pdf - Ateneo de Madrid

AS 1

i ARTÍCULOS ENSAYO
*
*
*
10 CRÓMICAS
*
*
1 ENTREVISTA
S CRITICAS
Correspondejtcia Guare-schi-López Rubio Enrique Víla Selma
España y la orientación de la cultura Adolfo Maíllo
Apariencia y sinceridad Antonio Manuel Campoy
La pintura y el sentimiento inconsciente José Luis EstéVez
La itustracián. se independiza José María jíove
Saint Michel, una montaña viviente. Josefina R. Sanjurjo Salgado
Ideas ée Europa ... ... ... ... Manuel Liaeano
Cinco informaciones de ía vida catalana
Granada, Sevilla, Alicante. Galicia, Guipúzcoa. Cáceres, Ciudad
Keaí, Albacete, Segovía, Jaén, Salamanca. Marrueco», Cádiz ... ...
* Con Marín Beneyto., ,. Pilar Narvíón
* Teatro
* Cine ..
* Libros
* Arte ..
2 ' NARRACIONES
* Rocaola ... ... ... . . Mosérs
* El pésame Jorge Ferrer-Vidal
7 COMIMMfSTAS
* Regina García
* José íavier Aíeixandre
* Antonio Castro Villacañas
* Juan Goraig
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5
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29
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25
31
... ... ., ... S
... 9
, 27
... 16
El Indiscreto ... ... 39
Juan Pérez Creus .,. ... 39
Juan Emilio Aragonés ... 40
1 LIBRO DE POEMAS
Quinta del 42
1 B Ü J A :
A N C I E L A S C O
m «ATENEO»: Emisiones por el Tercer Programa de Radio Nacional,
todos tos días 1 y 15, a earg© de Juan Emilio Aragonés
A NUESTROS LECTORES ^ I**"* 1110 a«»i«ro de esta revista se publicará el 1 de septiembre.
No aparecerá, pues, ef correspondiente al 15 de agosto.
La difícil coní>ervaeíóa del ritmo habitual en el acopio de originales durante esta época de veraniega
dispersión de colaboradores hace aconsejable conceder una vacación a lo* lectores de nuestro quincenario.
Concedida, lectores. En compensación, nos proponemos ofrecer, tal vez en el otoño, un extraordinario de
NUESTRA PORTADA
$ nuestra portada, una estampa da «L'IHustration», grabada por
Miranda en 1873. Ahora que eí asfalto quema en las ciudades,
mientras las playas se cubren de bañistas, refresca nuestras páginas
ssta deliciosa escena de la «frenoniUere», un «watering place», ios elegantes
de entonces la llamaban asi, situado en los alrededores de
París y que reemplazaba a TrouviBe y Dteppe para los hombres ocupados
en ta noche. «Canoiiers», cerveza, casetas de baño a franjas
rojas, blancas y azules,- zambullidas, sombrillas. El dibujo de ilustración
de revistas es, precisamente, el tema a que dedica su sesción, en
este número, José María Jové. (Páginas 3C-31).
16
17
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TTO-1
ANO IV - NUMERO 86
MADRID, 1 - 8 - 1955
1 de agosto de 1955

ESTE subtítulo ha sido
puesto por nosotros
al artículo-ensayo
de Adolfo Maíllo que encontrará
el lector en la
página 13 del presente
número.
El tema en que Maíllo toma postura es interesante
por diversos motivos. De un lado, por su actualidad,
ya que ía independencia o dependencia de
los intelectuales, o como ahora se dice, de su «engagement»,
motiva algunas polémicas y da ocasión
a bastantes malentendidos. De otro lado, porque
en una misma respuesta (la que da Maulo y personalmente
suscribo) coinciden dos mentalidades tan
diferentes como la cristiana y ía comunista.
Para el comunismo real, para el comunismo orgánico
y vigente del Kremlin, los intelectuales son
un género de trabajadores enrolados, como los demás,
en el proceso de la producción; no se tolera a
los intelectuales desviarse de las líneas de este proceso;
eí intelectual participa en él tan regladamente
como la vaca, el tractor, el metalúrgico o el funcionario.
Desde el punto de vista de nuestra religión no
se comprende cómo el intelectual puede entenderse
a sí mismo desligado del prójimo, aislado en compañía
de su «élite» o solitario en su propia «persona-
SEÑOR
DE
ATENEO
lidad ilustre»; el concepto romántico del «genio»
señero, libre, altivo, espontáneo y soberano, choca
de frente con el primer mandamiento de ía Ley de
Dios, y con la figura entera de Jesucristo que se
da a los hombres completo, inteligencia y palabra,
alma y vida, comprensión, indulgencia, habla, silencio,
amor.
Por esta razón de coincidencia de dos tan diferentes
campos en.una misma respuesta, no faltará
quien juzgue «socialista» la tesis de Maulo, aunque
él, muy hondamente, señala cómo la servidumbre
social del intelectual consiste en «vivir activamente
la caridad». Entre nosotros, españoles, fue ía Institución
Libre de Enseñanza quien, de hecho, desligó
a los intelectuales de la caridad y produjo ese tipo
esteticista, amoral, engreído, cínico e «independiente»,
que sigue todavía siendo el «desiderátum» de
bastantes escritores agraviados porque no siempre
se les respeta y adula.
Lo que antecede puede
parecer, no sin razón,
DERECHISTAS
una censura contra ciertas
manifestaciones del
izquierdismo intelectual.
Pero me interesa señalar

MARÍA Beneyto se enteró de que íia-
" l bía alcanzado ei premio de nuestra
revista por un telegrama que se le envió
a Valencia, donde reside; pero cuando
ya me puse en contacto directo con
ella no estaba muy convencida de que
fuera ei suyo precisamente eí primer
premio Por 1» fotografía se advierte
bien claro que es una criatura joven,
alegre y sencilla. Por sus declaraciones
se advierten muchas mas cualidades
todavía más interesantes.
—¿Quieres explicarnos la síntesis argumenta!
de tu novela?
—Es un relato de la invasión del
tiempo sobre una niña de sensibilidad
enfermiza p de sus reacciones psicológicas
ante dicha «invasión*. Todo retadonado
con eí ambiente en que vive,
que es el de un modesto barrio de Madrid,
y el de ios seres que la rodean.
Puede ser también la tragedia del hombre
de letras fracasado, encarnada en
el padre de la protagonista (y quizá el
protagonista real de la novela).
—¿Cuál es el perfil psicológico de la
protagonista?
—Ya digo; es una criatura enfermiza,
de sensibilidad excesivamente despierta,
en guien., por esta razón, se polariza
el sufrimietJo de los demás. No
es un retrato de niña muy alegre. Y
sin- embargo, no hay en él exageración.
Bs un retrato real,
—¿Un retrato real? ¿Qué quieres decir
con eso? ¿Tiene algo que ver contigo
la protagonista?
—Comprendo dónde quieres ir a parar
con esta doble pregunta, pero na
tengo ningún inconveniente en declarar
la parte autobiográfica de la novela
Por lo pronto, queda localizada en el
ambiente en que vívi en mi niñez, por.
Que yo fui a Madrid muy pequeña, con
mi familia. Puedo decirte, sin embargo,
que la novela está preparada para que
parezca más biografía de lo que es,
en lo cual tuve que echar mano de la
literatura y novelar, novelar mucho
(como, por otra parte, ocurre a casi todos
los biógrafos y autobiógrafosj.
—Bueno; ahora hablemos de María
Beneyto escritora.
—Mi historial literario comienza eí
año 4?, con la edición de mí libro de
versos ^Canción olvidada». Ese libro
contenía toda la producción poética de
mi adolescencia, que...f bueno, dejémosla
dormir, (Sin embargo, te aclaro que
no eran poemas de tipo amoroso, como
suele acontecer, que algo es algo...} Luego
estuve mucho tiempo callada —sólo
publicando alguna cosita en revistas—,
hasta el año 52, en que lancé otro libro
de versos, ya mayorcito, con el titulo
de *Eva en el tiempo». Por entonces
comencé a publicar algún cuento en
resistas de noveles. «Rumbosa me dio
un premio pequeñito, y otro nUmbrals-
(Tengo suerte, ¿sabes?, con los cuentos
que presento a concursos. Casi todos me
los premian.} Así, en un concurso que
organizó sLa Actualidad Española» tí
53, tuve un premio, y otro fue el «accésit»
de ATENSO, sin olvidar el de la
Fiesta de las Letras de Tomeüoso. Todx*
en el 53f que debió ser mi año de grada,
pues t&mbién en poesía me fue
bien. La Diputación de aquí me concedió
el premio Valencia* de poesía* dotado
con diez mil pesetas, a! tiempo que
obtenía un hermoso primer zaccésit»
del Bascan. Junto a un año tan pictó-
maestros: D1CKI
pesimista
es novélame, toao participa ae la
cjue se llama villa
ENTREVISTA CON MARÍA BENEYTO
e co?as, el 54 no trajo más novedad
que la edición del libro premiado
•por la Diputación, ^Criatura múltiples.
Y g£ 55..., esto. ¿Te parece poco? Concretándonos
a novela, &La invasión» la
tengo escrita desde hace cinco o seis
años. Lo que hice es arreglarla un poco
últimamente, y, sobre todo, abreviarla
Tengo otra novela, que habré de volver
VICENTE GAOS
Nació en Valencia el 31 de
de 1913. AIBí hizo sus estudios del Bachillerato,
licenciándose ©a Filosofía y
Letras por la Universidad de Madrid.
Escribe poesía desde su adolescencia.
En 1943 obtuvo el Premio Adonais con
el Eforo de sonetos «Arcángel de mi
noche», obra, con ia que se dio a conocer
de forma definitiva en el mando
literario. Cuatro años mes tarde se
publicó su segundo libro de poemas:
«Sobre la Tierra». SSn la votación qae
O
egrta
a escribir si quiero aprovecharla, aunque
ya no me gusta. Todas mis ÜBSÍOnes
las concentro en una que comienzo
ahora, $Las amazonas*. El tema es
ambicioso, y me puede un poco, pero
espero sacarlo a flote, Dios mediante.
Otra ilusión que tengo es la de formar
un libro de narraciones. Pero extenso.
F, claro, para eso necesitaría tener más
hicieron vatios críticos, escritores y
profesores pava elegir tos nueve* poetas
más importantes de la generado»
de posguerra, salió elegido entre los
nombres más prestigiosos, figurando,
por tanto, oa la famosa «Antología
consultada». Es un magnifico traductor
de poetas ingleses y franceses:
E I i o t, Pégny, Rimbaud.» Conferenciante,
crítico literario y profesor.
Actualmente explica I¿engua y Literatura
españolas es una Universidad
de Nueva York. Recientemente ha
publit-iílo en la colección O Crece- o
Muere el ensayo titulado «Poesf» y
técnica poética».
NOTA AUTOBIOGRÁFICA
Nací en enero de 1921, en Elehe (Alicante).
Corsé BachOíeraio y estadios
del Magisterio en Alicante, donde ejerzo.
Mi vocación literaria arranca de la
adolescencia. Aatores como Miré, «Azorín»,
Valle laclan, sin contar con los
poetas, especialmente Becqacr. Tagore
y Holderlin, influyeron en mis primeros
versos. Siles, en cierto modo, me revelaron
el sentido armonioso y creador
de la palabra.
Publiqué en Alicante, y en 1940, un
hbrito de versos: «Perlas del silencio».
HP colaborado luego, sin continuidad,
en algunas revistas poéticas: «Intimida*
Poética», «Verbo», «Agora», «Ebro»,
«Al-Motamíd», «Galatea», y en otras'
publicaciones pedagógicas y literarias.
En !958, estando en Tarragona, publi-
material && gue tengo... Asi que voy
a ponerme a trabajar en. serio. Hasta
ahora he sido muy perezosa; pero ese
se acabó. (Y tendré que olvidar un poco
la poesía —aunque me duela—, que es
lo que más me absorbe.)
—¿Cómo ves a la mujer de hoy?
—¿Cómo quieres que la vea? ¿Acaso
no formo parte del clan? La perfecta
mujer actual es para mi aquella gue
defiende su femineidad a toda costa y
aun la extiende sobre él quehacer de
hoy, tan poco propenso a la ternura,
como sabes,
—¿Qué problemas de la Humanidad
de hoy te apasionan?
—Me preocupa la actualidad ád
mundo sobre todo, y no me dirás que
eso no es un problema apasionante. Lo
que pasa es que es también un problema
sin aparente solución y que, aúe.
más, trae grandes decepciones... En otra
dirección, comprendo que debiera interesarme
más por la situación jurídica
de la mujer y Jodo eso que ahora se
discute, pero te~confieso que jamás senti
grandes veleidades de tipo feminista.
Personalmente me es igual ser mujer i&
hoy que mujer de hace dos siglos. No
veo grandes ventajas, francamente.
—Dejemos a las mujeres, dejemos a
la Humanidad en masa, y dime: si tuvieses
que regalar un tesoro a los niños,
¿qué les regalarías?
—¡Ah, los niños.' Ese sí que es un.
problema apasionante. Cierta clase de
niños. Sí yo tuviera mucho dinero... Pero,
bueno, voy concretamente a la pregunta.
Pues mira: iría y les regalaría
cosas que tú, y yo, y otros ex niños de
nuestra generación no tuvimos: un
mundo bueno, ya que no feliz. Y enor.
mes dosis de esperanza... Les regalarte
nuestras tempranas decepciones vitales
para que las echaran a la. basura y les
dotaría de fuertes espaldas para sostener
todo lo que se cae. ¡Les regalaría
tantas eosasf
—¿Charlamos de los hombres? ¿Qué
virtud moral consideras que está en crisis
entre nuestros contemporáneos?
—La caridad en todas sus acepcionet.
Y precisamente cuando más falta hace...
Sí; lo peor es esta lucha sorda entre
unos y otros, con todos sus COBÍbalismos
adyacentes,
—Bien; seamos nosotras un poco carrfcatJvas,
y vamos a piropearlos. ¿Cuál
gué «Poemas», coa tm protege de Carmen
Conde.
Mí incursión ea la novela ia deba *
«Teresa Ferrer», que mandé al eonesiso
de «La Novela del Sábado» y eon la
coa] quedé finalista, publicándose en
«] año 1954.
Escribí luego «Un aire de amor envenenado»,
novela gue me decidí a enviar
al concurso de ta revista ATENEO.
Tengo en prensa un libro de poemas:
«La lacba elemental».
Obras inéditas: «La casa de la caite
Navajeros», nWocdo en la aurora», «Los
milagros de la calle del Pez».
1 de agosto de 19SS

es la virtud que les supones en alza en
estos momentos? •
—No sé concretamente si habrá grandes
virtudes en alza ahora, en él momento
en que vivimos. Por lo menos
no se dan asi, en dosis masivas, como
para- generalizar'. Pero, mira, yo, a pesar
de todo, no soy pesimista con nuestro
tiempo. Veo, por de pronto, mucha
gente bienintencionada. Gente que se
esfuerza, que quiere edificar algo bueno.
Quizá algo bueno y nuevo al mismo
tiempo. Si no hay grandes virtudes
hay, por lo menos, buenas intenciones.
Y esperanzas,
—¿Cuáles han sido tus grandes maestres
literarios?
—En poesía, todos los Que conozco de
entre los buenos. De ellos aprendí, y
seguiré aprendiendo aún mucho tiempo.
Te hago gracia de los nombres porgue
es larga la lista. En novela, como es
principalmente un díptico, ahí va: Dickens
y Dostoyevski, como dioses mayores.
También Balzac y también otros
autores más cercanos; pero esos d&s, en
la cumbre,
—¿Sientes un interés especialmente
Ccorrespondencia
LÓPEZ Rl
C
OÍMPLETAMENTE de acuerdo en que
para aceptar el teatro de López Rubio
í>*y Que estar dispuestos a soportar
gitu?e>oites de película americana, *absurila
entre nosotros, donde tendría un
desenlace rápido sin lugar alguno para
«se diálogo ameno con que el señor
López Rubio la esmalta y la adoba»
< Antonio ¿ttotta),
0c acuerdo también en que lo expuesto
por su argumento por cualquiera
de ellos «no pasa de ser bisutería fina»,
así como también que «sus damas y
caballeros pertenecen a la más insípida
Horacios parasitaria del mondo actual»,
y que «lo peer es la frivolidad esencial
por la que los problemas miníanos
que pueden sernos comunes a todos adquieran
un matiz que ios sitúa en un
mundo «part«». {Nicolás González
Ruiz.)
López Rubio, excepto en «Alberto»,
practica el tipo de comedia que hemos
dado «n llamar psicológica, como si todo
argumento, annqae no sea teatral,
no estuviera basado en la. psicología.
Admitiendo el típo de comedia psico-
' lógica, ao es de extrañar qne sus argumentos
estén basados en las pequeñas
cuestiones conyugales, que ofrezca
facetas repetidas de los mismos argumentos
y, buscando una novedad difícil,
sutilice hasta extremos inconcebibles:
tal el caso' de «Veinte y cuarenta».
La comedia psicológica, que tmfo los
remotos orígenes nada menos que en
pasado teatro feminista de Enxlqne Ibsen,
ha tenido desde entonces ana tradicléB
n* interrampida en ningún país
de Europa. En España, sin hablar de
Benaveate, encontramos tantas facetas
distintas cerno ásteres ha tenido el genero.
En la generación de anteguerra
nada había más afín entre sí, y al mis-
ATENEO
apasionado hacia alguna figura viva de
la Humanidad actual?
—Tanto como pasión... Pero, mira
simpatizo mucho con algunas «primeras
cabezas» vivas. No te diré nombres
porgue para mí el viejo político, el gran
músico, d sorprendente escritor y hasia
el futbolista y la artista de cine
—¿por qué no?— son criaturas novelabres
de enorme Interés humano... Tu
como periodista, lo sabrás bien. Y no
te asuste lo del futbolista y la artista
de cine, aunque solo se trate, en et
fondo, de seres primarios. $pn trozos de
nuestro tiempo. Y todo vive, todo vale
literariamente, ¿no crees? Todo es una
partecita minúscula de esta alegría
^-queramos o no— Que se llama vida...
Además de todas estas preguntas y
respuestas, que las dos hemos hecho
con mucha seriedad, en la charla al
margen se adivina en María Beneytcan
estupendo y sano sentido del humor,
que no asoma «oficialmente» por
culpa de una timidez cautelosa de la
que ella, por otra parte, presume un
PILAR NARVION
mo tiempo más distinto, qoe las
de Honorio Maura, Linares Rivas, Gregorio
Martínez Sierra. Ningún otro género
dramático, ni el histórico, ha pagado
con tanta rapidez, tan sin dejar
huella, como estas dirí latas visiones anguladas,
inverosímiles las más de las
veces, de cuestiones triviales entre nevsenajes
que no tienen profundidad ninguna.
Los defectos, pues, de José López Rubio
serán defectos comunes al género
teatral que cultiva,, y no propios, exclusivamente,
de su obra.
May acertados han estUdoJos críticos
al enjuiciar cada una de las obras de
este autor; muy sutiles al advertir defectos
y virtudes. Jamás na autor ha
sido tan bien tratado, tan justamente
juzgado como «L Pero Jamás se ha hablado
de la rara semejanza que timen
machísimas de sus frases con las del
finisecular Osear Wüde.
Al azar, una de ellas:
Escribió Wílde: «Es malo que hables
de ano, pero hay algo itnucho peor; que
no hablen.»
Escribió López Rubio en «Veinte y
cuarenta»; «Es molesto para los artistas
que les pidan autógrafos. Es más
molesto qne no se los pidan.»
¥ después, algo inconcreto, vago, que
recuerda cien nombres ingleses o franceses
en cada una de las reaforttmadas
frases del diálogo. Supongamos, por
ejemplo, nna: «El dinero es algo gue
los hombres inventamos para las mu-
Aparte estas pequeneces, quedan cesas
más importantes que advertir. No
ya que et tema de «El remedio en la
memoria» no es nada original —recordemos
tos célebres cuentos de Voltaire,
«La otra comedia», de Somerset Mattg-
CONFIEMOS EN EL MIEDO.
L
OS grandes sabios del musido,
siete vivos y uno muerto, entre
eiíos cinco premios Nobel, firmaron,
un documento que, publicado en la
prensa de Londres, foé reproducido
por ía del mundo entero. Es, como
se sabe, un tremendo y angustiado
aí"iso a los estados mayores de la política
mundial sobre el inminente
riesgo de destrucción absoluta de la
Humanidad que llevan en sí las armas
de energía nuclear.
Estos sabios se extienden en consideraciones
acerca de las horrendas
consecuencias qne la expansión de
las oí»d!»s mvivas acarrearían a la
especie humana, no sólo en la generación
que las emplease, sino en
las siguientes, por espacio de vanos
siglos
¡Los sabios! ¡Lo» inefables sabios!
Por esa ley que hace tocarse
a ios extremos, los cerebros orfteeres
tienen macho de puerilidad.
¿Qué cosas nuevas pueden decir los
sabio —como no sea técnicamente—
a los grandes capitanes de la política
sobre las consecuencias de «na»
armas que esos mismos gobernantes
están ensayando reiteradamente? ¿Es
que DO están patentes ¡todavía! las
consecuencias de Hirosima, producto
infantil de la ciencia nuclear, sí se
la compara con la madurez alcanzada
nor las superbombas H, C y U?
£vos sabios avanzan en sus especulaciones,
posesos del ansia febril
del «más allá» y arrancan sus secretos
al universo. Con júbilo infantil
lanzan sus descubrimientos, los
divulgan, y cuando los poderosos se
los apropian y les emplean en el
mal, los pobres sabios, aterrados,
quieren poner remedio a esas trágicas
desviaciones que ellos no supieron
prevenir, y o bien procuran la
compensación creando unos premios,
como NóbeL o bien intentan evitar
el mal con anas advertencias tardías,
como esas de los ocho firmantes
del documento en cuestión.
"Todo inútil. Después de la creación
del Premio Nobel y la patética
declaración de su fundador, los
hombres continuaron empleando la
dinamita y sus formidables derivados
para la destrucción, y después
de la advertencia del 8 de iolio seguirán
«onstrayendo armís de energía
nuclear.
Ahora bien, ¿llegarán a emplearlas?
To lo dudo; más bien creo que
la superpoteneia de esas armas asegura
la paz, que resulta muy di'ícfi
si se basa en an desarme mundial,
par^ el rwal sería n«ícesaña la absoluta
le^ltarl de todos los Gobiernos,
rosa

