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SaludArte: Construyendo la equidad de salud con base en la cultura y las artes tradicionales

SaludArte es una reflexión de casi una década de trabajo en Boyle Heights como parte de la iniciativa de Construyendo Comunidades Saludables (BHC, por sus siglas en inglés) del California Endowment. La publicación explora lo que puede resultar cuando artistas tradicionales incorporan prácticas culturales hacia respuestas colectivas que responden a las necesidades sociales y políticas de una comunidad. SaludArte está disponible en inglés y español e incluye un inventario de herramientas para llevar a cabo este trabajo en una variedad de contextos basados en la comunidad.

SaludArte es una reflexión de casi una década de trabajo en Boyle Heights como parte de la iniciativa de Construyendo Comunidades Saludables (BHC, por sus siglas en inglés) del California Endowment. La publicación explora lo que puede resultar cuando artistas tradicionales incorporan prácticas culturales hacia respuestas colectivas que responden a las necesidades sociales y políticas de una comunidad. SaludArte está disponible en inglés y español e incluye un inventario de herramientas para llevar a cabo este trabajo en una variedad de contextos basados en la comunidad.

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CONSTRUYENDO LA EQUIDAD DE SALUD

CON BASE EN LA CULTURA Y

LAS ARTES TRADICIONALES

1




SALUDARTE

CONSTRUYENDO LA EQUIDAD DE SALUD

CON BASE EN LA CULTURA

Y LAS ARTES TRADICIONALES

Coescrito por George Lipsitz y

la Alianza para las Artes Tradicionales

en California

Editado por Amy Kitchener, Betty Marín,

y Quetzal Flores



SaludArte: Construyendo la equidad de salud con base en la cultura y las

artes tradicionales

D.R. © 2020, Alianza para las Artes Tradicionales en California.

Alianza para las Artes Tradicionales en California

Oficina regional en Los Ángeles

1000 N. Alameda Street, Suite 240

Los Ángeles, CA 90012

actaonline.org

Coautorxs:

George Lipsitz y la Alianza para las Artes Tradicionales en California

Editorxs: Amy Kitchener, Betty Marín, y Quetzal Flores

Coordinadora de la publicación: Betty Marín

Apoyo en diseño y edición: Jennifer Joy Jameson y Shweta Saraswat

Diseño: Carla J. Zárate Suárez

Diseño de cubierta: Carla J. Zárate Suárez

Traducción: Alexia Veytia-Rubio y Tupac Cruz

Corrección: Sol Aréchiga-Mantilla

Impreso en los Estados Unidos de América.

TABLA DE CONTENIDOS

Agradecimientos 6

Resumen de las herramientas usadas en la

práctica de las artes tradicionales 9

ACTA y Construyendo Comunidades Saludables

en Boyle Heights 12

Por qué son importantes las artes tradicionales 24

El ciclo de regeneración de las artes tradicionales

para la justicia social 28

Mapeo participativo de recursos 38

Composición colectiva de canciones 50

Creando altares 62

La Práctica (praxis) restaurativa de

las artes culturales 74

Composición colectiva de corridos

y teatro participativo 92

Más allá de Boyle Heights:

bordado en el este del Valle de Coachella 113

Conclusion:

nuevas formas de crear, de relacionarse,

de ver y de ser 118

Las herramientas de la práctica de

las artes tradicionales 122



Agradecimientos

Dado que nos encontramos demasiado cerca del trabajo que hacemos,

para la Alianza para las Artes Tradicionales en California [ACTA por sus

siglas en inglés] siempre ha sido difícil articularlo y codificarlo para públicos

más allá de nuestro contexto artístico y de las organizaciones sin

fines de lucro. Por esta razón, invitamos a un erudito que respetamos y

admiramos, el Dr. George Lipsitz, a que estudiara este trabajo durante

el último año y le diera sentido nuevamente. A través de su rica escritura

e interpretación, hemos creado este documento colectivo.

Este documento tiene múltiples autorxs. Primero, quisiéramos reconocer

a lxs artistas que han sido entrevistadxs para esta publicación

y que han contribuido con piezas de su currículo: Juana Mena, Ofelia

Esparza, Omar Ramirez, Raquel Salinas, Rosanna Esparza Ahrens y

Vaneza Calderón. Muchxs otrxs artistas han apoyado o participado en

nuestros múltiples proyectos a través de los años y también son parte

de este documento. En segundo lugar, reconocemos al personal de

ACTA que estuvo a cargo del diseño y curaduría del programa, y que

a menudo fueron cocreadorxs del trabajo: principalmente Quetzal

Flores y Amy Kitchener y, más recientemente, Betty Marín. Nuestro

equipo administrativo, a saber, Amy Lawrence, se ha hecho cargo de

nuestros fondos e informes durante casi una década.

of America Los Angeles, Workers Education and Resource Center, y el YMCA.

Sara Aguilar ha sido la documentalista central de este trabajo y realizó el

video que acompaña esta publicación y muchos otros hermosos videos en

los que se demuestra el poder de estas prácticas. Erick Iñiguez también

participó como artista becario y contribuyó con fotos que representan a

algunas de las comunidades mencionadas.

Un agradecimiento especial a la Dra. Martha González por su lectura crítica

de un borrador anterior y a Jonathan Gomez y Nikayla Jefferson por su

trabajo como asistentes de investigación.

La iniciativa Construyendo Comunidades Saludables de California Endowment

[Fondo de California] financió generosamente esta publicación

y las obras que aquí se presentan. Jennifer Ybarra, Gerente de Programa de

Boyle Heights BHC, y Beatriz Solíz, Directora de Comunidades Saludables

de la Región Sur, han jugado un papel crucial como asociadas durante la

concepción del proyecto. Estamos agradecidxs por su reconocimiento del

importante papel de las artes tradicionales en la equidad de salud y por facilitar

las importantes inversiones anuales en ACTA para llevar a cabo este

trabajo.

También queremos reconocer a nuestros socios de Construyendo

Comunidades Saludables [BHC por sus siglas en inglés] quienes han

apoyado y han sido una parte crucial de este trabajo: California Center

for Public Health Advocacy, Casa 0101, CCF Community Initiatives

Fund, Clínica Romero, College Track, East LA Community Corporation,

East Los Angeles Women’s Center, Families in Schools, Gay-Straight

Alliance Network, InnerCity Struggle, Jovenes, Inc., LAC+USC Medical

Center Foundation, Inc. (The Wellness Center), Labor Community

Strategy Center, Las Fotos Project, Latino Equality Alliance, Legacy

LA, LA Voice, Maternal and Child Health Access, Neighborhood Legal

Services of Los Angeles (NLS), Partnership for Los Angeles Schools,

Public Counsel, Self-Help Graphics and Art, Inc., Southern California

Education Fund (OneLA), The Wall Las Memorias Project, UCLA Fielding

School of Public Health, Violence Prevention Coalition​, Volunteers

6

Sandino Gonzalez-Flores y Sophia Mena ensayan en

la feria de salud SaludArte en Boyle Heights.

Foto: Sara Aguilar/ACTA, 2016.

7



Resumen de

las herramientas

de la práctica de las

artes tradicionales

Taller de grabado dirigido por Self Help Graphics en la feria de salud

SaludArte en Boyle Heights. Foto: Sara Aguilar/ACTA, 2016.

“Una voz que se opone y que propone implica una voz urgente

de resistencia a las injusticias sociales, una urgencia de hablar,

una visión colectiva y un proceso e interpretación colaborativos,

expresando así los valores centrales de la producción situada del

conocimiento, la teorización encarnada y la participación

comunitaria.”

-Rina Benmayor, académica de estudios culturales

8 9



Las 9R

Los objetivos y los medios de la Práctica restaurativa de las artes culturales

residen en las 9R. Cuando lxs participantes aceptan honrar estos

imperativos, se pueden establecer puntos en común de manera

productiva.

Acuerdos para la cocreación artística

Construir un significado cultural y establecer un precedente moral al

llegar a acuerdos a través de la participación democrática.

La práctica de las artes tradicionales es ....

Una lista básica de las formas en las que las artes tradicionales tienen

impactos transformativos.

ACTA en acción: campos de trabajo

La práctica de ACTA en Boyle Heights basada en las artes tradicionales

se ha llevado a cabo en muy diversos entornos y ha abarcado una amplia

gama de medios artísticos y géneros.

Plan de trabajo de Construyendo Comunidades Saludables para

lograr el cambio social

Formas y espacios para aumentar el léxico de la justicia social a través

de la práctica de las artes tradicionales.

“El Puente”, mural colectivo dirigido por Jose Ramirez creado durante la

feria de salud SaludArte. Foto: ACTA, 2016.

La Práctica (praxis) restaurativa de las artes culturales

Actividades para el salón de clases, ejercicios y facilitación.

Herramientas utilizadas durante el Día de diálogo y participación

artística en torno al desplazamiento. Una mezcla de actividades de

arte e intervenciones que involucran a la comunidad.

Explora estas herramientas de la práctica de las artes tradicionales

con más detalle a partir de la página 122.

10 11



ACTA y Construyendo Comunidades

Saludables en Boyle Heights

Lxs artistas comparten su trabajo colectivamente en la feria de salud

SaludArte en Boyle Heights. Foto: ACTA, 2016.

“La performance articula una ubicación social colectiva, al mismo

tiempo que tiene la capacidad de imaginar un mundo más allá

de aquella.”

-Alex Chávez, autor de Sound of Crossing

12 13



Nuestra denominación, SaludArte, está inspirada en uno de los primeros

grandes eventos públicos del mismo nombre que realizamos

para resaltar, activar y celebrar aún más los tesoros culturales documentados

en nuestro mapa de recursos culturales de Boyle Heights.

Alude a los temas de la publicación: la salud y el arte y también al

acto de saludarse, una fuerte costumbre en la comunidad latina de

Boyle Heights que denota la conexión y la convivencia en las que se

apoyan las prácticas de arte tradicionales que destacamos a lo largo

de esta publicación. ACTA se compromete a promover el respeto mutuo,

el pluralismo cultural y la democracia cultural entre los diversos

pueblos de California. Vemos a lxs profesionales de las artes tradicionales

como conexionistas, un término inventado por Doris Sommer,

activista de las artes, profesora de lenguas y literaturas romances

de la Universidad de Harvard y creadora de la pedagogía de los pre

textos que se implementa en escuelas de toda América Latina. En el

trabajo que realiza a través de su Iniciativa de Agentes Culturales y en

otros contextos, Sommer entiende a lxs conexionistas como personas

que se vinculan con otras a través de prácticas creativas que promueven

el desarrollo y el empoderamiento colectivo de la comunidad. Lxs

artistas que trabajan en formas tradicionales funcionan como comunicadorxs

de la sabiduría colectiva y como transmisorxs de experiencias,

aspiraciones y valores compartidos. Desde nuestra perspectiva,

el arte no se limita a ilustrar o a ornamentar el mundo. El arte ayuda

a crear el mundo. Las actividades artísticas creativas realizadas por

personas que son portadoras de una tradición alientan a las personas

a observar, escuchar y sentir de nuevas maneras. Se basan en un pasado

que nunca se ha ido para imaginar y poner en práctica un futuro

que aún no está aquí. El arte no es una decoración de la vida colectiva,

es más bien su esencia.

Las prácticas artísticas tradicionales sirven como repositorios para

la memoria colectiva, como sitios de instrucción moral y como formas

de crear comunidades a través de la práctica y la presentación del

arte en público. La creación artística fortalece la solidaridad social y

la cohesión a través de la colaboración. Crea conductos de conectividad

y colectividad. Los actos de cocreación pueden producir eventos,

ideas y acciones de gran valor, al mismo tiempo que revelan el valor

que ya existe entre personas y lugares infravalorados.

“El Puente”, mural colectivo dirigido por Jose Ramirez

creado durante la feria de salud SaludArte.

Foto: ACTA, 2016.

En estas páginas ofrecemos un inventario de herramientas y

tácticas de equidad en la salud que hemos reintegrado y vuelto a

hacer visibles como partes centrales de la reinvención de nuestras

comunidades y sociedad. Han surgido en nuestras circunstancias

particulares, pero creemos que pueden ser útiles a las personas que

imaginan un trabajo similar en sus propios lugares. Durante casi una

década, ACTA ha participado en el esfuerzo de Construyendo Comunidades

Saludables [BHC, por sus siglas en inglés] apoyado por The California

Endowment. Al igual que ACTA, BHC reconoce que la equidad

de salud se determina no solamente a través del acceso a la atención

médica, sino también a través de otros factores sociales, como el racismo

estructural, la pobreza y otras condiciones que afectan nuestra

capacidad de vivir de manera saludable allí donde habitamos, trabajamos

y realizamos actividades recreativas. En respuesta a ello, nuestro

trabajo en las comunidades de Boyle Heights, Santa Ana, Merced y

14 15



en el este del Valle de Coachella ha introducido las artes tradicionales

como un componente de las campañas de BHC que abordan estos

determinantes sociales de la salud. La presente publicación se centra

en el trabajo de ACTA en Boyle Heights, adaptado a las condiciones

locales. Pero este trabajo se ha visto mejorado y ha aumentado a

cada paso a la luz de las lecciones aprendidas en los sitios de ACTA en

Santa Ana, Merced y en el este del Valle de Coachella.

Para nosotrxs, el trabajo comenzó con un proceso con el que se

buscaba identificar a aquellxs portadorxs de cultura y practicantes

de artes tradicionales que ya formaban parte de la comunidad, y que

habían estado trabajando allí durante un periodo de tiempo. Para

hacerlo empleamos una metodología de mapeo de recursos culturales

en la que se convocó a un grupo de trabajo local para ayudarnos

a recopilar cuestionarios en los que se identificaba a las personas,

lugares, eventos y organizaciones que eran de importancia cultural

para la identidad de Boyle Heights. A estas personas las definimos

como “tesoros culturales” para reconocer el valor que la comunidad

le asigna a la práctica artística y cultural entendida como un sistema

de valores alternativo y una guía para la vida. Se nominaron más de

cien tesoros y de entre ellos se dieron a conocer aquellxs artistas que

contaban con el conocimiento cultural y la sensibilidad provenientes

de su trabajo con esta comunidad. Durante casi una década ACTA les

ofreció a estxs artistas el espacio, los recursos y el apoyo requeridos

para ejercer la agencia necesaria para experimentar y explorar dentro

de sus prácticas y desarrollar las metodologías que describimos en

los siguientes capítulos. En conjunto con las campañas de Construyendo

Comunidades Saludables, estxs artistas se centraron en construir

relaciones y en encarnar los objetivos sociales y políticos por

los que se lucha en las áreas de la justicia restaurativa, el acceso a la

atención médica, el liderazgo juvenil y en contra del desplazamiento.

Nos gusta llamar a este proceso “vivir el trabajo”, una forma de operar

que intensifica los valores del trabajo en espacios de organización,

activistas y comunitarios. En esta publicación compartimos las prácticas

particulares presentes en esta comunidad y les invitamos a entregarse

a un proceso propio que les permita identificar (1) las personas

y las prácticas que han sustentado y cultivado la cultura a lo largo del

tiempo, así como (2) las necesidades actuales de la comunidad, para

guiar así la forma y la dirección de su propio trabajo.

El trabajo de Construyendo Comunidades Saludables en Boyle

Heights, organizado en torno a la premisa de que la salud ocurre con

la prevención, en las escuelas y en los vecindarios, ha abarcado una

amplia gama de actividades. Lxs estudiantes han hecho campañas

para que sus cafeterías y máquinas expendedoras escolares ofrezcan

únicamente alimentos saludables para ayudar a promover mejores

hábitos alimenticios. Mientras trabajan en sus bordados y quilts

(cobijas de parches o edredones) las personas han platicado sobre

sus vidas, compartiendo problemas y soluciones y aprendiendo sobre

los programas de atención médica y las clínicas sin costo disponibles

para individuxs y familias que no cuentan con acceso a un seguro

médico. Lxs vendedorxs ambulantes, a quienes las autoridades de

Los Ángeles tratan como si fueran criminales por intentar ganarse

la vida, han recibido el apoyo de músicxs que han iniciado talleres

colectivos de composición de canciones entre ellxs y para ellxs. En

estos talleres se crearon las letras y canciones utilizadas en la exitosa

campaña para despenalizar la venta ambulante. En las letras escritas

colectivamente se menciona que lxs vendedorxs ambulantes ofrecen

fruta fresca y otras opciones de alimentos saludables a precios

asequibles, animan la cultura de la calle, contribuyen a la cohesión y

seguridad de la comunidad y mejoran los hábitos alimenticios.

Bajo la dirección de maestrxs artesanxs afiliadxs a ACTA lxs participantes

aprendieron también a hacer altares con los que se recuerda a

lxs muertos y se celebra la vida. Como parte de este proceso aprendieron

nuevas formas de mapear sus propios cuerpos, identificando

lugares específicos donde sienten dolor o estrés y haciendo un

milagro (amuleto curativo) relativo a esa parte del cuerpo para poner

en el altar. Además, así como la creación artística tradicional es una

práctica tanto individual como colectiva, los proyectos de salud que

utilizan métodos artísticos tradicionales intentaron tratar no solo las

enfermedades dentro de los cuerpos individuales, sino también las

enfermedades de desigualdad e injusticia que afectan a la sociedad,

infectando lo que lxs científicxs sociales llaman el “cuerpo político”.

Se organizaron proyectos de justicia restaurativa en las escuelas

para abordar los conflictos entre estudiantes, así como entre estudiantes

y maestrxs, que demostraron ser un medio más eficaz para

reducir la violencia escolar que las suspensiones y expulsiones. Otras

16 17



campañas se centraron en el financiamiento equitativo para las

escuelas del vecindario y la lucha contra el desplazamiento causado

por la gentrificación. Estos proyectos buscaron reconocer, abordar y

reparar los legados de los traumas históricos colectivos producidos

por el colonialismo, el racismo, el desplazamiento y la explotación

laboral y también incluyeron debates en el marco de círculos curativos

como un medio para la resolución de conflictos y para fortalecer

la cohesión social con el fin de evitar daños futuros. Lxs estudiantes

capacitados en estos métodos lanzaron una exitosa campaña en

2013 en favor de una Declaración de Derechos del Ambiente Escolar

que estableció políticas concebidas con el propósito de respetar la

dignidad y la libertad individual, al mismo tiempo que alentaba a lxs

jóvenes a asumir la responsabilidad de crear condiciones de reconocimiento

mutuo y de respeto en sus interacciones cotidianas. La

Declaración de Derechos del Ambiente Escolar les asigna un mayor

valor a las intervenciones de comportamiento positivo que a los

castigos. Promueve maneras de resolver conflictos interpersonales

que se enfocan en la justicia restaurativa en lugar de suspensiones

y expulsiones. Declara que lxs estudiantes ya no serán expulsadxs o

suspendidxs por infracciones vagas y subjetivas como las “actitudes

deliberadamente desafiantes”. Exige que se reduzca a un mínimo la

presencia, el alcance y la actividad de las fuerzas del orden, de lxs

oficiales de libertad condicional y de otras ramas de los sistemas de

justicia penal y juvenil dentro de las escuelas. Quizás lo más importante

es que la Declaración de Derechos del Ambiente Escolar creó

una nueva institución democrática: un Grupo de Trabajo de Apoyo e

Intervención de Comportamiento Positivo para toda las escuelas del

distrito que incluye unx maestrx, unx estudiante, unx administradorx

y unx representante de los padres y madres de familia de cada centro

de servicios educativos, así como miembrxs de organizaciones comunitarias.

