La Instrucción Permanente de la Alta Vendita- John Vennari
El Plan Masónico para la Subversión de la Iglesia Católica
El Plan Masónico para la Subversión de la Iglesia Católica
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LA INSTRUCCIÓN PERMANENTE DE LA
ALTA VENDITA
El Plan Masónico para la Subversión de la Iglesia Católica
por John Vennari
Esta pequeña bomba expone la verdad sobre los una vez
documentos secretos de la Alta Vendita, que trazan un plan
masónico para la subversión de la Iglesia Católica.
El folleto cita el auténtico documento de la Alta Vendita,
examina hasta qué punto ha tenido éxito el plan masónico, cita
las denuncias de los papas a la masonería y da consejos sobre
cómo los católicos deben responder a este grave peligro
espiritual.
Por lo tanto, estamos haciendo este folleto disponible en
precios asequibles para la distribución de la mayor cantidad
con el fin de llegar al mayor número de personas posible.
El tema es la salvación de las almas y la paz en el mundo.
LA INSTRUCCIÓN PERMANENTE DE LA ALTA
VENDITA
Un Plan Masónico para la Subversión de la Iglesia Católica
Por
John Vennari
EDITOR OF CATOLIC FAMILY NEWS
"Porque nuestra lucha no es contra la carne y sangre; sino contra
principados y poderes, contra los amos del mundo de las tinieblas,
contra los espíritus de iniquidad en los altos lugares". Efesios 6:12
TAN LIBROS Y EDITORES, INC.
Rockford Illinois 61 105
Copyright 1999 por John Vennari.
Este folleto está adaptado de un artículo originalmente publicado en el
número de febrero de 1997 de Catholic Family News.
MPO Bon 743. Niágara Falls, Nueva York 14302.
Catholic Family News se publica mensualmente, ejemplar disponible
bajo petición.
ISBN 0-K9555-644-8
Número de tarjeta de catálogo de la Biblioteca del Congreso: 9K-6I685
Imprimado y ligado en los Estados Unidos de América.
TAN LIBROS Y EDITORES, INC.
P.0, Bon 424
Rockford, Illinois, AJ 105
1999
“Nuestro fin último es el de Voltaire y de la revolución francesa,
la final destrucción del catolicismo e incluso de la idea cristiana”.
—De la Instrucción Permanente.
(Ver pág. 6)
CONTENIDO
Una idea general. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2
¿Es esto posible? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 4
La autenticidad de los documentos de la Alta Vendita . . . . . 5
La instrucción permanente de la Alta Vendita . . . . . . . . . . . 6
La iluminación, amigo mío, está "soplando en el viento". . . 11
Los "católicos liberales" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
El Papa san Pío X y el Modernismo. . . . . . . . . . . . . . .13
La Curia es alertada . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15
Los desvaríos revolucionarios de Canon Roca . . . . . . . . . . . . 16
El gran concilio que nunca fue. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
Roncalli para "Consagrar el ecumenismo". . . . . . . . . . . . . . . . 19
La revolución del Papa Juan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
"Marchando bajo un nuevo estandarte" . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
Promociones de los grados masónicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
Una ruptura con el pasado . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 25
La situación de los documentos del Vaticano II . . . . . . . 27
"Una revolución en la Tiara y en el Trono". . . . . . . . . . . . . . . .30
La Pasión de la Iglesia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 30
"Solo Ella puede ayudarte" . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 32
Notas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33
Apéndice 1. El odio de la masonería a la Iglesia Católica . . . . . . 38
Notas al Apéndice I . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .43
Apéndice Segundo. El Juramento Antimodernista. . . . . . . . . . 45
Oración por la conversión de los masones . . . . . . . . . . . . . . . . . . 50
LA INSTRUCCIÓN PERMANENTE DE LA ALTA
VENDITA
Pocos católicos saben de La Instrucción Permanente de la Alta Vendita,
un documento secreto escrito a principios del siglo XIX que trazó un
plan para la subversión de la Iglesia Católica. La Alta Vendita era la logia
más alta de los Carbonari, una sociedad secreta italiana con vínculos con
la masonería y que, junto con la masonería, fue condenada por la Iglesia
Católica. 1 El padre E. Cahill, S.J en su libro La Masonería Y El
Movimiento Anticristiano, declara que se suponía que la Alta Vendita
era en ese momento el centro de gobierno de la masonería europea. 2
Los carbonarios eran más activos en Italia y Francia.
En su libro Atanasio y la Iglesia de nuestro tiempo, el obispo Rudolph
Graber citó a un francmasón que declaró: "El objetivo [de la masonería]
ya no es la destrucción de la Iglesia, sino utilizarla infiltrándose en ella". 3
En otras palabras, dado que la masonería no puede destruir por
completo la Iglesia de Cristo, planea no solo erradicar la influencia del
catolicismo en la sociedad, sino también usar la estructura de la Iglesia
como un instrumento de "renovación", "progreso" e "iluminación" para
además, muchos de sus propios principios y objetivos.
Una idea general
La estrategia avanzada en La Instrucción Permanente de la Alta Vendita
es sorprendente por su audacia y astucia. Desde el principio, el
documento habla de un proceso que llevará décadas lograr. Quienes
redactaron el documento sabían que no verían su cumplimiento. Estaban
inaugurando un trabajo que sería llevado a cabo por generaciones
sucesivas de iniciados. La Instrucción Permanente dice: “En nuestras
filas, el soldado muere pero la lucha continúa".
La Instrucción pedía la difusión de ideas y axiomas liberales en toda la
sociedad y dentro de las instituciones de la Iglesia Católica para que los
laicos, seminaristas, clérigos y prelados se imbuyan gradualmente con los
principios progresistas.
Con el tiempo, esta mentalidad sería tan generalizada que serían
ordenados sacerdotes, serían consagrados obispos y se nombrarían
cardenales cuyo pensamiento estuviera en sintonía con el pensamiento
moderno enraizado en la Declaración de los Derechos del Hombre de
la Revolución Francesa y otros "Principios de 1789", ( igualdad de
religiones, separación de Iglesia y Estado, pluralismo religioso, etc.).
Eventualmente, se elegiría un Papa de estos rangos que lideraría a la
Iglesia en el camino de la "iluminación" y la "renovación". Afirmaron que
su objetivo no era colocar a un masón en la silla de Pedro. Su objetivo
era crear un ambiente que eventualmente produjera un Papa y una
jerarquía que se ganase las ideas del catolicismo liberal, pero que al
mismo tiempo se creyeran católicos fieles.
Estos líderes católicos, entonces, ya no se opondrían a las ideas
modernas de la Revolución (como ha sido la práctica constante de los
Papas desde 1789 hasta 1958, la muerte del Papa Pío XII, que condenó
estos principios liberales), sino que los fusionaron en la iglesia. El
resultado final sería un clero católico y laicos marchando bajo el
estandarte de la Ilustración, todo el tiempo pensando que están
marchando bajo el estandarte de las llaves apostólicas.
¿Es esto posible?
Para aquellos que creen que este esquema es demasiado descabellado,
una meta demasiado desesperada para que el enemigo la alcance, debe
notarse que tanto el Papa Pío IX como el Papa León XIII pidieron que
se publicara La Instrucción Permanente, sin duda, para evitar que ocurra
tal tragedia.
Sin embargo, si un estado de cosas tan oscuro llegara a suceder,
obviamente habría tres medios inequívocos para reconocerlo:
1) Produciría una agitación de tal magnitud que el mundo entero se
daría cuenta de que hubo una revolución importante dentro de la Iglesia
Católica en línea con las ideas modernas. Para todos sería claro que se
había llevado a cabo una "actualización".
2) Se introduciría una nueva teología que estaría en contradicción con
las enseñanzas anteriores.
3) Los masones mismos expresarían su triunfo, creyendo que la Iglesia
Católica finalmente había "visto la luz" en puntos como la igualdad de las
religiones, el estado secular, el pluralismo y cualquier otro compromiso
que se hubiera logrado.
