Bogotá - Biblioteca Luis Ángel Arango

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aetedald j de ahí se tomó pie para considerar que la mande
don Joaquín era el local de algún tremebundo club
y nuestro gel)eral fue a dar a la cárcel,
de ser uno de los instigadores y organizadores
plan subversivo. A Ospina le sometieron a juicio y a
postre fue absuelto. A París no hubo cómo seguírselo,
falta de pruebas, y una vez sofocada la rebelión se le
en libertad sin más explicaciones.
El general Joaquín Acosta, en carta fechada en Guad
U¡IS el 13 de agosto de 1851, decía a don Pedro Fernán­
Madrid:
«La noticia de la prisión de mi bueno y antiguo
Joaquín Parls ha producido en mí y en toda mi
lia la más dolorosa sensación, y Carolina, Solita y yo
Colniliiollarnos a usted para que lo diga a Mariquita, Vir­
Vicente (Roe he), Pedro María y demás, y pedimos
digan qué podemos hacer por aliviar sus penas.
«Estoy convencido de que el general París no pretenbacer
un proDtmciamiento militar; él, que aprobaba
la cláusula del testamento de Acevedo en esta mate­
¿ cómo habla de querer perder el derecho de llamar
¡ccioso a José María Obando ?
.EI-¡eneral José Acevedo habla declarado en su testa-
_ lo: «que desde antes de cumplir yo la edad de trece
y medio he servido a la patria en la carrera de las
".lris faltar jamás a la lealtad y honradez que heredé
hllis,venerados padres; y que por escala he hecho mi
.,..n'detlde soldado hasta general, sin haber tenido parte
ingerencia en revolución, pronunciamiento ni
_ D' tllRuno contra el gobierno constitucional de la
a cuyas instituciones republicanas he permane-
•• Itellllelnte fiel, obrando siempre con entera buena
•