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¿Cuál fue el primer recuerdo de un animal en tu vida?
El primer recuerdo de un animal en mi vida es un perro
que tenía mi abuelo que lo tomé como propio que se
llamaba Crique que estaba en Necochea, donde nací, y
era un ovejero alemán. Para mi tamaño era muy grande,
muy cariñoso y fue muy especial en mi vida porque lo tuve
desde los tres años hasta los once. También cuando partió
fue muy complicado para mí.
¿Cómo llegan John y Fruta a tu vida?
Yo había tenido otro weimaraner que se llamaba Ulla que
también salió en OHMYDOG! y cuando nacieron mis hijos
él estuvo con nosotros en su último año de vida y cuando
partió esperamos porque yo en ese momento no quería
tener más tiempo, pero no quería privar a los chicos de
la relación con un animal, así que llegó Fruta cuando
ellos tenían dos años. Ella tiene una deformación y en el
criadero no la podían vender porque tiene como unos
“cuernitos” que supuestamente la raza no puede tener,
pero a nosotros nos encantan.
John apareció porque en un momento la red “Fundación
4 Patas” me cuenta que tenían un perro abandonado
en una quinta y en ese momento me mandan la foto
porque se estaba quedando en un departamento. En ese
momento les dije: “bueno, tráiganlo (a mi casa) a ver como
funciona”. John tiene varios problemas de salud, tiene una
cardiopatía, toma un remedio a la mañana y a la noche.
Cuando lo encontraron estaba muy, pero muy flaco y casi
no comía… estaba muy arañado, se vé, que por un alambre
de púas. Cuando lo traen, nos encariñamos y se quedó
en casa.
¿Cómo es el vínculo de los perros con tus hijos?
Fruta es un cachorro de weimaraner y como todo bebé es
super intensa y movediza, la relación con los chicos por
ahora es un poco difícil porque es muy bruta y a veces
tienen ciertas peleas porque ella se come los juguetes
de ellos. La relación por ahora no estaría funcionando
del todo bien (risas), pero van a estar bien. Y con John
es diferente, los chicos lo aman realmente y él reacciona
muy cariñosamente con ellos. Ellos lo besan, lo abrazan y
lo acarician.
¿En qué se parecen a vos?
John en que es muy agradecido y Fruta en que es muy
movediza.
¿Crees que es cierto que tener un perro te prepara un
poco “para la paternidad”?
Me parece que todas las relaciones humanas y con
animales te preparan para ser padre, porque al perro lo
tenés que educar, le tenés que explicar que hacer y qué
no hacer, encontrar una forma de comunicarte para que
te entienda… a veces no entienden las palabras y hay
que reemplazarlas por gestos o premios. Mi otra perra,
Ulla, fue criada con mucha libertad. Es una metáfora muy
interesante porque ella sabía andar sola por la calle, se
quedaba en el cordón si venían autos, sabía cuándo
quedarse afuera y adentro de casa, fue educada con
mucha libertad y si se permite la comparación, aunque
suene extraño, pretendo criar a mis hijos con esa misma
libertad para que tomen sus propias decisiones o sepan
donde están los peligros
John tiene ciertos problemas de salud, ¿cómo llevas eso?
Si, tiene una cardiopatía y después encontramos con el
veterinario que también tiene problemas renales, así que
también toma un remedio para los riñones y una úlcera
en la próstata, que también está siendo tratada, pero está
bien y es muy tranquilo. Él cambió todo, su mirada, su cara
y es un perro contento. Nuestra casa es casi un hospital
para John, como que estuvo en rehabilitación El tiempo
que tenga preferimos que lo pase con nosotros y que sea
feliz.
Hablemos un poco sobre la premisa de tu nuevo resto y
la bajada de ‘no matarás animales’, ¿cómo surgió la idea ?
¿Qué es lo más importante a destacar?
Cuando pensé en el nuevo restaurante solés plantearte
sobre lo que cocinas y lo que no cocinas. La verdad es
que veníamos planteando platos vegetarianos hace ya un
tiempo. Hice una experiencia en Mendoza cuando “Tegui”
se mudó por dos meses en 2018 y 2019 y ahí dijimos:
“bueno, vamos a sacrificar nuestros propios animales con
respeto, los vamos a comer y vamos a usar las gallinas
libres, porque necesitamos alimentarnos”. Sacrificamos
nuestras propias truchas y gallinas, todo llegaba vivo y fue
una experiencia que nos parecía que era como respetar
al animal de alguna manera, pero terminó siendo algo que
nos frustró mucho a casi todos, fundamentalmente a mí,
porque fue muy doloroso. Yo creo que si todo el mundo
tuviera que hacer eso, en vez de encontrar carne en una
bandeja de supermercado, probablemente habría más
vegetarianos. La situación de tener un animal así me hizo
tomar conciencia de la brutalidad que significa eso, pero
a la vez mi camino como cocinero había ido tendiendo
siempre a usar más vegetales, porque me gustan y tienen
mucho sabor. Lo que pasó fue que durante la pandemia
empecé a meditar esa situación de matar animales y pensé
en que algo había que cambiar en el mundo… yo quería
tener un rol en eso, así que decidí que mi restaurante sea
vegetariano.
¿Por qué tener un perro es mejor para la vida?
Las personas que vivimos en ciudades tenemos un
contacto directo con la naturaleza a partir de los perros,
podemos ver en ellos como se mueven y se comunican,
son una gran compañía. He visto millones de cosas porque
desde chico tuve un perro y la relación para jugar e
interactuar es distinta. También tengo una experiencia
con mi madre que en un momento de su vida pasó por
una depresión muy fuerte y cuando le regalamos un perro
hizo que ella pueda salir a pasear. La ayudó a sentirse
acompañada. Ellos te dan mucho amor. Mientras que se
pueda y puedas tenerlos en condiciones decentes, yo lo
recomiendo.