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RITUAL DE LAS EXEQUIAS

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RITUAL DE LAS EXEQUIAS

evangelizador siempre en el marco del respeto por el

dolor de los presentes.

CAPÍTULO II

CELEBRACIÓN DE LAS EXEQUIAS

EN LA CASA DEL DIFUNTO O EN LA SALA

VELATORIA

31. Esta celebración puede ser presidida por un

sacerdote o por un diácono o guiada por un laico

designado por la autoridad eclesiástica (cf. Notas

preliminares, n. 19).

El velatorio de una persona recién fallecida, es un

momento en que sus familiares y amigos

experimentan hondo dolor y con frecuencia se

encuentran con su propia realidad y el sentido último

de la vida. Ante el misterio de la muerte humana, los

Evangelios atestiguan que nuestro Señor Jesucristo se

conmovió y no ahorró sentimientos sinceros de dolor;

al mismo tiempo Jesús encamó el consuelo y él amor

del Padre Dios, anticipando la liberación de las

ataduras de la muerte que consumaría con su propia

muerte y resurrección. Por lo tanto, el momento del

velatorio de una persona es propicio para el anuncio

1

Si el ministro es un sacerdote o un diácono; se reviste

con alba ó sobrepelliz y estola de color exequial y

también, si lo desea, con capa pluvial del mismo color.

Algunos ayudantes pueden portar la cruz y el agua

bendita.

El ministro que preside o guía la oración en este

momento debe generar un clima de reflexión y

oración, sin apuros, eligiendo para ello los mejores

textos que se ofrecen a continuación o en el apéndice,

según las circunstancias.

32. La celebración puede ordenarse de la siguiente


manera:

Queridos hermanos y hermanas:

1. Monición introductoria.

2. Salmo o canto apropiado.

3. Oración por el difunto y sus familiares.

4. Lectura de la Palabra de Dios.

5. Homilía o breve reflexión sobre la Palabra de Dios.

6. Oración de los fieles.

7. Padrenuestro.

8. Ritos conclusivos.

1. Monición introductoria

El ministro se dirige a los presentes con estas

palabras u otras semejantes, como por ejemplo las

propuestas en las pp. 253-263:

2

En estos momentos en que la muerte deja de

ser algo lejano y se convierte en una realidad

que nos golpea y duele muy hondo, surgen

seguramente en nosotros muchos interrogantes.

Por eso, como comunidad creyente nos

ponemos en oración y apelamos a nuestra fe

cristiana.

Justamente, por nuestra fe creemos que la

muerte no es el fin, sino un paso hacia la

plenitud de la vida. Y esto porque Jesús ha

dicho: «Yo soy la Resurrección y la Vida. El que

cree en mí, aunque muera, vivirá; y todo el que

vive y cree en mí, no morirá jamás».

Creemos así, que la muerte ha sido vencida por

la resurrección de Jesús y por eso celebramos el

triunfo de la vida sobre la muerte, al orar y poner

en las manos misericordiosas de Dios a nuestro

hermano(a) N.


Los invito a unimos en la plegaria confiada junto

a la comunidad de la Iglesia que intercede por

nuestros difuntos.

Jesús ha dicho: «Vengan a mí,

todos los que están afligidos y agobiados,

y yo los aliviaré».

2. Saludo

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu

Santo.

R. Amén.

Si el ministro es sacerdote o diácono dice uno de los

siguientes saludos:

El Señor Jesús que es la Resurrección y la Vida,

los conforte en la esperanza, y que su paz esté

con todos ustedes.

R. Y con tu espíritu.

O bien:

Que el consuelo y el alivio del Señor estén con

todos ustedes.

R. Y con tu espíritu.

O bien:

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor

Jesucristo,

Padre de las misericordias y Dios de todo

consuelo,

que nos reconforta en todas nuestras

tribulaciones.

Que su amor y su paz estén con todos ustedes.

R. Y con tu espíritu.

3


O bien:

Mt 11, 28

Que Jesucristo resucitado que rompió las

ataduras de la muerte

sté con todos ustedes.