Dados» sería una copia servil de «Budas
de sangre»; «Carta a París* tendría
una indiscutible influencia en «Yerma»;
«Barriada», de Julio Alejandro,
evocaría «Historia de una escalera», estrenada
na año antes, y ésta, a su vez,
recordaría «La calle», de EUner Rice,
estrenada por la Xirgtfi nada, menos
que en el año 1930, y «Siempre», 4e Jo-
!ia Maura, sería consecuencia de «I-a
plaza de Berketey*.
Todo lo dicho es natural. Todos estamos
enterados de eilo y, lógicamente,
ne DOS extraña. Shakespeare no inventó
ni un solo argumento; hasta «La fterefilia
domada» tiene un marcado argnítn-nto
jnacinaniielista.
Pero sí es nuevo que «José López Kobio
haya coincidido coa GoarescSü.
«Celos del aire» es, sin duda, la mejor
eomedla de «no de los mejores dramáticos
actuales; y, sin diida también,
el final del acto secundo es uno de
Ua grandes aciertos de la obra.
Sin recorday qne el graeios© Gervasio
parece arrancado del avispado sirviente
del segundo acto de la latal «Pspirvsa»,
veamos de qué »xtraña maocrp
coinciden López Rubio y el humorista
GaaresehL
tn «El marido colegial», de Guaresehi,
Cariota, casada con Camilo, observa
gue su mujer juguetea descaradamente
con el señor Medítalo Filet.
Camilo, encendido por los celos, habla
con Robinia, ptims de su mujer, que.
en el fondo, s© siente atraída por Camilo,
y aconsejado por etla, deciden
iniciar una escena de amor para dar
celos a sn esquiva Carlota. Y escribe el
italiano:
« granítico de la costa: en el país de lo*
unicornios, ají I ico símbolo de. I a virginidad
.
AI borde de fa carretera, coches de todas
ías nacionalidades. Terrazas llenas de
gente, de moderaos peregrinos que toman
el soí sorbiendo whisky. Be vez en cuando,
algaria que otra tienda de campaña.
Y al enfilar el dique que conduce directamente
al monte, veo a an lado y a
otro la marea baja, «na playa íalsa tte
arenas movedizas en donde a adié te
ítaña.
—Aquí hay desgracias todos los año»
- nos dicen- ; estas arenas son peligrosísimas.
Conforme nos acercamos, Ift niebla se
disipa, y, al detenerse el coche ante la
mole inmensa del monte, me siento sobrecogida
y pequeña. Unos jóvenes vestí*
dos de «i 1 reres jaeques». que han venido
1 de agosto de 1955

e-
Ueza se debe al abad Robert de Torigny
y en suya época la influencia espiritual
ác Saint Michel se extendió por todo el El coro y el deambulatorio, ya góticos,
Occidente. Sobre la abadía, una bella y fueron edificados, asimismo, sobre una
se r?na iglesia románica: su crucero se cripta y datan de I4S2. Modernísimo gó-
alienta sobre la pirámide tniñeada del tico con aire expresión isla.
simnte y sus braaos reposan sobr' dos cartillas
subterráneas: la de San Martín, al LA MARAVILLA
Sur. v la ile loa Treinta Cirios, s
E! último bastión áe la corona anglonomutnda
pasó, con Felipe Augusto, aí
reino de lo» Lises. Devoto del Arcángel y
hábil político, Felipe Augusto dio sumas
enormes al Santuario; así fue cómo e*
abad Jourdaia pud» llevar a cabo su
grandioso proyecto.
En el flanco Norte del monte se alzan
naus gigantescos muros de 240 pies de
largo por 108 de alto. Tres pisos se superponen
audazmente sobre una serie de
criptas abovedadas. Son la Liraosnería,' la
Bodega, la Sata de loa Caballeros, la Sala
de Huéswdr-- el Refectorio v ©1 Claustro.
¡Toaos loa departamentos necesarios
para la vida y la hospitalidad monacales!
Sobre las columnülas del claustro —góíico
de principios del xm—, típicamente
francés, cortesano y frágil, las mochetas
ostentan todas wa motivo diferente: el
Cordero Pascual, OQ vendimiador, Dios
Padre, «na. crass extraña, una roseta. Coiunmíllas
y mochetes están ejecutadas en
esa blanda piedra caliza tan propia de las
construcciones normandas, pero el resto
es granito; todas las edificaciones abaciales
son graníticas como la misma roca de
que forman parte y que baja hasta la
playa de Canéale. Esta es la Maravilla,
equilibraba y fuerte, ligera y aérea. Y su
construcción no daté más «pie veinticinco
a partir de
LA TOMBELA1KE
A una altura de 40© pies pobre el nivel
d*-l mar, desde la escalera de encaje «ranítíeo
que circunde el ábside, la vista se
merde en el arenal y raí eí mar lejano.
TVro si sr mira en dirección norte, podré
verse muy cerca un pequeño islote deshabitado,
pobre y salvaje y sin belleza.
Es la Tombeüaine. Un islote tan antiguo
f-f»mrt el monte, «roe tiene también su leyenda
v su Iitstoria.
La leyenda nos había de an extraño
cómbete habido entre el rey Arturo y un
gigante, por haber éste encantado y dado
i«lote es, según la leyenda, la tumba de
Plena; mas, desde la atalaya de piedra,
yo no he podido ver el más mínimo rastro
de IB vieja tumba.
La historia nos dice cómo este islote
fue lugar de la resistencia inglesa, e»
1^72. frente a la abadía, defensora ya de
los derechos franceses. Y cómo tras la victoria
del monte, convertido eJ Arcángel
.San Miguel en el símbolo de la naciente
Francia, el Rey Luis XI establecía en él,
en agosto de 1469, la sede de la primera
orden nacional: la Orden Militar'de San
Migue!.
El Mont Saint MicheU que hubo de sufrir
los estragos de innumerables guerras,
tempestades e incendios (el raye- incendió
el monte trece veees en el curso de su
historia, siendo, quizá, uno de estos rayos
ci que diera lugar al milagro referido
por Bereeo. según el cual sólo se salví
el retablo de la Virgen y el Niño), ha logrado,
merced a las infinitas restauraciones
de siglo» diferentes y a la impresión
de sug estilos diversos, la belleza compleja
que hoy conserva.
ft adiós al Mont Saint Míche! en un»
bella tarde de julio- La abadía desaparepe
de nuevo en la lejanía y, conforme
avanzamos, bajo la bruma ligera, «I tu»»'
te recobra su aspecto fantasmal a la faor»

EL TEATRO EN LA CAMPAÑA DE
J| ENTRO de fa campaña de extensión
cultura! que la Diputación de Madrid
viene desarrollando en ios pueblos de la
provincia, se iia celebrado por primera
ve? este año un ciclo de representaciones
teatrales.
La iniciativa partió de Eugenio Lostáu
diputado provincia!, y aprobado el proyecto
por la Diputación, se encomendó
su realización al Teatro Popular del Departamento
de Cultura de la Delegación
Nacional de Educación, teatro constituí'
do en su totalidad por actores jóvenes*
machos de ellos universitarios, y dirigido
por Gustavo Férez-Puíg.
De este primer eiclo he podido asistir
únicam»nl- - a las rrpresentaciones ofrecida*
en alcalá de Henares, ante la portada
de la Universidad, y puedo garantizar
¡a extraordinaria acogida que los espectadores
complutenses dispensaron al
Teatro i*opu!ar, al igual que, según ee
me informa, había sucedido antes en Torrelagima.
Aran juez y Colmenar Viejo.
En Alcalá de Henares se representaron
w Ifigenia», de Eurípides, en versión de
José María Rincón, y t-El condenado por
desconfiado», atribuida a Tirso de Molina,
y ec los restantes pueblos mencionados,
además de estas dos obras, se monta
famMéti «Tres sombreros de copa», de
Miguel Mihura.
Las representaciones tuvieron siempre
carácter gratuito, y los pueblos de Madrid
han respondido con entusiasmo ?1 generoso
empeño de la Diputación asistiendo
en masa a las representaciones. Honradamente,
me parece que éste es el camino
para (jae el teatro vuelva a s*;r un
espectáculo j*>pular en Fspaña, y todos
cuanto? esfuerzos conduzcan a la continui»
dad e intensificación de campañas como

«Ingenia», áe EnrípMes
Sea quien fuere su autor —que no es
cuestión para §er dilucidada aquí y ahora—.
la obra contiene indudables calidades
dramáticas que consignen acrecentar el interés
«leí esencial problema teológico que
en día se plantea: el de la libertad y la
predestinación del alma, según los supuestos
de la polémica que sobre la gracia
sostuvieron los Padres Báñex y Molina, y
que eu la comedia, acorde eon la rese-lu-
«»n del Papa, se ¿acusa a £ar#r del raolinisrao,
haciendo el aufot qoe e! contumas
pecador salve si alma, porque nunca
le ialtó la le en la misericordia de Dios,
en tanto se condena el asceta, que dndó de
esta misma misericordia.
La resáófi de José María Rincón acaso
pecó de excesivamente esquemática, aun
cuando es de justicia reconocer que no
faltas en ella singana de las escenas fundamentales
y qoe ha hecho fácilmente inteligibles
los párrafos más oscuros del orí-
Tanto Fernando Delgado como Ángel
Menéndbz supieron matizar nnrjr adecuadamente
sos respectivos y nada cómodos
personajes —Enrice y Paslo, respectiva,
mente—. Sin embargw, la careada de mi-
«ófanos hubiera hecho peligrar e! buen
éxito de la representación» a no ser por
el brío y potencia coa que Fernando Guillen
y Blanea SendJno dijeron sn» partes,
consiguiendo que- el resto de los intérprete*
elevara» el tono, que en. principio era
demasiado bajo para qae pudiese llegar a
los espectadores, Pilar Lasaña! Pedro Bel-
Irán, Márcele Yurfe y el propio Peres-
Puig, que se ñó obligado a improvisar,
secundaron con acierto a los anteriormente
citados.
ATENEO
JOAQUÍN DICENTA y
ERNESTO VELLVE "
A Compañía Renacimiento,
L por Joaquín Dicenía y José María
Seoane, ha estrenado en el teatro Lara
JUAN EMILIO ARAGONÉS «Tres sombreros», de Mlhur»
lina comedia de tema rabiosamente actttat»
y de factor» torpe y vieja. Si
«El hogar en la calle» se hubiera escrito
coa na mínimo de picardía- escénica
y coa un criterio- mas acorde
con las exigencias del teatro moderno,
la comedia sabría armado on gran al*
borato, logrando nray probablemente ara
bnea éxito de público-, porque su asunto
es de los que interesan y apasionan
a todo tipo de espectadores.
Si esto ne &a ©camáo sólo puedo
achacarlo al sentido anacrónico qae
Joaquín Dicenta y Ernesto VelKS han
demostrado tener de lo que el teatro
requiere actualmente para ser aceptado.
No falta en esta comedia ningún elemento
de cuantos reiteradamente se
han denunciado como inadmisibles en
el buen arte dramático: la escena inicial
a cargo de dos criados, que nos ponen
en antecedentes de la situación;
la absoluta vulgaridad de un lenguaje
que resta toda eficacia a las verdades
que se dicen; de cuando en cuando, una
evidente imitación de las frases seodofilosóficas
que tanto se prodigaron
en el teatro de Benavente —y ya oportunamente
dijo éste: «Bienaventurados
nuestros imitadores, porque de ellos serán
nuestros defectos»; la inclusión de
escenas marginales que pretenden ser
trascendentes —de otro modo no se justifica
sn inctosióa—, y que no pasas
de anodinas, y, sobre todo, el escamotee
—inhábil, además— de las situaciones
más difíciles» que tos autores han
solucionado, por la vía más cómoda,
entre bastidores, y este es el caso de
la decisiva escena entre Angeles y Fernando
Monterrey, ele la que los espectadores
sólo pueden conocer el feliz desenlace,
pero no los caminos que siguieron
para llegar a él.
Joaquín Dicenía y Ernesto Vellvé han
hecho constar en el programa: «Si alguien
se encentrase parecido en cualquier
personaje de esta comedia, no culpe
a los autores, que no tuvieron intención
de hacer ea ella semejanza alguna
personal». De^de Inego, la nota no hubiese
estado de más en el caso de qae
el desarrollo de la comedia hubiera respondido
a su concepción, puesto que los
problemas aue en. ella han querido
plantearse: los negocios sucios, el estraperto-
las fortunas amasadas al margen
de la ley, son muy de nuestro tiempo;
pero la desafortunada plasmación
de la Idea ha restado fuerza a ésta,
y difícilmente pu«de nadie reconocerse
en «nos personajes tan elementales e
inconsecuentes como los que aparecen
en «El hogar en la calle». Be lo dicho
puede deducirse que carece de! neeesa-
.•io vieor la intención citieista, y en a«gúo
modo purificadera, con qae la comedia
fue escrita.
Con la salvedad de Amalia Kodrígaez
—espléndida de gesto y ton» en el
tercer acto— y o> José Mr»ría Seoane,
poco hicieron los áemás intérpretes por
dos, de García y Ros, tan anserómees
como la obra.
ESDE luego, no es cosa qae se
D haya Inventado ahora —ni para
escribir las cuatro lineas de esta columna
vale la pena tampoco remontarse
a los grandiosos tiempos primeros
del teatro en Grecia— las representaciones
dramáticas al aire iit>re.
Pero si tienen una faceta especial
entre nosotros a partir de Sagunto.
Es lo que se ha empezado a
llamar «tamayismo» y, últimamente,
«teatroscope».
Efectivamente, empezó Tamayo en
Sagunio, siguió en ¿Herida —elevando
lo espectacular a la enésima potencia—,
y recientemente han seguido
por sus fueros Esteban Polis y
Juan Germán Schroeder en «El libro
de Cristóbal Colón», de Paul Claudel»
con la carabela «Santa Mari»» como
fondo, en la orilla barcelonesa
del Mediterráneo.
Con lo cual parece ser que habrá
qae ir pensando en una nueva, invasión
de hábitos dramáticos específicos
de nuestro tiempo. Una Invasión
qne irá levantando sos campamentos
por todos les rincones de España
que den moíh'o por sus condiciones
naturales o sti paisaje histórico
para una exhibición adecuada a tal
o cual obra preparada esprofeso para
la ocasión o adaptada al medio
por sus especiales condiciones intrínsecas.
A primera vista puede parecer que
esto, en último extremo, conduce directamente
a ana expansión cultural
de la qne sería estúpido negar que
hay numerosos rincones españoles
— rincones y exnlanadas— hambrientamente
necesitados.
Pero inmediatamente nos vemos
obligados —aparte de entrar en consideraciones
de más largo alcance
^esperto a la dudosa influencia útil
de estas especiales manifestaciones
faltnrales— a establecer una diferen-
"iación ineludible entre dos términos
qoe pueden no ser antitéticos,
oero que también pueden serlo. Estos
dos términos son: teatro y espectáculo.
No se puede dudar qoe —por lo
«se yo personalmente he presenciado
en Sagtmte v en Mérida— e! esnectácnle,
peroné no puede negarse
••ne lo sea, es bello, atractivo, sares-
*ivo. Et marco es grandioso y el tinglado
levantado en él consigne el
fin propuesto, si el fio propuesto
"onsiste en aue hasta las estrellas y
la noche misma colaboren con les
ictores y los decorados —naturales
r fingidos— en la representación.
Sm embargo, hablando en plaia,
no es teatro. Se trata de otra cosa
distinta. Tal vez le sirva el título de
espectáculo en principio. Y tampoco
qniero decir que carezca de importancia,
en cierto sentido. Pero me
resigno a llamarlo teatro. Seria largo
dar razones. Tendría razón quien
pudiera exigírmelas, y creo qae podría
darlas. Pero en estas líneas únicamente
me interesa sentar este juicio
particular qne —claro está— puede
también estar equivocado.
JOSÉ JAVIEK ALEIXANDRE