La autenticidad de los documentos de Alta Vendita
Los documentos secretos de la Alta Vendita que cayeron en manos del
papa Gregorio Décimo Sexto abarcan un período que va desde 1820
hasta 1846. Fueron publicados a petición del papa Pío IX por
Cretineau-Joly en su obra La Iglesia romana y la revolución.
Con el escrito de aprobación del 25 de febrero de 1861, que dirigió al
autor, el Papa Pío IX garantizó la autenticidad de estos documentos,
pero no permitió que nadie divulgara a los verdaderos miembros de la
Alta Vendita implicados en esta correspondencia.
El texto completo de La Instrucción Permanente de la Alta Vendita
también figura en el libro de Mons. George E. Dillon, La Masonería
Gran Oriente Desenmascarada. Cuando el Papa León XIII recibió una
copia del libro de Mons. Dillon le impresionó tanto que ordenó que se
completara y publicara una versión italiana a su costa.
En la encíclica Humanum Genus (1884), León XIII hizo un llamado a
los líderes católicos para que "les quiten la máscara a la masonería y
aclaren todo lo que es realmente". 6 La publicación de estos documentos
es un medio para "quitarles la máscara". "
Y si los Papas pidieron que se publicaran estas cartas, es porque querían
que todos los católicos conocieran el plan de las sociedades secretas para
subvertir a la Iglesia desde adentro, para que los católicos estén en
guardia y, con suerte, eviten que una catástrofe de este tipo tome lugar.
La Instrucción Permanente de la Alta Vendita
Lo que sigue no es toda la instrucción, sino las secciones que son más
pertinentes para nuestra discusión. El documento dice (con énfasis
agregado):
Nuestro fin último es el de Voltaire y la Revolución Francesa, la
destrucción final del catolicismo e incluso de la idea cristiana. . . .
El Papa, quienquiera que sea, nunca vendrá a las sociedades secretas;
corresponde a las sociedades secretas dar el primer paso hacia la Iglesia,
con el objetivo de conquistarlas a ambas.
La tarea que vamos a emprender no es el trabajo de un día, o de un mes,
o de un año; puede durar varios años, quizás un siglo; pero en nuestras
filas, el soldado muere y la lucha continúa.
No pretendemos ganar a los Papas para nuestra causa, hacerlos neófitos
de nuestros principios, propagadores de nuestras ideas. Eso sería un
sueño ridículo; y si los eventos resultan de alguna manera, si los
Cardenales o prelados, por ejemplo, por su propia voluntad o por
sorpresa, deben entrar en una parte de nuestros secretos, esto no es un
incentivo para desear su ascenso a la Sede de Pedro. Esa elevación nos
arruinaría. Solo la ambición los habría llevado a la apostasía; los
requerimientos de poder los obligarían a sacrificarnos. Lo que debemos
pedir, lo que debemos buscar y esperar, como los judíos esperan al
Mesías, es un Papa de acuerdo con nuestras necesidades...
Con eso, marcharemos con mayor seguridad hacia el asalto a la Iglesia
que con los panfletos de nuestros hermanos en Francia e incluso el oro
de Inglaterra. ¿Quieres saber la razón para esto? Es esta, para romper la
alta Roca sobre la cual Dios ha edificado Su Iglesia, ya no necesitamos
vinagre Aníbal, ni pólvora, ni siquiera necesitamos nuestras armas.
Tenemos el dedo meñique del Sucesor de Pedro involucrado en la
estratagema, y este dedo meñique es tan bueno, para esta cruzada, como
todos los Urbano II y todos los San Bernardo en la cristiandad.
No tenemos dudas de que llegaremos a este extremo supremo de
nuestros esfuerzos. ¿Pero cuando? ¿Pero cómo? Lo desconocido aún
no se revela. Sin embargo, como nada debería apartarnos del plan
elaborado, y por el contrario, todo debería tender a esto, como si tan
pronto como mañana, el éxito fuera a coronar el trabajo que apenas se
bosqueja, deseamos, en esta instrucción, permanezca en secreto para los
meros iniciados, y dar a los funcionarios a cargo de la suprema Venta
(Logia) algunos consejos que deben inculcar en todos los hermanos, en
forma de instrucción o de un memorándum...
Ahora bien, para asegurarnos a nosotros mismos un Papa de las
dimensiones requeridas, primero se trata de formar para este Papa una
generación digna del reinado con el que estamos soñando. Dejar a un
lado a las personas mayores y a las personas maduras; ir a la juventud, y
si es posible, incluso a los niños. ... Ustedes construirán para sí mismos, a
bajo costo, una reputación de buenos católicos y patriotas puros.
Esta reputación pondrá acceso a nuestras doctrinas en medio del joven
clero, así como profundamente en los monasterios. En unos pocos años,
por la fuerza de las cosas, este joven clero habrá superado todas las
funciones; formarán el Concilio soberano, serán llamados a elegir un
Pontífice que debería reinar. Y este Pontífice, como la mayoría de sus
contemporáneos, estará necesariamente más o menos imbuido de los
principios (revolucionarios) italianos y humanitarios que vamos a
comenzar a poner en circulación. Es un grano pequeño de mostaza
negra que confiamos al suelo; pero el sol de la justicia lo desarrollará
hasta el máximo poder, y un día verás qué cosecha tan rica producirá
esta pequeña semilla.
En el camino que estamos trazando para nuestros hermanos se
encuentran grandes obstáculos para conquistar, dificultades de más de
un tipo para dominar. Ellos triunfarán sobre otros por experiencia y por
visión clara; pero el objetivo es tan espléndido que es importante poner
todas las velas al viento para alcanzarlo. Quieres revolucionar Italia:
busca al Papa cuyo retrato acabamos de dibujar. Deseas establecer el
reinado de los elegidos en el trono de la prostituta de Babilonia; deja que
el clero marche bajo tu estandarte, siempre creyendo que están
marchando bajo el estandarte de las llaves apostólicas. Tienes la
intención de hacer desaparecer el último vestigio de los tiranos y los
opresores; lanza tus redes como Simón Bar-Jonás; extiéndelas en las
sacristías, los seminarios y los monasterios en lugar de en el fondo del
mar: y si no te impacientas, te prometemos una captura más milagrosa
que la de aquel. El pescador de peces se convirtió en el pescador de
hombres; Traerás amigos alrededor de la Cátedra Apostólica. Habrás
predicado una revolución en la Tiara y en el Trono, marchando con la
cruz y el estandarte, una revolución que solo tendrá que ser un poco
apremiante, para prender fuego a los cuatro rincones del mundo. (Hasta
aquí el texto).
Ahora nos queda por examinar qué tan exitoso ha sido este diseño.
La Iluminación, amigo mío, está "soplando en el viento"
A lo largo del siglo XIX, la sociedad se había permeado cada vez más
con los principios liberales de la Ilustración y la Revolución Francesa, en
detrimento de la fe católica y el Estado católico. Las nociones
supuestamente "más amables y suaves" del pluralismo religioso, el
indiferentismo religioso, una democracia que cree que toda la autoridad
proviene del pueblo, las nociones falsas de libertad, la separación de la
Iglesia y el Estado, las reuniones interreligiosas y otras novedades se
apoderaron de las mentes de la post-ilustración de Europa, infectando a
estadistas y eclesiásticos por igual.
Los Papas del siglo XIX y principios del siglo XX emprendieron la
guerra contra estas tendencias peligrosas con un completo traje de
batalla. Con una presente claridad mental arraigada en una certeza de fe
sin compromiso, estos Papas no fueron engañados. Sabían que los
principios malvados, por muy honorables que parezcan, no pueden dar
buenos frutos, y estos eran principios malvados, ya que estaban
arraigados no solo en la herejía, sino también en la apostasía.
