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Universidad de Oriente

República de Cuba

La colonización anglosajona en

la franja central de Las Tunas

1902-1935

José Guillermo Montero Quesada

Tesis (Doctor en Ciencias Históricas)

Santiago de Cuba, 2011


Página leg

La colonización anglosajona en la franja central de Las Tunas 1902-1935 / José Guillermo

Montero Quesada. - Santiago de Cuba, 2011. - Tesis (Doctor en Ciencias Históricas)

1. Universidad de Oriente

2. Santiago de Cuba, 2011

Depósito Legal: 71205015310

Se autoriza la divulgación del documento de Tesis bajo licencia: Creative

Commons de tipo Reconocimiento, Sin Obra Derivada, por lo que se permite su

copia y distribución por cualquier medio siempre que mantenga el

reconocimiento de sus autores y no se realice ninguna modificación del

documento original, Santiago de Cuba, 2011


UNIVERSIDAD DE ORIENTE

FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES

DEPARTAMENTO DE HISTORIA

La colonización anglosajona en la franja central de Las Tunas 1902-1935

TESIS EN OPCIÓN AL GRADO CIENTÍFICO DE DOCTOR EN

CIENCIAS HISTÓRICAS

Autor: MS c. José Guillermo Montero Quesada

Tutores: Prof. Tit. Dr. C. José Vega Suñol

Prof. Tit. Dr. C. Carlos Córdova Martínez

Santiago de Cuba

2011


AGRADECIMIENTOS

Esta obra no habría sido posible sin el apoyo de muchos compañeros y amigos que ofrecieron su colaboración, por

eso incluyo a todos aquellos que de una forma u otra han hecho posible la realización de mis sueños.

A los Dr. C. José Vega Suñol y Carlos Córdova Martínez, por sus valiosas enseñanzas, permanente ayuda y

dedicación ofrecida durante la tutoría.

A los Dr. C. Arisbel Leyva Remón, Rigoberto Segreo Ricardo, Alberto Velázquez López, Hebert Pérez Concepción,

Mildred de la Torre Molina, Rafael Ángel Cárdenas, Hernán Feria Ávila, Alfredo Barreiro Noa, Israel Escalona

Chádez, Orlando Fonseca Dorado, Olga Portuondo Zúñiga, Damaris Torres Elers, Manuel Fernández Carcassés y

Luis González Pérez, así como al MS c. Víctor Marrero Zaldívar por la revisión de la tesis y sus importantes

observaciones.

A las MS c. Maritza Batista y Lesa Carmeño Mesa de igual modo a la Lic. Asiris Espinosa Martínez y al Lic. Elio

Ramón Arias Marino por la revisión y corrección de la tesis.

Al MS c. Roberto Escobar Rodríguez, por su ayuda en el procesamiento estadístico.

Al colectivo de investigadores del Centro de Estudios de Historia y Cultura de la Universidad de Holguín, la

Dirección de la Facultad de Cultura Física de Las Tunas y de la Universidad de Las Tunas por brindarme las

condiciones y el apoyo necesario.

A mis compañeros y amigos de la Facultad de Cultura Física y del Centro Universitario de Las Tunas que me

ofrecieron su apoyo incondicional.

A las instituciones culturales del territorio y múltiples personas que me brindaron información.

A todas aquellas personas que me dieron ánimo para avanzar,

i MUCHAS GRACIAS !


DEDICATORIA

A mi madre, impulsora de mis objetivos profesionales y a quien debo mi existencia y la capacidad de amar y

entrega total.

A Rosa Elena, mi esposa, comprensiva, abnegada y primera dueña de esta obra.

A mi hermano Gonzalo, quien estuvo incondicionalmente a mi lado en los momentos más difíciles.

Al historiador José Quesada González a quien debo mi vocación de investigador y el compromiso de continuar su

obra.

A Dabier, Alejandro y Dianelys, mis hijos.


SÍNTESIS

La tesis constituye un estudio histórico integrador acerca de la colonización anglosajona en la franja central de Las

Tunas durante en el período de 1902 a 1935, motivado por el vacío factual e interpretativo que imposibilita

comprender la magnitud de la influencia de inmigrantes norteamericanos, canadienses e ingleses en los procesos

de cambio en dicho espacio. En aras de contribuir a la ampliación y profundización sobre este hecho, se analizan

los contextos y coyunturas internacionales, nacional y regional que condicionan la base económica, social y cultural

de la colonización en las comunidades y asentamientos fundados por estos inmigrantes; de ahí que, se trate la

diversidad de actividades agrícolas, industriales y comerciales, los cambios estructurales de la propiedad sobre la

tierra, con sus consiguientes efectos sociales y culturales; se desentrañen también, las relaciones económicas,

sociales y socioclasistas, el progreso infraestructural, el papel de las políticas gubernamentales y demás fuerzas

hegemónicas que sustentan el poder, la dinámica migratoria y los desplazamientos demográficos; de igual modo,

los efectos de la interrelación humana con el medio geográfico, el impacto en la cultura material y espiritual:

urbanismo, arquitectura, vestuario, educación, religión, música, asociacionismo, otros aspectos de la vida cotidiana

y el comportamiento étnico; se tratan también, las causas y factores de la decadencia del proceso colonizador y

las huellas dejadas por la presencia anglosajona en la región que, en su conjunto, influyen en el proceso de

conformación de la nación, y la identidad cultural en estas localidades.

,


INDICE

INTRODUCCIÓN Pág. 1

CAPITULO. I LA COLONIZACIÓN ANGLOSAJONA EN CUBA Y SU RELACIÓN CON EL

Pág. 13

ESPACIO GEOGRÁFICO DE LA FRANJA CENTRAL DE LAS TUNAS

1.1- Contextos en los que se desarrolla la colonización anglosajona en Cuba y

Pág. 13

la franja central de Las Tunas a través de las comunidades agrícolas

1.2- El espacio geográfico de la franja central de Las Tunas y su incidencia en la

Pág. 28

colonización anglosajona

CAPITULO. II BASE SOCIOECONÓMICA DE LA COLONIZACIÓN ANGLOSAJONA EN LA

Pág. 34

FRANJA CENTRAL DE LAS TUNAS

2.1- La inmigración anglosajona Pág. 34

2.2- Cambios estructurales de la propiedad sobre la tierra y sus consecuencias

Pág. 41

sociales y culturales

2.3- Evolución y desarrollo de las actividades económicas Pág. 49

2.4- Causas y factores de la decadencia de la base económica de la

Pág. 63

colonización

CAPÍTULO. III MANIFESTACIONES E IMPACTOS DE LA CULTURA ANGLOSAJONA EN LA Pág. 69


FRANJA CENTRAL DE LAS TUNAS

3.1- Efectos en la cultura material Pág. 69

3.2- Efectos en la cultura espiritual Pág. 81

3.3- Huellas dejadas por la presencia anglosajona Pág. 107

CONCLUSIONES Pág. 115

RECOMENDACIONES Pág. 121

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Pág. 122

BIBLIOGRAFÍA Pág. 146

ANEXOS


INTRODUCCIÓN

Las historiografías cubana y norteamericana han tratado poco, y de modo generalizador, el proceso de colonización

anglosajona 1 de base agrícola ocurrido en Cuba, en las primeras cuatro décadas del siglo XX, en el ámbito regional,

donde existe un vacío factual e interpretativo que imposibilita conocer y comprender la pluralidad de este hecho.

Los textos generalizadores sobre la historia de Cuba en la etapa neocolonial, de los autores: Enrique Collazo,

Herminio Portell Vilá, Ramiro Guerra, Emilio Roig de Leuchsenring y los trabajos periodísticos de Julio César

Gandarilla 2 constituyen obras que revelan el dominio imperialista de Estados Unidos en Cuba, pero no analizan

la colonización anglosajona, lo cual deducimos que era por tratarse de un proceso de penetración tradicional

que no tenía los efectos nocivos de la inversión del gran capital norteamericano, y al carácter poco dominante en

la economía; no obstante, estas obras permiten contextualizar dicha colonización en las diversas coyunturas

económicas, políticas y sociales en el orden nacional e internacional.

De apreciable valor para el estudio, fueron los escritos publicados después de 1959, de los historiadores: Oscar

Pino Santos, Julio Le Riverend, Teresita Iglesia Martínez, Oscar Zanetti Lecuona, Alejandro García y Rolando

Álvarez Estévez, 3 por ofrecer un mayor nivel de actualización de las mencionadas coyunturas y en las que

hacen también algunas referencias a dicha colonización como parte de sus respectivos objetos de estudio.

De la producción científica relacionada con la región de estudio fue necesario remitirse al texto del historiador

Ariel James Figuerola; y al dirigido por el colectivo de autores encabezados por Oscar Zanetti y Alejandro

García, 4 referidos a la penetración del gran capital monopolista en el sector agroazucarero; aunque no reflejan

las dinámicas culturales conexas a la estructura económica y socioclasista, ellas ofrecen un acercamiento

factual sobre el funcionamiento de los diversos mecanismos de dominio imperialista en el escenario rural

cubano, en particular, la adecuación del tradicional colonato al nuevo contexto de relaciones de producción y

comercialización subordinado a las fuerzas del mercado externo.

1


De los textos que, de alguna forma, tratan la colonización en Estados Unidos y que sirven de sustento fáctico y

metodológico para el análisis, se destacan los de autores foráneos, como: Harold Underwod Faulkner, Vladimir

Ilich Lenin, Phillips Foner y Louis A. Pérez Jr; 5 los tres primeros, revelan datos que permiten desentrañar el

método y variantes del proceso colonizador capitalista, aplicado en Estados Unidos; aunque Foner, lo hace

desde una perspectiva más abarcadora, desde finales del siglo XVIII hasta la década del 30 del siglo XX,

mostrando una visión global de las particularidades de este proceso respecto a la europea, que permite

contrastarla con la llevada a cabo en Cuba; Pérez Jr, trata las relaciones culturales cubano-americanas en

múltiples aspectos que influyeron en el proceso histórico de la identidad nacional, sin embargo, reduce la

conformación de dicho proceso a la influencia norteamericana y lo enmarca, fundamentalmente a la parte

urbana del occidente de la Isla, sus trabajos permiten contrastar algunos datos y criterios relacionados con la

gestión colonizadora de principios del siglo XX tratados en estudios precedentes.

De una época más reciente, los trabajos de: Jorge Ibarra Cuesta, Rolando Rodríguez García, Eduardo Torres-

Cuevas, Oscar Loyola, Mildred de la Torre Molina, Marial Iglesias Utset y la obra colectiva, Historia de Cuba. La

neocolonia. Organización y crisis. Desde 1899 hasta 1940. (1998), 6 permiten penetrar en nuevas esencias de la

sociedad cubana del período entre siglos y la república neocolonial, particularmente la diversidad de matices

sobre las diatribas históricas relacionadas con la penetración norteamericana; aunque, argumentadas

generalmente desde fuentes publicadas en la parte occidental de la Isla y de contextos generalmente de

referencia urbano, ellas ofrecen valiosos elementos metodológicos que posibilitan la contrastación e

interpretación de las particularidades de la colonización anglosajona.

A partir del siglo XXI se han desarrollado algunos estudios sobre las relaciones culturales entre Cuba y Estados

Unidos, promovida por el Centro de Investigación y Desarrollo de la Cultura Cubana Juan Marinello en conjunto

con el Centro de Estudios Latinoamericanos David Rockefeller (Universidad de Harvard) de investigadores

como: Rafael Hernández y Alfredo Prieto González 7 quienes tratan la huella norteamericana en Cuba, desde

2


una perspectiva generalizadora, con énfasis en las diatribas políticas de las relaciones Cuba-Estados Unidos y

referido a algunas aristas sobre influencias culturales de aquella nación.

Relacionados con la religión protestante, los trabajos de Marcos Antonio Ramos, Yoana Hernández Suárez y

Alejandro Torres Gómez de Cádiz Hernández; 8 resultan claves para el estudio de la colonización anglosajona;

el primero, ofrece una panorámica sobre el tema, relacionado con acontecimientos importantes de la historia y

la cultura de la nación; aunque, trata de un modo limitado los vínculos con las autoridades de gobierno locales,

la contribución de las escuelas evangélicas y la influencia del protestantismo en la conformación de la nación e

identidad cubanas; los trabajos de Yoana, se inclinan al tratamiento de la parte occidental del país,

fundamentalmente a instituciones del contexto urbano y logra desentrañar las diversas identidades a partir de la

institucionalidad religiosa; de un modo similar, pero desde una perspectiva socio antropológica lo hace

Alejandro en el contexto holguinero.

Los trabajos más significativos de autores cubanos, que tratan la colonización anglosajona en colonias 9 o

comunidades agrícolas de regiones ajenas al área que ocupa este estudio son los de: de Enrique Cirules, Jorge

Luis Betancourt y Rolando González Cabrera. 10 Cirules, construye la historia de la colonia norteamericana La

Gloria City, al norte de Camagüey, para lo cual conjuga los recursos de la literatura y la veracidad testimonial;

independientemente de la subjetividad de la trama, el texto revela importantes datos de valor etnográfico, refleja

el accionar del hombre común y las relaciones complejas en el marco de una sociedad rural diferente a los

tradicionales asentamientos campesinos de la Isla; Jorge L. Betancourt, revela algunos datos fácticos sobre la

comunidad norteamericana de Ceballos en Ciego de Ávila, con un enfoque periodístico; y Rolando González,

trata el desarrollo de la comunidad de Herradura en Pinar del Río mediante un ensayo histórico con enfoque

literario, que permiten comprender algunas aristas de la vida de los inmigrantes anglosajones en su medio. De

modo general, estos trabajos, a pesar de sus enfoques periodísticos o literarios, expresan conocimientos

3


históricos que posibilitan realizar contrastaciones científicas que corroboran regularidades y particularidades de

la colonización anglosajona en estos predios rurales.

La necesidad de conocer la magnitud de este hecho histórico en una subregión de Cuba conllevó a la realización del

estudio de su manifestación en la franja central de Las Tunas, 11 donde se fundaron las comunidades anglosajonas de

Omaja, Bartle y asentamientos de colonos en varias zonas de dicha franja. Para ello, se tuvo en cuenta el trabajo

periodístico del escritor y periodista Jaime Sarusky sobre Omaja, 12 consistente en una crónica de carácter testimonial,

que se refiere al tema de los inmigrantes norteamericanos despojado del maniqueo discurso descalificador; aunque el

hecho se restringe a la fuente testimonial y es tratado con cierta atemporalidad, revela datos inéditos que sirven de

punto de partida para profundizar en el mismo.

La historiadora norteamericana Carmen Diana Deere elabora un artículo 13 sobre la presencia anglosajona en la

comunidad de Omaja. El texto analiza, en su primera parte, esta colonización enfocada desde los cánones

tradicionales de la historia económica, con una sistematización factual de los hechos, extraídos de fuentes

periódicas nacionales de la época e información empírica ofrecida por algunos testimoniantes de la localidad;

no obstante, debe señalarse que, las explicaciones de los acontecimientos se realizan por lo general al margen

de las consideraciones de las autoridades locales de gobierno de la época, expresadas en fuentes

documentales y de las estructuras socioclasistas que lo fundamentan. Los criterios interpretativos distan de la

visión multilateral de esta colonización, incluye algunos datos sobre áreas periféricas a la zona de estudio que

oscurecen la comprensión de los límites de la unidad micro-espacial y su relación con la integridad regional; no

quedan claras, al menos en este período, las consecuencias y tendencias del desarrollo agrícola, en el marco

de la interacción de los diversos componentes humanos con el espacio geográfico y acontecimientos esenciales

de la macrohistoria de Cuba y de la historia regional.

En las localidades de Bartle y Omaja se desarrolla un consecuente activismo de la historia local. El historiador

José Quesada González, de Bartle, y el autor de esta tesis, aportan en sus primeras investigaciones sobre el

4


tema, valiosas informaciones que expresan cierto nivel de precisión y sistematización factográfica, que permiten

realizar aclaraciones y valoraciones históricas sobre el objeto de estudio; en este sentido, los datos sobre

Omaja se reducían fundamentalmente a la compilación de informaciones imprecisas, descriptivas y carentes de

análisis. Parte del trabajo de este activismo es recogida en los textos publicados sobre la historia provincial. 14

Hasta el momento son los trabajos publicados por el investigador cubano José Vega Suñol, sobre el área

nororiental de Cuba, referidos especialmente a los procesos etnoculturales, los de mayor nivel de

sistematización factográfica y teórica sobre el tema. 15 Debido al alcance de sus objetivos de investigación, trata

de forma general aspectos de la colonización norteamericana; pero, su análisis se inclina al contexto de las

grandes empresas norteamericanas vinculadas con el monocultivo azucarero, mientras que en el tratamiento de las

comunidades de colonos anglosajones de base agrícola, deja un vacío en cuanto a la presencia canadiense e inglesa,

así como en la profundización de otras aristas de la cultura material y espiritual, en la que se incluye la norteamericana,

como los muebles, el vestuario, la vida cotidiana, entre otros; de igual modo, la ampliación del análisis desde otros

perfiles de ciencia que contribuyan a una mayor integralidad del hecho.

Cuando iniciamos la investigación en 1989, no existía otro acercamiento, de carácter científico, sobre este tipo

de colonización, excepto el mencionado estudio que venía realizando Vega Suñol, publicado dos años después,

que me estimuló a indagar y progresivamente, descubrir nuevos datos, presentados en eventos, y publicados a

través de artículos en la prensa local, 16 y motivaron la tesis de maestría que elaboré: “Historia Social de las

comunidades angloparlantes estadounidense y canadiense de la franja central de Las Tunas de 1902 a 1935”

(2008). Estos hallazgos me permitieron publicar el libro Presencia anglosajona en la franja central de Las Tunas

1902-1935. (2010); 17 pero, ante la ausencia de algunos análisis, imprecisiones y vacíos históricos fue necesario

buscar nuevas evidencias documentales, para enriquecer el caudal de información de que se disponía.

En los trabajos que, de alguna manera se trata la colonización anglosajona en la franja de estudio, no se

focaliza el proceso colonizador desde el prisma de la integración, 18 ello se expresa en la falta de claridad del

5


papel de las comunidades agrícolas como fragmento regional de la mencionada región nororiental, en su

sentido histórico; los elementos sobre la regionalidad, 19 como: la comunidad de intereses económicos de base

agrícola comercial resultantes de la acción colonizadora; la estructura socioclasista; la diversidad de orígenes

etnorregionales y culturales de la inmigración norteamericana, canadiense e inglesa; la religión; el urbanismo y

la arquitectura, son tratados de modo fragmentados y con poca profundidad. Se ignoran los vínculos

internacionales, interregionales e intercomunitarios, los efectos derivados de la diversidad del espacio

geográfico, la pluralidad de intereses que devienen de las subordinaciones político-administrativas; se valora

con dificultad la problemática desde el complejo de perfiles de ciencia; y con frecuencia, no se valora u omite la

influencia positiva de esta colonización que, independientemente de la naturaleza ideológica y política

reaccionaria que la sustenta, no se puede desvalorizar u omitir su aporte positivo al acervo cultural del territorio.

De estas consideraciones de determinó el siguiente problema científico: ¿Qué cambios y transformaciones se

derivaron de la colonización anglosajona, en la franja central de Las Tunas, ocurrida en las cuatro primeras décadas

del siglo XX?

Acorde con la naturaleza del problema el objeto de investigación se sitúa en la colonización anglosajona en la franja

central de Las Tunas en el período de 1902 a 1935, con énfasis en el sector rural.

La investigación persigue el objetivo general de valorar de modo integral, el proceso de colonización anglosajona

expresada en comunidades agrícolas de la franja central de Las Tunas en el período de 1902 a 1935.

Los elementos del diseño expuestos, unidos al estudio y análisis de la literatura, permiten formular la siguiente

hipótesis: La colonización anglosajona expresada en comunidades agrícolas en la franja central de Las Tunas (1902-

1935), es un hecho complejo de significativa magnitud en el orden económico, social y cultural; que adquiere matices

peculiares, condicionado por los escenarios económicos internacionales, la deformación estructural heredada de la

colonia, las potencialidades naturales e intereses de las clases hegemónicas de este territorio, que precipitan la

6


expansión territorial foránea; fenómeno que entrañaría la configuración de este espacio, singularizados por la dinámica

social modernizadora de base agrícola y cuya huella aún es perceptible en el patrimonio e identidad regional.

La solución del problema, el cumplimiento del objetivo general y la hipótesis, se logra a través del cumplimiento

de los siguientes objetivos específicos:

1- Explicar los contextos y circunstancias en que se desarrolla el proceso colonizador anglosajón en comunidades

agrícolas en Cuba, desde finales del siglo XIX hasta mediados de la década del 30 del siglo XX, y su incidencia

en el territorio de Las Tunas.

2- Analizar el desarrollo de la colonización anglosajona en el escenario natural y estructural de la franja central de

Las Tunas de 1902 a 1935.

3- Valorar las manifestaciones sociales y culturales de la colonización anglosajona en las comunidades de la franja

central de Las Tunas durante el período de estudio, y las huellas dejadas por la misma.

El análisis de la mencionada colonización en la zona de estudio, se realiza desde el prisma de la temporalidad

social y a partir de una periodización tentativa que responde a las particularidades, tendencias de este hecho y

conveniencias metodológicas pertinentes. En la propuesta se consideran las transformaciones estructurales,

políticas, sociales, socioclasistas y culturales, desde una perspectiva compleja, en que el papel jerarquizante de

los factores seleccionados varía en correspondencia con los contextos y circunstancias internacionales,

nacionales y regionales de los hechos, también de los sujetos que la protagonizan; de ahí que, el

establecimiento de las fechas, no significan cortes abruptos que imposibiliten su aplicación flexible en el espacio

y tiempo físico, así como en los componentes concomitantes de la cultura material y espiritual.

La periodización 20 está compuesta por tres etapas, denominadas como: etapa del establecimiento de las bases

de la colonización (1902 a 1906); etapa de despegue y afianzamiento de la colonización (1907 a 1922); etapa

de decadencia de la colonización (1923 a 1935). Esta simplificación conduce a considerar que se está en

presencia de un hecho de relativa corta duración; la primera, revela la rapidez con que se establecen las bases

7


de este proceso, antecedido de los cambios que particularizaron la transición del dominio colonial español de

Cuba hacia el dominio neocolonial de Estados Unidos; la segunda, muestra el poco tiempo de máxima

prosperidad, caracterizado por el despegue de la producción capitalista, antecedido por un proceso de

Acumulación Originaria de Capital; y la tercera, es consecuencia de los fenómenos coyunturales ocurridos en el

mercado norteamericano, el deterioro del medio natural de la región, entre otros factores, que influyeron en el

deterioro de las potencialidades de la estructura económica que sustentaba dicha prosperidad. Estos cambios,

se reflejaron en el detrimento del complejo de factores y relaciones de la cultura material y espiritual de las

comunidades agrícolas anglosajonas.

Para concretar el contenido de la periodización se tienen en cuenta los siguientes indicadores de análisis:

influencia de los contextos internacionales y nacionales, cambios en la tenencia de la tierra, evolución de las

estructuras y relaciones económicas, sociales y socioclasistas, progreso infraestructural, papel de las políticas

gubernamentales y demás fuerzas hegemónicas que sustentan el poder, dinámica migratoria y de los

desplazamientos demográficos, comportamiento de la interrelación de los componentes humanos con el

espacio geográfico, variaciones del desarrollo urbanístico y arquitectónico, demás componentes de la cultura

material, cultura espiritual, comportamiento étnico, e influencia de estos elementos en los diversos grupos de la

población que conforman el área de estudio.

La tesis se estructuró en tres capítulos: en el primero se determinan los contextos económicos sociales y coyunturas

en que se desarrolla el proceso colonizador anglosajón neocolonial en comunidades agrícolas en Cuba, con énfasis en

la región de estudio, desde finales del siglo XIX hasta mediados de la década del 30 del siglo XX, además de las

particularidades que lo distinguen del ocurrido en el período colonial, así como el espacio geográfico donde interactúan

los colonizadores en el territorio de Las Tunas; en el segundo se trata la base socioeconómica de la colonización

anglosajona en la franja central de Las Tunas, en las que se analizan las condiciones que la particularizan, las

características de la inmigración anglosajona, los cambios estructurales de la propiedad sobre la tierra, la evolución y

8


desarrollo de las actividades económicas, así como sus consecuencias sociales y culturales; y en tercero se valoran

las manifestaciones de la cultura material y espiritual anglosajona en las comunidades agrícolas de la franja central de

Las Tunas en aquella época, y las huellas dejadas por la misma.

Las fuentes consultadas, fueron de naturaleza primaria y secundaria, de datos seriados y no seriados

consistentes, las del primer tipo, en documentos de recopilación institucional y la prensa periódica nacional y

local; y las del segundo, en la obra científica nacional y extranjera que se ha aproximado, desde distintos

campos y perspectivas de análisis, a la colonización anglosajona en Cuba y su impacto en la identidad cubana.

La documentación institucional seriada está constituida por los protocolos notariales 21 de los partidos judiciales

de Holguín, Victoria de Las Tunas y Camagüey, los registros mercantiles, los expedientes de división y deslinde

de haciendas comuneras, los censos de población de 1899, 1907, 1919 y 1931, y los libros de actas del

Ayuntamiento de Holguín y de Victoria de Las Tunas. Estas fuentes, aportaron información densa sobre el

carácter y las dinámicas de la propiedad rústica, el movimiento mercantil, los cambios en la especialización

productiva, la construcción de obras infraestructurales, la movilidad social, los rasgos de la urbanización, y los

cambios en la correlación de intereses clasistas suscitados por estos procesos.

Las fuentes periódicas son las primeras que, a principios del siglo XX, reflejan el acontecer sobre estas

comunidades anglosajonas en Cuba. 22 A través de estos medios, la historiadora norteamericana Irene A.

Wright, corresponsal del New York Herald en la Habana, y otros corresponsales de la época, son los primeros

en acercarse al hecho factual sobre este tipo de colonias; aunque son valiosos los datos aportados, es

recurrente su contrastación con otras fuentes, debido a sus enfoques generalmente publicitarios.

En el marco local existe la prensa periódica, fundamentalmente, El Eco de Tunas. (1909 a 1924) y El Eco de

Holguín (1907 a 1918); en ellos, aparecen de una forma verosímil, informaciones del quehacer económico,

político y social acontecido en la zona de estudio; el primero, se caracterizó por su posición radical en cuanto a

crítica contra el dominio norteamericano en la localidad; 23 el segundo, caracterizado por la dicotomía en cuanto

9


a los intereses clasistas que gravitaron en torno a los procesos socio-económicos, revela datos sobre las

transformaciones económicas y sociales de la comunidad de Omaja y zonas agrícolas adyacentes.

Las fuentes no seriadas consisten en correspondencias, documentos de los archivos históricos provinciales de

Holguín, Las Tunas, y Camagüey, las bibliotecas-archivos de instituciones de estas localidades y el Archivo

Nacional de la República de Cuba. Esta documentación contribuyó a confrontar o sustentar la información

obtenida a partir de otras fuentes, y permitió orientar o rectificar aspectos particulares de la investigación.

El trabajo etnográfico posibilitó obtener información, proveniente de algunas de las fuentes vivas en la década

del 70 y el 80 del pasado siglo, que revelaron vivencias compartidas con los inmigrantes anglosajones, cuando

parecían agotadas las posibilidades de información fidedigna de las dos primeras décadas del siglo XX, con un

acercamiento a la filiación original de hechos que no fueron registrados por la prensa de la época.

De este balance crítico con respecto a las fuentes, se infiere que el patrimonio documental y la memoria viva en

la región y el país, relacionados con estas comunidades, aparecen dispersos y en peligro de extinción. Varios

archivos foráneos no se han revisado 24 y otros fondos de archivos cubanos no se han localizados o accedido a

ellos por no estar procesados, a ello se le suman documentos que forman parte del patrimonio familiar.

En lo concerniente a la metodología, debido al alcance integral de la investigación, esta se sustenta en la dialéctica

materialista, y se asumen consideraciones de diversos enfoques disciplinares que posibilitan aproximarse, desde

distintos ángulos y perspectivas paradigmáticas, al proceso colonizador anglosajón en Cuba, y que la interacción

metodológica de sus objetos particulares de estudio, convergen en las explicaciones complejas de dicho proceso en

las primeras cuatro décadas del siglo XX, y su impacto en períodos posteriores.

Debido a los pocos estudios sobre el tema es pertinente construir algunos acercamientos teóricos que permitan

analizarla y comprenderla en su complejidad, ellos son: proceso colonizador y colonización agrícola; 25 los

cuales, se articulan durante la investigación con otros como: modernización, identidad nacional, regionalidad,

cultura material y espiritual, urbanización, estructura económica y transculturación, que subyacen en la valoración

10


global del objeto estudio.

Para una mejor comprensión del proceso colonizador de principio del siglo XX en Cuba, se concibe en este

estudio, como una nueva fase de la lógica secuencial del complejo de sistemas coloniales, articulado

principalmente al subsistema neocolonial norteamericano, bajo la influencia de los disímiles contextos y nuevas

circunstancias histórico-concretas, caracterizado por el influjo de la modernidad, en que los diversos portadores

humanos reproducen, en una dimensión progresiva, el potencial de experiencias acumuladas, en la conquista

de nuevos espacios regionales, subordinados a las potencias y clases hegemónicas que lo sustentan.

La colonización agrícola, es entendida en este estudio, como uno de los mecanismos de dominio neocolonial

impulsado por la política imperialista norteamericana, similar a los aplicados en procesos de expansión colonial por

otros países y en diferentes períodos, consistente en el poblamiento comunitario rural de colonos asociados e

individuales, compuesto, en este caso, por grupos étnicos de origen anglosajón promovidos por corporaciones

empresariales, en condiciones de dependencia y subordinación a organismos foráneos, que adquieren tierras, al

menos en teoría, a través de dispositivos estrictamente legales, que establecen un dominio económico agrícola y

manufacturero de tipo semicapitalista y capitalista, mediante patrones más funcionales acorde con la modernidad, con

sus respectivos imperativos culturales y relaciones interculturales que modifican o adaptan los espacios geográficos y

la vida sociocultural en las zonas ocupadas.

A partir de las concepciones de Marx y Engels, y de algunas perspectivas teóricas de autores recientes sobre la

modernización, se adecuó el contenido de este concepto a la especificidad del proceso colonizador objeto de

estudio; lo cual facilita que dicho proceso adquiera una mayor comprensión y significado histórico. 26 La

interculturalidad y transculturación 27 como subprocesos que peculiarizan esta modernización, forman parte de la

recepción compleja de las configuraciones sociales, en un marco regional y local, que contribuyen a la

conformación de la identidad nacional; esta categoría sociofilosófica, se ha aplicado o adecuado a diversos

objetos de investigación, pero no se ajustan en toda su dimensión al proceso de colonización objeto de estudio;

11


en este sentido, fue necesario replantear un conjunto de ideas que posibiliten un acercamiento teórico sobre la

misma, 28 para contextualizar, de un modo dinámico, la realidad socioeconómica, política e histórica en que se

manifiesta la colonización agrícola anglosajona, desde la conjugación de la identidad 29 con la localización

espacio-temporal específico del período neocolonial, y los contextos temporales y regionales de larga duración.

Se utilizaron los siguientes métodos de investigación:

Análisis crítico de fuentes: en el proceso de selección, recopilación e interpretación de la información, para

precisar la naturaleza, grado de confiabilidad, intereses clasistas e institucionales inmanentes, y la

trascendencia real de la documentación; el Histórico-lógico: para inferir los rasgos esenciales del proceso de

colonización anglosajona en comunidades agrícolas, a partir de su ordenamiento espacial y temporal; el

Etnográfico: para acceder e intercambiar con la realidad social donde acontecieron los hechos, verificar los

nexos con el pasado e interpretar las huellas dejadas por la colonización en dichos escenarios; el Histórico

comparativo: para determinar las regularidades, particularidades y singularidades que identifican el proceso de

colonización; la Estadística descriptiva: para organizar los datos en poblaciones estadísticas cuando fue

necesario, usando variables cuantitativas y cualitativas que permitieron determinar regularidades y

singularidades.

La novedad de la tesis consiste en el tratamiento desde una perspectiva integral de la colonización anglosajona de

comunidades agrícolas de la franja central de Las Tunas en las cuatro primeras décadas del siglo XX.

Aportes: consisten en el análisis de los alcances y limitaciones del proceso de colonización anglosajona en la franja

central de Las Tunas a través de su relación con el espacio geográfico, el proceso migratorio, los cambios estructurales

de la propiedad sobre la tierra y el desarrollo de las actividades económicas con sus respectivas consecuencias

sociales; de igual modo, las manifestaciones de dicho proceso en la cultura material y espiritual de la época estudiada y

la presencia de su huella en la actualidad.

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CAPÍTULO I

LA COLONIZACIÓN ANGLOSAJONA EN CUBA Y SU RELACIÓN CON EL ESPACIO GEOGRÁFICO DE LA

FRANJA CENTRAL DE LAS TUNAS

Con el objetivo de comprender el desarrollo de la colonización agrícola en comunidades de inmigrantes de origen

anglosajón en la franja central de Las Tunas, se analizan en este capítulo las regularidades y tendencias de este tipo

de colonización en Cuba, así como las particularidades del espacio geográfico del área de estudio que incidieron en

este tipo de organización humana.

1.1- Contextos en los que se desarrolla la colonización anglosajona en Cuba y la franja central de Las Tunas a

través de las comunidades agrícolas

El proceso de colonización de orientación capitalista no solo está ceñido al período neocolonial, tiene sus

orígenes en las transformaciones socioeconómicas que ocurren a partir de fines de la década de 1870, y se

intensifican en el contexto entre siglos. Durante estos años, prevalecen elementos seculares implantados por el

dominio colonial español y la aparición de nuevos, signados por la modernidad, 30 que revelan una transición

caracterizada por la descolonización del régimen predominante y una neocolonización expresada en la

inversión de capitales norteamericanos y su influencia en otras aristas de la vida social. En la franja central de

Las Tunas, la modernidad cubana llega tardíamente y a través de la colonización interna como resultado del

desplazamiento poblacional procedentes de importantes centros de poder: Bayamo, Holguín y Camagüey.

Aunque, en ese contexto predominaba en Cuba el régimen de explotación semicapitalista sobre la tierra, existía

una dicotomía entre regiones; la región occidental se caracterizaba por haciendas comuneras con una

orientación plantacionista mercantil que, según Eduardo Torres Cuevas y Eusebio Reyes, era una vía hacia el

capitalismo y un arma para la acumulación originaria de capital; 31 la región oriental, fundamentalmente la franja

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central de Las Tunas, se caracterizaba por haciendas comuneras estancadas, marginadas del mercado

mundial, dedicadas fundamentalmente a la ganadería, en menor medida a la industria trapichera y alguna

producción agrícola para autoconsumo, que les proporcionaba algún excedente para el mercado local.

La estructura agraria de la colonia estaba sujeta a términos legales poco rigurosos, caracterizada, en el caso

que ocupa esta investigación, por la imprecisión de los límites de las haciendas comuneras, sobre las cuales

solo se tenía derecho de posesión, no de propiedad, de ahí que fuera en usufructo y a perpetuidad en calidad

de precarismo y aparcería. Esta situación condujo a que durante siglos ocurrieran violaciones de prerrogativas y

principios establecidos por el derecho español que condujeron a constantes pleitos entre los comuneros; al

respecto, el historiador Gerardo Cabrera, demuestra que esta situación constituyó un obstáculo al desarrollo de

la agricultura comercial, y de otros cultivos de subsistencia. 32

En este contexto, y debido a circunstancias históricas y geográficas, se desarrolló en Cuba un notable movimiento

migratorio procedente de Estados Unidos, que data de mediados del siglo XIX, con diversos fines y con una estancia

temporal o permanente; pero se concentraban, en su mayoría, en La Habana 33 y otros centros urbanos de importancia

del occidente de la Isla, muchos de ellos dedicados a alguna actividad comercial, ello evidencia la presencia

norteamericana en esa parte de la Isla, en el plano comercial y vida cotidiana, así como la asimilación como grupo

étnico. Algunos de ellos, por efecto de desplazamiento interno, formarían parte de la población que demandaron los

proyectos de colonización agrícola anglosajona, que con posterioridad, se fomentan en varios territorios de la Isla.

Los fundamentos que “justifican” la colonización norteamericana de principios del siglo XX en Cuba, se revelan en la

noción de los derechos naturales del hombre expresada en la Declaración de Independencia Norteamericana (1776),

que por la universalidad de dichos derechos y trascendencia de este hecho, es aplicable al resto de las entidades

humanas anglosajonas, y a otras; en ellos, se sustenta la política anexionista del presidente norteamericano James

Knox Polk (1795-1849), cuando permite ocupar Texas, Oregón, Nuevo México, California y otras tierras; también, en la

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doctrina del “destino manifiesto” (1845) que afirma que la “raza superior” norteamericana está predeterminada por la

“providencia” a extender su dominio en todo el continente. 34

El proyecto de parcelación de las tierras ocupadas por Estados Unidos se presenta por primera vez en el Congreso de

ese país en 1785, dictándose una ordenanza que orientaba el fraccionamiento cuadrangular con algunos terrenos

reservados para obras de interés; los cuadrantes eran denominados secciones, 35 las cuales significaron un paso

organizado en la cultura de especulación de la tierra. Este patrón de asentamiento es el que aplican en Cuba con

algunas variantes a principios del siglo XX (se amplía en el epígrafe 2.2). Esta organización de la propiedad, constituyó

en el Medio Oeste de Estados Unidos, parte de Canadá, Australia y Nueva Zelanda en la segunda mitad del siglo XIX,

una política intencionada del Estado para regular el tamaño de la explotación. 36

Varias coyunturas y factores del contexto internacional sustentan el poblamiento anglosajón de fines del siglo XIX y

principios del XX en Cuba. Las transformaciones científico-técnicas que caracterizaron la economía norteamericana,

devino crecimiento de la gran empresa capitalista que absorbe o desplaza pequeñas empresas tradicionales; también,

el colapso de numerosas granjas como unidades económicas de autoabastecimiento ocasionado por las depresiones

económicas de 1893 y 1897, cuyos efectos socioeconómicos, ecológicos y culturales, repercuten negativamente en la

vida de los pequeños propietarios rurales y de la población urbana. Después de este ultimo año, 3,6 millones de la

fuerza laboral de Estados Unidos estaban desempleados; 37 hechos que, sumado a fenómenos climatológicos

locales que afectaron a muchos agricultores citrícolas 38 , las necesidades extraterritoriales del gran capital

norteamericano y, en cierta medida, a la tradición expansionista de la cultura norteamericana, las autoridades de

aquel país, estimulan la creación de pequeñas empresas comerciales, industriales o agrarias que se convierten en

condición para el nuevo modo de expansión y de división social del trabajo, extrapolado a las “nuevas colonias”, es así

que se abren las puertas a la colonización agrícola.

Por su parte, en Ontario, Canadá, se manifestaba un débil nacionalismo en la comunidad empresarial por encontrarse

en una fase incipiente de su desarrollo; al mismo tiempo, la agricultura tradicional sufría los efectos del crecimiento

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industrial y comercial, así como de la competencia de miles de inmigrantes procedentes del sur y este de Europa, que

reducían las posibilidades de éxito; a esta situación, se le sumaban las limitaciones del desarrollo agrícola a gran

escala, debido al clima invernal y el empleo de medios tradicionales; estos factores, influyeron en la decisión de una

parte de la población menos favorecida en buscar tierras más cálidas 39 y donde pudieran encontrar posibilidades de

progreso. Otro de los factores fueron los vínculos comerciales existentes entre Cuba y Canadá. 40

De 1898 a 1902 ocurren varios acontecimientos políticos y militares como la intervención militar norteamericana en

Cuba, iniciada el 21 de abril de 1898, y el Tratado de París (10 de diciembre de 1898), que aseguran el dominio de

EE.UU. El 26 de octubre de 1898, el Gobierno Militar norteamericano, organizó una forma de gobierno consistente en

Distritos Federales en la provincia de Santiago de Cuba, de modo que se establece la Ocupación Militar en este

territorio, luego se extiende al resto de la Isla a partir del primero de enero de 1899 hasta el 20 de mayo de 1902.

Bajo el dominio militar, en forma de Distrito Federal, ocurre el primer intento de colonización agrícola de

norteamericanos, 41 pero las circunstancias políticas y la oportuna intervención mediática influyen en su irrealización; no

obstante, en poco tiempo la situación se torna favorable con la emisión de órdenes militares que facilitan la ampliación

de la inversiones de los grandes capitales norteamericanos, apoyada por la información mediática de carácter

expansionista, se activa el trabajo misionero norteamericano por parte de diversas denominaciones protestantes,

orientados a las zonas rurales, 42 y crece el número de inmigrantes de aquel país; de este modo, surge un ambiente

favorable que estimulan las pretensiones de un nuevo tipo de colonización que tiene su aparición en el territorio tunero

de Chaparra en 1899, 43 experiencia que tuvo su antecedente más directo en el prototipo de granjero norteamericano.

En este contexto, se reanima la campaña a favor de la anexión de Cuba a Estados Unidos. Se manifestaron dos

tendencias conceptualmente opuestas, entre pequeños agricultores (granjeros) norteamericanos con el lema

“norteamericanicemos a Cuba”, y los latifundistas apoyados por una poderosa élite partidaria del rumbo neocolonial de

la Isla. Los afiliados a la primera tendencia, formaban parte del sector agrícola tradicional, propenso a ser desplazado

por la expansión del poder monopolista, que vieron a Cuba como la posibilidad emergente de migrar y adquirir tierras

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para asegurarse económicamente; según Juan Pérez de la Riva, eran anexionistas puros que esperaban a que las

condiciones estuviesen creadas, para promover una insurrección simultánea de los colonos yanquis que les

permitieran tomar las riendas del país; 44 no obstante, una parte de los pequeños colonos de los Estados agrícolas, no

deseaban a Cuba formando parte de la unión, pues temían a la competencia en el mercado. Muestra de esta última

actitud fueron las protestas de los agricultores del sur de aquel país, contra la venta de ganado e instrumentos de

labranza a Cuba autorizada por McKinley en 1898, temerosos de perder el mercado. Estas protestas constituyeron

precedentes de la actitud futura para proteger a sus productores nacionales en circunstancias similares.

La creación de un frente de pequeños y medianos propietarios, con el fin de colonización, tuvo en principio un carácter

exclusivamente político, que se manifestó, inicialmente, como variante anexionista. 45 Ello explica algunas pretensiones

de carácter económico, del empresario canadiense y pro anexionista Van Horne, el cual apoya la creación de un frente

pionero de pequeñas granjas que le sirviera de clientela para su negocio ferroviario. 46 En cuanto al lema que

asumieron para distinguirse, funcionó como propaganda política mediática que pretendía crear un ambiente para

estimular el repliegue de aquellos que buscaban solución salvadora ante el empuje del gran capital.

La segunda tendencia, tal como afirmara Juan Pérez de la Riva, estaba representada por los promotores de un

capitalismo agrario, entre los que se destacaba el canadiense William Van Horne, cuando se percata que le resultaba

más beneficioso asociarse al negocio del monocultivo azucarero. Sus partidarios eran defensores de una nueva forma

de dominio consistente en grandes propósitos comerciales y control de la economía, basados en la inversión de

grandes capitales, y defendían la alternativa de la anexión motivados por la dependencia del mercado de ese país y

como solución a las circunstancias de crisis económica que atravesaban. 47

Las aspiraciones anexionistas eran expresadas a través de la propaganda diversionista mediática norteamericana y

algunos medios de prensa de la Isla que la reproducían y comentaban. 48 Resulta ilustrativo la apreciación que realizara

el Nuevo País sobre un artículo aparecido en la revista neoyorkina Our New Colonies que decía: “Cuba sola entre

nuestras posesiones, es la que mejor se adapta a la colonización americana”. 49

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En cuanto al territorio de Las Tunas, no han aparecido evidencias que muestren este tipo de filiación y divergencias

políticas, tampoco de posiciones antianexionistas. Desde el punto de vista político, existía un arraigo popular

independentista, en una parte considerable de la población, incluido el Alcalde y demás representantes del

Ayuntamiento Municipal radicado en Puerto Padre. En medio de la incertidumbre, estos acataron las medidas del

Gobierno Interventor, representado por el Gobernador del Distrito Militar de Holguín, posibilitando así, la entrada de los

beneficios de la modernidad; aunque, en la franja central de Las Tunas, la administración de dicho gobierno,

representado por un Teniente Alcalde, resultó infuncional, debido a la carencia de intereses de poca importancia desde

el punto de vista económico, situación que se mantiene hasta la restitución del municipio en 1910.

El general Leonard Wood, adoptó medidas drásticas contra el bandolerismo desatado en las zonas rurales después de

la guerra, como una de las condiciones para dar por pacificada la isla; 50 en este sentido, creó un ambiente de

seguridad a los inversionistas. El gobernador norteamericano del Distrito Federal de Holguín coronel Duncan Hood, 51

establece medidas para garantizar las inversiones de capitales de las compañías colonizadoras en esta demarcación.

Para ello obtuvo informes detallados sobre las potencialidades económicas del territorio y de la población, 52 nombran

registradores de la propiedad y jueces de primera instancia que facilitarían los trámites legales y procesos contenciosos

sobre el traspaso de la tierra. 53

Otra de las medidas del Gobierno Interventor fue la Orden Militar . 46, de abril de 1899, que establecía una moratoria

de dos años para el cobro de deudas contraídas bajo el dominio del Gobierno español; 54 sin embargo, las autoridades

norteamericanas se negaron a ofrecer la asistencia financiera que demandaban los propietarios para poner en

producción la tierra. 55 Dicha moratoria hipotecaria expira en abril de 1901 y es sustituida al mes siguiente por la Orden

Militar . 139, 56 que establece que los acreedores están en libertad de adoptar medidas contra los deudores, de modo

que los cubanos que sufrían severas limitaciones financieras, después de la guerra, no podían negociar la deuda y

menos aún cuando se generaliza como patrón monetario y principal medio de pago en el país, el dólar norteamericano,

con el cual se debían solventar los derechos y cargas fiscales, por tanto se veráian forzados a vender sus propiedades.

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Este último decreto condujo a quiebras masivas y a la venta forzosa de muchas tierras, que favorecen la colonización

anglosajona en Cuba. Esta dramática situación, a juzgar por la ausencia de evidencias documentales en el Distrito

Fiscal de Holguín, relacionadas con los hacendados de la franja central de Las Tunas, y al poco peso de sus

propiedades en la economía de la provincia, conduce a afirmar que la incidencia de estas medidas debió ser mínima.

Ante los riesgos que entrañaba esta situación, y la posibilidad de los hacendados de mejorar las condiciones de vida,

deciden vender sus tierras o parte de ellas, a extranjeros, a pesar del bajo precio de la misma después de la guerra. Un

medio periodístico norteamericano de esta época, refiriéndose a las ventajas de inversiones en Cuba expresa que: “El

precio de la tierra es mucho más bajo que los suelos menos productivos de la parte más favorable de Estados

Unidos”, 57 en otra fuente se afirma la realización de ventas hasta por dos dólares cada 0,40 hectárea. 58

La mayor parte de las tierras estuvieron durante décadas sin aprovechar y ninguna potencia extranjera, a diferencia del

occidente del país, había hecho inversiones en las mismas, tampoco existían sectores o clases sociales que ofrecieran

resistencia a los “geófagos” extranjeros, debido a que el nacionalismo de los propietarios cubanos se adaptaba con

rapidez a las nueva coyuntura económica, de ahí que negociar con las compañías colonizadoras en términos legales,

fue la alternativa para resolver las necesidades por las que habían luchado, ignorando las posibilidades agrícolas y

comerciales que podían presentárseles en las nuevas circunstancias.

En estas circunstancias, empresas comerciales norteamericanas y canadiense emprenden una amplia propaganda a

través de materiales publicitarios y de la prensa de la época 59 con el objetivo de promocionar la colonización, lo cual,

acompañado de la visión idealizada de esos pueblos respecto al capitalismo y la conciencia mítica del hombre de éxito,

estimuló el movimiento migratorio a Cuba. 60 Esta promoción se disemina en esos países por vía oral y correo, los

interesados corroboran con sus coterráneos, asentados ya en tierra cubana, las posibilidades y ventajas que se les

ofrecían. Los ingenieros contratados por las compañías colonizadoras, proyectaron los planos de lo que serían las

comunidades, los cuales eran impresos en grandes cantidades en esos países como elemento propagandístico, que

inducían la idea de “ciudades modernas”. 61

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La política norteamericana trazada por el presidente W. McKinley, se cumplía mediante los representantes

diplomáticos en Cuba, de modo que se declaró una “ayuda” para materializar el fomento del cultivo en los campos

“abandonados”, así como el libre tráfico comercial. 62 En este sentido, se rebajaron los impuestos sobre la importación

de implementos agrícolas. 63

La compra de pequeñas parcelas en Cuba por inmigrantes norteamericanos, canadienses y europeos en 1899 marca

el inicio del establecimiento de las primeras comunidades compuestas por dichos grupos étnicos. La primera,

nombrada Gloria City, se funda en 1899 al oeste de Nuevitas en la provincia de Camagüey. Luego, a partir de que

William Van Horne, constituyera The Cuba Company, en abril de 1900, para ejecutar el proyecto de construcción del

ferrocarril de Santa Clara a San Luis. 64 Se desarrolló una amplia propaganda y promoción en la prensa nacional y

norteamericana, refiriéndose a los beneficios del proyecto para el fomento de colonias anglosajonas, 65 con el objetivo

de lograr el apoyo de las autoridades civiles locales y la disposición de los propietarios de la franja de tierra por donde

pasaría esta vía. 66

Las posibilidades de muchos empresarios de emprender negocios asociados al ferrocarril, fue, por algún tiempo,

debido a la colonización agrícola en la rama no cañera, pues, durante este período los precios del azúcar cubano en

Estados Unidos eran muy bajos, como consecuencia de la sobreproducción mundial de azúcar de remolacha, hasta el

punto de estar por debajo del precio de producción, 67 situación que provocó un retraimiento en la proliferación de

nuevos ingenios, que se extendió hasta una década después. Es por ello que se inicia la compra de tierras vírgenes en

Oriente, a lo largo de la vía férrea, cuyo precio promediaba en esos años $ 25 por 0,40 hectárea; cuando en California

costaba entre $700 y $1 500. 68 No obstante, la mayoría de los propietarios, convencidos de las ventajas que les ofrecía

tal proyecto, otorgan de modo gratuito las mismas. 69

La crítica situación financiera del país llevó al Gobierno de Ocupación Militar permitir el establecimiento de bancos

extranjeros como el Royal Bank of Canadá (1899), seguido por el Bank of Nova Scotia; de este modo, se efectúan los

primeros contactos diplomáticos formales del Estado cubano con el Dominio del Canadá, lo cual motiva la creación del

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primer consulado en aquel país, específicamente en Yarmouth, Nueva Escocia (1903); seis años después, establecen

sus oficinas comerciales en La Habana. 70

Los hechos analizados hasta aquí, constituyen los primeros pasos en la creación de las bases de la

colonización, pero, fue la aprobación del apéndice constitucional, conocido por Enmienda Platt, presentado por

el senador norteamericano Orville H. Platt, y aprobado el 12 de junio de 1901 en la Asamblea Constituyente, el

primer instrumento jurídico-político para la estructuración de la neocolonia. Con su primer artículo, se le prohíbe

al Gobierno de Cuba conceder poderes extranjeros por concepto de colonización; 71 en este respecto, la

actuación resultó ser totalmente contraria, pues, las compañías colonizadoras continuaron adquiriendo tierras

para el cultivo de caña de azúcar y frutas cítricas por tiempo indefinido; de su artículo cuarto, se infiere que las

tierras adquiridas durante la Ocupación Militar Norteamericana, serían tenidas por válidas, ratificadas y

protegidas. Varias compañías norteamericanas operan en Isla de Pinos: The Isle of Pinos Company., Santa Fe Land

Company, The Almácigos Springs Land Co, y otras más, 72 estimuladas fundamentalmente por los términos del artículo

VI de dicha Enmienda que excluía a dicha Isla de los límites territoriales cubanos. En este sentido, la Enmienda Platt

fue la fórmula que sustituyó el proyecto de anexión, cuyas perspectivas se agotaban por inviable. 73

La política exterior de EE.UU durante el gobierno de Theodore Roosevelt (1901-1909) abre un período de

conquistas económicas que se proyecta hacia la ampliación de las concesiones comerciales. Una de las vías

para su concreción fue a través de los proyectos colonizadores, que en el caso de Cuba, se crean condiciones

que favorecen dicha proyección. Desde el punto de vista agrario, se dictó la Orden Militar . 62 promulgada el

5 marzo de 1902, 74 que autorizó los levantamientos topográficos con el fin de delimitar de forma rigurosa el

espacio y legitimar los pesos de posesión que permitiera las transacciones de tierra en propiedad a las

compañías colonizadoras. 75 En estas condiciones las empresas de bienes raíces promueven la inmigración

estadounidense a Cuba e Isla de Pinos a través de sus prospectos de amplia distribución en Estados Unidos

refiriéndose, de modo exagerado, a la posibilidad de hacer fortuna de modo fácil, a la fertilidad y el bajo precio

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de la tierra, lo cual condicionó que se desarrollaran, en algunas regiones, operaciones de estafa a

compradores. 76 De este modo, se acelera abruptamente la descomposición del régimen hacendario y miles de

campesinos sitieros o precaristas, se ven obligados a abandonar las tierras que ocupaban.

Los hechos antes referidos conducen a considerar que, el proceso de colonización agrícola en las condiciones

de neocolonia, se sustenta en una nueva concepción económica, agraria y urbanística, caracterizada por un

mayor dinamismo en cuanto a: el proceso de transacción de la tierra por mecanismos estrictamente legales,

expresados en la aceleración del proceso de deslinde riguroso de las haciendas comuneras; la racionalidad del

espacio rural a través de patrones más funcionales desde el punto de vista económico y social que se alejan de

los cánones coloniales; una economía moral, denominada así por el historiador británico Thompson, 77

sustentada, en lo que concierne a la colonización, en un papel más activo del hombre común, más atado a las

nuevas relaciones socio clasistas y a las nuevas prerrogativas jurídicas, condicionada por las relaciones de

propiedad y el liberalismo económico.

El 20 de mayo de 1902 se pone fin a la Primera Ocupación Militar y se proclama la República cubana, sobre la cual, la

Enmienda Platt la mantenía atada al dominio norteamericano, es por ello que se mantiene el traspaso de grandes

extensiones de tierra a manos de compañías norteamericanas; en tanto, algunos historiadores, científicos sociales y

políticos de Estados Unidos, mostraron las potencialidades culturales de su país mediante un discurso “pacífico” a

través del cual justificaban y promovían, con un carácter publicitario y sensacionalista, el proceso de colonización de

Cuba, como vía para el progreso y desarrollo de los campos “abandonados” de la Isla.

La colonización, en forma de pequeñas parcelas, conduce a un proceso de descentralización de la tierra; al respecto,

Van Horne sustenta la tesis política de que “los países en que es mayor la proporción de personas que poseen la tierra

prevalece el conservadurismo y se desconocen las insurrecciones.” 78 De este modo argumenta las ventajas de su

proyecto y de un régimen de pequeñas colonias. Numerosas compañías colonizadoras compran grandes extensiones

de tierras en toda la Isla de Cuba, que parcelan inmediatamente en lotes, secciones y solares para su reventa a

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inmigrantes procedentes de Norteamérica y Europa. Las haciendas Majibacoa y Rompe, ubicadas en la franja central

de Las Tunas, fueron expresión de este proceso. Tierras que en ese momento estaban ocupadas por casi medio

centenar de propietarios cubanos y españoles (hacendados tradicionales), 79 en ellas permanecían, en calidad de

precaristas, más de doscientas familias cubanas.