«Vengan a mí, todos los que están afligidos y

agobiados,

y yo los aliviaré».

R. Y con tu espíritu.

O

bien:

Si el que dirige la celebración es un laico, dice alguna

de las siguientes antífonas de la Sagrada Escritura:

Ecli 2, 6

Confíate a Dios, y Él te cuidará,

corrige tus caminos y espera en Él;

conserva tu amor y en él envejece.

2 Col, 3-4

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor

Jesucristo,

Padre de las misericordias y Dios de todo

consuelo,

que nos reconforta en todas nuestras

tribulaciones.

O

bien:

4


Luego, rocía el cuerpo con agua bendita y puede

asperger también a los presentes.

resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

3. Oración por el difunto y sus familiares

El ministro invita a un momento de silencio para orar y

éncomendar a Dios a quien ha tallecido; luego dice

una de las oraciones siguientes o alguna de las que se

ofrecen en las pp. 217-224.

I

Oremos.

Recibe, Señor, el alma de tu servidor(a) N.,

a quien te has dignado llamar de este mundo a

tu

presencia

para que, libre de todo vínculo de pecado,

le concedas el gozo del descanso y la luz que

no tiene fin,

y, entre tus santos y elegidos,

merezca participar de la gloria de la

O bien:

II

Señor, Padre santo, Dios todopoderoso y

eterno,

te suplicamos por el alma de tu hijo(a) N.,

a quien has llamado de este mundo a tu

presencia;

concédele gozar del lugar del descanso,

de la luz y de la paz.

Permítele atravesar sin dificultades

las puertas de la muerte,

para que pueda vivir con los santos

contemplando el resplandor de tu gloria,

que prometiste en otro tiempo a Abraham

y a su descendencia.

5


Que su alma no sufra ningún daño;

y cuando llegue el gran día de la resurrección

y de la retribución,

resucítalo(a) con tus santos y elegidos.

Perdona todas sus ofensas y pecados,

para que ingresando en el reino eterno

goce de la Vida inmortal en tu compañía.

Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

O bien:

III

Señor,

te encomendamos humildemente,

a nuestro(a) hermano(a),

a quien en esta vida mortal

siempre protegiste con inmenso amor;

ahora que ha sido liberado(a) de todo mal,

llévalo(a) al descanso eterno.

Imploramos tu clemencia

para que conduzcas al Paraíso

a este(a) hijo(a) tuyo(a)

que ya ha concluido su vida mortal,

donde ya no existe ni la muerte,

ni la angustia, ni el sufrimiento,

sino la paz y el gozo

en compañía de tu Hijo y el Espíritu Santo,

por los siglos de los siglos.

R. Amén.

O bien:

IV

Oremos.

Señor Dios, ante tus ojos, todo lo que es

perecedero

vive

y nuestros cuerpos, al morir,

no desaparecen para siempre sino que se

transforman.

6


Te pedimos, humildemente,

que hagas recibir el alma de tu servidor(a) N.

en la morada del patriarca Abraham, tu amigo,

para que resucite el día del gran juicio,

y si ha pecado contra ti durante esta vida,

que tu amor lo(a) purifique y perdone.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

a descubrir la luz de tu presencia en Jesucristo,

nuestro Camino, Verdad y Vida,

que vive y reina por los siglos de los siglos.

R. Amén.

Por un difunto joven:

VI

Por un niño difunto que ha llegado al uso de razón:

V

Oremos.

Recibe con amor de Padre, Dios todopoderoso,

a este niño(a) N. a quien has llamado a tu

presencia;

concede el don de la esperanza y del consuelo

a quienes se sienten abatidos por la muerte de

N.;

ayuda especialmente a sus padres (y hermanos)

7

Oremos,

Dios nuestro, que diriges los acontecimientos

y la duración de la vida de los hombres;

te encomendamos humilde y confiadamente a tu

hijo(a)

N.,

cuya muerte prematura lloramos,

para que le concedas una permanente juventud

en la felicidad de tu casa en el cielo.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Por un papá joven (o mamá joven) difunto(a):


VII

Oremos.

