdido. A pesar del inefable sentido de<br />
antigüedad, Darroc pasaría por humano casi en cualquier lado.<br />
hacía.<br />
— No lo entiendo —, murmuró Adam. — Él luce diferente de cómo yo lo<br />
— Desde luego que luce diferente —, dijo Aoibheal — Ahora es humano.<br />
— Sí, pero yo también lo fui.<br />
La reina se rió, un sonido argentino. — No, tú no lo eras.<br />
Adam parpadeó. — Sí, lo fui; me hiciste humano tu misma.<br />
— Tú nunca fuiste humano, Adam. Siempre fuiste Tuatha Dé.<br />
Simplemente jugué con tu forma un poco, haciéndote tan parecido a los humano<br />
como pude conseguirlo, sin transformarte en verdad en uno de ellos. Aumenté<br />
tus sentidos, haciéndote creer que eras mortal. Tú mismo habías disminuido tu<br />
esencia curando al <strong>Highlander</strong>. Pero nunca has sido humano. Es la única forma<br />
que no puedo cambiar en nuestra gente. Una vez que doy a un Tuatha Dé forma<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
humana, es irreversible. Lo que acabo de hacerle a Darroc nunca podrá ser<br />
deshecho. Nadie y nada en todos los reinos puede evitarle ahora morir, humano<br />
y sin alma. ¿Un año, cincuenta años, quién sabe? Él morirá.<br />
— Pero tuve sentimientos humanos —, protestó Adam.<br />
— Imposible —, dijo Aoibheal rotundamente.<br />
Adam frunció el ceño, confundido. Pero los había sentido. Había sentido<br />
el dolor en su pecho donde había creído que estaba su corazón. Había tenido un<br />
sentimiento espantoso en la boca del estómago siempre que Gabriela había<br />
estado en peligro. Había padecido sentimientos humanos. ¿Cómo era posible si<br />
nunca había tenido forma humana?<br />
Sacudió la cabeza bruscamente, alejando las preguntas de su cabeza,<br />
para revisarlas más tarde. Había asuntos mucho más importantes que tenía que<br />
atender. Y rápidamente, antes de que Aoibheal decidiera distraerlo de alguna<br />
nueva manera o por alguna ridícula razón.<br />
Mientras la reina estaba ocupada convocando a su guardia para escoltar<br />
a Darroc al reino humano y traer de vuelta a su consorte Mael, a quien Darroc<br />
había descubierto como su cómplice, Adam silenciosamente se estiró hasta<br />
desvanecerse.<br />
De pronto la cabeza de la reina giró en su dirección y exclamó furiosa, —<br />
Detendrás eso en este instante, Amadan D-<br />
Pero había hablado muy tarde para detenerlo, ya se había ido.<br />
* * *<br />
Adam fue primero al Invernadero Real de la Reina.<br />
Una vez ya había robado el elixir de vida de sus cámaras privadas.<br />
Ahora lo había hecho otra vez.<br />
Un diminuto frasco de cristal que contenía una pequeña cantidad de<br />
brillante líquido plateado.<br />
Y mientras se desvanecía, cambiando de lugar su residuo antes de<br />
dirigirse a Cincinnati, reflexionó en los últimos momentos que había pasado con<br />
Gabrielle.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
¿No estarás enamorada de mí, no, irlandesa? Había preguntado. Y ella<br />
había explotado contra él.<br />
Lanzándole una furiosa y confusa diatriba que no había tenido mucho<br />
sentido para él, posiblemente porque se había quedado atónito al comprender,<br />
poco después de las primeras oraciones que no había habido un —sí— por<br />
ninguna parte y que ella no había sonado ni remotamente como si se estuviera<br />
preparando para decirlo.<br />
Y luego ella había exigido de saber por qué Morganna había rechazado el<br />
elixir de vida, y algo dentro de él se había roto.<br />
Cristo, siempre eran las almas. Almas, almas, almas. Y su gran, gran<br />
jodida falta de eso.<br />
Podría haberle ofrecido una bonita mentira, había inventado varias que<br />
eran bastante zalameras para la ocasión, pero la cólera, el desafío, y una antigua<br />
ofensa lo habían llenado de una insensatez, una necesidad que había sido incapaz<br />
de negar.<br />
Quería hacerle tragar su realidad. Decir, Esto es lo que soy, por Cristo,<br />
¿es tan malditamente horrible?<br />
Mírame. ¡Mírame!<br />
Y ella lo había visto.<br />
Ah, sí, él la había obligado a verlo.<br />
Y ella lo había mirado fijamente con horror en aquellos encantadores<br />
ojos verde oro. Aquellos ojos que sólo la noche anterior habían estado soñadores<br />
de pasión, suaves, cálidos e invitantes. Aquellos ojos que lo habían hecho<br />
sentirse un hombre, más vivo y en paz y en casa de lo que alguna vez se había<br />
sentido en toda su existencia.<br />
Y en ese momento fue cuando finalmente lo entendió.<br />
Había sido un idiota con Morganna. Había cometido un gran error.<br />
No tenía ninguna intención de hacer lo mismo con Gabrielle.<br />
Ahora que era todopoderoso otra vez, borraría la memoria de Gabrielle<br />
acerca de su admisión. <strong>El</strong>iminaría todos los hechos que ella había encontrado tan<br />
desagradables, los borraría completamente de su mente.<br />
Entonces le haría tragar el elixir de vida. Y se la llevaría rápidamente y<br />
la mantendría maravillosamente ocupada, la mantendría encantada por el medio<br />
que fuera necesario, y por todos los años que le tomara a su alma inmortal<br />
extinguirse.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Y cuando su alma finalmente se fuera, ella no sentiría más esas partes<br />
suyas que la hacían intentar aferrarse. Ni siquiera las extrañaría.<br />
Y sería suya para siempre.<br />
* * *<br />
Mas pronto de lo que ella había creído posible, resultó que ya había<br />
pasado exactamente un mes, siete días, y catorce horas.<br />
Gabby lo había sentido aún más largo, pero una vez más, estaba<br />
desesperada por tomarse otra diabólica taza de café helado.<br />
Para crédito suyo, realmente, por un breve momento, había comprendido<br />
que dejando su adicción podría simplificar enormemente su vida. De todos<br />
modos cuando había llegado a esa conclusión, era demasiado tarde.<br />
Viernes por la noche. Noche de citas. Se quedó en la oficina hasta tarde,<br />
sabiendo que las parejas andarían por las calles de su vecindario esa tarde,<br />
sosteniéndose de las manos, hablando y riendo, disfrutando del ligero beso del<br />
otoño en el aire de comienzos de septiembre.<br />
Las clases habían comenzado otra vez, y aunque su carga era pesada,<br />
había mantenido su trabajo en Little & Staller, reorganizando sus horas<br />
alrededor de su programa de clases, en un desesperado intento de mantenerse<br />
lo bastante ocupada para no poder pensar.<br />
Era tarde ya cuando se iba, entró en Starbucks y obtuvo el maldito y<br />
cobarde café helado antes de ir a recoger su brillante BMW del lugar que ahora<br />
pagaba para aparcarlo, un lugar mucho más apropiado luego de su fuga desde lo<br />
