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LAS SEMILLAS DE LA FELICIDAD

Comprender lo que es la Felicidad, la Paz, etc..

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Las semillas

de la felicidad


Traducción del francés

título original: LES SEMENCES DU BONHEUR

©Copyright 1998 reservado a Editions Prosveta, S.A. para todos

los países. Prohibida cualquier reproducción, adaptación, representación

o edición sin la autorización del autor y del editor.

Tampoco está permitida la reproducción de copias individuales,

audiovisuales o de cualquier otro tipo sin la debida autorización

del autor y del editor (Ley del 11 de marzo 1957, revisada).

Editions Prosveta, S.A. ­ B.P. 12 ­ 83601 Fréjus Cedex (Francia)

ISBN 84­931708­ 7­9

Edición original: ISBN 2­85566­482­9

Dep. Legal: 47.928­2001


Omraam Míkhaél A'ivanhov

Las semillas

de la felicidad

¡a edición

Colección lzvor

Nº 231

EDICIONES ~ PROSVEl'A


Del mismo autor:

Traducciones del francés

Colección Irvor

201 ­ Hacia una civilización solar

202 ­ El hombre a la conquista de su destino

203 ­ Una educación que comienza antes del nacimiento

204 ­ El yoga de la nutrición

205 ­ La energía sexual o el Dragón alado

206 ­ Una filosofía de lo Universal

207 ­ ¿Qué es un Maestro espiritual?

208 ­ El egregor de la paloma o el reino de la paz

209 ­ Navidad y Pascua en Ja tradición iniciática

21 O ­ El árbol de la ciencia del bien y del mal

211 ­ La libertad, conquista del espíritu

212 ­ La luz, espíritu vivo

213 ­ Naturaleza humana y naturaleza divina

214 ­ La galvanoplastia espiritual y el futuro de la humanidad

215 ­ La verdadera enseñanza de Cristo

216 ­ Los secretos del libro de la naturaleza

217 ­ Nueva luz sobre los Evangelios

218 ­ El lenguaje de las figuras geométricas

219 ­ Centros y cuerpos sutiles

220 ­ El zodíaco, clave del hombre y del universo

221 ­ El trabajo alquímico o la búsqueda de Ja perfección

222 ­ La vida psíquica: elementos y estructuras

223 ­ Creación artística y creación espiritual

224 ­ Poderes del pensamiento

225 ­ Armonía y salud

226 ­ El libro de la Magia divina

227 ­ Reglas de oro para la vida cotidiana

228 ­ Mirada al más allá

229 ­ La vía del silencio

230 ­ La Ciudad celeste. (Comentarios del Apocalipsis)

231 ­ Las semillas de la felicidad

233 ­ Un futuro para la juventud

234 ­ La verdad, fruto de la sabiduría y del amor

235 ­ En espíritu y en verdad

236 ­ Del hombre a Dios

237 ­ La Balanza cósmica

238 ­ La fe que mueve montañas


El lector comprenderá mejor ciertos

aspectos de los textos del Maestro Omraam

Mikhael Atvanhov presentados en este

volumen, si tiene en cuenta que se trata de

una Enseñanza estrictamente oral.



I

LA FELICIDAD: UN DON A CULTIVAR



Los humanos vienen a la tierra con ciertas aspiraciones:

tienen necesidad de amar y de ser amados

; tienen necesidad de conocer, de crear y el hecho

de realizar esas aspiraciones es a lo que le llaman

felicidad. Sin embargo para realizarlas deben añadir,

sin cesar, algo al bagaje con el que han venido,

ya que no basta desear para obtener lo que se

desea. Desean amar y ser amados, pero he aquí que

se sienten solos y decepcionados ... Desean comprender

pero siempre están tan limitados como desorientados

... Desean crear y no llegan a hacer más que

chapuzas. Para conseguir realizar todas esas aspiraciones,

es necesario un largo aprendizaje bajo la

dirección de un instructor que los lleve por la senda

del verdadero amor, de la verdadera comprensión,

de la verdadera creación.

Todos los humanos quieren la felicidad, pero

no saben cómo obtenerla y no se imaginan siquiera

que para ello hay que hacer un trabajo, que seguir

una disciplina. Desde el momento en que han venido


12 Las semillas de la felicidad

a la tierra, comen, beben, duermen, se pasean, van

de un lado para otro, tienen hijos y piensan que

automáticamente deben ser felices. Pero los animales

realizan más o menos las mismas actividades.

¿Entonces? No basta estar en el mundo para ser

feliz. Para ser feliz, hay que hacer cierto número

de cosas ... ¡y no hacer otras! La felicidad es como

un don que se debe cultivar. En la medida en que

no se cultiva, no se obtiene nada. Ocurre exactamente

lo mismo con los dones artísticos: ni siquiera

las personas más dotadas para la música, la pintura,

la danza, etc., podrán realizar algo si no trabajan

· todos los días con tenacidad para cultivar esos

dones.

Si queréis la felicidad, no os quedéis sin hacer

nada: id en busca de los elementos que os permitirán

alimentarla. Esos elementos pertenecen al mundo

divino y, cuando los hayáis encontrado, amaréis

a todo el mundo y seréis amados, poseeréis una mejor

comprensión de las cosas y, al fin, tendréis el

poder de actuar y de realizar.


11

LA FELICIDAD NO ES EL PLACER



La necesidad de encontrar la felicidad está profundamente

arraigada en el ser humano. Es esta

necesidad la que le estimula, la que le guía. Aun

cuando, según su temperamento, mire esa felicidad

bajo formas diferentes, se le aparece sobre todo

bajo la forma del placer, ya que la felicidad no va

nunca separada del placer y la mayoría de las personas

confunden incluso una cosa con la otra. Se

imaginan que todo lo que les parece atractivo, simpático,

que les gusta, que les dice algo, es lo que

les va a hacer felices. Pero no es así. Si se analiza

lo que realmente es el placer, cómo se halla, dónde

se encuentra, se comprenderá que es mucho más

complicado.

Cuando se observa la energía que despliegan los

humanos para sumergirse en aquellas actividades

que les dan placer, es evidente que, si la felicidad

fuera sinónimo de placer, todo el mundo nadaría en

la felicidad. Pero más bien se produce lo contrario:

a menudo, allí donde las personas encuentran

placer, también allí encuentran su desgracia.

su


16 Las semillas de la felicidad

El placer es una sensación momentáneamente

agradable que os impulsa a creer que, prolongándola

durante el mayor tiempo posible, seréis felices.

Pero no es así. ¿Por qué? Porque esas actividades

que os procuran rápida y fácilmente una sensación

agradable no están situadas, la mayoría de las veces,

en un plano muy elevado: sólo llegan al cuerpo

físico, quizás al corazón y un poco al intelecto. Sin

embargo, no se puede ser feliz cuando se busca satisfacer

únicamente al cuerpo físico, al corazón e

incluso al intelecto, porque son satisfacciones parciales

y efímeras. La felicidad, contrariamente al

placer, no es una sensación del instante y afecta a

la totalidad del ser.

Quien cree encontrar la felicidad en el placer

puede compararse al borracho: bebe vino o alcohol

y se siente bien. ¡Ah! Olvida todas sus preocupaciones

y saca la conclusión, por consiguiente, de que

beber es magnifico. Si, si hay que pronunciarse con

respecto a algunos minutos, a algunas horas, esto

puede parecer magnífico. Pero, al cabo de unos

cuantos años, ¿qué se producirá? La pérdida de las

facultades, la imposibilidad de llevar una vida familiar

y social equilibrada, la decadencia, quizás el crimen

... Pues bien, en numerosas circunstancias, las

personas se comportan como el borracho: ya que

en aquel instante las cosas les parecen agradables

y sacan la conclusión de que permanecerán así toda

la eternidad. Desgraciadamente para ellos, se ven


La felicidad no es el placer 17

obligados a constatar, a continuación, las pérdidas,

los perjuicios, y sufren.

Ocurre lo mismo cuando se trata de personas

con las que eligen fundar una familia, trabar una

amistad o asociarse para un trabajo: tienen tendencia

a guiarse según la primera impresión de placer

o de disgusto, de simpatía o de antipatía. Piensan:

«{Oh, esto me dice algo !», y sin razonar, sin profundizar,

toman una decisión, sin ver que en realidad

están tratando con un malhechor. Y se alejan

de otro que encuentran menos agradable, aunque

se trate de un hombre justo, honrado, y bueno. En

la medida en que una persona se guía por la simpatía

o la antipatía, que son impresiones momentáneas,

y no por la sabiduría que ve mucho más lejos, que

ve mucho más allá, esta persona se equivocará.

Los Iniciados, los sabios nos previenen acerca

de la realidad de las cosas; nos dicen: «Atención

a lo que hacéis : una vez transcurrido el primer

momento de satisfacción, pagaréis muy cara vuestra

falta de clarividencia.» Y es así. ¡Cuántas cosas hay

que son momentáneamente agradables, pero

luego ... ! Por algunos minutos agradables de vez en

cuando, hay que vivir años de sufrimiento. Por esto

hay que estar alerta y desconfiar siempre un poco

de lo que es agradable.

Existen algunos placeres que alimentan el alma

y el espíritu: es verdad. Pero no es eso lo que eligen

con preferencia los humanos. Además, el hecho de


18 Las semillas de la felicidad

guiarse por el placer presenta algunos peligros, ya

que lo que les place alimenta la mayoría de las veces

sus instintos más que su alma y su espíritu. He ahí

la prueba: basta ver dónde encuentran el placer:

comer, beber, acostarse con alguien, jugar en el

casino, aplastar a los demás, vengarse, etc., posibilidades

no faltan. Pero, entonces, ¿a dónde van

de este modo? Ciertamente, no van hacia la f elicidad,

ya que la felicidad es algo vasto, infinito, mientras

que el placer sólo afecta a un ámbito muy limitado

del hombre, el de la naturaleza inferior,

egoísta, limitada.

Buscando el placer, el hombre piensa, sobre

todo, en sí mismo, ya que su placer es él. No busca

el placer de los demás, sino únicamente el suyo. Es

así como se limita y se envilece porque, para obtener

ese placer y defenderlo, está obligado, a menudo,

a emplear métodos no muy católicos: se vuelve

injusto, cruel y, si en un momento u otro se ve privado

de ese placer, se muestra irritable, agresivo,

vengativo. Entonces, ¿de qué felicidad gozará? Se

vuelve insoportable con respecto a los demás, que

no cesan de hacérselo sentir.

Naturalmente, no digo que haya que privarse

de todos los placeres y de todas las satisfacciones :

esto sería estúpido. Por otro lado, es la naturaleza

la que impulsa a los humanos a buscar el placer;

si no, la vida perdería su gusto, su sentido; sería

triste, monótona. Es el placer lo que anima, lo que


La felicidad no es el placer 19

da color a la existencia, y no se trata en modo alguno

de suprimirlo. Es necesario solamente no ponerlo

en primer término, no hacer de él un objetivo en

la vida, sino orientar esta tendencia al placer hacia

un sentido constructivo.

Todos nosotros tenemos instintos, deseos, y es

normal, pero ello no es una razón para dejarnos llevar

y hacer únicamente lo que nos place. Si el Cielo

nos ha dado el cerebro, es para que nos sirvamos

de él a fin de orientarnos correctamente. El ser

humano es como una nave que navega en el océano

de la vida; a bordo de esta nave están los marineros

que se ocupan de poner combustible en las calderas

para su propulsión y, luego, está el comandante con

su brújula, que se ocupa de la orientación. Los marineros

son los instintos, los apetitos: son ciegos, pero

nos hacen avanzar. El comandante es la inteligencia

y la sabiduría que proporciona la dirección y vigila

que la nave no vaya a estrellarse contra los escollos

o a chocar contra otro buque. Desgraciadamente,

esas naves que son los humanos están a menudo a

punto de zozobrar, porque el comandante deja

actuar a los marineros a su placer.

Las mayores desilusiones esperan a quien toma

el placer como guía y como criterio, ya que no ve las

consecuencias de las elecciones que está haciendo.

Hay que buscar a otro guía: la razón, pues ella ve

las consecuencias de cada una de las direcciones

hacia las que os sentís inclinados y os advierte:


20 Las semillas de la felicidad

«Atención, por aquí te vas a estrellar ... Por allí,

sí, puedes ir ... » Desgraciadamente, si habláis con

la gente, veréis que la mayoría de las personas están

convencidas de que no podrán alegrar su ánimo si

no llegan a hacer lo que les place. Y por ello están

dispuestas a saltarse todas las reglas, todos los

«tabús». Dicen que ellos quieren ser libres, ¿Y qué

es esta libertad? La de hacer locuras e incluso la

de destruirse. Porque cuando una persona se libera,

por así decirlo, de la luz, de la sabiduría, de la razón,

para gozar por unos momentos del placer, inevitablemente

sufrirá incluso físicamente: se pondrán

enfermos, ya que la enfermedad no es más que la

manifestación en el plano físico de los desórdenes

que se han dejado instalar en el plano psíquico.

Querer cambiar los prejuicios y las reglas de una

moral demasiado estrecha, para ser al fin y al cabo

uno mismo, no es malo, sino al contrario. Pero hay

que saber que bajo las leyes de la moral humana

existen las leyes eternas establecidas por la Inteligencia

cósmica y que, tanto si se quiere como si no, si se

transgreden estas leyes, se paga con la aflicción, el

sufrimiento y la enfermedad. Os lo he dicho ya

desde hace mucho tiempo: es fácil prever que aparecerán

en el mundo nuevas enfermedades debido a

la manera como los humanos viven su libertad y, en

ciertos casos, estas enfermedades serán incurables.

Naturalmente, la Inteligencia cósmica no es tan

cruel como para destruir inmediatamente a alguien


La felicidad no es el placer 21

a la mínima falta. Quien hace excesos en la alimentación,

en la bebida, en el tabaco, en la sexualidad,

etc., puede caer enfermo sólo al cabo de unos años.

Pero precisamente por ello es fácil prever que, si

no cambia rápidamente de conducta, no podrá escapar

de la enfermedad. El organismo que va más allá

de la medida, en el terreno que sea, es como un artesanado

que los gusanos van corroyendo: no lo destruyen

de un día para otro, pero al cabo de los años

la casa se hunde de repente. Muchas cosas son así

en la vida y, como la gente no comprende la manera

como trabajan las leyes, razonan en función de lo

ocurrido en un corto espacio de tiempo. La gente

dice: «Mirad a fulano de tal: es honrado, razonable,

bueno y, sin embargo, no obtiene ninguna

recompensa. En cambio aquel otro es un bribón y

todo le sale bien.» Y de aquí la gente saca la conclusión

de que es más ventajoso ser un bribón. He

ahí la filosofía que circula ahora por el mundo : la

gente no ve más allá de su nariz.

En realidad, para comprender cómo trabajan las

leyes, es necesario poder observar a los seres y los

acontecimientos en un largo período. Un momento

concreto del período de duración es insuficiente para

poderse pronunciar. Mirad lo que pasa por los

países, por ejemplo: a menudo, sólo al cabo de los

siglos se puede comprender cómo un país ha ido

poco a poco deteriorándose; los que estaban a punto

de vivir esa decadencia no se daban cuenta de ello.


22 Las semillas de la felicidad

Lo mismo ocurre con los humanos. Algunas veces,

las consecuencias de una buena o mala conducta no

pueden constatarse en la encarnación actual, sino

en la siguiente.

Pues bien, desgraciada o felizmente, la felicidad

para el hombre no consiste en hacer lo que le place

y como le place, ya que, os lo repito, la felicidad

no es el placer. Entonces, prestad atención: no os

dejéis influir. Muchos han encontrado normal el

hecho de respetar ciertas reglas de conducta y, luego,

se han puesto a transgredirlas porque han oído decir

a otras personas que eran pamplinas ridículas de las

que era necesario liberarse. Y, al fin se han liberado

tanto que se han estrellado. Es así como personas

que se creen muy inteligentes no sólo se precipitan

ellas mismas hacía catástrofes, sino qu~ también

arrastran a gran cantidad de ingenuos que les

siguen. Ya conocéis la parábola de los ciegos del

Evangelio: si unos ciegos conducen a otros ciegos,

todos caen en la misma fosa. Sin duda, es algo que

está muy extendido: ¡cuántos sabios, filósofos, pensadores,

dicen cosas absurdas y, sin embargo, todos

los siguen! Mientras que, a los Iniciados que conocen

las bases sobre las cuales está construida la vida,

nadie los escucha, incluso se les rehuye. ¿Por qué?

Es muy sencillo: porque los Iniciados no presentan

las cosas de un modo tan agradable; ¡hablan

de leyes, de razón, de sabiduría, de dominio de sí

mismo e incluso de sacrificio! En cambio, los otros


La felicidad no es el placer 23

hablan de deseos, de placeres, de pasiones, de regocijos,

algo que evidentemente gusta a todo el

mundo. Pero, lo que os dice un Iniciado, es verdaderamente

para vuestro bien. Quizá no lo es para

lo que deseáis para vuestro bien momentáneo, pero

lo será para vuestro bien venidero, definitivo,

eterno. Sin embargo estáis ciegos. SÍ, de eso se trata,

de estar verdaderamente ciego: de no ver más que

el momento presente, la satisfacción inmediata de

un deseo, de una necesidad, de un instinto, en lugar

de mirar hacia el futuro, un poco más lejos.

Sin duda alguna, esas explicaciones que hago

ahora no son quizá para todo el mundo. En todo

caso, hay que dejar que las personas busquen la f elicidad

tal como la entienden; siempre encontrarán

algunas migajas que llevarse a la boca. ¡ La naturaleza

es así de generosa! Ha dejado en todas partes

algo para roer ... , incluso en las basuras, simbólicamente

hablando. Respecto a quienes no son capaces

de alimentarse en otra parte, ¿por qué hacerlos

morir de hambre privándolos de los únicos alimentos

que excitan su apetito? Estos alimentos los harán

enfermar, sin duda; pero, ¿qué hay que hacer, si

no desean otros ... ?

Respecto a quienes sienten que la plenitud, la

felicidad que buscan está en otra parte y desean

encontrarla, hay que ayudarlos. Es necesario decirles:

«La felicidad, la verdadera felicidad es muy

difícil de conseguir, pero no es algo imposible. Es


24 Las semillas de la felicidad

necesario mucho trabajo, mucha voluntad y sobre

todo discernimiento: comprender que lo que la

mayoría de los humanos llama «felicidad» no es

más que pequeños placeres, pequeñas satisfacciones,

apariencias de felicidad. Si queréis emprender este

largo y penoso camino hacia la verdadera felicidad

y, una vez que la hayáis obtenido, poder darla a

los demás, entonces, buscadla fuera de los caminos

trillados : ¡ fuera del placer!


111

LA FELICIDAD ESTA EN EL TRABAJO



¿ Dónde está en realidad el verdadero peligro

para el alcohólico? ¿En el alcohol? No, en su

cabeza. ¿Por qué? Porque ve las cosas únicamente

según el placer del instante. De momento bebe, se

siente bien y saca de ello la magnífica conclusión

de que todo será siempre así. Y aquí está el error.

Sí, en el momento presente, no hay nada mejor que

el placer, pero a la larga destruye.

Me diréis: «Bien, lo hemos comprendido: no

es el placer lo que nos dará la felicidad; pero entonces,

¿qué es lo que nos la dará?» El trabajo. ¡Oh!

Y a sé lo que me diréis ahora : Que se os quiere privar

de toda alegría, de toda satisfacción, que el trabajo

es penoso, que no hacéis más que trabajar y esto

no os hace en modo alguno felices. Pues bien, eso

prueba simplemente que no habéis comprendido

aún lo que es el verdadero trabajo; de lo contrario,

sabríais que es ahí donde encontraréis la felicidad.

El hecho de sustituir el placer por el trabajo equivale

a sustituir una actividad ordinaria, egoísta, por


28 Las semillas de la felicidad

una actividad más noble, más generosa, que engrandece

nuestra conciencia y despierta en nosotros

nuevas posibilidades. No se trata de privarnos del

placer, sino simplemente de no ponerlo en primer

término como objetivo de la existencia, ya que nos

debilita, nos empobrece. Quien busca el placer ante

todo se comporta como una persona que, al hacer

frío en invierno, utiliza para calentarse todos los

objetos de madera de su casa: las puertas, las ventanas,

las sillas, las camas, los armarios ... Al cabo

de cierto tiempo, ya no quedará nada. Ocurre lo

mismo con quien se deja guiar por el placer: todo

lo vive, como emociones, sensaciones, y quema poco

a poco sus reservas. Por consiguiente, quienes buscan

a toda costa el placer deben saber ante todo lo

que les espera: el empobrecimiento y la obcecación,

el ofuscamiento de la conciencia, ya que no podrán

conocer los tesoros del alma y del espíritu, sino solamente

lo que ocurre en el estómago, en el vientre

o incluso más abajo.

En lugar de tomar el placer como objetivo de

la existencia, hay que decirse: « ¡Ah ! Tengo que

hacer de mi vida algo sensato, útil, grande», y sustituir

así el placer por el trabajo, es decir, por un ideal.

¿Y cuál es este trabajo? El del sol. No he hallado

nunca una actividad que supere a la del sol. Sin cesar

nunca, ilumina, calienta, vivifica. He aquí un trabajo

que los humanos no han tomado nunca en consideración;

se han detenido en las apariencias.


La felicidad está en el trabajo 29

Si el discípulo toma seriamente ese oficio del sol,

no hay duda de que al principio lo desempeñará

mal, con imperfecciones, pero un día empezará a

brillar la luz, el calor, y la vida del sol. Cuando el

discípulo ha emprendido este trabajo, todas las

demás cosas lo tientan cada vez menos: esas pequeñas

alegrías, esas pequeñas distracciones palidecen

ante la grandiosa tarea de trabajar como el sol. Y

siente entonces un placer, una alegría, un engrandecimiento

incomparable.

Muchos aceptan que la felicidad se limita a algunas

efervescencias, a algunos fuegos de artificio

seguidos de penas y desesperaciones. Con todo, si

eso fuera verdaderamente la felicidad, no valdría

la pena buscarla. Algo tan fugaz, ¿de qué serviría

... ? ¿Y sabéis cómo descubrí que los franceses

son la gente más inteligente de la tierra? El día en

que, en París, oí por primera vez la canción: « Placer

de amor sólo dura un momento; pena de amor

dura toda la vida.» Sí. ¡Yo no había oído jamás

eso en Bulgaria! Por eso aprecio a los franceses :

por ese descubrimiento. Sólo me pregunto por qué,

después de haber encontrado tal verdad, siguen

comportándose como si la ignorasen.

En realidad el amor, el verdadero, cuando lo

habéis encontrado, nada ni nadie os lo puede arrebatar;

lo poseéis para siempre. Me diréis: «Sí, pero


30 Las semillas de la felicidad

cuando se ama a alguien, ¿cómo puede sustituirse

el placer por el trabajo? Es imposible.» Pero sí, es

posible. ¿Quién os impide tomar a ese ser en vuestros

brazos y concentraros con él en la luz, la belleza,

la vida eterna ... , sin ir más lejos? Naturalmente,

para algunos eso será imposible, puesto que están

persuadidos de que el placer sensual debe gobernar

su existencia. Sin embargo, si vosotros empezáis a

estudiar estos nuevos descubrimientos y a ejercitaros,

sentiréis que avanzáis, que otras facultades se

desarrollan poco a poco en vosotros y empezaréis

a sentir el placer de forma más sutil.

El placer sensual es al principio agradable, naturalmente,

pero poco a poco os destruye. El trabajo,

al contrario, es penoso al principio, pero, cuanto

más tiempo pasa, más resistentes os hacéis, más

ricos y felices. Vuestro interés radica pues en el

hecho de tomar el trabajo como objetivo de vuestra

vida, es decir, haciendo que cada momento del día

constituya una nueva ocasión de progreso en el

camino del dominio de sí mismo, de la armonía,

de la luz. Y ya veréis que en este trabajo es donde

un día gozaréis de los mayores placeres.

Sin embargo en este punto tampoco tenéis que

deteneros bajo la impresión del momento ya que,

a menudo, esta impresión es falsa. Es necesario

reflexionar para ver lo que vuestra decisión tendrá

como efecto a la larga. Trabajáis, hacéis esfuerzos

y, como por el momento no veis ninguna ventaja,


La felicidad está en el trabajo 31

os desanimáis. Sí, por el momento quizás es así pero

si vierais cómo yo lo veo todo lo que vuestro trabajo

os prepara de magnífico, ya no querríais

deteneros.



IV

LA FILOSOFIA DEL ESFUERZO



El hombre tiene una tendencia innata a evitar

los esfuerzos y hace todo lo posible para desembarazarse

de sus tareas cargándolas sobre los demás:

humanos, animales o máquinas. Y es así como se

debilita y pierde sus facultades. Quien quiera hacerse

resistente, inteligente y capaz de afrontar todas las

situaciones debe acostumbrarse a hacer esfuerzos.

Son los esfuerzos los que lo mantienen en pie y vivo.

En nuestros días se pueden adquirir gran cantidad

de cosas sin esfuerzo; pero, ¿cuál será el resultado?

Estaremos colmados exteriormente y nada más;

interiormente no tendremos nada, estaremos vacíos.

El progreso técnico, por ejemplo, ha aportado

muchas facilidades, no puede negarse; pero, al

mismo tiempo, lo que el hombre más necesita para

sobrevivir: la tierra, el agua y el aire, están cada

vez más contaminados y no cesan de absorber elementos

tóxicos que los envenenan. Entonces, todos

esos progresos no aportan gran cosa a su verdadera

expansión, a su verdadera felicidad: contribuyen


36 Las semillas de la felicidad

sobre todo a debilitarlo al ahorrarle esfuerzos. Sí,

son las máquinas las que trabajan por él, calculan

por él, memorizan por él, se desplazan por él, mientras

que él, durante todo ese tiempo, se desmorona.

Ha fabricado toda clase de ingenios para desplazarse

por el espacio y, en efecto, se pasea en el aire

con aviones, helicópteros, cohetes dirigidos, pero

internamente permanece pegado al suelo, incapaz

de despegarse, de elevarse con el pensamiento.

No os está prohibido el serviros de todos los

medios técnicos que están a vuestro alcance, ni de

fabricar otros si sois capaces de hacerlo, pero tenéis

que empezar por hacer un trabajo interior que os

permita serviros de esos medios para seguir enriqueciéndoos,

mientras que, por el momento, contribuyen

ante todo a desanimaros. Y también podéis

tener la gloria, la riqueza, el poder, pero no estaréis

satisfechos si no habéis hecho ningún esfuerzo por

obtenerlos. Tenéis que contar con el esfuerzo; es

en el esfuerzo donde encontraréis vuestra alegría,

vuestra felicidad. Porque el único punto de apoyo

sólido en que podéis fundar vuestra existencia está

en vosotros mismos y en vuestra propia actividad.