Al igual que los generales al mando que reconocen el deber de
mantenerse firmes a toda costa, estos Papas, apuntaron poderosos
cañones a los errores del mundo moderno y dispararon incesantemente.
Las Encíclicas eran sus balas de cañón, y nunca erraron su objetivo.
La explosión más devastadora se produjo en el monumental Syllabus de
Errores de 1864 del Beato Papa Pío IX, y cuando desapareció el humo,
todos los involucrados en la batalla no tenían dudas de quién estaba de
qué lado. Las líneas de demarcación habían sido claramente dibujadas.
En este gran Syllabus, Pío IX condenó los principales errores del
mundo moderno, porque estas nuevas ideas tenían sus raíces en el
naturalismo panteísta y, por lo tanto, eran incompatibles con la doctrina
católica, y destructivas para la sociedad.
Las enseñanzas del Syllabus eran contra-liberales, y los principios del
liberalismo eran contra-Syllabus. Esto fue indudablemente reconocido
por todas las partes. El padre Denis Fahey, se refirió a este
enfrentamiento como Pío IX contra la Deificación Panteísta del
Hombre. 9 Hablando por el otro lado, el masón francés Ferdinand
Buisson también declaró: “Una escuela no puede permanecer neutral
entre el Syllabus y la “Declaración de los Derechos del Hombre”. 10
"Católicos liberales"
Sin embargo, el siglo XIX vio una nueva raza de católicos que
utópicamente buscaron un compromiso entre los dos. Estos hombres
buscaron lo que creían que era "bueno" en los Principios de 1789 e
intentaron introducirlos en la Iglesia. Muchos clérigos, infectados por el
espíritu de la época, fueron atrapados en esta red que había sido
"arrojada a las sacristías y a los seminarios". Llegaron a ser conocidos
como "católicos liberales". El Papa Pío IX comentó que eran los peores
enemigos de la Iglesia. A pesar de esto, su número aumentó.
El Papa San Pío X y el Modernismo
Esta crisis alcanzó su punto máximo a principios del siglo XX cuando el
liberalismo de 1789 que había estado "soplando en el viento" se
arremolinó en el tornado del modernismo. El padre Vincent Miceli,
identificó esta herejía como tal al describir la "trinidad parental" del
Modernismo. Él escribió:
1) Su antepasado religioso es la Reforma Protestante;
2) Su padre filosófico es la Ilustración;
3) Su pedigrí político proviene de la Revolución Francesa.
El Papa San Pío X, quien ascendió a la silla papal en 1903, reconoció el
Modernismo como la plaga más mortal que debía ser combatida.
Escribió que la obligación más importante de un Papa es garantizar la
pureza e integridad de la doctrina católica, y afirmó además que si no lo
hiciera, habría fallado en su deber esencial 12 .
San Pío X libró una guerra contra el modernismo, emitió una encíclica
(Pascendi) y un Syllabus(Lamentabili) contra aquel, instituyó el
Juramento Antimodernista para todos los sacerdotes y maestros de
teología, purgó los seminarios y universidades de los modernistas, y
excomulgó a los tercos e impenitentes.
San Pío X efectivamente detuvo la propagación del modernismo en su
día. Sin embargo, se informa que cuando fue felicitado por haber
erradicado este grave error, San Pío X respondió de inmediato que a
pesar de todos sus esfuerzos, no había logrado matar a esta bestia, sino
que solo la había llevado a la clandestinidad. Advirtió que si los líderes
de la Iglesia no estaban atentos, se volvería en el futuro más virulenta que
nunca 13 .
La Curia es alertada
Un drama poco conocido que se desarrolló durante el reinado del Papa
Pío XI demuestra que la corriente subterránea del pensamiento
modernista estaba viva y bien en el período inmediato posterior a Pío
Décimo.
El padre Raymond Dulac relata que en el consistorio secreto del 23 de
mayo de 1923, el papa Pío XI cuestionó a los treinta cardenales de la
Curia sobre la oportunidad de convocar un concilio ecuménico.
Asistieron prelados tan ilustres como los cardenales Merry del Val, De
Lai, Gasparri, Boggiani y Billot. Los Cardenales desaconsejaron contra
esto.
El cardenal Billot advirtió: “La existencia de diferencias profundas en
medio del episcopado que en sí no pueden ocultarse. . . (Se) corre el
riesgo de dar lugar a discusiones que se prolongarán indefinidamente".
Boggiani recordó las teorías modernistas de las cuales, dijo, una parte del
clero y de los obispos no estaban exentos. "Esta mentalidad puede
inclinar a ciertos Padres a presentar mociones, a introducir métodos
incompatibles con las tradiciones católicas".
Billot fue aún más preciso. Expresó su temor de ver al concilio
"manipulado" por "los peores enemigos de la Iglesia, los modernistas, que
ya se estaban preparando, como muestraban ciertas indicaciones, para
llevar a cabo la revolución en la Iglesia, un nuevo 1789".
Al desalentar la idea de un concilio por tales razones, estos Cardenales
se mostraron más aptos para reconocer los "signos de los tiempos" que
todos los teólogos post-vaticanistas combinados. Más aun, su cautela
también puede haber estado enraizada en algo más profundo. Ellos
podrían haber sido espantados por los escritos del infame Illuminé, el
excomulgado Canon Roca (1830-1893), quien predicó la revolución y la
"reforma" de la Iglesia e incluso predijo una subversión en la Iglesia que
sería traída por un concilio.
Los Desvaríos Revolucionarios de Canon Roca
En su libro Atanasio y la Iglesia de Nuestro tiempo, el obispo Graber se
refiere a la predicción de Canon Roca de una Iglesia nueva e iluminada,
la cual sería influenciada por "el socialismo de Jesús y los apóstoles". 15
A mediados del siglo Noveno, Roca había predicho: "La nueva iglesia,
que tal vez no pueda retener nada de la doctrina escolástica y la forma
original de la antigua iglesia, nunca recibirá consagración y canónica
jurisdicción de Roma”. El obispo Graber, reflexionando sobre esta
predicción, remarcó. “Hace unos pocos años esto todavía era
inconcebible para nosotros. ¿Pero hoy…?” 16
Canon Roca también predijo una "reforma” litúrgica. Con referencia a la
liturgia del futuro él creía “que el culto divino en la forma dirigida por la
liturgia, ceremonial, ritual, y regulada de la Iglesia Romana en breve
sufriría una transformación en un concilio ecuménico que le devolvería
la venerable simplicidad de la edad de oro de los apóstoles de acuerdo
con los dictados de la conciencia y civilización modernas”. 17
Él predijo que a través de este concilio vendría “un acuerdo perfecto
entre los ideales de la civilización moderna y el ideal de Cristo y
Su evangelio. Esta será la consagración del Nuevo Orden Social y el
solemne bautismo de la civilización moderna”
Roca también habló del futuro del Papado.
El escribió, “Hay un sacrificio a la vista, lo que representa un solemne
acto de expiación. . . El papado caerá; morirá bajo el sagrado cuchillo
que los padres del último concilio habrán forjado. El César papal es un
rehén [víctima] coronado para el sacrificio”. 18
Roca predijo con entusiasmo una “nueva religión”, un "nuevo dogma",
un "nuevo ritual", un "nuevo sacerdocio”. Él llamó a los nuevos
sacerdotes “progresistas” [sic]: habló de la “supresión” de la sotana y el
“matrimonio de los sacerdotes”. 19
Escalofriantes ecos de Roca y de la Alta Vendita se encuentran en las
palabras del doctor Rosacruz Rudolph Steiner quien declaró en 1910,
“Necesitamos un Concilio y un Papa para proclamarlo.” 20
El Concilio que nunca fue
Alrededor de 1948 el Papa Pío XII, en solicitud del incondicionalmente
ortodoxo cardenal Ruffini, consideró convocar a un Concilio
general e incluso pasó algunos años haciendo los preparativos
necesarios.