Señor, Dios nuestro,

que puedes comprobar la honda tristeza

de quienes lloran a tu hijo(a) N.;

concédenos, te suplicamos,

la paz que necesitamos

y ayúdanos en nuestra fe

para confiar en que él(ella) goza de tu compañía

en el cielo.

Ayuda a su esposa(o) a sobrellevar

esta durísima prueba de la vida

y dale a su(s) hijo(s) la fortaleza y la serenidad

que

necesitan.

Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Por un difunto muerto después de larga enfermedad:

VIII

Oremos.

Dios nuestro, que has dado a nuestro

hermano(a) N.

la gracia de servirte en el dolor y la enfermedad

concédele que, así como imitó la paciencia de tu

Hijo,

obtenga también el premio de su misma gloria.

Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Por un difunto muerto repentinamente:

IX

Oremos.

Padre santo, muéstranos el infinito poder de tu

bondad

para que, quienes lloramos a nuestro(a)

hermano(a) N.

muerto(a)

inesperadamente,

podamos esperar que lo(a) has llevado

8


a gozar de tu compañía.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

Por un difunto alejado de la fe:

X

Oremos.

Señor, humildemente apelamos a tu misericordia

para que recibas con bondad el alma de tu

servidor(a)

N.:

sé indulgente y ten piedad de él(ella)

a fin de que sea purificado(a) de los pecados

que hubiere cometido en su vida,

y así, liberado(a) de toda atadura terrenal,

merezca ingresar en la Vida eterna.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén.

XI

Oremos.

Dios nuestro, que te hiciste cercano a nosotros

por medio de Jesús, nuestro Salvador,

que entregó la vida en la cruz.

Tú conoces lo íntimo de nuestro corazón

y nada se te oculta a tus ojos.

Escucha la oración que te dirigimos por (este

hijo tuyo) N.

y muéstrale tu misericordia infinita;

acepta todo el bien que ha hecho en su vida

y perdona sus culpas y debilidades.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Otras oraciones para circunstancias más particulares,

ver pp. 217-224.

Por un difunto que se quitó la vida:

9

*A estas oraciones se puede anteponer o añadir la

siguiente oración por los familiares:


Oremos

Padre de las misericordias y Dios de todo

consuelo,

que nos proteges con tu amor eterno,

y transformas las sombras de la muerte en

aurora de vida:

Mira a tus hijos que lloran afligidos,

(Sé para nosotros como un refugio y

reanímanos para que,

superando las tinieblas de nuestro dolor,

seamos consolados con la luz y la paz de tu

presencia.)

Ayúdanos a encaminar nuestra vida hacia

Cristo,

tu Hijo y Señor nuestro,

que muriendo destruyó nuestra muerte

y resucitando restauró nuestra vida,

de modo que, cuando concluyamos nuestra vida

mortal,

10

nos encontremos con nuestros hermanos,

allí donde serán secadas las lágrimas de

nuestros

ojos.

Por Jesucristo nuestro Señor.

R. Amén

O

bien:

Oremos.

Señor, Redentor nuestro,

que te entregaste a la muerte

para que todos los hombres se salvaran

y pasaran de la muerte a la Vida:

Te pedimos, humildemente,

que tengas piedad de estos hijos tuyos que

lloran

y te suplican por el pariente que han perdido.

Tú que eres el único Santo y lleno de

misericordia

y que por medio de tu muerte

abriste a los fíeles las puertas de la Vida,


perdona todos sus pecados.

Rey eterno, no permitas que nuestro(a)

hermano(a)

sea separado(a) de ti,

sino que por el poder de la gloria que tú posees

sea llevado al lugar de la luz, de la felicidad y de

la

paz.

Te lo pedimos a ti que vives y reinas

por los siglos de los siglos.

R. Amén.

4. Lectura de la Palabra de Dios.

El ministro invita a escuchar la Palabra de Dios y

proclama una de las siguientes lecturas o algunas de

las propuestas en las pp. 169-214.