más profundo del Mundo de las Hadas.<br />
Se detuvo detrás de la rueda, fingiendo que el débil olor a jazmín y el<br />
sándalo ya no estaban en el interior de cuero afelpado.<br />
Parte de ella había querido vender el coche, borrar aquel constante<br />
recordatorio de Adam de su vida, del mismo modo en que había empacado el<br />
cristal y la porcelana que él había dejado sobre su mesa de comedor, su<br />
camiseta, y todos los regalos los que él le había dado. Y los metió en un baúl en<br />
el ático.<br />
Desafortunadamente, había necesitado algo que conducir y el<br />
pensamiento de vender el coche e intentar comprar uno nuevo era más de lo que<br />
hacer de acuerdo a sus niveles de energía.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Tal como devolver los diecisiete mensajes telefónicos que Gwen y Chloe<br />
habían dejado la semana pasada, eso también le habría tomado demasiada<br />
energía.<br />
Parecía que la nota que les había enviado unos días después de que haber<br />
vuelto a su casa no había sido suficiente. Concedido, había sido realmente breve:<br />
Gwen, Chloe, las cosas no se resolvieron como esperaba. Pero estoy bien, sólo un<br />
tanto ocupada en el trabajo. Las llamaré algún día. G.<br />
Sabía lo que ellas querían. Querían respuestas. Querían saber que había<br />
sucedido con Darroc, con Adam. No tenía ninguna respuesta para darles.<br />
No tenía el deseado —Y Fueron Felices Para Siempre— que ellas sí<br />
habían conseguido, y simplemente no podía enfrentarse a su miseria frente a<br />
esas personas brillantes y felices. Personas que tenían todas aquellas cosas que<br />
ella había esperado: maridos fieles, bebés hermosos, vidas ricas de amor y risa.<br />
Querían respuestas sobre ella. Querían saber cómo se sentía realmente,<br />
y una vez que la tuviesen en el teléfono no permitirían ninguna clase de evasión.<br />
Su empatía y bondad la desenredarían. Sabía que el día que las llamara sería el<br />
día en que caería destrozada.<br />
Debido a eso, no las llamaba. Por un tiempo. No caeré destrozada. No<br />
con la agenda meticulosamente controlada que llevo ahora mismo.<br />
Y si llegaran sin avisar a su casa, tal como habían amenazado que harían<br />
en su mensaje de anoche, bien... tendría que tratar con eso entonces.<br />
Diez minutos más tarde, Gabby aparcaba en el callejón trasero a su casa.<br />
Exhalando con gusto, lanzó su bolso sobre su hombro, agarrando el maletín, el<br />
bolso de gimnasia, un montón tambaleante de archivos que no cabían en el<br />
maletín, ya que necesitaba mucho trabajo para lograr mantenerse sana durante<br />
el fin de semana, y equilibrando el café sobre la parte superior de todo eso,<br />
afirmando la tapa plástica firmemente con su barbilla para sostenerlo estable.<br />
Se las arregló de cualquier forma para alcanzar la sala de estar antes de<br />
perder el control de la salvaje carga.<br />
Los archivos resbalaron primero, el maletín luego, entonces el café lo<br />
hizo, cayendo desde debajo de su barbilla, chocando sobre una mesita baja,<br />
atropellando un montón de libros y revistas, y mojando todo con el líquido oscuro<br />
y helado.<br />
Maldiciendo por lo bajo, comenzó a recoger archivos manchados de café<br />
del piso.<br />
Y estaba en eso cuando lo vio.<br />
246
<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Desde el día en que se había ido de casa a Escocia, había estado<br />
evitando la biblioteca de la torrecilla, rehusándose a entrar, en ningún caso de<br />
sentirse en un estado de ánimo capaz de siquiera vislumbrar los Libros de los<br />
Fae de las O'Callaghan.<br />
No había notado que todo ese tiempo el Libro del Sin Siriche Du había<br />
estado sobre la mesita cercana al sofá.<br />
Y ahora, tirado boca abajo sobre un charco del café.<br />
¡Se iba a arruinar!<br />
Se lanzó sobre él, lo arrebató del espeso y fangoso líquido helado, y<br />
desesperadamente lo dejó sobre el sofá, desatendiendo el lío que se estaba<br />
armando sobre la florida tapicería.<br />
Lo abrió evaluando el daño.<br />
Y como si el Destino - el cual, Gabby seriamente comenzaba a creer,<br />
solía estar enmascarado en tazas de café aparentemente inofensivas – lo<br />
hubiese abierto, el tomo negro y delgado se abrió en una página que no había<br />
estado allí antes.<br />
Su cursiva elegante, arrogante y ligeramente inclinada. Lo leyó una vez,<br />
dos veces, una tercera vez, estremeciéndose mientras las palabras la golpeaban.<br />
Nunca me quedaré con otra mujer humana y la veré morir. Nunca.<br />
Y allí estaba.<br />
Su respuesta había estado allí todo ese tiempo.<br />
No, él no había muerto. Había decidido no volver.<br />
Un grito angustiado se escapó de su garganta y trató desesperadamente<br />
de contenerlo, pero había estado conteniendo sus sentimientos demasiado<br />
tiempo. Día tras día había estado negando el dolor en su corazón, logrando<br />
mantenerse en un estado de limbo, argumentándose a sí misma que mientras no<br />
hubiera ningún resultado que aceptar, no había nada por lo que apenarse.<br />
Lágrimas picaron sus ojos, cegándola. Apretando el libro contra su<br />
pecho, Gabby se hundió en el suelo, entre sollozos.<br />
* * *<br />
Porque ella era una Sidhe-seer, porque él sabía que el féth fiada no<br />
funcionaba en ella, y porque él tenía un impulso irrefrenable de espiarla al menos<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
durante unos pocos momentos antes de completar la tarea para la cual había<br />
venido, Adam apareció en la cocina de Gabrielle como astilla dimensional más allá<br />
de su percepción, con la diminuta botella de elixir apretado flojamente en su<br />
mano.<br />
Él inhaló. ¡Ah, había extrañado esto, su olor! Un aroma débil,<br />
completamente femenino, de vainilla y brezo y luz del sol.<br />
La casa estaba débilmente iluminada, y él la recorrió, buscándola. <strong>El</strong>la<br />
estaba aquí, podía sentirla.<br />
Delante de él, en la sala de estar, había una luz encendida.<br />
Dio un paso desde la entrada y allí estaba ella. Sentada con las piernas<br />
cruzadas en el suelo, dándole la espalda. Hermosa como era. Vestida con un<br />
conjunto formal, una falda corta bordeado negro (¡por Danu, había extrañado<br />
esas dulces piernas! – especialmente cuando se apretaban alrededor de su<br />
cintura), con pequeños y atractivos tacones en los pies. Chaqueta entallada en la<br />
cintura, acentuando sus caderas y pechos llenos.<br />
Pero se veía diferente. Frunciendo el ceño, dio un paso en el cuarto,<br />
caminando hasta su lado. Más delgada - no le gustaba eso en absoluto. Le<br />