Harold Brauíu
«MIENTRAS ESTES A MI
LADO>
Lástima que nos llegue tan poco
cine alemán. Porque supongo qoe ese
cine dará más de una película como
ésta, en la que muestre su gran ciarse,
©a la que recuerde que la cultora
alemana, la sensibilidad germana, tienen
todavía mucho que decir al amado
de los «frigidaires» y la» «cocacolas»;
de los congresos de munícipaos
y de la fabricación de «frégates».
Buena demostración la de este film,
que no es, sin embargo, extraordinario.
Hay mucho de comedia rosa^
amable, en esta película. Hay un problema,
sin embargo. Como el musido
de la realidad y de la ficción se entremezclan
a veces, y el hombre no
sabe dónde empieza la vida, y dónde
el suelto. Es «1 mundo interior del cine,
al que Ereahborg llamó fábrica
de sueñes y otros hemos llamado espejo
de fe* vida. £3 cine que crea fantasmas
de luz y los lanza a «h&rros
blancos sobre un blanco lienzo. El dne
Que crea mañéeos de nada y los
mueve sobre un espacio qoe no existe
y les da anas voces que nnnea han
hablado. £1 cine que nos da cada día
1» lección de un mondo cread© sobre
la esperanza^, tas Hustctoes y los recuerdos.
Sobre el asco y Ja admiración,
sobre al náusea y el llanto, sobre
1» vid» y la muerte. Los hombres
nacen y mueren en el cine. Pero ésta
es la mas hermosa mentira que Jamas
haya inventado el hombre. Esta es
una. mentira que puede calentar el corazón
helado del mundo.
Quede dicho, pues, que éste es un
ftlra importante. Una realización expertísima
los decorad», la música, todo
h» servido a un tema que, Junto
a sus derivaciones rosáeeas, tiene sugerencias
importantes para todo hombre
de bien y de inteligencia. Para
un film, sobre todo, que cuenta con
una actriz como María Schell. Una
actriz capaz de llenar un cine. Uno
piensa con tristeza que el cine español
puede hacer muy poco mientras
no tenga una María Schell o una
Claire Bloom. Una actriz que pueda
dar vida al mundo de la fábula y
crear vida sobre la pantalla, y llevar
a la vida ese escalofrío
que el hombre siente sólo
ante la presencia de
lo subMme. &fa¡ría ríe,
llora, grita, habla, anda,
vive prodigiosamente en
este Film. ¥ se nos mnestra
como una de las ac-
A. Isas i Isasmendi:
delicaetas que cuenta el
séptimo arte.
«RELATO POL1CIACO>
El cine barcelonés —porque hay un
cine barcelonés que «así nada &eee
que ver coa el eiue madrileño— tiene;
una clara tendencia' al mimetismo.
Mientras aea hacemos pelfcutas folklóricas,
allá se hinchan a hacer films
policíacos.
Vkt descargo diré Que a mí ase h»
' gustado este film de lsasi. Es ingenuo,
torpón, primitivo. Y tiene mi inagnan-
parche al comienzo y otro al flnai;
la intervención de Conrado San
Martin, actor at que sólo hemos visto
nna película aceptable. No es ésta.
LA palíenla: cuenta dos historias policíacas,
cuyos protagonistas son agentes
españoles. Lastima que la mala
construcción del guión y la interpretación
mediocre de algunos actores
haya, desaprovechado la
ocasión de hacer un film
muy aceptable. I*o que
queda, sin embargo, tiene
atisbos de ínteügenda,
y no es decir poce.
Hay buena luz, excelente
movimiento de cámara
e Imaginación en e!
director. No es poco.
Vlsrk Robson:
«NUBE DE SANGRE»
Hay que estar atentos a los films
dé Robson. El último fue «El ídolo
de barro».- No es cosa de hacer ahora
aquí su crítica, pero recordamos
que era nn nlm importante. No tanto
como «El gran eiwSeaval», por la
extensión del argumento; pero bueno,
desde luego. Ahora, en «Nube de
sangre», Robson nes da otro buen folletín.
Una película de curas que recuerda
mucho a «Llamad a cualquier
puerta» en el tono y la intención, y
en la que ía historia presenta faltos
lamentables. Toda la justificación del
relato central es falsa, artificial, convencional.
Pero todo esta contado con
baen lenguaje cinematográfico, gracias
a utt adecuado sentido del montaje,
que es siempre la sintaxis del
film.
La cinta muestra, a pesar de todo,
que las películas buenas
no se hacen con directores
buenos solamente;
hace falta, además, un
buen guión. Este era
malo. Lo siento, porque
era una de las películas
más trascendentes, por
so tema, que se nos haeu
los
Ei titulito castellano

FUERA DE LA PANTALLA
El director cinematográfico Luis Lucía ha hecho unas declaraciones al
periodista Casas que se «an puoíicadc en la revista «.friamos. En eilas
—y eiio me parece lógico, iícito y elogiable— justifica sus películas que,
evidentemente, son comerciales. (.En definitiva, mi opinión critica auw
cada película de Lucia se produce en el momento del estreno; Hasta la
fecha, no es favorable, y estoy deseoso de poder rectificar.) Añora bien,
l¿ui& Lucia opina soers las Primeras Conversaciones Cinematográficas Naclónales
celebradas en Salamanca, que, a juzgar por lo que dice, sólo conoce
«muy de oídas». Y opina, naturalmente, en contra; cusa que uic parece
lógica y lícita, porque, justamente, en el cine que en Salamanca se recna-
¡^oa va incluida la casi totalidad del cine que Lucia ha rtaüzado.
Pero esta opinión contraria se manifiesta en dos direcciones. Una, hábil,
consiste> en quitar importancia a las Conversaciones sobre la base de Ja
referencia a la juventud de los organizadores, a los que adorna ^con les
calificativos de limpiamente sinceros, entusiastas y Henos de buena fe.
A los que llama, como era de esperar, buenos muchachos. Y nada más.
Implícitamente, se íes tacha de ingenuos. Y nada mas. i,as Cuu versaciones,
presentadas así, pasan a convertirse en una especie de cachupinada
más o menos confusa, donde unos muchachos —probablemente ambiciosos,
pero eso sí, generosos— despotricaron sin mayor interés sobre eí
cine español. Y, cí&fi> esta, r^suita qu« ia casa no lúe así. acanita que di
Salamanca casi todos hablaron de cine español con conocimiento verdadero,
con un apasionado estudio de sus problemas de todo tipo, y se
alcanzaron unas conclusiones a las que me remito. Toda comparación es
idiosa, pero me gustaría conocer alguna otra reunión donde se alcanzaran
conclusiones % ,n útiies sobre el cine español.
La otra dirección consiste en buscar no se sabe qué ocultas intenciones
en los que estuvimos allí reunidos. Allí se aprobaron unas conclusiones y
DO la exposición que las precedía o la intención oculta del que las presentaba.
Se buscó, y se encontró, una base de unidad entre los reunidos, y
eso fueron las conclusiones. Cuidadosamente se persiguió que en ellas no
apareciera ni un solo vocablo equívoco, ni una sola palabra de posible
interpretación contradictoria. Dice Lucia: «Se llegó a decir que "eí cine
español es socialmente estéril y políticamente ineficaz".» Apart de que lo
que se dijo, junto a otras tres características más, no es exactamente eso.
sino «políticamente ineficaz y socialmente falso», que no es lo mismo, ni
mucho menos. ¿Es que eso no es verdad, por parte del comercial cine
español es socialmente estéril y políticamente ineficaz".» Aparte de que Jo
ao expresada y que no podíamos adivinar quienes no somos poseedores de
facultades «psíquicas» dignas de un faquir? ¿Es que la mejor prueba de
que el cine comercial español es eso, exactamente eso, no es. cabalmente,
«Un caballero andaluz», al margen de su éxito mercantil y de la desgraciada
—y aquí hablo políticamente, como falangista— acogida fervorosa
que encontró en el público español?
Soy de los que creen que trasladar al campo de la política temas que
no le pertenecen es contribuir a una confusión lamentable. Pido perdón
y los lectores por haberlo hecho en esta ocasión, pero era inevitable si
quería contestar cumplidamente no sólo a Luis Lucia —que planteaba el
tema en ese terreno—_. sino también a una cierta especie difundida sobre
estas Primeras Conversaciones Cinematográficas Nacionales, recogida ya en
varios comentarios de prensa. Si los que fuimos a Salamanca a hablar de
pero que «trabajaba» Constan©» Bennet,
X&ta. vez Pedro infantes canta
poco, aunque regular. La, Mtrosfctva se
nos recuerda como una mujer impresionantemente
bella; la
conocí en Madrid, y pude
decir de ella que era
una de las mujeres más
inteligentes y ©oa .mayor
sentido de la alegría
que he conocido; se suihace
poco. Perra.
La, película hace reír
y entretiene. Pero de cine,
palabra, no tiene nada*
absolutamente nada.
S. de la B.—En eí pasado Harnero
se despremBeron las «abeeüas
que, a modo de firma, llevan al final
las distintas crónicas de esta
sección, en las críticas correspondientes
a «El guardián del paraíso»
(Marcelo Arroita-Jáuregui, en el tipo
de letra «redonda», y José María
Pérez Lozano, ea 1» «negrita»}. Si
añadimos que el primero de los nombrados
era attter de la nota de «Fuera
de la pantalla», los hneqnecitofl
blancos de Ja página 10 de nuestro
número 8$ quedan rellenes, a&n?uc
ses quince días después. Por lo demás,
el lector avisado hatera podido
advertir n cada m *e los «firmantes»
tiene adjudicado an tipo de
letra especial y, salvo en la neta sobre
el doblaje, podo deducir por si
mismo la paternidad de caá* va» de
las criticas nnértaoas.
ATENEO
cine nos hubiéramos puesto a habíar de política, seguramente no hubiéramos
estado de acuerdo. Como nos pusimos a hablar de cine, lo estuvirr.os,
y formulamos una serie de conclusiones que, con toda evidencia,
conducen a uxi cine español mejor, más digno de la España en que vivimos.
De donde resulta que, al final, realizamos una labor política en el mas
amplio y más noble sentido de la palabra. Lo demás, las diferencias estéticas
o políticas, que se quedaron justamente en el umbral de las conclusiones,
resultan secundarias; por lo menos, allí, y para lo que nos
habíamos reunido.
Para Luís Lucia, y aunque estoy seguro tíe que ya lo conoce,
con el fin de que sea más caritativo con una empresa
que quiso ser generosa, y para que lo compartan también esos
otros comentaristas suspicaces, transcribo del «Juan de Mairena»,
de Antonio Machado, unas líneas:
«La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
AGAMENÓN.—Conforme.
EL PORQUERO.—No me convence.»
]Vjf I crónica de íss Conversaciones Cinematográficas Nacionales de Sftla*
i-'-tt manca me ha traído nray diversos y pintorescos comentarios. Unos
han visto sibilinas intenciones en la omisión de determinados nombres,
otros han dicho que sí tal errata. Otros, que si la mención » Fulano es
demasiado rápida. H» habido comentarios para todos los gustos. Por eso,
con permiso, me interesa aclarar que mí original ocupaba algo más del
doble de Jo publicado, y que fueron simples exigencias de espacio, de planificación,
las que obligaron a ia Redacción de ATENEO a- reducir el texto.
A mí no me importa, como s ningún periodista, que se me corte por causas
razonables, y yo mismo tengo qae nacerlo en origínales ajenos otras
veces, Pero parece conveniente aclarar eo este caso que no ha habido en
mi crónica más mala intención de la que claramente s« ve. Oculta, ninguna.
Siento, concretamente, que mi resumen de ía ponencia de Marcelo
Arroita haya sido de los párrafos a los que le tocó la china del lápiz
rojo, ¡porque la ponencia era interesante y porque —a mí, la coba, pliro—
Marcelo le merece, y de eso sabe el lector tanto como yo.
Esto no tiene nada que ver con el hecho de que las Conversaciones
de Salamanca hayan tenido otras repercusiones de bastante interés. Alguna,
incluso, peligrosa: la de formar grupos. Por eso ya se está pensaado
«it las II Conversaciones Nacionales, que, como decía, Patino, bien podían
organizarse a los resplandores de la antorcha de Vinces, ese cíneclub modelo
que sin efectismos, pobremente, arduamente, está haciendo más- por
el buen cine íjue ios cinedubs de señores eon tirilla y señoras con pestañas
artificiales, & que los otros, ios deí «snobis&no» intelectual a todo pasto.
José ¡María Caíio, cayo inteligente, artículo ea «Triunfo» sobre la censura
quise reproducir también en aquel intento de crónica salmantina,
estamos seguros de que sabrá apoyar este proyecto.
Finalmente, yo creo gue la gran lección de Saiamsaca es la de la
responsabilidad. Allí hubo señor que tocó el flautín, desentonando mucho,
porque ésa era I» única manera de gue se le oyera. Allí hubo mucho
«ritito de intelectual histérico y algo pachucho. Allí hubo algo —¿algo?—
de miedo a hablar con machada claridad del 18 de julio. Allí hubo mocha
maniobra de «catrefour» privado. Allí hubo sus zonas
de penumbra. Pero hubo también una gran verdad: la de demostrar
que cnaníos estábamos allá queremos al cine español.
Y ésta es la lección: la mejor manera de querer si cine español
es la de servirte eon honradez y con fervor. Que los críticos
seamos cada vez mejores críticos. Que los directores se exijan
cada vez más. Que los guionistas, lo mismo. Que cada cual,
ei> fin, lleve a su campo de acción d sentimiento de qne el
futuro del cine español ha comenzado.

;ED ACTOR MI'SICA Lt ITRNANC
T AMBIEN en la danza ha habido una
invasión, de los bárbaros. Una invasión
que ha traído nueva vida y
fresca renovación a las viejas formas
académicas, ya un tanto hueras por haber
ido perdiendo vigencia los valores
que les daban sentido. Bárbaros - -como
en música— hemos sido españoles y
rusos. Onos y otros hemos llegado por
distintos caminos al antiguo arca de
la tradición europea. En cuanto a nosotros,
los españoles, mejor debemos
decir que hemos vuelto, ya que en los
orígenes de esta tradición hemos tenido
buena parte. Si durante unos dos
siglos nos hemos ido apartando de la
corriente artística europea que en gran
modo habíamos contribuido a formar
—escuela polifónica de la Compostela
medieval, Tomás Luis de Victoria, vihuelistas.
Ramos de Pareja, con sus
teorías sobre el temperamento; Correa
de Arauxo, en la composición para el
órgano...—, ello toa contribuido a que,
vivienda de espaldas al arte cosmopolita,
ahondáramos más en nuestra propia
esencia. Así nuestra música y nuestra
danza tienen noy una personalidad
tan definida.
Hay error en suponer que el presente
de estas artes se origina exclusivamente
—de acuerdo con las ideas nacionalistas
de Felipe Pedrell que .siguen
nuestros músicos de este siglo— en raíces
populares, tanto mas cuanto que si
examinamos con atención estas fuentes,
encontraremos, no sin sorpresa,
que su supuesta popularidad encuentra
fáciles antecedentes en formas cultas
de tos siglos XVEC y XVTtL Esto lo
saben bien los estudiosos del folklore,
que han encontrado que más de un
traje típico de alguna Iregióti se correspondía
con eí de una época determinada.
Y el modelo, cuya evolución paralizada
había dado iugar al supuesta
tipismo, ha sido, en más de una. ocasión,
un traje de corte.
Concretándonos a ia música y ia danza,
que tan unidas van, como es natural,
en su evolución, tenemos que MI
cultivo partiendo, según la consigna
pedrelKana, de las fuentes populares
autóctonas, supone muchas veces, en
realidad, reanudar una tradición encuadrada
en ia mejor linea europea e interrumpida
por nosotros —no es este
lugar para averiguar las causas— en el
siglo XVlIi.
Esto que decimos es un hecho d e
nuestra Historia, que, nos guste o no,
hemos de aceptar. Hay en su apreciación
dos vertientes: nuestro apartaminio
de lo europeo, en un momento
en que estas artes cristalizan en formas
perfectas, nos restó universalidad;
por otra parte, este volvernos de espaldas
durante tan largo tiempo nos llevó
a ahincarnos en nuestro ser esencial:
lo que perdíamos en universalidad lo
ganábamos en hondura. Recordemos
que España, que apenas ha dado obras
románticas, ha sido el país romántico
por excelencia para el arte y la literatura
europeos.
Hoy, al postular de nuevo un arte
universal, nos encontramos que no estamos
comprometidos en la aventura
de las formas tradicionales de la academia,
ya decadentes, y, lo que es mejor,
que estamos en condiciones de
aportar la energía revitalizadora de
que tan necesitado está el arte #»
nuestra Europa.
• • •
Pienso estas cosas ante la breve y
esperanzadora temporada de «ballet» esr
pañol que Marierama ha desarrollado
estos días en Madrid. «Ballet» español
como empresa de esta bailarina que..
desde niña, tuvo la doble formación deseable:
la. clasica —fue alumsa en Pa-
rís de la Gronteharova-— y la de nuestra
escuela. Ademas, ella nos lo dirá, tuvo
el ejemplo de Antonia Mercé, como
máxima presencia de un espíritu español
estilizado, que, en la nostalgia desde
el Sena, se hace culto diario y familiar.
Mariemma vive así estos años
decisivos: de un lado, eí ejemplo del
mejor «ballet» tradicional europeo, en
las mejores agrupaciones mundiales; de
otro, Antonia Mercé,. en quien ve el
mejor resumen del más alto y aquilatado
baile espeñaí, cuyos secretos tée
nicos recibe dei famoso maestro Mira
lies, que en sus andanzas por el mun-
—Su enorme personalidad, que los diferencia
de las fórmulas clásicas, ya
gastadas.
—Sin embargo, algo hay de coman
entre nuestra danza y el «ballet» académico...
—Claro es: los orígenes. Nosotros hemos
conservado casi milagrosamente
pasos y actitudes de ios siglos XVII
y XVIII que ellos habían perdido en
la evolución.
—¿En qué dirección cree usted que
debe orientarse ei futuro de nuestro
«ballet»?
—-En la de ahondar cada vez más en
i el « español
do había llegado á ser- primer bailarín
en la Opera de San Petersburgo.
Mariemma, pues, estíá en'condicionen
excepcionales para realizar la difíc'
empresa de crear un «baílets español.
De reinsertar, en la vieja tradición,
nuestro, paradójieamenite, joven y vigoroso
arte. De, por el contrario, introducir
en nuestra pastóra el orden y la
inteligencia del noble arte antiguo, Mariemma
puede hacerlo.
Charlo con ella en un saloncito de
su casa, constituido eo cuartel general
de la campaña: flores, trajes, paquetes,
notas, partituras, ¡sobre muebles de
estilo. Hay cuadros mwdemos y un amplio
ventanal. Sobre una mesita las
«Diez melodías vascas», de Guridi, se
dan la mano con las «Danzas fantásticas»,
de Turina, Mairiemma es morena,
menudo. Elegante casi a pesar su
yo, tiene un aire eastio y sencillo que
recuerda su dulce y dura castelianía.
Me habla de Antonia Mercé —dice simplemente
Antonia— com veneración. Ert
eíla evoca, se resume ia fina y honda
estilización de nuestra», danza.
—¿Qué cree usted fundamental en
nuestros bailes?
nuestras esencias, elaborando y estilizando
los matufíales originarios.
—Entonces, ¿la- labor de los Coros y
Danzas...?
—Sencillamente admirable, como cantera
inagotable de sugerencias de las
que el bailarín profesional debe extraer
los elementos en que base su obra con
la imprescindible —repito— elaboración
y estilización.
Estas dos palabras son como el «leít
motiv» de la conversación. Su réplica,
en términos musicales, bien la conocen
r# estros músicos desde Manuel de Falla
para acá.
—Su actividad como eoreógrafa creo
que es la primera vez que la ejerce en
España. ¿No eg así?
—Así es. Sin í^mbargo, en el Scala,.
de Milán, y colaborando con Massíne,
he montado «Carmen», de Bizet, y, posteriormente,
para el mismo teatro, y ya
sola, «España», de Chabrier. Por cierto
que esta última alcanzó la cifra, récord
para aquel teatro de catorce representaciones.
Ahora brillan sus ojos osearos, serios,
a wees traicionados por «n duendecílio
~Y sola, (ha bailado mucho?
—He hecho toda Europa y toda Amé-
.tica, de arriba abajo y en más de una
ocasión.
—¿Obras que prepara?
—Estoy ahora con las ((Danzas fantásticas»,
¿Se Turína. Otras tengo en
perspectiva, pero aún es -prematuro...
—¿Es negocio ti
—De eso más vale no
En un «A B C» que está sobre la mesa
hay un breve artículo de Antonio
Fernandez Cid. —que le señalo— en que
el crítico se pregunta por la preparación,
entre otras cosas, del futuro cuer*
po de- baile del Real, que aún r¡& ha
sido acometida.
—¿Qué le parece eso?
Se sonríe».
—Yo sólo le diré que la formación
completa de una bailarina dura unos
quince años. Para poder poner los pies
en un escenario es necesario un mínimo
de cinco años de trabajo. Y esto,
contando con que sólo llega de verdad
a bailarina la que comienza su preparación
a los ocho o nueve años.
En el programa: «Suite vasca», sobre
las «Diez melodías vascas», de Guridi;
ocho números de recital; «El amor brujo»,
de Falla; un intermedio, «Ofrenda
a PaHa», de Arámbarri, y «España», de
Chabrier. Todas las coreografías son de
Mariemma. La Orquesta Sinf ó n i c a
—unos sesenta profesores—, con Arámbarri
al frente, da un desacostumbrado
tono de dignidad al espectáculo.
Los decorados, de Cortezo («Suite
vasca» y «Amor brujo») y Cassinari
(«España»), son xm verdadero acierEO
en sus alusiones ambientales, cada uno
?n el aire que requiere la obra: campesino,
para la «Suite vasca»; trágico
y misterioso, en la «gitanería»; estilizado,
irónico y luminoso, para Chabrier.
Los figurines son bellísimos, especialmente
los variados y alegres de la obra
de Guridi
Presencio la primera parte entre bastidores;
quiero conocer de cerca a las
primeras figuras y cuerpo de «ballets.
Ellas y ellos son muy jóvenes y alegres.
Dan la sensación de estar gozando tanto
como el público; eg evidente que todos
están enamorados de su profesión.
Se santiguan antes de emprender el
vuelo. Juan Morilla, el primer bailarín,
lo hace tres veces.
Excelente y apropiada, la coreografía
cíe la «Suite vasca», que en todo momento
se adapta aí espíritu de la magnífica
obra —una de las mejores eont
e m poráneas españolas— de Guridi
Juan María Astigarraga, ágil, viril, elegante,
se revela en esta ocasión como
excelente bailarín.
Con el breve recital de cosas flamencas
comienza la actuación de Mariemma.
Bailando es leve, ligera y graciosa.
Eíla me diría que prefiere acentuar en
estos bailes la gracia fina señoril mejor
que ei fondo trágico de que tanto
se abusa. Juan Morilla, su pareja, me
pareció, en cambio, demasiado cercano
al tópico que hay que evitar. De gran
temperamento, es curioso oírle las breves
exclamaciones, casi toreras, con que
aríma sus intervenciones. Los' «Verdiadiales»,
que Mariemma misma- recogió
en la montaña de Málaga, son una deliciosa
estampa mañanera, limpia y fe--
Uz. Se acompañan con guitarra, pandereta
y un violih, en el que yo creo
encontrar el eco de algún viejo rabel
pastoril.
Para «El amor brujo» tiene Mariemma
un ponderado concepto, que mantiene
ei difícil equilibrio entre los peligrosos
extremos en que tan fácil es
caer- eri la famosa composición. La coreografía
es la que Mariemma preparó
en 1947 para la Opera Cómica, de París-
«España», de Chabrier, fue montada,
queda ya dicho, para el Scala, de Milán,
donde tuvo un enorme éxito. Como
es sabido, la música gira en tomo 8
aires de jota y como labor coreográfica
señala, a rni juicio, el mejor momento
del programa. La ironía y el
buen humor dan la ré-jUea juste- a este
música, que está casi en la españolada,
Muriemnia, Morilla, Astigarraga y Pepita,
Reyes, con el resto del cuerpo de
baile dan tma versión OesS&fadada, dt
En resume»; un.
español en marcha. Una realidad que
1 «le

