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Contaminantes emergentes en Nigeria: una revisión sistemática

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C. Egbuna y col. Toxicología y farmacología ambiental 85 (2021) 103638

1. Introducción

El término "contaminantes emergentes" se refiere principalmente a

aquellas sustancias para las cuales no existen regulaciones actualmente, las

cuales requieren monitoreo o reporte público de su presencia en nuestro

medio ambiente acuático y circundante (Wells et al., 2010). Las actividades

industriales y domésticas son a menudo las fuentes más importantes de

contaminantes en el medio acuático. Plaguicidas, plaguicidas organoclorados

(OCP), hexaclorobenceno (HCB), dibenzo-p-dioxinas policloradas (PCDD) y

dibenzofuranos policlorados (PCDF), hidrocarburos aromáticos policíclicos y

bifenilos policlorados son algunos ejemplos de contaminantes orgánicos

clásicos que se detectan y controlan con frecuencia enPitarch et al., 2016). El

aumento en la producción y el uso de nuevos productos, como materiales

plásticos y textiles, fragancias, desodorantes y otros productos para el

cuidado personal, utensilios de cocina antiadherentes, etc., han provocado

descargas continuas de cientos de nuevos contaminantes químicos al medio

acuático.

Algunos contaminantes orgánicos emergentes (EOP), por ejemplo,

compuestos farmacéuticamente activos (Camacho-Munoz et al., 2010; Martín

et al., 2011, 2012; Martín et al., 2014; Garrido et al., 2016; Camacho-Munoz ˜

et al., 2019), productos de cuidado personal (Ebele et al., 2017), plastificantes

(Staniszewska et al., 2016), retardantes de llama bromados (Vorkamp y col.,

2014), compuestos perfluorados (Arvaniti y Stasinakis, 2015) y tensioactivos

(Corada-Fernandez et al., 2011´ , 2015; Jurado et al., 2012) entre otros, se han

encontrado en aguas residuales (Arvaniti y Stasinakis, 2015), agua superficial

(SW) (Haman et al., 2015; Meffe y Bustamante, 2014; Tijani et al., 2016) o

genéticos o la presencia de otras sustancias químicas en su cuerpo (como:

alcohol o medicamentos recetados).Enyoh et al., 2020).

Por otro lado, los contaminantes emergentes del agua se producen

principalmente a partir de diferentes desechos de actividades humanas como

la agricultura, la industria y el uso doméstico en aguas superficiales, aguas

subterráneas, aguas residuales municipales y agua potable. Estos

contaminantes emergentes pueden transmitirse a los humanos a través de la

cadena alimentaria o al beber agua contaminada (Nikolaou, 2013). El

contaminante emergente más común del agua son los bioplásticos, donde

alrededor de 8 millones de toneladas de desechos de bioplásticos se

descargan anualmente en el océano (Kehinde et al., 2020). Los bioplásticos se

dividen en tipos gigantes, grandes, medianos, micro y nano, con tamaños

correspondientes de> 1 m, <1 m, <2,5 cm, <5 mm y <0,1μmetro. Varios tipos

de contaminantes en el ciclo del agua, como antibióticos, hidrocarburos

aromáticos policíclicos y compuestos orgánicos, son absorbidos por estos

microplásticos en el agua. Esto hace que los microplásticos se conviertan en

portadores de diversos contaminantes. Estas interacciones de riesgo se

acumulan en el sedimento y consecuentemente son absorbidas por diferentes

microorganismos, plantas sumergidas, plantas flotantes, peces y otros

organismos acuáticos, así como aves en busca de alimento en los humedales.

Con este movimiento a través de la cadena alimentaria, los microplásticos se

bioacumulan en el ser humano de forma indirecta y provocan complicaciones

de riesgo (Tang et al., 2020).

La contaminación de las aguas superficiales por productos químicos como

plaguicidas, productos farmacéuticos, sustancias alquiladas perfluoradas

* Autor para correspondencia en: Centro Africano de Excelencia para la Salud Pública y la Investigación Toxicológica (ACE-PUTOR), Universidad de Port Harcourt, PMB, 5323 Port

Harcourt, Estado de Rivers, Nigeria.

Dirección de correo electrónico: orish.orisakwe@uniport.edu.ng (OE Orisakwe).

https://doi.org/10.1016/j.etap.2021.103638

Recibido el 23 de diciembre de 2020; Recibido en forma revisada el 7 de marzo de 2021; Aceptado el 18 de marzo de 2021

Disponible online el 20 de marzo de 2021

1382-6689 / © 2021 Elsevier BV Todos los derechos reservados.

sedimentos (Camacho-Munoz et al., 2010) a concentraciones crecientes.

