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Dentro de una
editorial participan
decenas de personas
colocando su
granito de arena
velando por sus
propios intereses.
Comenzamos con
el autor, una personalidad
ajena a
la editorial marchando
en busca
de que su obra sea
publicada lo más
pronto posible para
recibir su debido
reconocimiento,
también tenemos al
jefe quien siempre
estará en busca de
Empresa Editorial
que él resultado
sea efectivo, rápido
y barato, el corrector
quien busca
saciar su deseo de
cubrir mínimo una
cuartilla por día, el
capturista buscando
teclear cierto
número de veces
antes de partir
hacia su hogar, el
diseñador con una
alocada y original
idea saliendo del
horno esperando
ser comprendida
y pagada como es
debido, el formador
siempre ha
cuidado de las
planas, el negativero
listo para quemar
el número de
película asignado,
el impresor siempre
al pendiente de las
vueltas que desea
darle a la mantilla
de su prensa, el
encuadernador preparando
sus pasos
y dobleces, el distribuidor
avaricioso
por el aumento de
piezas que serán
vendidas y por último
el lector.
Lector
El crítico más fuerte y letal el cual va en búsqueda
del más mínimo error dentro de su
copia, esperando que haya valido cada centavo
gastado, el lector, es quien revisa desde
la calidad del texto hasta la funcionalidad del
libro, su diseño, su encuadernado, nada escapa
de su experimentada vista, es realmente una
persona feroz, el lector no dudará en exigir una
explicación si el costo del libro incrementa, si
la publicación de este se retrasa, entre otras
cosas, pero, ¿quién da la cara cuando el feroz
lector llega en busca de respuestas? El editor.
Dentro de este
inmenso proceso
lleno de gente
preocupada por
su propia parte,
¿quién es el que los
vuelve un conjunto?
Es aquí cuando
entra en marcha el
editor, aquel que
vela por todos esos
granitos de arena
las 24 horas del
día chocando que
esté bien hecha su
labor defendiendo
el mejor interés del
libro o revista ya
unificados como un
“todo”.
Editor
El editor puede
ser visto como un
capataz odioso con
una obsesión por
la perfección, el
culpable de cada
problema que ocurra
dentro de cada
área de la editorial,
pero, este en realidad
podría ser visto
como el “abogado
del diablo”, aquel
que debe de imaginar
el proyecto
terminado, la persona
que contiene
el juicio para
observar sus errores
mientras el proyecto
aún se encuentra
en proceso.
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