A se hable de un hombre o de un pueblo,
Y ía cultura consiste en una serie de
ideas, normas y hábitos que sirven de
sustentáculo y expresión a la conciencia, y
el servicio de- unos valores. Cuando se
trata de perfilar programas de extensión
cultural, suele pensarse solamente en Sa
generalización y divulgación de los conocimientos,
en un enfoque intelecLualista del
problema.
"No es menos fragmentaria la 'perspectiva
esteticista, que mira, a la cultura sólo desde
el punto de vista de las emociones que proporcionan
la Literatura y el Arte. Unilateral,
también, con vicio de pragmatismo,
es la receta tecnológica, según la cual bastaría
con elevar los índices de producción
industrial de un país para transformarlo
en el orden de la cultura. Finalmente, por
acertadas que sean la versión espiritualista
y la terapéutica política, una y otra necesitan
apoyarse en realidades procedentes de
otros campos, si no quieren condenarse a
la ineficacia.
Esto quiere decir que la transformación
de un pueblo, en el sentido de mejorar su
cultura, exige ía acción conjunta de todo
un sistema de medios encaminados a hacer
posible la incorporación de los valores, jerarquizados
en orden a su calidad y a svi
urgencia.
II
Cultivo de la inteligencia, afinamiento de
la sensibilidad, mejora de la Técnica y la
Economía, ahondamiento religioso y adecuada
ordenación de la vida social en una
comunidad unificada, son aspectos interdependientes
de esa estructura compleja,
«órgano» sociológico que hace posible la
cultura. Cualquier enfoque particularista,
que fíe un propósito de renovación, por
tímido que sea, a la acción de uno sólo de
estos medios, o a todos- ellos, pero sin la
debida implicación y coordinación mutua,
queda condenado a la esterilidad.
España ha ensayado ya algunos de estos
caminos con óptica parcial y equivocada.
Así, la Institución Libre y su secuela literaria
y artística, la generación del 98, impulsó
.el esteticismo y aquella dirección de
la cultura que la hace consistir sólo en
«posesión» de ideas, creación de Centros
docentes y permeabilidad a las corrientes
ideológicas venido de fuera. El mejoramiento
económico y la adopción de las maneras
de pensamiento y de trabajo propias de la
mentalidad técnica, fueron olvidadas, al
menos en cuanto propósitos de ía España
oficial, a todo lo largo del siglo XIX. Es
cierto que, durante esta época, se lleva a
ATENEO
cabo la industrialización de Cataluña y Vascongadas,
y evidente, también, que minas
y ferrocarriles inician las tareas de la moderna
Economía; pero todo ello al margen
de la acción gubernamental y, en muchos
casos, en franca lucha contra ella, hasta el
punto de que ía inconsciencia política respecto
de los problemas que planteaba el tiempo,
explica la génesis de no pocas anomalías y
perturbaciones, debidas al diferente ritmo
ideológico y vital de una periferia alerta, y un
centro abroquelado en viejas maneras.
Cuando se haga la historia completa y
veraz de nuestro siglo XIX, se verá en qué
medida una porción del país hubo de desvincularse
de la otra, porque ésta fue incapaz
de percibir exigencias procedentes de
un tipo de vida nueva. Tan honda fue la
disensión, que no sólo aludía a motivaciones
de índole económica o política, sino que
arrastraba, en su resaca, supuestos y evidencias
que, en el plano teórico, deberían
haber permanecido incólumes, pero que,
por inevitable implicación sxistencial ignorada
entonces, y aún ahora mismo, por
muchos' - siguieron ía marcha impuesta
por la dinámica psico-sociológica.
Frente a la incomprensión de los políticos
decimonónicos, correspondía a los rectores
de la cultura —que no suelen ser sólo los
usuarios del poder, sino también los «intelectuales»
conscientes de su responsabilidad---
haber intentado siquiera el acuerdo
de «modernistas» y «antañones», cualquiera
fuese el resultado de sus propósitos. No
hubo tai, pues el caso de Giner en manera
alguna puede considerarse adecuado, por
dos razones: en primer lugar, porque se situó
al margen del catolicismo, que no sólo
es la Verdad, sino también la única eficaz
ligadura comunitaria que tenemos los españoles,
como proclamó Menéndez Pelayo.
Pero, además, la Institución Libre desvió los
ideales y las posibilidades constructivas de
amplios núcleos de españoles hacia el individualismo
egoísta y recoleto y hacia un
esteticismo, entre «snob» y «desesperado»,
que no podrían servir de levadura unitiva
para ningún intento de poner a punto la
nación, sino sólo de fermento disociador,
estimulante de protestas y rebeldías. Hacer
esto en un país insolidario por excelencia,
en el que, de añadidura, diversas causas
que no es del caso analizar, produjeron una
centuria cuajada de «pronunciamientos» y
asonadas, era, no «hacer la revolución desde
arriba*, sino operar en un sentido favorable
a la «revolución permanente».
La «distancia» a que se situaban úel
«pueblo» los fundadores y los secuaces de
la Institución daba al movimiento que iniciaron
el carácter de una acción impopular
y antipopular sueño de «élites» desintegra-
das, tanto en !o religioso como en lo sociológico,
de la comunidad cuya edificación
debió ser su primordial anhelo. '•*'
El esteticismo del 98, con su castellanismo
telúrico y paisajístico, exento de interés
hacia unas realidades humanas que apenas
concebía y cantaba «a distancia», sin fundirse
con ellas en abrazo vivencial y justificador,
fue consecuencia de esta propensión
a enfocar la transformación española como
obra de cenáculos de «exquisitos» que se
dispensan a sí mismos la calidad de tales
y que sólo «sienten» el pueblo y sus problemas
en cuanto temas aptos para un simbolismo
pintoresquista o para apoyar y expresar
su desesperanza atormentada.
III
Nos encontramos ahora en la coyuntura
oportuna para iniciar el empujón superador
en un sentido integral, libre de perspectivas
unilaterales. Desde el siglo XVIII aquel
«carloLercismo», del que tanto podemos
aprender, aún, en más de una dirección—,
España no había sido objeto de una política
económica consciente hasta estos últimos
años. El mejoramiento del nivel de vida es
asunto clave sin cuya atención no es posible
soñar con una auténtica cultura nacional.
Uno de los grandes méritos históricos de la
política del Caudillo es este obstinado empeño
en impulsar la riqueza, tanto más de
destacar cuanto que las condiciones materiales
del país al iniciada eran desfavorables
en grado sumo.
Consideramos tan importante este aspecto,
que, en nuestra opinión, sus líneas
maestras deben inspirar a cuantos tienen en
sus manos tareas de responsabilidad, ya
sea en el orden del poder, ya se trate del
mundo de las ideas. El proceso de transformación
económicosocial por que atraviesa
el país impone a todos los que tengan una
porción, por modesta que sea, de participación
en la conducción de los españoles,
el deber de entregarse con ardor a facilitar
en Ir. medida que. les sea posible esta tarea
gigantesca.
Para unos, esta obligación será tributo
patriótico; otros la llamarán contribución
política. Es igual; mas lo evidente, lo duro
para muchos, sin duda, es que sin conside
rarse gravemente implicados en la faen
nacional de elevar el nivel de vida y de cul
tura del español ni hay verdadera ciudada

nía, ni intelectualidad válida, ni arte que
merezca tal nombre. Ha pasado la hora d e
las «libertades ilimitadas» y de los «estet -
cismas de tertulia» para dejar paso a uln
tipo de cultura cristiano en tanto vive activamente
la caridad, y solidario en cuanto
sirve a ía realidad existencial del creador y
de «les otros».
Oigo las protestas que levantarán las anteriores
afirmaciones en el espíritu de'niu'
chos, reacios a admitir que pertenecen a~
pasado lo mismo los conceptos «humanistas»
de «personalidad», «élite» y «minoría»,
que el sueño liberal de la autonomía del
pensamiento y la acción individuales. Por
terrible que ello pueda ser, no cabe duda
que el auge de las ideas de «estructura», de
«totalidad», de «engibément», de «lealtad»
y de «existencia» proclama el advenimiento
de una nueva era, en la que, contrariamente
a lo que ocurrí?, en la cultura anterior, la
libertad ilimitada de pensamiento será proscrita
en cuanto rebase la órbita de las dedicaciones
exigibles, tanto desde el punto de
vista religioso, como desde el plano político
y social. «La verdadera necesidad filosófica
de nuestra época --ha dicho McKeon— es
evitar la abstracción y alcanzar la realidad
existencial, empírica y orgánica». Esta realidad
existencial no es el existencialismo, sin
más, aunque mucha de su savia está nutriendo
ya el pensamiento de las mejores
cabezas, sino la. realidad doble del estar en
un lugar determinado del tiempo y del espacio,
y del estar en ese lugar con otros cuya
vida y mejoramiento constituye uno de
nuestros cuidados, frente al individualismo
liberal, que sólo atendía a satisfacer las veleidades
del egoísmo.
El culto romántico a la personalidad va
a quemar su postrer incienso en los altares
de'una nivelación en el plano de la radical
condición humana ni siquiera sospechado
por los nostálgicos, que se aferran a sus quimeras,
como a tablas de salvación. El genio
tendrá - ¡qué duda cabe! - - sus prerrogativas;
pero bastante disminuidas en relación
con las que le otorgaba el liberalismo. Por
de pronto, no se podrá «genializar» para la
disociación. Esto es ya una realidad en la
mayor parte del mundo. Por otra parte, se
exigirá del genio un «servicio» efectivo al
engrandecimiento de la comunidad. Los
tiempos no van a permitir egolatrías, aunque
surjan en cabezas excepcionales. Y
hasta el implacable realismo de la época que
está naciendo preferiría un millar de hectáreas
de bosques y otro de regadíos a cua'.quier
«origínalísimc» constructor de utopías
o animador de resentimientos y aun a cualquier
literato o artista que haga de la espresión
de rebuscadas trivialidades o simbelismos
entcntecedores menester de una vida
inútilmente ornamental.
Claro está que la verdad y la belleza auténticas
seguirán encontrando admiración
y ayuda. Pero es más que probable que la
paráfrasis, más o menos rítmica —íbamos
a decir «melodiosa», pero ya no se lleva la
melodía • de subjetivismos baratos y las
«vanidades del lenguaje, en que lo insustancial
se desliza hacia lo estéril», como ha dicho
recientemente André Rousseaux ocupaciones
de desocupados que se desvinculan
de las exigencias del estar con para entregarse
a manejar alfabetos sólo utilizables en
el círculo restricto de los «iniciados», han
entrado en barrena, y la garrulería formalista
de ios cubileteadores de normas cuya
inadecuación, cuando no injusticia, les tiene
sin cuidado, bajará mucho en la cotización
cultural,
«Lo social» no es, como propalan algunos
soñolientos, bandera política, ni invitación
a un tipo de sociedad masivo e inorgánico.
Es mucho más: una exigencia del pensamiento
actual, que no puede trabajar sino
descubriendo vinculaciones de mi vida con
las vidas de los demás, reflejos de mis deberes
sobre los deberes de los otros, facetas
de cooperación en la empresa común del
existir en una sociedad, que es todo menos
una «sociedad anónima», porque está compuesta
por hombres concretos, cada uno
con sus actividades, sus problemas y sus
aspiraciones, pero implicados en una totalidad
que les determina y les condiciona.
Individualismo, «élitistno minoritario»,
esteticismo-vacío y formalismo paralizador,
son modalidades culturales opuestas a las
necesidades de nuestro tiempo. Reorientar
la cultura en un sentido realista, integrador
y comunitario nos parece tarea inaplazable
en el momento renovador que vive
España.
ADOLFO MAÍLLO
Puraitre nc reux, quand étre /V peitx.
LA VARENBK.
XJANDO yo era muchacho
(lo recuerdo no sin cierta
melancolía) me complacía
en aparentar saber casi todo lo que
i«noraba. Aquello sería absurdo, convengo
un f]]o, pero me proporcionaba una esticcie.
de intelccHialismo paradisíaco que
me, llenaba la ^ida de alegría. Luego supe
••"fue eJ paraíso aquel era artificial, estúpido;
pero enterarme me costó nada menos
que la mocedad. De ahí que estos
recuerdos me resulten, paradójicamente,
más bien melancólicos que otra cosa. Y
•;s que si para el sabio es la verdad la
única felicidad posible, nc siempre lo es
para el lego, entre otras cosas, ponrue el
lego aventaja al sabio en esto de no apostar
demasiado sobre qué pueda ser la verdad.
Así, uní» recuerda ciertos errores no
sin nostalgia. La \erdad, por lo que sospociio,
es algo que se alcanza inexorablemente,
sin que muchas veces se lo proponga
el que ía consigue. Nos llega la verdad
porque sí, sin que hagamos mucho
por tenerla y, lo que es más grave, sin
.-¡ue podamos evitarla. No sé si estaré en
lo cierto; todo es reís: ti vio, y sólo los muy
listos y ios muy necios saben a qué atenerse
en estas cosas.
Digo que cuando era muchacho me daba
líricamente a aparentar icasi todos los conocimientos
que no teníai. La tentación de
las letras me vino, comió a tantos otros,
por vía de unos ojos de mujer. Mejor diría
por una mujer enteira: peni esto de
los ojos ba sido siempre la vía más com-
•p arable y no he de romjper aquí tan rica
figura. A aquellos primeros ojos, naturalmente,
envié mis primeras cajas de bom- E
bones y mis primeras dedicatorias. Las dedicatorias,
claro está, eran largas, casi Interminables...
No entendía yo aún que una
dedicatoria corriente y moliente, apoyada
f^n una caja de bombones es un formida-
ANTONIO
ble vehículo expresivo. Sí entonces no dediqué
a aquellos ojos cuanto de ojos traía
la fisiología do cuarto, amén de cuanta
literatura me sabía sobre el particular,
sería por pura casualidad.
En aquel tiempo era yo incapaz de hablar
de tina mesa, pongo por caso, sin
volear en el papel cuanto sabía, o no sabía,
de todas las mesas que en el mundo
habían sido. Entonces gustaba de aderezarlo
todo con sorprendentes citas, espeeíalmente
en latín, pues las citas latinas
tenían para mí un prestigio enorme,
fabuloso. Las citas, muchas veces, me venían
buenamente a la memoria; otras veces
las llevaba a colación por los mismísimos
pelos. Era feliz admirando a mía
amigos eon citas intrincadas 1 intrigándolos
con párrafos brillantes y de oscuro sentido.
Ya había leído algunos libros y tenia
cierto ingenio para engañar a los demás,
engañándome, con aquel aparato erudito
que padecía, para el que ni siquiera me
molestaba en hacer ficha!*, procedimiento
éste que, eso fá, ya rae parecía grotesco
cuando lo sorprendía aplicado como fin.
El vértigo de aparentar, que es un vértigo
aldeano, me impedía sondearme y me
escamoteaba la loralización de esto que
llamamos la vocación. Era yo un muchacho
de temperamento exaltado, dado a
imaginar, sin demasiada disciplina; un
temperamento acientífico, en resumidas
cuentas. Sin embargo, la apariencia de
lodo lo contrario era para mí un frenesí
íilegre e ilusionado, y si entonces no me
condené definitivamente (tal camino lleva
fácilmente al limbo) fue porque en mi
vértigo aparencial no había astucia alguna.
Tal vez fuera aquélla, en el fondo y
en la forma, una versión más del espíritu
deportivo.
1 de agosto de

