PADRE TIEMPO Y CÓMO SE CREÓ EL UNIVERSO
Por: Angelica Patricia Galvis Morales Padre tiempo y Madre universo son dos seres que viven en la inmensidad del cosmos, con su mascota, pero un día todo cambiará. Acompaña a estos lindos personajes en esta aventura mágica y llena de color y conoce más sobre este universo ilustrado. Padre tiempo y como se creó el universo es la primera historia de un sin número de cuentos, Precuela de todos los libros de la marca Universo ilustrado.
Por: Angelica Patricia Galvis Morales
Padre tiempo y Madre universo son dos seres que viven en la inmensidad del cosmos, con su mascota, pero un día todo cambiará. Acompaña a estos lindos personajes en esta aventura mágica y llena de color y conoce más sobre este universo ilustrado. Padre tiempo y como se creó el universo es la primera historia de un sin número de cuentos, Precuela de todos los libros de la marca Universo ilustrado.
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y cómo se creó
el universo
el universo
Por Angelica Galvis Morales
y cómo se creó
el universo
el universo
y cómo se creó
el universo
el universo
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INSTRUCCIONES:
En el Principio de los Tiempos, antes de que
existieran los rojos Paisajes de Manzanas o los
dulces Volcanes de Chocolate, incluso mucho tiempo
antes de que se creara el Universo Ilustrado, el
Cosmos se caracterizaba por su gran tranquilidad. Y
ahí, en ese espacio, solo habitaban dos seres,
que regían la magia, el color y todos los
sentimientos maravillosos que existían.
-Ellos tenían por nombre:
Madre Universo y Padre Tiempo.
Una mañana, en día como cualquier otro,
Madre Universo decidió salir antes de que Padre
Tiempo despertara, a explorar todo lo que la
rodeaba, y así al volver, tener miles de historias
que contarle a su compañero.
Padre Tiempo, al despertar, encontró una nota de Madre Universo,
diciéndole que volvería antes de la cena. Sin nada que hacer desde
tan temprano, Padre Tiempo quiso sorprenderla, con la mejor de las
cenas que el Universo viera alguna vez. Encontró una curiosa receta
entre el Gran Libro de Cocina Sideral, la posesión más preciada de
Madre universo.
Observando los exactos tiempos para cada receta, se sintió afortunado,
pues él era el tiempo, y contaba con un extraordinario reloj de
arena, el más preciso en todo el Cosmos. Pero triste quedó, cuando
fue en busca de su reloj, y descubrió que un astro lo había dañado
en la última lluvia de estrellas. Pero no le importó, se dijo que él
sabía contar mejor los segundos, minutos y horas, que un reloj viejo,
así que, en su intención de sorprender a Madre Universo, escogió la
receta #1, llamada: “Cómo cocinar una sorpresa”, no había nombre
más ideal.
Padre Tiempo, era astuto, y conocía todos los rincones de su hogar, no
tardó mucho en reunir todos los ingredientes indicados. Pero, había
uno que no tenía en su casa, y ese era el planeta recién nacido. Recordó
enseguida, que desde hacía varios años luz, una pequeña roca había
empezado a flotar en su jardín. Nunca entendió qué era, ni para qué
serviría, por lo que se sintió muy feliz al descifrarlo, ese era un ¡planeta
recién nacido! Otro de los majestuosos regalos del Cosmos. Padre
Tiempo comenzó a cocinar, siguiendo al pie de la letra paso por paso,
pues no sabía cocinar, pero sabía que, con amor y esfuerzo, si lo que se
proponía haría feliz a alguien, le saldría bien.
En su gran horno , metió la preparación, y dijo:
–Bueno, aquí dice que debo hornear durante cuatro Soles del Oeste
–dijo en voz alta Padre Tiempo con un gesto de preocupación, leyendo
el libro de cocina– ¡Eso es mucho tiempo para quedarme aquí esperando!
–se llevó una de las manos a su boca, buscando ideas, hasta lo consiguió–
¡Ya sé! Dejaré que mi reloj de arena me indique cuando esté listo,
mientras podré hacer la siesta.
Y habiendo dicho eso, Padre Tiempo, dio vuelta al reloj, y se marchó a
dormir.
Pero había olvidado algo, ese reloj de arena, que reposaba en su cabeza
como un sombrero, estaba dañado. El descuidado Padre Tiempo se sentó
en su trono y cayó en el más placentero de los sueños, Madre Universo
estaría tan contenta al volver y ver aquella sorpresa
Los cuatro Soles del Oeste pasaron, y luego fueron seis, y luego fueron
ocho, hasta que finalmente fueron diez. Padre Tiempo, seguía sumido en
su siesta, roncando como un trueno, pero algo inesperado lo despertó de
repente. Un fuerte chillido, jamás oído en la Inmensidad, lo estremeció.
Tan fuerte fue, que incluso su mascota, el perezoso cocodrilo astronauta
también se levantó. Se acordó que había dejado horneando la cena,
afanado y preocupado por haber echado a perder la sorpresa para Madre
Universo, salió corriendo a toda velocidad hacia la cocina. Cuando llegó,
lo que vio lo dejó sin aliento, pues miles de millones de colores, olores y
sabores, se desprendían sin control y en todas las direcciones desde el
horno. Nunca había visto algo semejante, y aunque pensaba que su
preparación se había dañado, no pudo dejar de sentirse asombrado por
lo que veía.
De pronto, el Cosmos se estremeció, y Padre Tiempo se asustó aún más,
sin saber qué hacer, nunca había tenido problemas, mucho menos de
tiempo. Lo que salía del horno aumentó su intensidad, y disparado, se
escondió junto con el Cocodrilo astronauta, para así protegerse del horno
a punto de explotar. Y así sucedió, ¡el horno explotó! Y millones de colores,
figuras, olores, sabores y sensaciones destellaron en la cocina, robándose
toda luz, incontables estrellas se produjeron en la explosión, como y el
Cosmos brilló, como coloridas gotas en un vidrio.
A tiempo para reprender a Padre Tiempo, llegó de su paseo
Madre Universo. Pero para su sorpresa, pues Madre Universo
se sorprendió al notar que su hogar era ahora distinto. Ya no
había más paredes planas, ni aburridos contornos grises, ¡no!
Ahora todo brillaba con su propia luz, con tantos colores diferentes
que era imposible contarlos. No pudo evitar reírse al
darse cuenta del miedo en el rostro de Padre Tiempo, corrió a
abrazarlo entonces, sintiéndose tal y como él quería, muy
feliz, ya no estaban solos en el Cosmos. Le consoló diciéndole
que nunca había estado tan contenta; y que, en ocasiones, las
acciones no son errores si se hacen con buena intención. Así,
sin haberlo deseado y pensando que era un error, Padre
Tiempo creó la obra más hermosa de toda la Creación: la Osa
Glaseada Mayor.