Enfermedad, curación y muerte -GuarínRobledo-
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ENFERMEDAD, CURACIÓN Y MUERTE
María Guarín Robledo
201731523
CBU Imagen, arte y religión
A lo largo de la historia la pintura ha sido un medio
de expresión del hombre para exteriorizar sus
pensamientos sobre la realidad más inmediata,
sobre lo comprensible y lo desconocido, como la
muerte: el horror, lo grotesco y lo bello. Por esto, las
epidemias en la historia han sido fuentes de producción
intelectual y artísticas, pues deja entrever datos
de rigor histórico, pero, además, ayuda a entender
elementos místicos inmersos tanto en la religión
como en las sociedades.
La Peste Negra ocurrida en Europa a mediados del siglo XIV
fue sin duda una de las más grandes tragedias ocurridas a lo
largo de la historia. No obstante, es importante resaltar que
este momento te tragedia y sufrimiento fue un punto de
inflexión tanto en la representación como en la percepción
de la muerte.
Una de las cosas que trajo la Peste Negra, además de desolar al
viejo continente, fue que trajo con ella el dramatismo inmerso en
los rituales de sepultura dándole así protagonismo a la figuración
macabra de la misma enfermedad, pero, sobre todo, de la muerte.
Para lograr esto, los medios artísticos hicieron uso de las figuras de
esqueletos, diablos y demonios.
Para entender la relación entre el arte y la muerte
es importante mencionar las famosas “Danzas de
la muerte” como las de Hans Holbein, pues en
sus grabados este mostraba un sentido igualador
de la muerte para todas las personas de diferentes
grupos sociales haciendo alusión a la presencia
tan “cotidiana” de la muerte en tiempo de peste.
Siguiendo con esta misma línea, “El triunfo de la
muerte” de Pieter Brueghel (1560) expuesto en el
Museo del Prado es otro claro ejemplo del
simbolismo que se le atribuía a la muerte. En este
se puede a la figura de la muerte como un ejército
de esqueletos encargados de darle fin a la vida a
distintas personas, cada una de ellas con diferentes
comportamientos y grupos sociales. También
se logra ver un carro de madera que recoge cada
uno de los cráneos. El gesto es evidente y la
intención de artista es muy clara: quiere plasmar
la imprevista y regular presencia de la muerte
dentro de los aconteceres cotidianos.
“Las Danzas de la muerte” (Algunas),Hans Holbein el Joven, 1523.
“El triunfo de la muerte”, Pieter Bruegel 1560.
Ya se habló de la muerte y se presencia
figurativas en dos obras y cómo la vida viene
y va de manera fugaz. Pero, antes de volver a
abordar la muerte es necesario hablar sobre
la vida, y, sobre todo, sobre la vida cristina, la
vanidad, la salvación, y el perdón en el
contexto barroco.
“Vanitas Still Life” Edwaert Collier, 1640-1704.
Es importante mencionar el Concilio de Trento, pues, por un lado,
fue un acontecimiento muy importante que impulsó a un sinfín de
representaciones artísticas, pero, por el otro, impulsó la necesidad
de la existencia mediadora de la Iglesia para lograr la salvación del
hombre. Es aquí, donde los simbolismos visuales en las representaciones
artísticas cobran tanto peso (siglo XVI y XVII) y dónde
más presente se hace referencia a las vanitas.
En el siglo XVI los miedos del castigo renacen y los nuevos
simbolismos decoran el drama de la muerte. Entre estos, están las
vanitas, un referente pictórico que traduce la inquietud existencial
que proclama la iglesia católica porque hace alusión a la vanidad,
no como la soberbia y ni el orgullo, sino como los placeres y
bienes mundanos insignificantes ante la muerte.
“El regreso del hijo pródigo” B. E. Murillo, 1667-1670.
La salvación, el perdón, dos cosas, que en aquellos años sólo se
conseguían con sólo una cosa: la caridad. Según el trabajo de Murillo,
y sus alegorías sobre la caridad, este es el único medio (católico) necesario
para conseguir el perdón y poder desequilibrar la balanza entre
los pecados y lo logros. En términos pictóricos, si lo comparamos
precisamente con las vanita o incluso con la mayoría de las obras en
donde figura la muerte, el lenguaje visual de estas obras es muchos
más luminoso y “alegre”.
Sin duda, a lo largo de la historia los dogmatismos
religiosos han sido una base fundamental en el
desarrollo tanto intelectual como artístico. En
momentos devastadores como lo es una pandemia,
hablando específicamente sobre la Peste Negra, las
personas buscan refugio y sobre todo respuestas.
En un hecho histórico como este el escapismo que
brindaba la muerte era un medio para trascender y
dejar de los horres de la vida, pero, por ejemplo,
solo los ejercicios espirituales, como los que propuso
san Ignacio de Loyola en el año de 1548, eran
acciones que le ayudaban al hombre a conseguir el
perdón. Estos simbolismos dogmáticos los transmitían
por medio las expresiones pictóricas, como
se expuso anteriormente.
La historia sólo se puede repetir si es olvidada.
La imagen, el arte y la religión son medios trasmisores de lo
que pasó y de lo que puede volver a pasar.
san Igna
Andés Palos, Elena. “LA CULTURA DE LO MACABRO EN EL BARROCO ESPAÑOL: LA VANITAS
DE LA SEO DE ZARAGOZA Y LA PERSONIFICACIÓN DE LA MUERTE A TRAVÉS DE LA
PINTURA DEL SIGLO DE ORO ” en Eros y Thánatos. Reflexiones sobre el gusto III. ZARAGOZA: Instituto
Fernando el Católico, 2017.
González de Zárate, Jesús María PIETER BRUEGHEL. TRIUNFO DE LA MUERTE.
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LEÓN VEGAS, Milagros: “Arte y peste: Desde el medievo al ochocientos, de la mitología a la
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Funtes de cápsula de conocimiento. Caso 1.