El sonido de una correcta decisión.
Gonzalo, un joven de Concepción tímido y ansioso, conoce por accidente una chica que le llama la atención. Reacio a conocer gente y frustrado por el hecho de estar pensando en alguien, intenta dejar pasar la situación, hasta que su mayor secreto se ve en peligro y se ve obligado a buscarla para saber la verdad. Mientras corre el riesgo de enamorarse, descubre algo mucho más grande que le cambiará la vida para siempre y lo enfrentará a la decisión más difícil de su vida. "El sonido de una correcta decisión" es una historia de riesgos, sacrificios y reflexiones respecto al amor.
Gonzalo, un joven de Concepción tímido y ansioso, conoce por accidente una chica que le llama la atención. Reacio a conocer gente y frustrado por el hecho de estar pensando en alguien, intenta dejar pasar la situación, hasta que su mayor secreto se ve en peligro y se ve obligado a buscarla para saber la verdad. Mientras corre el riesgo de enamorarse, descubre algo mucho más grande que le cambiará la vida para siempre y lo enfrentará a la decisión más difícil de su vida.
"El sonido de una correcta decisión" es una historia de riesgos, sacrificios y reflexiones respecto al amor.
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
epasaba todo <strong>una</strong> y otra vez, pero en ese momento su mayor preocupación era cómo<br />
iba a sentirse al verla.<br />
Para evitar que ella notara su nerviosismo, <strong>de</strong>cidió esperarla en <strong>una</strong> ubicación<br />
diferente a la acordada y con vista a la cafetería, buscando po<strong>de</strong>r verla llegar y apaciguar<br />
su reacción. Se posicionó en <strong>una</strong> banca no muy lejana y, mientras esperaba, comenzó<br />
a apreciar a los transeúntes que disfrutaban la hermosa tar<strong>de</strong>. <strong>El</strong> parque lo<br />
ayudaba un poco a <strong>de</strong>spejarse, pero solo un poco, puesto que giraba su mirada hacia la<br />
cafetería compulsivamente.<br />
Amanda solía ser puntual, pero cuando dieron las seis aún no llegaba. Gonzalo<br />
no <strong>de</strong>spegó la mirada <strong>de</strong> la cafetería <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces, hasta que <strong>una</strong>s manos golpearon<br />
sus hombros haciéndolo saltar <strong>de</strong> la banca.<br />
—¡Mierda! —exclamó, llevándose <strong>una</strong> mano al pecho.<br />
—No pensé que te asustarías tanto —dijo ella, riendo.<br />
Al voltear, Gonzalo la miró y su estómago se contrajo, pero aprovechó el susto<br />
para disfrazar los nervios <strong>de</strong> impacto. <strong>El</strong>la se acercó, lo besó y le dio un abrazo. Sin<br />
notarlo, él extendió la duración <strong>de</strong>l abrazo y aplicó más fuerza <strong>de</strong> lo normal.<br />
—Tranquilo, fue un susto nomas —dijo ella.<br />
—Eh... sí, es que me pillaste muy <strong>de</strong>sprevenido —dijo él, soltándola.<br />
Estaba <strong>de</strong>scolocado y no controlaba bien su actuar. A pesar <strong>de</strong> que tenía un plan,<br />
necesitaba algo <strong>de</strong> tiempo para juntar las fuerzas necesarias para enfrentar la situación.<br />
Para conseguirlo, le ofreció a Amanda ir a por café. <strong>El</strong>la accedió, le tomó la mano<br />
y comenzó a caminar hacia la cafetería.<br />
Siempre hacía eso: le tomaba la mano y comenzaba a caminar. A él le encantaba<br />
ese gesto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la primera vez, cuando no significó nada y a la vez todo, y aquella paz<br />
<strong>de</strong>spués <strong>de</strong>l tacto le enseñó <strong>una</strong> luz que <strong>de</strong>spués vería en los ojos <strong>de</strong> ella cada vez que<br />
pasara tiempo a su lado e hicieran el amor con tan solo apreciarse el uno al otro. Sin<br />
embargo, esta vez fue diferente. No había paz, sino <strong>una</strong> pena inmensa que crecía cada<br />
segundo. Sentía que la perdía, a pesar <strong>de</strong> tenerla en frente, acertando al sabor <strong>de</strong>l café<br />
que iba a querer, mientras le contaba alg<strong>una</strong> anécdota <strong>de</strong> su día, sonriéndole y mirándolo<br />
con unos ojos que reflejaban el amor más sincero que nunca pensó encontrar y<br />
que, ahora que lo tenía, <strong>de</strong>bía <strong>de</strong>jar.<br />
66