El Golem, artificios y candor...
NUEVA SION online, 28.03.2020
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Israel 28/03/2020
La crisis política israelí
El Golem
Los artificios y el candor de la centroizquierda israelí se disiparon cuando
Gantz, incapaz de responder al mandato presidencial para formar coalición y
reemplazar –de una vez por todas- a la extrema derecha gobernante, decidió
cobijarse bajo la frazada de su adversario Netanyahu. La epidemia lo justifica
todo, repite Gantz, como si la alianza con un primer ministro que destintegró
los restos del estado de bienestar social y redujo brutalmente la salud
pública, pueda contener los embates del Covid 19.
Por Moshé Rozén, desde Nir Itzjak, Israel.
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Alrededor del año 1600 –o sea, mucho antes del aislamiento por
«Coronavirus»- un erudito rabino de Praga, llamado el Maharal –
abreviatura hebrea de su nombre, Yehuda Low Ben Betzalel-, eligió
retraerse a un pequeño altillo. Se cuenta que el Maharal estuvo encerrado
durante veintiocho años. Java, su humilde pero abnegada hija, le
alcanzaba cada noche alguna frugal comida pero el sabio sólo tomaba un
ínfimo bocado y volvía a sus estudios.
Así fue como, al cabo de tres decenios de reclusión, surgió el Golem, un
gigantesco muñeco, probablemente modelado en barro por el Maharal: el
docto rabino pudo, con fórmulas todavía secretas, otorgarle vida y – se
dice- la enorme criatura sería capaz de resolver las penurias de una
judeidad acosada por la hostilidad circundante, inclusive para hacer frente
a aquellos que, en su afán de perseguir a esta sufrida grey, la acusaban de
propagar las epidemias que hicieron estragos en la Europa medieval.
La leyenda del Golem tal vez inspiró a gran parte de la ciudadanía israelí
que, deseosa de poner fin al largo y agobiante del Rey Bibi, inventó un
mitológico príncipe, una tentadora mezcla de izquierdas y derechas,
mágica combinación ideas de paz y ambiciones anexionistas.
Un moderno Golem, capaz de poner coto a un gobierno cuyo jefe es
acusado de de venalidad y previcato, cohecho y soborno, estafa y
malversación.
El Golem se materializó en la señera figura de Benny Gantz, un espigado
general del ejército, dueño –asimismo- de experiencia empresarial en el
terreno del seguimiento telefónico, un ámbito muy requerido en estos
tiempos de coronavirus.
Con elegantes corbatas e inmaculado inglés, el fresco Golem supo
conquistar la simpatía norteamericana, una alhaja celosamente reservada
durante años para Netanyahu.
En su poema dedicado al Golem (el original de Praga, no la imitación),
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Borges nos dice que «los artificios y el candor no tienen fin».
Seguramente se refiere al trágico fin del Golem de Praga: cuando aquel
Gulliver recibió la orden de traer un balde de agua de agua del río, fue tal
su fiel entusiasmo que vació el Moldava e inundó las calles de Bohemia.
Los artificios y el candor de la centroizquierda israelí se disiparon cuando
Gantz, incapaz de responder al mandato presidencial para formar
coalición y reemplazar –de una vez por todos- a la extrema derecha
gobernante, decidió cobijarse bajo la frazada de su adversario Netanyahu.
La epidemia lo justifica todo, repite Gantz, como si la alianza con un
primer ministro que destintegró los restos del estado de bienestar social y
redujo brutalmente la salud pública, pueda contener los embates del Covid
19.
Pero no todo es fracaso: cuando la Humanidad emerja del tornado
pandémico, los pueblos deberán evaluar su conducta y la de sus
dirigentes en los días de pánico y confinamiento.
Los norteamericanos -quizás con un nuevo mandatario- los chinos, los
rusos y los iraníes estarán bajo la lupa, en fin: un balance doloroso pero
imprescindible.
En aquel momento, que hoy parece lejano, el Rey Benjamín sonreirá: tiene
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a sus espaldas severos cargos de fraude y corrupción, pero, esta vez, no
estará solo; a su lado, haciendo frente a las acusaciones por la debacle de
la sanidad y la salud, estará su flamante socio, el otro Benjamín, Gantz.
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