Estos contaminantes han sido restringidos como “contaminantes

orgánicos persistentes heredados (COP)” por el Convenio de Estocolmo en

2001. Dadas las propiedades físicas y químicas de los COP, son persistentes en

el medio ambiente; ampliamente distribuida por el medio ambiente; se

acumulan a través de la cadena alimentaria, incluidos los humanos; tóxico

para los humanos y la vida silvestrehttp: // chm.

pops.int/Convention/ThePOPs/tabid/673/Default.aspx).

Una escuela de pensamiento sostiene que los contaminantes emergentes

son sustancias químicas sintéticas o naturales que normalmente no se

controlan en el medio ambiente, pero que pueden tener la posibilidad de

entrar en el medio ambiente y causar diferentes efectos ecológicos y de salud

adversos. Se llama emergente no porque sean nuevos sino por el aumento en

el nivel de inquietudes. La detección y caracterización de estos contaminantes

puede ser problemática y desafiante debido a su comportamiento diverso y

sus múltiples fuentes de producción. Los contaminantes emergentes incluyen

productos farmacéuticos, químicos industriales, pesticidas, surfactantes y

productos para el cuidado personal que se encuentran en diversas matrices

ambientales como el aire y el agua (Enyoh et al., 2020).

Los contaminantes que emergen del aire pueden incluir disolventes

orgánicos volátiles (acrilonitrilo, cloroformo, diclorometano, óxidos de

etileno, formaldehído, tolueno, tricloroetileno y 1,4-dioxano), diferentes

partículas (partículas ultrafinas, micro y nano plásticos, nanopartículas de

ingeniería y diésel). / partículas de carbón negro) y bioaerosoles. La exposición

humana a diferentes contaminantes emergentes en el aire puede ocurrir por

inhalación (solventes orgánicos volátiles), contacto / dérmico (partículas y

bioaerosoles) o ingestión (partículas y bioaerosoles). La posibilidad de

aumentar el peligro de estos contaminantes depende de la cantidad,

frecuencia y duración de la exposición. Además, la vulnerabilidad individual

está asociada con la edad, el sexo, la dieta, el estilo de vida, los antecedentes

(PFAS) o productos de cuidado personal (Loos et al., 2009) y los COP son ahora

ampliamente reconocidos (Li et al., 2014). Esto se ha convertido en un

problema importante de salud pública, ya que pueden ser perjudiciales para

el recurso de agua dulce (Malaj et al., 2014; Vor¨ osmarty et al., 2010¨ ). Los

efluentes de las plantas de tratamiento de aguas residuales (PTAR) se han

identificado como importantes vectores de contaminación. De hecho, las

EDAR son el receptáculo de la contaminación antrópica y, como no fueron

diseñadas para eliminar contaminantes orgánicos, algunos compuestos se

degradan mal. Se han observado altos niveles de PFAS en EDAR ubicadas en

áreas industriales específicas (Xiao et al., 2012) y la contribución hospitalaria

y doméstica a la contaminación de las EDAR farmacéuticas (Quoc Tuc et al.,

2017). Además, las descargas urbanas, como los desbordamientos de

alcantarillado separados o combinados, también pueden afectar las aguas

receptoras (Barbosa et al., 2012). Los contaminantes como los hidrocarburos

aromáticos policíclicos (HAP), los alquilfenoles o los pesticidas se cuantifican

en las aguas pluviales urbanas (Gasperi et al., 2014).

La contaminación de las aguas subterráneas por actividades

antropogénicas es una amenaza para la salud y el bienestar humanos y de los

ecosistemas; de hecho, las aguas subterráneas son una fuente de agua dulce

para el consumo humano, el riego y las necesidades de los ecosistemas, y su

protección es un objetivo ambiental clave. Además de los contaminantes

conocidos, están surgiendo nuevas sustancias sin efectos inmediatos claros

(Agencia Europea de Medio Ambiente, 2011). Es importante conocer estos

nuevos contaminantes en los programas de monitoreo y en el desarrollo de

políticas de protección de las aguas subterráneas, debido a sus probables

efectos transgeneracionales (Schaeffer et al., 2009). Hasta ahora, la

legislación sobre la calidad del agua no ha abordado sistemáticamente los

contaminantes emergentes en las aguas subterráneas por varias razones,

incluida la falta de conocimiento de las fuentes y vías de los contaminantes,

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