“El primer día del resto de mi vida… docente”

2010
“El primer día del resto de mi vida…
docente”
Autoras: Alvarez, Alicia. Samrsla, M. Noelia
Ciudad y país de procedencia: Posadas – Misiones –
Argentina Dirección
electrónica: msamrsla@yahoo.com.ar
Institución: Universidad Nacional de Misiones (UNaM).
Facultad de Ciencias Exactas Químicas y Naturales
Eje temático en el que se inscribe el trabajo:
Formación de educadores

Introducción
Este trabajo constituye una instancia de reflexión acerca de nuestros primeros
acercamientos a las prácticas docentes en el nivel secundario.
Para producir este escrito se ha pasado por etapas de reflexión personal, de debate
en la pareja pedagógica y lectura de diversos autores tratados a lo largo del año de cursado.
En él intentamos reflejar nuestro proceso de pasaje de alumnos a docentes y la complejidad
que ello trae aparejado.
Invitamos a continuación al lector a acompañarnos en nuestro recorrido a través de
las prácticas docentes página a página.

“Acontecimiento clave” que marcó profundamente la práctica docente de cada de
nosotras.
Noelia:
Situación: Mi primera clase en el nivel secundario
¿Por qué?: Porque la persona que entro a dar la clase (yo), la persona que dio la
clase, y la que salió del aula, en esa hora y 20 minutos, son tres personas diferentes. Hubo
un cambio drástico en ese cortísimo tiempo, fue como un nacimiento: en pocos minutos
suceden cosas que nos marcarán para el resto de nuestras vidas, en ese momento somos
vulnerables, pero si lo atravesamos con éxito, la recompensa es grande: La vida, o en este
caso en especial, mi vida como docente.
Alicia:
Situación: Ayudantías en el nivel secundario.
¿Por qué?: Porque era la primera aproximación a un curso y la primer oportunidad
de probarme a mi misma cuales eran mis fortalezas, mis debilidades, que miedos eran
reales y cuales podría superar desde el primer minuto. A pesar de que no estaba totalmente
a cargo del aula, era mi oportunidad de probar que cosas de cuatro años de cursado podría
sacar de esa “mochila” que arme para este momento.
Reflexiones acerca del “acontecimiento clave”
1- ¿Cuáles son las posibles relaciones de hechos presentes, pasado y futuro (en términos
de deseo y proyecto) que puedan explicar este impacto?
2- ¿Qué características de mi trayecto personal y profesional, que rasgos de las
condiciones y dinámicas institucionales en las que se dio esta situación pueden hacer
tenido que ver con este impacto?
3- ¿Qué aspectos de la situación se tensionaron con la imagen de docente (ideal) que
tengo?
4- ¿De qué modo se conjugaron mis características como sujeto, mis ideas, las
características del espacio institucional, las propuestas de prácticas desde la
formación docente y sus actores, para que lo sucedido quedara en mí con significación
especial?
Noelia:
1- Tendría que remontarme a mis años de escolaridad… En la escuela tenía
buenas notas, no las mejores pero buenas, en fin: Era una buena alumna.
Así seguí hasta mi quinto año de secundaria, continuaba siendo una buena alumna,
hasta llegué a ser escolta de la bandera Papal. Y me sentía bien siendo alumna, en ese
lugar, cómodo, calentito, donde conocía con exactitud todo lo que debía hacer para ser…

