15.07.2022 Views

Revista Orgullo, edición 2022

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

ORGULLO

Sobre lo anterior, pareciera que existe

un consenso en el movimiento. Reconocemos

quiénes se han autoproclamado

como enemigos del movimiento. Sin embargo,

el nudo problemático se origina

cuando aquellos sectores autollamados

progresistas, “aliados” en contextos

electorales, nos dan la espalda y acuden

a nuestros derechos como monedas

de cambio.

En las elecciones de 2018, sentimos

miedo ante la posibilidad de que un

candidato fundamentalista de derecha,

llegara a la presidencia de la República.

Su triunfo hubiera sido un retroceso

incalculable en cuanto a las garantías

de las personas sexualmente diversas y

de las mujeres. En ese mismo contexto,

se consolidó una propuesta partidaria

que convirtió “los colores de la diversidad

y el amor” en su eslogan. Por supuesto,

entre un candidato neopentecostal

y otro progresista, la respuesta es

clara. No obstante, ese mismo partido

progresista/oficialista, negoció con las

tendencias conservadoras para aprobar

la Ley Marco de Empleo Público (Ley

N° 10.159). Aquella separación, en 2018,

entre el conservadurismo y el progresismo

se diluyó en el marco de intereses.

Esos intereses no son resultado del azar;

al contrario, responden al proyecto

neoliberal. Por esta razón, durante las

últimas cuatro décadas, independientemente

del gobierno de turno, han prevalecido

los intereses de las élites económicas,

es decir, esos grupos de poder

que logran imponer sus fines mediante

la alianza indisoluble con las élites políticas.

Alianzas que se mantienen a través

de supuestas relaciones de cooperación,

por ejemplo, el financiamiento

multimillonario de las campañas políticas.

Por esa razón, no es de extrañar que

diputaciones del partido oficialista emplearan

la objeción de conciencia como

el mecanismo para aprobar la Ley N°

10.159. Dentro de esta maquinaria política

de “construcción de acuerdos”, hubo

un “daño colateral”: los Derechos Humanos

de las personas LGBTIQ+ pasaron a

segundo plano.

“Durante las últimas cuatro décadas,

independientemente del gobierno de turno,

han prevalecido los intereses de las élites

económicas, es decir, esos grupos de poder que

logran imponer sus fines mediante la alianza

indisoluble con las élites políticas”

La sociedad no se cambia con actos

simbólicos y políticas de reconocimiento

vaciadas de contenido político; al contrario,

se requieren compromisos transformadores.

Si bien, es indispensable

que las personas de grupos históricamente

oprimidos asuman los puestos

de toma de decisiones, se necesitan

acciones reales que apunten a cambios

sustantivos. Es decir, no se reduce a la

elección de diputaciones LGBTIQA+, sino

que debemos exigirles que luchen por la

efectivización de derechos.

Apunto todo lo anterior para llegar al

centro de la discusión: cómo el capitalismo

les puso precio a nuestros derechos.

Shangay Lily, activista español

(1963-2016), aportó un concepto:

gaypitalismo, para explicar cómo las élites

se apropian de nuestros derechos y

los convierten en mercancías y, a su vez,

cómo ciertos partidos políticos incorporan

las luchas para mostrar un “rostro

progresista”; sin traicionar sus intereses

neoliberales.

Las empresas que promueven las mal

llamadas economías colaborativas y fomentan

la precariedad laboral; pretenden

ocultar su lógica de explotación al

incluir banderas del arcoíris durante el

mes de junio. Esto se entiende desde la

Las luchas históricas de

personas comprometidas

con la transformación

social, ¡nunca tendrán

precio!

estrategia mercantil del pinkwashing, o

capitalismo rosa. Las mismas empresas

que acuden a esa estrategia encabezan

en algunos casos los desfiles/marchas

del Orgullo; volviéndose protagonistas

frente a la población que ha luchado

históricamente. En este caso no busco

aportar la despolitización del Orgullo;

ese tema queda pendiente.

El problema es la defensa de las empresas

que se sostienen bajo nuevas formas

de esclavitud, pero que en el mes

de junio se “lavan la cara abrazando

la diversidad”. Esta realidad se agrava

cuando se enaltece al capitalismo,

otorgándole una capacidad divina y redentora,

pues según sus defensores “el

capitalismo ha sido el único sistema garante

del ejercicio de los Derechos Humanos

de las personas LGBTIQA+”. Claro,

el capitalismo es “abierto” a todas

las poblaciones, en su gran fiesta de

explotación y acumulación de capital

cualquier persona es bienvenida; pero

eso no quiere decir que tenga un compromiso

con la defensa de los derechos

de grupos oprimidos.

27

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!