Revista_Marzo_digital
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“Dios ha sido mi padre, mi esposo, mi todo. Todo
esto me ha acercado a Dios más que nunca”, dice
Rikiya.
Esperanza y sanidad
Gracias a tu apoyo, Puertas Abiertas
pudo ayudar a Rikiya a superar el trauma
vivido, a reconstruir su vida y a ganarse
el sustento. Gracias a personas como
tú, Puertas Abiertas pudo ofrecer a
Rikiya un microcrédito para comprar dos
cabras. Cada cabra tiene dos crías por
temporada y, siempre que Rikiya necesita
algo, vende una de ellas. A veces es para
pagar los gastos escolares de sus hijos y,
otras veces, para comida, cultivos o ropa.
“Vosotros [sois los que] me trajísteis
la esperanza y la curación”, dice.
“Desde entonces, Dios ha sido mi
padre, mi marido, mi todo. Todo esto
me ha acercado más que nunca a Dios.
Francamente, si no fuera por el préstamo
que recibí para criar estas cabras, no sé
qué habría sido de mí”.
Doblemente Vulnerable
Hoy en día, las mujeres cristianas como
Rikiya son doblemente vulnerables: se
las ataca por su género y por su fe. Son
objeto de violencia y luego se enfrentan
a la exclusión social, lo que conlleva
traumas y pobreza.
En los tiempos de Jesús, las mujeres
ocupaban una baja posición social,
como en muchas partes del mundo hoy
día. Pero Jesús trató a las mujeres de
manera diferente, viendo más allá de los
prejuicios de su sociedad y dándoles
dignidad y honor. Cuando Jesús resucitó
de entre los muertos, se le apareció
primero a María Magdalena. En Juan
20:18, se nos dice que María Magdalena
acudió a los discípulos con la nueva:
“He visto al Señor”.
Continúa la historia en la página 11
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