ESCAPULARIO julio agosto 2019

Fernando Chica Arellano, Observador Permanente de la Sta. Sede
ante la FAO, el FIDA y el PMA
fice (sin duda, lo
más importante),
sino también
de su labor eclesial
en momentos
muy arduos
y complicados,
cuando hacía
falta llevar al
buen puerto los
trabajos ya iniciados
del Concilio
Vaticano y
cuando la humanidad
se debatía entre problemas y
necesidades acuciantes.
En este sentido, hay una dimensión
de su rica biografía y de su testimonio
que quisiera subrayar ahora
que la Iglesia se apresta a celebrar
por primera vez la memoria: su lucha
incansable y su denuncia valiente del
hambre como flagelo que avergüenza
a todo el género humano y como
verdadero pecado estructural que
viene a ser la consecuencia de inicuas
actitudes, de egoísmos y frecuentes
omisiones, sobre todo de enormes injusticias,
que, a su vez, traen consigo
todo un cortejo de funestos males.
En no pocas ocasiones el Papa
Montini se refirió a esta lacra. Sin
duda, la Encíclica Populorum Progressio
resalta por el acierto y clarividencia
de sus afirmaciones, por lo
cual sigue siendo un documento paradigmático
en este sentido. Desde
sus primeras líneas, Pablo VI muestra
cómo la Iglesia contempla seriamente
y con simpatía el desarrollo de los
pueblos (que da título a la Encíclica)
y sus denuedos por vencer la pobreza
y, sobre todo, el hambre:“El desarrollo
de los pueblos, y muy especialmente
el de aquellos que se esfuerzan
por escapar del hambre, de la miseria,
de las enfermedades endémicas, de la
ignorancia; que buscan una más amplia
participación en los frutos de la
civilización, una valoración más activa
de sus cualidades humanas; que se
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