La colonización no ocurre sin oposición, varias personalidades cubanas, representantes del sentir patriótico del pueblo,

como Enrique J. Varona, Emilio Arteaga y el senador Manuel Sanguily, denuncian la penetración norteamericana en

las principales ramas productivas, la cultura y la vida general del país. El 3 de marzo de 1903 Sanguily presenta un

proyecto de ley ante el congreso contra la venta de tierras a los extranjeros y contra la fundación, sin sujeción legal, de

poblados o asentamientos de inmigrantes extranjeros. 80 Dicho proyecto no fue ni siquiera discutido en el senado. En

1909, el congreso cubano examina un proyecto similar en el que se exige, además, que todas las colonias llevaran

nombres en español. 81 Estos proyectos evidencian el sentimiento nacionalista revolucionario frente a la colonización,

que se edifica sobre la base de ideas que responden al nuevo contexto sociohistórico, despojadas de la concepción

generalizadora sobre el dominio imperialista sobre la tierra, que no implicaba pérdida de la soberanía; por el contrario,

recababa en la defensa de la identidad y progreso de la nación.

La entrada en vigor, en diciembre de 1903, del Tratado de Reciprocidad Comercial entre Cuba y EE. UU, estimuló la

entrada del capital foráneo, la inmigración y colonización anglosajona. Nuevos rubros exportables de la agricultura

comercial de amplia demanda en el mercado norteamericano, como los cítricos, piñas y hortalizas de invierno entraron

en el escenario económico de las comunidades de inmigrantes anglosajones, favorecidos por la rebaja preferencial del

20 % de los aranceles de exportación a Estados Unidos. 82

Para este fecha, había unas treinta y siete comunidades agrícolas de inmigrantes de origen anglosajón en Cuba: 83 diez

en la provincia de La Habana, seis en Matanzas, cuatro en Santa Clara, ocho en Camagüey y nueve en Santiago

(Oriente). Las de mayor extensión y dinamismo eran las de la parte oriental de la Isla, donde la vida agrícola había

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quedado virtualmente destruida por las guerras de independencia. 84 Estas comunidades constituyeron solo una parte

del esquema de colonización empresarial, que se distinguía por la producción agrícola como rubros más importantes.

En el primer lustro de iniciada la República, se intensifica la publicidad periodística patrocinada por empresas

especuladoras de tierra, de Norteamérica, las cuales llaman la atención sobre las condiciones geográficas y

medioambientales de la Isla de Cuba para la producción agrícola, con el objetivo de atraer más inmigrantes hacia la

compra de tierras. Una de las empresas patrocinadoras de la inmigración es Munson Steamship Line, que logra el

monopolio del transporte marítimo entre el extremo oriental de la Isla y Nueva York, y necesita ampliar su clientela. 85

En Cuba, una de las publicaciones especializadas que ayudaron a promover la colonización agrícola fue The Cuba

Review, pues ofrecía orientaciones que ayudaban a los inmigrantes perfeccionar los métodos para establecerse como

colonos. Como resultado de la propaganda, miles de inmigrantes norteamericanos, canadienses, ingleses, en menor

medida de otros países de Europa, invierten capitales en la compra de tierras. De este modo, aparece la figura del

colono agrícola no cañero 86 como el sustento humano de una nueva estructura agraria y de nuevas relaciones

culturales basadas en la colonización capitalista.

Con el surgimiento de las nuevas comunidades, se incrementó el número de inmigrantes sin que existiera una ley que

las amparara. Según el cálculo de una revista del movimiento colonizador, publicada por F. G. Carpenter en noviembre

de 1905, desde la guerra con España hasta 1905, 13 000 estadounidenses habían adquiridos títulos de tierras de

Cuba y estas compras excedían los 50 millones de dólares. 87 En consecuencia, según Leland Hamilton Jenks, para

este año, entre el 7% y el 10 % de la tierra cubana estaba controlada por el capital estadounidense.” 88

Luego de pujantes gestiones de asociaciones agrarias y de connotados defensores del desarrollo capitalista en Cuba y

de este tipo de inmigración, como lo fue Luis V. Abad, 89 es aprobado por el gobierno de Estrada Palma el Proyecto de

ley de inmigración y colonización, convertido en Ley el 11 de julio de 1906, en la que se estipula la entrada al país de

familias de determinados lugares de Europa que estuviesen dispuestas a dedicarse a la agricultura. 90 La ley tenía

como propósito poblar las extensas áreas de campo, fundamentalmente en Oriente y Camagüey, facilitar la inversión

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de pequeños capitales en la rama agrícola que contribuyeran a elevar el progreso y desarrollo económico de la isla.

Amparados por ella, se establecen en el país cientos de familias anglosajonas tanto en áreas rurales como urbanas.

En el año 1906 y 1907, se manifiesta una depresión económica y condiciones climáticas desfavorables que acentúan

el estado de penuria y abandono de los pequeños agricultores cubanos. En estas circunstancias Estados Unidos lleva

a cabo la segunda Ocupación Militar a Cuba (octubre de 1906 a enero de 1909), período en el que se estimula la

entrada de inmigrantes anglosajones, no se les imponen trabas para la inversión económica y se les ofrecen garantías

de seguridad en la Isla.

La prosperidad en este período es evidenciada por la prensa de la época, la cual informa que entre el 90 % y el 99 %

de la tierra de Isla de Pinos es propiedad de colonos individuales y compañías de Bienes Raíces procedentes de

Estados Unidos. 91 El número de propietarios en dicha Isla aumentó de unos 2 mil en 1902 a unos 5 mil en 1910 y las

inversiones estadounidenses ascendían a $ 500 000 en edificios y viviendas y $ 2 000 000 en huertos. 92

En cuanto a los precios de la tierra, fueron fijados, de modo general, por las empresas colonizadoras y no por los

poseedores legales. Estos variaron en dependencia de los contextos y las circunstancias, de ahí que existan diversidad

de criterios al respecto, 93 Hasta aproximadamente 1906, la tierra es adquirida en Camagüey y la parte oriental de Cuba

por compañías colonizadoras a un precio de unos $ 4.00 por 0,40 hectárea. 94 Desde 1907 hasta aproximadamente

1911 la tierra comprada por dichas compañías es vendida a inmigrantes anglosajones a precios que oscilaban entre

$ 21.00 y $ 40.00 por 0,40 hectárea, siete veces mayor que el precio con que fue inicialmente adquirida. Por su parte,

los solares se vendían de $ 100.00 a $ 200.00; 95 en algunos sitios, el precio de venta fue superior. 96 Según los datos

encontrados, el negocio de la compra venta de tierras resultó más lucrativo en la franja central de Las Tunas que en

Isla de Pinos, donde los colonizadores llegaron a comprar a $ 2.50 por 0,40 hectárea y venderlos hasta $20.00.

En 1911 el Cónsul general de Estados Unidos calcula que las inversiones norteamericanas totales en la Isla están en

el orden de los $ 220 millones; de este total, el azúcar representaba $ 50 millones; otros cultivos, $ 10 millones y otra

tierra y bienes raíces, $15 millones. 97 La cuantía de tierras adquiridas, indica que la base fundamental de la

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colonización agrícola sea el posicionamiento sobre la tierra con cierta propensión a la propiedad agraria latifundista, así

como su explotación capitalista orientada por la política imperialista. 98 Las medianas y pequeñas industrias que se

fomentan en estas comunidades se subordinaban fundamentalmente a la agricultura no cañera.

Para 1913 existían en toda la Isla sesenta y cuatro asentamientos fundados por inmigrantes de origen

anglosajón, 99 de ellos, según las indagaciones realizadas, unos veinte corresponden al tipo de comunidades

originalmente agrícolas no cañeras. Para esta fecha, en la mayoría de las comunidades agrícolas anglosajonas

de la Isla, ha iniciado el desarrollo agrícola e industrial de tipo capitalista, a partir del cual se fortalece y amplía

la promoción de sus resultados económicos, 100 la vida social y cultural en las mismas.

En la coyuntura de la Primera Guerra Mundial, y hasta 1922, la colonización agrícola anglosajona en Cuba alcanza su

máximo desarrollo. Los efectos de la Ley de aranceles Underwood - Simmons de 1913, 101 y la demanda de productos

generada por la contienda bélica, estimularon el crecimiento de la producción y exportación citrícola, maderera y su

manufactura, así como la expansión agroazucarera. Esta escalada económica agudiza la competencia en el mercado

norteamericano hasta el punto que la Cámara de Comercio de Estados Unidos protegió a los productores domésticos

subiendo al arancel a los cítricos de los enclaves económicos de Cuba. A pesar de esta medida, los niveles de

producción y exportación de este rubro crecen a partir de 1917 hasta casi triplicarse en 1920 y 1921 (anexo 1). Como

consecuencia de este crecimiento económico, se manifestó el período de máximo esplendor en todos los órdenes de

la vida en las comunidades anglosajonas, manifestado en el aumento de la población foránea; y en particular, la

interdependencia económica y cultural entre la población de orígen anglosajón y la población cubana, también acentúa

los conflictos entre inmigrantes anglosajones y cubanos. 102

Los datos sobre la magnitud de la inmigración de origen anglosajón en Cuba son imprecisos debido, entre otras

razones, a la poca estabilidad en cuanto a permanencia en la Isla de esta inmigración. Según el censo de 1907,

residen en Cuba 6 713 estadounidenses. 103 Algunos datos locales confirman que los años de mayor migración de

Estados Unidos a Cuba son los comprendidos entre 1905 y 1910. 104 Un cálculo oficial de 1915 de la población de

26


inmigrantes norteamericanos, ingleses y alemanes coloca la cifra en 20 000. 105 La mayoría de estos se concentraron

en la ciudad de La Habana; pero, fue en las comunidades agrícolas anglosajonas donde se han localizado las mayores

agrupaciones de este tipo de inmigrantes. 106

Entre 1903 y 1919 emigran a Cuba 44 054 personas cuyo último país de residencia permanente había sido EE.UU. El

censo de 1919 enumera sólo 9 555 residentes nacidos en Estados Unidos y 3 450 puertorriqueños, para un total de

unos 13 000 ciudadanos norteamericanos en Cuba. La relativa inestabilidad de esta inmigración en las fechas

extremos de referencia obedece, fundamentalmente, a los contextos y coyunturas económico sociales del desarrollo

capitalista en Estados Unidos ya referidas que actuaron como tensiones centrífugas, expresadas en el desplazamiento

de sus lugares de orígenes o de permanencia temporal; también, a la falta de adaptación al medio natural o económico

social, o simplemente a las conveniencias, motivaciones y posibilidades de inmigrar de acuerdo con sus aspiraciones

de progreso; pero, en la mayor parte de los casos, por la necesidad de supervivencia, reflejado de así por el historiador

norteamericano Louis A. Pérez. 107 Independientemente de la cantidad de estos inmigrantes que abandonaron la isla, lo

característico respecto a ella, durante este tiempo en Cuba, es su comportamiento como país receptor.

A fines de la segunda década del siglo existían unas ochenta comunidades y sitios fundados por anglosajones, de ellos

el 26 % eran del tipo agrícola no cañero, 108 aunque algunos incursionaban también en la agricultura cañera. La gran

mayoría de estas se ubicaban en las provincias de Pinar del Río, Oriente y Camagüey, así como en Isla de Pinos.

Como consecuencia del crac bancario de 1920 y los consiguientes trastornos en la industria azucarera, varias

compañías y colonos agrícolas individuales no cañeros anglosajones que habían invertido capitales en esta actividad

económica entran en crisis, los más afectados fueron aquellos que fracasan en el intento de fomentar fábricas de

azúcar y proyectos ferrocarrileros. 109 En este mismo período, se exacerba la competencia de los productores de

cítricos de Estados Unidos en el mercado de ese país. De ello se deriva la reducción de los volúmenes de exportación,

la inestabilidad de los precios, el estancamiento de la producción de cítricos; también el declive brusco de la producción

27


cañera, fundamentalmente en las zonas más alejadas de los centrales azucareros, lo cual encarecía el costo de la

transportación de los cultivadores de caña, algunos de ellos habían sido, hasta ese momento, citricultores.

En 1923 se produce un descenso de 304,7 % del volumen de exportación de cítricos respecto al año anterior y

132,6 % respecto a utilidades. 110 De 1924 a 1928 ocurre cierta recuperación en la exportación de estas frutas

expresada en un aumento promedio del 38 % y del 29 % en las utilidades, respecto a 1923; pero durante la

crisis económica de 1929 a 1933 la situación empeora al descender estos niveles en 56,8 % y en 40,9 % del promedio

de las utilidades, comportamiento que se mantiene de forma similar hasta 1940.

La inestabilidad de los precios y volúmenes de exportación de cítricos es la causa fundamental del éxodo masivo de la

población anglosajona. Una fuente periódica de la época afirma que “en 1929, el número de ciudadanos

norteamericanos que vive en Cuba se calcula en solo 9 509, cifra que incluye a los puertorriqueños.” 111 El censo de

1931 revela la existencia de 7 195 inmigrantes norteamericanos, lo que representa una disminución del 24,7 %

respecto al de 1919, sin incluir la población puertorriqueña. En 1930, el Times of Cuba refiriéndose a los principales

exportadores de cítricos y vegetales, de origen anglosajón, declara la existencia de 157 productores de cítricos,

vegetales o ambos inclusive; de ellos, 87 exclusivamente a cítricos, 60 a ambos y 10 solo a vegetales, lo cual

demuestra que solo el 2,2 % de dicha población estaba dedicada, de un modo significativo a este tipo de agricultura. 112

Para este período la mayoría de las comunidades anglosajonas sucumben ante los embates de la competencia en el

mercado norteamericano. 113

Además de los contextos, circunstancias y factores analizados que influyeron en el desarrollo de estas comunidades

en Cuba, es importante el que ejerció las características del espacio geográfico; al respecto, se analiza el de la franja

central de Las Tunas donde se ubicaron las más significativas de estas comunidades en la región oriental.

1.2- El espacio geográfico de la franja central de Las Tunas y su incidencia en la colonización anglosajona

La colonización anglosajona ocurrida a principios del siglo XX en la franja central de Las Tunas, fue favorecida por

diversos factores de su espacio geográfico donde habitaban entidades de población humana que desarrollaban

28


actividades económicas, redes de comunicación terrestres y otras modificaciones en el entorno físico. Su

estudio, permite un primer acercamiento sobre la interacción de los colonizadores en dicho espacio. Sobre la base

del alcance espacial de esta interacción, se determinan los límites de la franja central de Las Tunas (fig. 1).

Para dicha delimitación, se realizó un trabajo de campo, apoyándose en mapas, otros documentos de la época, la

observación in situ y fuentes orales, quedando como sigue: al este, la frontera que divide administrativamente las

actuales provincias de Holguín y Las Tunas, que coincide con el linde externo de las antiguas haciendas Majibacoa y

Las Coloradas; al oeste, la divisoria de las provincias Las Tunas y Camagüey, que coincide con el río Jobabo y el

arroyo Salvial. Los límites norte y sur están determinados por las líneas limítrofes de algunas haciendas y numerosas

fincas y estancias ubicadas a ambos extremos del eje que secciona las vertientes norte – sur, a una distancia,

partiendo de su centro hacia los extremos, que oscila de 7 km. a 10 km. 114

En 1898, la parte este de la franja central de Las Tunas correspondía administrativamente al barrio Omaja del

municipio de Holguín; 115 el resto del territorio, al municipio de Victoria de Las Tunas. 116 De este municipio, se incluye el

extremo norte del barrio Las Arenas, la porción sur del barrio Playuelas, parte noroeste del barrio La Cuaba, un tercio

del sector sur del barrio Oriente, el barrio Ojo de Agua de los Melones 117 y el extremo norte del barrio San José de la

Plata. En 1899 las autoridades norteamericanas disuelven el municipio, uniéndose al de Puerto Padre. 118

Los sucesivos cambios político-administrativos que incidieron en dicha franja en la segunda mitad del siglo XIX y

principios del XX, con la consiguiente subordinación de las estructuras económico-sociales a distintos centros

urbanos jerarquizantes, además del deterioro infraestructural, limitaron los vínculos estables de los

componentes humanos en este espacio, e imposibilitó la conformación de una región histórica, pero sí una

subregión histórica de la denominada región nororiental de Cuba.

El relieve que comprende la franja central de Las Tunas, es diverso. Del extremo este al noroeste del territorio se

extienden las alturas de Rompe, con alturas predominantes de 100 m a 60 m sobre el nivel del mar, entre las cuales

existen pequeñas áreas de penillanuras. 119 Las irregularidades de esta formación, fundamentalmente las alturas,

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constituye uno de los factores que inciden en la proyección de la trayectoria del Ferrocarril Central de Cuba (1900) y en

los planes de colonización territorial en este territorio, en cuanto al establecimiento de coordenadas de ubicación de

enclaves económicos y límites prácticos de actuación.

El clima, del tipo Caribe Noroccidental, es favorable en cuanto a la temperatura y el régimen de lluvias 120 para el

desarrollo agrícola de determinados cultivos y más aún para los inmigrantes de zonas de clima invernal. El régimen de

lluvias, resulta esencial en el proyecto colonizador, debido a los siguientes factores: influencia en la orientación agrícola

de los colonos, monto de las inversiones, calidad de la producción, tipos de tecnologías en condiciones de secano,

posición en la escala de competencia en el mercado, y la permanencia en estos enclaves. La incidencia de huracanes

en la franja central de Las Tunas, según registros históricos, era prácticamente nula a fines del siglo XIX y principios del

XX; de ahí que el comportamiento de esta variable, constituyera una ventaja para los inversionistas en la rama agrícola

comercial, respecto a los del occidente de la Isla, principalmente los de Isla de Pinos.

La red fluvial está compuesta por algunas corrientes de agua de poco caudal, 121 que nacen en el parteaguas principal,

situado al centro y todo lo largo de la Isla que lo divide en dos vertientes principales la norte y la sur. A causa de lo

limitado de los recursos hídricos superficiales en la franja central, es que alcanzan importancia las aguas subterráneas

en la parte oeste y septentrional, no así en la parte este a consecuencia del alto nivel de salinización del acuífero, esta

diferenciación sustenta parte esencial de las variaciones del esquema o patrón de colonización territorial.

Los recursos hidrográficos condicionan la colonización, ya que influyeron en la ubicación espacial de las nuevas

comunidades agrícolas y de las construcciones sociales, en las nuevas configuraciones espaciales sobre la magnitud

de la propiedad y el precio de la tierra; repercutirían además, en la magnitud de los cultivos y condicionarían los

métodos de producción, que en su conjunto, conforman la variabilidad del hábitat de los nuevos pobladores.

Aproximadamente el 62 %, de la superficie total de la franja de estudio, se compone por suelos del tipo pardo grisáceo

y pardo con carbonatos, el 16 % de suelos ferralíticos y el 18 %, del área que corresponde al actual municipio de Las

Tunas, de suelos del tipo fersialítico. 122 En la zona de Omaja, la textura del suelo es arenosa con exceso de sales, que

30


afectan la agroproductividad en determinados productos. De modo general, predominan los suelos aptos para la

producción de ganado, pastos y otros cultivos como los cítricos y hortalizas.

Estas características del suelo influyeron en la gestión colonizadora en los siguientes factores: variación del valor de la

tierra y en la orientación y diversidad económica de los enclaves; fijación de los períodos de cultivos, variedad y calidad

de los mismos; tiempo de explotación de la tierra, y la consiguiente estabilidad de los inmigrantes como propietarios;

tipo y uso de tecnologías de labranza, así como las variaciones de la competencia entre los productores

A principios del siglo XX, existían áreas extensas de bosques vírgenes del tipo semideciduo, caracterizados por

especies maderables de apreciable valor comercial. 123 Este recurso sería uno de los principales elementos utilizados

por las compañías colonizadoras para atraer la atención de los inversionistas extranjeros. 124 La existencia de sabanas

de origen antrópico, cubiertos en gran parte de pasto natural, eran apropiadas para el desarrollo ganadero. 125 Los

recursos forestales multiplican el precio de la tierra y el interés de las empresas colonizadoras, proporcionan la materia

prima necesaria para la construcción de viviendas y estructuras complementarias, abre la posibilidad de fomentar

proyectos comerciales con la explotación de la madera y su manufactura. Por otra parte, los árboles frutales

constituyen fuente natural de alimentos que complementan la dieta de cualquier población.

Dada las características naturales y ubicación geográfica de la franja central de Las Tunas, es menos la incidencia de

mosquitos y otras plagas, en comparación con zonas costeras, que favorecen la adaptación de los nuevos grupos

humanos; son comunes las colonias de abejas melíferas (Meliponinae) que contribuyen a la polinización de las flores,

factor natural que favorece las pretensiones del proyecto citrícola que caracterizaría la colonización en la dimensión

económica. La fauna asociada a este ecosistema, funciona también como alimento alternativo. 126 Estos componentes

de la geografía local singularizan el esquema de colonización anglosajona.

El espacio, desde una perspectiva más amplia incluye el entramado de vías de comunicación terrestre. 127 El camino

real del centro atravesaba la franja de estudio y entroncaba por el extremo norte con el que conducía a Manatí y al

poblado de San Miguel de Baga. En los lugares más distantes a esta vía, como las haciendas o sitios de labor, la

31


comunicación era a través de trillos y veredas. La ciudad de Victoria de Las Tunas y el sitio de Majibacoa constituían

puntos de intersección de caminos que tradicionalmente comunicaban la zona con centros citadinos de otras regiones

de la Isla y a poblaciones periféricas respecto a la franja central; en el segundo, entroncaban las vías antiguas que

conducían a Sabanilla del Cauto y Bayamo, a la bahía de Manatíes, 128 también a Puerto Padre y Holguín.

Estas rutas tradicionales se encontraban en estado deplorable, 129 lo cual dificultaban los nexos con las bahías por

donde se realizaba el tráfico comercial con la capital y el mercado foráneo, en menor medida, el realizado en el área

local y sitios urbanos más cercanos a la región; también, constituía un obstáculo para el control político-administrativo y

el desarrollo de las relaciones sociales y culturales. Esta situación, era una de las razones por la que la colonización en

esta parte de la Isla, durante la dominación colonial española, llegara de un modo tardío. Con la llegada de los nuevos

colonizadores, los caminos influyen en los patrones geométricos que utilizarían los agrimensores para el trazado de los

límites de los lotes y secciones de terrenos, parcelas y demás objetos de la planificación del espacio, ajustado a los

nuevos esquemas de colonización territorial, adaptados a los intereses económicos de la población anglosajona.

A principios de la década del 80 del siglo XIX, se localiza en este espacio, parte significativa del producto anual en

ascenso, de la riqueza agrícola, industrial y comercial del municipio de Victoria de Las Tunas; 130 pero a consecuencia

de la Guerra del 95, la ciudad homónima quedó destruida y la vida económica y social del territorio era precaria. 131

Según informe emitido en noviembre de 1898 por Robert Percival Porter, comisionado norteamericano para analizar la

situación de la Isla después de la guerra, “el comercio y los negocios estaban paralizados y la vida animal parecía

haberse extinguido por completo”. 132 Dicho informe, fue dado a conocer a finales de 1898, a industriales, comerciantes,

hacendados, y hombres de negocios en general; 133 esta información, viabilizó los planes colonizadores en la región.

La situación poblacional es otro de los componentes que se integra al espacio geográfico como potenciadores de la

dinámica social que configuran los diversos conjuntos espaciales donde se desarrolla la colonización. En el año 1898,

el municipio de Victoria de Las Tunas, tenía un total de 12 747 habitantes en una extensión territorial de 4 000 km²,

para una densidad poblacional de 3,2 hab. / km². De este correspondían a la franja central de Las Tunas 172 km²,

32


equivalente al 4,3 % del total de dicho municipio. A esta se le agregan 60 km² correspondientes a las haciendas

Majibacoa y Las Coloradas del municipio Holguín, para un total de 232 km². En el área de la ciudad destruida de

Victoria de Las Tunas habitaban 673 individuos, lo cual indica que la mayoría de la población se encontraba dispersa

en las áreas rurales. 134 Un año después, el censo de 1899 refleja el regreso de muchos habitantes refugiados en

zonas de difícil acceso, al elevarse el número de habitantes, del municipio, a 19 984 y por lo tanto su densidad,

5 hab. / km², que aún sigue siendo baja, expresa la existencia de espacios muy poco poblados. Por su origen nacional

19 652 eran nacidos en Cuba, 254 en España y 79 en otros países.

A partir del estudio poblacional realizado en la antigua hacienda Rompe 135 en el primer lustro del siglo XX, se estima la

existencia de unos 700 habitantes; sobre la base de este patrón, se calcula que en la referida franja, compuesta de un

poco más de 7 500 caballerías, incluida la porción este que coincide con la antigua hacienda Majibacoa

correspondiente al municipio de Holguín, existía una población de un poco más de 3 500 habitantes. 136

Se calcula que, en 1907, la población del municipio correspondiente a los barrios Primero y Segundo, que

abarcaban a la ciudad de Victoria de Las Tunas y sus respectivas zonas periféricas, suman un total de 2 147

habitantes, lo cual indica que 31 914 personas, equivalente al 94 % de la población del municipio en ese año,

radicaba en áreas rurales; por deducción, se considera que la correlación de crecimiento poblacional en la zona

rural, de 1899 a 1906, período en que se inician las gestiones de la colonización anglosajona, se comporte de

forma similar. De la población antes referida, 9 106 habitantes correspondían a la fuerza apta para trabajar, y

solo tenían empleo 3 232 personas para un 36 % de desempleados permanentes o temporales, esta situación

socioeconómica, constituiría una de las condicionantes de la dinámica de empleo que se erigiría sobre la base

de la expansión colonizadora de base agrícola e industrial.

En este contexto geográfico y humano, se ubicaron, asimétricamente, dos de las más importantes comunidades

agrícolas en Cuba, fruto de la colonización anglosajona: Bartle (1902) y Omaja (1906), así como de asentamientos de

colonos individuales.

33


CAPÍTULO II

BASE SOCIOECONÓMICA DE LA COLONIZACIÓN ANGLOSAJONA EN LA FRANJA CENTRAL DE LAS TUNAS

En este capítulo, se elucidan los nexos esenciales del desarrollo de la base socioeconómica de la colonización

anglosajona que transcurre en comunidades agrícolas de la franja central de Las Tunas de 1902 a 1935, ello

requiere del análisis integral y contextualizado de las relaciones de propiedad, un examen detallado de las

condiciones histórico culturales en que ocurre la inmigración anglosajona, así como de la infraestructura de

transporte y comunicaciones, las actividades económicas y relaciones mercantiles, la interacción con el

mercado mundial, el aparato y la gestión estatal.

2.1- La inmigración anglosajona

Las características de la inmigración norteamericana, canadiense e inglesa se determinaron a partir de entrevistas

realizadas a especialistas y conocedores de estos grupos migratorios, en particular a los descendientes de éstos, así

como a través de la revisión bibliográfica (legislaciones y censos) y documental (protocolos notariales y registros de

defunciones), de los cuales se extrajeron los datos para el procesamiento estadístico y valoración. Para analizar el

comportamiento de los inmigrantes, por estados y países, se tomó una muestra intencional de 264 inmigrantes

equivalente al 73,5 % de 359 individuos encontrados en los documentos antes mencionados. 137

A los norteamericanos llegados a Cuba a partir de 1899 no siempre se les consideró inmigrantes, con la pretensión, a

decir de J. Pérez de la Riva, de legitimar la norteamericanización desde este contradictorio concepto. 138 Durante la

etapa de establecimiento de las bases de la colonización en la franja central de Las Tunas (1902 – 1906), arriban los

primeros inmigrantes anglosajones.

34


Mientras tanto, se gestionaba por asociaciones agrarias y de connotados defensores de este tipo de extranjero en

Cuba como Luis V. Abad y Gabriel Causo, un proyecto de ley, emitido el 11 de julio de 1906 sobre inmigración y

colonización. 139 Uno de los objetivos era crear facilidades para poblar de europeos las extensas áreas de terreno

existentes, fundamentalmente en Oriente y en Camagüey, pero no es efectiva hasta tanto no se reglamente y oficialice

la misma. El flujo migratorio procedente de Norteamérica en la franja central de Las Tunas en ese año fue muy bajo

(anexo 2) como resultado del temor y el estado de tensión que provocó la conocida Guerrita de agosto de ese mismo

año en la Isla, especialmente en la zona oriental. 140

El estudio demográfico en estas comunidades demostró que de 1907 a 1911 se produce una oleada migratoria de

norteamericanos, canadienses e ingleses (anexo 2), como resultado de la influencia de dicha ley y la promoción que

realizaron las compañías colonizadoras, principalmente, a través de los medios de prensa ya citados. 141 El crecimiento

de esta población, es uno de las variables que determinan el despegue y afianzamiento de la colonización en el área.

El análisis de esta población en la franja central de Las Tunas, a partir de los datos censales y la confrontación con

fuentes documentales y empíricas, muestra la existencia de un total de 413 habitantes en 1907. En este año, se

declaran 68 individuos en las localidades de Bartle y ciudad de Victoria de Las Tunas, registrada en el municipio de

Puerto Padre; 142 sin embargo, la cuantía encontrada hasta este período en el Registro de la Propiedad de Victoria

de las Tunas es de 150, (36,3 % del total). La de Omaja se registrada en la municipalidad de Holguín, con un total de

263 (63,7 % del total). En 1919, la población total asciende a 625 individuos (33,9 % de crecimiento respecto a 1907).

En Bartle y ciudad de Victoria de Las Tunas, 143 se registran 283 individuos (45,3 % del total) y en Omaja 342 (54,7 %

del total).

El análisis cuantitativo de la inmigración procedente de Norteamérica en Cuba, resulta un tanto difícil, ya que al decir de

Oscar Pino Santos, la cifra sobre su número es poco confiable. 144 Una de las razones de la inexactitud de las cifras

censales de esta población en la zona de estudio, es la relativa inestabilidad de la presencia de sus hijos en estas

comunidades; que, según datos empíricos, no siempre fueron incluidos en este tipo de estudio, de igual modo que los

35


desplazamientos hacia otras zonas, tampoco se clasifican por nacionalidades, denominándolos generalmente

como norteamericanos; de ahí que, para el análisis de sus particularidades se recurra a la información

aparecida en Protocolos Notariales, pero siguen siendo datos aproximados.

Teniendo en cuenta la poca cuantía de individuos que les aparece registrada en documentos la procedencia desde el

punto de vista microrregional, se analiza esta variable desde el punto de vista macro espacial. De este modo, se

comprobó que la procedencia de los norteamericanos por Estados, según la muestra de 108 individuos seleccionados

(anexo 3 y fig. 2) reveló la existencia de 63 inmigrantes correspondientes a la parte meridional de la Unión, equivalente

al 58,3 % del total de dicha muestra, concentrada fundamentalmente en la zona medio oriental; de los Estados

ubicados en la costa atlántica este, 33 inmigrantes, equivalentes al 30,6 %, y solo 10 inmigrantes del resto de los

Estados, equivalente al 9 %. El mayor número de inmigrantes por extensión territorial era de 34 individuos de los

Estados ubicados al sur de los Grandes Lagos, equivalente al 31,5 % del total. Se corroboró así, que el origen de la

inmigración procedente de Estados Unidos, se distribuía en los Estados de la Unión, con cierta desproporcionalidad. La

composición por nacionalidades se determinó a partir de una muestra intencional de 467 inmigrantes anglosajones a

los que se les registró dicha variable en documentos, quedando como sigue: 288 norteamericanos (61,7 %),

136 canadienses (29,2 %), 33 ingleses (7,1 %), 8 escoceses (1,7 %) y 2 irlandeses (0,4 %), ello demuestra, en este

sentido, la supremacía numérica de norteamericanos. Las razones de la desproporcionalidad fueron diversas:

improductividad de la tierra, efectos negativos de la competencia de grandes productores, desempleo a causa de la

industrialización, entre otras 145 . Este análisis etnorregional explica la diversidad de manifestaciones culturales de los

mismos y los móviles del proceso migratorio.

De los inmigrantes anglocanadienses, aparecen registrados en documentos 136 individuos procedentes de la provincia

de Ontario, 146 ello es debido a la influencia de la propaganda y promoción del proyecto colonizador desplegado por la

Cuban Realty Company Limited desde esa provincia, en la cual residían y tenían ubicada sus oficinas centrales.

36


Los extranjeros que arriban lo hicieron por los puertos de la parte nororiental de Cuba, 147 en embarcaciones de

empresas navieras que prestaban este servicio, sin que fueran limitados por algún mecanismo restrictivo de

consideración por parte del Departamento de Inmigración de la Secretaría de Hacienda de Cuba. 148

Por lo que se considera que la inmigración anglosajona promovida por el movimiento colonizador, se manifestaba de

dos formas esenciales: la que se produce a cuenta y riesgos propios, las impulsadas por organizaciones corporativas y

la promovida por el estado cubano. Esta última era “regulada” por la Ley de Inmigración - sin especificar nacionalidad –

que estipula, al menos en teoría, el modo en que debían producirse los viajes.

El arribo de inmigrantes ocurre de modo intermitente, excepto en el período en que acontece la mencionada oleada

migratoria, algunas veces en pequeños grupos compuestos por varias familias, otras, solo los miembros del núcleo

familiar; raramente venían en grandes grupos o en solitario. Cuando ocurre de esta última forma, era en la mayoría de

los casos, con el objetivo de crear condiciones para el traslado de la familia que esperaba en el país de origen.

A partir de una micromuestra de 50 individuos se determina que, el promedio de edad de los inmigrantes era de 39

años; 149 el estado civil, de un total de 61 individuos que aparece registrada esta variable en documentos, 40 (65,6 %)

eran casados y 21 (34,4 %) eran solteros. La proporción de género (masculino y femenino) era de 57 % de varones y

el 43 % de hembras, no obstante, estaba más equilibrado en comparación con los grupos étnicos antillanos, que

venían sin su familia. 150 Esta composición hacía estable su presencia en Cuba, al menos de manera inmediata,

afianzando su modo de vida y cultura en tierra extranjera.

Los móviles de la inmigración norteamericana, canadiense e inglesa son diversos. Los anglosajones, a diferencia de

los antillanos de habla inglesa y francófona, no solo vinieron a causa del imperativo biológico de sobrevivir, sino que

aspiraban crear capital que les permitiera llevar una vida confortable según los ideales de cada grupo étnico.

Aunque parte de la propaganda para estimular la inmigración a través de medios de prensa, se dirige, según algunas

notas publicitarias, a los agricultores en Estados Unidos y Canadá, la investigación demuestra que solo el 2,5 % del

total de inmigrantes, de la muestra seleccionada, se registraron como agricultores. En realidad la mayoría de estos

37


extranjeros eran trabajadores no vinculados a la agricultura. Dentro del grupo vinieron además, comerciantes, ministros

del culto, médicos, abogados, ejecutivos y otras personas con determinada formación en oficios y profesiones 151

(anexo 4), cuestión que les permitió, en un tiempo relativamente corto, abrirse paso en un contexto rural atrasado.

La orientación agrícola de estas comunidades marcaron la diferencia en la composición por oficios y profesiones de la

inmigración anglosajona, a diferencia de las azucareras, portuarias y mineras, ello explica la poca presencia de

administradores, ejecutivos y técnicos de empresas, y una alta proporción de agricultores, herreros y comerciantes. La

mayor cantidad de estos últimos, respecto a otros tipos de comunidades, se debió a la relativa centralización

establecida por las compañías propietarias de las industrias, sobre la actividad comercial en los bateyes donde se

encontraban enclavadas las mismas; mientras que, en las comunidades agrícolas, la tendencia fue la proliferación del

comercio minorista sobre la base del pequeño capital individual, no sujetos al dominio de las empresas comerciales

asociadas al capital de los grandes emporios azucareros.

En las comunidades anglosajonas de la franja central de Las Tunas, coinciden colonos, obreros industriales,

comerciantes, empresarios e intelectuales. Los primeros, de acuerdo con su nivel socioeconómico, formaban parte en

su mayoría, de la pequeña burguesía agraria extranjera, excepto algunos que se ubicaban en la categoría de

pobres. 152 Los opulentos especuladores de tierras, por lo general, eran absentistas; por su parte, los obreros

industriales y comerciantes formaron un segmento más reducido, debido a que en estos rubros tradicionales invierten

más cubanos y españoles, independientemente de la orientación agrícola de estos asentamientos. Los empresarios e

intelectuales eran pocos, debido a la estructura económica y características de ruralidad de estas comunidades.

El perfil ocupacional y el nivel socioeconómico de estos grupos étnicos en la franja central de Las Tunas, evidencian

una profunda diferenciación cultural. Al respecto, Vega Suñol, plantea que: “La coincidencia de oficios tales como

mecánicos, jornaleros y campesinos junto a comerciantes, hacendados, ingenieros y ejecutivos empresariales, hace

suponer una marcada diferenciación clasista”. 153 Los oficios más sobresalientes en estas comunidades, por la

38


intensidad de sus actividades y reconocimiento social, eran el de agricultor, comerciante y carpintero, también los que

se desempeñaban como sacerdotes (sobre su accionar se profundiza en los epígrafes 2.3; 3.1 y 3.2).

La composición de la inmigración, por sectores y oficios, ayuda a comprender la heterogeneidad en cuanto a su

estructura social y diversidad cultural en el nuevo contexto regional. La nomenclatura de las categorías socio

profesionales (obrero, ejecutivo, contratista y empresario), 154 comienzan a usarse por otros grupos étnicos así como

por los cubanos, también se amplía en conocimiento y vocabulario técnico manejado en la actividades industriales,

agrícolas, comerciales, constructivas, jurídicas y educacionales; de igual modo, el lenguaje médico y religioso,

formando así, un nuevo corpus de códigos culturales, signos y significados procedentes de la modernidad. Estos

atributos conducen a una nueva jerarquización de prestigio y a una distancia social entre los sectores socioclasistas:

agricultores, comerciantes, empresarios, intelectuales, obreros y empleados, que devienen base de la identidad

profesional local. Entre los inmigrantes anglosajones ninguno ejercía el trabajo de empleado doméstico; para este tipo

de servicio se contrataba a cubanos o inmigrantes antillanos. Este tipo de empleo, sumado a la de los pequeños

comerciantes y algún oficinista vinculado al personal de servicio de los ejecutivos empresariales, ocupaban los últimos

puestos en la división social del trabajo.

Los inmigrantes norteamericanos pertenecientes a minorías nacionales víctimas de la discriminación en su país, al

arribar a la Isla, concretamente a las comunidades de inmigrantes anglosajones, se liberaban de dicha situación, al ser

tratados en igualdad de condiciones y derechos. La presencia de negros norteamericanos en Cuba fue notable; basta

decir que en 1919, el 15,2 % de los norteamericanos asentados en el país eran de este grupo, sin embargo, una

peculiaridad de la franja central de Las Tunas era la casi inexistencia de estos, 155 debido a razones económicas,

segregacionistas, étnicas y de instrucción. 156

Una particularidad del flujo migratorio es la tendencia a su manifestación estacionaria, consistente en la permanencia

temporal de los hijos de los colonos en estas comunidades durante el período de receso escolar; situación que revela

la disgregación familiar en el orden espacial de estos grupos étnicos, una parte en Cuba y otra en sus países de origen.

39


Algunos hechos condicionan el surgimiento de compromisos recíprocos entre ambos extremos, desde el punto de vista

familiar y comunitario, por razones como la celebración de aniversarios de nacimiento, fin de año, fiesta del Halloween

(fiesta de brujas) y Christmas (navidades).

La colonización muestra cierta movilidad intrarregional e interregional, que se manifiesta en la migración interna de los

colonos, al trasladarse de una a otras comunidades anglosajonas. Este tipo de desplazamiento humano fue una de las

opciones para el logro de aspiraciones, proyectos y ascenso, mediado por acciones de exploración, coordinación de

negocios y toma de decisiones. Al principio la movilidad aparece de un modo masivo y desordenado junto a otros

indicios de irracionalidad. Según Víctor Pérez Díaz (1969) “la inmigración en su conjunto aparece como un resultado

necesario y ‘racional’ como el mecanismo de ajuste del país a la estructura. Y en cambio cada emigración particular

como un acontecimiento contingente”. 157 En los colonos agrícolas de la franja central de Las Tunas se expresó la

tendencia a la persistencia en la agricultura citrícola y a la comunidad donde originalmente se asentaron.

Las causas de esta movilidad migratoria, a diferencia de otros grupos étnicos, son disímiles: inconvenientes del espacio

geográfico, fundamentalmente la calidad de la tierra; busca de centros urbanos donde poder satisfacer necesidades de

determinado nivel de especialización, acercamiento al ferrocarril central y a los consiguientes beneficios que ofrece en

el orden social y comercial. Este flujo interno es causado, fundamentalmente, por razones individuales.

La mayoría de los inmigrantes que arribaron a la franja central de Las Tunas, provenían de sectores bajos de la

sociedad, descontentos por la difícil situación social que imperaba en todos los estados de la Unión. 158 Algunos eran

marginados y perseguidos por las leyes de su país. Cuba fue para este tipo de personas el lugar a donde ir y librarse

de tal persecución. 159 La decisión de los anglosajones de venir a esta Isla no es el resultado de un acto espontáneo,

calculaban el costo que suponía establecerse en tierra cubana, 160 el posible desarraigo cultural y la legitimidad de sus

exigencias en el país de “acogida”, aun cuando no mostraran una predisposición a modificar su cultura.

Sobre el tema del hombre norteamericano han surgido determinados clichés e interpretaciones que estigmatizan su

naturaleza. Muchos granjeros, por su condición de pobres, eran objetos de burla en su país tildándoles de rústicos y

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provincianos. Al arribar a suelo cubano, son señalados con calificativos como: usurpadores, maleantes, especuladores,

aberrados sexuales, furibundos anexionistas, prófugos de la justicia, pistoleros, borrachos, frustrados económicos y

agentes del imperialismo cubiertos con el manto de colonos; 161 también se habla de engañados, moralistas, laboriosos,

emprendedores, pobres y estafados. Los criterios extremadamente apreciativos propició la apologetización de estos

inmigrantes, y por tanto, a la desvalorización o sobrevaloración de su actuación. Estos calificativos tienen un sentido

antropológico, pues algunos, atraídos por el discurso promocional de la prensa, se sienten engañados al chocar con

una realidad distinta a la descrita en dichos medios. 162 La terminología revela, además, la orientación expansionista de

la colonización, la composición socioclasista, situación social y conducta social de los inmigrantes.

Un elemento que denota en los norteamericanos, canadienses e ingleses la preservación de su origen es el hecho de

inscribir siempre a los hijos nacidos en Cuba como naturales de sus países, mediante la embajada o consulado. 163 Es

esta una evidencia que muestra la conservación invariable de su ciudadanía como condición étnica social de origen, de

igual forma que el idioma, costumbres, hábitos y otros atributos culturales. La condición de ciudadanía en los

inmigrantes anglosajones entraña importantes sobreentendidos económicos y morales relacionados con beneficios

que diferencian el “nosotros” del “ellos”, convirtiéndose en un mecanismo de exclusión respecto a los cubanos.

La emigración de tipo familiar en las comunidades de Bartle y Omaja, favoreció que los individuos tendieran a

conservar y reproducir su identidad de origen a través de las primeras generaciones. 164 Este comportamiento se

expresó en el establecimiento de vínculos culturales estrechos con sus respectivos conciudadanos en Estados Unidos.

El análisis sobre la inmigración anglosajona que se asienta en la franja central de Las Tunas, permite aproximarse a la

comprensión de la estructura agraria, la organización económica, relaciones sociales y culturales.

2.2- Cambios estructurales de la propiedad sobre la tierra y sus consecuencias sociales y culturales

Un proceso poco estudiado en Cuba es la evolución del régimen de propiedad, en particular, el referido al paso de la

tierra cubana a manos de propietarios anglosajones a partir del momento en que tiene lugar el desmontaje del régimen

colonial español (1898) hasta 1935, menos aún en este tipo de colonización. 165 Para valorar el proceso de enajenación

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de la tierra en la zona de estudio, se escoge a la hacienda Rompe; 166 para lo cual se realiza una minuciosa búsqueda y

revisión de actas de compra venta en Protocolos Notariales, así como la aplicación de entrevistas durante el estudio de

campo. En este caso, la Orden Militar . 62, viabilizó sin obstáculos el mercado de tierras a favor de las compañías

anglosajonas.

En 1907 la Orden Militar . 566 hace extensiva las disposiciones de la Orden Militar 62 de 1902 a todos los

deslindes que en lo sucesivo se practicasen ya fuesen hatos, haciendas, fincas rústicas, estancias o cualquier otro tipo

de propiedad rural. 167 La extensión de esta disposición afianza el dominio anglosajón en la zona, ello se manifiesta en

deslindes de varias fincas rústica y haciendas, de las más sigificativas: al oeste de los terrenos de la Cuban Realty

Company Limited, en Bartle, la denominada Cupeyal, en 1908, de la cual John Harvey Heand adquiere 119

caballerías 168 y al sureste de Omaja, la denominada hacienda Las Coloradas, en 1911, de la cual Frank

Lionbeart Pfeufer adquiere 124 caballerías. 169

La tierra se adquiere a través de dos vías; la primera mediante las compañías y agencias especuladoras,

norteamericanas y canadiense; la segunda, por medio de la transacción individual entre las partes interesadas. Los

primeros se encargaron de comprar grandes extensiones a bajos precios y venderlas luego al doble o al triple del

original. Los segundos, fueron compradores, cuyo capital individual les permitió obtener propiedades, sin asociarse a

segundos. Esta vía fue utilizada por un grupo reducido de norteamericanos que a su vez realizaron ventas sin que el fin

inicial fuera este, algunos asumieron una posición de especuladores, pero no fue esta la tendencia en el territorio.

La adquisición de pequeñas parcelas en los asentamientos comunitarios, generó un sentido de dependencia entre los

dueños colindantes manifestado a través de relaciones económicas, sociales y culturales, no así en el caso de los

asentamientos de colonos anglosajones individuales de la periferia de la ciudad de Victoria de Las Tunas y la hacienda

Las Arenas, los cuales tenían una independencia espacial en la propiedad, que limitaron este tipo de relaciones.

Durante las dos primeras décadas del siglo XX, ocho compañías invirtieron en la compra de tierras en la franja central

de Las Tunas (anexo 5). Ellas son: la Cuban Land Loan and Title Guarante Company (1903), la Buenavista Fruit

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Company (1909) y la Cuban Development Company (1912) en la zona de Omaja; la primera invierte también en la

demarcación de Las Arenas, en la que concurre, además, con la East Cuban Development Company (1910); en la

periferia de la ciudad de Victoria de Las Tunas la Company Youngstown (1904) y la Curran-Robertson Company

(1916); en el área de Bartle la Cuban Realty Company Limited (1905) y la Bartle Development Company (1909).

Como parte del proyecto colonizador se demarcan los poblados: el de Omaja, en la hacienda Majibacoa, se componía

en 120 manzanas, con doce solares cada una, y las (fig. 3) áreas contiguas pertenecientes a la Cuban Land Loan and

Title Guarante Company, delimitan en 1906, parcelas de 4 ha destinadas a los colonos. Un poco más distante al

núcleo urbano, trazaron lotes de mayor extensión (fig. 4). El poblado de Bartle, en la hacienda Rompe, se proyectó con

38 manzanas equivalente a 714 solares de 710 metros cuadrados cada uno (0, 3 ha) (fig. 5); en áreas periféricas, se

parcelaron la parte adquirida por la Cuban Realty Company Limited en 1905 (fig. 6), la cual quedó dividida en 41

bloques y estos a su vez en parcelas de 8 a 16 hectárea. 170 En el proceso de parcelación se sigue la norma jurídica de

dejar una serventía de 16 pies ingleses entre lotes de terreno, registrada, de este modo, en las actas de compraventa.

Este patrón garantizaba la interconexión espacial y evitaba conflictos entre colonos por posibles “invasiones” de la

propiedad. Esta planificación del espacio, refleja el crecimiento acelerado del proceso de inversiones norteñas en

bienes raíces en las colonias de Bartle y Omaja, lo que en términos globales, según Oscar Pino Santos (1973), es lo

característico en el país hasta 1913. 171

Para la determinación y análisis de la estructura agraria y socioclasista de la colonización en la franja central de

Las Tunas se recurrió a los referentes teóricos generales de los autores: Jorge Ibarra Cuesta, Carlos Rafael

Rodríguez, Orlando Valdés García, Lilia M. Becerril Albarrán conjuntamente con Mariana Ravenet Ramirez,

Doreen B. Massey junto con Alejandrina Catalano, Ramiro Guerra, Juan Valdés Paz, Nancy Espina junto con

Lucy Martín y Lilia Núñez, Howard Newby y Eduardo Sevilla-Guzmán 172 a partir de los cuales, se estableció una

estratificación determinada principalmente por la extensión de las parcelas dedicadas al cultivo, modo de

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producción, base social que la componen y el ingreso promedio anual por titulares de la propiedad o accionistas,

quedando como sigue:

1. Tierras en las que predomina el modo de producción precapitalista. Su base social son los colonos pobres,

productores de cítricos básicamente para su propio sustento y que tienen menos de 6, 07 ha e ingreso anual

menor de $1 845.

2. Tierras en las que predomina el modo de producción capitalista. Su base social son los colonos medios

productores de cítricos que tienen de 6, 5 ha a 16,2 ha e ingresos anuales hasta de $ 4 920.

3. Tierras adaptadas al modo de producción capitalista. Su base social son los grandes colonos productores de

cítricos que tienen de 16, 20 ha a 390 ha con ingresos anuales de hasta aproximadamente $ 118 080.

4. Tierras en calidad de latifundios, cuya base social son los colonos terratenientes productores de cítricos, que

tienen aproximadamente de 390,1 ha y más, con ingresos anuales por encima de los $ 118 080.

5. Tierras de subordinación industrial. En esta se es dueño de la misma solo como medio de producción. Su base

social son los colonos agroindustriales (arrendadores), que producen caña bajo previo contrato para las

compañías azucareras. 173

6. Propiedad financiera de la tierra: las compañías que invierten con el solo propósito de rentar las tierras o de

revenderlas para obtener plusvalía. Su base social es variada, puede incluir a cualquiera de las categorías

anteriores, excepto los colonos pobres.

De 1907 a 1911 se registra el mayor número de adquisiciones de tierra, en Bartle por ejemplo se producen 113 compra

ventas, que representa el 73,4 % del total desde 1905 hasta 1958; de ellas 78 corresponden a las clasificadas de 6,5 a

16,2 ha denominados como colonos medios, equivalente al 78,8 % a las adquiridas en este rango durante todo este

período y el 51 % del total de todos los rangos (anexo 6). Ello demuestra el predomunio de colonos medios y cuan

profundo fue el proceso de enagenación de la tierra en esta zona. Datos encontrados en documantos sobre este

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proceso en toda la franja de estudio revelan que de 1904 a 1912 existían 15 796,37 hectárea distribuidas entre solo

doce colonos terratenientes y compañías latifundistas 174 (anexo 7).

En la zona de Bartle predominaban los colonos medianos con parcelas en el rango de 6. 5 ha a 16, 2 ha; en la de

Omaja se manifestaba cierta proporcionalidad numérica de colonos pequeños, medianos y grandes, estos últimos de

16, 2 ha a 390 ha (anexo 8). En ambas zonas las mayores extensiones de tierras correspondían al rango de más de

390 ha, consideradas como latifundio, también con cierto equilibrio cuantitativo en ambas zonas. En las zonas

periféricas a la ciudad de Victoria de Las Tunas, la tierra adquirida por norteamericanos se concentraba en este último

grupo. En Omaja y Bartle, entre colonos pequeños, medianos y grandes sumaban 1 725,17 y 3 967,7 ha

respectivamente, para un total de 5 692,87 ha (anexo 8). Los colonos clasificados en el rango de terratenientes o

latifundistas poseían bajo su dominio 13 355,9 hectárea, dentro de los que figuraban, por categoría, cuatro pequeños,

tres medianos y cuatro grandes. Esta situación agraria revela que se matuvo cierto equilibrio del volumen de hectárea

durante las tres primeras décadas del siglo, respecto al período antes señalado.

La dinámica del desarrollo de la estructura agraria y socioclasista de los colonos medios y grandes, condionada

fundamentalemente por los niveles de empleo temporal o permanente de fuerza de trabajo e ingresos relativamente

altos, así como sus costumbres, educación y nivel de ostentación, conduce a determinar que pertenecían a la pequeña

y mediana burguesía agraria respectivamente. 175 Estos cambios influyeron en la modificación de la estructura y

comportamiento social y cultural de una parte de la población cubana, que se manifestó en el aumento de la división

por estratos sociales caracterizado por la descampesinización, la subordinación a los medianos y grandes propietarios,

así como en la creciente semiproletarización en el campo 176 . Esta situación fue más notable en el contexto agrícola

cañero que en el citrícola, debido a la mayor demanda de fuerza de trabajo en el ciclo del monocultivo azucarero.

El sector campesino estaba compuesto por pequeños propietarios, subarrendatarios, partidarios, precaristas y

usufructuarios que laboraban en fincas menores de 50 hectárea. 177 A partir del estudio etnográfico de familias

campesinas, 178 pudo conocerse que el traspaso de la tierra a favor de colonos anglosajones (1905 a 1922), el cierre de

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serventías en las hacienda tras los deslindes, y la expansión del monocultivo azucarero, trajo como consecuencia el

desplazamiento de más de dos centenares de campesinos precaristas a zonas periféricas a la franja central, obligando

a muchos al nomadismo; fueron sometidos a severas restricciones que los condujeron al sometimiento al capital

privado, sin que tuvieran ayuda de los gobiernos locales.

La anterior situación significó la estructuración territorial de la marginación y la pobreza, así como la destrucción de la

autoorganización de esta clase social que data de la época colonial; provocó en ellos el sentimiento de vivir en un país

de dominio extranjero; sufrieron la imposibilidad de continuar libremente la actividad agrícola tradicional; numerosas

familias se dispersaron y parte de sus recuerdos históricos y mitos colectivos comenzaron a desintegrarse; se retardó

el proceso de consolidación de las tradiciones campesinas, sistemas de valores y símbolos propios. De este modo la

tierra dejó de ser para muchos un símbolo y presupuesto de la existencia, se amplía así la descampesinización.

Para los colonos norteamericanos, canadienses e ingleses la posesión de tierras significó una de las condiciones para

la extensión de las manifestaciones etnoculturales de cada grupo, derivados de los atributos etnorregionales de

procedencia o pertenencia. Hecho que se expresó en la lealtad e identificación con cada nación. El estudio etnográfico

en estas comunidades corroboró que poseer la condición de ciudadano de uno de estos países y poder económico,

valía ante las autoridades locales para que los distinguieran, concediéndoles ciertos privilegios y atribución de un

reconocimiento social que acentuaba la diferenciación social en detrimento de otros grupos étnicos y cubanos.

Con la expansión cañera ocurrida a partir de 1912 en la zona centro oriental de la Isla, algunas compañías y colonos

anglosajones de la franja central invierten en este rubro (se trata con amplitud en el epígrafe 2.4). A finales de la

década del 20, los trastornos episódicos en la industria azucarera, motivan a muchos de estos propietarios, vender las

tierras, incrementándose el proceso de traspaso de la misma a manos de cubanos, 179 fundamentalmente a

terratenientes que dominaban en la producción ganadera; también se favorecieron algunos españoles y en menor

medida los inmigrantes antillanos de habla inglesa (anexos 9 y 10). Pero, el mayor número de ventas se efectuó a

otros inmigrantes anglosajones que pretendían ampliar sus negocios esperanzados en que se rebasara la crisis. Este

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proceso se viabilizó, en el orden jurídico, con la creación en 1920, del Registro de la Propiedad de Victoria de Las

Tunas, 180 el cual facilitó el mecanismo de pago de los impuestos por derecho de propiedad. No obstante, la política de

impuestos, durante las dos primeras décadas del siglo XX, favoreció a las empresas anglosajones cuyas casas

matrices estaban registradas en Estados Unidos, pues no pagaban impuestos sobre utilidades, aunque se supone que

contribuyeran al fisco del país. 181

Las trabas del mercado norteamericano a las producciones de los colonos influyó en el crecimiento de propietarios

anglosajones absentistas 182 , ello significó un paso hacia la descolonización, pues se acelera la venta de sus tierras a

cubanos a principios de la década del 20, una parte de ellos adquiren propiedades que les permiten invertir

fundamentalmente en la actividad ganadera. 183

Las propiedades de tierras que más se fragmentan durante el período que se analiza, en cuanto a extensión

superficial, son las de 16,2 a 390 hectárea. Esta situación se debió fundamentalmente a la carencia de recursos

finacieros para mantenerlas en producción; mientras que las de menor extensión se mantenían con menos recursos y

la colaboración familiar; la mayoría de las que excedían las 390 hectárea, empleaban de modo permanente mano de

obra asalariada, condición que les permitió competir con los colonos pequeños y medianos. 184

Debido a esta dinámica de la propiedad agraria ocurrida en la segunda década del siglo XX, inicia de forma gradual la

aplicación de tecnológias en los cultivos y la diversificación de la producción, lo cual se refleja en el incremento del

tráfico comercial, la ampliación de la economía moral y la interinfluencia cultural entre los diversos grupos sociales.