uena alumna… La escuela era como la panza de mi mamá, en lugar de feto, yo era
alumna.
Llegó universidad… Las cosas no se asemejaban en nada a la escuela. Fueron
momentos duros, tristes, crisis contínuas. Debí aprender a tomar decisiones… No fue
fácil llegar hasta este espacio temporal (2010, terminando mi carrera), me plantee una meta
y estoy casi por cruzar la línea. Pero… seguí siendo alumna, ya no una buena alumna,
pero alumna al fin.
La escuela, la panza de mi mamá, comenzó a tener contracciones, debía nacer, pero
no quería dejar mi cómodo hogar, mi lugar tan conocido y experimentado… No hubo
hospital, pero si hubo una partera, no habló, pero estuvo ahí, ella me indicaba que ese
momento había llegado y estaba encajada en el canal del parto, no había marcha atrás…
No hubo gritos, ni dolor, ni conciencia, el momento pasó, y yo… yo ya estaba
afuera, ya no era alumna, ya no era feto, veía a mi mamá desde otro lugar, pero no por eso
deje de sentir alegría, era diferente, pero bello…
Y ahora… ¿Qué era? Buena pregunta. Todos dicen que soy profesora, docente. Y
pienso que es así, solo que aún no me acostumbro, aún no conozco esta nueva vida y eso
genera inseguridad, pero a medida que transcurren los días, la confianza se va haciendo más
tangible, deja de ser una imagen borrosa a lo lejos… cuando la vi por primera vez, era
pequeñita, y ahora que se acerca, se hace más grande, y me pregunto, ¿qué tan grande será
cuando estemos frente a frente?
2- Considero que al transcurrir la mitad de mi vida en una institución educativa y sentirme
bien en ella (a excepción de los primeros años de facultad), feliz, participando como
alumna, hizo que esta situación marcara un antes y un después en mi vida. Ahora puedo
seguir formando parte de una institución educativa, pero desde otro lugar.
3- La forma en que di la clase, no coincidía con mi imagen de un profesor seguro, que se
mueve en todas direcciones y sabe que debe hacer. Al ser mi primera experiencia... no
tenía experiencia, valga la redundancia.
4- Para mí no sólo era una práctica, un trámite para recibirme. Para mí implicaba un
cambio en mi vida, que iba más allá de lo académico. Es la forma en que voy a vivir
muchos años, siendo docente, ya sea que ejerza o no, soy docente.
Alicia:
1- Pienso que me impactaron tanto las ayudantías porque era mirar de cerca cómo trabaja
un docente, pero fuera del papel de alumno. Como futuro docente ver cómo trabaja
alguien con experiencia me ayuda a pulir esos aspectos que no veo en mí o que creo
están mal. Pensando en el docente ideal recordé a mi profesora de biología del
secundario, la profesora “bruja” porque nos hacía trabajar, traer tareas y no te

perdonaba nada, si faltabas, si no traías la tarea, nada era buena excusa; pero cada vez
que daba clase pedía un ayudante, para pegar las láminas, acomodar el material y
repartir las fotocopias. Cuando preguntaba algo, realmente te escuchaba y tomaba lo
decías para continuar o buscar ejemplos. Por eso me pareció importante ayudar en
clase, porque era mi oportunidad de tomar eso bueno de mi profesora de secundaria y
capitalizarlo como mío.
Y así como yo pegaba una lámina y repartía dibujitos, también preguntaba a los
alumnos y podía hacerlos sentir parte de la clase. Lo que deseo para un futuro es poder
incorporar de otros docentes esas prácticas o actitudes que favorecen la participación, pero
también poder hacer sentir a mis alumnos que ellos son parte importante de la clase y que
cada clase ellos puedan aprender algo.
2- Las ayudantías me impactaron tanto por la situación comentada anteriormente, y por un
deseo inconcluso de ser ayudante de cátedra de alguna materia de la facultad. Desde mi
ingreso deseé participar en alguna cátedra. Me he presentado concursos, pero me falto
experiencia. Desde este plano personal, ayudar a la profesora fue como cumplir en parte
ese anhelo de ser “el ayudante”, porque en la facultad, el ayudante es alguien muy
importante. La docente guía que me cedió el curso colaboró en que me sintiera cómoda
y pudiese desarrollar mi propuesta sin restricciones.
3- Un docente ideal es aquel que respeta sus convicciones y entrega la pasión por su área a
los alumnos de diversas maneras, no desde la exposición solamente, sino haciendo
participar a los alumnos, integrando sus saberes previos, sus vivencias en ejemplos que
les permitan apropiarse del saber, haciéndoles sentir que sus conocimientos son
importantes. La ayudantía me permitió mostrarles a los alumnos porqué me gusta la
biología, incorporar ejemplos locales, cotidianos, donde puedan reconocer los
conceptos que se desarrollan. Aún así es un desafío a llevar a cabo porque cada grupo
es diferente, el esfuerzo y las ideas serán diferentes. La tensión con mí imagen de
docente ideal se va a dar siempre que enfrente un grupo o que este planificando una
propuesta de clase, porque esa imagen no solo incluye cómo me paro frente a los
alumnos, sino cómo y qué pienso para ellos.
4- Las cosas que se conjugaron para hacerla especial fueron mi perseverancia, la necesidad
de probarme a mi misma que puedo hacerlo, la decisión de escuchar los consejos de los
docentes. Desde la escuela, la libertad otorgada para que podamos desarrollarnos y
proponer nuevas estrategias, nuevas metodologías. Desde los docentes, la corrección de
cada actividad, los consejos, la mirada crítica, en ocasiones dura, pero valorada por mí.
Cada una de esas dimensiones se conjugaron y en la intersección de todas estaba yo,
con mis nervios y mis expectativas, yendo a la escuela.
Diálogo con los autores

