Hansel y Gretel
Cuentos que marcaron la infancia de la mayoría de los niños y que sirgue marcando la infancia de mucho mas.
Cuentos que marcaron la infancia de la mayoría de los niños y que sirgue marcando la infancia de mucho mas.
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ANTOLOGIA DIGITAL:<br />
1.HANSEL Y GRETEL<br />
2.CAPERUSITA ROJA<br />
3.PINOCHO<br />
INTEGRANTES:<br />
ALONSO SANCHEZ LUIS<br />
FERNANDO<br />
CALIXTO REYES FATIMA<br />
GUADALUPE<br />
GARCIA LOPEZ DIANA<br />
LAURA
<strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong><br />
Érase una vez dos niños llamados <strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong>, quienes vivían con su padre leñador y su<br />
madrastra cerca de un espeso bosque. La situación de la familia era precaria, vivían con mucha<br />
escasez y apenas tenían para alimentarse.<br />
Una noche la cruel madrastra le sugirió al buen leñador que se encontraba atormentado pensando<br />
que sus hijos morirían de hambre. – “Debemos abandonarlos en el bosque, ya no hay suficiente<br />
comida. A lo mejor se encuentran a alguien que se apiade y les dé de comer”.<br />
Cuento de <strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong>. Al principio el padre se opuso rotundamente a la idea de abandonar a<br />
sus hijos a la merced del bosque. – “¿Cómo se te puede ocurrir semejante idea mujer? ¿Qué clase<br />
de padre crees que soy?” – le respondió enfadado.<br />
La mujer que estaba dispuesta a deshacerse de la carga de los niños, no descansó hasta convencer<br />
al débil leñador de que aquella era la única alternativa que le quedaba.<br />
Los niños no estaban realmente dormidos, por lo que escucharon junto a la puerta de su<br />
habitación toda la conversación. <strong>Gretel</strong> lloraba desconsoladamente, pero <strong>Hansel</strong> la consoló<br />
asegurándole que tenía una idea para encontrar el camino de regreso.
A la mañana siguiente cuando los niños se disponían a<br />
acompañar a su padre al bosque como hacían a<br />
menudo, la madrastra les dio un pedazo de pan a cada<br />
uno para el almuerzo. Así fue como los niños siguieron<br />
a su padre hasta la espesura al bosque, sabiendo que<br />
este los iba a dejar allí. <strong>Hansel</strong> iba detrás, dejando caer<br />
migas de su pan para marcar el camino por el que<br />
debían regresar a la casa.<br />
Cuando llegaron a un claro, el padre les dijo con una tristeza profunda. – “Esperen aquí hijos míos,<br />
iré a cortar algo de leña y luego vendré a buscarlos”.<br />
<strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong> se quedaron tranquilos como su padre les había pedido, creyendo que tal vez<br />
había cambiado de opinión. Se quedaron profundamente dormidos hasta que los sorprendió la<br />
noche y siguiendo la luz de la luna, intentaron encontrar el camino de regreso. Pero por más que<br />
buscaron y buscaron no lograron encontrar las migas de pan que indicaban el camino, ya que<br />
antes los pájaros del bosque se las habían comido.<br />
Así vagaron sin rumbo durante la noche y el día siguiente por el bosque, y con cada paso que<br />
daban se alejaban más de la cabaña donde vivían. Pensaban que iban a morir de hambre cuando<br />
encontraron a un pajarillo blanco que cantaba y movía sus alas, como invitándoles a seguirle.<br />
Siguieron el vuelo de aquel pajarillo hasta que llegaron a una casita, que para su sorpresa estaba
construida completamente de dulces. El tejado, las ventanas e incluso las paredes estaban<br />
recubiertas de jengibre, chocolate, bizcochos y azúcar.<br />
De inmediato se abalanzaron hacia la casita y mientras mordisqueaban todo lo que podían, oyeron<br />
la voz de una viejecita desde el interior que los invitaba a pasar. Se trataba de una bruja malvada<br />
que usaba aquel hechizo para atraer a los niños y luego comérselos.<br />
Una vez adentro fue muy tarde para <strong>Hansel</strong> y <strong>Gretel</strong>, quienes no lograron escapar. La bruja decidió<br />
