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Espejo de papel

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Proyecto

Completamente desnuda,

sin cargas

IDEA ORIGINAL

ANDRÉS FELIPE ERAZO

TERESA CASTAÑO G.


Espejo de papel


Espejo de papel

© Espejo de papel

Primera edición: noviembre de 2020

Idea original:

Andrés Felipe Erazo

Teresa Castaño G.

Participantes:

Melissa Quintana F.

Natassja B.

Paola Perdomo Alarcón

Teresita Rengifo

Alejandra Lozada/Pasajera en Trance

Crisol

Sandra Defelipe Díaz

Angely Malpica García

Janice Patiño López

Beatriz Martínez Marín

Diana Yamile Sanchez Castro

Catalina Delgado Rojas

Tanya Durán Poblete

Silvia Quintero Erasso

Diseño editorial: María Victoria Guerra Rivero

Corrección de estilo: Nancy Villescas Sánchez

Imagen carátula: Andres Erazo C., @plus_size.girl, 2020

Bogotá, d. c., Colombia, 2020

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ENTRE TRAZOS Y LÁPICES

La esencia misma que cada mujer le impregnó a su imagen

Desde hace ya un tiempo vengo dibujando retratos de mujeres, cuerpos de

mujeres. En su gran mayoría estos provenían de imágenes que encontraba en

Instagram. Eran dibujos realizados a lápiz sobre pequeños trozos de papel que

guardaba entre cuadernos y agendas para aprovechar cualquier momento para

dibujar. Eran dibujos hechos sin ninguna pretensión más que el hecho mismo

del dibujo. Me pasaba el día mirando fotografías en Instagram hasta encontrar

alguna que me llamara la atención para dibujarla. Muchas de estas imágenes

provenían de perfiles de fotógrafos profesionales, con una luz y una pose muy

estructurada. Cuando ya hubo un buen cumulo de dibujos, un día en alguna

conversación con mi madre, ella me llamó la atención sobre la posibilidad de

hacer una exposición. Dado que en su gran mayoría eran retratos de mujeres

la propuesta era hacer una exposición sobre mujeres. Me negué a tal idea pues

en mis dibujos no había ningún acercamiento crítico que permitiese una reflexión

sobre el cuerpo de las mujeres.

Fue hasta el momento en que una amiga me pidió que le hiciera un dibujo

a partir de un autorretrato en el que ella presentaba su propia forma de sensualidad,

lo que empezó a dar forma a Espejo de Papel.

Luego, otra amiga me enviaría una fotografía contándome como había adquirido

algunas inseguridades a causa de las transformaciones que se habían

dado en su cuerpo luego del nacimiento de su hijo y cómo al ver el dibujo

resultante se había sentido feliz con su cuerpo. Entre conversaciones con otras

mujeres, mi pareja y con mi madre, fui comprendiendo que no estaba en mis

manos generar dicha reflexión sobre el cuerpo de las mujeres, esta podía solo

surgir del encuentro íntimo con la propia imagen y con su desnudez, en el disfrute

de su autonomía. Fue así como nos dimos a la tarea de convocar a amigas

cercanas a ese encuentro con el espejo y con la cámara pidiendo a cada una de

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ellas que retrataran cómo concebían su cuerpo. El dibujo vendría a ser en el

proyecto un tamiz de esa imagen íntima.

De esta manera se configuró Espejo de Papel. Fue una invitación a diferentes

mujeres para que se retrataran cómodas con su cuerpo y su desnudez, como

esencia de su poder y del disfrute de su autonomía. En el proceso fue apareciendo

la maravillosa diversidad, que no sólo se limita a las formas, sino también se

ponen de presente las múltiples posibilidades sobre cómo cada una comprende

su propio cuerpo.

La convocatoria se realizó principalmente a través de Instagram, la recepción

de las fotografías se realizó a través de esta aplicación o por correo electrónico.

A partir de estos retratos se realizó cada dibujo en lápices de grafito

sobre papeles finos, procurando la mayor exactitud en la réplica de las fotografías,

buscando de esta manera conservar la esencia misma que cada mujer le

impregnó a su imagen. Al finalizar el proyecto, cada uno de los dibujos regresa

al encuentro con su propietaria.

Andrés Felipe Erazo

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MUJERES QUE CAMBIAN, MUJERES CÓMODAS CON SU DESNUDEZ

Por. Teresa Castaño G.

“Los espejos no son solamente esas superficies lisas y pulidas en las que se reflejan

los objetos. Son también aquellas escenas, situaciones, sueños, instantáneas que nos

permiten experimentar aquello de lo cual no nos damos cuenta ordinariamente o que

olvidamos o silenciamos”.