Después de haber recolectado entre sus

hombres unas dos mil dracmas, Judas Macabeo

las envió a Jerusalén para que se ofreciera un

sacrificio por el pecado. El realizó este hermoso

y noble gesto con el pensamiento puesto en la

resurrección, porque si no hubiera esperado que

los caídos en la batalla iban a resucitar, habría

sido inútil y superfluo orar por los difuntos.

Además, él tenía presente la magnífica

recompensa que está reservada a los que

mueren piadosamente, y este es un

pensamiento santo y piadoso. Por eso, mandó

ofrecer el sacrificio de expiación por los muertos,

para que fueran librados de sus pecados.

Palabra de Dios.

Lectura del segundo libro de los Macabeos

12, 43-46

O

bien:

Con el pensamiento puesto en la resurrección

11

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a

los cristianos de Roma 6, 3-4.8-9


Si hemos muerto con Cristo, viviremos también con él

Hermanos: ¿No saben ustedes que todos los

que fuimos bautizados en Cristo Jesús, nos

hemos sumergido en su muerte? Por el

bautismo fuimos sepultados con él en la muerte,

para que así como Cristo resucitó por la gloria

del Padre, también nosotros llevemos una Vida

nueva.

Pero si hemos muerto con Cristo, creemos

que también viviremos con él. Sabemos que

Cristo, después de resucitar, no muere más,

porque la muerte no tiene poder sobre él.

Palabra de Dios.

Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus

discípulos: «No se inquieten. Crean en Dios y

crean también en mí. En la casa de mi Padre

hay muchas habitaciones; si no fuera asi, se lo

habría dicho a ustedes. Yo voy a prepararles un

lugar. Y cuando haya ido y les haya preparado

un lugar, volveré otra vez para llevarlos

conmigo, a fin de que donde yo esté, estén

también ustedes. Ya conocen el camino del

lugar adonde voy».

Tomás le dijo: «Señor, no sabemos a dónde

vas. ¿Cómo vamos a conocer el camino?»

Jesús le respondió: «Yo soy el Camino, la

Verdad y la Vida. Nadie va al Padre, sino por mí-

».

O

bien:

Palabra del Señor.

+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo

según san Juan 14, 1-6

En la casa de mi Padre hay muchas habitaciones

12

5. Homilía o breve reflexión sobre la Palabra de

Dios.


6. Oración de los fieles

Se realiza la Oración de Jos fieles con alguno de los

formularios siguientes que se adapten mejor a las

circumstancias. Se puede omitir alguna de las

intendones o agregar alguna otea que se adecúe

mejor a La situación. Para otros formularios ver

pp.235-250.

Queridos hermanos: elevemos juntos nuestra

oración confiada a Dios, que es Padre

omnipotente y ha resucitado a Jesucristo de la

muerte.

A cada intención respondemos: Escúchanos,

Señor, que confiamos en Tí.

- Para que nuestro(a) querido(a) N., que ha

traspasado las barreras de la muerte, sea

recibido(a) en la gran familia de los santos.

13

Oremos.

- Para que N. que en el Bautismo recibió el

germen de la Vida eterna y en la eucaristía se

alimentó con Cristo, Pan de Vida, resucite con Él

en el último día. Oremos.

- Para que nuestras familias encuentren el

consuelo y la esperanza que nos da el

Evangelio de Jesús. Oremos.

- Para que todos nosotros, aquí presentes,

crezcamos en la fe y nos ayudemos unos a

otros mediante la caridad. Oremos.

II

Por un niño(a) difunto(a) que ha llegado al uso de

razón:

Queridos hermanos: con mucha esperanza, a

pesar del comprensible dolor y la congoja, nos


animamos a suplicar con humildad de niños a

Dios nuestro Padre.

A cada intención respondemos: Padre del cielo,

recibe nuestra oración.

- Por N. a quien ahora despedimos llenos de

tristeza, para que el Señor lo reciba con los

brazos abiertos en el cielo. Oremos.