Posterior a este período se manifestó un crecimiento poblacional cada vez mayor. En el municipio de Victoria de Las

Tunas, según el censo de 1919 se registran 74 446 habitantes, que representa el 374,2 % de crecimiento respecto

al censo de 1899 (19 894 habitantes) 185 . A partir de 1923, se acelera el traspaso de la tierra al etnos cubano, como

consecuencia de la depresión económica de principios de esta década y la que inicia a a partir de 1929 (anexo 9). La

población del municipio, según el censo de 1931 registra 134 390 habitantes; lo cual representa el 18,1 % de

crecimiento en relación con el período intercensal anterior.

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Durante todo el período estudiado, la actitud de los cubanos frente a la expansión territorial anglosajona tuvo sus

peculiaridades respecto a otras zonas del país. La población cubana de la franja central de Las Tunas, a decir de los

más antiguos pobladores, observaban con displicencia a los colonos anglosajones, también los veían como portadores

del progreso, símbolos de prosperidad y cultura; en su mayoría, desconocían el alcance de las pretensiones políticas y

económicas de Estados Unidos antes y durante la primera ocupación militar, situación que se refleja en cierta

incertidumbre respecto a los resultados del proceso independentista, del cual muchos formaban filas; no había

organicidad pragmática que les permitiera en las nuevas circunstancias proyectarse una respuesta a la problemática

económica, política, social y cultural de la región.

En la prensa local de la época, no aparecen repulsas contra la presencia de los colonos anglosajones, ello es debido a

la complicidad de los dueños de estos medios con las autoridades del Gobierno municipal (alcaldes y concejales), que

de hecho, según testimoniantes, 186 tenían estrechos vínculos con corporaciones como The Youngstown Castle

Company y Las Tunas Realty Company, también con poderosos colonos como: Charles M. Milligan, J. K.

Comstock, entre otros; en conjunto, ellos arbitraban cualquier anomalía que pudiera alterar el orden social.

Algunos cubanos de estas comunidades han testimoniado que una parte de la población toma conciencia de la

exclusión provocada por el orden económico establecido, las fronteras étnicas y culturales. Algunos campesinos

precaristas, ofrecieron cierta resistencia a abandonar las tierras que ocupaban, pero debido a las presiones de las

autoridades y de los propios dueños, deciden confinarse a orillas del camino real. En este sentido, el ex oficial tunero

del Ejército Libertador de origen canario Julián Santana, manifestó su disconformidad y preocupación por el paso de la

tierra a manos de inmigrantes norteamericanos. 187 El análisis realizado hasta aquí corrobora que no ocurrieron hechos

de enérgico enfrentamiento; en este sentido, se confirma el criterio del investigador José Vega Suñol de que en la parte

nororiental de Cuba, no fue secundada la actitud de Manuel Sanguily contra los anglosajones. 188

48


2.3- Evolución y desarrollo de las actividades económicas

Para tener una cosmovisión de la evolución y desarrollo de las actividades económicas en el área de estudio se

consultó la prensa nacional y local de la época, 189 las estadísticas extraídas de Department of Commerce, United

States Foreign Trade and Navigation (Washington, D. C., United Atates Government Priting House), registros

económicos y documentos de varias de las compañías norteamericanas; además de las entrevistas a conocedores de

estas actividades, que permitieron precisar nombres, datos espaciales y temporales, mecanismos de adaptación al

medio, relaciones con el entorno y la ecología, modo de organización del trabajo, mecanismos de producción y

comercialización, habilidades, costumbres y tradiciones productivas relacionadas con estas actividades.

En Cuba, intereses económicos anglosajones de distinta magnitud, como los capitales empresariales e individuales,

actuaban simultáneamente por todo el territorio nacional. A partir de 1905 las empresas capitalistas que invirtieron en la

franja central de Las Tunas se caracterizaron por su similitud al modelo de la mediana y pequeña empresa tradicional

norteamericana de fines del siglo XIX, caracterizado por el carácter casi siempre familiar, conectado al sistema

económico de Estados Unidos y Canadá. 190

La agricultura citrícola y su comercialización a nivel nacional datan de finales de la etapa colonial. Martí hace referencia

en 1883 a la estimación y buen pago de las naranjas de Cuba en New York. 191 A nivel nacional el censo de 1899 arroja

la cifra de 966 hectárea (72 caballería) sembradas de naranjos, llegándose a exportar hacia Norteamérica naranjas por

un valor de $ 6 438, 00. Pero no es hasta principios del siglo XX, con la presencia anglosajona, que se inicia el cultivo

de cítricos y su comercialización a gran escala.

La producción de Citrus Paradisi Macf (toronja, Grapefruit o pomelo) 192 en Cuba, a principio del siglo XX es

considerada como una alternativa para la reactivación de la economía agrícola del país; constituyó además, la opción

económica más viable para muchos inmigrantes anglosajones, independientemente de no poseer una tradición de

agricultores ni mucho menos vínculo cultural con la tierra; por otra parte, carecían de los recursos necesarios e

imprescindibles para desarrollar una agricultura al nivel que técnicamente se desarrolla en esa época en Estados

49


Unidos, Canadá y el Reino Unido; tampoco tenían la experiencia de una agricultura tropical; sin embargo, tuvieron

capacidad de adaptarse a las condiciones del espacio geográfico local y aplicar la instrucción adquirida en su país. En

este sentido, la necesidad de subsistencia y la aspiración a un modo de vida superior, fue un elemento compensatorio.

Los colonos se distinguían del campesino tradicional cubano en su orientaron hacia una práctica agrícola con fines de

lucro, movidos por un espíritu pecuniario y de acumulación. Al principio, algunos, según entrevistas a varios

descendientes, mostraron cierta displicencia hacia la tierra y tradición agrícola, de ahí una de las razones por las que

decidieran reanudarse en la vida urbana, al cambiar o modificarse las circunstancias. Por tanto, estamos en presencia

de un tipo de farmers que respondía a una nueva era y circunstancias tecnológicas en el contexto cubano,

caracterizados, entre otros factores, por su dominio mercantil y administrativo.

Si la colonización en forma de comunidades y asentamientos agrícolas de inmigrantes anglosajones, se

sustenta en la propiedad privada sobre la tierra, la explotación agrícola con utilización de mano de obra

asalariada y de capital, el propósito mercantil de la producción y su realización comercial subordinada al

mercado exterior; entonces, se define como una colonización por poblamiento de tipo agrario capitalista,

estimulados por la política imperialista. 193

La clasificación sobre la forma en que se desarrolló el cultivo del cítrico en la franja central de Las Tunas fue elaborada

a partir de los datos encontrados en las actas de propiedad sobre la tierra e información oral relacionada con el modo

en que se estructura y administra el paquete de acciones y las plantaciones, 194 consistente en tres grupos:

1- Compañía compuesta por varios accionistas en una plantación, bajo la dirección de un administrador.

2- Compañía compuesta por accionistas con varias plantaciones, administradas por uno o varios individuos.

3- Colonos individuales (o no asociados en compañías) que administran de forma directa su plantación.

La producción de cítricos con interés comercial en la zona de estudio es exclusiva de extranjeros, debido a que la

mayoría de los cubanos que habían vendido sus tierras, no disponían de la técnica ni del capital necesario para

emprender un cultivo que demoraba más de 6 años para comenzar a obtener utilidades, lejanía respecto a los lugares

50


de embarque, lo cual le resultaba poco rentable, otros tenían el arraigo en producciones tradicionales (agricultura y

ganadería), al mismo tiempo que tenían pocas posibilidades de vínculos con el mercado interno y externo; por tanto, no

disponían de organizaciones de venta para los productos; además, corrían el riesgo de ser desplazados por el

“mercado único” de la capital o competir en condiciones desventajosas.

La Omaja Nursery Company y la Cuban Development Company of Detroit crearon viveros en la zona de Omaja; en

Bartle, dos colonos individuales. Los semilleros se desarrollaban de noviembre a febrero, aprovechando el régimen de

lluvia. La técnica de producción de plantas era aprendida por los cubanos encargados de las atenciones culturales a

los semilleros y posturas cultivadas; gran cantidad de estas posturas se comercializaban en Isla de Pinos, Trinidad y

otras partes de la Isla, 195 reduciendo así, la importación de estas plantas, que de hecho resultaban más costosas las de

origen foráneo, así como correr el riesgo de su calidad y adaptación, independientemente de las medidas destinadas a

la importación de estas plantas. 196

Aun cuando no se han localizado los suficientes datos estadísticos locales relacionados con la evolución y desarrollo

de la producción citrícola en la zona de estudio, se ha podido determinar, a partir de numerosos cálculos matemáticos

e inferencias lógicas, las características fundamentales y tendencias de su desarrollo. Las estadísticas sobre el número

de árboles de cítricos y rendimiento difieren en las distintas fuentes, de ahí que los datos puedan resultar poco

confiables. De 1907 a 1909 ya se habían plantado 215 000 posturas de cítricos en la franja central de Las Tunas, 197 en

un área de 403,2 ha, distribuidos como sigue: Omaja 284 ha (70,4), Bartle 119,2 ha (29,6 %). 198 Las primeras

cosechas a gran escala se recogen en 1912. Según datos de la época (anexo 11), se exportaron 90 300 cajas de 42.5

libras, con 50 unidades cada una. 199 Varias fuentes revelan cifras dispersas que no ofrecen la dimensión de esta

producción. 200 Las exportaciones se embarcaban por la Mulson Steamship Company en el puerto de Antilla, al norte

de Oriente, habilitado para estos fines.

Hasta 1940, los precios en el mercado norteamericano oscilan entre $ 0.54 y $ 1.49 la caja de 42.5 libras; sin embargo,

en el período de bonanza (1920-1921), se registran valores que oscilan entre $1.39 y $1.48 y en el período de extrema

51


depresión (1933-1940) entre $ 0.49 y $ 0.71. El despegue de la producción citrícola en la franja central de Las Tunas

es de 1913 a 1917, período en que los precios descienden con respecto a 1912. En este año el precio es de $ 1.51,

superior en $ 0.72 por encima del pagado en igual período a los del resto de los países productores. La variación de los

precios se debió, entre otras razones, a los conflictos mundiales y nacionales que demandaban mayor cantidad de

alimentos, también a los bajos índices de producción a consecuencia de fenómenos climatológicos en los demás

países productores y la dinámica demográfica del país recetor de esta producción.

A juzgar por los datos, la producción por hectárea era siempre muy baja. 201 Algunos productores disponían de recursos

y técnicas modernas para la época; 202 aunque estos avances de la modernidad fueron exclusivos de algunos colonos,

marcaron pauta en el progreso tecnológico que se expresó en el surgimiento de nuevas proyecciones y aspiraciones

de poder, significó además, una meta de progreso a alcanzar por el resto de los colonos.

Para procesar el cítrico con destino a la exportación, las compañías que concentraban la mayor parte de la

producción construyen sus propias empacadoras, 203 estas prestaban este servicio a los colonos no asociados a

dichas compañías. En dichos centros se procesaban los cítricos, en correspondencia con las exigencias de los

consumidores foráneos. Las producciones se embarcaban por el ferrocarril con destino al puerto de Antilla, por donde

se enviaban hacia Estados Unidos. Hacia 1914 se había fundado la Omaja Fruit Grower Association para la

exportación de toronjas a Norteamérica; en Bartle se realizaba desde 1912 a través de la asociación de los hermanos

Over y John Street. Entre los cosecheros, procesadores y comerciantes se manifestó una economía moral o capital

simbólico 204 consistente en el modo cooperativo de organización del trabajo, en los mecanismos para la equidad en los

embarques, compromisos morales, el honor y otras cuestiones éticas, que minimizaron la posibilidad de conflictos.

Con las compañías comercializadoras de cítricos surgen elementos de identidad: nombres de estas corporaciones,

peculiares voces de los estibadores como parte del espacio expresivo, la movilidad de las carretas, carretillas, vagones

de trenes tirados por bueyes, las cargas y formas de estiba, la utilización de determinadas arterias viales para la

transportación, así como las discusiones y operaciones de cálculo por agentes de negocios.

52


Para la cosecha y procesamiento del cítrico se contrataba fuerza de trabajo cubana, fundamentalmente mujeres a

razón de 75 centavos a un peso el jornal, se preferían porque eran más estables; los hombres tenían opciones en

trabajos pesados y alejados de la comunidad, que por razones sociales, eran mal visto en una mujer; también se

emplearon inmigrantes indios, chinos, españoles y antillanos. Parte de las atenciones a los cultivos, las realizaban los

colonos con los miembros de su familia.

En 1913 la Buenavista Fruit Company había construido en Omaja algunos comedores y dormitorios para los

trabajadores, 205 cuyas condiciones de hacinamiento y deficiente alimentación profundizaron la división socioclasista al

mismo tiempo que modificaron el modo y estilo de vida de quienes participaban en las actividades agrícolas en

condiciones de jornaleros. Los colonos utilizaban sus propias herramientas de trabajo tradicionales, ampliaron el uso

del arado de acero, tirado por un caballo o mula e introdujeron el de dos discos, tirado por yunta de bueyes, en menor

medida accionado por tractores, así como el uso de carretas con empleo de tracción animal.

De este modo, la cosecha, transportación, beneficio, almacenamiento y consumo del cítrico se convirtió en parte

esencial de la dinámica social del etnos cubano, pues impregnó hábitos, costumbres, nuevos conocimientos técnicos

asociados a ese ciclo; potenció su planificación de vida, fue motivo de conversación, debates y otras manifestaciones

cotidianas; se amplió el consumo de los subproductos de las variedades de cítricos como parte de la dieta permanente

de los pobladores locales, con sus consiguientes efectos nutricionales y medicinales; originó nuevos atributos

culturales, como el consumo de jugo de naranja que se ofrece a los visitantes en lugar de la tradicional taza de café.

También se convirtió en costumbre recibir un obsequio con doble motivo: fin de año y culminación de la cosecha.

Con la llegada de otros grupos étnicos a las comunidades anglosajonas, se amplía la dinámica laboral subordinada a

las actividades económicas y hábitos de los anglosajones, pero también se genera inestabilidad laboral, debido al

carácter temporal de la oferta de trabajo; bajo estas condiciones la psicología de los trabajadores se adaptó a los ciclos

de producción: tiempo muerto, de zafra, o de cosecha.

53


El proceso de cultivo, cosecha, embalaje, transportación, almacenaje y venta eran relativamente costosos; sin

embargo, diversas razones propiciaron el progreso de una fruticultura comercial en la franja central de Las Tunas:

- Dada las propiedades del suelo, según análisis en laboratorios de aquel entonces, 206 era adecuado para el cultivo

de cítricos y podían prescindir de fertilizantes y otros sistemas de conservación; además, propiciaba que la

cosecha se iniciara en el mes de agosto, unos veinticinco días antes que en las plantaciones de suelos rojos de la

Isla, razón por la cual se anticipaba la recolección, 207 que sumado a la variación del clima, la maduración de estos

frutos se adelanta respecto a los de EE.UU.; haciendo posible que el producto llegase al mercado con buenos

precios durante un breve tiempo.

- Las condiciones geográficas resultaron favorables: además de la ecología de los cítricos, el sistema hidrográfico

natural garantizaba, a algunos colonos, el agua para mantener las plantaciones, el régimen de lluvia adecuado,

favorece, durante los meses de mayo a octubre, cultivar en condiciones de secano.

- Muchos cultivadores, cuyas tierras carecían de suficiente fertilidad, compensaban sus bajos ingresos con las

ventajas derivadas de la cercanía a las instalaciones de embarque pertenecientes al ferrocarril.

- La poca existencia de plagas en la zona, así como de enfermedades propias de este tipo de cultivo contribuyó a

su estabilidad y a disminuir el costo de producción en cuanto a aplicación de insecticidas.

- Posibilidad de créditos concedidos por la Sociedad Anónima Trust and Guarante Company of Cuba (Compañía

de Créditos y Garantía de Cuba). 208

- La reducción del 20 % de los aranceles de exportación de cítricos cubanos a Estados Unidos, establecido en el

artículo II del Tratado de Reciprocidad Comercial de 1903.

- Durante el período (1912 - 1922), las tarifas de transportación de mercancías y peonaje determinadas por la

comisión de ferrocarriles resultaban favorables para la comercialización, independientemente de las alteraciones y

modificaciones periódicas. 209

54


- La contracción, en 1914, de los aranceles aduaneros a los cítricos en el mercado norteamericano, favoreció el

incremento de la producción y el mejoramiento de las plantaciones, lo que permitió que estas colonias agrícolas y

otras del país compitieran con los cultivadores de cítricos de California y La Florida, poniéndoles en ocasiones en

aprietos en el mercado. 210

- Empleo de mano de obra barata en varios momentos del proceso de cultivo, cosecha y la comercialización.

A las razones anteriores, se le suma el caudal de conocimientos agrícolas adquiridos por los colonos en la Fruit

Association (Asociación de Fruteros) de las comunidades de Omaja y Bartle, mediante las cuales se promovieron, por

las vías no formales, experiencias e instrucciones dirigidas a los granjeros, aparecidas en más de 500 periódicos

agrícolas y literatura especializada a disposición de los agricultores como Agricultura y Cuba Magazine editados en

Cuba y The Cuba Review, editado en Nueva York.

Una de las diferencias de la colonización practicada en EE.UU y Cuba es que, en el primero, la mayoría de los

productores tenían a su alcance la mecanización agrícola, situación que estimuló el incremento y estabilidad de las

familias en las propiedades; en Cuba, por el contario, la mayoría de los productores carecían de estas posibilidades

tecnicas, de ahí que sus resultados dependieran fundamentalmente de las condiciones naturales, colocados así en una

posición desventajosa frente a la competencia de los productores norteamericanos. Pese a los percances que

afrontaron los citricultores (se amplía en el epígrafe 2.5), la producción y exportación de este rubro se extiende hasta la

década de 1930, 211 impulsada por la ideología del éxito personal del inmigrante, su imagen de bienestar, la

persistencia y capacidad para capitalizar y explotar la experiencia personal.

Hasta 1911 el panorama agrícola cañero al norte de la parte centro oriental de la Isla se caracterizaba, por inversiones

a gran escala, pertenecientes a la The Cuban American Sugar Company. 212 En los siguientes dos años, la

expansión cañera promovida por esta compañía llega hasta áreas correspondientes a la antigua hacienda Majibacoa;

la Manatí Sugar Company, 213 lo hace en el barrio Oriente y en extremo sur de Omaja; la The Cuban Railroad

Company 214 (Jobabo); en Ochoa, Las Arenas y en Ojo de Agua; y la The Cupey Sugar Company 215 , en Las

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Coloradas. Con la aparición del colonato en esta área, se diversifica la colonización en dicha franja. Este proceso trae

como consecuencia, el surgimiento de dos franjas de población campesina ubicadas entre las zonas de monocultivo

azucarero y las agrícolas no cañeras propiedad de los colonos anglosajones.

La expansión cañera hacia la franja central, por los intereses de las grandes compañías azucareras, se

enfrentan con algunos inconvenientes: la resistencia de una parte de agricultores citrícolas a ceder espacio a

ese tipo de agricultura o imposibilidad por insuficiencias de capital; a ello se le suman, las desventajas respecto

a los colonos que se ubicaban más cerca de los centrales azucareros, la falta de experiencia en el monocultivo

azucarero, así como los riesgos y temores de una reorientación económica. Por otro lado, algunos propietarios

cubanos que no tenían interés en vender su patrimonio ni el de incorporarse como colonos azucareros. 216

Desde 1912 los representantes de las compañías azucareras y latifundistas cañeros asociados a estos, gestionan la

asociación de sus capitales con el de colonos de las comunidades agrícolas anglosajonas para prolongar las vías

férreas hasta diversos sitios de la franja central de Las Tunas. 217 Willian Van Horne, inclinado a apoyar un frente

pionero de pequeñas granjas que le sirviera como clientela para su negocio ferroviario, amplía dicha clientela

asociándose con la producción cañera. 218 Dos años después, la Manatí Sugar Company firma un contrato para la

construcción de la vía Yariguá. Esta vía partiría de Manatí a entroncar en Lebanon, con el ferrocarril central,

permitiendo ampliar las áreas de producción cañera; 219 pero, fueron muy pocos los colonos anglosajones individuales

de la zona que se inclinan desde los primeros años por este rubro. 220

El estallido de la Primera Guerra Mundial provocó un alza temporal de los precios del azúcar, lo que trae

consigo el incremento de la demanda de azúcar en el mercado norteamericano y mundial. Esta situación

aceleró el proceso de inversiones que venía ocurriendo desde 1912 (anexo 12). En 1915, la empresa

norteamericana Coloradas Sugar Company elabora un proyecto para un central en la hacienda Las Coloradas,

pero fracasa por insificiencias de capital; 221 no obstante, motivados por este intento y la construcción del central

Cupey (1915) en el municipio de Holguín, surgen varios compromisos y convenios como parte de la cultura del

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negocio, que se expresó en la proliferación de numerosas colonias cañeras en dicha hacienda y en Omaja. 222

En 1920, esta compañía tuvo que ceder a la Coloradas Cane Corporation las instalaciones ferroviarias, terrenos

y demás privilegios, que, según estudio realizado por el historiador Rafael A. Cárdenas, aparecería en lo

sucesivo gestionando contratos de colonato para el central Cupey. 223 Proceso similar ocurre en la finca

Macagua, al sureste de la comunidad de Bartle, con una extensión de 1 600 hectárea, la cual es adquirida en

1916 por la compañía Cuban Bartle Sugar Plantation Limited, 224 en la que Van Horne participó como uno de sus

accionistas, con el objetivo, de iniciar la construcción de un central, 225 pero terminó también fracasando.

En este mismo año, Dionisio Velazco, propietario de las haciendas Palmillas y San Ramón, suscribe el primer

contrato de arriendo de 570 caballerías con la Manatí Sugar Company, 226 y establece el más importante

departamento comercial en el poblado de Calixto, el cual formó parte de uno de los tantos estableciemientos

controlados por la Sociedad Sánchez Fanjul en Comandita 227 Esta agrupación involucra en relaciones

crediticias a centenares de colonos y obreros agrícolas, en su mayoría cubanos. 228

La existencia de gran cantidad de colonos en este período, es debido al alto nivel de parcelación de la tierra

establecido por las compañias colonizadoras para poder venderlos a personas de baja solvencia económica, situación

que limitó la proliferación de grandes latifundios. No obstante, las diversas formas de dominio y control de las tierras y

la producción de los hacendados y corporaciones azucareras se impusieron a los de menor poder económico.

En 1917, los dueños de los centrales Manatí y Chaparra acuerdan distribuir las áreas de influencia de ambas

compañías en la franja central de Las Tunas; 229 pacto que fue violado con motivo de la fiebre azucarera, disputándose

nuevas áreas, así surge uno de los conflictos que distingue la lucha de clases en la zona de estudio hasta 1925 y que

se manifestó a través de enfrentamientos entre los colonos asociados a la siembra de caña y las compañías

azucareras, por los niveles de participación en las zafras.

En el momento de la expansión azucarera cubana, o período inflacionario de 1920, algunos colonos individuales se

deciden por la agricultura cañera. En la zona de Bartle los más significativos fueron los canadienses Charles J. Ross,

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Hervey Head y los hermanos Crowder. 230 Al sobrevenir la crisis muchos inversionistas no pudieron pagar la deuda

contraída y pierden los terrenos; 231 de igual modo, cientos de colonos cubanos se vieron afectados. En 1925, la deuda

de los productores de la hacienda Palmillas a la Manatí Sugar Company promedia $ 25 642.00 232 por productor, sin

incluir la adquirida con el Departameto Comercial, equivalente a $ 4 056.31 como promedio (anexo 13).

A la par de la expansión cañera en la franja de estudio, se amplía la red de ferrocarriles (anexo 14), lo cual trajo

consigo la elevación del precio de la tierra, el surgimiento de colonias cañeras, la ampliación de cultivos

alternativos con fines comerciales; la tecnificación se extiende con el montaje de la báscula de romana, las

grúas, la comunicación por telégrafo y teléfono, y otras infraestructuras y tecnicas asociadas a este fenómeno;

aumenta la dinámica de transportación de pasajeros, la distribución de periódicos y películas; promovió nuevas

fuentes de empleo y la facilidad de trasladarse hasta las zonas portuarias para viajar al extranjero. Estas

tranformaciones significaron la articulación de las zonas rurales con el complejo fenómeno de la modernidad.

De este modo, creció la población cubana, antillana, española y ahitiana en las áreas rurales por efecto del

desplazamiento demográfico, de igual modo que que la pluralidad étnica y cultural, la cual generó una relación

identitaria sobre la base de la economía cañera: costumbres, tradiciones y una dinámica social relacionada con el ciclo

del proceso agroazucarero. También surgieron las bases de la deformación económica territorial y de un traumatismo

social que se extiende durante más de diez años y que permanece, con sus altas y bajas en el período neocolonial.

Un ejemplo ilustrativo del nivel alcanzado por la expansión cañera es en las tierras de la antigua hacienda Rompe. En

vísperas de la década del 30, de las 1 551 caballerías que la componía, eran utilizadas por inversionistas anglosajones

para el cultivo de caña, 608 caballerías (39,2 %), porcentaje cercano a la media nacional en esta actividad. 233 En

manos de cubanos había 90 caballerías (5,8 %), éstos eran relegados a un segundo orden de preferencia por los

comercializadores de los centrales, mientras que eran favorecidos los productores anglosajones.

Como consecuencia de la crisis azucarera de los años 20, la franja central de Las Tunas transita gradualmente hacia la

ganadería de gran escala con una fuerte presencia de latifundios y minifundios de propietarios cubanos. Hacia 1930,

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se localizaron 29 latifundios, que fluctuaban de 113 ha a 750 ha; unas 50 fincas de 13,4 ha a 112 ha, a las que

pertenecían doce inmigrantes anglosajones; y unas 300 fincas de 3,35 ha a 13,4 ha, dentro de los que figuraban un

grupo considerable de inmigrantes anglosajones. 234 Estos cambios modificaron las relaciones de producción,

expresadas en la pérdida de la propiedad de cientos de campesinos cubanos que no pudieron sobreponerse a la

deuda contraída con las compañías azucareras y el aumento de nuevos arrendatarios y aparceros. De este modo, se

alteraron sus patrones culturales y disminuyeron las posibilidades de elección laboral. Estas limitaciones agudizaron la

despersonalización y degradación ética y cultural de los trabajadores, ampliándose así la cultura de la supervivencia.

Por su parte, los inmigrantes anglosajones de estas comunidades que se inclinaron por la industria maderera

asociada a su manufactura, se sustentan en la propiedad privada sobre medios modernos de producción, la

explotación de una cuantía considerable de fuerza de trabajo asalariada, principalmente calificada, para la

producción y comercialización, subordinada al sistema de mercados internacionales y el nacional; lo cual

conduce a considerar que es una colonización por poblamiento de tipo industrial capitalista.

La industria maderera y su manufactura desempeñó un papel esencial en la colonización anglosajona de principios de

siglo, pues no solo constituyó fuente de ingresos, sino que complementaba las múltiples actividades económicas. La

inversión norteamericana y canadiense en la industria de la madera se manifestó con un notable desarrollo en las

localidades de Bartle y Omaja durante las tres primeras décadas del siglo XX, condicionado por factores como:

existencia de más de 200 000 hectárea 235 de bosque con gran variedad de maderas preciosas, que comenzaron a

desmontarse para dar lugar a las plantaciones de cítricos, caña y más tarde a la ganadería; necesidad de madera

como combustible para activar las calderas de los centrales; demanda de traviesas para la construcción y reparación

de vías férreas, postes para cercas y tendidos telefónicos; la construcción de viviendas y otras necesidades domésticas

y la existencia de mano de obra disponible (cubanos y antillanos) residente en áreas limítrofes.

En 1906 la Cuban Realty Company Limited de Bartle monta un aserradero, para suplir las necesidades de la

comunidad anglosajona. 236 En 1908 los hermanos Crosby compran en EE.UU. maquinarias con las que montan la

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fábrica Cabos de Herramientas, surge así la industria manufacturera de la madera en la zona. Con esta industria se

introducen avances tecnológicos de la modernidad como: máquinas para tornear maderas, cepilladoras, sierras de

varios tipos, taladradoras y lijadoras movidas con motor de vapor por medio de un tren de poleas. También,

herramientas manuales, planos y bocetos que, en su conjunto, indican el nivel de desarrollo en este tipo de industria.

Con el desarrollo de estas industrias, varias compañías y colonos individuales invirtieron capitales para la explotación

de la riqueza forestal de la zona. 237 Anuncios permanentes de los dueños de aserríos aparecen en El Eco de Tunas,

solicitando la compra de maderas, aprovechando las facilidades del ferrocarril, otros ofertan buenos precios a

carreteros para su transportación hasta los paraderos de esta vía. 238 Testimoniantes y documentos sobre aserríos de

la zona corroboran que se aserraban hasta 9 y 10 metros cúbicos de madera diario en cada una de estas unidades

productivas. 239 Aunque no han aperecido datos precisos relacionadas con la cantidad que fue destinada para la

exportación, varios testimoniantes que laboraron en esta actividad afirman que, independientemente de la escaséz de

madera en la zona hacia 1920, se produjeron numerosos embarques por ferrocarril con destino al puerto de Nuevitas y

hacia La Habana. Ello ocurre en momentos en que los valores de los recursos maderables exportados oscilaban entre

60 y 94 pesos moneda nacional el millar de pies cúbicos, según el tipo de madera. 240

Como consecuencia, especies maderables cubanas de gran valor económico, botánico y patrimonial, comenzaron a

desaparecer. Ante esta situación, se promulgaron varios decretos para regular los aprovechamientos forestales, uno de

ellos fue el Decreto No 979 de 11 de julio de 1923 que establece un conjunto de instrucciones para regular la tala

indiscriminada; 241 no obstante, los hechos demuestran que las reglas legales se infringieron por la administración de la

industria maderera de Bartle y Omaja.

Entre 1909 y 1915, Wiliam Crosby, monta una carpintería para producir muebles básicos del hogar destinados al

mercado local, propios de una cultura de consumo masivo y menos elitista, además de una miscelánea de objetos que

respondían a las exigencias de la economía agrícola como las escaleras tipo tijera para la recogida de cítricos. En 1919

monta otro aserradero e instala nuevas líneas: la construcción de marcos, puertas y ventanas, así como la cajonería,

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de amplia demanda para el empacaje de cítricos y otras frutas. Tanto la fabricación de mobiliario como componentes

arquitectónicos dependieron de las normas sociales o consideraciones estéticas y funcionales atribuidas por los

consumidores, convirtiéndose en productos simbólicos de la transculturación.

Las líneas y modelos de producción de esta industria, como resultado de la creciente demanda del mercado,

determinaron un cambio cultural, expresado en nuevos patrones de comportamiento y estereotipos de identidad con

ribetes urbanos. Trabajadores de esta industria testimonian el nivel de diversificación alcanzada en la producción y los

cambios en la división social del trabajo, desde la cual se acentuó, en una amplia población cubana y extranjera,

conocimientos, hábitos y tradiciones; surgieron nuevas necesidades en los trabajadores, como resultado de su

vocación y de la transmisión cultural generacional que estimularon la orientación hacia nuevas metas de confort.

El aserramiento de madera crece al mismo tiempo que las inversiones tecnológicas asociadas a esta producción, como

es el caso del secadero artificial de este recurso en Bartle, con una capacidad de 10 mil pies cúbicos, el cual aceleró

dicho proceso. Otras empresas vinculadas con la madera mostraron la dinámica de este renglón en la zona(anexo 15).

De las industrias madereras en Cuba, según fuentes de aquella época, esta fue una de las pocas que utilizó maderas

del territorio cubano en toda su manufactura, ventaja respecto a calidad, sobre otras que empleaban el pinzapo y la

pinotea importada de Estados Unidos. 242 Independientemente que esta materia prima tenía libertad de derechos a su

importación, 243 siguió siendo una inversión más costosa respecto a la adquirida en la región centro oeste oriental.

La industria maderera resultó menos persistente que la agricultura cañera, debido al agotamiento de la riqueza forestal

de la región. Por el contrario, la manufactura de la madera fue persistente, favoreciendo la apertura de algunos

pequeños talleres cuasi–manufactureros que garantizaban la subsistencia de cubanos e inmigrantes bajo el principio

introducido por los norteamericanos de que “cada trabajador debe labrar sus posibilidades en la empresa”, lo cual puso

en desventaja a los productores agrícolas con la oferta del tradicional jornal.

Por lo anteriormente expresado, en Bartle, a diferencia de Omaja y Victoria de Las Tunas, el desarrollo de la industria

manufacturera de la madera tuvo mayor amplitud; esto explica la existencia de algunos inmigrantes anglosajones

61


laborando en esta rama, así como la presencia de cubanos en la administración de las mismas, a mediados de la

década del 20; también de una notable proletarización que generó un sector identificado por la subordinación de vida a

exigencias laborales, en el complejo ritual cotidiano de más de seiscientas familias vinculadas con la misma. Surge así

una notable interacción cultural que devienen en nuevas tradiciones etnoculturales y comportamientos habituales como

el respeto a las jerarquías y a las posiciones sociales, también, provocó momentos de tensión y angustia. Se

difundieron nuevos elementos de comunicación simbólica a través de términos económicos como: acciones, dividendo,

capital, oferta y demanda, entre otros; contribuyó a la calificación de una parte considerable de personas vinculadas

con dichas corporaciones; las reglamentaciones empresariales, laborales y técnicas, se normó aún más la vida de

muchos habitantes, aspectos que prevalecen en el tiempo. Otra consecuencia de este proceso es el establecimiento

de nuevas relaciones laborales y contractuales que mitificaron el modo de producción capitalista.

El tema de la actividad laboral ocupó un espacio considerable en la vida familiar y social; las personas comenzaron a

identificarse por su posición laboral, hecho que despertó motivaciones e inspiraciones; en algunas familias obreras

cubanas, sobre todo a partir de la segunda mitad de la década del 10, el rito que marca el paso de la infancia a la

adolescencia comenzó a ser la entrada en una fábrica o en las labores de recolección de cítricos. Los sujetos del

esquema de dominación del escenario económico local se distinguieron por la discreta vigilancia de la vida

sociocultural de sus trabajadores, ante el temor de que proliferara una cultura proletaria nociva a sus intereses.

Actividades económicas como el comercio mayorista y minorista, los servicios, la ganadería menor, la avicultura, la

producción de vegetales 244 y otros productos agrícolas con fines comerciales (anexos 16 y 17), forman parte de la

diversificación que caracterizó a las comunidades anglosajonas en la franja de estudio; ellas complementaron el

complejo de relaciones económicas que garantizaron las necesidades de los pobladores. El intercambio de productos

entre anglosajones y la población local, constituyó patrón de conducta transmisor de experiencias; expresó además,

cierta dosis de solidaridad en el acto comercial. El éxito de estos colonos se debió, en parte, a la diversidad de sus

producciones, a diferencia de otras de su tipo en el país.

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La calidad del suelo y condiciones hidrográficas de la comunidad de Bartle, a diferencia de Omaja, explican la

introducción de tecnologías para la extracción de agua como las bombas manuales y los molinos de viento, así como

el desarrollo de la agricultura doméstica o economía popular, por parte de los colonos anglosajones, consistente en la

introducción y cultivo de vegetales, frutos menores y hierbas medicinales. A las plantas alimenticias, cultivadas en el

entorno de las viviendas se le atribuía, además, una función ornamental, de ahí que ocupara un lugar importante en la

actividad espiritual de la comunidad étnica, elemento que fue transferido también a familias cubanas. El autoconsumo

incluyó la cría de ganado vacuno y porcino. Estas pequeñas unidades productivas contribuyeron a la unidad y

organización familiar en cuanto a la división social interna del trabajo y en las relaciones de género, de este modo se

afianza el rol de la mujer interviniendo en la atención de la huerta y animales domésticos menores.

De modo general, la colonización anglosajona constituyó expresión de una estructura económica y social heterogénea,

con predominio de la pequeña propiedad y el sector de la pequeña burguesía agraria, modificada como consecuencia

de los cambios en la estructura agraria y la inestabilidad de las actividades económicas; todo esto aparejado al

intercambio cultural entre anglosajones y cubanos, además de un conjunto de consecuencias negativas que

transformaron parte del complejo de significados de la identidad urbana y rural en la zona.

2.4- Causas y factores de la decadencia de la base económica de la colonización

Hasta, aproximadamente la segunda década del siglo XX, las colonias anglosajonas en Cuba se muestran activas en

todos los sentidos; dada su concepción organizativa inicial tenían un carácter de asentamiento duradero, pero

circunstancias adversas tornan imposible su estabilización. Comienzan a manifestarse síntomas de deterioro de la

base económica que las sustentaban con los consiguientes cambios en la esfera cultural. Los colonos de las

comunidades anglosajonas de la franja central de Las Tunas, y los del resto del país, eran relegados en el mercado

norteamericano respecto a los productores “metropolitanos”, debido a que las inversiones en la región y otras áreas de

la Isla, consistente en el pequeño capital privado, invertido en tierras y la producción de cítricos, no formaba parte de

los sectores claves de la economía y estaba en desventaja frente al mediano y gran capital foraneo. 245

63


Las autoridades del Gobierno cubano ofrecieron apoyo a la colonización, solo en los primeros momentos,

favoreciéndolos mediante políticas agrarias dictadas por la Secretaría de Agricultura, en relación con la inmigración y

permitiendo el establecimiento de colonias agrícolas, 246 sin que ello implicara una ayuda crediticia dirigida a la

producción citrícola; por su parte, los representantes del gobierno local representaron siempre desde el punto de vista

político a los propietarios anglosajones. 247

A pesar de la falta de apoyo material, fue notable el crecimiento de la producción de cítricos en Cuba por colonos

anglosajones; pero, de 1915 hasta los primeros años de la década del 20, se desata una aguda competencia con los

productores citrícolas homólogos de los estados de California y la Florida en el mercado de aquel país. Fuentes

periodísticas norteamericanas, 248 aseguran que aquellos agricultores se oponían a través de contundentes protestas a

la compra de frutas a los colonos anglosajones residentes en esta Isla. 249 Uno de los pretextos dirigido a impedir la

entrada de cítricos a ese mercado es la acusación, a los productores en Cuba, de que los frutos estaban afectados por

la mosca prieta y otras plagas perniciosas para sus cosechadores. 250 En este momento, la prensa nacional pasó de

una enérgica promoción a favor de la colonización a un compasivo discurso limitado a describir su declinación.

Las presiones de los productores norteamericanos conducen a que la Cámara de Comercio de Estados Unidos decida

proteger a sus productores domésticos subiendo el arancel a los productores de Cuba. 251 En este contexto se aprueba

en 1922 la Ley arancelaria Fordney-Mc Cumber, con una tarifa promedio sobre las importaciones citrícolas de 9,1 % a

14 %, lo cual restó competitividad al cítrico cubano, esta misma Ley eleva el arancel de la importación azucarera a

2,20 centavos la libra, lo que para Cuba significaba 1,7648. Esta política proteccionista a favor de los

productores norteamericanos residentes en su país, marca el inicio de la desarticulación de dichas colonias.

El conflicto fue resultado de la política exterior norteamericana, expresada en la implantación de medidas económicas

por parte de la Cámara de Comercio, en detrimento de los productores agrícolas en Cuba. Como consecuencia, se

redactaron varios proyectos para atenuar la situación entre colonos residentes en la Isla y representantes de los

mecanismos comerciales. 252 Tal proteccionismo deterioró la simpatía hacia los representantes de su propia nación y

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provocó el escepticismo respecto al poder y autoridad del Gobierno de EE.UU. No obstante, los colonos se vieron

obligados a obedecer las leyes y principios del mercado en un marco complejo de relaciones y lucha de poder.

En el orden político - militar, en 1917, el período pleno de zafra (febrero a junio) de determinadas variedades de cítricos

coincide con la insurrección armada que se desata en Cuba conocida como Guerra de la Chambelona; como

consecuencia, se paraliza por varias semanas el tráfico por ferrocarril y las comunicaciones entre las zonas productivas

y el puerto de Antilla, e incluso, con otros posibles puntos de embarque. Cuantiosas fueron las afectaciones en algunas

plantaciones, 253 además del estado de tensión, frustración y de sensación de fracaso que llevó a algunos a regresar a

sus respectivos países; Por su parte, las actividades religiosas se suspenden y causan un impacto negativo en la

feligresía. 254 Posterior a los hechos, las autoridades del gobierno local apoyan el proceso de resarcimiento de dichos

daños. Aun así, al culminar el conflicto, muchos colonos deciden vender sus propiedades y abandonar la Isla. La

huelga desarrollada en octubre de ese mismo año por obreros de la empresa de ferrocarriles The Cuba Company, 255

coincide con la época de la zafra de la toronja (septiembre – diciembre), período en el que este producto alcanza el

conveniente grado de madurez para la comercialización; por tal motivo, los frutos cosechados y procesados no

pudieron trasladarse al puerto de Antilla.

El llamado del Gobierno norteamericano a cumplir el Servicio Militar Selectivo, 256 es otro de los acontecimientos que

impulsan el descenso demográfico de la población anglosajona de estas colonias. Muchos jóvenes abandonan la Isla,

y con ellos también algunas familias. 257 Los inmigrantes canadienses no fueron convocados a la guerra, lo cual explicó

la relativa estabilidad de estos en la comunidad respecto a los norteamericanos. La guerra exacerbó la sensación de

fracaso, el desaliento y una intensa frustración, al mismo tiempo que elevó el sentimiento patriótico de los jóvenes

soldados y sus familias; influyó además, en la inspiración de la unidad familiar en su país de origen. Por otra parte, el

hecho de que los colonos enviaran a sus hijos a continuar estudios en sus países de origen a causa del idioma y otras

razones identitarias, fue una de las razones antropológicas que contribuyeron, desde el principio, a la desarticulación

de las comunidades anglosajonas de la región.

65


En otro orden, la venta de propiedades a cubanos, provocó el aumento coyuntural del valor de la tierra a causa del alza

del precio del azúcar, 258 es por ello que las parcelas de tierra se vendieron a precios que oscilaba entre los 2 mil y un

poco más de 20 mil pesos. Este capital, sumado al acumulado durante años, permite afirmar que no se fueron en

bancarrota. Otros prefirieron aprovechar las oportunidades que les ofrecía la producción cañera, pero a fines de 1920,

decae el precio del azúcar y muchos deciden vender. Proyectos como los de la construcción de los centrales Las

Coloradas en Omaja, y Macagua en la zona de Bartle, quiebran como consecuencia de los efectos de dicha crisis.

Estos inversionistas permanecen explotando las tierras en el monocultivo azucarero en busca de una recuperación,

pero a finales de la década de de 1920 tienen que renegociar la deuda con la Cuba Company.

La situación financiera en que quedan los productores después de 1920, se refleja en la lucha entre bancos, la cual es

mostrada por el bisemanario tunero “La Democracia”, de la siguiente forma:

La institución bancaria que más daño le hace a Cuba es el City Bank, compuesto de intrigantes y perversos,

que como el pulpo, se quiere quedar con los intereses de Cuba, de muy mala fe. El Banco de Canadá

merece confianza plena, hay absoluta garantía y toda la campaña que en su contra haga el City Bank es

perder el tiempo. ¡Extranjeros y cubanos, nuestro dinero donde está seguro es en The Royal Bank of

Canadá!, sucursal de Victoria de Las Tunas. 259

Varios acontecimientos internacionales, nacionales y locales ocurridos a partir de 1930, permiten comprender el

momento más crítico de la colonización anglosajona en la franja central de Las Tunas y la imposibilidad

inmediata de una solución, para los que persistían permanecer en tierra cubana. Los efectos de la crisis

económica mundial (1929 – 1933), tiene sus efectos directos en Cuba a partir de 1930, con la activación de la

política arancelaria impuesta por EE.UU conocida como tarifa Hawley-Smoot, la cual desfavorecía a los

productores de Cuba. 260 La aplicación de una política restriccionista, sustentada en el plan Chadbourne conllevó

a la disminución los días de zafra y el establecimiento de cuotas azucareras, ello se reflejó en los centrales del

66


territorio tunero, y repercute en los colonos extranjeros y cubanos de la franja de estudio en la disminución de

los productores de este rubro y la paralización de los empréstitos e inversiones de capital.

Estas circunstancias devienen en una notable disminución de la autoridad o dominio de las compañías

azucareras en la zona. Es así que, el reducto de colonos anglosajones no azucareros se encuentran en

desventajas respecto a la burguesía azucarera y latifundistas que no estaban dispuestos a conciliar con los

pequeños y medianos productores, mientras que el mercado norteamericano de frutas cítricas asimila, de Cuba, en

1933 solo el 19 % respecto a 1930. 261 Por otra parte, el mercado nacional y local, se caracterizaba por la poca

demanda. De este modo, se afectaron miles de colonos dedicados a esta producción en Cuba y la mayoría de sus

coterráneos en territorio estadounidense, que fueron desplazados del mercado por los grandes productores; también, a

los cubanos vinculados con esta actividad. Como resultado de esta coyuntura ocurre un notable decrecimiento de la

población anglosajona en el área. El censo de 1931 registra un total de 131 individuos (79 % de descenso respecto a

1919). En Bartle y ciudad de Victoria de Las Tunas se declaran 45 (34,4 % del total) y en Omaja (65,6 % del total).

Para esta etapa en Bartle y en Omaja aún quedan algunos inmigrantes anglosajones que persisten en mantener en

explotación sus propiedades, pero las utilidades son mínimas respecto a las registradas en la segunda década del

siglo. Muchas plantaciones eran afectadas por el insecto conocido en Cuba como guagua como resultado del

abandono casi total de las atenciones; en otras, los frutos se pierden al no poder comercializarse.

Estas adversidades influyeron en las actitudes, percepciones y sentimientos de los inmigrantes respecto a sus propias

estructuras y demás grupos subordinados o dependientes; en consecuencia, la unidad en su expresión de elemento

genealógico que reproduce al grupo, comenzó a tener un significado nacionalista confuso para los agentes

metropolitanos, al utilizar calificativos como “fracasados” y “olvidados”. El retorno a sus respectivos países constituyó

una manifestación de la racionalidad existencial y económica de estos grupos.

La industria de la madera sufre percances debido al agotamiento de los recursos maderables de la región a causa de

la extensión de las plantaciones cañeras y de la explotación indiscriminada a que eran sometidos desde principios de

67


siglo, situación que deprime a las compañías dedicadas a explotar este recurso. En julio de 1927, la industria maderera

de Bartle, consistente en un secadero artificial de madera y aserradero, está incapacitada de pagar sus deudas y sus

propietarios se ven obligados a venderla por valor de 35 000 pesos a la Compañía Industrial de Bartle, cuyos

propietarios eran ya cubanos. 262

La fábrica Cabos de Herramientas de Bartle, sufre las consecuencias de un incendio en 1933 que destruye casi la

totalidad de esta industria, lo cual, sumado al deterioro forestal y las desventajas en el marco de la competencia con

sus homólogos en Estados Unidos, le resulta difícil la recuperación. 263 Como consecuencia el resto de las instalaciones

madereras, ya afectadas por los efectos de la crisis económica, entran en un período de inestabilidad permanente. Es

así que más de seiscientos trabajadores quedan sin empleo y numerosas familias sin amparo económico.

La decadencia en Omaja se tornó más profunda debido a la escasez de agua y al deterioro natural del suelo, debido a

la inaccesibilidad a recursos de las ciencias agronómicas. Esta variabilidad de condiciones influyó en el aumento de las

inversiones para equiparar la calidad de la producción citrícola frente a los competidores de otras zonas de la Isla y a

exigencias del mercado, de forma tal que la tasa de ganancia resultó inferior respecto al resto de los productores.

La situación de inseguridad de los colonos anglosajones, que aún persistían en el monocultivo azucarero, se

acentúa con el proceso de lucha revolucionaria dirigido fundamentalmente contra las grandes empresas

azucareras y que desemboca en una situación de desorden total del país. Esta situación impacta en el territorio

con el despertar de sentimientos antimperialistas, que se reflejan en la prensa local. 264 En estas circunstancias,

la política imperial e interna del país, establecida a partir de 1934 intenta detener la crisis económica y social en

Cuba, 265 pero esta orientación nacionalista ocurre en una coyuntura en que era evidente la más aguda crisis de

la colonización anglosajona. Por iniciativa individual, se amplían nuevos rubros agrícolas e industriales que

constituyen demanda efectiva de consumo en el marcado nacional y local, fundamentalmente: plátano, maíz,

huevos, aves, productos lácteos y ganado, parte de este último con destino al mercado norteamericano;

acentuándose de este modo, una estructura económica autóctona.

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CAPÍTULO III

MANIFESTACIONES E IMPACTOS DE LA CULTURA ANGLOSAJONA EN LA FRANJA CENTRAL DE LAS

TUNAS

La colonización económica y territorial es acompañada de distintas formas de transferencia cultural, expresadas

en la urbanización 266 y la arquitectura, en la vida social, a través de las instituciones educacionales, sociales y

religiosas, sus costumbres y tradiciones, la descendencia étnica, entre otros componentes culturales, que se

manifiestan en un complejo de relaciones y vínculos etnoculturales; sus peculiaridades en la franja central de

Las Tunas, se determinan a partir de la aplicación de técnicas del método etnográfico en el trabajo de campo.

3.1- Efectos en la cultura material

La cultura establecida por los anglosajones en el área de estudio, es en parte, expresión de la interacción con el

espacio geográfico y la base económica implantada por ellos, así como de su legado espiritual que, en su conjunto,

ayuda a interpretar y comprender los cambios en su cultura material e influencias en la cultura de los cubanos.

La urbanización, y la arquitectura como parte de ella, son expresión del desarrollo económico y social

alcanzado por estas comunidades, ambas integran la identidad regional signada por la fusión de la ruralidad y

las formas de vida urbana. En los primeros años de la república burguesa, la ciudad de Victoria de Las Tunas

se recupera aún de los efectos de la guerra por iniciativa individual de los pobladores y no existía la

infraestructura que facilitara la gestión de los inversionistas foráneos ni las vías de comunicación adecuadas

con territorios contiguos y centros urbanos del país. 267

Los primeros inmigrantes anglosajones, 268 se ajustaron a las exigencias de los planos, los cuales fueron

elaborados por ingenieros de las compañías colonizadoras antes de adquirir las tierras de modo oficial, para ser

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utilizados con finalidad publicitaria. 269 Los de Omaja y Bartle se diseñaron siguiendo el método de ordenación

geométrica de la cuadrícula, 270 caracterizados por calles y caminos anchos y rectos, similares a los de

Norteamérica. Asimismo, se delimitaron los cementerios, patrón establecido en este tipo de comunidad. Estas

normas urbanísticas influyeron en la concepción espacial que hasta entonces habían tenido los cubanos, tanto

en las áreas de cultivo como en las poblaciones.

Los pioneros trajeron consigo herramientas para la construcción de sus viviendas. 271 Antes de iniciarlas levantaron

ranchos rústicos o casas de campañas donde habitaron provisionalmente; mientras tanto, las compañías se

encargaron de abrir las trochas por donde serían las calles y montar aserraderos. Este proceder facilitó la construcción,

sin tener que acudir a la compra de piezas prefabricadas en el occidente de la Isla, ni la ayuda gubernamental. 272

La infraestructura pública o de servicios como los templos religiosos, instituciones escolares, establecimientos

comerciales, hoteles, entre otras, se construyeron en su mayoría por iniciativa y colaboración de estos grupos étnicos;

las nuevas instalaciones públicas añadieron valor a los solares adyacentes.

En las comunidades agrícolas de Omaja y Bartle, así como en asentamientos de colonos individuales, la arquitectura

fue imitada de los asentamientos comunitarios del sur de Estados Unidos, siguiendo una especie de estilo “anglosajón

tropicalizado”, 273 por las condiciones ecológicas del lugar. Esta se desarrolla como proceso organizado desde el punto

de vista urbanístico, con una concepción de perdurabilidad no provisional, la cual tuvo una connotación de apariencia

asociada a la posición socioclasista y aspiraciones de quienes la promovían.

Las características de la arquitectura en madera de perfil norteamericano en estas comunidades agrícolas estuvo

determinada por varios factores: tipos de actividad económica, el nivel de solvencia económica, diversidad social y

socioclasista de los colonos, el número de componentes del núcleo familiar (3 o 4 miembros), la configuración

territorial, carácter rural del medio social, la etnorregionalidad de la cual proceden los inmigrantes, la influencia de

patrones arquitectónicos de la época, disponibilidad tecnológica, concepción pragmática del espacio habitacional, y en

algunos casos, la concepción de provisionalidad sobre las edificaciones.

70


Algunos inmigrantes conocedores de la carpintería fueron contratados debido al alto volumen constructivo que

experimentan estos poblados en sus dos primeras décadas de existencia; predominaron las viviendas de tipo

bungalow, construidas a golpe de martillo y con la colaboración de otros miembros de la comunidad étnica.

La diversidad constructiva, se clasifica de acuerdo con diversos criterios: número y tipología de plantas, altura del

entresuelo, disposición de los portales y del techado; número, distribución y amplitud de las habitaciones, así como la

funcionalidad de las mismas (anexo 18). Estas estructuras se edificaron con la visión de proporcionar comodidades y

un ambiente fresco, tranquilo y seguro a sus moradores.

Existen otros detalles de esta arquitectura determinados a través de la observación in situ y fuentes documentales, 274

pero los elementos que peculiarizaron este tipo de arquitectura en el escenario rural fueron: los pocos elementos

ornamentales de las edificaciones, la ausencia de habitaciones para servidumbre; el horno de piedra 275 y la estufa

como elementos normativos de la vivienda. La aparición de estructuras complementarias aledañas a la vivienda como:

letrina, corrales para aves y ganado, cocheras, locales en forma de cobertizos y colgadizos para guardar instrumentos

agrícolas, monturas, almacenaje de productos agrícolas y comida para animales, que en su conjunto influyeron en la

configuración de estas comunidades.

Obligados por la necesidad y favorecidos por el tipo de vivienda y el régimen de lluvia, los colonos construyeron aljibes

de diversas formas, abastecidos a través de canaletas; su preponderancia en Omaja es debido a la mala calidad del

agua en esa zona. De los elementos complementarios exteriores se encontraban los barandajes en los portales,

cercas, empleo de portones, vallas frente a los lugares públicos para amarrar caballos o mulas, entre otros. La pintura

de varios colores, le dieron una apariencia agradable, además de una coherencia estilística.

Aunque la arquitectura en madera a la que se hace referencia es expresión de la geografía, historias, raíces y

tradiciones del campesinado norteamericano, algunos cubanos aprendieron este oficio y comienza a producirse una

transculturación consistente en el cruzamiento de patrones anglosajones y cubanos. Este proceso estuvo condicionado

por el bajo nivel de solvencia económica de la población cubana y otros grupos étnicos como los antillanos y

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españoles; también, por las necesidades y aspiraciones etnorregionales de procedencia de dichos inmigrantes. Sobre

estos supuestos surge un patrón criollo que se populariza, a mediados de la década del 20, caracterizados por

estructuras con bajo nivel de diseño y pobreza expresiva.

Aparece de este modo un tipo de vivienda rural de una sola planta, en las que se utilizaba a la vez paredes de

mampostería y entablados sencillos, con habitaciones racionales en cuanto a cantidad y dimensiones. Estos cambios

le atribuyeron una fisonomía nueva y la consiguiente orientación identitaria a estas comunidades.