“La formación del profesorado debe ser pensada como un proceso y como tal no se
agota en un curso” (Salgueiro Caldeira 1 ), por esto las prácticas docentes son parte del
proceso de formación, pero no concluye con la obtención del título, sino que es la puerta de
entrada a un mundo de sensaciones y experiencias a un “mundo docente real” que se
construye con el quehacer cotidiano, con metarreflexion y diálogo, porque como establece
la autora, el saber docente no solo integra conocimientos científicos, sino que se le agrega
el saber de la experiencia. La práctica docente es el resultado de un proceso de construcción
histórica que fue aconteciendo en el devenir de nuestros años de cursado, no sólo en las
materias “pedagógicas”, sino también en aquellas de formación específica.
“Las intervenciones educativas pueden ser heredadas, imitadas, reproducidas,
producidas empíricamente, y construidas y justificadas, desde un marco teórico o desde
aspectos técnicos” (Chartier 2000) 2 , nuestra practica no fue una mera reproducción de
prácticas de alumnos anteriores o guiones escritos por docentes del último año, sino que es
una construcción subjetiva y propia de cada uno como sujeto social, desde nuestra propia
interpretación y significación de la realidad, plasmada en nuestro accionar en el aula y en
las reflexiones volcadas al diario de itinerancia.
Las prácticas se construyen a partir de lo que uno siente y ha vivido como alumno,
se construye en la pareja pedagógica o en la soledad de la reflexión, en la discusión, los
acuerdos y desacuerdos, las alegrías y decepciones, en la planificación, selección de
contenidos y secuenciación de actividades. Coincidimos con Davini (200) para quien la
practica debe ser “revalorizadas como una fuente de construcción de problemas y de
reflexión en la acción, insistiendo en la integralidad de la experiencia”
Si reflexionamos acerca de la práctica docente y cuál es el sentido de escribir acerca
de ella, desde el significado que le otorgamos “los practicantes”, vemos como dicen
Edelstein y Coria, que a la práctica siempre se le ha considerado como un sitio de
aplicación de la teoría y no como productora de ella. Escribir acerca de la práctica docente,
pensarla y repensarla, es todo un desafío, más aún si esa empresa incluye vernos a nosotros
mismos en un espejo y analizarnos, promoviendo la reflexión para ser mejores docentes.
Y es en esa reflexión donde nos encontramos con esos “jirones de experiencias
personales” que representan las vivencias en cada tramo de formación, cada uno de esos
recuerdos son los que hoy nos invisten y nos ponemos para decir: “esta soy yo docente, mi
historia pasada, presente y mis metas futuras”.
1 Salgueiro Caldeira, A.M.: … La práctica docente cotidiana de una maestra y el proceso de apropiación y
construcción de su saber: un estudio etnográfico.
1 Chartier, A.M. 2000: Educação e Pesquisa. Vol. 26 Nro. 2 “Fazeres ordinarios da clase: uma aposta para a
pesquisa e para a formação”