En la medida en que no hayáis comprendido esto,

no seréis jamás dueños de la situación, dependeréis

siempre de las condiciones externas, estaréis siempre

a merced de los cambios y no obtendréis jamás nada

de lo que deseáis profundamente: todo se os escapará.

Acostumbraos, pues, todos los días a contar


La filosofía del esfuerzo 37

solamente con vuestros esfuerzos y tendréis el cielo

y la tierra: nada podrá decepcionaros.

Me diréis : «Pero esfuerzos ya los hacemos;

precisamente no hacemos otra cosa : cada día vamos

a trabajar para ganarnos la vida ... » Sí, es verdad,

pero eso no basta y, ciertamente, no son esos esfuerzos

de los que os hablo. Os hablo de los esfuerzos

de vuestro corazón, de vuestra alma, de vuestro espíritu,

de los esfuerzos por encontraros, por relacionaros

con lo que hay de más esencial en vosotros

mismos: vuestro Y o superior. Estos son los esfuerzos

más importantes y debéis mantenerlos cada día,

pase lo que pase. Incluso si no llegáis a alcanzar el

ideal que buscáis, no abandonéis jamás vuestros

esfuerzos, ya que es esto únicamente lo que os quedará

incluso después de la muerte : los esfuerzos que

os imponéis a vosotros mismos, a fin de realizaros

plenamente. Estos esfuerzos son la clave de vuestro

futuro.

Por esto, cuando encontréis dificultades en vuestra

vida, no os sublevéis ni intentéis evitarlas; comprended

que es la Inteligencia cósmica la que os sitúa

en esas condiciones para impulsaros a ir más lejos

y más arriba. No pidáis que vuestra vida sea fácil.

Ningún alpinista podría hacer la ascensión de una

montaña si tuviera ante sí paredes perfectamente

lisas. Para subir le son necesarias asperezas donde

poner las manos y los pies, como también asperezas

donde atar las cuerdas. Es así como, poco a


38 Las semillas de la felicidad

poco, llega hasta la cima. Pues bien es necesario

igualmente encontrar en la vida dificultades, penas,

aflicciones, obstáculos.

Protestaréis diciendo que aquí hay una contradicción:

cada día os digo que la vida debe ser hecha

de armonía y de paz, y ahora os digo que hay

que encontrar dificultades y oposiciones para poder

progresar ... Hay que saberlo comprender: quienes

desean la armonía y la paz sin haber aprendido

antes a superar los obstáculos, se preparan, por el

contrario, a una vida de desórdenes y de turbaciones.

¿Por qué? Porque la verdadera armonía, la

verdadera paz son la recompensa que reciben solamente

aquellos que han llegado a conquistarlas,

manifestando cualidades de desinterés, de bondad,

de paciencia. En ese momento, aunque deban sufrir

pruebas, no se sienten turbados, no sufren y no

hacen sufrir a los demás puesto que han llegado a

transformarlo todo, a mejorarlo todo, a utilizarlo

todo. Gracias a un trabajo paciente, sostenido, han

llegado a establecer relaciones con el Cielo, a tener

intercambios con las entidades luminosas que

lo pueblan y un día se sienten transportados de súbito

hasta la cima. Allí ya no tienen necesidad de

agarrarse a las asperezas, de escalar penosamente:

[vuelan! ¿Es esto tan difícil de comprender?

Es necesario desear la felicidad, la plenitud y la

paz, ya que esto es la verdadera vida; pero mientras

se es demasiado imperfecto, se pasa de largo. He


La filosofía del esfuerzo 39

aquí la prueba: ¿quién no desea la felicidad? Todos

los humanos no desean más que eso; todos pasan

su tiempo haciendo proyectos para realizar lo que,

según creen, los hará felices. Pero he ahí que no

son felices ... Hay todavía algo que comprender y

rectificar. Sí, en tanto no hagáis esfuerzos en el camino

de la perfección, no puede desearse que la vida

sea fácil y agradable ­de todos modos. no lo será.

Hay que aceptar las dificultades sabiendo que

son los esfuerzos que nos obligamos a hacer, los

que nos conducirán a la verdadera felicidad.

Ya sé que os es difícil admitirlo, pero es la realidad.

Si las cosas llegaran tal como las deseamos,

¡sería a menudo catastrófico! No somos lo suficientemente

clarividentes para ver las consecuencias lejanas

de lo que deseamos. Lo que pensamos que

sería un bien para nosotros nos llevaría, si ello se

realizara, a pasar la vida en la pereza, en los placeres.

Sí, es una suerte que la Inteligencia cósmica no

conceda a los humanos la felicidad tal como ellos

la entienden: lo perderían todo e incluso el placer

de vivir. Porque la verdadera felicidad está en el esfuerzo.

Por esto no busquéis de nuevo los halagos y

las «golosinas». porque caeríais enfermos. Cuando

empecéis a amar la amargura y la quinina, estaréis

salvados. A menudo es lo que amáis lo que os pone

enfermos: por esto no lloréis si alguna vez os veis

privados de ello. Es el Cielo quien os lo priva para

que podáis manteneros vivos.


40 Las semillas de la felicidad

He ahí la verdadera filosofía que yo he recibido

y aceptado. Es mi filosofía y no la abandonaría

por todas las riquezas del mundo ... Ahora bien. esto

no quiere decir que, si me ofrecen riquezas, yo

las rehusaría. Todo es bienvenido si con ello se

puede hacer algo útil para los demás; pero no son

las riquezas lo que busco.

Entonces, he aquí lo esencial: esforzarse siempre

en la realización de vuestro ideal. Y aunque material,

exteriormente, es indudable de que eso no os

aportará gran cosa, sin embargo, internamente, ni tan

siquiera los reyes ni los príncipes de la tierra tendrán

lo que vosotros obtendréis. No os dejéis subyugar

siempre por la apariencia de las cosas; es internamente

que encontraréis los verdaderos tesoros y hasta

el infinito ... Cuando empecéis a hacer estos esfuerzos

vendrá la luz, vendrá la comprensión, vendrá

el poder, vendrán el orden y la armonía.

Los humanos están siempre obcecados por el

lado externo; incluso cuando se recogen en silencio,

piensan en los acontecimientos, en los objetos

externos. Sí, incluso en los momentos de recogimiento,

piensan en lo externo en lugar de buscar

dentro de ellos lo que hay de más profundo, su

centro. Y en cuanto a vosotros, si os analizáis os

daréis cuenta también de que no sabéis entrar y

quedaros en vosotros mismos; vuestra atención está

atraída sin cesar hacia el exterior. Me diréis:

«Pero lo que usted nos pide es demasiado difícil.»


La filosofía del esfuerzo 41

Quizá sí, pero es útil que lo hayáis entendido; un

día os acordaréis de ello y descubriréis que al fin

sois capaces de tener verdaderamente una vida interior.

Fundad vuestra existencia sobre vuestros propios

esfuerzos; no contéis con nada más. Aceptad

y utilizad todo lo que el mundo exterior os ofrece

de bueno, pero no contéis con ello. Porque vuestro

verdadero futuro es el recorrer todas las regiones

del espacio a través de las estrellas y de los soles,

y en ese viaje no podréis llevar con vosotros más

que las riquezas que habréis acumulado dentro de

vosotros. Tenéis que aprender respecto a aquello

en lo que debéis trabajar y con lo qué podéis contar.

Si sólo contáis con vuestro marido, con vuestros

hijos, con vuestra casa, con vuestro dinero. en

un momento u otro os decepcionaréis. No podéis

contar realmente mas que con el espíritu que es

pura actividad, esfuerzo constante. En cuanto al

resto, utilizadlo, si lo tenéis, y dad gracias al Cielo

de habéroslo dado, pero no contéis con ello.

Y os diré incluso: no contéis con vuestro Maestro,

no contéis conmigo en la medida en que me

consideréis alejado de vosotros, alguien que puede

venir o no a veros. Pero, si me colocáis en vosotros,

en vuestro corazón, en vuestra alma, podéis contar

conmigo porque mi presencia en vosotros será tan

fiel, tan verdadera como vosotros mismos. Y en

las desgracias, en los sufrimientos, me encontraréis


42 Las semillas de la felicidad

siempre allí para ayudaros porque sentiréis que en

todas partes estoy con vosotros, que no os abandono

jamás, que algo de mi saber, de mi amor, de

mi paciencia se infunde en vosotros. Me diréis:

«Entonces, ¿no es útil que vayamos a vuestro

encuentro? » Sí, utilizad estos encuentros, aprovechadlos,

pero no contéis exclusivamente con ellos,

si no, un día u otro, os sentiréis decepcionados y

desgraciados.


V

ES LA LUZ LO QUE DA LA FELICIDAD


La mayoría de las personas saben en el fondo

de sí mismas que el dinero no les dará la verdadera

felicidad. En Francia, existe este proverbio: «El

dinero no da la felicidad ... » Con todo, son también

conscientes de que el tenerlo les permite satisfacer

algunos de sus deseos. Y como tienen muchos

deseos, necesitan mucho dinero. Sin embargo, hay

que reflexionar : ¿los deseos que pueden satisfacerse

con dinero, son, la mayoría de las veces, deseos

desinteresados, muy elevados ... ?

Prestad pues mucha atención: preguntaros siempre

para qué queréis el dinero y con qué intención

vais a utilizarlo. Sí, es aquí donde tenéis que estar

atentos. Porque el dinero es el medio más poderoso

para satisfacer vuestra naturaleza inferior. Vuestro

ser divino no tiene necesidad de dinero: tiene necesidad

de luz, de amor, de infinito, de eternidad y

todo esto, no es con dinero que se consigue.

El dinero puede proporcionar solamente lo que

necesitáis en el plano material: alimentación, vesti­


46 Las semillas de la felicidad

dos, joyas, casas, coches, etc., pero nada más. A

menudo, ni siquiera puede serviros para recuperar

la salud. Y cuando os sentís turbados, angustiados,

cuando ya nada os apetece, ni siquiera el medicamento

más caro puede curaros. Admitiendo,

incluso, que os alivie un poco, la vida tan irrazonable

que lleváis hace que vosotros mismos destruyáis

los buenos efectos de este medicamento y

volváis a enfermar. Porque el mal tiene su origen

en vuestra forma de vivir y sólo podréis curarlo con

algo que no se compra.

El dinero es necesario, por supuesto; no seré yo

quien os diga que podéis vivir sin él, os convertirías

entonces en unos parásitos. Y por otro lado, el

hecho de suprimir el dinero tampoco sería una solución

tal como lo sugieren algunos que creen que es la

causa de todos los males de la sociedad. El dinero es

un medio de intercambio y, si se suprimiera, nos veríamos

obligados a reemplazarlo por otra moneda;

pues la vida en sociedad se basa en los intercambios

y, por consiguiente, nos encontraríamos ante el mismo

problema. La causa de los estragos que hace el

dinero, no está en él mismo, sino en la persona que

se sirve de él y que, a través de él, se esfuerza por

satisfacer sus apetencias. Desde el momento en que

esa persona tiene malas intenciones en su pensamiento,

el dinero la ayudará a realizarlas. Si en su

pensamiento tiene ideas más elevadas, el mismo

dinero se convertirá en una bendición en sus manos.


Es la luz lo que da la felicidad 47

El dinero tiene un gran poder sobre la naturaleza

inferior, la personalidad. Invita, excita: «Mira,

tienes los medios para arruinar a ése, para despojar

a aquél de sus posesiones. ¿Esta mujer está casada?

¿Qué importa? ¿Qué te retiene? Ya que te gusta,

puedes poseerla : ya lo verás ; no se resistirá ante el

coche y los diamantes que le vas a ofrecer.» Sí, el

dinero es un mal consejero de la personalidad : podemos

verlo todos los días. Si queréis conocer verdaderamente

a una persona, dadle mucho dinero y

observad cómo se comporta. Si no se lanza inmediatamente

en busca de placeres, si no se muestra

vanidosa, exigente, dura, arrogante, etc., ahí tenéis

a una magnífica persona con la que podéis contar,

ya que ha conseguido vencer las tentaciones que

puede producir el dinero.

Para solucionar de una vez por todas el problema

del dinero, es necesario saber que el peligro

consiste en dejar que se instale en el propio pensamiento.

Es decir: pensar solamente en él. Porque

la idea del dinero, el deseo del dinero se engrandece,

se hincha hasta tal punto, que ensombrece el cielo.

Es como una cortina que impide penetrar la luz

celeste para que se instale en el ser humano. Es

bueno tener dinero naturalmente, pero con la condición

de tenerlo en el bolsillo, en el cajón, en una

caja fuerte, para disponer de él cuando sea necesario

... , tenerlo donde sea, menos en vuestro pensamiento;

de lo contrario, se convertirá en vuestro


48 Las semillas de la felicidad

amo y vosotros seréis sus esclavos. Si sois su amo

y él os obedece, podréis hacer mucho bien; pero si

él es vuestro amo, llegará a dominaros y a eliminar

a vuestros semejantes. Y entonces es posible que

la multitud os admire, porque os habréis convertido

en un gran banquero, en un formidable hombre

de negocios que ha conseguido instalar sucursales

en todo el mundo; sí, pero como vosotros habréis

transgredido las leyes de la bondad, de la generosidad,

del desinterés, la justicia divina vendrá un

día a pediros cuentas, y entonces pagaréis estas

transgresiones con toda clase de pruebas físicas y

psíquicas.

Os toca a cada uno de vosotros el reflexionar

sobre la relación que debéis tener con el dinero,

pero debéis evitar, ante todo, considerarlo un ideal,

un objetivo en la vida, debéis evitar tenerlo en el

pensamiento pues se convertirá en una especie de

pantalla que impedirá pasar el sol, el espíritu, la

luz. Vuestra cabeza debe estar solamente a disposición

de la luz, del Cielo, de los ángeles, de los

arcángeles, a fin de recibir sus mensajes, sus consejos.

Si tenéis una pantalla en vuestra cabeza, los

mensajes serán desviados y no sabréis qué dirección

tomar, ya no seréis guiados. Y cuando ya no

se es guiado, lo primero que se hace es precipitarse

a las emboscadas y a los precipicios.

Para obtener la felicidad no tenéis necesidad

de tener dinero sino luz. A veces vienen algunos a


Es la luz lo que da la felicidad 49

pedirme consejo para elegir una profesión. Dudan:

¿han de seguir ese camino por donde ganarán

mucho dinero o bien han de elegir un oficio menos

lucrativo que les dejará, sin embargo, más tiempo

para hacer otra cosa? ... y yo, ¿qué creéis que les

digo? Como instructor, no he de decir a nadie si

debe hacer esto o aquello, sino que debo explicarle

solamente las consecuencias de sus elecciones;

luego, le toca a él decidir. Después de haber reflexionado

y de haberlo analizado todo, les respondo:

«Querer ganar mucho dinero no es malo, pero todo

depende de vuestro objetivo, de vuestro ideal,

de lo que queréis realizar en vuestra vida. Si vuestro

ideal es lo que habitualmente se llama «triunfar

en la vida», es decir, tener poder, influencia, entonces,

ganad mucho dinero. Pero, si tenéis por

ideal progresar en el camino de la vida interior, de

la vida espiritual, tendréis menos necesidades materiales

ya que podréis ser felices con menos dinero.

Sois vosotros quienes debéis elegir.»

Por otra parte, quien posee muchos bienes jamás

está tranquilo, es arrastrado sin cesar por un

torbellino de actividades, de preocupaciones, etc.

Debe estar siempre atento para protegerse de gente

ambiciosa, deshonesta y codiciosa, que ha fijado su

mirada en sus posesiones. E incluso aunque esté

muy vigilante, ¿cómo puede preverlo y remediarlo

todo! Hay preocupaciones sin fin que lo aturden, lo

materializan y le cortan los caminos de las regiones


50 Las semillas de la felicidad

espirituales. Pierde así mucho tiempo y energía que

podría emplear mas útilmente para su evolución y

también para la de los demás, ya que tendría ocasiones

de ayudarles con sus adquisiciones espirituales.

Sean cuales fueran las tareas que deben realizarse,

vale más no sobrecargarse sino contentarse

con lo necesario para vivir. Pedir más equivale a

complicarse la existencia.

Me diréis: «Hay personas que heredan grandes

fortunas: ¿es malo para su evolución?» En primer

lugar, no se trata de casos muy frecuentes y, además,

todo depende de la persona: si quiere utilizar

su dinero para satisfacer sus tendencias a la pereza,

sus caprichos, sus ambiciones, o bien es desinteresada,

dueña de sí misma y capaz de disponer de su

fortuna para hacer el bien a su alrededor.

Como todo, hay que ser consciente de que el

dinero sólo es útil en el plano material. En el plano

psíquico, espiritual, no se puede hacer ningún bien

con el dinero: ahí hace falta la luz, la luz que es de

oro fluido. Si amáis la luz, poseéis ya el oro en el

plano espiritual. Cuanto más ricos seáis de ese oro,

más posibilidades tenéis de ir a los almacenes celestiales

a «comprar» todo lo que no podréis encontrar

en ningún otro almacén: la sabiduría, el

amor, la alegría, el infinito, la eternidad. Por esto

los sabios, los Iniciados intentan almacenar la mayor

cantidad posible de oro en el plano espiritual

para poder enriquecerse de cualidades y de virtu­


Es la luz lo que da la felicidad 51

des con las que luego ayudarán a los demás. Aunque

no tengan nada de dinero en su bolsillo, gracias

a su luz siguen atrayendo regalos del Cielo y

distribuyéndolos a su alrededor.

Está claro pues que en el plano material es preferible

contentarse con poco. En el ámbito espiritual,

al contrario, hay que ser insaciable, no estar

jamás satisfecho de sí mismo ni de lo que se tiene,

sino querer siempre enriquecerse más y más, hacerse

más y más poderoso para el bien. Y tanto peor

si no es eso lo que enseña la moral y la religión corriente

para las que basta ser buen padre y buen

marido: alimentar y vestir a su mujer y a sus hijos,

llevarlos a pasear el domingo y pasar santamente la

tarde con toda la muchachada en casa. ¡He ahí los

modelos! ¡Oh! Sin duda, eso no es malo y muchas

personas ni siquiera son capaces de realizarlo. Pero

esta «moral» es insuficiente para quien pretende

vivir según las reglas de la verdadera moral, de la

verdadera religión.

La verdadera moral, la verdadera religión está

contenida en este precepto de Jesús: «Sed perfectos

como vuestro Padre Celestial es perfecto.» ¿Cómo

se puede ser perfecto siguiendo una moral tan corriente?

La distancia del hombre con respecto a

Dios es tan grande que uno se pregunta por qué Jesús

nos dio ese ideal que supera nuestra imagina­

ción: ¡sed perfecto como Dios mismo! Pues bien,

Él sabía exactamente lo que se hacía ... Porque en


52 Las semillas de la felicidad

el plano material, es bueno contentarse con pequeñas

cosas, ser agradecidos y dar las gracias por cada

una de ellas; pero en el plano espiritual no hay que

estar nunca satisfecho: hay que ser ambicioso, insaciable,

aspirar al ideal más elevado, el más inaccesible:

la perfección divina. Hay que pedir todos los

bienes celestiales. Sí, pedidlos al cien por cien ...

¡para obtener al menos un uno por ciento ! Y lo que

habéis de pedir es la luz, que todo se haga luz en

vuestros pensamientos, en vuestros sentimientos, en

vuestros actos, en vuestro cuerpo físico. La luz: esta

palabra resume, condensa todos los bienes que

pueda imaginarse, todo lo que hay de más puro,

de más poderoso, de más bello, de más sublime ...

Dios mismo.

Las primeras veces en que me encontré al

Maestro Peter Deunov yo era muy joven. Un día

le pregunté: «Maestro, ¿cuál es el mejor método

para unirse a Dios durante las meditaciones?» El

me contestó: «El trabajo con la luz, pues la luz es

la expresión del esplendor divino. Hay que concentrarse

en la luz y trabajar con ella: sumergirse, regocijarse

en ella. A través de la luz nos ponemos en

relación con Dios.» Por esto os lo digo también a

vosotros: no hay mejor trabajo que el trabajo con

la luz. La luz es como un océano de vida que palpita,

que vibra; podéis sumergiros en ella para nadar,

purificaros, beber, alimentaros ... Es en el seno de

la luz en donde gozaréis de la plenitud.


Es la luz lo que da la felicidad 53

La luz es también el símbolo de todos los colores

en los que podéis concentraros, sea por separado,

sea combinándolos entre sí. Una vez hayáis llegado

a crear esos colores mediante el pensamiento, podéis

hacerlos pasar a través de vosotros, proyectarlos

sobre los seres que amáis y sobre el mundo entero.

Este trabajo con la luz es un trabajo con las virtudes,

con las fuerzas y las entidades celestiales ya que,

detrás de la luz y de los colores, hay toda una vida

escondida cuya representación visible son ellos. Por

los colores entráis en relación con esa vida.

Hay otra frase del Maestro, más o menos de la

misma época, que tampoco he olvidado. En aquel

tiempo daba aún conferencias en una sala de la calle

Oborichté, en Sofía, antes de que la Fraternidad se

instalara fuera de la ciudad, en Izgrev. Un día, antes

de la conferencia, un señor que había venido a verlo

le planteó toda clase de preguntas. Yo estaba allí

y escuchaba ... El Maestro era siempre sencillo, natural,

digno, grave. Respondía muy amablemente,

pero muy brevemente. En un momento dado, la pregunta

planteada fue: «¿Por qué signo se reconoce

la evolución de un hombre?» Y el Maestro respondió:

«Por la intensidad de la luz que emana de él.»

Yo era muy joven entonces y no poseía aún esos

criterios; por eso aquella respuesta me afectó tanto,

que en ella fundé en seguida una gran parte de mi

existencia. Alo largo de mi vida yo comprendí también

que se podía juzgar a los seres por su luz.


54 Las semillas de la felicidad

Esta luz, ciertamente, no es realmente visible,

pero se la percibe en la mirada, en la expresión del

rostro, en la armonía de los gestos. No depende ni de

las facultades intelectuales ni de la educación, sino

que es manifestación de la vida divina, y es esta luz

la que debemos buscar sin saciarnos jamás de ella.


VI

EL SENTIDO

DE LA VIDA



Todo ser humano sin excepción busca consciente

o inconscientemente dar un sentido a su vida. Tiene

necesidad de una razón de ser y cada día intenta

encontrarla a través de todo lo que hace: en su vida

familiar, social, profesional. Pero en realidad ningún

éxito, ninguna posesión material puede darle

el sentido de la vida porque se trata precisamente

de un «sentido» y el sentido no es material, no

puede encontrarse más que muy arriba, en los

planos sutiles. Más abajo se encuentran solamente

formas. La forma, sin duda, puede ser llenada por

un contenido que es dado por el sentimiento, la sensación

que se experimenta cuando se ama verdaderamente

un objeto, un ser o una actividad. Pero el

sentimiento es pasajero, y un día u otro sentiréis

un vacío y sufriréis. Hay pues que ir a buscar algo

más allá del contenido: el sentido. Cuando se ha

alcanzado el sentido, se posee la plenitud.

Un ejemplo os hará comprender mejor lo que

quiero explicaros. Ayer comisteis de forma exce­


58 Las semillas de la felicidad

lente, pero esa comida era solamente para ayer; hoy

tenéis necesidad de comer de nuevo; el recuerdo de

la comida de ayer no llena vuestro estómago. Pero

si leyendo un libro, mirando un cuadro, escuchando

música, sentís de repente que llegáis a alcanzar una

verdad que transforma vuestra visión de las cosas,

esa revelación todavía durará mañana y pasado

mañana. Porque a través del libro, del cuadro o de

la música, vuestro espíritu se ha elevado muy alto

y ha tomado un sentido. Es como un elemento

eterno que entra en vosotros y que ya no os abandona

jamás.

Cuando lleguéis a entender el sentido de las

cosas, lo poseeréis para siempre. Pero para encontrarlo

tenéis que alimentaros, pensar, amar y actuar

en los planos superiores. Mientras que si lo buscáis

demasiado abajo, no lo encontraréis. Nada que sea

material os aportará ese sentido. En cambio, basta

que captéis o que se os de una verdad, para que

viváis, trabajéis con ella y obtengáis resultados todos

los días.

Por supuesto no es suficiente tener de vez en

cuando un momento de inspiración, de luz, para

dar un sentido a la propia vida; es necesario también

saber hacer durar ese momento a fin de que se convierta

en un estado de conciencia permanente que

purifique, ordene y lo restablezca todo en vosotros.

Desgraciadamente a menudo sois tan indolentes y

superficiales que en pocos minutos pasáis del mundo


El sentido de la vida 59

divino a las preocupaciones más prosaicas y estúpidas,

y es como si de repente todo se hubiera borrado.

Pues bien, no sabéis lo que os perdéis porque

ese estado tenía el poder de actuar sobre todo vuestro

ser para calmar y armonizar sus movimientos ;

si hubierais podido mantenerlo, habríais sido capaces

de impedir que se introdujera en vosotros ciertos

estados negativos. Pero he aquí que os hacen falta

variaciones, cambios, y después de haber meditado,

rezado, tenéis necesidad de pensar en bagatelas, en

negocios, en venganzas, en placeres.

Me diréis: «Pero con todo eso usted nos pide

algo imposible. En la vida no se puede mantener

continuamente los estados divinos.» Sí, en apariencia

tenéis razón, lo sé: vivo en el mismo mundo que

vosotros y sé lo que pasa. Pero sé también que, aunque

ocurra eso, a pesar del cansancio, del desánimo,

de las penas, de las desgracias, el discípulo de la luz

no se deja nunca arrastrar antes bien se aferra a lo

que ha vivido de grande, de bello, a esas experiencias

que le han dado, en momentos de privilegio,

el verdadero sentido de la vida.

Entonces, aunque en la existencia sea imposible

no sufrir, no llorar, debéis conservar en vosotros

ese sentido; y no solamente conservarlo, sino también

utilizar las dificultades de la vida cotidiana para

reforzarlo, ampliarlo. Es así como trabajan los

auténticos espiritualistas. Jamás, suceda lo que

suceda, no interrumpen el trabajo divino que han


60 Las semillas de la felicidad

emprendido en su interior. Incluso, en medio de las

peores pruebas, se dicen: «He ahí una buena ocasión

para movilizar y atajar todas las fuerzas hostiles

al servicio de mi trabajo.» En cambio, la mayoría

de los humanos, incluso si no les ocurre nada malo,

se las arreglan para demoler, con su indolencia todo

lo que han podido conseguir de bueno. Y se repite

de nuevo el proceso: se crea, se destruye, se crea,

se destruye ... , y por eso no se obtienen resultados.

