Metamorfosis - Edicion 1 - Junio 2020
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N O . 1 | J U N I O 2 0 2 0
Metamorfosis
ESPECIAL: COMUNIDADES INDÍGENAS
En esta edición:
NUNCA RENUNCIAREMOS
A LA MOVILIZACIÓN SOCIAL
El Senador Feliciano Valencia y
los desafíos que enfrentan los
territorios étnicos en el marco del
posconflicto
¿UN DISCURSO
DE PODER POLÍTICO?
¿Es el discurso sobre el
reconocimiento inherente a todo
grupo minoritario?
LA POLITIZACIÓN
DE LA ETNICIDAD
Argumentos identitarios
y la idea de ciudadanía
compartida
LOS INDÍGENAS
EN EL CINE COLOMBIANO
Jaime Tenorio y la representación
indígena en el cine local
"Éramos Alijunas en un
territorio indígena"
Cristina Gallego, directora de
"Pájaros de Verano"
metamorfosis
Invitados en esta edición
Jaime Tenorio Tascón
Feliciano Valencia
Cristina Gallego
Virginie Laurent
Alessandra Merlo
Director de Audiovisuales, Cine y Medios
Interactivos del Ministerio de Cultura
Senador del Movimiento Alternativo Indígena y
Social (MAIS), líder Nasa
Directora y Productora de cine y televisión
colombiana
Socióloga francesa, académica de la Universidad de
los Andes y experta en identidades y política
Literata, teórica del cine y académica de Estudios
Culturales en la Universidad de los Andes
E Q U I P O E D I T O R I A L
William Peña Esquivel Bertha Durango David Herrera
Filósofo Pontificia Universidad
Javeriana. Licenciado en Teología de
la Pontificia Universidad Javeriana.
Magíster en Filosofía de la misma
universidad. Sus líneas de trabajo
académico se enfocan en la filosofía
política y la antropología filosófica.
Actualmente es estudiante de la
Maestría en Ciencia Política de la
Universidad de los Andes. También
se ha desempeñado en el sector
público como asesor en programas
de formación ética.
Comunicadora Social y Periodista de
la Universidad de Antioquia. En 2018
fue galardonada con el Premio de
Periodismo Regional Semana-Grupo
Argos, en la categoría "Mejor Aporte
Original a la Radio". De igual forma,
obtuvo la Beca Nicanor Restrepo
Santamaría con la cual cursa la
Maestría en Ciencia Política en la
Universidad de Los Andes.
Actualmente trabaja como
periodista en la Revista Semana,
Graduado de la Maestría en
Producción de Cine y Televisión de
Royal Holloway University of
London. Cursa las Maestrías en
Ciencia Política y Estudios
Culturales en la Universidad de los
Andes. David trabaja como
director y productor en Fahrenheit,
productora especializada en
contenidos sociopolíticos y
culturales, alrededor de tres
pilares: Democracia, Reconciliación
y Derechos Humanos.
Edición No. 1. Junio de 2020. Temática de esta edición: Comunidades Indígenas y su representación política y no
política en Colombia. Diseño y Diagramación: David Herrera. Esta revista digital se desarrolla con el apoyo de Virginie
Laurent y su cátedra Movimientos Sociales y Representación Política en Colombia y América Latina, dentro del
programa de Maestría en Ciencia Política de la Universidad de los Andes, Colombia.
Fotografía de la Portada: Cortesía de Cristina Gallego (Ciudad Lunar). Contacto: d.herreran@uniandes.edu.co
b.durango@uniandes.edu.co, wa.pena@uniandes.edu.co
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Metamorfosis | 5
DISCURSO
¿UN
PODER
DE
EDITORIAL
EL RECONOCIMIENTO
¿Podemos afirmar que el discurso sobre el
POLÍTICO?
reconocimiento es inherente a todo grupo
minoritario?
Metamorfosis | 6
RECONOCIMIENTO
EL
DISCURSO DE PODER POLÍTICO?
¿UN
E D I T O R I A L
En las sociedades modernas el uso del concepto de
reconocimiento, cuando nos referimos a grupos
minoritarios, se ha vuelto tan habitual que
seguramente sería fácil afirmar que el problema de
los grupos minoritarios se reduce al hecho de
lograr ser reconocidos por quienes representan la
mayoría. Actualmente, muchas voces quieren
recoger lo que sería un clamor de reconocimiento
de grupos diversos. Se nos hace extraño
preguntarnos si estamos seguros de que todos los
grupos minoritarios anhelan ser parte de una
política del reconocimiento. La intención en este
texto es reflexionar sobre el concepto de
reconocimiento cuando nos referimos a grupos
minoritarios. No pretendemos abordar todo lo
problemático de este concepto, pero sí
aproximarnos a su complejidad en medio de un uso
desmedido del término.
Así mismo, indagar sobre lo problemático que
puede ser al momento de asumirlo para cualquier
grupo minoritario. En el caso de algunas
comunidades indígenas, por ejemplo, este concepto
puede no tener una acepción específica en su
lenguaje. Quizá a ciertos grupos les parezca
indiferente la concepción de reconocimiento en el
espacio de lo público o, incluso, no podrían estar
interesados en ser representados políticamente y,
mucho menos, entrar en dinámicas estatales que
son ajenas a su hábitat cotidiano. En estos casos,
¿dónde queda la importancia del reconocimiento en
la afirmación de la identidad de los grupos
minoritarios? ¿podemos afirmar que el discurso
sobre el reconocimiento es inherente a todo grupo
minoritario?
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La complejidad del concepto
Para responder a estos cuestionamientos es
importante tener en cuenta que el
reconocimiento no puede ser visto como la única
respuesta a los problemas de los grupos
minoritarios. Este concepto encierra otras
dinámicas que impiden su uso superficial en el
discurso político. Un ejemplo de ello lo podemos
encontrar en Nancy Freiser. La filósofa
estadounidense expone una crítica al modelo del
reconocimiento que se centra en una perspectiva
política de la identidad. Si el reconocimiento se
centra en la necesidad de reivindicar las
identidades; es decir, en una dinámica política
que busca solo reconocer las diferencias
culturales entre grupos diversos; se deja a un
lado la necesidad de asumir los problemas de
distribución y desplazamiento que tienen su raíz
en la base social. Reconocer, en este caso, no es
solo identificar condiciones de diferencias
culturales sino hacer énfasis en las estructuras
sociopolíticas que, además, pueden influir en la
forma como diferenciamos diversos grupos
culturales. La aceptación romántica de la
diferencia y la diversidad no es sinónimo de
cambio en los procesos vitales de las minorías.
Otro autor importante es Will Kymlicka quien
afirma que es un reto para las sociedades
modernas reconocer la identidad y las
diferencias culturales de los grupos minoritarios.
A este reto lo denomina: el reto del
multiculturalismo. El filósofo canadiense
considera que hablar del reto del
multiculturalismo es entrar a un terreno de
conflictos en sus definiciones y en las diversas
formas de abordarlo. Kymlicka reconoce que
existen diversas formas mediante las cuales las
minorías se incorporan a las comunidades
políticas. Una de estas formas corresponde a las
minorías nacionales.
Se refiere a las minorías que previamente
disfrutaban de autogobierno y estaban
territorialmente concentradas en un Estado
mayor. El deseo expreso de estas minorías es
que, quieren seguir siendo sociedades distintas
respecto a la cultura mayoritaria de la que
forman parte. En este orden de ideas, podemos
afirmar que para la perspectiva del
multiculturalismo el reconocimiento aparece
como un aspecto fundamental para identificar la
diversidad cultural de un Estado. No obstante,
podríamos preguntar, como lo afirmamos al inicio
de este texto, si el reconocimiento es un
concepto significativo para todas las minorías
nacionales.
La sociedad primitiva y su
asubjetividad
La generalización del concepto de
reconocimiento nos lleva a asumir un marco
conceptual unívoco. Es decir, cuando hablamos
de reconocimiento para las minorías, asumimos
que las minorías entienden lo que significa este
concepto. Sin embargo, en el caso de ciertas
comunidades indígenas el concepto de
reconocimiento podría no ser tan claro. Gilles
Deleuze y Félix Guatari afirman que ciertas
distribuciones de poder necesitan de la
producción del rostro. Lo individual no necesita
del rostro. El proceso de individuación sí. En las
sociedades “primitivas” pocas cosas pasan por el
rostro: su semiótica no es significante, no es
subjetiva. Esencialmente es colectiva, polívoca y
corporal. Juega con formas y sustancias de
expresión muy diversas: “los llamados primitivos
pueden tener las cabezas humanas más bellas y
espirituales; pero ellos no necesitan del rostro.
Es por una razón simple. El rostro no es
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un universal”. Cuando los filósofos franceses se
refieren al proceso de individuación a través del
rostro, se refieren a la necesidad de devenir un
sujeto diferente de los otros. El rostro es lo que
establece una identidad individual. Una
diferenciación. No obstante, en las comunidades
indígenas esta diferenciación no es tan clara. Su
subjetividad es colectiva. No es necesario un
proceso de individuación para establecer la
diferencia. Llama la atención también el hecho de
que el rostro que deviene en el proceso de
individuación responde a una forma de orden y
poder en la sociedad. Diferenciar es establecer,
en cierto modo, distinciones y organización
dentro de un grupo.
Pierre Clastres reafirma esta perspectiva de la
subjetividad colectiva de algunas comunidades
indígenas. Las comunidades indígenas asumen la
forma de una multiplicidad asubjetiva; sus
asociaciones no son de individualidades o
subjetividades. Precisamente, el antropólogo
francés define la sociedad primitiva como las
sociedades sin Estado. Sociedades cuyo cuerpo
no posee un órgano de poder político separado.
Diferenciar, desde la perspectiva de Clastres, es
un ejercicio estatal donde se establecen los que
dominan y los dominados, los que saben y los
que no saben. Lo social es lo político, y lo
político es el ejercicio del poder. En la sociedad
primitiva el poder no está separado de la
sociedad. Se presentan como sociedades
indivisas, homogéneas en su ser. Si se tiene en
cuenta esta distinción que realiza Clastres, se
puede relacionar el reconocimiento (entendido
como proceso de diferenciación) como una forma
de distribución del poder en un orden social. Sin
embargo, es importante resaltar que en las
sociedades primitivas esta diferenciación no
resaltaba la individualidad porque el poder era la
sociedad.