agradaba que su mujer se viera como una mujer. Le gustaba de la forma en que<br />
estaba antes, suave y agradablemente redondeada. Cristo, ¿cuánto tiempo había<br />
pasado? se preguntó. Siempre le perdía la pista a ese asunto cuando era<br />
inmortal; el tiempo pasaba a más lentamente en el reino Fae que en el humano.<br />
Su pelo estaba cortado de manera diferente, también, pero eso, decidió,<br />
mirándola, se veía tan sexy como el infierno, aunque no pudiera darle un buen<br />
vistazo ya que su cabeza esta así inclinada y todo su cabello se derramaba<br />
alrededor de su rostro.<br />
Un sonido suave, húmedo como si estuviera sorbiéndose los mocos<br />
provino de debajo de la sedosa cortina que era su pelo.<br />
Él levantó la cabeza, caminando para quedar de pie ante ella, mirándola<br />
hacia abajo.<br />
¿Estaba llorando?<br />
En ese mismo instante, ella levantó su cabeza, y Adam perdió el aliento<br />
al primer vistazo de su rostro. Sus ojos estaban rojos e hinchados, sus mejillas<br />
manchadas de lágrimas, y parecía tan frágil y afligida que lo perforó hasta su<br />
mismo centro.<br />
¿Quien había hecho daño a su mujer? ¿Qué bastardo la había hecho<br />
llorar? ¡Mataría al MALDITO!<br />
Entonces se dio cuenta de que ella sostenía un libro en su regazo.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Su libro.<br />
¿Él la había hecho llorar?<br />
Mientras la miraba, más lágrimas se derramaron por sus mejillas,<br />
cayendo sobre el suave cuero negro del tomo. Acarició con sus dedos<br />
ligeramente la cubierta. — Maldito seas, Adam Black —, susurró.<br />
Él resopló. Sí, bueno, él había oído eso lo suficiente como para toda la<br />
eternidad.<br />
Frunciendo el ceño, comenzó a inclinarse, para colocar sus manos sobre<br />
la cabeza de ella, escudriñar su mente y borrar de ella aquello que nunca debería<br />
haberle dicho para empezar.<br />
Alzó la mano. Vaciló. Retrocedió. Se maldijo a sí mismo suavemente.<br />
Alzó la mano otra vez.<br />
<strong>El</strong>la habló entonces, su voz áspera debido a las lágrimas. — Te amo,<br />
maldito —, dijo con voz rota. — Te amo tanto y eso me está matando. Dios, fui<br />
tan estúpida. ¿Nunca te preocupaste por mí en absoluto, verdad? ¿Cómo, cómo<br />
se supone, que tengo que seguir adelante?<br />
Adam saltó hacia atrás, tambaleándose, sus manos empuñadas a los<br />
costados. Apenas sentía el diminuto frasco de cristal en su mano tintineando<br />
suavemente.<br />
Durante un largo instante, no pudo moverse. Se quedo de pie allí,<br />
atontado.<br />
<strong>El</strong>la sabía que él era Fae.<br />
<strong>El</strong>la sabía que él no tenía corazón o alma.<br />
<strong>El</strong>la sabía que él había hecho cosas atroces, y, a pesar de ello, acababa<br />
de decir que lo amaba.<br />
<strong>El</strong>la lo amaba.<br />
Sangrientos infiernos, ella lo amaba.<br />
¿Qué nunca se preocupó de ella? ¿Estaba loca? ¡Todo esto era por ella!<br />
¡Cada ínfimo pedazo de esto! ¡Cada acción que había realizado, cada pensamiento<br />
que había tenido desde aquella noche en que por primera vez la había visto había<br />
sido por ella! Ni por un solo momento ella había estado fuera de sus<br />
pensamientos. <strong>El</strong>la estaba dentro de él. Era parte de él ahora.<br />
¿Cómo podía ella no saber esto? Con cada regalo que él había escogido<br />
para ella había estado diciéndolo. ¡Cada vez que se había enterrado dentro de su<br />
cuerpo había estado intentando decírselo! Con cada beso, cada toque silencioso,<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
porque no quería que las palabras le fueran devueltas en la cara. Pero incluso así<br />
esas palabras habían estado allí.<br />
O algo así.<br />
De la peculiar forma en que los machos humanos hablaban de esas cosas.<br />
O al menos la forma en que los milenios durante los cuales los había espiado se<br />
lo habían enseñado.<br />
¿Cómo podía ella no haber sabido que cada vez que él le decía, No te<br />
estás enamorando de mí, o sí, irlandesa? Había sido su declaración de que él sí<br />
lo estaba. Infierno sangriento, incluso cuando iban en el tren él ya lo sabía.<br />
Sabía que había hecho la cosa más estúpida posible. Enamorarse de un<br />
humano. Pero no podría haber evitado enamorarse de ella más de lo que podría<br />
haber detenido aquel tren de llegar a su destino.<br />
¿No te estás enamorando de mí, o si, irlandesa?<br />
Esa había sido su señal para que ella dijera, Urn, pues tal vez sí lo estoy<br />
un poco, y luego él podría haber contestado, Bien, um, imagina esto; quizás yo<br />
también lo estoy.<br />
Simple, concisa y directa la comunicación masculina. ¿De acuerdo? ¿No<br />
era así como los hombres se comportaban? ¿Todo su espionaje se había basado<br />
en muestras sesgadas de población? ¿Había interpretado mal lo que había<br />
observado?<br />
<strong>El</strong>la me ama<br />
Estaba intimidado por ello, en un impactado silencio.<br />
Echó un vistazo hacia abajo, al brillante líquido plateado que goteaba por<br />
su mano.<br />
Y un momento de cristalina claridad osciló a su alrededor,<br />
transformando todo su ser.<br />
Abrió la mano y lentamente dejó que cayera lo que aún permanecía en el<br />
frasco. Con un destello de poder Tuatha Dé, envió el elixir derramado y el<br />
frasco roto a una dimensión lejana y olvidada, con la esperanza de que no hiciese<br />
ningún daño.<br />
Finalmente había entendido que Morganna había tenido razón todo el<br />
tiempo - él no la había amado.<br />
<strong>El</strong> amor no pondría en peligro al otro, nunca intentaría desvanecer el<br />
alma del otro.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
La intensa presión detrás de su esternón fue de pronto hasta su<br />
espalda, luego alcanzó su pecho, y luego, el tenso sentimiento se trasladó a su<br />
estómago. Las sensaciones se alzaban y extendían, y casi se dobló por su<br />
intensidad. Y de pronto comprendió la suma de su existencia como nada más que<br />
la culminación de una serie de acontecimientos destinados a conducirlo a un<br />
específico banco, en una específica noche, en un instante preciso.<br />
A esta mujer.<br />
Dirigió su mirada a Gabrielle.<br />
Sollozaba, la cabeza inclinada, el rostro enterrado entre las manos.<br />
En su pena, ella brillaba más intensamente que el oro; la pasión asentada<br />
en su alma. Era tan hermosa con aquel resplandor divino iluminándola desde<br />
dentro, la esencia misma de quién y qué era. Se sintió enfermo de pensar que<br />
casi lo había arrebatado de ella. Nunca podría tomar el alma de Gabrielle.<br />
Ni tampoco, sin embargo, podría quedarse tranquilo y verla morir.<br />
Ni tampoco, sin embargo, estaba dispuesto a vivir sin ella.<br />
