su casa. Rowland no se decidióa someterse al tratamiento paraeliminar el virus hasta el año 2006.Para entonces había conseguidodejar la heroína, pero el tratamientocon interferón no era nada fácil ylos efectos secundarios era muydebilitantes. Cuando por fin terminócon el tratamiento y empezó aencontrarse mejor, volvió a escribircanciones para su próximo discoy a tocar en directo. Encontróuna nueva pareja, Bianca, yestaba ilusionado, con ganasde seguir adelante. Genevievehabía dejado las drogas seis añosantes que él y también pasó porel mismo tratamiento. Tuvo mássuerte y consiguió recuperarsepor completo. Pero la salud deRowland empezó a decaer denuevo y fue diagnosticado concáncer de hígado a consecuenciadel virus, sometido a radioterapia yen lista de espera para recibir untrasplante.En medio de todas estascircunstancias, grabó el que seríasu último trabajo “Pop Crimes”, enapenas un mes y con la urgenciade terminar algo que no podíadejar sin hacer, aunque su estadofísico era crítico y no podía trabajarmás que un par de horas cadadía. De nuevo acompañado porMick Harvey, y en esta ocasiónJ. P. Shilo al bajo (aunque Hoopertambién participa en un par detemas), junto a la muy destacablecolaboración vocal de JonnineStandish en el genial dueto queabre el disco, “(I know) A girl calledJonny”, el resultado de ese trabajoes estremecedor. Publicado enoctubre de 2009, días antes decumplir 50 años, al escucharloes imposible asimilar que apenasdos meses después Rowlandfallecería, el 30 de diciembre. Lasegunda canción del disco es unaversión aún más desgarradorade “Shut me down” (de la cual sehabía incluido una primera versiónen la edición en vinilo de “TeenageSnuff Film”). Le siguen una versiónmás lenta y oscura del “Life’s whatyou make it” de Talk-Talk, y eltema que da título al álbum, “PopCrimes”, con una contundentelínea bajo. Otra versión, “Nothin”de Townes van Zandt, seguidade una combinación perfecta entreHooper, Harvey y Rowland en“Wayward Man”. Para cerrar eldisco, la dulce y lenta “Ave Maria”y al final, la increíble “The GoldenAge of Bloodshed”. Siempre meha parecido tan efectiva esadecisión, dejar un tema tan potentecomo este para cerrar el disco.Al ponerlo ahí al final, te quedascon la sensación de que esto noha hecho más que empezar, deque lo mejor está aún por llegar.Rowland realmente lo creía. Siguióal pie del cañón hasta el últimodía, actuando en directo aunquetuviera que advertir a la audienciade que no se asustaran si vomitabadurante el concierto. Planeaba unagira por Europa y Estados Unidos,pero no puedo ser. Su cuerpo dijo“basta” y se marchó. Como diría sucompañera Lydia Lunch, “si hacesalgo tan mágico, tan único, vas apagar el precio… es como un pactocon el diablo”.Mucho tiempo atrás, al preguntarleen una entrevista que cómo seimaginaba cuando cumpliera los 50,Rowland había bromeado: “Hemoshablado de esto, mi hermano y yo,y le dije que cuando tenga 60 añosquiero estar viviendo en la casaque está al final de la calle, y a las3 de la mañana se oirán ruidos yfeedback saliendo de la casa, ylos niños cruzarán al otro lado dela calle cuando pasen por mi casa,y podré ser tan rudo y protestóncomo quiera, porque seré viejo”. Yasí es como me gusta recordarlo.Me lo imagino sonriendo con sornacada vez que dejo sonar su músicaa todo volumen y el chirrido de suguitarra me taladra los tímpanos.Siempre es un buen momento pararecordarle y nunca es tarde paradescubrirle, si aún no lo has hecho.Cristina Rodríguez27
Adiós,Aretha.(1942-2018)28