Gloria Garay Ariza y Mará Viveros Vigoya

Espejo de papel es un proyecto artístico elaborado a partir de una serie de

dibujos y textos escritos que reflexionan sobre el cuerpo de mujeres, quienes,

desde el ejercicio de su autonomía -como esencia de poder- se sintieron cómodas

con su desnudez y quisieron vincularse con una fotografía que el artista

plástico Andrés Felipe Erazo dibujó en lápiz de grafito sobre papel. Los textos

escritos, también por ellas, complementan la imagen que quisieron reflejar sobre

la relación que tienen y que han construido a lo largo de sus vidas con sus

cuerpos.

El dibujo fue una excusa para invitar a diversas mujeres a mirarse y encontrarse

con su cuerpo, desde la imagen, pero también desde el texto escrito a hacer

una reflexión sobre cómo viven la autonomía de su cuerpo. En este sentido,

el proyecto le apostó a que las mujeres se detuvieran y generaran un encuentro

íntimo con la autoimagen de su cuerpo y evocaran sus luchas y sus resistencias

para habitarlo, protegerlo, adornarlo, lucirlo, en fin, para vivirlo a su manera.

En la mayoría de los casos, rompieron con los mandatos impuestos socialmente

en una cultura fuertemente patriarcal como la nuestra en Colombia.

Esta convocatoria se realizó a través de una invitación directa a diferentes

mujeres y por medio de las redes sociales como el Instagram, dejando claro

cuál era el objetivo del proyecto y cuál sería el uso de las fotografías. De manera

generosa respondieron cerca de cincuenta mujeres de diferentes lugares,

distintas edades, orientaciones e identidades de género diversas, disímiles ocupaciones,

capacidades heterogéneas, etc.

Uno de los propósitos de Espejo de Papel es vincularse a la conmemoración

que se hace a nivel global el 25 de noviembre en torno a la causa para erradicar

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las violencias contra las mujeres con una publicación que contiene 14 retratos

y 14 textos. Consideramos que esta es una fecha emblemática para llamar la

atención a través de diversas alternativas de comunicación sobre las violencias

basadas en género, que vulneran los derechos de la mujeres y las niñas, entre

ellos, a vivir una vida libre de violencias.

Desde esta inicaitiva se propone revelar una mirada que refleje las transformaciones

que se están dando en la forma en que muchas mujeres están asumiendo

su cuerpo desde su reconocimiento y valoración como ejercicio de poder,

teniendo en cuenta que, es justamente el empoderamiento de las niñas y las mujeres

frente a su cuerpo un sendero en el que es necesario avanzar para transformar

tanto los imaginarios como la posición de las mujeres en las sociedades.

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ELLAS

MELISSA QUINTANA F.

NATASSJA B.

PAOLA PERDOMO ALARCÓN

TERESITA RENGIFO

ALEJANDRA LOZADA/PASAJERA EN TRANCE

CRISOL

SANDRA DEFELIPE DÍAZ

ANGELY MALPICA GARCÍA

JANICE PATIÑO LÓPEZ

BEATRIZ MARTÍNEZ MARÍN

DIANA YAMILE SANCHEZ CASTRO

CATALINA DELGADO ROJAS

TANYA DURÁN POBLETE

SILVIA QUINTERO ERASSO

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¿CÓMO VIVO

LA AUTONOMÍA

DE MI CUERPO?


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ELEGIR, ESA ES LA LIBERTAD SIN CONDICIONES

Melissa Quintana F.

Para mí la autonomía es la capacidad de elegir sin estar atada social, moral o

psíquicamente a algo, en este caso, elegir sobre mi propio cuerpo. Es esa libertad

sin condiciones.

Decidir por mí misma sobre mi cuerpo no fue nada fácil desde el punto

de vista religioso. Las normas con las que crecí -influenciadas por mi madre-siempre

intervinieron en mis decisiones y acciones; cuando quedé en

embarazo fue un escándalo y un rechazo, cómo sí fuese el peor pecado del

mundo. Eso no impidió que, a pesar de que no era mi deseo tener un hijo, lo

aceptara y quisiera con todo mi ser.

Tengo el privilegio de ser mamá de una chiquita que cada día me enamora

con sus detalles y ocurrencias. No deseo que ella viva con negaciones y restricciones,

quiero que logre ser una persona decidida y libre, que elija lo que desee

sin ser criticada o juzgada. Mi cuerpo que ya no es el mismo exteriormente,

quedó tatuado no solo con estrías, sino con una etapa que dio un nuevo giro

a mi vida que la llenó de alegría, valentía, lucha y constancia. Ahora nada ni

nadie, puede ni podrá decidir sobre mi cuerpo, soy autónoma de cada paso

que doy. Cada día soy yo misma.

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PUEDO SER CON MI CUERPO Y NADIE ME PUEDE QUITAR ESO

Natassja B.