El poder indiferenciado y el
discurso del reconocimiento
Una de las situaciones que sorprendieron a los
europeos que juzgaron a los indios de América
del Sur, era el hecho de comprobar que los jefes
no poseían ningún poder sobre las tribus.
Denominar esta situación como comportamientos
incivilizados tiene sentido cuando no se entiende
una forma social colectiva que no se constituye
desde procesos de individuación diferenciada.
¿Qué hacía un jefe sin poder? Se le encargaba de
ocuparse de asumir la voluntad de la sociedad de
aparecer como una totalidad única. El líder
primitivo es principalmente el hombre que habla
en nombre de la sociedad en cuanto
circunstancias y acontecimientos. El papel del
jefe de la comunidad tiene importancia en este
análisis en la medida en que es un poder social el
que representa. Sin embargo, lo que dice y lo que
hace no está en función de una dinámica de
dominantes y dominados. Su responsabilidad está
direccionada por “el discurso de la propia
sociedad sobre ella misma, discurso a través del
cual se proclama comunidad indivisa y voluntad
de perseverar en este ser indiviso”.
La pregunta que nos surge entonces es la
siguiente: ¿es posible hablar de deseo de
reconocimiento en una sociedad sin Estado?
Podemos inferir que estas formas de entender la
sociedad colectiva no se conservan en algunas
comunidades indígenas. Su relación con las
formas estatales de occidente ha hecho
necesario el proceso de ir asumiendo lenguajes
nuevos de sus formas políticas. Ha sido
necesario, además, exigir sus territorios
autogobernados como una forma de recuperar el
modelo de una sociedad colectiva. No obstante,
el deseo de reconocimiento no es una necesidad
inherente a cualquier comunidad indígena.
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Algunas de ellas se mantienen ocultas en su
propio espacio, distantes de cualquier deseo de
individuación subjetiva. Las sociedades indígenas
han resuelto la cuestión del poder político de
manera diferente al proceso de individuación
identitario. Clastres afirma que esta forma
política indígena descubrió el parentesco del
poder y la naturaleza como doble limitación del
universo de la cultura. Inventaron un medio para
neutralizar la virulencia de la autoridad política;
lo constituyen según su esencia para negarle
toda potencia efectiva. En ultimo término, el
indígena se constituye en una relación
indiferenciada con la naturaleza. Esta relación en
particular se refleja en las formas de
comprensión de lo político. Sin embargo, para
una sociedad del reconocimiento el indígena es
simplemente un ecologista. Desde la perspectiva
del reconocimiento se hace necesario
diferenciarse incluso del poder de la naturaleza.
Es imposible pensarse en una subjetividad
colectiva que se configura a sí misma con lo
natural.
Reconocer es un ejercicio particular de poder
sobre otro. El reconocimiento exige una
disponibilidad inclusive para reconocer que hay
grupos minoritarios que no quieren ser
reconocidos. No lo necesitan para constituirse
como sociedad. Sin embargo, podríamos afirmar
que, quien reconoce tiene una responsabilidad
mayor para garantizar que quienes no quieran ser
reconocidos puedan constituirse en sus propias
formas de subjetividad. En este sentido, el reto
multicultural va más allá del deseo de
reconocimiento cultural de las minorías. Se debe
contar con las bases sociales adecuadas para que
sociedades colectivas, como algunos grupos
indígenas, puedan subsistir. Querer hacer del
reconocimiento una lucha homogénea es una
actitud de no reconocimiento. Obligar a ciertos
grupos indígenas a emprender la lucha por el
reconocimiento es ignorar la profundidad de sus
formas políticas que, aunque catalogadas como
primitivas, ofrecen formas de convivencia más
equilibradas que las sociedades estatales.
Salvaguardar las minorías nacionales representa
un desafío enorme para cualquier Estado
multicultural. Empero, reducir la subsistencia a
un reconocimiento que se traduce solo en una
representación política visible puede llevarnos a
la pregunta: ¿Qué es lo que queremos preservar
y garantizar cuando reconocemos? En ninguna
circunstancia afirmaríamos que la representación
política de los grupos indígenas es errada. Pero
sí es importante preguntarnos si es posible
representar a sociedades colectivas que carecen
de un proceso de individuación subjetivo,
teniendo en cuenta que esta carencia expresa
una voluntad comunitaria homogénea en su
relación con la naturaleza y el poder. //
Bibliografía
Nancy Fraser. Nuevas reflexiones sobre el reconocimiento.
Will Kymlicka, Ciudadanía multicultural. Una teoría liberal
de los derechos humanos. Paidós: Barcelona, 1995.
Gilles Deleuze et Félix Guatari, Mille Plateaux.Capitalisme
et schizophrénie. Les éditions de Minuit: Paris, 1980.
Pierre Clastres, La sociedad contra el Estado. Monte Avila
editores: Barcelona, 1978.
Investigaciones en antropología política. Gedisa:
Barcelona, 1981.
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UN CINE
HACIA
INCLUYENTE
MÁS
POLÍTICA PÚBLICA
Entrevistamos a Jaime Tenorio Tascón, Director de
Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio
de Cultura, quien nos comparte su visión sobre la
representación indígena en el cine colombiano.
Metamorfosis | 11
Fotografía: Ciudad Lunar
PERFIL: JAIME TENORIO TASCÓN
Politólogo, gestor cultural, productor, y actual Director de
Audiovisuales, Cine y Medios Interactivos del Ministerio de Cultura.
Jaime es Politólogo de la Universidad de Los Andes, Máster en
Gestión Cultural ―Becario del Convenio Andrés Bello (CAB)― del
Instituto Universitario Ortega y Gasset (Madrid), y productor de la
Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los
Baños en Cuba –EICTV-. Previamente se ha desempeñado como
Gerente General de Five7Media, director de RTVC Señal Colombia,
Coordinador de Contenidos de proyectos multiplataforma en Tribu
70 Señal Colombia, además como Miembro de la Academia de las
Artes y Ciencias Cinematográficas de Colombia, entre otros.
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etnocidio” realizados por Martha Rodríguez y
Jorge Silva, donde se muestra al campesino
indígena como un sujeto con agencia, capacidad
de organización y lucha, son evidencia de una
transformación en la mirada. En las últimas
décadas, coincidiendo con las transformaciones
políticas introducidas por la Constitución del 91,
los indígenas empezaron a apropiarse del cine,
los medios de comunicación y las nuevas
tecnologías para contar desde su propia mirada.
Los pueblos indígenas vienen trabajando hace
varios años por encontrar una forma de narrativa
propia, que venga desde sus cosmovisiones y
desde lo que las comunidades indígenas llaman
“Comunicación Propia” una comunicación que
habla de volver al origen. Las comunidades
indígenas tienen dimensiones de la comunicación
que van más allá de lo que las culturas
occidentales o mestizas entendemos por
comunicación, para ellos la comunicación viene
desde el corazón de la tierra, y ellos se
comunican constantemente con su territorio y su
entorno, con la naturaleza, con el fuego, el
trueno, el río, o elementos simbólicos como los
que encontramos en mochilas, chumbes o
manillas. No son solamente figuras geométricas
con bonitos colores, son parte de su narrativa y
su historia.
Para las comunidades indígenas la radio, la
televisión, el cine y los medios digitales son
medios apropiados, pues pertenecen a otras
culturas. Estas tecnologías entraron a sus
territorios con contenidos ajenos a ellas. Los
medios de comunicación han traído cambios y
transformaciones en las culturas indígenas, tanto
en sus formas de comunicación propia, en gran
medida orales. Muchas veces estos medios
difunden ciertas representaciones sobre la
población indígena en las que se muestran
estereotipos que no corresponden a la realidad
de los pueblos, y en las que el aporte cultural de
sus pueblos se torna invisible.
Películas como El Abrazo de La Serpiente,
Pájaros de Verano, Lapü y La Selva Inflada no
pueden considerarse como narraciones propias
de los pueblos indígenas, ya que son narradas
por realizadores mestizos desde una visión
externa; no obstante, sí han tenido una
participación activa de las comunidades
indígenas en su desarrollo y producción, que se
siente en distintos aspectos del producto final, y
nos alegra mucho ese encuentro desde la
interculturalidad.
¿Cuál es el rol del cine frente a la
representación e inclusión de la diversidad
indígena en la actualidad? ¿cómo definiríamos
su aporte directo?
JT: Se han hecho avances muy significativos en
la representación, justamente por el reclamo de
los pueblos a la representación equívoca que han
hecho de ellos los medios apropiados. En las
últimas décadas distintas organizaciones y
comunidades han entendido la importancia de
trabajar en la apropiación y uso de los medios de
comunicación para hacer frente a la globalización
cultural y reafirmar su cultura propia, revitalizar
su lengua, recrear sus tradiciones, visibilizar sus
luchas, sus historias, sus saberes y sus
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propuestas organizativas y políticas frente a las
mismas comunidades indígenas, pero también
frente al resto de la sociedad. En los años
recientes a las comunidades les interesa sobre
todo contar sus propias historias, y no que se
cuenten desde una mirada externa, quieren ser
ellas las que definen cómo quieren que los vea el
mundo. Su interés no es solo contar hacia su
propia comunidad sino hacia los otros. No es
suficiente con determinar temáticas y contenidos
propios, se trata también de encontrar formas
propias de contar, ritmos, narrativas y estéticas
desde su particularidad cultural.
Afortunadamente poco a poco empezamos a
encontrar una mayor participación de contenidos
realizados por comunidades indígenas y afro en
festivales como el Festival de Cine de Cartagena,
con productos de calidad narrativa y técnica, así
como la participación en eventos internacionales.
En una era dominada por la tecnología y el
consumo de productos ligeros, ¿cómo se
despierta el interés de las audiencias hacia los
contenidos audiovisuales que destacan el valor
sociocultural indígena o que nos hablan de su
cosmología, problemáticas o modos de
representación diversos?
