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Centurion Argentina Summer 2022

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SICILIA Una exhaustiva

SICILIA Una exhaustiva guía para descubrir los muchos encantos de la isla más grande del Mediterráneo desde las colinas barridas por el viento del monte Etna hasta las playas doradas de Menfi AHORA La Piazza San Domenico y en el centro su majestuosa Colonna dell’Immacolata Concezione; desde arriba a la derecha: el patio del Palazzo Drago Airoldi di Santa Colomba, una casa noble con una dilatada historia que data del siglo xviii; la zona del bar en el Meet Eat Connect situado en el Palazzo Castrone - Santa Ninfa del siglo xvi; ornamentados frescos y pisos de mayólica en el interior del Palazzo Drago

LA NUEVA VIBRA DE PALERMO La renacida capital siciliana derrocha energía con dos glamorosos hoteles a la cabeza. Por Lanie Goodman. Fotografía de Alberto Alicata T ancredi Falconeri, el visionario príncipe de El gatopardo, la épica novela ambientada en la isla siciliana de Lampedusa, acertó al señalar que «si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie». Hoy en día, esta paradoja se ajusta a la perfección a Palermo, una ciudad atormentada por su pasado histórico. Durante la Belle Époque, esa frívola época en la que los aristócratas sicilianos y las acaudaladas familias de comerciantes aún bailaban el vals en sus opulentos salones y celebraban fastuosas fiestas, Palermo se convirtió en el destino invernal de moda de la realeza europea. Un siglo más tarde, la ciudad desprende una fuerza distinta, una mezcla heterogénea de asombrosa belleza, decadencia y vibrante autenticidad. A ello se suma un glamour recién descubierto que, a lo largo de los últimos años, ha recuperado el esplendor de antaño, gracias, en parte, a la exhaustiva restauración de dos célebres instituciones de la Belle Époque —Villa Igiea y el Grand Hotel et des Palmes—, convertidas ahora en magníficos establecimientos cinco estrellas. Sobre un acantilado desde donde se contempla el golfo de Palermo y el mar Tirreno se sitúa Villa Igiea ( roccofortehotels.com), un dorado palacio almenado de estilo morisco rodeado de jardines que ha sido lujosamente restaurado. Sentado en la alberca, junto a unas columnas griegas de imitación, es fácil imaginar los gloriosos días de fin de siècle, cuando la acaudalada familia siciliana Florio, dedicada al comercio del vino, transformó su villa privada en un hotel emblemático. Ahora, bajo la dirección del grupo Rocco Forte Hotels, hay mucho que admirar: el ornamentado salón de baile pintado a mano con motivos florales, el bar abovedado repleto de frescos al que acudían la realeza y las estrellas de La Dolce Vita en los años 60 (pruebe el exclusivo martini para el desayuno salpicado con mermelada de naranja), así como las confortables habitaciones donde lo antiguo convive con lo moderno. Los amantes del art nouveau se quedarán extasiados al contemplar el lobby diseñado por Ernesto Basile (el arquitecto más conocido de Palermo de principios de siglo xx), la mezcla de espejos, la curvilínea madera de nogal pulida y los bucólicos frescos con motivos florales de Ettore de Maria Bergler. La mejor propuesta es alojarse en la nueva ala donde se encuentra la espaciosa suite bautizada con el nombre de Donna Franca, famosa socialité de la dinastía Florio. Detrás de la majestuosa fachada inalterada del Grand Hotel et des Palmes (grandhotel-et-des-palmes.com), los interiores — una espectacular combinación de brillantes lámparas de cristal, paredes con frescos, así como la chimenea y el artesonado diseñados por Basile— son el resultado de una minuciosa restauración de dos años de duración que implicó la eliminación de las capas de yeso blanco y la remodelación de las habitaciones con una sobriedad de inspiración art déco en oro y negro. La villa-hotel, edificada en 1856 por la familia británica Ingham Whitaker —dedicada a la exportación del vino Marsala y artífice del pasadizo secreto hasta la iglesia anglicana al otro lado de la calle—, atrajo en su día a figuras destacadas como el vanguardista escritor francés Raymond Roussel o Richard Wagner. La habitación del compositor, quien en 1881 se refugió en el hotel durante meses para componer Parsifal, es ahora una grandiosa suite en la que los amantes de Wagner pueden tocar el mismo piano Blüthner, admirar las antigüedades del músico y ducharse en un baño de mármol lo suficientemente grande para una sección entera de cuerda. No se pierda la vista panorámica desde el nuevo restaurante de sushi y la coctelería situados en la azotea. Otra joya histórica rehabilitada es el elegante hotel boutique y balneario termal de 12 habitaciones Palazzo Santamarina (palazzosantamarina.com). Ubicado en un palacio renacentista de mármol que se construyó sobre unas ruinas del siglo xiii, el hotel ha sido sometido a una meticulosa reforma. Incluso los antiguos muros se pueden contemplar a través del piso de cristal del olfattorio que cuenta con una línea exclusiva de embriagadoras fragancias sicilianas. Palermo es también un destino para deambular, una ciudad de comida callejera (los locales saborean la stigghiola, compuesta por intestinos de cordero a la parrilla, o el pane con la milza, que es un sándwich relleno de bazo de res), bulliciosos mercados, relucientes mosaicos dorados y villas modernistas de estilo › CENTURION-MAGAZINE.COM 57

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