Para obtener resultados es necesario persistir en el

trabajo espiritual que se ha emprendido, es decir,

ponerlo todo al servicio de ese trabajo: lo bueno,

lo malo, las alegrías, las penas, las esperanzas, el

desánimo, sí, todo al servicio del trabajo. He ahí

lo que verdaderamente se llama construir porque

cada día trae elementos nuevos.

El sentido de la vida no lo encontraréis ni en la

familia, ni en la profesión, ni en el arte, ni en los

viajes, etc. Pueden ser medios que os ayuden a acercaros

a ese sentido, pero no lo contienen. La

prueba: la familia, la profesión, los viajes o el arte

no han impedido jamás a un hombre o a una mujer

de suicidarse.

Sólo dedicándoos a participar en la realización

del Reino de Dios y de su Justicia encontraréis el

sentido de la vida. Porque sea lo que sea lo que os

suceda, sabéis que sois un obrero en el campo del

Señor y os sentís colmados, felices, confortados ya


El sentido de la vida 61

que participáis en un gran trabajo. No estáis solos,

no estáis abandonados. Desde hoy todos pueden

encontrar el sentido de la vida porque, desde hoy,

en lugar de trabajar para sí mismos, para sus necesidades,

para su satisfacción, pueden decir: «Desde

ahora voy a trabajar para el Reino de Dios y su Justicia.»

E incluso, si son desconocidos en la tierra,

su nombre está escrito en el Libro de la Vida y son

colmados por las bendiciones del Cielo. Nada es más

glorioso que comprometerse en este trabajo. Sí, hay

que ir siempre más lejos, tener aspiraciones cada

vez más amplias, más vastas: esto es lo que da verdaderamente

un sentido a la vida.

Y cuando hayáis vivido un momento divino, sea

a través de la meditación, la plegaria, la música, la

lectura o la contemplación de un paisaje, intentad

apreciarlo y dar gracias al Cielo. Debéis deciros a

vosotros mismos: «¡Ah! [ Hoy he vivido algo excepcional

! Es necesario que lo siga alimentando mañana

e incluso pasado mañana, porque eso es el Cielo.

Ese momento va a transformarlo todo en mí.»

El hecho de encontrar el sentido de la vida equivale

a encontrar un elemento que sólo el mundo divino

puede daros; pero no lo da más que a aquellos

que, durante muchos años, hacen esfuerzos

para llegar hasta él. El sentido de la vida no es algo

que pueda fabricarse efectiva o mentalmente: no

es el hombre por sí mismo quien tiene la posibilidad

de decidir cual será para él.


62 Las semillas de la felicidad

El sentido de la vida es la recompensa de un trabajo

interior, paciente, incesante, que el hombre ha

emprendido y hecho con respecto a sí mismo.

Cuando ha llegado a cierto estado de conciencia

recibe del Cielo un electrón, como una gota de luz

que impregna toda la materia de su ser. A partir

de ese momento su vida adquiere una dimensión y

una intensidad nuevas; los acontecimientos se le

aparecen bajo una nueva claridad, como si se le

hubiera dado a conocer la razón de todas las cosas.

Ni siquiera la muerte le asusta porque precisamente

ese átomo, ese electrón, le descubre la inmensidad

de un mundo eterno donde ya no hay peligros ni

tinieblas y siente que marcha ya por el mundo ilimitado

de la luz.

Una vez se ha encontrado el sentido de la vida

todo palidece a su lado y las preocupaciones, las

penas de la existencia cotidiana pierden su importancia.

Todos aquellos que pasan su tiempo quejándose

y lamentándose de que no tienen dinero,

de que no obtienen los éxitos esperados, que son

abandonados o traicionados, manifiestan simplemente

que no han encontrado el verdadero sentido

de la vida. Si es el dinero, la ambición, la posesión

de un hombre o de una mujer lo que representaba

para ellos ese sentido, en este caso, evidentemente,

¡ no les faltaran ocasiones para sentirse decepcionados

y ser desgraciados!


El sentido de la vida 63

Encontrar el sentido de la vida equivale a alcanzar

un estado de conciencia tan elevado que abarca

todo el universo, y todas las pequeñas cosas de la

existencia se pierden y se disuelven en él. Incluso

cuando es despreciado, perseguido, quien ha encontrado

el sentido de la vida se siente reconfortado

y es él quien mira a los demás con piedad, diciéndose:

«Pobres no ven que, digan lo que digan,

hagan lo que hagan, yo vivo en la inmensidad, en

la eternidad, participo en la vida cósmica.»

Quizás penséis que todo lo que acabo de deciros

es difícil de comprender. En realidad sólo debéis

retener una cosa: sólo encontraréis el sentido de la

vida si os ponéis al servicio de un ideal sublime.

Porque tras ese ideal hay millares de criaturas luminosas

que trabajan y, cuando vean que participáis

con ellas en la construcción de un mundo nuevo os

colmarán de todos los beneficios y sentiréis entonces

en vosotros algo que estalla, que se desborda ...

Aunque no pidáis nada, aunque no esperéis nada,

sentiréis que lo habéis recibido todo.



VII

PAZ Y FELICIDAD



Cuántas veces oímos decir: « ¡Ah, que me dejen

en paz ! » Y se imaginan que, por el hecho de que

les «dejen en paz», todo irá bien y serán felices ...

Pero, ¿en qué consiste esta paz? ¿Es fácil tener la

paz y ser feliz? No: no se tiene una idea clara de

lo que es la paz como tampoco se tiene una idea

clara de lo que es la felicidad.

Mientras el hombre esté sometido a su naturaleza

inferior, a sus instintos, a sus apetencias, a sus

ambiciones, no puede vivir en paz. Mientras los

elementos de odio, de celos, de deseo existan en su

corazón, en su intelecto o en su voluntad, sólo tendrá

tropiezos y se sentirá turbado. A pesar de que

tenga algún momento de respiro porque cree que

ha llegado a obtener sus fines, los problemas

volverán a empezar muy pronto con lo que habrá

terminado « su paz».

La paz no consiste tampoco en llegar a estar

tranquilo unas horas o unos días, dado que se

encuentra en unas condiciones agradables o está solo


68 Las semillas de la felicidad

en las montañas. La paz, la verdadera paz, tal como

la conciben los Iniciados, es un estado de conciencia

superior que necesita el conocimiento de la estructura

del hombre y del universo. Sí, los Iniciados os

lo dirán: no disfrutaréis verdaderamente de la paz

hasta el día en que los elementos de vuestros dif e­

ren tes cuerpos (físico, astral, mental, causal, búdico,

átmico) estén purificados, armonizados entre ellos

y vibren al unísono con las regiones más elevadas

del universo.

La paz es, pues, un estado de conciencia al que

se llega tras un largo trabajo de autodominio y de

armonización interna. Mientras, llegaréis sin duda

a tener algunos instantes de tranquilidad, de quietud;

pero, en tanto no hayáis realizado ese trabajo,

no tendréis la paz, porque cada día, varias veces al

día, pueden producirse incidentes capaces de turbaros.

En cambio, cuando hayáis obtenido la verdadera

paz, aun cuando tengáis que afrontar dificultades,

desgracias, no tropezaréis; sin duda

podréis estar inquietos o ser desgraciados, pero sólo

superficialmente. Profundamente la paz no os abandonará

jamás; sentiréis que está siempre ahí con

vosotros ... Al igual que el fondo del mar: ninguna

tempestad puede turbarlo. En la paz verdadera hay

algo de inmensamente vasto e inalterable ya que es

una adquisición del alma y del espíritu.

Así pues, la verdadera paz está situada muy alto:

es un acorde, una síntesis, una armonía de todos


Paz y felicidad 69

los elementos que hay en nosotros. Y lo mismo

ocurre con la felicidad: lo que los humanos consideran

felicidad no es a menudo más que pequeñas

satisfacciones de corta duración. Decis que sois f elices

porque habéis pasado unas vacaciones agradables

de las que volvéis descansados y cargados de

energía; porque el hombre o la mujer a quien amáis

os ha dado pruebas de su amor; porque os han f elicitado

por vuestra inteligencia y vuestra competencia...

Evidentemente, no se puede negar que es

importante tener buena salud, sentirse amado y ser

reconocido por sus capacidades, pero es insuficiente

para poder decir realmente que se es feliz. La verdadera

felicidad está más allá del cuerpo físico, del

corazón y del intelecto. ¡Imaginarse también que,

si se tiene una casa, una mujer, se será feliz, que,

si se tiene la gloría, la ciencia o la belleza, se será

feliz ... no! Tras miles de años la historia del mundo

nos ha mostrado que la felicidad no está ahí, o lo

está tan sólo por muy breve tiempo. Se obtiene eso,

se obtiene aquello, pero se queda insatisfecho e interiormente

hay el vacío, el vacío abierto dispuesto

a engullirlo todo.

Si, la felicidad es realmente difícil de obtener y

de conservar, hay que buscarla muy alto, en una

región donde los materiales son inalterables y ello

exige del hombre grandes cualidades y, sobre todo,

pureza, porque sólo quien es puro es inalterable y

tiene el poder de durar. Esta región existe en el espa­


70 Las semillas de la felicidad

cio pero existe también en nosotros mismos y todos

aquellos que la han descubierto se esfuerzan por

pensar, amar, actuar y trabajar de manera que puedan

vivir en esta región que nada puede turbar.

Suceda lo que suceda, sean cuales sean las condiciones,

son felices puesto que han encontrado

elementos estables, inmutables, eternos.

Por consiguiente la verdadera felicidad, igual

que la paz, es un estado que se caracteriza por la

estabilidad. Me diréis: «Pero la vida no es más que

una sucesión de cambios: éxitos y fracasos, abundancia

y pobreza, paz y guerra, salud y enfermedad

... ¡Y el hombre se ve obligado a padecer esos

cambios! » ¡No, no! Puede estallar la guerra,

podéis caer enfermos, perder de repente toda vuestra

fortuna, ser abandonados por vuestra esposa, vuestro

marido o vuestros hijos, vuestros amigos, sin

por ello cesar de ser felices. ¿Por qué? Porque

vuestra conciencia no se para al nivel de los acontecimientos:

para cada dificultad, para cada prueba

encontráis una explicación, una verdad que os calma

y os consuela ya que habéis llegado muy alto y sabéis

ver las cosas. Se os puede despojar, se os puede perseguir;

pero como sabéis que todo eso es pasajero,

que sois inmortales, nada os puede afectar realmente;

allí donde todos profieren gritos vosotros

sonreís.

La felicidad por tanto la lleváis ya en vosotros

mismos. Si no sois conscientes de ello es que per­


Paz y felicidad 71

manecéis en la superficie, en la periferia de vosotros

mismos, y en la periferia no hay más que ilusiones

y cambios: así que, cuando llegáis a captar en ella

algunas partículas de alegría, inmediatamente son

reemplazadas por muchos sufrimientos como para

castigaros por el hecho de haber robado esta felicidad

en alguna parte.

Por esto debéis hacer esfuerzos para entrar en

vosotros mismos y empezar a buscar lo que es inmutable,

eterno, Dios, el espíritu. Será entonces cuando

encontraréis la felicidad. Una vez la hayáis encontrado

intentad manteneros aferrados a ella: nadie

podrá ya haceros sentir desgraciados. Sea cual sea

vuestra situación, tanto si sois ricos como si no

tenéis dinero, tanto si gozáis de fama como si vivís

en el anonimato, tanto si os aman como si os odian,

estáis por encima de los cambios, voláis por encima

de ellos, vivís en la eternidad.

Pero no es quizás un lenguaje que todo el mundo

pueda comprender. ¿Qué queréis? Un mequetrefe

dice a una chica: « ¡Ah, querida! Te haré feliz.»

No sabe siquiera lo qué es la felicidad: ¡él mismo

no es feliz y quiere hacerla feliz ... ! O bien la chica

dice al muchacho: «Te haré feliz.» Pero, ¿cómo

lo harán? ¿Con sus imperfecciones, su nerviosismo,

su cólera, sus celos, van a ser felices? Así es ... y

tendrán muchos hijos como en los cuentos. Pero

no, yo no creo demasiado en esa felicidad. Sin duda

gozarán de algunos momentos agradables, pero será


72 Las semillas de la felicidad

como los prisioneros a quienes se les da cada día

algunos minutos de descanso para respirar un poco

y, luego, «de nuevo al redil...» O como un dolor

de muelas: se para un momento y vuelve a empezar.

Para ser felices tenéis que encontrar un punto

inamovible al que aferraros sin que nada pueda

nunca haceros perder esta posición de equilibrio;

es lo que en física se llama equilibrio estable. Mirad

el péndulo : se le hace oscilar a derecha, a izquierda,

pero siempre vuelve a la posición de equilibrio

porque está sujeto a un punto fijo. Pues bien, el

hombre debe encontrar ese punto en sí mismo y

aferrarse a él. Entonces puede decir como el Iniciado

del antiguo Egipto: «Soy estable, hijo de lo

estable, concebido y engendrado en el territorio de

la estabilidad.»

Mientras vaciléis, dudéis, cambiéis, ¡es inútil

hablar de felicidad ! La felicidad pertenece a las

regiones del infinito y de la eternidad, que son las

regiones del alma y del espíritu. Si, el infinito, la

eternidad : he ahí las dos regiones aún inexploradas

en donde el alma y el espíritu tienen necesidad de

sumergirse para alimentarse, vestirse, para ser colmados

de bienes y ser libres. Ahora empezáis a comprender

que la felicidad exige de vosotros toda una

disciplina gracias a la cual eleváis vuestra comprensión

y vuestro amor hasta las regiones del alma y del

espíritu, y es entonces cuando podéis beber en las

fuentes de ese océano sin límites de paz y de f elici­


Paz y felicidad 73

dad. Porque la paz, como la felicidad, son el resultado

de una comunión, de un intercambio perfecto

con los principios, las entidades y todas las existencias

del mundo del alma y del espíritu.

En lo alto, la paz y la felicidad no son más que

una sola cosa, no pueden existir por separado. No

encontraréis a nadie que sea verdaderamente feliz

sin estar en paz. La paz y la felicidad representan

la misma realidad expresada de un modo diferente.

La paz os pone en armonía con toda la creación,

y cuando vivís en armonía, no podéis ser desgraciados.

Las energías, las fuerzas del universo os

penetran y no necesitáis nada más.

No comprenderéis nunca lo que es la felicidad

si os contentáis en considerarla como una sensación

agradable, tal como la imaginan la mayoría de los

humanos. La verdadera felicidad es sin duda alguna

una sensación agradable, pero también es luz y

poder. Mirad, por ejemplo: cuando sois felices aunque

sea sólo un momento, la paz está con vosotros

y empezáis a comprender los acontecimientos de

vuestra vida : todo se hace sencillo y claro y tenéis

éxito en todo lo que emprendéis. Pero cuando

perdéis ese estado os sentís turbados, apenados y

desanimados, todo se ensombrece en vuestro pensamiento

y no hacéis más que tonterías.

La felicidad no es más que un estado de conciencia,

una manera de comprender, de sentir, de


74 Las semillas de la felicidad

comportarse, una actitud en la vida; por ello sólo

pertenece a aquellos que saben encontrarla gracias

a un trabajo espiritual. La felicidad, como la paz,

es una síntesis: si se comprenden y se sienten bien

las cosas, se tiene la posibilidad de portarse bien y

se es feliz. Pero para conseguirlo, hay que aceptar

la Ciencia Iniciática porque solo ella nos enseña a

educar nuestro intelecto, nuestro corazón y nuestra

voluntad, llegando así a dominar la naturaleza inf e­

rior, la personalidad, a fin de dar a la naturaleza

superior, la individualidad, a todas las posibilidades

para expansionarse.

Para encontrar la felicidad no basta vencer a la

naturaleza inferior. Esta victoria es necesaria, sin

duda alguna, pero es insuficiente: es necesario también

llegar a identificarse con la naturaleza superior.

Aunque lleguéis, un día u otro, a vencer el egoísmo,

la sensualidad, los celos y la cólera, no por eso

encontraréis la felicidad. Estas victorias son etapas

necesarias para llegar a ella, pero no pueden dárosla

­verdaderamente porque la felicidad se halla en un

lugar inaccesible a todo lo que es negativo. Por lo

demás, incluso si un día llegáis a vencer la personalidad

desconfiad de vosotros mismos: es posible

que al día siguiente os juegue de nuevo una mala

pasada.

La victoria sobre la personalidad es siempre

incierta. Ocurre exactamente lo mismo en un país

que ha conseguido la victoria sobre otro: nunca se


Paz y felicidad 75

puede estar seguro de que eso dure. Porque un buen

día, mientras que el vencedor se duerme en sus

laureles, el país vencido intentará desquitarse. Lo

mismo ocurre con la naturaleza inferior, la personalidad

: ni siquiera cuando en ciertas circunstancias

lleguéis a vencer alguna de sus manifestaciones, la

victoria no está nunca definitivamente asegurada;

en un momento dado puede alzarse de nuevo, dar

coces, y caeros otra vez.

¿Qué hay que hacer pues? Suplicar a vuestra

naturaleza divina, el principio erístico, que venga

a instalarse en vosotros. Así, en lugar de ser siempre

como un vencedor que nunca está seguro de su victoria,

tendréis un socio poderoso, omnisciente, con

el que podréis contar. E incluso si a veces estáis un

poco fatigados, un poco adormecidos, él continúa

por su parte dominando la naturaleza inferior.

¡ Cuántas personas parecían haber vencido ciertas

debilidades, ciertos vicios, y al cabo de poco tiempo

han recaído en esos vicios, e incluso peor que antes !

La única solución es, pues, preparar el terreno

ganando victorias sobre la naturaleza inferior en

diversos ámbitos pero suplicando también al Cielo,

a la naturaleza superior para que venga a instalarse

y manifestarse en nosotros.

Y cuando la naturaleza superior se haya instalado

verdaderamente en vosotros, entonces sí, gozaréis

de una felicidad inexpresable. Seréis felices y

no sabréis siquiera por qué. Esa felicidad ­y esto


76 Las semillas de la felicidad

es lo más sorprendente­ es una felicidad sin causa.

Encontráis que es maravilloso vivir, respirar, comer,

hablar ... No os ha sucedido nada: ni regalo, ni

herencia, ni encuentro; sois felices por algo que

desciende de lo alto que ni siquiera depende ya de

vosotros ... , como un agua que mana del Cielo, y

estáis asombrados de descubrir en vosotros mismos,

sin cesar, ese estado de conciencia maravilloso. Os

regocijáis y ni siquiera sabéis por qué. He ahí la verdadera

felicidad.

La verdadera felicidad es como el aire que se respira:

¿acaso tenéis que preocuparos de ir a buscar

el aire? No, el aire viene a vosotros, está ahí, estáis

sumergidos en él y lo espiráis sin pensar. Todo lo

demás: el agua, el alimento, el dinero, hay que ir

a menudo a buscarlos, mientras que el aire no, y

la luz tampoco. Respiráis sin cesar y no hay mayor

alegría que el hecho de respirar. Si no me creéis,

retened vuestra respiración durante algunos instantes

y ya veréis ... Pues bien, la felicidad es comparable

al aire que se respira.

Inspirar, expirar ... inspirar, expirar ... ; la f elicidad

es la respiración del alma ... Nadie se ha dedicado

a estudiar la respiración desde ese punto de

vista. Todo lo demás hay que buscarlo o comprarlo

trozo por trozo, para tener una alegría, un placer,

mientras que el aire no hay que ir a buscarlo;

respiramos sin cesar, incluso cuando dormimos. Se

diría que la respiración ha sido dada al hombre para


Paz y felicidad 77

mostrarle que todo lo que es tangible, como el

dinero, las posesiones, etc., no pueden compararse

con lo que es sutil, impalpable, invisible a ese mundo

etérico en que está sumergido. Todos aquellos que

tienen la conciencia de haberse sumergido en el

mundo etérico, en el mundo espiritual, respiran sin

cesar y son felices a causa de esa respiración.



VIII

PARA SER FELICES,

¡ESTAD VIVOS!



Para ser feliz, hay que estar vivo. «Pero

, me

diréis, ¡ya estamos vivos !» Sin duda alguna, pero

las plantas, los animales también están vivos y,

suponiendo que sean felices a su manera, ¿creéis

que vosotros os contentaríais con su felicidad? Para

el hombre, la vida, la verdadera vida no está ahí.

Entonces, ¿dónde está?

Actualmente, las personas conceden demasiada

importancia a las actividades intelectuales y a las

realizaciones técnicas: les han presentado como

ideal la instrucción, la acumulación de conocimientos

y las ventajas aportadas por el progreso técnico.

Pues bien, precisamente el hecho de acumular conocimientos

y utilizar cada vez más aparatos, o aparatos

cada vez más perfeccionados, esto no es vivir.

Al tomar esta dirección, el hombre perturba el orden

natural de las cosas y la naturaleza se defiende.

Por otra parte, ¿qué dicen ahora los jóvenes?

Que quieren «vivir». Sí, pero, como el ideal de vida

que los adultos les ofrecen no les convence en modo


82 Las semillas de la felicidad

alguno y no encuentran a nadie para enseñarles lo

que es la verdadera vida, van a buscarla en las aventuras

peligrosas, en las sensaciones fuertes, en las

pasiones, en los placeres, en el alcohol, en la droga ...

Y entonces, con demasiado intelecto por un lado

y con demasiadas pasiones por el otro, se produce

el desequilibrio. Es necesario saber que el hombre

está hecho para vivir en diferentes planos: físico,

astral, mental, pero también causal, búdico,

átmico* ; en tanto que limita sus actividades a los

tres primeros planos: físico, astral y mental, no

puede conocer la verdadera vida.

Comer, beber, dormir, trabajar, tener relaciones

sexuales, sentir ciertos sentimientos, adquirir algunos

conocimientos, controvertir ciertas ideas, es

importante, pero eso no bastará jamás para satisfacer

todas nuestras necesidades. Es una vida lenta,

pero no es una vida intensa. Diréis: «j Pero mire

como nuestros contemporáneos llevan una vida

intensa! Obsérvelos: no cesan de correr de un lado

a otro, de discutir, de cambiar de marido, de esposa,

de amante.» Pues bien, también en eso os equivocáis.

La vida intensa no es la precipitación, ni la

acumulación de aventuras pasionales o de actividades

intelectuales.

* Ved «La vida psíquica: elementos y estructuras» (colección

Izvor, número 222), capítulo 3: «Varias almas y varios

cuerpos».


Para ser fe/ices, [estad vivos! 83

Para vivir una vida intensa, es necesario en

primer lugar tener alguna idea de la estructura del

hombre, conocer sus diferentes cuerpos, así como

los centros que le permitan entrar en relación con

las regiones del espacio y con los habitantes de estas

regiones. Ya os he hablado de ellos indicándoos

también los métodos, los ejercicios que hay que

hacer, las actitudes que hay que adoptar para despertar

en vosotros esos órganos sutiles**. Solo aquel

que ha llegado a ello puede hablar de verdadera

vida, de vida intensa. Y es feliz porque se siente

como una fuente, como una cascada, como una

huerta llena de árboles frutales, como un parque

lleno de flores, y al mismo tiempo constituye una

bendición para todos aquellos que se le arriman.

Por esto os digo: si buscáis la felicidad no hay

otro secreto que el de vivir una vida espiritual

intensa. Es inútil ir a buscar la ayuda de los talismanes

o de otros objetos mágicos: piedras, metales,

perfumes ... , porque la única verdadera magia es la

vida. Si queréis ser felices, trabajad para que vuestra

vida sea más pura, más rica, más abundante. Tan

pronto como empecéis a hacer ese trabajo, un trabajo

sobre el cuerpo físico, sobre el cuerpo astral

(los sentimientos) y sobre el cuerpo mental (los pensamientos),

veréis los resultados: vuestra salud

mejorará, sentiréis el amor en todas partes, en voso­

**Ved «Centros y cuerpos sutiles» (colección Izvor, número

210).


84 Las semillas de la felicidad

tros y a vuestro alrededor, y el sentido de la vida

se os presentará cada vez más claro.

¿Cómo hay que hacer ese trabajo? Toda nuestra

Enseñanza no habla más que de eso. Durante

años os he dado tal cantidad de métodos, que nunca

podréis aplicarlos todos: pero escoged al menos

algunos y trabajad seriamente con ellos. En caso

contrario, pasarán los años y será la vida misma la

que os sorprenderá con sus lecciones, y entonces

sufriréis. Creedme: no podéis ser felices si os dejáis

llevar por una vida corriente.

Y si queréis un método para aplicar ahora, en

seguida, os lo puedo dar: consiste en adquirir la

costumbre de dar las gracias. Sí, dar las gracias a

cada instante e incluso agradecer todo lo que sucede:

en medio de dificultades, de penas, de sufrimientos,

dar las gracias siempre. De esta manera

neutralizáis los venenos producidos en vosotros por

esos estadios negativos, cicatrizáis las llagas porque

nada puede resistirse ante el reconocimiento. Dad

las gracias, pues, hasta sentir que todo lo que os sucede

es para vuestro bien. Desde ahora decid:

«Gracias, Señor, gracias, Señor ... » Dad gracias por

todo lo que tenéis, pero también por todo lo que no

tenéis, por todo lo que os regocija y por todo lo que

os hace sufrir. Así mantendréis encendida en vosotros

la llama de la vida. Me parece que os oigo preguntar:

«¿Esto es todo?» Sí, eso es todo; pero practicad

este método y constataréis los resultados.


Para ser felices, [estad vivos! 85

Una verdadera enseñanza iniciática os enseña

a poner el acento en la vida, en vuestra vida. Esto

no os parece muy importante porque ni siquiera os

dais cuenta de que sacrificáis esta vida a toda clase

de cosas que son mucho menos importantes que

ella misma. Fijáis constantemente vuestra atención

en los objetos, en los acontecimientos, en vuestras

agitaciones externas, y durante todo ese tiempo

dejáis que vuestra vida se empobrezca. Es un mal

planteamiento.

¿Habéis pensado alguna vez en el tiempo que

realmente pasáis con el mundo exterior? Algunos

minutos, algunas horas, ... mientras que durante todo

el día y toda la noche estáis con vosotros mismos.

Entonces, ¿no veis que lo más importante es

vuestra vida interior? Es necesario que la abundancia,

la riqueza y el orden ... estén con vosotros.