- Por su felicidad eterna, para que el Señor lo(a)

colme con su amor y complete todas sus

ilusiones.

Oremos.

Si el niño o niña ya tomó su primera comunión:

- Por N. que se alimentó con el Pan de la Vida,

para que ingrese en la fiesta del cielo a la que

todos nos encaminamos con esperanza.

Oremos.

14

- Por el papá y la mamá de N., para que

encuentren fortaleza y consuelo en el amor de

Dios y la compañía y aprecio de (sus otros hijos

y de) sus familiares y amigos. Oremos.

Si el niño o niña tenía hermanos:

- Por los hermanos de N., para que puedan

experimentar la cercanía de Jesús que conoce

nuestros sentimientos. Oremos.

- Por los amigos y amigas de N. a quien

despedimos, para que, unidos entre sí,

descubran la amistad de Jesús que lloró a su

amigo Lázaro y nos dio a todos el germen de la

Vida eterna. Oremos.

- Por todos nosotros, aquí congregados, para

que el Señor nos ayude a vivir con fidelidad el

camino que nos propone en el Evangelio.

Oremos.


III

Por un(a) joven difunto(a)

Queridos hermanos: en estos momentos difíciles

e incomprensibles, apelamos a nuestra fe

cristiana para confiar a Dios nuestra oración por

N.

A cada intención respondemos: Señor de la

Vida,

escúchanos.

- Por N. a quien ahora despedimos llenos de

tristeza, para que el Señor lo reciba con los

brazos abiertos en el cielo. Oremos.

- Por su felicidad eterna, para que el Señor lo(la)

colme con su amor y complete todas sus

ilusiones.

Oremos.

- Por su papá N. y su mamá N., para que tengan

la fortaleza de reemprender el camino de la vida

hasta la fiesta final del cielo. Oremos.

Si tenía hermanos:

- Por sus hermanos NN., para que puedan

experimentar la cercanía de Jesús que conoce

nuestros sentimientos. Oremos.

- Por los amigos y amigas de N. a quien

despedimos, para que, unidos entre sí,

descubran la amistad de Jesús que lloró a su

amigo Lázaro y nos dio a todos el germen de la

Vida eterna. Oremos.

- Por todos nosotros, aquí presentes, para que

el Señor nos anime en la esperanza y nos

comprometa en el amor fraterno. Oremos.

IV

15


Por un padre de familia difunto

Queridos hermanos: unidos en oración

encomendemos a nuestro hermano N. a la

misericordia de Dios.

A cada intención respondemos: Señor, ten

piedad.

- Para que Dios, que es Padre de misericordia,

reciba en su casa a N. que nos ha dejado.

Oremos.

- Para que el Señor clementísimo perdone todas

sus faltas. Oremos.

- Para que su esposa N. que ha compartido con

su marido ahora difunto el diario luchar de la

vida, experimente el consuelo y la fortaleza del

Espíritu Santo. Oremos.

- Para que los hijos de N. conozcan la

providencia de Dios que no deja nunca a los que

ama.

Oremos.

- Para que todos nosotros, nos acompañemos

con amor en nuestras dificultades y crezcamos

en solidaridad. Oremos.

V

Por una madre de familia difunta

Queridos hermanos: dolidos por la muerte de N.

y unidos por la fe, recemos juntos y confiemos

en el amor de Dios.

A cada intención respondemos: Por tu bondad,

escúchanos,

Señor.

- Por N. que ha dejado este mundo y cuya

muerte nos llena de tristeza, para qué él Señor

16


la reciba con los brazos abiertos en el cielo.

Oremos.

- Por su ingreso a la casa del cielo, para que la

Virgen Santa la conduzca al lugar que Dios le

preparó.

Oremos.

- Por su esposo N., para que el Señor le haga

conocer su amor y su consuelo. Oremos.

- Por los hijos de N. que hoy lloran su ausencia,

para que atesoren en su corazón los mejores

momentos vividos y confíen en el amor sin

limites de nuestro Señor. Oremos.