Con el declinar demográfico anglosajón de principios de la década del 30, sobreviene el inicio de la descolonización

cultural que se refleja en el deterioro del patrimonio tangible exclusivo. La arquitectura por ejemplo, comienza a

deteriorarse debido a la falta de atención por parte de los propietarios anglosajones y copropietarios, en su mayoría

cubanos, imposibilitados económicamente de conservar adecuadamente las construcciones; también inciden las

inclemencias del tiempo, la demolición, los incendios y la pérdida del valor especial que le atribuían los propietarios

anglosajones a estas estructuras. Se refuerza así la transculturación en la vivienda como resultado de las

transformaciones que originan el entrecruzamiento de lo tradicional anglosajón y patrones cubanos.

Asociado a la arquitectura se trazan los espacios ajardinados en los solares y se fomenta el viverismo que incluye

plantas frutales, hortalizas y ornamentales, influencia de la ideología del progreso y el pensamiento “civilizatorio” de los

anglosajones. Nuevos elementos de la flora y de otros que refuerzan la influencia española; 276 también incorporan al

paisaje local, plantas medicinales como la hierba de San Juan y otras que pasan a formar parte de la medicina

tradicional y de la percepción mágico-religiosa de la familia cubana, lo cual marca cierta ruptura con el jardín rural

tradicional, 277 dando lugar a una especie de mestizaje tropical de la naturaleza.

La práctica de la jardinería es expresión del acercamiento a la concepción racionalista en el plano estético y de un

cambio epocal en los habitantes de la zona. Generó cierta jerarquización social y sentimientos de exclusión mutua en

el entramado étnico y el etnos cubano, invitó al buen gusto, al placer estético y al empleo útil del tiempo de ocio;

72


comenzando a simbolizar alegría y vitalidad para los miembros de estas comunidades al punto de convertirse en un

entretenimiento popular.

Con las primeras viviendas, comenzó el proceso de ambientación interna, así como la adquisición o confección de

muebles del hogar al “estilo norteamericano” y otras piezas que complementan el ajuar doméstico de los hogares. En

Bartle y en Omaja los estadounidenses montaron pequeños talleres de carpintería, en los que se puso en práctica la

ebanistería como elemento complementario, y vincularon también a algunos cubanos al arte de trabajar la madera. 278

Los muebles interiores constituyen elementos importantes del patrimonio urbanístico en estas comunidades; muchos

fueron imitados por los ebanistas en las carpinterías mencionadas, otros fueron importados o adquiridos de segunda

mano en algunos centros comerciales de Victoria de Las Tunas, Camagüey, Holguín y otras ciudades del país. El valor

de los producidos se diversificaba en correspondencia con el contexto mercantil, la historicidad de los mismos, las

preferencias de determinadas maderas de la región, su funcionalidad, gustos y patrones estéticos, que ampliaron la

esfera de consumo espiritual.

Durante las dos primeras décadas del siglo XX se introducen los llamados república, con amplia variedad de modelos

de sillones y sillas, que ocupan el espacio de las salas, saletas y comedores. Se confeccionaron sillas en carpinterías

del territorio con un valor de trece a quince pesos la docena; también muebles de la cocina o comedor como: vitrinas,

plateros y fiambreras. Estos se popularizan en la zona a partir de la segunda década del siglo XX. Se confeccionaron

además, juegos de cuarto en madera y diversos modelos de armario, estos últimos sustituyeron el tradicional baúl. En

las décadas del 20 y 30 se confeccionan modelos de juegos de sala en madera y rejilla de estilo ecléctico compuestos

regularmente por cuatro sillones, mesa de centro, sofá, seis o más sillas y una consola con espejo. En la década del 30

el estilo ecléctico se caracteriza por formas más sencillas, es decir, la ausencia de decoración y molduras.

Como resultado de la influencia del estilo Art Nouveau 279 en la producción local, los muebles se tallaban por

norteamericanos, canadienses, finlandeses y cubanos en una producción industrial, consistente en la confección de

modelos a partir de la utilización de plantillas o bocetos, con pluralidad de adornos florales, en el que se tuvieron en

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cuenta las características de cada variedad de madera, su textura, color, fragancia, proporción y otras propiedades

especiales del lenguaje escultórico que influyen en la asimilación y creación estética de los individuos.

De acuerdo con el tipo de tallado de superficie en los muebles del hogar e institucionales, predominó el hueco relieve,

en menor medida el bajo relieve. La labor de desbastado implicó la utilización de disímiles herramientas importadas de

Estados Unidos, las menos complejas fueron imitadas por herreros de la zona; se emplearon, además, una amplia

variedad de barnices naturales y sintéticos. Estas piezas con sus decorados fueron expresión de la estética de las

familias anglosajonas, que fue asimilada por algunas cubanas; ellas expresan sus emociones, sentido de sosiego e

imaginación productora. Durante mucho tiempo los ebanistas finlandeses de Omaja gozaron de fama en la región.

Grandes colonos como la familia Keer en Omaja, los Bull en Bartle y Milligan en la zona de Victoria de Las Tunas

tenían ambientadas las viviendas con espejos de pared, alfombras y figuras de porcelana; también enaltecía el interior

el piano, ubicado por lo general en el livingroom. Los muebles de mimbre fueron privativos de este sector. Eran

comunes los adornos con vegetación en macetas, cuadros con paisajes, así como las cortinas en puertas y ventanas.

Con la adquisición de máquinas de coser 280 y manuales norteamericanos de bordado, comienza a difundirse este arte.

Esta práctica fue casi exclusiva de la mujer anglosajona durante algún tiempo. En los años veinte el influjo cultural de

esta población foránea irradió en varias cubanas de la región, es así que empiezan a aparecer en el contenido de los

bordados, elementos populares de la identidad cubana que le permitieron alcanzar reconocimiento nacional. 281

En muchas de las viviendas de los grupos étnicos anglosajones resultaba común encontrarse el típico taburete de

espaldar y fondo de cuero y otras piezas construidas con materiales constitutivos del nuevo entorno natural. Otros

medios se adquirían en centros comerciales, como las piezas sanitarias procedentes de Estados Unidos. Decoraban

también el hogar: los artefactos de alumbrado, 282 soportes de quinqué, porta sombreros, bastoneras, coperos, y otros,

que representaban signos de distinción cultural.

En la misma medida en que las cosechas de cítricos y otras actividades económicas resultaban pródigas para los

habitantes anglosajones y de otras nacionalidades, se perfeccionan las condiciones para el bienestar y confort, con la

74


adquisición de medios producidos en Estados Unidos, como: cajas fuertes Lillie, Yale y Mosler, también las cajas

registradoras Nacional Cash Register para los comercios y fincas, las cuales devienen sentimientos de seguridad; se

generalizó el empleo de la tecnología de alumbrado de carburo, las máquinas de escribir Remington y Underwod, el

reloj de péndulo y de otros tipos, las cámaras fotográficas marca Brownie y Kodak, radios Zenith, fonógrafos,

refrigeradores “Viking” y “frigidaires”, términos prevalecientes en el argot popular de la población adulta mayor. La

oferta en centros comerciales expresaba una amplia gama de señales y disposiciones iconográficas que signaron la

oferta de productos a través de los embalajes, las etiquetas y las marcas que constituyeron redes semióticas en estos

establecimientos para formar actitudes de consumidores; representaron además, elementos hegemónicos y elitistas en

el contexto comunitario que se anunciaban como atributos de la corriente “civilizadora”.

Por su parte, los medios de transporte y las comunicaciones constituyen indicadores etnográficos que permiten evaluar

el nivel de vida de la población anglosajona -también la cubana-, así como la caracterización de la vida cotidiana, la

posición socioclasista y aspiraciones humanas. Al respecto, el investigador Yoel Cordoví (2002) escribe: “…el

transporte hubo de influir en la cosmovisión del hombre moderno, en sus inquietudes por la libertad así como por el

crecimiento de las riquezas y los avances en las innovaciones”. 283

Para la transportación a larga distancia se empleaba el ferrocarril central que cruza por estas comunidades desde 1902

y ramales de las compañías azucareras que entroncaba con el primero como el de Manatí – Lebanon, el cual favoreció

el tráfico de inmigrantes entre la colonia de Bartle y el Puerto de Manatí para viajar a Estados Unidos a través de

lanchas y barcos de la Manatí Sugar Company. 284 Los habitantes de Omaja preferían hacerlo por el puerto de Antilla a

través del ramal Antilla – Alto Cedro que entronca con dicha arteria central.

El transporte interno en las comunidades de Bartle y Omaja, tenía una marcada orientación rural y un contenido étnico

que signa la pertenencia a la comunidad de colonos anglosajones. Según las entrevistas realizadas en estas colonias,

el principal medio era el caballo, empleado para el traslado personal, y en menor medida, el carro de tracción animal.

La forma de engalanar estos medios y de ataviar el animal, signó socialmente al mismo y distinguió al colono del

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vaquero. Para la transportación de carga, se utilizó la carreta similar a la utilizada en el siglo XIX por los colonizadores

norteamericanos, en menor medida se utilizaron camiones. 285

Mientras que en la ciudad de Victoria de Las Tunas, con fuerte influencia española, se empleaba el carruaje; en las

comunidades anglosajonas se utilizaban diversos diseños de coches: calesines y quitrines antecedentes de múltiples

modelos criollos prevalecientes en estas comunidades. Poseer uno de estos constituía un lujo para la época,

especialmente para las mujeres. Se utilizaba el carromato para el traslado de personal y el carro de bomberos de

tracción animal, servicio que imprimió seguridad a los habitantes. Por su parte, el paseo a caballo se convirtió en

costumbre de los colonos, y las monturas y atavíos, identificaban socialmente a los individuos.

La compra de automóviles fue amplia a partir de la segunda década del siglo XX, no así en las comunidades agrícolas,

por varias razones: la primera de ellas es que la modernidad no llega a suplantar los carros tirados por caballos, debido

a la infuncionalidad de los mismos en el contexto rural por las malas condiciones de las vías públicas, de ahí que, las

diligencias a larga y mediana distancia se realizaran por ferrocarril; la segunda razón es que, durante las dos primeras

décadas del siglo, la joven industria automovilística de Estados Unidos no cubre la demanda creciente de la población

y los precios son elevados. En la ciudad de Victoria de Las Tunas aparecen los primeros automóviles ligeros modelos

Ford y bicicletas a mediados de la segunda década de este siglo, 286 símbolos de progreso social, pero surge el

inconveniente de los ingresos bajos por encontrarse el país en crisis económica. Es por ello que tener un automóvil no

formara parte de las metas para el confort hasta principios de la década del 30. 287 El uso de bicicletas aparece en las

comunidades de Bartle y Omaja en la década del 30; pero, fue un sensacionalismo pasajero desplazado por el de

automóviles norteamericanos. 288

Asociada a los medios de transporte tradicionales, aparece en los establecimientos comerciales variedad de

accesorios de procedencia norteamericana, propios de la cultura vaquera o campesina, como los arneses y

monturas. 289 Según las necesidades y preferencias etnorregionales comenzaron a imitarse por artesanos cubanos. La

promoción de estos objetos en vidrieras, a través de anuncios en lugares públicos o en la prensa local, El Eco de

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Tunas y Razón, trajo como consecuencia el aumento de la demanda y producción local de: yugos, collarines, arreos,

espuelas, entre otros, que amplían el mercado de orientación rural. Como parte de las tecnologías del trabajo

artesanal, se sustituyó la fragua accionada con fuelle criollo y empleo de carbón vegetal por la accionada con ventilador

manual y empleo de carbón de piedra; este cambio, constituyó una de las condicionantes del desarrollo de la cultura

material en las comunidades agrícolas.

Otro de los indicadores que marca pauta en el progreso de la franja central de Las Tunas son las comunicaciones. El

telégrafo, que pasaba por el camino real del centro desde la época de la colonia, extiende su uso en estas

comunidades; en Bartle se instala el servicio en 1927 en el correo. 290 Con la construcción del ferrocarril central, se abre

la comunicación terrestre y telefónica con los centros urbanos más importantes del país. Asociado a esta vía, se

establece el servicio postal, además de la transportación de pasajeros y mercancías. 291 La dinámica comunicativa a

través de estos servicios, constituyó en este territorio, un signo de modernidad y distinción que provocó intercambios

plurales mediante los cuales se acelera el intercambio de conocimientos y la activación de los procesos de cambio.

Las costumbres y tradiciones alimentarias constituyen otro de los elementos importante de la vida sociocultural de los

inmigrantes anglosajones en Cuba. Es diversa de acuerdo con los orígenes etnorregionales de los inmigrantes; no

obstante, sufrieron significativas variaciones en dependencia del contexto ecológico en las zonas de asentamiento, así

como las condiciones de las vías de comunicaciones y el transporte para acceder al mercado de alimentos. Es así que

el influjo cultural anglosajón motiva la aparición en el menú de los hogares, de las comunidades de Bartle y Omaja, las

bolas de bacalao o Cape Cod Turkey, el Jambalaya, plato mezclado con carne o cualquier otro ingrediente, el New

England boiled cod, bacalao salado hervido con salsa bechamel y huevos duros.

La diversidad etnorregional de donde procedían los inmigrantes anglosajones explica la heterogeneidad

etnoalimentaria. La generalidad consumía café, pan y huevos en el desayuno, elaborados de acuerdo con las

particularidades regionales; sin embargo, los canadienses preferían los hotcakes (pastelillos calientes) y los ingleses el

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bacon y black pudding (morcilla). Se popularizó el Jugo de toronja y de modo alternativo el de frutas cubanas. El té se

tomó durante el día, aunque los ingleses lo preferían por la tarde acompañado de galletas y pasteles.

El almuerzo en estos grupos consistía en un lunch (comida ligera) que podía ser sopa, ensalada, sandwich, o cualquier

comida rápida: frutas, galletas o muffin; la cena, alimento más importante del día, consistía en sopa o ensalada antes

del plato principal seguido por el postre que podía ser pastel, según las particularidades etnorregionales de cada grupo

social. Los inmigrantes del Reino Unido se distinguían por platos tradicionales como el roast-beef (carne asada) y el

yorkshire pudding (especie de buñuelo) y la empanada de carne y riñones de vaca. Debido a la carencia de algunos

productos de consumo procedentes del exterior, incorporan el dulce de corteza de toronja y de otras frutas tropicales

heredado de la cocina española, que transforman las costumbres alimentarias de los diversos grupos étnicos.

Estos grupos étnicos se caracterizan por el consumo de verduras entre los que figuran la lechuga y la col, combinadas

con patatas, maíz y otros productos: salchichas, tocino, huevos, queso y mayonesa; pero es, sin duda, el pavo relleno

el plato de las comidas festivas. Así la unión armónica de dichos platos con productos agrícolas cubanos, que hasta

ellos mismos producían, singularizan la cultura alimentaria en el nuevo contexto regional.

La experiencia vivida en el medio social de estas comunidades permitió conocer sobre la elaboración de los postres,

algunos horneados como los cras lanterns (pasteles rellenos con mermelada), y el haupia (pudín de coco). Una parte

del vino que consumían era de producción casera, algunos de producción nacional y otros norteamericanos como el

cabernet, sauvignon y chardonnay. Estas comidas y bebidas constituyeron ofertas culturales que los tuneros de esta

zona incorporaron a su cotidianidad; sin embargo, no llegaron a desplazar los típicamente cubanos, comenzaron a

aparecer en comidas festivas y de carácter familiar en ocasión de cumpleaños, bodas y nacimientos.

Las cubanas que se desempeñaban como cocineras en algunos de los hogares de familias anglosajonas introducen

elementos peculiares del arte culinario (especies, aliños, formas de elaboración, etc.) y algunos platos criollos como el

ajiaco, de modo que se produce un intercambio cultural a través del cual se asimilan algunas tecnologías en la

elaboración de alimentos y elementos del ideal estético como la disposición de los alimentos y platos en la mesa.

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Los restaurantes cocinaban para un servicio de cantina del que se servían anglosajones, cubanos y españoles de ahí

que, resultase común que algunos rompieran con sus normas habituales de alimentarse. En el acto de consumo

empleaban utensilios de comedor como la cubertería procedente de Estados Unidos e Inglaterra; ello revela signos de

la clase social a la que pertenecían o aspiraban pertenecer tanto anglosajones como de otras nacionalidades.

La elaboración y consumo colectivo de los alimentos desempeñaron un importante papel en las relaciones sociales

que se manifestaron en múltiples motivos de reunión para compartir comidas. De modo general, la culinaria constituyó

un medio de afirmación identitaria, de unidad étnico familiar y un motivo de intercambio cultural; expresó también, la

sociabilidad y hospitalidad entre los diversos grupos, las diferencias y atributos identificatorios, en el que se reveló la

creatividad de géneros y las creencias. 292 Singularizó el régimen nutricional de la mujer en cuanto al hábito de regular

los placeres de la alimentación, presionadas por las normas sociales de mantener la silueta estilizada. Motivó el influjo

cultural interétnico de las técnicas culinarias y hábitos alimentarios en el contexto regional.

Asociado a las costumbres y tradiciones alimentarias se amplió, en las comunidades anglosajonas, la práctica de la

caza 293 y la pesca, aprovechando las condiciones que ofrece el espacio geográfico. Se manifestó la representatividad

de algunos cubanos en la actividad cinegética, en la que participaron de forma cooperada, con los anglosajones. La

carga simbólica y de recreación significa un hecho cultural, expresado en los participantes durante y después de la

actividad, mediante el intercambio socializador y actos ceremoniales; por su parte, la pesca, tradición de los cubanos

es imitada por inmigrantes anglosajones en las nuevas condiciones geográficas y ecológicas.

El acercamiento a la simplicación del vestir y la moda en la población anglosajona, se realiza desde la

perspectiva del contexto de la modernidad y la concepción weberiana de clases sociales, a partir de lo cual, se

tuvieron en cuenta la diversidad de la naturaleza de las condiciones medio ambientales y socioeconómicas, la

división del trabajo social, las jerarquías del prestigio, los distingos según las generaciones y sexos, así como

los intereses, gustos y preferencias culturales en correspondencia con el origen etnorregional.

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Los inmigrantes anglosajones, al arribar al territorio, portaban su indumentaria de vestir, la cual fue variando por la

influencia del dinamismo de las modas procedentes de Norteamérica y Europa, también por las adecuaciones a las

condiciones del medio rural. 294 Es así que, en poco tiempo, las costureras, modistas y sastres cubanos 295 atienden

solicitudes de la comunidad étnica anglosajona, imprimiéndoles su propio sello personal. Aparecen en centros

comerciales del territorio y mediante intermediarios, productos procedentes de Estados Unidos y Europa: ediciones en

inglés y español de las revistas de modas americanas, telas de múltiples matices y tonos, zapatos de charol, vestuario

con diseños modernos y otros atuendos, que acentuaron la distinción y diferencias sociolaborales, también el tipo de

actividad económica de las personas, principalmente las pertenecientes a la clase media cubana.

En los hombres anglosajones de las comunidades agrícolas se difundió el uso de pantalones bombachos, botines,

polainas, sombreros “estilo norteamericano”; se amplió el uso de accesorios: espuelas, machetines, cuchillos, y

revólveres enfundados en la cintura, como indumentaria de defensa personal. Ellos representan, atuendos de

diferenciación y poder, respecto a los cubanos, signan además, sus vínculos sociales y etnorreginales de pertenencia.

Se populariza el vestuario vaquero, más extendido en Omaja, por el desarrollo de la ganadería; se distingue por el uso

de camisas de varios colores y combinaciones, pantaloneras, muñequeras y botas con casquillo de metal.

Hasta finales de la segunda década del siglo XX, los colonos, sin distinción por nacionalidad o nivel socioclasista,

usaban la levita, obligatoria en entierros, actividades de la iglesia y ceremonias en otros espacios; mientras que el

chaqué lo utilizaban para viajes y visitas importantes. Ya en la década del 20 comienza a usarse la chaqueta ligera

conocida popularmente como la “americana”, también el “Bombín americano”, zapatos de dos tonos, pantalones con

tirantes, y solo en algunos casos lucen corbatas. En la década del 30 se populariza el traje occidental, prenda idónea

para todo tipo de clima y funciones en la que se exigía cierta formalidad. Es por ello, que esta se extiende, con algunas

variaciones, hasta la actualidad.

En las mujeres -más dedicadas a las labores hogareñas del contexto rural- el vestir se caracterizaba por modelos

sencillos y recatados que le daban una apariencia doméstica. Para paseos y visitas, se usaban vestidos, trajes y corsé

80


anatómico diseñados en New York, los cuales comenzaron a estilarse menos ceñidos a la silueta, con ausencia o

disminución de plisados y decorados; todo ello, complementado por varios accesorios. 296 Estos atributos en el vestir

era motivo de las presunciones, condicionadas por el origen de los productos, los preceptos morales, el carácter

patriarcal-familiar, las jerarquías de prestigio y otros elementos que cargaban de subjetividad las relaciones sociales.

En la década del 30 debido a la popularidad del blue-jeans (pantalón vaquero), también utilizado en labores agrícolas,

ocurre una ruptura de la exclusividad masculina atribuida a esta prenda de vestir, concepción arraigada desde la

colonización hispánica. Por su parte, el uso de joyas por la mujer anglosajona, denotó un signo de belleza,

diferenciación de poder y de clase respecto a las cubanas. El corte largo del pelo, símbolo religioso y de feminidad,

comienza a sustituirse, aunque con cierta lentitud, por el corto, expresión de libertad respecto al carácter dominante del

hombre en la relación matrimonial.

El vestir y la moda como resultado del influjo cultural anglosajón, fue expresión de algunos distingos sociales y

étnicos, al mismo tiempo que se nota cierta ruptura de los cánones del vestuario típico cubano, expresado en la

imitación de la preferentemente norteamericana. La prensa nacional y extranjera de la época influyen mediante

la promoción de arquetipos de moda. 297 Por su parte, las costureras modistas, sastres cubanos de la región y

por iniciativa personal en los hogares, imitan diseños que permiten a la clase baja de la sociedad usar, aunque

de forma modesta, ropas más cercanas a las exigencias modernas y apropiadas a las condiciones climáticas

tropicales. De este modo, ocurre un proceso transcultural que se extiende hasta la actualidad.

3.2- Efectos en la cultura espiritual

El primer acercamiento a la cultura espiritual anglosajona en la franja central de Las Tunas fue a través de una

entrevista exploratoria, que permitió adentrarse, en cada uno de los aspectos de esta dimensión. Se tienen en

cuenta las condicionantes geográficas, ecológicas, económicas y manifestaciones de la cultura material que, en

su conjunto, transmiten y modifican el complejo universo de la cultura tradicional y popular de los grupos étnicos

anglosajones y el etnos cubano en un proceso de transculturación.

81


Al iniciarse la colonización anglosajona en la zona de estudio, la población, compuesta por cubanos y en menor

medida de españoles, era mayoritariamente católica; se manifestaban además, los cultos animistas. El

catolicismo, religión oficial del Estado español en Cuba, tiene su influencia directa desde 1690 con la fundación

de la primera ermita en el antiguo pueblo de Las Tunas, convertida en el templo San Jerónimo en 1709. Esta

institución organizaba, cada 30 de septiembre, la fiesta patronal, que se convirtió en tradición popular, de igual

modo que otras celebraciones relacionadas con el santoral católico; pero, como consecuencia del ataque, toma

y destrucción de Las Tunas a fines de agosto de 1897, la ciudad se convirtió en ruinas, incluyendo el templo

católico, la población se dispersó, y por consiguiente, se detuvo el servicio eclesiástico sus festividades. En

febrero de 1911, Francisco de Paula Barnada, arzobispo de Santiago de Cuba, designa al padre Vicente

Mayola para que atienda a la feligresía en una casa templo; 298 pero, este desatiende por completo sus

funciones, razón por la cual es designado, siete meses después, para que ocupara la plaza de párroco, al padre

Inocencio Piteira, 299 restableciéndose con él la construcción del nuevo templo y todas las celebraciones

tradicionales y demás actividades propias del catolicismo.

Durante el período en que la Iglesia Católica, es desatendida por el sacerdote en funciones, además de resultarle casi

imposible llegar hasta las zonas rurales, penetran diversas denominaciones protestantes organizadas por las Juntas

Misioneras que tenían sus casas matrices en Estados Unidos. Ya en territorio cubano pasan a formar parte de la Junta

de Misiones Nacionales con apoyo financiero de las primeras, 300 lo cual estimuló la realización de obras en los diversos

cuartones 301 de la zona. La ideología que propugnan los misioneros está vinculada con el discurso sobre progreso

agrícola e industrial, a través del cual se revela la concepción weberiana sustentada en el liberalismo económico, 302 en

cuanto al espíritu emprendedor, la autorrealización y el protagonismo individual y colectivo, como claves del éxito.

Al Gobierno norteamericano no le interesaba tanto la fe, ni el rigor de una cruzada de evangelización; en realidad tenía

como objetivo “americanizar” la identidad de los cubanos. Predican las ideas mesiánicas de “América, tierra de la

promisión” a donde había que llevar la “misión divina de la civilización”. Al respecto, la profesora estadounidense

82


Margaret E. Craham, al escribir sobre la penetración religiosa protestante en Cuba, plantea que el protestantismo entra

con sus fieles ayudantes la política y la economía norteamericana. 303 En busca de tales propósitos, las misiones

religiosas, promueven, además de las iglesias, las escuelas de las diversas denominaciones.

En el pueblo de Victoria de Las Tunas se establece de forma organizada la Iglesia Bautista, el 17 de noviembre de

1904, luego de la llegada del reverendo norteamericano José R. Escandell en julio de ese año, quien alquila una casa

donde inicia la labor misionera. Este hecho contribuye a que en febrero de 1905 quede organizada la Asociación de

Iglesias de Oriente y Camagüey, más tarde denominada Convención Bautista de Cuba Oriental. En septiembre de este

año culmina la construcción del templo. Se funda así la primera iglesia protestante en el territorio. 304 Unos quince

norteamericanos de la periferia de la ciudad se afilian a la misma y, en menos de dos meses, cerca de cien cubanos se

identifican con el movimiento evangélico, cifra que crece gradualmente en los años siguientes.

Durante los primeros cinco años el templo fue atendido por Escandell, apoyado por los norteamericanos Alberto B.

Howell y Hartwell Robert Moseley, 305 ambos superintendentes de la Convención Bautista de Cuba Oriental. Estos se

convirtieron, además, en grandes propietarios de tierra, lo cual indica que las misiones religiosas iban acompañadas de

una proyección económica personal. 306 Los primeros pastores bautistas de origen anglosajón, se esforzaron por

identificarse con la población cubana, pero no dejaron de mostrar sus costumbres, psicología y teología anglosajona.

Los primeros pasos para un protestantismo cubano, aunque no en el plano doctrinal, se revelan a partir de 1910, por el

predicador cubano Joaquín Antúnez Benítez, 307 quien logró aglutinar a más de tres centenares de personas, entre

adultos, jóvenes y niños, en torno a la Iglesia Bautista, contribuyendo a la formación cristiana y cultural en sentido

general; este, logró la participación masiva de una parte considerable de la población tunera en veladas instructivo

culturales, en las que se expresaron las creaciones artísticas: poesías, canciones y representaciones teatrales; 308 en la

preparación de los niños, jugó un papel importante la Escuela Dominical, donde, además de infundirles los principios

de la moral evangélica, se les inculcaba el patriotismo a través de celebraciones conmemorativas cubanas como el 10

de Octubre y el 24 de Febrero. 309

83


En 1911 es designado como pastor el norteamericano Edward W. Watson, junto a su esposa Alice, 310 sin prescindir de

la ayuda de Antúnez, quien mantiene la misma línea de trabajo, aunque parte de las predicaciones eran en idioma

inglés. Por gestiones del pastor Watson, se abrió en septiembre de ese año, la Escuela Preparatoria del Colegio

Internacional del Cristo 311 que significó un paso importante en la formación de jóvenes tuneros de la clase media

burguesa que, años después, formaban parte de las figuras impulsoras del progreso y la enseñanza en el territorio.

Hasta la década del 30 los pastores: José Pipoll Broton (español), José González Pérez (colombiano), así como los

cubanos Francisco Saba, Rafael Delgado de la Cruz y Mariano Duque de Estrada, 312 desarrollaron el trabajo misionero

en idioma español, lo cual hizo más accesible la labor cristiana hacia la población cubana; de este modo, se convierte

en la primera iglesia que abre paso al protestantismo cubano en Las Tunas.

Los bautistas propiciaron la interinfluencia cultural de una numerosa participación de feligreses nacionales y la reducida

población anglosajona residentes en zonas periféricas a la ciudad de Victoria de Las Tunas. 313 La disparidad numérica

entre ambos grupos fue otro de los factores que favoreció el acercamiento a un protestantismo identificado con la

idiosincrasia del cubano. Influye en el lenguaje y pensamiento cotidiano, pues hasta los que nunca habían entrado al

templo utilizan algunas de sus expresiones y términos como: culto, reverendo, ministro, pastor, evangélico y

evangelista. De este modo, el protestantismo comienza a ocupar espacio en la vida cotidiana, hasta convertirse, a

pesar de las posiciones discriminatorias de los católicos, 314 en manifestación peculiar de la cultura de los cubanos.

Las evidencias documentales demuestran que, hasta 1915, se manifestó inestabilidad y diversidad de nacionalidades

de los pastores, lo cual influyó en el estilo de trabajo y consolidación de la labor misionera. En el siguiente año, se

percibe un cambio en este sentido con el inicio de un prolongado pastorado del cubano Rafael D. de la Cruz, hasta

principios de la década del 30, seguido del pastor Mariano Duque de Estrada. El año 1916 fue un año prodigo para los

bautistas en Las Tunas, pues se desarrolla en el mes de abril, la duodécima Convención Bautista Oriental, 315 se crea

la Unión Bautista de Jóvenes y en diciembre la Convención del Distrito de Escuelas Dominicales, 316 dos años después

se crea la Sociedad Misionera de Señoras; 317 estas agrupaciones asociativas, activaron la actitud de muchos cubanos

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en cuanto a implicaciones sociales, ideológicas y morales. Sus proyectos socioculturales ampliaron el protagonismo de

los jóvenes y niños, muestra de ello fue el notable incremento de alumnos de la Escuela Dominical; 318 por su parte, las

mujeres se sintieron miembros activas de la formación de la nación, al tener la posibilidad de colaborar en los servicios

cristianos; también, en el aumento de la difusión del quehacer evangélico en la prensa local; 319 sin embargo, este

progreso originó cierta división social y familiar del etnos cubano por creencias (protestantes y católicos).

A finales de la década del 20, la labor misionera de los bautistas se extiende a la población haitiana adulta de los

asentamientos cañeros. Hasta 1931 Rafael Delgado de la Cruz, pastor de la iglesia, había bautizado unos doscientos

individuos de este grupo nacional. 320 Administraba, además, la Santa Cena y la predicación la efectuaban diáconos

haitianos. De este modo, se les llevó el mensaje de fe y estableció una alianza de los bautizados con Cristo y los

bautistas. Este hecho es expresión de la diversidad de relaciones entre identidades y significados; para esta étnia, una

forma de obtener reconocimiento y aceptación social en un escenario extraño, aislado y hostil; para los colonos

cañeros, recelosos ante la tradición insurreccional haitiana, representaba un mecanismo emocional que influía en la

estabilidad laboral y social de los trabajadores.

De modo general, la labor evangelizadora desde esta iglesia se proyecta a una parte de la población, a través de la

participación libre en actividades socioculturales como: las veladas conmemorativas; los conciertos; los ritos y

ceremonias (bodas, bautizos y despedida a los fallecidos). En las predicaciones se inculcaban conocimientos de la

nueva realidad postcolonial, su aceptación y modos de enfrentarla a partir de los principios de la moral cristiana, la

confianza, el optimismo y la voluntad que debían conducir al ascenso económico y social.

Entre 1906 y 1909 se establece la Iglesia Presbiteriana del Sur 321 en Bartle. Los antecedentes se remontan al trabajo

misionero desarrollado por el cubano Evaristo Collazo a partir de 1890 en La Habana y Remedios, y a la reapertura de

la labor misionera nueve años después. 322 En el templo se aglutinaron principalmente los canadienses; algunos de

ellos, eran feligreses en la Iglesia Presbiteriana de Canadá, 323 condición que favoreció la organización de esta

denominación en la comunidad, en menor medida, asistían norteamericanos. 324 Aunque la diversidad religiosa en los

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inmigrantes anglosajones pudiera parecer un factor de división entre canadienses, norteamericanos e ingleses; en

realidad, se manifestaba una evidente avenencia intercultural, en la que se respetaban los atributos culturales de

pertenencia; contribuyendo así, a la reproducción etnosocial de los grupos en distintos espacios de confluencia.

Esta iglesia en Bartle 325 fue el resultado de la operación misionera protagonizada por el reverendo canadiense Joseph

R. Warren, quien prestó servicios al igual que el inglés Arthur Benjamin Hames, ministro de iglesia. Por su parte,

Evaristo Collazo, realizó intentos por sumar a la población cubana de la comunidad, pero no obtiene resultados, debido

a que se sentían ajenos a esas prácticas, no compartían algunas de sus prohibiciones o inflexibilidad en relación con el

juego, el baile, la lotería, el hábito de fumar, las peleas de gallos y otros entretenimientos, 326 actitud resultante de la

influencia del evangelismo y el puritanismo, identificados por la mesura y la austeridad cotidiana.

El puritanismo en los inmigrantes canadienses parece haber tenido un acentuado arraigo; ello se muestra en la

intolerancia cultural y moral, manifestada en términos rígidos en asuntos sexuales y criterios estrictos en materia

religiosa, por ejemplo: se subrayaba en la autodisciplina y la introspección e insistían en la estricta observancia del día

del descanso los domingos. Abogaban además, por el ahorro, la puntualidad y la moderación; repudiaban la frivolidad,

la extravagancia y la corrupción. Estas son algunas de las razones antropológicas del reducido número de festividades

en el recinto religioso y la práctica, casi exclusiva, del sermón como eje del culto, las lecturas y comentarios bíblicos.

Otra de las denominaciones evangélicas que se instauran en la franja central de Las Tunas es la Iglesia Adventista del

Séptimo Día, perteneciente al grupo de los apocalípticos. Esta secta tiene como antecedente en Cuba el

establecimiento de la Misión Cubana gestionada por el misionero W. A. Spicer en 1904 y, un año después, la

fundación en la Habana de la primera iglesia, a cargo de E. W. Zinder y su esposa. En 1907 se organiza una iglesia en

Omaja 327 que ofrece servicios en inglés a una parte de la comunidad anglosajona de esa localidad, ya que los

metodistas eran atendidos por los misioneros de esta denominación. No es hasta la década del 30, condicionado por el

crecimiento de trabajadores, la empleomanía y la crisis económica, que se incorporan inmigrantes antillanos de habla

inglesa y algunos cubanos, también a los nuevos templos fundados, uno en la ciudad de Victoria de Las Tunas

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(1931) 328 y otro en el poblado de Bartle (1939). No obstante al desarrollo de un protestantismo cubano, los

cultos se ofician, en los primeros tiempos, en inglés, debido a la composición étnica y orientación evangélica de

la mayor parte de la membresía; posteriormente, se desarrollan en español por los alumnos del seminario

establecido en esta última localidad por los Adventistas del Séptimo Día, hasta 1933, año en que comienzan a

graduarse los primeros pastores en dicha institución (más adelante se hace referencia a este seminario).

No obstante a la impronta del protestantismo cubano, existen dos factores fundamentales que explican la amplia

presencia de antillanos y la escasa del etnos cubano en los templos: en los primeros, el arraigo protestante formado en

los países de origen; en los segundos, la población tunera era mayoritariamente de origen español con una influencia

notable del catolicismo, de los cultos animistas y el espiritismo de base cristiana.

El impacto del adventismo en la zona se debe a la labor de varios pastores cubanos. De la iglesia de Victoria de Las

Tunas se destacan Ignacio Vázquez López, uno de los graduados en el seminario de Bartle, 329 y otros como

Evaristo González, Isaías de la Torre y Nicolás Vence. Cuyas actuaciones se expresan en la animación de la

lectura y comprensión de la Biblia, infundiendo el respeto a la interpretación literal de sus pasajes proféticos, su

influencia educativa en el ámbito familiar, poniendo especial énfasis en lo referente a la salud, difundiendo el

consumo de vegetales y el no consumo de determinadas carnes, así como la reprobación del uso de cualquier

clase de estimulantes o narcóticos.

Por su parte, el metodismo llega a ser la denominación religiosa protestante más numerosa en Estados Unidos

después que alcanza la independencia, auge que favorece su extensión a otros países. 330 Se introduce en Cuba en

1883 por la Iglesia Metodista Episcopal del Sur y, luego extiende sus labores a partir de 1899. En Oriente empieza a

expandirse partiendo del templo de Santiago de Cuba; de este modo, la predicación en las comunidades anglosajonas

de la franja central de Las Tunas, se inicia en 1909 por el misionero canadiense W. Good Fletcher. El estadounidense

Williams Lincoln Holmes, ministro metodista episcopal, presta servicios en Bartle, mientras que Lewis Org Powell,

87


residente en el mismo sitio, oficia servicios en Omaja. En poco tiempo, los representantes de esta confesión

protestante disponen de propiedades inmuebles en la zona, equivalente a más de 100 hectárea. 331

La aparición de los metodistas en un contexto etnorregional donde los adventistas y presbiterianos ya se habían

establecido, amplía la posibilidad de elección denominacional de los colonos. Es por ello, que el reverendo Lewis Org

Powell, de la comunidad de Bartle, oficia servicio en la de Omaja, con lo cual se fortalece la relación intercomunitaria; al

mismo tiempo, surgen relaciones de tipo interdenominacional, condicionadas por las creencias y liturgias que

comparten en común, que se expresan en el hecho de compartir, durante algún tiempo, el local donde desarrollan los

cultos, así como en la coordinación de actividades en las que confluyen intereses extradenominacionales.

El servicio religioso metodista en Omaja se desarrolla sin disponer de local propio por falta de recursos, hasta 1914,

año en que culmina la construcción de la iglesia. El primer pastor era el reverendo A. H. Moore quien oficiaba las

actividades en inglés y español. 332 Resultan significativas las misiones locales desarrolladas por Loraine Back, Frances

Gaby y Sara Fernández, 333 que le permitió ganar en fieles. También se crea una escuela para niños que funciona en el

propio local y se imparten clases de inglés, aspecto que constituyó un atractivo para la población cubana.

Las prácticas religiosas, sociales y culturales relacionadas con las denominaciones protestantes, constituyen

importantes espacios de contacto comunitario de los grupos étnicos anglosajones, en los cuales se facilita el

intercambio de experiencias, opiniones, concepciones morales, la concertación de compromisos y la discusión de

intereses comunes de la feligresía y la comunidad toda; transmiten una actitud de laboriosidad hacia el trabajo;

alimentan valores sociofamiliares; socializan, además de creencias religiosas, las míticas y racionales; enseñan hábitos

y reglas de educación formal; estimulan compartir los éxitos individuales y colectivos, en fin, reaniman el sentido de

conservación identitaria de estos grupos y del etnos cubano.

Durante la década del 30, debido a la crisis que atravesaba el sistema capitalista, disminuye el respaldo económico al

protestantismo en la franja central de Las Tunas, procedente de Norteamérica, se reduce notablemente la feligresía

anglosajona en los templos religiosos. No obstante, se mantuvo la influencia gradual del pensamiento teológico, ético,

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ideológico y cultural de los norteamericanos, sobre todo del Sur, en una parte de la población de este territorio, en el

período de estudio. Este fue el cimiento del protestantismo cubano alcanzado en los años siguientes.

Muy relacionado con la cultura religiosa están las costumbres funerarias, cuyos ritos consisten en la preparación del

cadáver, el velatorio, la procesión, ceremonia de despedida en la iglesia, lectura de panegíricos y el enterramiento. 334

La compartimentación del cementerio por estamentos étnicos, constituye una de las peculiaridades del

comportamiento de la vida social de los inmigrantes anglosajones en este tipo de comunidad. A través de los datos

encontrados en documentos, entrevistas y la observación in situ en los cementerios, pudo conocer que de un total de

28 fallecidos, 11 (39 %) eran niños menores de 10 años; los primeros por causas diversas; los segundos, a

consecuencia del paludismo, muestra de los riesgos a que estaban sometida la población en aquella época ante

epidemias de esta naturaleza. 335

Las gestiones por establecer las anteriores denominaciones religiosas protestante, estuvo acompañado por el

establecimiento del sistema educativo privado al estilo norteamericano en las comunidades de Bartle y de Omaja, y en

la ciudad de Victoria de Las Tunas; prolifera además, la desarrollada por tutores privados únicamente para impartir

clases de inglés. Este tipo de educación respondió principalmente a los intereses de grupos étnicos anglosajones.

La primera institución educacional que se conoce en la franja central de Las Tunas en el período de la República

burguesa fue el Colegio Americano, establecido en la ciudad de Victoria de Las Tunas en 1904 el cual ofrecía servicios

a los hijos de los norteamericanos de la periferia de la ciudad; dos años después, los colonos de Omaja construyen

una escuela (1907). Tanto los locales como los maestros eran subvencionados por las empresas colonizadoras y la

iniciativa individual de los colonos. Las escuelas se subordinan a los lineamientos del sistema de la Escuela Pública

Cubana, instituida por la Orden Militar 226 de 1899 336 que determinaba una educación sin segregaciones sociales.

No obstante al contenido social de la Ley, el factor idiomático y etnorracial constituyeron barreras que limitaban el

acceso de niños cubanos; a lo que se agrega el factor económico, que imposibilitaba pagar este tipo de servicio.

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No es hasta 1906 en que por Orden 267 del 30 de junio, se crean instituciones de segunda enseñanza y escuelas

privadas, controladas y asesoradas por el Gobierno cubano, el cual, en 1911 establece una en Omaja pagando el

salario de dos maestros, uno norteamericano y el otro cubano; no obstante, las demás atenciones corren a cargo de la

Buenavista Fruit Company. La escuela poseía una matrícula de noventa alumnos, según el registro escolar, de los

cuales, solo seis eran cubanos 337 . Independientemente de ser mayoritaria la población anglosajona respecto a los

cubanos en esta comunidad, 338 la disparidad, muestra el estado de marginalidad y discriminación a que estaba

sometida la población cubana. Desde el punto de vista organizativo los niños fueron separados por nacionalidad, en

aulas independientes. Resultó positiva la realización del acto ceremonial de izar las banderas de ambas naciones,

pero, la norteamericana siempre más alta como acto de reafirmación etnocultural y de supremacía. 339 Situación similar

respecto a los cubanos ocurrió en la escuela auspiciada por la Cuban Realty Company Limited en la comunidad de

Bartle; aunque, prevalecieron los canadienses sobre los norteamericanos, por ser el grupo mayoritario.

En comentarios de la historiadora norteamericana Irene Wright relacionados con una visita realizada a Bartle en 1910,

se refiere a la utilización de un edificio como escuela, iglesia y lugar de reunión, 340 situación que denota la falta de

preocupación por parte del Estado. Debido a que la maestra era norteamericana e impartía las clases en idioma inglés,

se producían constantes quejas, algunas de las cuales son recogidas por la prensa de la época:

Si verdad es que existe una escuela particular que el estado subvenciona, tampoco es menos cierto que allí

no puede aprender el niño cubano por tropezar con el inconveniente de que la maestra de la escuela no sabe

una papa en castellano [...] lo necesario es que se establezca en aquel lugar un aula mixta. Los habitantes

residentes allí, luchan por la vida y reclaman un poco más de atención por parte de los gobernantes. 341

Un año después, la prensa local reitera el estado de insatisfacción de las familias cubanas, el secretario de Instrucción

Pública y los responsables de la Junta de Educación, continúan desatendiendo esta anomalía, mostrando una actitud

indolente hacia el problema. 342

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Además de las escuelas subvencionadas por el estado, se establecen las privadas, de primera y segunda enseñanza,

patrocinadas por instituciones religiosas y compañías anglosajonas. A ellas solo tenían acceso la clase media y alta de

la sociedad. Se establecieron teniendo en cuenta la ubicación y situación geográfica de las comunidades. Es así que

en 1909 se funda en Omaja una escuela auspiciada por Adventistas del Séptimo Día. En el proyecto interviene la

Buenavista Fruti Company, con la donación del terreno para el local y el aporte de 16 hectárea por un adventista de

Texas, de modo que inicia con propiedades calculadas en $ 2 300. 343

En 1911 los metodistas crean en Bartle el “Instituto Pinson”, dirigido por el norteamericano J. W. Holmes 344 . Con estos

colegios, los padres de familias anglosajonas, evitan separarse de sus hijos al enviarlos a estudiar en el extranjero,

implica además, ahorrar en gastos de viajes. En este plantel se forma a los niños, cultural, física, mental, moral; e

incluso militarmente a través de la Educación Física y la esgrima, proporcionándoles una especie de educación

espartana. Las clases de castellano son impartidas por profesores cubanos y las de idioma inglés por norteamericanos.

La matrícula inicial es de treinta y dos alumnos. Una parte se prepara para el magisterio y otra para el comercio. Los

internos pagaban veinte pesos al mes, exigencia que garantizaba el sustentado de la institución. Establecieron también

una escuela de instrucción primaria en Omaja, que para 1935 tenía una matrícula de 82 alumnos. 345 De este modo,

lograron alfabetizar a una parte importante de la población pobre de este poblado y sus alrededores.

La Iglesia Bautista, patrocina en la ciudad de Victoria de Las Tunas un colegio para los niños, cuyas posibilidades de

recibir enseñanza eran limitadas, a través del cual se cumple el legado teológico y educativo protestante. Desde estas

formas de enseñanza, autorizada por la Secretaría de Instrucción Pública y sujetas al Plan de Enseñanza Oficial del

Estado se impartían variadas materias como: Gramática, Geografía, Historia Universal y de Cuba, Escritura, Lectura,

Bordados, Corte y costura, Comercio, Agricultura, entre otras, que trasmitían la educación moderna a los niños y niñas.

De 1914 a 1918 funcionó una pequeña escuela en la parte oeste del poblado de Bartle, creada por iniciativa de la

esposa de Mosseley para ofrecerles instrucción elemental a los niños y jóvenes de aquella zona inhóspita y

91


proporcionarle una influencia cristiana. 346 De este modo, los bautistas contribuyen a la alfabetización y a permear un

estilo de vida en una parte significativa de la población tunera.

A finales de 1922 se establece el Colegio Adventista de Las Antillas, por gestiones del estadounidense Charles J.

Foster, 347 el cual permanece en Bartle hasta 1940, fecha en que, por insuficiente matrícula, es trasladado para la

ciudad de Santa Clara. Inicialmente se tiene la idea de que estaba destinado para sectores de la burguesía, pero en

realidad, matriculan niños y jóvenes de sectores humildes sin hacer excepción por creencias, se nutría además, con

hijos de varias familias de colonos norteamericanos y canadienses de Bartle, Omaja y otras localidades de la Isla. 348 El

profesorado, estaba compuesto por norteamericanos y cubanos que impartían cursos de primera y segunda

enseñanzas de acuerdo con lo dispuesto por la Secretaría de Educación de la República; también el ministerial, normal

y comercial, en los que se desarrollaba la educación mental, física y moral, 349 además del curso literario que

involucraba a los estudiantes en la poesía y la representación dramática. Las asignaturas, 350 favorecían la formación

básica elemental con conocimientos sobre matemática, ciencias naturales y humanísticas. Aunque los alumnos

asimilaban algunas de las costumbres y comportamiento del modo de vida norteamericano, se les inculcaba el amor a

sus respectivas nacionalidades, enfatizándose en la cubana a través del desarrollo de las actividades culturales y

patrióticas relacionadas con fechas conmemorativas nacionales como: 20 de Mayo, inauguración de la República

cubana, 28 de Enero, natalicio de José Martí y 10 de Octubre, inicio de la lucha por la independencia.

Mediante la articulación del estudio con el trabajo agrícola, se formaba la cultura laboral que los proveía de frutos del

agro, incorporándolos a la práctica dietética, que a su vez transfirieron a sus familiares y demás habitantes de sus

respectivos lugares de procedencia. Asimismo, adquieren hábitos de higiene personal, normas morales y de

convivencia pública que comparten en espacios comunitarios. Por esta confluencia etnocultural estos colegios

alcanzan prestigio en las comunidades agrícolas.

Dentro de las instalaciones complementarias de esta escuela, 351 se establece una imprenta, que introduce el linotipo

en la zona; se edita la revista mensual nombrada Heraldo Antillano y se imprimen materiales de divulgación con un

92


marcado sello cultural norteamericano. A través de este medio se difundió la doctrina religiosa adventista del séptimo

día, así como el quehacer magisterial, social y cultural del colegio.

Otra de las vías de interacción sociocultural de los estudiantes con la comunidad fue a través de actividades culturales

y recreativas en las que se sincretizaron componentes de la cultura cubana, antillana y anglosajona. Tal es el caso del

baile de las cintas representado por los alumnos del colegio con un carácter lúdicro recreativo, en la cual se conjugaba

la danza folclórica desplegada por los inmigrantes antillanos de habla inglesa. De este modo, se combinaban

pertenencias etnoculturales: música, teatro, vestuario, maquillaje y otras, en un mismo escenario social, donde

emergen nuevos símbolos, significados relacionados con la actividad agrícola y atributos culturales de la región. 352

En la misma infraestructura de este colegio se funda en la segunda mitad de la década del 20 un seminario

Adventista del Séptimo Día, 353 por los misioneros evangélicos. Tenía por objetivo la formación de jóvenes en el

desempeño de pastor de acuerdo con la doctrina y normas establecidas por dicha iglesia. El programa de

estudio fue diseñado en Estados Unidos e incluía, además de la formación teológica, la educación moral y

cívica. Preparaba a los cubanos para que asumieran el papel de agentes de la civilización y del progreso según

la perspectiva cultural norteamericana, supliéndose de este modo, parte de las necesidades inmediatas de la

educación religiosa para estimular el trabajo misionero desde los propios cubanos.

Los alumnos, una vez recibido entrenamiento para ejercerse como pastor, y sin haber sido ordenados, eran

asignados a ejercer trabajo misionero en diversas regiones del país, mientras continuaba su formación en dicho

seminario. En 1933 se gradúan los primeros, 354 cuyo impacto se expresa en esta década con la apertura de nuevas

misiones y templos en Cuba, la ampliación de los ya existentes y la conversión de cubanos y antillanos de habla

inglesa al adventismo; 355 de este modo, a mediados de la década del 30, inician una labor doctrinal con ribetes de

identidad nacional en los sectores populares de la población, aspecto que deberá ser tratado en futuras

investigaciones, por quedar fura del marco temporal de este estudio.

93


Las escuelas evangélicas fortalecen la identidad de los diversos grupos étnicos anglosajones, a través de sus

símbolos, costumbres y ceremonias, a la vez influyen en la jerarquización social de algunas familias de la clase media

cubana. Al mismo tiempo, propicia un acercamiento al conocimiento de la Biblia en una parte de esta población,

reafirmando así la doctrina protestante; de manera que la educación cívica, expresada en las diversas formas de la

educación escolar y familiar, conjuga la cultura religiosa y la identificación con atributos de la cultura nacional y local.

El carácter elitista de las escuelas privadas, provocó cierto malestar público en una parte de la población cubana cuyos

hijos, por razones de marginalidad, no reunían los prerrequisitos que se exigían para su ingreso: grado escolar previo y

contribución monetaria para su manutención; ello es expresión de la emancipación mental frente a la colonización, de

quienes habían mantenido una actitud de resignación, la necesidad de afirmar un sentido de pertenencia sobre la

comunidad a través de vínculos compartidos en los espacios públicos y las consiguientes aspiraciones sociales y

culturales; significa por tanto, una manifestación del despertar nacionalista en estas comunidades.

Desde la perspectiva etnomusicológica, la diversidad de manifestaciones en la música, el canto y el baile o danza

folclórica y popular procedente de Norteamérica en la franja central de Las Tunas, se tienen en cuenta las premisas

histórico-sociales, religiosas y filosóficas de la música: su nacionalidad, el origen geográfico y socioclasista de los

portadores, así como las denominaciones religiosas y educacionales en que se agrupan, que ayudan a comprender el

comportamiento de las preferencias musicales. No obstante, el conocimiento que se tiene de estas manifestaciones es

fragmentario.

Testimoniantes sobre esta cultura, demuestran que los colonos procedentes de Estados Unidos, Canadá y Reino

Unido portan elementos de las corrientes musicales nacionales profana y religiosa, propias de sus países, ligados con

las europeas; introducen en la zona instrumentos musicales como el acordeón, la bandolina y otros menos conocidos

como: el banjo norteamericano, 356 el diapasón y la viola, los cuales son manipulados por músicos aficionados;

incrementan además, el número de pianos. Los vínculos culturales con sus naciones de origen a través de viajes y

permanencia temporal en las mismas, el empleo del fonógrafo, la introducción de equipos de radio en el segundo lustro

94


de la década del 20 y la influencia del cine sonoro a principios de la década del 30, explican que los colonos se hallan

mantenido actualizados, con los cambios de la música de los países de origen.

La música cristiana, vinculada con el culto protestante, es introducida a través de las iglesias y el Colegio Adventista de

Las Antillas. Se manifestó en ceremonias y actividades culturales, al principio, sin acompañamiento instrumental. En la

medida de las posibilidades económicas se adquirieron algunos instrumentos musicales que acompañaban el coro

protestante.

Como parte del repertorio coral procedente de Estados Unidos, se interpretaban salmos, himnos y alabanzas

tradicionales en los actos litúrgicos, inicialmente en forma de música vocal; expresaban así, sus sentimientos religiosos

y patrióticos. Según las indagaciones, los metodistas, introducen en el territorio los juegos de voces y entonaciones en

estos géneros musicales, haciéndose acompañar de instrumentos como: violín, piano, flauta, clarinete o bajo de viola,

presentes también en ceremonias de otras denominaciones religiosas. 357

Por otro lado, era común la música profana caracterizada por un ritmo y timbres típicos de las baladas tradicionales

sureñas con la utilización de los instrumentos cordófonos y aerófonos antes mencionados y, de los de percusión, la

pandereta. Se combinaban canciones de cowboy, que resultaban funcionales para algunos norteamericanos

vinculados a la ganadería; también, la llamada folk music de las áreas rurales del medio oeste denominadas country

and western. Ocasionalmente se tarareaban algunas de las marchas estadounidenses más populares y se entonaban

canciones tradicionales de cuna. En los clubs nocturnos o singer café, a partir de la década del 20, se expone la

música ligera conocida como cocktail music. En festividades con cierto carácter privado, aprovechando algunas de las

salas espaciosas de las viviendas, los colonos estadounidenses bailaban una variante moderna de cotillón, 358 también

la square dancing.

Respecto a las manifestaciones musicales y bailables de los inmigrantes antillanos, con influencia africana, como la

forma musical jamaicana conocida como mento y el baile de las cintas; de igual modo que las cubanas, como la

rumba, la guaracha, la décima y el danzón, los norteamericanos, asumen cierta actitud de rechazo y no aceptación,

95


condicionada muchas veces por el slogan american way of life (estilo o modo de vida norteamericana), las

concepciones raciales y de poder; de ahí que las calificaran peyorativamente como “música de negros”, “vulgarismo

musical” o “tribalismo musical”; al mismo tiempo, les causaban curiosidad, e interés cognoscitivo a algunos

participantes anglosajones.

Debido a la diversidad etnorregional de procedencia, la composición social, laboral y cultural, la filiación religiosa

protestante, la ruralidad del contexto comunitario y el acceso limitado a los medios de comunicación, los inmigrantes

anglosajones no se manifiestan en toda música y estilos de bailes que inundan a la Isla con el advenimiento de la

república burguesa; de modo que no proliferaron géneros musicales populares como el charleston, el jazz, el blues,

especialmente las propias de salones. 359

A principio del siglo XX, la música, el canto y el baile cultivado por los anglosajones en actividades festivas

desarrolladas en el contexto y circunstancias locales, tienen un carácter más privado que público; no obstante, el

contenido y connotación ideológica de las festividades, causó emociones y sentimientos de fervor religioso, de

nostalgia y añoranza que recaban una revalorización del pasado, que influye en la cohesión de estos grupos étnicos. Al

mismo tiempo, ocurre una interinfluencia cultural desde el punto de vista etnomusicológico, en la que interactuaban

también, individuos con cierto dominio del idioma inglés, los cuales asimilaron algunas composiciones melódicas de

origen anglosajón o simplemente las tarareaban.

