13.09.2023 Views

Y si lo probamos - Megan Maxwell

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Capítulo 3

Son las ocho de la mañana y apenas he podido dormir.

Cuando me levante de la cama, la vida que conocía hasta el momento va a

cambiar.

Zoé se marchará a Nueva York, y por primera vez estaré sola, compraré

en el súper para una persona y viviré conmigo misma sin tener que dar

explicaciones a nadie más.

Estoy pensando en ello cuando veo entrar tranquilamente por la puerta de

mi habitación a Paulova, nuestra gata. O, mejor dicho, nuestra perrigata, que,

moviendo su cuerpo serrano con agilidad, se sube a la cama. Como siempre,

comienza a patearme la cabeza. Mira que le gusta pisotearme el pelo, hasta

que finalmente encuentra la posición y se tumba colocando su cabecita sobre

la mía. ¡Qué mona!

Zoé y yo siempre hemos querido tener un perro. Un golden retriever de

pelo largo y claro. Pero, por mi falta de tiempo, nos hemos conformado con

nuestra perrigata.

Durante unos instantes Paulova y yo respiramos con tranquilidad hasta

que por la puerta aparece Zoé en pijama y el pelo revuelto y, como ha hecho

siempre, se mete sonriendo en la cama conmigo.

¿Cómo voy a poder vivir sin esto?

Paulova, ante la intromisión de Zoé, se quita de donde está y yo, mirando

a mi pequeña, que ya es una mujercita, cuchicheo:

—No sé cómo he tenido la suerte de tener una hija tan preciosa.

Zoé sonríe.

—Pues que sepas que, si yo soy preciosa, tú lo eres también —afirma—,

pues todo el mundo dice que somos como dos gotas de agua.

Según dice eso, asiento. Tiene razón. La gente lleva media vida pensando

que somos hermanas de lo mucho que nos parecemos. Y cuando los ojos se

me llenan de lágrimas, Zoé susurra:

—Mamá, ¿otra vez?

Afirmo con la cabeza. Soy muy pava. Cuando lloro, lloro de verdad.

Página 24

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!