Vemos cómo el mundo exterior se llena de objetos,

de productos, de aparatos, de construcciones,

de armas de todas clases, mientras que la humanidad

se sumerge cada vez más en el caos, la miseria,

la debilidad y el vacío. Es tiempo ya que piensen

en realizar internamente todo lo que les ocupa

externamente. Es dentro de nosotros mismos donde

debemos tener la riqueza, la belleza y la fuerza

porque todo lo que habremos obtenido así, nada ni

nadie nos lo quitará. Ni siquiera la vejez.

Sí, la inmensa mayoría de las personas piensan

que al llegar a cierta edad han de perder obligato­


86 Las semillas de la felicidad

riamente sus facultades y acabar en la decrepitud.

¡A fuerza de pensarlo, eso acaba por llegar! En realidad

para los discípulos de la Ciencia lniciática la

vejez es el mejor período de la vida, pues los años

de búsquedas y de experiencias interiores les han

aportado lucidez, paz, serenidad, bondad, y todos

van a aprender a su lado. Incluso los niños se sienten

atraídos por ellos y los aman. Si por el mundo circula

la opinión contraria es porque es verdad que

para muchos la vejez es un período muy malo a

causa de la manera corno han vivido. Han gastado

sus energías en actividades corrientes, inútiles, estúpidas,

y entonces, cuando ya no les queda casi nada

más, cuando están débiles, enf errnos, vacíos, ¿que

pueden esperar de la vejez?

Evidentemente, incluso si se lleva una existencia

razonable, sensata, la vejez acaba por llegar un día.

E incluso también puede llegar la enf errnedad. Pero

aquellos que hubieran hecho un verdadero trabajo

en su interior, recorrerán esos períodos con más

coraje, con más serenidad, y no cesarán de enriquecerse

espiritualmente. Sí, si trabajáis para la luz,

para un ideal elevado, cuanto más viejos seáis, más

vivos estaréis, más expresivos: adquiriréis incluso

una vida y una expresividad que no tuvisteis durante

vuestra juventud. Sin duda alguna estaréis un poco

más encorvados, tendréis más arrugas, cabellos

blancos, pero no os detengáis en eso: dejad que el

cuerpo envejezca tranquilamente y pensad que el


Para ser felices, ¡estad vivos! 87

alma puede aún manifestarse a través de él con una

juventud extraordinaria. ¿Por qué hay pues que

someterse a esa mentalidad catastrófica que se ha

propagado por todas partes a propósito de la vejez?

Se dice a los jóvenes: «Apresuraros, aprovecharos

de la juventud, porque no dura mucho tiempo.»

Es verdad, sin duda; ¿pero cuánto? Precisamente

cuando se escuchan esos consejos perniciosos se

apresuran a divertirse y a gozar de todos los placeres.

Se hastían rápidamente y se «marchitan», y

cuando ya no son agradables ni vivaces, son rechazados:

es normal. Evidentemente, como los hechos

están ahí, la gente saca sus conclusiones. Sí, pero

si los hechos son como son, es porque antes no han

sabido observar y razonar bien. Lo que es verdad

actualmente (envejeciendo se pierden las propias

fuerzas y el propio encanto), puede fácilmente dejar

de serlo en el futuro. Hay que dar estas explicaciones.

¡Y que se deje de dar malos consejos a la juventud

con el pretexto que se quiere su felicidad !

Recordad bien esto: la felicidad para los jóvenes

... y para los viejos también, consiste en consagrar

su vida a un ideal elevado. Se ven a muchas

personas emplear sus energías para defender toda

clase de causas que no valen gran cosa y que, además,

abandonan rápidamente para defender otras.

Pero muy pocos se movilizan por servir esa gran

idea del Reino de Dios y de su Justicia. Me diréis:

«Pero el Reino de Dios es una utopía que jamás


88 Las semillas de la felicidad

se realizará.» Oíd bien: ese no es asunto nuestro.

Nosotros debemos trabajar para su realización porque

es el único ideal por el que vale la pena consagrar

la propia vida. Con respecto a si se realizará

o no, no nos piden nuestra opinión. En todo caso

lo que es seguro es que si nadie hace nada pensando

que todos los esfuerzos son inútiles, entonces, evidentemente,

no se realizará jamás.


IX

ELEVARSE POR ENCIMA

DE LAS CONDICIONES



I

Desde el momento en que algo no funciona, se

tiende a culpar a las malas condiciones. Pues bien,

sabedlo: mientras creáis que vuestra felicidad o

vuestra desgracia dependen de las condiciones, no

estaréis al abrigo de nada. Porque la vida está hecha

de tal modo, que nada es nunca verdaderamente

estable y definitivo; y, si no trabajáis con el pensamiento

y con la voluntad, iréis siempre de un lado

para otro, felices cuando las condiciones os sean

favorables y desgraciados cuando os encontréis con

obstáculos y dificultades. Y entonces, ¿a dónde iréis

así?

Debéis comprender de una vez por todas, que

las condiciones no son nunca determinantes. Sobre

un mismo suelo, poseyendo los mismos elementos

químicos, pueden crecer de igual modo higos o cardos.

En una familia en la que los hijos tienen la

misma madre y el mismo padre y reciben la misma

educación, pueden hallarse, entre esos hijos, grandes

diferencias físicas, intelectuales y morales. Este


92 Las semillas de la felicidad

hecho se puede constatar igualmente con los acontecimientos

que conciernen a la colectividad, las

mismas pruebas no afectan de igual modo a los

humanos. ¿Por qué? Porque no las afrontan con el

mismo estado de ánimo. Y mientras que unos, fallándoles

gran dosis de comprensión, se van volviendo

poco a poco amargados, vengativos, o bien

se dejan hundir por completo y envenenan la vida

de todas las personas que están a su alrededor,

otros, al contrario, se fortalecen. se enriquecen y,

gracias a sus experiencias pueden ayudar a los que

los rodean a través de sus consejos, de su actitud,

de sus rayos, de las energías que desprenden.

Esto prueba que las condiciones no lo son todo.

No hay duda de que no pueden ignorarse ni olvidarse

por entero, pero para progresar hay que saber que

muchas cosas en la vida no dependen solamente de

nosotros mismos, de nuestra forma de considerarlas,

y que la felicidad y la desgracia son estados completamente

relativos. Esta fue también la filosofía

de Nastradine Hodja. ¡,Queréis un ejemplo?

Una mujer mayor fue un día a su encuentro y

le dijo:

­¡Ah, Nastradine Hodja, si tu supieras nuestra

situación! Nuestra familia no tiene por vivienda

más que una pequeña cabaña y estamos todos allí

amontonados: yo, mi marido, mi hijo, su mujer y

sus hijos; es espantoso, no se puede vivir así.

­Sí, lo comprendo ­dijo Nastradine Hodja­,


Elevarse por encima de las condiciones 93

pero hay un remedio.

­¿Cuál?

­Te lo diré, pero antes has de prometerme que

harás sin protestar todo lo que yo te pediré.

­Te lo prometo.

­Está bien, y cada día vendrás a traerme noticias

de lo que sucede. ¿Tenéis un perro?

-Sí.

­¿Y un gato?

-Sí.

­Entonces hazlos entrar en la cabaña.

­Pero, Nastradine Hodja, ¿qué es lo que me pides?

­Has prometido hacer todo lo que yo te dijera,

¿no es así...?

La mujer se marchó, e hizo entrar en la cabaña

al perro y al gato.

­Pero es terrible ­dijo a Nastradine Hodja al

volver al día siguiente­. El perro y el gato no han

hecho más que pelearse; no hemos tenido ni un

momento de tranquilidad.

­Está bien. ¿Tenéis una cabra?

-Sí.

­Entonces hazla entrar.

Cuando la mujer vino al día siguiente dijo:

­¡Ah, Nastradine Hodja! La cabra no podía estar

tranquilla; lo ha revuelto todo, no hemos podido

dormir en toda la noche: ¿qué va a ser de nosotros?


94 Las semillas de la felicidad

­No te inquietes; todo va bien. ¿Tenéis

gallinas?

­Sí.

­Entonces hazlas entrar también.

Ya no os explico el estado en que volvió la mujer

al día siguiente.

­¿Tenéis un cerdo? ­preguntó alegremente

Nastradine Hodja.

­Sí ­dijo la mujer, aturdida.

­Pues bien, hazlo entrar ahora.

Quería protestar, pero no se atrevió porque

había hecho una promesa. Al día siguiente, desesperada,

hecha un mar de lágrimas, la mujer dijo

sollozando:

­Nastradine Hodja, me prometiste que me ayudarías,

pero todo va de mal en peor. Acabaremos

locos; nuestra vida es un infierno.

­Bien ­dijo Nastradine Hodja, con un aire

grave y acariciándose la barba­, voy a arreglar

todo eso. Haz salir al cerdo y vuelve a verme

mañana.

Al día siguiente la mujer sonrió diciendo:

­¡Ah! Uno se siente mejor, se empieza a

respirar.

­Haz salir ahora a las gallinas ...

Y así, día tras día, todos los animales abandonaron

la cabaña. Cuando hubieron salido, Nastradine

Hodja preguntó:

­ ¿Cómo va todo ahora?


Elevarse por encima de las condiciones 95

­¡Ah! Es extraordinario, es el paraíso: todo

el mundo canta y se abraza.

­Pues bien, como ves, estáis igual que el día

en que viniste a quejarte de que la vida era insoportable.

Entonces, ¿por qué te quejabas 1

Algunos dirán:«¡ Oh, qué historia tan tonta!»

Digamos que es un poco exagerada; pero lo que es

verdad es que el hecho de sentirse bien o mal, feliz

o desgraciado, es algo totalmente relativo. Os encontráis

en un momento dado un poco desanimados,

algo tristes; os parece que la vida no tiene color,

no tiene sabor. .. De repente os enteráis de una mala

noticia: ha habido un accidente y un miembro de

vuestra familia está gravemente herido. Entonces,

sin duda alguna, os sentís verdaderamente muy desgraciados.

Pero al cabo de unas horas os enteráis

de que ha sido un error, de que ha habido una confusión.

Entonces, de repente, ¡qué alegría! La vida

os parece realmente liviana, bella y rica. Sí, pero,

¿por qué no os parecía así antes 1 ¿ Por qué ha sido

necesario que os anunciaran, por error, una catástrofe,

para concienciaros de que ya antes erais

felices 1

Evidentemente, no diré que se deba estar contento

cuando viven seis o siete personas en una

cabaña. Pero por lo menos, de un modo general,

con una buena filosofía, un buen razonamiento, se

puede contribuir mucho al propio bienestar interior,

porque el pensamiento actúa sobre los estados de


96 Las semillas de lafi elicidad

conciencia. No hay que olvidar jamás que los pensamientos

y los sentimientos son todopoderosos con

respecto a la conciencia. Por otra parte, observad:

cuando estáis descontentos de la vida y sufrís, no

son a menudo los cambios materiales los que os

permiten mejorar vuestro estado interior, sino los

cambios producidos en vuestros pensamientos y

vuestros sentimientos. Sin duda alguna, si sufrís físicamente,

tendréis necesidad de remedios físicos. Si

tenéis una herida o una pierna rota, ni siquiera los

mejores pensamientos y sentimientos os curarán ni

os quitarán el dolor: es necesario que transcurra

mucho tiempo para que estos sentimientos y pensamientos

puedan descender a la materia y producir

mejoras; sin embargo pueden ayudaros a soportar

mejor ese sufrimiento, ya que realmente hay una

acción de los pensamientos y de los sentimientos

sobre el cuerpo físico. Los pensamientos y los sentimientos

armoniosos actúan sobre la circulación y

purifican la sangre; y cuando la sangre está purificada

contribuye más eficazmente a la salud del organismo.

Incluso las llagas se cicatrizan mejor y más

rápidamente.

Mientras no realicéis cierto trabajo interior, ni

siquiera llegaréis a mejorar vuestra situación material:

después de un breve momento de satisfacción,

volveréis a caer en los mismos estados de descontento,

de amargura, de rebeldía. Las deficiencias

psíquicas no tienen remedio en el plano físico. En


Elevarse por encima de las condiciones 97

el plano físico puede acumularse todo lo que se

quiera: remedios, riquezas, poderes ... , hasta el infinito;

pero, si no se está en un estado de espíritu conveniente,

uno no se sentirá jamás verdaderamente

satisfecho. Es en el ahna, en los pensamientos, en

la visión del mundo, en la manera de ver, de razonar,

donde hay que cambiar. De lo contrario, todo

lo que podáis acumular no os producirá más que

saturación y disgusto. Hay hombres, mujeres, que

se han suicidado cuando, como suele decirse, «lo

tenían todo para ser felices»: la juventud, la

belleza, la inteligencia, la riqueza, una familia y unos

amigos que los amaban ... Lo tenían todo, excepto

lo esencial: el gusto de vivir; y eso, y ninguna de

las ventajas que poseían, podían dárselo.

Hay pues que cambiar el pensamiento y procurar

ser feliz interiormente. Porque, cuando se ha aprendido

a ser feliz internamente, se es feliz en cualquier

condición. Sí, en las peores condiciones, podréis

comunicaros con las entidades celestiales y sentiros

colmados, llenos de luz. Si la causa de vuestra

felicidad está en vuestro interior, nada ni nadie os

la podrá quitar. El día en que lleguéis a ver las cosas

de este modo, será el comienzo de vuestra liberación,

de vuestra inmortalidad, de vuestra eternidad.

Es cierto que necesitamos cosas, pero no tantas

como nos imaginamos. Cuando el destino os haga

padecer ciertas privaciones, entonces, deciros a

vosotros mismos que ahí tenéis una ocasión para


98 Las semillas de la felicidad

buscar otras salidas, otros caminos en el alma y en

el espíritu.

Sí, cuando el camino exterior está cerrado, bloqueado,

tenéis que buscar en vuestro interior ... o

lo que es lo mismo, hacia lo alto. Siempre hay una

vía de salvación. A veces os sentís desanimados,

abrumados, anonadados, pensáis incluso en aniquilaros

... Sí, son cosas que pueden ocurrir. No digo

que hayan motivos para ser feliz todos los días ; digo

solamente que siempre hay algo que hacer, incluso

en los casos difíciles. E incluso en los peores momentos

de desánimo, hay que saber que ese mismo desánimo

contiene los elementos, que, si habéis aprendido

a captarlos, os servirán para tener otra vez

valor. Ya que el desánimo es un estado que posee

fuerzas formidables. He ahí la prueba: desde el

momento en que es capaz de destruir todo un reino

­vosotros mismos, con todas las riquezas y posibilidades

almacenadas en vuestro cuerpo, en vuestro

corazón, vuestro intelecto, vuestra alma, vuestro

espíritu­, es verdaderamente poderoso. Entonces,

¿por qué no intentar adueñarse de ese poder para

orientarlo en un sentido positivo?

El hombre no es consciente de todas las posibilidades

que tiene en su interior. Incluso cuando cree

estar completamente extenuado, al final de sus fuerzas,

le quedan aún recursos. Está hecho al igual que

un cohete con diversos compartimentos: en el

momento en que el carburante del primer compar­


Elevarse por encima de las condiciones 99

timento va a agotarse, una chispa enciende el

segundo compartimento y el cohete prosigue su ruta.

Y ocurre lo mismo con el segundo, el tercero, el

cuarto compartimento ... No necesariamente un

hombre muere, porque haya agotado todos sus

recursos ; a menudo ocurre porque no ha conseguido

encender el compartimento siguiente. Si lo hubiera

hecho, habría constatado que aún poseía reservas.

Estamos lejos de sospechar la cantidad de reservas

que Dios ha dispuesto en nosotros.

Comprendedme bien, por tanto: cuando el

camino externo os parezca que está cerrado, bloqueado,

buscad en vuestro interior y empezad a

trabajar con el pensamiento, con la imaginación,

con la voluntad: poco a poco, sentiréis que se abren

en vosotros horizontes insospechados. Si intentáis

comprender el lenguaje del destino, seréis siempre

felices, bendeciréis al Cielo que os lleva a explorar

regiones más secretas y más ricas.

Preguntad a un hombre de negocios que haya

hecho fortuna: ¿creéis que os dirá que es feliz?

Seguro que no. Se quejará de que está agotado, de

que su esposa aprovecha sus ausencias para engañarlo,

de que su hijo es un incapaz, de que sus obreros

son unos gandules, de que sus acciones han

bajado en la bolsa, de que está a punto de arruinarse

a causa de sus competidores, etc., etc ... Escuchadlo

y, al cabo de un momento os sentiréis tan


100 Las semillas de lafelicidad

abrumados como él. A pesar de todas sus posesiones,

nunca podrá haceros sentir cuan bella es la vida.

Porque él vive con el miedo de perder eso, de

perder aquello. Ya veréis entonces cómo no solamente

no os dará nada, porque ya tiene miedo a

perder lo que posee, sino que va a quitaros también

vuestra paz, vuestra alegría de vivir. En cambio,

un hombre que haya trabajado para adquirir

riquezas espirituales estará siempre dispuesto a haceros

participar de ellas y, gracias a él, cualquiera

que sean las condiciones en que estéis, tendréis los

mejores métodos, los mejores remedios para encontrar

el equilibrio y el sentido de la vida.

Me diréis: «¿Pero no es demasiado tarde ahora

para empezar ese trabajo interior?» No, nunca es

demasiado tarde. Sin duda alguna, cuanto más tarde

empecéis, más difícil os será puesto que habréis

cogido ya los hábitos. Los hábitos son como formas

congeladas que hay que poner al fuego para

hacerlas maleables y darles una nueva forma, igual

como se hace con los metales. Pues bien, ese fuego

son las pruebas que os envía el mundo invisible

para daros una nueva forma, imprimir una nueva

orientación a vuestra existencia. Si os limitáis a

dar gritos y a sublevaros, impedís que el Cielo os

dé la forma que desea; y entonces no os sorprendáis

si vuestros sufrimientos nunca acaban.


11

No siempre hay que intentar arreglar las cosas

en el plano físico, pues el plano físico es el mundo

de las consecuencias, y sobre las consecuencias tenemos

pocas posibilidades de acción. Para producir

cambios duraderos, hay que ir al mundo de las

causas. El hombre que puede llegar con su pensamiento

hasta allí, posee todos los medios para alcanzar

y poner en marcha las fuerzas puras, luminosas,

que producirán tarde o temprano esos

resultados. Mientras os contentéis con intervenir

en el plano físico para cambiar el estado de las cosas,

no arreglaréis nada puesto que nuevos acontecimientos

o personas que no os piden vuestra opinión,

las organizarán de manera que no os

convengan y nunca seréis dueños de la situación.

Trabajar para cambiar las consecuencias es como

si se escribe una palabra sobre la arena del mar:

vienen las olas y la borran ... Hay que trabajar sobre

las causas.

Las condiciones no se arreglan desde abajo: es

necesario que el impulso venga de arriba. Todos los


102 Las semillas de la felicidad

que no conocen esa ley intentan siempre intervenir

en el plano físico para cambiar las cosas, desplazarlas,

reconstruirlas o destruirlas. Pero he ahí que

la historia nos enseña que esas intervenciones no

son definitivas: al cabo de un tiempo, sobreviene

una ola que se lleva todas esas decisiones.

Los dirigentes de ciertos países han querido

apropiarse de territorios deportando o asesinando a

sus habitantes, apoderándose de sus bienes, etc., y

lo han conseguido. Pero al cabo de unos años, se

invierte la situación: los países ocupados se sublevan

y aquellos dirigentes son vencidos, ellos o

bien los sucesores, que se encuentran con problemas

confusos y enmarañados. Pues bien, ¡cuántas

veces la historia ha demostrado que tras un triunfo

de corta duración, esos tiranos dejaron una herencia

catastrófica en su país!

Sólo lo que ha sido creado en lo alto, en el

mundo del espíritu, es eterno; el resto es pasajero,

transitorio. Por esto solo el bien es eterno; el mal

tiene únicamente una existencia efímera. En Bulgaria

decimos: «Krivdina do pladnine, dobrina do

veknina», es decir: el mal dura hasta mañana al

mediodía, el bien dura toda la eternidad.

Cuando se desea mejorar definitivamente una

situación, uno debe elevarse hasta lo alto, hasta los

dominios del espíritu, y allí trabajar, rezar, formular

preguntas, crear imágenes, que un día se realizarán

en el plano físico. Si sabéis poner en marcha


Elevarse por encima de las condiciones 103

las fuerzas luminosas, un día todos los obstáculos

serán barridos y un orden nuevo de armonía y de

paz se instalará en la tierra.



X

DESARROLLAR LA SENSIBILIDAD

EN EL MUNDO DIVINO



Se dice a menudo que las personas sencillas,

primitivas, poco instruidas son normalmente, por

naturaleza, más felices que las persona cultas. Y es

verdad que, al desarrollar la inteligencia, el gusto,

uno se vuelve más sensible y, por lo tanto, más

vulnerable a los acontecimientos, a las variaciones

de las condiciones materiales o psicológicas en

que se vive. Entonces, ¿qué solución hay que sacar

de todo ello? ¿Para ser feliz, hay que seguir siendo

primitivo, salvaje? ... En este caso, ¿por qué no ir

aún más lejos y descender hasta el reino animal?

Los animales son felices ... Y es posible que las

plantas lo sean aún más, puesto que no sufren ...

¿Y las piedras? No sienten nada; por lo tanto, todavía

es mejor... He ahí una lógica innegable.

Lo que constituye la principal diferencia entre

los diversos reinos de la naturaleza: las piedras, las

plantas, los animales, los hombres, es la sensibilidad,

ya que la evolución es proporcional a la sensibilidad.

Las plantas son más sensibles que las piedras,


108 Las semillas de la felicidad

los animales más sensibles que las plantas y los hombres

más sensibles que los animales. Pero la cadena

de seres sigue: más allá de los hombres están los

ángeles, los arcángeles, las divinidades ... Sí, es toda

una graduación de criaturas más y más sensibles ...

hasta llegar al Señor. El Señor es omnisciente, lo

oye todo, lo ve todo, lo sabe todo, precisamente porque

solo El es realmente sensible. He ahí las verdaderas

dimensiones de la sensibilidad. El único ser

verdaderamente sensible es el Señor.

En cuanto al hombre, es verdad que al volverse

más sensible se vuelve más vulnerable y sufre más.

Sin embargo, es preferible que desarrolle la sensibilidad

ya que es esta misma sensibilidad la que le

hará evolucionar.

Para entender verdaderamente este punto, es

necesario que volvamos a hablar de las dos naturalezas

que hay en nosotros : la naturaleza inferior y

la naturaleza superior. Mientras el hombre no haya

emprendido un trabajo sobre sí mismo a fin de

dominar las tendencias egocéntricas de su naturaleza

inferior, evidentemente el desarrollo de su sensibilidad

irá acompañado de dificultades y de sufrimientos

de toda clase, y la enseñanza que se imparte en

las escuelas y en las universidades no hace más que

agravar sus tendencias; insistiendo en la adquisición

de conocimientos y no en la formación del

carácter, no cesan de proporcionar a la juventud,

pretextos para volverse cada vez más egoístas, difí­


Desarrollar la sensibilidad en el mundo... 109

ciles y exigentes. No hacen nada para enseñar a los

estudiantes a utilizar los conocimientos que reciben

para conseguir un objetivo más noble, más generoso.

Al contrario: en cada sector, cada uno

aprende a servirse de sus conocimientos para su elevación

social, su prestigio, su bienestar material. Y

cuando se convierten en adultos responsables de la

sociedad, tanto los unos como los otros piensan únicamente

en sacar los máximos beneficios consiguiendo

sólo descontento, agresividad, disputas, ya

que cada uno se siente atacado y herido por el comportamiento

egocéntrico de todos los demás.

Esta sensibilidad neurálgica que es alimentada

por la naturaleza inferior, la personalidad, hace la

vida imposible y por ello se ha llegado a la conclusión

de que, para ser feliz, es mejor no ser sensible.

En realidad, hay que diferenciar entre la verdadera

sensibilidad y esa sensibilidad enfermiza que

sería más exacto llamarla susceptibilidad o sensiblería.

La verdadera sensibilidad es una facultad que

nos hace capaces de elevarnos muy alto, de ir muy

lejos, y de acceder a un mundo cada vez más sutil

para captar en él las realidades. La sensiblería, por

su parte, es una manifestación de la naturaleza inferior

que cree ser el centro del mundo; encuentra

siempre que no se la toma en consideración, y se

siente frustrada,

herida, y se vuelve agresiva.

Cuando se constata esta diferenciación, podremos

comprender que hay mucho trabajo a realizar sobre


110 Las semillas de la felicidad

la naturaleza inferior para dominarla y someterla:

es la única manera de permitir a la verdadera sensibilidad

ensanchar, dilatar el corazón, enriquecerse.

La sensibilidad no es solamente esa facultad que

hace conmovernos, maravillarnos ante los seres que

amamos, ante la belleza de la naturaleza o de las

obras de arte. Nos abre también las puertas de la

inmensidad, de la luz, nos hace comprender el orden

divino de las cosas, nos permite vibrar al unísono

con las regiones, las entidades y las corrientes del

Cielo.

Es esa sensibilidad la que todos deben cultivar,

de lo contrario la humanidad va a retroceder. Se

ven personas que realmente dan la impresión de que

están a punto de volver al estado animal, vegetal

o incluso de la piedra. Sí, no hacen ningún esfuerzo

por educar su sensibilidad; se dejan llevar y cuando

uno se deja llevar, sin darse cuenta retrocede. Por

el contrario, gracias al trabajo sobre la verdadera

sensibilidad, nuestra materia se transforma, es más

flexible, más pura, vibra de un modo diferente y,

al hacernos más capaces de percibir el mundo

divino, ya no escuchamos ni la tontería, ni la maldad,

ni los ultrajes prestándoles incluso menos atención.

Antes de haber desarrollado esta elevada sensibilidad,

se reaccionaba a la mínima agresión, mientras

que ahora ya no se sufre por todo eso. Es la

verdadera sensibilidad, la del alma y del espíritu la

que nos protege de la sensiblería, de esa sensibilidad


Desarrollar la sensibilidad en el mundo... 111

ridícula que surge de nuestra naturaleza inferior.

Y entonces tenemos dos ventajas: una es abrirnos

a la luz, a la belleza, a la felicidad del mundo divino,

y otra el escapar a las tinieblas, a las deformidades,

a los sufrimientos de la tierra. He ahí, pues, un tema

que merece reflexión.

Ahora bien, para desarrollar esa sensibilidad en

el mundo divino, es también muy importante que

seáis cada vez más conscientes del valor de algunos

de los momentos que vivís, esos momentos en que

en el silencio, en el recogimiento, recibís una luz,

una gracia del Cielo. Muchos de vuestros sufrimientos

vienen precisamente del hecho de que no poseéis

esa conciencia. Recibís bendiciones, pero no dura

mucho tiempo; pronto las perdéis, simplemente

porque ignoráis el valor de lo que habéis recibido.