En las colonias de Bartle y Omaja lo popular y tradicional norteamericano se manifestó en las actividades festivas de

carácter formal como parte de la conciencia y formación individual, según el origen etnorregional de cada uno de los

grupos. La integración de estos en comunidades, deviene necesidades e intereses socioculturales que confluyen de un

modo espontáneo en el desarrollo de festividades de pertenencia etnocultural, adaptadas al contexto económico y

social de la región. El corto tiempo de existencia de estos asentamientos, como comunidad anglosajona, hace

complejo determinar la duración exacta de estas actividades.

96


Según testimonios de los pocos descendientes anglosajones y de conocedores de su cultura, los colonos

norteamericanos se distinguían por las “costumbres del oeste”. La similitud con los canadienses es debido a que la

población del Alto Canadá es el resultado de la migración de más de 50 mil colonos que abandonan territorio

estadounidense para refugiarse en esa región al proclamarse la Independencia de Estados Unidos a finales del siglo

XVIII, y de otros que posteriormente lo hacen por razones económicas; asimismo, influye en ambos grupos, la cultura

de los países europeos, fundamentalmente Inglaterra, de los cuales proceden parte de las personas que se asientan

en estas comunidades. La inmensa mayoría de los canadienses son naturales de ciudades del sur de Ontario como

Kingston, London o Brockville, de fuerte herencia británica a diferencia de la zona este que tienen influencia francesa.

Estos orígenes etnorregionales son la razón fundamental de la heterogeneidad de los grupos.

El cambio cultural, se expresó también, en la aparición de medios gráficos como anuncios y almanaques; los primeros

evolucionaron hacia formas más modernas, “a lo norteamericano”, difundidos por el periódico local El Eco de Tunas,el

cual satisfacía necesidades e intereses publicitarios y promocionales de la comunidad de colonos anglosajones en el

territorio; en los segundos, comenzaron a aparecer, además de las fechas del viejo calendario católico enriquecido con

fechas patrióticas cubanas, las celebraciones norteamericanas como: el 4 de Julio, Día de la Independencia de

Estados Unidos; en diciembre Thanksgiving Day (Día de Acción de Gracias); 360 el 22 de Febrero, aniversario de

nacimiento de Washington y el Primero de Julio, Día del Canadá. De este modo, mantienen el culto a los símbolos

patrios y demás atributos culturales que se expresan en intervenciones discursivas y alegorías a sus héroes. En la

fiesta de Santa Claus o en su similar Father Christmas (Papá Noel), y día de Halloween (celebración de las brujas),

expresión del folclor y la memoria histórica de esos grupos, de sus tradiciones, mitos y creencias, que activan el

imaginario infantil. La cosmovisión sobre algunas de estas celebraciones los acercó más a una orientación profana que

religiosa, sin que ello generara conflictos étnicos culturales.

Otro motivo de festividades sociales comunitarias es el advenimiento del año nuevo y ritos de paso con carácter más

privado como los cumpleaños y las bodas en la iglesia. Asimismo, surge la celebración con motivo a los resultados

97


finales de la cosecha de la toronja en el mes de diciembre, que comenzó a efectuarse espontáneamente, en un plano

familiar y luego adquiere carácter público y organizado al celebrarse en la iglesia en ocasión del día seleccionado como

de Acción de Gracias. Esta alcanza una dimensión mayor en el decursar de los años; y participan algunos cubanos,

fundamentalmente los que tenían cargos o responsabilidades importantes en las empresas extranjeras. De este modo,

los colonos afianzan el ideal nacionalista.

Las fiestas fundacionales no constituyen un hito, como en otros tipos de comunidades de la Isla; los días considerados

como de fundación de los poblados de Omaja y Bartle se festejaba con sencillez en un plano familiar, por algunos

miembros de la población anglosajona o simplemente era motivo de algún recordatorio informal; también se

desarrollaban celebraciones al culminar la construcción de una vivienda, la llegada o despedida de un familiar de su

país de origen, reafirmando dicha tradición; constituían además, compromisos morales de quienes les correspondía

otorgar el festejo, de igual modo que el deseo de que así fuese por parte de quienes lo recibían. Fueron comunes en

sus prácticas sociales los picnic, en zonas apartadas al poblado en los que llevaban comida, cantaban canciones

patrióticas y desarrollaban competencias atléticas antes de comer.

A partir de la segunda década del siglo XX, Omaja y Bartle empiezan a convertirse en comunidades multiétnicas

compuestas, además de elementos anglosajones, por cubanos, inmigrantes antillanos de habla inglesa, chinos,

suecos y españoles, situación que trajo consigo cambios en la vida sociocultural que se expresó a través de múltiples

manifestaciones que obedecían a las características de cada grupo; de este modo, se amplía el complejo de

interinfluencias culturales. Por su parte, los cubanos comienzan a celebrar en las escuelas los días festivos, “Día de la

Patria”, “10 de Octubre”; y “24 de Febrero”; que habían sido establecidos oficialmente por el Gobierno Interventor,

como resultado de las presiones populares desarrolladas desde 1902 en otras partes de la Isla. De este modo, el

panorama sociocultural anglosajón en estas comunidades dejó de ser exclusivo.

Como parte de las fiestas y celebraciones, la familia anglosajona organizaba actividades lúdicas, consistente en

disímiles juegos populares como white to the shot (tiro al blanco con armas de fuego) y Knife throw (lance de cuchillos)

98


que les infundían coraje a los jóvenes. Otros adecuados a todas las edades, son la bag-race (carreras de saco), las stilt

rase (carreras en zancos), el Togand War (tiro de la cuerda o guerra de la soga), también el juego del huevo en la

cuchara, el de la gallina ciega, así como el baile de las sillas, compartidos con niños y jóvenes cubanos. Para los

adultos, se reservaban las competencias de velocidad, desarrolladas en Omaja, en las vagonetas utilizadas en las vías

férreas, conocidas como cigüeñas. Propios de las comunidades rurales, se medían fuerzas y destrezas al picar un

tronco con hacha o sierra de mano, en menos tiempo; la monta de toros y enlace de terneros, carreras de caballos,

corridas de cinta y lidias de gallos, propios en el sur y oeste de EE.UU., estos últimos constituyen puntos de contactos

con la identidad cubana. Estas prácticas estimulan la pasión por las apuestas; de igual modo, los establecidos en

salones de juego y bar. 361 Otras actividades que se desarrollan son las adivinanzas y cuentos, en un marco familiar,

también los pasatiempos como los rompecabezas y crucigramas, estos últimos contribuyen al desarrollo de

capacidades lingüísticas y cognoscitivas de la cultura universal en los miembros de las comunidades.

Por medio de entrevistas realizadas e intercambio con el medio social se pudo constatar el acercamiento de los

colonos anglosajones a las festividades de los cubanos en las comunidades agrícolas anglosajonas. Lo cual permitió

clasificarlas en tres posturas fundamentales: los que lo hacen con interés cognoscitivo de lo exótico; los que se

interesan en compartir socioculturalmente con los cubanos; y los que sienten cierta aversión hacia ese tipo de

manifestaciones; estos últimos, la consideraban como prácticas vulgares y extravagantes, calificadas peyorativamente,

como “cosas de negros”, muestra del sentido discriminatorio hacia esa parte de la población cubana y antillana.

También introducen disímiles prácticas deportivas: baseball, fútbol Rugby, críquet, wingfield (tenis sobre césped) y

Whiff whaff o ping-pong. La más importante, por el nivel de aceptación y permanencia en el tiempo, resultó ser la

primera, debido a la aparición de la “fiebre beisbolera” que acontece a fines del siglo XIX y principios del XX en Estados

Unidos y la consiguiente expansión en Cuba; ello constituyó una de las tantas novedades en el territorio integradas a

los presupuestos de “modernidad y civilización” que caracterizaron el discurso de las autoridades de la primera y

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segunda ocupación norteamericanas; de este modo, se extendió, de forma espontánea y con un carácter inicialmente

más lúdico que deportivo, en las comunidades de Omaja y Bartle, así como en la ciudad de Victoria de Las Tunas.

Favorecidos por la presencia anglosajona, la comunicación a través del ferrocarril y la aparición de espacios

institucionales (escuelas) en estas comunidades, surgen, de 1909 a 1911, los primeros juegos de baseball con carácter

deportivo en los que participa la población cubana. 362 Algunos protagonistas de estos eventos competitivos manifiestan

que estos se desarrollaban de forma intraétnica y extraétnica, en el marco de estas localidades, se efectuaban casi

todas los fines de semana, alcanzando luego una dimensión interlocal. Surgen así, los primeros “stadium” en estos

sitios donde, a través de grupos informales, se activa la aproximación social y fortalece la identidad local.

Condicionado por la rivalidad que distingue la actividad deportiva, las diferencias étnico culturales y el espíritu

competitivo, surgen sentimientos etnorregionalistas; no obstante, a través de los encuentros beisboleros se reafirman

atributos culturales compartidos y propicia la cohesión del etnos nación cubano y de la población anglosajona, También

se acentúa la terminología y semántica inglesa ya difundida en otros territorios de la Isla, e investigada por otros

autores. 363

A la par de la introducción del baseball aparecen las primeras crónicas en el periódico local El Eco de Tunas; de este

modo, inicia el género periodístico deportivo en la localidad y la entrada de este hecho sociocultural en un medio de

comunicación de masa. Ello influye en la extensión de la espectacularidad y carácter aglutinador de estos eventos,

expresado en la participación simbólica en disímiles espacios sociales donde cubanos y anglosajones intercambian

opiniones, brotan también las simpatías y pasiones deportivas. De este modo, surgen nuevos significados y

conocimientos sobre técnicas y procedimientos que modifican la reglamentación de los juegos.

Simultáneamente al baseball, pero en menos extensión, se fomenta en Omaja el Fútbol Rugby o fútbol

norteamericano. 364 Esta práctica es aprendida en los colegios de sus respectivos países y se transmite a la población

cubana, también a otros grupos étnicos. Es por ello que comienzan a utilizarse palabras que proceden de este deporte

como: backs (jugadores), center (centro), left guard (guarda izquierdo), right guard (guarda derecho), tackle (defensa),

100


entre otras. Durante algún tiempo la naturaleza agresiva de esta práctica es objeto de diversión por parte de los

pobladores.

En la década del 30, el norteamericano Charles Milligan, 365 construye un área para jugar tenis o wingfield, en la ciudad

de Victoria de Las Tunas. Hasta la década del 50 es notable la afición cubana por este deporte. Desde el punto de vista

etnolingüístico la población comienza a utilizar términos como: games (juegos), sets (mangas) y net (red). Ser tenista

se convierte en un elemento de distinción social y socioclasista, así como en representación elitista portadora de

sentimientos de exclusión y de poder, que influye en que la ciudad se fuera convirtiendo en un centro gerarquizante de

la actividad deportiva; al mismo tiempo, contribuye a la cohesión e identificación de la clase media citadina.

El Whiff whaff o ping-pong, de amplia popularidad en Inglaterra y en Estados Unidos hacia 1900; comienza a

practicarse por los jóvenes de estas comunidades, utilizando las mesas de comedor y material improvisado. 366 Algunos

colonos de Inglaterra y antillanos de habla inglesa jugaban el críquet, deporte que gozaba de cierta aceptación por la

población cubana 367 . Derivados de este último, se incorporan términos como wicket y bails. Estas prácticas influyen en

las relaciones interétnicas y contribuyen a la conservación de sus identidades.

Con las manifestaciones deportivas en la región, se amplía la cosmovisión de empleo del tiempo libre y muchos

individuos transforman la naturaleza del cuerpo humano en un hecho cultural; es decir, se resalta la concepción

filosófica cultural del mundo occidental, consistente en identificar estas prácticas como signo de virilidad, expresada en

atributos y destrezas como el valor, la fuerza, rapidez y otras cualidades. Los cubanos asimilan estos atributos

culturales, también afianzan pertenencias relacionadas con el pensamiento patriótico, actitudes, emociones, imaginario

social y opiniones que revelan el antagonismo frente a la concepción elitista en el orden etnosocial y etnorregional. De

este modo, se fortalece el nacionalismo cubano en la zona, en cuanto a la defensa y legitimación de lo propio.

La convivencia interétnica de los grupos anglosajones basada en la comunidad de necesidades e intereses

económicos, sociales y culturales, deviene en la proliferación de asociaciones adecuadas al nuevo contexto regional.

Estos espacios condicionarían la concertación social e integración de los diversos grupos étnicos en estas colonias.

101


La vida asociativa se desarrolla sobre la base del condicionamiento económico, ecológico, y etnocultural del contexto

rural, así como de las prácticas culturales de las organizaciones. En ellas se revelan las potencialidades creativas

individuales y grupales, las relaciones interculturales, así como el predominio de la cosmovisión cultural norteamericana

en Omaja y la canadiense en Bartle, caracterizadas por sentimientos de superioridad económica, socioclasista y

cultural hacia los cubanos y demás grupos étnicos, expresados también en una actitud racista disimulada.

Los colonos de Bartle, crean en 1910 la Literary Society (Sociedad Literaria) y la Feminine Society of Improvement

(Sociedad Femenina de Mejoramiento); asimismo en Omaja American Club 368 y el Social Literary Club (Club Social

Literario). 369 Se leían obras literarias de escritores estadounidenses y anglocanadienses, 370 a través de las cuales se

afirman los valores, la lengua y demás atributos culturales de pertenencia.

De 1914 a 1917 Bartle y Omaja son dos comunidades prósperas; en ambas, los hombres pertenecen a la Fruit

Association (Asociación de Fruteros). Por su parte, las mujeres en Omaja se reúnen en la Epworth League (Liga

Epworth), 371 ello muestra el espacio ocupado por las féminas en la vida pública; mientras que los jóvenes participan en

el Juvenile Club (Club juvenil). Estas sociedades, se distinguieron por la promoción de la lectura, la música y el teatro

de origen anglosajón, así como el desarrollo de actividades sociales como fiestas y veladas desarrolladas en un

ambiente rural, sujetas a los patrones morales y actuación no reglamentadas de los afiliados, es decir, se orientan por

la tradición anglosajona de la cooperación y coordinación interfamiliar, sobre todo en momentos de contingencia. No

aparecen inscripta en registros que les otorgue naturaleza jurídica.

Por otra parte, los estadounidenses asentados en la periferia de la ciudad de Victoria de Las Tunas, frecuentaban

algunas de las sociedades de instrucción y recreo de este centro urbano como: “El Liceo” (1905 -1961) y la “Unión

Fraternal” (1918 - 1961), a las que se afiliaban principalmente ciudadanos de la clase media; con ellos, comparten

cubanos y españoles. Con posterioridad aparecen dos clubes de origen estadounidense: el “Club Rotario” (1935 -

1961), integrado por profesionales, medianos comerciantes y otras personas vinculadas con los negocios y el “Club de

102


Leones” (1936 - 1961) con una integración similar. El primero asociado al Rotary Internacional, con sede en Chicago; y

el segundo, afiliado al Lion Internacional Club.

Estas sociedades estimulaban y recreaban las formas sociales del modo de vida norteamericano, muchas de ellas

similar a las ocurridas en otras ciudades de Cuba, pero sin alcanzar el nivel de desarrollo de las asociaciones de recreo

de las tipologías asociativas club que surgen en grandes centros citadinos de la Isla; al principio, fueron espacios de

sociabilidad exclusiva de los sectores con arraigo pequeño burgués y en especial de los factores de poder de la

sociedad tunera, luego se orientan a la beneficencia social. Dejan una huella física, simbólica y espiritual en el espacio

citadino que se expresa mediante elementos distintivos: blasones, estandartes, sellos, tarjas, monumentos, textos de

los anuncios y rótulos que identifican estas agrupaciones que, independientemente de su origen socioclasista,

desarrollaron acciones con un marcado carácter público y patriótico. A diferencia de las primeras se establecen en el

espacio citadino, disponían de bienes muebles e inmuebles, estaban sujetas a reglamentaciones e inscripción en

registros que les concedían naturaleza jurídica.

Además de los vínculos asociativos intercomunitarios se establecieron relaciones con sociedades de igual índole de

colonias agrícolas de la Isla como Gloria City y Ceballos. De este modo se compartían intereses comunes de todo tipo

en el marco de las reuniones sociales y actividades culturales recreativa como los bailes en el Mahogany Inn (Posada

la Caoba) en Omaja. También a través de la participación en eventos de mayor magnitud como las ferias agrícolas

nacionales desarrolladas en 1912 en la colonia Gloria City, Camagüey y en la propia ciudad de Camagüey. 372 Estos

lazos socioculturales constituyeron parte del espíritu de colaboración entre los colonos que hacen posible cierta unidad

y persistencia de los grupos anglosajones, 373 así como una de las claves de la movilidad territorial de la inmigración y la

consiguiente permanencia en la Isla.

Desde estas formas asociativas emergen compromisos de colaboración, se intercambian emociones, pensamientos,

costumbres, tradiciones y algunos bienes individuales de los colonos se muestran como bienes colectivos. Dicha

103


confluencia se manifiesta en la interculturalidad entre anglosajones, cubanos y otros grupos, dominada por los

primeros, en que la autodeterminación y el reconocimiento social constituyen debate entre lo propio y lo ajeno.

Hacia 1930, debido a la decadencia económica de la colonización y el consiguiente descenso demográfico de la

población anglosajona, desaparecen las organizaciones asociativas en las comunidades agrícolas, fortaleciéndose las

compuestas por población cubana y otros grupos étnicos.

En estas comunidades la familia es el principal polo de atracción de la vida social, en ella se reinterpretan y asimilan

elementos de la cultura anglosajona. Es por ello que el hombre es el jefe de familia y administrador de los bienes, a

ellos les corresponden los trabajos en el campo y el cuidado de los animales; por su parte, la mujer sobresale en la

disciplina doméstica y social, correspondiéndole el mantenimiento del hogar, la elaboración de las comidas, la atención

del gallinero y el huerto. Esta división social del trabajo familiar es expresión patriarcal y una de las formas simbólicas

de cohesión y comprometimiento para la expansión del patrimonio familiar. En cuanto a los hijos, ellos reciben

orientación profesional y social en la escuela, que los conduce hacia destinos profesionales ajenos a la agricultura.

A diferencia de otras comunidades como la Gloria City, en Camagüey o las de Isla de Pinos, no fue común la

violencia, 374 convivían con cierta armonía y racionalidad social; sin embargo, en ocasiones el clima se tornara convulso

debido al bandidísimo desatado en la región después de la guerra de independencia. Situaciones de esta índole son

recogidas en El Eco de Tunas; razón por la cual se establecen los subpuestos de la Guardia rural, 375 medida que

constituyó uno de los elementos de ajuste al sistema neocolonial impuesto por Estados Unidos.

Con la aparición del cinematógrafo surgen determinadas normas sociales, por ejemplo: los canadienses prohíben, a

los menores de edad, la entrada a los locales cinematográficos a determinados filmes, de igual modo, no asisten los

domingos como señal de respeto al descanso festivo. 376

Efectos en la esfera lingüística

A partir de 1902 en el urbanismo de Bartle y Omaja ocurre un singular proceso de nombramiento y renombramiento de

espacios públicos y geográficos, apareciendo topónimos y etnónimos anglosajones, lo cual forma parte de la

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institucionalización de una nueva autoridad en la región, que se atribuye esta potestad. De los etnónimos resaltaron los

de establecimientos e instituciones como: Literary Society, Improvement Society, Social Literary Club, Coffee Singer,

Coffee shop, Mahogany Inn, Royal Bank, Cuba Hotel, Pinson College, Antillean College of Bartle, Fruit Exchange, 377

Epworth League y Paking House: En su conjunto constituyen algunas de las representaciones semióticas que

caracterizaron, desde el punto de vista etnolingüístico a esta comunidades, ampliaron el complejo de significados y la

consiguiente realización de los hablantes.

Algunos antropónimos de clara identificación anglosajona, relacionados algunos con topónimos del mismo origen, se

utilizan para designar las calles y avenidas. En Bartle: Perkins, Ontario, Hamilton, St. John, Shirley, Milliken, Bearman,

Main, Dorothy, Duncan y Bremen, también el tramo de ferrocarril denominado ramal Ontario. Algunas de estas

denominaciones son elementos identificatorios con figuras representativas del poder corporativo que simbolizan

autoridad y reconocimiento a los grupos étnicos anglosajones. Por su parte, en Omaja se nombraron: Ebony, Orange,

Laurel, Doinciana, Lime, Ohio, Carolina, Mahan, Edy, Hazle, Biosser, Church, Erankbert y Kreider. Utilizaron también

etnónimos que designan frutas tropicales cubanas y otros elementos del paisaje original de la zona como: mamey,

prado y cedro que revela el modo en que se asimila el espacio geográfico regional en el cual ocurre la colonización.

De los antropónimos, no figuran femeninos, debido a la concepción patriarcal de los colonizadores. Por su parte, el

nombre de los poblados: Bartle, Omaja y Lebanon 378 son en sí representaciones semióticas de la cultura anglosajona

que “borran” las denominaciones cubanas. De este modo, nombrar los espacios, se convierte en hechos simbólicos y

manifestación de la conciencia social de los grupos étnicos anglosajones. En cuanto a las fincas, fueron casi

inexistentes las nombradas por los inmigrantes anglosajones como autorreconocimiento de su identidad, la tendencia

fue, designar las parcelas de terreno con números o letras y conservar la toponimia existente antes de 1898. 379

Durante el tiempo en que los colonos permanecen físicamente en la región y hasta algunos años después, perduran

estas denominaciones. La diseminación de los nombres de las calles, de los espacios públicos e instituciones en las

comunidades agrícolas, indica la profundidad de la colonización anglosajona en la región. En la ciudad de Victoria de

105


Las Tunas, es prácticamente inexistente en el período analizado, debido a la poca presencia de inmigrantes

norteamericanos y débil influencia ejercida por ellos.

Otra de las pertenencias lingüísticas de los colonizadores anglosajonas que influyen en el territorio es la relacionada

con las variedades dialectales del inglés norteamericano y las peculiaridades lingüísticas de la versión inglesa y

canadiense, las cuales distinguen e identifican la filiación étnica de la población anglosajona, por ejemplo: los llegados

de Estados Unidos utilizaban indistintamente los endoetnónimos Couch o sofá, mientras que los canadienses usaban

la voz chesterfield para referirse a ese mueble. Para designar el conducto con que se recoge el agua de los tejados,

estos últimos emplean la palabra eavestroughs (canaleja) y los norteamericanos la de canal.

Indispensable resultó la necesidad de comunicación entre los grupos étnicos de habla inglesa y el cubano, que se

materializa en el intercambio de estas variantes denominativas, así como en chapurrar ambos idiomas, que algunos

llegaron a hablar con determinado nivel de corrección. Hacia 1930, la mayoría de los inmigrantes anglosajones, que

radican en estas comunidades, se comunican en idioma español.

El lenguaje corporal es parte de los componentes expresivos que distinguen a los grupos étnicos anglosajones; en este

se revelan puntos de contacto con la cultura del cubano como el saludo de manos; aunque, menos efusivos que los

cubanos y más moderados en el orden gestual. Constituía un signo de respeto dirigirse a los anglosajones por el

apellido antecedido del título de cortesía: Missis, Mistres, Mister o Doctor según el caso. Estos atributos culturales

constituyen, durante toda la república burguesa, reglas del idioma que se aplican en correspondencia con las diferentes

situaciones sociales y exigencias etnoculturales.

Entre cubanos y anglosajones se manifestaron relaciones socioculturales que solo en contados casos propiciaron

vínculos matrimoniales, pues la tendencia era no mezclarse en matrimonio. 380 La mezcla por medio de vínculos

matrimoniales o uniones consensuales estuvo condicionada por el crecimiento de la población cubana en estos

enclaves económicos después de la segunda década del siglo XX, la llegada de algunos inmigrantes anglosajones

solitarios y el incremento de los vínculos socioculturales con el etnos cubano que, en su conjunto, influyeron en la

106


ruptura de tabúes sociales, como reflejo de los prejuicios raciales, así como de valores éticos y estéticos para la

elección libre de la pareja. En estas circunstancias algunas cubanas contrajeron matrimonio con miembros de estos

grupos étnicos, ampliándose así la reproducción biológica de la población y su mestizaje. 381 La posición económica

favorable de las contrayentes, hace suponer que es un factor influyente en el contrato matrimonial. De este modo, se

abren espacios en el orden mental que hasta ese momento estaban cerrados, dando lugar a una asimilación discreta.

Hacia la década del 30, como consecuencia de la crisis económica se detiene el progreso de la población anglosajona

en la franja central de Las Tunas, con síntomas notables de estancamiento de la base económico de la colonización y

de las instituciones culturales creadas sobre la base de la misma, que se expresó en el agotamiento de las

potencialidades de reproducción social y cultural. Comienzan a desaparecer los rótulos genuinamente anglosajones en

la fachada de instituciones públicas y centros comerciales y en su lugar se exhiben los que expresan la identidad

cubana. Declina la composición anglosajona en los equipos de baseball y el fútbol rugby, este último deja de

practicarse por los cubanos, debido a las consecuencias de los bloqueos brutales que lo caracteriza.

De modo general, el conocimiento sobre la participación económica y cultural de los inmigrantes anglosajones en la

franja central de Las Tunas, ayuda a explicar y comprender las conexiones con las actuales generaciones, desde

nuevas interpretaciones y significados.

3.3- Huellas dejadas por la presencia anglosajona

La influencia cultural anglosajona en Cuba después del triunfo de la Revolución en 1959 ha sido poco estudiada,

menos aún en las antiguas comunidades de norteamericanos, canadienses e ingleses. Casi cuatro décadas de su

presencia física e influjo sociocultural directo en la franja central de Las Tunas, dejó inevitablemente huellas en la

población cubana; pero, el continuum cultural que atraviesa la nación desde el fin del status neocolonial impuesto por

Estados Unidos, se caracteriza por presentar, en ocasiones, una imagen distorsionada de la colonización anglosajona,

manifestada en convenciones y prejuicios que desvirtúan la apreciación justa de la influencia de la cultura anglosajona

como complemento de los componentes étnicos que fundamentan la nación cubana; todo esto, motivado por la

107


naturaleza de los hechos que marcan al Gobierno norteamericano como enemigo del pueblo cubano, también por falta

de conocimiento sobre la naturaleza compleja de este hecho.

Uno de los elementos más notables que aún se conserva de la presencia anglosajona es en el urbanismo “a la

americana” de los poblados de Omaja y Bartle, pues en ellos se conserva y continúa extendiendo en algunas partes la

geometría de las calles y solares diseñados por las otroras empresas colonizadoras, aunque en las ultimas tres

décadas se aplica, como parte de la política urbanística del Estado, una concepción más racional del espacio,

consistente en la reducción de la dimensión de las manzanas, solares y ancho de las calles.

Muchos límites de las antiguas propiedades rurales de la etapa de la colonización se conservan, con algunos cambios,

a pesar de las constantes modificaciones agrarias después de 1959. Los viejos linderos permiten construir la historia

agraria regional de la primera mitad de aquella centuria, a partir de la cual es posible comprender y valorar la

genealogía de estas transformaciones, las regularidades y tendencias hasta la actualidad; también, constituyen marcas

que mentalmente delimitan el accionar humano desde el punto de vista económico y sociocultural, ello se manifiesta en

el alcance espacial de algunos proyectos y programas de desarrollo.

En cuanto a la toponimia, el nombre de los poblados: Bartle, Omaja son representaciones semióticas de la cultura

anglosajona. Respecto a Lebanón, asentamiento situado al este de Bartle es otra de las marcas etnolingüísticas de

aquella cultura que se castellaniza adquiriendo fuerza de pronunciación en la última silaba. 382 Hasta la década del 50

las parcelas o fincas conservaban los números o letras con que fueron nombrados por los colonizadores a principio del

siglo XX. En la actualidad algunos pobladores, los de mayor edad, identifican algunos sitios por esta nomenclatura.

Una observación in situ permite determinar que la arquitectura anglosajona en madera ha sufrido el rigor del tiempo y la

desidia humana. Aunque perviven algunos inmuebles, parte de ellos han sufrido alteraciones estilísticas. En la

actualidad, las autoridades de la cultura, aunque de un modo tardío y no siempre consecuente, intentan salvaguardar

restos de este patrimonio cultural, 383 sobre el cual se ha logrado infundir en la población un sentimiento de identidad.

108


De los elementos complementarios a la vivienda que se conservan, son los aljibes construidos por los colonos,

fundamentalmente en Omaja, ellos sirven de referente para construir nuevos. En cuanto a los espacios ajardinados de

la vivienda actual, las indagaciones revelan la existencia de signos identificatorios que remiten al jardín típico de los

colonos caracterizados por la funcionalidad múltiple, consistente en la presencia de plantas con fin ornamental,

alimentación y medicina tradicional.

La probada calidad de los suelos de la franja central de Las Tunas para el cultivo de árboles cítricos y el desarrollo de

este rubro económico por más de tres décadas impregna el hábito de consumo de este tipo de frutas y la proliferación

de estas plantas, hasta la actualidad, en los patios de las viviendas, surgiendo así una de las pertenencias culturales de

los habitantes de la zona, además de la tradición popular de brindar refresco de naranja en lugar de una tasa de café.

El cultivo de algunas hortalizas introducidas por los inmigrantes anglosajones como: cebollinos (Allium), variedades de

calabazas como la pumpkns, la boston y la tennesse; también el cerezo, es el origen a partir del cual se extiende hasta

la actualidad. A través de la educación agroalimentaria impregnada en el Colegio Adventista de Las Antillas, muchas

personas de la localidad incorporan a la práctica dietética productos del agro que aún se conservan.

La industria manufacturara de la madera establecida por los norteamericanos se mantiene hasta el presente con sus

respectivos cambios y modificaciones; desde ella, se reproducen las normas sociales o consideraciones estéticas y

funcionales nacidas a principios del siglo XX, convirtiéndose en productos simbólicos de la transculturación. Muchos

obreros de esta industria, son descendientes de los antiguos trabajadores y herederos sociales de las líneas y modelos

de producción, que a través de tres generaciones, conservan patrones culturales, de comportamiento y estereotipos de

identidad con ribetes urbanos que han prevalecido hasta la actualidad.

Trabajar en esta industria, representa la interacción con el medio ambiente y elementos simbólicos que induce

conexiones con el pasado y mantiene activado los recuerdos genealógicos. En la conducta de los obreros se

conservan elementos de las reglamentaciones laborales y técnicas que durante años normativizan la vida de muchos

109


habitantes. Se mantienen elementos del argot profesional, saberes laborales y destrezas que se entremezclan con

nuevas interpretaciones y códigos culturales que hacen posible que se perpetúe esta tradición de trabajo.

En la actualidad, se conservan en algunas casas de familia, modelos de sillas, sillones, butacas y camas de madera,

“estilo norteamericano”, confeccionadas en carpinterías de estas comunidades, a principios del siglo pasado, que

sirven de referente a los actuales artistas de la carpintería del territorio, también prevalece la utilización de nombres de

muebles como: chiphorobert, closet, sillas tipo windsor, sofa y living (para referirse a este tipo de mueble de sala).

Otros de los anglicismos prevalecientes en estas comunidades son: bungalow, standard y whiskey, se usan también

en sus variantes castellanizadas: bungaló, estándar y güisqui. A la par de estas adaptaciones gráficas y fonéticas se

utilizan en nuevas dimensiones semántica para designar popularmente objetos similares.

Los anglosajones dedicados a la actividad pecuaria: vacuna, porcina y equina introducen conocimientos sobre

medicina animal preventiva, así como fármacos para la inmunización, procedentes de Estados Unidos; del mismo

modo, incorporan técnicas para el mejoramiento del ganado como la elaboración de piensos que intercalan con los

métodos de cría tradicionales, estas tecnologías se extienden, con algunas variaciones, hasta la actualidad.

Complementan la transferencia tecnológica norteamericana relacionada con esta actividad, elementos culturales aún

presentes en estas comunidades como el uso de sillas de montar: Willman, las de buche tipo Humboldt, más usada en

las labores agrícolas y ganadería, y otros tipos como: manclera, domadora, mexicanas y tejanas, imitadas por

talabarteros cubanos de la zona; de igual modo que los arneses y espuelas. La tradición de usar botas altas, polainas,

muñequeras, sombreros “estilo norteamericano”, así como accesorios como: machetines y cuchillos y el popular

vestuario de vaquero, son signos que revelan la conexión con las pertenencias de los colonos anglosajones.

Del mismo modo, las actuales fiestas de rodeo en la región, corridas de cinta o carreras de caballos, también las lidias

de gallos, aunque son de herencia hispánica, adquieren mayor dinamismo a partir de la presencia norteamericana en

las comunidades agrícolas. Estas actividades relacionadas con el ámbito rural, también con la manufactura de la

110


madera, prolongadas hasta la actualidad, han influido en la división social del trabajo y en la vocación de una parte

considerable de la población de estas comunidades.

Otros elementos de transferencia tecnológica y cultural proveniente de EE.UU, de de los cuales quedan vestigios de

sus originales son: bombas hidráulicas manuales y molinos de viento generalizados en estas comunidades durante el

período de la colonización, arados “americanos” y otros instrumentos de labranza, así como herramientas metálicas de

carpintería, son imitados o transformados dando lugar a artefactos criollos. En algunas viviendas se utilizan máquinas

de coser que atestiguan la influencia norteamericana. De igual modo, restos de vías férreas, grúas cañeras y puentes

que perduran con vida útil hasta la actualidad y la popular cigüeña para trasladarse en la vía férrea.

A principios del siglo XX los colonos difunden las unidades de pesos y medidas anglosajón en detrimento de las

existentes desde la época en que Cuba era colonia de España. Es así que se hace común el empleo de: yardas, millas

y acres las cuales se aplica en estas comunidades, al emplearse instrumentos de medición y dispositivos diseñados

con este sistema, para transacciones de compra venta de carácter privado.

La tradición etnoalimentaria anglosajona se transmite a la población cubana de estas comunidades, de ahí que, sea

frecuente el consumo de Jambalaya, plato mezclado con carne o cualquier otro ingrediente. 384 El consumo y

popularidad de los panqueques en Bartle, según indagaciones, tiene su origen en la celebración tradicional conocida

como Pancake Day, Día de los panqueques, efectuada por los antiguos pobladores ingleses.

En cuanto al vestuario, los inmigrantes anglosajones extienden el uso de la chaqueta y en menor medida el chaqué,

hábito que se prolonga hasta la actualidad, pero solo se usa para viajes y visitas importantes. Por su parte, la

indumentaria de vaquero, en el hombre y mujer anglosajona, se convierte en un hecho de profundo arraigo en una

parte de la población, del cual prevalecen elementos estéticos que confirman la conexión con el pasado.

La evangelización protestante promovida por los misioneros norteamericanos a través del Colegio Adventista, la Iglesia

Bautista y la Metodista, impregnaron hábitos, normas morales y conocimientos de la Biblia en una parte de la población

de estas comunidades, que se expresa en la educación familiar y la continuidad del legado religioso protestante hasta

111


la actualidad. 385 En las iglesias históricas que se mantienen en el territorio, la feligresía, interpreta piezas del coral

estadounidense, bajo el acompañamiento fundamentalmente del violín y el piano, donde aún pueden escucharse

algunas composiciones antiguas, 386 pero con algunos cambios, consistentes en una notación musical más compleja.

Como parte de las fiestas y celebraciones de los anglosajones, se conservan en una parte de la población algunas

actividades lúdicas populares como, Knife throw (lance de cuchillos). En Omaja, constituye un acto de afirmación

cultural la reedición, cada año, de las competencias de velocidad en cigüeñas, tal como lo hacían los anglosajones, se

mantiene, aunque no tan frecuente la competencia de picar troncos con hacha o sierra de mano.

La música popular norteamericana impregna en el gusto y preferencias de la población local y aparecen conjuntos

musicales “criollos” que reproducen algunos de los signos musicales de los géneros procedentes de ese país. Se

difunden además algunas danzas, como cotillón, Square dancing, extendidas en Inglaterra, Estados Unidos y Canadá

a principios del siglo XX; en la actualidad, se practica como imitación del folclórico norteamericano, con algunas

innovaciones en la coreografía.

Si en otros sitios de la Isla el baseball, es una extensión de los propios cubanos, en la región es introducido

directamente por los norteamericanos, mediante los cuales se incorporan los ya mencionados signos lingüísticos de

procedencia inglesa pertenecientes a este deporte y sus variantes fonéticas españolas. Otros deportes de origen

anglosajón, introducidos por sus portadores a principios del siglo XX como el Whiff whaff, y el críquet han permanecido

en el tiempo, adaptados a las condiciones y gustos de los practicantes, desde el punto de vista etnolingüístico

conservándose, de este ultimo, términos como wickets y bails.

Adaptados a las condiciones y gustos de los practicantes, los espectáculos deportivos se reproducen en los barrios de

estas comunidades, llegando a ocupar un lugar preferente en el mundo lúdico infantil y juvenil de los cubanos; al igual

que en otras partes del territorio nacional, las variantes del juego de pelota, convertidas en tradición beisbolera y

fraseologismos extrapolados a diversas situaciones de la cotidianidad e incorporados al lenguaje popular. 387

112


Las actividades deportivas expresan el nivel de desarrollo sociocultural alcanzado por esta región y el progreso

económico y tecnológico, que se manifiesta con la producción de bates y raquetas en serie, por parte de la industria

manufacturera de la madera, para satisfacer hasta la actualidad, la demanda de estos artículos en el mercado local.

Como parte del folclor de origen anglosajón se transmiten algunos saberes de su historia legendaria y la mitotología

como las leyendas del Rey Arturo, Robin Hood, así como cuentos de hadas y vampiros que se transmiten de forma

generacional. En algunas familias prevalecen vestigios de la celebración el día Halloween, desarrollada en la última

noche del año, de ello quedan de forma dispersa el juego consistente en abrir huecos a calabazas o melones y poner

una vela en su interior representando rostros grotescos, también se reeditan las historias locales relacionadas con los

trasgos y perduran en el tiempo varios proverbios, 388 con sus modificaciones en el tiempo, que constituyen

instrumentos de aprendizaje, pues encierran parte de la sabiduría del vivir cotidiano, consideraciones filosóficas sobre

la existencia humana y las relaciones con el medio; utilizados por los cubanos para salpicar sus conversaciones.

Otras de las costumbres de muchos cubanos en estas localidades, que tienen sus génesis en los inmigrantes

anglosajones, es el paseo a caballo, convertido en hecho ceremonial, de igual modo que asistir a la espera del tren

para despedir o recibir a la gente; también, algunos componentes expresivos del lenguaje corporal, como el saludo

discreto haciendo reverencia tocando un extremo del ala del sombrero acompañado de cierta inclinación de la cabeza.

En el estudio genealógico realizado en estas comunidades se revela que los matrimonios entre anglosajones y

cubanos dejaron alrededor de 35 descendientes directos, los cuales conservan algunas de sus pertenencias culturales

que transmiten a la segunda generación. 389 Aunque el número de matrimonios mixtos no es representativo, no deja de

ser un indicio de una postura diferente a los que conciben el mestizaje como degradante racial y moral.

Apellidos de origen anglosajón como: Howard, Crosby, Breton, Smith, Young y Power, del mismo modo que nombres

como: Credy, Mabel, Harold, Eddies, Walter, Franklin, Franks y Richards se mantienen de forma notable y con ciertas

variaciones hasta la actualidad, como resultado de la transculturación. También, apelativos de voz inglesa con los

cuales todavía en Cuba suelen designarse popularmente a sus equivalentes españoles y viceversa.

113


Si los descendientes de la primera y segunda generación conservaron la ciudadanía, en materia de condición social

por su origen étnico; los de la tercera y cuarta generación, aunque identificados por el mestizaje biológico y algunos

recuerdos genealógicos, sienten lo norteamericano o canadiense como ajeno a sus pertenencias culturales. Hasta la

década del 80 del siglo pasado, algunos antiguos pobladores anglosajones mantuvieron contacto vía correo con

cubanos o familiares residentes en Cuba, y con el fomento del turismo en la década del 90, se producen contactos

físicos de los descendientes de la primera y segunda generación, y otros, con fines culturales. 390

Parte del patrimonio documental, que evidencia la presencia colonizadora anglosajona en estas comunidades, se

atesora en archivos históricos locales y otros se exhiben en museos. Desde este se construye el patrimonio

bibliográfico y se socializa la memoria histórica. Dicha memoria, cargada de la subjetividad que la caracteriza, forman

parte del imaginario que se entrelaza con la realidad de aquel pasado histórico. 391

Socializar esta parte de la historia ha formado parte de la programación televisiva territorial y nacional, así como el

periódico 26, órgano oficial de la provincia de Las Tunas, mediante la cual se extiende el conocimiento sobre estas

comunidades; en los últimos veinte años, se han publicado algunos artículos del autor, también de Jaime Sarusky y la

norteamericana Carmen Diana Deer, esta última, resultado de las relaciones académica con la Universidad de La

Habana. Asimismo, se ha tratado el tema de la colonización y sus huellas en eventos internacionales organizados por

el Instituto de Historia de Cuba, en Congresos Nacionales de Historia y en numerosos eventos en estas localidades.

Como puede observarse son múltiples los elementos de la cultura de los grupos étnicos anglosajones que son

asimilados, reproducidos y adaptados a la cultura cubana, amen de algunos que todavía exaltan de forma

desmesurada lo nacional asumiendo una posición maniquea de rechazo a todo lo norteamericano y de atribuirle

siempre una connotación negativa.

114


CONCLUSIONES

La colonización anglosajona neocolonial de base agrícola comercial que tiene lugar en la franja central de Las

Tunas, se fundamenta en la tradición colonizadora norteamericana y la modernidad. Su desarrollo se subdivide

en tres etapas: establecimiento de las bases (1902 a 1906); despegue y afianzamiento (1907 a 1922); y

decadencia (1923 a 1935). A través de estas, transitan de un modo complejo, las relaciones económicas y

políticas en interacción con las coyunturas internacionales, nacionales y regionales. Se sustenta en las

infraestructuras ferroviarias, la corporativización de las actividades agrícolas de producciones primarias

alternativas –multimonocultivo- e industrial, así como en sociedades mercantiles, que precipitan su integración

al mercado capitalista.

Las características del espacio geográfico y humano de lo que denominamos franja central de las Tunas,

signado por el paso del ferrocarril central, singularizaron los esquemas de parcelación y la diversidad de

actividades económicas de los proyectos colonizadores en el territorio; lo cual condicionó el proceso de

Acumulación Originaria de Capital en muchos colonos, influyó en la determinación de los límites jurídicos

espaciales y de actuación práctica sobre las áreas de intereses que generaron diferencias agroproductivas y

conflictos entre las diversas fuerzas de poder hegemónico; signaron además, los modos de utilizar las

tecnologías de cultivos, las características de los medios de transportes, la arquitectura y otros atributos

culturales que configuraron el paisaje humanizado; y la posición geográfica de dicha franja, propició una fuerte

movilidad de población, que suplió parte de las necesidades emergentes de empleo que demandaba el

monocultivo azucarero en áreas periféricas.

115


La estructura agraria de la franja de estudio, con predominio de reminiscencias feudales, sujeta a concepciones

y exigencias legales heredadas del dominio colonial español, comienza a transitar, en la etapa de

establecimiento de las bases de la colonización (1902 a 1906), hacia términos legales más rigurosos, y

relaciones de propiedad establecidos por la modernidad. Independientemente de los efectos negativos

derivados de estas transformaciones agrarias, expresada en el proceso de enajenación de la masa campesina

respecto a la tierra, y su conversión en fuerza de trabajo disponible para los inversionistas capitalistas; la

prevalencia de algunas relaciones de dependencia de los señores de haciendas, en calidad de peonaje y

servidumbre, no niega que se esté en presencia de un factor de progreso socio-económico.

El proceso migratorio anglosajón ocurrido durante el período de 1907 a 1911 en la franja central de Las Tunas,

condicionó el despegue de la colonización agrícola. En dicho proceso influyó el potencial de factores históricos,

socioeconómicos, ecológicos y culturales; tanto internos como externos, que actuaron como complejo de

motivaciones y de nuevas posibilidades, que adquirieron un sentido pragmático. Entre los factores de índole

externo ocurrieron tensiones centrífugas ocasionadas por el desarrollo capitalista en Estados Unidos, Canadá y

el Reino Unido; Cuba, fue una de estas opciones. La mayor parte de los individuos que la componían, eran de

sectores desfavorecidos, tuvieron una permanencia más o menos prolongada en tierra cubana y persistieron en

sus propósitos económicos de mediana cuantía; los de mayor solvencia, se acogieron generalmente al

absentismo, a la migración de carácter estacionario, y a invertir sus capitales en el monocultivo azucarero.

El origen etnorregional de procedencia de la inmigración anglosajona, su composición social y socioclasista

expresada en la estratificación por niveles de calificación profesional, caudal financiero y extensión de la

propiedad; confirma que, se está en presencia de comunidades con predominio de la pequeña y mediana

burguesía agraria foránea, así como de algunos latifundistas o terratenientes, portadores de atributos de una

identidad profesional de diversos orígenes, compuesta de conocimientos de la ciencia y la tecnología, códigos

116


culturales, signos y nuevos significados de la modernidad, que desplazan, en parte, los de la sociedad rural

tradicional de la región.

El paradigma colonizador de base agrícola, reflejo de la modernización neocolonial propia del desarrollo

capitalista periférico, irrumpe en el ámbito rural atrasado de la franja de estudio, en la etapa de despegue y

afianzamiento (1907 a 1922), con la ampliación de la infraestructura ferroviaria, de transporte y comunicaciones

asociadas a esta, pero sin suplantar algunos medios tradicionales; de este modo, se desarrollan las sucesivas

transformaciones agrarias, se introducen y perfeccionan tecnologías agrícolas e industriales que, en su

conjunto, conducen a un despliegue en la diversificación agrícola comercial y de producciones alternativas, al

desarrollo industrial manufacturero y a la actividad comercial, que se articulada al mercado mundial, nacional y

local; se amplía además, la división social y regional del trabajo, las relaciones monetario mercantiles, el

crecimiento demográfico y urbanístico, las relaciones laborales, socioclasistas y culturales. Independientemente

de todo este progreso, el esquema de colonización establecido en Cuba estaba en condiciones de marginalidad

respecto al de Estados Unidos.

El proceso de construcción urbanística y arquitectónica implantada por los anglosajones, fue reflejo de las

concepciones traídas, por ellos, de la modernidad, adaptadas a las condiciones del espacio geográfico, y las

necesidades y posibilidades socioeconómicas asociadas a la actividad agrícola y pecuaria de sus propietarios;

a dicho proceso, se vinculó parte de la población cubana, que intercambian sobre las concepciones de la

distribución y aprovechamiento del espacio habitacional y complementario a estas estructuras; produciéndose

de este modo, una transculturación que se afirma con las aproximaciones mutuas de conocimientos, ocurridas

en la practica social laboral, en los que se funden los patrones anglosajones y cubanos que, de forma gradual,

crean una fisonomía y una orientación identitaria en estas localidades.

La producción industrial manufacturera, artesanal y de servicios locales, tanto pública como doméstica:

carpintería, ebanistería, corte y costura, bordado y elaboración de alimentos, se desarrolla en un constante

117


influjo cultural interétnico y con el etnos nación cubano, que deviene en nuevas innovaciones tecnológicas,

transferencias domésticas mutuas y construcciones simbólicas, en la que confluyen gustos y patrones estéticos;

aparecen creaciones artísticas asociados a estas actividades, de acuerdo con las condiciones de ruralidad y las

exigencias de los consumidores, que modifican estos elementos de origen etnorregionales; al mismo tiempo,

rompen con algunos de los cánones tradicionales cubanos arraigados desde la colonia, y se incorporan otros,

propios de una modernidad que incluye elementos populares de la identidad regional.

La colonización a través de las misiones protestantes se lleva a cabo por los bautistas, metodistas,

presbiterianos y adventistas; las dos primeras, favorecidas por la desatención de la Iglesia Católica a sus

feligreses y el predomino de una población con creencias animistas en la región, difunden las ideas del

progreso agrícola e industrial de la modernidad, propugnan los principios de la moral cristiana y contribuyen a la

educación ciudadana. Los bautistas y metodistas, lograron proyectar un protestantismo autóctono, activando

por medio de sus asociaciones el protagonismo social de una parte significativa de los cubanos. Mientras que,

los intentos de los presbiterianos y adventistas, por penetrar en la población de este territorio en este período,

resultó infructuoso debido a la incompatibilidad con la idiosincrasia de los cubanos; no obstante, se crean las

bases para una nueva etapa del trabajo misionero, desde los propios naturales del país, graduados en el primer

seminario Adventista de Cuba, instalado en Bartle.

Uno de los pilares del progreso de las comunidades agrícolas anglosajonas, frente a la ausencia o desaparición

del deteriorado y obsoleto sistema educativo español existente hasta finales de la contienda bélica del 95, y la

desatención por parte de las instituciones de gobierno, fue el establecimiento de instituciones privadas de

primera y segunda enseñanzas, patrocinadas por las iglesias protestantes, con métodos pedagógicos

modernos y ajustados a la enseñanza oficial del Estado, cuya instrucción, además del legado teológico,

respondió a las exigencias del carácter agrícola y comercial de la colonización, caracterizada por la diversidad

de perfiles de capacitación para enfrentar las exigencias de la postcolonialidad. Independientemente de las

118


diferencias por la nacionalidad (idioma) y sexo, propias de la época, ellas contribuyeron a la alfabetización, la

formación artística y literaria, al despertar de la emancipación nacionalista y a acelerar la reproducción de la

identidad cultural de los tuneros.

Las relaciones interétnicas y extraétnicas anglosajones, sustentadas en la pluralidad etnorregional de

procedencia, signadas por la recepción diversa de la modernidad, y la influencia de un ámbito rural cubano

atrasado con una herencia de rasgos identitarios seculares, adquiere matices como la conservación y

reproducción de los topónimos y etnónimos del medio; pero, ocurre una confluencia étnica en los espacios

asociativos y familiares, caracterizados por la participación casi exclusiva de estos grupos; no así en los

espacios públicos, deportivos y recreativos, donde interactúan identidades de grupos foráneos y el etnos

cubano, que condicionaron nuevas mutaciones expresadas a través de los componentes etnomusicológico,

idiomático, y otros del complejo comunicológico, las relaciones sociales, matrimoniales, y culturales en sentido

general, que fortalecen la identidad nacional, regional y local.

La colonización anglosajona neocolonial, aunque manifieste algunos momentos de declive económico a finales

de la segunda década del siglo XX, entra en decadencia desde el punto de vista estructural de 1923 a 1935.

Ella es consecuencia de la totalidad de factores integrados desde una perspectiva compleja; es así que, el

conjunto de efectos derivados de las crisis económicas coyunturales asociadas al mercado norteamericano, los

acontecimientos político-militares mundiales y nacionales, el agotamiento provocado a la riqueza forestal del

territorio, el estancamiento de su propio esquema de producción y la incapacidad para articularse al proceso de

diversificación económica de la región, fue resultante de la falta de dinamismo individual y colectivo de los

sujetos de la colonización, que se reflejó a su vez, en el detrimento de la reproducción social y cultural de la

comunidad anglosajona; lo cual, permite corroborar la hipótesis de estar en presencia de una comunidad étnica

que colapsa en su fase de formación, y que la modernidad se manifiesta como un proyecto inconcluso.

119


Las huellas culturales norteamericanas, canadienses e inglesas en estas comunidades, se sustentan en

factores históricos que, inevitablemente, se reproducen más allá de las tensiones y los códigos reduccionistas

sobre el proceso de conformación de la nación y la identidad nacional. Ellas se reafirman de formas múltiples a

través de una permanente interacción identitaria condicionada por la psicología del etnos nación cubano, el cual

revela, a un mismo tiempo, las diferencias y la asimilación expresada en principios y sentimientos de atracción,

identificados por los vínculos genealógicos de la cultura anglosajona y la cubana, que durante mucho tiempo

han estado “separadas” por el antagonismo político.

120


RECOMENDACIONES

Teniendo en cuenta la complejidad del proceso de colonización anglosajona ocurrido en la primera mitad del

siglo XX en Las Tunas, y que la investigación deja abierta la posibilidad de profundizar en nuevas aristas

sobre este conocimiento en el orden temporal y espacial, se recomienda:

- Continuar profundizando en las investigaciones sobre la decadencia de la colonización agrícola

anglosajona y en el impacto de los nuevos componentes culturales que aparecen en el resto de la época

republicana neocolonial.

- Hacer extensivo el análisis de la colonización anglosajona de base azucarera en el proceso de

regionalización de Las Tunas, a su repercusión en las mentalidades de sus distintas clases sociales, en

el período de 1899-1935.

- Implementar la introducción de los resultados de esta investigación, como texto de consulta, en los

diversos programas de los planes de estudio en las carreras de Historia y Estudios Socioculturales, de

las universidades de Las Tunas y de Holguín.

121


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1 El término anglosajón, en el contexto de esta investigación, resume o acoge un conjunto de rasgos culturales comunes,

diferentes u opuestos a lo cubano o hispánico, que tienen como elemento identitario más perceptible la utilización del

idioma inglés. Bajo esta denominación se distingue a los inmigrantes procedentes de Estados Unidos de Norteamérica, el

Canadá anglófono y del Reino Unido.

2 Enrique Collazo. Los americanos en Cuba de (1905); Ramiro Guerra. Un cuarto de siglo de evolución cubana (1924); La

expansión territorial de los Estados Unidos a expensas de España y los países hispanoamericanos. (1935) y La industria

azucarera de Cuba. Su importancia nacional, su organización, sus mercados, su situación actual. (1940), Historia de la

nación cubana (1952); Herminio Portell Vilá. Historia de Cuba y sus relaciones con Estados Unidos y España. (1941), y de

Emilio Roig de Leuchsenring. Historia de la Enmienda Platt (1935) y La lucha cubana por la república, contra la anexión y

la Enmienda Platt (1952); Julio César Gandarilla. Contra el yanqui (1913).

3 Oscar Pino Santos. El imperialismo norteamericano en la Economía de Cuba. (1973) y Cuba. Historia y economía. (1983);

Julio Le Riverend. Historia económica de Cuba (1974) (esta obra es selección de trabajos sobre la economía de Cuba,

insertos en los diez volúmenes de la obra publicada a Ramiro Guerra. Historia de la nación cubana, 1952), tratada desde

una concepción marxista, y República. Dependencia y Revolución. (1975); Teresita Iglesia Martínez. Cuba. Primera

República, Segunda Ocupación. (1976); Oscar Zanetti Lecuona y Alejandro García. Caminos para el azúcar. (1987),

también de Zanetti, Los cautivos de la reciprocidad. (2003), y de Rolando Álvarez Estévez. Azúcar e inmigración. 1900 a

1940. (1988).

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las leyes del desarrollo del capitalismo en la agricultura en los Estados Unidos de Norteamérica. (1985); Phillips Foner.

Historia de Cuba y sus Relaciones con Estados Unidos. (1972); y Louis A. Pérez Jr. Lord of the Mountain: Social

Bandydtry and Peasant Protest in Cuba, 1878 – 1918. (1989) y Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura. (2006).

6 Jorge Ibarra Cuesta. Cuba: 1898 – 1958. Estructura y procesos sociales. (1995); Rolando Rodríguez García, Cuba: la forja

de una nación. (1998) y Cuba: las máscaras y las sombras. La primera ocupación. (2007); Eduardo Torres-Cuevas y

Oscar Loyola. Historia de Cuba 1492-1898. Formación y liberación de la nación. (2001); Mildred de la Torre Molina y otros.

