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Mi querido Juan,
Cuando me pongo a escribir para desearte lo mejor en esta
nueva etapa que empiezas, no puedo evitar que los recuerdos y la nostalgia
me invada. Tu fuiste la primera persona que me encontré cuando entre por
primera vez en la oficina de MDM en Andrés Mellado. Me dijiste que tenia suerte
por poder trabajar allí y recuerdo que me fui con esa impresión de haberme
encontrado un duende de ojos azules en la recepción que me auguraba buena
suerte por haber dicho SI a esta organización. Y seguí viéndote allí en la recepción,
siempre compartiendo una historia, o un chascarrillo. Leí varios de tus textos llenos
de sabiduría y agudeza: Siempre has sabido mirar a los otros. Compartí contigo tu
gusto por la fitoterapia, me sentía cómoda hablando de plantas contigo y aprendí
mucho de tus conocimiento de regente de herbolario de plantas a peso. Siempre
me has parecido el rebelde eterno y ese aire tan fresco lo sigues manteniendo aun
hoy cuando nos dejas. Te recordare siempre con tus manos cruzadas detrás de la
espalda mientras te paseas de arriba a abajo de la sala social parándote de vez en
cuando en los corros de las mesas y soltando una broma o con tu cigarrito
compartido con María a la entrada de la oficina, o tus chapas sorprendentes en tu
ropa bohemia y colorida. Te deseo lo mejor. Que la vida te devuelva lo que a ella la
has dado. Permanecerás siempre en la memoria de esta organización a través de
los ojos que en ella te apreciamos y te conocimos.
Buena ruta, compañero!
Feli