JT: No es un tema fácil el de las audiencias. El
mundo occidental está acostumbrado a otros
ritmos narrativos y justamente la búsqueda de
los pueblos indígenas de una identidad desde la
narrativa propia genera ritmos más
contemplativos, más lentos, más propios de sus
dinámicas de vida. El uso de las lenguas nativas
también puede generar problemas al momento de
la exhibición, pues les implica siempre el tema de
la traducción y la subtitulación -que de por sí
trae una “interpretación del mensaje”. Los
indígenas afirman que las ideas se deben
comprimir para la comprensión de los “hermanos
menores”. Hay que trabajar en la formación de
públicos y en nuevos espacios para la circulación
de estos contenidos audiovisuales, además de las
muestras y festivales de cine indígena que varias
organizaciones indígenas realizan en Colombia.
Es además muy importante trabajar con las
audiencias infantiles y juveniles que cada vez
consumen más contenidos foráneos o de redes
sociales, que se alejan muchas veces de nuestra
cultura.
Los procesos de inclusión e integración de las
minorías en el sector audiovisual colombiano no
se centran únicamente en despertar el interés
de las audiencias locales alrededor de sus
historias, sino también en favorecer la
apropiación de las posibilidades expresivas y
narrativas del lenguaje audiovisual, es decir,
permitir que sean los mismos indígenas quienes
no sólo se formen en esta disciplina artística,
sino también produzcan sus propias obras. ¿Qué
objetivos o iniciativas se contemplan al respecto
desde la Dirección de Cinematografía del
Ministerio de Cultura?
JT: Recientemente se fusionaron la Dirección de
Cinematografía con la Dirección de
Comunicaciones en el Ministerio de Cultura. Esta
unión será muy importante para trabajar en la
inclusión e integración de las minorías en el
sector audiovisual y sonoro. Será muy
interesante este proceso en donde los dos
equipos se van a complementar con miradas
interdisciplinarias. Tenemos una gran
responsabilidad en fomentar una mayor
representatividad de estas comunidades delante
y detrás de la pantalla, así como en la radio. Con
la unión de estas dos oficinas, se podrá tener
una mirada mucho más transversal y convergente
sobre estas comunidades, sobre el territorio,
proporcionando así las condiciones y las
herramientas para que se apropien del lenguaje y
produzcan sus contenidos desde sus puntos de
vista, dinámicas y perspectivas, que hablen de
sus temas, de su comunicación propia, y de su
ley de origen. Dejar que puedan explorar en las
narrativas y en las formas de hacer y producir
sus contenidos.
La nueva oficina continuará con el compromiso
de la Dirección de Comunicaciones que ya venía
trabajando desde hace años en fortalecer el
desarrollo de procesos de comunicación que
contribuyan a la salvaguarda y reafirmación de
las culturas, las lenguas y los planes de vida de
los pueblos indígenas de Colombia, así como a la
valoración social de su legado y aporte al país.
Entendemos que la comunicación es fundamento
de la pervivencia de los pueblos indígenas en
Colombia, ya que trasciende todos los momentos
de su memoria colectiva, el espacio material y
espiritual, el ámbito familiar, el propio territorio
comunitario y sus prácticas de reproducción
cultural.
Metamorfosis | 15
Vamos a continuar trabajando en el proyecto de
Comunicación Indígena en permanente diálogo
con los pueblos y los territorios, para fortalecer
las escuelas de comunicación y los procesos de
formación a colectivos indígenas, además de
favorecer la creación de contenidos tanto
sonoros como audiovisuales y digitales desde su
mirada propia. Así mismo desde la oferta del
Programa Nacional de Estímulos se abren este
año becas como la del INI, Comunicación y
Territorio, Comunicación étnica, Cortos
Animados, y Crea Digital. para apoyar procesos
de formación y producción de contenidos
audiovisuales propios, todo esto sumado a la
convocatoria del Fondo Nacional de Cine que
este año tiene una categoría para contenidos
étnicos. Estas acciones están enmarcadas,
además, en la Política Pública de Comunicación
de y para los Pueblos Indígenas, además de los
acuerdos establecidos por el Ministerio de
Cultura con la CONCIP (Comisión Nacional de
Comunicación Indígena).
Para el Estado es prioridad generar condiciones y
brindar herramientas para que sean ellos mismos
quienes se narren desde diversos formatos y
lenguajes. Así mismo promover la circulación de
estos contenidos producidos por realizadores
indígenas en festivales, encuentros, además de
abrir espacios en medios públicos. Justamente se
vuelve necesario dejar de verlos desde lo
exótico, y darles el valor que se merecen como
culturas vivas en la construcción de identidad, en
la construcción de país desde la equidad y en el
reconocimiento de nuestra diversidad cultural.
Metamorfosis | 16
POLITIZACIÓN
LA
LA ETNICIDAD
DE
DESDE LA ACADEMIA
Virginie Laurent, socióloga francesa, académica y
experta en identidades y política, reflexiona sobre la
creciente participación de las comunidades indígenas en
el sistema político colombiano, además de profundizar
en las diversas reivindicaciones y argumentos
identitarios que fomentan la politización de su etnicidad.
Metamorfosis | 17
PERFIL: VIRGINIE LAURENT
Virginie Laurent es profesora asociada del Departamento de Ciencia
Política de la Universidad de los Andes e investigadora asociada del
Centre de Recherche et de Documentation des Amériques en París
(Francia), actualmente “visiting scholar” del Centre for Latin
American and Caribbean Studies de la Universidad de Nueva York
(EEUU). Sus áreas de especialización incluyen la articulación entre
identidades y política, en especial las movilizaciones sociales y
políticas indígenas en Colombia y la región andina.
Metamorfosis | 18
de los territorios indígenas, de regirse bajo unas
modalidades propias en materia de justicia,
educación, salud y gestión del medio ambiente.
Por otra parte, se reservan unas
circunscripciones y unas curules dentro del
Congreso de la República –dos en el Senado y
una en la Cámara– para una representación
política indígena en el órgano legislativo
nacional.
Si hablamos de las campañas electorales
indígenas, podemos usualmente encontrarnos
con discursos y estrategias particulares que
acompañan su ejercicio político. ¿Qué elementos
en común comparten con las campañas políticas
tradicionales? ¿y en qué puntos divergen?
VL: Las campañas electorales indígenas en
principio no se diferencian tanto de las que se
pueden encontrar entre otros partidos. De
hecho, los candidatos se acercan al electorado,
presentan los puntos que quieren defender,
organizan mítines y recurren a una serie de
estrategias publicitarias –en ese sentido, el
proceso no es muy diferente.
Lo que sí diferencia un “modo indígena” de hacer
campañas es el hecho de que dichas campañas se
prestan para dar a “ver y a escuchar” elementos
relacionados con el mundo indígena, con
contenidos de propuestas y programas que están
directamente enfocados en temas que
conciernen a las comunidades indígenas –por
ejemplo, en relación con la idea de la minga, la
cual se entiende como un esfuerzo colectivo para
el bien común–, de sociedades equitativas o de
la protección de la naturaleza, desde la idea de la
relación estrecha y la armonía que existe entre
ser humano y naturaleza entre las comunidades
indígenas. También en el estilo desde el cual se
comparten dichos puntos sobresalen elementos
que, desde el imaginario colectivo, pueden
relacionarse con el “mundo indígena”: a través
del uso de una vestimenta reivindicada como
tradicional –los capizayos, los sombreros, las
plumas o los collares, a veces el uso del pelo
largo; también, con el tocar música con flautas y
tambores; preparar grandes comidas y repartir
chicha; o incluso, por el hecho de recurrir a
médicos tradicionales –chamanes– para orientar
las decisiones que se toman y la actuación de los
candidatos, para explicar sus victorias o sus
derrotas…
Sin embargo, es importante recordar que
tampoco buscan las propuestas indígenas marcar
una ruptura y desconectarse de otras que pueden
ser mucho más amplias y relacionadas con la
sociedad en su conjunto –por ejemplo, a través
de posiciones a favor de la democracia o la paz
en general.
En medio de la creciente amenaza y asesinato de
líderes sociales al interior de las comunidades
indígenas –así como de otras minorías en el
país, ¿cuáles son sus mayores retos electorales
en estas circunstancias?
VL: El problema de la violencia en Colombia –y
de la forma como los actores armados
intervienen en los procesos electorales– es de
larga data. A la vez, el asesinato de los líderes
sociales ha sido como una constante que ha
afectado a las comunidades indígenas. Este es sin
lugar a duda uno de los principales obstáculos –
en este caso, de carácter externo– que viene
planteándose para que las comunidades
indígenas y organizaciones indígenas puedan
efectivamente ejercer su derecho a presentar
candidatos y votar con motivo de las contiendas
electorales. Sin embargo, como tristemente
sabemos, el escenario electoral no es el único
que pone en peligro la vida de representantes y
simpatizantes del movimiento indígena. La
presencia de actores armados en los territorios
indígenas y la hostilidad a la resistencia indígena
a causa de un sinnúmero de intereses políticos y
económicos contrarios constituye una amenaza
permanente para la lucha social y sus defensores
en el país, entre los cuales los activistas
indígenas están fuertemente golpeados –dentro
pero también fuera del campo electoral.
¿Cómo puede la apertura de nuevos espacios de
participación para las comunidades indígenas en
el sistema político colombiano, contribuir en la
etnicización de lo político?
La etnicización de lo político probablemente se
ve reflejada, en primer lugar, en el hecho de que
se haya abierto espacios que son reservados para
actores políticos específicos, desde su
identificación como grupos étnicos –estoy
pensando en las curules y circunscripciones
especiales desde el Senado y la Cámara de
Representantes. Paralelamente, se ha visto desde
el ámbito electoral en general, desde la
competición para llegar a cargos como alcaldías,
concejos municipales, gobernaciones de
Metamorfosis | 20
Metamorfosis | 21
departamentos o asambleas departamentales,
unos aspectos que pueden ser considerados
como propios de unos grupos u otros –como
señalaba antes, tanto en cuanto a las propuestas
defendidas como en la manera de presentarlas al
electorado. Por último, es importante no perder
de vista que se ha visto un cambio importante en
la esfera político-electoral de las tres últimas
décadas: actores y posiciones que por su
identificación étnico-cultural no tenían cabida en
el espacio público hoy han entrado claramente a
este; logran hacerse visibles y hacerse escuchar
desde los espacios de la política electoral; y, es
más, gozan de un reconocimiento oficial dentro
de dichos espacios –lo cual contribuye a dar
fuerza a su presencia dentro de este tipo de
proceso.