Siempre hay alguna otra preocupación que os parece

más importante: algo que emprender, alguna

discusión sobre cuestiones insignificantes. Os imagináis

que el Cielo debe estar siempre ahí dispuesto

a derramar sus bendiciones, y vosotros, cuando se

os antoja, cuando no tenéis nada más interesante

que hacer, queréis pararos algunos minutos para

recibirlas. No, no es así como debe suceder. El Cielo

no está a la disposición de las personas ligeras y

despreocupadas. En un momento determinado, en

ciertas condiciones, derrama sus bendiciones y si no

sois lo suficientemente conscientes para recibirlas


112 Las semillas de la felicidad

o si no sabéis conservarlas, tanto peor para vosotros:

os abandonarán.

Prestad pues atención: aquellos días en que sintáis

que habéis recibido una revelación, una gracia

del Cielo, procurad conservarla como algo precioso.

Os he dado incluso un método para ello. Intentad

recordar los momentos más luminosos de vuestra

existencia, estudiad a través de quién y cómo os

llegaron, traedlos a menudo a vuestra memoria,

exactamente igual como volvéis a tocar a menudo

una música que os gusta, y reviviréis otra vez las

mismas sensaciones de pureza, de libertad, de luz.

Desgraciadamente, la mayoría de las personas

hacen todo lo contrario: se acuerdan sobre todo de

lo que les ha hecho sufrir, vuelven sobre ello, lo

contemplan, lo meditan. Esto es muy peligroso: no

hay que volver sobre lo que ha sido malo. De una

vez por todas hay que sacar una conclusión y no

volverlo a recordar. Uno se hace daño volviendo

continuamente sobre los estados o los acontecimientos

negativos.

Así pues, en lo sucesivo, cuando Dios os dé

esas bendiciones, guardadlas como un don precioso,

porque la felicidad es una atención constante

hacia las cosas bellas, es una sensibilidad hacia todo

lo que es divino. Cuando sintáis que el espíritu,

que la luz os ha visitado, no dejéis que se borren

estas impresiones pensando inmediatamente en

otras cosas; deteneos durante mucho tiempo en


Desarrollar la sensibilidad en el mundo... 113

ellas para que penetren profundamente en vosotros

y den sus resultados. Así os dejarán huellas para

toda la eternidad. Es una costumbre que hay que

adquirir: en lugar de apesadumbraros siempre por

los estados negativos, las decepciones, las animosidades,

que solo sirven para alimentarlos y reforzarlos,

dejadlos de lado desembarazándoos de

ellos y concentrándoos sobre todo aquello que os

ha sucedido de bueno, de puro, de luminoso.



XI

LA TIERRA DE CANAAN



Cuando os llegue el momento de comprobar que

habéis emprendido un mal camino, que habéis servido

a las fuerzas negativas dejándoos tentar por

pequeños placeres pasajeros, dad media vuelta,

alejaos rápidamente de esas regiones peligrosas en

las que os habéis extraviado. Debéis comprender que

para vosotros, todo depende de las regiones que

frecuentáis. Si os aventuráis por debajo de esa línea

de demarcación que puede simbolizarse por las

nubes, caeréis evidentemente bajo la ley de las

nubes: allí hay sombras y tendréis frío. Pero subid,

atravesad la línea de las nubes y os encontraréis

sumergidos en la luz y el calor. Sí, todo depende

de vosotros.

La religión enseña que Dios nos castiga por

nuestras malas acciones y nos recompensa por las

buenas. No es más que una forma de presentar las

cosas. En realidad, Dios no nos castiga ni tampoco

nos recompensa. Somos nosotros quienes con nuestros

pensamientos, nuestros sentimientos, nuestros


118 Las semillas de la felicidad

actos, elegimos ir a tal o cual región; y por consiguiente,

sufriremos o nos beneficiaremos de las condiciones

de esas regiones. ¡Y no es lo mismo, en

modo alguno, ir a las regiones de luz o a las de las

tinieblas!

«Todo lo que está abajo es como lo que está

arriba», dijo Hermes Trismegisto. Lo que significa

también: lo que está en el exterior es como lo que

está en el interior; lo que está fuera es como lo que

está dentro. Sobre la tierra encontráis toda clase de

regiones: unas están pobladas de árboles, de flores,

son fértiles, por donde os paseáis con admiración

y con toda seguridad; las otras son desiertos, pantanos

o junglas infestadas de fieras, de animales

venenosos, en donde estáis amenazados por todas

partes. Sí, hay de todo sobre la tierra: torrentes

tumultuosos y lagos apacibles, cimas y precipicios,

volcanes y glaciares ... Todo eso ya lo sabéis, pero

lo que no sabéis es que esas mismas regiones existen

también en vosotros mismos ; también en vosotros

hay cimas y precipicios, pantanos y jardines floridos,

desiertos y llanuras fértiles.

Está bien conocer la geografía, la geología y

también la agricultura, pero es aún más importante

conocer nuestras tierras interiores y aprender cómo

evitar algunas y penetrar en las otras para cuidarlas

y cultivarlas. Está bien saber navegar sobre los ríos

y los océanos o ir a escalar las cimas de las mon­


La tierra de Canaán 119

tañas, pero es aún mejor saber dominar las tempestades

o los torbellinos interiores y ejercitarse en escalar

las cimas de las montañas espirituales. Entonces,

desde ahora vuestro trabajo debe ser: explorar las

diferentes regiones que hay en vosotros y, con el

pensamiento, la meditación, la plegaria, la contemplación,

alcanzar la Tierra prometida de la que habla

el Génesis, la tierra de Canaán, «donde manan la

leche y la miel», símbolos de la vida llena y perfecta.

La vida del hombre no es más que una larga

peregrinación a la búsqueda de regiones desconocidas:

unas acogedoras, donde uno puede quedarse

al menos un cierto tiempo; otras inhospitalarias,

que hay que evitar o huir de ellas lo más rápidamente

posible si por desgracia se hubiera cometido

imprudencia de entrar allí. Sí, ¡cuántos pensadores,

cuántos poetas han comparado la existencia con un

viaje! Ahora comprendéis porque. Incluso si permanecéis

toda vuestra vida en vuestro interior, en

vuestra habitación, podréis conocer interiormente

todo lo que existe sobre la tierra, tanto paisajes

como fenómenos de la naturaleza. Algunos días os

quejáis: «¡No sé lo que me pasa, me ahogo l » Pues

bien, es que, sin daros cuenta, habéis descendido

demasiado abajo, a las espesuras subterráneas, y

ahora os sentís aplastados. Entonces, si salís un

poco, si subís al aire libre, os diréis: « ¡Oh, qué

ligero 1 Al fin respiro.» Y si algunos días os sentís

dilatados, inspirados, como si escaparais a las leyes


120 Las semillas de la felicidad

de la gravedad, es debido, ciertamente, a que habéis

ascendido aunque sea una ascensión inconsciente.

Puede ocurrir, sin duda en condiciones excepcionales,

aunque sea sumamente raro, el hecho de

experimentar verdaderamente el escapar a la gravedad,

como si se volara. En mi primera estancia

en la India, un día en que viajaba a Cachemira,

había ido más allá de Srinagar, en la región de Gulmerg,

y caminaba por la montaña contemplando

el Nange Parbet, una de las cimas más elevadas del

Himalaya. El espectáculo era magnífico ... Y de

pronto me sentí transportado : me desplazaba con

una ligereza tan grande, que mis pies ya no tocaban

el suelo, escalaba las laderas del monte como si

volara. Eso me ha ocurrido una sola vez en la vida

y he conservado siempre un recuerdo inolvidable.


XII

EL ESPIRITO ESTA POR ENCIMA

DE LAS LEYES DEL DESTINO



Todas las pruebas que os suceden tienen una

razón de ser; hay que buscar cuál es y ciertamente

si lo hacéis de un modo sincero, con el objetivo de

progresar, el mundo invisible, que no está realmente

cerrado ni es cruel, os dará las respuestas. Os puede

incluso revelar cómo, en otra encarnación, habéis

transgredido las leyes divinas y mostraros que recibís

esas pruebas de acuerdo con la justicia de lo alto

a fin de impulsaros a reparar vuestros errores. Sin

duda alguna, me diréis: «¿Pero por qué de esta

forma? Esta justicia podría venir suave, amable,

gentil, graciosamente a explicarme con palabras

amables y caricias lo que yo debería hacer para

mejorar. No soy tan necio para no comprenderlo.»

Desgraciadamente, no os conocéis. Sí, ¡cuántas

veces las entidades celestiales han venido a explicaros

de todas las maneras posibles que debíais ser

más conscientes, más honrados, más pacientes, más

generosos, etc., y no habéis oído nada, no habéis

visto nada, no habéis comprendido nada ! Por esto


124 Las semillas de la felicidad

ahora, ya que os habéis mostrado realmente sordos,

ciegos y limitados, es necesario que recibáis algunas

sacudidas, que os queméis un poco, que os pinchen

y os muerdan un poco. Es así como la justicia divina

os ha hecho encarnar en condiciones difíciles en las

que tenéis que sufrir para pagar vuestras deudas y

aprender algunas verdades, y tenéis que aceptar esa

situación.

Por otra parte, si no la aceptáis, nada cambia.

No se puede escapar a la justicia divina y tampoco

se la puede ignorar. Por esto es inútil ir a consultar

a los astrólogos, como lo hacen algunos, para que

os prevengan de pérdidas y de accidentes a los que

estáis expuestos. Es inútil que queráis refugiaros.

Porque, hagáis lo que hagáis, no evitaréis nada; no

se escapa al destino por medio de engaños. La única

cosa que podéis hacer es trabajar con la luz a fin

de que, el día en que os lleguen esas pruebas, tengáis

la posibilidad de soportarlas mejor.

Sabéis, por ejemplo, que estáis a punto de tener

una enfermedad grave; pues bien, llevando una vida

razonable, purificando y fortaleciendo vuestro organismo,

preparáis las armas para luchar. No tendréis

la posibilidad de evitar esa enfermedad, pero el día

en que se declare podréis limitar sus estragos. Esta

ley es válida en todos los ámbitos ; los esfuerzos que

hagáis para fortaleceros y purificaros os permitirán

siempre afrontar las pruebas en las mejores

condiciones.


El espíritu está por encima de las ... 125

El destino no se deja conmover, pero jamás es

cruel; es justo: esto es todo. Todas las faltas que

habéis cometido se han acumulado en un platillo

de la balanza; pero, si decidís enderezar vuestra

vida, todo lo bueno que hagáis pesará en el otro

platillo. Entonces, cuando llegue el momento de

pagar por las transgresiones, vuestros buenos

pensamientos, vuestros buenos sentimientos,

vuestras buenas acciones intervendrán para que el

pago sea menos pesado. Eso significa pues, que no

hay que ser fatalista, diciendo : «Puesto que mi

destino es concretamente éste, no hay nada que

hacer; hay que aceptarlo.» No. No olvidéis jamás

esto: el destino no pide jamás ahogar y extinguir

el espíritu. Al contrario, el destino está ahí para obligamos

a despertar el espíritu, a trabajar con el espíritu

a fin de creamos un nuevo destino.

Debido a las faltas que ha cometido en sus

encamaciones precedentes, el hombre debe

padecer su destino; los hindús dicen que se tiene

que pagar un «karma». Pero esto no significa que

no pueda reaccionar, porque quien no hace más que

sufrir acaba un día siendo destruido. Por el

contrario, debe combatir con las armas del amor

y de la luz, a fin de triunfar sobre su destino y entrar

en la orden de la Providencia. Desde ese mismo

momento, ya no hay destino para el hombre que

ha llegado a vivir en la luz. Ha cambiado de plano,

las leyes ya no son las mismas, ha salido del mundo


126 Las semillas de la felicidad

de la fatalidad para entrar en el de la gracia.

La mayoría de los humanos que tienen ideas

muy frívolas sobre ese tema, emplean indiferentemente

la palabra destino para todo lo que les sucede

en la vida, tanto para lo bueno como para lo malo.

No : llamemos, si queréis, « destino» a las consecuencias

de nuestra ignorancia, de nuestras faltas,

y «Providencia» a las consecuencias de nuestra luz

y de todas aquellas cosas que hemos hecho bien.

Entonces, todo está claro: siempre está la Providencia

para aquellos que viven en la luz y el amor

divino, y el destino para aquellos que se obstinan

en quedarse limitados y ser malos.

Quien quiera salir del dominio del destino ha de

empezar por ver claro: discernir los pensamientos,

los sentimientos y los actos que no cesan de entorpecer

su karma y trabajar para volverse más razonable,

más puro, más desinteresado. Es así como entra

en la región de la Providencia, allí donde crea su

verdadero futuro.

Salvo algunas excepciones sumamente raras,

ningún ser humano ha venido jamás a la tierra sin

tener faltas que reparar, deudas que pagar. ¡ Cuántos

Iniciados, cuántos santos y profetas sufrieron

también al reparar faltas que habían cometido en sus

encarnaciones anteriores ! Pero eso no impidió que

su alma y su espíritu vivieran en el esplendor divino,

porque trabajaron, trabajaron sin descanso, a pesar

de su karma, y se convirtieron en divinidades.


El espíritu está por encima de las ... 127

Suceda lo que os suceda, debéis conservar siempre

la conciencia de que existe en vosotros una

región inatacable, inaccesible; vuestro espíritu. Es

ahí donde tenéis que refugiaros para trabajar.

Entonces, aunque el karma os quiera aplastar, estaréis

siempre por encima: si el karma quiere limitaros,

vosotros os liberáis; si quiere ensombreceros,

vosotros os ilumináis ... Porque en contra y.frente

a todo, vosotros proseguís vuestro trabajo. Sí, es

\

necesario intentar siempre alcanzar ese punto donde

escapáis a las regiones sumisas al karma. \

La cuestión consiste ahora en saber si podéis

ascender hasta ahí, si sois capaces de ir a instalaros'

en aquella región que se encuentra más allá de los

vientos, de los tornados y del rayo. Jesús hablaba

precisamente de esa región cuando aconsejaba

« construir la propia casa sobre la roca». La roca

es la región del espíritu donde hemos de situar nuestra

vivienda, ya que es el único lugar que está al

amparo de las intemperies. Es también el «gran

retiro» del Salmo 91: el plano causal. Mientras no

hayáis alcanzado esa región con el pensamiento y

con la meditación, os estancaréis en las regiones

inferiores del plano mental y del plano astral y seréis

vulnerables, seguiréis siendo presa de los tormentos.

Espero que unas palabras más aclaren este

punto. No se puede escapar del karma, pero se

puede pagar de diferentes maneras. Ocurre como

en la vida: la mayoría de las veces se paga con


128 Las semillas de la felicidad

dinero, pero hay otros medios de saldar las cuentas:

se puede trabajar, o bien hacer un regalo, o

incluso prestar un servicio ... En el plano espiritual,

el mejor pago consiste en acumular oro, es decir,

desarrollar cualidades y virtudes. Pero la plegaria

es también una forma de pago, pues en la plegaria

ponéis también oro, todo lo mejor de vuestro corazón,

de vuestra alma y de vuestro espíritu. Os arrepentís

de vuestras faltas, prometéis repararlas

mediante vuestras buenas acciones. Entonces el

Cielo dice: «Ya que esta persona se arrepiente, ya

que quiere reparar, es que ha comprendido: aligeremos

sus pruebas.» Porque, ¿qué quiere el Cielo?

Que seamos mejores. No quiere aplastarnos; ¿de

qué le serviría? Su deseo es que seamos más conscientes,

más sabios; por esto, si no queremos comprender,

sigue enviándonos pruebas. Pero, si ve que

comprendemos sin tener necesidad de padecer todas

esas pruebas, eso le basta: no quiere aniquilarnos

en modo alguno.

Hay muchos ejemplos de personas que han

pagado sus deudas de karma trabajando para los

demás, sacrificándose, dando su tiempo, sus fuerzas,

sus pensamientos, su alma ... Porque el hecho

de conocer la ley del karma no es un pretexto que

nos permita quedar indiferentes ante los sufrimientos

de los humanos. Desgraciadamente, lo he podido

constatar: cuando han oído hablar del karma, algunos

que se llaman a sí mismos espiritualistas, en


El espíritu está por encima de las ... 129

lugar de pensar en todos aquellos que sufren y hacer

algo para ayudarles, se contentan con decir:«¡ Oh,

es su karma!», y no hacen nada. Si se trata de tener

pretextos para seguir recreándose en su egoísmo,

sería preferible que la gente no hubiera nunca oído

hablar del karma. Por ello encuentro que, a pesar

de todo, constituye una gran superioridad por parte

de los occidentales el hecho de no aceptar las desgracias

de los demás sin hacer nada. Se ve constantemente:

cuando hay carestía de víveres, epidemias,

inundaciones, terremotos, en seguida se organizan

equipos de socorro, y esto es magnífico.

En realidad y sin duda alguna, es mejor que

todos conozcan las leyes del destino, que comprendan

porque ciertas desgracias les llegan y llegan

también a los demás aunque sin cesar nunca de

querer ayudarlos. Algunos dirán: «Pero, ¿para qué

ayudarlos, si reciben lo que se merecen?» En primer

lugar, porque los esfuerzos que se hacen por

ayudar a los seres jamás son inútiles; en ciertas

circunstancias, viendo vuestra sinceridad, el Cielo

se puede enternecer. Y también por vosotros mismos,

para que progreséis. Ayudando a los demás,

desarrolláis algo en vosotros mismos. Es lo que

siempre respondo a los que me preguntan por qué

me ocupo tanto de los demás; porque siento que

eso me beneficia, actúa favorablemente sobre mí.

Entonces, ¿por qué no hacéis también vosotros lo

mismo? Hará que os sintáis mejor.


130 Las semillas de la felicidad

Ahora bien, sólo Dios sabe que los demás se

benefician y se salvan por lo que vosotros queréis

hacer por ellos. No soy tan estúpido como para no

ver que no es fácil ser útil. A menudo me digo: pobre

viejo, ¿crees que, porque hayas pasado horas y

horas escuchando a las personas explicarte sus

problemas, sus sufrimientos, y hayas hablado con

ellas para consolarlas y darles consejos, van a tener

en cuenta lo que les hayas dicho y tomarán el

buen camino? No te hagas demasiadas ilusiones:

la mayoría irán, todavía durante mucho tiempo,

hacia donde se sientan impulsados. Pero tú sigue

ocupándote de ellos, porque así tú te fortaleces, tú

te iluminas. Y si ellos no quieren trabajar para el

Reino de Dios, tú trabaja: el Reino de Dios vendrá,

al menos sobre ti.

Si todo el mundo pudiera pensar así, «egoístamente»,

sería magnífico. Sí, ¡hay que ser egoísta,

hay que ser interesado! Me diréis: «Pero, ¿cómo?

Usted siempre nos predica el desinterés y ahora ... »

En realidad, el desinterés absoluto no existe. Existen

solamente intereses diferentes: un interés inferior,

material, burdo, y un interés superior, divino,

sublime. Por esto, la única cuestión importante para

vosotros consiste en conocer dónde se encuentra

vuestro verdadero interés. Quien crea que su

interés consiste en llegar a arreglar a toda costa

sus negocios en la tierra, a hacerse rico, poderoso

y famoso, debe saber que llegará al otro mundo


El espíritu está por encima de las ... 131

desnudo, pobre, miserable, feo y deforme. No conoce,

por lo tanto, su verdadero interés.

Vosotros, en cambio, comprendéis cuan importe

es el hecho de ponerse a trabajar para el bien de

los demás: porque es así como pagáis vuestro karma.

Quien dice: «¡Ah! ¡Pero yo no soy tonto! No

haré nada por los demás. Voy a aprovechar la vida,

quiero comer. beber, divertirme ... », sentirá cómo

el karma se abate al cien por cien sobre él bajo una

forma u otra; se cree astuto, pero en realidad es estúpido

e ignorante.

He ahí la utilidad de la Ciencia iniciática que

nos enseña a adaptarnos a esas reglas, a esas leyes,

a esos métodos, a fin de que un día podamos ser

más libres, fuertes y felices. Quien no haga caso

de esa ciencia trabajará siempre en contra de su

verdadero interés.

Por lo tanto, si tenéis que pasar pruebas. en lugar

de quejaros y gritar, calmaos. reflexionad y

preguntaros: «¿Cuál es el plan del Señor y de todos

mis amigos celestiales? ¿Qué quieren que obtenga?»

Se hará una luz y comprenderéis que quieren

que seáis más pacientes, más resistentes, más

inteligentes, o incluso otra cosa. Así, no sólo no os

rebeláis, sino que incluso os volvéis más agradecidos

y dais las gracias. Y esas son las virtudes que

el Cielo quiere impulsaros a adquirir, obteniéndolas

mucho más rápidamente.


132 Las semillas de la felicidad

A menudo se oye contar a algunas personas que

gracias a un accidente, a una enfermedad grave o

a una gran desgracia han llegado a encontrar su verdadera

vocación o incluso su salud. Sin embargo,

habían empezado a creer que todo estaba perdido

y estaban desesperados, se habían rebelado. Sin

duda alguna, ciertas pruebas son terribles y no es

posible dejar de sufrir. Pero, ¿por qué no pensar

en seguida que un día, más tarde, al final de estas

pruebas se encontrará la felicidad que nos esperaba?

¿Por qué perder de tal manera el tiempo en la desesperación

y la rebelión?

Sean cuales sean las pruebas, los Iniciados siguen

trabajando, siguen en la luz, en el bien, en el amor,

puesto que han comprendido lo esencial. Entonces,

alegraros por el hecho de conocer esta Enseñanza,

alegraos y dad gracias por todas esas piedras preciosas,

esas posibilidades que se descubren ante

vosotros, ante vuestro espíritu, para un trabajo

gigantesco. Sin esta luz, ¿qué sería de vosotros?


XIII

BUSCAR LA FELICIDAD

EN LO ALTO



El mayor peligro para los humanos consiste en

aceptar una filosofía materialista que los impulse

a buscar todas las satisfacciones en el plano físico.

En esta búsqueda empiezan a mostrase egoístas,

injustos, deshonestos e incluso criminales. Para

obtener un aumento de sueldo, un puesto más elevado,

una parte de mercado más importante o una

invitación para una recepción, se crean intrigas y

se aceptan toda clase de compromisos. Pero, incluso

admitiendo que consigan sus fines, ¿qué podrá

aportarles de más todo esto? Incluso a menudo, una

vez que han obtenido lo que desean, se sienten insatisfechos.

Han engañado a otros y ellos no son felices.

No ha sido ventajoso en modo alguno.

Quien busca la felicidad en la materia es como

al buscador de oro que remueve toneladas de arena

para hallar apenas una pepita de oro. Lo que tampoco

es ventajoso. Para encontrar oro en cantidad

hay que subir muy alto, hasta el sol, hasta el espíritu.

Abajo sólo se encuentran los desperdicios, las

mondaduras, las escorias.


136 Las semillas de la felicidad

Naturalmente, no nos es posible desprendernos

de la materia: tenemos un cuerpo y a través de este

cuerpo nos relacionamos con todo lo que nos rodea;

y está muy bien porque si interrumpiéramos esas

relaciones, nos moriríamos. Por tanto, hemos de

comer, beber, dormir, vestirnos, alojarnos, distraernos,

trabajar, amar, etc.; ¿Pero es verdaderamente

necesario consagrar a ello tantos esfuerzos y tanto

tiempo? Un buen día, nos sentimos cansados de

todo esto.

¿Qué hay que hacer entonces para no cansarse?

Tomemos un ejemplo muy simple: la nutrición.

Desde hace años os repito que es bueno aprender

a comer en silencio, con amor y gratitud. ¿Por qué?

Porque adoptando esta manera de comer, entráis

en relación con el lado sutil del alimento, y son estos

elementos imponderables, mucho más que la cantidad

de materia que absorbéis, los que os aportarán

la salud y el equilibrio. Y no os aportan la salud

y el equilibrio, sino que además os producirán solamente

transformaciones en la misma quintaesencia

de vuestro ser: vuestro corazón se hace más generoso,

vuestro pensamiento más lúcido ... He ahí lo

que significa «buscar la felicidad en lo alto» : es

introducir en todo lo que hacéis de material elementos

de naturaleza más espiritual.

Y lo mismo ocurre con el amor. De la misma

manera que el hombre no puede nutrirse sin tomar

alimento sólido, material, le es también imposible,


Buscar la felicidad en lo alto 137

excepto muy raras excepciones, amar sin tener necesidad

de hacer intercambios en el plano físico. Pero

para hacer estos intercambios, no es necesario revolcarse

día y noche en la sensualidad. También ahí

hay métodos: ¡cuántos consejos os he dado para

hacer esos intercambios en los planos sutiles ... !

Hasta ahora, sin duda alguna, no han sido para

vosotros más que preparativos ; las experiencias que

habéis hecho en ese sentido han tenido más o menos

éxito; habéis alcanzado algo sin obtener resultados

definitivos ; y es normal: es casi imposible llegar a

un éxito completo; es la cima de la Iniciación. Pero

no debéis nunca abandonar vuestros esfuerzos por

encontrar la alegría y la felicidad en lo alto. No os

está prohibido serviros de todo lo que la Inteligencia

cósmica ha puesto a vuestra disposición; al contrario,

pero intentad serviros de ello para llegar más

lejos en la pureza y la luz.

La cuestión de las relaciones del hombre con la

materia debe estar muy clara para vosotros. El descenso

del hombre en la materia no es ni un error ni

un accidente dentro de su evolución: fue previsto

por la Inteligencia cósmica. Para llegar a la totalidad

del conocimiento, el ser humano tenía necesidad

de desarrollar sus facultades intelectuales y, para

desarrollar estas facultades debía situarse dentro de

unas condiciones determinadas, es decir, que debilitasen

su percepción del mundo invisible, a fin de que

pudiera aplicarse a la exploración de la materia. He


138 Las semillas de la felicidad

ahí porque la humanidad se encuentra hoy en día

en ese estado de su evolución. Pero no es el estado

definitivo: debe volver de nuevo a las regiones del

alma y del espíritu que ha abandonado, y volverá

allí enriquecida por todas las experiencias que habrá

realizado en la materia gracias al intelecto.

Actualmente se asiste a un descenso cada vez

más vertiginoso de la conciencia en el espesor de

la materia. Y como la materia es de una diversidad,

de una riqueza inagotable, nunca se acaba de ver,

de tocar, de acumular. Por esto los humanos llegan

a olvidarse y a perderse en ella. Pero llegará

el momento en que se sentirán hartos, saturados,

porque aun cuando la materia es inagotable, sólo

puede dar lo que permite satisfacer las necesidades

físicas, y entonces experimentarán el deseo de subir

a las regiones espirituales. Nuevas necesidades se

despertarán en ellos porque, después de haberlo

tocado todo, después de haberlo gustado todo, después

de haberlo poseído todo en el plano físico, sentirán

que no es ahí donde se encuentra para ellos

la verdadera felicidad.

