ECR 273
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verdades que no son científicas y tecnológicas,
emociones y motivos que no entiende
la psicología o la sociología. El lenguaje de
nuestra esperanza más profunda, de nuestras
angustias más oscuras, de nuestra búsqueda
de sentido. En resumen, el lenguaje
de la fe en Dios, el idioma espiritual de pecado,
arrepentimiento y salvación, de vida,
nuevo nacimiento y resurrección. De amor
y conocimiento de Dios.
La lengua del evangelio
¿Cuál es la vocación de los cristianos en un
mundo regido por la ciencia y la tecnología?
En primer lugar, hemos de darnos
cuenta que el lenguaje universal de nuestro
tiempo también es nuestro idioma. No
podemos evitar usarlo. Y esto con el peligro
de adaptarnos a su cosmovisión profundamente
secular y mundana en la cual no hay
espacio para Dios, ni para la fe. Adaptarnos
al relativismo inherente al lenguaje tecnológico,
que convierte todas las verdades en
hipótesis, sustituyendo los conceptos y valores
tradicionales por nuevos y experimentales.
Es decir, hasta que la misma ciencia
las cambie y las renueve otra vez. En esta
situación nuestro llamado es seguir hablando
el lenguaje de la fe, de Dios y de su Reino
para guardar la verdad de ella para nosotros
mismos y para nuestro tiempo.
Somos una generación muy afectada e impresionada
por el mundo que nos rodea,
pero nuestra vocación es guardar para el
futuro las verdades eternas. Nuestra preocupación
principal no ha de ser si el mundo
las entiende. No las entiende, pero nosotros,
los que confesamos el nombre de Cristo,
hemos de conocerlas. No podemos pretender
comunicarlas en el lenguaje de
nuestro tiempo. Será imposible, porque es
un lenguaje ajeno y hostil al misterio de
Dios. Pero hemos de guardar el lenguaje de
la fe, orientada a la Biblia y la confesión
histórica del cristianismo, en la esperanza
que el mundo en algún momento, cansado
de la desilusión de ciencia y tecnología –
que ya podemos observar – preste atención
a la esperanza proclamada por el evangelio.
Esperando que Dios, que una vez confundió
la lengua única del mundo prehistórico,
confundiere también la lengua única
de ciencia y tecnología. Puede hacerlo por
el santo evangelio de su Hijo, resucitado de
la muerte, y por la fe de los creyentes. Por
una verdad que no es científica, no obstante,
real y evidente, ciertísimas entre nosotros
(véase Hebr.11.1; Lucas 1.1).
En la Calle Recta
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