Por un difunto muerto repentinamente

Queridos hermanos. Nos encontramos reunidos

como familiares y amigos de N. para

acompañamos mutuamente en este dolor

inesperado. Recemos ahora para que la

esperanza nos sostenga a todos.

A cada intención respondemos: Tú que eres

nuestro camino, Señor, ten piedad.

- Para que N., muerto(a) inesperadamente, sea

recibido(a) con misericordia por el Padre del

cielo.

Oremos.

- Por todos nosotros, para que vivamos con

seriedad y compromiso la vida que nos da Dios

y nos ayudemos mutuamente en nuestras

aflicciones. Oremos.

- Para que el germen de Vida eterna que el

Señor sembró en N. el día de su Bautismo,

florezca ahora y se haga pleno en la casa de

Dios.

Oremos.

VI

17

- Para que su familia, desconcertada por estas


circunstancias, conozca por la fe, la presencia

segura del Señor que nos anima y levanta.

Oremos.

- Para que todos nosotros, aquí presentes,

valoremos la vida de cada día, y la

enaltezcamos con nuestra fe, esperanza y

caridad. Oremos.

VII

Por un difunto muerto después de una larga

enfermedad

Hermanos. Reunidos para despedir los restos

mortales de N. encomendémoslo(a) al amor

misericordioso de nuestro Dios y recemos juntos

por

él(ella).

A cada intención respondemos: Escúchanos,

Padre.

- Por N. que ha compartido en el último tiempo la

pasión de Jesús, para que liberado(a) ahora de

su cuerpo mortal, el Señor lo(a) reciba con

enorme amor. Oremos.

- Por este hermano(a) nuestro(a) que ha

conocido la pasión de Jesús, para que, como Él,

experimente la resurrección y la vida nueva.

Oremos.

- Por su familia y sus amigos, para que después

de haber acompañado a N. se sientan

especialmente amados y sostenidos por la

providencia que Jesús asegura en su Evangelio.

Oremos.

- Por quienes en el último tiempo han estado

cerca de N. con su amor y su servicio, para que

el Señor les recompense su fiel generosidad.

Oremos.

18


- Por todos nosotros, para que vivamos con

perseverancia el camino que nos toca y se

acreciente nuestra fe y nuestra esperanza.

Oremos.

VIII

Por un difunto que vivió alejado de la fe

Hermanos: Recemos unidos en el Señor,

sabiendo que Él no quiere la muerte sino la vida.

A cada intención respondemos: Señor, ten

piedad.

- Por N. que vivió con sus ilusiones y

esperanzas, para que el Señor perdone las

faltas que hubiera cometido y le conceda la paz

y la alegría que no terminan. Oremos.

- Por su familia que llora y sufre por su pérdida,

para que cada uno conozca el consuelo del

amor sincero del prójimo que es un reflejo del

amor sin límites de Dios. Oremos.

- Por los amigos cercanos, especialmente los

aquí presentes, para que puedan descubrir la

cercanía de Jesús y recorrer en su vida el

camino del Evangelio. Oremos.

- Por nuestro(a) hermano(a) N. que hoy

despedimos, para que Dios, que lo(a) amó

primero, le muestre su rostro y lo(a) lleve

consigo.

Oremos.

- Por todos nosotros, llamados a transformar

nuestra vida con el bien y la verdad, para que el

Señor a quien apelamos con nuestra oración,

nos ayude en esta misión. Oremos.

19


7. Padrenuestro

El ministro invita a rezar la Oración del Señor con esta

u otras palabras:

El Señor nos enseñó a rezar y confiar.

Hagámoslo como verdaderos hijos de Dios.

Padre nuestro, que estás en el cielo,

santificado sea tu Nombre;

venga a nosotros tu reino;

hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;

perdona nuestras ofensas,

como también nosotros perdonamos

a los que nos ofenden;

no nos dejes caer en la tentación,

y líbranos del mal.

8. Ritos conclusivos

Oración

Luego concluye con una de las siguientes oraciones:

I

Oremos.