Actualmente todo está hecho para dar a los

humanos el deseo de sumergirse en la materia.

Mirad sólo la publicidad que está ahí para convencerlos

que tal pomada, tal lavadora, tal café, tal perfume,

tal joya, tal coche ... puede transformar su

vida, y todos corren a comprar esas cosas maravillosas.

¡Dios mío, si fuera tan fácil transformar su


Buscar la felicidad en lo alto 139

vida! No digo que todos esos productos o todas esas

máquinas no sean útiles o agradables, pero no pueden

aportar nada verdaderamente sustancial. La

prueba está en que, incluso si se poseen esas cosas

y aún muchas más, uno se siente en el vacío.

Un día vendrá una nueva filosofía ­que es en

realidad la filosofía eterna de los Iniciados­ para

mostrar a los humanos que es yendo hacia las alturas

como encontrarán todas las riquezas que han tenido

que abandonar descendiendo a la materia. Y no sólo

volverán a encontrar sus riquezas, sino que también,

gracias a una mejor comprensión, podrán beneficiarse

plenamente de todo lo que hayan adquirido

en el plano físico donde hay tanto para estudiar,

para trabajar y para gozar. El conocimiento de la

materia estaba inscrito, pues, en el programa previsto

por la Inteligencia cósmica para la evolución

del ser humano. Pero el hecho de conocer la materia

no significa en modo alguno enterrarse en ella. Por

consiguiente, desde ahora debéis comprender que

para encontrar la felicidad, tenéis que subir, sí, subir

cada vez más alto e instalaros allí con todos vuestros

muebles, vuestra nevera, vuestros vestidos, vuestros

discos, vuestros sillones, vuestros coches ... En fin,

es una forma de hablar ya que no creo que podáis

elevaros muy alto si cargáis con todo ese montón

de cosas. Quiero decir simplemente que, sea cual

sea el trabajo que estéis haciendo, debéis pensar en

añadirle un elemento espiritual para transformarlo.



XIV

BUSQUEDA DE LA FELICIDAD,

BUSQUEDA DE DIOS



La felicidad es como una pelota tras la que se

corre, pero en el momento de atraparla se le da un

puntapié ... ¡ para poder seguir corriendo tras ella !

Porque es en esta carrera donde uno se siente estimulado;

es en esta búsqueda, en este impulso por

alcanzar el objetivo donde se encuentra la felicidad.

Por lo tanto, cuando tengáis un deseo, no os apresuréis

a satisfacerlo porque es este deseo el que os

eleva y llena. Como conozco esta ley, he puesto en

mi alma, en mi espíritu, deseos que, ya lo sé, nunca

podré realizar; pero son esos deseos los que me

hacen vivir.

Sí, ahí está el secreto. ¿Por qué os preguntáis

sobre lo que podréis realizar dentro de unos meses,

y de algunos años? Es demasiado fácil; así no seréis

felices; porque, para obtenerlo, no tenéis necesidad

de ligaros a la Fuente divina, inagotable, la única

que puede dároslo todo. No hay duda de que,

cuando se acaba obteniendo lo que se deseaba, se

es feliz de momento, pero inmediatamente después


144 Las semillas de la felicidad

se siente un vacío: hay que buscar otra cosa y nunca

se está satisfecho. Por esto, ¿qué hay que hacer?

Ponerse a la búsqueda de lo que está más lejano

y es más irrealizable: la perfección, la inmensidad,

la eternidad, y por el camino encontraréis todo lo

demás: el conocimiento, la riqueza, el poder, el

amor ... Sí, los tendréis sin pedirlos. Mientras que

si pedís una cosa, ,.os quedaréis ahí; os limitaréis,

y no tendréis todo lo demás. Y al mismo tiempo,

¡sólo Dios sabe si obtendréis lo que buscáis!

Por esto, el mejor consejo que puedo daros es

que pidáis solamente lo que es inaccesible. Todo lo

demás lo encontraréis por el camino, sin deteneros,

sin perder el tiempo. Sí, ¿pero quién piensa así?

Decís: «¡Ah! Si consigo este puesto de trabajo, si

gano este premio, si me caso, si tengo hijos ... , seré

feliz.» Pero, una vez lo conseguís, no cambia gran

cosa; seguís siendo tan desgraciados, por lo menos,

como antes, ya que os habéis detenido ahí, en lugar

de mirar hacia un objetivo lejano, hacia el que se

está obligado a caminar sin cesar.

Por otra parte, es Dios mismo quien ha puesto

en el alma de las criaturas un sentimiento de insatisfacción

y de carestía que sólo podrá ser colmado

el día en que lleguen a unirse a EL Mientras no

hayan realizado esta fusión, buscarán, tendrán experiencias,

creyendo cada vez que han llegado a obtener

lo que desean; pero se sentirán siempre decepcionadas

y desanimadas. En realidad, esa decepción


Búsqueda de la felicidad, ... 145

no es tan mala como parece ya que impulsa a los

humanos a ir siempre adelante, a buscar y buscar

sin cesar.

Dios está en todas partes del universo. Está

escondido en todo lo que suscita nuestro deseo. Los

ambiciosos, los borrachos, los golosos, los ansiosos,

los desalmados, buscan también a Dios, a su

manera. Porque, efectivamente, se puede encontrar

también una partícula minúscula de El en el alcohol,

en el alimento, en la sexualidad, en el dinero, en

la gloria, en el poder. Sí, se puede encontrar a Dios

en todas partes, incluso en los pantanos, incluso en

la piedra donde su presencia es como un destello

escondido. Pero, sin duda alguna, sólo se obtendrá

ahí una satisfacción momentánea, porque no es en

las capas espesas, en las formas inferiores de la

materia donde puede encontrarse realmente a Dios.

Todos los humanos, sean quienes sean, buscan

a Dios, pero sin saber que lo buscan. Se dicen solamente

a sí mismos que buscan la felicidad. Pero,

¿quién no la busca? Todos buscan la felicidad; no

buscan otra cosa; pero siempre imaginan esta felicidad

bajo una forma determinada. Basta observarlos

un poco para constatar la multiplicidad de formas

que puede adoptar esa búsqueda de la felicidad ...

e incluso formas enteramente contradictorias: algunos

son felices en la reflexión, y otros en la indolencia

y las diversiones. Algunos tienen necesidad

de la vida de familia, y otros prefieren la soledad


146 Las semillas de la felicidad

y el celibato. Algunos buscan la opulencia, el confort,

la gloria, y otros la austeridad, el ascetismo

y la oscuridad. Algunos aspiran a una existencia

movida y llena de aventuras, y otros a una vida apacible

y sin historia. Algunos tienen necesidad de

ayudar a su prójimo, de socorrerlo, de cuidarlo, y

otros de perseguirlo y destruirlo.

Esta felicidad que cada uno busca a su manera,

según su temperamento, es una forma de la búsqueda

de Dios; una búsqueda más o menos sabia,

más o menos ilustrada, pero siempre es la búsqueda

de Dios. Porque, tras esta idea de felicidad, se

esconde Dios. Es El quien ha dado a los hombres

esa aspiración a la felicidad, a fin de que puedan

acabar por encontrarlo. E incluso si, entretanto aún

lo buscan pasando por chimeneas, cloacas, pantanos,

cementerios, un día, después de tener muchas

experiencias comprenderán que deben buscarlo en

las regiones superiores bajo la forma de pureza, de

luz, y allí, sí, allí Lo encontrarán.

Todos están predestinados a encontrar un día

a Dios bajo esa forma sublime. Pero para encontrarlo,

hay que amarlo. No es que Dios tenga necesidad

de nuestro amor. Si los grandes Maestros de

todas las religiones han enseñado el amor a Dios,

ha sido porque conocían una ley mágica que no es

más que la correspondencia, en el mundo espiritual,

de hechos que podemos ver todos los días en el

plano físico. Lanzáis una pelota contra un muro:


Búsqueda de la felicidad, ... 147

os la devuelve. Gritáis en una montaña palabras

junto a una pared rocosa: el eco os las devuelve.

De la misma manera, cuando enviáis vuestro amor

a Dios, desencadenáis esa misma ley y el amor

divino se ve obligado a volver a vosotros. Dios no

tiene necesidad de nosotros, pero nosotros tenemos

necesidad de El, y sólo por nuestro amor podemos

atraerlo hacia nosotros.

Para recibir, hay que dar. Si no me acercáis vuestro

vaso, no podré llenarlo de agua. Si no abrís vuestro

corazón a Dios, no podrá derramar en él sus

bendiciones. Sí, para recibir la fuerza, la luz, la sabiduría,

la belleza, la plenitud de Dios, debemos darle

nuestro amor y es este amor el que desencadena y

devuelve todas las gracias divinas.



XV

NO HAY FELICIDAD PARA LOS EGOISTAS



Nunca defenderéis vuestros intereses siendo

egoístas. Al contrario, vuestro interés está en pensar

en los demás puesto que así mejoráis las condiciones

de vuestra propia existencia. Pongamos una imagen:

pasáis por un camino donde hay un vidrio

roto; lo veis, pero no lo quitáis, diciéndoos: «Al

fin y al cabo no es a mi a quien se le ha caído; por

tanto ya vendrán otros a recogerlo.» Pero he aquí

que el destino os hace volver a pasar por el mismo

camino : es de noche, no prestáis atención y os herís ;

entonces, evidentemente, exclamáis: «Pero, ¿quién

ha sido el idiota, el criminal que ha tirado esos trozos

de vidrio? » Pues bien, ya no es el momento de

haceros esa pregunta. Teníais que haberlos recogido

la primera vez que pasasteis por allí.

Quienes no piensan en los demás se creen inteligentes.

Pero siempre les ocurre algo que no habían

previsto, lo cual prueba que no son tan inteligentes.

Porque la inteligencia es también la facultad de

proyectarse en el futuro para ver las consecuencias


152 Las semillas de la felicidad

de sus actos ... o de la omisión de sus actos. Si no

nos comportamos correctamente con los demás, nos

preparamos un mal futuro para nosotros mismos.

Por lo tanto, el hecho de no pensar en los demás

no es solamente una falta de amor sino también

una falta de inteligencia. Y eso no es todo.

Cuando no se tiene suficiente amor para sentir lo

que hay que hacer por los demás, ni suficiente inteligencia

para verlo, cuando uno se deja llevar

por las cosas, cuando no se hace ni un solo gesto

por remediar la situación de los demás, he ahí lo

que pasa: falta de voluntad. Entonces os dais cuenta.

Cuando faltan tres cosas tan capitales como la

inteligencia que prevé, el amor que desea mejorarlo

todo y la voluntad capaz de afrontar las dificultades,

¿qué éxito puede esperarse en la vida?

Y, lo que es más extraordinario, estas mismas

personas son siempre las primeras en quejarse de

que les falta eso, de que se les debe aquello, de

que no se les ama, de que no se piensa en ellas, de

que los demás son malintencionados ... Pero, ¿por

qué no se dan cuenta de que, con su egoísmo y sus

exigencias injustificadas, no hacen más que desanimar

a todos los que están a su alrededor? Y esas

personas tienen necesidad de ser ayudadas, sostenidas,

socorridas ... Pues bien que empiecen a pensar

un poco menos en ellas mismas y un poco más

en los demás. No es dejándose llevar por el egoísmo

que serán más felices.


No hay felicidad para los egoístas 153

Todos aquellos que sólo piensan en aprovecharse

de todo, en ser el centro del universo, imaginándose

que el mundo entero debe girar a su alrededor,

servirlos e inclinarse ante ellos como si

fueran príncipes o princesas, se preparan a una

existencia de decepciones y de sufrimientos. Para

ser feliz, hay que convertirse en servidor.

¿Es exigir demasiado el pediros que una vez

más trabajéis para engrandecer vuestra conciencia?

Olvidad un poco todo lo que os falta. Cuando se tiene

la posibilidad de abrazar el universo entero mediante

el pensamiento, de comunicarse con todas las

entidades luminosas que lo pueblan, ¿cómo es posible

sentirse solo, indefenso o humillado? ¿Qué más

necesitáis para comprender que sois ricos, estáis

colmados de bienes y que podéis ayudar a los demás?

Aprended a ser generosos, dad vuestras riquezas

e incluso vuestras riquezas materiales, si podéis.

Sino, viviréis siempre con el miedo a perderlas y

acabaréis olvidando que hay personas que son desgraciadas

y que tienen necesidades. [Id, distribuid!

Ya no temeréis ser robados y, al mismo tiempo,

vuestro gesto será registrado en lo alto del Cielo y

un día lo encontraréis ampliado. Pero, ¿cómo puede

explicarse todo esto a los humanos? Son tan egoístas

y están tan hambrientos de riquezas y honores,

que quieren acapararlo todo. La idea de hacer felices

a los demás no les viene nunca al pensamiento.

Y por esta razón ellos mismos jamás son felices.


154 Las semillas de la felicidad

No se puede ser feliz cuando se tiene un campo

de visión demasiado limitado. Y por esto el egoísta

no puede ser feliz, porque su alma está limitada.

Para ser feliz, hay que extenderse hasta abrazar el

mundo entero y sólo el amor permite esta extensión.

Quien tiene mucho amor se extiende, se dilata,

abraza y vibra con el universo; todo se abre, no

encuentra ya barreras y la felicidad no lo abandona

jamás. El camino hacia la felicidad es el amor; sí,

sólo el amor, no la ciencia ni siquiera la filosofía.

La ciencia, el conocimiento no pueden aportarnos

la felicidad; preparan el camino, orientan, iluminan,

pero son incapaces de hacernos felices. Así lo

comprendió Salomón cuando dijo: «Mucha sabiduría,

mucho sufrimiento. Más saber, más pena.»

Quienes saben mucho no son felices, mientras que

aquellos que tienen mucho corazón, aún cuando no

sepan gran cosa, son ciertamente más felices. ¿Por

qué? Porque Dios ha puesto la felicidad en el corazón

y no en el intelecto. Pero el corazón debe ser

generoso; el cielo y la tierra han jurado no dar jamás

la felicidad al corazón egoísta. Me diréis:

«Pero se conocen realmente personas que no trabajan

más que para sí mismos, para su enriquecimiento,

su poder, su gloria, ¡y son felices!» Sí, en

apariencia. ¿Y por cuánto tiempo? Eso es lo que

hay que ver. Obtendrán quizá lo que quieren gracias

a sus intrigas, pero en realidad no tendrán lo

esencial: paz, alegría, plenitud. Incluso si no están


No hay felicidad para los egoístas 155

privados materialmente de nada, internamente se

sentirán igualmente vacíos.

El Cielo mira a quién servís y, si servís a vuestro

propia dios, a vuestro egoísmo, a vuestra naturaleza

inferior, se aparta de vosotros. No distribuye

su riqueza a las personas que no piensan más que

en vivir una vida deshonesta, de placer, de vida

animal. Y entonces, ¿quién os ayudará, quién os

salvará? ¿Vuestro dinero? ¿Vuestra gloria? ¿ Vuestra

celebridad? Para el Cielo existen solamente dos

categorías de seres: Los que trabajan únicamente

para sus intereses, para satisfacer sus propios

deseos, y los que se esfuerzan en ayudar a sus hermanos,

para participar en el trabajo de millares y

millares de entidades que hay en el mundo invisible

y que se han dedicado firmemente a la realización

del Reino de Dios sobre la tierra. Y éstos últimos

están inscritos en el gran Libro de la Vida

como benefactores de la humanidad.



XVI

DAD SIN ESPERAR

NADA



Quien ha hecho el bien a los demás, que los ha

ayudado, los ha sostenido, encuentra normal esperar

un poco de gratitud por su parte, por lo menos

una aprobación. Quienes han trabajado por sus

hijos, que los han alimentado, educado, esperan

también que esos hijos reconozcan al menos que

ellos han sido buenos padres. Pues bien, me propongo

demoler esta concepción de las cosas considerada

como normal y legítima desde la creación

del mundo, ¡diciéndoles que no deben esperar absolutamente

nada !

Algunos se preguntarán: «Pero, ¿por qué dice

cosas tan extrañas ?« Es sencillo : porque si se espera

la aprobación, el reconocimiento, se entra en el

mundo de las insatisfacciones, de los reproches, de

los rencores y de los sufrimientos. Me diréis: «Pero

entonces, ¿no nos será nunca reconocido el bien que

hagamos?» Sí, pero no hay que esperar que lo sea.

Todos los sabios, los Iniciados, conocen una ley

sobre la cual basan su existencia: la ley de las causas


160 Las semillas de la felicidad

y de las consecuencias. Saben que todo lo que hacen

tendrá tarde o temprano, un efecto que repercutirá

sobre sí mismos; si es un acto bueno, el efecto será

benéfico, y si es malo ... He ahí la ley sobre la que

los sabios basan su existencia y vosotros tenéis que

hacer lo mismo que ellos.

¿Qué sabéis de la realidad? Uno puede preguntarse,

incluso, si el mundo existe realmente, y algunos

filósofos han defendido que no hay ninguna realidad

objetiva, que lo que percibimos de él no es

más que el efecto de nuestras impresiones personales

y subjetivas. Recuerdo haber leído las obras de

algunos filósofos cuando yo era muy joven: Berkeley,

o bien Ernst Mach ... Me quedé estupefacto,

pero encontré que, en efecto, sus argumentos eran

convincentes. Por lo tanto, se puede dudar de

muchas cosas, pero hay una ley de la que los Iniciados

no dudan jamás: se recoge lo que se ha sembrado

y, si se hace el bien, se recogerán también,

tarde o temprano, sus frutos.

En la India existe un yoga llamado « karma

yoga» cuyos adeptos se entrenan para actuar sin

esperar ningún beneficio de sus acciones. Porque

es así como uno se engrandece, se ennoblece, se

vuelve fuerte, poderoso, y se acerca a la Divinidad.

Pero el espíritu del karma yoga es extraño a los

occidentales que, desde el momento en que dan algo,

esperan una recompensa bajo una forma u otra.


Dad sin esperar nada 161

Y lo que también hay que saber es que las leyes

cósmicas no actúan con la misma rapidez que nosotros:

obedecen a otro tiempo; por esto, las recompensas

son a menudo un poco tardías (¡y también

los castigos!), y si os impacientáis, si os rebeláis,

complicáis la situación. ¿Por qué tenéis que sufrir,

por qué tenéis que atormentaros? Vendrá tarde o

temprano: no hay que esperar nada. Así seréis

libres, exentos de toda preocupación. Sabéis que

unos regalos están ya en camino para venir a recompensaros

y estáis seguros de ello. Si os amargáis,

si os rebeláis, demostraréis que no poseéis el verdadero

saber.

Estáis en una Escuela iniciática para aprender

verdades sin las que seguiríais debatiéndoos en problemas

sin fin. Esas verdades os permitirán desembarazar

vuestro camino de todo lo que lo obstruye

y así podréis seguir siempre adelante.

Os diré incluso: debéis aprender a hacer el bien

a los demás sin decirles que sois vosotros. Así, se

despertará en ellos algo bueno: se verán obligados

a preguntarse quién es ese ser magnífico que no

quiere mostrarse y esto los llevará a actuar de la

misma manera con los demás. Evidentemente, sería

necesario que yo también pudiera daros esta Enseñanza

sin que vosotros supierais que soy yo quien

os la da; pero, ¿cómo hacerlo? Cuando hablo no

puedo ocultarme ; se ve claro que las palabras salen

de mi boca; pero yo preferiría que fueran silenciosas


162 Las semillas de la felicidad

para que vosotros no supierais que yo os las digo

y os instruyo. En realidad, es lo que hago a menudo

cuando estoy en mi casa o en el silencio de la meditación.

Porque conozco vuestros problemas, vuestras

preocupaciones, e incluso cuando no os veo sigo

dándoos explicaciones y consejos. Entonces también

puedo haceros revelaciones que no os las podría

hacer mediante la palabra. Pero os corresponde a

vosotros estar atentos, buscar de vez en cuando en

vosotros una iluminación, una luz. Aun cuando

ignoréis que yo he sido quien os ha dejado esa luz,

procurad encontrarla y serviros de ella.

Quienes son capaces de dar sin ostentación

tienen una magnífica evolución y experimentan una

alegría secreta, mientras que los que dicen en

seguida: «Mirad, soy yo quien os envía esto», no

pueden sentir la misma alegría. El hecho de que

alardeen de sus buenas acciones demuestra que

esperan una recompensa y como a menudo las

recompensas tardan mucho tiempo en llegar, esperándolas

se consumen, se destruyen y son desgraciados.

Es maravilloso amar a todos los humanos sin

esperar jamás nada a cambio, iluminarles, purificarles,

orientarles hacia la luz, y hay que hacerlo

de un modo natural, como brilla el sol en el cielo,

como las flores perfuman la atmósfera, sin esperar

nada ... Sí, todas esas flores que crecen en las montañas

y que nadie va jamás a visitar ni admirar


Dad sin esperar nada 163

siguen haciendo su trabajo. Miradlas: ¡no tienen

ninguna vanidad !

Me diréis: «Pero el sol no esconde que es para

nosotros la fuente de la luz.» ¡Ah! Es verdad. Y

sería difícil. Se tiene incluso la impresión de que es

feliz enviando su luz al espacio. Es como si dijera:

«Mirad, os ilumino.» Sí, pero detrás de este sol visible

existe otro sol, invisible, oscuro, que se llama

el sol negro. Nuestro sol recibe sin cesar de este sol

negro las energías que transforma y nos envía bajo

la forma de luz y de calor. Ese sol negro no se

exhibe, no habla de sí mismo, es como el sol en el

que todos los verdaderos Maestros espirituales quisieran

convertirse. Y vosotros haced lo mismo: tanto

si se os ve como si no, tanto si se os aprecia como

si no, esto no tiene importancia: hay que hacer el

trabajo. Comportándoos así os haréis grandes,

inquebrantables, y viviréis en la serenidad.

Todos esperan algo los unos de los otros : los

padres y los hijos, los patronos y los obreros, los

sacerdotes y sus feligreses, los profesores y sus alumnos

... ¡Y de los amantes no hablemos! Un chico

hace un pequeño regalo a una chica y espera de ella

miradas y besos. Pero he aquí que ella es un poco

lenta en decidirse y entonces el chico se vuelve violento

... Por todas partes se ve esa clase de cosas.

Pero vosotros procurad hacer un trabajo sobre

vosotros mismos, practicad el karma yoga y estaréis

en el camino de la perfección.


164 Las semillas de la felicidad

Todo lo que podáis hacer de bueno, sean actos,

palabras, sentimientos, ideas, hacedlo y dejad a continuación

que el tiempo lleve a cabo su obra. Aunque

no lo queráis, un día todo ese bien os buscará

para recompensaros. No habrá nada que hacer,

aunque os escondáis no podréis escapar de él.


XVII

AMAD SIN PEDIR SER AMADOS



El amor es un tema que nunca será agotado. Se

puede hablar eternamente de él sin saciarse. Amar

es como comer, beber, respirar ; no se puede vivir

sin amar ni sin oír hablar del amor. Desde hace milenios,

se canta al amor, se pinta al amor, se escribe

sobre el amor de tal manera que una novela, una

obra de teatro o una película que no hable de amor

parece insípida ... Y, sin embargo, ¿qué saben verdaderamente

los humanos del amor? Conocen sobre

todo las penas, las desgracias. ¿Por qué? Porque

para la mayoría de ellos, la felicidad consiste en ser

amados. Sin duda alguna están de acuerdo, por lo

menos, en amar también ellos un poco, pero creen

que lo más importante es ser amados. He ahí la

prueba: ¿por qué no les basta el hecho de amar?

¿Por qué sufren tanto cuando descubren que aquel

o aquella que aman no corresponde a su amor o

bien no les corresponden como ellos desearían?

Para ser felices esperan que el amor les llegue del

exterior. Y si no les llega o se aparta de ellos se sien­


168 Las semillas de la felicidad

ten privados; no creen en su propio poder, en su

propia fuerza de amar; tienen necesidad de que el

amor les sea dado por alguien externo a ellos.

Supongamos que estáis unidos por amistad con

un hombre, con una mujer; os encontráis e intercambiáis

palabras, miradas, sonrisas ... Pero un día

esa persona tiene preocupaciones, pasa por un

momento difícil, tiene menos tiempo para estar con

vosotros, para escribiros, para telefonearos; entonces

os sentís abandonados y estáis descontentos ; sois

desgraciados y le cansáis con vuestros reproches :

« ¿Por qué no has venido a verme ... ? ¿Por qué no

has telefoneado ... T» Bueno, sin duda alguna es un

poco normal que tengáis la impresión de haber

perdido algo; pero si no os decidís a cambiar de actitud,

no cesaréis de sufrir. Para encontrar vuestra

paz, vuestra alegría, tenéis que deciros a vosotros

mismos que no debéis contar más que con vuestro

amor· y no esperar que el amor os venga de los

demás. Mientras esperéis ser amados, dependeréis

de los demás y si los demás no os aman o bien os

aman menos­¡ y tienen derecho a ello!­, os sentiréis

desgraciados.

La vida está hecha de tal manera que nunca se

puede estar seguro de nada: ni de los acontecimientos,

ni de las personas ; a veces pensarán en vosotros

pero otros muchos os olvidarán. Entonces, si no

creáis en vosotros algo estable, seréis menospreciados

sin cesar y estaréis desorientados. Sí, es ya el


Amad sin pedir ser amados 169

momento de empezar a conocer la naturaleza de las

cosas y comprender lo que hay que hacer para ser

feliz. Puesto que tenéis necesidad de amor para ser

felices, puesto que en el amor sentís que alegráis

vuestro ánimo, que tenéis revelaciones, y puesto que

queréis que vuestro amor continúe eternamente,

pues bien: amad y no esperéis ser amados. Si los

seres que amáis corresponden a vuestro amor, tanto

mejor: dad gracias al Cielo, pero no contéis ya con

ello. Entonces, desde ese momento, podéis encontrar

la felicidad ya que todo depende de vosotros,

todo es como queréis, en la medida en que vosotros

queréis, en donde vosotros queréis. Sois todopoderosos,

independientes, dueños de la situación.

De lo que tenéis que preocuparos es de mejorar

las manifestaciones de vuestro amor, de hacerlo más

desinteresado, más luminoso, más puro, más vasto.

He ahí la única condición para ser feliz con el amor.

Mirad el sol: no espera ser amado; ama al mundo

entero y por eso es tan radiante. Es libre y no espera

nada.