Hay evidencia que los elementos progresistas en Roma eventualmente
disuadieron a Pío XII de llevarlo a la práctica, ya que este Concilio
mostró signos definitivos de estar en sincronía con Humani Generis. Al
igual que esta gran encíclica de 1950, el concilio propuesto combatiría
"las falsas opiniones que amenazan con socavar los fundamentos de la
doctrina católica". 21
Trágicamente, el Papa Pío XII se convenció de que estaba demasiado
avanzado en años para asumir esta tarea trascendental, y se resignó a la
idea de que "esto será para mi sucesor". 22
Roncalli para "consagrar el ecumenismo"
A lo largo del pontificado del Papa Pío XII (1939-1958), el Santo Oficio
bajo el liderazgo del cardenal Ottaviani mantuvo un paisaje católico
seguro manteniendo los caballos salvajes del modernismo firmemente
acorralados. Muchos de los teólogos modernistas de hoy
desdeñosamente cuentan cómo habían sido ellos y sus amigos
“amordazados” durante este período.
Pero aun incluso Ottaviani no pudo evitar lo que sucedería en 1958. Un
nuevo tipo de Papa "a quien los progresistas creían que favorecía su
causa" 23
ascendería a la silla pontificia y obligaría a un reacio Ottaviani, a
quitar el pestillo, abrir el corral y prepararse él mismo para la estampida.
Sin embargo, tal estado de cosas no fue imprevisto. Ante la noticia de la
muerte de Pío XII, el viejo Dom Lambert Beauduin, amigo del cardenal
Roncalli (el futuro Juan XXIII), confió al padre Louis Bouyer: “Si
eligieran a Roncalli, todo se salvaría; sería capaz de convocar un Concilio
y consagrar el ecumenismo ". 24
Y así sucedió: el cardenal Roncalli fue elegido y convocó un Concilio
que "consagró" el ecumenismo. La "revolución de la tiara y el trono"
estaba en marcha.
La Revolución del Papa Juan
Es bien conocido y magníficamente documentado 25
que una
camarilla de teólogos liberales (periti) y obispos secuestraron el Concilio
Vaticano II (1962-1965) con una agenda para rehacer la Iglesia a su
propia imagen a través de la implementación de una “nueva teología”.
Los críticos y los defensores del Vaticano II están de acuerdo en este
punto.
En su libro El Vaticano II Revisado, el obispo Aloysius J. Wycislo (un
defensor rapsódico de la revolución del Vaticano II) declaró con
entusiasmo que "los teólogos y los eruditos bíblicos que habían estado
'bajo una nube' durante años aparecieron como periti [expertos
teológicos que asesoran a los obispos en el Concilio], y sus Los libros y
comentarios del Vaticano II se convirtieron en lecturas populares” 26 .
Señala que "la encíclica Humani Generis [1950] del Papa Pío XII...tuvo
un efecto devastador en el trabajo de varios teólogos preconciliares " 27 y
explica que "Durante la preparación temprana del Concilio, aquellos
teólogos (principalmente franceses, con algunos alemanes) cuyas
actividades habían sido restringidas por el Papa Pío XII, estaban
silenciados. El Papa Juan levantó en silencio la prohibición que afecta a
algunos de los más influyentes. Sin embargo, un número seguía siendo
sospechoso para los funcionarios del Santo Oficio".
El obispo Wycislo cantó las alabanzas de progresistas triunfantes como
Hans Küng, Karl Rahner, John Courtney Murray, Yves Congar, Henri
de Lubac, Edward Schillebeeckx y Gregory Baum, que habían sido
considerados sospechosos antes del Concilio, pero que se convirtieron
en los principales protagonistas de la publicación de teología post
Vaticano II. 29
En efecto, aquellos a quienes el Papa Pío XII consideraba inadecuados
para caminar por las calles del catolicismo ahora tenían el control de la
ciudad. Y, como para coronar sus logros, el Juramento Antimodernista
fue silenciosamente reprimido poco después del cierre del Concilio. San
Pío X había predicho correctamente. La falta de vigilancia en la
autoridad había permitido que el modernismo regresara para vengarse.
"Marchando bajo un nuevo estandarte"
Hubo innumerables batallas en el Vaticano II entre el Grupo
Internacional de Padres, que lucharon por mantener la Tradición, y el
grupo progresivo del Rin. Trágicamente, al final fue este último, el
elemento liberal y modernista, el que prevaleció. 30
Era obvio, para cualquiera que tuviera ojos para ver, que el Concilio
abrió la puerta a muchas ideas que anteriormente habían sido anatema
para la enseñanza de la Iglesia, pero que estaban en sintonía con el
pensamiento modernista. Esto no sucedió por accidente, sino que fue
diseñado.
Los progresistas en el Vaticano II evitaron las condenas de los errores
modernistas. También plantaron deliberadamente ambigüedades en los
textos del Concilio que pretendían explotar después. 31 Estas
ambigüedades se han utilizado para promover un ecumenismo que
había sido condenado por el Papa Pío XI, una libertad religiosa 32 que
había sido condenada por los Papas del siglo XIX y de principios del
siglo XX (especialmente el Beato Papa Pío IX), una nueva liturgia en la
línea del ecumenismo que el Arzobispo Bugnini llamó "una gran
conquista de la Iglesia Católica", una colegialidad que golpea el corazón
de la primacía papal y una "nueva actitud hacia el mundo ”,
especialmente en uno de los documentos más radicales del Concilio,
Gaudium et Spes.
Como esperaban los autores de La instrucción permanente de la Alta
Vendita, las nociones de la cultura liberal finalmente ganaron adhesión
entre los principales actores de la jerarquía católica y, por lo tanto, se
extendieron por toda la Iglesia. El resultado ha sido una crisis de Fe sin
precedentes, que continúa empeorando. Al mismo tiempo,
innumerables eclesiásticos altamente posicionados, obviamente ebrios
por el espíritu del Vaticano II, elogian continuamente las reformas postconciliares
que han llevado a cabo esta calamidad.
Promociones de los grados masónicos
Sin embargo, no solo muchos de los líderes de la Iglesia sino también los
masones celebraron este cambio de eventos. Se regocijaron de que los
católicos hubieran finalmente "visto la luz", ya que desde que aparecieron
muchos de sus principios masónicos habían sido sancionados por la
iglesia.
Yves Marsaudon del rito escocés en su libro Ecumenismo visto por un
Masón Tradicional, elogió el ecumenismo alimentado en el Vaticano II.
Él dijo:
Los católicos… no deben olvidar que todos los caminos conducen a
Dios, y tendrán que aceptar que esta valerosa idea de libertad de
pensamiento, a la que realmente podemos llamar revolución, ha salido
de nuestras masónicas logias, para extenderse magníficamente sobre la
cúpula de San Pedro. 33
El espíritu de duda y revolución post-Vaticano II, obviamente calentó el
corazón del francés masón Jacques Miiterand, quien escribió con
aprobación:
Algo ha cambiado dentro de la Iglesia, y las respuestas dadas por el Papa
a las preguntas más urgentes, como el celibato sacerdotal y el control de
la natalidad, son acaloradamente debatidas dentro de la propia iglesia: La
palabra del Soberano Pontífice es cuestionada por obispos, por
sacerdotes, por fieles. Para el masón, un hombre que cuestiona el
dogma, ya es un masón sin mandil. 34
Marcel Prelot, senador por la región de Doubs en Francia, va mucho
más lejos al describir lo qué ha tomado lugar.