La práctica docente es una práctica social y como tal es compleja, multidimensional
y atravesada por sucesos imprevisibles. Durante estas prácticas intercambiamos ideas en el
aula, sufrimos los imprevistos en las planificaciones y puesta en marcha de la misma.
En la interrelación con los alumnos detectamos señales altamente significativas que
nos permitieron un análisis y evaluación constante de nuestras prácticas, pues “las señales
no interrumpen la transmisión, solamente la pautan […] esta vigilancia sobre los cuerpos
es ejercicio de poder” (Remedi, 1988). Éramos las docentes pero también un radar de
actitudes, posturas y gestos emitidos por nuestros alumnos. Era una búsqueda constante del
“Norte” para así poder encausar la clase y no perder el rumbo.
Intentamos hacer nuestra intervención de la manera que la pensamos, sabiendo que
la autonomía en la selección y secuenciación de contenidos y puesta en marcha de nuestras
ideas, es una ilusión. Planificamos, pero tuvimos que ser aprobadas por los docentes guías.
Desarrollamos nuestra clase, pero bajo la atenta mirada del docente del aula. Así como
nuestra autoridad también rozaba lo ilusorio, porque para los alumnos no éramos las
profesoras sino las “practicantes”.
Pese a las dificultades y apuros, pensamos y significamos al grupo de alumnos
como “nuestros alumnos”, planificamos, investigamos estrategias, innovamos propuestas,
pensado en su beneficio. En algunos casos sentimos que no construyeron un vínculo con
nosotras, pero esto no impidió que nosotras sí lo construyamos hacia ellos, pues serán para
siempre nuestros primeros alumnos. Como dice Achilli construimos nuestro deber ser
docente de modo individual y social sobre los pilares de la vocación, la idoneidad y la
afectividad. La vocación surge desde nuestros primeros años de instrucción educativa. La
idoneidad la fuimos construyendo durante la formación docente. Y es la afectividad la que
año a año se va construyendo y reconstruyendo con los diferentes grupos de alumnos e
instituciones donde nos toque desarrollar nuestra profesión docente. La afectividad será la
clave fundamental que nos ayudará a enfrentar y sobrellevar los emergentes que surjan a lo
largo de nuestro trayecto docente; y es este pilar, que mediante la constante formación de
vínculos, realmente nos hace resignificar nuestra profesión motivándonos a seguir adelante.
Durante estas prácticas fuimos adquiriendo los rasgos que caracterizan a la
docencia, fuimos impregnando nuestro ser de estas prácticas para poder reflejar en nuestras
actividades y quehaceres esta imagen. En este proceso de asimilación de características de
otros docentes que consideramos que nos podían beneficiar, nos conformamos como
docentes: “identificarse no es dejar de ser, es ser” (Remedi, 1988). A medida que
intentábamos “emular” a estos docentes, fuimos exteriorizando y potenciando nuestras
propias cualidades como docentes, dado que las mismas sólo pueden surgir por medio de la
práctica docente.
Las prácticas constituyeron el espacio donde conjugamos años de formación
académica, supuestos, historicidad, sentimientos, en definitiva, la complejidad del paso de
alumno a docente y un período de consolidación de valores y actitudes, los cuales
capitalizamos para nuestra vida como docentes. Coincidiendo con José Contreras Domingo:
“Llegar a convertirse en profesor es algo más que adquirir conocimientos y destrezas […]
llegar a ser profesor tiene que ver con la adquisición de los intereses, valores y actitudes
de los profesores”.

Pasquariello dice que esta capitalización de identificaciones y atribuciones opera en
el orden de la intersubjetividad por lo cual dependerá de cada uno como vive la práctica.
Por esta razón, decidimos de mutuo acuerdo, y en contra de todos los presupuestos que
rondaban a la práctica que las viviríamos como una etapa memorable, y dependía de
nosotras hacerlas originales, divertidas, significativas, y que realmente sirvieran a nuestra
profesión, sumándose a nuestra mochila de experiencias educativas, haciéndolas
inolvidables.
“El análisis de la propia práctica y el intercambio con el tutor y compañeros,
favorece un proceso de autoconocimiento acerca de los propios modos de pensar, de
expresarse, de operar y de descubrir el sentido de la tarea” (Pasquariello, 2008) nos
sentimos identificadas y consideramos sumamente importante en todo este trayecto poder
contar con la guía y apoyo de docentes con una rica experiencia, y una pareja pedagógica
con la cual discutir y reflexionar acerca del modo en que nos desenvolvíamos, tanto dentro
como fuera del aula. Es el otro el que me ayuda a alcanzar mis objetivos y a quien voy a
ayudar en esta etapa de formación docente.
Es el otro el espejo donde me reflejo, buscando actitudes a modificar o virtudes a
destacar en mi propia persona. Por eso la importancia de que ese espejo nos permita
reflejarnos lo más fidedignamente posible y no se quiebre ante los resultados. Esto sólo se
logra mediante la confianza en el otro y la sinceridad.