¿En qué medida las reivindicaciones y
argumentos identitarios dan forma a la
politización de la etnicidad?
VL: Paralelo al proceso de etnicización de la
política, la etnicidad se politiza –aunque, en
últimas, la etnicidad de por sí es política, es una
acción política en la medida en que es en sí
misma reivindicación de reconocimiento y de
inserción en el debate público. En este sentido,
lo que se ve mas bien es su proyección, desde un
espacio en un principio relativamente localizado
–a nivel de la comunidad– hacia el ámbito
nacional –o, incluso, el ámbito internacional. Así
las cosas, lo que se percibe hoy es ante todo la
forma como actores de los llamados “grupos
étnicos” llegan a tener –y mantener– un rol de
actores políticos que rebasa el ámbito
comunitario, dentro y más allá de los escenarios
electorales y que logran asumir a nivel nacional e
internacional –lo cual era imposible antes de los
cambios institucionales y constitucionales de
finales de los ochenta.
Lo que resulta llamativo de la Minga del año
pasado –y de hecho, de las numerosas mingas de
las últimas décadas– es que revela cómo, a pesar
de que se han dado reconocimientos hoy
plasmados en la Constitución del 91 en relación
con los reclamos de las comunidades y
organizaciones indígenas, estos finalmente
tienden a quedarse en el papel y no traducirse en
cambios concretos –por lo menos, no en los
cambios que exigen las comunidades y
organizaciones indígenas. De hecho, se han
abierto espacios de discusión y de negociación –
entre otros aspectos, para la construcción de
“políticas públicas para pueblos indígenas”– pero
quedan un sinnúmero de tensiones entre
organizaciones indígenas y estado para que se
apliquen de manera más contundente los
reconocimientos frente a las demandas
indígenas, en especial en cuanto a la autonomía
de los resguardos, el respeto de las autoridades
comunitarias y temas relacionados con la
reglamentación e implementación de la consulta
previa, así como sobre la falta de recursos de las
comunidades indígenas. Por lo tanto, contrario a
lo que se hubiera podido pensar, no se acaban
las movilizaciones indígenas con los procesos de
reconocimiento.
A la vez, la interlocución institucional no impide
la permanencia de un forcejeo que en parte se
expresa por la continuación de las acciones por
las vías de hecho desde el movimiento indígena.
Además, encontrar un equilibrio –aunque este
sea precario– sólo puede darse con la condición
de que efectivamente haya interés en la
búsqueda de dicho equilibrio. Se vio claramente
con la llegada a la presidencia de Iván Duque que
la comunicación se hace difícil, por no decir
imposible. Vale recordar que, precisamente con
motivo de la minga caucana de marzo del 2019,
el primer mandatario nunca accedió a reunirse
con las comunidades indígenas y dejó
literalmente la silla vacía en el espacio previsto
para su encuentro con ellas. En cuanto el aspecto
que se relaciona con el tema de la redistribución,
es importante no perder de vista que estas
mingas –incluso, podríamos agregar a estas la
movilización indígena en el marco del paro
nacional de finales del año pasado– se hacen
muchas veces en alianza con otros actores y
organizaciones sociales. Esto no es algo nuevo;
desde el principio, el movimiento indígena ha
propuesto llevar su acción al lado de otros
excluidos de la sociedad colombiana.
La posibilidad de expresar sus demandas y de ser
escuchados desde el ámbito público demuestra la
articulación de demandas específicas –de las
organizaciones y las comunidades indígenas– con
otras mucho más amplias, a favor de un cambio a
profundidad de la sociedad colombiana, a favor
del acceso para todos a recursos económicos,
sociales, culturales y políticos. Dicha lucha se da
a través de este tipo de alianzas.
Metamorfosis | 22
Finalmente, ¿es posible desarrollar procesos de
ciudadanización compartida, en donde los
actores indígenas y no indígenas demanden y
propongan?
VL: Sin lugar a duda, no solamente es posible
sino que, como mencionaba anteriormente, gran
parte de las acciones reivindicativas y de
movilización social y política que son llevadas a
cabo desde las organizaciones indígenas van más
allá de elementos que podrían considerarse como
específicos y limitados a los pueblos y las
demandas indígenas. Hay un sinnúmero de otras
peticiones y propuestas que buscan plantearse
en asocio con diversos otros sectores de la
sociedad colombiana que, como los indígenas,
pueden verse marginados y excluidos en
términos económicos y sociales. Allí está,
justamente, la alternativa de luchar a la vez por
unas demandas propias pero sin perder de vista
el hecho de compartir otras con amplios sectores
de la sociedad. Un lema importante del
levantamiento indígena de Ecuador en el año
2001 rezaba “nada solo para los indios”. Todavía
está válida y al orden del día la consigna, desde
Colombia. //
Metamorfosis | 23
PUEBLOS
LOS
NO
INDÍGENAS
A
RENUNCIAREMOS
MOVILIZACIÓN
LA
MOVILIZACIONES
Conversamos con Feliciano Valencia, Senador por el
SOCIAL
partido MAIS, quien nos comparte su visión sobre los
desafíos que enfrentan los territorios étnicos en el
marco del posconflicto, además de su lucha constante en
favor de la representación indígena frente al Estado.
Metamorfosis | 24
Fotografía: Esteban Vega
PERFIL: FELICIANO VALENCIA
Feliciano Valencia es Senador de la República por el partido MAIS
para el período 2018-2022. Ha sido gobernador de su resguardo natal,
Munchique Los Tigres en Santander de Quilichao; exconsejero del
Consejo Regional Indígena del Cauca periodo 2007-2009. En el año
2000 fue galardonado junto con la Guardia Indígena del Norte del
Cauca con el Premio Nacional de Paz por su liderazgo en la
resistencia civil a la presencia de grupos armados, tanto del Estado
como ilegales, en los territorios indígenas. Valencia también fue uno
de los fundadores del proyecto comunitario Plan de Vida Yu´Lucx,
que representa a los resguardos de Munchique Los Tigres, Nasa Kiwe
Teck Sxaw y Canoas de Santander de Quilichao, Cauca.
Metamorfosis | 25
Fotografía: MAIS
PUEBLOS INDÍGENAS NO RENUNCIAREMOS
LOS
LA MOVILIZACIÓN SOCIAL
A
Metamorfosis | 26
Fotografía: Esteban Vega
M O V I L I Z A C I O N E S
En una época de transición y pos-acuerdo de Paz,
¿cuáles son los mayores desafíos que enfrentan
las comunidades indígenas en Colombia?
FV: Los desafíos están al orden del día, desde la
firma de los acuerdos, no hemos logrado salir de
esta espiral de violencia y parece que cada vez más
se agudiza en nuestros territorios. Cauca, Chocó,
Putumayo, Antioquia, Nariño y la región del
Catatumbo en Norte de Santander siguen
padeciendo las consecuencias de un conflicto
armado, mal implementado. Las expectativas en los
pueblos indígenas fueron grandes, la realidad nos
ha demostrado qué lejos estamos de la terminación
del conflicto armado en Colombia. Al día de hoy,
luego de la firma en el año 2016, hasta el día de
hoy 24 de mayo, según datos de la Organización
Nacional Indígena de Colombia han sido asesinados
238 indígenas en Colombia, en su mayoría en las
zonas del país que mencioné anteriormente. Con
que termine la violencia en nuestros territorios,
habremos avanzado mucho en Colombia. La
presencia de actores armados en nuestros
territorios es el principal desafío.
Los líderes sociales hacen labores de
representación política, convirtiéndose en agentes
de desarrollo para el país, ayudando a
implementar las estrategias de derechos humanos
de las organizaciones internacionales, y a la vez
defendiendo el acceso a la educación y salud en
sus comunidades. Si hablamos de los líderes
sociales provenientes de los territorios étnicos,
¿cuáles son los logros más significativos a
destacar de su labor? ¿en qué áreas han
contribuido más?
FV: Más que “agentes de desarrollo”, ya que
muchas veces en función del “desarrollo” se ha
profundizado el extractivismo en Colombia,
explotando la madre tierra con la extracción de
hidrocarburos y minerales, con la siembra de
monocultivos, con la inundación de nuestros
territorios para hacer represas, nosotros
concebimos la labor del liderazgo social para
exigir al Estado colombiano que cumpla con su
función de ser garante de los derechos humanos
en Colombia, y en el caso de los pueblos
indígenas de sus derechos colectivos y
territoriales. En este sentido, me parece que el
liderazgo que he ejercido ha estado en función
del cumplimiento de los acuerdos que el Estado
colombiano ha firmado con las diferentes
organizaciones y pueblos indígenas del país y
aún no ha cumplido. Y últimamente, desde el
Senado de la República, en la defensa del
derecho fundamental a la consulta previa. Existe
una presión de los gremios, de un sector político
y del empresariado colombiano para que el
Congreso realice una reglamentación, a favor de
proyectos extractivistas y en contra de los
pueblos y la madre tierra.
Sobre este tema nos encontramos,
precisamente, con una coyuntura alarmante: El
asesinato de los líderes sociales ha crecido
durante los últimos años, y particularmente
desde la firma de la paz en 2016. ¿Qué tipo de
amenazas afrontan? ¿y cómo han afrontado
ustedes esta violencia contra sus líderes?
FV: Sí, el liderazgo social, la defensa de los
derechos humanos se ha vuelto en Colombia una
labor “peligrosa” para los violentos. En nuestras
comunidades hemos creado mecanismos de
protección comunitarios como la Guardia
Indígena, o los afros la Guardia Cimarrona, o el
campesinado la Guardia Campesina, pero en
estas circunstancias sigue siendo una medida
insuficiente para salvaguardar la vida de los
lideres y lideresas sociales. Los armados no
tienen compasión y por supuesto que hay una
relación desigual entre la chonta –bastón que
porta la Guardia Indígena-y los fusiles y armas
que usan los grupos armados. Pero hemos dicho
que con la unidad de la comunidad y la
protección que los pueblos indígenas hemos
tenido con nuestras autoridades espirituales,
nuestros rituales sagrados, la medicina
tradicional, las actividades comunitarias,
seguiremos desde ahí resistiendo a la violencia.