que <strong>Gretel</strong> le era más útil en las labores domésticas y a <strong>Hansel</strong> se lo comería luego de engordarlo,<br />
porque estaba muy delgado. Lo metió en una jaula donde lo alimentaba a diario y como estaba<br />
media ciega, cuando le pedía que le sacase la mano para ver si había engordado algo, <strong>Hansel</strong> la<br />
engañaba con un hueso.<br />
Pasó el tiempo y la bruja finalmente se aburrió,<br />
por lo que decidió comérselo así mismo. Le ordenó<br />
a <strong>Gretel</strong> que prepara el horno para cocinarlo.<br />
Mientras la bruja estaba distraída viendo si el<br />
horno estaba lo suficientemente caliente, <strong>Gretel</strong> aprovechó la oportunidad para empujarla a su<br />
interior.<br />
<strong>Gretel</strong> corrió y liberó a su hermano, pero antes de marcharse tomaron las joyas y diamantes que<br />
mantenía escondidos la bruja. Huyeron del bosque tan lejos como pudieron, hasta que llegaron a
la orilla de un inmenso lago en el que nadaba un bello cisne blanco. Le pidieron ayuda al cisne que<br />
los ayudó a cruzar hasta la otra orilla, indicándoles el camino de regreso a su casa.<br />
Con inmensa alegría los niños encontraron a su padre, que no había pasado un día sin que se<br />
arrepintiera de lo que les había hecho a sus adorados hijos. Les contó que los había buscado por<br />
todo el bosque sin cesar y que la madrastra había muerto. Les prometió que en lo adelante se<br />
esforzaría por ser un mejor padre y hacerlos feliz.<br />
Los niños dejaron caer los tesoros de la bruja a los pies de su padre y le dijeron que ya no tendrían<br />
que pasar más malos momentos. Y fue así como vivieron felices y ricos por siempre, <strong>Hansel</strong> y<br />
<strong>Gretel</strong> y su<br />
padre el<br />
leñador.
Caperusita roja<br />
Había una vez una dulce niña que quería mucho a su madre y a su abuela. Les ayudaba en<br />
todo lo que podía y como era tan buena el día de su cumpleaños su abuela le regaló una<br />
caperuza roja. Como le gustaba tanto e iba con ella a todas partes, pronto todos<br />
empezaron a llamarla Caperucita roja.<br />
Un día la abuela de Caperucita, que vivía en el bosque,<br />
enfermó y la madre de Caperucita le pidió que le llevara<br />
una cesta con una torta y un tarro de mantequilla.<br />
Caperucita aceptó encantada.<br />
- Ten mucho cuidado Caperucita, y no te entretengas en el bosque.<br />
- ¡Sí mamá!<br />
La niña caminaba tranquilamente por el bosque cuando el lobo la vio y se acercó a ella.<br />
- ¿Dónde vas Caperucita?<br />
- A casa de mi abuelita a llevarle esta cesta con una torta y mantequilla.
- Yo también quería ir a verla….<br />
así que, ¿por qué no hacemos<br />
una carrera? Tú ve por ese<br />
camino de aquí que yo iré por<br />
este otro.<br />
- ¡Vale!<br />
El lobo mandó a Caperucita por el camino más largo y llegó antes que ella a casa de la<br />
abuelita. De modo que se hizo pasar por la pequeña y llamó a la puerta. Aunque lo que no<br />
sabía es que un cazador lo había visto llegar.<br />
- ¿Quién es?, contestó la abuelita<br />
- Soy yo, Caperucita - dijo el lobo<br />
- Que bien hija mía. Pasa, pasa<br />
El lobo entró, se abalanzó sobre la abuelita y se la comió de un bocado. Se puso su<br />
camisón y se metió en la cama a esperar a que llegara Caperucita.
La pequeña se entretuvo en el bosque cogiendo avellanas y flores y por eso tardó en llegar<br />
un poco más. Al llegar llamó a la puerta.<br />
- ¿Quién es?, contestó el lobo tratando de afinar su voz<br />
- Soy yo, Caperucita. Te traigo una torta y un tarrito de mantequilla.<br />
- Qué bien hija mía. Pasa,<br />
pasa<br />
Cuando Caperucita entró<br />
encontró diferente a la<br />
abuelita, aunque no supo<br />
bien porqué.<br />
- ¡Abuelita, qué ojos más grandes tienes!<br />
- Sí, son para verte mejor hija mía<br />
- ¡Abuelita, qué orejas tan grandes tienes!<br />
- Claro, son para oírte mejor…<br />
- Pero abuelita, ¡qué dientes más grandes tienes!<br />
- ¡¡Son para comerte mejor!!