La Sociedad Cubana en los albores de la República. (2002) y Marial Iglesias Utset. Las Metáforas del Cambio en la Vida

Cotidiana. Cuba 1898-1902. (2003) y la obra colectiva, Historia de Cuba. La neocolonia. Organización y crisis. Desde 1899

hasta 1940. (1998).

7 Rafael Hernández. “La condición americano-cubana” y de Alfredo Prieto González. “Huellas norteamericanas en la cultura

cubana contemporánea”. En: Rafael Hernández. Mirar al Niágara. Huellas culturales entre Cuba y los Estados Unidos

(2000).

8 Marcos Antonio Ramos. Panorama de Protestantismo en Cuba (1986) y Nuevo Diccionario de religiones, denominaciones y

sectas. (1998); Yoana Hernández Suárez. Protestantes en Cuba. Desarrollo y organización 1900-1925. (2006), e Iglesias

cristianas en Cuba. Entre la independencia y la intervención. (2010); Alejandro Torres Gómez de Cádiz Hernández.

Protestantismo y sociedad en el Holguín republicano. (2008).

9 Teniendo en cuenta las distintas acepciones del concepto colonia, es preciso aclarar que las comunidades de referencia

eran conocidas popularmente como colonias. En este estudio el concepto colonia es utilizado no solo en su acepción de

“naciones políticas conquistadas, ocupadas, gobernadas y explotadas por una potencia extranjera” sino como unidades

económicas y poblacionales formadas por inmigrantes extranjeros por un proceso generalmente pacífico, que en

ocasiones, dadas las circunstancias, se tornó violento. En esta dimensión colonización no es apoderarse de un territorio

por la fuerza y su conversión en colonia como mecanismo de dominio explotador de una metrópoli, sino la adquisición por

compra de un territorio concreto por inmigrantes extranjeros y su establecimiento en comunidades o “colonias” en calidad

de agricultores (colonos), comerciantes, industriales, y otros a los que también se les denominaba colono por habitar en

estas estructuras poblacionales.

10 Enrique Cirules. Conversación con el último norteamericano. (1973); Jorge Luis Betancourt. Ceballos. Historia de una

colonia norteamericana. (1985) y Rolando González Cabrera. Herradura City. (2006).

11 Esta se define como el espacio geográfico situado en la parte centro - oeste - oriental de Cuba, correspondiente a la parte

meridional de la llanura centro de Las Tunas y una porción del extremo suroeste, de la llanura fluvial del Cauto, que influye

y se transforma en el contexto donde se articula la dinámica económica, social y cultural, generada por la colonización

anglosajona, que deviene en particularidades que la identifican en su devenir histórico.

122


12 Jaime Sarusky. Los fantasmas de Omaja (1986) (el libro es el conjunto de cinco crónicas sobre inmigrantes de varias

nacionalidades y distintos sitios de la Isla, y al que uno de ellos denomina con el mismo título del libro).

13 Carmen Diana Deere “Here come the yankees! the rise and decline of United States Colonies in Cuba, 1898-1930” En:

HAHR (The Hispanic American Historical Review), 1998. Esta producción formó parte del libro publicado por un colectivo

de autores bajo la dirección de Niurka Pérez Rojas, titulado Güines, Santo Domingo, Majibacoa. Sus historias agrarias

(1998).

14 Colectivo de autores. Síntesis histórica provincial. Las Tunas. (2010) y Alberto A. Pupo Vázquez. Las Tunas Neocolonial

1898-1952. (2010). Las referencias que hacen estos textos sobre la colonización anglosajona, es resultado investigativo

del autor de esta tesis, pero que por restricciones editoriales respecto a la amplitud de estos libros, solo reflejan algunos

datos que no facilitan evaluar la magnitud e importancia de este hecho.

15 José vega Suñol. Presencia norteamericana en el área nororiental de Cuba.”Etnicidad y cultura” (1991); La arquitectura de

perfil norteamericana en la región de Holguín (1994) y “¿Otros colonizadores? Enclaves norteamericanos en Cuba”. En:

Revista Temas No.8; Región e identidad. (2002).

16 En la revista Quehacer publicó: “La Arquitectura Anglosajona en el Área Central de Las Tunas”. (2006) y “Huellas de la

presencia anglosajona en las comunidades de Bartle, Omaja y Las Tunas” (2010); en la revista Santiago aceptado para su

publicación: “Inmigración y colonización anglosajona a través de comunidades agrícolas de la franja central de Las Tunas,

de 1902 a 1935”.

17 Este libro fue el resultado del premio de Investigación “Hortensia Pichardo” de la Oficina del Historiador de la Ciudad, Las

Tunas, 2007.

18 Focalizar el proceso colonizador desde el prisma de la integración, significa analizarlo en su relación con los procesos y

personalidades de los contextos y coyunturas internacionales, regionales y locales; es concebirlo en el complejo de

actividades humanas, de la producción social en particular, tanto en su forma material como espiritual en una unidad

monolítica; la primera inherente a la forma, la segunda al contenido; en tal sentido, las organizaciones sociales conforman

la tercera zona de la cultura material, en que la forma es un fenómeno de la cultura organizacional y las relaciones

sociales. Para ampliar sobre la integración de la cultura material y espiritual véase: Ernest Cassirer. Antropología

filosófica. Introducción a una filosofía de la cultura, 1968, p. 154 -172. y Carlos Marx, de quien se añade la idea de tratar

en dicho proceso, además de las secuelas y los resultados negativos, los efectos positivos que trae para países en un

grado inferior de desarrollo, enfatiza en los efectos de la administración colonial en la producción y las posibilidades de

ampliación cultural. Carlos Marx. (1973) El Capital, T. I, 1973, Cap. XXV). Véase también, de este autor, Marx “La

dominación británica en la India”, Obras Escogidas, T. I, 1973.

19 Según Hernán Venegas “la regionalidad es entendida como expresión del ser regional”. Véase: Venegas Delgado, Hernán

M. La Región en Cuba. Provincias, regiones y localidades. 2007, p. 32.

20 Para la elaboración de la estructura e indicadores de análisis en la periodización se tuvieron en cuenta los criterios

teóricos de autores como: Carmen Castañeda. El tiempo de la historia y el problema de la periodización. (1997); Julio Le

Riverend, “Acerca de los problemas de la periodización en la Historia Regional de Cuba”. (1989); Portuondo Zúñiga, Olga.

Sobre la periodización en la historia regional cubana. (1991); Eduardo González Velázquez. De la historia y el tiempo

atemporal o de los muchos tiempos de la humanidad. (2003); Manuel Moreno Castañeda. Tiempo e historia. 2008.

21 De los protocolos notariales se determinó el comportamiento de la procedencia, nacionalidad, género, oficios y edad de

los inmigrantes anglosajones, el proceso de compra venta de la tierra, conflictos interinstitucionales e interpersonales,

entre otros elementos que constituyen base primaria para construir el hecho histórico.

22 En la Biblioteca Nacional “José Martí” se encuentran localizadas las publicaciones periódicas de la época comoThe Cuban

Magazine (1909 a 1913); The Cuba Review (1906 a 1927); The Times of Cuba (1914 a 1932).

23 Aunque la repulsa del Eco de Tunas, se centró fundamentalmente hacia el poder del consorcio azucarero Czarnikov-

Rionda Company y la Cubam Company, en cuanto a los colonos agrícolas e industriales de la comunidad de Bartle,

promocionó de forma endeble y poco sistemática, los éxitos productivos y aspectos socio-culturales.

24 Según la investigadora Carmen Diana Deere, en información brindada al autor (2006), existe en el Museo Histórico del Sur

de la Florida, en Miami, documentación primaria sobre unas cuantas colonias norteamericanas, principalmente McKinley,

en Isla de Pinos; de igual modo, en la biblioteca de universidad de la Florida, existe un pequeño archivo sobre la colonia

Taco Taco.

25 Estos acercamientos conceptuales se realizaron a partir de los múltiples criterios expuestos por: Joaquín Maldonado

Macanaz. Principios generales del arte de la colonización. (1875); V. Panov. El neocolonialismo: sus métodos

económicos, 1979; Vasili Vajrushev. El neocolonialismo y sus métodos, 1974; Nahuel Moreno. “Cuatro tesis sobre la

colonización española y portuguesa en América”, 2001 y Howard Newby y Eduardo Sevilla –Guzmán. Introducción a la

Sociología Rural, 2004; Carlos Marx. El Capital, T. I, 1973, Cap. XXV y “La dominación británica en la India”, Obras

123


Escogidas, T. I, 1973; V. I. Lenin. La lucha de clases de los pueblos de las colonias y países dependientes contra el

imperialismo, s/a.

26 La modernización es entendida como el proceso socio-histórico consistente en el desarrollo de la formación económicosocial

burguesa, que ocurre en un contexto rural periférico caracterizado por relaciones de producción precapitalistas,

sustentado en la pequeña y mediana propiedad agraria burguesa de granjeros o colonos, portadores de la modernidad

foránea, quienes activan dicho proceso en este contexto; estos agentes de cambio, aunque no influyen en la maduración

total de las relaciones de producción capitalista, debido a la coexistencia con estructuras heredadas de la época colonial y

al aislamiento y marginalidad a que fueron sometidas las comunidades agrícolas anglosajonas por los mecanismos del

mercado internacional y nacional, logran, a partir de la interacción con el medio natural y social de la región, rupturas y

adecuaciones que marcan la aceleración de los procesos de cambios estructurales signados por la diferencia y lo

autóctono, que se expresan a través de la interculturalidad y la transculturación. Elaboración realizada a partir de: Carlos

Marx y Federico Engels. El manifiesto Comunista. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971, pp. 20 - 50 (La

primera edición data de 1872); Iliana Rodríguez. Hegemonía y Dominio: subalternidad, un significado flotante. En: Teoría

sin disciplina (latinoamericanismo, postcolonialidad y globalización en debate). Edición de Santiago Castro Gómez y

Eduardo Mendieta. México: Miguel Ángel Porrua, 1998; José J. Brunner. “Modernidad: centro y periferia. Claves de

lectura”. En: Estudios Públicos, No. 83, Santiago de Chile, 2001.

27 Sobre la génesis y evolución de este concepto véase: Fernando Ortiz. Contrapunteo cubano del tabaco y el azúcar,

(1983), p. 88; Diana Iznaga. Transculturación en Fernando Ortiz. (1989), p.44; y Jesús Guanche, “Los avatares de la

transculturación en Fernando Ortiz”. (1999), pp. 23-40.

28 La identidad nacional en el escenario de las comunidades agrícolas de inmigrantes anglosajones en el contexto cubano

de principios del siglo XX, es concebida como la expresión de la herencia de rasgos identitarios seculares a través de los

diversos sujetos humanos -individuales y colectivos-, que habitan en un marco espacial y temporal más o menos amplio,

cuyas identidades interactúan con la de los grupos étnicos anglosajones, portadores de la modernidad; desde ellos, se

condicionan nuevas mutaciones, expresadas en la configuración permanente del complejo integrado de pertenencias

foráneas y nacionales, cambios en el sentimiento de nacionalidad y la conciencia nacional de los sujetos respecto al

entorno natural y social, así como en el surgimiento de nuevas afinidades y diferencias que presuponen la unidad para el

progreso y el desarrollo de la nación. Para este acercamiento teórico se recurrió a los presupuestos teóricos planteados

por autores como: Maritza García Alonso. Identidad e Investigación. (2002), Rafael Cuevas Molina. Reflexiones sobre las

relaciones entre identidad e historia. (1992), Enrique Ubieta Gómez. Ensayo sobre identidad. (1993), Sergio Valdés

Bernal. Lengua nacional e identidad cultural del cubano. (1998), Carolina De La Torre. Las identidades individuales y

colectivas. (2001), M. Veloz Maggiolo. Identidad cultural e identidad nacional. Pluralidad del modelo. (1993), Susana

Montero. La cara oculta de la identidad nacional. (1993) y Anthony D. Smith. La identidad nacional. (1997).

29 El concepto de identidad, aunque tiene una estrecha relación con el de identidad nacional, tiene sus diferencias. Según

Carolina De La Torre: la identidad es una construcción social centrada en la conciencia de mismidad. Implica integridad,

unidad y sentido de pertenencia a grupos o espacios donde nos expresamos, nos encontramos y nos vemos

emocionalmente ininterrumpida. Constantemente confrontamos nuestros valores creencias, actitudes, costumbres y

representaciones con las ofrecidas por la sociedad. Mismidad y diferencia se transforman con las experiencias,

necesidades, educación, actuación en el medio social, expectativas y aspiraciones, entre otros factores. (Carolina De La

Torre. Las identidades. Una mirada desde la psicología, 2001, p. 250).

30 El término modernidad es empleado con el único sentido que podía tener el transito del siglo XIX al XX, estrechamente

asociado al desarrollo capitalista. Véase: Oscar Zanetti Lecuona. La República: notas sobre economía y sociedad, 2006,

p.7; En este sentido, la modernidad, a decir de Anthony Giddens, se funde en los principios del individualismo, de la

diferenciación, de la racionalidad, del economicismo y de la expansión, que en su conjunto argumenta la libertad del

sujeto. Para ampliar al respecto véase: Antonio Correa Iglesias. Perfiles apócrifos de la cultura: una lectura crítica del

imperialismo cultural, 2007.

31 Eduardo Torres Cuevas y Eusebio Reyes. Esclavitud y sociedad. Notas y documentos para la historia de la esclavitud

negra en Cuba. 1986, pp. 85-86.

32 Gerardo Cabrera profundiza en las características y evolución del territorio de Las Tunas, relacionados con la tenencia de

la tierra, donde revela los conflictos y litigios entre los principales poseedores condicionado principalmente por intereses

económicos. En: Gerardo Cabrera. Conflictos, tierra y poder en Las Tunas (1777-1849), 2008.

33 Fuentes de la época se refieren hasta más de 5 mil visitantes norteamericanos en La Habana. Félix Erenchún. Anales de la

isla de Cuba, Año de 1855. 1856, p.3; New York Times, 18 de agosto de 1867, p.1; Fernando Portuondo. Historia de

Cuba, 1957, p.438. Véase además: Louis A. Pérez Jr. Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura, 2006, pp. 23 -26, 41.

124


34 La doctrina del “destino manifiesto”, proclamada por John L. Sullivan en 1845, explicaba la necesaria expansión

estadounidense como algo inevitable y un mandato divino; alentó el sentimiento expansionista del oeste y sur agrícola de

Estados Unidos, así como la colonización de territorios extranjeros. Un análisis sobre los efectos de esta doctrina es

realizado por: Weinberg A. Manifest Destiny: A Study of Nationalist Expansionism in American History. Baltimore, 1935.

35 Harold Underwood Faulkner. Historia económica de los Estados Unidos. Tomo I, 1972, pp. 202 - 204.

36 Según Howard Newby, esta forma interventiva del Estado en la regulación de la propiedad de la tierra, “constituye un

factor que debería incorporarse a cualquier teoría de la propiedad de la tierra”. (Véase a: Howard Newby. Introducción a la

Sociología Rural; Eduardo Sevilla-Guzmán, 2004, p. 65). Sobre el modo en que se concreta este proceso en los Estados

Unidos véase: Harold. Harold Underwood Faulkner. Ob. cit. y Vladimir Ilich Lenin. “Nuevos datos sobre las leyes del

desarrollo del capitalismo en la agricultura. Fascículo I. El capitalismo y la agricultura en los Estados Unidos de

Norteamérica (1985).

37 Departamento del Comercio de los Estados Unidos. Historical Statistics of the United States: Colonial Times to 1970, 1979,

p.135. Ver también a Charles Hoffman. The Depression of the Nineties: An Economic History, Westport, conn., 1970,

pp.47 -96.

38 Según el historiador norteamericano Louis Pérez, gran parte de la industria citrícola cubana, posterior a 1898, se desarrolló por

agricultores arruinados de la florida como consecuencia de heladas récord en 1894 y 1895. En: Louis A. Pérez Jr. Ob. cit. p. 151.

39 De manera similar el factor climático influye en algunos pobladores de los Estados Unidos. Existen criterios que es esta la

razón fundamental que determina el abandono de sus propiedades y empleos para venir a Cuba. Tal es el caso de

personas como Basilio Stokes, que abandona La Florida. Véase a: Enrique Cirules. Ob. cit., p. 22.

40 Los vínculos comerciales entre ambos países datan de fines del siglo XIX, aunque desde el XVII existían contactos entre ambas colonias

Véase a: Raúl Rodríguez Rodríguez. Facultad de Historia y Filosofía de la Universidad de La Habana - 1999 - “Las

Relaciones Cuba – Canadá: Breve Reseña Histórica” En: Revista Mexicana de Estudios Canadienses. Asociación

Mexicana de Estudios sobre Canadá, (AMEC), México, 2004, No. 7, pp. 63 - 80).

41 En noviembre de 1898, ocurre el primer intento, de este tipo de colonización, promovida, según un suelto publicado por el

rotativo norteamericano The Sun, y que se hace conocer en Cuba a través del periódico santiaguero El Porvenir, a través

del cual se comunica la intención, de un predicador nombrado John T. Very, de fundar una colonia de norteamericanos

negros en las cercanías de Santiago de Cuba, dicho medio de prensa alerta del “inmenso peligro” para los cubanos,

declarando además que “…ni blancos ni negros, ningún cubano puede aceptar la colonización…yankee”. Un periodista de

El Eco de Holguín en muestra de apoyo a su colega de El Porvenir, hace noticia en su edición del 10 de diciembre de

1898, mostrando la disposición de “evitar la invasión de pobladores tan inconvenientes”. Información tomada de: José

Agustín García Castañeda. “Intento de colonización negra en Cuba”. En: Boletín Histórico. Sección de Historia del Comité

Regional del PCC. Holguín, marzo - abril de 1971.

42 Sobre la activación del movimiento protestante véase: Yoana Hernández Suárez. Iglesias cristianas en Cuba, entre la

independencia y la intervención. (2010), quien ofrece una panorámica sobre el trabajo misionero en Cuba.

43 Esta colonización, se llevó a cabo por Mario García Menocal, administrador de la Chaparra Sugar Company; quien, por

orden de Robert Bradley Hawley, presidente de la Cuban American Sugar Company, adquiere tierras en 1899 que son

distribuidas en parcelas a ciudadanos cubanos, en condición de aparcería, asociado al monocultivo azucarero. Fondo:

Protocolos Notariales del Partido Judicial de Holguín (1899-1920); véase además: Colectivo de autores. Monografía

histórica de Las Tunas, período 1898 – 1952 [CD – ROM], 1998, pp. 138 y 142.

44 Juan Pérez de la Riva. “Los recursos humanos de Cuba al comenzar el siglo: inmigración, economía y nacionalidad. (1899

- 1906)”. En: La República Neocolonial. Anuario de Estudios Cubanos. t.1., 1973, pp. 38 – 39.

45 Véase a: Oscar Zanetti. Los cautivos de la reciprocidad, 2003, pp. 70, 83.

46 Juan Pérez de la Riva. La República Neocolonial. Anuario de Estudios Cubanos 1 TI [et. al], 1973, p. 39.

47 Formaban parte de esta tendencia algunos fervientes expansionistas, representados por políticos y empresarios de la talla

de Robert P. Porter, John T. Morgan y Frederik R. Condert; figuraban además un grupo de hacendados y propietarios

nacionales cubanos, también un número considerable de peninsulares, algunos intelectuales y emigrados. Sobre algunas

de las manifestaciones de este anexionismo se refiere José I. Rodríguez en su Estudio histórico sobre el origen,

desenvolvimiento y manifestaciones prácticas de la anexión de la Isla de Cuba a los Estados Unidos de América, 1900. No

obstante, según Oscar Zanetti Lecuona, este anexionismo finisecular apenas ha sido estudiado. Véase además de este

autor: Nación y modernización; significados del 98 cubano. En: La República: notas sobre economía y sociedad, 2006,

p. 18.

48 De los medios norteamericanos más representativos que desplegaban el ideal anexionista figuraban: Heral y The Independent de

Nueva York, Post Standard de Syracuse, Globe de Boston, Blobe – Democrat de Missouri, entre otros medios de prensa; en Cuba,

125


El Diario de la Marina, La Discusión y el Nuevo País. El contenido de esta propaganda mediática es tratado de un modo

acucioso por Rolando Rodríguez García en: Cuba: las mascaras y las sombras. La primera ocupación. T.I, 2007.

49 El Nuevo País, 18 de octubre de 1899.

50 El nuevo País, 30 de agosto de 1899.

51 El Distrito Federal de Holguín (octubre de 1898 a diciembre de 1899) estaba presidido por el Gobernador de Distrito, que a

su vez era el Jefe Militar; este contaba con un Consejo Superior formado por los alcaldes respectivos de los municipios de

Holguín, Gibara, Mayarí y Puerto Padre. A este último se le incorporó el de Victoria de Las Tunas, disuelto en este

período. En: Archivo del Museo Provincial de Holguín (AMPH). Fondo Documentos Históricos. Carpeta 1895 - 1899.

Documentos 25.

52 Oscar Zanetti Lecuona., Ob. cit., p. 199.

53 La totalidad de los procesos legales de esta naturaleza, correspondientes a la franja central de Las Tunas, fueron encontrados en

documentos de los Partidos Judiciales de Bayamo, Holguín y Camagüey; no así en Puerto Padre. Las antiguas haciendas

Majibacoa (zona de Omaja) y Rompe (zona de Bartle) están registradas en Holguín y en Bayamo respectivamente; aunque, a

partir de la adquisición de las tierras por las compañías colonizadoras, los tramites legales se desarrollan en Holguín y Camagüey,

por las facilidades que ofrecía el transporte ferroviario, situación que se mantiene hasta después de la primera década del siglo XX

en que se crean las condiciones para este tipo de servicio en la ciudad de Victoria de Las Tunas. Un ejemplo ilustrativo es que en

el Archivo Histórico de Camagüey, solo en un notario: José Julio Martínez Díaz, en el período de 1905 a 1911se

localizaron, 198 actas de compraventa de tierras a favor de inmigrantes anglosajones de la referida franja.

54 Major General John R. Brooke. Civil report, Government Printing Office, 1900, p. 40.

55 Louis A Pérez Jr,. Lord of the Mountain: Social Bandydtry and Peasant Protest in Cuba, 1878 – 1918., 1989, pp. 69 - 70

56 Gaceta de la Habana, 29 de mayo de 1901.

57 Cuba Railroad Company, Information concerning Cuba. Cuba Railroad Co, New York, 1904, p. 4.

58 Irene A. Wright. Cuba. Macmillan Company, Nueva York, 1910, p.413 y Leonard Wood [et al]. Opportunities in the Colonies

and Cuba, 1902, p. 188.

59 Uno de los medios publicitarios especializado de los Estados Unidos en Cuba, que ayuda al fomento de este tipo de

colonización es, The Cuba Review, cuyas sugerencias y recomendaciones permiten orientar mejor a los interesados sobre

las condiciones físicas y naturales del suelo, la legalidad de los títulos de propiedad, entre otros elementos que distinguen

este tipo de colonización.

60 Una de las notas publicitarias que ilustra la promosición de dichas compañías colonizadoras dice: “Usted, agricultor de Maine,

puede comprar un pedazo de la Isla tropical más fértil y pagarla sin apuro con solo ir a Cuba y ocupar la tierra que le señalamos”.

Enrique Cirules. Ob. cit., p. 36.

61 Información oral ofrecida por Bartle Bull. Hijo de Bartle Bremen Bull y Nieto de William Perkins Bull (uno de los

canadienses fundadores de Bartle). 8 - 10 - 200. Véase además: Rafael Martínez Ortiz. Cuba. Los primeros años de la

independencia. T.I, 1929, p. 25.

62 Enrique Cirules. Ob. cit., p. 23.

63 “De Wood a Root”, 17 de octubre de 1901, US/LC/MD, the Leonard Wood Papers, Ac. 4488, caja 29. En: Rolando

Rodríguez García. Cuba: las mascaras y las sombras. La primera ocupación T. II, 2007, p. 335.

64 El proyecto en ejecución, aunque tardíamente, fue amparado por el Gobierno de Ocupación Militar quien concede

“permisos revocables” para estos fines, con la emisión de la Orden Militar . 34 del 7 de febrero de 1902, eliminando así

los obstáculos para el establecimiento de ferrocarriles nuevos y ampliación de los existentes. En. Hortensia Pichardo.

Documentos para la Historia de Cuba. T. II., p. 160. Véase además: Oscar Zanetti. Ob. cit., pp. 209 – 232.

65 Las ventajas consistían, entre otras, en la transportación de pasajeros a distancia como la mejor opción en esa época y

fundamentalmente para la transportación de la producción agrícola de la zona con destino a los puertos o la capital.

66 Esta estrategia que fue complementada con la labor de convencimiento de los agentes de The Cuba Railroad Company; quienes

se dice fueron de finca en finca nogociando con los dueños de la tierra. Oscar Zanetti. Ob. cit., p. 215.

67 En 1900, el precio del azúcar crudo era de 2,9 centavos; para 1901 de unos 2,4 y en 1902 alrededor de 1,8 centavos.

Anuario Azucarero de Cuba, 1958, p. 111. El 19 de enero de 1902 El Mundo anunciaba que el azúcar había llegado a 2.00

reales la arroba (3,3 centavos la libra), pero la tendencia fue mantenerse en niveles bajos.

68 Cuba Railwa Louis A y Co., 1904, p. 2; Cuba Review. Vol. 5, 1906, p. 60; Cuba Magazine. Vol. 2, 1910, p. 46.

69 Louis A. Pérez Jr. Ob. cit., p. 73.

70 El intercambio comercial entre Cuba y Canadá no alcanza sus dimensiones potenciales debido al esquema de control económico y

político que EE.UU. impone a Cuba, apoyados por las élites gobernantes cubanas, así como por la oposición del Gobierno

norteamericano al de Canadá, por considerarlo agentes de los intereses británicos, y por tanto, un peligro potencial para la

seguridad de sus intereses. Véase: Raúl Rodríguez Rodríguez. Ob. cit., 2004, pp. 63 - 80.

126


71 Emilio Roig de Leuchsenring. Historia de la Enmienda Platt, 1973, p. 23.

72 Estas compañías compraron terrenos a precios irrisorios de $ 2.50 por 0,40 hectárea y los venden posteriormente por sumas ocho

veces mayor Véase a: Rolando Álvarez Estévez. Isla de Pinos y el Tratado Hay Quesada, 1972, p. 24. Diego Rodríguez

Molina. [et-al] El verdadero descubrimiento, 1996. Delfín Rodríguez, et-al. Latifundismo y especulación: Notas para la

historia agraria de Isla de Pinos (1900 – 1958), 1968, pp. 4-5.

73 Oscar Pino Santos. Lo que fue aquella República. Protectorado y Neocolonia, 2002, (Material mimeografiado).

74 Para ampliar en esta orden véase: Hortensia Pichardo. Ob. cit., 1972, pp. 180 – 198.

75 Si bien durante el colonialismo español existieron conflictos entre los condueños de las haciendas comuneras ubicadas en la franja

central de Las Tunas, motivados por imprecisiones en los deslindes y posesión de la tierra, ya estos se habían aclarados hacia

finales del siglo XIX, ajustado a las normas del derecho colonial español, caracterizado este último por el poco rigor en los

deslindes, de ahí que se ha podido comprobar que existía claridad en cuanto a los pesos de posesión, no así en la

delimitación rigurosa de la tierra entre los comuneros, un ejemplo que demuestra lo primero es que las tierras que habían

sido embargadas por los colonialistas españoles a los que se incorporaron a la lucha por la independencia como: Vicente

García González, Francisco Varona González, Julián Santana, Eduardo Vidal Argote y Manuel Vicente Cruz, entre otros,

les fue devuelta en 1878, hecho que corrobora que, el deslinde no es para justificar los pesos de posesición, ni crear la

condición para la venta de tierras “libres” o en poder de las autoridades del poder colonial, sino, para delimitar la tierra en

términos legales de un modo más riguroso, y evitar en lo sucesivo cualquier conflicto en los actos de transacción legal de

las mismas.

76 En Isla de Pinos y norte de Camagüey, algunas compañías especuladoras, en el afán de obtener riqueza, desarrollan

operaciones comerciales amañadas con las que estafan a los compradores. Véase: Cuba Railway Company., 1904, p. 4; y

William D Boyce. United States Colonies and Dependencies Chicago. Rand McNally and Co, 1914, p.558 y A. Hyatt Verrill.

Cuba Past and Present. Dodd, mead and Co. 1914, Nuev York, 1920, pp. 162 - 163.

77 Thompson, E.P. (1971) "The Moral Economy of the English Crowd in the Eighteenth Century", Past and Present 50: 76–

136.

78 Leland Hamilton Jenks. Nuestra colonia de Cuba, 1959, p. 158.

79 Por ejemplo, en la hacienda Majibacoa las tierras estaban controladas fundamentalmente por las familias Machado,

Mayedo y Carmenate; la hacienda Las Arenas por las familias Durañona, Miranda, Áreas, Céspedes, Reyes, Lonzoria y

Tamayo. En la hacienda Ochoa, se distinguen los Ochoa, Fernández y Aguilar; la hacienda Las Coloradas los Infantes,

Pérez, Silva y Velasco. En las áreas colindantes a la ciudad de Victoria de Las Tunas la familia Ramagoza

correspondiente a las fincas La Concordia, La Larga y La Conga. En la hacienda Rompe las familias Árias, Gonzáles

Hurtado, Izquierdo y Agüero. Véase a: Jacobo de la Pezuela. Ob. cit., p. 400 y Francisco Xavier Santa Cruz Mallen.

Historia de familias cubanas, 1940, t.2, pp. 366 - 369.

80 “Proyecto de Ley sobre ventas de tierras a los extranjeros”, presentado por Manuel Sanguily, con fecha 3 de marzo de

1903. Diario de Sesiones del Congreso de la República. Vol. II, núm. 40. La Habana, noviembre de 1908. En: Manuel

Sanguily. La múltiple voz de Manuel Sanguily, palabra de Cuba, 1988, p. 108 - 110.

81 The Times of Cuba. Vol. 4, no. 5, 1916, p. 48.

82 Los detalles aparecen en el Artículo II del Tratado de Reciprocidad Comercial entre Cuba y Estados Unidos En: Julio Le

Riverend. Historia Económica de Cuba, 1974, pp. 594 – 595.

83 Las comunidades fueron fundadas por inmigrantes de distintas nacionalidades de origen anglosajón: norteamericanos,

ingleses, canadienses, escoceses e irlandeses; aunque, se le atribuya el protagonismo fundacional a uno en específico,

ello no significa la ausencia de otros grupos étnicos, incluso, de otras nacionalidades no anglosajonas además de grupo

nación cubano.

84 Véase: Leland Hamilton Jenks. Ob. cit., p. 151; y Frank G. Carpenter: “Cuba in 1905”, Cuba Review, 3, noviembre de

1905, p.11.

85 Cuba Review. Vol. 5, n.1, 1906, p. 73.

86 Atendiendo a la especificidad del contexto y las circunstancias históricas en que se configura este tipo de colonización en

Cuba, se define como colono agrícola no cañero al cultivador de frutas para el destino comercial o vinculado con esta

actividad, apoyado de la estructura familiar; quien actúa en concordancia con la ubicación, extensión y calidad de la tierra

disponible, nivel de autoconsumo y solvencia económica, así como de las relaciones y grados de dependencia de los

mecanismos del mercado externo y de la contratación temporal de una reducida fuerza de trabajo, todo lo cual condiciona

un modo de existencia humana que se desarrolla en un marco de convivencia ciudadana e intercultural.

87 Ibídem., p. 152.

88 Ídem.

127


89 Luis Víctor Abad y Bohias. Azúcar y caña de azúcar: ensayo de orientación cubana, prólogo del doctor Ramiro Guerra,

1945, p. 289.

90 Este proyecto fue redactado por Gabriel Causo – máximo representante de la Secretaria de Agricultura del gobierno y

presidente de la Liga Agraria – Véase el texto completo del proyecto de ley en: Hortensia Pichardo. Ob. cit., pp. 273 - 276.

91 Estos cálculos son tomados de: Irene A. Wright. Isle of Pines. Beverly. M. A, La Habana, 1910, p. 42; The Times of Cuba.

Vol. 1, no. 1, 1903, p. 22 y Cuba Review. Vol. 19, no. 2, 1912, pp. 13 - 15.

92 Carta de Edward P. Ryan al funcionario que presidía el senado de los Estados Unidos. En: SENADO, LXVIII Período de

Sesiones. Isle of Pines: Papers Relating to the Adjustment of Title to the Ownership of the Isle of Pines. Washington,

Government Printing Office, 1924, p.23; la cifra de 1910 se basa en F. A. Carlson. “American Settlement in the Isla de

Pinos, Cuba” The Geographical Review, Vol. 32, no. 1, 1942, p. 30.

93 Juan Pérez de la Riva, considera que son compradas por las compañías a razón de $0,75 a $1,80 por 0,40 hectárea y vendidos a

unos $ 45.00 (Los datos que maneja este autor se refiere a caballerías a los cuales se les realizó la conversión en

hectárea). Juan Pérez de la Riva., Ob. cit., 1973, p. 38. Según Rolando Álvarez Estévez, la adquisición de las tierras del

central Francisco en 1899, al sur de los límites de Oriente y Camagüey, no rebasaba los $ 8.00 por 0,40 hectárea. Rolando

Álvarez Estévez, Ob. cit., p. 24; Mientras que en el mismo año el precio por 0,40 hectárea en EE.UU era de $ 23.40

dólares, 15.57 % mayor respecto al año anterior. Harold Underwod FeulKner. Historia Económica de los Estados Unidos,

tomo II, 1972, p. 417.

94 Según muestra extraída de los protocolos notariales correspondientes a este período, de los Archivos Históricos

Provinciales de Camagüey, Las Tunas y Holguín.

95 Idem.

96 Según el investigador Jorge Luis Betancourt, la tierra es adquirida en Ceballos por la compañía colonizadora a un precio

de $6.00 a $10.00, vendidas luego a $65.00 por 0,40 hectárea. En: Jorge Luis Betancourt. Ceballos, historia de una

colonia norteamericana, 1985, p. 31.

97 Cuba Review. Vol. 9, no. 8, 1911, p. 29.

98 A decir de V. I. Lenin, la búsqueda de enclaves para la producción de productos tropicales fue la causa primera de la

política de expansión colonial que se denominó con el nombre de imperialismo. En: V. I. Lenin. La lucha de clases de

los pueblos de las colonias y países dependientes contra el imperialismo, s/a.

99 Referencias a las sesenta y cuatro colonias aparecen en: Cuba Magazine. Vol. 4, no. 1, 1912, p.47 y en Cuba News. Vol.

2, no. 12, 1913.

100 A través de la prensa se conoce de dos sociedades agrícolas nacionales que patrocinan ferias en lugares de interés comercial

para este tipo de comunidades. En 1912 se desarrollan en: en La Habana, Isla de Pinos, Gloria City y en Camagüey. En:

Cuba Magazine. Vol.3, no. 7, 1912, pp. 392 - 401.

101 La ley Underwood-Simmons de 1913, disminuye todos los aranceles en el mercado norteamericano por ejemplo: los

aranceles sobre las toronjas disminuyen de 64 a 28 centavos por caja. Modern Cuba Magazine. Vol. 20, 29; 1913; Cuba

Review. Vol. 12, no. 2,1914, p. 251.

102 El 23 de octubre de 1914, el destacado intelectual cubano José Sixto de Sola se refiere a los conflictos entre los

norteamericanos residentes en Isla de Pinos y los cubanos, debido a la conducta despreciativa de los primeros hacia

los tribunales e instituciones cubanas. En: José Sixto de Sola. Pensando en Cuba, 1917, p. 323.

103 Censo de la República de Cuba. 1907. Bajo la administración provisional de los Estados Unidos. Oficina del Censo de los

Estados Unidos, Washington, 1908, p. 237.

104 Véase a: Carmen Diana Deere. “Ahí vienen los yanquis”. El auge y la declinación de las colonias norteamericanas en

Cuba (1898 - 1930). En: Rafael Hernández. Huellas culturales entre Cuba y los Estados Unidos, 2000, pp. 142 - 143.

105 George Reno. Cuba: What she has to offer to the investor or homeseeker, 1915, p. 15.

106 Uno de los asentamientos de mayor concentración de colonos era Gloria City, ubicado en el Valle de Cubitas,

Camagüey. En 1911, tenía una población de unos 1 000 residentes y unos 400 colonos en los asentamientos

periféricos de esa zona geográfica. Cuba Review. Vol. 9, no. 2, 1911, p. 19; A. Hyatt Verrill, Ob. cit., p. 178. Alrededor

de 1914 la cifra ascendía a unos 3 000 norteamericanos y europeos. Enrique Cirules. Conversación con el último

norteamericano, 1988, p. 25. La otra gran concentración de colonos es en las doce colonias de Isla de Pinos. Se calcula

que para 1910 residen allí unos 2 000 estadounidenses, cifra que aumenta a unos 3 000 para 1917. La cifra de 1910 es

de Carlson, Ob. cit., p. 30; la de 1917, de Agricultura. Vol. 1, no. 3, 1917, p. 37; por su parte Verrill, Ob. cit., p. 162,

coincide en que el número de estadounidenses en Isla de Pinos en este último período es de 2 500 a 3000. Cifras

similares maneja la United Railways of Havana, en su folleto promocional Cuba: Paraíso Invernal (temporada de 1915-

1916) señalaba que dicha isla tenía “4 851 norteamericanos inscritos como propietarios de tierras, y más de 2 000

128


verdaderos residentes y colonos norteamericanos”. Por su parte los censos de 1907 y 1919 declaran 438 y 386

norteamericanos respectivamente, lo cual pone en dudas las cifras oficiales.

107 Louis A. Pérez Jr. Ser Cubano. Identidad, nacionalidad y cultura, 1906, p. 147.

108 Times of Cuba. vol. 18, no. 12, 1930, p. 105.

109 Después del triunfo de la Revolución, Julio Le Riverend. Ob. cit., 1974; Oscar Pino Santos. El asalto a Cuba por la oligarquía

financiera yanqui, 1973; El imperialismo norteamericano en la economía de Cuba, 1973 y Cuba: Historia y Economía,

1983, ofrecen una visión sintética pero clara de este proceso a nivel nacional. Sobre el tema de los ferrocarriles profundizan

Oscar Zanetti Lecuona y Alejandro García. Ob. cit., 1987.

110 Datos extraídos a partir del cálculo derivado del número de cajas y precio en el mercado, de los citados años. En: United

States, Department of Commerce, United States Foreign Trade and Navigation (Washington, D. C., United States

Government Priting House, various years).

111 The Times of Cuba. Vol. 17, no. 10, 1929, p. 21. Lo más probable es que esta cifra incluya a personas nacidas en Europa

y otros lugares que primero habían emigrado a Estados Unidos de Norteamérica.

112 Times of Cuba. vol. 18, no. 12, 1930, p. 105.

113 Las más dinámicas y perdurables resultan ser las de Isla de Pinos: McKinley, Santa Bárbara y Jacksonville; en la región

occidental, Herradura; en la región central, Gloria City y Ceballos. Para mayor información sobre estas dos últimas

comunidades de inmigrantes anglosajones véase: Enrique Cirules, Ob. cit; Jorge Luis Betancourt. Ob. cit. y de Rolando

González Cabrera. Herradura City, 2006.

114 La descripción detallada de los límites norte y sur es como sigue. Al norte colindaba con las antiguas fincas: Potosí, San

Rafael, San Luis, Lagunas, Manzano Afuera y Becerra; al noreste, con la finca Sabana de Guillén y la hacienda San

Agustín de Aguarás; al noroeste, con las inmediaciones de la antigua hacienda Puerto Rico y la finca Antón Pérez; al

sur, con las fincas San Pedro y Ojo de Agua y las entonces haciendas Ochoa y Las Arenas; al sureste, con el límite

exterior de las otrora haciendas Las Arenas y Yaguanabos, la finca Naranjito y el río Naranjo; al suroeste, con el camino

real del sur. (Para la determinación, tanto del área de estudio como de sus límites se tuvo como criterio la ocupación

territorial, relaciones económicas de tipo estable y alcance de la influencia anglosajona en cada barrio, fracción de

barrio, así como en las subdivisiones denominadas “cuartones”).

115 Hasta 1878 este territorio forma parte del partido de Majibacoa de la jurisdicción de Holguín y en 1881 es incorporado al

municipio de Holguín, como parte de la concreción de la división político-administrativa aprobada por España, mediante

Real Decreto del 9 de junio de 1878; con la división en tres distritos de este término municipal, acordada en julio de

1900, el barrio Omaja pasa a formar parte del distrito San Agustín.

116 El municipio de Victoria de Las Tunas fue delimitado el 26 de octubre de 1898 por un bando dictado por el Gobernador

Militar del Distrito de Holguín Duncan N. Hood, el cual se subordina, hasta el 20 de diciembre de 1899 al Distrito Federal de

Holguín, perteneciente a la provincia de Oriente. Armando Cuba de la Cruz. Holguín 1898 - 1920 de la colonia a la

república, 2006, p. 17.

117 El 9 de febrero de 1911 se acuerda crear el barrio de Bartle, y el 10 de agosto de ese año es delimitado, segregándose

del barrio de Ojo de Agua de los Melones, San José de la Plata y el Oriente. El 30 de agosto de 1915 se acuerda, por el

ayuntamiento Municipal, que el barrio de Bartle lleve el nombre de Antonio Machado. (Libros de actas del Ayuntamiento

Municipal de Victoria de Las Tunas Tomo 1, p. 12 y 47 y Tomo 4, pp. 25 - 26).

118 El municipio de Victoria de Las Tunas es disuelto en 1899 por decisión del Gobierno Militar de Ocupación

Norteamericana y agregado al de Puerto Padre, a causa del estado de destrucción de la ciudad capital, provocado por

el ataque de las fuerzas del Ejército Libertador a esta ciudad, ocurrido en agosto de 1897. (Armando Cuba de la Cruz.

Holguín 1898 - 1920 de la colonia a la república, 2006). La restitución del municipio de Victoria de Las Tunas ocurre por

Ley de 27 de junio de 1910. Gaceta Oficial de la República de Cuba, 2 de julio de 1910.

119 Academia de Ciencias de Cuba. Nuevo Atlas Nacional de Cuba, 1989.

120 Datos históricos sobre la temperatura muestran que en el primer cuarto del siglo XX, oscilaba de 22,8 o C a 24,9 o C y durante los

meses más calurosos -abril a octubre-, de 25,4 o C a 27,3 o C. La temperatura media anual era de 25,4 o C. La misma fuente revela

que el comportamiento medio anual de las precipitaciones, oscilaba aproximadamente de 1 500 mm a 2 100 mm, mientras que

en la zona sureste de la subregión llanura del Cauto – Valle Central, coincidente con la parte este de la franja central, oscilaba de

840 mm a 1 150 mm, es decir, un 56 % y 55 % respectivamente, menos que en el resto de dicha franja. Datos determinados a

partir de la información sobre el régimen de lluvias que aparece en el Censo de la República de Cuba, 1919, p. 41;

Nueva Geografía Universal. Los países y las razas, tomo noveno. América, 1917, p. 65, y las variaciones aproximadas

respecto a los datos históricos de la franja central de Las Tunas ofrecidos por CPMT, 2010.

121 Las fuentes fluviales se denominan como sigue: al este, río Arenas en la hacienda homónima, el Naranjo que divide las

haciendas Las Arenas y Majibacoa; río Majibacoa y Niguas, ambos afluentes del Cauto. En la parte septentrional, ríos

129


Cayojo, Hormiguero, Rincón, así como el Palmillas en la hacienda Ochoa; al oeste, río Jobabo, en el que desembocan

arroyos como el Taller y Cupeyal; también, los ríos San Agustín y Ciego, así como los arroyos Bejuco y Loreto, con

nacientes localizados en la antigua hacienda Rompe. Academia de Ciencias de Cuba. Nuevo Atlas Nacional de Cuba,

1989 y Dirección General del Censo de la República de Cuba, 1943. Plano del Municipio de Victoria de Las Tunas.

122 Datos extraídos de la clasificación genética de los suelos de Cuba realizada por el Instituto de Suelos de la Academia de

Ciencias de Cuba en 1975 y perfeccionada en 1979. En: Roberto González Souza. [et al] Geografía regional. Apuntes

sobre Cuba, 2005, pp. 46 - 48. Véase además: Atlas de Cuba, 1978, p. 36 - 37 y Alberto Hernández Jiménez; Miguel O.

Ascanio García. La Historia de la clasificación de los suelos en Cuba, 2006.

123 De los árboles maderables que más abundaban en la zona figuraban: fustete (Chorophora tinctoria), júcaro (Bucida

buceras), baría (Cordia garascanthus), majagua (Hibiscus elatus), cedro (Cedrela adorata), caoba (Swietenia Mahogany),

dagame (Calyco phylum, candidissimum), ácana (Manilkara emarginata), ocuje (Colophyllum antillanum), jiquí (Pera bumelifolia)

y yaba (Andira jaimacensis). También abundaban los frutales silvestres y las plantas medicinales. Descripción aparecida en:

Cuban Realty Company. Bartle: Her Farm and Fruits. [s.l], [s.n]. Disponible en Archivo Quesada Montero, Bartle, Las

Tunas, 1908. Véase además: Jacobo De La Pezuela. Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de la Isla de Cuba.

Tomo. V, 1866, pp. 618 - 642, 685 y Juan Tomás Roing. Diccionario botánico de nombres vulgares cubanos, T. I y II,

1975.

124 A principios del siglo XX, varias fuentes periodicas y folletos publicitarios se refieren a las ventajas de adquirir tierras en

la zona centro oeste oriental de Cuba aludiendo la existencia de la riquesa forestal y su valor económico. El Eco de

Tunas, 1911 - 1913; The Cuba Review (1906 - 1912); Times of Cuba (1914); Cuban Realty Company: Bartle: Her Farm

and Fruits. [s.l], [s.n], 1908.

125 La zona de Majibacoa, un poco más del 60 % se encontraba cubierta de bosques o montes y más del 10 % de pastos

naturales. Según comentario de Edwin Carrie Peirson. En The Cuba Magazine, nov., 1912, Vol. 3, no. 7, p. 465.

126 Los bosques se caracterizaban por la presencia de jutías congas, majá Santa María; abundaban también las aves

silvestres como el sabanero y la paloma perdiz, así como aves migratorias; los ríos contenían amplia variedad de

peces: biajacas, guabinas, anguilas, truchas, también anfibios: jicoteas y ranas toro americana. Véase: Jacobo De La

Pezuela. Diccionario Geográfico, Estadístico, Histórico de la Isla de Cuba. Tomo. V, 1866, p. 618 - 642, 685.

127 Mapas de la época colonial y principios de la Neocolonia, localizados en: Fondo raro y valioso de la Biblioteca Provincial

de Las Tunas; Legajo 2 y 15 sobre mapas y planos del fondo personal Quesada Montero, Bartle, Las Tunas.

128 José A. García Castañeda. La Municipalidad holguinera. Su creación y desenvolvimiento hasta 1799, 1949, p. 79.

129 Sabas Meneses, inspector de la provincia de Oriente en el censo de 1907, hace referencia al estado deplorable de las

comunicaciones en los territorios orientales. Censo de la República de Cuba, 1907, Washington, 1908.

130 Dicha riqueza era calculada en1881 en 67 827.03 pesos. Boletín Oficial de Hacienda, 1881.

131 El ataque y toma de la ciudad de Victoria de Las Tunas a fines de agosto de 1897, y la decisión de Calixto García y su

Consejo de Generales de acabar de destruir la misma, dicho espacio se convirtió en un montón de ruinas. (Calixto

García. Diario de Campaña. Copia mecanografiada en el archivo de José Abreu Cardet. Historiador de la Ciudad de

Holguín). Con la destrucción de la ciudad desapareció la estructura económica, político y social del centro poblacional

más importante de la región; ello generó, desempleo, empobrecimiento y dispersión de de cientos de familias. Las

zonas periféricas habían sido saqueadas por mucho tiempo por el ejército español y reinaba la inseguridad; estos

hechos hicieron insostenible la vida en la franja central de Las Tunas. En informes sobre el abastecimiento entregado a

las fuerzas mambisas por las prefecturas en el territorio de Las Tunas, solo aparecen registradas, entre septiembre de

1895 a noviembre de 1897, 0,6 % de la tierra cultivada, la existencia de 760 reses y 65 caballos. En: Fondo Ejército Mambí.

Prefecturas Mambisas. AHPH. Con la destrucción de la ciudad desapareció el patrimonio documental, de ahí que

resulte imposible disponer de más información sobre esta situación.

132 Este informe extractado fue publicado bajo el nombre de: Robert Percival Porter. Industrial Cuba, Putnam's & Sons, New

York, 1899. Véase a: Ramiro Guerra. La industria azucarera de Cuba. Su importancia nacional, su organización, sus

mercados, su situación actual, pp.185 - 187.

133 Ramiro Guerra. Ob. cit., pp. 189.

134 Tomado de datos demográficos del municipio de Victoria de Las Tunas. Fondo 10, legajo 3, Exp.50. AHPT.

135 La antigua hacienda Rompe tenía una extensión de 1 514 caballerías, equivalente a un 20 % del total de la franja central de

Las Tunas. (cálculo realizado a partir de los datos de: Juzgado de Primera Instancia de Bayamo (1905) Expediente del

juicio de deslinde de la hacienda comunera Rompe, localizable en el Archivo Histórico Provincial de Granma (AHPG) y

el Plano del municipio de Victoria de Las Tunas, elaborado por la Dirección del Censo de 1943, localizable en Biblioteca

Provincial José Martí de Las Tunas).

130


136 Análisis realizado a partir de datos demográficos locales del municipio de Victoria de Las Tunas. Fondo 10, legajo 3,

Exp.50. AHPT; el expediente del juicio de deslinde de la hacienda comunera Rompe, Juzgado de Primera Instancia de

Bayamo (1905); protocolos notariales de Archivo Histórico provincial de Las Tunas (AHPT) correspondientes a los

notarios Nicolás E. Villoch (Años 1905 a 1931, José A. Veloso (Años 1917 a 1930) y Juan F. Garbey (Años 1918 a

1930), así como de numerosos testimonios de habitantes de la zona.

137 Este tipo de muestra obedece a la inconveniencia de trabajar solo a partir de los datos censales, dado a su nivel de

imprecisión en cuanto a las variables estadísticas seleccionadas (procedencia por países y estados, llegada por

períodos, sexo, edad, estado civil y oficios), por muestras territoriales; por tal razón, de los 354 inmigrantes encontrados

en las fuentes, se toman para el estudio, los hallados en protocolos notariales.

138 Véase: Juan Pérez de la Riva. “Cuba y la migración antillana 1900 – 1931”. En: La República Neocolonial. Anuario de

Estudios Cubanos 2, t. II, 1973, p. 6.

139 Hortensia Pichardo. Ob. cit., pp. 273 – 276. La Ley de inmigración y colonización es reglamentada el 20 de agosto de 1906 por

decreto 743 y oficializada el 9 de septiembre de 1910. Gaceta Oficial de la República de Cuba, 9 de septiembre de 1910,

p. 2885.

140 Este hecho interrumpió temporalmente los planes de las compañías colonizadoras en la franja de estudio. The Cuba

Review, 1906, p. 5.

141 Varios testimoniantes, entre ellos, Maximino Casanova (1974) y Jaime Corby (1975), se refieren a la infuncionalidad de

muchas de las especificidades de dicha ley.

142 La cifra puede resultar dudosa ya que en ese mismo año aparecen registrados en actas de compraventa de tierras, solo en

un notario, 29 ciudadanos de origen anglosajón asentados en la zona de Bartle, los cuales venían acompañados de su familia

(3 o 4 miembros). Protocolos notariales de José Julio Martínez Díaz. Tomo I al III, 1907. AHPC.

143 La población censal de Bartle y ciudad de Victoria de Las Tunas, de 1919, aparece registrada en el Municipio de Victoria

de Las Tunas.

144 Oscar Pino Santos. Cuba: Historia y Economía, 1983, p. 365.

145 Sobre estas causas se hace referencia en: Biografías de inmigrantes anglosajones. Legajo 23, expediente 31. Archivo.

Fondo privado Quesada - Montero. Bartle, Las Tunas.

146 De los inmigrantes procedentes de Canadá, aparecen registrados en Protocolos Notariales, dos de la provincia de

Manitoba y uno de Columbia Británica, Alberta y Saskatchewan respectivamente.

147 Los puertos de desembarco son Nuevitas en Camagüey y Antilla en Holguín, con posterioridad se habilita el sub puerto

de Puerto Padre por Ley de 31 de diciembre de 1904, en el cual se establece una aduana (Milo A. Borges. Compilación

Ordenada y Completa de la Legislación Cubana 1899 – 1950. Vol. 1, 1952, p. 152). Texto ampliado en: Colección

Legislativa Oficial. Secretaría de Justicia, Tomo 1ro, p. 553. Según testimonio de William Stokes, -norteamericano residente

en Gloria City -, el ‘’Yarmouth’’ transporta durante varios años a pasajeros procedentes de Norteamérica al puerto de Nuevitas y

otros puertos de la Isla. Véase Enrique Cirules. Ob. cit., pp. 23, 27-28. Algunos, movidos por su espíritu aventurero, lo hicieron en

goletas y barcos menores procedentes de los puertos norteamericanos situados en el golfo de México.

148 Al menos no aparece ninguna cláusula en la legislación cubana que regule o norme de modo concreto la inmigración

norteamericana. Algunos de las regulaciones aplicables a cualquier tipo de inmigrantes establecidas después de 1907

son por ejemplo el Decreto No 636 del Gobernador Provisional de Cuba, de 13 de junio de 1908: que establece el

impuesto de un peso a los pasajeros que vengan a residir permanentemente en Cuba. (Gaceta Oficial de la República

de Cuba, 15 de junio de 1908, p. 5643) y el Decreto No 39 del Gobernador Provisional de Cuba, de 13 de enero de

1909 a través del cual se imponen multas a los capitanes o consignatarios de barcos que permita el desembarco de

cualquier extranjero que no haya sido debidamente admitido por un inspector de inmigración o por el Administrador de

Aduana. (Gaceta Oficial de la República de Cuba, 14 de enero de 1909, p. 33).

149 La muestra es intencional tomando como criterio todos los inmigrantes cuya edad aparece registrada en las actas de

compra venta de tierras y otras propiedades, encontradas en los protocolos notariales de los Archivos Históricos de:

Holguín, Las Tunas y Camagüey.

150 Un estudio profundo desde el punto de vista étnico lo ofrece José Vega Suñol. Véase: Presencia norteamericana en el

área nororiental de Cuba.”Etnicidad y cultura”, 1991, p. 73.

151 Los datos sobre los oficios dejan un margen a dudas, ya que, a decir del historiador norteamericano Louis A. Pérez,

muchos de los inmigrantes, por diversas razones personales, se autocalificaban como: contratistas, mercaderes,

“hombres de negocios”, entre otros. En: Louis A. Peréz Jr. Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura. 2006, p. 148.

152 Un cuarto de caballería (3,35 hectárea) dedicadas a frutos menores determinaba la condición de campesino pobre.

Véase a: Carlos Rafael Rodríguez. Cuba en el tránsito al socialismo 1959-1963, 1973, p. 35.

131


153 Vega Suñol. “¿Otros colonizadores? Enclaves norteamericanos en Cuba”. Revista Temas, # 8, 1996, octubre –

diciembre, p. 46.

154 Las nomenclaturas mencionadas se corresponden a la utilizada en las fuentes revisadas de la época (protocolos notariales), en

los que no se precisaban los niveles que distinguían la calificación o valor agregado de la fuerza de trabajo.

155 De la investigación en el terreno pudo conocerse que en Bartle hubo solo dos norteamericanos de esa raza (negra), y

prácticamente ninguno en el resto de los asentamientos de la franja central de Las Tunas.

156 La población negra en los Estados Unidos se encontraba en una situación precaria, expresada en su bajo nivel de

educación e instrucción, sobre todo los de la parte sur de la Unión, lo cual constituían obstáculos en su esfera de

aspiraciones; otra de las razones, era la tendencia de estos de agruparse en comunidades afronorteamericanas.