En Boyle Heights, al movilizar la participación a través de las

prácticas artísticas tradicionales como una forma de construir comunidades

saludables se han fortalecido la confianza dentro de la

comunidad y el ingenio, se ha profundizado la capacidad colectiva

de deliberación y toma de decisiones de manera democrática y se ha

permitido que las personas perfeccionen y refinen su creatividad y

virtuosismo como artistas y activistas. Lxs participantes aprendieron

nuevas habilidades, desarrollaron nuevas relaciones interpersonales

y ganaron la confianza requerida para resolver sus problemas mientras

construían altares, participaban en talleres colectivos de composición

de canciones, actuaban en producciones teatrales, escribían

un libro sobre los tesoros culturales de su vecindario o hacían murales,

quilts, blusas bordadas, fundas de almohada y delantales.

Pancarta para la feria de salud SaludArte en Boyle Heights. Foto: ACTA, 2016.

Estos proyectos basados en el arte generan productos importantes:

una gran variedad de canciones, historias, obras de teatro, ensamblajes

artísticos e instalaciones. Sin embargo, aún más importante

es que ponen en marcha una diversidad extensa de procesos en los

que se responde activamente a los anhelos de condiciones saludables

y de una comunidad de apoyo que las personas habitualmente

solamente imaginan. La fabricación de objetos requiere acciones

creativas. Los actos colaborativos de cocreación les permiten a las

personas y grupos diagnosticar problemas, imaginar soluciones, idear

maneras nuevas de usar materiales ya conocidos, ejercer su juicio

y hacer cambios en las perspectivas y prácticas que pueden conducir

a un cambio social colectivo. La participación activa en el diseño y la

realización de estos procesos crea nuevas conversaciones y conexiones

entre géneros, generaciones, idiomas, niveles de alfabeti-

18 19



zación, estatus de ciudadanía, identidades sexuales, diferentes

grados de riqueza y pobreza, de habilidades y discapacidades y al

interior de los mismos. Las nuevas obras de arte y la imaginación

social surgen de la conversación deliberativa e informal, la toma de

decisiones cara a cara, las estrategias colectivas para aliviar el estrés y

la imaginación y la experimentación artísticas. El trabajo realizado en

estos espacios ofrece a lxs participantes oportunidades para enfrentarse

a la diferencia sin dominar y reemplazar la frustración y el miedo

con la dignidad y la emoción de la cocreación. De esta manera, los

proyectos que abordan rutinariamente la salud como tema a través

de obras de arte particulares también promueven la sustancia de una

vida y de unas relaciones sociales saludables a través de experiencias

de relaciones fuertes, respetuosas y de afirmación mutua.

En Boyle Heights, las prácticas artísticas tradicionales están profundamente

arraigadas en lo que Yolanda Broyles-González llama “la

tradición del espectáculo popular mexicano”. Explica que diversas formas

de cantar, coser, dibujar, bailar, orar, adornar, narrar y nombrar

han producido “un sistema interpretativo alterno” que ve la experiencia

social desde una perspectiva de la clase trabajadora mexicana

históricamente situada. Estas obras de arte desarrollan y profundizan

el reconocimiento mutuo y el respeto. Bailarinxs y cantantes aprenden

a actuar colectivamente mientras “leen” los movimientos de la

cabeza y el cuerpo de otras personas y escuchan con atención el tono,

el timbre, la velocidad y el ritmo de la música. A través de la atención

a lxs demás, las personas anticipan y responden a lo inesperado,

promoviendo la sociabilidad del acompañamiento y las capacidades

avanzadas de improvisación.

Estos movimientos y habilidades artísticas tienen importantes

ramificaciones sociales. Conforman un archivo de testimonios colectivos

que registra y valida experiencias comunes y compartidas de las

condiciones sociales de explotación y opresión. Permiten y fomentan

la imaginación y la expresión individual de una profunda disposición

hacia el testimonio colectivo y activo basado en lo que podría llamarse

un colectivo activo. Profundizan la capacidad colectiva de

deliberar democráticamente al brindar oportunidades para practicar

el juicio y llegar a conclusiones en común entre personas a quienes

las une un destino conectado y determinado por quiénes son, dónde

viven y cómo han sido tratadas ellas y sus antepasadxs.

En el mejor de los casos, el hecho de participar en actividades

artísticas puede interrumpir los hábitos anticuados, ayudar a las

personas a desarrollar mejores capacidades de discernimiento, juicio

y empatía, animarlas a resistirse a las soluciones simplistas y autoritarias

de problemas sociales complejos y también permitir que lxs

espectadorxs y oyentes se imaginen una existencia común, igualitaria

y creativa. Sin embargo, la experiencia ancestral y la sabiduría de

las que está colmada la creación de arte tradicional hacen aún más

que todo esto. Muestran una inteligencia colectiva perfeccionada a lo

largo del tiempo a través de estrategias de supervivencia individuales

y grupales, que resultan ser particularmente útiles cuando se les

despliega nuevamente en las luchas por la justicia social. La práctica

artística tradicional pertenece al estrato más íntimo de la vida cotidiana

de las comunidades y recibe el impulso de una creatividad constante.

Se basa en tradiciones de aprendizaje e instrucción que sitúan

a las personas en relaciones de responsabilidad con el presente y el

pasado, con otros públicos, nuevxs artistas, los archivos alternativos y

las academias que no están bajo el control de expertxs y de élites validadxs

socialmente. La creación artística en este contexto crea un “nosotrxs”

solidario en lugar de un “yo” aislado. Las reuniones culturales

promueven una conciencia grupal basada en lo local y lo particular

que abarca también las esferas pública y privada. Expanden la temporalidad

del presente al conectarlo con el pasado. Extienden la esfera

de la sociabilidad yendo más allá del hogar y la familia. Amplían la

esfera de lo político al transmitir temas de interés común a través del

arte. Abren espacios donde las personas silenciadas pueden cantar,

gritar y hablar, donde lo invisible puede hacerse visible, lo inaudible

hacerse escuchar y lo intangible volverse tangible. A través de los

actos de cocreación, personas a quienes se les trata habitualmente

como si valieran menos y no contaran expresan manantiales de

imaginación, arte y maestría. Quizás lo más importante, la práctica

tradicional de las artes puede ayudar a crear un cambio social, pues

genera reservas de ingenio y de autosuficiencia entre personas que a

veces pueden estar enfrentando desafíos, pero que no se van a dejar

quebrar. Para las personas que enfrentan injusticias, crea oportunidades

para responder desde una posición de fortaleza. Permite a las

personas a quienes se les niegan oportunidades justas enfrentarse y

20 21



responder a la injusticia desde una nueva esfera de actividad forjada

por el compromiso de fortalecer sus habilidades para cumplir con esa

tarea.

Quienes practican las artes tradicionales no pueden acabar con la

injusticia por cuenta propia, pero sí crean posibilidades diferentes al

incitar a las personas a ver “lo que puede ser” tan a menudo escondido

dentro de “lo que es”. Pueden inspirar a las personas a que pasen

de simplemente “ser” a “ser más”. Lxs participantxs pueden ver que

unx trabajadorx agrícola que lucha por ganarse un salario de subsistencia

puede también ser unx maestrx en el arte del bordado, que lxs

estudiantes de secundaria agobiadxs por sistemas de vigilancia y supervisión

constantes pueden crear círculos de curación innovadores

y otras prácticas de justicia restaurativa, que inmigrantes indocumentadxs

que luchan por sobrevivir y prosperar en un ambiente hostil

pueden ser expertxs a la hora de ayudarle a otras personas a acceder

a la atención médica y que las personas mayores a quienes con demasiada

frecuencia se tratan como desechables pueden ser portadoras

de conocimiento muy valioso. Así como un conjunto cualquiera

de pedazos de tela cosidos resulta en una hermosa colcha y se puede

hacer un altar situando estratégicamente algunos objetos cotidianos,

así también las personas infravaloradas de la comunidad pueden

ser de gran valor una vez que las prácticas artísticas tradicionales les

abren el camino a la capacidad de crear nuevas configuraciones y

conversaciones.

Personas que se definen como artistas tradicionales, cuyo

centro es la comunidad, que desean abrir intencionalmente

sus prácticas para apoyar la transformación dentro de los

espacios de justicia social.

Ofrecemos algunos ejemplos de lo que puede resultar cuando

apoyamos a lxs artistas tradicionales para que usen y experimenten

con sus prácticas para encontrar respuestas colectivas a

las necesidades sociales y políticas de la comunidad. Muchxs de

estxs artistas han trabajado en estas comunidades toda su vida.

Su trabajo es una extensión del conocimiento y las experiencias

que han acumulado durante décadas, transmitiendo un

linaje para combatir el trauma intergeneracional que existe en

estas comunidades. Les invitamos a tomarse el tiempo para construir

una base similar, para darle así prominencia a las prácticas

artísticas tradicionales que interrumpen y expanden las formas

convencionales de organización para enfocarse en el conocimiento

y la cultura de la comunidad como el punto de partida

para la transformación.

Esta guía está especialmente diseñada para los siguientes grupos y

personas:

Las organizaciones, académicxs y grupos que se ocupan del

desarrollo comunitario, los determinantes sociales de la

salud, las políticas públicas, el trabajo social, la organización

comunitaria y el arte comunitario, que desean trabajar junto

con practicantes de las artes tradicionales comprometidxs

con el trabajo de justicia social.

Artistas que no se identifican como portadorxs de cultura o

artistas tradicionales, pero a quienes les interesa trabajar

con artistas tradicionales en su comunidad.

22 23



Por qué son importantes

las artes tradicionales

Ofelia Esparza dirigiendo una ceremonia de llegada durante la

sesión Theories of Change and Transformative Cultural Practice

dirigida por ACTA en la conferencia REMAP LA.

Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

“Las fenomenologías indígenas del sudeste entienden el Mundo

Medio (que todxs habitamos) como un puente entre los mundos

superior e inferior de la creación. Cuando los límites entre los

mundos se derrumban y las características distintivas de cada

mundo comienzan a colapsar y a entremezclarse, surgen

posibilidades de rejuvenecimiento y destrucción que pueden

transformar este mundo de manera radical. El objetivo es

encontrar un equilibrio.”

-Jodi Byrd, académica indígena,

autora de The Transit of Empire

24 25



Pareciera que la creación de obras de arte tradicional es una forma

indirecta de responder a las necesidades de salud de una comunidad.

Durante mucho tiempo se ha entendido la práctica del arte en Europa

y América del Norte como un ámbito separado de los problemas

prácticos de la vida cotidiana, un campo de acción semiautónomo

dedicado a la contemplación y creación puramente estéticas. Sin embargo,

en la mayor parte del mundo y a lo largo de la historia, el arte

ha sido una actividad estrechamente relacionada con los problemas

prácticos de la vida cotidiana. En toda América Latina y el suroeste

de los EE. UU., lxs curanderxs han utilizado durante mucho tiempo la

manipulación de raíces, hierbas, canciones y objetos como un medio

para encontrar remedios a problemas físicos, mentales, emocionales

y espirituales. En las comunidades afroamericanas, las personas

a las que se les negaba el acceso a médicxs capacitadxs cultivaron

a sus propixs expertxs: sanadorxs que se valían de un conjunto de

procedimientos prescritos utilizando los materiales disponibles para

curar dolencias y enfermedades. Estas prácticas requerían mirar más

allá de las apariencias superficiales, discernir el potencial oculto

contenido en minerales, animales, raíces, hierbas, flores y alimentos,

así como en objetos hechos por humanxs. Manipular estas materias

primas de la manera correcta constituía un arte en sí mismo, pero

también capacitaba a lxs profesionales, permitiéndoles desarrollar el

conocimiento y la creatividad necesarios para hacer objetos de arte

y desarrollar prácticas artísticas. Por lo tanto, incluso más allá de sus

potenciales poderes curativos, la creación artística tradicional es un

crisol en el que se desarrollan estrategias de resolución de problemas

de suma importancia para comunidades perjudicadas.

El arte es un ejercicio de la exploración y el error. Lxs artistas deben

aprender a trabajar en espacios limitados y, a veces, espacios socialmente

negativos. Pueden experimentar el fracaso y deben aprender

a superarlo. Pero el arte también puede ser un antídoto a la soledad,

aunque es una práctica que frecuentemente se realiza sola, pero no

siempre de forma aislada. Como explica Doris Sommer, las personas

de pensamiento libre deben confiar en la capacidad colectiva de

emitir juicios con el fin de resolver problemas sociales. El arte implica

ver y resolver problemas. Cuando se eligen las letras y los ritmos de

una canción, los colores y materiales de una obra de arte visual, el

lenguaje o la mezcla de idiomas en una historia, todo depende de la

capacidad de imaginar y actuar, de tomar decisiones informadas y de

aprender qué puede inspirarle a lxs oyentes, espectadorxs y lectorxs

una participación profunda. En cuanto conduce a la conexión, la

colaboración, la colectividad y la cohesión social, la creación artística

refleja el mundo y, lo que es más importante, lo reconstruye. El arte

nos permite vislumbrar cómo serían las cosas si estuviéramos plenamente

vivxs y empoderadxs.

El colectivo de música Cuicani con Quetzal Flores durante un taller de Composición

colectiva de canciones en la preparatoria Roosevelt durante una asamblea de La salud

ocurre en las escuelas. Foto: Sara Aguilar/ACTA, 2016.

26 27



El ciclo de regeneración de las

artes tradicionales

para la justicia social

Mitin de Invertir en la Juventud, parte de La salud ocurre en los vecindarios,

con las organizadoras de Legacy LA, Ruby Rivera [izq.] y Lucy Herrera [der.].

Foto: Erick Iñiguez/ACTA, 2019.

“El arte nos ha ayudado a escuchar, a romper esas cadenas y a

liberar algunas cosas que hemos estado cargando por mucho

tiempo.”

-Juana Mena, artista becaria de

ACTA para BHC Boyle Heights

28 29



La creación, exhibición y consumo de obras de arte en el marco de

los museos y los conservatorios, y aquello sobre lo que se escribe

en la crítica acreditada, giran por lo general en torno a un objeto

creado: la pintura, la sinfonía, la novela, etc. La práctica de las artes

tradicionales comparte este respeto por los objetos creados hasta

cierto punto, pero también enfatiza la importancia del acto creativo,

de toda la serie de acciones imaginativas llevadas a cabo por parte

de las personas y los grupos que generan los objetos artísticos y les

atribuyen su significado. Cada objeto creado es el resultado de una

serie de actos creativos continuos que incluye su invención, creación,

exhibición, recepción e impacto a largo plazo. Alrededor del objeto se

crea una cultura. La práctica de las artes tradicionales hace visibles

la existencia de abundantes caudales de conocimiento comunitario y

juicio estético colectivo, las redes dinámicas de instrucción y aprendizaje

y las historias honorables sobre cómo se colman los materiales

y objetos de uso práctico con el poder de imaginar y crear otros mundos.

La cocreación artística practica el proceso de “imaginarse que las

cosas sean de otra manera”, y de ello depende el cambio social. Estos

procesos promueven la resistencia, la resiliencia, los saberes de otro

tipo y el imperativo urgente de redefinir y remodelar el mundo.

Entre las personas que pertenecen a grupos sociales que han sufrido

despojo, desplazamiento, racismo, explotación laboral, violencia

policial y de vigilancia, hambre e inseguridad en la vivienda, la

creación artística puede ser parte integral de la lucha por la supervivencia.

Las personas luchan con las herramientas de las que disponen

en aquellos espacios a los que tienen acceso. Los grupos que

no controlan estudios de cine, cadenas de televisión, empresas de redes

sociales, periódicos, revistas, editoriales, universidades, museos,

conservatorios o salas de conciertos salvaguardan sus recuerdos,

expresan sus esperanzas y cuentan sus historias a través del baile,

los atuendos y la decoración. Cosen, cantan y hablan sus verdades. A

través del arte convierten la humillación en honor, hacen tónico de lo

tóxico y transforman el hambre de un destino que pareciera invivible

en alimentos que les permiten no solamente sobrevivir, sino florecer.

ACTA propone un análisis crítico de las prácticas culturales de la

comunidad entendidas como sitios de cooperación y producción de

poder a través del espíritu de convivencia. Convivencia literalmente

significa vivir juntxs, pero en sentido figurado se refiere a actos deliberados

de plena presencia para y con lxs unxs y lxs otrxs, enraizados

en tradiciones de sabiduría colectiva. Con ello se busca distanciarse

de los ciclos predecibles de la práctica política y artística. En la

creación de artes tradicionales y en las luchas por la supervivencia en

la vida cotidiana, lxs miembrxs de comunidades perjudicadas reproducen

patrones de resistencia una y otra vez. El proyecto muralístico

dentro de la Práctica (praxis) restaurativa de las artes culturales realizado

junto con la Corporación Comunitaria del Este de Los Ángeles

[ELACC por sus siglas en inglés] generó una teoría que muestra

que hay un Ciclo de la resistencia a la regeneración, lo que también

demuestra que el trabajo de ACTA crea un tipo diferente de espacio

donde las personas pueden reflexionar sobre sus historias personales,

conectándolas a las historias mayores de las luchas en favor de

la justicia social a su alrededor.

El Ciclo de la resistencia comienza siempre con las heridas de la historia,

con lesiones que no pueden ser olvidadas o ignoradas con tan

solo desearlo, con la INJUSTICIA que impregna el legado acumulado

de eventos, ideas y acciones del pasado. Para evitar que la vida lxs

quebrante, lxs miembrxs de las comunidades que han sido moldeadas

por la injusticia responden con INTENCIÓN, decidiéndose a

resistir, a ser resilientes, a volver a contar el pasado para así restaurar

su dignidad y esperanza. Cuando la estructura de poder hace caso

omiso a esta intención, ello conduce a un LEVANTAMIENTO, cuando

se lanzan desafíos políticos y culturales contra el status quo, contra

las fuerzas que reprimen la oposición a la injusticia y las luchas por

la autodeterminación. Un levantamiento hace posible un CAMBIO

DE PARADIGMA, un nuevo sentido común y nuevas expectativas en

cuanto al mundo y su ordenamiento. A su vez, este cambio de paradigma

puede producir una INNOVACIÓN, nuevas prácticas, procesos,

instituciones y relaciones sociales que formulan un nuevo estatuto

social basado en nuevas formas de conocer y de existir en el mundo.

Sin embargo, la innovación es como pelar una cebolla: una vez que se

elimina una capa de problemas, aparecen otros nuevos. Las dificultades

a las que se enfrenta la innovación provienen de la presión de

los eventos, de la necesidad urgente de responder ante la injusticia y

resistirla, lo que hace que el ciclo se repita.

30 31



La resistencia también puede dejar a las personas y grupos atrapadxs

por la dinámica a la que se oponen, resistiendo, pero incapaces

o demasiado exhaustxs para imaginar o poner en acto procesos

proactivos y regenerativos. Aunque frecuentemente es necesaria, esta

resistencia es en gran parte reaccionaria y puede socavar el impacto

de la innovación. El simple hecho de oponerse a algo malo no crea

algo bueno por arte de magia ni produce nuevos paradigmas. Saber

que estamos en contra de algo no necesariamente nos lleva a saber a

favor de qué estamos. Como observa Quetzal Flores, artista y activista

de ACTA, inspirándose en las ideas de Rina Benmayor, ACTA sigue un

camino que promueve una voz que no es solo de oposición sino también

de propuesta, que se opone a la injusticia en el presente, pero

que también apunta hacia una vida más audaz, imaginativa y libre en

el futuro.

