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Primavera, ¡bah! revisado

Invierna está en la Repúbica Dominicana y sorpresivamente no quiere dar paso a Primavera, como de costumbre. A ella se le subieron los sumos. No se quiere ir a otro lugar. Se ha llegado a creer que su equipaje es mejor que el de Primavera. La menosprecia y la retrasa. Finalmente, por la intervención de los niños y las niñas, Invierna reflexiona y sigue su curso acostumbrado.

Invierna está en la Repúbica Dominicana y sorpresivamente no quiere dar paso a Primavera, como de costumbre. A ella se le subieron los sumos. No se quiere ir a otro lugar. Se ha llegado a creer que su equipaje es mejor que el de Primavera. La menosprecia y la retrasa.
Finalmente, por la intervención de los niños y las niñas, Invierna reflexiona y sigue su curso acostumbrado.

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Primavera, ¡bah!

Maria Dominguez

Por Su Gracia: María Domínguez

[Company name]

Ilustrado [Date] por: Isaura Domínguez


Cuentos en la tierra de Matipotipatá

¡Primavera, ¡bah!

Autora: María C. Domínguez Cruel

Ilustraciones de: Isaura Domínguez

Editor: José Miguel Hernández Domínguez

© 2020 Editado como libro digital en

Yumpu/posteado en Youtube.

Todos los derechos reservados

Se prohíbe la reproducción parcial o total de este

material, sin la autorización escrita de los titulares

del copyright.


Primavera, ¡bah!


Primavera, ¡bah!

En un punto de la esfera, un día…

Primavera está de visita en el Caribe. Llegó muy sonriente con su maleta. En ella

trae cantos de pajaritos, flores, mariposas, semillas, mieles, colores, luz y polen.


—¡Hola! —saludó presurosa

Primavera a Invierna.

—¡Y tú! ¿Qué haces

aquí? —refunfuñó Invierna.

—Hago lo de siempre: Llegar.

¿Por qué estás tan enojada?

—preguntó Primavera

asombrada.

—Porque no me quiero ir. Aquí, una la pasa muy bien. —afirmó invierna muy

relajada.

—¡Con que no te quieres ir! Pero, es mi turno.


—¡No! Tengo que terminar mi coco.

—¡Ya veo! Te has puesto perezosa. No tienes

que nevar, ni granizar, es zona tropical.

—Doy mejores cosas que la nieve o los

granizos a esta tierra —afirmó Invierna muy

segura de sí misma— superior a lo que traes

en tu maleta.

—¿Y cuáles son esas maravillas? —preguntó

ella abriendo sus ojazos de margaritas. Pues,

no había tiempo que perder: Ya era la hora

exacta de la llegada de Primavera.


—¡No hay estación como la mía! —continúo diciendo Invierna— traigo el frío, las

lluvias, flores de pascua y pinos. Soy la mejor. Brindo la Noche Buena, el puerco

asado, la Navidad, los

pasteles, las luces y el nuevo

año —listó Invierna,

orgullosamente.

—Todo lo que ofreces es

súper bueno y emocionante,

pero yo también quiero dar lo

mejor de mí —respondió

Primavera humildemente— ¡Levántate! ¡Hay que trabajar!


Mientras tanto, Otoña en otro punto

de la esfera, esperaba ansiosamente

la señal de Invierna para avanzar.

Es que debía inaugurar su estación.

¡Se estaba retrasando!

A Verana le dio un súper extra

calentón. Parecía que el sol iba a

explotar. De lejos, para no quemar,

hacía caer sus brazos de luz sobre

Otoña.

EL MENSAJE: ¡VETE A TU LUGAR!


Estas cuatro amigas flotan

alegremente, año tras año.

Esparcen su equipaje

puntualmente sobre la esfera.

Pero, esta vez, no estaba

sucediendo así.

—Mami, ¿por qué Invierna no

acaba de llegar? —

preguntaban los niños.

Por primera vez, las mamás no

sabían.


—Papi, ¿cuándo el frío nos va a

dejar? —preguntaban las niñas

mientras se acurrucaban entre sus

brazos.

En esta ocasión, los papás no

entendían.


Verana envió otro rayo de luz. Otoña

recibió el mensaje: ¡Los niños y las

niñas de la esfera no son tontos! Ya

saben que algo no anda bien. Somos

viejas en esto. ¡Avanza!

Unos deseaban que llegara la tibia brisa

primaveral. Otros, ya imaginaban lo

bueno que fuera su Navidad.


Entonces, Otoña tuvo una grandiosa idea.

Ella mandó a los niños y las niñas a

escribir sus deseos en hojas secas.

Juntaron más de mil notitas de amor y

buenos deseos para Invierna y Primavera.

Luego, las aventaron y las hojas las

envolvieron a ambas. Ellas empezaron a

leerlas.


A Invierna, se le corría el agua de sus ojos,

al leer una que otra nota. Ya se daba cuenta,

de lo importante que era su presencia en el

punto invernal de la esfera.

Primavera le mostró a Invierna las hojas que

decían: ¡Primavera, ven, eres muy linda!,

¡Primavera, llega pronto!, ¿Dónde estás,

Primavera? Ven, que yo te quiero mucho.

Al ver estos reclamos, Invierna le dijo:


—Perdona la molestia que te he

causado. Nuestros niños nos

necesitan. Quédate aquí que yo me

voy a mi punto invernal.

Invierna soltó el coco, ambas cogieron

sus maletas y se abrazaron.

Así fue como Primavera pudo

inaugurar su estación en República

Dominicana e Invierna partió a su

lugar apreciando todo lo que ofrece

cada estación. ¡Matipotipatá! Punto, punto, cero, cero. ¡Adiós¡


Señor Jesús

Ruth María

José Miguel

Isaura

Familia

Mis niñas y niños de SCS

¡Gracias!

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