Aceptación/

Es complicado encontrar un equilibrio entre la autoaceptación y la aceptación

externa del cuerpo. Lo siento como un ciclo: me acepto – me siento segura

de mostrarme – recibo aceptación – me acepto. Cuando era adolescente me

cohibía además de mostrar mi cuerpo irregular y las secuelas de mi condición

congénita.

Discapacidad/

El contexto urbano y social me recuerdan cada día que cuerpos como los

míos no son compatibles con ellos, pero resisto ante esa premisa.

Vehículo/

Este es el vehículo de mi pensamientos y emociones, aunque a veces desearía

que marchara de otra forma.

Diversidad/

Saber que existen cuerpos tan iguales y diferentes al mío, me hace sentir

valiosa, me regocijo en ser diferente a lo considerado normal.

Libertad/

Puedo mirarme, puedo admirarme, puedo tocarme, puedo satisfacerme,

puedo SER con mi cuerpo y nadie me puede quitar eso.

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COMPLETAMENTE DESNUDA, SIN CARGAS

Paola Perdomo Alarcón

Proceso largo, pausado, discontinuo.

Proceso mío, solo mío,

íntimo, muy íntimo.

Necesidad de desligarme del exceso de corporalidad que lo público impone y

bombardea desde la infancia, donde solo me es permitido ver mi cuerpo como

algo material, externo, solo como un medio.

Proceso valiente para ver, aceptar y cambiar.

Desde mi fuerza empezar a asumir que es mi cuerpo donde se definen mis

pensamientos, mis ideas y mis sentires.

Repensarlo y revalorarlo en positivo, abandonando ideas aprendidas y cargas

muy pesadas desde siempre.

Ser consiente de mi cuerpo, amarlo y vivirlo.

Ir construyendo mi identidad, saber que es cambiante, flexible y que es esto lo

que define mis intereses.

Comprender que el cómo me hago cargo de mi cuerpo me permite generar

nuevas posiciones en esa dinámica de control social sobre los cuerpos.

Entender que tengo el poder de cambiar la percepción que las otras y otros

tienen sobre mi propio cuerpo, mis ideas, mis expresiones, mis sentimientos

y mis actuares.

Darme cuenta que hay un poder inmenso en el cómo asumir mi cuerpo, como

una postura política de cambio ante una lógica social asfixiante.

Proceso intimo, muy íntimo.

Proceso continuo y cambiante, que hace sentirme libre y querer volar en un

trapecio, completamente desnuda, sin cargas.

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YO VIVO LA AUTONOMÍA DE MI CUERPO

Teresita Rengifo

Esta pregunta encierra dos temas difíciles para nosotras las mujeres. De un

lado, el concepto de autonomía, cuando desde niñas nos enseñaron que no

era parte de nosotras ser dueñas de nada, que teníamos que estar siempre a

la sombra de alguien, generalmente masculino. Y el cuerpo, ese sí que estaba

lejos de ser nuestro, porque nos dijeron que había que habitarlo de cierta

manera para que encajara en las normas y las ideas sobre lo que socialmente

se esperaba de nosotras y si intentábamos o hacíamos algo que no se ajustaba

teníamos que asumir la consecuencia, en muchas ocasiones el señalamiento,

desprestigio o el aislamiento social.

Sin embargo, muchas estábamos incomodas con estos mandatos. Yo estaba

incomoda con estas disposiciones para las mujeres y poco a poco fui encontrando

cómo darle un lugar a este malestar que afectaba la vivencia de mi

cuerpo y me fui permitiendo identificar de qué manera quería vivirlo, sentirlo,

apreciarlo… En esta búsqueda me acompañé de las reflexiones escritas en los

textos de mujeres que desde el feminismo abrieron camino en momentos y espacios

en los que ser mujer era igual o más difícil. En este recorrido lentamente

fui sintiendo que disfruto ser negra y no ‘negrita fina’ como amorosamente

me decía mi papá, que sin darse cuenta quería tal vez blanquearme para que

encajara en una sociedad acostumbrada a invisibilizar y menospreciar a las

mujeres negras, a relegarlas y encerrarlas en prejuicios. Aprendí a querer mi

cabello ensortijado, que de niña siempre era la angustia de mujeres ‘grandes’,

que por alguna razón estuvieron cerca en mi infancia, mi abuela, mis maestras,

vecinas, entendí que era parte de la negación de lo afro que hace parte de mi

cuerpo. También encontré un lugar en mi vida para mi necesidad de brincar,

correr, saltar, que angustiaba a mi mamá, porque las niñas no podían ser ‘machonas’,

entonces troté y caminé mucho, hasta que un día fui capaz con la bici

y ahora siento que recorrer senderos con esta gran amiga sí que es un ejercicio

desde el cual vivo la autonomía de mi cuerpo.

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LA CUERPA CONCEBIDA DESDE MI PROPIA MIRADA.