La innovación conduce al descubrimiento de recursos culturales

que colectivamente refuerzan la REGENERACIÓN. El objetivo de la

regeneración es pasar de la oposición a la propuesta, liberarse del

ciclo de resistencia y desarrollar nuevas estrategias regenerativas.

Para ACTA, las prácticas de las artes tradicionales son vehículos que

permiten a las personas desplazarse lateralmente y hacia el exterior

para acceder a espacios donde pueden pensar con claridad y plantar

semillas de transformación que se interconecten en nuevos sistemas

mutuamente beneficiosos. El arte y la cultura son recursos inseparables

que se nutren mutuamente, situados allí donde se cruzan la

vitalidad de la comunidad y la transformación.

Del ciclo de la resistencia al de la regeneración de la

Corporación Comunitaria del Este de Los Ángeles, 2018.

El gráfico en la siguiente página representa el ciclo de resistencia

tradicional y el intento por parte de ACTA de romper con él:

Un taller de quilting restaurativo con madres de familia en la preparatoria Roosevelt,

Boyle Heights dirigido por Juana Mena. Foto: Shweta Saraswat/ACTA, 2019.

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Mitin de Invertir en la Juventud, parte de La salud ocurre en los vecindarios.

Foto: Erick Iñiguez/ACTA, 2019.

Martha Gonzalez y Juan Perez en el evento Iluminarte, una asamblea de La salud

ocurre en las escuelas en el Wellness Center en Boyle Heights.

Foto: Omar Torres/Weingart East Los Angeles YMCA Youth Institute, 2015.

Altar creado por Ofelia Esparza en Tonalli Studio. Foto: Betty Marín/ACTA, 2018.

34 35



Mitin de Invertir en la Juventud, parte de la Salud Ocurre en los Vecindarios.

Foto: Erick Iñiguez/ACTA, 2019.

36 37



Mapeo

participativo

de recursos

Líderes comunitarios Loretta Spencer [der.] y Jerome Rasberry [izq.] durante

una reunión de ACTA. Foto: ACTA, 2015.

“Cualquier cosa en Boyle Heights puede ser su comunidad, puede

ser una persona, un lugar o una cosa, siempre y cuando signifique

mucho para usted y lo atesore profundamente”.

-Edson Hernandez, escritor y estudiante

de la preparatoria Roosevelt

38 39



Un componente clave del trabajo colaborativo entre Construyendo

Comunidades Saludables [BHC por siglas en inglés] y La Alianza para

las Artes Tradicionales en California [ACTA por sus siglas en inglés]

ha sido el proyecto piloto Activando recursos culturales, un esfuerzo

dedicado a crear una visión compartida del bienestar de la comunidad

mediante la identificación y movilización de sus recursos culturales.

Lxs residentes de áreas a las que se les niega la inversión externa

y el financiamiento estatal de servicios e infraestructura deben encontrar

formas de reconocer y aprovechar el valor de lo que ya tienen.

Los lugares que carecen de recursos materiales cuentan a menudo

con una riqueza de personas que han aprendido a ser ingeniosas:

pensadorxs críticxs, personas que saben resolver problemas de forma

creativa y valientes, defensorxs de su propia dignidad. Su arte y virtuosismo,

su determinación e imaginación, pueden ser de gran valor

a la hora de resolver los problemas de la comunidad.

El proyecto de mapeo participativo de recursos culturales iniciado

en 2011 reveló que el arte está profundamente arraigado en la

vida comunitaria en Boyle Heights, en el este del Valle de Coachella,

Merced y Santa Ana. En estas áreas, el proyecto creó grupos de

trabajo que se encargaron de realizar encuestas en sus comunidades

buscando dar a conocer aquello de lo que se enorgullecían, identificar

activos específicos y crear un inventario de habilidades individuales

y colectivas, de aptitudes, tradiciones, costumbres y sistemas

de conocimiento que podían servir como fuentes de cambio social

transformador. Estos recursos culturales incluían lugares, personas,

historias, canciones, costumbres y tradiciones. Las comunidades que

aceptaron la invitación de ACTA para buscar “tesoros culturales” entre

“las personas, grupos, lugares y eventos que reflejan expresiones culturales

que la comunidad identifica y valora” revelaron un profundo

aprecio por lxs artistas y obras de arte locales, a quienes reconocían

no solo como personas muy dotadas, sino también como portadorxs

de conocimientos ancestrales colectivos, maestrxs que transmiten

su sabiduría a las nuevas generaciones a través de su actuar en tanto

artistas escénicos y creadorxs y cuyo trabajo constituye un recurso

comunitario. Las personas encuestadas también reconocieron que

las condiciones sociales compartidas creaban tesoros culturales en

común. Por ejemplo, expresaron su aprecio por el idioma hmong en

Merced y el idioma español en Santa Ana, a los que les asignaron un

enorme valor. El entorno natural también fue apreciado: las personas

encuestadas rindieron homenaje a las puestas de sol en Boyle

Heights y los días cálidos en el Este de Coachella.

Uno de los resultados de este proyecto fue La vida diferente: celebrando

los tesoros de la comunidad de Boyle Heights, un libro escrito

por estudiantes de las clases de la Sra. Lisa Alva y el Sr. Jorge López

en la preparatoria Roosevelt. Creado en el Colegio de Nuevos Medios

y Tecnología de la escuela y en asociación con el Proyecto 826LA, el

libro combina descripciones, entrevistas, biografías, poemas y artículos

de opinión sobre el mundo que rodea a lxs estudiantes de Boyle

Heights. Cuenta con el honor de un prólogo escrito por el distinguido

historiador George J. Sanchez y los capítulos escritos por lxs estudiantes

honran a la amplia gama de personas con las que se encuentran

y a quienes respetan en su entorno cotidiano. Esto incluye a un

productor de música, un muralista, una maestra favorita, un dueño

de una tienda que otorga crédito a sus clientes y a las muchas madres

solteras inmigrantes con dificultades económicas cuya determinación

es un honorable ejemplo a seguir para lxs demás. Estas personas son

aclamadas como tesoros culturales. Sin embargo, lxs estudiantes

tienden a hablar más de su vecindario que de sus personalidades.

Honran los sonidos de la calle, los colores y las imágenes de los

murales en las paredes de los edificios y los olores que vienen de las

cocinas, todos ellos signos, sonidos y símbolos de una dignidad y un

destino comunes.

El proceso de creación de este libro llevó a lxs estudiantes a emprender

un trabajo colaborativo, a aventurarse en la comunidad para

participar en entrevistas y conversaciones con personas en el este

del Valle de Coachella de diferentes ámbitos de la vida y a trabajar

estrechamente con estudiantes universitarios voluntarixs de los

departamentos de historia y educación en la Universidad Estatal de

California, Los Ángeles. Los capítulos escritos por lxs estudiantes

abordan muchos temas, pero se enfocan de manera recurrente en el

enorme valor que tienen las personas y los lugares infravalorados de

su vecindario.

Muchas de las contribuciones en La vida diferente honran a las

personas que lxs estudiantes admiran, especialmente sus padres y

40 41



madres, lxs parientes que cuidan de ellxs, lxs maestrxs y una amplia

gama de vendedorxs ambulantes, cantantes, artistas de la palabra

hablada, artistas, atletas y actores. Manifiestan un aprecio y admiración

especiales por la actriz Josefina López y el cantante/MC

will.i.am, quienes crecieron en el vecindario y llegaron a tener carreras

exitosas, y que ahora retribuyen a la comunidad de Boyle Heights

a través del teatro comunitario Casa 0101 de López y el programa de

mentorías para ir a la universidad de will.i.am. Lxs estudiantes escritorxs

se deleitan con los sonidos de la ciudad: la música grabada que

suena desde bocinas en autos y apartamentos, así como la música en

vivo hecha por bandas de mariachis y conjuntos de son jarocho. Pero

también detectan cualidades musicales en las campanas y silbatos

de los carros de lxs vendedorxs ambulantes, en el ruido del tráfico y

las bocinas de los automóviles y en los timbres, tonos y ritmos de las

conversaciones que se tienen tanto en español como en inglés.

En un vecindario que las personas de fuera imaginan en buena medida

dominado por situaciones de conflictos y crimen, lxs estudiantes

identifican un tesoro oculto de dignidad y poder. Se deleitan

con los olores y sabores de los tacos, del elote recién tostado, de

las bebidas de chocolate caliente y de toda suerte de panes y postres

dulces. El Boyle Heights que se celebra en La vida diferente demuestra

también una riqueza de estímulos visuales. El interior de una tienda

que vende ropa, posters y música le recuerda a una estudiante a una

bolsa de dulces Skittles: “porque tiene colores oscuros, claros y mezclados

que son parte de nuestra comunidad…”. El dueño de la tienda

exhibe sus propios cuadros en las paredes del establecimiento. Uno

de estos se asemeja a un billete de un dólar, pero en lugar del retrato

de George Washington hay un dibujo de un luchador enmascarado

de lucha libre mexicana. Las calcomanías que se venden en la tienda

muestran imágenes de Boyle Heights y de la historia y cultura mexicanas.

Una imagen de Mickey Mouse se mezcla con dibujos aztecas

para criticar el colonialismo. Afuera, en la comunidad más amplia, los

grandes y coloridos murales que hay en las paredes de los edificios

son obras de arte que le pertenecen a toda la comunidad y que no

se pueden comprar ni vender, ofreciendo representaciones monumentales

de un destino compartido. Un estudiante escritor valora el

hecho de que los murales sobre las luchas de la Unión de Campesinos

por la justicia social permiten ver “cómo trabajaron y lucharon

de duro para defender el derecho a recibir su paga”. Lxs estudiantxs

elogian en particular los murales pintados por Raúl González, John

Carlos de Luna, Omar Ramirez , Nuke, Willie Herron y East Los Streetscapers,

pero les parece igualmente importante el proceso artístico

que perciben en las personas dedicadas a crear sus propias vidas.

Lxs artistas encarnan una forma de ser que impregna Boyle Heights:

una insistencia firme y feroz en dejar su huella en el mundo cuando

parece que no hay forma.

Lxs estudiantes escritorxs elogian a los artistas por su disposición

a ponerse de pie, levantar la voz y hacer trabajo de valor en el mundo.

Perciben semejanzas entre lxs artistas visuales y otros tesoros

culturales celebrados en La vida diferente, como Carmen Sotelo, una

sanadora que usa hierbas y oraciones para ayudar a las personas a

recuperarse; como el padre Greg Boyle, que ayuda a lxs miembros

de pandillas y ex delincuentes a encontrar un empleo remunerado;

y como Xela (Cihuatl Ce), quien cofundó Ovarian Psycos, un club de

bicicletas para womyn of color [mujeres de color] que reclama las

calles para las mujeres a través de paseos masivos que también se

detienen para hacer ceremonias de círculo de tambores y comer

bocadillos. Las diferentes maneras que tienen lxs artistas de imaginar,

planear, diseñar e implementar el arte se corresponden con las

estrategias de supervivencia y los triunfos de muchxs residentes del

vecindario. Un estudiante escritor elogió a lxs propietarios del mercado

de carne La Princesita porque sus empleadxs son amigables con

lxs clientes, ofrecen crédito a las personas necesitadas, en algunos

casos han ayudado a la familia de un cliente a pagar los gastos de un

funeral y, sobre todo, porque en su mercado se han realizado sueños.

“Hay algunos sueños que se hacen realidad y sueños que son solo

fantasías que las personas desean que se hagan realidad”, escribe un

estudiante autor. Este pequeño mercado de carne es importante, sostiene,

porque cumplió el sueño de sus fundadorxs de “tener dinero

para pagar las cuentas a tiempo y tener comida para sus hijxs”.

Durante el proceso de elaboración de La vida diferente y muchos

otros proyectos de escritura, lxs estudiantes de la preparatoria

Roosevelt se transformaron a sí mismxs y a su mundo. Las personas

jóvenes pueden ver, por la condición de sus vecindarios, los autobuses

en los que viajan, los recursos que hay en las escuelas a las

42 43



que tienen que asistir y las imágenes de su comunidad que aparecen

en películas, videos musicales y noticieros, que su bienestar no es

una prioridad en esta sociedad. Sin embargo, al escribir este libro se

transformaron en escritorxs, entrevistadorxs, historiadorxs, poetas

e intelectuales. Las prácticas policiales punitivas que encuentran en

sus vecindarios y escuelas se basan en la idea de que las personas

jóvenes no son más que alborotadoras a quienes hay que tratar con

sospecha y desprecio. Sin embargo, a través de sus escritos y del

activismo que emerge de ellxs, se posicionan como defensorxs de su

comunidad, como personas que hacen campaña por condiciones saludables

hoy y una vida saludable mañana y como autorxs que se han

comprometido a autorizar nuevas relaciones sociales. Para escribir

su libro tuvieron que imitar las habilidades de la práctica de las artes

tradicionales: observar cuidadosamente su entorno, mantenerse a la

escucha de significados ocultos, hacer muchas preguntas y reorganizar

las composiciones de manera constante y creativa.

Mila Perezchica, activista comunitaria que se enfoca en mejorar el sistema escolar del

este del Valle de Coachella vestida para el Día de Muertos. Foto: ACTA, 2014.

Caridad Vásquez en un Congreso de vendedorxs ambulantes en Boyle Heights.

Foto: ACTA, 2013.

Abraham Medina, organizador comunitario, en un mitin de campaña llamando a la

policía de Santa Ana terminar su colaboración con ICE. Foto: ACTA, 2013.

44 45



Artista maestra purépecha Natividad González durante un taller de barro en el este del

Valle de Coachella. Foto: Sara Aguilar/ACTA, 2014.

Sección este del mural “Shady Lane” en Coachella, CA que representa eventos históricos

importantes pintados por diferentes artistas. Foto: Akira Boch/ACTA, 2014.

Cesar Castro durante un taller de son jarocho con la juventud en Boyle Heights.

Foto: Sara Aguilar/ACTA. 2015.

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Celebración del año nuevo hmong en Merced con concursantes para la Señorita Hmong

del Valle Central en vestimiento tradicional. Foto: ACTA, 2013.

48 49



Composición colectiva

de canciones

Martha Gonzalez y Quetzal Flores durante un taller de

Composición colectiva de canciones en la feria de salud

SaludArte en Boyle Heights. Foto: Sara Aguilar/ACTA, 2016.

“La música toca a las personas de diferentes maneras,

nadie se queda fuera.”

-Vaneza Calderón, artista becaria de

ACTA para BHC Boyle Heights

50 51



Lxs músicxs han jugado un papel importante en el proyecto BHC. Los

talleres colectivos de composición de canciones generan diálogos

donde todxs tienen voz, a través de la composición colaborativa y la

interpretación de canciones que expresan las ideas, sentimientos y

aspiraciones del grupo. Inclusive más importantes que los productos

creados por los talleres colectivos de composición son los procesos

que aquellos permiten, donde la creación artística colectiva

desarrolla una visión colectiva que conduce a la acción colectiva. El

objetivo de la composición colectiva de canciones no es simplemente

describir nuestro mundo opresivamente injusto a través de canciones

contra la injusticia, sino ayudar a construir una narrativa de ideas y

visiones capaces de transformar una sociedad materialista y orientada

a las cosas en una sociedad moral, democrática y humana.

Las actividades de composición colectiva de canciones asociadas

con BHC en Boyle Heights surgen de formas de participación política

colaborativa iniciadas por el movimiento del Ejército Zapatista de

Liberación Nacional (EZLN) en México. En 1997, el grupo de artivistas

del este de Los Ángeles y de todo el sur de California conocido como

el Gran Frente Zapatista (que incluía a lxs artistas de ACTA Martha

Gonzalez, Omar Ramirez y Quetzal Flores) se organizaron durante un

año para organizar un encuentro/reunión: el Encuentro Cultural Chican@/Indígena

por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, junto

con organizadorxs zapatistas de la comunidad del pueblo de Oventic

en Chiapas. Oventic es uno de los proyectos zapatistas conocidos

entonces como “Aguascalientes”, ahora conocidos como “Caracoles”,

sitios protegidos donde se toman decisiones de manera colectiva.

En este encuentro, lxs artivistas chicanxs con sede en California y

lxs participantes mayas se comprometieron a escribir canciones en

colaboración para entablar así una forma de diálogo comunitario

basado en el arte y la creación de música. Los principales impulsores

de la composición colectiva son la convivencia, la acción deliberada

de estar presentes lxs unxs con lxs otrxs, el testimonio —que según

Rina Benmayor es “una voz de oposición y de proposición [que] implica

una voz urgente de resistencia ante las injusticias sociales, una

urgencia de hablar, una visión colectiva y un proceso e interpretación

colaborativos, que expresa así los valores centrales de la producción

de conocimiento situada, la teorización encarnada y la participación

comunitaria”—, el testimonio activo y la “auto-des-actualización” o

deshacer aquello en lo que nos hemos convertido para convertirnos

en “humanos como proceso” (bell hooks/Chela Sandoval).

Un taller de composición de canciones comienza con un diálogo

comunitario, donde las frases clave se anotan como en una especie

de lluvia de ideas. Lxs participantes sugieren frases y oraciones que

el grupo organiza colectivamente, a través de la improvisación y la

experimentación, produciendo así letras de canciones poéticas. La

canción se desarrolla palabra por palabra, línea por línea y verso por

verso. Lxs músicxs del colectivo y lxs participantes más experimentados

escuchan y comienzan a emplear diferentes sonidos o ritmos

para acompañar las letras. Conforme las personas van recitando

las letras y tocan instrumentos todxs juntxs, sienten las vibraciones

de sus propias voces y las de otras personas. Frecuentemente se

discute la posibilidad de alterar las letras: ¿por qué una palabra en

lugar de la otra? ¿Por qué el “yo” y no el “nosotrxs”? Puede tomarse

la decisión de que las letras mantengan una “onda positiva” en lugar

de sentimientos negativos o a veces optar por “¡enojémonos!” El

diálogo que resulta siempre es fructífero, ya que a menudo permite

dar un paso hacia otro nivel de análisis. Mientras los corazones laten,

los dedos chasquean y las manos aplauden, el conjunto crea algo

que ningún individuo podría crear por sí mismx. A medida que la

canción va creciendo y los versos se van repitiendo, lxs participantes

comienzan a sentir más confianza y a sugerir melodías y compases.

Cuando el grupo termina de componer e interpreta su creación, el

producto final es de todxs. La canción permanece como un archivo y

el proceso produce un impacto en múltiples frentes.

