Carta a un futuro docente -convertido
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Estimado futuro docente,
Me dirijo a usted con la intención clara de darle un consejo que no me ha pedido.
Quiero que sepa que entiendo completamente las dudas que deben cruzar por su
mente en este preciso momento, la docencia no suele ser vista, lastimosamente,
en nuestra sociedad como una profesión compleja, con lo que estoy en completo
desacuerdo, pero, si es esto a lo que decide dedicar su vida, le aseguro con
certeza que no habrá podido elegir una mejor forma de dar su vida en servicio
de un mendo más humano.
No voy a mentirle diciéndole que esta es la profesión más sencilla, no voy a
mentirle diciéndole que podrá cambiar el mundo, no voy a mentirle asegurándole
que usted será como esos maestros de las películas que cambian por completo la
vida y reforman la educación en un par de meses, no voy a mentirle diciéndole que
todos sus estudiantes lo amaran, por el contrario, le seré sincera y le diré que no
es para nada un camino fácil, tendrá que enfrentarse a múltiples factores
sociales, culturales y educativos que este nuevo siglo le presenta, tendrá que
enfrentarse al rechazo, a la lucha por un trabajo, tendrá que enfrentarse a que
la misma sociedad desvalore su labor en el aula, tendrá que ser positivo ante
estudiantes y padres que lo desaprobaran, tendrá que estudiar y trabajar más
de las horas que el horario laboral le estipula, tendrá que saber desde ya que el
dinero que recibirá como compensación a sus servicios no serán ni la más mínima
parte de lo que merece, pero fiel amigo, le aseguro que si este es el camino que
escoge no va arrepentirse nunca.
El primer día de clases para un docente está lleno de magia, hay nervios y una
clase completamente planeada días antes, conducida a un “certero éxito”. Me
entenderá cuando uno a uno sus alumnos se sienten frente a usted, los nervios y
la emoción por conocer nombres y dar una buena impresión lo aborden, pero sobre
todo las inmensas ganas de hacerlo bien.
Mi amigo, no permita que esos nervios y miedo de la primera clase se le vayan,
no se convierta en un maestro rutinario, no se convierta en los maestros que le
hacían decir a usted como estudiante “odio esa clase”, utilice su experiencia como
la mejor arma, tome de sus colegas las cosas buenas y aprenda de las cosas no
tan buenas que le fueron impuestas en su rol de estudiante.
Ármese de valor y por nada del mundo olvide esto, el miedo motiva el esfuerzo, motiva las
ganas de superación, no permita que el currículo lo consuma, enseñe si le es
posible para la vida también. Todo le será recompensado en su momento y no se
confunda, no me refiero a la cuenta del banco, me refiero al agradecimiento de
un estudiante al finalizar cada clase, frases como “profe su clase me hace mejor
persona” “profe muchas gracias me gustó mucho”, “profe yo quiero ser como
usted”, porque sus estudiantes más allá de ser cuerpos detrás de un pupitre
son seres humanos con vidas nada sencillas, le pido que no lo olvide que ellos al
igual que usted son seres humanos. Levántese todos los días y vea su aula como
su pequeño campo de batalla, si quiere cambiar el mundo comience con su clase,
no olvide que usted no lo sabe todo, enseñe y permita que le enseñen y
finalmente no se olvide de hacer todo con amor.
Con grato aprecio le agradezco de ante mano por recibir mi consejo de otra
docente con armadura de bronce,
Le saluda
Assly Lucia Bernal Ortiz
Estudiante de Licenciatura
Colombia
Bogotá D.C
10.10.20