Revista RunningColombia digital Ed.27
Homenaje a Alvaro Mejía, resultados, marcas y noticias del atletismo colombiano.
Homenaje a Alvaro Mejía, resultados, marcas y noticias del atletismo colombiano.
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(Homenaje)
reunido con sus incontables ángeles, quienes le acompañaron
en esa senda victoriosa de Boston, cuando marcó la historia del
atletismo suramericano en 1971.
Entrenador de muchos, maestro de pocos; Álvaro tuvo un efímero
paso por la Escuela General de Cadetes, donde se le garantizaba
estudio gratis, a cambio de servicio a la patria. De esta
incorporación llegó su primera medalla de oro lograda en una
pista de atletismo. Fue durante
los Juegos Inter Escuelas
de Cadetes, en diciembre
de 1957, ya que el destino
le negó su presencia en las
pruebas de ciclismo, donde
era favorito, al ser esta la pasión
deportiva que cautivó
sus años juveniles, pero le
entregó unas zapatillas para
quedarse con la victoria en
los 1.500 metros.
Con el paso de los años,
las victorias y las conquistas
llegaron en las diferentes
pistas del mundo.
Fue local en Bucaramanga,
como el más arraigado hijo
de tierras santandereanas,
a la que le regaló varias medallas,
y luego las gélidas
mañanas bogotanas recibieron
en la antigua pista
atlética del estadio Alfonso
López de la Universidad
Nacional a su ectomorfo
cuerpo, cuyo esfuerzo se
confundía con las bocanadas
de aire caliente que
exhalaba.
Los maleteros de los aeropuertos sonreían cada vez que
lo veían con ese caminar simple recorriendo pasillos, y ellos,
siempre prestos, procuraban ayudarle con los enseres de viaje,
no sin antes desearle suerte y éxitos.
El futuro lo llevó a los Estados Unidos, después de las olimpiadas
del 68, donde se comprometió con la nadadora Terri
Stickel, medallista en dichos juegos, para posteriormente casarse.
Años después regresó a Colombia, en una camioneta
modelo 56, en un viaje que duró dos meses.
Pero lejos de la pista, en rutas callejeras sentenció con zancadas
de oro, en barrios cuyos habitantes se agolpaban para verlo, para
mirar la otra faceta del hombre enamorado del esfuerzo, de los
músculos tensionados, del sudor y el cansancio, sobreponiéndose
a sí mismo para ver una nueva corona de laureles.
Se acostumbró a expensas
de los triunfos,
a la salva de aplausos, al
frenesí de los fanáticos en
procura de un autógrafo,
a escuchar las multitudes
dueñas del furor, entonando
su apellido, a visitar
los podios y a colgarse medallas
por doquier.
Pero así mismo, se
acostumbró a perder
hasta sus trofeos y medallas,
como ocurrió en
1969, cuando retornó a
Estados Unidos, pero por
falta de fondos tuvo que
enviarlos desde el Puerto
de Buenaventura, con un
pequeño trasteo. Al llegar,
solo encontró la ropa,
las alhajas se habían esfumado
en el mar.
Las máquinas de escribir
en las salas de redacción
golpeaban con furor
las teclas para escribir sobre
los triunfos de Álvaro
Mejía hace décadas, hoy
los computadores y móviles
hacen lo propio para recordar que hace 25 años regresó a
Colombia y se radicó en Bogotá, en donde continuó con sus entrenamientos
diarios, hasta su retiro definitivo del deporte.
Las letras ya no fluyen, los argumentos son escasos, su vida
fue épica, nuestros recuerdos serán memorables, pero siempre
con la testa fija en lo que más nos enseñó a amar: el atletismo.
Hasta siempre maestro…
2021
RunningColombia
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