Episodios Musicales-Duetos
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Guillermo X. Sesma
40
41
50
51
*maravilloso manuscrito (en realidad una parte), de Vellavsky (Juan).
Este pequeño relato se lo dedico a Pochi y Laca, mis amigues imaginaries que
hamacaba en la cola del banco, mientras mi mamá y papá aprendían a ser grandes.
Ustedes sabrán que nunca pudieron serlo del todo.
También se lo dedico a Rogelio y Rafita, mis gatitos que me piden mimos a la
noche cuando vuelvo, una vez más, en mi intento fallido de ser grande.
... Y se vino el único texto del libro (y me animo a decir, en la historia de la
humanidad) escrito de principio a fin, íntegramente con los pies. De más está que,
de no ser así, este texto no sería digno de una contorsionista de alto calibre, y
menos que menos, no tendría carácter de bonus track.
Nazco, no lo recuerdo, pero confío en que así es porque si todo el mundo nace, yo
no soy la excepción a la regla. A partir de ahí, el tiempo empieza a correr aunque
no me doy cuenta. Tomo la teta a mamá, le vomito la cara a papá. Llega Joaquín,
mi hermane. Tampoco recuerdo cuándo nació, pero también confío en que el
testimonio de mamá y papá es verdadero. Ahí empiezo a percibir que el mundo no
es mío, que lo tengo que compartir. Empezamos a jugar: Salvamos al mundo una y
otra vez por mucho tiempo. Ahí sí que podíamos ser quien se nos cantase el ojete.
Éramos amigos, también amigas, éramos madres y también hijas, éramos hamsters
y oficinistas. Después llega Paloma, en este caso sí que nos acordamos de su
nacimiento. No nos quedó otra que hacerla parte de nuestro mundo. Tuvimos la
honrosa actitud de reorganizar nuestras historias para incluirla, ella la tiene tan
clara que nos pasó por encima, y convirtió nuestra casa en un zoológico. Un día me
transformé en una vaca y (aunque no se den cuenta) nunca volví a ser humana.
Pasaron los años y seguimos sin darnos cuenta que el tiempo pasaba ¡siempre tan
ridícula! Ya éramos unos boludos grandes y seguíamos teniendo nuestro propio
lenguaje, hasta nuestro propio acento (que lamento decirles, sólo entre nosotres
nos entendemos).
El tiempo pasa, y mucho. A la larga o a la corta tenemos que hacernos cargo de que
estamos en un mundo en el cual tenemos que dejar de lado nuestros personajes,
nuestro lenguaje y nuestra fantasía. Nos enseñan que mundo hay uno solo, en el
que tenemos que adaptarnos, para que no nos tachen de locxs, ni de pelotudxs.
Vivimos en un mundo lleno de gente que solo vive y muere para que se beneficien
unos pocos. La verdad, es que no queda otra que trabajar de lo que uno pueda, y
en el mejor de los casos agradecerle a ¿Dios? si nos dedicamos a lo que nos gusta.
Seguir las reglas. Entiendo que el mundo es capitalista, es machista, es clasista y es
racista: “Que es una mierda”. Sólo nos queda matarnos o adaptarnos ¡O no sé!
Pero de vez en cuando aparecen los juegos debajo de alguna palabra, de algún
recuerdo, de algún sueño. A veces reaparecen los personajes en el paisaje mientras
miro por la ventana del tren, o mientras desentono alguna canción. Sonrío (me
cago de la risa, pero pongo sonrío porque es más poético), y me llevo a mis
personajes que están de visita a casa. A una casa de grandes, pero elles se adaptan.
En esta ocasión, invité a un personaje muy especial: Les presento al Pajarillo
Cantor. No me acuerdo cuando llegó por primera vez, pero nunca se fue, siempre
vuelve. Compartimos muchos momentos juntes, hemos saltado las olas de La
Paloma, y hasta me despertó muchas mañanas al son de “Sí, sí, sí, soy el pajarillo
cantor, sí!”. Creció mucho desde aquellas mañanas, ya no entra en su jaula. Pero no
porque él haya crecido tanto, sino porque la jaula cada vez es más chiquita.
No sé exactamente por qué, pero cada vez que me lo encuentro, cantamos juntes, y
por un ratito, vuelvo a olvidarme que el tiempo pasa.