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En un tiempo no muy lejano,<br />
cuando los rebaños de ovejas<br />
mandaban todavía como en épocas<br />
antiguas, eran el gran tesoro en<br />
los pueblos del Pirineo. Tener un<br />
rebaño de ganado lanar, de unas<br />
cien ovejas y de ese número en<br />
adelante, era como tener una mina<br />
o un tesoro familiar en cada casa.<br />
Lo suficiente para vivir, lo cual era<br />
la máxima aspiración en el pasado,<br />
hasta mediados del siglo XX, a<br />
falta de minas de oro y bolsas de<br />
petróleo que en el Pirineo no se han<br />
encontrado.<br />
De las ovejas salía el<br />
queso, la carne fresca y la cecina,<br />
aparte las menudencias de cada res<br />
sacrificada, tales como el sebo, la<br />
fritada y las chiretas.<br />
Tampoco hay que olvidar<br />
la corderada anual -las crías de las<br />
ovejas- las hembras para reponer y<br />
aumentar el rebaño, y los machos<br />
para la venta y suministro de carne,<br />
lo mismo que las ovejas más viejas<br />
cuando bajaban gordas de la montaña.<br />
Gracias a esas ventas entraba<br />
en las casas el dinero para atender<br />
los pagos y comprar lo que no<br />
podía dar el campo. Ya era mucho<br />
que diese trigo y pan.<br />
<strong>El</strong> pastoreo de un buen<br />
rebaño de ovejas garantizaba el<br />
sustento de las familias en los pueblos<br />
altos de la montaña, donde<br />
apenas cosechaban trigo y centeno<br />
para fabricar harina; cuentan que<br />
en aquellos pueblos de escasa agricultura,<br />
parte del año compraban la<br />
harina o el pan con dinero procedente<br />
de la ganadería.<br />
Cuando el ganado lanar<br />
era la única industria fuerte que<br />
se conocía, y a ella se dedicaban<br />
varias personas de cada familia,<br />
movidas por la antigua tradición, la<br />
necesidad y la afición interesadas,<br />
el pastoreo en los alrededores de<br />
los pueblos, unos días penosos y<br />
otros placenteros, no era tan malo<br />
como atarse a los rebaños trashumantes<br />
en los lugares de invernada<br />
y en los meses de estiaje en la montaña.<br />
Por esta razón y no más<br />
creo que aun no valoramos lo suficiente<br />
el trabajo y el sacrificio de<br />
los hermanos Noguero, pues mantienen<br />
el único y el último reba-<br />
– 20 –<br />
Agosto de 2008 • Labuerda<br />
ño de ovejas churras que hay en<br />
Sobrarbe. Una raza de ovejas que<br />
hace menos de un siglo poblaban<br />
el Valle de Vió y el de La Solana,<br />
con más de treinta mil cabezas, que<br />
se han visto reducidas a unas tres<br />
mil, y gracias que esas todavía se<br />
conservan.<br />
Finalmente digamos que<br />
en estos momentos de inquietud<br />
y de cambios sobre la conservación<br />
del ecosistema o desarrollo<br />
sostenible, conviene recordar que<br />
hasta el siglo pasado los grandes<br />
rebaños de ovejas y cabras fueron<br />
los artífices o encargados de cuidar<br />
los montes, de mantenerlos limpios<br />
y transitables.<br />
Insistiré en ello siempre<br />
que tenga ocasión para conocimiento<br />
de las nuevas generaciones,<br />
y porque los actuales y modernos<br />
sistemas de limpieza y conservación<br />
forestal jamás podrán alcanzar<br />
una mínima efectividad a semejanza<br />
del aspecto que el pasado siglo<br />
tuvieron las montañas, montes y<br />
paisajes lugareños.<br />
Texto y fotos:<br />
Luis Buisán Villacampa