El escribe:
Habíamos luchado durante un siglo y medio para que nuestras opiniones
prevalecieran en la Iglesia y no habíamos tenido éxito. Finalmente, llegó
el Vaticano II y triunfamos. A partir de entonces, las proposiciones y
principios del catolicismo liberal han sido aceptadas definitiva y
oficialmente por la Santa Iglesia. 35
La declaración de Prelot merece un comentario, ya que debemos hacer
la distinción entre la Iglesia y los eclesiásticos. A pesar de cualquier
reclamo de los masones, es imposible por errores doctrinales, ser
“aceptado definitiva y oficialmente por la Santa Iglesia” como tal. La
Iglesia, Cuerpo Místico de Cristo, no puede caer en el error. Nuestro
Señor prometió que "las puertas del infierno no prevalecerían contra
ella”. (Mateo 16: 18), pero esto no quiere decir que los eclesiásticos,
incluso en lo más altos niveles, no puedan ser infectados con el espíritu
liberal de la época y promover ideas y prácticas que se oponen al
perenne Magisterio de la Iglesia. 36
Una ruptura con el pasado
Aquellos "conservadores" que niegan que varios puntos del Vaticano II
constituyan una ruptura con la Tradición y con los pronunciamientos
magistrales anteriores, al menos por ambigüedad, implicaciones y
omisiones, no han escuchado a los mismos impulsores y agitadores del
Concilio que reconocen descaradamente esto.
El padre Yves Congar, OP, uno de los artesanos de la reforma, comentó
con tranquila satisfacción que "La Iglesia ha tenido, pacíficamente, su
Revolución de Octubre". 37
El mismo Padre Congar declaró que la Declaración del Vaticano II
sobre Libertad Religiosa es contraria al Programa del Papa Pío IX. Con
respecto al artículo 2 de la Declaración, dijo:
“No se puede negar que un texto como este dice materialmente algo
diferente del Syllabus de 1864, e incluso casi lo contrario de las
proposiciones 15 y 77-79 de ese documento.” 38
Por último, hace algunos años, el cardenal Ratzinger, aparentemente
desconcertado por la admisión, escribió que vio el texto del Vaticano II
Gaudium et Spes como un "contra-Syllabus", afirmando:
“Si es deseable ofrecer un diagnóstico del texto (Gaudium et Spes) en su
conjunto, podríamos decir que (en conjunción con los textos sobre
libertad religiosa y religiones mundiales) es una revisión del Syllabus de
Pío IX, una especie de contra-syllabus. . . . . Contengámonos para decir
aquí que el texto sirve como un contra-syllabus y, como tal, representa
por parte de la Iglesia, un intento de reconciliación oficial con la nueva
era inaugurada en 1789.” 39
La nueva era inaugurada en 1789 consiste, en efecto, en la elevación de
los "Derechos del Hombre" por encima de los derechos de Dios.
En verdad, este comentario del cardenal Ratzinger es perturbador,
especialmente porque proviene del hombre que, como jefe de la
Congregación para la Doctrina de la Fe, guardaba la pureza de la
doctrina católica. Pero también podemos citar una declaración similar
del progresista Cardinal Suenens, él mismo un Padre del Concilio, que
habló en términos de "viejos regímenes" que han llegado a su fin. Las
palabras que utilizó para alabar al Concilio son las más reveladoras, las
más escalofriantes y las más condenatorias. Suenens declaro: “El
Vaticano II es la Revolución Francesa dentro de la Iglesia” 40 .
El estado de los documentos del Vaticano II
Durante años, los católicos han trabajado bajo la noción errónea de que
deben aceptar el Concilio pastoral del Vaticano II, con el mismo
asentimiento de fe que deben a los Concilios dogmáticos. Este, sin
embargo, no es el caso.
Los Padres del Concilio se refirieron repetidamente al Vaticano II como
un Concilio pastoral, un Concilio que no se ocupó de definir la Fe, sino
de implementarla modernizadoramente.
El hecho de que el Vaticano II es inferior a un Concilio dogmático
queda confirmado por el testimonio del Padre del Concilio, el obispo
Thomas Morris, que a petición suya no fue revelado hasta después de su
muerte:
Me sentí aliviado cuando nos dijeron que este Concilio no tenía como
objetivo definir o dar declaraciones finales sobre doctrina, porque una
declaración sobre doctrina tiene que formularse con mucho cuidado y
habría considerado los documentos del Concilio como provisionales y
prácticos, capaces de ser reformados. 41
Al cierre del Vaticano II, los obispos pidieron al Secretario General del
Concilio, Arzobispo (luego Cardenal) Pericle Felici, lo que los teólogos
llaman la "nota teológica" del Concilio, es decir, el "peso" doctrinal de las
enseñanzas del Vaticano II, Felici respondió:
“Tenemos que distinguir según los esquemas y los capítulos, aquellos
que ya han sido sujeto de definiciones dogmáticas en el pasado; en
cuanto a las declaraciones que tienen un carácter novedoso, tenemos que
hacer reservas.” 42
Después de la clausura del Vaticano II, Pablo VI dio esta explicación:
Hay quienes preguntan qué autoridad, qué cualificación teológica del
Concilio tenía la intención de dar a sus enseñanzas, sabiendo que evitaba
emitir definiciones dogmáticas solemnes que involucraran la infalibilidad
del Magisterio eclesiástico. La respuesta es conocida por quien recuerda
la declaración conciliar del 6 de marzo de 1964, repetido el 16 de
noviembre de 1964. Dando el carácter pastoral del Concilio, evitó
pronunciar, de manera extraordinaria, los dogmas dotados de la nota de
infalibilidad.
En otras palabras, a diferencia de un Concilio dogmático, el Vaticano II
no exige un asentimiento de fe sin reservas.
Las declaraciones detalladas y ambiguas del Vaticano II no están a la par
con los pronunciamientos dogmáticos. Por lo tanto, las novedades del
Vaticano II no son incondicionalmente vinculantes para los fieles. Los
católicos pueden "hacer reservas" e incluso resistirse a cualquier
enseñanza del Concilio que entraría en conflicto con el Magisterio
perenne de los siglos.
"Una revolución en la Tiara y en el Trono"
La revolución posterior al Vaticano II lleva todas las características de
cumplir tanto los diseños de La Instrucción Permanente de la Alta
Vendita como las profecías de Canon Roca:
1) El mundo entero ha sido testigo de un cambio profundo dentro
de la Iglesia Católica a escala internacional, un cambio que está en
sintonía con el mundo moderno.
2) Los defensores y detractores del Vaticano II demuestran que
ciertas orientaciones doctrinales y, desde luego, el Concilio, constituyen
una ruptura con el pasado.
3) Los masones mismos se alegran de que, gracias al Concilio, sus
ideas "se hayan extendido magníficamente sobre la cúpula de San
Pedro".
La Pasión de la Iglesia
Así, la pasión que nuestra santa Iglesia está sufriendo actualmente no es
un gran misterio. Porque irreflexivamente ignorando los Papas del
pasado, nuestros actuales líderes de la iglesia han erigido una estructura
comprometida que se está derrumbando sobre sí misma.
Aunque el Papa Pablo VI lamentó que “la Iglesia estuviera en una
historia de auto-demolición”, él, como el presente pontificado, insistió en
que el desastroso aggiornamento, responsable de esta auto-demolición,
sea continuado a todo vapor.
Ante tal “desorientación diabólica”(el término que empleó la hermana
Lucía de Fátima, para describir la mentalidad actual de muchos en la
Jerarquía de hoy), la única respuesta para todos los católicos interesados
es:
1) Rezar mucho, sobre todo el Rosario.
2) Aprender y vivir la doctrina tradicional y la moral de la Iglesia Católica
como se encuentra en los escritos católicos anteriores al Vaticano II.
3) Adherirse a la Misa Tridentina Latina donde están la fe y la devoción
católica, encontrado en su plenitud, no afectado por el ecumenismo de
hoy.
4) Resistir con toda el alma las liberales tendencias del Vaticano II
causantes de estragos en el Cuerpo Místico de Cristo.
5) Instruir a otros de manera caritativa en la Tradición de la fe y
advertirles de los errores de los tiempos.
6) Rezar para que un regreso a la cordura pueda barrer a través de un
número suficiente de la jerarquía.