Adaptando la idea de usar la composición colectiva de canciones

para hablar sobre las condiciones prevalentes en Boyle Heights,

algunxs músicxs llevaron a cabo un taller de diez semanas en torno

al son jarocho. El son jarocho es un género de música tradicional del

sur de Veracruz, México, el cual está basado en el ritual comunal de

celebración conocido como fandango. Desde principios de la década

de 2000, varixs músicxs y artistas de Veracruz, del este de Los Ángeles

y del sur de California han entablado un diálogo translocal llamado

Fandango sin Fronteras. Uno de los artistas de Veracruz es César

Castro, un maestro fabricante de instrumentos de cuerda y líder del

conjunto de son jarocho Cambalache, y ex miembro de Mono Blanco,

52 53



un importante grupo de son jarocho. Castro dirigió la serie de talleres

cuyxs participantes desarrollaron la composición e intepretación

colectivas de “El colás medical”, una canción con letras centradas en

la lucha por obtener atención médica entre personas que no pueden

acceder a ella por sus ingresos o estatus migratorio. Las sesiones

del taller combinaron discusiones facilitadas por el grupo de trabajo

de La salud ocurre en las escuelas de Construyendo Comunidades

Saludables sobre problemas de salud y sus soluciones, con la

composición y presentación colectiva de canciones. Compositorxs,

cantantes e instrumentistas altamente calificadxs y experimentadxs

trabajaron junto con principiantes que apenas comenzaban a familiarizarse

con las formas y prácticas del son jarocho. Algunxs de lxs

participantes no contaban con ningún tipo de preparación o experiencia

musical previa. Otrxs eran profesionales virtuosxs altamente

calificadxs. El taller lxs exigió encontrar un balance mutuo, adaptarse

y crear en conjunto. Lxs participantes hablaron sobre sus necesidades

de atención médica y sus testimonios se convirtieron en la base de

las letras de las canciones que expresan las preocupaciones de las

personas cuyas voces rara vez se escuchan en esta sociedad, por

ejemplo, trabajadorxs de salarios bajos que sufren de dolor crónico

en la espalda como consecuencia de la labor, pero que, junto con sus

amigxs y seres queridos, no tienen acceso a tratamientos de salud

preventivos o curativos. “Me dicen cuando estoy en el ocio creyendo

que salud es derecho, y no un negocio,” dice uno de los versos, mientras

el coro repite la necesidad de luchar lado a lado para obtener

acceso a la atención médica. Castro pudo ver que la gente se sentía

mejor mental y físicamente cuando cantaban los versos que había

ayudado a componer. Alcanzaron momentos de alegría cuando estaban

acompañadxs por bailarinxs tocando el ritmo en la tarima (una

plataforma de baile hecha de madera) y por los instrumentos de cuerda.

Otro artista que participa en los talleres, Quetzal Flores (Gerente

de Programas en ACTA y fundador de la banda Quetzal), relaciona

este trabajo con la sabiduría de la creadora de música afroamericana

y luchadora por la libertad Bernice Johnson Reagon, quien sostiene

que no es posible que pasen por tu cuerpo las palabras y los sonidos

de una canción sin cambiar tu condición.

Otro de los talleres de composición colectiva de canciones se enfocó

en la necesidad de que haya un financiamiento equitativo de los pro-

gramas educativos para jóvenes de Boyle Heights. Esto condujo a la

composición e interpretación de la canción “Lights On [Luces encendidas]”.

El video que muestra el proceso de composición de la canción

comienza con una mujer joven parada detrás de un póster en el

que vemos un foco con las palabras “honestidad” y “verdad” dentro y

el hashtag #schoolme. Más adelante en el video otro póster muestra

un foco con las palabras “lxs estudiantes importan”, “amor” y “comunidades

seguras y saludables”. Una integrante de la banda Quetzal,

Martha González (que anteriormente ha facilitado talleres colectivos

de composición de canciones) lidera el grupo, aplaudiendo mientras

canta los versos escritos por la comunidad, en los que se pregunta

“¿a dónde va a parar todo el dinero (que se gasta en educación)?”,

criticando el gasto en educación como “una ilusión”, “un espejismo”

y un “truco de engaño”. La letra proclama que es hora de encender

las luces y reconocer que “tienes que lidiar con nosotrxs, nuestros

sueños colectivos para nuestros niñxs”. La canción y el video jugaron

un papel central en las campañas que buscaban garantizar que lxs

estudiantes de Boyle Heights recibieran una parte justa de los gastos

autorizados por la Fórmula de Financiamiento de Control Local del

Estado de California [LCFF, por sus siglas en inglés].

La composición colectiva de canciones también ayudó a impulsar

una campaña contra el tratamiento injusto a lxs vendedorxs ambulantes.

Unxs cincuenta mil vendedorxs ofrecen sus productos en

las calles de Los Ángeles, ofreciendo alimentos baratos y a menudo

saludables que dispensan en carritos de muchos colores, gritando

frases creativas para ayudar con sus ventas y que animan la vida en

las calles. Sin embargo, históricamente, lxs funcionarixs de la ciudad

han tratado la venta ambulante como un delito. Han ordenado a lxs

agentes de policía que confisquen los carros y que extiendan multas

que lxs vendedorxs no pueden pagar. Las condenas por delitos

menores como estas pueden tener consecuencias colaterales desastrosas

porque impiden el acceso a los servicios públicos y beneficios

e incluso pueden conducir a la deportación.

Los talleres de son jarocho con vendedorxs ambulantes y participantes

de la comunidad dieron vida a canciones que respaldan la

campaña Legalize Street Vending [Legalicen las Ventas Callejeras]. La

letra de la canción explica que es necesario despenalizar la venta y es-

54 55



tablecer un proceso para obtener permisos. Estas letras les reconocen

a lxs vendedorxs una nueva posición al entenderlxs como recursos en

lugar de molestias, como proveedorxs de recursos y servicios necesarios

cuya presencia ayuda a crear una cultura callejera dinámica y

contribuye al tejido y al sentimiento de pertenencia en el vecindario,

al mismo tiempo que aumenta la disponibilidad de opciones de

alimentos saludables. En uno de los talleres de composición colectiva

de canciones, lxs participantes elaboraron un verso que atestigua

los placeres proporcionados por las ofertas de lxs vendedorxs, “ese

raspado y ese tamal tienen el sabor de mi tierra natal”.

Las letras que se crearon en uno de los talleres presentaron la lucha

de lxs vendedorxs en términos fáciles de comprender. Honraron a la

vendedora Caridad Vásquez gritando su nombre, diciendo “nos vemos

en la noche para las quesadillas de flor con huitlacoche” y “ahora

me viene el recuerdo / de lo que hacía mi abuela / cantando vendía

tamales / a la vuelta de la escuela.” Las letras luego se dirigieron al

presidente Trump y a todas aquellas personas que menosprecian el

arduo trabajo que hacen lxs inmigrantes. Le advirtieron que querer

trabajar no es un delito, “es parte del sueño / y de nuestras vidas /

usted no es el dueño.” Le informaron al presidente y a “su amigo”

el alcalde que deberían proceder con cuidado porque la gente está

unida.

1. Señora Caridad

nos vemos por la noche

para las quesadillas

de flor con huitlacoche

2. Ahora me viene el recuerdo

de lo que hacía mi abuela

cantando vendía tamales

a la vuelta de la escuela

3. Señor presidente

le vengo a avisar

que no es un delito

querer trabajar

4. Querer trabajar

es parte del sueño

y de nuestras vidas

usted no es el dueño

5. Señor presidente

y el alcalde su amigo

anden con cuidado

que el pueblo es un nido

(unido)

César Castro observó que la participación en la música de son jaro-

cho permitió que lxs vendedores y sus seguidorxs comenzaran a sentir

un afecto casi de familia. A la vendedora Caridad Vásquez el canto

y el baile le resultaron tremendamente emocionantes y señaló que

recibió allí una forma de reconocimiento que no había tenido antes,

en el espacio improbable de una presentación musical, “porque aquí

me valorice como ser humano”. En 2017, el Concejo de la Ciudad de

Los Ángeles modificó las leyes contra la venta: aunque mantuvo las

citaciones y las multas, dejó de lado los tipos de cargos penales que

podrían conducir al encarcelamiento y la deportación. La presión de

base y un cambio en la ley estatal en 2018 llevaron al Concejo Municipal

de Los Ángeles a legalizar la venta ambulante y a establecer un

proceso para que lxs vendedorxs puedan obtener permisos y hacer

sus negocios de forma legal.

Lxs músicxs experimentadxs y expertxs en son jarocho que participaron

en los talleres de composición colectiva de canciones tuvieron

que ceder cierto control sobre los aspectos de la composición

y la interpretación, algo que lxs músicos bien entrenadxs y altamente

calificadxs rara vez hacen. A cambio, sin embargo, se convirtieron

en parte de un evento musical con un profundo significado social.

Quetzal Flores señala que las personas siempre logran responder al

desafío que presenta la composición de canciones, ofreciendo frases

para usar como letras y cantando y acompañando la música con

fervor y compromiso. Con frecuencia durante estas presentaciones

se revelan talentos ocultos. El formato de la interpretación colectiva

les permite tocar y cantar en público a personas que de otra forma no

lo hubieran hecho y algunas de ellas demuestran un extraordinario

virtuosismo como músicas y cantantes. Flores cuenta que rutinariamente

ve que algunas personas se quedan al principio en la parte de

atrás de la sala, desconfiando de lo que se les pedirá y dudando de su

capacidad de contribuir. Sin embargo, al final estas mismas personas

suelen estar al frente de la sala, en el centro de la composición, el

canto, el juego y el baile. Al respetar e inspirarse en las formas musicales

tradicionales de la comunidad, aunque implementándolas de

nuevas maneras, lxs artistas tienen la oportunidad de experimentar

nuevas formas de igualdad, democracia y cuidado colectivo. Como

lo expresaron lxs participantes en un taller reciente en la letra de una

canción que escribieron colectivamente, la composición colectiva les

da la oportunidad de romper y soltar las cadenas que nos sujetan.

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Presentación de son jarocho durante el Primer congreso anual de vendedores

ambulantes en Los Ángeles. Foto: Pocho Photography/ACTA, 2014.

Letra desarrollada en talleres de Composición colectiva de canciones dirigidos por

César Castro para apoyar la campaña para legalizar la venta ambulante en

La Casa Del Mexicano, Boyle Heights. Foto: Quetzal Flores/ACTA, 2012.

El colectivo de música Cuicani con Quetzal Flores durante un taller de Composición

colectiva de canciones en la preparatoria Roosevelt durante una asamblea de La salud

ocurre en las escuelas. Foto: Sara Aguilar/ACTA, 2016.

Taller de son jarocho dirigido por César Castro en la Celebración de tesoros culturales

de ACTA en Self Help Graphics, Boyle Heights. Foto: Amy Kitchener/ACTA, 2012.

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Creando

Altares

Quetzal Flores durante un taller de Composición colectiva de canciones

en un convivio juvenil de La salud ocurre en las escuelas en Boyle Heights.

Foto: Sara Aguilar/ACTA, 2015.

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Creando

altares

El altar “Mi nombre es sagrado,” realizado en un taller del mismo

nombre dirigido por Ofelia Esparza y su hija Rosanna Esparza Ahrens,

en una asamblea de La salud ocurre con la prevención en el Wellness

Center, Boyle Heights. Foto: Betty Marín/ACTA, 2018.

“El espacio de la instalación del altar podría entonces entenderse

como una heterotopía: construye un ambiente sagrado que simultáneamente

prohíbe e invita la entrada.”

-Jennifer González, académica en UC Santa Cruz

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Los altares, también conocidos como ofrendas, son colecciones

de objetos, flores y alimentos acomodados en un cierto orden, en

los que se honra a las personas muertas para celebrar la vida. Lxs

creadorxs de altares reúnen artículos como flores naturales o reproducciones

hechas a mano, fotos, alimentos, artefactos familiares

significativos y objetos encontrados, para promover una comprensión

diferente del significado de la vida, de su curso y de las relaciones

entre las generaciones. Cuando se hace un altar en grupo, se genera

un espacio íntimo de conversación y creatividad. Además, los altares

son una práctica corriente en muchos hogares de diversos grupos étnicos.

La colaboración entre ACTA y BHC en Boyle Heights promueve

la creación de altares entendida como una manera particularmente

innovadora y efectiva de aplicar las artes tradicionales al servicio de

la justicia de la salud. Inicialmente, el proyecto BHC pensó que la

construcción de altares funcionaría principalmente como un instrumento

de organización, como una forma agradable de lograr que lxs

participantes recibieran y compartieran información sobre los servicios

disponibles a través de la Ley del Cuidado de Salud a Bajo Precio.

Sin embargo, a medida que se emprendió la tarea bajo la dirección

de artivistas afiliadxs a ACTA, la construcción colectiva de altares se

convirtió en una práctica curativa por cuenta propia, promoviendo

la conciencia en torno a la salud a nivel individual y personal, como

se pretendía con la iniciativa, pero también poniendo en marcha

procesos más grandes de descubrimiento individual y colectivo y de

autoafirmación, la cual reforzó la cohesión comunitaria.

Un altar evoca recuerdos o relatos de lugares y personas, nos hace

pensar en el pasado, el presente y el futuro. Ayuda a las personas a

reflexionar en torno a sus recorridos de vida, sobre aquello que les ha

permitido existir, dónde han estado, a dónde van y sobre sus conexiones

con las tradiciones culturales y las formas de conocimiento

ancestrales. La rima “la cultura cura” expresa el vínculo entre la fabricación

del altar como una forma de creatividad artística y como un

mecanismo de curación. Con ello se revelan los vínculos entre el acto

de identificar las enfermedades y dolencias que aquejan a los cuerpos

individuales y el acto de responder a los venenos de opresión, supresión

y represión que invaden el cuerpo cívico colectivo. El diseño

de un altar comienza con un deseo, con una necesidad que hay que

satisfacer, un problema que hay que resolver, una herida que hay que

curar o un daño que hay que aliviar.

Ofelia Esparza, distinguida altarista, tesoro de la comunidad del este

de Los Ángeles y becaria del National Endowment for the Arts [Fondo

Nacional para las Artes] (2018), trabaja bajo los auspicios de ACTA con

sus hijas Rosanna Ahrens y Elena Esparza con el fin de desarrollar un

mecanismo único e innovador de aplicar las artes tradicionales en

proyectos que buscan promover la salud, construir cohesión comunitaria

y avanzar con la justicia social. Enseñan a lxs aprendices de

fabricantes de altar a mapear sus propios cuerpos hasta detectar los

lugares donde sienten dolor o estrés, para luego hacer un milagro (un

hechizo curativo) correspondiente a esa parte del cuerpo y colocarlo

en el altar. La construcción de ofrendas enseña a las personas que

para curarse a sí mismas ya tienen lo que necesitan. Les toca mirar a

su alrededor y reunir lo que encuentran de manera que promuevan

su salud. “Debe haber una puerta por la que todxs pueden pasar y

donde todxs son bienvenidxs”, dice Elena Esparza, enfatizando también

que “debe haber recursos para hacer esas conexiones con cada

persona”. Yendo mucho más allá de la modesta intención inicial de

brindar información a las personas sobre el uso de la Ley del Cuidado

de Salud a Bajo Precio a través de la creación colectiva de altares,

esta actividad permite a lxs participantes trabajar en la restauración

de sus almas y mentes al darles la oportunidad de poder volver a contar

sus vidas. Las historias sirven como fuentes de sustento para las

personas y grupos. El proceso de hacer el altar les permite a lxs participantes

reconocer las pérdidas, lesiones y decepciones que experimentan

en la vida, pero también cultivar la determinación de honrar

a lxs ancestrxs y las tradiciones ancestrales, de imbuir a los objetos

ordinarios de un valor al organizarlos creativamente, mostrándolos

de manera personal o pública y de asumir el cuidado del bienestar

propio como una obligación personal y política.

Las artivistas a quienes ACTA encomendó la tarea de enseñarles a

las personas cómo hacer altares desarrollaron una forma innovadora

de enseñanza, curación y organización basada en el ejercicio de estar

totalmente presentes y comprometidxs con el “aquí y ahora” sin perder

de vista el pasado. Para hacer altares hay que conectarse, escuchar

y permanecer en la comunidad. “La parte de la conexión tiene todo

que ver con escuchar, escuchar con hospitalidad,” explica Rosanna

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Ahrens. Las cualidades de conectarse, escuchar y permanecer en

la comunidad no es algo que se pueda encontrar ya hecho, sino

que se debe forjar mediante la atención, el estado de alerta y la

conciencia. Ahrens ideó un extraordinario proceso en cuatro partes

que estructura las actividades de la fabricación del altar. Su fórmula

requiere 1) llegar con plena conciencia de nosotrxs mismxs, de nuestrxs

antepasados y de los poderes del mundo natural, 2) conectarse

completamente con el mundo natural y humano, 3) crear acuerdos de

conducta colectiva y 4) afirmar las posibilidades que nuestra práctica

colectiva produce.

El llegar se marca parándose en un círculo y respirando profundamente,

observando las propiedades del mundo natural, recordando

a lxs ancestrxs e invitándolxs a ingresar al círculo, quemando hierbas

sagradas para crear un humo que limpia y flota sobre los cuerpos,

abriendo los corazones y dando la bienvenida al trabajo que está

por hacerse. El conectarse se logra al hablar y al escuchar, al estar en

comunidad y participar plenamente en ella. El propósito de la convocatoria

es llegar a acuerdos en lugar de competir, dar órdenes o

conquistar. A través de los acuerdos es posible llegar a afirmaciones,

que son ideas y perspectivas que guían la acción individual y colectiva

en el futuro.

La creación de altares demuestra ser una práctica de organización

especialmente efectiva porque ya está profundamente arraigada en la

vida comunitaria, donde se le conoce y respeta por tratarse de un espacio

donde desde tiempo atrás se han formulado las preguntas importantes

sobre el significado de la vida. Permite a lxs participantes

contrarrestar la aparente pequeñez de las lesiones y problemas de la

vida cotidiana cuando se comparan con la gran escala de la historia.

Cualquier vida es una fracción de una realidad más grande, pero así

como a una parte de un río, le afecta lo que está río arriba y río abajo.

Dentro de cada vida es importante rastrear el flujo del río, para detectar

las obstrucciones que interrumpen su flujo.

mentamos tres muertes: 1) el día en el que respiramos por última vez,

2) el día en que nos entierran y 3) el día en que nos olvidan. Las dos

primeras muertes son inevitables, pero la tercera se puede prevenir.

Cuando se recuerda, honra y convoca a las personas difuntas se

expande el presente al conectarlo con el pasado. Se invita a las almas

de las personas difuntas a visitarnos, impulsadas por la energía que

exuda el altar. Se sutura lo que ha sido destrozado por la muerte, la

desintegración familiar, la migración y la capacidad que tienen las

abrumadoras preocupaciones del presente de ocluir el pasado. Se

reconoce la belleza, la sabiduría y la dignidad de lxs antepasadxs y las

personas ancianas, cuyos restos, en su mayoría, yacen en tumbas tan

anónimas como su lugar en la historia.

Al honrar el pasado, la ofrenda cambia el presente. Ofelia Esparza

explica que hacer un altar no es solo un acto de recordar, sino una forma

personal y espiritual de conectarse, tanto con la(s) persona(s) fallecida(s)

a quien(es) se rinde homenaje como con quienes nos acompañan

a admirar el altar. Al igual que todas las formas de práctica

artística, al hacer un altar “pones parte de ti allí y quieres que la gente

se conecte y se reconozca en el altar”, explica Esparza. Las personas

que llegan de manera adecuada, que se conectan adecuadamente y

que crean acuerdos de manera productiva, pueden afirmar compromisos

que guíen la actividad individual y colectiva en el futuro.

Todas las vidas están formadas por la inevitabilidad de la muerte,

la ausencia de las personas queridas que hemos perdido y las huellas

que quedan de nuestrxs antepasadxs. La creación de altares coloca

la muerte en perspectiva. Ofelia Esparza explica que todxs experi-

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Ceremonia de llegada dirigida por Ofelia Esparza y Rosanna Esparza Ahrens durante

la sesión Theories of Change and Transformative Cultural Practice organizada por

ACTA en la conferencia REMAP LA. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

Ceremonia dirigida por Ofelia Esparza y su hija Elena Esparza durante el evento

ActivArte: Detouring Displacement. Foto: ACTA, 2014.