Alejandra Lozada/Pasajera en Trance

Concebirse cuerpa.

Concebirse cuerpa, lesbiana, madre, vegetariana, actriz, artivista, lo que yo quiera.

Cada día me levanto a luchar desde mi hecho existencial con el cual habitamos

el mundo, los espacios, las relaciones, los fracasos. La cuerpa concebida

desde mi propia mirada.

Estar confinada (así en femenino porque estoy harta de no sentirme identificada

con las palabras), ha significado pararme frente a mi cuerpo con mi cuerpo mismo y

asumir cada torrente de ideas, borbotones de preguntas y oleadas de soluciones que

arremeten en contra de mi tranquilidad mental a las dos de la mañana. ¿Qué tipo de

mundo habitas? ¿Qué haces por el mundo? ¿Cómo te movilizas con tus emociones

ahora que debes escucharlas? A veces quisiera ponerle pausa a mi cerebro.

Me levanto, pongo un pie fuera de mi cama, siento la baldosa fría y contemplo

a través de mi pie lo que significa poner en marcha el cuerpo. Miro la

ventana, veo el sol, las plantas, percibo el aire por el movimiento de los cables

de la luz, agudizo el oído para entender las voces que se posan bajo mi ventana

fuera de la casa. No entiendo lo que discuten pero pienso en que deberían

hablar de aborto legal, de dejar el consumo de carne o cuestionar el comportamiento

de las iglesias en tiempos tan inhóspitos.

“Me engaño a mí misma, creo tener conversaciones sobre cómo mejorar el

mundo cuando en realidad no puedo impactar mucho. Sin embargo, lo discuto y

lo intento, cambiar algo de mí para que tenga eco al otro lado del planeta.”

Mi nariz se llena de oxígeno para llevarlo a los pulmones, reconozco que

estoy viva y mi cuerpo anda con su motor incansable. Me pongo de pie y comienzo

una danza hacia el lavabo donde cepillo mis dientes mascullando ideas

del día, las acciones, las horas. Me dirijo como una salvaje hambrienta a la cocina

porque mi panza me empuja hacia el café, la gasolina de una lesbiana solitaria

con gatas. Subo y bajo las escaleras como mínimo unas cincuenta veces

al día, alimento a las fieras, riego las plantas, enciendo la computadora, hago y

deshago, miro hacia la calle, enciendo la cámara, tomo fotografías a través de

la ventana, veo las nubes correr.

Yo estoy hibernando. Y hago una revolución desde mi cuerpa, desde mi habitar

el mundo con mis palabras, desde concebirme cuerpa. Así, en femenino.

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ESTE TAPIZ DE VIDA QUE SE HACE CON AUTONOMÍA

Crisol

… Reconocerse, valorarse… encontrarse desde la pregunta ¿Cómo vivo la autonomía

desde mi cuerpo?… Y ponerlo en palabras concretas… y por escrito……

¡No fue fácil! Pero el resultado del ejercicio fue una linda experiencia

de descubrirse, descubrirme… Fue descubrir que ha sido una tarea cotidiana.

Un ejercicio diario y en palabras de Cora Coralina, “hecha a retazos” … retazos

que han venido configurando un entramado complejo de vivencias, sensaciones,

sentimientos y expresiones de lo que soy y de lo que proyecto en mi

corporeidad, mi sensualidad y mi sexualidad también. A veces tímida, introvertida,

otras veces maternal, extrovertida, sensual, seductora. Y otras veces,

adolorida, violentada, agredida por esa realidad que a las mujeres atraviesa, en

una sociedad patriarcal y misógina.

La vida ha sido generosa en oportunidades para aprender y cada conquista

en autonomía que he logrado, como un retazo, me ha ayudado a configurar

ese tapiz de vida que he venido construyendo. Hitos como mi “primera vez” o

mi decisión de ser madre, son retazos que configuran piezas centrales de ese

tapiz que ha sido mi vida. Compañera de vida y madre, dos expresiones que

llenan de sentido mi ser. Y no solo desde la experiencia misma conmigo, en mi

cuerpo y mi alma, sino por lo que ha significado para ella (mi hija) y ellos (mi

compañero y mi hijo) también.

Hoy desde la madurez, reconozco que nos seguimos “haciendo” y “siendo”

cada día. Cada decisión sobre nosotros, desde lo más sencillo como el corte

de cabello, hasta lo más complejo, por quien votamos… Busca ponernos en

conexión entre lo que somos, lo que hacemos, lo que sentimos y cómo lo expresamos…

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MI CUERPO ES LA OBRA QUE HE MOLDEADO

Sandra Defelipe Díaz

Mi cuerpo es mi herramienta, es el medio, el vehículo que me permite –porque

le permito– movilizar mis ideas, expresar quien soy, lo que soy, mis decisiones

y lo que seré. Es la evidencia y parte del registro de mi existencia.

