RUPTURAS
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_CAPITULO 2_ CONTEXTO
HABITANTE DE CALLE
Los habitantes de calle históricamente han sido una
población estigmatizada, marginalizada, una población que
se le han desconocido sus formas de vivir y que han sido
constantemente desplazadas. Bogotá, por ser la ciudad
capital del país, siempre ha recibido un flujo migratorio alto,
la gente migra en busca de oportunidades que muchas veces
no se dan y en muchos casos estas personas terminan en
situación de calle. Las historias de estos habitantes suelen ser
complejas, asociadas al abandono, la falta de oportunidades,
el consumo de drogas y el abuso, razones por las cuales
buscan refugio en aquellas personas y grupos que viven y se
lucran de la actividad callejera.
Es una población que se le ha dado la espalda, no obstante,
el Estado cuenta con varios programas para apoyar a esta
población. Los Ángeles Azules, son un grupo de profesionales
que durante las 24 horas del día recorren las calles de la
ciudad y acompañan los centros de atención al habitante
de calle, con el objetivo de iniciar procesos de recuperación
personal y una reinserción a la vida familiar. Por otro lado,
existen los centros de día y noche operados por contratistas
del Estado diseñados para recibir y atender a esta población.
Si bien existen los espacios, los procesos que allí se llevan
a cabo suelen ser burocráticos y rígidos, buscando muchas
veces cambiar las dinámicas del habitante de calle en vez de
entenderlas. En consecuencia, muy pocas veces estos lugares
surten un efecto positivo y al contrario viven vacíos.
La arquitectura por su parte también ha jugado un papel
importante en la segregación de esta población, la arquitectura
hostil es una intervención que busca evitar la presencia y el
refugio de “poblaciones no deseadas” en los espacios de la
ciudad.