Participante en una ceremonia de llegada dirigida por Ofelia Esparza y Rosanna Esparza

Ahrens durante la sesión Theories of Change and Transformative Cultural Practice

organizada por ACTA en la conferencia REMAP LA. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

Ceremonia dirigida por Ofelia Esparza y su hija Elena Esparza durante el evento

ActivArte: Detouring Displacement. Foto: ACTA, 2014.

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Rosanna Esparza Ahrens durante un taller para la creación de flores en una reunión de

tesoros culturales de ACTA en Self Help Graphics, Boyle Heights.

Foto: Amy Kitchener/ACTA, 2012.

Un altar creado en honor a Aretha Franklin por Denise Esparza.

Foto: Betty Marín/ACTA, 2018.

El altar público “La salud mental es un derecho humano,” en los departamentos

Wyvernwood en Boyle Heights creado por Ofelia Esparza y su hija

Rosanna Esparza con la aprendiz de BHC Luz Marlene Cordero.

Foto: Rosanna Esparza Ahrens/ACTA, 2018.

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Altar “Los jóvenes si importan” para un mitin de Invertir en la Juventud,

una parte de La salud ocurre en los vecindarios, creado por

Ofelia Esparza y su hija Rosanna Esparza Ahrens.

Foto: Rosanna Esparza Ahrens/ACTA, 2018.

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La Práctica (praxis)

restaurativa de las

artes culturales

El taller La justicia restaurativa por medio del arte dirigido por la artista

Juana Mena en el Wellness Center, Boyle Heights.

Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

“La justicia y el arte restaurativos provienen de un ámbito de

sanación. Si apoyamos a otras personas y colaboramos con ellas,

se producirá una transformación.”

-Omar G. Ramirez, artista becario

de ACTA para BHC Boyle Heights

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Un aspecto importante de la agenda de “La salud ocurre” de Construyendo

Comunidades Saludables en Boyle Heights [BHC-BH por sus

siglas en inglés] tiene que ver con la idea de que la salud ocurre en las

escuelas. Como parte del compromiso con esta idea, lxs profesorxs y

estudiantes de la preparatoria Roosevelt han realizado un trabajo que

se basa en la Práctica restaurativa de las artes culturales [RCAP, por

sus siglas en inglés], denominada a veces como Praxis restaurativa de

las artes culturales, un término que destaca el hecho de que la teoría

puede influenciar las actividades prácticas de diversos modos, así

como el trabajo práctico en el mundo puede generar teorías. La teoría

de la RCAP fue desarrollada inicialmente por el artista y educador

Omar G. Ramírez. Se trata de un tipo de trabajo en el que el arte y la

cultura operan en equipo como herramientas para efectuar diferentes

tipos de “restauración”, buscando restablecer la decencia y la dignidad

en las relaciones interpersonales y permitiendo que sean otra

vez lxs miembrxs de la comunidad quienes resuelvan las disputas,

en lugar de delegarle esta tarea a las ramas punitivas del gobierno,

logrando así reparar y renovar las subjetividades heridas que resultan

de la explotación y la opresión. En la práctica artística que promueve

la RCAP no se trata de crear objetos artísticos para la venta, ni de que

lxs artistas logren reconocimiento individual, sino más bien de producir

un proceso que responda a las necesidades sociales e individuales

para así edificar un bienestar colectivo.

El proceso de RCAP que se desarrolló en la preparatoria Roosevelt

se proponía cambiar por completo la cultura de la escuela. Se trataba

de adoptar el uso de la justicia restaurativa para reemplazar la cultura

del castigo basada en las suspensiones, expulsiones y otras formas

de control disciplinario, con círculos de sanación dirigidos por lxs

estudiantes, empeñándose en transformar la vergüenza y la culpa

individuales en responsabilidad colectiva. Sin embargo, a diferencia

de muchos otros proyectos escolares, menos efectivos, en los que

se aísla el aula de clases del mundo exterior del que provienen lxs

estudiantes y al que regresan, la RCAP tiene en cuenta la vida entera

de lxs estudiantxs en la comunidad junto con sus padres, madres, y

quienes cuidan de ellxs, así como la transmisión intergeneracional de

las heridas e injusticias. Los proyectos de RCAP involucran a las personas

adultas tanto como a las personas jóvenes y transforman las

relaciones no solo dentro de las escuelas sino también fuera de ellas.

Durante este proceso, Ramírez compartió sus ideas en torno a la

Práctica restaurativa de las artes culturales con un grupo de colaboradorxs

de BHC-BH y con lxs profesorxs y residentes de la comunidad

que trabajan con lxs jóvenes en la preparatoria Roosevelt. “La justicia

y el arte restaurativos vienen del ámbito de la sanación”, explica

Ramírez, añadiendo que “si apoyamos a otras personas y colaboramos

con ellas, se producirá una transformación”. Bajo este marco de

pensamiento lxs artistas y organizadorxs deben conectarse con la

comunidad.

ACTA añadió una innovación importante a este proyecto al designar

a Juana Mena, fabricante de quilts, como una de sus artistas becarias.

Mena aceptó cumplir este papel tras comprobar, por experiencia

propia, que se trataba de un espacio en el que se escuchaban sus

palabras y se respetaba su pericia, pues lxs artistas que trabajan con

ACTA “tenían esa cualidad increíble de escuchar mi historia”. Al sentir

que de verdad la habían escuchado, Mena inició un proceso que permitiría

a otras personas el ser escuchadas. “El arte nos ha ayudado a

escuchar, a romper esas cadenas y a soltar algunas cosas con las que

vamos cargando desde hace mucho tiempo,” observa. Así como para

hacer quilts hay que ir cosiendo distintos pedazos de tela que antes

estaban separados, cuando se escucha lo que se dicen las mujeres

unas a otras puede tejerse la unidad de un grupo. “Cuando escuchas

sus historias”, sostiene Mena, “vas directo al corazón de las personas”.

La creación colectiva de quilts en este entorno resulta en productos

artísticos particulares que cuentan historias traumáticas, pero en

el proceso mismo de fabricación se establece una zona personal y

comunitaria donde lxs participantes generan nuevas identidades

y maneras de entenderse. Se crea un espacio de camaradería en el

que es posible platicar mientras se hacen trabajos y artesanías en

común. Como pasa con la tamalada, un evento en el que las personas

se reúnen para hacer tamales, la actividad práctica compartida hace

que las personas se sientan a gusto y en las pláticas pueden llegar a

discutirse asuntos serios personales y públicos.

Ramírez recuerda que Mena le inspiró admiración y curiosidad

porque “ella tenía una voz. Se interesaba no solo por su propia salud,

sino por la salud de la comunidad”. Gracias a su pericia como fabricante

de quilts, ella podía ejercer el papel de artista becaria con

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singular aptitud, pues desde hace mucho tiempo este tipo de actividad

ha generado un espacio en el que las personas pueden contar

sus historias. Mena se dio cuenta de que los talleres de fabricación de

quilts eran espacios de oportunidad, donde las mujeres que tenían

cosas importantes que decir, pero nadie que las escuchara, podían

hablar sintiéndose apoyadas por su entorno. “Quilting es parte de lo

que somos, de las necesidades que tenemos,” sostiene Mena, anotando

que un edredón nos brinda calor y una sensación de seguridad,

que protege al cuerpo del frío y del sol.

Mena siente que el haber trabajado como artista en el contexto de

los talleres de fabricación colectiva de quilts le permitió desarrollarse

como individuo. “He aprendido a no quedarme callada, a expresar

lo que siento, lo que pienso, en cuanto artista”, cuenta, “porque el

arte nos permite expresar sentimientos: risa, alegría, rabia, tristeza,

frustración, lamento, todo”. Se dio cuenta de que, así como el hecho

de contar su propia historia le había ayudado a sanar, al ofrecerle una

oportunidad similar a otras mujeres podría ayudar a sanar a toda la

comunidad. “Si en cada grupo hay trece personas, y si solo una de

ellas vive un cambio como el que yo viví”, plantea Mena, “imagínense

cuántos cambios podrían producirse [en la sociedad]”. Entre las mujeres

que participan en los talleres de Mena hay testigos presenciales

de casos de desplazamiento, desposesión y deportación, así como

personas que han sobrevivido a actos de violencia por parte de sus

parejas, de violencia policial y criminal, de las violencias del hambre

y de las incertidumbres relativas a la vivienda. Siendo mujeres trabajadoras

inmigrantes y de bajos ingresos, se han visto marginadas

económicamente, a pesar de que se les asigna un lugar central en el

espacio doméstico cuando se trata de madres que están criando a sus

hijxs. Esta combinación de factores consume una buena parte de su

tiempo y energías, cargándolas de responsabilidades aparentemente

infinitas. Sin embargo, dentro del círculo de quilting pueden hablar

libremente con otras mujeres sobre la multiplicidad de aspectos de

sus vidas, incluyendo los frívolos, los mal vistos y los prohibidos. Al

hacerlo, llegan a entender hasta qué punto sus problemas individuales

derivan de formas colectivas, acumulativas y sostenidas de

discriminación contra ciertos grupos. Cuando se le preguntó qué

significado tenía para ella la palabra “restaurativa” en la Práctica

restaurativa de las artes culturales, una sobreviviente de violencia

sexual que formaba parte del grupo de creadoras de quilts reportó

que su participación en el grupo había sido “restaurativa” porque

había restaurado sus sentimientos de autoestima y de dignidad y su

capacidad de sentirse valorada y querida.

Al crear la posición de “artista becarix,” Ramirez y ACTA han imaginado

y puesto en obra un nuevo rol social. Es común que las organizaciones

dedicadas al cambio social y al arte busquen atraer a personas

de la comunidad o a “participantes de las bases”, pero ante todo

en el papel de seguidorxs, espectadorxs o para presentarlxs como

ejemplos, no como personas a quienes se les reconoce una plena participación

en igualdad de términos. Lxs líderes de las organizaciones,

las personas que se hacen cargo de funciones administrativas o se

sitúan en posiciones excluyentes se valen de las credenciales que han

obtenido gracias a su educación formal e influencias políticas para

justificar el control que ejercen sobre la toma de decisiones. Juana

Mena se ha sentido directamente afectada por estas prácticas excluyentes.

Mena nació en Guadalajara, México, y cuando tenía veintitantos

años, por necesidades económicas, se vino para Los Ángeles.

Trabajó cuidando personas enfermas y como ama de llaves y enviaba

hasta la mitad de sus ganancias para ayudar a sus hermanxs menores

en México. Tuvo dos hijas; una de ellas falleció en la infancia y

Mena tuvo que lidiar con la depresión y con otros problemas de salud

mientras trabajaba en empleos de muy baja paga para sostenerse y

a la hija que le quedaba. Cuando asistía a las reuniones de las organizaciones

comunitarias se sentía como alguien que no pertenecía y

no encontraba un espacio para participar plenamente. Pero cuando

comenzó a asistir a las reuniones de BHC en Boyle Heights, sintió que

allí la acogían de otra manera. Allí encontró a personas que reconocían

su potencial. Se convirtió en integrante del Comité Directivo y

más adelante en su coordinadora de relaciones comunitarias.

En 2017, como parte del grupo de trabajo La salud ocurre en las

escuelas [HHS por sus siglas en inglés], Mena diseñó y dirigió una

serie de talleres de ocho semanas sobre la creación de quilts. Lxs

participantes no solo desarrollaron sus talentos para la creación de

quilts, sino que también se adentraron en discusiones en torno a los

problemas que presenta el sistema educativo en la ciudad. Mena trabajó

junto con representantes de siete organizaciones comunitarias

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distintas, quienes presentaron sus preocupaciones al grupo. Muchas

de las mujeres que participaron en el taller de quilts se integraron

posteriormente al grupo de trabajo La salud occurre en las escuelas,

colaborando con las campañas en favor de la inversión equitativa en

programas juveniles y la Declaración de Derechos en torno al Ambiente

en las Escuelas.

Las actividades de la Práctica restaurativa de las artes culturales

buscan sanar heridas, promover la dignidad y prevenir daños futuros,

a través de una confrontación con las causas originales de los

daños y agresiones. Su punto de partida es una crítica a la opresión

social que entiende los sistemas incrustados de la supremacía blanca

como productores de trauma intergeneracional. Esta practica se

vale de las artes como un mecanismo de acceso a conocimientos y

prácticas tradicionales que se han ido perfeccionando durante siglos

de luchas contra el poder injusto. Busca caminos que conducen a la

justicia social, económica y ambiental, al proponer nuevas maneras

de entender y estructurar la educación y recuperar espacios para el

cambio social transformativo. Tiene un amplio espectro de prácticas

artísticas, entre ellas la creación de murales, de programas de radio,

libros, canciones, quilts y otras obras de arte, siempre a través de un

proceso humano e interpersonal que fortalece las capacidades de

discusión deliberativa y de toma democrática de decisiones entre lxs

participantes. Al enfocarse más en los procesos artísticos que en los

productos, la RCAP desactiva la expectativa de una ganancia monetaria

y promueve el compartir y el transferir de ideas e información

entre personas de diferentes generaciones y culturas.

La Práctica restaurativa de las artes culturales es un esfuerzo

colaborativo atento a las necesidades sociales y emocionales de

lxs participantes que se nutre de una historia extensa y destacada

de prácticas, procesos, ideas e instituciones artísticas y culturales.

A través de la RCAP las personas aprenden a confiar unas en otras,

guiándose por principios acordados entre todxs de compromiso y

responsabilidad grupal. En cierto momento una persona en particular

puede ocupar un papel central y dirigir el trabajo más que las demás,

pero a largo plazo el trabajo debe ser algo que se comparte. Lxs participantes

tienen que aprender a distinguir entre la responsabilidad

y los comportamientos reaccionarios, mantenerse atentxs a aquellos

momentos donde ocurre algún daño y abordarlo reafirmando las

obligaciones y acuerdos del grupo. Es en este tipo de actividades que

las prácticas y productos artísticos producen sus efectos más significativos,

pues promueven el respeto, la reciprocidad y las relaciones.

El marco de la RCAP surge a partir de un cuerpo creciente de prácticas

que converge en torno al ideal de una “academia comunitaria” y

es un aporte a este campo. Ramírez ha dirigido varias iniciativas que

buscan inculcar esta manera de trabajar al interior de muchos proyectos

diferentes, incluyendo el Youth Leadership Program [Programa de

Liderazgo Juvenil] del Mexican American Legal Defense and Education

Fund [Fondo para la Defensa Legal y la Educación de Personas

Mexicano-Estadounidenses] y los programas de instrucción y tutoría

del Boyle Heights Arts Conservatory [Conservatorio para las Artes

de Boyle Heights] dirigidos a personas jóvenes que quieren prepararse

para hacer carrera en el cine, la televisión, la radiodifusión y los

medios digitales. Los principios de la RCAP están presentes en todos

los talleres de las artes tradicionales que se conducen bajo los auspicios

del programa Arts in Corrections [Arte en las Correccionales] de

ACTA. Al establecer un vínculo entre la justicia restaurativa y las artes

tradicionales, Ramírez ha contribuido a la creación de un proceso en

el que las personas jóvenes pueden sentir que las están escuchando y

que se les entiende y respeta. Un proceso incluyente y transparente

de toma de decisiones permite a lxs participantes imaginar una

transformación de su existencia. Un grupo que funciona bien acogerá

a nuevxs integrantes, practicará una apertura radical, le dará prioridad

al bienestar del grupo, le abrirá campo a las necesidades de cada

integrante y construirá conexiones con comunidades más extensas,

sin dejar por ello de militar contra los proyectos mal concebidos de

diversidad e inclusión que ignoran las dinámicas de poder desigual

y sus consecuencias. La visión de la RCAP concebida por Ramírez se

parece en algo al arte terapia, pero va más lejos en cuanto trata de

asignarle al conocimiento cultural y a la práctica artística la tarea

central de responder a las causas originarias del trauma intergeneracional,

en vez de ocuparse simplemente de los síntomas, forjando un

camino colectivo hacia la sanación.

La manera convencional de enseñar arte se ha estructurado a

menudo de tal modo que se le asigna un privilegio a la forma de arte,

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por encima de la persona que hace arte. Para empezar, hay que comprometerse

con la pintura, escultura, fotografía, cine, teatro, danza,

música, etc. En contraste con ello, la RCAP selecciona el modo de arte

que se habrá de producir a partir del asunto del que se ha de ocupar,

de los materiales disponibles para su creación y de la mentalidad y

estado de ánimo de las personas que producirán arte. Posiblemente

las personas jóvenes que apenas comienzan a crear arte sentirán que

el collage y otras formas artísticas que usan técnicas mixtas son más

accesibles como puntos de partida, comparadas con las formas que

requieren habilidades especializadas como la pintura o la escultura.

El acto de dibujar un autorretrato tiene un significado muy diferente

para alguien que está luchando por valorarse positivamente, en una

escuela de educación continua o en una cárcel, que para alguien que

paga una matrícula elevada para educarse en una academia de arte

costosa y selectiva. El proceso de la RCAP no busca producir personas

reconocidas por su dominio técnico en un medio artístico, sino que

cultiva una capacidad colectiva de transitar por diferentes formas,

géneros y medios artísticos para intervenir a partir del arte en la vida

de la comunidad. Los murales pintados en los muros exteriores de

la preparatoria Roosevelt transforman las barreras concebidas para

mantener a la escuela separada de la comunidad en un espacio compartido

donde se manifiesta el respeto por la dignidad, la inteligencia

y el legado de las luchas colectivas. Lxs estudiantes de la RCAP aprenden

a producir obras de arte que no son en sí mismas el fin último,

sino que son maneras de aguzar y refinar su capacidad de practicar

lo que Ramírez llama “cuestionamiento implacable” y “obstinación

desafiante” ante los sistemas que se han establecido contra ellxs.

Las preguntas en torno al papel de la justicia restaurativa en las

escuelas resultaron en la fundación del proyecto Restorative Justice

Radio [Radio Justicia restaurativa]. Durante el año escolar 2013-2014

quince estudiantes de algunas preparatorias en Boyle Heights (Mendez,

Roosevelt y YouthBuild Charter School) trabajaron juntxs en la

creación de cuatro programas de radio de diez minutos de duración

sobre el tema “Preparatoria para la universidad, no para la cárcel”

en los que argumentaron a favor de la implementación total de los

principios de la justicia restaurativa en las escuelas. Lxs estudiantes

aprendieron a utilizar los dispositivos portátiles de grabación y el

software de edición y realizaron entrevistas y grabaciones que luego

transmitieron al aire a través de la estación comunitaria Radio Sombra.

El grupo se reunió dos veces a la semana durante siete meses

para investigar las ideas e ideales de la justicia restaurativa. Se convencieron

de que era necesario ir más allá de los confines del ámbito

escolar y cambiar las dinámicas de la comunidad circundante al

inculcar los principios de la justicia restaurativa entre las familias,

negocios, organizaciones e instituciones. Entre lxs invitadxs a estas

entrevistas se incluyeron personas que forman parte de agrupaciones

que promueven la justicia social, como el Centro de Estrategia

Laboral y Comunitaria, Industrias Homeboy, La Lucha del Pueblo y

California Conference for Equality and Justice [Conferencia para la

Igualdad y la Justicia en California]. El trabajo que realizaron en esta

investigación y en la producción de los programas de radio basados

en ella estimuló entre lxs participantes un compromiso profundo

con la justicia restaurativa. Entendieron que la justicia restaurativa

es una manera de ofrecerle a las personas herramientas que pueden

servirles para desactivar y superar conflictos pasados en lugar de

entregarse a la rabia y el resentimiento. Anhelaron que se pudieran

extender por toda la comunidad la confianza y la comprensión que

cultivaron en la escuela a través de las prácticas de justicia restaurativa.