Recibe, Señor, el alma de tu servidor(a) N.,

a quien te has dignado llamar de este mundo a

tu

presencia

para que, libre de todo vínculo de pecado,

le concedas el gozo del descanso y la luz que

no tiene fin,

y, entre tus santos y elegidos,

merezca participar de la gloria de la

resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

O bien:

20


II

Oremos.

Dios, Padre todopoderoso,

nuestra fe confiesa que tu Hijo murió y resucitó;

por este misterio, concede a tu servidor(a) N.

que se ha dormido en el Señor,

alcanzar la alegría de la resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

O bien:

III

Oremos.

Dios nuestro, siempre dispuesto a la

misericordia y al perdón,

te pedimos humildemente por tu hijo(a)N.,

llamado a)(hoy) a tu presencia;

concédele llegar a la verdadera patria

y gozar de la alegría eterna,

pues creyó y esperó en ti.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

O bien:

IV

Oremos.

Dios nuestro, que pusiste un término a la vida

presente

y abriste una puerta a la eternidad,

te pedimos humildemente que,

por la gracia de tu misericordia,

escribas el nombre de tu servidor N. en el libro

de la vida.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

Aspersión

21


Enseguida se asperge el cuerpo del difunto o el

féretro, según las circunstancias, con agua bendita

mientras el ministro dice:

Luego puede entonarse un canto de los indicados en

las pp. 307-334 ú otro canto adecuado.

Concédele, Señor, el descanso eterno.

Si continúa la oración pueden rezarse algunos salmos

tál como se indica en pp. 187-196.

Y todos responden:

Y brille para él(ella) la luz que no tiene fin.

El ministro puede agregar:

Que las almas de nuestros fieles difuntos

descansen en paz.

Y todos aclaman:

Oración para el momento de colocar el cuerpo en el

féretro

33. Si es en este momento cuando se coloca al difunto

en el féretro puede recitarse el Salmo 129, o el 22, o el

113 (pp. 30 -32), u otro salmo adecuado, con un

responso rio conveniente, o invocaciones bíblicas, o

una breve lectura:

Amén.

Si el ministro es sacerdote o diácono puede concluir

con la bendición a los presentes del modo

acostumbrado.

Col 3, 34:

Ustedes están muertos y su vida está desde

ahora oculta con Cristo en Dios. Cuando se

22


manifieste Cristo, que es nuestra Vida, entonces

ustedes también aparecerán con él, llenos de

gloria.

Rom 6, 8-9

Si hemos muerto con Cristo, creemos que

también viviremos con él. Sabemos que Cristo,

después de resucitar, no muere más, porque la

muerte ya no tiene poder sobre él.

a quien te has dignado llamar de este mundo a

tu

presencia

para que, libre de todo vínculo de pecado,

le concedéis el gozo del descanso y la luz que

no tiene fin,

y, entre tus santos y elegidos,

merezca participar de la gloria de la

resurrección.

Por Jesucristo, nuestro Señor.

R. Amén.

2 Co 4, 14:

O

bien:

Estamos seguros de que aquel que resucitó al

Señor Jesús nos resucitará con él.

Después se dice la siguiente oración.

Oremos.

Recibe, Señor, el alma de tu servidor(a) N.,

23

Oremos.

Dios nuestro, escucha con bondad nuestros

ruegos,

para que, al crecer nuestra fe

en tu Hijo resucitado de entre los muertos,

se afiance también nuestra esperanza

en la resurrección de nuestro hermano(a) N.

Por Jesucristo nuestro Señor.


R. Amén.

Estas oraciones pueden recitarse también mientras se

arregla el cuerpo del difunto.

Procesión

34. Si se traslada al difunto al cementerio, la iglesia o

capilla de modo procesional, se organiza la procesión

según las costumbres del lugar precediendo, un

ministro con la cruz e inmediatamente antes del féretro

el ministro que preside o guía la oración.

Durante la procesión pueden cantarse salmos

tomados de las pp. 278-302 u otros cantos adecuados.

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