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Reflexión 13-4-2020

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Reflexión: Monseñor Carlos Ñañez – Arzobispo de Córdoba

EVANGELIO DEL DÍA Mt 28, 8-15

El saludo de hoy tiene una característica particular, quiere ser el augurio de una

gran alegría, de unas muy Felices Pascuas de Resurrección!!

Ayer hemos celebrado este acontecimiento, pero la Iglesia quiere prolongarlo a lo

largo de ocho días, a lo largo de toda esta semana nos está diciendo “hoy el Señor

resucitó”. Como si no bastara el domingo de Pascua para encerrar la importancia y

la alegría de esta buena noticia, entonces la Iglesia a lo largo de ocho días lo va

repitiendo “hoy el Señor ha resucitado”.

En la misa de la vigilia, en el Evangelio, ya habíamos escuchado el feliz anuncio:

“No está aquí, ha resucitado”; es lo que los ángeles dicen a las mujeres. Y el

Evangelio del domingo de Pascua nos ponía frente a ese signo mayor, podríamos

decir, el sepulcro vacío, junto a ese otro signo menor de las vendas que aparecían

enrolladas, y el sudario también ordenado en otra parte de la tumba vacía.

Y hoy lunes el Evangelio nos relata esta aparición de Jesús resucitado a las

mujeres. Estas mujeres que habían ido al sepulcro, y al recibir la noticia que no

estaba ahí, de que había resucitado, estaban desbordadas por el acontecimiento,

alegres y con la intuición de que algo grande y bueno había sucedido. Pero así

estaban cuando el Señor se les aparece, y entonces el Señor resucitado confirma

el anuncio que habían hecho los ángeles. Es una experiencia irrepetible,

seguramente, esa del encuentro de esas mujeres con Jesús resucitado.

Y el primer mensaje del Señor es: “No tengan miedo”. Esto que va a irnos

repitiendo, en varias oportunidades en sus apariciones, a los discípulos y a todos

aquellos con los cuales el Señor se encuentra. “No tengan miedo”, qué bueno es

escuchar esto, dejemos que resuene en nuestro corazón.

Y después, el encargo de llevar a los apóstoles la buena noticia de su

resurrección. Las mujeres tenían el corazón más abierto y estaban disponibles

para recibir la buena noticia, a los apóstoles les va a costar un poco más, por eso

las mujeres son los apóstoles de los apóstoles.

Esta dificultad de los apóstoles es socorrida por la disponibilidad pronta y

generosa de las mujeres, pero al mismo tiempo es como una fuente de antídoto

contra todo entusiasmo fácil y exaltante. Los apóstoles se fueron abriendo

progresivamente, se fueron convenciendo poco a poco, crecieron en docilidad, se


dejaron iluminar interiormente y aceptaron la verdad, esa verdad que es

fundamental.

El apóstol Pablo dice, escribiéndole a los romanos, “porque si proclamas con tu

boca que Jesús es el Señor, y crees con tu corazón que Dios lo ha resucitado de

entre los muertos, te salvarás”. Este es el proceso que viven los apóstoles.

Mientras dejamos que la alegría llene nuestro corazón, la alegría de la Pascua,

pidamos también la gracia de dejarnos iluminar y de aceptar con docilidad que

Jesús ha resucitado, que es nuestro Salvador, que Él nos ha alcanzado con su

ofrenda el perdón, que abre nuestro corazón y todo nuestro ser a la esperanza de

la inmortalidad y de la futura resurrección.

Que esta buena noticia llene en estos días de alegría nuestro corazón, lo ilumine

con la esperanza, lo encienda en el amor y nos permita vivir con alegría esta

Pascua.

Se los deseo de corazón y los acompaño con mi bendición.

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