Como muchas otras iniciativas motivadas por la RCAP, el proyecto

de radio les permitió a estas personas jóvenes desarrollar una capacidad

avanzada de lo que Jeff Duncan-Andrade llama “esperanza

crítica”, una expectativa hacia el futuro que no se basa en el anhelo de

encontrar un hueso de la suerte sino en fortalecerse, (para hacer eco

del líder de derechos civiles, A. Philip Randolph).

Los siguientes gráficos fueron desarrollados por el artista Omar G.

Ramirez para resumir algunos de los elementos y conceptos de la

Práctica restaurativa de las artes culturales y la justicia restaurativa.

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Un taller de quilting restaurativo en la preparatoria Roosevelt, Boyle Heights dirigido

por Juana Mena. Foto: Omar Ramirez/ACTA, 2019.

El taller La justicia restaurativa por medio del arte dirigido por la artista Juana Mena en

el Wellness Center, Boyle Heights. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

El taller La justicia restaurativa por medio del arte dirigido por la artista Juana Mena en

Un taller sobre justicia restaurativa dirigido por lxs artistas Omar Ramirez y Juana Mena

el Wellness Center, Boyle Heights. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

durante la sesión Theories of Change and Transformative Cultural Practice organizada

por ACTA en la conferencia REMAP LA. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

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El taller La justicia restaurativa por medio del arte dirigido por la artista Juana Mena en

el Wellness Center, Boyle Heights. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

Quilt colaborativo creado durante la serie de talleres La justicia restaurativa por medio

del quilting dirigido por la artista Juana Mena en el Wellness Center, Boyle Heights.

Foto: Shweta Saraswat/ACTA, 2019.

El taller La justicia restaurativa por medio del arte dirigido por la artista Juana Mena en

el Wellness Center, Boyle Heights. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

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Taller para crear zines dirigido por el artista Omar Ramirez, como parte de la

exposición Reclaim, Remain, Rebuild en Self Help Graphics. Foto: ACTA, 2018.

El taller La justicia restaurativa por medio del arte dirigido por

la artista Juana Mena en el Wellness Center, Boyle Heights.

Composición colectiva

Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

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Composición colectiva

de corridos y

teatro participativo

La artista Vaneza Calderón durante un taller de Composición

colectiva de corridos en Legacy LA, Boyle Heights, para La salud

ocurre en los vecindarios. Foto: Sara Aguilar/ACTA, 2016.

“Mi sentir de esta tierra solo puede ondular por mis venas,

como el canto de un corrido épico.

Vengo de una larga línea de analfabetas elocuentes

cuya historia revela lo que las palabras no dicen.”

-Lorna Dee Cervantes, poeta y activista chicana

92 93



Las actividades de creación colectiva realizadas en el marco de las

luchas por el cambio social no se limitan a generar nuevos objetos

artísticos y presentaciones escénicas, sino que sitúan a las personas

en nuevos papeles, fundamentalmente. Lxs artistas pueden convertirse

en educadorxs y organizadorxs, las personas del público en

compositorxs y cantantes. Las madres y padres pueden comenzar a

participar activamente en las escuelas de sus hijxs y lxs estudiantes

dedicarse a facilitar el desarrollo de un sistema de responsabilidades

mutuas. En el interior de estos procesos lxs participantes pueden

habitar nuevas identidades y desarrollar nuevas ideas. Cuando el

arte se fusiona con el activismo en favor de la justicia social se crea

un espacio dentro del que cada quien puede expresar partes de su

personalidad que de otro modo no habrían encontrado salida. Quizás

más importante, cuando se cambia la naturaleza de la participación

política se altera lo que la gente entiende por política.

La política deja de ser un proceso formal bajo la dirección de

líderes con credenciales para convertirse en deliberación y toma de

decisiones democráticas cara a cara. En vez de venderle un mensaje

político prefabricado a un público seleccionado que se supone

necesita información, la práctica artística tradicional por la justicia

social busca nutrirse de las historias que las personas traen consigo,

situándolas en situaciones dinámicas e impredecibles de improvisación

colectiva. Esto permite identificar y resolver los problemas de

la comunidad a partir de las experiencias de la gente común.

La práctica artística tradicional, tal y como la concibe e implementa

ACTA, ha sido un mecanismo importante para identificar a personas

capaces de encontrar recursos e improvisar con ellos en lugares en

los que pareciera haber carencia de los mismos. El activismo artístico

les permite descubrir lo que pueden hacer. Lxs coloca en posiciones

desde donde pueden afectar e influenciar a lxs démas. Una parte

importante de este proceso es el reclutamiento de artistas tanto

amateurs como profesionales que puedan operar como becarixs de

la comunidad para ACTA y BHC-BH. Estxs artistas aprenden a usar sus

talentos para ayudar a las personas a involucrarse en discusiones en

torno al futuro de la comunidad y a promover la imaginación y las

ambiciones artísticas de personas que quizás nunca se entendieron a

sí mismas como capaces de hacer arte y resolver problemas.

Estxs artistas, que saben componer e interpretar canciones, diseñar

y producir quilts o montar obras de teatro, se enfrentan a nuevos

retos cuando se les pide que usen su arte para abrirle camino a un

proceso que empodere a las personas, permitiéndoles participar de

manera significativa en la toma de decisiones cruciales que afectan

sus vidas. Los objetos artísticos que estxs virtuosxs acostumbran

producir ya no son fines en sí mismos sino mecanismos que buscan

desencadenar la creatividad y desarrollar habilidades creativas para

resolver problemas.

Vaneza Calderón es una talentosa cantante, compositora e intérprete

del guitarrón. Junto con la guitarrista Mary Alfaro, que también

es profesora en el programa Arts in Corrections [Arte en las

Correccionales] de ACTA, Calderón es integrante del trío musical La

Victoria, cuyo trabajo se inspira en la música de mariachi. Calderón

cuenta con una larga trayectoria de trabajo con personas jóvenes y

con sus madres y padres, incluyendo un período en las oficinas del

programa Compensatory Education [Educación Compensatoria] de

las escuelas de Los Ángeles, pero antes de involucrarse con ACTA no

tenía experiencia en la organización comunitaria. En 2014 ACTA le

financió su aprendizaje del arte de la producción de cuerdas con el

maestro artesano Jacob Hernández. Posteriormente ha trabajado con

ACTA realizando una amplia variedad de talleres de composición de

canciones en diferentes lugares. Gracias a sus habilidades musicales,

su capacidad de comunicarse con los públicos y su fluidez tanto en inglés

como en español, puede cumplir muchos papeles diferentes dentro

de ACTA, pero es especialmente buena para montar talleres donde

lxs participantes responden a problemas sociales a través de la composición

colectiva de las baladas mexicanas tradicionales conocidas

como corridos. En estas sesiones Calderón canta, interpreta y compone

música, instruye a lxs participantes y coordina sus discusiones.

Aunque es una artista extremadamente talentosa, lo que se busca con

estos talleres es descomponer la distinción entre la intérprete activa

y el público pasivo y producir obras nuevas que informen, eduquen y

motiven a las personas a luchar por un cambio social profundo y con

poder de transformación.

En un frío lunes de diciembre de 2018, unas treinta y cinco personas

pasaron por la puerta de entrada del centro comunitario Self Help

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Graphics and Arts en Boyle Heights. Habían sido convocadas por

Invertir en la Juventud/Invest in Youth (IELJ/IIY) junto con La Alianza

para las Artes Tradicionales en California (ACTA) y Construyendo

Comunidades Saludables en Boyle Heights (BHC-BH). Se trataba de

una reunión para promover una campaña de IELJ/IIY que propone un

incremento en el presupuesto de la Ciudad de Los Ángeles asignado a

programas positivos dirigidos a personas jóvenes y un financiamiento

adecuado de proyectos que ofrezcan asistencia, estímulo y oportunidades.

Esta demanda aparentemente modesta resulta radical en una

ciudad que en principio trata a sus personas jóvenes como si fueran

criminales en potencia a quienes se debe vigilar y reprimir. El presupuesto

del municipio asigna enormes sumas a la detención, arresto y

encarcelamiento de las personas jóvenes —por lo general, a causa de

fechorías menores y no violentas—, pero en comparación con otros

municipios de igual tamaño, la ciudad no invierte casi nada en programas

que respondan a las necesidades de las personas jóvenes en

cuanto a una vivienda costeable y una nutrición adecuada, servicios

de guardería y de salud o espacios para la recreación y las artes.

Además de este propósito político, esta reunión proponía un proceso

poco convencional. Las organizaciones patrocinadoras pidieron a

lxs asistentes que trabajaran en conjunto para escribir e interpretar

una canción que pudiera expresar los objetivos e ideales de la campaña.

Así, lxs organizadorxs concibieron el evento como un taller de

corridos bajo la dirección de Vaneza Calderón. El corrido es un género

artístico tradicional mexicano, una canción que sigue un patrón formal

para contar una historia. Por lo general los corridos son el resultado

de procesos de autoría colectiva a lo largo del tiempo. Cuando

diferentes cantantes van retomando un corrido, le cambian versos

antiguos y le añaden versos nuevos según las necesidades e intereses

de lxs cantantes y los públicos en cada circunstancia. Poco a poco la

versión que más se repite se convierte en el modelo del que pueden

surgir futuras improvisaciones. Muchas veces los corridos tratan

asuntos de actualidad y a veces se les ha definido como periódicos

cantados. Sin embargo, y de esto tenían plena conciencia quienes

convocaron al taller en Boyle Heights, a veces el corrido no se limita a

documentar la historia sino que ayuda a hacerla.

En el taller de composición de corridos, lxs participantes podían

hablar en el idioma en el que se sintieran más cómodxs; la mayoría

optó por el español, pero unxs cuantxs prefirieron hacerlo en inglés

y recibieron audífonos para escuchar una interpretación simultánea

realizada por intérpretes profesionales. Para dar inicio a la velada, Vaneza

Calderón interpretó una canción en la guitarra mientras las personas

se ubicaban en sus asientos. Esta breve introducción preparó

el terreno para varias modalidades de colaboración interactiva. Para

familiarizar al grupo con el proceso creativo, Calderón dirigió un

ejercicio en el que les pidió a todas las personas en la sala que pensaran

en una imagen que expresara cómo es la Ciudad de Los Ángeles.

De inmediato se hizo notar la recurrencia de metáforas basadas en

la comida, pues lxs participantes comparaban a la metrópolis con un

mango dulce, con una sandía con semillas, una papa con raíces que

se extienden bajo la tierra, un limón agrio con el que se puede hacer

limonada dulce, una granada —dura por fuera, blanda por dentro,

con bayas dulces y semillas ácidas— y con una pizza con ingredientes

distintos que se fusionan de maneras sorprendentes. Otrxs decían

que Los Ángeles era como un cactus con espinas peligrosas por fuera,

pero que tiene adentro ingredientes que podrían ser alimenticios o

medicinales. Unx de lxs participantes describió a la ciudad como una

fuente de la que mana constantemente agua para beber. Cada metáfora

resaltaba un aspecto diferente de la vida en la ciudad: su dulzura

y diversidad, pero también las semillas y espinas de las que hay que

cuidarse y los momentos a veces sorprendentemente amargos e hirientes

de la ciudad.

Algunxs organizadorxs de Invertir en la Juventud/Invest in Youth

pasaron al frente para hacer una breve presentación de PowerPoint

sobre la necesidad de aumentar el finaciamiento de programas dirigidos

a la juventud. Su presentación reveló que Los Ángeles invierte

apenas 60 millones de dólares al año en programas dirigidos a la juventud,

mucho menos que Nueva York (812 millones) o San Francisco

(213 millones). El gasto en Los Ángeles sumaba 75 dólares al año por

cada joven. Lxs presentadorxs le pidieron al público que pensaran en

lo poco que se puede comprar con 75 dólares. Presentaron un gráfico

circular en el que los gastos estaban marcados en diferentes colores,

demostrando de manera dramática que más de la mitad del dinero

del presupuesto municipal se asigna al departamento de policía,

mientras que una décima parte se invierte en los bomberos.

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El presupuesto no contenía ningún gasto directamente dirigido

hacia la juventud, si bien hay pequeñas cantidades asignadas a las

personas jóvenes dentro de los montos asignados a obras públicas

y a otras funciones gubernamentales. La presentación concluyó con

una declaración sobre la gran cantidad de problemas con los que

tienen que lidiar las personas jóvenes y una explicación del impacto

que tienen las experiencias tempranas adversas en su desarrollo

posterior.

Luego de la presentación, se invitó a lxs asistentes a participar en

una actividad grupal. Todas las personas en la sala recibieron hojas

de papel y marcadores y se les pidió que hicieran su propio gráfico

circular indicando a qué deberían destinarse los fondos de la ciudad

en el futuro. Calderón cantó otra canción mientras lxs participantes

dibujaban círculos y los dividían para redistribuir los porcentajes,

añadiendo nuevas cuñas de colores con etiquetas como Círculos de

sanación y justicia restaurativa, Atención médica, Programas después

de clases y Vivienda costeable. En este ejercicio se invitaba a cada

persona en la sala a imaginarse un Presupuesto del pueblo basado en

sus propios valores y juicios acerca de lo que podría mejorar las vidas

de las personas jóvenes. Quienes convocaron a la reunión seleccionaron

a algunas personas al azar y las invitaron a pasar al frente y

presentar y describir el presupuesto que querrían proponer. Algunas

personas bromearon por no saber dibujar y otras generaron voces

de admiración por sus coloridos gráficos hermosamente dibujados.

Cada persona que habló tuvo la oportunidad de presentar una visión

que las demás personas en la sala se tomaron en serio. Varias personas

indicaron su asentimiento moviendo la cabeza y murmurando

cuando en los gráficos se propuso desviar los fondos de la actividad

policial y encaminarlos hacia los servicios sociales y cuando alguien

en particular se refirió a un programa que merecería financiamiento y

que no había sido mencionado antes. A ninguna de las personas que

presentó se le trató con mayor deferencia que a las demás. El proceso

colaborativo generó una sensación de reconocimiento mutuo y de respeto,

demostrando el valor que hay en escuchar y ver las diferentes

ideas y experiencias representadas en la sala.

Para continuar con la reunión, Calderón explicó en qué consistiría el

trabajo de la velada, donde se buscaría reunir las preocupaciones del

grupo en torno al presupuesto en un corrido compuesto de manera

colaborativa. Añadió que esta manera de trabajar se inspiraba en la

práctica de cocreación colaborativa introducida durante los talleres

de actuación que realizó El Teatro Campesino para la Unión de Campesinos

en los años setenta del siglo XX y habló de los vínculos que

hay entre el género artístico del corrido y la importantísima tradición

mexicana de las artes escénicas populares, que se ha encarnado

durante siglos en canciones, obras de teatro, ceremonias religiosas,

espectáculos de feria y películas. Alguna vez César Chávez observó

que la Unión de Campesinos no habría podido existir sin El Teatro

Campesino, pues las presentaciones cómicas de actrices y actores

campesinos como Felipe Cantú lograban comunicar los problemas de

una manera que todxs podían captar, algo que no era posible lograr a

través de panfletos o discursos. Yvonne Broyles-González ha destacado

la importancia de la risa en la obra del Teatro Campesino, y en las

artes escénicas mexicanas en general, y sostiene que para las personas

oprimidas la risa opera como un ensayo de la libertad.

Calderón describió los elementos característicos del corrido, que

debe tener un cuándo, un dónde, un quién y un qué y concluir con

una moraleja o mensaje. Estos elementos, que corresponden a la

estructura establecida de un corrido, permiten también cumplir con

objetivos importantes a la hora de organizar un movimiento social.

Cuando las personas del grupo se pusieron a trabajar en su canción,

la estructura requerida las llevó a hacer, a través del arte, algo que

las organizaciones de movimientos sociales hacen en política: situar

su trabajo en un momento y un lugar, afirmar una identidad colectiva

que responde a un problema específico desde un punto de vista

particular y formular exigencias que intensifican hacia el futuro la

capacidad de participar en formas democráticas de deliberar, debatir

y tomar decisiones.

Para Calderón el corrido es un medio ideal para sacar a luz la

sabiduría profunda que posee la comunidad. Es un tipo de canción

que resulta muy familiar y casi todxs distinguen su forma y convenciones

líricas. Por cierto, un corrido compuesto con la intención de

exigir más presupuesto para la juventud no es una expresión pura

de la tradición folclórica mexicana ni refleja la preocupación con las

drogas, las armas y el dinero que domina en el narcocorrido comer-

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cialmente popular. Se trata, en cambio, del resultado del trabajo de

personas a las que solo hasta ahora se les reconoce una capacidad

expresiva: señoras que tienen poco espacio en sus vidas para entregarse

a la creación, personas que no se atreverían a expresar sus

pensamientos en voz alta durante una reunión política convencional

o personas que perderían el interés al momento de pensar en problemas

sociales graves solo en términos de cifras presupuestales.

“La música afecta a las personas de diferentes maneras”, observa

Calderón, y en el taller de corridos “no se excluye a nadie”.

El grupo compuso el corrido línea por línea, con versos con los que

se identificaba el “cuándo” (el lunes por la tarde) y el “dónde” (la

Ciudad de Los Ángeles). El “quién” de la canción eran las madres y

padres, tíos, tías y vecinxs que se preocupan por los problemas que

aquejan a las personas jóvenes. El “qué” era el acto de revisar el presupuesto

y descubrir que en su mayoría se invierte de manera poco

inteligente y que ignora las necesidades cotidianas de las personas

jóvenes en Los Ángeles. La moraleja de la canción era que se debía incrementar

el financiamiento de programas en favor de la juventud. La

letra del corrido afirmaba que Los Ángeles es una ciudad de grandes

oportunidades, pero también un lugar donde las personas jóvenes

sienten que no pueden alcanzar sus propósitos. La letra proclamaba

que, al unir “nuestras” voces, “nosotrxs” podemos cambiar las cosas

y alcanzar victorias. La canción terminaba manifestando la esperanza

de que se financien los servicios que favorecen a la juventud y mejoran

las circunstancias de lxs niñxs.

Muchas veces las campañas políticas se rigen por patrones predecibles.

Por lo general lxs organizadorxs y líderes eligen los temas

de importancia, conciben las estrategias directrices, articulan

públicamente posiciones examinadas cuidadosamente y reclutan a

seguidorxs específicos. Lxs activistas que tienen interés por determinada

causa acuden a las reuniones, escuchan los discursos, leen los

panfletos y ejecutan el plan estratégico del grupo. Quienes participan

en este tipo de campaña pueden escribir cartas, circular peticiones y

unirse a marchas, protestas, tomas pacíficas y otras manifestaciones

de acción directa. Un aspecto constante del trabajo político es “la

reunión”, cuando un grupo se junta para discutir estrategias, hacer

votaciones y dividirse las tareas. La reunión se basa por lo general en

el habla y este enfoque puede, aún sin proponérselo, asignarle un

poder casi exclusivo a quienes se sienten a gusto hablando en público,

a las personas que son más elocuentes y convincentes. En muchas

reuniones hay apenas unas pocas personas que hablan mientras que

las demás escuchan. Un pequeño número de participantes se convierten

en actores decisivos mientras que la mayoría de las personas

en la sala se convierten en reactores pasivos.