Lo que le dejaba, comprendió, sólo una opción.<br />
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Capítulo 25<br />
La reina Aoibheal observó el lugar donde sólo unos momentos antes<br />
había estado el último príncipe de los D'Jai en su pabellón Real.<br />
Adam ya se había marchado. Había regresado al reino de los humanos.<br />
Suspiró, sintiéndose cansada hasta el fondo de su ser. Había discutido con él, lo<br />
había tentado, lo había amenazado. Pero nada de lo que le dijo había tenido<br />
éxito para influenciarlo.<br />
Esa es la sentencia que tú elegiste como castigo para Darroc por los<br />
delitos que había cometido, Adam... ¿y aún así la solicitas para ti mismo?<br />
Si<br />
¡Sabes que la transformación no puede deshacerse! No puedo salvarte si<br />
cambias de opinión. A diferencia de tus otras aventuras, no puede haber ningún<br />
indulto de última hora.<br />
Lo comprendo.<br />
¡Morirás, Adam! Una vida mortal – y nadie puede saber cuanto tiempo -<br />
luego fallecerás<br />
Lo sé<br />
No tienes alma. No te será posible seguir a tu Sidhe-seer cuando ella<br />
muera<br />
Lo sé<br />
¡Por Danu! ¿Entonces, por qué?<br />
Había permanecido tan tranquilo ante ella, tan sereno. Tan majestuoso y<br />
hermoso y tan —ella había intentado entenderlo — pero estaba muy lejos de su<br />
alcance<br />
No quiero vivir sin ella, Aoibheal. La amo. Hizo un elegante encogimiento<br />
de hombros y continuó diciendo. Más que a la vida misma.<br />
Eso era tan completamente inconcebible para Aoibheal que por un<br />
momento había sido incapaz de comprender lo que le decía para poder<br />
contestarle.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Conviérteme en humano, Aoibheal.<br />
Mientras hacía una pausa, tratando de decidir si debía seguir<br />
discutiendo, o simplemente encerrarlo en algún sitio —en el interior de una<br />
montaña, o quizás en las profundidades del océano hasta que la Sidhe-seer<br />
llevara ya mucho tiempo fallecida—, él se había arrodillado ante ella, sin rastro<br />
de su innata arrogancia y orgullo.<br />
Su vanaglorioso, impetuoso y salvaje príncipe había inclinado la cabeza.<br />
Humildemente. Y había dicho una palabra que ella nunca había oído salir de<br />
aquellos hermosos y sensuales labios, nunca en seis mil años:<br />
Por favor.<br />
En ese momento, supo que lo había perdido.<br />
Eso, ya que si ella hacía alguna otra cosa aparte de concederle su<br />
petición, lo convertiría, —a su príncipe más favorecido— en su mayor enemigo.<br />
No era que él pudiera causarle algún daño, considerando que ella era más<br />
poderosa (aunque, considerando lo imprevisible que él era, no estaba<br />
completamente segura de eso), pero si tenía que perderlo, no sería odiándola.<br />
Antes se lo cedería a otra mujer, a pesar del remordimiento que le causaba.<br />
Aoibheal cerró sus ojos, sus delicadas manos apretándose en puños.<br />
Había imaginado, por un momento, cuando ella había elegido el castigo de él,<br />
hubiera sabido que las cosas podrían tener este final, nunca lo habría castigado.<br />
Se habría resistido al Consejo y habría trazado su propio curso.<br />
Cómo haría de ahora adelante - en vista de la reciente traición de parte<br />
de aquellos que estaban cerca suyo -, el Consejo y su consorte, ni más ni menos.<br />
Ya no tendría a Adam para guardarle las espaldas.<br />
— Ah, Amadan —, susurró — Te echaré de menos, mi príncipe.<br />
* * *<br />
Gabby sacudió la cabeza mientras se dirigía hacia el deportivo<br />
descapotable que estaba aparcado en el callejón de la parte trasera de su casa.<br />
Un hombre en un Lexus la había seguido a mitad de camino desde su casa<br />
a la tienda de comestibles, se había bajado de su vehículo cuando el semáforo se<br />
puso en rojo, y había intentado darle su número de teléfono.<br />
Los hombres la citaban como locos últimamente.<br />
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eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Es porque obviamente no estás interesada, Chloe le había dicho la otra<br />
noche por el teléfono. Para muchos hombres, ese es un desafío que no pueden<br />
resistir - una bonita mujer que no les da importancia.<br />
Oh, por favor, sólo es por el coche, había contestado Gabby, poniendo<br />
los ojos en blanco. Realmente iba a tener que deshacerse de él. Estaba<br />
atrayendo a la clase equivocada de hombres. No es que los hubiera de una clase<br />
adecuada - pero ella había saboreado un cuento de hadas, y después de eso,<br />
ningún simple hombre se le podía comparar.<br />
Había devuelto finalmente los numerosos mensajes telefónicos de Gwen<br />
y Chloe hace una semana — esa horrible noche en la que había encontrado <strong>El</strong><br />
Libro del Sin Siriche Du.<br />
Había estado llorando con tanta fuerza cuando Chloe había contestado<br />
que no había sido capaz de articular ni siquiera un —hola—.<br />
Pero Chloe había sabido inmediatamente lo que le pasaba, y Gwen había<br />
cogido otro telefono, y las mujeres MacKeltar habían llorado con ella,<br />
atravesando todo un océano. Habían tratado de convencerla para que regresara<br />
y se quedara con ellos mientras tanto, pero Gabby no estaba preparada para ver<br />
el Castillo Keltar otra vez.<br />
Nunca estaría preparada para verlo otra vez. Había pasado los días y las<br />
noches más gloriosas de su vida en aquel castillo, había perdido tanto su<br />
virginidad como su corazón en la Recámara de Cristal. Había llevado puestos sus<br />
diamantes allí, se había convertido en su mujer allí; se había sentado en la cima<br />
de un escarpado acantilado acunada en los brazos de su príncipe Fae y habían<br />
visto como despuntaba el amanecer.<br />
Con ese simple pensamiento una niebla de lágrimas inundaba sus ojos.<br />
¡No!, definitivamente no estaba preparada para volver a Escocia.<br />
Recogiendo sus comestibles, le puso la alarma al coche y apresuró sus<br />
pasos hasta la puerta trasera. Deslizaba la llave en la cerradura cuando la<br />
puerta se abrió de un tirón hacia adentro tan repentinamente que la arrastró<br />
con ella.<br />
Chocando contra un cuerpo duro como una roca.<br />
<strong>El</strong>la se apartó de un tirón, cayendo hacia atrás. Los comestibles se<br />
deslizaron de sus flácidos brazos de repente, y sus ojos se abrieron de par en<br />
par.<br />
— Hola, Gabrielle, dijo Adam.<br />
Sus rodillas se aflojaron.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
* * *<br />
— ¡Deja de maltratarme!<br />
— No te he maltratado —, dijo Adam suavemente, tomando plena<br />
ventaja de la delicada posición de Gabrielle para deslizar su manos sobre su<br />