Entender mi cuerpo, desde la anatomía básica, me permite entender otras

dimensiones, así como conocerme, lo que puedo lograr y cómo me quiero

proyectar. Por eso controlo lo que mi cuerpo hace, lo entreno para reaccionar

con inteligencia corporal que va ligada a los motores esenciales: mi corazón y

cerebro.

Lo siento para encontrarme y lo muestro con orgullo, porque es mi construcción.

Es la obra que he moldeado. Es el resultado de las elecciones que

he tomado, con sus marcas naturales y con ‘heridas de guerra’ que son un

recordatorio de que soy capaz de sanar, de curar y reconstruirme; es también

de colores y de texturas cambiantes. Es un símbolo, es mi propio símbolo. Me

representa en público y en privado, con mucha ropa o con poca ropa; es el

mismo a la luz y a la sombra, es el que a diario alimento y que me permite

alcanzar cosas increíbles.

Cuando se lastima sufro, pero entonces, más lo cuido.

Cuando lo miro sonrío.

Es mío. Es lo que he decidido que sea. Es mío.

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HE APRENDIDO A SER SIN MÍ

Angely Malpica García

Puta Feminista

Nací perra, pobre, india.

Nací en un mundo que te invita a morir a cada tanto, un mundo que te mata el

sentir, el amor; un mundo que te enseña a odiarte.

Vengo del lugar donde te enseñan a callar para agradar, de un lugar que te ahoga

la esperanza, de un lugar que te despoja de ti misma, te hace extraña en tu cuerpo.

Mis ojos han parido lágrimas de dolor propio, y ya perdí la cuenta de cuantas

he derramado por el ajeno.

He aprendido a ser sin mí, a estar fuera, en el otro, en la otra.

Me han despojado del placer de mi sexo, me han culpado por sentir mi cuerpo;

me han humillado y ofendido por decir que no.

Este mundo, ésta historia mía, la que me hermana con todas las que en nuestro sexo

hemos vivido con el dedo apuntando a nuestra frente, a las piernas, el pecho, el vientre.

Esta historia me ha hecho puta por ser lo que no se desea.

Soy puta por las decisiones de mi vida.

Soy puta por no sentir como me imponen, por hacer de mi cuerpo un templo

de placer y bienvenidas.

Soy puta por mis piernas descubiertas y mi pecho al sol.

Soy puta por vivir en la intensidad del sentir; por ser, por odiar, por amar.

Por hacerlo con mi fuerza y la de todas aquellas que creyeron muertas, pero

que viven en el sonido implacable de un aullido a la luna.

Soy puta por pensar, por hablar, por poner un espejo en frente de quien me

señala.

Llámenme puta, no me importa.

Llámenme puta y escupan el hedor frustrado que les de mi vida, mi valentía,

mi fuerza, mi radicalidad.

Háganlo, llámenme puta que aquí estoy, siendo lo que no se espera…

¡Haciéndolo realidad!

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TAL VEZ POR ESO UNOS ME AMAN, OTROS SE ASUSTAN

Janice Patiño Lopez

He sido una afortunada de la vida...

Tuve un padre que desde los 5 años determinó mi autonomía cuando me

permitió asistir a reuniones políticas de jóvenes profesionales que soñaban con

la construcción de una sociedad soberana, justa y con igualdad de oportunidades.

También mi cuerpo aprendió a ser autónomo escuchando lo que disfrutaba:

radio Habana Cuba. Me aprendí las canciones con mi padre y mi hermano.

Desde ese momento aprendí a decidir qué quería escuchar mi cuerpo. No

acepté nunca que me impusieran lo que debía escuchar, ver y hacer.

Desde niña aprendí qué querían ver mis ojos: teatro en la Media Torta de

Bogotá, títeres. Cuando escuché el Danubio Azul me motivaron, me entusiasmé

y resulté bailando ballet. Fue maravilloso experimentar, caminar en puntillas,

desgonzarte como un caucho. Era mágico para una niña que su cuerpo

fuera levantado por el aire.

Aprendí a escuchar cuentos infantiles a través de la voz de mi padre y del

otro amor de mi vida: mi mamá. Aprendí a querer mi cuerpo vistiéndome

lindo, alimentándome rico.

En la juventud me encontré el mundo de las artes escénicas. Así conocí y

experimenté con mi cuerpo a través de la expresión corporal y la actuación

durante 6 años.

Las ‘agualulos’ de la Cali de finales de los 70 me enseñaron que no me podía

quedar parada esperando a que un chico quisiera bailar conmigo, mi rebeldía

afloró y decidí bailar sola.

