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EL DISCURSO <strong>DE</strong>L <strong>AMOR</strong> EN UN<br />
LENGUAJE <strong>DE</strong> VIDA Y NO <strong>DE</strong><br />
PALABRAS<br />
Entonces, Jesús les habló del amor, no porque ellos no<br />
supieran amar, no porque ellos no hubieran sido<br />
amados anteriormente, más adelante en un histórico<br />
diálogo con Pedro va a aclarar por medio de preguntas<br />
la diferencia entre los tipos de amor que uno puede<br />
experimentar y gracias a que el griego es más amplio<br />
que el español sobre ese tema tiene una palabra<br />
distinta para cada tipo de amor. Pero en el pasaje del<br />
evangelio según Juan capítulo 13 el lenguaje es<br />
actitud, Jesús habla del amor amando a sus discípulos,<br />
comparte con ellos los alimentos, lo cual en la cultura<br />
oriental de la época de Jesús era un gesto<br />
profundamente ameno. La actitud de Jesús a pesar de<br />
saber que pronto va a padecer no está centrada en si<br />
mismo, sino en el amor hacia sus discípulos.<br />
Les habla y les trata con la actitud de quien les ama,<br />
no les recrimina su abandono, ni les culpa por lo que<br />
ha de padecer, mas bien, les enseña a amarse, con<br />
gestos dignos de emular.<br />
Y, en ese contexto, les anima a amarse como él les ha<br />
amado, para que el mundo crea. En el evangelio de<br />
Mateo 28, cuando Jesús hace el envío de sus discípulos<br />
les manda a que enseñen todo lo que él les había<br />
enseñado, y seguramente, en esa expresión incluía la<br />
actitud enseñada aquella noche acerca del amor. Hay<br />
que amar hasta que duela diría alguien.<br />
AMAR A LA VIDA Y A LA SOCIEDAD<br />
Pero ese amor nos demanda despojarnos del<br />
individualismo excesivo, que compite, que ahoga, que<br />
angustia y provoca una ansiedad contínua, de la<br />
rivalidad y de la descalificación al otro o a la otra,<br />
debemos promover la otredad, la condición de<br />
reconocimiento del otro, de la otra, no del que es<br />
igual, o piensa igual a nosotros, del que difiere, del<br />
que se asume distinto.<br />
De esa manera podemos enfrentar los ataques del<br />
racismo, de la discriminación, del estigma, del efecto<br />
pigmaleon, de todas esas calamidades que destruyen<br />
la convivencia de los seres humanos hoy en día. Amar<br />
como Jesús hasta quien nos entrega, no por<br />
ingenuidad sino por una capacidad de entendimiento<br />
hasta del que hace daño más allá de su total<br />
comprensión si el daño que hace es en realidad el que<br />
en el fondo desea provocar.<br />
Y esto podrá sonar ilógico para personas que han sido<br />
afectada duramente por otras personas, pero en la<br />
actualidad es tan frecuente encontrarse a pobres<br />
destruyendo a otros pobres, a través de guerras, de la<br />
delincuencia misma que no podemos menos que<br />
considerar que ni siquiera existe conciencia del daño<br />
que se genera a la misma especie<br />
EL LLAMADO A LA ACCIÓN <strong>DE</strong>L<br />
<strong>AMOR</strong><br />
Hoy en día, no basta amar del modo convencional,<br />
hay que amar más allá de los convencionalismos, hay<br />
que demostrar el amor con acciones concretas de<br />
respeto, de reconocimiento y de práxis individual y<br />
social. Amar no solo a la familia, cuidar no solo a<br />
nuestros propios hijos sino a los del vecino, guardar<br />
nuestra casa y el vecindario para construir una paz<br />
sostenible.<br />
Sentarnos a la mesa de la humanidad conscientes de<br />
una misma condición, de que somos parte de una<br />
misma especie y que vivimos en un mismo planeta el<br />
cual al ser destruido impactará a todos por igual, no<br />
hay duda que la muerte es lo más democrático para<br />
los seres humanos porque en ella no hay condición<br />
que distinga más allá del costo del féretro o la<br />
ceremonia fúnebre.<br />
Que este Domingo, al venir a la mesa de la<br />
comunión, el Espíritu de Dios nos toque de tal modo<br />
que el perdón, la caridad y el compromiso nos<br />
animen a caminar paso a paso para construir una<br />
nueva sociedad, empezando con nuestras propias<br />
vidas, nuestras relaciones, con la familia, en el lugar<br />
de trabajo y que nunca renunciemos a hacer del<br />
amor el centro de una nueva civilización.