Me partía entonces que lo más digno
de considerarse era lo más desconocido,
v a ello me entregaba dogmáticamente,
como una especie de incansable descubridor
de mediterráneos. Los problemas locales
se me antojaban baludíes, mezquinos,
sin interés. £1 carácter del barbero, el paisaje
dd pueblo, cuanto Av, próximo y víiaí
tenia todo aquello no conseguía ocupar
mi atención Lo que a mí me iba era
lo exótico, lo forastero n mi formaeió:i,
lo extrajo a mi naturaleza. Esta paradoja
es cnmparuMe ;i itque'lti oirá que ¡>erp

A Miguel Oca Merino.
E encontraron en el almacén muni-
S cipal de Limpieza Pública, como cada
mañana. Estaban fastidiados. Aquel
día no iba a ser como ios demás. Ramón
sabía que iba a ser un día muy
inste. Algo tendría que decirle al amigo.
Alguna palabra de consuelo, cualquier
cosa. No se le muere a uno la
mujer cada día. Iba a ser una jornada
triste.
Se encontraron a las siete, cogieron
el carrito de las escobas y salieron a
la calle. Jaime no dijo nada. NT dio
los buenos días, nada. Marcharon ha-
Sf MPIEZA a ílover furiosamente, y
•- J en seguida se levantan muclios
espectadores para salir de los graderíos
deí campo «le fútbol y buscar
cobijo. Los demás esperamos aún
unos segundos, pero la lluvia no cesa
y nos unimos todos a la multitud
que avanza dificultosamente hacia
la salida de la general, empujando,
tratando de protegerse del
temporal veraniego. Pero la única
salida es excesivamente angosta, y el
camino para situarse bajo los graderíos
del gol es cada vez más arduo y
lento. A nuestras espaldas se oye un
griterío débil. «¿Quién lia marcado?»,
preguntan unos pocos. «El Español,
el Español», responde alguien; pfro
nadie vuelve la cabeza para ver 1»
alegría de los jugadores, nadie se
detiene y aplaude: el partido es poco
importante y el chubasco demasiado
fuerte.
Y de pronto, en la incontenible
riada humana, corre un soplo de temor:
delante, una muchedumbre
ocupa ya completamente él espacio
que protegen los graderíos; detrás,
la gente sigue empujando, ignorante
de que ya no queda sitio. Codazos,
sudor, ropas empapadas; una valla
metálica es arrancada del cemento.
Algunos empiezan a gritar: «; Cuidado!
¡Volveos atrás! ¡Atrás! ¡Hay
peligro!» Pero todo es inútil, y seguimos
avanzando, prensados en espacios
inverosímiles.
JO RGE FERRER-VIDAL TU RU L. L
cía la plaza de España. Iniciaban siempre
el itinerario en la plaza de España.
Allí se detenían unas momentos, i'omaban
un cigarrillo y charlaban. Después
comenzaban eí trabajo »n serio,
recorriendo Gran Vía, Alcalá, Cibeles,
Independencia; Serrano. £1 mismo
trayecto que el autobús 1, sólo que tirando
del carrito.
—Eh, tú, dame la escoba. Ahora te
toca a ti tirar áel carfo.
Así, relevándose carrito y escoba, escobita
y carro, llevaban ya varios años
de kilometraje.
Aquella mañana. Ramón estaba fastidiado.
Sí. Tendría que decir algo al
compañero, algo que sonase bien, que
quedase en su sitio. Tendría gue deciile
que lo había sentido mucno, que
hasta había llorado al enterarse de la
noticia, que había querido mucho a la
chica por ser la mujer de su mejor
amigo.
Comenzaba la primavera. El sol, casi
horizontal de purc joven, inundaba
ia plaza de España y se veían ya hojítas
verdes y pequeñas en las ramas
desnudas de los árboles.
Llegaron a la plaza y se detuvieron.
Se detuvieron en el mismo sitio de siempre.
Iba a ser un día como cada día,
La tristeza de todo estaba ahí, precisamente
«m eso-, en que iba a ser un
día como todos. Jaime no decía nada.
I'aró el carrito junto a la acera, miró
a su alrededor y sacó la petjea. Después
la pasó a su amigo. Siempre era
él quien invitaba a fumar. Liaron un
cigarrillo. La plaza estaba en calma,
parecía llena de placidez y mansedumbre.
El sol daba de lleno en la fachada
del edificio España y se reflejaba en
sus infinitas Ventanas, como cientos de
soles diminutos. Fumaron, Ramón miró
el edificio y dijo:
—Mira qué bonito, Jaime.
El otro se encogió de hombros.
—Pse...
Estaban fastidiados. Ramón pensó
que lo mejor sería romper el hielo y
atacar abiertamente el tema que, a ia
fuerza, tentíríja que abordar un momento
u otro.
—Oye, ¿sabes qué te digo?
El otro consumió medio cigarrillo de
una chupada.
-¿Qué?
—Pues nada, hombre, que lo he sentido
mucho.
Se hizo un silencio impresionante.
Toda la. plaza parecía envuelta en un
manto de silencio. Ramón sintió un nudo
tremendo en la garganta. Parecía to-
Entonces, por unos momentos
—¿unos segundos?, ¿quizá un par de
minutos?— brota el pánico, aquí y
allá, en los que estamos entre los
dos fuegos, entre las dos muchedumbres.
Por unos momentos olvidamos
absolutamente todo: ya no somos
oficinistas, estudiantes u obreros, ya
no importa nada lo que hemos hecho
esta mañana o nuestros proyectos
para después del fútbol, ni para nada
cuentan nuestras aficiones ni
nuestras manías; somos unos seres
humanos que únicamente estamos
absortos en resistir» en aguantar de
pie, en mo ser arrollados. Un rato
antes existían mil diferencias entre
cada uno de nosotros; ahora somos
exactamente iguales. Y el chaparrón
sigue, y el griterío ¡sigue, y nadie es
capaz de pensar ein otra cosa que'
en el peligro que die un momento a
otro puede convertiirse en catástrofe.
do imposible. Imposible y absurdo. líacía
sólo dos días que habían estado allí,
en ^quel mismo lugar, charlando de los
temas dt siempre, de cosas dei servicio,
de lo horrible que- era pasar los días tirando
del carrito aquel, recogiendo basuras
de las aceras, hablando de las restricciones
y de la sequía, criticando al
Gobierno. Hacía sólo cuarenta y ocho
horas que Jaime le había contado cosas
de ia mujer, que le había dicho que
su mi'jei estaba cada día más estupenda.
Ramón se dio cuenta de que su pésame
había sido un fracaso. Pero no dijo
nada. Siguió fumando y contempla
la belleza de la mañana, el sol bañando
la plaza, las ramas de los árboles prcsneíiendo,
inequívocamente, que! la primavera
había, al fin, llegado. Después
mhó a su compañero y se le inundó el
corazón de ternura. Se dio cuenta de
lo mucho que significaba la amistad de
Jaime para él, de lo mucho que significaban
aquellos cinco años de tirar
juntos del carrito, relevándose escomía
y carro, de recoger papeles en las aceras.
Sintió una ternura inmensa.
—Lo he sentido de verdad, ¿comprendes?
Hasta lloré lo mío.
-^-Buenoi Gracias.
Era difícil expresarse. Siguieron fumando.
Ramón dijo:
—La Vida tiene estas cosas. Pronto o
ífirdf. se muere uno. Claro que...
Kra una torpeza intentar decir nada.
Las palabras resultaban frías, no servían
para nada. Eran incapaces de espresar
el dolor que él sentía, el doior
que trascendía de los muros d? su persona
y que inundaba la plaza en primavera,
los árboles en primavera, el mundo
en primaveral. Miró a su alrededor y
le vio todo lleno de tristeza; se encontró
viviendo en una redoma de desolación
y de amargura.
—No hubo nada que hacer, ¿verdad?
—La culpa la tuvo el del Seguro. 0ijo
que aquello él lo curaba sin ¡os antibióticos
esos. x
—¡Qué animal!
Jaime se encogió de hombros.
—Yo le dije que si los antibióticos están
en las farmacias será para algo.
Y él me dijo que no.
—¡Qué bestia!
Femaron en silencio. Un gorrión, e 1 *'
ondído entre las ramas de los árboles,
comenzó a trinar. Los dos hombres levantaron
la vista. Los cristales del edificio
España, reflejando el sol, herían
ios ojos. Ramón dijo:
—Está bonito, ¿eh? Está bonito el edi-
Después, muy poco tiempo después,
la amenaza empieza a decrecer, el
pánico baja. Continúan las protestas
y los empujones, pero el impresionante
ramalazo de locura colectiva
ha pasado, y ya es posible comprender
que hemos experimentado,
aunque en pequeña escala, lo mismo
que en una revolución sangrienta o
en un terremoto, cuando en el hombre
sólo hay eso que llaman «instintos
desenfrenados».
Pero ¿qué son esos instintos, hacia
dónde van? Y aquí, en esos momentos
en que súbitamente quedan barridos
todos los prejuicios, todas las
costumbres y las formas cotidianas,
y sólo resta el hombre desnudo, hallamos
una razón de gozo y de confianza.
Sí; no todos esos «desenfrenados
instintos» nacen del mal y en
el mal acaban. Porque si es cierto
que, bajo la lluvia, alguien manotea-
ficio ese cuando rebota el sol asi. iu
me pregunto como se l^s arreglarán
j*ara hacer casas tan grandes, ¿verdad,
tú*;
£í oiro bajó ia cabeza y no contesto.
Estaba enormemente íastidiarto, seima
un cánsamelo inlimto. Ramón se OJO
cuenta de que resultaba inútil intentar
mstraerle, intentar conVersacAón para
distraerle. Dijo:
—Lo siento. >o lo hacía sólo para que
dejases de pensar en eso.
£1 otro sonrió. iMiró a su amigo y
vio que, efectivamente, el chico parecía
impresionado. Sabía que Ramón lo había
sentido mucho.
—Gracias. Sé que lo lias, sentido.
—Oye. Lo que podríamos hacer es
una cosa. Pedir permiso mañana y largarnos
a la SierEa. Eso de tirar del
carrito este no te puede ir bien ahora.
—Sí, irá bien.
La verdad es que iría bien. Iría bieii,
porque ahora tanto daba ya tirar dei
carro como ir a la Sierra o quedarse
en casa leyendo el periódico junto a
ía camilla.
—No te preocupes, hembre. Me hará
bien tirar del carro este.
Pegó la última chupada al cigarrillo,
tiró ia colilla al suelo y luego escupió.
—Cuando quieras nos vamos—dijo.
Ramón sonrió, se enderezó la gorra
y cogió la escoba.
—Toma, coge la escoba. Yo llevaré el
ca*rito hasta Cibeles.
Echaron a andar como siempre lo
habían hecho, lentamente, despacio, escoba
y carrito en mano, como cada sSía,
Pasaron frente ai edificio aquel, enorme,
inmenso. Al llegar a la Gran Vía,
la luz del tráfico y el urbano les detuvieron.
Ramón sonrió y dijo:
—Ya ves, como cada día. Piensa que
es un día cualquiera, el trabajo áe
siempre, todo igual que siempre.
—Sí, todo es igual que siempre.
Ramón volvió a notar el nudo aquel
en la garganta, una especie de opresión
que le subía desde el estómago a ls
garganta, inundándole el-pecho.
Ahora, vuelta a empezar, a recoger
papeles de las aceras y cacas de caballo
de las calzadas. Vuelta a esnpeznr
como todos los días hasta entonces.
—Eso es. Todo está igual que siempre.
Por fin, el urbano les dio paso y Ramón
tiró del carrito. Entraron en la
Gran Vía y comenzaron a trabajar, como
hacía cuarenta y ocho horas, como
si nada nuevo hubiese ocurrido.
ba airado, dando puñetazos a todo el
que pretendía acercarse, y otros empujuban
brutalmente, y otros —bajo
los graderíos— resistían para que nadie
entrara, en vez; de seguir adelante,
hacia el centro 1 , donde quedaban
espacios mucho menos agobiados,
también es cierto que una niña aterrorizada
que lloraba a gritos ha sido
transportada en Vilo sobré nuestras
cabezas hasta la protección de ios
lavabos, también es cierto que un
hombre con mono intentaba —torpe
j conmovedorameiite— consolar con
sus palabras a una mujer desconté
cida y casi anciana, una mujer que
sollozaba porque había perdido a
sus hijos, y que no caía gracias a la
muralla que formaban el deí mono
y un compañero suyo, también es
cierto... Sí, hay mal en nuestros rincones
más ocultos, pero también, a
su lado, hay bien que igualmente estalla
incontenible.
El chaparrón ha amainado un poco,
y bastantes espectadores retroceden
para buscar otras salidas y otros
cobijos. Les imitamos, y cuando hemos
caminado dificultosamente unos
metros nos volvemos para mirar hacia
atrás. La gente —-bajo los graderíos—
sigue con su vaivén: hacia
adelante, hacia atrás, hacia adelante,
hacia atrás; todos los seres Iiumanos
—sobre la tierra misteriosa—
seguimos con nuestra marea de siem.
pre; hacía el bien, hacia el mal, ¡iacia
el bien, hacia el mal.
16 1 de agosto de 1955

Cae la.tarde. No vibra
en nada aquella música
maravillosa. Cae
la tarde. jOh!, no es posible
que sea yo aquel mismo
que antes decía: «Árbol
inmóvil, montes pálidos
en la distancia-, mar
con brisa...»
(Parecía,
parpadeando, verde
y plata, copa viva . .
de un álamo de ensueño.)
DEMASIADO TARDE
CXIV
4 HORA ya es tarde. Quisimos
tocar con las pobres manos
el prodigio.
Ahora ya es tarde: sabemos
no supimos lo que hacíamos.
Ya no hay caminos. Ya no hay
caminos. Ya no hay caminos.
Cuando nada se desea
todo se posee. (El círculo
se ha cerrado. Nos retiene,
sin remedio, en su recinto.)
Angeles soberbios. Angeles
ciegos. Angeles malditos.
Ahora ya es tarde. Se apaga
el mundo recién nacido.
Ya no hay caminos. Ya no hay
caminos. Ya no hay caminos.
Cuando nada se desea
todo se posee. Miro
la llama. ¿Quién nos mandó
tocar su centro encendido?
Al fuego se le posee
con los ojos. (Ni sus hijos
pueden tocarlo.) Ya no hay
caminos. Ya no hay caminos.
Sabemos. El terso sueño
se ha roto. Ya no hay caminos.
Desamparados tendemos
puentes de espíritu a espíritu.
También el cuerpo quería
romper su lastre infinito.
Las almas a su través
se buscaban. Se han hundido
para siempre. No se encuentran
las almas. Ya se ha cumplido
¡o fatal. Sabemos. Angeles
ciegos. Angeles malditos.
Las almas se han marchitado
sobre los cuerpos marchitos.
Ya no hay caminos. Ya no hay
caminos. Ya no hay caminos.
Cuando nada se desea
todo se posee. El fino
vidrio de la paz se rompe
deseando (Como el río,
sólo se para y descansa
cuando deja de ser río.)
Prisa por llegar. Candentes
avideces. Rojos vinos
en el que los vencedores
se igualan a los vencidos.
¡Oh cuánta desolación!
Qué caída en el vacío.
Oigo al otoño ventoso
tañer su cuerno amarillo.
Aroma de oro, dorando
aroma de tierra. Piso
la tierra. Miro la tierra
hermosa...
Torno a lo mío:
cuando nada se desea
todo se posee. (El círculo
se ha cerrado.) Todo en torno
es lo mismo y no es lo mismo.
Se han borrado para siempre
caminos, muchos caminos.
Y estamos solos. De pronto
nada parece tranquilo.
nuestra voz suena a voz de otros
que jamás han existido.
Y se cierra todo. Y todo
dejando de ser sencillo.
Angeles soberbios. Angeles
ciegos. Angeles malditos.
Y no hay caminos. Y no hay
caminos. Y no hay caminos.
CXV
TUYA EN CUERPO Y ALMA
Í^N cuerpo y alma» (como si dijera
muerta y viva. ¿Podrías con tu boca
evidente, besar la luz que toca
los brazos verdes de la primavera?)
«En cuerpo y alma» (como si pudiera,
inextinguir, arder la llama loca
sin consumirse el tronco. Como poca
luz que herir mucha noche pretendiera.)
«En cuerpo y alma«. (Como si la mano
quisiera poseer la estrella hundida
dentro del corazón d»;I mar en calma.)
«En cuerpo y alma.» Rojo, sol lejano.
Música en el recuerdo malherida.
Imposible tener en cuerpo y
y
CON LAS PIEDRAS, CON EL VIENTO
CXVI
A PAGAMOS las manos. Dejamos encima del mar
marchitarse la luna
y nos pusimos a andar por la tierra cumplida de
sombras.
Ahora ya es tarde. Las albas vendrán a ofrecernos
sus húmedas flores.
Ciegos iremos. Callados iremos, mirando algo nuestro
que escapa hacia su patria remota.
(Nuestro espíritu debe de ser, que cabalga sobre
las olas.)
Ahora ya es tarde. Apagamos las manos felices
y nos ponemos a andar por la tierra cumplida de
sombra.
Hemos caído en un pozo que ahoga los sueños.
Hemos sentido la boca glacial de la muerte tocar
nuestra boca.
Antes, entonces, con qué gozo ardiente,
con qué prodigioso-encenderse la aurora
modelamos en nieblas efímeras, ea pasto de brisas
ligeras,
nuestra cálida hora.
Y cómo apretamos las ubres calientes. Y cómo era
hermoso
pensar que no había ni ayer, ni mañana, ni historia.
Ahora ya es tarde: apagamos las manos felices
y nos ponemos a andar' por la tierra cumplida
de sombra.
Cómo errar por los años, como astros gemelos,
sin fuego,
como astros sin luz que se ignoran. §fcj
Cómo andar sin nostalgia el camino, soñando
dos sueños distintos
mientras en torno el amor se desploma.
Ahora ya es tarde- Sabemos. Pensamos. (Buscábamos
almas.)
Ahora sabemos que el alma no es piedra ni flor
que se toca.
Como astros gemelos y ajenos pasamos, sabiendo
que el alma se niega si el cuerpo se niega.
Que nunca se logra sí el cuerpo se logra.
Dejamos encima del mar marchitarse la luna.
Cómo errar, por los años sin gloria.
Cómo aceptar que las almas son vagos ensueños
que en sueños tan sólo se dan, y despiertos se borran.
Qué consuelo ha de haber, si lograr una gota de
un alma
es pretender apresar el latir de la tierra, desnuda
y redonda.
Estamos despiertos. Sabemos. Como astros
soberbios, caídos,
sentimos la boca glacial de la muerte tocar nuestra
boca.
CXVII
ílE pronto cobra el mundo
calidades amargas.
Tras los cristales, lento,
lluvioso, octubre pasa
acariciando el mundo
con su mano de agua.
Nunca jamás. ¡Oh¡, nunca
podremos hacer nada.
Nos hiere el desaliento
con su flecha de plata.
(La manoque acaricia
no saba lo que mata.)
Cómo se puede asir,
,con la mano, la llama;
encerrar en la noche
la luz, y lo que pasa
en lo que queda... (Nunca.
podremos hacer nada.
No basta sólo el cuerpo .
ni basta sólo el alma.)
Próximo eí cuerpo, pero
lejana el alma. Cantan
las almas juntas, cuando
los cuerpos se distancian.
¡Oh¡, qué luchar, qué angustia,
qué ir y venir del alma
al cuerpo, cómo yerra,
de cuerpo en cuerpo, el alma.
ATENEO 17