exquisito y bien proporcionado trasero. En el momento en que ella había<br />
comenzado caer, él la había levantado y la había lanzado sobre su hombro. — Te<br />
desmayaste y simplemente te sostuve.<br />
— Yo no me desmayo. Nunca me he desmayado en toda mi vida —, gritó<br />
Gabrielle, golpeándolo en la espalda con las palmas de sus manos.<br />
— ¡Y ese es mi culo, no el tuyo, así que deja de tocarlo!<br />
Adam se rió. ¡Ah, cómo había echado de menos a su apasionada ka-lyrra!<br />
— La posesión son las nueve décimas partes por ley, Gabrielle. <strong>El</strong> hecho de que<br />
tu trasero esté actualmente en mis manos, no en las tuyas, creo que lo hace lo<br />
mío —. Con una traviesa sonrisa, él masajeó su atrayente y respingón trasero,<br />
introduciéndose íntimamente en la abertura de sus nalgas.<br />
¡Oooh - ese es el razonamiento más ridículo que he oído nunca! ¿Qué es<br />
eso, la lógica de las hadas? ¿Nueve décimas de arrogancia, y una décima de<br />
fuerza bruta? Bájame. ¿Qué has hecho? ¿En que problema te has metido esta<br />
vez? ¿Necesitas ayuda de una pequeña Sidhe-seer? Bueno, pues mala suerte.<br />
Márchate.<br />
Él acarició su trasero y siguió cargándola a través de la casa con paso<br />
rápido, llegando hasta las escaleras. — No me marcharé nunca, ka-lyrra —,<br />
ronroneó, disfrutando la suavidad y flexibilidad de su cuerpo contra el de él.<br />
Sentía que había pasado un siglo desde la última vez que él la había abrazado.<br />
— Seguro. Sí, de acuerdo. Continúa, sigue haciendo vanas promesas de<br />
Hada. No creeré en ellas esta vez. No jugaré a ningún juego estúpido que tengas<br />
en mente. No puedes abandonarme, y reaparecer cuando a ti te apetezca. Aquí<br />
no hay política de puertas abiertas. ¡Oye — vuelve a bajar las escaleras! ¿Qué es<br />
lo que crees que vas a hacer? ¿A dónde me llevas? —, dijo bruscamente.<br />
Él volvió su cara hacia ella y pellizcó su muslo, jugueteando<br />
cariñosamente con ella.<br />
—A la cama, Gabrielle.<br />
— Yo no creo que eso ocurra —, siseó, lanzándose a una diatriba acerca<br />
de que él no iba a acostarse nunca más con ella. Había sido crédula una vez, pero<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
no iba a serlo otra más. Que él la había curado de todas sus ilusiones. Luchando<br />
como un pequeño batallón sobre su hombro, glacialmente le informó que no tenía<br />
ningún interés en tener a un bastardo tan despiadado en su vida, que lo odiaba, y<br />
que sólo lamentaba que él no fuera mortal para que se pudiera morir y quemarse<br />
en el infierno por toda la eternidad.<br />
Cuándo la lanzó sobre la cama, se quedó sin aliento, por lo que él tuvo<br />
tiempo de decir — ¿Me odias, Gabrielle? Pues es una maldita pena. Porque lo<br />
que quise decir eso exactamente, cuando te dije que nunca me marcharía. Nunca<br />
te dejaré. Estoy enamorado de ti.<br />
Su ka-lyrra se quedó de piedra, su boca abierta y sin aliento. Su<br />
garganta tragaba con dificultad. Entonces, con un enorme chillido, ella se lanzó<br />
hacia él, prácticamente volando, llorando y lanzándole puñetazos.<br />
Mientras se estrellaba contra el suelo, bajo ella, pensó que nunca<br />
entendería a las mujeres.<br />
* * *<br />
Gabby estaba tumbada en el suelo entre los brazos de Adam, agitando la<br />
cabeza.<br />
Él le había permitido golpearlo hasta que se hubo agotado. Había<br />
permitido que desahogara su rabia, soportándolo pacientemente y en silencio<br />
hasta que - llorando tan fuerte que no podía respirar — ella había comenzado a<br />
hipar descontroladamente. Entonces se acomodó a su lado, apretándola contra<br />
su poderoso cuerpo, rodeándola con sus brazos, y sosteniéndola hasta que se<br />
hubo calmado, susurrándole suavemente palabras para apaciguarla. — Shh,<br />
cariño. Tranquilízate, amor. Esta bien. Todo esta bien.<br />
¿Amor? ¿Adam pronunciaba la palabra Amor? ¿En que imposible cuento<br />
de hadas se había metido ahora?<br />
— ¿Estoy despierta? ¿Esto es un sueño? —, susurró.<br />
— Si es que lo es —, susurró él de vuelta, — Me pregunto si durará para<br />
siempre. Sin la parte de las lágrimas —, aclaró, — me quedo con la parte en la<br />
que te sostengo entre mis brazos —. Él la giró suavemente entonces,<br />
enfrentándola a él.<br />
<strong>El</strong>la sepultó su rostro en su pecho, sorbiéndose los mocos, tratando de<br />
entender lo que estaba pasando. Temerosa de creer que estaba despierta.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Temiendo el momento en que dejara de creerlo, en que podría despertarse.<br />
Encontrándose sola en la cama, en su silenciosa y enorme casa.<br />
— Mírame, ka-lyrra —, dijo él quedamente.<br />
Con un pequeño gemido, Gabby echó la cabeza hacia atrás y encontró su<br />
oscura mirada. Frunció el ceño estupefacta. Se había quedado tan perpleja<br />
cuando lo había visto en su casa que no lo había mirado detenidamente. Había<br />
algo diferente en él. ¿Pero qué? ¿Sus ojos?<br />
— Te amo, Gabrielle O'Callaghan.<br />
Las palabras se le atragantaron de golpe; ella lo contempló en silencio.<br />
Él la besó entonces, su boca se inclinó con fuerza contra la suya, su<br />
aterciopelada lengua se introdujo profundamente. Y ella le correspondía. Sueño<br />
o no, era bastante real para ella. Estaba en sus brazos y él le decía que la amaba<br />
y si estaba dormida, sólo deseaba poder dormir eternamente.<br />
Incluso besaba de forma diferente, se percató vagamente, mientras su<br />
cuerpo ardía frenéticamente y crepitaba en sus brazos. Sentía una urgencia que<br />
no había percibido antes. No estaba formada por esa ociosidad inmortal y se<br />
percibía como una desesperación casi humana, un hambre mortal y apasionado.<br />
Y esto la sacudió tan intensamente que comenzó a devolverle los besos<br />
apasionadamente, empujándolo hacia atrás en el suelo, subiéndose encima de él,<br />
sepultando sus manos entre su pelo. Lo besaba una y otra vez, compensando las<br />
semanas que lo había añorado y lo había necesitado.<br />
Cómo se desprendió de su ropa, no lo supo, sólo sabía que unos momentos<br />
más tarde estaban desnudos en el suelo del dormitorio y ella se encontraba<br />
debajo de él y él se estaba introduciendo dentro de ella.<br />
Y estaba viva otra vez. Tenía sangre en las venas, no hielo. Tenía un<br />
corazón en su pecho, no -<br />
— Adam —, jadeó ella, aturdida. — Puedo sentir los latidos de tu corazón<br />
—. Nunca los había sentido antes. Incluso cuando había sido convertido en<br />
humano, ni una vez había sentido el ruido sordo y poderoso de su corazón sobre<br />
su palma, ni el pulso en su cuello.<br />