7) Poner gran confianza en Nuestra Señora y su poder para reorientar a
nuestros líderes de la Iglesia de regreso a la tradición católica.
8) Nunca comprometerse.
"Solo Ella puede ayudarte"
Dado que esta lucha actual es esencialmente una batalla sobrenatural, no
debemos ignorar las ayudas sobrenaturales dados en Fátima en 1917.
Concierne a todos los católicos cumplir fielmente las peticiones de
Nuestra Señora de Fátima, y especialmente orar y trabajar por la
consagración de Rusia al Inmaculado Corazón de María.
Esta será la clave para destruir "los errores de Rusia" no solo en Rusia,
sino en todo el mundo, incluyendo el interior de la Iglesia.
Para que en el triunfo prometido del Corazón Inmaculado, los agentes
impenitentes del Liberalismo, el Modernismo y todo el Naturalismo
sean reunidos en un verdadero encuentro ecuménico con el Príncipe de
este Mundo y sean quebrantados de modo comunal por el talón de la
Reina del Cielo.
Notas:
1. La Enciclopedia Católica, vol. 3 (Nueva York: Encyclopedia
Press, 1913), págs. 330-331.
2. Rev. E. Cahill, SJ, la masonería y el movimiento anticristiano
(Dublín: Gill, 1959), p. 101)
3. Yves Marsaudon, citado en el Dr. Rudolph Graber, Atanasio y
la Iglesia de nuestro tiempo (Palmdale, CA: Christian Book Club, 1974),
p. 39)
4. Cretineau-Joly, La Iglesia romana y la revolución, vol. 2, orig.
ed., 1859, reimpreso por el Círculo del Renacimiento francés, París,
1976. Mons. Delassus volvió a reproducir estos documentos en su obra
La conspiración anticristiana (Desclee de Brouwer), 1910, Tomo
SegundoI, págs. 1035-1092.
5. Michael Davies, Concilio del Papa Juan (Kansas City: Angelus
Press, 1992), p. 166.
6. Papa León XIII, Humanum Genus - Sobre la masonería
(Rockford, IL: TAN, 1978), par. 31)
7. Mons. Delassus, La conspiración anticristiana (París: Desclee de
Brouwer, 1910), Tomo SegundoI, pp.1035-1092. El texto completo de
La Instrucción Permanente de la Alta Vendita también se publica en:
Mons. Dillon, Masonería de Gran Oriente sin máscara (Dublín: Gill,
1885; Palmdale, California: Christian Book Club, sf), págs. 51-56.
8. Para una verdadera comprensión de la doctrina católica frente a
los errores modernos, es imperativo estudiar las encíclicas papales y
otros documentos contra el liberalismo, el modernismo y la masonería
de los papas del siglo XIX y principios del siglo XX. Los más
importantes se enumeran en el Apéndice Segundo en la página 43.
9. El p. Denis Fahey CSSp., El cuerpo místico de Cristo en el mundo
moderno, (Dublín: Regina Publications, 1939), cap. VII.
10. Citado en ibid., P. 116 (143).
11. El p. Vincent Miceli SJ, The Antichrist (Harrison, NY: Roman
Catholic Books), pág. 133)
12. Papa Pío Décimo, Pascendi ("Sobre el modernismo"), par. 1)
13. El p. Vincent Miceli SJ, The Antichrist (conferencia en cassette)
(North Haledon, NJ: Keep the Faith, Inc.).
14. Raymond Dulac, Colegiatura Episcopal en el Segundo Concilio
del Vaticano (París: Cedre, 1979), págs. 9-10.
15. Graber, op. cit., p.34.
16. Ibíd., Págs. 34, 35.
17. Ibíd., P. 25)
18. Ibid.
19. Ibíd., P.36.
20. Ibid.
21. Se puede encontrar un relato completo de esta fascinante
historia en: Frère Michel de la Santísima Trinidad, Toda la verdad sobre
Fátima, Volumen 3: El tercer secreto (Ft. Erie, Ontario: Immaculate
Heart Publications, 1990), págs. 257 -304.
22. Ibíd., Pág. 298.
23. Vizconde Leon de Poncins, la masonería y el Vaticano
(Palmdale, CA: Christian Book Club, 1968), pág. 14)
24. Bouyer, Dom Lambert Beauduin, Un hombre de la Iglesia
(Casterman, 1964) págs. 180-181. Citado por el p. Dilder Bonneterre en
El movimiento litúrgico (Ed. Fideliter, 1980), p. 119)
25. Cf. El p. Ralph Wilgen, SVD, The Rhine Flows into the Tiber
(Nueva York: Hawthorne, 1967; TAN, 1985); Michael Davies, Concilio
del Papa Juan (Nueva York: Arlington House, 1977; Ciudad de Kansas:
Angelus Press, 1992); y el obispo Wycislo (ver nota siguiente), que canta
alabanzas a la reforma.
26. Reverendísimo Aloysius Wycislo, Vaticano II Revisited:
Reflexiones de quien estuvo allí (Staten Island, NY: Alba House, 1987),
px
27. Ibíd., P. 33)
28. Ibíd., P. 27)
29. Ibíd., P. 27-34.
30. La historia completa del secuestro del Concilio por parte de
prelados y teólogos liberales, y las trágicas consecuencias de este golpe
modernista, se explican magníficamente en el p. Ralph Wiltgen, The
Rhine Flows into the Tiber de SVD (Nueva York: Haw- thorne, 1967;
TAN, 1985) y en el Concilio del Papa Juan de Michael Davies (Nueva
York: Arlington House, 1977; Kansas City: An- gelus Press, 1992 )
31. Esta táctica fue admitida por el liberal peritus del Concilio Padre
Edward Schillebeeckx, OP. Él dijo: "Lo expresaremos de manera
diplomática, pero después del Concilio, sacaremos las conclusiones
implícitas". (Citado de la revista holandesa De Bazuin, No. 16, 1965, en
Iota Unum, por Romano Amerio, Kansas City, MO: Sarto House,
1999). Otra cita (o traducción de la misma cita) del p. Schillebeeckx dice:
"Hemos usado frases ambiguas durante el Concilio y sabemos cómo las
interpretaremos después" (Arzobispo Marcel Lefebvre, Carta abierta a
católicos confusos, Kansas City: Angelus Press, 1992, p. 106).
32. Cf. El Segundo Concilio Vaticano y Libertad Religiosa de
Michael Davies (Long Prairie, MN: Neumann Press, 1992) por evidencia
de que Dignitatis Humanae del Vaticano II (particularmente el Art. 2)
refleja una contradicción con la enseñanza papal previa. Lo mismo es
admitido sin reparo por el progresista teólogo del Concilio, el p. Yves
Congar. OP Ver pág. 26 de este folleto.
33. Citado en el Arzobispo Marcel Lefebvre, Una carta abierta a los
católicos confundidos (Kansas City: Angelus press. 1992), p. 89)
34. Ibíd., Págs. 88-89.
35. Le Catholicisme Liberal, 1969; también Lefebvre, op. cit., p. 100
36. El gran teólogo, el cardenal Juan de Torquemada (1388-1468),
citando la doctrina del papa Inocencio SegundoI, enseña que incluso un
papa puede ir en contra de las costumbres universales de la Iglesia.
Torquemada escribe: “Por lo tanto, el Papa Inocencio SegundoI declara
(De Consuetudine) que es necesario obedecer al Papa en todas las cosas,
siempre y cuando él mismo no vaya en contra de las costumbres
universales de la Iglesia, no necesita ser seguido. . . ”Citado del Padre
Paul Kramer, B. Ph., STD, M. Div., Una reivindicación teológica del
tradicionalismo católico romano, segunda edición (St. Francis Press,
India), p. 29)
37. Lefebvre, op. cit., p. 100
38. Yves Congar, OP, Desafío a la Iglesia (Londres, 1977), p. 147, en
Michael Davies, El Segundo Concilio Vaticano y la Libertad Religiosa
(Long Prairie, MN: Neumann Press, 1992), p. 203.