Cómo se desmoronan,
se hunden, las torres altas.
Cómo de entre las manos
del cuerpo se va el alma.
Y escribe el Ángel a ía Iglesia de Laodicea:
«Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente,
ojalá fueras frío o caliente. Mas porque no eres frío
ni caliente, el Ángel te arrojará de su boca...»
Pero nosotros"no
somos tibios. Se abrasan
los corazones. Juntas
las bocas, se derrama
sobre un cuerpo otro cuerpo
sobre un alma otra alma.
«He aquí que no eres frío ni caliente, sino tibio...»
Pero nosotros no
somos tibios. La calma,
la paz, la sencillez,
esas virtudes claras
I no son para nosotros.
Nuestras almas se abrasan,
claman de sombra en sombra,
penan de llama en llama.
Los cuerpos juntos, pero
tan distantes las almas...
Tras los cristales, lento,
lluvioso octubre pasa
acariciando el mundo
con su mano de agua.
SENCILLEZ
C XVIII
V "a las noches suceden
ios días; y a las lluvias,
los soles. Y no hay nada
que dure más que espunía
sobre arena, o relámpago
entre nubes, o música
en los aires, o luz
sobre las hojas húmedas.
Y todo pasa, y nada
que sea nuestro dura.
Todas las cosas llevan
dentro de sí su tumba.
Es preciso caer
malherido en la lucha.
Amar mucho. Sentir
mucho. Mirar la luna
ascender muchas noches
teniendo el alma a oscuras.
Qué palabras nos llenan
entonces de hermosura.
Qué vieja .ciencia sabe
desvanecer las brumas.
Cuántos instantes muestran
su evidencia desnuda.
Cómo se encierran todas
las verdades en una.
Mirad: la primavera
ya vuelve. Ya se anuncia
en las yemas del álamo,
en las aguas profundas.
Cielos azules. Vidrios
transparentes. Verduras
inmensas. Lejanías
de playa y humo...
Nunca
l_o entendimos. Miramos
hoy la vida que apunta:
margaritas de oro,
campanillas de bruma.
Qué sabor nuevo tiene
todo, como si dudas
y espinas no existieran.
Como si la hermosura
vieja, hallara en el alma
vieja su concha justa.
Se ve el ayer —tan lejosconstelado
de agudas
espinas, y se siente
como dolor de turbias
riadas que llevaron
nuestra mejor ternura.
Ahora vuelve a ser todo
sencillo y claro. Busca
su centro el alma y tiene
su centro en las menudas
evidencias. La mina,
se encierra en la confusa
realidad que pisábamos
y que no vimos nunca
Así es todo de nuevo
sencillo, se desnuda
maravillosamente
. mostrando su hermosura.
Es hora decantar.
Mas la boca está, muda
ganada por la mansa
sensación de ventura.
C XIX
\IO puede ser posible; pero
estaba allí, cerca; le. oímos
llorar. No.puede ser posible;
con el cielo tan alto y limpio
y sosegado; con la hierba
tan verde y frágil; encendidos
¡os corazones para él,,,
Dijo
ella «mí niño está llorando,
y no le puedo ver. Mi niño
llora...» (Cantó voz velada
para que no llorase el niño.)
No puede ser posible. Es nuestra
prolongación feliz. Es río
entre orillas de piedra. Es valle
apacible entre duros picos.
Ella le llama por un nombre,
que es como el mío, y no es el mío.
Es una rama de la estirpe
de los dioses, un vientecíllo
que aún reinará sobre la tierra
cuando ya se agosten los siglos.
El no puede llorar. Es nuestra
prolongación feliz. Sufrimos
para que nunca sufra. Vamos
allanándole los caminos.
(Hablamos de él, mientras madura
la pompa verde del estío.)
No puede ser posible. «Llora
mi pabre niño» —dice—-. Miro
entre las flores (muchas veces
se esconderá entre las flores). Miro
sus ojos hondos (tal vez se haya
quedado en sus ojos dormido).
Le va cantando tiernamente
para que no llore su niño.
El no puede llorar. El es
un dios ardiente. Es el espíritu
de ía vida. Nos miraremos
en él sin pena. Será limpio
de recuerdos. Prolongación
dichosa de nosotros. Limpio
de recuerdos. Incendiará ^—el
mundo con su luz. Sufrimos
para que nunca sufra. Vamos
allanándole los caminos.
No puede ser posible, pero
estaba allí cerca. Le oímos
llorar. No puede ser posible.
El es planta que ignora el filo
de Ía hoz. Elia dice «está
llorando.» (No es posible.) Miro
el agua del arroyo; acaso
en el agua se haya escondido.
Elle le llama por un nombre
que es como el mío y no es el mío.
Le canta luego tiernamente
para que no llore su niño.
cxx
JJESPUES de tanta lucha estéril
qué amable resulta la paz.
Cada prodigio vivo canta
su maravilloso cantar.
1 de agosto do 1955,

Después de tantas horas ásperas
cómo mece la sencillez
del cielo, el agua, el campo, el beso,
las criaturas sin ayer.
Tras de avanzar contra corriente
qué apacible dejarse ir.
Sentir la vida sosegada
con la intimidad de un jardín.
CXXÍ
f)UE claridad -para mirar sin pena
t me da la, distancia'.
Desde la oscuridad total dirijo
a ti la mirada.
Así es mejor: tenerte, hablarte, oírte
sin melancolía.
Llevar yo sola todos tus dolores
doliendo en mi vida.
Vuelve a encenderse el juego verde y oro
de la primavera. ."
Oh corazón que prodigó sus dones
con las manos llenas.
Te llamaré en mi soledad un día
el i
cuando, sobre tu llama, nieve el tiempo
que todo lo
Saber que no habrá nada que te hiera
con espada aguda.
Saber que se cerraron ya tus puertas
para la
Yo no podría herirte más, llenarte
de noche tus soles.
Yo para li quisiera los caminos
cubiertos de ¡lores.
Así es mejor. De lejos iodo tiene
una luz más clara.
Se desnudan tus horas que vestía
la desesperanza.
Te llamaré en mi soledad, un día
el indiferente,
cuando el olvido ciña con guirnaldas
de rosas tus sienes.
Y qué alegre ha de ser saber que nunca
declina tu estrella.
Sabe que has de cantar feliz, que vives
aunque yo me muera.
Me preguntabas y te respondían
mi boca y mis ojos.
Oh si los ojos y las palabras
lo dijesen todo.
Así es mejor: se cerrará tu herida. •
•irás por los campos
sin saber que la música del viento
soy yo que te canto.
Mi corazón entierro, porque tenga
tu camino flores.
Cantes y vivas tú, aunque yo me muera. •
Y Dios me perdone.
EL SOLITARIO
Ceux qui vivent ce sont ceux qui
lutten.'
cxxii
O T O Ñ O
6
¡ Fá b u l a !
CAZADOR, leñador, quemas Jas hojas
^ y hundes el hacha de oro en la madera.
hieres a la ligera primavera
entre los arcos de las copas rojas.
Suenas tu trompa. Silba el hacha. Mojas
con sangre el cielo, el bosque, la ladera.
Encendido licor, trágica hoguera
a la que el cuerpo deshojado arrojas.
Das al olvido el sueño que destruyes,
tras la jauría de tus vientos huyes
y en el confín del Universo cantas
i
que todo se repite y todo torna,
que la guirnalda seca que te adorna
ha de ser rosas en nuestras gargantas.
(Intermedio)
Unas veces el hombre canta cosas,
por engañarse, en las que no creía,
y su cantar es una fantasía
en la que alternan fuegos, oros, rosas.
No lucha, no pregunta: mira. (Hermosas
criaturas se mecen en el día.)
Muerde la fruta que el sueño le envía
en sus alas maravillosas.
Pero cuando pregunta, cuando deja
en su imagen la imagen que refleja
el agua oscura de su mar sin nombre,
el mundo cae, el alma cae, llorando
entre las hojas que se van secando •
en el reino interior del hombre.
( Variación melancólica)
.Cazador, leñador, cazas y talas
cuanto vivo y en pie se sostenía.
Apenas tu redonda mediodía,
para evocar, nos cubre con sus alas.
Bajamos por tus pálidas escalas
hasta el país de la melancolía.
Tus cenizas tornaron lejanía
los frescos sueños y las horas malas.
CON LAS PIEOIMS, zn EL raro..
Dicen que todo torna, y en mí ¿nadatorna?
La primavera deshojada
¿de nuevo cobrará su lozanía,
y yo he de andar con sombras en la frente,
morir, pasar irremisiblemente
sin la resurrección al tercer día?
CXXIII
REFLEXIONES amargas, no.
Ya he desterrado ía amargura,
aunque no pienso mirar siempre
con los mismos ojos la luna.
El sol que alumbraba el ayer
no es el mismo sol que me alumbra.
Si un alba apresa nuestras almas
apuremos sus luces húmedas
porque mañana su belleza
es imposible que se cumpla.
Reflexiones amargas, no.
Ya he desterrado la amargura.
Voy paseando entre los árboles
amarillos que se desnudan.
Juegan al corro niños. Hombres
van y vienen. De la hermosura
del cielo, bajan chorros cálidos
que anidan en las hojas últimas.
Yo me siento feliz. Al fin
he desterrado la amargura.
Puedo mirar, sin pena, cómo
se desvanece mi aventura.
Cada retazo del paisaje
limpio lo veo. Ni la duda,
ni el recuerdo, ni la nostalgia
empañan su evidencia muda.
Y, sín embargo, yo conozco
estos lugares, aunque nunca
los vi. Conozco cada amable
rincón de flores, cada oculta
vereda que se pierde, donde
las concretas formas se azulan-
ATENEO 19

20
I OSE HIE
Ahora pueden mirar mis ojos
lo que antes no podían. Busca
mí corazón, aquí, recuerdos
que nunca fueron suyos. (Suyas
serían sólo las cenizas.)
Y los recuerdos v.enen, juntan
su cuerpo ai mío. Y no me hieren,
porque ahora ignoro la amargura.
Yo no podía comprenderlo
y hoy; qué sencillo me resulta
ir bajo el sol, por los caminos
que-ellos andaban con la luna,
SÍ yo hubiese venido antes
aún vibraría aquí la música '
de sus palabras. Y qué espina
para el alma; y qué flecha aguda
para el corazón encendido
que avidecía la ternura.
Pero ahora todo es ya sencillo.
Ahora siento el alma madura.
Ahora me sé feí.z. Camino
éntrelos árboles. Ya nunca
llevaré la vida empañada:
he desterrado la amargura.
Me siento alegre. Sé de fijo
que ya se ha acabado la lucha.
CX XIV
L A M A Ñ A N A
M a d r i d '
Í^UANTAS veces he vuelto, en sueno
a lograr aquella mañana.
Mi corazón era sencillo,
ciaro, como una gota de agua.
Cómo me hervía imaginando
aventuras extraordinarias.
Cómo templaba yo mi acero
en el fuego de las hazañas.
Pasarían los siglos. Flores
nacerían de mis entrañas.
(¡Oh inolvidable, inolvidable,
inolvidable...!) Nuevas ramas.
vientos nuevos, darían músicas
nuevas a nuevas añoranzas.
•Oh inolvidable; Cuando entorno
ios ojos veo las doradas
tierras, ios álamos apenas
con hoja. Puedo, entre las brasas
del hoy, tornar hasta aquel día,
navegar por sus limpias aguas.
¡Oh inolvidable, inolvidable,'
irrepetible...!
Se apagaba
ia luz. Dejé las tierras verdes,
los montes de azul y de plata,
los chopos altos, que podían
herir al cielo con su lanza,
cimas escuetas, donde el sol
pulía su pálida espada.
¡Oh irrepetible, irrepetible,
inolvidable!
Cuando el alba
llegó, fue todo diferente.
Un.nuevo tiempo comenzaba
para mí. Tierras de Castilla
como una seca piel humana,
como una inmensa palma abierta
bajo la luz de la mañana.
MÍ corazón era sencillo,
claro, como una gota de agua.
Para mi corazón sencillo
la vida nueva comenzaba.
¡Oh!, después Guadarrama. Cielo
con honduras acumuladas.
Pinos, encinas, peñas: duro
corazón de.granito. España
no latía su-corazón ' >
para el mío que íe buscaba.
. ¡Oh inolvidable, irrepetible...!
Madrid, al fondo. Aún arañaban
los campos trincheras, aún
cerraban ruinas la distancia...
¿No habéis buscado un día ei rayo
que vuestros ojos anhelaban
algo que, acaso, no existía
en el lugar que lo buscabais?
¿no habéis -- pasado eí tiempo vuelto
y habéis Horado por !a rama
seca, que había sido verde
cuando vosotros la ignorabais?
Se desprecia lo que se tiene
por soñar aquello que falta.
Y al buscar lo que se tenía
no queda en vuestras manos nada.
Como si todo sucediese,
misterioso, a nuestras espaldas'.
Cual si evocar fuera tan sólo
nuestra única avidez lograda..
Así fue. Si cierro los ojos
veo de nuevo las doradas
tierras, ios álamos apenas
con hoja; logro ia mañana
que nunca tuve. (Yo prendía
mi avidez de las tierras áridas
donde aún quedaban las trincheras,
las viejas glorias enterradas.
Donde, debajo de las ruinas,
se pudrían bellas hazañas.)
Nadie se ve sí no se aleja",
de sí mismo. Piso las cálidas
tierras que a mí me daban frío
(Todo ocurría a mis espaldas.)
Y se borra Madrid, e! mundo
dolorido por la metralla.
Mí corazón sencillo, donde
vivía fragante la fábula.
Mi corazón, donde nacía
la renunciación más amarga
¡Oh inolvidable...! Cuando entorno
ios ojos veo las doradas
tierras, los álamos apenas
con hoja, el alto Guadarrama.
(Parece que ellos lo sabían;
pero no me dijeron nada.)
Veo las cosas que hoy me hieren,
que sucedían a mi espalda.
Por donde yo acechaba el paso
de algo muy mío, alguien marchaba,
alguien se daba, sobre el suelo .
donde la vida se paraba.
¡Oh inolvidable! Todo cobra
su sentido el día que amarga
por vez primera el vino rojo.
Alguien, un día, llega, enlaza
su vida a nuestra vida. Entonces
los pasados unen sus ramas.
Funden los dos en uno solo,
las dos almas en un alma.
(Nos conocimos hoy: no debe
contar sino el hoy y el mañana.)
Pero borra el pasado propio
el ajeno —nuestro que se alza
del día aquel que nuestros cuerpos
y nuestras almas .ss ignoraban.
.¡Oh inolvidable! No recuerdo
qué vi. Se borra todo.. Canta
un vientecillo que jamás
me acarició la frente alta.
Cuando entorno los ojos veo
ante mí las tierras doradas,
los álamos de primavera,
los finos brazos .que enlazaban
una cabeza. Todo aquello
ha sucedida a mis espaldas.
Como si alguno, entre las.sornbr;
fuese-tejiendo mi hora amarga.
Como si sufrieran los dientes
que no mordieron ia manzana,
1 de agoslo.de 1955

JOSÉ HIEKRO
QUINTA DEL
EDITORIAL NACIONAL
A Aurelio García Canialapiedra,
el amigo fiel, comprensivo y
entrañable. Adjetivos que parecen
tópicos a los extraños.'Jnsuficicn-
. íes a los amigos..
CX XV
EL LIBRO
RAS naciendo poco
I a poco, día a día.
Con todas ías cosas
que hablan, hondo, será
tu palabra sencilla.
A veces no sabrán
qué dices. No te pidan
luz. Mejor en la sombra
amor se comunica.
. - Así, incansablemente,
hila que te hila.
CXXVI
PARA UN ESTETA
rpU que hueles la flor de la bella palabra.
-*-. acaso no comprendas las mías sin aroma.
Tú que buscas el agua que corre transparente,
no has de beber mis aguas rojas.
Tú que sigues el vuelo de la belleza, acaso
nunca jamás pensaste cómo ía'muerte ronda
ni cómo vida y muerte--aguas y juego—hermanadas
van socavando nuestra roca. ...
Perfección de la vida que nos talla yi..dispone,
-para la per lección de la muerte remota.
Y lo demás, palabras, palabras y palabras.
,ay, palabras maravillosas! •
Tú que bebes el vino de la copa de plata
no sabes el camino de. la "fuente que- brota
en la piedra. No sacias tu sed en su_ agita pura
con lus_ dos -manos como copa.
Lo has olvidado iodo porque lo sabes lodo.
Tú crees dueño, no hermano menor de cuanto nombras.
Y olvidas las raíces (Mi obra, dices), olvidas
que vida y muerte son tu obra-
No has venido a la tierra a poner diques y orden
en el maravilloso desorden de las cosas.
Has venido a nombrarlas, a comulgar con ellas.
sin alzar vallas a su -gloria.
ATtiNEO
Q U I N T A D E L 4 2 2
Nada te pertenece. Teda .es afluente, arroyo.
Sus aguas en tu cauce temporal desembocan.
Y hechos un. solo río os vertís en el mar.
«que es el morir», dicen las coplas.
No has vellido a f'onc orden, dique. Has rmido
a hacer moler la muela con tu- agua transitoria.
Tu fin no está en (i mismo (Mi obra, 'tices), olvidas
que vida y muerte son tu o-'-ra.
Y que el cantar que ho\ cantas será abaraje un día
por la música de otras olas.
LOS HOMBRES Y LAS HOKAS
Pues aunque liay peno, v nos agravia
el signo adverso,
fior nosotros corre la savia
del universo.
CXXVIT
Ri'BÉN DARÍO.
L^S difícil explicar
por qué íos veo. Es difícil
decir quiénes son, por qué
me ponen, triste.
Con ojos abiertos no
los veo. Acaso no existen
sino en mí. (Con ojos ciegos
no sabemos ser felices.)
Qué podría yo deciros
ni qué podríais decirme
para entendernos. Los dioses
nos nacen de sus raíces.
Hechura de Dios. Harapos
desdichados de su estirpe.
Olímpicos soles brillan
tras de nuestras nubes grises.
Si yo dijera, mostrándoos
una ramita flexible:
«Aquí está la primavera»;
sí alguien, trayendo jazmines
en la mano, me dijera:
«aquí est? mi amor...»,
(Decidme
qvé son las palabras, cómo
aprisionar sus matices.)
Comienzo otra vez. Nacimos
de dioses. Somos estirpe
de dioses. Un día envuelven
en la materia visible
su gran nostalgia. Ellos crean
seres que los eternicen.
Y fü hombre vive, pidiendo
la llama que lo ilumine.
Es difícil explicar
por qué los veo. Es difícil
decir quiénes son, qué buscan.
(Es imposible
que me entendáis.) Yo los veo
recortados los perfiles
contra el pasado, sentados
junio a una tapia. No dicen
nada, ni nada preguntan.
Se pusieron a cantar,
como soñando. Las lindes
de la noche se borraron.
Vino la luz, y carmines
frescos mojaron la tierra
hasta sus remotos límites.
Hilos, cantando, bebieron
su vino invisible.
Es difícil explicarlo.
Me pone triste.
Es como ver un dios muerto,
como' un niño que no ríe.
Me pongo triste, y no sé
expresarlo. Es imposible. ,
Como si alguien me amostrara,
en su mano, unos jazmines
y me dijese: «He aquí
mi amor...»