Y nunca había notado su ausencia hasta ese momento, cuando lo estaba<br />
sintiendo.<br />
Él retrocedió, su oscuro y hermoso rostro mirándola con lujuria. — Lo sé<br />
—. Él le dirigió una deslumbrante sonrisa. Entonces comenzó a moverse dentro<br />
de ella y ella olvidó los latidos del corazón que no había oído antes. Se concentró<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
en las sensaciones que le producía. Y el dormitorio se llenó de los sonidos<br />
salvajes y apasionados de una mujer y su príncipe Fae haciendo el amor.<br />
* * *<br />
Más tarde, Adam se lo contó todo.<br />
Bueno, casi todo. Omitió que casi había tomado su alma. Y ya que ella no<br />
sabía que él la había engañado desde el comienzo, no se molestó en mencionarle<br />
que él le había contado a Circenn y a Lisa la verdad sobre el elixir de vida, que<br />
los había llevado a ambos ante la reina para que ella pudiera devolverlos a su<br />
estado mortal.<br />
Él había compensado sus errores como mejor podía. Rechazaba ser<br />
condenado por sus antiguos errores, o para cosas que —casi— había hecho. No<br />
era el hombre que había sido una vez. Le contó lo que había sucedido con Darroc.<br />
Le contó que el tiempo transcurría de diferente manera en los dos reinos, y que<br />
nunca había pensado dejarla sola durante tanto tiempo.<br />
Hablándole quedamente, acercándola mas a él, le contó como se había<br />
dado cuenta que no podría vivir con ella y luego verla morir, como había hecho<br />
con Morganna.<br />
En el momento que esas palabras salieron de sus labios, Gabrielle se<br />
tensó entre sus brazos, se liberó de ellos, y se dirigió directamente a la cama. —<br />
¡Oh! —, siseó ella, sus ojos destellaban por la furia que sentía. — ¿Entonces,<br />
para qué volviste? ¿Me estas diciendo que me vas a abandonar otra vez?<br />
Él negó con la cabeza rápidamente, y le explicó que – pese a que él había<br />
creído ser humano - nunca lo había sido. Que la reina sólo le había hecho creer<br />
que era mortal para castigarlo. Le contó que la reina le había dicho que la<br />
transformación no podía ser reversible para un Tuatha Dé.<br />
Y le dijo que, al darse cuenta que no podía vivir sin ella, y ya que tampoco<br />
soportaría verla morir, sólo le quedaba una opción.<br />
— La razón por la que puedes sentir los latidos de mi corazón, ka-lyrra,<br />
es porque ahora realmente soy humano. Y esta vez es de verdad.<br />
Los ojos de Gabby se abrieron de par en par para contemplarlo, su labio<br />
inferior comenzó a temblar. — Pero acabas de decir que es irreversible.<br />
Él asintió con la cabeza.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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— ¿Quieres decir que vas a morir? —, susurró ella.<br />
Acunando su cabeza entre sus manos, Adam la acercó a él para darle un<br />
profundo y posesivo beso. — No, ka-lyrra, quiero decir que por fin voy a vivir.<br />
Aquí. Ahora. Contigo —. Tomó aliento. — Cásate conmigo, Gabrielle. Te daré el<br />
tipo de vida que siempre has querido. Ahora puedo. Soy humano, igual que tú.<br />
Déjame ser tu marido y darte bebés. Déjame pasar el resto de mi vida contigo.<br />
— Oh, Dios —, Gabby suspiró, las lágrimas brotaron de sus ojos, — ¿Has<br />
dejado tu inmortalidad por mí?<br />
Él limpió sus lágrimas con la lengua mientras descendían por sus mejillas,<br />
besándolas para apartarlas. — No quiero más lágrimas, Gabrielle. No tengo<br />
arrepentimientos. Ninguno.<br />
— ¿Cómo puedes decir eso? ¡Lo has abandonado todo! La <strong>Inmortal</strong>idad.<br />
Ser Invencible. ¡Todo lo que es un Tuatha Dé!<br />
Él negó con la cabeza. — Lo he ganado todo. O al menos eso creo —,<br />
gruñó, impacientándose de pronto, y ansiosamente preguntó, — cuando<br />
respondas a mi maldita pregunta. ¿Cuántas veces vas a hacer que te lo<br />
pregunte? ¿Te casarás conmigo, Gabrielle O'Callaghan? ¿Sí o sí? Y por si<br />
todavía no has captado la idea, la respuesta correcta es 'sí'. Y a propósito<br />
podrías decirme que me amas, porque a mí no me importaría oírlo.<br />
<strong>El</strong>la se abalanzó repentinamente sobre él, sentándose a horcajadas<br />
encima suyo, deslizando sus dedos entre su pelo y lo besó. Él estaba extasiado<br />
por la exuberancia de su dulce cuerpo, y la estrechó entre sus brazos, su lengua<br />
se introdujo profundamente, enredándose con la suya.<br />
— Voy a tomar esto como un sí —, ronroneó él, mordisqueando su labio<br />
inferior, estirándolo completamente.<br />
— Te amo, Adam Black —, suspiró Gabby. — Y, sí. Oh, ¡absoluta y<br />
malditamente sí!<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
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Epílogo<br />
CINCO AÑOS DESPUÉS<br />
Gabby terminó de descargar el lavavajillas y ladeó la cabeza,<br />
escuchando. La casa estaba tranquila, Connor, su hijo de dos años estaba listo<br />
para dormir. Pronto subiría las escaleras, besaría a su hija Tessa y sacaría a su<br />
esposo de la cama.<br />
<strong>El</strong> Profesor Black.<br />
Sonriendo, sacudió la cabeza. Adam no podía parecerse menos a un<br />
profesor, con su cara esculpida y aquellos sexys y oscuros ojos y ese largo pelo<br />
negro, por no mencionar ese torneado y poderoso cuerpo. Se parecía más a…<br />
bueno, a un príncipe Fae disfrazado de profesor, y haciendo un trabajo bastante<br />
pobre en eso.<br />
La primera vez que le dijo que intentaría enseñar historia en la<br />
universidad, ella se rió.<br />
Demasiado ordinario, demasiado plebeyo, pensó. Él nunca lo logrará.<br />
Él la sorprendió. Pero a menudo lo hacía.<br />
Adam había planeado todo cuidadosamente. Antes de pedirle a la reina<br />
que lo convirtiera en humano, se consiguió una identidad humana como un<br />
hombre extremadamente rico con varias cuentas corrientes y unos mil acres de<br />
la mejor tierra de las Highlands. Una identidad humana por entero, con todos<br />
los papeles y credenciales para permitirle vivir una vida normal en el reino<br />
humano.<br />
Y cuando ella se había burlado de la elección de su carrera, él le mostró<br />
sus credenciales –recomendaciones de las mejores universidades de la nación<br />
(por supuesto, él se había puesto como un sujeto brillante) – y fue y se consiguió<br />
un trabajo.<br />
Había desarrollado la reputación de un renegado en el campo, con toda<br />
clase de controversiales teorías sobre quién construyó Newgrange and<br />
Stonehenge y el verdadero origen de la lengua Proto-Indo-Europea.<br />
Los estudiantes tenían que anotarse un año antes para asistir a sus<br />
clases.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Y ella, bueno, ella tenía el trabajo de sus sueños. <strong>El</strong>la, Jay y <strong>El</strong>izabeth<br />