El asesinato de líderes sociales se convierte en
una amenaza latente contra la democracia –
considerando que son agentes de control y
representatividad en el interior de Colombia y
muchas veces llenando la ausencia del Estado en
ciertas regiones del país. ¿Qué cree que el
gobierno no está haciendo bien al respecto?
Hablémoslo desde su mirada desde los
territorios étnicos.
Hay una desconexión total entre el Gobierno
Nacional y los territorios. Incumplir la
implementación de los acuerdos con las FARC ha
sido un error garrafal, y que nos está costando a
las comunidades campesinas, afrodescendientes
y a pueblos indígenas, muchas vidas. El Acuerdo
trae unos Planes de Desarrollo Rural con
Enfoque Territorial-PDET, llegó este Gobierno
con otra propuesta, y no impulsó los PDET y
ahora estamos sin esa propuesta de planeación
que hubiera significado mejores condiciones de
vida para las comunidades. Situación similar pasó
con el Plan Nacional de Sustitución de Cultivos
Ilícitos-PNIS, muchas familias, personas y
comunidades firmaron con el Estado sustituir
esos cultivos, no se cumplió, los cultivos
crecieron y ahora eso es lo que ha acrecentado
las disputas en nuestros territorios por el control
del negocio y de las rutas, poniendo en riesgo la
vida, de quienes impulsan la sustitución. Unido a
esto, la erradicación forzada y la búsqueda del
Gobierno de fumigar con glifosato los cultivos
está acrecentando más las tensiones y conflictos
con las comunidades, en Antioquia, Nariño y el
Catatumbo ha habido muertos de cultivadores
que se oponen a la erradicación forzada.
Desde su posición como líder indígena Nasa,
Senador de la República y uno de los voceros
más reconocidos de la Minga Indígena, háblenos
un poco sobre la autonomía indígena, y en qué
consiste esa deuda histórica y social de la tierra
por parte del Estado hacia los grupos étnicos.
FV: La Autonomía Indígena es poder decidir al
interior de nuestras comunidades sobre nuestros
asuntos y sobre los territorios en los cuales
convivimos como pueblos. ¿Qué es lo que
queremos como pueblos? ¿Hacia dónde vamos?
¿Cómo actuamos en colectivo? Esto a partir de
nuestras propias cosmovisiones y nuestras
propias culturas siempre buscando el equilibrio y
la armonía con la madre tierra y en comunidad.
Metamorfosis | 27
Sin embargo, esto se ve por algunos como un
separatismo o la pretensión de unas “repúblicas
independientes” y lo que hemos dicho es que
somos parte de la madre tierra, no sus dueños,
por eso también nuestro llamado al
reconocimiento de su protección. Esta actual
situación de pandemia, nos convoca a cambiar
nuestro modelo de desarrollo basado en el
extractivismo. Y en relación con la deuda
histórica de la tierra, eso viene desde la llegada
de los españoles a estas tierras y que se agudizó
con la formación del Estado en Colombia, a
través de la guerra y algunas leyes se ha venido
despojando a los pueblos indígenas de sus tierras
para monocultivos o ganadería extensiva y lo que
hemos dicho es: queremos tener un lugar donde
producir los alimentos, para el consumo y
también para la comercialización, pero lo que ha
pasado es que, nos siguen confinando a lugares
que no se pueden producir porque son de
especial protección: páramos, selvas, o de difícil
acceso y con baja posibilidad de comercializar,
entonces hemos dicho que las tierras más
productivas del país deben ser para la
producción de alimentos, no para la producción
de alcohol carburante, para los carros, o para la
extracción de petróleo, o la ganadería si no para
que la gente pueda producir su propio alimento.
Al hablar de representación, uno de los reclamos
frecuentes de las comunidades indígenas es la
falta de garantías a la protección y la
autoprotección, además de la falta de
comprensión por parte del Estado sobre los
asuntos que les preocupan a ustedes. ¿Cuál es
su posición al respecto?
FV: La representación en Colombia es difícil, lo
que me ha mostrado esta experiencia en el
Congreso de la República es que hay una
correlación de fuerzas en el país que no
beneficia a los pueblos indígenas y hasta juega
en contra de sus derechos. Mire usted por
ejemplo el tema de las Entidades Territoriales
Indígenas-ETIS, eso no se ha reglamentado desde
el año de 1991 que quedaron consignadas en la
Constitución Política, y no creo que se vayan a
reglamentar, uno acá es sólo contra el resto,
aunque valga decir, contamos con los votos de la
bancada de oposición. Por eso los pueblos
indígenas no renunciamos a la movilización social
y a las mingas, ha sido la manera como el Estado
colombiano de alguna manera ha construido
política pública para los pueblos indígenas, vía
legislativa es muy difícil, y a través del Ejecutivo
peor, con estos gobiernos que defienden a los
sectores económicos en detrimento de los
derechos de la población, es muy difícil. La Corte
Constitucional también ha emitido sentencias
para proteger a los pueblos indígenas, existen 36
pueblos en riesgo, según el Auto 004 de 2009, al
día de hoy yo creo que son más, sin embargo
ninguno de los gobiernos que han estado en el
poder desde aquella época hasta el día de hoy,
han hecho algo para el cumplimiento de los
Planes de Salvaguarda construidos por las
mismas comunidades.
Finalmente, desde su trabajo como Senador de
la República, ¿qué iniciativas, programas u
objetivos tiene en mente para fortalecer la
representación política desde los territorios
étnicos?
FV: Por ahora vamos a estar atentos a defender
el derecho fundamental a la Consulta Previa de
los pueblos indígenas, afrodescendientes, rom,
raizales y palenqueros ante la reforma que ha
propuesto el Gobierno de Iván Duque, porque es
una manera de seguir vulnerando nuestros
derechos, si se nos limita la participación en los
planes y proyectos que puedan afectar nuestras
culturas y nuestros territorios. La consulta previa
es un derecho fundamental colectivo que ha
permitido la defensa de nuestros territorios del
extractivismo depredador; cualquier reforma que
menoscabe los derechos ya adquiridos nos pone
en una desprotección absoluta a nuestros
pueblos y a nuestras culturas. Y por el otro lado,
creo que es necesario profundizar el debate
acerca de los Derechos de la Madre Tierra en
Colombia, cada vez vemos como se deforesta la
Amazonia, se secan ríos, se queman páramos, se
planea hacer fracking, la minería acabando con el
agua, etc.; y acá parece no importar, creo que
un acto legislativo en sentido de darles derechos
a la madre tierra, será casi un acuerdo que hace
la población colombiana con la madre (planeta)
tierra en sentido de garantizar su protección y la
de las generaciones venideras con medidas
contra el cambio climático. //
Metamorfosis | 28
Reportaje
EL AÑO EN QUE LOS
INDÍGENAS ALZARON SU VOZ
El aumento de la violencia, el abuso a los recursos
naturales y el silencio del Estado, fueron algunas de las
razones por las que los pueblos aborígenes hicieron
retumbar sus reclamos en muchas partes de Colombia
durante el 2019.
Nunca antes tantos cientos de miles de indígenas en muchos
rincones del país habían alzado su voz y habían expresado su
sentir. Una decisión valiente. Cansados de los abusos y del
silencio del Estado, los pueblos aborígenes unieron su sentir
al de todo un pueblo, 2019 fue el año de las protestas, el 4
de diciembre de 2019 será recordado como el día en que la
minga indígena nacional se hizo sentir. Pocos días antes de la
marcha empezaron a llegar en los buses tipo escalera,
coloridas y adornadas con las banderas verde, rojo y
amarillo, se asentaron en la Universidad Nacional, donde
fueron acogidos y desde donde planearon con cautela como
sería su movilización en la marcha del 4D en el marco del
paro nacional.
Desde las 8 de la mañana del día esperado, y como si se
tratara de una fiesta, acompañada por música, pancartas,
colores y banderas, comenzaron a marchar desde la
Universidad Nacional rumbo a la Plaza de Bolívar. La
Guardia Indígena del Cauca siempre en primera línea, detrás
de ellos los Nassa, los Coconuco, los Misak, los Pijao, los
Ingas, los Muiscas. Representantes de más de 35
comunidades indígenas del país llegaron hasta Bogotá para
formar una sola voz, ya el 21 de noviembre en el paro
nacional habían manifestado su sentir y habían acompañado
la protesta, sin embargo, ese día, ese 4 de diciembre su
poderío fue innegable.
"Hoy se moviliza la dignidad del pueblo colombiano, hoy
se movilizan los pueblos indígenas de Colombia en
defensa de la vida, La Paz, los territorios y en contra del
'paquetazo' de Duque", afirmó en ese momento en su
cuenta de Twitter el Consejero Mayor de la Organización
Nacional Indígena de Colombia (ONIC), Luis Kankui.
La marcha fue pacífica, en la medida que caminaban fueron
dando entrevistas a periodistas de todos los medios, varios
salieron en televisión, como Erson Niquinas, indígena de la
comunidad Guantana, quien manifestó que “lo importante
es mantener la armonía y la paz entre los colombianos; no
pelearnos entre nosotros es lo que predica la guardia
indígena”.
Según la Comisión de la Verdad, entre 1986 y 2019 en
Colombia se presentaron el asesinato y desaparición de
223 autoridades étnicas y líderes sociales. De acuerdo con
el censo de 2018, en Colombia viven 1.905.000 indígenas,
representando así el 4,4 % de la población. Tan solo en el
departamento del Cauca a asesinaron a 22 líderes sociales
durante 2019. Las causas siguen siendo las mismas, pero la
más fuerte es la de la eterna disputa por las tierras por
parte de grupos armados que ven en esos territorios las
posibilidades de seguir aumentando las producciones de
drogas y negocios ilícitos.
Metamorfosis Irreverentes | | 294
A eso se le suma el nuevo enemigo invisible que los ataca y los
está matando, el covid-19, mientras tanto el Gobierno sigue
sin dar mayores respuestas ni soluciones.
Fotografía: Esteban Vega
"Si nos quedamos callados, nos matan, y si hablamos
también, entonces hablemos" decía el letrero inscrito
en una de las pancartas.