ALICIA
Reflexiones personales
“Al preguntarme qué es identidad pensé en todas aquellas características que
configuran algo o a un ser, pero no solo externamente, sino también su modo de actuar,
expresarse, pensar y compartir. Estas características permiten reconocerlo como parte de
un grupo y diferenciarlo a su vez de los demás.
Así viví estas prácticas, me configure como parte de un grupo de futuros docentes,
pero mi esencia fue en qué me diferencio de cada uno de ellos, mi marca personal. Poseo
un título de grado y considero que tenía el conocimiento teórico de Biología, pero para
salir del cascarón como profesora y pararme frente a los alumnos y saber qué es
éticamente correcto, debía tener esos años de formación pedagógica en los cuales aprendí
a formarme, ser y verme como docente. Aprendí a valorar mis cualidades y a trabajar mis
defectos.
Las prácticas posibilitaron mi incorporación a una institución, aunque sólo de
modo pasajero para conocer cómo se maneja el mundo real. Era el momento de unirme,
también de modo pasajero, a una pareja pedagógica, con la cual tuve momento de
discusión muy clarificantes, un momento para oír con el corazón abierto las críticas
docentes, y saber que no las hacen “por malos” sino porque su amplia trayectoria en las
aulas les permite ver esa práctica desde una visión objetiva que nos ayuda a crecer.
Las prácticas eran esa oportunidad de probarme cuáles son mis fortalezas, mis
debilidades, ayudándome a vencer el miedo para eclosionar del capullo del alumno como
un profesor.
Hoy puedo decir que reflexioné y de la práctica aprendí que:
� Un trabajo planificado no es sólo para cumplir con la cátedra, sino que organiza y
facilita el dictado de la clase.
� Discutir con otros muestra lados de vos mismo y del mundo que no veías.
� Uno mejora su desempeño en base a las críticas de los demás, y aunque molesten
debemos pensar críticamente para que sean útiles.
� La teoría se ve reflejada en pequeñas cosas de la vida real, con lo cual me
demuestran su importancia.
Si un alumno de primer año me preguntara qué le espera para un futuro académico,
le diría que disfrute y aproveche cada año, que espere las practicas con ansias porque es
allí donde, realmente, nos bautizamos con fuego, sangre y lágrimas, con desvelos y
rabietas, donde te puede tocar el peor de los días, pero que la “práctica” de ese día te
salga bien, es lo más satisfactorio del mundo y vale cada una de las desilusiones.
Me gustó transitar esta etapa, aunque no puedo evitar pensar… ¿y después qué?
¿Qué me depara el futuro? ¿Cómo serán los alumnos del mañana? ¿Caeré en la rutina o
podre innovar…? Solo el tiempo lo dirá. Y si me piden que identifique a la práctica como
una imagen, usaría una vieja frase dicha con humor por mi padre:

