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Sørli y Brakstad llevan

Sørli y Brakstad llevan tanto tiempo en la zona que están muy integrados en la comunidad. La granja es un motivo de orgullo en esta diminuta región que, si no fuera por eso, apenas recibiría visitas, ni siquiera de los propios noruegos. Durante el proceso de renovación contrataron a muchos trabajadores locales e incluso siguen celebrando una fiesta anual para la comunidad a la que acude mucha gente desde muchos kilómetros a la redonda. En Åmot las actividades son, como el propio lugar, sencillas en apariencia. Se puede visitar una granja vecina, donde Øystein Furnes le mostrará sus vacas alimentadas con pasto (incluso esa misma noche podría comer su carne), contemplar Nuestra principal aspiración es que las familias y los grupos se conecten entre sí – Steinar Sørli los encantadores caballos islandeses de su mujer y probar la excelente mermelada de su madre, que también se sirve en Åmot. Y mientras se detiene ante este idílico escaparate de vida rural noruega, se enterará de que Furnes es el jefe de medicina de urgencias del hospital cercano y que ha coordinado la respuesta de la región al Covid, un tema sobre el que habla con soltura. Resulta sumamente fácil platicar con Furnes, al igual que con todas las personas con las que Sørli ha organizado estas experiencias. Son sencillos y curiosos y, para los saturados ojos urbanos de este londinense, un poco ingenuos y maravillosamente despreocupados. No es de extrañar que miembros de la realeza de Medio Oriente, estadounidenses con grandes fortunas y una importante familia de Asia oriental hayan tenido experiencias tan buenas como para recomendar Åmot a sus amigos. «Nuestra principal aspiración es que las familias y los grupos se conecten entre sí», apunta Sørli. Y lo que Åmot facilita a aquellas personas con la actitud adecuada es una libertad de espíritu que les permite apreciar la naturaleza, apreciar la humanidad y apreciarse unos a otros. Sørli recomienda alojarse durante tres o cuatro noches, tiempo suficiente para hacer un par de excursiones (una con llamas y otra sin ellas) con sus amables guías locales, Sandra y Per Tore Hove, o navegar en barco por los fiordos con la familia Nistad, y detenerse en su embarcadero privado para tomar un trago al atardecer disfrutando de las espectaculares vistas. Pescar salmón, caminar por los glaciares o hacer un safari fotográfico en helicóptero son otras de las opciones. Y también se puede pasar una tarde remando por el fiordo desde Fosseviken, un trocito de paraíso que Anders Pihl ha ido creando a lo largo de dos décadas y donde atracan superyates para almorzar en su granero artesanal. Durante la pandemia, Sørli y Brakstad se dieron cuenta de que su oferta quizás era demasiado auténtica para atraer a los viajeros de otros puntos del planeta. Decidieron entonces añadir una selección de piezas de diseño moderno y, lo que es más importante, se asociaron con el Bare —el primer restaurante con estrella Michelin de Bergen— para garantizar la presencia de un chef (y posiblemente de un equipo de meseros) cada noche. Durante mi estancia le toca el turno a Morten Tungesvik, el cofundador del Bare, un chef que es capaz de satisfacer todos los caprichos culinarios, tanto de día como de noche y, además, resulta especialmente ameno al hablar sobre su paso por las cocinas de Nueva York y Londres o sobre sus queridos ciclomotores y perros (en sus nudillos tiene tatuado «LOVES DOGS»). La granja ha detenido brevemente su actividad para añadir un spa. Una propuesta de lo más acertada en este lugar que rezuma bienestar, sustentabilidad y filantropía, palabras muy de moda en el ámbito de los viajes, pero que, desde hace dos décadas, son parte de la historia de la propiedad. Apenas 24 horas por acá y uno ya se siente mejor y más joven. Se trata de una forma de conectar con la comunidad local en lugar de explotarla, un modelo del que podrían aprender otros complejos turísticos. Y esto nos lleva a la inevitable pregunta: ¿seguirá este camino la hospitalidad de primera clase? Noruega ha alcanzado en los últimos años fama mundial en ajedrez (Magnus Carlsen), arquitectura (Snøhetta) y literatura (Karl Ove Knausgård), por lo que ¿podría la hospitalidad integrarse en esa marea ascendente de noruegos que triunfan a nivel internacional? No todo el mundo disfrutará de Åmot ni de su enfoque. Desde luego que no. Pero si uno tiene la mente abierta y siente curiosidad por las cosas nuevas, puede que no exista un sitio mejor. amotnorway.com 40 CENTURION-MAGAZINE.COM

En el sentido de las manecillas del reloj desde arriba a la izquierda: un chef da los últimos toques a un platillo; una de las residencias de Åmot, decorada con mucho gusto; Øystein Ellingsen, dueño del Bare, el restaurante con una estrella Michelin que colabora con Åmot; la nueva chimenea en el granero CENTURION-MAGAZINE.COM 41

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