Metamorfosis | 30
Esa fue una de las mayores razones para la movilización, sin
embargo también marcharon por la garantías a las
consultas previas y populares, como herramientas para
proteger sus territorios de los proyectos extractivos, por el
cuidado, protección y defensa de la madre tierra y sus
territorios, por el respeto y la garantía a los derechos
políticos, civiles, sociales, económicos, culturales y
colectivos, así como del medio ambiente, por el
fortalecimiento de sus autonomías y gobierno propio de
indígenas, campesinos y afrodescendientes.
¿Qué pasó después?
Así han vivido siempre los pueblos indígenas, y así siguen
viviendo, huyendo, huyendo de sus propios territorios y sin
un lugar seguro a donde llegar. A eso se le suma el nuevo
enemigo invisible que los ataca y los está matando, el covid-
19, mientras tanto el Gobierno sigue sin dar mayores
respuestas ni soluciones. Ciudades como Bogotá siguen
albergando a cientos de miles de indígenas que desplazados
de sus tierras llegaron en búsqueda de refugio, ahora los
moviliza el hambre y la zozobra, confinados en la periferia
de una ciudad fría y ajena no pueden vender sus artesanías
ni regresar a sus territorios. //
Pese a la manifestación de ese 4D y de las del 21N, las
violaciones e irrespeto por la vida de los pueblos indígenas
no para, asesinatos y desplazamientos siguen siendo la
constante sobre todo en los departamentos del Cauca,
Nariño y Chocó.
Recientemente 37 familias Embera lograron huir del
enfrentamiento entre las Autodefensas Gaitanistas de
Colombia y el ELN en Bojayá- Chocó. "Queremos que nos
ayuden, que manden seguridad especial para nosotros", fue
el ruego de un indígena Embera el pasado 4 de abril, que,
con poca fluidez del idioma castellano, trató de comunicarle
al país que mientras la mayoría de colombianos están
resguardados en sus casas en prevención al contagio del
coronavirus, ellos le huyen a las balas en Bojayá.
En la grabación difundida por la Federación de Asociaciones
de Cabildos Indígenas del Chocó (Fedeorewa) se veía a más
de diez niños asustados que junto a sus padres trataban de
ocultarse de los disparos que se escuchaban a lo lejos. Los
más pequeños eran cargados por sus madres en la espalda,
mientras los hombres guiaban el camino entre los
matorrales. Así han vivido siempre los pueblos indígenas, y
así siguen viviendo, huyendo, huyendo de sus propios
territorios y sin un lugar seguro a donde llegar. A eso se le
suma el nuevo enemigo invisible que los ataca y los está
matando, el covid-19, mientras tanto el Gobierno sigue sin
dar mayores respuestas ni soluciones.
Metamorfosis | 31
ÉRAMOS
EN UN
ALIJUNAS
TERRITORIO
INDÍGENA
POLÍTICA Y CINE
"Pájaros de Verano", una historia sobre la bonanza
marimbera desde el mundo Wayuú, fue la película
inaugural de la Quincena de Realizadores en el Festival
de Cine de Cannes 2018. Hablamos con Cristina Gallego,
su directora, quien nos reveló los mayores desafíos
durante su rodaje, además de compartirnos su visión
sobre la necesidad de superar los desafíos culturales
desde los imaginarios.
Metamorfosis | 32
Fotografía: Ciudad Lunar
PERFIL: CRISTINA GALLEGO
Cristina Gallego es una de las directoras y productoras de cine
colombiano más reconocidas internacionalmente. Fundó junto a
Ciro Guerra Ciudad Lunar Producciones, compañía productora de
los largometrajes La sombra del caminante (2004), Los viajes del
viento (2009), la primera película colombiana nominada al Oscar El
abrazo de la serpiente (2016) y Pájaros de verano (2018), las cuales
han hecho parte de renombrados festivales como Cannes, San
Sebastián, La Habana, Toronto, Guadalajara, Cartagena de Indias,
entre otros. Con Pájaros de Verano realizó su debut como directora
(en codirección con Ciro Guerra), película que tuvo su estreno
mundial durante la apertura de la edición 50 de la Quincena de
Realizadores del Festival de Cannes.
Metamorfosis | 33
Fotografía: Ciudad Lunar
Pienso que en medio de la riqueza étnica que
tenemos -que se contrapone justamente con el
acceso a la educación y mucho más al audiovisual
que pareciera restringido a las clases altas- el
cine nos debería ayudar a ampliar las miradas
hacia esos otros que somos en Colombia.
Mientras se mejoran las condiciones, me
identifico con el cine que nos permite ampliar la
mirada, hacer conciencia, no comer entero,
buscar balances y equilibrios, y sanar heridas.
Uno de los constantes reclamos de las minorías
indígenas es su limitada inclusión y
representación en los medios de comunicación
en el país –incluyendo el audiovisual, y que
algunos justifican por la falta de interés de las
audiencias hacia su riqueza cultural, sus
costumbres y sus modos de vida. ¿Cómo se
pueden abrir esos espacios desde el cine en un
contexto en donde el consumo de productos más
ligeros marca la tendencia?
CG: Sí hay que ampliar el discurso desde quienes
lo hacen, junto a una mayor diversidad en los
contenidos, en las historias, en los protagonistas,
y en los personajes -que es una tarea larga. En el
fondo es intentar ser diversos cuando los mismos
directores y guionistas no lo son. En el cine por
lo menos, creo que nadie puede hablar por otro
desde lo que no es o no siente, pues lo primero
que generamos los cineastas es conexión y
puntos de vista de las propias historias; así que,
supongo que la inclusión pasa por la pedagogía y
el interés en generar un propio discurso desde
ese país no incluido, no representado. Hoy los
medios están más cerca, pero se necesita interés
propio por aprender y desarrollar el lenguaje
audiovisual desde esos lugares. Si seguimos
pensando que la inclusión debe venir desde
afuera y no desde adentro -con revoluciones más
internas, pasando de ser víctima a miembro
activo del cambio, es difícil que todo esto se
logre.
Desde su experiencia y cercanía con las
comunidades indígenas, particularmente los
Wayúu –quienes fueron parte central de su
última película, Pájaros de Verano, ¿cómo se
logra contar una historia de ficción ambientada
en elementos étnicos e históricamente
relevantes, sin dejar de ser fiel a su realidad ni
caer en los estereotipos recurrentes?
CG: La vida allí tiene también sus propios arcos
dramáticos, sus formas. En el cine hay que
encontrar los dispositivos y concentrar el relato.
Pájaros de Verano cuenta una historia muy
ambiciosa, pero está dividida bajo una estructura
de tragedia y alrededor de rituales. Y a partir de
esto se construye ese ascenso y caída de la
familia Pushaina.
Si hablamos de representación en el cine, ¿qué
desafíos culturales encontró durante el
desarrollo y rodaje de El Abrazo de la Serpiente
y Pájaros de Verano? Tal vez alguna anécdota
que nos permita imaginar los desafíos que se
presentan al encontrarse con formas de
representación distintas a las tradicionales.
CG: Los desafíos culturales tienen que ver con
los imaginarios y con cómo entendernos. Con el
Abrazo de la Serpiente todo fluyó bien dentro de
lo que pensábamos o creíamos; la selva fue
benévola con nosotros y pudimos llevar a cabo
un rodaje muy exigente, sin dinero, en un
entorno salvaje, sin mayores complicaciones y
sin dispositivos de salud o seguridad
importantes. Pero la Guajira fue muy retadora
desde la preproducción. Los Wayuu han
protegido su cultura y territorio de una manera
férrea y nosotros podíamos sentir esa tensión.
Nuestra locación principal, una vez construida,
se empezó a inundar; una vez inundada, tuvimos
que cambiar el plan de rodaje, construir diques
alrededor para aislar el mar que se acercaba.
Metamorfosis | 35
Metamorfosis | 36
Fotografía: Ciudad Lunar
Era una situación muy difícil; éramos Alijunas en
un territorio indígena, y uno en sano juicio
occidental no cree en nada, pero allá estábamos,
en una cultura cuya principal relación espiritual
se da con sus muertos, los huesos, la tierra, la
sangre, y los ancestros. Y ahí estábamos
nosotros, llenos de problemas, de contratiempos,
uno detrás de otro.
Al comenzar el rodaje las cosas se complicaron
más; tuvimos tormentas de arena en el set que
hacían muy difícil la grabación; teníamos que
protegernos con gafas de seguridad, telas,
pañoletas, y al final de la primera semana los
actores sufrieron de conjuntivitis al no poderse
proteger. Los miembros de la comunidad decían
que todo ocurría porque no pedimos permiso, lo
que nos provocaba a todos miedo y angustia. El
ritual Wayúu para pedir permiso incluía un
sacrificio animal, y yo no sentía que pudiera
hacerlo. Por más respeto que tuviera a sus
tradiciones, mi crianza es católica -y aunque no
soy muy practicante- el hecho de sacrificar
animales iba en contravía con algo muy
profundo.
Éramos un equipo grande, de gente fuerte y
experimentada, pero aún así sentíamos mucho
miedo pues cada día traía un reto aún mayor.
Uno no graba todos los días proyectos -sobre ese
aparato de muerte llamado narcotráfico- en
cementerios indígenas, hablando de ancestros,
venganzas, espíritus, en un lugar que en su
momento enterró muchas personas de diversos
orígenes y cuyas muertes fueron violentas.
Avanzado el rodaje y viendo que los problemas
no cedían, un poco presionada al ver al equipo
agotado, consulté con un sacerdote del lugar,
quien me confirmó que sí, que los ancestros que
estaban ahí eran muy fuertes, y que la tierra
expulsaba a los foráneos, pero si no habíamos
tenido que detener el rodaje ya veríamos que
seguro nos estaban ayudando.
Pedimos misas, hicimos ofrendas, incluimos en el
catering agua bendita, teníamos miedo.
