ATES M1 C3 Las relaciones de amor

Sujetos de la Escuela Secundaria
Actualización Académica Acompañamiento
a las Trayectorias Escolares en la Educación Secundaria
Las relaciones de amor
Algunas de las cuestiones recurrentes que los jóvenes narran es la importancia de “conocer
al otro, saber de quién gusta” en cada grupo y las deliberaciones sobre si conviene o no
“ponerse” de novios en la escuela. También, qué sucede cuando se dan expectativas
ambiguas en las relaciones de “amigovios”, los riesgos y atracciones del “touch and go” o
de “ir picando” en distintas relaciones.
Uno de los comentarios recurrentes es sobre lo que cuesta conocer “quien gusta de
quién”, construyendo una red cada vez más visible de atracciones, que se hace pública en
las conversaciones cotidianas. Emergen las emociones de vergüenza, y temor al ridículo a
partir de lo que significa quedar expuesto en las intenciones amorosas con respecto a
alguien.
Mónica Maldonado plantea que los noviazgos adolescentes constituyen una novedad en las
relaciones de la sociabilidad, un “nosotros” por fuera del grupo de amigos y de la escuela:
“el noviazgo integra el adentro y el afuera para los novios, pero desintegra el adentro
escolar para el nosotros del grupo clase, en la medida en que los novios juegan su nuevo
estatus por encima de su pertenencia al nosotros del curso” (2005, p.732).
Para Jones (2010) las relaciones de noviazgo generalmente se construyen desde normas
tradicionales que implican una concepción jerárquica, asimétrica y heteronormativa, con
sanciones y recompensas a determinadas sexualidades rígidamente diferenciadas para
varones y mujeres. También son tradicionales los valores y expectativas de género que
operan al calificar, por ejemplo, a una adolescente de “puta”: el rechazo social a la
expresión de un interés e iniciativa sexual de las mujeres (por el contrario, algo estimulado
entre los varones); la expectativa de resistencia femenina a las iniciativas masculinas.
También, la regla naturalizada de que la sexualidad de las mujeres debe tener como
contraparte necesaria los sentimientos amorosos del compañero y/o una relación
monogámica con continuidad temporal como en el noviazgo, mientras que los varones, en
cambio, pueden presentar sus encuentros sexuales como motivados exclusivamente por la
curiosidad o excitación (Jones, 2010, p.112).
Para las chicas, por caso, el noviazgo constituye el único vínculo legítimo para su actividad
sexual, ya que si tienen relaciones por fuera del mismo, será reprochada en su reputación
sexual. En cambio los varones pueden ir y venir en sus prácticas sexuales por fuera del
noviazgo: se alabará su reputación sexual en términos de mayores conquistas.
Aunque para muchos estudiantes la búsqueda de una pareja puede ser lo más importante
en la escuela, la opción por una relación de “noviazgo” está entre varios tipos posibles de
elecciones afectivas. Relacionarse con otro desde la atracción amorosa y el ejercicio de la
sexualidad es una oportunidad potencial en las relaciones cotidianas en la escuela. Si bien
la mayor parte de los chicos y chicas consultados reconocen que lo más común, antes de
ponerse de novios, es “ir picando” en las relaciones con distintas personas y en varios
contextos de oportunidad (como los bailes, las fiestas de quince y las salidas al cine).
Además, hay una búsqueda de establecer cada vez mayor intimidad, primero a través de la
comunicación con fines de seducción: “charlarse”, y luego a través de los “chapes” que
pueden ser la antesala de las relaciones sexuales.

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