SE HIERRO
Yo no sé. Es difícil
•;" comprenderlo. Yo no sé
"-— •' quiénes son, cómo es posible
que alguno lo entienda, cómo
podría yo no seguir
repitiendo y repitiendo
lo irrepetible...
cxxvin
ENCADENADOS •
CE fue muriendo todo,
pero ellos no murieron.
La madera del hombre
duró más que sus sueños.
Lo que muere del hombre
vivió más que lo eterno.
Se murió la esperanza
y siguieron viviendo.
Sólo los perros mueren
al morirse su dueño.
CXXIX
RETRATO DE UN DESCONOCIDO
f | > UVO unas barbas húmedas, marinas,
y pálida y desnuda era la frente.
Adorador del fuego del poniente
entre las piedras de las propias ruinas...
Viajero en alas de las golondrinas
se desnudó a la luz resplandeciente.
Desnudo —nuevamente adolescente—,
con el dolor jugó a las cuatro esquinas.
•- La carne está en su ocaso. Queda el gesto.
Es la luz su mejor libro de texto
y reza., rosa a rosa, su rosario.
Ama las horas porque borran huellas
en la serenidad, y en las estrellas
estudia su futuro itinerario.
cxxx
UNA TARDE CUALQUIERA
V"0, José Hierro, un hombre
como hay muchos, tendido
esta tarde en mi cama,
volví a soñar.
(Los niños,
en la calíe corrían.)
Mi madre me dio eí hilo
y la aguja, diciéndome:
«Enhébramela, hijo;
veo poco.»
Tenía
fiebre. Pensé: —Si un grito
me ensordeciera, un rayo
me cegara... (Los niños
cantaban.) Lentamente
me fue invadiendo un frío
sentimiento, una súbita
desgana de estar vivo.
Yo, José Hierro, un hombre
que se da por vencido
sin luchar. (A la espalda
llevaba un cesto, henchido
de los más prodigiosos
secretos, y cumplido
el futuro, aguardándome
como a la hoz el trigo.)
Mudo, esta tarde, oyendo
caer la lluvia, he visto
desvanecerse todo,
quedar todo vacío.
Una desgana súbita
de vivir. («Toma, hijo,
enhébrame la aguja»,
dice mi madre.)
Amigos:
Yo estaba muerto. Estaba
en mi cama, tendido.
Se está muerto aunque lata
el corazón, amigos.
Ya se abre la ventana
y yo, sin cuerpo (vivo
y sin cuerpo, o difunto
y con vida), hundido
en el azul. (O acaso sea azul, hundido
en mí carne, en mi muerte
llena de vida, amigos:
materia universal,
carne y azul sonando
con 'un mismo sonido.)
Y en todo hay oro, y nada
duele, ni pesa, amigos.
A hombros me llevan. ¿Quién?:
la primavera, el filo
del agua, el 1 tiemblo verde
de un álamo, el suspiro
de alguien a quien yo nunca
había visto.
Y-yo voy arrojando
ceniza, sombra, olvido.
Palabras polvorientes
que entristecen lo limpio.
Funcionario,
tintero,
treinta días vista,
diferencial,
racionamiento,
factura,
contribución,
garantías...
Subo más alto. Aquí
todo es perfecto y rítmico.
Las escalas de plata
llevan de los sentidos.
Ahora son las palabras
de diamante purísimo:
Roca,
águila,
playa, ' • '
• palmera,
manzana,
caminante,
verano,
hoguera,
cántico...
• ... cántico. Yo, tendido
en mi cama. Yo, un hombre
como hay muchos, vencido
esta tarde (¿esta tarde
solamente?), he vivido,
mil sueños (esta tarde
solamente), tendido
en mí cama, despierto,
con los ojos hundidos
aún en las ascuas últimas
del sueño concluido.
CXXXI
REPORTAJE
j esta cárcel podría
verse el mar, seguirse el giro
de las gaviotas, pulsar
el latir del tiempo vivo.
Esta cárcel es como una
playa: todo está dormido
en ella. Las olas rompen
cas; a sus pies. Es estío,
la primavera, el invierno
el otoño, son caminos
exteriores que otros andan;
cosa sin vigencia, símbolos
mudables del tiempo. (El tiempo
aquí no tiene sentido.)
Esta cárcel fue primero
cementerio; yo era un niño
y algunas veces pasé
por eüte lugar. Sombríos
cipreses,. mármoles rotos.
Pero ya el tiempo podrido
contaminaba la tierra.
La yerba ya no era grito
de la vida. Una mañana
removieron con los picos
y las palas la frescura
del suelo, y todo —los nichos,
rosales; cipreses, tapiasperdió
su viejo latido.
1 de agosto de 1955

Nuevo cementerio alzaron
para los vivos.
Desde esta cárcel podría,
tocarse el mar; más es mar,
los montes, recién nacidos,
los árboles que se apagan
entre acordes amarillos,
las playas que abre el alba
grandes abanicos,
son cosas externas, cosas
sin vigencia, antiguos mitos,
caminos que otros recorren.
Son tiempo, *
y aquí no tiene sentido.
Por lo demás, todo es
terriblemente sencillo. -
El agua matinal tiene
figura de fuente...
(Grifos
al amanecer. Espaldas
desnudas. Ojos heridos
por el aíba fría.) Todo
es aquí sencillo,
terriblemente sencillo.
Y así las horas. Y así
los años. Y acaso un tibio
atardecer de otoño
(hablan de Jesús) sentimos
parado el tiempo. (Jesús
habló a los hombres, y dijo:
«Bienaventurados los
pobres de espíritu.»)
Pero Jesús no está aquí
(salió por la gran vidriera,
corre por un risco,
va en una barca, con Pedro
por el mar tranquilo.)
Jesús no está aquí. Lo eterno
se desvae, y es lo efímero
—-una mujer rubia, un día
de niebla, un niño tendido
sobre la yerba, una alondra
que rasga el cielo —, es lo efímero,
eso que pasa y que muda,
los que nos tiene prendidos.
Sed de tiempo, porque el tiempo
aquí no tiene sentido.
Un hombre pasa. (Sus ojos
Henos de tiempo.) Un ser vivo.
Dice: «Cuatro, cinco años...»
como si echara ios años
al olvido.
Un muchacho de los valles
de Liébana. Un campesino.
(Parece oírse la voz
de la madre: «Hijo,
no tardes», ladrar los perros
por los verdes pinos,
nacer las flores azules
de abril...)
Dice: «Cuatro, cinco,
seis años...», sereno, como
si echase al olvido.
El cielo, a veces azul,
gris, morado o encendido
de lumbres. Dorado a -/eces.
Derramando oro divino.
De sobra sabemos quién
derrama el oro, y da al lirio
sus vestiduras, quién presta
su rojo color al vino,
vuela entre nubes, ordena
las estaciones...
(Caminos
exteriores que otros andan.)
Aquí está el tiempo sin símbolo
como con agua errante que no
modela el río.
Y yo, entre cosas de tiempo,
ando, vengo y voy perdido.
Pero estoy aquí, y aquí
no tiene el tiempo sentido.
Deseternizado Ángel
con nostalgia de un granito
de tiempo. Piensan al verme:
«Si estará dormido...»
Porque sin una evidencia
de tiempo, yo no estoy vivo.
Desde esta cárcel podría
verse el mar —yo ya no pienso
en el mar—. Oigo los grifos
al amanecer. No pienso
que el chorro me canta un frío
cantar de fuente. Me labro
mis nuevos caminos.
Para no sentirme solo
por los siglos de los siglos.
CXXXII
EL OLVIDADO
VA se ha parado tu tiempo,:
pobre criatura.
A qué corazón irás
a derrumbarte, qué tumba
pudrirá tus pobres huesos
cuando tu tiempo se pudra...
Y quién pasará y dirá:
«aquí fue un hombre»; qué música
será tu nombre, qué llama
tu memoria, qué penumbra
se iluminará de pronto
con tu luz oscura
(tu sombría luna...).
Ya se ha parado tu tiempo,
pobre criatura.
Y qué serás tú, sin tiempo,
piedra temporal, columna .
de! granito de la muerte,
rompeolas que retumba
cuando ie hienden las olas
con hachas —espumas...
Qué serás, libre en la noche
total, pobre criatura,
qué memoria, estela, huella
dejó tu planta desnuda
—madera del sueño-—,
tu planta desnuda.
Y quién pasará y dirá:
«aquí fue un hombre», qué música
será tu vestigio, quién,
pondrá flores en tu tumba.
Qué descolorida hazaña
tuya pudrirá la lluvia.
Pobre criatura, leño
de sueño, brote que acuña,
florece, moja, despeja,
el tiempo (el sueño; qué brusca
tu madrugada sin tiempo,
tu eternidad, ya madura;
piedra temporal, ya tallada
por eí tiempo, carne dura
de tiempo, nacido para
el tiempo (el sueño), escultura
de tiempo, errante planeta,
pobre criatura,
descuajada ya del tiempo,
íjbre en la noche absoluta,
cxxxin
LA MUERTE TARDE
OARA la muerte hay que ser joven.
Se entrega- sólo al que la busca,
al brazo fuerte que la toma,
que la sostiene y que la escucha.
Mas tú vivías en la torre:
donde ningún rumor se escucha,
ajeno, frío, solitario,
viendo lucir la luna.
Saliste un día a! sol, al viento
derramados por la llanura,
y sonreiste y comprendiste
viendo girar la ardiente música.
Pero la muerte no se da •
al que sale tarde en su busca.
Los años te habían matado
con su blanda espada de pluma.
ATENEO 23

E HIERRO
¡Oh!, descerrado, soy yo .sólo
ci que trae flores a tu tumba.
Sé que Ja muerte no es descanso,
sino aventura,
liberación, reino, camino,
llamarada que nos deslumhra.
Para la muerte hay que ser joven.
Los labios jóvenes ía apuran.
Quiere, pasión, como el amor,
como el dolor y la hermosura.
Quiere matar gestos calientes
y no recuerdos de amargura.
Y entonces, limpia de los años,
su gran misterio se desnuda.
Acaso sepas ya qué somsras
interpretables te circundan.
No son las flautas de 3a vida,
sino la muerte con sus tumbas.
Sólo la muerte, con sus lutos,
y no la vida con sus púrpuras.
Ella se da a los años verdes
porque es primavera futura.
Ella nos lleva, grada a grada,
al cénit de la negra música.
Ya nuestros pies vemos, sin pena,
cómo mueren y se derrumban
los altos álamos, que, acaso,
han de ser cruz en nuestra tumba.
Apagados los tiempos,vvemos
desde la quietud absoluta
nómadas ir del sur al norte
que no señala humana brújula;
soles perderse en el silencio;
sin el amor borrarse lunas.
Y nada importa ya, ni duele.
Porque está muerta la amargura.
Muerte temprana, ¡ay! primavera,
dando rosas en la penumbra.
Muerte que pide brotes verdes, -
la sangre que no se renuncia.
Muerte que pide sueño y vida,
que se da sólo ai que la busca.
al brazo fuerte, [ay¡ solitario,
donde los años no granaron
para pasto de amargura.
CXXXIV
JUNTO AL MAR
Ci muero, que me pongan desnudo,
desnudo junto al mar.
Serán las aguas grises mi escudo
y no habrá que luchar.
Si muero, que me dejen a solas.
La mar y mi jardín.
No puede, quien amaba las olas,
desear otro fin.
Oiré la melodía deí viento,
la misteiiosa voz.
Será por fin vencido el momento
que siega como hoz.
Que siega pesadumbres, Y cuando
la noche empiece'a arder,
soñando, sollozando, cantando,
yo volveré a nacer.
1 . CXXXV
EPITAFIO PARA LA TUMBA DE UN POETA
r TOQUE la creación con mi frente,.
Sentí la creación en ni i aima.
Las oías me llamaron a lo hondo.
Y luego se cerraron las aguas.
CXXXVI
E J E M P L O
^CUERDATE que tenías
voz de fuego.
No eras árbol que se arranca,
junco que desmaya, eco
de una voz desconocida:
eras voz de .fuego.
La muerte no remataba
üada, desataba el viente.
Y qué mejor camaradas
que el viento y el fuego...
Y por qué llorar, llorarte
por los muertos, en tus muertos,
si ellos eran viento loco
y tú eras el fuego,
voz de fuego.
Y por qué llorar un día,
si ya no eres fuego.
Por qué llorar si las llamas
se desvanecieron.
Llorar y sólo llorar,
voz de fuego.
Acuérdate que tenías
voz de fuego.
Tu destino era incendiar
el leño reseco.
Pero no hay leño sin hacha,
nacha sin hachero.
Voz de fuego/ entiéndelo,
702 de fuego.
cxxxvn
EPITAFIO PARA LA TUMBA DE UN HÉROE
'CE creía dueño del mundo
porque latía en sus sentidos.
Le aprisionaba con su carne
donde se estrellaban los siglos.
E'on su antorcha de juventud
iluminaba los abismos.
Se creía dueño del mundo:
su centro fatal y divino.
Lo pregonaba cada nube,
cada grano de soi o trig©.
Si cerraba los ojos, todo
se apagaba, sin un quejido.
Nada era él si lo borraba
de sus ojos o sus oídos.
Se creía dueño del mundo
porque nunca nadie le dijo
cómo las cosas hieren, baten
a quien las sacó deí olvido,
cómo aplastan desde ío eterno
a los soñadores vencidos.
Se crsía dueño del mundo
y no era dueño de sí mismo.
cxxxvni '
A VÍCTOR CORUGEDO
Í^ANTG todas las cosas -
VJ , ,. ...
como si se adentrase en sus principios.
Desde todas las cosas
descifraba ios símbolos.
Cieío desnudo, donde derramaron
su hermosura los siglos.
Ojos que no pudieron
resistir el prodigio. ^
Eí fue a todas ias cosas
como si así se hurtase a su destino.
Enloqueció en Iss cimas
gloriosas del estío;
multiplicó su cuerpo; le embriagaban
maravillosos vinos.
• Bajó de las montañas
misterioso y vencido.
UNA VASTA MIRADA
... ¿ierras tristes,
tan tristes que tiensn alma.
AÍHTONIO MACHADO.
CXXXIX
CANTO A ESPAÑA
r)H, España, que vieja y qué seca te veo.
Aún brilla tu entraña como una moneda de plata
cubierta de polvo.
Clavel encendido de sueños de fuego.
He visto brillar tus estrellas, quebrarse tu luna en
las aguas,
andar a tus hombres descalzos, hiriendo sus pies
con tus piedras ardientes.
¿En dónde buscar tu latido; en tus ríos
que se llevan al mar, en sus aguas, murallas y torres
de muertas ciudades?
1 de agosto de 1955