Terminamos el rodaje del desierto con una
tormenta eléctrica que nos destruyó el set
principal y que nos hizo reescribir el final de la
película. Fueron situaciones muy difíciles pero
que construyeron algo que no podíamos hacer
nosotros solos, y nos hizo ver cosas que no
habíamos visto ni pensado. Pájaros de Verano
tiene un arco visual y climático digno de un
Apocalipsis de grandes presupuestos, pero acá
estaban pasando sin necesidad de efectos
especiales. La película pasa de un intenso verano
al invierno torrencial; desde el primer momento
que negocian con marihuana aparece la bruma y
la lluvia en la historia. Fue entonces el reto
cultural el mayor desafío, el poder o lograr
entenderse y respetarse entre las diferencias,
sabiendo quién es uno y quién es el otro,
trabajando desde el profundo respeto por los
saberes y conocimientos, pero también sabiendo
y respetando quienes somos.
Finalmente, ¿cuál cree que es el mayor vacío o
ausencia del Estado en su relación con las
comunidades étnicas en el país?
CG: El difícil acceso ha permitido también la
permanencia, el resguardo de la cultura, así que
es un tema complejo. Los vacíos más grandes
creo que tienen que ver con entender cómo se
adapta un sistema a las diferentes culturas sin
ponerlas en peligro. El asistencialismo en la
Guajira ha creado víctimas que necesitan de la
protección permanente, pero no se ha enfocado
en construir sociedades que puedan auto
sostenerse y superar la propia corrupción. Los
grandes vacíos se centran en la educación, en la
alfabetización, pero no desde el sistema
tradicional, sino una educación más integral que
les permita desarrollar sus propias
potencialidades sin perder el vinculo con su
territorio. //
Metamorfosis | 37
Fotografía: Ciudad Lunar
LA
ASUMIENDO
DEL
MIRADA
ESTUDIOS CULTURALES
Alessandra Merlo, literata, teórica del cine y académica,
OTRO
nos habla sobre la necesidad de ampliar nuestros marcos
de visibilidad, esto es, la necesidad de asumir la mirada
del otro -y cuya ausencia explicaría el desinterés
alrededor de los indígenas en Colombia.
Metamorfosis | 38
PERFIL: ALESSANDRA MERLO
Alessandra Merlo, literata y teórica del cine, es profesora del
Departamento de Lenguas y Cultura de la Universidad de los Andes.
Se ocupa de imagen fija (fotografía), cine, medios y representación.
Luego de graduarse de Literatura Moderna de la Universita degli
Studi di Pavia, Alessandra cursó una Maestría en Literatura
Latinoamericana en la Pontificia Universidad Javeriana y un
Doctorado en Cinéma et Audiovisuel en la Universite De Paris III
(Sorbonne-Nouvelle). Algunas de sus obras incluyen “Mirar Una
Película” y “Los útiles y los inútiles. Presencia y visibilidad de los
objetos en el cine”.
Metamorfosis | 39
¿Cuál debe ser nuestra posición como sociedad
ante esa necesidad de las comunidades
indígenas de trascender su idea de
autodeterminación -la recuperación de su
autoconciencia étnica- hacia una participación
que altera no sólo la política sino también sus
modos sociales, sus canales de representación e
inclusive sus propios modelos económicos?
¿cómo apoyar ese tránsito desde el
reconocimiento de la identidad cultural hacia el
respaldo de un proyecto político?
AM: Nuestra posición debería ser la de asumir la
mirada del otro. Sin embargo, esto es algo que a
veces se hace en la academia, ojalá en la escuela
(la pública y también la privada), a veces en la
reflexión y producción artística (pienso en lo
audiovisual, en lo musical), muy poco o nada en
los medios de comunicación.
Pero, ¿puede el debate cultural (el que se genera
en los ámbitos que acabo de nombrar) llegar a
crear una necesidad legislativa y política? Esta es
la pregunta. Para contestar no es suficiente mirar
casos más o menos afines a lo largo y ancho del
planeta. Hay que considerar el contexto presente
y sus posibilidades reales. Diría por lo tanto que
en Latinoamérica (que de por sí es una realidad
demasiado diversa para caber bajo un único
parámetro) la opinión de la sociedad siempre ha
contado muy poco, siempre y cuando haya sido
respetada, no censurada, no callada.
Al analizar el rol de las curules indígenas en el
Congreso colombiano durante los últimos veinte
años, sus representantes destacan las
oportunidades y espacios de participación que
se han abierto para sus pueblos; no obstante, su
representación sigue siendo minoritaria,
impidiéndoles plantear temas estructurales para
los pueblos indígenas que en efecto sean
tramitados por el Congreso –y que luego se
evidencia con proyectos en su mayoría
archivados.
AM: Sin duda la Constitución del 91 ha hecho
algo muy importante. Sin embargo, un problema
grave en la política (en el sistema político o
gubernamental) de Colombia, es la
deslegitimación metódica de la oposición (y por
ende, de las minorías). Al no existir una
necesidad de debate (político, no polémico) entre
gobierno y oposición, entre partido mayoritario y
grupos minoritarios, se condena infinitamente al
silencio al que no está en el poder. Es un sistema
autoritario y absolutista disfrazado de
democracia (lo digo como literata, como
estudioculturalista, no como politóloga, por
supuesto). Si tradicionalmente liberales y
conservadores se alternaban el poder (y ahora,
otros grupos ligeramente más variados), eran
ellos los que podían aprovechar su paso por el
poder. Las minorías, sin embargo, están
estructuralmente alejadas del poder (por ser
minorías y minoritarias) y de sus intereses. Lo
que estoy diciendo es que el sistema mismo
parece incluir a los indígenas más para mostrarse
inclusivo que para darles la palabra.
La agenda de las comunidades indígenas suele
venir acompañada de la defensa de la madre
Tierra, del territorio y de la pervivencia
colectiva, y, en palabras de varios
representantes, “se percibe que estos temas
poco o nada le importan al Congreso”. De esta
forma, los indígenas que acceden a estas curules
se enfrentan a profundas resistencias con
relación a las iniciativas legislativas que
proponen. ¿Cómo abordar estas resistencias –
profundamente culturales- que trascienden el
ámbito de lo político?
AM: La defensa de la madre Tierra, por ejemplo,
muestra hasta qué punto los valores de
propiedad, comunidad, derecho de la sociedad
occidental liberal son distintos a los valores que
les dan las comunidades indígenas. Tan distintos
y distantes que parecen no caber bajo un mismo
sistema jurídico. Las resistencias que los
representantes indígenas encuentran frente a
estos temas y a las discusiones correspondientes
se deben a que se está poniendo en discusión el
mismo sistema patrimonial occidental. El desafío
de los valores indígenas puede significar (y
significa) un peligro para la estructura social
colombiana (no indígena). No es cierto que estos
temas “poco importan” a la mayoría del congreso:
la deslegitimación y la marginación del debate
sobre estos temas es a su vez una estrategia
escapista para no tener que enfrentar un debate
en el que difícilmente se podría encontrar una
conciliación. Es en este sentido que se puede
hablar de resistencias profundamente culturales,
mas no por esto menos políticas (lo cultural
siempre es también político) //
Metamorfosis | 41
NIÑO DE
EL
ARENA
PRÓXIMAMENTE
En el documental El Niño de Arena, nos sumergimos en
la realidad de la infancia Wayúu, abordando el complejo
sentido de identidad y pertenencia a través de la
experiencia directa de un niño indígena en un entorno
adverso y hostil.
Metamorfosis | 42
Pero, personalmente, mi mirada sí está definida. Para mí
el destino no está escrito, aunque algunos afirmen que
nuestros genes y circunstancias determinan quiénes
somos. Recuerdo la propuesta de Gattaca, de Andrew
Niccol, quien decía que a pesar de que nuestro sustrato
biológico y social es determinante en nuestra
personalidad, definitivamente “no hay gen para el
espíritu humano”. Es decir, está en nosotros decidir qué
tanto provecho vamos a sacar de los genes y
circunstancias que nos tocaron en la rifa, y qué cosas
asimilaremos de manera distinta. Para mí, los sueños y la
fuerza de voluntad pueden llevarte a superar todo tipo
de obstáculos.
No obstante, tengo claro que las circunstancias de los
niños indígenas son particularmente complejas. La
confluencia de la pobreza, la corrupción en el entorno y
las malas perspectivas educativas hacen que la idea de un
futuro mejor se vea cada vez más distante. Hay algo muy
urgente, palpable y muy más crítico sobre la mesa, pero
precisamente no busco sacar conclusiones o señalar
responsables. No busco un glosario de los fracasos de
nadie -sólo un simple reconocimiento de que así se
desarrollan sus vidas, en donde todo lo que importa
ahora es avanzar. Mi única agenda es recordarle al
público que estos niños existen y necesitan ser
recordados.
Aunque en un primer momento, el documental
transcurre de manera clásica, con la cámara siguiendo a
José Miguel en sus desplazamientos cotidianos entre su
casa y sus visitas al desierto, la intimidad que quiero
desarrollar progresivamente con mi protagonista nos
llevará hacia miradas más poéticas y reflexivas, miradas
de un adolescente que habla con una honestidad
desgarradora y que nos sumerge en la vida de miles de
adolescentes que viven bajo el umbral de la pobreza,
luchando por encontrar un sentido de pertenencia en un
mundo distante y confuso. Y en ese recorrido,
enfrentando sus temores y tradiciones, José Miguel
tomará una decisión, auténtica y definitiva, una decisión
que se parezca a lo que él siempre ha soñado de sí mismo.
“no hay gen para el
espíritu humano”
Metamorfosis | 44
¿Obedece nuestra identidad
y su desarrollo a un destino
cuyas líneas se nos escapan?
Metamorfosis | 45
A través de la reflexión como elemento central, como
director planteo una autocrítica a la percepción social y
mediática que existe sobre las comunidades indígenas. Al
buscar un carácter introspectivo, uso recursos de otros
tipos de documental, pero los llevo hasta el límite, para
que la atención de la audiencia se centre tanto en el
recurso como en su efecto. Desde el tratamiento de
personajes, la representación visual de los protagonistas
opera a partir de la transmisión de sus vivencias
subjetivas, de sus experiencias localizadas del mundo y
encarnada en ellos. Mi dinámica en la puesta en escena
no radica en la significación de los argumentos sino en la
fuerza de los efectos que las imágenes producen. Bajo
este concepto de performatividad, los personajes se
ponen en escena a sí mismos y nos invitan a ingresar en
sus percepciones y emociones a partir de la recreación de
sus vivencias cotidianas. Este tipo de enfoque me
permite eliminar la distancia entre la representación y lo
representado, entre lo subjetivo y lo objetivo, entre la
fuerza y su significado.