En cuanto a mí, yo mismo comprendí desde hace

tiempo que, si tenía que contar con el amor de los

hermanos y de las hermanas de la Fraternidad, ¡oh,

cuántas tristezas y decepciones me esperaban ! Tienen

tantos problemas por resolver, pobre gente,

tantas dificultades, tantos obstáculos, tantos compromisos,

que no tienen tiempo de pensar en mí...

Me diréis: «Pero, ¿cómo? ¡Si lo aman, usted


170 Las semillas de la felicidad

mismo puede oír cómo hablan de usted !» Sí, lo sé:

me aman mientras no han encontrado a otra persona

para amar. Cuando la han encontrado, me

olvidan. Ya me comprendéis ... , un buen hombre,

anciano, con barba, que les predica todos los días

sobre las leyes divinas que hay que respetar, sobre

los esfuerzos que hay que hacer, y que los regaña

también de vez en cuando, esto no es un ser muy

apetecible. No me hago ilusiones. Por esto soy el

primero en aplicarme el consejo que os doy. Me digo

que me corresponde a mí el hecho de amarles (simplemente

no les demuestro, si no, abusarían de ello).

Y en esta decisión de amar, no sólo a los hermanos

y a las hermanas de la Fraternidad, sino también

a toda la creación: el sol, las estrellas, el Señor y

todas las jerarquías de espíritus luminosos que están

por encima de nosotros ... , encuentro la felicidad,

algo estable, fiel y verdadero. Entonces, ¿por qué

no hacéis vosotros lo mismo?

Vuestro amor debe crecer todavía en la luz, en la

comprensión. No os detengáis en el estado del sentimiento

puesto que el sentimiento es demasiado personal.

Para vivir la plenitud del amor, la comprensión

es también necesaria. Y cuando hayáis decidido

amar sin esperar nada a cambio, será cuando seréis

realmente amados. ¿Por qué ... ? Si a vuestro lado

las personas se sienten iluminadas, reconfortadas,

pero al mismo tiempo se sienten libres, ¿cómo no

van a encontraros simpáticos y agradables?


Amad sin pedir ser amados 171

Y veréis que, desde el momento en que ceséis

de buscar el amor, el amor os perseguirá ... , ¡incluso

os importunará! Lo echaréis por la puerta y volverá

por la chimenea. Cuando ya no lo busquéis,

estará ahí. Pero, si lo buscáis, se alejará. Es como

si .persiguierais vuestra propia sombra: huye ante

vosotros, no la podéis alcanzar. Sí, el hecho de

buscar el amor de los demás es como correr tras la

propia sombra. Pero no la busquéis más y estará

durante todo el tiempo ahí para sonreíros, para contemplaros

amablemente. Cuando buscáis el amor

de los demás, os concentráis con algo externo a

vosotros y perdéis vuestro propio amor. Es así. Por

lo tanto, en lugar de buscarlo, dadlo, sacadlo de

vuestro interior: estará siempre presente en vosotros

y seréis amos de todas las situaciones.

Ahora bien, si no­ queréis creerme, no os queda

otra solución que la de preparar vuestros pañuelos.

Y los pañuelos son aún inofensivos, inocentes; hay

cosas peores. Muchas personas no se contentan con

los pañuelos; hay quienes utilizan el puñal, el revólver,

el veneno. La mayoría de los dramas son

causados, ciertamente, por el amor .. , el amor mal

comprendido, el amor que espera siempre algo. En

cambio, el amor de que os hablo y en el cual viven

siempre los Iniciados es un amor que rejuvenece,

que fortalece, que hace incansable, luminoso y

bueno, un amor que aporta la vida eterna, que resucita,

que inmortaliza.


172 Las semillas de la felicidad

Sí, al amor le ha sido dado un poder extraordinario

si se sabe comprenderlo y manifestarlo. Solo

él lo conoce todo, lo remedia todo, desencadena y

proyecta fuerzas insospechadas.

Se ha dicho que Dios es amor. Pero cuando se

ven las tragedias que el amor aporta a los humanos,

se puede prever todo el trabajo que aún queda

por hacer y todo el camino que aún queda por recorrer

para elevarse hasta ese amor divino. Pero vale

la pena, porque el verdadero mago, el mago todopoderoso,

es el amor. Tenéis que invitarlo para que

se instale en vosotros y entonces, igual que la llama

resplandeciente pasa a través del vidrio de una lámpara,

allá donde vayáis resplandecerá vuestro amor

y se expandirá a vuestro alrededor.


XVIII

DE LA UTILIDAD

DE LOS ENEMIGOS



El hecho de tener amigos es considerado como

uno de los mayores bienes de la existencia y, verdaderamente,

nada es tan precioso como la amistad.

La dificultad está, sin embargo, en que no siempre

se buscan verdaderos amigos, sino aliados, a fin de

ser uno aceptado y apoyado incluso en sus malos

aspectos. ¿Conocéis a muchas personas que acepten

que sus amigos sean totalmente sinceros con ellas

y no aprueben, en modo alguno, todo lo que dicen

o hacen? A la menor crítica, se sienten traicionadas

y se enojan. Todo el mundo sabe que si se quiere

ganar los favores de alguien, hay que aprobarle,

hacerle cumplidos, adularle. Es por ello que o bien

porque rechazan oír la verdad, o bien porque no,

tienen ningún interés en decirla, vemos a un montón

de gente que pasa su tiempo engañando y engañándose.

¡Y todos se imaginan que así serán felices ! Pues

bien, no, porque todas esas cosas no son más que

manifestaciones de la naturaleza inferior que sólo


176 Las semillas de la felicidad

puede traerles complicaciones y decepciones. Quien

quiere evolucionar verdaderamente no engaña a los

demás y, sobre todo, acepta las observaciones y las

críticas. E incluso, si es realmente sabio, comprenderá

que es útil el hecho de tener enemigos. ¿Por

qué? Para poder progresar. Me diréis: « ¡Pero, enemigos,

ya se tienen, a veces incluso demasiados !»

Sí, se tienen, pero no se saca de ellos ningún provecho,

porque no se ha comprendido aún cómo considerarlos.

Si comprendéis bien las cosas, veréis que

ellos son vuestros verdaderos amigos. Porque son

despiadados ; no os perdonarán nada; os indicarán

todo lo que no va bien. Me diréis: « ¡ Pero a menudo

exageran! » Sí, es verdad, pero esto no cambia la

cuestión: os sirven de microscopio y a veces son muy

útiles los microscopios; ¡ los científicos se sirven de

ellos todos los días! Permiten ver detalles que, sin

ellos, pasarían desapercibidos.

Por tanto, si queréis verdaderamente vuestro

progreso, debéis aceptar que, para ello, vuestros

enemigos son a menudo más útiles que vuestros amigos.

Son ellos quienes os obligan a trabajar, a corregiros,

a encontrar soluciones a los problemas que

os ponen y así, gracias a ellos, os hacéis más fuertes,

más inteligentes.

Hay que comprender bien la función de los enemigos.

Si no se la comprende, se detestan, se sufre,

se busca venganza, desembarazarse de ellos y entonces,

¡cuántas energías y cuánto tiempo perdido!


De la utilidad de los enemigos 177

Y sin embargo, incluso entre las personas más

inteligentes se constata que muy pocos pueden

aceptar a los enemigos; la gran mayoría nadan en

la debilidad. No se dan cuenta de que, con sus amigos

y todos sus cumplidos, se vuelven cada vez más

débiles y vulnerables. Pues bien, os diré que, si he

aprendido algo importante en la vida, es apreciar

a mis enemigos. Sí, me han prestado grandes servicios.

¡Ah, los enemigos son algo importante! Desgraciadamente,

nunca se les aprecia en su justo

valor.

Se erigen estatuas a aquellos que se consideran

como benefactores. Porque han salvado a la patria

o han descubierto vacunas, porque han sido grandes

poetas, grandes filósofos, etc., se les pone sobre

un pedestal. Y con razón, sin duda alguna; no digo

que se les haya de deshonrar. No obstante, creo que

a nuestros enemigos deberíamos erigirles las más

bellas estatuas ya que ellos son nuestros verdaderos

benefactores : gracias a ellos podemos ser más

precavidos, más inteligentes, más pacientes. ¿Os

parece que esto no es serio? Bien, da lo mismo lo

que os parezca. Pero intentad por lo menos reflexionar

un poco sobre lo que os digo: no huyáis de

vuestros enemigos, no los detestéis, antes bien

preguntaros cómo se los puede utilizar. Se realizará

entonces todo un trabajo en vosotros.

Con un gran ideal y el deseo sincero de progresar

recibiréis el saber y la fuerza para utilizar todos


178 Las semillas de la felicidad

los obstáculos que vuestros enemigos ponen en vuestro

camino como escalones que os permitirán subir

cada vez más alto.


XIX

EL JARDIN DE LAS ALMAS

Y DE LOS ESPIRITUS



Se puede comparar a los humanos con las flores,

con los frutos ... ¡o incluso con las legumbres!

Cuando os relacionáis con ellos, cuando los miráis,

habláis con ellos, los escucháis, es como si estuvierais

a punto de respirarlos, de saborearlos incluso.

Porque, ¿qué hacéis la mayor parte del tiempo?

Miráis sus vestidos, sus joyas, su rostro, sus piernas,

sus manos, pero no pretendéis alimentar vuestra

alma con toda esa vida que está ahí, escondida, y

que mana de su corazón, de su alma, de su espíritu.

Y es una lástima. Por esto, desde ahora, estad

más atentos y procurad aprender a apreciar a los

humanos que llevan esta vida sutil; deteneos ante

ellos y pensad: « ¡ Son aspectos del Padre Celestial

y de la Madre Divina! Gracias, Señor; gracias,

Madre Divina. A través de esas «flores» y de esos

«frutos», tengo hoy la posibilidad de acercarme a

Vosotros, de contemplaros; a través de ese esplendor

puedo respirar vuestros perfumes, gustar vuestros

sabores.» Y os sentiréis felices porque esos


182 Las semillas de la felicidad

frutos y esas flores os habrán permitido acercaros

al Cielo.

No hay duda alguna que algunos se sorprenderán

de que compare a las criaturas humanas con las

flores, con los frutos ... ¡o incluso con las legumbres!

Pero, ¿por qué hay que sorprenderse?¡ Cuántas

veces, a propósito de hermosas jovencitas o de

jóvenes apuestos, los poetas han hablado de rosas,

de violetas, de lirios, de jazmines, de lotos! Los

franceses, a las personas que quieren mucho le

llaman: «Mi col». A los que consideran estúpidos,

los tratan de peras o de pepinillos. Pero, en fin, dejemos

todos esos vergeles y todas esas hortalizas ...

Lo esencial es comprender que os doy aquí un

método de trabajo muy poderoso. Si sabéis aplicarlo,

no solamente evitaréis muchos males y complicaciones,

sino que viviréis también sin cesar en

la alegría, la inspiración, la dilatación.

¿Cómo se miran mutuamente los hombres y las

mujeres? ¿Qué ven? Una apariencia externa, el

cuerpo, los vestidos. Esto prueba que no poseen la

verdadera ciencia. Es exactamente como si, deteniéndose

ante un coche, no se interesasen por otra

cosa que por la carrocería y descuidasen a quien lo

conduce, es decir, a quien piensa, a quien siente y

a quien actúa. Pues bien, es precisamente este ser

a quien debéis acostumbraros a buscar, a mirar, a

sentir en los demás. Id cada vez más lejos a fin de

encontrar el alma y el espíritu de este ser, porque


El jardín de las almas y de los espíritus 183

es ahí donde encontraréis las riquezas, los tesoros ... ,

el Cielo entero.

El problema radica solamente en desembarazarse

de esas maneras de ver que afean y empobrecen

la vida. El ser humano posee un cuerpo físico,

está claro, pero esto no es una razón para detenerse

a contemplar el estómago, los intestinos, etc. ¿Qué

os aportaría? Naturalmente, me diréis que los intestinos

no os interesan, que vosotros buscáis la belleza

en los seres y que esta belleza se puede encontrar

en la mirada, en el rostro, en las manos, en las piernas,

etc. Sí, y no es tan malo. Pero, si os detenéis

ahí, si no vais más lejos, os exponéis a decepciones

porque os limitáis a detalles puramente materiales.

Si queréis sentiros continuamente inspirados y felices,

procurad gozar de la presencia y de las emanaciones

de todas esas flores, de todos esos frutos que

os rodean, pensando que una divinidad invisible está

escondida en ellos. Más allá del cuerpo físico hay

todo lo que el ser emana en los planos sutiles, y esto

es lo más importante.

En la medida en que se detengan en la apariencia

física de unos y de otros, los humanos no podrán

encontrar la alegría que buscan. Alguien dirá:

«Tengo necesidad de belleza, tengo necesidad de

amor ... » Pues bien, debe saber que sólo los encontrará

cuando se haya habituado a buscar a los seres

en el mundo de los fluidos, de las emanaciones, de

las radiaciones, de las vibraciones. Encontráis por


184 Las semillas de la f e/icidad

ejemplo a un ser magnífico, lo amáis, queréis conocerlo

: en lugar de intentar a toda costa relacionaros

con él en el plano físico, aprended a escuchar las

vibraciones de su voz, a captar la luz de su mirada,

a gozar de la armonía de sus gestos. Es así como

poco a poco llegaréis a entrar en relación con lo eme

hay en él de más sutil y divino y gozaréis de sensaciones

desconocidas, inexpresables. Del mismo

modo descubriréis también que hombres, mujeres,

con respecto a los cuales habíais tenido tendencia

a menospreciar o a dejar de lado, son en realidad

seres excepcionales que os enriquecerán mucho más

de lo que podrían hacerlo otras personas aparentemente

más interesantes o seductoras.

He ahí otro campo a estudiar muy vasto. Id,

haced experiencias y analizaos. Como ahora ya

conocéis estas verdades, no las dejéis de lado para

proseguir vuestras desgraciadas experiencias. Porque

serán desgraciadas : ¡ dejad de haceros ilusiones !

No hay que creer en cosas imposibles. Os lanzáis

a toda clase de aventuras que no pueden aportaros

más que penas, decepciones, y pensáis : «Ha sido

el azar: podría haber sido feliz.» No, nunca en la

vida. La felicidad y la desgracia nunca son una cuestión

de azar y de suerte. Dependen de las semillas

que vosotros sembréis para recoger la una o la otra.


XX

LA FUSION EN LOS PLANOS SUPERIORES



Todo ser humano ha recibido de la naturaleza

ese instinto de querer unirse con otra criatura que

siente como si fuera la parte complementaria de sí

mismo. Mientras no ha conseguido encontrar a una

criatura como esa, experimenta una carencia. ¿Por

qué? Porque precisamente tiene necesidad de esa

otra mitad para ser completo, a fin de crear.

Pero, ¿de dónde proviene entonces el hecho de

que, a pesar de haber conseguido realizar ese

encuentro, la mayoría de las personas experimentan

tantas insatisfacciones y tantos sufrimientos?

Porque no basta encontrarse en el plano físico. Para

que la unión, la fusión sea perfecta, es necesario

que tenga lugar en los tres planos, es decir, tanto

en el plano físico (el corazón y el intelecto) como

en el plano espiritual (el alma y el espíritu). Sin

embargo, ¿qué es lo que se ve la mayoría de los

casos? Un hombre y una mujer se encuentran, se

sienten más o menos a gusto y deciden permanecer

juntos imaginándose que así van a colmar el vacío


188 Las semillas de la felicidad

que sienten en ellos. ¡Dios mío, qué ignorancia! No

saben que esa atracción que les impulsa el uno hacia

el otro no es en modo alguno una necesidad superficial

fácil de satisfacer, sino la manifestación de

un fenómeno cósmico que afecta en primer lugar

a su alma y a su espíritu. De ahí que esa fusión

del hombre y de la mujer deba hacerse en primer

lugar en lo alto, en el mundo divino, en el mundo

de la luz. Sólo después puede tener lugar en el plano

físico: entonces, sí, será la plenitud y esta plenitud

producirá creaciones de una belleza inaudita.

Comprendéis ahora porque los Iniciados nos

enseñan que debemos armonizamos con el Cielo,

con el mundo divino: porque sin esta unión con el

Cielo, toda relación con los humanos estará condenada

tarde o temprano al fracaso. Armonizarse

con el Cielo es vibrar en la misma longitud de onda

que él, adaptarse, por consiguiente, conformarse,

ser receptivo. En caso contrario, no se recibe nada

de él. Ante alguien que no es receptivo, el Cielo no

insiste; no se comporta como uno de esos brutos

que se apoderan por la violencia de una mujer que

se les resiste. Para que exista la armonía es necesario

que participen dos voluntades. Si el principio

masculino, emisor, quiere imponerse y si el principio

femenino, receptor, se defiende, ¡es inútil hablar

de armonía ! Armonía significa acuerdo entre, al

menos, dos principios, dos elementos.


La fusión en los planos superiores 189

Y, puesto que poseemos en nosotros mismos los

dos principios, masculino y femenino, armonizarse

con el Cielo significa que hagamos en primer lugar

un trabajo interno (es decir, el principio masculino)

de purificación, de elevación, a fin de vibrar al unísono

con El; luego en la paz, en el silencio, dejamos

que el Cielo se refleje en nosotros (que representamos

entonces el principio femenino), recibimos sus

efluvios, sus rayos, sus gérmenes de vida que van

a fructificar en nuestro corazón y en nuestra alma.

Por consiguiente, en el trabajo espiritual ponemos

en acción los dos principios que hay en nosotros:

el principio masculino, activo, que nos permite

alcanzar el mundo divino, y el principio femenino,

receptivo, que hace de nosotros una copa en la que

se derraman todas las bendiciones. He ahí lo que

significa exactamente armonizarse : es saber trabajar

con los dos principios. Para que el principio receptivo

pueda fusionarse con el Cielo, es necesario que

el principio activo se haya esforzado previamente

por establecer el orden y la pureza. La verdadera

creación no es posible sin esta condición.

Como veis, en el plano espiritual el ser humano

puede tomar alternativamente la polaridad masculina

y la polaridad femenina. Por consiguiente, es

más rico y está más colmado de bienes que en el

plano físico, donde hay siempre lagunas e imperfecciones.

Y de la misma manera que, en el plano

físico, la mujer lleva el niño cuyo germen le ha dado


190 Las semillas de la felicidad

el hombre, en el plano espiritual el alma concibe

y da a luz a los hijos cuyos gérmenes le han sido

dados por el mismo espíritu. Pues bien, he aquí

ahora la verdad más importante que tenéis que comprender

si queréis ser felices : es que antes de realizar

una fusión con un hombre o con una mujer, antes

debéis realizarla en lo alto entre vuestra alma y vuestro

espíritu. El acto que realizáis en el plano físico

con una criatura física no es sino el reflejo lejano

de ese acto cósmico que es la fusión del principio

espiritual que hay en vosotros con el principio de

Dios mismo, vuestro espíritu. Y, como no es más

que un reflejo, no os aportará más que decepciones

si no habéis sabido realizar previamente esta fusión

en lo alto.

Me diréis : « ¿Debemos entonces esperar haber

realizado una fusión semejante en el plano espiritual

para unirnos con un hombre o con una mujer? »

No digo que tengáis que esperar obligatoriamente.

Digo, porque es la realidad, que no puede existir

ninguna fusión verdadera y duradera en el plano

físico en tanto que el hombre y la mujer no han

sabido realizar primero esta fusión en el plano espiritual.

Con todo, haced lo que podáis.

En el plano físico, el hombre sigue siendo hombre

y la mujer sigue siendo mujer (dejo a un lado,

naturalmente, los casos excepcionales). Pero en el

plano espiritual cada ser humano es a la vez hombre

y mujer: en su alma es mujer y en su espíritu es


La fusión en los planos superiores 191

hombre. Por tanto, en el plano espiritual el ser

humano es andrógino. Se puede ver ya un aspecto

de esta realidad en nuestro propio cuerpo: en la

boca, la lengua (el principio masculino) y los dos

labios (el principio femenino), ¿no trabajan conjuntamente

para crear el verbo, la palabra ... ?

El Iniciado que ha comprendido la sabiduría

inmensa que la Inteligencia cósmica ha puesto en

la boca, se esfuerza todos los días en sus meditaciones

por penetrar en esta luz infinita que se llama

el Alma universal, para fertilizarla proyectando en

ella su pensamiento, su voluntad. Y cuando ha llegado

ahí se abandona, a fin de que el Espíritu universal

se apodere de él y proyecte en su alma

gérmenes vivos que se manifestarán bajo forma de

inspiraciones y de alegrías.

El deseo de amar y de ser amado, el deseo de

crear es legítimo. Pero aunque la manifestación de

este deseo tenga lugar en el plano físico, el origen,

el punto de partida de esta manifestación está en

lo alto. Por esto prepararos para que este encuentro

en el plano físico se haga en las condiciones más

puras, más sagradas. En lugar de precipitaros por

encontrar a alguien con quien, una vez hecha la

experiencia corréis el riesgo de sentiros más solos

y más desgraciados que antes, esforzaos por uniros

al Alma universal, si sois hombre, y al Espíritu

cósmico, si sois mujer. ¡Cuántos vienen a quejarse


192 Las semillas de la felicidad

a mí: « ¡Todavía no he encontrado el hombre o a

la mujer con quien quisiera compartir mi vida! »

Pues bien, es preferible que no lo hayan encontrado

aún porque de la forma como lo buscan no permanecerían

juntos mucho tiempo.

Sí, un corazón encuentra a otro corazón, pero

he ahí que el intelecto viene a meterse en medio para

separarlos. Y es fatal si uno se queda en el plano

del corazón y del intelecto. Sólo en el plano del alma

y del espíritu no puede haber separación ya que el

alma y el espíritu trabajan juntos exactamente igual

como la lengua y los dos labios trabajan juntos, en

la boca, para crear la palabra. Entonces, oíd: quienes

no hayan encontrado aún a la mujer o al hombre

«de su vida», que no se preocupen, nada está

perdido. Esperando el acontecimiento, que se

preparen en el plano divino.

Quien sabe verdaderamente buscar, encontrará ;

y si no es en el plano físico, será en el plano espiritual.

Jesús dijo: «Buscad y hallaréis.» Sí, encontraréis

a condición de buscar en lo alto de los Cielos.

Jesús no aconsejó buscar en el polvo, en el barro.

Naturalmente podéis seguir buscando donde os

plazca, pero entonces no os sorprendáis de lo que

encontréis. En todo caso, si buscáis el verdadero

amor, sabed que no lo hallaréis más que en lo alto.

Quienes lo han buscado allí, honradamente, sinceramente,

lo han encontrado siempre. Porque, todo

lo que existe en el plano físico, existe en los planos


La fusión en los planos superiores 193

sutiles y, si llegáis a elevaros hasta allí, seguiréis alimentándoos,

seguiréis amando, trabajando, aunque

estas actividades tendrán entonces una dimensión

más vasta y a las alegrías de que gozaréis no les

seguirá jamás ni la amargura ni la decepción.

Quien ha llegado a unirse con el principio divino

que hay en él, con el Espíritu cósmico o el Alma

universal, conoce realmente lo que es la plenitud del

amor. Puede seguir viviendo esta plenitud en el

plano físico, aunque con la condición de mantener

la unión con lo alto. Desde ese momento, todo se

hace divino, porque tiene el poder de transformar

la materia, la purifica, la ilumina. Por el contrario,

aquellos que no están iluminados y no son dueños

de si mismos, aquellos que se comportan como seres

de instinto y de pasión, no son capaces de transformar

la materia, y por esto deben padecer alternativamente

el amor y el odio, la alegría y la desgracia.

Después de una sensación de plenitud, de

éxtasis, se produce la caída, el vacío.

Naturalmente, es cierto que todo el mundo

puede, incluso sin ninguna disciplina espiritual,

experimentar grandes alegrías en el amor. Sí ; pero

luego vienen las decepciones y es precisamente esto

lo que los hombres, las mujeres aceptan con tanta

dificultad, con tanto pesar. Piensan que, desde el

momento en que están a punto de gozar de la felicidad,

esta felicidad durará eternamente. Pues bien,

no, jamás, esto no es posible. Para que esa felicidad


194 Las semillas de la felicidad

fuera durable, habría sido necesario que hubieran

ido muy arriba, a una región que no estuviera

sometida a los cambios. Ahí abajo, todo es variable,

inestable, hay que saberlo, y lo que uno cree

que es oro, se convierte rápidamente en plomo. Para

que vuestro amor siga siendo de oro, es necesario

que contenga elementos divinos. Si sois ingenuos

hasta el extremo de imaginaros que las cosas son

de otro modo, iréis siempre de desilusión en desilusión.

No basta decir: «Te amo, te amo ... », y lanzarse

inmediatamente, de cabeza, en la aventura del

amor; es necesario prepararse a vivirla en su dimensión

más elevada. Cuando llegáis ahí, no sólo ese

amor os hace felices, sino que por sus vibraciones,

sus emanaciones, despierta también en vosotros

fuerzas benéficas contribuyendo al bien del mundo

entero, e incluso. ¡a la llegada del Reino de Dios!

¿Empezáis a comprender que hay algo mucho

más profundo y mucho más vasto que lo que os imaginabais

hasta ahora? Sin embargo, ¿quiénes son

aquellos que se preocupan de estudiar todos esos

fenómenos etéricos que produce esa fuerza del

amor? Se aman, se abrazan, duermen juntos sin

preguntarse qué ocurre realmente en ellos. Me

diréis: «Pero, ¿cómo? ¿Qué hay que estudiar en

realidad? ¡No se tiene necesidad de estudiar para

comprender lo que ocurre cuando se está enamorado!

Se ama, se tiene necesidad de manifestar este


La fusión en los planos superiores 195

amor o de recibirlo. No hay que buscar ni esperar

nada más.» Pues bien, os equivocáis.

Durante miles de años, los humanos han

comido, dormido y dado a luz a hijos sin saber tampoco

lo que ocurría, hasta el momento en que han

experimentado la necesidad de conocer todos esos

procesos de la digestión, del sueño, de la concepción,

de la gestación, etc. Y, después de conocerlos,

han tenido las posibilidades de alimentarse mejor,

de dormir mejor y de dar hijos al mundo en las

mejores condiciones. Del mismo modo, hay muchas

cosas para aprender sobre el amor, sobre los efectos

que produce en el psiquismo del ser humano, sobre

las fuerzas y las corrientes que se desencadenan en

los planos sutiles, en las regiones que atraviesa en

el interior del hombre y en el interior del cosmos.

Es toda una ciencia lo que aguarda a la humanidad.