habían abierto su propio estudio de abogados y justo este año habían comenzado<br />
a litigar en aquellos casos en los que siempre quiso trabajar. Casos que<br />
importaban, que hacían la diferencia.<br />
Habían comenzado una familia inmediatamente. <strong>El</strong> tiempo era demasiado<br />
precioso para ellos.<br />
Y, oh, él había hecho bebes hermosos. Tessa, con pelo negro y ojos<br />
verde-dorado; Connor de pelo rubio y ojos oscuros, y había otro en camino.<br />
Puso una mano sobre su vientre, sonriendo. Amaba ser madre. Adoraba<br />
estar casada con él. Dudaba que alguna mujer fuera tan completa e<br />
incondicionalmente amada.<br />
Sabía que su marido nunca se desviaría del rumbo, tan alto había<br />
valorado aquello por lo que había esperado seis mil años para conocer, aquello<br />
que era tan precioso para él: el amor. Sabía que estaría junto a ella hasta el<br />
mismo fin, apreciando cada arruga, cada línea en su cara, porque en el análisis<br />
final no serían una negación de la vida sino una afirmación de una vida bien<br />
vivida. La prueba positiva de risas y lágrimas, de alegrías y penas, de pasiones,<br />
de vivir. Cada faceta de ser un humano era asombrosa para él, cada cambio de<br />
estación, un triunfo; una prueba de insoportable dulzura. Nunca vivió un hombre<br />
que saboreara más la vida.<br />
Su vida era rica y completa.<br />
No podría pedir más.<br />
podía.<br />
Bueno... en realidad... se corrigió con un pequeño titubeo interno, sí<br />
Aunque la mayoría de las veces que miraba a Adam se sentía<br />
aterrorizada y humillada por el hecho de que ese maravilloso hombre había<br />
dejado tanto para amarla, algunas veces odiaba que él no tuviera alma y otras<br />
quería odiar a Dios.<br />
Y tenía un sueño, un sueño loco quizás, pero un sueño al cual se aferraba.<br />
Vivirían hasta tener cien años, hasta mucho después que sus hijos y<br />
nietos hubieran crecido, y un día irían a la cama y se acostarían el uno enfrente<br />
del otro; y morirían así, en el mismo momento, en los brazos del otro.<br />
Y su sueño era este: quizás, sólo quizás, si ella lo amaba con la fuerza<br />
suficiente, si su amor era lo suficientemente verdadero y lo suficientemente<br />
profundo, y si se aferrara a él con la fuerza suficiente cuando murieran, podría<br />
ir con él a donde sea que fueran las almas. Y allí, haría lo que llevaba en su<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
sangre, lo que ahora sabía que había nacido para hacer, se pararía frente a Dios,<br />
una brehon y pelearía el más grande e importante caso de su vida.<br />
Y ganaría.<br />
***<br />
— No entiendo, Papi —, dijo Tessa. — ¿Por qué el conejo tuvo que perder<br />
su piel para ser real?<br />
Adam cerró el libro. <strong>El</strong> Conejo de Trapo, y miró de reojo a su hija.<br />
Estaba en la cama, las mantas hasta la barbilla, mirándolo fijamente. Su<br />
preciosa Tessa, con ese montón de brillantes rizos negros alrededor de su<br />
regordeta y angelical cara, su mente rápida y su curiosidad incesante, y el<br />
corazón de su Papi se envolvió – oh, tan cómodamente- alrededor de su pequeño<br />
dedo regordete.<br />
— Porque eso es parte de hacerse real.<br />
— Buh. No quiero hacerme real. Quiero ser hermosa como la reina de las<br />
hadas. ¡Ups! —, golpeó su boca con su diminuta mano — Se suponía que no diría<br />
eso.<br />
En la puerta, Gabby jadeó suavemente, Adam la miró inmediatamente,<br />
arqueando las cejas con una silenciosa pregunta en sus ojos.<br />
Nunca le conté nada sobre hadas, articuló Gabby. ¿Y tú?<br />
Él negó con la cabeza. Habían asumido que Tessa no era una Sidhe-seer.<br />
Gabrielle no había visto ni a un Tuatha Dé desde aquel día en que Darroc les<br />
tendiera, cinco años atrás, una emboscada en Escocia, y habían asumido que<br />
Aoibheal había despojado de la visión de los Fae a la dinastía O'Callaghan.<br />
— ¿Cuál reina de las hadas, Tessa? —, dijo suavemente Adam. — Está<br />
bien, puedes contármelo.<br />
Tessa lo miró dudando. — <strong>El</strong>la dijo que te enojarías si sabías que había<br />
venido.<br />
— No me enojaré —, le aseguró, alisando sus desgreñados bucles.<br />
— ¿Lo prometes, Papi?<br />
— Prometido. Cruz sobre el corazón. ¿Cuál reina de las hadas, cariño?<br />
— Ah-veel.<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Adam inspiró profundamente, recorriendo con la mirada a Gabrielle.<br />
— ¿Viene Aoibheal a verte, Tessa? —, dijo suavemente Gabby,<br />
moviéndose por el cuarto y uniéndose a Adam en el borde de la cama de Tessa.<br />
Tessa negó con la cabeza. — No a mí. <strong>El</strong>la viene a ver a Papi. Piensa que<br />
es hermoso.<br />
Adam refrenó la risa al ver la mirada que su esposa le dirigió, sus ojos se<br />
estrecharon, las ventanas de su nariz se dilataron llameando. <strong>El</strong>la casi gruñó.<br />
Amaba que se pusiera un poco celosa de vez en cuando, adoraba su posesividad.<br />
Él sufría su buena parte cuando se trataba de su pequeña ka-lyrra.<br />
— Hermoso, ¿eh? —, Gabby dijo secamente.<br />
— Mmm-hmm —, dijo Tessa frotando sus ojos somnolientos. — Pero no<br />
puedo verlo, sin importar cuanto lo intente.<br />
De acuerdo, ahora se había puesto un poco de mal humor, pensó Adam,<br />
descontento. Antes de que Tessa naciera había estudiado cuidadosamente miles<br />
de libros sobre paternidad, determinado a ser un buen padre. Creía que estaba<br />
haciendo un buen trabajo, pero ¿no se suponía que su hija tuviera estrellas en<br />
los ojos cada vez que lo mirara? ¿O al menos hasta que entrara en la<br />
adolescencia? (Y luego, ¡que Dios ayudara al que intentara tener una cita con su<br />
hija!). Bien, tenía unas finas líneas alrededor de los ojos que no habían estado<br />
allí antes, pero ¡todavía era un hombre apuesto! — No crees que sea hermoso,<br />
eh, Tessa? —. Le hizo cosquillas en el cuello a su hija, justo detrás de la oreja,<br />
donde nunca fallaba para hacerla temblar de risa.<br />
— Por supuesto que sí, Papi —. Se rió nerviosamente. Y luego le lanzó una<br />
profunda mirada de cuatro años de edad de exasperación. — Pero no puedo ver<br />
lo que ella ve. <strong>El</strong>la dice que sólo las hadas pueden.<br />
EL corazón de Adam se saltó una pulsación. No podía ser.<br />
¿Podía ser?<br />
— Oh, Dios —, dijo Gabby débilmente, su mirada fija volando hacia él.<br />
Presionó su boca con mano temblorosa. Se miraron uno al otro por un largo rato.<br />
Adam asintió, animándola en silencio a hacer la pregunta que ambos<br />
pensaban. Él la hubiera hecho, pero parecía que no podía encontrar su lengua.<br />
