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Centurion Argentina Winter 2022

«No queremos ser un

«No queremos ser un hotel de lujo, eso no es lo que ofrecemos», me explica Steinar Sørli mientras caminamos por los terrenos de su bellamente restaurada granja familiar de 137 años de antigüedad ubicada en los fiordos noruegos. Este comentario tan poco convencional en un momento en el que la hospitalidad es cada vez más complaciente da una pista de que en Åmot, al contrario de lo que reza el eslogan, el cliente no es el rey. Entre las colinas del paisaje noruego que se alzan a nuestro alrededor, Sørli describe con desenfado y seguridad lo que ofrece y deja de ofrecer la propiedad. Tiene la habilidad suficiente como para no prometer de más y, fiel a su carácter, sabe que debe lanzar este mensaje de manera clara a cualquier cliente potencial. «Nos preocupa más congeniar con los clientes —apunta con esa forma tan directa de hablar—. Son dos culturas que deben confluir». Lo más seguro es que uno piense que esta conversación sobre el encuentro de culturas encajaría mejor en un programa de intercambio escolar que en un alojamiento donde los huéspedes se gastan unos cuantos miles de dólares por persona y noche para rentar una finca completa. Mientras que en la mayoría de los establecimientos este dinero abre las puertas a prácticamente todo lo que uno desee, acá solo sirve para conseguir lo que se ofrece, aunque con muchas opciones para que sea a la medida. «Antes de que lleguen los huéspedes, dedicamos mucho tiempo a hablar con ellos, ya que a algunas personas no les interesa tanta autenticidad», explica Sørli en referencia a las conversaciones que mantiene con los clientes sobre las actividades y las preferencias gastronómicas, así como el ambiente y el contexto de la visita. Los invitados pueden traer a su propio personal —y lo cierto es que muchos lo hacen—, sin embargo, el objetivo no es hacer una escapada a un destino aislado en medio de la nada. Venir a Åmot supone llegar a un lugar concreto y explorarlo junto a los locales. La hospitalidad escandinava no tiene fama internacional. En este país la gastronomía es excelente, el diseño excepcional y la arquitectura hotelera innovadora, pero su gente no es mucho más cálida que el clima ártico. Steinar Sørli y su marido Yngve Brakstad son bastante más amables que la gran mayoría, sin embargo, no se consideran a sí mismos hoteleros. De hecho, Brakstad es arquitecto y el máximo responsable de la cuidada y exquisita restauración que dio comienzo en 2002, una labor por la que en 2010 la pareja recibió un premio nacional de conservación (una piedra de la Ópera de Oslo en el jardín del patio lo conmemora). Conscientes de lo que tenían entre manos, durante la restauración Sørli y Brakstad organizaron eventos a los que acudían sus amigos de Bergen (donde también tienen una casa). En poco tiempo, estos eventos pasaron de ser pequeños conciertos y bodas a otros acontecimientos 38 CENTURION-MAGAZINE.COM

Steinar Sørli (izquierda), Yngve Brakstad y su perra Mimmi; página opuesta: cena bajo una espléndida lámpara en el granero como la actuación de la estrella internacional de la ópera Kiri Te Kanawa o la visita de la reina de Noruega. Hace diez años, la pareja abrió la propiedad para alojar a sus compatriotas y, gracias al boca a boca, comenzaron a acoger a pequeños grupos que, a bordo de superyates, se dirigían al cercano Sunnfjord, un fiordo más delgado y menos espectacular que otros más conocidos de la región, pero con la increíble virtud de ser inaccesible para los cruceros. En 2019, Åmot ya cortejaba a los extranjeros para que pernoctaran en la granja ofreciendo a cada grupo experiencias personalizadas. Desde el principio la finca se renta completa, independientemente de si se trata de una familia de 20 miembros, como ha ocurrido recientemente, o de dos personas; no obstante, ambos coinciden en que, con las suites disponibles en los cinco edificios, el número ideal de huéspedes es 12. CENTURION-MAGAZINE.COM 39

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