39. Joseph Cardinal Ratzinger, Principios de teología católica (San
Francisco: Ignatius Press, 1987), págs. 381-382.
40. Lefebvre, op. cit., p. 100
41. Entrevista del obispo Morris por Kieron Wood, Catholic World
News, 27 de septiembre de 1997.
42. Lefebvre, op. cit., p. 107)
43. Pablo VI, Audiencia general del 12 de enero de 1966, en
Insegnamenti di Paolo VI, vol. 4, p. 700, en Atila Sinke Guimarães, En
las aguas turbias del Vaticano II (Metairie: MAETA, 1977; TAN, 1999),
págs. 111-112.
Apéndice I
El odio de la Masonería a la Iglesia Católica.
El mayor impedimento para discutir tópicos como el de la Alta Vendita
es que muchas personas, católicos incluidos, se niegan a creer que la
masonería en realidad odia a la Iglesia al extremo de armar una
incondicional, sofisticada campaña contra ella.
Sin embargo, la evidencia del odio de la masonería hacia el catolicismo y
su objetivo declarado de destruir la Iglesia se confirma en documentos
católicos y masónicos por igual.
En la época de la revolución francesa el conocido grito de corbata de la
masonería fue "acabar con el trono y el altar " - es decir, las monarquías y
el catolicismo. A fines del siglo dieciocho, Abbé Agustín Barruel, un
antiguo masón, escribió que “el objeto de su conspiración es destruir
cada altar donde Cristo sea adorado".
Uno de los ejemplos más dramáticos del odio de la masonería hacia
Cristo y su Iglesia se encuentra en la Declaración del Congreso
Internacional en Ginebra de 1868 y se cuenta en el magnífico libro de
Dillon, La masonería del Gran oriente desenmascarada. En parte de la
declaración de ese congreso se lee:
¡Abajo entonces con Dios y con Cristo!
Abajo los déspotas del cielo y de la tierra. ¡Muerte a los sacerdotes! Tal
es el lema de nuestra gran cruzada, 2
Pontífices Contra Paganos
Los grandes Papas vigilantes de finales del siglo XVIII, 19 y primera
mitad del siglo XX estaban continuamente sonando las alarmas contra
las sociedades secretas, sus principios liberales y su odio al cristianismo.
En su libro "Francmasonería y Movimiento Anticristiano", el padre E.
Cahill, S.J., escribe:
“Las condenas papales de la masonería son tan severas y amplias en su
tenor como para ser bastante únicas en la historia de la legislación
eclesiástica. Durante los dos últimos siglos la masonería ha sido
expresamente anatematizada por al menos diez diferentes Papas y
condenada directamente o indirectamente, por casi todos los Pontífices
que se sentaron en la Cátedra de San Pedro. . . . Los Papas hacían cargos
a la masonería de actividades criminales ocultas, de "hechos
vergonzosos", de adorar al mismo Satanás (un cargo que se insinúa en
algunos documentos papales); de infamia, blasfemia, sacrilegio y las
herejías más abominables de los tiempos antiguos, de la práctica
sistemática de asesinato; de traición contra el Estado, de tener principios
anárquicos y revolucionarios y de favorecer y promocionar lo que ahora
se llama "bolchevismo" (comunismo soviético); de corromper y pervertir
las mentes de los jóvenes; de vergonzosa hipocresía y de mentira, lo cual
significa que los masones se esfuerzan por ocultar su maldad bajo un
manto de probidad y respetabilidad, cuando en realidad ellos son la
misma "sinagoga de Satanás", cuyo directo objetivo y meta es la
destrucción completa de la cristiandad.”
El Papa León XIII
De todas las condenas papales de la masonería, la Encíclica del Papa
Leo Trece de1884, Humanum Genus, se mantiene sin paralelo en
fuerza y brillantez. Una más completa y concisa explicación y condena
de los males y los errores de la Masonería no se encontrarán en ningún
otro pronunciamiento magisterial. Una y otra vez en esta encíclica, el
Papa enfatiza que el objeto de la masonería es nada menos que la
destrucción absoluta de la Iglesia y de la Cristiandad.
El escribe:
“Ya no hace ningún secreto de su propósito, ahora se están levantando
audazmente contra Dios mismo. Ellos están planeando la destrucción de
la Santa Iglesia de manera pública y abierta, y esto con el propósito
establecido de despojar totalmente a las naciones de la cristiandad, si
fuera posible, de las bendiciones obtenidas para nosotros a través de
Jesucristo nuestro Salvador. 4
El Papa León XIII explica que ya que la masonería está basada en el
naturalismo, es anticristiana en su esencia. El naturalismo sostiene que la
naturaleza y la razón humanas son supremas, y que no hay verdades
reveladas por Dios que los hombres sean obligados a creer.
Los naturalistas niegan la autoridad de la Iglesia Católica como la voz de
Dios sobre la tierra, y por tanto "es contra la Iglesia, que la rabia y el
ataque de los enemigos (masones), están dirigidos principalmente."
El Papa León XIII se refiere al testimonio de “hombres bien
informados” tanto en el pasado y como recientemente, que han
"declarado ser verdad que los masones especialmente desean asaltar a la
Iglesia con irreconciliable hostilidad; y que nunca descansaran hasta que
hayan destruido lo que sea que el supremo Pontífice haya establecido
para el bien de la religión." 6
También señala que los masones consideran legal "atacar con impunidad
los mismos fundamentos de la religión católica, en discurso, por escrito y
en la enseñanza. " 7
El Papa León explicó que uno de sus más poderosos medios de guerra
contra la Iglesia, es su promoción del indiferentismo religioso. 8
La idea de que realmente no importa a cual religión uno pertenezca.
Esto no socava todas las religiones, sino el catolicismo en particular, ya
que sólo la Iglesia Católica enseña firmemente (y demuestra
poderosamente) que es la Única Verdadera Religión establecida por
Dios.
Los masones se jactan de que fueron la fuerza impulsora detrás de la
"Declaración de los derechos del hombre" y de la Revolución francesa. 9
Su intención es sacar a la civilización de sus fundamentos cristianos y
colocar en su lugar al naturalismo, en el que Dios no tiene lugar. Este
fue el corrupto objetivo al que el Papa León XIII se refirió cuando dijo.
"Desean destruir la religión y la Iglesia que Dios mismo ha establecido, y
cuya perpetuidad Él aseguró por su protección, y traer de vuelta, después
de un lapso de dieciocho siglos, los modales y costumbres de los
paganos, es señal de locura y audaz impiedad". 10
Por lo tanto, aquellos que se niegan a creer que la masonería no está
trabajando hacia la destrucción de la Iglesia lo hacen simplemente
porque no quieren creer. Los Soberanos Pontífices y los masones
mismos proporcionan abundantes testimonio del odio masónico y de
declarada guerra contra la iglesia católica.
NOTAS AL APENDICE I
1. P. Vicent Miceli. La masonería y la iglesia (conferencia del estado)
(Montvate, NJ: Keep the Faith. Inc.).
2. Msgr. Dillon. La masonería del Gran Oriente desenmascarada.
[Dublín: Gill, ISS5: Palmdale. CA: libro cristiano
Club, n.d.J. p. viii.
3. Quoted en el p. Denis Fahey , Apologia pro Vita Mea ("Breve
bosquejo de mi trabajo de vida ") {Palmdale, CA:
Christian Book Club).
4. El Papa Leon Trece. Humanum Genus— Sobre la Masonería
(TAN, 1978). par. 2.
5. Ibid, par, 12,
6. Ibid. par. 15.
7. Ibid., par. 14.
8. Ibid., par. 16.
9. Padre. Danis Fahey. CS.Sp., El cuerpo místico de Cristo en el mundo
moderno (Palmdale, CA: Christian Book Club. 1939) cap. 5-8.
