ECR 273
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
cluyeron que el Señor Jesús era Dios manifestado
en la carne, siendo esa la razón por
la cual tenía potestad para perdonar los pecados.
Pero al contrario, este hombre -dicen
ellos -afirma poder perdonar los pecados,
por lo tanto, debe ser un blasfemo. Aunque
quizás, si afirmaba tener autoridad para
perdonar pecados, debía ser necesariamente
Dios mismo. ¡Pero eso era imposible para
ellos! El corazón del debate y la controversia
entre Jesús y los líderes religiosos giraba
entorno, al carácter y la personalidad de
Dios. Ellos decían: “¡Dios no puede venir a
nosotros así y hacer estas cosas!
¿QUÉ ES MAS FÁCIL?
Acusaban a Jesús de blasfemia. Pero Jesús
tenía una respuesta. Les planteó un reto:
“¿Qué creéis que es más fácil? ¿Decirle a
este hombre: Tus pecados quedan perdonados,
o decirle: Levántate y anda?”
Parece fácil decir: “Tus pecados están perdonados”,
pues esta es una afirmación cuya
verdad es difícil de probar o refutar. Pero
hora, a continuación, para demostrar que
tiene el poder de perdonar, hace lo que aparentemente
parece más difícil: “Levántate y
anda”, le dice. Jesús le cura con unas palabras.
Su acción sólo permite concluir, que si
la curación ha sido eficaz, ¡seguramente su
palabra de perdón también lo ha sido!
Jesús vio sus pensamientos, vio su lógica y
les demostró su autoridad divina. Era el Hijo
del Hombre que tenía derecho a perdonar
los pecados. ¿No es sombroso Jesús? La autoridad
que el Hijo del Hombre tenía para perdonar
los pecados la ejercía con la mayor
normalidad. Aunque sus discípulos y aquellos
que le vieron y escucharon no podían
entender que esa misma autoridad le dirigía
inexorablemente a sacrificarse en la cruz,
para traer perdón.
En la Calle Recta
23