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Texto: Papageno
En el patio o huerto de la vivienda construida en
las últimas décadas del siglo XIX por el matrimonio
Juan Martínez de Miguel Cano y Remedios Flores
Bravo en la entonces llamada alameda de
Espartero, donde casi cien años después se levantó
el edificio conocido como La Tortada, un nutrido
grupo de personas posan para el fotógrafo Pedro
Menchón, niños delante y mayores detrás. Son
miembros de la estudiantina formada por la
Asociación de San José de Calasanz durante el carnaval
de 1916 para allegar recursos destinados a
las obras del asilo que en ese tiempo comenzaba a
erigir esta institución. Esta asociación protectora
de niños abandonados había sido fundada por José
M.ª Zarauz Carrasco en 1911, y, poco después, en
1916, levantaba sus primeros pabellones en el paraje
de los Albaricos, en la parte alta de la ciudad,
en terrenos donados por Rafael Zarauz, hermano
del fundador y presidente. Allí se construyeron,
con añadidos y ampliaciones posteriores, dormitorios,
comedor, cocina, capilla y zonas ajardinadas
para acoger y formar a niños necesitados. De estas
obras, así como de las actividades allí realizadas,
nos ha dejado valioso testimonio gráfico Pedro
Menchón, socio benefactor de la asociación.
La prensa del momento daba cuenta de la iniciativa:
«Este carnaval recorrerá las calles de esta
población una estudiantina formada por los asilados
de San José de Calasanz y varios jóvenes distinguidos
de esta población. La jota que cantarán
[que llevaba por nombre Los baturricos] ha sido
compuesta por el notable músico y distinguido
médico D. José M.ª Casas» [La Opinión, 9-2-1916].
El boletín de ese año editado por la asociación recogía
con amplitud las razones de su creación:
«En nuestro afán de procurarnos recursos para
continuar las obras del Asilo pensamos en la organización
de una modesta estudiantina en la que
los mismos niños a quienes protegemos fueran
los cantores, acompañados de algunos músicos
profesionales, y sin otra aspiración que la de
hacer una colecta que, por pequeña que fuese,
bastaría a cubrir los gastos y a que hubiera exceso
para aplicar a nuestro objeto. No dudábamos del
éxito, el cual estaba garantizado con el concurso
que habían de prestar a este festejo los niños protectores
de la Asociación que habían de formar la
comisión de postulancia. […] Si en nosotros cupiera
el orgullo, bien pudiéramos enorgullecernos
con el recuerdo de esta estudiantina. Muchas ha
habido en Lorca de gratísima recordación, pero
no creemos haya habido otra que la supere, por
el mérito de las composiciones ejecutadas, por la
distinción de las personas que la componían y por
el agrado con que fue recibida por el público. Y
como complemento, y para que nada faltara, la comisión
de postulancia de los niños fue acompañada
de otra de jóvenes distinguidos que, no
habiendo pertenecido al elemento artístico, no
vacilaron en prestarse a contribuir a la obra, sumándose
a los que habían de pedir al pueblo limosnas
para el Asilo». Como detalla la asociación
en las cuentas que publicó en ese mismo boletín,
la idea tuvo feliz resultado, pues la estudiantina
recaudó 336’32 ptas.
Este año de 1916 fue muy animado para el
carnaval, con la celebración de bailes de máscaras
en el Casino, Salón de Actualidades y en la
Sociedad Club. En la fotografía vemos a los más
jóvenes, los niños del asilo, sentados delante, ataviados
con camisa blanca, chaleco, faja y pañuelo
anudado en la cabeza, en consonancia con la jota
aragonesa que interpretaban, y, detrás, a músicos
y a benefactores de la asociación. Entre todos
ellos creemos reconocer al músico José María
Casas, con barba y sombrero, sentado en el centro,
tío del compositor y director Bartolomé Pérez
Casas; a José M.ª Zarauz Carrasco, detrás, de pie,
también con sombrero, pajarita y bigote; a Juan,
Pepe y Santos Martínez de Miguel Flores, así
como al poeta Mariano Alcázar Fernández Puche,
a José Jódar y a un joven Francisco Gimeno
Baduell, entre otros. Al fondo hay un estandarte
con el lema: «Una limosna para el Asilo. Carnaval
1916». La fotografía se reprodujo en el
Almanaque de la Asociación de San José de
Calasanz de 1917 y también en el de 1936, el ultimo
publicado.
La propiedad y todos los derechos del asilo
de San José de Calasanz fueron transmitidos por
la asociación a las Hijas de la Caridad de San
Vicente de Paúl en febrero de 1932. José M.ª
Zarauz, alma y sostén de dicha institución benéfica,
cuenta desde 1952 con una calle en Lorca,
una larga arteria entre las de Herradura y Morata,
próxima al asilo.