En cuanto dijo esto el lobo se lanzó sobre Caperucita y se la comió también. Su estómago<br />
estaba tan lleno que el lobo se quedó dormido.<br />
Caperucita rojan ese momento el cazador que lo había visto entrar en la casa de la<br />
abuelita comenzó a preocuparse. Había pasado mucho rato y tratándose de un<br />
lobo…¡Dios sabía que podía haber pasado! De modo que entró dentro de la casa. Cuando<br />
llegó allí y vio al lobo con la panza hinchada se imaginó lo ocurrido, así que cogió su<br />
cuchillo y abrió la tripa del animal para sacar a Caperucita y su abuelita.<br />
- Hay que darle un buen castigo a este lobo, pensó el cazador.<br />
De modo que le llenó la tripa de piedras y se la volvió a coser. Cuando el lobo despertó de<br />
su siesta tenía mucha sed y al acercarse al río, ¡zas! se cayó dentro y se ahogó.<br />
Caperucita volvió a ver a su madre y su abuelita y desde entonces prometió hacer siempre<br />
caso a lo que le dijera su madre.
Pinocho<br />
Había una vez, un viejo carpintero de nombre Gepetto, que como no tenía familia, decidió<br />
hacerse un muñeco de<br />
madera para no<br />
sentirse solo y triste<br />
nunca más.<br />
“¡Qué obra tan<br />
hermosa he creado! Le<br />
llamaré Pinocho” – exclamó el anciano con gran alegría mientras le daba los últimos<br />
retoques. Desde ese entonces, Gepetto pasaba las horas contemplando su bella obra, y<br />
deseaba que aquel niño de madera, pudiera moverse y hablar como todos los niños.<br />
Cuento infantil Pinocho Tal fue la intensidad de su deseo, que una noche apareció en la<br />
ventana de su cuarto el Hada de los Imposibles. “Como eres un hombre de noble corazón,<br />
te concederé lo que pides y daré vida a Pinocho” – dijo el hada mágica y agitó su varita<br />
sobre el muñeco de madera. Al momento, la figura cobró vida y sacudió los brazos y la<br />
cabeza.<br />
– ¡Papá, papá! – mencionó con voz melodiosa despertando a Gepetto.
– ¿Quién anda ahí?<br />
– Soy yo, papá. Soy Pinocho. ¿No me reconoces? – dijo el niño acercándose al anciano.<br />
Cuando logró reconocerle, Gepetto lo cargó en sus brazos y se puso a bailar de tanta<br />
emoción. “¡Mi hijo, mi querido hijo!”, gritaba jubiloso el anciano.<br />
Los próximos días, fueron pura alegría en la casa del carpintero. Como todos los niños,<br />
Pinocho debía alistarse para asistir a la escuela, estudiar y jugar con sus amigos, así que el<br />
anciano vendió su abrigo para<br />
comprarle una cartera con libros y<br />
lápices de colores.<br />
El primer día de colegio, Pinocho<br />
asistió acompañado de un grillo<br />
para aconsejarlo y guiarlo por el<br />
buen camino. Sin embargo, como<br />
sucede con todos los niños, este
prefería jugar y divertirse antes que asistir a las clases, y a pesar de las advertencias del<br />
grillo, el niño travieso decidió ir al teatro, a disfrutar de una función de títeres.<br />
Al verle, el dueño del teatro quedó encantado con Pinocho: “¡Maravilloso! Nunca había<br />
visto un títere que se moviera y hablara por sí mismo. Sin dudas, haré una fortuna con él”<br />
– y decidió quedárselo. Este aceptó la invitación de aquel hombre ambicioso, y pensó que<br />
con el dinero ganado podría comprarle un nuevo abrigo a su padre.<br />
Durante el resto del día, Pinocho actúo en el teatro como un títere más, y al caer la tarde<br />
decidió regresar a casa con Gepetto. Sin embargo, el dueño malo no quería que el niño se<br />
fuera, por lo que lo encerró en una caja junto a las otras marionetas. Tanto fue el llanto de<br />
Pinocho, que al final no tuvo más remedio que dejarle ir, no sin antes obsequiarle unas<br />
pocas monedas.<br />
Cuando regresaba a casa, se topó con dos astutos bribones que querían quitarle sus<br />
monedas. Como era un niño inocente y sano, los ladrones le engañaron, haciéndole creer<br />
que si enterraba su dinero, encontraría al día siguiente un árbol lleno de monedas, todas<br />
para él.
