Revista-Pedagogía
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EDITORIAL
El ambiente se encuentra tenso ante la aparición de los primeros dos casos de coronavirus en Guatemala.
Con el ánimo de no saturar al sistema de salud guatemalteco, se han impulsado acciones para prevenir el
contagio acelerado. Es decir, todos nos vamos a enfermar, pero mejor si se dilata el proceso de contagio.
En educación, como en todas las demás áreas de la vida social, una pandemia impacta. Guatemala no es
la excepción. Se ha declarado un cordón de prevención en la frontera con México para atrasar el ingreso
por tierra y en el proceso han salido datos de la precariedad de las escuelas oficiales. Una tercera parte de
las escuelas presentes en el cordón carecen de agua. La segunda gran acción es suspender las clases por
21 días a partir de la identificación del primer caso. Alrededor de 4 millones de personas estarán resguardadas
en sus casas para bajar la velocidad del contagio, es de esperar que todos los centros educativos
permanezcan cerrados y sin personas adentro para alcanzar el objetivo. Algunas posturas para atender las
pandemias identifican 4 etapas, la primera etapa es de prevención, no hay casos y se educa a la población
para evitar el contagio y conocer la enfermedad. La segunda es la de contención, que inicia al momento de
identificar el primer caso, su objetivo es evitar el contagio acelerado, para ello las medidas de suspensión
de clases, promover que las persona trabajen desde su casa, evitar el contacto y mantenerse en casa tiene
resultados favorables. La tercera etapa es la de administrar la crisis, la cual no se puede evitar, pero sí
atrasar, esto debería estar aconteciendo en mayo y junio del presente año. Finalmente, la cuarta etapa es
el retorno a la normalidad, se esperaría que esto esté sucediendo en los meses de julio y agosto. Ante esta
situación, la educación en Guatemala se verá afectada por más de tres meses. Los estudiantes no deberían
asistir y la única modalidad educativa que tiene las condiciones de seguir trabajando son los establecimientos
que tienen programas a distancia, y tomando algunos cuidados. los Infantes pobres que se mantenían
vinculados al proceso educativo por la refacción escolar no tendrán incentivo para continuar estudiando,
a no ser que se modifique el proceso de entrega de alimentos. Los materiales educativos desarrollados
para un proceso presencial quedan prácticamente inoperantes, como también el Currículo Nacional Base
que está pensado para un proceso altamente escolarizado. El aprendizaje se verá disminuido, por lo que
se deberá ajustar los criterios de evaluación a aquello que es posible aprender con poca asistencia y trabajo
a la distancia. Esto no es regalar el año, es tener claras las expectativas de aprendizaje. Finalmente,
es necesario tener claro que entre los efectos de coronavirus estará una disminución de los indicadores
educativos. El que esta disminución no sea drástica dependerá de la capacidad de gestión del sistema
educativo en general y de las comunidades educativas en particular