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Warcross Marie Lu

Libro de ciencia ficción Temática: videojuegos, realidad virtual

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Temática: videojuegos, realidad virtual

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CINCO

Las dos damos un salto ante el sonido. Cuando miro el aparato, el

identificador de llamadas dice: Número desconocido .

–¿No vas a contestar? –pregunta Keira, los ojos tan grandes como los míos.

Sacudo la cabeza repetidamente mientras observo el teléfono. No me muevo

del lugar hasta que, después de lo que parece una eternidad, deja de sonar.

De inmediato, suena otra vez. Número desconocido.

Se me erizan los vellos de la nuca. Apago el sonido del teléfono y después lo

arrojo en el sofá, donde puedo verlo. En el silencio, permanezco encorvada en

el sillón y trato de no hacer contacto con la mirada desconcertada de Keira.

Esa llamada tenía que ser de la policía. ¿Vendrían a arrestarme ahora si no

atendía? ¿Henka Games me haría una demanda? Me doy cuenta de que acabo

de interrumpir un juego que observaban quinientos millones de personas, un

juego que recibe millones de los patrocinadores. ¿Acaso el propio estudio del

juego pondría una recompensa por mi cabeza para que otros cazadores dieran

con mi paradero? De hecho, podrían estar enviando un mensaje de alerta en

este mismo instante y, en toda la ciudad, los cazadores estarían trepando a

sus motocicletas o a taxis, deseosos de atraparme. Aprieto con fuerza mis

manos temblorosas en el regazo.

Podría escapar. Tendría que hacerlo. Tomaría el primer tren y saldría de la

ciudad hasta que todo pasara. Pero de inmediato hice una mueca ante lo

imposible de la idea. Si me escapaba, ¿a dónde iría? ¿Cuán lejos podría llegar

con trece dólares? Y si –no, cuando – me atraparan, eso no haría más que

empeorar mi delito. Es probable que fuera más seguro quedarme aquí mismo.

Keira se dirige al sofá.

–Sigue sonando, Em.

–Entonces, deja de mirarlo –le digo abruptamente, con más dureza de la que

pretendía.

Me mira con el ceño fruncido.

–Muy bien, como quieras –sin otra palabra, se da vuelta y se encamina a su

colchón. Cierro los ojos, pongo la cabeza entre las manos y me apoyo contra

la mesa. El silencio de la habitación es abrumador y, aunque no puedo

escuchar el teléfono, puedo sentirlo , puedo saber, de alguna manera, que aún

está sonando. En cualquier momento, un puño golpeará la puerta.

Todas las puertas cerradas tienen una llave. Pero esta vez, llegué al fondo.

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