“NO ES FACIL NADAR CON PONCHO”
Nadar es esa lucha por atravesar esta etapa, poniendo todo de mí, un sacrificio
constante, y el poncho representa todas esas dificultades que intentan que fracase en mi
tarea, no solo ajenas, sino mis propias limitaciones y mis miedos, obstáculos personales
que debo vencer. La práctica fue el primer día del resto de mi vida como docente. Ahí
empecé a ser.”
NOELIA
“La pregunta que merodea insistentemente en mi cabeza y causa malestar es el
tema de la identidad. De ahora en más pasaré a ser llamada “la profesora de Biología” (o
la vieja de Biología). Siempre me estarán identificando en relación a algo o alguien más,
no específicamente a mí. En eso radican mis dudas: Quiero ser yo: Yo profesora, pero ser
yo por mí misma. Considero que esta duda o crisis terminará pronto, cuando me sienta
cómoda siendo profesora, porque aún es muy reciente esta nueva vida, sé que sea lo que
sea siempre le estaré imprimiendo lo que soy a lo que hago.
Hablamos mucho de la autoridad en las clases y cuando comencé las prácticas, no
pensé en eso, en la secundaria los alumnos me respondieron maravillosamente,
funcionaban como un relojito a cuerda nuevo, hacía un perfecto tic-tac.
El problema comenzó en el polimodal, con los chicos más grandes. Fue ahí donde
mi fijé más en la autoridad y disciplina. Tomé la decisión de que mi autoridad pasara por
mis conocimientos, que me respetaran por lo que sabía y no por obligarlos a hacerlo. Pero
no resultó, no tuve suficiente tiempo para demostrar mi conocimiento, debí apelar entonces
a las reglas típicas de autoridad y control: gritar y poner cara de mala, al menos no los
amenacé con la evaluación, eso me tranquiliza. Mi sorpresa fue cuando ellos respondieron
ante estas actitudes mías (hijos del rigor dijo mi compañera), cuando me puse en ese papel,
atendieron. Me quedará la duda hasta tener mi propia clase de si puedo implementar mi
idea de autoridad y respeto, o si siempre tendré que implementar la violencia verbal (gritar
y retar) y gestual (mirar feo, poner cara de mala).
Estas son las preguntas que me surgen luego de un año de práctica y reflexión, son
las cosas que me faltan responder, y están aquí porque son en las que pensaré por mucho
tiempo, hasta que crea haber encontrado la respuesta, si es que la tienen.”

Reflexión final
“El maestro y el alumno se constituyen como tales en el vínculo” (Remedi, 1988)
pero este vínculo no necesariamente se forma cara a cara y diariamente. La práctica
educativa es esa instancia vincular que nos contacta con otra realidad, con grupos
heterogéneos con los cuales nos relacionamos de maneras diversas.
Ingresamos a la institución sabiendo que éramos “las practicantes” pero
sintiéndonos “las profesoras”. Esa es la actitud que pretendimos transmitir. Sabemos que
nunca vamos a tener el mismo grupo, aún estando en la misma institución, éstos no
permanecen inmutables. Creemos que siempre seremos practicantes, ahora
autodenominados practicantes sin título, pero luego de esto, seremos practicantes con
título. Decimos esto porque siempre estaremos ante nuevas circunstancias que nos
plantearán un desafío permanente, teniendo siempre una primera vez en cada grupo. Y con
cada grupo nuevo practicaremos técnicas, estrategias, pensaremos propuestas, todo de
nuevo.
Es por eso que la obtención de un título legitima nuestro saber pero no cierra el
círculo, ya que seguimos transitando en la espiral de la meta reflexión, solo ampliamos el
radio de cada vuelta, con cada grupo y cada escuela. Y llegar a la cima es una meta, pero
cuanto más tiempo tardemos en alcanzarla, más posibilidades de mejorar y crecer
encontraremos.

Bibliografía
Achilli, E. L. 1986. La práctica docente: Una interpretación desde los saberes del
maestro. CRICSO.
Chapato, M. E.; Errobidart, A. Compiladoras. 2008. Hacerse docente las
construcciones identitarias de los profesores en sus inserciones laborales.
Pasquariello, S. M. “Primeras experiencias de formación: las marcas de la
residencia en el proceso de construcción identitaria”. Miño y Dávila editores.
Buenos Aires.
Chartier, A.M. 2000: Educação e Pesquisa. Vol. 26 Nro. 2 “Fazeres ordinarios da
clase: uma aposta para a pesquisa e para a formação”
Contreras Domingo, J. De estudiante a profesor: socialización y aprendizaje en las
prácticas de enseñanza. Ministerio de Educación España.
Davini, M. C. 2000. La formación docente en cuestión: Política y pedagogía.
Editorial Paidós. Buenos Aires.
Edelstein, G.; Coria, A. Imágenes e Imaginación, Iniciación a la Docencia. Kapelúz
Editora. Buenos Aires.
Remedi, E.; Landesmann, M.; Edwards, V; Aristi, P.; Castañeda, A. 1988. Temas
universitarios. “La identidad de una actividad, ser maestro”. Universidad Autónoma
Metropolitana. México.
Salgueiro Caldeira, A.M. La práctica docente cotidiana de una maestra y el proceso
de apropiación y construcción de su saber: un estudio etnográfico.