Las campañas y reuniones tradicionales de este tipo cuentan con

una historia larga y honorable y muchas veces han resultado efectivas

para lograr cambios sociales. Sin embargo, tienen también una

historia no tan honorable. Las opiniones de quienes alzan la voz

pueden opacar las opiniones de quienes se quedan calladxs. En estas

reuniones, las desigualdades y jerarquías de la sociedad dominante

pueden verse reforzadas, más que repudiadas. En las formas

convencionales de organización en los Estados Unidos se ponen

las ideas, opiniones e intereses de los hombres por encima de los

de las mujeres, los de las personas de piel clara por encima de los

de las de piel oscura, los de quienes hablan inglés encima de los de

quienes hablan otras lenguas, los de las identidades normativas de

sexo y género por encima de los de las personas consideradas no

normativas, los de lxs profesionales por encima de los de lxs trabajadorxs,

los de lxs ciudadanxs por encima de los de quienes no son

ciudadanxs, los de las personas sin discapacidades por encima de los

de las personas discapacitadas y los de lxs participantes con niveles

altos de educación por encima de los de quienes cuentan con menos

educación formal. Estas jerarquías son injustas e innecesarias, pero lo

peor es que le hacen daño al grupo y a sus proyectos, pues se apoyan

en un repertorio demasiado reducido de experiencias, ideas, talentos

y habilidades. Como afirmó con insistencia el doctor Martin Luther

King, para traer justicia a una sociedad injusta es necesaria la participación

plena y activa de la mayor variedad posible de personas, de

toda la población.

El taller de corridos utiliza las artes tradicionales como un marco

que permite organizar la lucha por la justicia social. Abre un camino

hacia la construcción de un movimiento social popular y democrático

basado en una plena participación de la gente e intensifica la

capacidad colectiva de autodeterminación democrática. Cuando se

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elaboran los objetivos e ideales de una campaña política a través

de un proyecto artístico colaborativo, como el taller de corridos, se

desbaratan los patrones establecidos de las campañas y reuniones.

En lugar de líderes que reclutan seguidorxs para un proyecto político,

cuando se utilizan prácticas artísticas tradicionales como parte del

trabajo de los movimientos sociales se moviliza al grupo entero al

incitarlxs a participar como iguales, algo que no es posible si no hay

reconocimiento y respeto mutuos. Cuando se traducen ideas políticas

a canciones, historias, quilts o altares, salen a luz aspectos antes no

percibidos de los problemas políticos. Las consignas y frases que hacen

eco en el pulso de la gente son más atractivas que las consignas y

frases hechas por personas expertas.

Con frecuencia, se incluye una presentación musical durante una

reunión política como un componente menor del evento, un gesto

de bienvenida, un momento de inspiración para cerrar o como una

pausa que permite calmar los ánimos durante una deliberación o un

debate. Sin embargo, eventos como el taller de corridos, donde la

composición de una canción es la actividad central de una reunión

política, no son nada comunes y es fácil entender por qué. Cuando se

utiliza una práctica artística tradicional para movilizar movimientos

sociales se corren ciertos riesgos, como el de reducir el análisis y las

posiciones políticas complejas a la letra de una canción. Teniendo en

cuenta el tiempo que lxs participantes deben dedicarle, se corre un

riesgo al sacrificar tiempo valioso de una reunión al trabajo dispendioso

y demorado de encontrar los acordes, las notas y los ritmos

adecuados, y de componer letras que rimen y se puedan cantar. Sin

embargo, la composición colectiva de canciones, entendida como

proyecto político, también tiene sus ventajas. Por tratarse de una

práctica que pocos conocen, la composición de canciones desmantela

las jerarquías establecidas que muy a menudo permiten que las

personas que más hablan (o que simplemente hablan más fuerte)

sean quienes dominen en una reunión. El acto de traducir al formato

de la letra de una canción los hechos y cifras relativos a problemas

como el desempoderamiento juvenil y el financiamiento inadecuado

de programas dirigidos a la juventud puede hacer visibles dimensiones

inesperadas pero importantes de la situación. Además, el trabajo

activo de componer una canción puede motivar en las personas

una identificación más profunda con un problema político y con otras

personas que están tratando de resolverlo, más allá de limitarse a escuchar

discursos y propuestas, a votar y desempeñar tareas prácticas.

Esta es la canción que surgió del trabajo de creación colectiva en el

taller de corridos:

Lunes, buenas tardes.

Una tarde maravillosa,

pudimos ver y discutimos

que el presupuesto no era equitativo.

La comunidad se reunió:

padres, abuelos y los tíos

tías, abuelas también,

hasta uno que otro vecino.

El City Budget revisamos

y la verdad no es justo:

la mayor parte del dinero

se gasta en lo injusto.

Los jóvenes necesitan

atención oportuna,

porque si no pueden

llegar muy pronto a la tumba.

Los Ángeles es la ciudad

de grandes oportunidades.

Deben poder realizar

esas metas inalcanzables.

El poder está en nuestras voces,

si es que estamos todos unidos

de esa forma éxito en los Estados Unidos.

Con esta nota me despido,

con esperanza de otros servicios.

Invest in youth [Invertir en la juventud]

es lo que pido

para hacer el cambio en nuestros niños.

El taller de corridos es solo un ejemplo de cómo puede activarse la

práctica de las artes tradicionales en la lucha por la justicia social.

El trabajo que ACTA ha realizado con Construyendo Comunidades

102 103



Saludables en Boyle Heights (BHC-BH) se ha transformado gracias a

las habilidades que se han logrado perfeccionar con la ayuda de un

grupo diverso de artistas visuales, bailarinxs, cantantes, actores y

actrices. Los talentos musicales de Vaneza Calderón fueron su punto

partida para convertirse en educadora comunitaria y facilitadora.

En paralelo con su carrera como actriz profesional, dramaturga y

directora de teatro, la artista Raquel Salinas invita a personas adultas

y jóvenes a participar en discusiones patrocinadas por ACTA en torno

a los diversos problemas de salud que las afectan. Salinas crea performances,

obras de teatro, ejercicios de actuación y juegos teatrales a

través de los cuales lxs participantes aprenden qué deben hacer para

adquirir un seguro de salud y acceder a servicios médicos. Estos eventos

teatrales generan un espacio donde las personas pueden elaborar

maneras de confrontar situaciones de abuso y violencia doméstica,

aprender a buscar ayuda en casos de depresión o pensamientos

suicidas, lidiar con el abuso de drogas y alcohol y superar las cargas

emocionales, físicas y financieras con las que hay que vérselas cuando

se está cuidando de seres queridos enfermos.

Salinas considera que el teatro es una actividad donde pueden

hacerse oír “las voces que rara vez se escuchan”, tales como las de las

mujeres, de lxs trabajadorxs de bajo salario, de las personas indocumentadas

y de las personas jóvenes que viven en circunstancias

difíciles. En sus performances interactivos las personas del público

pueden responder al arte que les están presentando y discutir en qué

sentido es pertinente para sus vidas. Salinas organiza también eventos

teatrales con los que apoya el trabajo del Centro de Mujeres del

este de Los Ángeles, una organización que se propone la misión de

garantizar que todas las mujeres, chicas y sus familias habiten en lugares

donde encuentren bienestar en términos personales y de salud,

estén a salvo de la violencia y el abuso, tengan acceso equitativo a

los servicios de salud y al apoyo social que necesiten. Salinas realiza

también performances y talleres para un sindicato que representa

a personas que trabajan como custodixs y allí encuentra un espacio

donde puede impulsar causas de justicia económica con las que

siente particular afinidad, en parte porque su abuelo trabajó en los

ferrocarriles y fue un activista sindical a quien asesinaron en represalia

por sus esfuerzos organizativos. Salinas le atribuye su “espíritu

guerrero” a los ejemplos de su abuelo y de sus tías y su madre.

No todo el trabajo teatral que realiza Salinas con ACTA ocurre sobre

un escenario. En pequeños talleres cerrados se realizan juegos

teatrales que animan a las personas a hablar de sus problemas

personales en un ambiente seguro y comprensivo. Estas sesiones

comienzan con juegos que promueven la participación y fortalecen

la cohesión en el grupo y luego generan oportunidades para que

personas a quienes ella describe como “rara vez escuchadas”

hablen sobre sus vidas, problemas y esperanzas.

Quizás Salinas no se volverá famosa en Hollywood por tomarse

tiempo de su carrera teatral para usar el teatro como un medio para

educar, organizar y acompañar a la comunidad en Boyle Heights.

Pero ella siente que su vida es “tan plena y hermosa” y “tan afortunada”

justamente porque ha elegido seguir este camino. Tras una

presentación reciente, una persona del público se acercó a Salinas

al ver que la actriz había recibido una gran ovación y le dijo que su

respuesta no era levantarse y aplaudir, sino tomar la decisión de

salirse de una relación abusiva en la que estaba atrapada desde

hacía quince años. Momentos de transformación como este no son

incidentes aislados, sino algo con lo que Salinas se ha encontrado

ya repetidas veces.

A Salinas no le resulta completamente sorprendente que el teatro

pueda llegar a afectar con tanta fuerza a las personas. Ella recuerda

que ella misma se salvó “de las calles” gracias a su encuentro con

el teatro. Cuando se enteró de las tradiciones del teatro chicano

radical y comenzó a participar en él, dejó de “andar por ahí con lxs

homies” para entregarse a una senda de trabajo motivado y creativo.

Los escenarios formales donde se producen las obras de teatro,

se filman las películas y se presentan los shows individuales son

apenas una pequeña parte del mundo teatral en el que ella trabaja.

En las galerías de arte, centros comunitarios y otros espacios de

improvisación, Salinas usa el performance como algo esencial, más

que ornamental, como un espacio donde se produce la sanación y

donde se construyen conexiones y cohesión sociales.

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La artista de La salud ocurre en los vecindarios Vaneza Calderón con el aprendiz Marcos

Macias en un taller de Composición colectiva de corridos, parte de la campaña

Invertir en la Juventud en Pacoima. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

Participantes en un taller de Composición colectiva de corridos y taller de serigrafía

dirigido por la artista Vaneza Calderón con el aprendiz Marcos Macias y artistas de

Self Help Graphics, para la campaña Invertir en la Juventud en Pacoima, parte de La

salud ocurre en los vecindarios. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

Participantes en un taller de Composición colectiva de corridos y un taller de serigrafía

dirigido por la artista Vaneza Calderón con el aprendiz Marcos Macias y artistas

ocurre en los vecindarios. Foto: Erick Iñiguez/ACTA, 2019.

Mitin de Invertir en la Juventud en el municipio de Los Ángeles, parte de La salud

de Self Help Graphics, para la campaña Invertir en la Juventud en Pacoima, parte de

La salud ocurre en los vecindarios. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

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Presentación de corridos compuestos colectivamente para el mitin Invertir en la

Juventud en el municipio de Los Ángeles, parte La salud ocurre en los vecindarios.

Foto: Erick Iñiguez/ACTA, 2019.

Taller de Composición colectiva de corridos dirigido por Gabriel Gonzalez, Mary

Alfaro y Vaneza Calderón en la feria de salud SaludArte. Foto: ACTA, 2016.

Presentación de corridos compuestos colectivamente para el mitin Invertir en la

Juventud en el municipio de Los Ángeles, parte La salud ocurre en los vecindarios.

Foto: Erick Iñiguez/ACTA, 2019.

La artista de La salud ocurre en los vecindarios Vaneza Calderón con aprendiz Marcos

Macias en un taller de Composición colectiva de corridos, parte de la campaña Invertir

en la Juventud en Pacoima. Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

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Mitin de Invertir en la Juventud en el municipio de Los Ángeles,

parte de La salud ocurre en los vecindarios.

Foto: Erick Iñiguez/ACTA, 2019.

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Más allá de Boyle Heights:

bordado en el este

del Valle de Coachella

Silvia Santiago tejiendo un rebozo en el Synergy Fest en el

Parque Dateland en Coachella, CA. Foto: Akira Boch/ACTA, 2014.

“En la dignidad, el amor y el respeto colectivos de todas las personas

se encuentran la sabiduría y los recursos para construir un

mañana hermoso y armonioso.”

-Jerry Tello, cofundador de la Red

Nacional de los Compadres

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En el este del Valle de Coachella se encuentra el grupo Las mujeres de

los Tejidos Purépecha que se dedica al bordado, el punto de cruz, el

tejido, el crochet y otras artes, empapadas en la inspiración de las estéticas

y tradiciones sociales indígenas. Aunque la costura es su punto

de partida, ellas emprenden una multiplicidad de actos de cocreación

colaborativa, con lo que abarcan una gama amplia de nuevas experiencias

artísticas, activistas y sociales. Las mujeres se reúnen para

compartir ideas y materiales, para transmitir habilidades y entregarse

a un trabajo que es práctico y poético a la vez. En este círculo, una

trabajadora del campo recibe todo el respeto que se merece, pues se

le reconoce como una maestra en su arte y como un tesoro cultural.

Cuando se ponen a coser, estas mujeres, exhaustas tras un día de

trabajo arduo y mal pagado, se encargan de las intenciones, el ritmo y

la naturaleza de su trabajo. Su viaje por el campo de la estética tiene

también un sentido terapéutico. “A veces estoy cansada en el trabajo,”

cuenta una artesana, “y llego aquí y me siento que me relajo y me

desestreso.” Al decorar blusas, fundas y delantales, decoran su camino

hacia otra existencia. El bordado es una acumulación de pequeñas

acciones y trabajan una con la otra. Y en la vida, tanto como en la producción

artística tradicional, muchas acciones pequeñas diferentes

pueden sumarse hasta conformar algo de gran valor.

Las mujeres han escrito un comunicado en el que honran a su maestra

y afirman su identidad. Allí proclaman:

Somos mujeres que estamos aprendiendo y disfrutando de las

enseñanzas de Natividad González, de sus comidas deliciosas, sus

tejidos hermosos y de su hospitalidad. Somos mujeres hispanas de

diferentes culturas y nos unimos por el amor al arte. Somos mujeres

orgullosas de nuestras culturas y estamos aprendiendo aquí

de cada una y tratando de rescatar nuestras tradiciones. Somos

mujeres emprendedoras para hacer cambios y somos trabajadoras,

amigas, buenas compañeras, hijas, madres y profesionales. Somos

mujeres fuertes que queremos cambiar nuestra comunidad y ayudar

a nuestros hijos a superarse en su educación para que logren

llegar a la universidad y que tengan un mejor porvenir para obtener

mejores opciones fuera del campo.

Nos reunimos porque nos gusta convivir y aprender. En este es-

pacio nos podemos conocer más entre nosotras. De nuestras

conversaciones salen nuestras inquietudes y mientras compartimos

nuestras experiencias aprendemos como podemos

apoyar y solucionar algunos problemas. En reunirnos formamos

un grupo de apoyo entre las mujeres de North Shore y

sus alrededores incluyendo Thermal, Mecca, Oasis, Coachella,

Indio y Cathedral City. Aunque salimos cansadas de nuestros

trabajos, de toda la semana, nos reunimos para desestresarnos

mientras compartimos y disfrutamos de una rica comida y

de una charla amena.

Nuestras intenciones en participar en este taller son aprender

los tejidos purépechas que forman parte de nuestro conocimiento

ancestral. Muchas de nosotras hemos visto este tipo

de tejido pero no teníamos conocimiento de este arte. En

participar aprendimos el tejido y empezamos a amar el arte.

La curiosidad de conocer el tejido llamado aguja maravillosa

abrió las puertas para conocer palabras purépechas y conocer

más de la cultura a través de este arte. Aprendimos a bordar

y a compartir nuestros conocimientos de parte de nuestras

experiencias como compañeras en este espacio. Saboreamos

de las diferentes comidas de Concepción Pozar y Natividad

González que traen sus recetas de Ocumicho, Michoacán,

y aprendimos de las diferentes etnias que forman parte de

nuestros tesoros culturales. En este proceso de aprendizaje

también identificamos que tenemos necesidades y experiencias

en común, especialmente experiencias difíciles, que como

mujeres fuertes y valientes hemos sabido sobrellevarlas. Aún

seguimos de pie con el corazón firme y con las ganas de sacar

adelante a nuestras familias sin dejar atrás nuestras raíces que

es nuestro estandarte.

Queremos seguir aprendiendo más sobre las artes culturales,

especialmente comidas ricas de tradición purépecha y seguir

enseñando lo que algunas de nosotras hemos heredado

de nuestras abuelas. Queremos seguir aprendido sobre el

sistema educativo y de los diferentes programas que forman

parte de la educación para nuestros hijos, así poder guiarnos

y orientarnos con esta información y para poder abogar por

114 115



nuestros hijos e hijas. Queremos avanzar nuestro aprendizaje en el

inglés y computación básica. Adicionalmente queremos continuar

invirtiendo en nuestro aprendizaje sobre cómo cocinar comidas

tradicionales, el punto de cruz, el tejido de gancho, de dos agujas, y

el deshilado.

hacer a un lado nuestras responsabilidades en nuestras familias y

hogares. Y aun así llegamos con esfuerzo y dedicación a los tejidos.

Nosotras las mujeres, somos la fuerza que enriquece y pone en alto

el Valle de Coachella.

Formamos este espacio donde compartimos con todas y nos desestresamos

de las responsabilidades del día cotidiano. Este espacio

no solo es un apoyo para toda nosotras, si no también es un espacio

para formar nuevas ideas y esperanzas para nuestra comunidad.

Hay que seguir reuniéndonos con el propósito de seguir con nuestra

amistad y aprender más cosas de nuestras compañeras como la cocina

de Ocumicho, Michoacán y aprender más sobre cómo podemos

mejorar la educación en nuestra comunidad para nuestros hijos.

Queremos seguir unidas para poder abogar por nuestra comunidad

en todo lo que queremos y exigimos mejoras para nuestras familias

y que nos apoyen en estas necesidades. Deseamos asistir a las

juntas escolares y comunitarias, por lo cual se necesitan transporte

y horarios accesibles para que todos tengamos la oportunidad de

asistir y la escuela de North Shore que tiene varios años sin empezar

la construcción urge que comiencen ya. Necesitamos recursos

y el apoyo comunitario para tener estos servicios en la comunidad

como el alumbrado en las calles, más transporte escolar y comunitario.

También queremos más oportunidades para enriquecer

nuestras vidas con talleres de arte, bailes folclóricos, tiendas que

aporten comida fresca y saludable a precios accesibles, y poder

fortalecer nuestra comunidad con una clínica en North Shore. Como

comunidad no hay que quedarnos callados. Nuestro poder surge

cuando nos unimos para exigir lo que merecemos.

Natividad González y Conchita Posar durante un taller de bordado purépecha en el

Synergy Fest en el Parque Dateland en Coachella, CA. Foto: Akira Boch/ACTA, 2014.

Proponemos lograr nuestras metas al participar con esfuerzo y dedicación.

