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La Placeta de Lorca nº90 - Febrero 2022

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Texto: Papageno

En el patio o huerto de la vivienda construida en

las últimas décadas del siglo XIX por el matrimonio

Juan Martínez de Miguel Cano y Remedios Flores

Bravo en la entonces llamada alameda de

Espartero, donde casi cien años después se levantó

el edificio conocido como La Tortada, un nutrido

grupo de personas posan para el fotógrafo Pedro

Menchón, niños delante y mayores detrás. Son

miembros de la estudiantina formada por la

Asociación de San José de Calasanz durante el carnaval

de 1916 para allegar recursos destinados a

las obras del asilo que en ese tiempo comenzaba a

erigir esta institución. Esta asociación protectora

de niños abandonados había sido fundada por José

M.ª Zarauz Carrasco en 1911, y, poco después, en

1916, levantaba sus primeros pabellones en el paraje

de los Albaricos, en la parte alta de la ciudad,

en terrenos donados por Rafael Zarauz, hermano

del fundador y presidente. Allí se construyeron,

con añadidos y ampliaciones posteriores, dormitorios,

comedor, cocina, capilla y zonas ajardinadas

para acoger y formar a niños necesitados. De estas

obras, así como de las actividades allí realizadas,

nos ha dejado valioso testimonio gráfico Pedro

Menchón, socio benefactor de la asociación.

La prensa del momento daba cuenta de la iniciativa:

«Este carnaval recorrerá las calles de esta

población una estudiantina formada por los asilados

de San José de Calasanz y varios jóvenes distinguidos

de esta población. La jota que cantarán

[que llevaba por nombre Los baturricos] ha sido

compuesta por el notable músico y distinguido

médico D. José M.ª Casas» [La Opinión, 9-2-1916].

El boletín de ese año editado por la asociación recogía

con amplitud las razones de su creación:

«En nuestro afán de procurarnos recursos para

continuar las obras del Asilo pensamos en la organización

de una modesta estudiantina en la que

los mismos niños a quienes protegemos fueran

los cantores, acompañados de algunos músicos

profesionales, y sin otra aspiración que la de

hacer una colecta que, por pequeña que fuese,

bastaría a cubrir los gastos y a que hubiera exceso

para aplicar a nuestro objeto. No dudábamos del

éxito, el cual estaba garantizado con el concurso

que habían de prestar a este festejo los niños protectores

de la Asociación que habían de formar la

comisión de postulancia. […] Si en nosotros cupiera

el orgullo, bien pudiéramos enorgullecernos

con el recuerdo de esta estudiantina. Muchas ha

habido en Lorca de gratísima recordación, pero

no creemos haya habido otra que la supere, por

el mérito de las composiciones ejecutadas, por la

distinción de las personas que la componían y por

el agrado con que fue recibida por el público. Y

como complemento, y para que nada faltara, la comisión

de postulancia de los niños fue acompañada

de otra de jóvenes distinguidos que, no

habiendo pertenecido al elemento artístico, no

vacilaron en prestarse a contribuir a la obra, sumándose

a los que habían de pedir al pueblo limosnas

para el Asilo». Como detalla la asociación

en las cuentas que publicó en ese mismo boletín,

la idea tuvo feliz resultado, pues la estudiantina

recaudó 336’32 ptas.

Este año de 1916 fue muy animado para el

carnaval, con la celebración de bailes de máscaras

en el Casino, Salón de Actualidades y en la

Sociedad Club. En la fotografía vemos a los más

jóvenes, los niños del asilo, sentados delante, ataviados

con camisa blanca, chaleco, faja y pañuelo

anudado en la cabeza, en consonancia con la jota

aragonesa que interpretaban, y, detrás, a músicos

y a benefactores de la asociación. Entre todos

ellos creemos reconocer al músico José María

Casas, con barba y sombrero, sentado en el centro,

tío del compositor y director Bartolomé Pérez

Casas; a José M.ª Zarauz Carrasco, detrás, de pie,

también con sombrero, pajarita y bigote; a Juan,

Pepe y Santos Martínez de Miguel Flores, así

como al poeta Mariano Alcázar Fernández Puche,

a José Jódar y a un joven Francisco Gimeno

Baduell, entre otros. Al fondo hay un estandarte

con el lema: «Una limosna para el Asilo. Carnaval

1916». La fotografía se reprodujo en el

Almanaque de la Asociación de San José de

Calasanz de 1917 y también en el de 1936, el ultimo

publicado.

La propiedad y todos los derechos del asilo

de San José de Calasanz fueron transmitidos por

la asociación a las Hijas de la Caridad de San

Vicente de Paúl en febrero de 1932. José M.ª

Zarauz, alma y sostén de dicha institución benéfica,

cuenta desde 1952 con una calle en Lorca,

una larga arteria entre las de Herradura y Morata,

próxima al asilo.

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