Todas estas experiencias vitales me permitieron construir una gran capacidad

de amar y de actuar según mis propias convicciones, todo lo que hago

debe corresponder con mi manera de entender la verdad. Lo bueno y lo bello

fue y ha sido ley de mi vida

Este punto de partida y manera de ver la vida me han dado una fuerza

gigante y transformadora que me han permitido sacar adelante mis sueños y

lo que me propongo hacer.

Además, también de saber bailar sola.

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En síntesis, he sido una mujer libre, autónoma que aprendí a cuestionar

confrontar, que desplegó con pasión sus capacidades

Tal vez por eso unos me aman otros se asustan.

Posdata: aunque los ojos de este cuerpo, desde hace 5 años, han derramado

lágrimas, y sobre todo el alma se ha desintegrado en trozos, en pequeños fragmentos

y se ha vuelto a reconstruir.

También sus músculos se inflaman, sus huesos traquean por dolor, aun así,

cada día que sale el sol mi cuerpo se maravilla de lo sublime y lo simple. Gritan

de felicidad mis cuerdas vocales por estar viva; mis ojos se asombran, se maravillan

de todo lo que ven: el rostro de mi compañero de vida, los guaduales,

el bosque, las ardillas, las mariposas, una matica de plátano que sembró mi

amado hijo y que muy alegre muestra sus hojas.

Me maravillo de la creación artística, del proyecto espejo de papel que me

permitió esta reflexión, de la magia y potencia mental: del amor de los niños,

de mis nietos, de mis hijas y de los grandes amig@s. De las tertulias con desconocidos

en torno a las plantas aromáticas, sus olores y bondades, a la gastronomía

y hasta a la política.

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ME ENCANTA MI CUERPO

Beatriz Martínez Marín

Tengo 53 años.

Me encanta mucho mi cuerpo, me lo cuido muchísimo, no con ejercicios

porque pues no hago, pero me cuido para mantener bien la piel y estar bien

arreglada.

Me encanta el color de mi piel, me encanta arreglarme las uñas, me encanta

aplicarme cremas, arreglarme el cabello ¡ehh!.

Siempre trato de estar bien, me encantan las fotos, ¡eh! estar bien.

Hacer cosas que me gusten, hacer ejercicios, dinámicas.

Pinto en lápiz

Me gusta mucho escuchar programas de psicología, me encantan, me llenan

mucho.

Me da tristeza ver llorar a las mujeres, si puedo ayudarlas ahí estoy ayudándolas,

¡eh!, cuido a mi madre, me cuido a mí misma.

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MI CUERPO ES TODO LO QUE TENGO

Diana Yamile Sanchez Castro

YO= Mi cuerpo

Para mí, más allá de lo que me rodea no hay nada; me refiero a este mundo

material o físico, por eso, mi cuerpo, mi yo, es todo lo que tengo.

Soy mamá de una niña hermosa que tiene 6 años y ni siquiera sobre ella

puedo decir que tengo propiedad alguna. Lo único que es de mi propiedad es

este cuerpo que soy yo, y que incluye mi rostro, mi pelo y todo lo que generalmente

nombramos como “cuerpo”, que casi siempre para la gente es ‘todo lo

que está por debajo de nuestro cuello’. Pues bien, para mí mi cuerpo es mi todo

y por esto lo aprecio y lo cuido, lo valoro y lo experimento.

A este cuerpo a veces lo marco (lo he marcado) y lo perforo como muestra

de que es mío y que quiero hacerle ciertas señales para que me acompañen

hasta que se me acabe la vida.

Todos somos eso, un cuerpo que cuando se envejece y desaparece simplemente

se acaba por completo; la vida sigue para otros, pero ese es nuestro fin.

Esta misma idea del cuerpo -como de un organismo que se acaba y del que

no queda nada- me impide hablar con mi madre que dejó de estar viva hace 4

años, de ella solo me quedan recuerdos que refuerzo constantemente porque

no quiero perderla del todo, mas no podría hablarle porque sé que no me escucha,

ya no está con todo lo dolorosa que es esa realidad.

Somos seres que nos deterioramos, nuestros órganos, nuestra piel, nuestro

pelo van mostrando el paso de los años y creo que esa conciencia de nuestra

finitud es importante, esta cuestión de sabernos como organismos que moriremos

algún día, y que no hay vida eterna como tal, hace que actuemos de

acuerdo con lo que queremos con él (nuestro cuerpo). Eso no quiere decir que

por esta conciencia de que mis órganos se deterioran con el tiempo entonces

comeré de manera saludable siempre o que voy a hacer ejercicio toda la vida.

No, simplemente sé que voy a morir algún día y aunque amo la vida, espero

que cuando esto ocurra yo haya hecho con este cuerpo lo que haya querido:

drogarlo, emborracharlo, tatuarlo, perforarlo, cuidarlo, partirlo en dos, penetrarlo,

fortalecerlo, sufrirlo, amarlo, despreciarlo, aprovecharlo y gozarlo.