157 Víctor Pérez Díaz. Emigración y sociedad en la tierra de campos: Estudio de un proceso migratorio y un proceso de

cambio social, 1969, pp. 30-31.

158 Véase a: Harold Underwood Faulkner. Ob. cit.Tomo II, pp. 414 – 417.

159 Ibídem, p. 17.

160 Testimonios de Young, Lancy y Raúl Young. Descendientes de inmigrante canadiense. 15 - 7 - 1975.

161 Enrique Cirules. Ob. cit., p. 11; basado en varias fuentes literarias y periodísticas de la época, el historiador

norteamericano Louis A. Pérez Jr., se refiere en términos similares a la composición social de esta inmigración. En:

Louis A. Pérez Jr. Ob. cit., pp. 147-149.

162 Biografías de inmigrantes anglosajones. Legajo 23, expediente 31. Archivo. Fondo privado Quesada - Montero. Bartle,

Las Tunas.

163 Solo se han registrado algunos casos aislados (después de 1925) de algunos matrimonios que inscriben a sus hijos en

el Registro Civil del barrio. (En Bartle un caso en 1927 y otro en 1928).

164 Anthony D. Smith. La identidad nacional, 1997, p. 10.

165 Según Oscar Pino Santos, lamentablemente no hay datos suficientes sobre el proceso estadístico de la enajenación de

la propiedad territorial cubana que tiene lugar durante ese período. Véase: Oscar Pino Santos. El imperialismo

norteamericano en la economía de Cuba, 1973, p. 73.

166 Para más detalles del proceso de enajenación de la Hacienda Rompe Véase a: Guillermo Montero Quesada. Historia de

la presencia norteamericana en Bartle, 1989, [impreso], pp. 12 - 17. Disponible en el archivo de la Oficina de asuntos

históricos del PCC provincial de Las Tunas.

167 Gaceta Oficial de la República de Cuba, 18 de Mayo de 1907.

168 Acta de compra venta (29 - 7 -1908). Protocolo notarial de Joaquín Ventura Martínez Díaz. Tomo II, 1908. AHPC.

169 Acta de compra venta (16 - 7 - 1911). Protocolo notarial de Joaquín Ventura Martínez Díaz. Tomo III, 1911. AHPC.

170 Existía para esa época una ley, que al parecer no fue funcional en la zona de estudio, según la cual ningún colono debía

poseer más de 16 hectárea, esta “limitante” respondiera a la idea inicial de frenar el empuje del latifundio y el

surgimiento de una clase dominante en lugar del fomento de la pequeña propiedad como había querido Van Horne.

Véase a: Enrique Cirules. Ob. cit., p. 32.

171 Oscar Pino Santos. El asalto a Cuba por la oligarquía financiera yanqui, 1973, p. 196.

172 Jorge Ibarra Cuesta. Cuba: 1898 - 1958. Estructura y procesos sociales. (1995). Estos referentes teóricos para la

clasificación socioclasista agraria se contrastaron con las clasificaciones construidas por Carlos Rafael Rodríguez. Cuba

en el tránsito al socialismo 1959 - 1963. (1973); Lilia M. Becerril Albarrán y Mariana Ravenet Ramirez. Revolución

agraria y cooperativismo en Cuba. (1989); Orlando Valdés García. La socialización de la tierra en Cuba, 1990 y Doreen

B. Massey; Catalano Alejandrina. Capital and land: Landownership by capital in Great Britain. (1978), Ramiro Guerra.

La industria azucarera de Cuba. Su importancia nacional, su organización, sus mercados, su situación actual. (1940),

Juan Valdés Paz. Procesos agrarios en Cuba 1959 - 1995. (2003) y Nancy Espina, Lucy Martín y Lilia Núñez. “Reajuste

económico y cambios socioestructurales”. (2001); Howard Newby y Eduardo Sevilla-Guzmán. Introducción a la Sociología Rural.

(2004).

173 Un análisis exhaustivo sobre los colonos dedicados a la siembra de caña de azúcar (colonato) para ser vendidas a los

ingenios y su consiguiente estructura económica y social fue realizado en: Ramiro Guerra. La industria azucarera de

Cuba. Su importancia nacional, su organización, sus mercados, su situación actual, 1940. En un estudio reciente

realizado por Oscar Zanetti sobre esta figura económica, actualiza su comportamiento en los que no se atiene a las

definiciones legales, sino que correlaciona los rangos productivos con los posibles ingresos que ellos reportaban y otras

variables socioeconómicas. Véase: El colonato azucarero cubano en 1959; una aproximación a sus características

socioeconómicas. En: Oscar Zanetti. La república: notas sobre economía y sociedad, 2006, pp. 171 – 220.

174 Dice Oscar Pino Santos, que puede calificarse como latifundio toda finca que represente más de 30 caballerías de

extensión. En: Oscar Pino Santos (c), pp. 88 – 90.

132


175 Carlos Marx, (1974) al analizar las diferencias y contradicciones de las colonizaciones, consideraba que los colonos

dedicados a la agricultura, que trabajaban para producir sus propios medios de vida y que solo destinaban una parte

sobrante al comercio, no constituían una clase capitalista y menos una producción capitalista. Atendiendo a esta

acepción socioclasista de Marx, se considera que, en las nuevas condiciones de desarrollo de las relaciones capitalistas

de producción, la mayoría de los colonos que se asentaron en la franja central de Las Tunas tenían por objetivo

producir para el mercado nacional e internacional, para lo cual contrataban fuerza de trabajo permanente o temporal,

calificándose por estas razones como producción capitalista.

176 En un estudio etnográfico realizado por el autor y el investigador José Quesada Gonzáles (1988) sobre los campesinos

en el camino real en la década del 30 en la mitad suroeste de la franja central de Las Tunas, refiere a una población de

unas 700 personas de nacionalidad cubana residente en esa área, de ellos 248 en calidad de semiproletarios (35,4 %) y

352 obreros agrícolas (50,3 %). Legajo 23, expediente 32. Fondo privado Quesada - Montero, Bartle, Las Tunas.

177 Véase a: Jorge Ibarra Cuesta. Cuba: 1898 – 1958. Estructura y procesos sociales, 1995, pp. 100 – 108.

178 Testimonios de antiguos campesinos. Legajo 11, expediente 7. Fondo privado Quesada - Montero. Bartle, Las Tunas.

179 Este proceso es tratado con detalles en: Montero Quesada. (1998) “Historia de la presencia norteamericana en Bartle”

(ponencia presentada en: XVI Congreso de la UNIHC [impreso], (1998) y en Carmen Diana Deere. [et. al]. Güines,

Santo Domingo, Majibacoa. Sus historias agrarias, 1998.

180 Gaceta Oficial de la República de Cuba, 20 de julio de 1920. Véase: Milo A. Borges. Ob. cit., p. 471.

181 La ley municipal de impuestos fue decretada por el gobernador Charles Magoon el 21 de septiembre de 1908; sin

embargo, los propietarios anglosajones no fueron obligados a pagar contribuciones. El 4 de septiembre de 1920, se

establece una nueva disposición al respecto, pero continuaron eludiendo el impuesto o parte del mismo al no declarar la

realidad de las utilidades. Véase: Jorge Ibarra Cuesta. Cuba: 1898 – 1958. Estructura y procesos sociales, 1995, p. 35.

Aunque, en algunos barrios del minicipio de Victoria de Las Tunas, como el de San José de la Plata y Antonio Machado,

dado a la existencia de establecimientos de poca importancia comercial, no es hasta después de 1911 que se organiza

la política de impuestos, designandose a los alcaldes de estas demarcaciones para estos efectos. Véase: Actas de

13 -5-1912, p.63 y 20 -8-1917, p. 120 del Libro de actas T.2, 1912-1913 del Ayuntamiento de Victoria de Las Tunas.

182 Antes de la década del veinte, aparecen registrados 32 propietarios absentistas en las actas de compraventa de tierras

encontradas en los protocolos notariales de los archivos históricos de Camagüey, Victoria de LasTunas y Holguín,

propiedades que estaban bajo el control de apoderados o agentes de fincas anglosajones.

183 En estudio realizado en la parte este de la franja central de Las Tunas, sobre la ganadería se pudo conocer que a finales

de la década del 20 y principios de la del 30, cincuenta y dos cubanos adquieren parcelas de tierras que oscilaban de

1/4 y 13,5 hectárea y 4 entre 400 y 1160 hectárea. En: Ganadería (años 1902 – 1936). Legajo 5, expediente 14 y 17.

Fondo privado Quesada - Montero. Bartle, Las Tunas.

184 Testimonio del Doctor Luis Galano Torres (1989), abogado en el Registro de la Propiedad de Victoria de Las Tunas.

185 En este análisis no se consigna la población registrada en el censo de 1907 ya que el territorio que abarcaba el

municipio de Victoria de Las Tunas correspondía en este período al de Puerto Padre, por tanto no resulta

representativa.

186 Pedro O. Verdecie Pérez. Abogado. Victoria de Las Tunas. 2 - 2 -1999 y Luis Galano Torres. Abogado en Registro de la

Propiedad de Victoria de Las Tunas. 1-2-1999.

187 Carta de Aurelio Evia dirigida al General Julian Santana Santana, fechada el 24 de noviembre de 1920, en la cual

reconoce la inconformidad de este último respecto a la actuación de los norteamericanos por menoscabar la soberanía

de Cuba. (Disponible en: documentos de la neocolonia del Archivo del Museo Provincial de Las Tunas).

188 José Vega Suñol (d). Ob. cit., pp. 55 – 56.

189 Las siguientes fuentes periódicas llevaban un seguimiento de la evolución de las colonias agrícolas norteamericanas:

The Times of Cuba. La Habana. (1914 a 1932); Modern Cuba Magazine (1916); Cuba Review. Nueva York (1906 a

1927); Cuban Magazine. La Habana (1909 a 1913) y El Eco de Tunas. Victoria de Las Tunas, (1911 a 1923).

190 Compañías extranjeras (años 1905 – 1940). Legajo 3, expediente 23; Industria maderera y su manufactura (años 1905 –

1948). Legajo 3, expedientes 3, 10, 11, 12 y 13. Fondo privado Quesada Montero, Bartle, Las Tunas.

191 José Martí. Obras Completas, Tomo 28, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1973, p. 179.

192 La Citrus Paradisi Macf (toronja, grapefruit o pomelo), es la única especie que se reporta originaria de América, en las

Antillas Mayores, de donde se lleva a Estados Unidos y luego al viejo mundo y al resto de los países que la cultivan.

Véase a: Carlos Borroto Nordelo. Ob. cit., p. 6.

193 A decir de V. I. Lenin, la búsqueda de enclaves para la producción de productos tropicales fue la causa primera de la

política de expansión colonial que se denominó con el nombre de imperialismo. (Lenin, V. I. La lucha de clases de los

pueblos de las colonias y países dependientes contra el imperialismo, s/a).

133


194 El Grupo de Estudios Rurales de la Universidad de la Habana se refiere a cuatro formas en las que se desarrolla el

cultivo de cítricos en Las Tunas en el período analizado, pero, en la práctica tiende a cierta confusión al referirse sólo a

compañías y criterios sobre el modo de administración que pudieran complejizar la comprensión y funcionalidad de

dicha clasificación. Véase: Carmen Diana Deere. [et al] Güines, Santo Domingo, Majibacoa. Sobre sus historias

agrarias, 1998, pp. 239 – 240.

195 Carrie Pierson fue portador de la experiencia de estos viveros en Cuba, pues este dirigía uno en los Estados Unidos.

The Times of Cuba, Vol. 2 no. 8, 1914, p.39. Los anuncios de la Omaja Fruit Company también están en las páginas de

The Cuba Magazine, Vol. 2, no. 3 y 4 de 1910.

196 Decreto No. 1133 del 23 de noviembre de 1914 sobre la importación de plantas cítricas. En: Gaceta Oficial de la

República de Cuba, 4 de diciembre de 1914.

197 El Cónsul de Estados Unidos declaró que en 1914 había 8000 hectárea de cítricos en producción en Cuba e Isla de

Pinos. Si se considera este dato y calcula un promedio de 65 plantas de cítricos por cada 0,40 hectárea, entonces más

del 10 % se localizaban en la franja central de Las Tunas (Cuba Review, Vol. 12, no. 8, 1914).

198 Cálculos determinados a partir de datos extraídos de: The Cuba Magazine. Vol. 1 october, 1909.

199 Esta cifra al confrontarse con los datos del Department of Commerce, United States Foreign Trade and Navigation,

representaba el 90 % del total de la producción del Oriente cubano y el 55,2 % de toda la producción nacional.

200 En enero de 1909, se reportan 4,8 caballerías sembradas de cítricos en la zona de Omaja, para julio 21,4 caballerías.

El 46 % de toronjas, el 36 % de naranjas y el 25 % de limones. Las extensiones mayores de cítricos en esta zona es de

10 caballerías perteneciente a la Buenavista Fruit Company; y A. Homer Arter Son con 6 caballerías; el resto de los

colonos suman 5,4 caballerías (The Cuba Review, Vol. 7, no. 5, 1909, p.7). Se informa que para 1913 esta compañía

tiene un área plantada de toronjas equivalente a 39,2 caballerías (The Cuba Magazine, Vol.14, no. 11, 1913, pp.490 -

494). Por su parte, se notifica que para 1910 se han plantado en la zona de Bartle 9 caballerías de esta fruta. (Irene A.

Wright. Cuba. Macmillan Company, 1910, pp. 427 - 428).

201 Según Borroto la producción por hectárea fue siempre muy baja por razones técnicas y de recursos para este tipo de

cultivo, las distancias técnicas de siembra entre árboles plantados, el control sobre las plagas y enfermedades

contribuyeron a la baja producción total, que solo alcanzaba unas 60 mil toneladas por año (unas 6 t/ha). En: Carlos

Borroto Nordelo. Ob. cit., p. 12.

202 En 1914, A. Arter introduce en la región el primer tractor de veinte caballos de fuerza; un año después, compra un vagón

frigorífico para transportar las toronjas, hasta St. Louis en Estados Unidos. Véanse los anuncios en: Cuba Magazine

Vol. 2, no. 3, 1910; The Times of Cuba. Vol. 2, no.8, 1914, p.39 y el informe personal de Carrie Peirson (1913). Varios

testimoniantes afirmaron que tres colonos de Bartle utilizaron sistema de riego por aspersión y bombas acopladas a

motores para este fin.

203 La Buenavista Fruit Company construye una empacadora en Omaja para procesar los cítricos de sus áreas limítrofes; de

igual modo, La Cuban Realty Company Limited lo hace para los de Bartle, la East Cuban Development Company para

los de Las Arenas al sureste de Victoria de Las Tunas, Las Tunas Fruit Citrus Company para los periféricos de la parte

norte a la ciudad de Victoria de Las Tunas y la Comstock Grapefruit Company los de la parte sureste de dicha ciudad.

204 Véase a: José Luis Molina; Hugo Valenzuela. Invitación a la antropología Económica, 2006 pp. 117 – 125.

205 Basil Hone “Buenavista” en The Cuba Magazine. Vol. 14, no. 11, 1913, pp. 493 – 494.

206 En la primera década del siglo XIX las tierras de la zona central de Las Tunas -según entrevistados- fueron estudiadas

para comprobar su efectividad en el cultivo de cítricos. Se compararon muestras de tierras con similares

determinándose solo la fertilidad para este cultivo, dado el nivel de desconocimiento en esa época sobre los suelos.

Para este período aún no se conocía una clasificación de tierras en que incluyera la franja central de Las Tunas; no es

hasta la segunda década del sigo XX que se determinan a partir de criterios regionales suelos existentes en Estados

Unidos (por ejemplo Orangeburg y Greenville. A finales de la década del 20, los doctores norteamericanos Bennett y

Allison, realizaron un estudio de los suelos en Cuba relacionados principalmente con el cultivo de la caña de azúcar, los

cuales eran nombrados de acuerdo con el lugar donde eran observados por primera vez. Véase a: Alberto Hernández

Jiménez; Miguel O. Ascanio García. La historia de la clasificación de los suelos en Cuba, 2006.

207 Un análisis sobre las características de los suelos, del clima para el cultivo del cítrico y períodos de cosecha, aparece en

Carlos Borroto Nordelo. Ob. cit., pp. 6 - 7 y en el libro publicado por el Centro de Información y Documentación

Agropecuaria (CIDA). Los cítricos y sus atenciones culturales, 1975.

208 Según las fuentes consultadas, no fueron muchos los organismos financieros que concedieron crédito bancario para el

fomento de la agricultura no cañera, por sus formas y tasas de interés, se concedió en la zona de estudio,

exclusivamente a los grandes colonos. Uno de los beneficiarios por esta compañía fue el colono escocés Jhon Stuart

134


con un crédito por la cantidad de $ 10 000. (Legajo 3, expediente 5 sobre causa 102 juicio hipotecario, 1939; expediente

7 causa 137, juicio hipotecario, 1927 en Fondo privado Quesada - Montero, Bartle, Las Tunas).

209 Véase: Orden Militar 34 Capítulo II de la Comisión de ferrocarriles. Artículo XX y XXI. En. Hortensia Pichardo. Ob. cit.,

p. 160.

210 Vega Suñol. Ob. cit., pp. 55 - 56.

211 En un reducido número de los principales exportadores de cítricos y vegetales en Cuba figuraban de la zona de Omaja

Irvin D. Arter, los hijos de Kerr y el administrador de la plantación Vista Alegre Rober S. Dawson. De la zona de Victoria

de Las Tunas, H. L. Patrick y de Bartle C. T. Ensor. En: The Times of Cuba, Vol. 10, no.12, 1930, p. 15.

212 La Chaparra Sugar Company, fundada en 1901, es nombrada en 1906, como The Cuban Américan Sugar Company,

propietaria de los centrales Chaparra (1902) y Delicias (1911).

213 La Manatí Sugar Company fue fundada en 1912 y tuvo su primera zafra en 1913.

214 The Cuban Railroad Company fue fundada en 1910, y la primera zafra se desarrolla en 1912.

215 La Cupey Sugar Company era propiedad de la West Indies Sugar Finance Corporación perteneciente a la Nacional

Sugar Refining Company, controlada a su vez, por el grupo financiero norteamericano Howell.

216 Tal es el caso del terrateniente cubano Wenceslao Infante Bidopia, con amplias extensiones de tierra en la región

holguinera, poseía propiedades en Majibacoa y Las Coloradas, de las cuales solo cedió algunas tierras, en calidad de

arrendamiento, a la The Chaparra Sugar Company. Fondo Juzgado de Primera Instancia e Instrucción del Partido

Judicial de Holguín, 1902-1920, op. cit; Fondo Protocolos Notariales del Partido Judicial de Holguín, op. cit.; Fondo

Registro de Sociedades Mercantiles del Partido Judicial de Holguín, op. cit. (capítulo 1, 46), libros 1-13; y Registro de la

Propiedad Pecuaria del Término Municipal de Holguín, libros 1-5, F. C., A. H. P. H. Véase además: Rafael Ángel

Cárdenas Tauler. La modernización estructural de base azucarera en el proceso de regionalización de Holguín, desde

la segunda mitad del siglo XIX hasta 1920. Tesis en opción al título académico de Doctor en ciencias Históricas, pp. 48,

80, 84, 89-90.

217 Manuel E. Rionda en una carta a Regino de Truffin en el año 1912, expresa la negativa de la Manatí Sugar Company

frente a la propuesta del ingeniero canadiense Joseph E. Roberts para construir un ferrocarril en Bartle, al considerarse

que el capital de los miembros de esta colonia era muy limitado (Carta de Manuel E. Rionda a Regino de Truffin, 16 de

agosto de 1912. AHPSC, Fondo Manatí Sugar Company., Legajo 43, Expediente 416).

218 Juan Pérez de la Riva. La República Neocolonial. Anuario de Estudios Cubanos 1 TI [et. Al], 1973, p. 39.

219 Contrato para la construcción de vías férreas entre la Manatí Sugar Company. y Ricardo del Campo, 27 de septiembre

de 1914. AHPSC, Fondo Manatí Sugar Company., Legajo 6, Expte 18.

220 En carta de Manuel E. Rionda a la oficina central de la Manatí Sugar Company, se evidencia que el canadiense Mter

Roberts en la periferia de Bartle, fue el único colono interesado en terrenos fuera de la compañía, aun cuando se les

ofreció el 5 % de las ganancias por el arrendamiento, lo mismo que a los colonos en terrenos de la compañía. (Carta de

Manuel Enrique Rionda y Polledo a Regino de Truffin, 16 de agosto de 1912. AHPSC, Fondo Manatí Sugar Co, Legajo

43, Expte. 416).

221 Para esta compañía emprender su proyecto, se endeudó con la Fidelity Trust Company y The Guaranty Trust Company,

hipotecando sus propiedades y rentas en Las Coloradas, pero finalmente The Times of Cuba, 1919, Vol 7, no. 5, 1919,

p.96; Vol. 7, no. 7, 1919, pp 110 - 111 y The Cuba Review, Vol. 19, no. 4, 1921, p. 29.

222 Motivados por la construcción del central Cupey y la gestión negociadora de la Coloradas Sugar Company con un grupo

de propietarios a través del terrateniente Luis Masferrer Grave de Peralta, varios propietarios norteamericanos de estas

zonas como: Frank Pfeuffer, Homer Arter, Wakefield y Carleton invierten en la siembra de caña. En: The Times of Cuba,

abril de 1915, vol. 3, no. 4, p. 34.

223 Rafael Ángel Cárdenas Tauler. Ob. cit., p. 84.

224 La Cuban Bartle Sugar Plantation Limited con domicilio en Londres y presidida por Hebert H. Nickerson, asienta la

compra ante el notario Joaquín Ventura Martínez Díaz en Camagüey, T.2, acta 247 del 16 de abril de 1916. Van Horne

era uno de sus principales accionistas.

225 El Eco de Tunas No. 15 al 23 de 1915, anunciaba la necesidad de 800 o 900 hombres para dar comienzo a los trabajos

de desmonte y sembrarlos de caña para el nuevo central azucarero.

226 Según carta de Manuel Rionda a su abogado, Ramón de la Cruz, la hacienda fue arrendada inicialmente a nombre de

Ulsurrum. En 1927 el contrato pasó a nombre de Manatí Sugar Company; Rionda a De la Cruz, junio 24 de 1943;

Record Group II, serie 10, caja 68, fichero Palmillas. Léase correspondencia.

227 La Sociedad Sánchez Fanjul, sociedad en Comandita, fue fundada el 24 de abril de 1921. (Registro Mercantil de Ciudad

de la Habana, folio 72 del tomo primero del libro de sociedades, hoja No 19. AHPSC, Fondo Manatí Sugar Company,

Legajo 6, Expte 19), dicha compañía aparece registrada en todos los contratos como “La Tienda” la cual asumía

135


diversos compromisos con la Manatí Sugar Company, entre los que se encontraban: mantener los centros comerciales

bien surtidos con un monto total de mercancías que no disminuyera de $ 200 mil pesos; se obligaba a poner precios

fijos, no superiores a los de otras sociedades homólogas operantes en bateyes azucareros, a informar a la Manatí de

cualquier cambio realizado en ellos, a abrir nuevos establecimientos en los bateyes o poblados indicados por la

empresa azucarera y mantenerlos en buen estado y limpieza.

228 Existen referencias que datan de la década del 30 respecto a que las ventas de víveres del Departmento Comercial

podían llegar a alcanzar un valor de 6 mil pesos diarios. La bodega estaba administrada en aquel tiempo por Zánchez,

Fangul y Cia (tomado de: carta de José M. Martínez a Manuel Rionda, 9 de febrero, 1939, en BBC, Universidad de la

Florida, Record Group II, serie 10, caja 64, fichero Manatí: Comercial Department).

229 Carta fechada el 12 de julio de 1926, en BBC, Universidad de la Florida, Records Group II, serie 10, caja 64, Fichero

Chaparra: exchange of Land, boundary, correspondense.

230 Charles James Ross en asociación con Hervey Head, recibe préstamos de la Manatí Sugar Company en 1920 por valor

de $ 35 mil, ofreciendo cerca de 25 caballerías en garantía con el cual construyó un ramal ferroviario, levantó grúas,

tiendas de víveres y batey.

231 Las propiedades de Ross son subastadas por el valor de $ 21 777 30 . Juzgado de primera Instancia de Victoria de Las

Tunas. Exp. 100, año 1923 (juicio hipotecario), en Gaceta Oficial de la República de Cuba, 19 de agosto de 1925.

232 BBC, Universidad de la Florida, Record Group II, serie 10, caja 64, fichero Manatí Colonos, Advences to. Véase además:

Deere, 1998 a, p. 261.

233 Según Ramiro Guerra en el período 1925 - 1926 “más del 40 % del área total de Cuba, quizaz, está dominada por el

latifundio”. En: Ramiro Guerra. Azúcar y población en Las Antillas. [1927], 1976, p. 94.

234 Los datos sobre la ganadería en el área de estudio se determinaron a partir del trabajo de campo, debido a que no han

aparecido evidencias documentales sobre esta actividad durante el período analizado. En la determinación de los

rangos se tuvo en cuenta la extensión superficial y el régimen de explotación. Se aclara que la mayoría de los colonos

anglosajones, dedicados a cualquier actividad económica, disponían de una pequeña área dedicada a la ganadería con

fines de autoconsumo. Según Carlos Rafael Rodríguez, “un campesino con una caballería de tierra (13,4 ha) dedicada

a un tipo de ganadería extensiva podía ser considerado como medio” (Calos Rafael Rodríguez. Ob. cit., p. 35).

235 Al no aparecer en las fuentes de la época datos sobre la cantidad de áreas de bosques en la zona de estudio, se

determina un aproximado a partir de la cifra del censo de 1846 que se refiere a la hacienda Majibacoa con 11 452

caballerías (154 029,4 hectárea) en: Cuadro estadístico de la Siempre Fiel Isla de Cuba, correspondiente al año 1846,

Imprenta del Gobierno y Capitanía General por S. M., La Habana, 1847 y la cifra del Censo de 1862 que se refiere al

Partido pedaneo de Las Tunas con 5 277 caballerías (70 975,7 hectárea). En: Jacobo De La Pezuela, Diccionario

Geográfico Estadístico e Histórico de la Isla de Cuba, Madrid, 1866, T. IV, p. 620. Aunque se aleje de los marcos

temporales que nos interesa, se tiene en cuenta dado al bajo nivel de explotación de los recursos maderables en la

región hasta 1902 y la reproducción natural de los mismos, lo cual supone pocas variaciones en las cifras.

236 El administrador de este aserradero, hasta 1921, es el norteamericano Walter E. Crosby, fecha en que es comprado por

este en asociación con sus hermanos Jesse y Floy. (acta notarial No. 58, p. 402 del 28 de mayo de 1921, Notario

Nicolás E. Villoch Martínez de Victoria de Las Tunas).

237 Una de las compañías más reconocidas en la época que se dedicó a la explotación de la riqueza forestal de la región

fue la Cuban Roberts Company, la cual explotó este recurso, a partir de 1913, en una parte de la finca “Ontario” (El Eco

de Tunas, No. 24 del 9 de marzo de 1915).

238 Anuncios permanentes aparecidos en El Eco de Tunas durante 1914 y 1915.

239 En Bartle por ejemplo, eran aserrados unos 2 376 metros cúbicos al año. En: Industria maderera y su manufactura (años

1905 – 1948). Legajo 3, expediente 10. Fondo privado Quesada - Montero. Bartle, Las Tunas.

240 Datos determinados sobre la base de los recursos maderables exportados y valor de los mismos a nivel nacional de

1914 a 1919. Censo de la República de Cuba, 1919, pp. 67 - 71.

241 Gaceta Oficial de la República de Cuba, 7 de julio de 1923.

242 Oriente, Propaganda Comercial y de Turismo. Emp. Editorial Cubana, 1939, p. 240.

243 Véase: “Tratado de Reciprocidad Comercial”. En: Julio Le Riverent. Historia Económica de Cuba, 1974, pp. 594 – 595.

244 De los 87 exportadores de vegetales norteamericanos del país que se localizaban en Oriente, 5 pertenecían a la zona

central de Las Tunas distribuidos de la siguiente forma: uno en Bartle, dos de Victoria de Las Tunas y dos de Omaja

(Times of Cuba Vol. 18, no. 12, 1930, p. 105).

245 Esta proyección había quedado sobreentendida en las recomendaciones que en 1899 había dejado el comisionado

especial del Gobierno de Estados Unidos, Robert Percival Porter, en las que no incluye proyecciones inversionistas de

pequeños capitales o pequeñas empresas, y sí grandes inversiones como los ferrocarriles, que formaban parte de su

136


plan “civilizador”. Véase: Robert Porter. Industrial Cuba, Putnams Sons, N. York, 1899, p. 413. Un análisis sobre esta

proyección imperialista la ofrece también Oscar Zanetti y Alejandro García en: Caminos para el azúcar, 1987, p. 199.

246 Además de las leyes gubernamentales cubanas que favorecían la inmigración anglosajona, el apoyo político a la

colonización se manifestó con la desaprobación de los proyectos de leyes de Manuel Sanguily (representante de la

corriente ideológica democrático-popular), al Congreso de la República, de esta forma no se ponía límites a la

expansión colonizadora, tampoco se dictaron políticas o medidas para enfrentar las consecuencias de la enajenación

de la tierra a favor de los anglosajones. (Para ampliar véase: Juan Valdés Paz. Procesos agrarios en Cuba 1959-1965,

pp. 35-48).

247 Los presidentes y un grupo considerable de concejales del ayuntamiento de Victoria de Las Tunas, del período de

estudio, eran terratenientes medios o colonos -antiguos propietarios que habían vendido gran parte de sus tierras a los

colonos y compañías colonizadoras anglosajonas-, convertidos en defensores de los intereses de la burguesía nacional

y foránea. (Relación de presidentes y concejales que han formado parte del Ayuntamiento de Victoria de Las Tunas

1927-1934. Documentos donados por Pedro O. Verdecie Pérez. Fondo Ayuntamiento. AHPLT).

248 Véase: The Cuba Review, Vol. XIX january, 1921, No.2, p. 14.

249 Según Enrique Cirules, Williams Stokes conoció a través de la prensa de estas protestas. En: Enrique Cirules. Ob. cit.,

p. 165.

250 En realidad, la Estación agronómica de Puerto Padre, tiempo después, hizo referencia a la existencia de esta plaga.

Para rebatir los “infundios”, las autoridades cubanas dictaron el Decreto No 735 de 18 de mayo de 1923 a través del

cual se ordena que todo propietario o arrendatario de terrenos afectados por la plaga conocida por “Mosca prieta” está

obligado a realizar cuantas desinfectaciones sean necesarias (Gaceta Oficial de la República de Cuba, 24 de mayo de

1923).

251 Vega Suñol, 1991. Ob. cit., p. 56.

252 En el segundo lustro de la década del 20 se elaboraron varios proyectos arancelarios para favorecer los derechos de

aduana relativo a frutas como: el de la Cámara de Representantes ($ 1.30); el de Mr. Hord ($ 2.00) y el de la Comisión

de agricultores cubanos ($ 2.26), finalmente se aprobó, en 1927, un arancel de $ 1.40 por cada 100 kilogramos, lo cual

equivalía, según cálculos realizados, a $ 0,27 por cada caja de 42,5 libras, cuyo precio en el mercado era en ese año de

$ 0,96, debe considerarse además, que en 1926 era menor el flete de New York a La Habana que el de Holguín a

nuestra mencionada capital; a todo ello, no se le suma la entrada en acción del capital en proceso de producción, lo

cual indica que los costes fueran extremadamente altos. Véase: Ramiro Guerra. Historia de la Nación Cubana.

T. IX.1952, pp.161-162; United States, Department of Commerce, United States Foreign Trade and Navigation

(Washington, D. C., United States Government Priting House, various years) (En anexo: 1).

253 Ejemplo de dichas pérdidas es el caso de la Canestook Grape Fruit Company, que tuvo que paralizar los embarques,

razón por la cual pierden el valor comercial 5 000 cajas de productos valorados en $ 68 750. 00 y otras pérdidas que

suman $ 203 305. Protocolos notariales de José A. Villoch, actas 157 y 160 del 27 y 29 de septiembre de 1917,

localizable en AHPT.

254 En la publicación presbiteriana Home Missions, se afirma la suspensión de las reuniones y actividades (Marcos A.

Ramos, 1986, ob. cit., p. 119). Según el cronista A. S. Neblett, los pastores de las provincias de Oriente y Camagüey no

pueden llegar a la reunión anual, prevista a celebrarse en Cienfuegos del 14 al 16 de febrero de 1917. (S. A. Neblett.

Historia de la Iglesia Metodista de Cuba, Tomo I, 1973, p. 75).

255 El Camagüeyano, 27 de octubre, 1917, p. 1.

256 El Congreso norteamericano aprueba el 17 de mayo de 1917 la Ley del Servicio Militar Selectivo que obliga a registrarse

a todo hombre entre 21 y 35 años de edad; en el siguiente año, se convocan a este servicio los canadienses, pero no

se conoce que hallan afectado a los inmigrantes residentes en Cuba.

257 Tal es el caso de William Felker, residente en Omaja que al marchar sus dos hijos a la guerra, decide vender sus

propiedades e ir a trabajar en una fábrica de municiones en los Estados Unidos. (The Times of. Cuba, Vol. 6, agosto de

1918, pp. 84 – 85). El número de norteamericanos afectados en Bartle era relativamente menor.

258 The Times of Cuba. Vol.6, junio, no. 7, p.72; agosto, no. 7, pp. 84 - 85; septiembre, no. 8, pp. 82 - 83; diciembre, no 12,

p.1 de 1918. Véase además: Carmen Diana Deer, [et. al]. Ob. cit., 1998, pp. 253 – 254.

259 Bisemanario tunero La Democracia, 8 de noviembre de 1923.

260 La tarifa Hawley-Smoot elevaba el arancel al azúcar cubano a 2,50 centavos por libra, ello implicó un desplazamiento

acelerado del producto cubano del mercado norteño situando la participación en el mercado de 51,9 % (1929) a un

25,4 %. (1933). Para ampliar sobre esta situación véase: Alfredo Menéndez: Las relaciones azucareras cubano

norteamericanas (1902-1958). Material mimeografiado, Escuela de Historia, Universidad de La Habana, 1969.

137


261 United States, Department of Commerce, United States Foreign Trade and Navigation (Washington, D. C., United States

Government Priting House, various years).

262 Sumario hipotecario, Audiencia de Oriente. Juzgado de primera instancia de Victoria de Las Tunas. No. 45, año 1932.

263 Un indicio que revela la posición desventajosa de los resultados productivos de esta industria en el mercado, a

mediados de la década del 30, es el factor tecnológico, pues estas se encontraban en estado de deterioro y con pocas

posibilidades de reanimarse frente a los homólogos de EE.UU., los cuales empleaban tecnologías modernas y logística

que superaba las ventajas de los residentes en Cuba, consistente en el empleo de materias primas y mano de obra más

barata.

264 Eco de Tunas, 30 de septiembre de 1933. Para ampliar sobre este proceso, véase: María Teresa Aguilera Pérez. La

Revolución del 30 en Las Tunas. (1987), pp. 61- 66; y Alberto A. Pupo Vázquez. Las Tunas Neocolonial 1898 – 1952,

pp. 68 -77.

265 La política imperial establecida a partir de 1934, pretendía detener o atenuar la crisis económica y social en Cuba,

consistente en la diversificación productiva, y la consiguiente protección al pequeño propietario agrícola. Ver Foreign

Policy Association: Problemas de la nueva Cuba. New York, 1935; y como parte de la política interna del país, el Partido

Auténtico, constituido a principios de ese año, promueve en su programa un capitalismo nacional con participación del

imperialismo, y hace popular la consigna “Cuba para los cubanos”. Ver texto en Pichardo. Ob. cit. pp. 290-317.

266 Se asume la urbanización como “el proceso por el cual una proporción significativamente importante de una población

humana se agrupa en el espacio formando aglomeraciones funcional y socialmente relacionadas desde el punto de

vista interno” En: Manuel Castells. “¿Qué es la sociología urbana? Teoría e ideología urbana”, en Selección de lecturas

sobre Sociología urbana y prevención social, s/f, p. 10.

267 Es conocido que, en el año 1901, se construyó el puente conocido popularmente como “Wood” sobre río Hórmigo en la

ciudad de Victoria de Las Tunas, en el camino que constituía la única vía de comunicación, en la zona, entre Oriente y

el resto del país.

268 Entre los primeros inmigrantes anglosajones que llegan a Omaja en 1906 estaban las familias norteamericanas Peirson,

Cranston, Wilder, Arter y De Hoff (The Cuba Review., Vol. 7, no. 5, 1909, p. 27), en Bartle las familias canadienses

Bull, Cameron, Youhn, Bearman y Pearson (Protocolos notariales de José Julio Martínez Díaz, años 1905 a 1907.

Archivo Histórico de Camagüey).

269 Mister D. E. Keer y Duncan O. Bull representantes de las compañías colonizadoras en Omaja y Bartle respectivamente,

orientan la reproducción de los mapas de estas comunidades, acto seguido se distribuyen en Estados Unidos y en la

provincia de Ontario, Canadá como medio publicitario.

270 En la planificación espacial en forma de cuadrícula, las calles corren paralelas y se cruzan en ángulos rectos, diseño que

se repite, desde los tiempos de Grecia antigua. Muchas ciudades de Estados Unidos como Filadelfia y Nueva York, se

distribuyen originalmente en cuadrículas para facilitar la venta de terrenos, también en otras partes del mundo como en

América del Sur.

271 Hasta donde se ha podido conocer, las autoridades cubanas no ofrecieron a los inmigrantes anglosajones las garantías

materiales mínimas para establecerse, ellos crearon las condiciones de vida, sobre la base de la unidad e iniciativa

emprendedora que mostraron desde la salida del país de origen hasta su convivencia en Cuba.

272 Algunos testimoniantes afirman que para la construcción de algunas de las primeras viviendas en Omaja y Bartle se

adquieren, al menos una parte de las piezas, en forma prefabricada (técnica ballom frame); y resultó significativo la

creación, por parte de la familia canadiense Bull de una tienda almacén en Bartle, donde pusieron en venta materiales de

construcción (herramientas, clavos, tejas de zinc, bisagras, pintura, cristalería de New England Glass Company, etc.), para la

edificación de viviendas; también otorgaron órdenes que permitían la tala de árboles en tierras de su propiedad para obtener

madera a un bajo costo. Según Carrie Peirson, en los primeros años de fundada la colonia se podía construir una buena

casa de madera de dos pisos por 250 pesos. (Carrie Peirson: “Omaja”, en: The Cuba Magazine, Vol. 4, no. 11, julio de

1913, p. 485.

273 Véase a: José Vega Suñol. Ob. cit., p. 44.

274 Otros detalles de este tipo de arquitectura son: protección de entresuelos con pelos de alambre o tablillas, uso de

entablados utilizando la técnica del tingladillo, para los exteriores y el machihembrado para los interiores, presencia de

doble forro, cielo raso y piso pulimentado, techo sobre entablado sostenido con alfajías, puertas de dos hojas y puertas

ventanas. Utilización de cristales en puertas y ventanas, así como cocinas ambientadas con celosía.

275 Al cocinarse con combustible vegetal, se extiende la industria doméstica del carbón, emprendida por cientos de familias

cubanas para abastecer a los hogares de los inmigrantes anglosajones y de otros miembros de la población que

utilizaron esta variante.

138


276 Entre las plantas ornamentales fueron introducidas el árbol quitasol, la brujita americana, algunas variedades de croton y

guásima de jardín (Alcalypha Wilkesiana), así como el helecho Boston (Boston fern) y la tuya, propagan la areca, la

astronomia y una variedad de nopal traído de Estados Unidos, entre otras.

277 En el jardín tradicional cubano figuraban: lirios, bugambilias, mariposas, rosas, claveles, azucenas, jazmines, guanos

silvestres, etc.

278 Las entrevistas realizadas revelan que en esos talleres se mezclaba el tallado, con nuevos elementos simbólicos

incorporados a los ya tradicionales en Cuba.

279 Alastair Duncan ofrece una síntesis global de este movimiento. En: Alastair Duncan. El Art Nouveau, 1995.

280 Del estudio realizado en Bartle, se pudo conocer que en las décadas del 20 y 30 existen quince máquinas de coser del

modelo Lanzadera y marca Singer.

281 La socialización de estas creaciones, cargadas de signos y otros elementos simbólicos, amplió la esfera de consumo espiritual en

estas comunidades, hasta el punto de convertirse en tradición el decorado del ajuar doméstico. El valor varió en dependencia del

contexto mercantil, la calidad y complejidad estética de los mismos. Es conocido que McDalia Rosa Leasure Batista, hija de

uno de los matrimonios entre cubana y norteamericano en Bartle, realizó trabajos de bordado a familias aristócratas de

La Habana.

282 El estudio revela la existencia de más de una decena de viviendas que, en la década del 20, se alumbran con lámparas

de carburo y tres con luz eléctrica. En Bartle la vivienda de William Perkins Bull instalan la primera planta eléctrica en

ese poblado, de igual modo, en la vivienda de Darlington Edwin Kerr en Omaja.

283 Yoel Cordoví Núñez. “La independencia en su laberinto: hacia el conservadurismo (1898 - 1904.)” En: Mildred de la Torre

Molina. La Sociedad Cubana en los Albores de la República, 2002, p. 96.

284 Según datos de lanchas de esta compañía, la Manatí Sugar Company poseía su propia flotilla. Los lanchones Cataluña,

Celestina, Cañandonga, Cañandonga Chica y No 13; los vapores Hortensia, Mina y el Manatí, subordinados a la

aduana de Puerto Padre. En: Relación de lanchas de la Manatí Sugar Company inspeccionadas por la Aduana de

Puerto Padre, 3 de julio de 1913, AHPSC, Orden de atraco de vapores propiedad de la Manatí Sugar Company. 5 de

agosto de 1913. Localizable en: AHPSC, Fondo Manatí Sugar Company., Legajo 43, Expte- 417 y 418. Según José

Dolores Ramos, Práctico Mayor del Puerto de Manatí (1913 a 1947), en 1924 se mantienen igual cantidad de

embarcaciones activas.

285 La carreta ligera, con capacidad de hasta 2,5 toneladas, era tirada por una yunta de caballos o de bueyes; la pesada, con

posibilidad de carga mayor, fue tirada hasta por seis caballos o yuntas de bueyes, en menor medida se emplearon

mulos. Los colonos ubicados en tierras de la antigua hacienda Las Arenas, dado la lejanía de los puntos de embarque

de cítrico por ferrocarril (más de 5 km.), utilizaron camiones de carga.

286 El Eco de Tunas anuncia la llegada de los primeros automóviles ligeros marca Ford y de bicicletas a mediados del año

1915 y se refiere de la adquisición de un automóvil a principios de 1916 para el servicio de alquiler, así como de una

agencia para alquilar en 1923. Un año después, se anuncia la venta de este tipo de vehículos (Ford) mediante el

periódico La Democracia. Véase El Eco de Tunas: 27-8-1915, p. 3; 1-2-1916, p.2; 14-11-23, p.1; y La Democracia:

9-5-1924, p.4.

287 Es conocido que en este período el norteamericano Charles Nye monta una agencia Ford en la comunidad de Omaja,

vehículos que respondían a necesidades prácticas de sus pobladores, diferente al uso irracional por lujo y

entretenimiento que primaba en grandes ciudades de la Isla y en Estados Unidos.

288 Los ciclos resultan frágiles en el contexto rural, además, era opuesta a la costumbre raigal del empleo del caballo, más

práctico y lujoso en el medio rural, desde la perspectiva cultural de la época.

289 En estas comunidades fueron comunes las monturas de tipo Willman, las de buche tipo Humboldt, más usada en las

labores agrícolas y ganaderas, conocida como silla vaquera y otros tipos como: manclera, domadora, mexicanas y

tejanas.

290 El telégrafo del correo de Bartle fue operado durante casi una década por el postmaster (administrador de correos)

norteamericano H. S. Bunbury.

291 En Omaja, la Cuban Telephone Company instala, en 1913 una central telefónica asociada a la comercialización de

cítricos que ofrece este servicio al público, también en Bartle, donde la estación telefónica llega a tener en 1930 un total

de veintisiete líneas; para esta época, varias compañías y propietarios de tierra, de origen anglosajón, disponen de la

telefonía privada. Mientras que la mensajería entre estas comunidades y poblaciones ubicadas al norte y sur de las

mismas se realiza, durante este período, a través de arrías de caballos.

292 De acuerdo con la filiación religiosa, se expresan creencias como la manifestación de dar gracias a Dios antes de cada

comida, la abstención de consumir carne de determinados animales, como el cerdo, debido más a una orientación de

139


salud que a la antigua creencia judía de considerarlos como impuros, también no elaborar alimentos el sábado, “día de

reposo”.

293 El uso de armas de fuego para esta función constituyó una manifestación casi exclusiva de la población anglosajona,

debido al costo y prerrogativas para poseer estos medios, también al rigor en el cuido y adiestramiento de los perros de

presa.

294 Aunque, hasta inicios de la década del 20, el vestir femenino se presenta con cierta invariabilidad, debido a los cánones

moralizadores de la época; luego es más dinámico el cambio, pero sin alcanzar los niveles de innovación que se

producían en las áreas de mayor desarrollo del país.

295 Entrevistas realizadas en la comunidad de Omaja y Bartle corroboran que en la década del 20 este oficio ocupaba el

tercer puesto en las categorías ocupacionales de los cubanos, después de los comerciantes y vendedores ambulantes.

296 La indumentaria del vestir en las mujeres era complementado por accesorios como: bolsos, carteras, sombrillas,

abanicos, sombreros y pamelas tejidas de fibras y adornos con cintas de colores que se popularizan por su variedad y

riqueza artística.

297 El estudio realizado por Yanier Frómeta Fajardo. “El buen vestir en Santiago de Cuba durante las dos primeras décadas

del siglo XX”. Santiago de Cuba: Universidad de Oriente. Facultad de Ciencias Sociales, 2003, Trabajo de Diploma

[impreso], revela el nivel de influencia que ejerce el vestir en las clases élites de la sociedad en el espacio citadino.

298 A partir de mediados de 1910, el periódico El Eco de Tunas hace referencias al quietismo total de la actividad católica, a

la visita del arzobispo de Santiago de Cuba, al poco apoyo del ayuntamiento y a las primeras gestiones para la

construcción del nuevo templo y la vida religiosa católica (El Eco de Tunas: 14 -7-1910, p. 3; 20 -12-1910, p. 3;

26 -1-1911, p. 3; 16 -2-1911, p. 3; 19 -2-1911, p. 3, y 23 -2-1911, p.2).

299 En marzo de 1911 este medio de prensa inicia una campaña por la destitución del padre Vicente Mayola que culmina en

agosto de ese mismo año al conocerse dicha destitución por el arzobispo Barnada. (El Eco de Tunas: 2-3 -1911, p.2;

6 -3-1911, p. 2 y 14 -9 -1911, p. 3).

300 Un análisis sobre las juntas misioneras la ofrece Marcos Antonio Ramos. Panorama de Protestantismo en Cuba, 1986,

pp. 201 - 206.

301 Se denomina cuartón a la pequeña demarcación geográfica compuesta por pequeñas fincas, sitios o estancias y que

conformaban un núcleo poblacional identificado por un nombre y que en su conjunto componían el Barrio como unidad

político administrativa desde finales de la época colonial hasta los primeros años de la Revolución en el poder.

302 El sociólogo e historiador alemán Max Weber (1920), fundamenta el desarrollo capitalista, desde la filosofía del

liberalismo económico, el cual estuvo condicionado por el espíritu de bienestar, el progreso intelectual y moral de los

hombres de la época moderna, movido esencialmente por la ideología protestante. (véase a: Max Weber. La ética

protestante y el espíritu del capitalismo, 1977).

303 Margaret E. Crahan. “Religious penetrarion and nationalisar in Cuba: U. S Methodist Activities, 1898 - 1958”, en Revista

Review Interamerican (Interamerican University of Puerto Rico, 1978, p. 205.

304 El edificio era de madera y zinc y situado en la esquina que formaba la calle Becerra (hoy Lucas Ortiz) y Francisco

Varona; en este sitio se construye en 1938 la capilla actual.

305 Es conocida, a través de la prensa local, la labor encomiable de H. R. Moseley junto a su esposa Etma en la Iglesia

Bautista de Las Tunas. El Eco de Tunas, 2 - 3- 1911, p. 2.

306 Un ejemplo de la proyección económica de los misioneros religiosos es el caso de Martwell R. Moseley, el cual adquiere

una finca ganadera de 48 caballerías por valor de $13 500. 00 en la zona noroeste de Bartle, entre la división de Oriente

y Camagüey. En: Protocolo Notarial de José Julio Martínez Díaz. AHPC T. I, acta del 2 - 10 -1911. Véase además: Luis

M. González Peña. Romance Misionero. Vida de Etma O. Moseley. Editorial Bautista “federación” Imprenta Hermanos

Trujillo. Artemisa, 1949, pp. 74 – 81.

307 Antúnez se convirtió en uno de los misioneros más destacados en la región nororiental de Cuba, organizador de

misiones en la década del 20 en: Cueto, Tacámara, Birán, Alto Cedro, Nipe y Guaro, también en Holguín en 1931.

(Biografía del Rev. Joaquín Antúnez. Documento del CBORC (Convención Bautista Oriental de Cuba).

308 El Eco de Tunas, 8 – 9 -1910, p. 3 y 30 -1 -1911, p. 2.

309 La prensa hace alusión a la celebración del 24 de febrero de 1911 en la Iglesia Bautista, y al olvido de esta por las

autoridades del Ayuntamiento y otras instituciones de la ciudad. El Eco de Tunas, 27-2-1911, p. 2.

310 El Eco de Tunas, 5 – 6 - 1911, p. 3.

311 Uno de los atractivos de esta escuela era la enseñanza del idioma inglés, impartidas por la norteamericana y pastora de

la Iglesia Bautista, Alice W. Watson. La dirección estaba a cargo de la profesora de Instrucción Pública, y miembro de dicha

iglesia, Mariana Antúnez Bombí. Eco de Tunas, 4 – 9 -1911, p. 3.

312 Véase: Marcos A. Ramos, 1986. Ob. cit., p. 29.

140


313 Actividades Culturales de la Iglesia Bautista en Las Tunas (memorias). Archivo de la Iglesia Bautista de Las Tunas (1904

- 1940).

314 Es conocido que el padre Salón, de vista eclesiástica en Las Tunas junto al arzobispo Barnada, en ocasión de las

actividades por el inicio de la actividad religiosa en la casa templo católica en 1911, hace una intervención en la que,

por razones de fe, repudia de un modo grosero a los religiosos no católicos. Véase: El Eco de Tunas: 19 -2 -1911, p. 3.

315 El Eco de Tunas, 7 - 3 - 1916, p. 3 y 14 - 4 - 1916, p. 3.

316 El Eco de Tunas, 7 - 11 - 1916, p. 1.

317 En 1925, durante la celebración de la Convención de Bayamo, la sociedad toma el acuerdo de sustituir el término

“señora” por “femeniles”, posibilitando así el aumento de su feligresía. Véase a: Roy Acosta García. Historia y teología

de la convención Bautista de Cuba Oriental. -1898-1960. Tomo 1, 2000, p. 109.

318 La Democracia (No 44, 13 – 11 -1923), informa que hacia la década del 20 la Escuela Dominical alcanzó la cifra de 120

alumnos; por su parte, El Eco de Tunas (31- 10 - 1923, p. 1) informa que, en 1923, tenía 223 alumnos, lo cual

demuestra el abrupto crecimiento.

319 El acontecer de la Iglesia Bautista en Victoria de Las Tunas es publicado con frecuencia en la década del 20 a través del

bisemanario local La Democracia, en su sección “Brisas Evangélicas”.

320 Robert Routhedge. Annual Report of the Borra, 1928, pp. 101 - 102.

321 La separación de la Iglesia Presbiteriana en los del norte y del sur data de mediados del siglo XX hasta 1983, debido a

conflictos entre sus líderes, (Clifton L. Holland. Hacia un sistema de clasificación de grupos religiosos de América

Latina, con un enfoque especial sobre el movimiento protestante, 2004, p. 23, [en línea], [4 - 4 - 2006]. Disponible en:

http://www.prolades.com). En Cuba, a partir de 1918, establecen la unidad funcional. (Marcos A. Ramos, 1986. Ob. cit.,

p. 299; Rafael Cepeda. “Con la cruz: los misioneros norteamericanos en Cuba (1998 - 1958)”, En: Rafael Hernández.

Huellas culturales entre Cuba y los Estados Unidos, 2000, pp. 200 – 201).

322 Marcos Antonio Ramos, 1986, ob. cit., pp. 124 – 127; 202 - 204; 224.

323 La Iglesia Presbiteriana de Canadá se establece en 1875 en North York, Ontario. Véase: Holland Clifton L. Ob. cit.,

p. 24.

324 En entrevistas realizadas a descendientes de colonos canadienses de Bartle se conoce que una parte de los miembros

de este grupo étnico habían sido feligreses de otras denominaciones protestantes, de ahí que algunos no se acogieran

al presbiterianismo; algunos, movidos por la impronta dejada por el trabajo misionero, participan como acto de

formalidad y solo tardíamente se integran.

325 Un folleto publicitario sobre la colonia de Bartle, se refiere a la iglesia Presbiteriana como una de las más espaciosas de

la Isla, donde los cultos tenían lugar los domingos por la noche y transcurrían alrededor de una hora; el local,

funcionaba además, como escuela y lugar de reunión, de ahí que se convirtiera en el espacio social y espiritual más

frecuentado, principalmente por las mujeres, ya que los hombres dedican la mayor parte de su tiempo a las labores

agrícolas o industriales. Cuban Realty Company: Bartle: Her Farm and Fruits, [s.n], 1908, p. 7.

326 Debido al estado de corrupción que generó la segunda intervención norteamericana, los ministros evangélicos emiten un

documento en ocasión del desarrollo de la 3era Convención de la Unión de Ministros Evangélicos (1908), en el que se

solicita al gobierno que “se dicten órdenes oportunas para que se cumpla en cuanto respecta a la prohibición absoluta

del juego de gallos, baraja, rifas, loterías, ruletas, etc., que menoscaban el buen nombre de Cuba que se viene

tolerando” (AHPSC. Exp. Religiones, Legajo 2333).

327 Marcos Antonio Ramos, 1986. Ob. cit., p. 257.

328 Esta denominación en Victoria de Las Tunas, es iniciada por menos de una decena de cubanos de los que figuran:

Marcelino Fernández, Dalmiro Salgado, Antonio León, Mercedes Fernández, Rosa Kelquienes y Eladio Aguilarte en un

local de la calle Lucas Ortiz entre Máximo Gómez y Fernando Suárez, donde con cierta regularidad permanecen hasta

1936; posteriormente crece la membresía. Memorias de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de las Tunas en: Archivo

de esta institución (1931 – actualidad).

329 Archivo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Las Tunas (1931 – actualidad). Libro de actas. véase además:

Marcos Antonio Ramos, 1986. Ob. cit., p. 429.

330 Marcos Antonio Ramos. Nuevo diccionario de religiones, denominaciones y sectas, 1998.

331 En diciembre de 1909, W. Good Fletcher adquiere 82,8 hectárea en asociación con su hermano Lewis, mientras que

Williams Lincoln Holmes, lo hace con 8 hectárea en abril de 1910, ambos en la zona de Bartle. En: Protocolos notariales

de Joaquín Ventura Martínez Díaz, AHPC, Tomo I, acta del 21 - 12 -1909 y Tomo II, acta del 5 - 4 - 1910. Véase

además: Sterling. A. Neblett. Historia de la Iglesia Metodista en Cuba, 1973, pp. 51- 53.

332 Sterling A. Neblett: Methodist’s First Fifty Years in Cuba, Asbury Press, Kentucky, 1976, p. 94; Times of Cuba, Vol.3, no.

4, 1915, p. 39.