10. El Papa León XIII. Op. dr. par. 24.
Apéndice Segundo
EL JURAMENTO ANTIMODERNISTA
Emitido por el Papa S. Pío Décimo en septiembre 1, 1910 y requerido
de todos los sacerdotes y profesores de filosofía y teología. Abolido en
1967.
Yo _________________ abrazo y recibo firmemente todas y cada una
de las verdades que la Iglesia por su magisterio, que no puede errar, ha
definido, afirmado y declarado, principalmente los textos de doctrina
que van directamente dirigidos contra los errores de estos tiempos.
En primer lugar, profeso que Dios, principio y fin de todas las cosas
puede ser conocido y por tanto también demostrado de una manera
cierta por la luz de la razón, por medio de las cosas que han sido hechas,
es decir por las obras visibles de la creación, como la causa por su efecto.
En segundo lugar, admito y reconozco los argumentos externos de la
revelación, es decir los hechos divinos, entre los cuales en primer lugar,
los milagros y las profecías, como signos muy ciertos del origen divino de
la religión cristiana. Y estos mismos argumentos, los tengo por
perfectamente proporcionados a la inteligencia de todos los tiempos y de
todos los hombres, incluso en el tiempo presente.
En tercer lugar, creo también con fe firme que la Iglesia, guardiana y
maestra de la palabra revelada, ha sido instituida de una manera próxima
y directa por Cristo en persona, verdadero e histórico, durante su vida
entre nosotros, y creo que esta Iglesia esta edificada sobre Pedro, jefe de
la jerarquía y sobre sus sucesores hasta el fin de los tiempos.
En cuarto lugar, recibo sinceramente la doctrina de la fe que los Padres
ortodoxos nos han transmitido de los Apóstoles, siempre con el mismo
sentido y la misma interpretación. Por esto rechazo absolutamente la
suposición herética de la evolución de los dogmas, según la cual estos
dogmas cambiarían de sentido para recibir uno diferente del que les ha
dado la Iglesia en un principio. Igualmente, repruebo todo error que
consista en sustituir el depósito divino confiado a la esposa de Cristo y a
su vigilante custodia, por una ficción filosófica o una creación de la
conciencia humana, la cual, formada poco a poco por el esfuerzo de los
hombres, sería susceptible en el futuro de un progreso indefinido.
En quinto lugar, mantengo con toda certeza y profeso sinceramente que
la fe no es un sentido religioso ciego que surge de las profundidades del
subconsciente, bajo el impulso del corazón y el movimiento de la
voluntad moralmente informada, sino que un verdadero asentimiento de
la inteligencia a la verdad adquirida extrínsecamente, asentimiento por el
cual creemos verdadero, a causa de la autoridad de Dios cuya veracidad
es absoluta, todo lo que ha sido dicho, atestiguado y revelado por el Dios
personal, nuestro creador y nuestro Señor. Más aún, con la debida
reverencia, me someto y adhiero con todo mi corazón a las
condenaciones, declaraciones y todas las prescripciones contenidas en la
encíclica Pascendi y en el decreto Lamentabili, especialmente aquellas
concernientes a lo que se conoce como la historia de los dogmas.
Rechazo asimismo el error de aquellos que dicen que la fe sostenida por
la Iglesia contradice a la historia, y que los dogmas católicos, en el
sentido en que ahora se entienden, son irreconciliables con una visión
más realista de los orígenes de la religión cristiana.
Condeno y rechazo la opinión de aquellos que dicen que un cristiano
bien educado asume una doble personalidad, la de un creyente y al
mismo tiempo la de un historiador, como si fuera permisible para una
historiador sostener cosas que contradigan la fe del creyente, o establecer
premisas las cuales, provisto que no haya una negación directa de los
dogmas, llevarían a la conclusión de que los dogmas son o bien falsos, o
bien dudosos.
Repruebo también el método de juzgar e interpretar la Sagrada Escritura
que, apartándose de la tradición de la Iglesia, la analogía de la fe, y las
normas de la Sede Apostólica, abraza los errores de los racionalistas y
licenciosamente y sin prudencia abrazan la crítica textual como la única y
suprema norma.
Rechazo también la opinión de aquellos que sostienen que un profesor
enseñando o escribiendo acerca de una materia histórico-teológica
debiera primero poner a un costado cualquier opinión preconcebida
acerca del origen sobrenatural de la tradición católica o acerca de la
promesa divina de preservar por siempre toda la verdad revelada; y de
que deberían interpretar los escritos de cada uno de los Padres
solamente por medio de principios científicos, excluyendo toda
autoridad sagrada, y con la misma libertad de juicio que es común en la
investigación de todos los documentos históricos ordinarios.
Declaro estar completamente opuesto al error de los modernistas que
sostienen que no hay nada divino en la sagrada tradición; o, lo que es
mucho peor, decir que la hay, pero en un sentido panteísta, con el
resultado de que no quedaría nada más que este simple hecho —uno a
ser puesto a la par con los hechos ordinarios de la historia , a saber, el
hecho de que un grupo de hombres por su propia labor, capacidad y
talento han continuado durante las edades subsecuentes una escuela
comenzada por Cristo y sus apóstoles.
Prometo que he de sostener todos estos artículos fiel, entera y
sinceramente, y que he de guardarlos inviolados, sin desviarme de ellos
en la enseñanza o en ninguna otra manera de escrito o de palabra. Esto
prometo, esto juro, así me ayude Dios.
Texto tomado de The Church Teaches: Documents of the Church in
the English Translation. Traducido y editado por los Padres Jesuitas del
St. Mary’s College. (KS St. Louis: B Herder. 1955: TAN. 1973). pp. 36-
39.
ORACIÓN POR LA CONVERSIÓN DE LOS MASONES
Señor Jesucristo, que te complaces en hacer brillar tu poder perdonando
a los pecadores, y que has dicho: "Rogad por los que os persiguen y
calumnian", te imploramos que apliques la clemencia de vuestro
Sacratísimo Corazón con las almas creadas a la imagen de Dios que,
miserablemente engañadas por las seducciones de la masonería se
precipitan por el camino de la perdición eterna.
No permitas, te lo pedimos, que la Iglesia, tu santa Esposa, sea
oprimida, y, aplacado por la intercesión de la Santísima Virgen María, tu
Madre, y por las oraciones de los justos, gracias a vuestra infinita
misericordia dígnate olvidar su perversidad, y haz, que, vueltos hacia Ti,
se arrepientan, hagan penitencia, y obtengan la gloria eterna. Tu, que
vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.
- La Raccolta
8ª edición, p. 410
LA INSTRUCCIÓN PERMANENTE DE LA ALTA
VENDITA
Un Plan Masónico para Subvertir la Iglesia Católica
John Vennari
Este pequeño folleto examina la permanente instrucción de la
Alta Vendita - los, una vez, documentos secretos de los
masones que describen un plan para subvertir la iglesia
católica.
El autor cita el documento masónico auténtico, que tanto el
Papa Pío IX (1846-1878) como el Papa León XIII (1878-1903)
pidieron fuera publicado.
Este documento describe la estrategia diabólica de los
masones para destruir la Iglesia, infectando a sus líderes con
ideas liberales. En este camino los católicos estarían
promulgando los masónicos ideales bajo el manto de un
aparentemente legítimo catolicismo.
El libro describe hasta qué punto la trama ha tenido éxito, e
incluye un apéndice que detalla los objetivos de la masonería,
así como León XIII denunció de esa sociedad. También
contiene el famoso juramento contra el modernismo requerido
por el Papa San Pío X de todo el clero, más una oración oficial
por la conversión de los masones. Este pequeño folleto da al
lector una conciencia de los peligros planteados por la
masonería y expone la verdad sobre los objetivos secretos de
esta poderosa organización secreta.