El grillo trató de alertarle sobre semejante timo, pero Pinocho no hizo caso a su amigo y<br />
enterró las monedas. Luego, los terribles vividores esperaron a que el niño se marchara,<br />
desenterraron el dinero y se lo llevaron muertos de risa.<br />
Al llegar a casa, Pinocho descubrió que Gepetto no se encontraba, y empezó a sentirse tan<br />
solo, que rompió en llantos. Inmediatamente, apareció el Hada de los Imposibles para<br />
consolar al triste niño. “No llores Pinocho, tu padre se ha ido al mar a buscarte”.<br />
Cuento para leer PinochoY tan pronto supo aquello, Pinocho partió a buscar a Gepetto,<br />
pero por el camino tropezó con un grupo de niños:<br />
– ¿A dónde se dirigen? – preguntó Pinocho<br />
– Vamos al País de los Dulces y los Juguetes – respondió uno de ellos – Ven con nosotros,<br />
podrás divertirte sin parar.<br />
– No lo hagas, Pinocho – le dijo el grillo – Debemos encontrarnos con tu padre, que se ha<br />
ido solo y triste a buscarte.
– Tienes razón, grillo, pero sólo estaremos un rato. Luego le buscaré sin falta.<br />
Y así se fue Pinocho acompañado de aquellos niños al País de los Dulces y los Juguetes. Al<br />
llegar, quedó tan maravillado<br />
con aquel lugar que se olvidó de<br />
salir a buscar al pobre de<br />
Gepetto. Saltaba y reía Pinocho<br />
rodeado de juguetes, y tan feliz<br />
era, que no notó cuando empezó<br />
a convertirse en un burro.<br />
Sus orejas crecieron y se hicieron muy largas, su piel se tornó oscura y hasta le salió una<br />
colita peluda que se movía mientras caminaba. Cuando se dio cuenta, comenzó a llorar de<br />
tristeza, y el Hada de los Imposibles volvió para ayudarle y devolverlo a su forma de niño.<br />
– Ya eres nuevamente un niño bello, Pinocho, pero recuerda que debes estudiar y ser<br />
bueno.<br />
– Oh sí, señora hada, a mí me encanta estudiar – dijo Pinocho y al instante, le quedó<br />
crecida la nariz.
– Tampoco debes decir mentiras, querido Pinocho.<br />
– No, para nada, nunca he dicho una mentira – pero la nariz le creció un poco más – ¡Y<br />
siempre me porto muy bien!<br />
Pero al decir aquello la nariz le creció tanto, que apenas podía sostenerla con su cabeza.<br />
Con lágrimas en los ojos, Pinocho se disculpó con el Hada y le prometió que jamás volvería<br />
a decir mentiras, por lo que su nariz volvió a ser pequeña. Entonces, él y el grillo<br />
decidieron salir a buscar a Gepetto. Sin embargo, cuando llegaron al mar, descubrieron<br />
que el anciano había sido tragado por una enorme ballena.<br />
Enseguida, se lanzó al agua, y después de mucho nadar, se encontró frente a frente con la<br />
temible ballena. “Por favor, señora ballena, devuélvame a mi padre”. Pero el animal no le<br />
hizo caso, y se tragó a Pinocho también. Al llegar al estómago, se encontró con el viejo<br />
Gepetto y quedaron abrazados un largo rato.<br />
– Tenemos que salir cuanto antes, Pinocho – exclamó Gepetto
– Hagamos una fogata papá. El humo hará estornudar a la ballena y podremos escapar.<br />
Y así fue como Pinocho y su padre<br />
quedaron a salvo de la ballena, pues<br />
estornudó tan fuerte que los lanzó<br />
fuera del vientre y lograron escapar<br />
a tierra firme. Cuando llegaron a<br />
casa, este se arrepintió por haber<br />
desobedecido a su padre, y desde<br />
entonces no faltó nunca a clases, y<br />
fue tan bueno y disciplinado, que el<br />
Hada de los Imposibles decidió convertirlo en un niño de carne y hueso, para alegría de su<br />
padre, el viejo Gepetto, y del propio Pinocho.<br />
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