Es necesario echarle muchas ganas y tomar nuestras metas

con responsabilidad, constancia y dedicación. Todas estas señoras

que se reúnen para compartir este comunicado son pizcadoras de

la uva, el limón, las naranjas, los chiles, los ejotes, el dátil, la cebolla,

el tomate, las fresas, el elote, el higo, la lechuga, el anís dulce, la

sandía, el melón, el ajo, y la calabaza, entre muchos más. No solo

pizcamos, también preparamos las tierras para que dé fruto sin

Un ejemplo de bordado tradicional purépecha en el Synergy Fest en el Parque Dateland

en Coachella, CA. Foto: Sara Aguilar/ACTA, 2015.

116 117



Conclusión: nuevas maneras de

crear, de relacionarse, de ver y de ser

El altar “Mi barrio, el lugar donde nacen los sueños” para la feria

de salud SaludArte creado por Ofelia Esparza y Rosanna Esparza

Ahrens. Foto: Sara Aguilar/ACTA, 2016.

“...el arte no solo debe tener valor de entretenimiento dentro del

movimiento sino que debe ocupar un lugar legítimo como uno de

sus ejes.”

-Quetzal Flores, Gerente de Programas de ACTA

118 119



La Alianza para las Artes Tradicionales en California, al movilizar las

artes tradicionales para generar conciencia en torno a la salud y la

justicia social en Boyle Heights, fortalece entre los diversos pueblos

de California las prácticas del respeto mutuo, el pluralismo cultural

y la democracia cultural. La amplia variedad de músicxs, artistas

visuales, actrices, actores, escritorxs, radiodifusorxs, poetas, poetisas

y artistas de spoken word que participan en la iniciativa Construyendo

Comunidades Saludables son conexionistas, personas que se

conectan con otras para promover el desarrollo colectivo y el empoderamiento

de la comunidad. En su papel de practicantes de las artes

tradicionales comunican sabiduría colectiva y transmiten experiencias,

aspiraciones y valores compartidos. En tanto personas creativas

hábiles en la resolución de problemas, contribuyen a reforzar la

resistencia, la resiliencia, el aprovechar los recursos y la autosuficiencia

de la comunidad. A través de los procesos de cocreación de

quilts, canciones, altares o libros, surgen historias que ayudan a las

personas a romper con las cadenas que las sujetan y a deshacerse de

ellas, construyendo su capacidad de deliberar y tomar decisiones de

manera colectiva y democrática.

Las creadoras de altares que guían a las personas para restaurar

sus almas y psiques por medio del proceso de reescribir sus vidas

ofrecen un método que le da forma a muchos otros proyectos artísticos

conectados con Construyendo Comunidades Saludables en Boyle

Heights. Nos enseñan cómo “llegar”, es decir, cómo comenzar a trabajar

con una plena conciencia de quienes somos, de nuestrxs ancestrxs

y de los poderes del mundo natural. Cuando se llega, hay que conectarse

plenamente con las personas y poderes del universo, bajar las

barreras, disminuir la resistencia, abrir los corazones y las mentes.

Cuando llegamos y nos conectamos, creamos un espacio en el que es

posible crear acuerdos, en vez de fijar reglas y normas. Son acuerdos

en torno a la materia del trabajo colaborativo, pero también en torno

a la manera de abordarlo. Incluyen el escuchar y mirar atentamente,

sin juzgar de manera precipitada, y enfocarse en las cosas que refuerzan

lo generativo, lo productivo y lo vital entre las personas que están

en la sala. Estos acuerdos nos permiten quitarle fuerza a la tendencia

a tomarse demasiado en serio e identificarse exageradamente con

ciertas posiciones, opiniones y conclusiones a las que la gente se

aferra con firmeza para “convertir” a otras personas. En cambio, un

espíritu de apertura busca convocar y conversar con otras personas

en vez de convertirlas o conquistarlas. Cuando aceptamos hacer espacio

para que hablen otras personas, escucharlas cuidadosamente y

responder de manera respetuosa, lxs participantes se encuentran con

la posibilidad de recuperar su historia, de entender de otra manera

el lugar que ocupan en ella y de imaginarse futuros mejores. Este

proceso que consiste en llegar, conectarse y ponerse de acuerdo conduce

a la afirmación de deseos comunes y a la creación de un destino

colectivo.

Hacer arte junto con otras personas es una manera de construir solidaridad

y cohesión sociales a través de la colaboración. Es una actividad

que ayuda a personas que viven en lugares privados de recursos

a encontrar nuevas maneras de hacerse de recursos. Estimula a

esas personas a que experimenten las diferencias sin dominación,

para cambiar el odio, las heridas, la frustración y el miedo por la

dignidad y el entusiasmo de la cocreación. Cuando se movilizan las

prácticas artísticas tradicionales en el marco de la lucha por el cambio

social, personas que se han sentido infravaloradas y pasadas

por alto durante todas sus vidas reciben un impulso que les permite

profundizar sus capacidades en los campos de la imaginación, del

arte y de la maestría. En los caudales de recursos y de autoconfianza

que se cultivan en la producción artística tradicional, las personas

y las comunidades encuentran habilidades, disposiciones y nuevas

relaciones sociales que pueden ser de gran importancia a la hora

de generar un cambio social significativo. Cuando una comunidad

crea junta, encuentra nuevas maneras de relacionarse. En vez de

simplemente querer tener más, las personas pasan ahora a querer

“ser más”. La práctica artística se entiende así como un antídoto

contra la soledad que conduce a las personas a pensar en términos

de “nosotrxs”: a discernir que nuestros problemas personales tienen

causas comunes a las que debemos responder colectiva y colaborativamente.

120 121



Las herramientas

de la práctica

de las artes

tradicionales

Un taller sobre justicia restaurativa dirigido por lxs artistas

Omar Ramirez y Juana Mena en REMAP LA.

Foto: Timo Saarelma/ACTA, 2019.

122 123



Las 9R de la Práctica restaurativa de las artes

culturales para la justicia social

Las 9R compilan los propósitos y herramientas de la Práctica

restaurativa de las artes culturales. Cuando un grupo de participantes

se pone de acuerdo en torno a estos imperativos es

posible establecer puntos en común de manera productiva.

• Recuperar la historia

• Resistirse ante las condiciones injustas

• Restaurar las conexiones sociales

• Rehistorizar el pasado y el presente

• Respetar las diferencias sin dominación

• Relacionarse de nuevas maneras

• Reaccionar a los problemas de manera responsable

• Reimaginar el futuro

• Redefinir nuestro lugar en el mundo

Acuerdos para la cocreación artística:

contribuir en lugar de competir

En una sociedad que constantemente obliga a las personas

a enfrentarse en una incesante competencia, a veces es difícil

trabajar juntxs, pensar en términos de “nosotrxs” en vez de “yo”.

Sin embargo, la producción artística colaborativa y las luchas

por la justicia social asumen que sabemos más y podemos hacer

más cuando actuamos en grupo. El trabajo artístico colaborativo

nos permite ver cómo podría ser el mundo si todxs contribuyeran

y si todxs contaran, un mundo donde las personas silenciadas

pueden hablar, donde se acoge a las personas rechazadas y

segregadas, donde se reconoce firmemente el valor que tienen

los lugares y las personas infravaloradas. La clave de este trabajo

colaborativo está en los acuerdos, más que en las reglas, normas,

requisitos u órdenes. El trabajo de común acuerdo procede

a partir de algunos principios fundamentales:

Abstenerse de juzgar. Para aprender a escuchar y a ver, se

requiere práctica. Nuestra primera tarea consiste en escuchar

y ver, absorber plenamente lo que hay frente a nosotrxs. Si

nos apresuramos en decidir si algo nos gusta o nos disgusta,

o si estamos en acuerdo o en desacuerdo con lo que otras

personas dicen, nos arriesgamos a inhibir nuestra capacidad

de reconocer exactamente qué es lo que tenemos delante y

por qué está ahí.

Encontrar puntos en común. En vez de enfocarnos primero

en las dificultades y deficiencias de las personas, comencemos

por ver en ellas lo generativo, lo productivo y lo positivo

para la vida. Es más difícil (aunque en última instancia,

más gratificante) descubrir qué es lo que podemos construir

juntxs que apresurarnos a discutir las cosas que nos dividen.

Llegado el momento, podemos resolver las diferencias y

dificultades, luego de haber confirmado nuestro compromiso

compartido unxs con otrxs y reconocido mutuamente nuestra

dignidad.

124 125



No comprometerse o identificarse exageradamente con

posiciones, opiniones y conclusiones. La colaboración es un

proceso que requiere de una práctica de la conversación más

que de la conversión.

Escuchar atentamente y esforzarse por percibir ese “yo” que

habla y por reconocer sus luchas.

Darse cuenta y abordar todo aquello que silencia la voz, que

reprime sentimientos, que daña relaciones y que

comete violencia y exclusión.

Escuchar con el corazón. No planees lo que vas a decir a

continuación mientras alguien más habla. Piensa en cómo

puedes ayudar a alguien más a resolver sus problemas más

que en cómo te percibirán otras personas.

Hablar de corazón. Siente el pulso de las personas y contribuye

a él.

La práctica artística tradicional es…

• participativa

• creativa

• colectiva

• imaginativa

• cordial

• igualitaria

• abierta

• proactiva

• performativa

• transformadora

Hacer espacio para que hablen otras personas, escuchar

cuidadosamente su palabra y responder a ella. Se trata de

construir juntxs al estar juntxs.

Lanzar destellos, no sombras. Aprende a valorar, reconocer y

amplificar el valor de otras personas.

Recuperar la historia y repensar el lugar que ocupamos en

ella.

Reimaginar el futuro y el lugar que ocupamos en él.

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ACTA en acción: campos de trabajo

La práctica a partir del arte que ha realizado ACTA en Boyle

Heights se ha llevado a cabo en varios tipos de entorno y ha

abarcado una amplia variedad de medios y géneros artísticos,

que incluyen:

Mapeo de recursos culturales

Para aquellas comunidades a las que se les recuerda constantemente

sus déficits y falencias puede ser importante identificar

y reconocer sus propios recursos. ACTA ha entendido el

mapeo de recursos culturales como una práctica crucial que

parte del supuesto de que cada comunidad ya contiene una

increíble cantidad de recursos y de que al darnos cuenta de

ello podemos generar nuevas creaciones y conexiones sociales.

Composición colectiva de canciones

Los talleres de composición de canciones son ejercicios de

imaginación e improvisación, en los que se produce algo

nuevo en cada ocasión en respuesta a las preocupaciones y

aspiraciones de lxs participantes. Son eventos en los que se

deshacen las distinciones entre expertxs y novatxs, líderes y

seguidorxs, intérpretes y espectadorxs, para cocrear y sentir

una canción que surge de —y que le pertenece a— todas las

personas presentes.

Creación de altares

Reunirse para identificar y organizar objetos que nos permitan

honrar tanto a las personas muertas como a las vivas es

una manera de construir puentes que atraviesan tiempos,

lugares y condiciones sociales. La producción de altares

responde simultáneamente a las heridas históricas y a los

dolores y enfermedades personales de cuerpos individuales;

es una práctica activa que permite a las personas situarse

dentro de historias más extensas y cuidar de sus necesidades

personales más urgentes e inmediatas.

Práctica (praxis) restaurativa de las artes culturales

La Práctica (o praxis) restaurativa de las artes culturales

asume diferentes aspectos. En los proyectos Codex las personas

jóvenes pueden crear historias visuales y literarias

personales y responder así a la invisibilización por parte de

la cultura dominante. Las emisiones radiales, el arte mural

y los afiches en serigrafía se convierten en vehículos que les

permiten hacer públicas sus preocupaciones personales y

comunitarias. Con los círculos de sanación se busca poner en

marcha en las escuelas procesos interactivos de responsabilidad

colectiva para resolver disputas, sustituyendo las suspensiones,

las expulsiones, la vigilancia policial y los castigos.

Estas prácticas aparentemente difusas convergen en el compromiso

común por restablecer el respeto mutuo, devolverle

la responsabilidad a la comunidad, reparar las subjetividades

heridas y regenerar espacios de mutualidad y solidaridad.

Creación de quilts y bordados

Cuando se crea un edredón o quilt se cosen pedazos separados

de tela para que se manifiesten nuevos patrones y posibilidades.

Al decorar blusas, fundas y delantales con bordados

se demuestra la intención de dejar una marca en el mundo

usando la capacidad de ver que “lo que existe” contiene en

latencia algo que “podría existir”. Los procesos de producción

de quilts y bordados se componen de pequeños pasos que al

sumarse producen grandes diferencias. Al reunirse para crear

conjuntamente, lxs participantes entran en conversaciones

sobre asuntos personales y públicos. Estos lugares han sido

importantes catalizadores para que las mujeres hablen franca

y libremente entre sí, construyendo estrategias comunes para

resolver los problemas que enfrentan.

Teatro

Bajo los auspicios de ACTA la actriz, dramaturga y directora

Raquel Salinas trabajó con personas jóvenes en la creación e

interpretación de narrativas autobiográficas. El Teatro Casa

0101, iniciado por Josefina López e identificado como

128 129



un tesoro cultural de Boyle Heights durante el proyecto de

Mapeo de recursos culturales, participó en la feria de la salud

SaludArte 2014 en Hollenbeck Park. Los juegos teatrales y

performances generan espacios de oportunidad para lo que

Salinas define como “las voces que rara vez escuchamos”.

Artes visuales

El trabajo de ACTA ha abarcado fotografía, afiches, grabados

y arte mural. Un proyecto característicamente innovador fue

la exposición Writing Wrongs [Reparar daños con la escritura]

en Espacio 1839 en Boyle Heights, que presentaba serigrafías

realizadas por estudiantes en las que se presentaron ejemplos

de las palabras hirientes y denigrantes que recuerdan haber

recibido por parte de sus profesorxs y parientes. El programa

Arts in Corrections [Arte en las correccionales] de ACTA ofrece

clases de pintura mural y de ilustración en las instituciones

carcelarias. Un componente fundamental del Día de diálogo

en torno al desplazamiento, en 2014, fue una cabina de

fotografías en la que se presentaban fotos de personas que

sostenían un tablero borrable que utilizaban para identificar

un tesoro cultural de Boyle Heights o para manifestar sus

expectativas con respecto a la zona.

El plan de trabajo de Construyendo

Comunidades Saludables para el cambio social

• Acceso a entornos saludables

• Acceso a servicios de salud

• Derechos de lxs inmigrantes

• Prevención de la violencia

• Escuelas seguras y educativas

• Justicia alimentaria

• Libertad de expresión de género

• Recuperación del espacio

• Desarrollo urbano sin desplazamiento

• Pensar y actuar de manera decolonial

Producción de radio

Bajo la supervisión de Omar G. Ramirez, lxs estudiantes en

las preparatorias locales crearon Radio Justicia restaurativa,

una serie de cuatro programas de diez minutos sobre la

necesidad de reemplazar las suspensiones, expulsiones y

encarcelamientos con métodos para generar responsabilidad

colectiva a partir de la justicia restaurativa.

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Práctica (praxis) restaurativa de las artes

culturales: actividades para el salón de clases,

ejercicios y facilitación

Estrategias y procesos

“Yo vengo de”. Un poema que propone un inventario de las

realidades, problemas y posibilidades locales al pedirles a lxs

estudiantes que se sitúen en el tiempo y el espacio.

Una carta dirigida a unxs nietxs imaginarixs en la que lxs

autorxs se posicionan en un futuro en el que han logrado sus

objetivos y recuerdan el camino que lxs condujo a la victoria.

Representar personajes históricos. Lxs autorxs se sitúan en

los zapatos y circunstancias de vida de alguien en la historia y

hablan desde esa perspectiva.

Proyecto Árbol de vida. Ejercicio de “dibuja tu mundo” en el

que se produce una imagen que presenta las raíces, el tronco,

las hojas, las ramas y los retoños de la vida que se ha vivido

hasta el momento. El dibujo documenta el crecimiento y las

cosas que lo han hecho posible.

invita a estudiantes a alzar la voz sobre problemas comunitarios

importantes.

Proyecto mural “Esperanza.” Al usar el arte, las paredes de la

preparatoria Roosevelt se volvieron parte de la comunidad,

en vez de una barrera en contra de ella.

Definir los principios y prácticas de la justicia restaurativa en

un contexto local a través de la práctica artística cultural.

Cultivar la esperanza crítica. La actividad “La rosa que creció

entre el concreto” se basa en el poema de Tupac Shakur y en

la distinción que propone Jeff Duncan-Andrade entre esperanza

falsa y esperanza crítica en las comunidades y escuelas.

Proyectos Codex. Creación de historias personales visuales y

literarias para resistirse a la invisibilización.

La persona en estos zapatos… Es un ejercicio que se entiende

como una manera de decir “aquí estoy”, pues se pide a

las personas que cuenten algo de sí que las demás personas

quizás no sabían.

Mantener espacio. Crear planes de acción que justifican, clarifican,

educan y dan inicio a la reflexión.

Promover la actitud de la “obstinación desafiante” en los espacios

de organización. Tomar la energía y la imaginación que

las fuerzas escolares de disciplina temen y cultivarlas como

una defensa saludable de la comunidad.

Contra-cuentos. Hacer uso de los medios digitales para documentar

historias personales y desafiar las narrativas dominantes.

Radio Justicia restaurativa. Proyecto de radio juvenil que

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Herramientas utilizadas durante el

Día de diálogo y participación artística en torno

al desplazamiento el 17 de septiembre de 2014

Diálogo comunitario en torno al significado del aburguesamiento

y del desplazamiento. Discusión entre personas

jóvenes, adultas, representantes de la comunidad y becarixs

MacArthur latinx (Macarturxs) en torno a las causas, consecuencias

y posibles soluciones al problema del aburguesamiento

en Boyle Heights.

lugar y de la identidad para dar testimonio sobre estos temas

en Boyle Heights.

Taller de serigrafía dirigido por Omar G. Ramirez que presentó

narraciones visuales de desplazamiento.

Ceremonia de cierre alrededor del altar construido colectivamente,

afirmando un compromiso común con Boyle Heights y

su futuro.

Producción de altares en exteriores bajo la dirección de

Ofelia Esparza, Elena Esparza y Rosanna Ahrens Esparza.

Proyecto colaborativo artístico y espiritual con el que se

buscaba marcar un lugar que tiene un significado histórico

profundo.

Cabina de fotos. Se les pidió a las personas que escribieran

sobre un tablero borrable una palabra que describiera a Boyle

Heights, o algo que les gustara del barrio y de su cultura. Luego

se fotografió a las personas con su letrero y se montaron

las fotografías para crear un diálogo y una muestra visual

comunitaria.

Pizarrón comunitario. Se invitó a lxs residentes a dibujar y

escribir con gis sus ideas y preocupaciones en torno al futuro

de Boyle Heights.

Biblioteca de recuerdos diseñada por la propietaria de Imix

Books, Elisa Garcia. Sillas, mesas y libros gratuitos para

realizar una lectura colectiva de La casa en la calle Mango de

Sandra Cisneros y tener una discusión en torno a lo que nos

comunica este libro sobre los problemas a los que se enfrentan

hoy en día lxs residentes de Boyle Heights.

¡Testimoniar! Lxs Macarturxs Ruth Behar y Pepón Osorio

crearon y montaron letreros en los jardines que hablan del

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# S a l u d A r t e # B H C B o y l e H e i g h t s

Vea el documental de SaludArte en actaonline.org

La Alianza para las Artes Tradicionales en California

Los Ángeles - Fresno - San Francisco

actaonline.org | @CalTradArts

SALUDARTE POR GEORGE LIPSITZ & LA ALIANZA PARA LAS ARTES TRADCIONALES EN CALIFORNIA

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