Sólo sabía de una cosa que los humanos no podían ver, pero cuando él<br />
había sido un hada había sido capaz de verla alrededor de ellos. Apenas podía<br />
respirar de desearlo tan desesperadamente. Con el dolor de poder adquirir la<br />
capacidad seguir a su esposa en esta vida, hacia las incontables otras. Cinco años<br />
atrás, cuando se casó con Gabrielle en una romántica ceremonia Highland, los<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
Mac Keltar le ofrecieron que usara los votos druidas, aquellos votos sagrados<br />
que unían a los amantes para toda la eternidad. Él se había rehusado a decirlos –<br />
no porque no lo hubiera deseado con cada fibra de su ser- sino porque no le<br />
hubiera sacado ningún provecho, pues no tenía un alma con la cual atarse.<br />
Jadeando, Gabby dijo — ¿Ver qué, Tessa? ¿Qué pueden ver las hadas<br />
que tú no puedas?<br />
Tessa bostezó, acurrucándose más entre las mantas. — Que Papi es<br />
dorado y brillante.<br />
La boca de Adam se movió, pero nada salió de ella.<br />
— ¿Adam es brillante y dorado? —, dijo Gabby débilmente.<br />
Tessa asintió con la cabeza. — Mmm-hmm. Ah-veel dice que ahora él es<br />
como tú y yo, mami.<br />
Gabby hizo un suave sonido con la garganta.<br />
Adam no pudo moverse por un largo rato. Sólo se sentó en el borde de la<br />
cama de Tessa y contempló a su esposa. <strong>El</strong>la se paró detrás de él, asombrada,<br />
sus ojos empañados con lágrimas de alegría.<br />
Entonces la enormidad de ello lo electrificó, incitándolo a la acción –¡no<br />
había un momento que perder! Si, por algún milagro, había sido dotado de un<br />
alma, quería atarla a la de Gabrielle ahora.<br />
Depositando precipitadamente un beso en la frente de Tessa, Adam<br />
apagó la luz, encerró a Gabrielle entre sus brazos y la cargó a través del cuarto<br />
y rápidamente bajó al pasillo hacia su dormitorio.<br />
— Ka-lyrra —, le dijo con urgencia, — hay algo que quiero que hagas<br />
conmigo. Quiero intercambiar los votos, pero debes saber que unirán nuestras<br />
almas para toda la eternidad. ¿Lo deseas? ¿Quieres tenerme para siempre?<br />
Riendo y llorando a la vez, ella asintió.<br />
Un exultante Adam la depositó sobre sus pies, y apoyó la palma de su<br />
mano derecha sobre el corazón de ella y colocó su mano izquierda sobre el suyo.<br />
— Coloca tus manos sobre las mías, Gabrielle —, pidió.<br />
Cuando ella lo hizo, él habló con convicción y reverencia:<br />
— Si algo debe perderse, que sea mi honor por el tuyo. Si algo debe ser<br />
abandonado, que sea mi alma para la tuya. Si la muerte llega pronto, entonces<br />
sea mi vida por la tuya. Soy dado.<br />
Sonriendo, sus ojos centellando de alegría, ella repitió los votos, y, en el<br />
momento en que terminó, la emoción lo golpeó tan intensamente que casi cae<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
sobre sus rodillas. Sintió las cadenas apresurándose en su interior, calentando<br />
su sangre con una pasión feroz, a medida que sus almas eran unidas por todos los<br />
tiempos.<br />
Apresándola contra la pared, enterró las manos en su pelo, inclinó su<br />
boca sobre la de ella y la besó con hambre.<br />
Él tenía un alma. Conocía el amor. Se había unido a su alma gemela para<br />
siempre.<br />
Y Adam Black era, finalmente, un verdadero inmortal<br />
FIN<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
<strong>El</strong> Hechizo Del <strong>Highlander</strong><br />
(The Spell of <strong>Highlander</strong>)<br />
Del Editor.-<br />
Poderoso. Sensual. Seductor. Él es todo lo que se puede considerar<br />
descaradamente erótico en un hombre. En su más sexy novela acerca de los<br />
<strong>Highlander</strong>s, la autora de gran éxito de ventas <strong>Karen</strong> <strong>Moning</strong>, prepara una<br />
chisporroteante poción, hecha con ingredientes de antiguo misterio y pasión<br />
moderna, cuando reúne a un endemoniadamente hermoso guerrero celta<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
atrapado en el tiempo... y la mujer que está a punto de pagar el precio más alto<br />
para liberarlo. Secretos históricos los atormentan. Peligro mortal y la sombra<br />
de un deseo irresistible se cierne sobre cada uno de sus movimientos. Es una<br />
relación entre distintas épocas. Y todo lo qué los separa son apenas mil<br />
trescientos años....<br />
Jessi San Jaime necesita conseguir una vida. Demasiadas horas estudiando<br />
artefactos antiguos han hecho que la esforzada estudiante de arqueología tenga<br />
un exagerado interés por el sexo de tipo... mental. De modo que se imagina que<br />
está soñando cuando espía a un magnífico hombre semidesnudo que la mira<br />
fijamente desde el interior del cristal plateado de un antiguo espejo. Pero<br />
cuando una decisión tomada en una fracción de segundo la salva de un aterrador<br />
atentado contra su vida, Jessi de pronto se encuentra enfrentándose a seis pies<br />
y medio un insaciable y ardoroso macho alfa.<br />
Heredero de la misteriosa magia de sus antepasados Druidas, once siglos atrás,<br />
Cian MacKeltar había sido atrapado dentro del Espejo Oscuro, uno de los cuatro<br />
Reliquias Sagradas de los Unseelie, objetos de poder inenarrable. Cuando el<br />
Espejo Oscuro fue robado, un antiguo enemigo no se detendrá ante nada para<br />
reclamarlo, destruyendo todo en su camino - incluyendo a una mujer que<br />
únicamente sostenía la llave que podía romper el oscuro hechizo que pesaba<br />
sobre el <strong>Highlander</strong> del siglo noveno. Para Jessi, el musculoso dios del sexo en el<br />
espejo no sólo es seductoramente real, sino que le ofrece su protección - de<br />
exactamente qué, Jessi no tiene la menor idea. Y todo lo que él quiere a cambio<br />
es el exquisito placer de compartir ciertas hierbas.<br />
Sin embargo, mientras el hambre insaciable de Cian comenzaba a alimentar su<br />
oscura magia sobre Jessi, su antiguo enemigo está a punto de obtener la última<br />
y más peligrosa de las Reliquias Sagradas de los Unseelie - y el <strong>Highlander</strong> del<br />
noveno siglo debía detenerlo a toda costa en su empeño. Nada menos que la tela<br />
misma que divide el universo y dos vidas apasionadamente entrelazadas están en<br />
juego – mientras Cian y Jessi lucha para reclamar la clase de amor que se<br />
encuentra sólo una vez en una época glacial....<br />
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<strong>El</strong> <strong>Highlander</strong> <strong>Inmortal</strong>. K.M. <strong>Moning</strong><br />
eLLLoras traducciones y heavenly sapphire<br />
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