Todavía añadiré aún algo importante. Los Iniciados

que, durante sus meditaciones llegan a elevarse

hasta las regiones del amor divino, reciben de

estas regiones partículas etéricas de una gran pureza.

Y estas partículas descienden hasta el plano físico

donde dan de beber a todas las células de su cuerpo.

Experimentan una plenitud tan grande, que ya no

tienen necesidad de nada: ya no los atormenta ningún

deseo físico puesto que es verdaderamente el

Cielo quien ha tomado posesión de su alma, de su

corazón e incluso de todos los órganos de su cuerpo.


196 Las semillas de la felicidad

Pero, incluso ahí, hay que ser precavidos y no

hacerse ilusiones. Incluso entre los santos, los místicos,

muchos que no trabajaron suficientemente

sobre el dominio de uno mismo y sobre la pureza,

no consiguieron con sus meditaciones más que

desencadenar en ellos las pasiones más desordenadas.

Porque, si bien nos es posible a todos hacer

esfuerzos para espiritualizar nuestro amor, no todos

poseemos el don de gozar del verdadero éxtasis

místico.

Este trabajo representa la alquimia más elevada.

Quienes no han trabajado suficientemente sobre la

purificación para liberar los canales etéricos de sus

cuerpos sutiles tienen estos canales obstruidos;

entonces, la energía divina se queda en lo alto, no

puede descender, y ello ocurre porque viven en un

estado de insatisfacción terrible; parece como si un

fuego devorador les fuera quemando.

Cuando Hermes Trismegisto dijo en la Tabla de

Esmeralda: «Sube de la tierra y desciende del Cielo,

recibe su fuerza de cosas superiores y de cosas inf e­

riores ... Es la fuerza más fuerte de todas las fuerzas,

porque vencerá a todas las cosas sutiles y penetrará

en todas las cosas sólidas»; esta fuerza más fuerte

de todas las fuerzas, que Hermes Trismegisto llama

« telesma », es el amor. Y el Iniciado debe captar

esta fuerza en lo alto, en el estado sutil, para hacerla

descender en seguida a las profundidades de su ser

y dar de beber a sus células. No basta que se eleve


La fusión en los planos superiores 197

para tocar y captar la energía divina; debe ser capaz

también de hacerla descender y de recibirla en sí

mismo; de lo contrario, se siente aún más insatisfecho

y desgraciado. Existen numerosas biografías

de santos y de místicos que dan una idea de los estragos

que ha podido producir sobre algunos seres, el

amor místico mal comprendido. Y luego, naturalmente,

las personas que se llaman a sí mismas sensatas,

razonables, tienen ahí un buen argumento

para decir que es peligroso consagrarse a Dios, querer

encontrar en El la plenitud del amor.

No, no es peligroso para quien está iluminado.

Quien está iluminado sabe que no encontrará el

amor de Dios si antes no se ha desembarazado de

todos los sentimientos y de todas las ideas que no

vibran en armonía con esa fuerza cósmica. Si no

ha terminado ese trabajo, haga lo que haga por elevarse

hasta ella, no puede aún hacerla penetrar en

sí mismo porque la energía divina no entra en un

receptáculo, en un recipiente que no está preparado

para recibirla.

Nuestra Enseñanza es la enseñanza del amor.

Insiste sin cesar en esta cuestión del amor para explicarlo

e iluminarlo porque todo depende del amor:

la fuerza, el equilibrio, la paz, la felicidad. Es necesario

que sintáis que el amor está ahí, a vuestro

alcance, que está en vosotros, y que por consiguiente

no tenéis ninguna razón para sentiros pobres y solos.

Si os sentís pobres y solos, es que no os habéis des­


198 Las semillas de la felicidad

prendido todavía del plano físico. Desde el

momento en que entráis en los planos más sutiles,

y sobre todo si entráis en las regiones del alma y

del espíritu, ya no podréis sentiros solos. Porque

el Alma universal, el Espíritu universal están siempre

allí, alrededor de vosotros, en vosotros mismos, y

en todo momento podéis comunicaros con ellos. En

cambio un hombre o una mujer, aunque sean los

mejores, ¿tenéis la seguridad de que no os dejarán

algún día, obligados por otra?

En tal caso, creedme: aunque hayáis encontrado

al ser más magnífico que exista sobre la tierra, no

os detengáis ahí. Dad gracias al Cielo por el hecho

de haber encontrado a un ser semejante, pero sabed

que el amor no os aportará la verdadera felicidad

hasta que no hayáis llegado a encontrarlo en las

regiones del alma y del espíritu.


XXI

SOMOS LAS CRIATURAS

DE NUESTRO FUTURO



1

Nuestro presente es el resultado de nuestro

pasado. Por esto no tenemos casi ningún poder

sobre él: es la consecuencia, la lógica continuación

del pasado. Los pensamientos, los sentimientos,

los deseos que tuvimos en nuestras encarnaciones

anteriores desencadenaron en el

universo unas fuerzas y unos poderes de la misma

naturaleza que las que determinaron nuestras

cualidades, nuestras debilidades y los acontecimientos

de nuestra existencia. Me diréis: «Pero,

¿por qué medio los han determinado?» Pues bien,

sabed que hace miles y miles de años, antes de

que nuestros contemporáneos fabricaran ordenadores,

la Inteligencia cósmica puso ya en funcionamiento

la técnica de la grabación. Todos los

hechos y gestos de los humanos, hasta el menor

movimiento de su vida íntima, entran como datos

en el ordenador cósmico y he aquí que el resultado

queda fijado, infalible, implacable. No es en

modo alguno necesario que un Dios, un destino,

un juez, llamadlo como queráis, se rompa la


202 Las semillas de la felicidad

cabeza por saber lo que tal o cual individuo merece

como castigo o recompensa: existe un mecanismo

cósmico que lo determina automáticamente.

Es por ello que es casi imposible cambiar, en el

transcurso de esta encarnación, lo que ha sido determinado

de este modo por nuestro pasado. Lo único

que está en nuestro poder es preparar el futuro. Sí,

y he ahí lo que no está claro para la mayoría de los

humanos: discuten incesantemente por saber si el

hombre es libre o no; unos piensan que lo es, otros

que no lo es; pero, en realidad, plantean mal la cuestión.

La libertad no es una condición dada o no al

hombre para siempre. Por lo que respecta al presente,

su libertad es muy limitada, puesto que el

presente es la consecuencia de un pasado sobre el

cual es imposible volver para modificarlo; el pasado

hay que sufrirlo y llevarlo con paciencia. Somos

libres con respecto al futuro, ya que tenemos las

posibilidades de crearlo tal como lo deseamos.

He ahí una verdad sumamente importante que

se debe conocer, a fin de comprender en qué sentido

hay que trabajar. De lo contrario, ¿qué ocurre? Al

no saber que se puede mejorar la situación para el

futuro, se sufre el presente, uno se deja llevar por

una conducta cada vez más deplorable, y el resultado

es que en la próxima encarnación será todavía

más limitado, más esclavo.

Desde ahora podéis preparar vuestro futuro.

Con el deseo, con el pensamiento, con la imagina­


Somos las criaturas de nuestro futuro 203

ción, elegís una orientación, pedís las mejores

cualidades y las mejores condiciones a fin de manifestaros

un día como seres de paz, de bondad, de

luz. Porque se trata de una realidad absoluta: un

día volveréis a esta tierra y lo que seréis, lo que

encontraréis depende de vosotros, de la manera

como preparéis vuestra existencia futura. La comprensión

de esta verdad es fundamental para vuestro

destino.

El error de muchos espiritualistas consiste en

creer que, eligiendo el camino del bien, de la luz,

su existencia va a transformarse inmediatamente.

Internamente, sí, puede transformarse, pero no

deben hacerse ilusiones: en esta encarnación habrá

muchos pagos a hacer, muchos sufrimientos,

muchos ajustes de cuentas, porque tienen que pagar

las deudas del pasado. Unicarnente después de haber

saldado honradamente sus deudas serán libres. Y,

en cuanto a vosotros, tampoco seréis libres hasta

que no hayáis pagado vuestras deudas. Por esto,

cuando os encontréis en dificultades, con pruebas,

no protestéis, no os dejéis abatir, antes bien intentad

pasarlas sabiendo que son necesarias. Si no las aceptáis,

cometeréis nuevas trasgresiones y, en la

próxima encarnación, vuestras deudas no habrán

hecho más que aumentar y, por consiguiente, tendréis

que sufrir todavía más.

Sin embargo, eso no ha de impediros seguir

construyendo vuestro futuro; entonces vuestras


204 Las semillas de la felicidad

pruebas no serán más que una tempestad por encima

de la cual planeáis. Sí, si los humanos se sienten abatidos

por las pruebas es que no tienen ninguna salida

hacia un futuro luminoso : su horizonte está obstruido.

Pero está obstruido por su culpa, y sólo ellos

pueden abrir una ventana para ver el sol.

Sin duda alguna, muchos me dirán que ya trabajan

para el futuro, para su futuro y el de sus hijos.

¡Oh, ya lo se! Ponen dinero en el banco, compran

acciones, se hacen un seguro de vida ... ¡y piensan

que así trabajan para el futuro ! Pero, ¡ Dios mío ! ,

¿a qué llaman futuro? ¡El futuro es algo más que

esos treinta, cuarenta o cincuenta años que tienen

que pasar aún sobre la tierra, e incluso algo más

que la duración de la vida de sus hijos y de sus

nietos ... ! El futuro, el verdadero futuro, son las

próximas encarnaciones, y es necesario prepararlas

con la práctica de las cualidades y de las virtudes.

Hay demasiadas personas aún, incluso entre

vosotros, que están obcecados con las adquisiciones

materiales para ellas y para sus hijos. Que aseguren

lo esencial, está muy bien, sin duda, porque es

necesario tener de qué vivir. Pero, por lo que respecta

a todo lo demás, de lo que no tienen realmente

ninguna necesidad, ¿por qué pierden su tiempo y

sus energías persiguiéndolo? ¡ La vida es tan corta!

¿Cuántos años tendrán para aprovecharse de todas

esas adquisiciones? No solamente no se las llevarán

al otro mundo, sino que tampoco se acordarán de


Somos las criaturas de nuestro futuro 205

que tuvieron tal castillo, tal puesto de director, de

ministro, de presidente ... ¡Todo se desvanece tan

de prisa!

Ese futuro por el que los humanos pretenden

trabajar está tan cerca, que muy pronto será el presente

y un presente que desaparecerá en seguida. Por

lo tanto, no hacen más que trabajar en el vacío, para

el viento. Sí, todos los acontecimientos que van a

desarrollarse en esta existencia pertenecen en realidad

al presente. El futuro es algo distinto y aún no

sabéis verdaderamente lo que es. Este futuro de que

os hablo está fuera del pasado y del presente; es

la eternidad, el infinito, y es el que nosotros tenemos

el poder de crear. No tenemos poder para borrar

el pasado ni para cambiar el presente, pero si tenemos

el poder de cambiar el futuro. Es Dios quien

nos ha dado este poder. Con el pensamiento, con

el deseo, con la voluntad, lo podemos todo. En la

medida en que desconocemos este poder, no hacemos

gran cosa para mejorar nuestra situación y también

algunas veces sólo conseguimos agravarla.

Ya sé que, oyéndome hablar así, algunos se preguntan:

«Pero, en fin, ¿en qué planeta vive? La

existencia es muy complicada: preocupaciones,

dificultades, enfermedades ... ¡Y ése nos habla de

un futuro de esplendor y de perfección! Realmente

está en las nubes. ¿Cómo piensa que va a convencernos

con una filosofía tan poco realista? » Pues

bien, tenéis que saber, al contrario, que yo conozco


206 Las semillas de la felicidad

mejor que vosotros lo que llamáis las realidades de

la existencia: las privaciones, la adversidad, la

hostilidad, pero jamás quise detenerme en esta realidad

porque sabía que no era más que un aspecto

insignificante de la verdadera realidad.

Creedme: vivo con las mismas dificultades que

vosotros, quizás peores; la diferencia está en que

yo tengo una filosofía distinta de la vida para remediar,

precisamente, esta realidad prosaica, dura,

en la que todos estamos sumergidos. Y vosotros,

en lugar de rechazar esta filosofía de los Iniciados

con el pretexto de que es poco realista, ¿por qué, al

contrario, no la aceptáis sabiendo que gracias a

ella llegaréis a resolver todos vuestros problemas?

Sean cuales sean vuestros sufrimientos, vuestras

deficiencias, vuestras desgracias, deciros que no

debéis capitular: son cosas pasajeras y muy pronto

alcanzaréis mejores condiciones.

Si se constatan tantos desórdenes entre los individuos

y en las sociedades es porque los humanos

han abandonado la verdadera filosofía para seguir

una filosofía perniciosa que enseña que el

hombre es solamente materia y que su existencia

está gobernada únicamente por el azar. Incluso la

religión que tenía por misión llevar la antorcha del

espíritu, también se ha materializado. Por consiguiente,

cuando el hombre ya no tiene la vida del

espíritu para sostenerlo, es como si se le hubieran

cortado sus raíces: tiene un gran riesgo. La puerta


Somos las criaturas de nuestro futuro 207

queda abierta a todos los males físicos y psíquicos.

Y no es la medicina quien lo curará, porque la medicina

sólo es un paliativo. Desde el momento en

que se abren las puertas al mal, ya no será posible

vencerlo. ¿De qué puede servir el hecho de combatirlo,

si por otro lado se alimenta?

La única solución consiste en reemplazar esta

filosofía materialista por la filosofía del espíritu

que nos han legado los Iniciados del pasado. Todos

aquellos que la han aceptado verdaderamente

y la han vivido, se han manifestado como seres

equilibrados, de paz, de luz. Entonces, ¿por qué no

volver ahora a esta filosofía? Me diréis: «[Pero si

es la filosofía que seguimos!» Lo creéis así, pero

analizaos y veréis que estáis aún subyugados por

toda clase de preocupaciones que no tienen nada

de espiritual. Sin duda hay algunas migajas que

aceptáis de los Iniciados para proporcionaros una

buena conciencia, pero las mezcláis con toda clase

de bagatelas: lo que tal político, tal intelectual, tal

artista dice, escribe o hace ... no digo que no haya

que interesarse por ello, ¡pero hay cosas mucho

más importantes! Sí, y es más importante el hecho

de interesarse por las criaturas que pueblan las regiones

luminosas del espacio y por su trabajo, que

por las leyes que gobiernan el futuro del hombre.

Porque es ahí donde está verdaderamente nuestra

vida; no está en lo que cuentan los periódicos, la

radio, la televisión, etc., sino en el mundo esencial.


208 Las semillas de lafelic:idad

eterno, en el que un día tendremos que participar.

Por tanto, id con cuidado: mezcláis aún demasiado

la espiritualidad y el materialismo; estas dos

filosofías se pasean y se mezclan en vosotros, y

hay que separarlas. Como dice Hermes Trismegisto

en la Tabla de Esmeralda: «Separarás con gran

habilidad lo sutil de lo espeso.» Este precepto alquímico

es válido en todos los planos y, en particular,

en el plano del pensamiento. Es en el plano

del pensamiento donde tenéis que separar esta filosofía

materialista, que impide vuestro desarrollo,

de la filosofía de los Iniciados, que os dará el impulso

para progresar y crecer en el mundo divino.

Encontrad cada día algunos minutos para pensar

en crear vuestro futuro sabiendo que tenéis, sobre

este futuro, el mismo poder que el mismo

Dios. Por lo que respecta al presente, podéis hacer

pocas cosas; sin embargo, por lo que respecta al

futuro, sois todopoderosos, porque todos sois hijos

e hijas de Dios, y la chispa que lleváis en vosotros

no pide más que volver al Fuego original.

Me diréis: «Pero nosotros somos personas

mermadas, desgraciadas; ¿qué porvenir maravilloso

nos podemos imaginar?» Pues bien, sabed que

esta reflexión prueba que razonáis mal. No son los

felices y ricos sino los desgraciados quienes tienen

necesidad de desear y de imaginar, y lo hacen de

un modo cien veces más poderoso que los demás.

Por esto, si os sentís tan desheredados, es precisa­


Somos las criaturas de nuestro futuro 209

mente el momento de crear con el pensamiento un

futuro de riqueza y de esplendor.

¿Que hacéis cuando sabéis que vais a heredar

una gran fortuna o vais a partir para realizar un

gran viaje? Vivís ya de antemano en la alegría de

todo lo que haréis con esa fortuna o de todo lo que

veréis durante ese viaje. Entonces, ¿no podéis hacer

lo mismo con algo mucho más importante que

el dinero y los viajes: vuestro futuro divino? Naturalmente,

se trata de imaginación; pero esta imaginación

produce sus efectos: los pensamientos y los

sentimientos que hace nacer en vosotros, la representación

de ese futuro divino influyen sobre

vuestro destino y realmente lo transforman.


II

¿De qué tenéis necesidad? De agua fresca, de

aire puro, de un trozo de pan ... ¡y de mucha esperanza!

Y cada mañana, al salir el sol, podéis cazar

esta esperanza, como se lleva a cabo la caza mayor.

Sí, la esperanza se pasea al salir el sol y es entonces

cuando hay que atraparla. Es el sol quien os da la

esperanza. El sol dice: «Miradme, ¿es que me ha

ocurrido a mí alguna desgracia? Estoy siempre ahí,

luminoso, inmutable; entonces, arrimaros a mí y

seréis como yo. Porque soy yo quien distribuye la

quintaesencia de la esperanza; soy yo vuestro

futuro.»

Entonces, ¿dónde buscáis vuestro futuro? Vuestro

futuro es el sol ; un día seréis como el sol porque

la misma tierra se convertirá en un sol. La tierra

es un fruto que madura, aún está verde, es áspera,

ácida, y no os aconsejo que la probéis. Pero el sol,

con su paciencia y su amor, la mira, la acaricia, la

hace madurar; y dentro de unos millones de años

será como su padre, el sol.


Somos las criaturas de nuestro futuro 211

Porque la tierra es un hijo del sol, ha salido de

su seno. Es el sol quien la ha proyectado, pero sigue

alimentándola, educándola, a fin de que se haga

sabia y razonable y aprenda también a dar como

él. Hasta ahora, la tierra está acostumbrada más

bien a coger; aunque produce alguna vegetación,

algunos frutos, está lejos de saber dar con la generosidad

del sol. Por esto debe seguir instruyéndose,

observando, escuchando las palabras del sol, que

le dice: «Hay que aprender a dar, hay que aprender

a iluminar como yo, a salir un poco de si mismo,

a sonreír.» Y la tierra que escucha, hace cada día

esfuerzos para parecerse al sol.

Me diréis: «Sí, pero el sol, que está ahí, ¿habla

también de nosotros?» Naturalmente: los humanos,

que tienen el mismo origen que la tierra, tienen

también el mismo destino. Cada ser humano es una

pequeña parcela de tierra y cada una de esas tierras

debe también hacerse un día como el sol. He ahí

el futuro de la humanidad. Muchos dirán: «¡Oh,

estamos lejos de pensar así!» Evidentemente,

cuando se tienen las ideas ocupadas con cigarrillos,

con vino, con dinero, con amantes, con coches, no

se puede oír hablar al sol de nuestro futuro.

Todos los grandes Maestros, todos los grandes

Iniciados nos lo enseñan: el hombre es un espíritu,

una llama surgida como la misma tierra del seno

del Eterno. Hay todo un camino por recorrer, y en

el transcurso de esa ruta, es posible que el hombre


212 Las semillas de la felicidad

también se deje entumecer, enfriar, oscurecer. Pero

está predestinado a volver a las regiones que ha

abandonado y, un día, después de transcurrido

mucho tiempo, después de encarnaciones y encarnaciones,

del mismo modo que la tierra se hará

como el sol, el hombre volverá también a su Padre

Celestial. Se trata de las mismas leyes, de las mismas

correspondencias.

Como veis, los Iniciados nos han transmitido

las claves que nos permiten descifrar todo lo que

Dios ha creado. Por lo tanto, no olvidéis jamás esto:

vuestro futuro consiste en haceros como Dios

mismo. Si olvidáis esta sabiduría, esta luz, no os

sorprendáis de encontrar siempre decepciones,

amarguras y desesperación. Y luego, evidentemente,

daréis trabajo a los médicos. ¡ Hay tantas personas

que han llegado hasta el borde de precipicios ! Se

dice que son depresivas, neurasténicas, neuróticas ...

¡Los epítetos científicos no faltan! Pero, en realidad,

se trata siempre de la misma enfermedad: el

olvido de la verdadera naturaleza del hombre, de

su esencia divina y de su predestinación final, el

retorno al seno del Eterno. Por esto, cada día, acercaos

al sol pensando en vuestro futuro luminoso.

Los humanos se preguntan a menudo cómo será

su vida en la tierra dentro de diez años, cincuenta

años, un siglo ... Es importante, sin duda, pero lo

esencial es saber que un día brillarán como el sol,

que su presencia perfumará la atmósfera, que se


Somos las criaturas de nuestro futuro 213

percibirá el perfume de su alma y que allá donde

vayan se oirán sinfonías, porque todas sus células

cantarán. Cada día, durante algunos minutos al

menos, imaginaos ese futuro magnífico y, de

repente, sentiréis renacer el coraje y la sonrisa. En

esto consiste convertirse en un ser nuevo. Por todas

partes se oye pronunciar la palabra «nuevo»; una

nueva filosofía, una nueva ciencia, una época nueva,

un nuevo tipo de hombre ... Sin embargo, ¿cómo

es posible imaginarse que se es un hombre nuevo

cuando se sigue siendo taciturno, pálido, crispado?

Debéis asistir por la mañana a la salida del sol

para recibir los frutos de la esperanza. Sí, [ cuántas

veces, con su luz, con su calor y su vida, el sol os

ha dado de comer o de beber la esperanza! Es triste

que a menudo abandonéis esta esperanza por el

desánimo. Si no la abandonaseis, si no tuvieseis tantas

dudas y vacilaciones, obtendríais ciertamente

mejores resultados. ¿Por qué no habéis de tener esas

ideas que alimentan vuestro espíritu? Si no intentáis

salir de la triste realidad por la que os sentís asaltados,

acabaréis realmente asfixiados. Es necesario

cambiar algo, al menos internamente, diciéndoos:

«Todo esto no durará. Soy hijo de Dios, soy hija

de Dios, y Dios prepara para mí la belleza, la luz,

el esplendor.»

No sabéis aún qué es la esperanza. La esperanza

es una sabiduría que sabe utilizar el pasado y el pre­


214 Las semillas de la felicidad

sente para actuar sobre el futuro. La esperanza es

poder vivir una realidad magnífica que no está aún

actualizada en el plano físico. La esperanza es un

gusto anticipado de la perfección. Gracias a ella

coméis, bebéis una felicidad que no tenéis todavía,

pero que es la verdadera realidad. Porque la verdadera

realidad no está en el plano físico, sino en

el mundo divino. La verdadera realidad es que cada

uno de vosotros es un heredero del Cielo y de la

tierra. Vuestra herencia está ahí; pero, como sois

aún demasiado jóvenes, no podéis tomar posesión

de ella.

Cada uno de vosotros es un príncipe, una princesa,

y os espera un reino: ¿vais a desesperar y

a perder el ánimo por el hecho de que tenéis que

esperar todavía un poco?« Sí, me diréis, pero esperando

vivo miserablemente, el trabajo me agota, no

se me respeta, incluso se me insulta. ­ ¡Ah ! Pero

es necesario. El Rey, vuestro Padre, os ha enviado

para hacer un pequeño aprendizaje, un aprendizaje

de ese tipo, por razones pedagógicas.» Porque la

pedagogía existe también en el Reino de Dios . Y

precisamente esta es la verdadera pedagogía. Porque

el Señor dice: «Cuando este chico reinará, tendrá

poderes inmensos sobre millones de criaturas; pero,

¿qué va a dar, si no ha desarrollado antes las cualidades

de bondad, de paciencia, de coraje? Será

malo, perezoso, caprichoso, cobarde. Se comportará

como un déspota, imaginándose que todos han


Somos las criaturas de nuestro futuro 215

de estar a su servicio. Por lo tanto, no permitiré que

tome posesión de su reino mientras no me haya dado

pruebas de que no abusará de su poder y de sus

riquezas; antes no.»

Podéis, pues, esperarlo todo, pero, mientras

aguardáis, ¡trabajad! La esperanza modela y realiza

el futuro en los planos sutiles, porque es una

fuerza mágica. Por esto, tranquilizaos: conozco

vuestra situación y, si os doy semejantes métodos,

TlO es para burlarme de vosotros, sino para seros

útil, para haceros comprender dónde está la verdadera

felicidad. Tomad pues estos métodos y practicarlos.

Sois vosotros quienes, totalmente obcecados

por esta realidad burda que os engaña, no veis la

otra realidad más sutil que está ahí, que os espera.

Pero haced lo que queráis; yo os he dicho lo que

era mejor para vosotros y sois vosotros quienes

debéis decidiros.

Está escrito en el Génesis que el hombre fue

creado a imagen de Dios, pero cuando se habla del

futuro sublime que aguarda a la humanidad hay

muy pocas personas que tomen en serio esta idea.

Sin embargo, si se admite verdaderamente que el

hombre fue creado a imagen de Dios, hay que ser

lógico y aceptar todas las consecuencias. Y una de

estas consecuencias es precisamente la de que hay un

futuro divino, sublime. Nadie tiene derecho a suprimir

la mitad de esta verdad; de lo contrario, ¿qué

porvenir se vislumbra a la imagen de Dios?



INDICE

I La felicidad: un don a cultivar......... 9

11 La felicidad no es el placer. 13

III La felicidad está en el trabajo 25

IV La filosofía del esfuerzo 33

V Es la luz lo que da la felicidad .43

VI El sentido de la vida 55

VII Paz y felicidad 65

VIII Para ser felices, ¡estad vivos! 79

IX Elevarse por encima de las

condiciones 89

X Desarrollar la sensibilidad

en el mundo divino 105

XI La tierra de Canaán 115

XII El espíritu está por encima

de las leyes del destino 121

XIII Buscar la felicidad en lo alto 133

XIV Búsqueda de la felicidad,

búsqueda de Dios 141

XV No hay felicidad para los egoístas 149

XVI Dad sin esperar nada 157

XVII Amad sin pedir ser amados 165

XVIII De la utilidad de los enemigos 173

XIX El jardín de las almas

y de los espíritus 179

XX La fusión en los planos superiores 185

XXI Somos las criaturas

de nuestro futuro 199



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La Asociación Fraternidad Blanca Universal

tiene como finalidad el estudio y la aplicación de la Enseñanza

del Maestro Omraam Mikhaél Aivanhov editada y difundida

por ~:ditions Prosvcta

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2, ruc Belvedere de la Ronce

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