El enfoque y punto de vista narrativo se desarrolla desde
un único ángulo: La mirada subjetiva del protagonista.
Busco presentarle en su visión testimonial y
autobiográfica a partir de la cual se filtren los hechos
reales. Apelo así a exponer sus libertades individuales
con el uso de flashbacks, imágenes congeladas, planos
fragmentarios, y partituras musicales, con formatos poco
convencionales de carga subjetiva, tales como el diario
íntimo, la confesión y el testimonio. La participación e
interacción del resto de personajes se hará siempre
desde la única mirada del protagonista, quien terminará
asimilando cada opinión, diálogo y situación desde su
subjetividad permanente. Esta mirada personal se
presentará a través de diálogos directos o reflexiones en
voz en off que acompañan las imágenes ante las que
transita el protagonista. El documental se presenta como
un diario íntimo y diario de José Miguel, y en donde su
visión del mundo será transmitida a nosotros de manera
directa y en ocasiones sesgada. De igual forma así
asimilaremos la transformación del personaje en el
transcurso de la historia. //
"los personajes nos invitan
a ingresar en sus
percepciones y emociones a
partir de la recreación de
sus vivencias cotidianas"
Metamorfosis | 46
Metamorfosis | 47
Histórico:
La conmovedora petición de los
Reportaje
indígenas del Cauca a la JEP
En un ritual de armonización, 190.000 miembros de los
pueblos del Cauca le pidieron a la Justicia Especial para la
Paz que se reconozca su resistencia ante los horrores del
conflicto. Sería el caso con mayor número de víctimas en
Colombia.
El sábado 7 de diciembre de 2019, la Plaza Che de la
Universidad Nacional se vistió de rojo y verde. Banderas,
chalecos, gorras y bastones con cintas de colores le dieron
otro cáliz al emblemático lugar, eje de muchas de las causas
sociales en Colombia. Esta vez no se reunían allí los
estudiantes, sino la Guardia Indígena del Cauca. Más de mil
de ellos viven en el campus desde el 4 de diciembre, cuando
decidieron trasladarse a la capital del país para hacer sentir
el dolor y los clamores de su pueblo.
Hombres mayores, jóvenes, mujeres y ancianos formaron un
círculo para dar inicio a un ritual que abrirá un caso sin
antecedentes en Colombia. La Justicia Especial para la Paz
(JEP) recibió la solicitud del Consejo Regional Indígena del
Norte del Cauca para acreditarse como víctimas del
conflicto armado en Colombia. Podría ser el expediente con
mayor número de víctimas en el proceso en la historia del
país: 190.000 indígenas correspondientes a 115 cabildos del
sector. Se trata de un caso histórico para la guerra, que
podría convertirse en uno de los referentes más simbólicos
para la paz. El Norte del Cauca fue una de las regiones de
Colombia en las que el conflicto armado fue más cruel y
prolongado. El Registro Único de Víctimas reporta más de
200.000 perjudicados por la violencia y el desplazamiento
en la región.
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Los Nasa han sido uno de los pueblos que ha sufrido las
peores consecuencias de la guerra. Compuesto por cientos
de resguardos, estos indígenas que recorrieron Bogotá en
las últimas semanas de 2019, han resistido tomas,
masacres, asesinatos selectivos y violaciones fruto de
brutales confrontaciones entre el Bloque Occidental de a
FARC, la Tercera División del Ejército y el Bloque Calima
de las Autodefensas. Como recordó hace poco en un
reportaje el periodista José Navia, “las nasas han sabido
sobrevivir a esos sucesivos conflictos gracias a una
compleja lista de estrategias –algunas inverosímiles– de
resistencia y a una hilera de mártires cuya memoria
honran en himnos y murales”. El tribunal, creado en la
firma del proceso de paz con las Farc, para resolver los
crímenes del conflicto armado en Colombia tendrá un
papel esencial con las comunidades étnicas. En el ritual de
ese 7 de diciembre, participaron varios magistrados,
miembros de la Asociación de Consejos Comunitarios del
Norte del Cauca y funcionarios de la Procuraduría General
de la Nación. Algunos estudiantes abandonaron los
preparativos que hacían para el concierto del siguiente día
para unirse al círculo y participar del ritual.
Para investigar estos crímenes, la JEP abrió el Caso 005 y
durante los últimos 6 meses ha adelantado un proceso con
las comunidades para lograr su acreditación como
víctimas. Como fruto de esta labor, en octubre de 2019 el
magistrado Raúl Eduardo Sánchez acreditó a 47 Consejos
Comunitarios del Norte del Cauca. Producto de este
trabajo, se realizó este acto solemne en la Universidad
Nacional.
Metamorfosis | 48
Fotografía: Esteban Vega
El ritual de armonización tenía como fin
entregarle a la JEP la solicitud de acreditación
como víctimas de los pueblos que integran
este Consejo Regional, y que están ubicados
en los municipios de Buenos Aires, Caldono,
Caloto, Corinto, Jambaló, Miranda, Morales,
Padilla, Puerto Tejada, Santander de
Quilichao, Suárez y Toribio, en Cauca.
Metamorfosis | 49
Dos ‘Mayores’ autorizados para la ceremonia, tomaron unas
ramas de lo que parecía ser pino y en silencio lo rociaron a
todos los presentes. Las banderas del CRIC, que hasta
entonces permanecían en el piso, también fueron roceadas y
más tarde dobladas. Tal como lo había predicho Joe Sauca, el
indígena que inició la presentación del evento, el agua no
tardó en aparecer y mientras Belkis Izquierdo, Magistrada
de JEP, daba el saludo de bienvenida al pueblo indígena, un
fuerte aguacero se precipitó durante la ceremonia.
Varios jóvenes tomaron las banderas y las usaron de
paraguas mientras llegaban a un lugar seco. Aunque fuerte,
la lluvia no tardó y tanto la Guardia como el personal de JEP
regresaron a la Plaza “Che” para cerrar el ritual. Katherine
Mencue fue la mujer que junto a otro ‘Mayor’ dirigió la
armonización. La líder es parte del pueblo Nasa de Tierra
Adentro, en el Cauca, y dijo que “cuando llueve, como hoy
pasó, estamos limpiando y recargando esas energías para
todo el pueblo”. Asegura que siempre llaman las lluvias,
porque “como Nasas somos hijos del agua”. Lo mismo dijo
Arcadio Aguilar Aguilar, integrante de la Guardia, quien vio
en todo esto que "la madre naturaleza” los acompañó y con
la lluvia “le dijo a la JEP que debe seguir adelante con el
esclareciendo de la verdad”. Para él fue muy significativo
que el acto de entrega de la solicitud de esta acreditación se
llevara a cabo precisamente en la Plaza “Che”, pues hace
parte de la Universidad que los acogió desde hace nueve
días cuando llegaron a Bogotá.
Tal como lo dijo Katherine Mencue, después del fuerte
aguacero llegó la calma y los asistentes al ritual volvieron a
salir de sus escampaderos para limpiar las banderas y
“cerrar el espiral”, así lo explicó José Miller Hormiga, otro
magistrado de la JEP que hace parte de un pueblo indígena
del Cauca. “El espiral representa el ciclo de la vida”, aseguró.
“Hoy hicimos un ritual donde siempre estamos unidos,
desde todos los encuentros, desde el rincón más lejano de
Colombia estamos dando fuerza cada día más y seguimos en
resistencia. Queremos dar esa lucha que nos ofreció la
lluvia, el agua, el viento, las nubes, la madre tierra. Estamos
convocando a unirnos con mucho más fervor y que nos
permee la vida”, dijo al cierre del ritual el ´Mayor´ que lo
dirigió. El sonar del aplauso interminable hecho con los pies,
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pues la orden fue no soltarse de las manos, integrantes de la
guardia, estudiantes, personal de la JEP y los demás
asistentes se unieron en el ritual de armonización; “el
reconocimiento de las comunidades es esencial para lograr
la paz en los territorios”, dijo finalmente el ‘Mayor’.
La Jurisdicción Especial para la Paz no tramita uno a uno los
miles de casos que dejó el conflicto armado en Colombia. En
este momento, la Sala de Reconocimiento de Verdad y
Responsabilidad de la JEP ha abierto siete macro casos. La
violencia en el Cauca y el sur del Valle es el quinto. Belkis
Izquierdo Torres es una de las magistradas de la JEP que
está detrás de este enorme trabajo. La mujer pertenece a la
etnia Arhuaca y es la coordinadora de la Comisión Étnica y
Racial de la Jurisdicción Especial para la Paz. Lo que se busca
es analizar la situación de violaciones masivas a los derechos
humanos e infracciones graves al derecho internacional
humanitario presuntamente cometidas por las Farc-EP y la
fuerza pública en Buenos Aires, Caldono, Caloto, Corinto,
Morales, Santander de Quilichao, Suárez y Toribio, en el
norte del Cauca. En el mes de marzo se agregaron los
municipios de Jambaló, Padilla, Puerto Tejada y Miranda en
el Cauca y Florida, Pradera, Palmira, Candelaria y Jamundí
en el Valle del Cauca.
El periodo del caso quinto comprende hechos cometidos
entre 1993 y 2016, incluyendo el desplazamiento forzado,
conductas que afectan la libertad, violencia sexual, muertes
productos del conflicto, confinamiento y siembra de minas
antipersonales, reclutamiento ilícito, desaparición, ataques
a la población, amenazas y todos los atentados contra el
medio ambiente. Es justamente en el marco de ese macro
caso en el que los pueblos indígenas hacen la solicitud de
acreditación como víctimas. Según la Magistrada Izquierdo
Torres, gracias a esa acreditación, los indígenas podrán
tener una representación para participar en las versiones
voluntarias, aportar observaciones, así como participar en
calidad de autoridad étnica mientras se busca el
esclarecimiento de la verdad. //
Este artículo fue escrito por Bertha Durango Benítez (*) para la Revista
Semana y publicado originalmente por el portal digital de esa casa editorial
el 8 de diciembre de 2019. (*) Periodista de SEMANA.
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Revista Metamorfosis
Edición No. 1 - Junio 2020
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