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Esta es mi autonomía corporal, ese espacio sobre el que aún solo yo puedo

decidir y en el que muestro mi emancipación. Ahora bien, a pesar de no creer

en dioses puedo decir que amo sobre todo mis ojos verdes, pero no por verdes,

sino porque me han permitido construirme un espíritu propio que también es

el que yo he querido formar; mis ojos me han permitido leer, observar paisajes,

mirar a mi hija y llorar por todo lo que me duele en este cuerpo y en este

espíritu.

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EN LOS HOMBROS REPOSAN LAS PECAS DE MI MADRE

Y LAS RAÍCES DE MI PADRE

Catalina Delgado Rojas

¡Mírame!

Mis hombros son mi parte favorita. Ni mis tetas, ni mi vagina.

Esto lo supe como Dora, Narciso y Alicia, mirándome a través del espejo.

Dora Franco, la primera en auto-retratarse desnuda por medio de la fotografía,

nos observa a través de la cámara y se mira a través del espejo. Ella es su

propio objeto de deseo, posa para sí misma.

Lo que en un principio inicia como una mirada vanidosa, se convierte en

un acto de reapropiación de la mirada del artista. Mi cuerpo construye y refleja

mis deseos, mis obsesiones. Nunca más las del otro.

Ya no soy un regalo divino, al que los hombres pueden acceder con el pétalo

de una rosa. Soy carnal y deseante, un cuerpo que no discrimina entre

hombres y mujeres.

Mis hombros son mi parte favorita. En ellos reposan las pecas de mi madre

y se perciben las raíces de mi padre. Son imponentes como yo y enmarcan mi

entrada a cualquier universo.

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VOLVER A OBSERVARME

Tanya Durán Poblete

Primero me pregunto sobre mi autonomía. Sobre mi capacidad real de autogobernarme,

de conocer mis límites concretos, como mi piel, que es mi principal

frontera, de habitar la soberanía de mi territorio-cuerpo. De celebrar mi independencia.

Y ahí me reconozco en un pasado de otros gobiernos. Impuestos.

Llenos de culpas, vergüenzas y omisiones.

El cuerpo de la niñez irrumpido por otros cuerpos grandes, que miraban

con ojos de deseo. Con manos de deseo. He ahí mis límites -o no límites- pienso.

Años de silencio y de ocultamiento… y empieza a hacerse evidente: he ahí

mi ropa grande, mi adherencia al rap, mi personaje de adolescente sin curvas

ni tetas. Luego los amores… y mi cuerpo se hizo plastilina; moldeado a gusto.

Redolés dice en uno de sus valses “he tenido muchos amores, dije, pero ninguno

como mi amor por los espejos” Y yo la cantaba, pero con la luz apagada. No

tenía autonomía. Las revistas y la tele me decían cómo vestir, cómo seducir y

cómo habitarme. Y claro, yo era rebelde. Prefería seguir bien tapada.

Este atípico 2020 y quizás unos años antes, comencé a masticar la necesidad de

volver a observarme. Quizás de hacer una revolución interna que me despojara de

los gobiernos anteriores… de escribir mi propia constitución, con todos los elementos

que objetaban mi libertad, con los autoboicots tan propios antes del cambio.

Contra todo pronóstico de comodidad, inicié el trabajo en ello. Revisar

historias, memorias, enseñanzas, imposiciones, traumas y dolores. Ahí descubrí

también todo lo que mi cuerpo me da. La más grande herramienta para mi

revolución personal y mis revoluciones colectivas. Darme cuenta de sus múltiples

capacidades y habilidades, que es mi mejor aliado y mi herramienta de

trabajo, por lo que era urgente entonces hacerse cargo. Hoy me veo. Agradezco

esta instancia porque en un mundo violento que usa el cuerpo como moneda

de cambio y como objeto de posesión y poder/sometimiento; este ejercicio

propone que ante el cuerpo desnudo, la mirada sea otra; desde la contemplación,

respeto, tolerancia y aceptación de la diversidad a la que pertenecemos.

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CON MI CUERPO, DESCUBRO, SIENTO, SABOREO

Silvia Quintero Erasso

Cuando me pregunto acerca de cómo vivo la autonomía desde el cuerpo lo

primero que me viene a la mente es que no creo que pueda ser autónoma «por

fuera de» o «sin» mi cuerpo.

Quizás sea obvio, pero desde mi cuerpo habito el mundo. Con mi cuerpo

descubro, huelo, siento, saboreo, leo, escucho. Este cuerpo me permite tejer,

cantar, escribir, mirar, escuchar, amar, follar… este cuerpo también es el lugar

desde donde me relaciono con el mundo y es lo primero que surge cuando

otras personas me ven. Esto último es especialmente importante porque sé que

no soy únicamente lo que yo crea o considere sobre mi misma -aún cuando

esto es fundamental-; también «soy» en la medida que me encuentro en un

mundo compartido y que esa experiencia de interacción pasa por mi cuerpo.