141


333 Sara Fernández, originaria de Tampa y con nacionalidad cubana, desarrolla una amplia labor durante años, en

asentamientos poblacionales como Arroyo el Muerto, La Ceiba y Calixto; esta es la razón por la cual, se extiende el metodismo

en el territorio de Majibacoa, hasta sobrepasar, solo en Omaja, los 60 prosélitos en la década del 30. (AHPSC. Iglesias, legajo

769). Según el investigador Alejandro Torres, en Omaja, junto a la Iglesia Metodista Episcopal del Sur existía una congregación

de esta denominación de inmigrantes de origen jamaicano, que inicialmente tuvieron una línea independiente por razones

lingüísticas, pero posteriormente fueron absorbidas. (Véase: Alejandro Torres Gómez de Cádiz. Protestantismo y sociedad en el

Holguín republicano (2008), p. 54). Otra de las peculiaridades que distingue la institución religiosa es la instalación de un

dispensario médico, a través del cual el trabajo misionero adquiere también una carácter asistencial.

334 El enterramiento, a diferencia de la tradición hispánica, los anglosajones colocan el ataúd directamente en la tierra,

según su interpretación de las escrituras “para que el hombre regrese al polvo de donde fue levantado”. Los velatorios

se efectuaban en el horario fijado por los familiares y en los entierros asistían como obligación moral la mayoría de los

miembros de la comunidad anglosajona, y otras personas movidas, especialmente, por vínculos laborales o afectivos.

El traslado de las cajas mortuorias hasta el cementerio se efectuaba en carreta o carretón. Según Jaime Sarusky, en

Omaja se habilitó como carro fúnebre un coche tirado por caballos, la cual fue adquirida con el concurso de un

patronato de damas norteamericanas. Véase: Jaime Sarusky. Los Fantasmas de Omaja, 1986, p. 19.

335 En los cementerios de estas localidades se conservan varias tumbas de inmigrantes anglosajones, convertidas en

patrimonio monumental etnocomunitario; constituyen además, pruebas que evidencian la presencia de estos grupos

étnicos. Según datos del Registro de Defunciones de los barrios Antonio Machado y el de Omaja, de 1916 a 1924,

fallecieron 13 ciudadanos de origen anglosajón en Bartle y 15 en Omaja. Las cifras son imprecisas, pues no se

disponen datos oficiales de 1902 a 1915 al no existir este tipo de registro en dichas alcaldías de barrio; es posible que

aparezca algún fallecido registrado en barrios aledaños como el de Ojo de Agua y el del Oriente, así como nuevos

hallazgos en dichos cementerios.

336 Gaceta de La Habana, diciembre de 1899, pp. 1144 – 1146.

337 Véase: Jaime Sarusky. Ob. cit., 1986, p. 17 y The Cuba Magazine. Vol. 1, october, 1910, pp. 4 – 7.

338 En 1909 Omaja tenía una población de 263 habitantes, en su mayoría norteamericanos; de ahí que la población escolar

fuera de niños estadounidenses y cubanos.

339 Testimonio de Felicidad González, residente en Omaja (2001).

340 Wright 1910 a., pp 427 - 428; The Times of Cuba. Vol. 2, no. 7, 1914, p. 46.

341 El Eco de Tunas, No. 13, 1914 y No 22, 1915.

342 No se sabe exactamente por cuanto tiempo se mantiene esta situación, lo cierto es que todavía en 1918 el maestro es

norteamericano e imparte las clases en su idioma natal. Véase: Guía de Directorios de la Isla de Cuba, 1918, p. 629.

343 Véase a: Marcos Antonio Ramos. Ob. cit., 1986, p. 318.

344 Entrevista realizada por periodistas del bisemanario El Eco de Tunas al director de esta escuela, el 26 de octubre de

1911.

345 Documento Iglesia Metodista. Véase además: Alejandro Torres. Ob. cit., pp. 70 – 71.

346 El local de la escuela funcionó también como capilla. Véase: Luis M. González Peña, 1949. Ob. cit., p. 74.

347 Después de Charles J. Foster fueron directores del colegio de Bartle, G. T. Vore, C. L. Pohle y J. D. Levingston; hasta

1931 están a cargo del mismo: J. S. Marshall, F. G. Drachenberg, R. L. Jacobs, Walton J. Brown. (Véase a: Marcos

Antonio Ramos, 1986, ob. cit., p. 431.

348 En entrevistas realizadas se constata que 15 cubanos de la comunidad de Bartle estudiaron en este colegio, entre ellos:

Melva Mansolo, las hermanas Enma y Amelia Cañizares Zayas, los hermanos Alberto, Octavio y Mirtha Sánchez.

349 Oriente. Propaganda Comercial y de Turismo, 1938 - 1939.

350 El plan de estudio en el Colegio Adventista de Las Antillas estaba conformado por: el Curso normal en el que se imparte

Aritmética, Lenguaje, Estudio de la naturaleza, Educación para la salud, Moral y Cívica, Agricultura, Historia y Geografía

de Cuba; en el nivel medio: Música, Inglés, Castellano, Gramática Latina, Historia Sagrada, Historia Universal y

Matemática.

351 Muestra del alcance y organización de este colegio fueron las instalaciones complementarias como: lechería, fábrica de

productos en conservas, finca agrícola y tejar para fabricar ladrillos en la que laboraban los estudiantes. Estas

generaron parte del financiamiento para el sustento de la institución.

352 José Vega Suñol, 1991, ob. cit, pp. 141 - 142.

353 Reinerio Lorenzo Toledo. El fracaso de una ideología. Quiebra de una ideología burguesa en Cuba, 1991, p. 96.

354 A partir de 1933 y hasta 1939 se gradúan en el seminario del “Colegio Adventista de Las Antillas”: Miguel Vázquez

(primer graduado; es uno de los primeros en presidir la iglesia en Cuba), Juan Bautista Sales, Jaime Zaragoza,

Enmanuel Pupo, el pastor Broche, Ignacio Vázquez, Reinaldo del Sol, Rufino Vázquez, Emilio Girado, Isacio Mateo

142


Vázquez, Eladio Ceballos, Valeriano Vázquez, José Hernández y Pedro de Armas, entre otros. Algunos de estos eran

obreros laicos antes de este período. (Véase a: Marcos Antonio Ramos, 1986. Ob. cit., p. 429).

355 De los graduados en el Seminario Adventista de Bartle se destacan en su labor evangélica en la región nororiental de

Cuba Enmanuel Pupo en Holguín (1937) y Jaime Zaragoza, este último, primer pastor de la iglesia fundada en la ciudad

de Holguín en 1938, también desarrolló labor en esta área Ignacio Vázquez. (Datos ofrecidos por Rodolfo Sánchez.

Historiador de esta denominación en Holguín. Véase además: Alejandro Torres. Ob. cit., pp. 56 – 57, 101).

356 Véase a: Leonardo Acosta. Música y descolonización, 1982, p. 199.

357 Se reproducen obras británicas basadas en escritos bíblicos, como las de Ralph Vaughan Williams (1872 -1958); de igual

modo, las canciones populares para coros del compositor norteamericano Charles Edward Ives (1874-1954); aunque,

las interpretaciones se caracterizaron por la homofonía y el acompañamiento instrumental de poco rigor en la textura.

358 Véase: Percy A. Scholes. Diccionario OXFORD de la música. Tomo II, 1981, p. 356.

359 Véase: Leonardo Acosta. “Interinfluencias y confluencias en la música popular de Cuba y de los Estados Unidos”. En:

Rafael Hernández [et al]. Culturas encontradas: Cuba y los Estados Unidos, 2001, pp. 33 - 42.

360 El Día de Acción de Gracias se celebró por vez primera en Nueva Inglaterra, por los colonos puritanos, en 1620

proclamado por el gobernador William Bradford y ratificada por el presidente Lincoln en 1863, de esta forma devino

fiesta nacional de Estados Unidos, extendiéndose a Canadá. Inicialmente se celebraba después de la cosecha, luego el

cuarto jueves de noviembre en Estados Unidos y el segundo lunes de octubre en Canadá. En Cuba, John R. Brooke la

decretó como fecha festiva a celebrarse el 30 de noviembre (Véase: Major General John R. Brooke. Ob. cit., p. 452).

Según información de varios testimoniantes, esta celebración en las comunidades agrícolas anglosajonas de la franja

central de Las Tunas se desarrollaba con motivo a la culminación de la cosecha del grapefruit, fecha en que se

organizaba una cena especial.

361 En Omaja y en Bartle se establecieron salones de juego y bar, en los cuales se introducen los juegos de billar, póquer,

las cartas, el crap, parchís y dama inglesa, los cuales ampliaron las opciones de juego en el escenario rural.

362 El periódico El Eco de Tunas se refiere a la espectacularidad de los encuentros beisboleros entre norteamericanos y

cubanos en el patio del Instituto Pinson de Bartle (El Eco de Tunas, 12 de marzo de 1911). Según información oral de

Luis Galano Torres -2001-, historiador local, este hecho ocurre también en la Plaza Cristina (actual Parque Maceo),

Ciudad de Victoria de Las Tunas.

363 Dentro de los términos y semántica inglesa, se destacan: pitcher, short stop, hit, oulfield, outfielder, fair, fly, catcher,

home plate, infield, fielders, double play y triple play. Con el decursar del tiempo, estos elementos etnolingüísticos son

aceptados en su expresión españolizada, ejemplo: pichear, quechear, ponchar y batear. Para ampliar sobre este

respecto puede consultarse a: Louis A. Pérez Jr. Ser cubano. Identidad, nacionalidad y cultura, 2006, p. 380; Carlos E.

Reig Romero. Para una historia de los deportes en Cuba (1800-1899), 2007, p. 31.

364 Según Enues Montes, historiador de esta localidad, se convirtió en uno de los espectáculos sociales, de mayor notoriedad,

protagonizado especialmente por la juventud estadounidense durante la temporada de verano.

365 The Times of Cuba, Vol. 20, no. 5, mayo de 1932, pp. 50 - 51

366 Deportes. Legajo 18, expediente 2. Fondo privado Quesada - Montero. Bartle, Las Tunas.

367 Testimonio de Jaime Corby (barbadense), empleado de familia anglosajona. 19 - 2 - 1975. Deportes. Legajo 18,

expediente 3. Fondo privado Quesada - Montero. Bartle, Las Tunas.

368 Según estudio realizado por José Vega Suñol, esta asociación fue creada en 1908. Véase: José Vega Suñol. “Notas

para una historia de las sociedades de instrucción y recreo en la región de Holguín”. En: Región e Identidad, 2002, p.

138.

369 The Times of Cuba, Vol. 2, 1910.

370 Según información oral de algunos descendientes de anglosajones, eran leídos y comentados en los recintos de las

sociedades, también en los hogares, reconocidos escritores estadounidenses como Benjamín Franklin (1706 - 1790),

Héctor St. John de Crevecoeur (1735 - 1813), Meriwether Lewis (1774 - 1809), Washington Irving (1789 - 1859), James

Fenimore Cooper (1789 - 1815), Edgar Allan Poe (1809 - 1849), Harriet Beecher Store ( 1811 - 1896), Jacr London

(1876 - 1916), Theodore Dreiser (1871 - 1945); de igual modo, obras de escritores anglocanadienses como Chandler

Haliburton (1796 - 1865) y Oliver Goldsmith (1794 - 1861), Isabella Valancy (1856 - 1887), William Kirby (1817 - 1906) y

Archibald Lampman (1861 - 1899).

371 La liga fue nombrada como Epworth en recordación a la rectoría de este lugar ubicada en Lincolnshire, condado situado

al este de Inglaterra, donde nace John Wesley, teólogo y predicador inglés fundador del metodismo.

372 Cuban Realty Company. Bartle; Her Faros and Fruit, 1908.

373 Cuba Magazine. Vol. 3 (7), 1912, pp. 392 – 401.

143


374 Sobre actos de violencia en las colonias de Isla de Pinos se refiere Irene Wright. Isle of Pines, La Habana, 1910, p. 32;

de la misma autora Cuba, Macmillan, Nueva York, 1910, p. 321.

375 En Bartle se establece un subpuesto de la Guardia Rural, el 23 de enero de 1914, al mando del cabo Ignacio Naranjo.

En Omaja se designa un agente de la autoridad.

376 La presentación de películas norteamericanas hacia mediados de la segunda década y más aún, con el cine sonoro a

partir de finales de la década del 20, con filmes como The Mark of Zorro (La Marca del Zorro) y Frankenstein, fijan en

los cubanos elementos de la cultura de ese país, especialmente el culto a la propiedad privada, el individualismo y la

exaltación del modo de vida.

377 Central telefónica en la comunidad de Omaja, asociada a la comercialización de cítricos.

378 El sitio donde se erige el poblado de Bartle era conocido como La legua, el área donde se funda la comunidad de Omaja

se nombra Majibacoa. En cuanto a Lebanon, es otra de las marcas etnolingüísticas que comienza a ser castellanizada

por los cubanos hasta quedar como Lebanón.

379 Se ha localizado solo una finca con nombre en inglés: Ontario, en la zona de Bartle. Hasta principio de la década del 40 se

conserva casi intacto el nombramiento de las parcelas con números o letras, así constan en los mapas de la época.

Véase plano del municipio de Victoria de Las Tunas, Dirección general del censo de 1943.

380 En la comunidad de Bartle y en Las Tunas se localizan algunos casos, ello es debido a varios factores: la llegada de los

inmigrantes norteamericanos, canadienses e ingleses integrados en familia a diferencia del resto de los grupos étnicos en la

región, el equilibrio en cuanto a la composición por sexos, así como la exclusión mutua de las pertenencias culturales y

concepciones raciales, evidenciadas a través de la expresión “el cubano a la cubana”. Algunos estudios etnohistóricos en

Cuba revelan este comportamiento. Véase a: José Vega Suñol., 1991. Ob. cit., pp. 84 - 85; Jesús Guanche Pérez.

Componentes étnicos de la nación cubana, 1996, pp. 108 - 109.

381 La descendencia étnica resultante entre cubanas y la población anglosajona ocurren con cuatro norteamericanos, un canadiense

y un inglés. En Bartle el inglés Frank Haward contrae matrimonio con la cubana Ana María Hernández, quienes tienen

un hijo; de los norteamericanos, Daniel Mansolo, contrae matrimonio con María Comendador, los que tienen cinco hijos

(dos hebras y tres varones); Jn. Crosby, contrae nupcias con Remedio Hernández y tienen cuatro hijos (dos hembras y

dos varones); Joel Lamar Breton, se casa con Gloria Lerma y tienen tres hijos; Francisco Power contrae matrimonio con

Rufina Riquene y tienen cuatro hijos (dos hembras y dos varones); el canadiense Sydney Young contrae matrimonio

con la canadiense Mary Evelin Agnes Oliphant, tienen dos hijos, uno de ellos contrae matrimonio cuatro veces con

cubanas, con las cuales deja descendencia (ocho hijos en total). En la actualidad existe un número considerable de

descendientes (nietos, bisnietos y tataranietos).

382 Los conflictos entre colonizadores y lugareños en torno a la legitimidad de estos nombres tienen una profunda

significación, hasta el punto que trasciende hasta la actualidad a través de la tradición oral, con una dosis de la

imaginería popular, que expresa la manera en que se asimila o interpreta la cultura anglosajona.

383 Una de las obras emblemáticas de la colonización, fruto de la conservación y restauración, es la antigua estación de

ferrocarril de la comunidad de Bartle; en Las Tunas, parte de los restos de la nombrada popularmente como Casa Piedra,

aunque ambas edificaciones rompen con la uniformidad de la tipología propia de los asentamientos agrícolas comunitarios, ellas

representa símbolos de poder de las compañías anglosajonas.

384 En la actualidad prevalece el gusto por los potajes y guisados de frijoles, preferiblemente rojos, como reflejo de las

antiguas normas de comercialización y consumo establecidas por la población anglosajona.

385 El trabajo etnográfico realizado en la comunidad de Bartle, aproxima al autor a la confirmación de que una de las razones

antropológicas de la acentuada intolerancia moral en cuanto a la rigidez en asuntos sexuales, se debe en parte, a la

transferencia de la conducta de los canadienses, resultante de la influencia del evangelismo y el puritanismo, aspecto

que debe continuarse profundizando, desde otras aristas, en futuras investigaciones.

386 De las composiciones antiguas se destacan las melodías pertenecientes a salmos e himnos religiosos, así como

canciones populares para coro del compositor Charles Edgard Ives (1874 -1954). Aún se conservan documentos –

reproducciones- de himnos británicos basadas en textos bíblicos, introducidos en la zona desde principios del siglo XX,

que a decir de algunos de los feligreses, se entonan con el ritmo melódico que les imprimió Ralph Vaughan (1872 -

1958). Véase además: Himnario evangélico. Habana, Imprenta H. C. Maron, 1964; Hipólito Reyes Cotto. Conferencias

del reverendo H. Cotto Reyes y colección de himnos especiales para las iglesias evangélicas. Santiago de Cuba,

Tipografía Arroyo, 1931.

387 De las variantes del juego de pelota se distinguen: “las cuatro esquinas”, “el caminado” y “dos bases”. También, la amplia

y diversa creatividad de la población reflejada en el lenguaje deportivo autóctono, extendidos en toda la isla a través de

fraseologismos como: “estar en tres y dos”, “coger fuera de base”, “irse en blanco” y “esconder la bola”.

144


388 De los proverbios más comunes en la población de estas comunidades figuran: “un camino de mil millas comienza con

un paso”, “Todo es posible para aquel que lo considere tal”, “Una experiencia nunca es un fracaso, pues viene a

demostrar algo”, “si quieres miel no des puntapié sobre la colmena”, “no es negocio vender hielo a los esquimales”, o el

inglés “cuando apuntas con un dedo, recuerda que los otros tres te señalan a ti”; también los de origen bíblico. Para

ampliar sobre estos últimos véase: Warren W. Wiersbe. Seamos sabios. Proverbios. Editorial Portavoz, Miichigan, 2002.

389 En los descendientes de la tercera y cuarta generación, se ha producido un deterioro en la transmisión cultural, que se

expresa en la pérdida de la memoria histórica. Estos matrimonios muestran nuevos comportamientos culturales como

expresión del enlace conyugal y la influencia de la cultura cubana, que supone una conciencia diferenciadora de sus

componentes originarios.

390 Algunos ciudadanos procedentes de Canadá, agrupados en brigadas de solidaridad y amistad, han establecido

intercambio con estas localidades favorecidos por el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos (ICAP), tal es el caso

del Proyecto Canadá a través del cual se fortalecen las relaciones sobre la base de los vínculos histórico-culturales

entre ambos países.

391 En una parte de los habitantes de estas comunidades relacionan el pasado de las mismas con la imaginística hollywoodense

representada en las películas del Oeste, proyectadas desde la década del 30; algunos, como resultado de factores históricos

que permanecen en la memoria colectiva, y que se transmiten de forma generacional, estigmatizan a los colonos anglosajones

identificándolos como norteamericanos ignorando a los canadienses e ingleses.

145


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- Fondo Juzgado de Primera Instancia de Bayamo: expediente del juicio de deslinde de la hacienda

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No 19.

Fondo privado Quesada - Montero. Bartle, Las Tunas.

148


- Arquitectura: (años 1902 – 1959). Legajo 5, expedientes 13 y 16.

- Biografías de inmigrantes anglosajones. Legajo 3, expediente 1; legajo 23, expediente 31.

- Compañías extranjeras (años 1905 – 1940). Legajo 3, expediente 23.

- Defunciones barrio Antonio Machado. Legajo 9, expedientes 1 y 3.

- Deportes. Legajo 18, expediente 1 al 3.

- Desalojos campesinos. Legajo 11, expediente 7.

- Educación. Escuelas privadas (años 1902 -1939). Legajo 4, expediente 30; legajo 23, expediente 26.

- Fotos. Legajo 17, expedientes 1 al 26.

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- Industria maderera y su manufactura (años 1905 – 1948). Legajo 3, expedientes 3, 10, 11, 12 y 13; legajo

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- Inmigración (años 1905 – 1943). Legajo 2, expedientes 1 al 16 y 24; legajo 23, expedientes 31 y 33.

- Planos y mapas: Legajo 2, expedientes 19 y 20; legajo 15, expedientes 4, 9, 10, 27, 28, 29 y 34.

- Sumarios hipotecarios: Legajo 3 expediente 100 (1923), expediente 104 (1927), expediente 137 (1927),

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caja 68, fichero Palmillas.

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- Documentos: Cartas, fotos.

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- Archivo de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Las Tunas (1931 – actualidad). Libro de actas, fotos,

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Referidos al período 1700-1867, donados por el historiador holguinero José A. García Castañeda al

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reformado por el Sr. Teniente Gobernador sobre caminos para que se corrija ó acometa lo que fuera

necesario, y del período 1901 – 1982, procedentes del antiguo Ayuntamiento, los documentos referidos a

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- Carmenate González, José. Residente en Bartle desde 1908. 29 - 2 -1989.

- Casanova Parga, Maximino. Empleado de colono norteamericano. 12 - 6 - 1974.

- Corby, Jaime. Empleado de la familia canadiense Bull. 19 - 2 - 1975.

- Cruz, Daniel. Pequeño agricultor. 11 - 8 -1992.

174


- Deere, Carmen Diana. Profesora, investigadora y escritora canadiense de la universidad de la Florida,

EE.UU., que ha incursionado en el tema de la colonización en Cuba. 14 - 5 - 2006.

- Galano Torres, Luis. Abogado en Registro de la Propiedad de Victoria de Las Tunas. 1-2-1999.

- García del Pino, César. Investigador, La Habana. 2 - 5 - 1999.

- González, Delfín. Cubano residente en Omaja desde su fundación. 3-1-1994.

- González Velásquez, Felicidad. residente en Omaja. 11 - 10 - 2001.

- Leasure Batista, McDalia Rosa, bordadora cubana de renombre en la época, hija de uno de los

matrimonios entre cubana y estadounidense en Bartle.

- Ligno, Ángel. Pequeño agricultor. 17 -11 - 1975.

- Marrero Zaldívar, Víctor Manuel. Historiador de la ciudad de Las Tunas. 12 -11 -2002.

- Montes Moreno, Enues. Historiador del poblado de Omaja. 13 - 6 -2005.

- Morell Oppom, Jesús. Cubano residente en Omaja desde la década de 1920. 5 - 4 -2004.

- Power Torres, Elio Enrique. Descendiente de norteamericano. Las Tunas, 2010.

- Ramírez, Fermín. Residente en Bartle desde 1917. 13 -1 -1972.

- Reyes González, Eulalio. Pequeño agricultor de Omaja. 6 -3 -1987.

- Rodríguez Santos, Jesús. Nacido en Bartle en 1911. 7-2 -1991.

- Smith, Jorge. Jamaicano residente en Bartle desde la década de 1920. 5 - 8 -1990.

- Verdecie Pérez, Pedro. Abogado. Victoria de Las Tunas. 2 - 2 -1999.

- Yglesia Martínez, Teresita. Investigadora y escritora. 10 - 5 -1999.

- Young, Lancy y Raúl Young. Descendientes de inmigrante canadiense. 15 - 7- 1975.

175


ANEXO: 1

EXPORTACIÓN DE TORONJAS DE CUBA Y OTROS PAÍSES A ESTADOS UNIDOS (1904-1940)

De otros países

De Cuba

Año

Cajas de 42,5 lib. Precio por caja Cajas de 42,5 lib. Precio por caja

(50 unidades c/u) (dólar)

(50 unidades c/u) (dólar)

1904 210 441 0.88 190 0.42

1905 39 044 0.96 250 0.70

1906 46 059 0.85 5 271 1.13

1907 44 985 0.89 10 542 1.04

1908 115 297 0.86 40 759 0.75

1909 97 375 0.39 58 957 0.54

1910 134 261 0.68 88 250 0.55

1911 130 178 0.78 77 973 0.64

1912 254 058 0.79 180 973 1.51

1913 191 742 0.76 154 091 0.69

1914 492 984 0.58 414 580 0.55

1915 53 750 0.55 511 611 0.54

1916 680 435 0.64 611 779 0.66

1917 739 769 0.73 691 6 53 0.73

1918 368 143 0.88 324 108 0.88

1919 570 997 1.07 530 426 1.05

1920 427 202 1.47 405 210 1.48

1921 437 870 1.38 424 115 1.40

1922 1 105 646 5.88 10 746 39 0.57

1923 359 116 1.30 352 674 1.31

1924 366 188 1.38 364 170 1.38

1925 320 084 1.30 312 281 1.30

1926 419 533 1.27 415 436 1.27

1927 20 537 1.21 17 639 0.96

1928 179 178 1.11 169 972 1.10

1929 168 556 0.90 166 934 0.90

1930 283 360 1.07 282 134 1.07

1931 210 750 0.99 210 057 0.99

1932 167 090 0.99 167 089 0.99

1933 53 337 0.82 53 336 0.82

1934 179 893 0.70 179 831 0.70

1935 92 090 0.72 91 307 0.72

1936 98 647 0.70 197 727 0.70

1937 204 563 0.52 203 286 0.52

1938 95846 0.52 95 806 0.51

1939 106 587 0.52 106 566 0.52

1940 301 950 0.62 285 244 0.62

Nota: Los datos referidos al volumen de frutas exportadas aparecen expresados en el original, en libras; aquí se hace la

conversión en cajas de 42,5 libras de 50 unidades cada una, lo cual permite un mayor nivel de compresión de los

análisis derivados de los mismos.

Fuente: Datos extraídos de: United States, Department of Commerce, United States Foreign Trade and Navigation

(Washington, D. C., United States Government Priting House, various years).


ANEXO: 2

Inmigrantes anglosajones que se asientan en la franja central de Las Tunas

N. Períodos Cantidad de

inmigrantes

1 1905 –1906

5

2 1907 – 1911

161

3 1912 -1922

21

4 1923 – 1935

20

5 1936 - …….

6

Desconocido

51

% % acumulado

1,9

61

8

7,6

2,3

19,3

1,9

62,9

70,8

78,4

80,7

100

Total

264

100

200

50

40

Cantidad de inmigrantes

100

0

1

2

Por períodos

3

4

5

Cantidad de inmigrantes

Nota: La muestra selecciona es intencional utilizándose como criterio los inmigrantes que adquirieron tierras.

30

20

10

Fuente: Elaboración propia a partir de la información obtenida en los protocolos notariales de los Archivos

Históricos de: Holguín, Las Tunas y Camagüey, de los períodos consignados.

0

1905

1907

Años

1909

1911

1913

1916

1919

1923

1927

1929

1932

1935

1942

1946


ANEXO: 3

Inmigrantes procedentes de Estados Unidos de Norteamérica en la franja central de Las Tunas, entre

1905 y 1935 (según la muestra seleccionada)

N. Estados Cantidad %

1 Alabama 1 0,9

2 Arkansas 1 0,9

3 California 3 2,8

4 Carolina del Norte 3 2,8

5 Carolina del Sur 4 3,7

6 Colorado 4 3,7

7 Dakota del Norte 3 2,8

8 Dakota del Sur 3 2,8

9 Delaware 1 0,9

10 Florida 3 2,8

11 Georgia 3 2,8

12 Illinois 3 2,8

13 Indiana 7 6,5

14 Kansas 1 0,9

15 Kentucky 1 0,9

16 Iowa 5 4,6

17 Luisiana 1 0,9

18 Maryland 2 1,9

19 Massachussets 3 2,8

20 Michigan 9 8,4

21 Missouri 3 2,8

22 N. Jersey 1 0,9

23 N. York 7 6,5

24 Nebraska 7 6,5

25 Ohio 5 4,6

26 Pennsylvania 5 4,7

27 Tennesse 3 2,8

28 Texas 4 3,7

29 Virginia Oriental 1 0,9

30 Virginia Occidental 1 0,9

31 Washington 3 2,8

32 Wisconsin 6 5,6

Total 108 100

Fuente: Elaboración propia a partir de la información obtenida en los protocolos notariales

localizados en los Archivos Históricos de: Holguín, Las Tunas y Camagüey.


ANEXO: 4

Comportamiento por oficios de la inmigración anglosajona de la comunidad de Bartle en el

momento en que adquieren propiedades en la zona

Oficios Cantidad %

abogado

agricultor

albañil

arquitecto

carpintero

cirujano dentista

comerciante

contratista

ejecutivo

empleado

empresario

herrero

ingeniero

jardinero

maestro de obra

mecánico

médico

médico cirujano

ministro del culto

obrero industrial

periodista

sastre

tenedor de libros

veterinario

zapatero

2

14

2

1

9

1

10

1

3

2

8

1

2

1

1

2

1

3

3

7

2

1

1

1

1

2,5

17,5

2,5

1,3

11,3

1,3

12,5

1,3

3,8

2,5

10,0

1,3

2,5

1,3

1,3

2,5

1,3

3,8

3,8

8,8

2,5

1,3

1,3

1,3

1,3

Total

80

100

Nota: La muestra se determinó intencionalmente con todos los inmigrantes anglosajones que adquieren

propiedades en la zona de Bartle y en cuyas actas de compra venta se registra la variable oficio.

Fuente: Elaboración propia a partir de la información obtenida en los protocolos notariales de los Archivos

Históricos de: Holguín, Las Tunas y Camagüey.


ANEXO: 5

Compañías que producen, procesan o comercializan cítricos en la franja central de Las Tunas

Compañías inversionistas

Cuban Land Loan and Title Guarantee

Company (Ilinois)

Company Youngstown (Ohio)

Zona de

inversión

Nota: las cifras expresadas en hectáreas aparecen en las fuentes en acres.

Fuentes: Elaboración propia a partir de la información obtenida en: Cuba Magazine, Vol.1, 4 -7 october (1909);

Cuba Review, Vol. 7, no. 5, p.27; (1909); The Times of Cuba, Vol. 2, no. 7, julio (1914), Vol.2, no. 10, p.46,

Octubre (1914), Vol 3, no. 1, pp. 47-48, enero (1915), y Vol. 3, no. 9, p.54, septiembre (1915), p. 39; Louis A.

Pérez. Ob. Cit., p. 249-250; Irene Wright (1910ª, p. 428-431); Juzgado de Primera Instancia de Camagüey,

actas No. 209 (15-12-1909), No. 247 (10-4-1916),t.2 del notario Joaquín Venturas Díaz; acta No. 277, t.3 del

José Julio Martínez Díaz; del notarioNicolá E. Villoch y Martínez, T.1, escritura no. 44, (28 - 3 -1910), AHPLT.

Año

Tierras

adquiridas

(ha)

Tipo de actividad

Las Arenas 1903 - Producción de cítricos

(varios)

V. de Las 1904 - Producción de toronjas

Tunas

Bartle 1905 10 004 Bienes raíces, producción

y procesamiento de cítricos

Cuban Realty Company Limited

(Toronto, Canadá)

Buenavista Fruit Company (Boston) Omaja 1909 520 Producción y

procesamiento de toronjas

Bartle Development Company Bartle 1909 67,6 Producción de cítricos

(varios)

East Cuban Development Company Las Arenas 1910 5 002 Producción y

procesamiento de cítricos

Cuban Development Company

(Detroit)

Omaja 1912 - Producción de cítricos y

vivero

Curran-Robertson Company

V. de Las

Tunas

1916 - Comercialización de

cítricos

Kimprin Fruti Company limited Bartle 1923 - Producción de toronjas

Orange Park

V. de Las - - Producción cítricos (varios)

Tunas

Las Tunas Realty Company

V. de Las

Tunas

1908 3542,3 Producción de cítricos

(varios)

Las Tunas Fruit Citrus Company V. de Las

Tunas

1910 30 Producción y

comercialización de

limones

Eastern Cuba Plantation Company El Oriente - - Producción de cítricos

(varios)

Comstock Grapefruit Company V. de Las

Tunas

- 400 Producción y

procesamiento de cítricos


ANEXO: 6

Colonos individuales que adquieren tierras en la zona de Bartle de 1905 a 1958

Periodos

1905 – 1906

Pequeños

colonos

(pobres)

Menos

de 6.1 ha

-

% Colonos

medios

De 6.5 a

16.2 ha

-

1

% Colonos

grandes.

De 16.6 a

388.5ha

1.0

1

% Colonos

terratenientes

404.7

ó más ha

3.6 -

% Total %

- 2 1.2

1907 – 1911

12

70.6

78

78.8

17

60.7

6

66.6

113

73.4

1912 – 1922

2

11.8

9

9.0

6

21.4

3

33.3

20

13.0

1923 – 1935

3

17.6

9

9.0

3

10.7

-

-

15

9.7

1936 - 1958

-

-

2

2.0

1

3.6

-

-

3

1.9

Total

17

99

28

9

153

100

Nota: Los datos se derivan del estudio sobre las tierras adquiridas por extranjeros de la antigua hacienda

Rompe en la zona de Bartle; este es realizado sobre la base de una muestra intencional de 154

compra ventas encontradas en los protocolos notariales de los archivos históricos provinciales de

Camagüey y Las Tunas, durante los períodos consignados. Los cuatro grupos fueron determinados a

partir del ingreso anual por cantidad de hectáreas cultivadas. Por cada 0.40 ha se cultivan

aproximadamente 65 árboles de cítricos, de los cuales se obtiene por cada uno, en un nivel medio del

desarrollo de la planta, unos 110 frutos actos para la exportación. En 0.40 ha. se pueden producir 7150

frutos actos para la exportación, equivalente a 143 cajas de 50 unidades cada una, con un precio

promedio en el mercado de $ 0.86, equivalente a $ 307 por cada hectárea cultivada. Se tuvieron

además en este análisis, las condiciones para el cultivo. Los índices fueron determinados a partir del

análisis de: Carlos Borroto Nordelo y Aníbal Borroto de la Torre. Citricultura Tropical. T.1. Ediciones

ENPES, La Habana, 1991, además de la consulta a especialistas en agronomía sobre este cultivo de la

Universidad de Las Tunas.


ANEXO: 7

Colonos terratenientes y compañías latifundistas en la rama citrícola en la franja central de Las Tunas

(1904-1912)

Propietarios Localización Año Total de

tierras

(hectáreas)

The Youngstown Castle Co.*

V. de Las Tunas 1904 1 345

Darlington E. Kerr

Omaja

1907 1 600,65

John Stuart

Bartle

1908 390,6

Charles J. Ross y Harvey H

Bartle

1909 1 600,65

Buenavista Fruit Company

Omaja

1909 919,17

J. K. Comstock

V. de Las Tunas 1910 406,19

East Cuban Development Co.

Las Arenas 1910 5 070,65

Hartwell R. Moseley

Bartle

1911 645,6

Charles Richard Burford**

Las Coloradas 1911 1 667,8

Walter S. Thompson

Las Coloradas 1911 484,2

Charles M. Milligan

V. de Las Tunas 1912 393,96

Williams Herman Crowder

Bartle

1912 1 371,9

%

8,8

10,5

2,5

10,5

6,0

2,7

33,1

4,2

10,9

3,1

2,6

9,0

Total

15 796,37

100

Nota: La nomenclatura de clasificación de los latifundios que se propone, solo para este estudio, es la siguiente:

pequeños (de 390 a 900 hectáreas), medianos (de 901 a 1500 hectáreas) y grandes (más de 1 500

hectáreas).

* Esta compañía vende en 1908 sus propiedades a Las Tunas Realty Company.

** Esta propiedad fue adquirida por Burford entre 1906 y 1911 y vendida en julio de 1911 a Frank Lionbeart

Pfeufer.

Fuente: Elaboración propia a partir de la información extraída de los protocolos notariales correspondientes a

estos períodos de los Archivos Históricos Provinciales de Camagüey, Las Tunas y Holguín.


ANEXO: 8

Tierras ocupadas por colonos en Omaja y Bartle durante las tres primeras décadas del siglo XX

OMAJA

1

Cantidad de tierras por

rangos (ha)

De 0,1 ha. a 6, 07 ha.

Total de colonos

por rangos

31

% Total de

tierras (ha)

por rangos

37,8 105,2

%

1,9

2

De 6, 5 ha. a 16,2 ha.

22

26,8

221,42

4

3

De 16, 20 ha. a 390 ha.

28

34,1

1 398,55

24,9

4

De 390,1 ha. y más

1

1,2

3 884,45

69,2

Total

82

100

5 609,62

100

Fuente: Elaboración propia a partir de la información obtenida en: Fondo 70 Alcaldía y Ayuntamiento.

Tesorería (Fincas rústicas). Libro índice de fincas rústicas. AHPH.

BARTLE

1

Cantidad de tierras por

rangos (ha)

De 0,1 ha. a 6, 07 ha.

Total de colonos

por rangos

17

% Total de

tierras (ha)

por rangos

11,5 62,2

%

0,47

2

De 6, 5 ha. a 16,2 ha.

99

66,9

1 778

13,23

3

De 16, 20 ha. a 390 ha.

26

17,6

2 127,5

15,83

4

De 390,1 ha. y más

6

4,1

9 471,4

70,47

Total

148

100

23 440,1

100

Fuente: Elaboración propia a partir de la información obtenida en los protocolos notariales

correspondientes a estos períodos de los Archivos Históricos Provinciales de Camagüey y Las

Tunas.


ANEXO: 9

Comportamiento de las ventas de tierras por parte de los colonos anglosajones de 1905 a 1958

Periodos

1905 -1906

1907 -1911

1912 -1922

1923 -1935

1936- 1958

Total

Total de

ventas a

españoles

-

1

7

9

1

18

% Total de

ventas a

cubanos

-

5,5

39

50

5,5

100

-

-

12

19

2

33

% Total

gral.

-

-

36,4

57,6

6,1

100

-

1

19

28

3

51

%

-

2,0

37,3

55,0

5,9

100

Periodos

1905 -1906

1907 -1911

1912 -1922

1923 -1935

1936- 1958

Total

Total

de ventas

a jamaicanos

-

1

1

1

-

3

%

-

33,3

33,3

33,3

-

100

Periodos

1905 -1906

1907 -1911

1912 -1922

1923 -1935

1936- 1958

Total

Total de

ventas a

otros

inmigrantes

anglosajones

-

16

7

10

6

39

%

-

41

17,9

25,6

15,4

100

Fuente: Elaboración propia a partir de la información extraída de los protocolos notariales correspondientes a

estos períodos de los Archivos Históricos Provinciales de Camagüey, Las Tunas y Holguín.


ANEXO: 10

Propiedades más significativas vendidas por los anglosajones a cubanos y españoles en Omaja (1915-

1920)

Vende año Denominación de la

Precio de la venta (en dólar)

propiedad

San Yoder 1915 Vivienda 2 000

Charles Nye 1915 Tienda 1 600

San Yoder 1918 324 ha. de tierra y vivienda 1 500 las tierras y

500 la vivienda

A. J. de Hoff 1918 13,2 ha. de tierra y vivienda. 800 las tierras y 3 000 la vivienda

William Felker 1918 16 ha. de tierra y vivienda 900 las tierras y 4 900 la vivienda

Asmas Price 1918 80 ha. de tierra, ganado,

equipos y vivienda

3 700 las tierras; 3 500 la

vivienda y 3 300 el resto

A. E. Peirson 1918 Casa y huerto 2 500 la vivienda y 350 el huerto

Charles Nye 1918 Empacadora de carne 1 550

Grant Mahan y

Willy Mahs

1918 64 ha. de tierra y dos

aserraderos

3 000 las tierras y 13 000 ambos

aserraderos

Noah Cripes 1919 48 ha. de tierra, ganado y

vivienda

2 500 las tierras; 3 500 la

vivienda y 4 000 el ganado

Familia Noring 1920 Vivienda 2 500

Familia Cranston 1920 Vivienda 4 200

Familia Broughton 1920 Vivienda 3 400

Pfeuffer 1920 8 ha. acres de tierra 400

Jasper Hayden 1920 657,2 ha. 30 000

Nota: Las cifras expresadas en hectáreas aparecen en las fuentes originales expresadas en acres.

Fuentes: Elaboración propia a partir de la información obtenida en: The Times of Cuba. Vol. 6, no. 6, 1918, p.

72; Vol. 6, no. 8, 1918, p. 84-85; Vol. 6, no. 9, 1918, p. 82-83; Vol. 6, no. 12, 1918, p.111; Vol. 8,

no. 3, 1920, p.119; Vol. 2, no. 7, 1914, p.44; Vol. 3, 1915, p. 45.


ANEXO: 11

Plantaciones y producción de cítricos en la franja central de Las Tunas (1912)

Inversionistas

Buenavista Fruit Co. y colonos

Zona

Omaja

Número de árboles

en producción) %

80 000

37,2

Producción

(cajas de

50 u)

33 600

%

37,2

East Cuban Development Company

Vista Alegre

23 000

10,7

9 660

10,7

Cuban Development Company

Majibacoa

45 000

20,9

18 900

20,9

Varias compañías y colonos

Bartle

35 000

16,3

1 4 70

16,3

Las Tunas Fruit Citrus Company

Las Tunas

32 000

14,9

13 440

14,9

Total

215 000

100

90 300

100

Fuentes: Elaboración propia a partir de la información obtenida en: Cuba Review (1909), Vol. 7, no. 5, p.

27; Cuba Magazine, Vol.1, pp. 4 -7; Irene A. Wright (1910ª), pp. 427-431; The Times of Cuba. Vol.

2, no. 7, p.46 y Vol. 8, p. 40 – 41 de 1914 y El Eco de Tunas, no. 48 de 1914, p. 4.

Nota: El cálculo de la producción se realiza sobre el supuesto de que para 1912 las plantaciones tienen entre 4

a 6 años de plantadas y que de acuerdo a las características del suelo se siembran por cada 0,40

hectáreas 60 a 65 árboles. Cada árbol, tiene un rendimiento promedio de unos 30 frutos en la primera y

segunda cosecha, de los cuales de 20 a 25 son aptos para la exportación. Independientemente de que

las cajas reportadas son de 42,5, 85 y 159 libras, se toma el patrón de cajas del primer tipo con

capacidad de 50 unidades.


ANEXO: 12

Principales compañías y terratenientes que invierten en caña y otras actividades en la franja central de

Las Tunas, 1914-1920

Hacendado Nacionalidad Cabs Haciendas o zonas Otras actividades

donde están

enclavadas

Basil Home EE.UU. 115 Las Coloradas

Cameron W. Davenport EE.UU. 150 Las Coloradas

Edwin P. Ansley y W. P. EE.UU. 207 Las Coloradas

Winecoff

Enos Mc. Cracken EE.UU. 164,8* Majibacoa

Francisco Mastrapa Cuba - Ochoa Comerciante

José A. Biosca Casado Cuba 452 Las Coloradas Comerciante y abogado

José H. Beola

España 1838,5* Las Coloradas Comerciante

Valenzuela

Juan Ramblas

España 277* Majibacoa Comerciante

Cusanchs

Vicente Gómez Bulté España 205 Las Coloradas Comerciante

William Carleton Jonson

y Charles W. Harrah

EE.UU. 496 Las Arenas y Las

Coloradas

I. Homer Arter Son EE.UU. - Majibacoa

Frank Pfeuffer EE.UU. - Majibacoa

Potosí Land and Sugar EE.UU. - Oriente

Company

Wakefield and Carleton EE.UU. - Majibacoa

Company

Bartle Sugar Plantation Inglaterra 120 Bartle

Limited

The Bartle Antilla EE.UU. 544,3 Bartle

Company

Buenavista Fruit EE.UU. - Majibacoa

Company

Hermanos Crowder EE.UU. - Bartle

* Parte de estas tierras correspondían a áreas fuera de la zona de estudio que no fue posible delimitar.

Fuente: Elaboración propia a partir del Fondo Protocolos Notariales del Partido Judicial de Holguín, 1914 –

1920, AHPH; Fondo Juzgado de Primera Instancia e Instrucción del Partido Judicial de Holguín, 1914

– 1920, legajos 13 – 234, AHPH; Fondo Juzgado de Primera Instancia de Victoria de Las Tunas,

1940. Juicio Hipotecario contra The Bartle Antilla Company. Libro 6, No. 105, folio 115; Fondo

Protocolos Notariales de Camagüey, Not. Joaquín V. Martínez Díaz (16-4-1920); The Times of Cuba,

abril de 1915, vol. 3, no. 4, p.34; febrero de 1918. Vol.6, no 2, p. 77.


ANEXO: 13

Deudas más significativas de los colonos de la Hacienda Palmillas con la Manatí Sugar Company (31 de

octubre de 1925)

Número Nombre del deudor Deuda con el

Dpto.

Comercial *

604 Pascal Maestro

4 389.86

605 Hermenegildo Fernández 2 051.08

606 José Lozada

2 682.27

607 Alonso Betancourt

172.41

608 Enrique Gastón

3 292.34

611 José Vergara

2 022.08

612 Gerardo Zayas

5 789.21

613 Francisco Fleitas

5 410.49

614 Francisco Fernández García 19 351.42

615 Avelino Mastrapa

372.07

617 José Ortega Bat

3 186.09

618 Francisco Villoch

3 260.96

620 José Marino

323.25

621 Jesús Aballe

6 389.89

628 Edgardo Rabell

5 740.03

631 Juan Machado

2 669.72

632 Alonso Betancourt

5 668.66

634 Juan Ávila

1 777.40

635 Alan C. Tannock

2 843.70

Total

77 069.93

Promedio

4 056.31

Deuda con la

Compañía **

23 487.58

17 654.20

13 999.01

692.66

65 185.18

33 444.13

5 743.14

16 787.58

4 140.18

16 227.46

31 340.49

24 404.79

31 339.79

34 526.32

55 974.37

27 986.77

25 620.48

22 239.83

36 404.11

487 198.07

25 642.00

* Deudas contraídas con la bodega de Calixto.

** Créditos adelantados para la producción.

Fuente: Elaboración propia a partir de la información obtenida en: BBC, Record Group II, serie 10, caja 64, Fichero

Manatí Colonos, Advenles to.


ANEXO 14

Estaciones y ramales de ferrocarril en la franja central de Las Tunas hasta la década del 20

Estaciones del

Ferrocarril Central de

Cuba ubicados en la

franja central de Las

Tunas

Bartle

Líneas o ramales que

entroncan en el Ferrocarril

Central de Cuba

Ramales para caña que llegan hasta la

franja central

Ramal Ros (al este de Bartle) Central Jobabo – Laura (sureste de

Bartle)

Ramal Ontario ( Parte del Ferrocarril Sur

hasta Macagua 7 (al sur de Bartle)

Lebanon Línea: Central Manatí a Lebanon Ramal Yariguá con sub-ramal hasta La

Horqueta (se conecta con la línea: Central

Manatí a Lebanon próximo a este último

asentamiento.

Domínguez

Las Tunas

Calixto

Manduley

Omaja

Sabanazo

Ramal Ranchuelo (al norte y sur

del Ferrocarril Central), con

desviaderos en la parte sur.

Línea The Tunas Railroad

Company (entre el Central

Manatí y Victoria de Las Tunas.

Ramal Bofill (al sur del Ferrocarril

Central)

Ramal Palmilla

Ramal Manduley (al norte del

ferrocarril central)

Ramal Las Parras – Playuela (al

noroeste de Omaja)

Ramal Naranjo: Parte de Las

Parras hasta Río Abajo y San

Agustín del Alto (al suroeste de

Omaja)

Ramal Las Coloradas. Parte de

Sabanazo (al sur de Omaja

Desviadero que parte del sitio nombrado

La Rosa ubicado al norte de Playuela,

donde hace paso el ramal Las Parras -

Playuela, y se extiende hasta el oeste de

la hacienda Majibacoa.

Fuente: Elaboración propia a partir de: Fondo Donativos y Remisiones, Legajo 710, número 12, AHNC; The

Times of Cuba, abril de 1920, Vol. 18 (18), pp. 118-117; Contrato para la construcción de vías férreas

entre la Manatí Sugar Company y Ricardo del Campo, 27 de septiembre de 1914. AHPSC, Fondo Manatí

Sugar Company., Legajo 6, Expte 18; Gaceta Oficial de la República de Cuba, 19 de agosto de 1925 y

Plano del antiguo Municipio de Victoria de Las Tunas elaborado por la Dirección General del Censo de

1943.


ANEXO: 15

Inversiones norteamericanas y canadienses en la industria maderera y su manufactura en la franja

central de Las Tunas

Compañías inversionistas Localización Año Tipo de inversión

Cuban Land Loan and Title

Guarantee Company (EE.UU)

Omaja 1904 Explotación, aserradero y

comercialización de madera

Cuban Realty Company Limited

Bartle 1906 Aserradero

(Canadá)

Empresa de William Crosby (EE.UU) Bartle 1908 Fábrica de Cabos de Herramientas

Empresa de Grant Mahan (EE.UU) Omaja 1911 Explotación, aserradero y

comercialización de madera

Cuban Roberts Company (Canadá) Bartle 1913 Explotación, aserradero y

comercialización de madera

Empresa de W. H. Mahs (EE.UU) Sabanazo 1913 Explotación, aserradero y

comercialización de madera

Omaja Fruit Growers Association Omaja 1914 Comercializadora de madera

(EE.UU)

Empresa de William y Walter Crosby

(EE.UU)

Bartle 1919 Aserradero y carpintería

Fuentes: Elaboración propia a partir de la información obtenida en: The Cuba Magazine, julio de 1913, Vol. 14,

no. 11, p. 494; The Times of Cuba, agosto de 1914, Vol. 2, no. 88, p.489 y El Eco de Tunas. Victoria

de Las Tunas, No. 24, marzo de 1915, p. 3.


ANEXO: 16

Inversiones norteamericanas, canadienses e inglesas en otros rubros económicos en la franja central

de Las Tunas

Compañías inversionistas Rubros económicos Zona de inversión Año

Cuban Company (EE.UU) Ferrocarriles y servicios Franja por donde pasa el 1902…

vinculados a este.

Ferrocarril Central

Saucier (colono individual, Ganadería Bartle 1909

norteamericano)

Rhode Island Company de Cría de pollos y gallinas Omaja 1910

J. A. de Hoff (EE.UU)

Sydney Young (colono Hortalizas Bartle 1910

individual, canadiense)

George Young (colono

individual, canadiense)

Firma A. Homer Arter& Son

(EE.UU)

West Indian Fruit Company

(Inglaterra)

Producción lechera Bartle 1910

Maíz, huevos, carne de cerdo y

Omaja 1913

gallina

Algodón Omaja 1926

Fuentes: Elaboración propia a partir de la información obtenida en: The Times of Cuba Vol. 2, 1914; Vol. 14,

1926, no. 3, pp.162-163; septiembre, 1926, no. 9, p.161; enero de 1927, Vol. 15, no.1, p.182-183 y

The Cuba Magazine Vol. 2, 1910.


ANEXO: 17

Inversiones norteamericanas en la actividad comercial en la franja central de Las Tunas (1912-1914)

Inversionistas Zona Año Tipo de inversión Clases de productos

Charles Nye Omaja 1912 Establecimiento Productos minoristas

comercial

The Eby Company Omaja 1912 Comercializadora

(mayorista local)

Ganado de todo tipo y

productos de la

agricultura.

Hermanos Over y John Bartle 1912 Comercializadora

Cítricos

Street

para la exportación

George Young Bartle 1912 Departamento Productos minoristas

comercial

Omaja Fruit Growers Omaja 1914 Comercializadora Cítricos y maderas

Association

para la exportación

Guillermo Whitworth Omaja 1914 Comercializadora y

Departamento

comercial

Productos minoristas

(maíz , ganado vacuno y

ovino, pavos)

Fuente: Elaboración propia a partir de la información obtenida en: The Cuba Magazine Vol. 3, 1911 y Vol. 4 y

14,1912.


ANEXO: 18

Clasificación de la arquitectura en madera de perfil norteamericano en las comunidades agrícolas objeto de

estudio

Variante 1: vivienda de tres plantas tipo cuadrada, con desván en su último nivel, con miradores hacia cuatro direcciones

de visibilidad. Los pilares sobre los que descansa la estructura se levantan hasta un metro y medio de la superficie de la

tierra; amplios portales en la primera y segunda planta, tejas de asbesto cemento. El número de habitaciones oscila de 20

a 25, de unos 6 x 8 m la sala y de mayor amplitud los salones, 4 x 5 m los dormitorios y demás espacios interiores. Estas

estructuras se les denominan “casas señoriales” o chalet. De esta variante se conocieron diez edificaciones en la zona.

Variante 2: biplanta tipo rectangular y T, montada en pilares de hasta un metro de altura, con portales en la parte frontal y

lateral en la primera planta o ambas, techo de dos y cuatro aguas en la planta superior; de quince a diecinueve

habitaciones, con una amplitud de unos 5 x 6 m la sala y 4 x 3 m los dormitorios y demás espacios interiores. Algunas de

estas estructuras fueron utilizadas como casas tiendas y dormitorios en la parte superior para alquilar. De esta categoría se

registró la existencia de dieciséis en Bartle y veintisiete en Omaja.

Variante 3: biplanta tipo cuadrada y rectangular, montada en pilares de hasta medio metro de altura, con portal al frente,

techos de dos y cuatro aguas; de diez a catorce habitaciones, con una amplitud de unos 4 x 3 m. Algunas de estas

estructuras fueron utilizadas como vivienda, establecimientos comerciales o ambos a la vez. De esta categoría se registró

la existencia de doce en Bartle y dieciocho en Omaja.

Variante 4: biplanta tipo cuadrada, montada en pilares de hasta un metro de altura, con portal tipo L, techos de dos a

cuatro aguas; de ocho a diez habitaciones, con una amplitud de unos 4 x 3 m. Estas estructuras se diseñan para vivienda,

los dormitorios se ubican en la planta alta. De esta categoría se registró la existencia de doce en Bartle y quince en Omaja.

Variante 5: biplanta tipo rectangular dispuestas en tiras o pareadas, montada en pilares de menos de medio metro de

altura, con portal frontal en ambas plantas, techos de dos aguas. El número de habitaciones oscila de ocho a diez, con una

amplitud de unos 4 x 3 m. Estas estructuras fueron utilizadas indistintamente como vivienda, comercios y áreas de

recreación. De esta categoría se registró la existencia de diecisiete en Bartle y veintiséis en Omaja.

Variante 6: vivienda de una planta tipo cuadrada o rectangular, montada en pilares de menos de medio metro de altura,

techo de dos aguas, portal frontal, medio o en forma de L abierto o con cornisa entablada y arcos en sus límites, se utiliza

como casa vivienda. El número de habitaciones oscila de seis a cinco, con una amplitud de unos 4 x 3 m. Esta variante fue

la más difundida en ambos poblados, se registra la existencia de veinticinco en Bartle y cuarenta y una en Omaja.

Nota: La siguiente clasificación se elabora a partir de la observación in situ, las entrevistas, el análisis de los planos,

fotografías de la época a los que se agregan criterios teóricos especializados.


Fig. 1 Franja central de Las Tunas


Fig. 2 Origen etnorregional de los emigrantes norteamericanos y canadienses

Canadienses (provincia de Ontario), (total: 136 = 29,2 % del total de inmigrantes anglosajones

en toda la franja central de Las Tunas.

De uno a dos norteamericanos (11 estados), (total: 14 inmigrantes = 14 %

De 3 a 4 norteamericanos (16 estados), (total: 53 inmigrantes) = 53 %

De 5 a 7 norteamericanos (5 estados), (total: 33 inmigrantes) = 33 %

Nota: La muestra es intencional, tomándose todos los individuos que le fue registrada la procedencia exacta en

las actas de compra venta de propiedades. Los porcentajes de norteamericanos por Estados es

respecto a ese país.


Fig. 3 Plano de los terrenos de Omaja, propiedad del norteamericano Darlington Edwin Kerr.

Fotocopia del original, localizable en Museo Histórico Municipal de Majibacoa.


Fig. 4 Plano de los terrenos de la Cuba Land, Loan Title Guanrantee Company en Omaja que

incluye el trazado del pueblo


Fig. 5 Plano del poblado de Bartle, trazado por la Cuban Realty Company Limited. Confeccionado por los agrimensores Sariol y Samuel,

M. Vanderwooort (protocolizado el 14 de marzo de 1906) T. I de 1906, notario: Joaquín Ventura Martínez Díaz. AHPC


Fig. 6 Parcelación de los terrenos de la hacienda Rompe por la Cuban Realty Company Limited

confeccionado por los agrimensores Sariol y Samuel, M. Vanderwooort (protocolizado el 14

de marzo de 1906) T. I de 1906, No 172 Joaquín Ventura Martínez Díaz. AHPC

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