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Las Travesías del Cafe

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Las Travesías del Café



Las Travesías del Café

Escrito por:

Luz Ángela Diaz

Daniela Mancera

Jimena Marín

Isabella Pimienta

Valentina Quintero


UNIVERSIDAD DE LOS ANDES

Facultad de Diseño

Trabajo realizado para Producto 3

Grupo 9

Ilustraciones:

Luz Ángela Diaz

Isabella Pimienta

Textos:

Daniela Mancera

Jimena Marín

Valentina Quintero


Prólogo

El cuento que tienes en tus manos te va a permitir hacer un viaje por

el tiempo, ya que vas a poder transportarte muchos años atrás para

conocer uno de los relatos más importantes del país. Por medio de este

viaje aprenderás como el transporte del café fue uno de los temas más

importantes cuando empezó a ser distribuido de manera nacional e

internacional. En aquel entonces no había aviones, carros, ni camiones;

por lo que el café era llevado de un lado a otro por los arrieros; hombres

que dirigían y controlaban las mulas cargadas de bultos de café por todo

el país.

Este maravilloso viaje no solo es por el tiempo, sino también por el

espacio ya que te transportarás a todos los hermosos sitios a los que

llegaron los valientes arrieros, que hacían recorridos de días, semanas

e incluso meses. Estos largos viajes comenzaron a ser cada vez más

cortos gracias a la construcción de las vías férreas que llegaban al río

Magdalena, permitiendo el transporte de grandes cantidades de café en

cuestión de semanas y sin perder su esencia.



Era domingo en la mañana y Pablo estaba listo para iniciar la partida habitual en su play. Cuando, de

repente, se topó con una inesperada noticia: sus padres lo llevarían a visitar a su abuelo. Ante este

cambio de planes, él se sintió molesto e irritado, pues su momento de diversión se había arruinado.


El viaje a la casa del abuelo Jacinto

fue largo, ya que tuvieron que recorrer

grandes distancias. Mientras tanto,

Pablo no paraba de pensar en el día

aburrido que le esperaba.

Sin embargo, en cuanto llegaron el abuelo

los recibió con una gran sonrisa, mientras

los invitaba a ponerse cómodos en la sala.


Pablo llevaba varios meses sin visitar la hacienda del abuelo. Dejándose

llevar por la curiosidad, empezó a observar y recorrer detalladamente el

lugar: los colores alegres, los sonidos de las hojas anunciando el cafetal

por la ventana y aquellos curiosas fotos a blanco y negro.

Al llegar al cuarto principal, se encontró una foto muy

particular, donde se podía ver a su abuelo en su juventud

acompañado de una mula.


Al ver que su nieto estaba interesado en

aquella fotografía, Don Jacinto empezó a

explicarle lo que estaba viendo...

- Vea mijo, hace muchos años existió en

Colombia una producción grande de café. Pero

para ese tiempo el transporte era complicado...

no existían los carros ni camiones como ahora,

que llevan el café de un lado a otro fácilmente.


- Solo había una forma de transportar los productos y era por medio de la arriería. Que ¿qué es?

Bueno, esta consistía en usar a las mulas para cargar los bultos de café y otros productos para

transportarlos de ciertas partes del país a otras.

Y es en este relato cuando Pablo lo descubre: ¡resulta que el

abuelo Jacinto había sido un arriero!


Don Jacinto le cuenta a Pablo cómo los arrieros trabajaban

sin descanso, contra vientos y mareas, superando el clima

en época de lluvias y recorriendo reducidos caminos que

conectaban a Antioquia con el resto del país. Incluso,

algunas veces tenían dificultades cargando el café. Y cada

vez que llegaban a los puertos, no sabían cuánto se les iban

a pagar, pues el precio del café siempre cambiaba.


Ante las dificultades de este trabajo, incluso Canela, la mula de Jacinto, empezó a perder

fuerza: sus patitas ya no soportaban tanto peso. Ya no lograba cargar tanto café que se

estaba produciendo en las haciendas. Se cansaba por el camino y se enfermaba con facilidad.


Con el paso del tiempo, y contando

con que las dificultades de Canela eran

frecuentes en otras mulas, se empezó

a escuchar el rumor de que se iniciaría

la construcción de un nuevo medio de

transporte: el ferrocarril.

Ante la noticia, Don Jacinto

y sus compañeros arrieros se

preocuparon mucho, pensando

que iban a ser reemplazados y

perderían su trabajo.


Sin embargo, después se dieron cuenta de que la

construcción del llamado ferrocarril era un proceso lento y

costoso. Y que además, debido a la violencia generada por

la pelea por el poder político, todo se retrasaba peor.


Pero estas no eran las únicas peleas, el país se encontraba divido. Cada

región tomaba sus decisiones por aparte, competían entre ellas y nunca

se ponían de acuerdo para acordar un plan entre todas. Esto también

hizo que se frenaran los esfuerzos por construir el ferrocarril.


Finalmente, se construyó el ferrocarril, pero afortunadamente los

arrieros no perdieron su trabajo y continuaron transportando los bultos

de café a las partes donde el ferrocarril no llegaba.


De esta manera, explicó Don Jacinto, se

configuró todo el sistema de transporte del café.


Los arrieros lo recogían de las haciendas hasta llegar a las estaciones. De

los ferrocarriles llegaban a los puertos. Y de estos puertos salía en barcos

a vapor hasta llegar a otros países.


Finalmente, Pablo preguntó que

había pasado con los arrieros,

a lo que el abuelo respondió

que algunos lograron comprar

haciendas, mientras otros

buscaron nuevos empleos.

Así Pablo entendió el gran

esfuerzo, dedicación y amor de

su abuelo por su trabajo, con

el cual contribuyó al desarrollo

económico de la región y del país.


Los dos continuaron caminando por los cafetales y Pablo no

podía esperar a volver a la hacienda para conocer más sobre las

magníficas historias de su abuelo.


Epílogo

Tal vez lo más divertido de todo este viaje es poder imaginar las

increíbles travesías del café, junto con las aventuras de los arrieros. El

café colombiano fue llevado por el arriero hasta la estación del tren

y este lo transportaba hasta los puertos marítimos, donde tuvo la

posibilidad de navegar por aguas desconocidas hasta cumplir el sueño

de llegar a Estados Unidos. La labor de los valientes arrieros debe ser

recordada por todas las generaciones, ya que sin ellos la popularidad y

el reconocimiento a nivel mundial del café colombiano no hubiera sido

posible. Hoy en día Juan Valdez, una de las marcas más famosas de café

colombiano les rinde homenaje a los arrieros a partir de su logo creado

en 1984 donde observamos a un arriero junto a su mula.



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