Siempre pienso que siendo una niña no se me pasaba por la cabeza que

existiera algún problema con mi cuerpo y me relacionaba con el mundo de

un modo mucho más desprevenido. Las primeras percepciones negativas o

conflictivas acerca de mi cuerpo surgieron únicamente a través de la interacción

con otras personas. Recuerdo las primeras miradas y frases lascivas de un

grupo de hombres desconocidos sobre mi cuando tenía 10 años. Además del

hecho de que eso se repetiría constantemente y que sucedería de formas más

violentas: una mano que intentó agarrarme un seno, el repentino avistamiento

de un pene erecto de un desconocido que se tocaba en un bus donde solo

estábamos él y yo.

También recuerdo las frases de juicio: “cierre la boca”, “¡deje de comer, gorda!”,

“¿no ve el daño que se está haciendo?” (mirándome de arriba abajo).

Y las veces que todo se entrelazaba: “Me gustan así, gorditas”, “Si quiere le

hago el favor, gorda”, “está gorda pero bonita de cara”.

Estas anécdotas que tienen un tinte claramente negativo son importantes

porque han pesado mucho sobre mi y han definido muchos cambios en mi

forma de circular por el espacio público y de relacionarme con otras personas.

Seguramente esto marcó una experiencia muy contraria a la idea de ser libre y

autónoma a través de mi cuerpo. Sin embargo, después vinieron también unos

puntos de quiebre. Empezaron a aparecer grandes cuestionamientos frente a

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ese modo de ser percibida y tratada. Todo lo que hasta ese momento parecía

natural y “merecido” de repente se reveló con el peso inmenso de la injusticia y

la vergüenza acumulada. Se convertía en dolor y también en rabia.

Esta experiencia del mundo que solo podría darse a través de mi cuerpo,

no solo me ha impuesto cargas o dolores, me ha permitido percatarme de esquemas

de dominación que me sobrepasan y que deben ser transformados.

Me ha abierto a la posibilidad de ver que existen otras relaciones injustas y

trabajar por cambiarlas, porque cada vez menos mujeres y menos personas

gordas sintamos que es normal avergonzarnos de quienes somos o que debemos

procurar hacernos pequeñas e invisibles porque es la mejor manera de no

recibir maltrato.

Entonces todo da un vuelco. Mi cuerpo no es más para ocultar, no es más

temer. Mi cuerpo es lo que me permite disfrutar, me permite aprender (que

nunca es una tarea acabada) y leer la realidad de otro modo. Para configurar

un mundo distinto, mejor.

Mi cuerpo es político y solo desde allí se materializa la libertad.

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LOS AUTORES

Andrés Felipe Erazo C., nació en Cali en 1988. Artista Plástico de la Universidad

Nacional de Colombia. Su trabajo como artista se desarrolla alrededor

de temas de memoria y desde hace algún tiempo, se ha enfocado en el dibujo

del cuerpo, principalmente del cuerpo femenino. En el Proyecto Espejo de

Papel exploró una nueva forma de aproximarse a lo femenino desde el dibujo,

a partir de autorretratos donde las mujeres deciden lo que quieren mostrar de

si mismas.

Teresa Castaño G., nació en Cali en 1965, desde que estudió Trabajo Social

su profesión de base, las circunstancias de su propia vida la fueron encaminando

hacia la búsqueda de conocimiento que le permitiera comprender las

condiciones que rodean la vida de las mujeres, asociadas a múltiples inequidades

y las luchas desde el feminismo para superarlas. Esto la llevó a hacer una

maestría en Género y Políticas Públicas en la Facultad Latinoamericana de

Ciencias Sociales- FLACSO, de Buenos Aires, Argentina. Desde el inicio de su

carrera ha trabajado con mujeres de diferentes comunidades, en los últimos 15

años ha estado dedicada a la asesoría en asuntos de género a organizaciones

de cooperación internacional, lo que le ha permitido trabajar en este tema con

diversos grupos de población.

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Espejo de papel es un proyecto artístico elaborado

a partir de una serie de dibujos y textos escritos que

reflexionan sobre el cuerpo de mujeres, quienes,

desde el ejercicio de su autonomía -como esencia

de poder- se sintieron cómodas con su desnudez y

quisieron vincularse con una fotografía que el artista

plástico Andrés Felipe Erazo dibujó en lápiz de grafito

sobre papel. Los textos escritos, también por ellas,

complementan la imagen que quisieron reflejar sobre la

relación que tienen y que han construido a lo largo de

sus vidas con sus cuerpos.

Proyecto

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