L libro del padre Pacios, cuyas pu-
E blicaciones le acreditan, de conocer
bien el tema de la caridad, y cuya actividad
le ha permitido 1 estudiar ambientes
tan, diferentes al nuestro zow.o
el de Estados Unidos, plantea el problema
de los intelectuales heterodoxos en
su misma raíz: en el plano teológico.
P«ro no se trata da un libró que exponga
un tratado de Teología racional
sobre ese tema, smo un uorc ca_co.
en el que todG argumento nace tk> lay
palabras de Cristo o de los Apósío'íe-S,
de la actitud que ei Nuevo Testamento
nos revela. Hay fragmentos, como la
historia de Nicodemo, ,que resultan
ejemplos de lo que da de sí un conocimiento
atentísimo del Evangelio para
poder sacar "de él ese tesoro de enseñanzas
que sólo se consiguen a fuerza
de estudio profundo. Y, sin emoargo,
el libro de Pacios discurre siempre
por cauces, sencillos, rectos, sin estridencias
ni frases rotundas, extremando
hasta el límite compatible con la verciad
el caritativo afán de incorporar
los valores que existan en las obras de
los que la niegan.
Tres aspectos concretos del tema te
tratan en este libro: la caridad debida
a los incrédulos. la necesaria convivencia
con ellos en un mismo mundo
y patria, y la no menos necesaria
incorporación al pensamiento católico
de cuantas parcelas de verdad puedan
encontrarse en la obra de 'os intelectuales
heterodoxos.
Este tema tiene particular actualidad
en España desde que sobre la tradición
cultural católica se superpone U acción •
coherente de la descristianización intelectual.
Son de sobra conocidos los procedimientos
utilizados por los movimientos
intelectuales que han venido sucecüéndoss
desde que en 1869 aparecen
en el horizonte nacional el krausismo
y la Institución Libre de Enseñanza.
La primera fase ha solido consistir
en la captación como futuro,? instrumentos
de bienintencionados creyentes,
cuya opinión del catolicismo está desviada
por una ingenua creencia en la
transacción. En la segunda, flanqueados
por estos mismos hombres, se lanzaban
ya los que saben nadar entre dos aguas,
para enaltecer y popularizar ¡a fama intelectual
de los verdaderos motores de
esta estrategia. Estos, finalmente, no
irrumpían en escena hasta la tercera
fase, cuando estaba el campo "despejado
gracias a la confusión que sistemáticamente
se había logrado seni'prar fn
tomo a los problemas intelectuales.
Cuando se llega a esa tercera etapa
suele ser ya tarde para resolver ]as
cuestiones de modo pacífico. El libro
del P. Pacios, aunque no los cite, traza,
la problemática moral- de los dos
tibios períodos üel .principio.
No es extraño que un libro de este
• talante levante revuelos. El autor lo
prevé en su prólogo. Porque en estos
años últimos, a favor de , ! as tremendas
crisis qu« culminaron en la guerra, y
eme después de ella han seguido gravitando
'sobre la vida española, las
cuestiones de la escisión espiritual se
han ido complicando cada vez más. Este
íenómeno se ha dado al mismo tiempo
en otros países de Europa. Después
de la política cultural de exterminio
que practicaron los nazis y sus imitadores
en diversas naciones europeas, se
ha puesto de moda en muchos sitios la
obsesión por los. problemas de la «co-
t
..f
existencia». A la vez, la confusión en
torno a lo que sea tolerancia, transigencia,
comprensión, irenismo y otras
cosas por el estilo, es lo suficientemente
grande para que en algunos espíritus
se borren los límites entre, lo lícito
y lo ilícito.
En España, en los últimos tiempos,
estas cuestiones han tenido un matiz
peculiar. Eliminadas de modo total en
la convivencia pública las actividades
comunistas, los peligros para la unidad
católica tenían que adoptar mattóes intermedios.'
A la vea, en la vida cultura!
y universitaria era lógico que continuasen
larvados los gérmenes del pasado
reciente. Y que la heterodoxia
cultural intentara filtrarse
Naturalmente, no han quedado sin
réplica ios diferentes intentos A ests
efecto, la acción pública en el campe
intelectual de ios católicos tenía trazada
una inalterable línea de conducta
en las famosas Pastorales que =n los
años mismos de la guerra publicó el
primado de España, cardenal Goma.
Luego, la política cultural del Estado
actuó fundamentalmente en esa misma
dirección. Más tarde, ese combate
ha sido sostenido, batiéndose incluso
con inferioridad de elementos en ocasiones
fugaces, por grupos intelectuales
católicos, cuyos ó.rganos de expresión
y nombres personales son suficientemente
conocidos Y las revistas de las
em
a
t iE oído contar que el título de este
*• 1 libro lo puso el mismo Molotov. El
ministro 1 soviético, al ser presentado en
una cancillería europea al embajador
de España y cambiar cortésmente entre
los dos unas protocolarias palabras
de condolencia por no existir entre sus
dos países relaciones diplomáticas, dijo
aproximadamente: «España sí que tiene
embajador en Kus!a: el capitán Palacios.»
Estas palabras no eran simple
metáfora. El hoy comandante Palacios
representó en Rusia a su Patria con
las cartas credenciales de su valor y
su dignidad; protegió a los españoles
sin distinción de matices y mantuvo,
en mediO 1 de un espantoso cautiverio,
la constante altivez de tratar de potencia
a potencia. La fama de Teodoro Palacios
Cueto llenó los campos de concentración
rusos, sirviendo de vergüenza a
los pusilánimes y de estímulo a los valientes;
llegó hasta el Gobierno moscovita
a través de la barrera prácticamente
insuperable de la. burocracia bolchevique,
rompiendo los nervios y destrozando
las estructuras mentales, de
los funcionarios rusos; saltó al mundo
occidental, desbordándose primero por
vía diplomática, y después, a través, de
las noticias admirativas de los repatriados
extranjeros; ílegó hasta España,
diferentes órdenes religiosas y, sobre
todo, el Magisterio de la Iglesia a iravés
de las Pastorales de los obispos españoles,
han mantenido una posición
no sólo de defensa, sino de dilecta afirmación.
Hace sólo unos meses, los metropolitanos
españoles publicaron una
«Declaración conjunta», menos conocida
por el público de lo que seria conve-'
niente, en la que se abordaba este tema. .
Por primera vez desde 1936, todos los
arzobispos firmaban el texto, para dar
mayor solemnidad a su Declaración.
Tiene, pues, el libro del P. Pacios,
además de su coherencia, de su claridad
y de su valentía, otro valor: el
de la oportunidad. Frente a él no cabe
que sea empleada esa otra arma eficaz
de los que conocen bien las diferentes
técnicas del sectarismo: el silencio. Hay
varias poderosas razones para que se
emplee en este caso. En un reciente
libro, cuyas características lo enmarcan
precisamente entre los que el padre
Pacios combate, se h^bla de «la
volatilización progresiva de la autoridad
intelectual» en estos años españoles.
Pero esta frase, un tanto rebuscada,
no se puede emplear sin más.
La autoridad intelectual de Cristo y
de la Iglesia no puede negarse impunemente.
Ni tampoco silenciarse. Y el
libro del P. Antonio Pacios contribuirá
a aclarar las ideas en un tema de importancia
esencial para una vida cul-
donde se puso el mayor cuidado para
que entre los repatriados que recuperamos
como el más preciado de los. tesoros
que la guerra -—las dos guerras—
nos arrancó no faltase este español de
cuerpo entero. La heroica tragedia de
unos españoles cautivos se narra en este
libro, en el que se extrema la objetividad
al hablar de sí propio: y se hace
ver en toda su grandeza la gallardía
de los compañeros de cautiverio; unos
que se designan por sus nombres, otros
que quedan localizados por su condición
áe españoles.
Es difícil no. incurrir en tópicos cuando
se Quiere hablar de estos temas. Pero
lo cierto es 1 que España, que parecía
haber agotada las posibilidades de mostrar
el nervio de su valor en la guerra
cuando terminó la Cruzada en 1939.
volvía al poco tiempo a emprender nuevos
hechos de gesta en las tierras frías
de Rusia, llevando la alegre y despreocupada
lucha de los 1 voluntarios de la
División Azul a las trincheras que guarnecían
Europa, soldados de Europa entera
encuadrados en la cuadriculada
disciplina del ejército alemán. Unos
quedaron bajo la tierra rusa, otros regresaron
a su Patria. Pero un tercer
grupo, el de los prisioneros de los que
el Gobierno español apenas tuvo noti-
tural sana y para una segura y fecunda
convivencia española.
JUAN DOMÍNGUEZ ALBORAYA
PACIOS, M. S. C, ANTONIO: «Cristo
y los ""intelectuales».—Vol. 36 de la
Biblioteca del Pensamiento Actual.
Madrid. Ediciones Riaip, S. A., 1355.
220 páginas.
el ni íí
cia, y, por supuesto, el pueblo tardo
bastante en conocer alguna, siguieron
luchando en plena «cárcel infinita»
contra enemigos más temibles que las
divisiones armadas, en una guerra más
dura, y cruel, y sorda, que la de los
frentes, prolongando en once los años
heroicos de la contienda bélica. Este es
el gran valor histórico del primer libro
en que narra esos once años, el más
caracterizado de los hombres que los vivieron,
el que haciendo carne 1 de su
carne las ordenanzas militares del oficial,
asumió, en un rasgo ejemplar de
amor a la responsabilidad, la representación
de aquellos españoles bajo cuya
bandera se colocaron también algunos
de los que por otros caminos habían
llegadoi a Rusia.
He aquí una nueva vena del heroísmo
español menos conocida y menos
contada que la de la lucha a sangre
caliente, cuando la pólvora reseca las
fauces y lasi detonaciones embriagan al
combatiente. Sufrimientos del cuerpo y
del alma que estremecen al lector:
hambre, frío, vejaciones, insidias, deserciones,
desesperanza, amenazas. Toda
la gama helada y oscura del dolor
en Rusia. Y, al mismo tiempo, señorío,
gracia, mando de la situación en todo
instante, hasta extremos inverosímiles
ATENEO 25

que parecerían mentira si no hubiese
testigos que los autores se cuidan muy
bien de invocar. Es el orgullo indómito
de una raza representado en un puñado
de hombres sin otra cosa ai la espalda
que su condición de españoles y
personificado' en el que fue su jefe nato:
el estudiante de Medicina montañés
a quien la guerra hizo capitán y el
cautiverio héroe.
Quizá el mejor elogio que se puede
hacer del libro, y que no sé si alguien
lo habrá hecho, es el de que es un texto
para leer en familia, en ese núcleo
primero de patriotismo: en donde a las
anécdotas de la lucha O' de la persecución
de la guerra de España hay qus
poner este apéndice de la historia de
los españoles cautivos, sirviendo de admiración
a gentes de toda Europa y de
escándalo a los soviets.
Porque, además, el libro conserva la
frescura de la narración directa. La
versión literaria de Torcuato Luca de
Tena a las. narraciones verbales de Paíacios
ha sabido mantener el interés de
los hechos tal como se conservan en la
memoria de estos hombres, alguno de los
cuales vino ya condenado a morir vencido
por la enfermedad. Por eso el libro se
lee de un tirón, hasta llegar a sentir una
noble envidia de la tremenda desgracia
de estos hombres, que dio ocasión a que
se escribiera la última de las páginas
de oro de nuestra Historia: la que empezó
con el cautiverio: y terminó en ese
capítulo estremecedor en que ese gran
escritor que es Torcuato Luca de Tena
nos cuenta el viaje a España del «Snmíramis».
JOSÉ MARÍA DESANTES
PALACIOS CUETO, TEODORO, y LU-
CA DE TENA, TORCUATO: Embajador
en el infierno. Madrid, 1955.
CADA TITULO
UN ÉXITO
8 PESETAS E}EMPLAR
e i
VA son numerosas las antologías de
la poesía española contemporánea-
Generalmente, arrancan del modernis.
mo o de la generación famosa del 98.
Pocas son las Que se limitan a presentar
solamente los últimos poetas, ios d&
la generación Que se empieza a llamar
de la posguerra, o áel 39. Entre estas
últimas se halla recopilada por Rafael
Míllán bajo el título de «Veinte poetas
españoles)}. Se trata de un tomo magníficamente
editado z ilustrado con fotografías
de los poetas o, en algunos
casos, con dibujos firmados por Alvarez
Ortega, Párraga y Povedano. También,
se reproduce folográjicamente el retrato
al óleo que Ricardo Zamorano hizo
de José Luis Hidalgo, el joven y gran
poeta que se le murió a la generación
aguí representada, y cuyo nombre no
puede faltar entre el corto número de
poetas verdaderamente importantes de
dicha generación. Las fotografías, en su
mayor parte, son de Lagos. Algunas no
llevan firma. Los poetas aquí incluidos,
por orden alfabético, son los siguien.
tes: Bousoño, Celaya,, Crémer, Crespo,
Figuera Aymerich, García Baena, García
Nieto, Garcíasol, Hidalgo, De Luis,
Molina, Montesinos, Morales, Nora, Ote.
ro, Pérez Valiente y Valverde. Son los
que el recopilador cree los más representativos
entre los que han publicado
sus libros desde 1940 a 1950, aunque algunos
tienen obra anterior a la primera
fecha. Probablemente, muchos serán
los conocedores de ¡a gran poesía de
hoy que no estén de acuerdo completo
con el recopilador, porque es evidente
que faltan nombres, importantes; pero
una antología es siempre algo caprichoso
si sólo a su gusto atiende quien la
seleccione, sin proponerse, como en el
caso presente, hacer un estudio objetivo
y crítico del panorama poético que
ofrezca.
En el prólogo, junto a las aclaracio-
ÁNGULO, DIEGO: Historia del Arte.-
Madricl, 1955, XJ2 páginas.
Como el anterior Manual de Historia
del Arte del mismo autor, este «resumen»
tiene unas magnificas cualidades de ordenada
síntesis y rigurosa clasificación.
Aproximadamente de la mitad de extensión
del Manual y con más ilustraciones,
si bien son excesivamente pequeñas, puede
prestar un buen papel a quien se inicie
en el estudio de las bellas artes, siempre
con el eficaz complemento de los libros
de láminas y el contacto directo con
las obras artísticas. La finalidad buscada
se lia cubierto perfectamente.
C. Y.
AROSTEGUI, ANTONIO: El arte abstracto.
«Colección Idearium.» Ediciones Cam,
Granada, 1954.
Dentro de la reducida bibliografía de
arte de nuestro país, resulta escasísima,
por no decir inexistente, aquella en torno
al arte abstracto, acaso el campo con más
interés y atracción de todas las manifestaciones
del arte actual. Por ello resulta
imprescindible el comentario a un
libro como éste que une a su condición
de temática poco frecuente las del acierto,
vigor y claridad conque se ha escrito.
El autor nos dice partir del intento de
«...ensayar una fundamentación teórica
del. arte abstracto sobre la base de una
filosofía existencialista-cristiana, incorporando
al abstractismo una constante de
la cultura hispánica: su realismo.»
Se estudia la paulatina desaparición
del objeto como base de la creación artisíica
hasta llegar al puro subjetivismo,
nes y justificaciones empleadas en estos
casos, el recopilador ~se ha permitido
hacer algunas observaciones a modo
de rápidas pinceladas sobre las características
de los poetas incluidos,
pero no siempre con fortuna, especialmente
en el aspecto histórico-crítico. El
ejemplo más evidente de precipitación
en este sentido lo hallamos en las líneas
en que Millán se refiere a la aparición
del 'neorromanticismo en la generación
aquí presentada. Lamento que
mi nombre tenga que andar por medio.
Dice el recopilador que fueron Bousoño
y Nora los que reaccionaron contra
«.un virtuosismo hueco en manos de
poetas menores seguidores de fórmulas
a la moda». Creo yo —conforme señaló
la crítica a su tiempo— que los.primeros
libros neorrománticos que dio la. generación
del 39 fueron los tiernos y
amorosos «Sonetos de la bahía», de José
Luis Cano, y mis «Poemas del toro».
Aquél apareció publicado en volumen,
y este último, en la revista «Escorial»,
ambos en 1942. Un año más tarde, los
«Poemas del toro» iniciaban la ya tan
famosa colección Adonais. En los primeros
meses de 1945, se publicaba íntegro
en la revista «Fantasía» otro li.
bro de quien esto escribe, que fue calificado,
y lo sigue siendo, de neorromántico.
Era «El corazón y la tierra».
En esa. misma fecha aparecía el número
XVI de Adonais, que nos traía la
obra primera de un joven gran poeta,
poseedor de una auténtica vos propia,
Carlos Bousoño. A finales del año, el
número XXIII de la citada colección
nos revelaba a otro poeta importante:
Eugenio de Nora. Creo que la cuestión
queda aclarada, cosa no muy difícil de
lograr si se pone algo de rigor en una
obra que, como la antología que comentamos,
se propone recoger un momento
de la poesía española. Intentando encontrar
disculpa al error del recopila-
simple revelación de la interioridad del
artista y, por tanto, disminución de la
potencia de comunicación que ha de tener
la obra al desaparecer el más fácil
pedestal de conocimiento que represente
la formalidad del objeto. Este proceso se
sigue cronológicamente desde el impresionismo
con su cierre en Cezanne, siguiendo
por el fauvismo, cubismo, expresionismo
y futurismo para finalizar en la
etapa abstracta, en la cual la emoción
estética ha de estar desnuda, monda de
toda intervención objetiva. De este modo
el artista se zambulle en el más absoluto
subjetivismo, entroncado con la filosofía
idealista. Y aquí Aróstegui apunta con
atino el retraso del arte respecto a la filosofía.
El hecho de que diez años después
de que Husserl preconice el retorno a «las
cosas mismas», la escuela abstractista
busque su verdad en el total alejamiento
de ellas.
Con todo, el autor recomienda el retorno
al objeto: «Y si fue posible la pérdida
de la realidad objetiva partiendo del realismo
de Velázquez y Goya, del mismo
modo puede ser y ha de ser posible la
reconquista de dicha realidad objetiva a
partir de los fundamentos idealistas...» y,
anteriormente, «igual que el hombre, tampoco
el arte, que es su producto, puede
renunciar al objeto sin hacer, en cierto
modo, un intento de suicítiío.» En esta
parte y conclusión es donde vemos un
cierto flaqueo del libro; realmente, y dado
el corto espacio de tiempo en que esta
subvención se ha producido, no creemos
sea la hora de recomendar de un modo
tajante la vuelta total a un objetivismo
que, por otra parte, y cuantío los años y
el cansancio hayan posado las cosas, habrá
de producirse, fatalmente, aunque
sea üe un modo progresivo y pausado.
Tras este planteamiento y centrar el
problema, Aróstegui entra en el análisis
de las dimensiones del arte y el concepto
de abstracción, pivotes que le conducirán,
naturalmente, a la inmersión de este concepto
en el problema artístico actual.
dor, pienso si le habrá desorientado mi
empleo frecuente del soneto; pero el rigor
formal lo emplearon con muchísima
frecuencia los románticos del XIX.
Ahí están las octavas reales del «Canto
a Teresa» y algún soneto del mismo
Espronceda las. que escribieron García
Tassara, Carolina Coronado y otros muchos;
las octavas de Selgas, la epístola
a Menéndez y Pélayo y a Giner de los
Ríos Que escribió en- tercetos Ruiz Aguilera,
la que escribió «A Pedro», también
en tercetos, Eulogio Florentino Sanz,'
etcétera, etc. No hay que confundir forma
y fondo. Es un error en el que no
se puede caer al hacer crítica, aunque
sea a brochazos.
De los poetas incluidos en la antología
no es cosa de hacer la crítica aquí.
Casi todos son sobradamente conocidos,
RAFAEL MORALES
RAFAEL MILLÁN '
VEINTE
POETAS
ESPAÑOLES
Millán, Rafael: «Veinte poetas». Ediciones
Agora. Madrid, 1955. 327 páginas
100 pesetas.
En esta parte penetramos en la auténtica
medula del libro, tanto en la primera,
muestra de preparación filosófica
y sentido estético, como en la que delimita
y ahonda los grados de la abstracción,
ya de la total —conocimiento confuso
del objeto — , ya de ia formal en sus
tres escalas: física, matemática y metafísica,
en todas las cuales recalca su carácter
de operación sustancialmente intelectual,
esencialmente propia del entendimiento
y no de la imaginación o el
mundo de los sentidos.
El libro, ilustrado con esquemas y una
serie fotográfica de reproducciones, constituye
una excelente aportación al conocimiento
del arte ultimo, en la que su
lenguaje sencillo y conciso, sin lastre de
verborrea ni oscurecimiento de—conceptos,
desarrolla en un cerrado estudio gra- ¡
dual, y con profunda claridad, el fenómeno
artístico más enraizado con nuestro
tiempo.
J. M. J
BONET CORREA, JOSÉ: Régimen jurídico
del hospedaje y hostelería. Colección
de libros jurídicos, Ediciones Rialp, S. A.
Madrid, 1955. 25R páginas.
Si alguna vez se ha dicho con razón
que un libro viene a llenar un vacio en
la literatura sobre la materia, es en esta
caso. Resulta difícil encontrar todas
cuantas disposiciones legales existen sobre
una materia determinada. Y concretamente
sobre el tema de la hostelería nadie
se había preocupado de agrupar las
disposiciones que le afectan y que proceden
de campos tan diversos como e[ civil,
el mercantil, el administrativo, el turístico,
el policíaco, el laboral, el de seguridad
social, el financiero y el fiscal. Todo
1 de agosto de

esto se encuentra sistematizado y concordado
en el libro de Bonet Correa. A este
estudio práctico, extenso, procede otro teórico
que ocupa las cuarenta y cuatro primeras
páginas, en el. que se expone de
manera sencilla la problemática del contrato
de hospedaje: su naturaleza jurídica,
sus clases, elementos, derechos y deberes
del hostelero y el huésped y modo
de extinción. Temas todos ellos cuyo esquema
es necesario conocer al que desee
comprender la parte práctica del libro.
J. M. D.
'COSSIO Y CORRAL, ALFONSO: Eli-dolo'
• en el Derecho civil. Ed. «Revista de
Derecho privado*. Madrid, • 1955. 382
páginas.
El dolo, que en el campo del Derecho penal
tiene una suficiente literatura jurídica,
está en España huérfano de un estudio
sistemático profundo, Es imposible abordarlo
de una vez en una sola monografía.
Por eso, el catedrático de la Universidad
de Sevilla, al plantearse el problema en el
Derecho español, ha querido huir del
propósito de «construir una teoria de los
llamados delitos civiles». -Más bien el in-.
lento del profesor Cossío lué estudiar el
funcionamiento de los medios de persecución
y defensa frente al dolo: las acciones
y excepciones. Y el resultado es
este libro, en el que Cossío recoge, por
añadidura, gran parte del fruto que modestamente
creyó no podría alcanzar.
Porque es lo cierto .que su planteamiento
casuístico da una . base sólida para
adaptar las enseñanzas de la teoría a
nuestro Derecho, cosa que en gran parte
ha hecho el mismo autor.
J. M. D.
"GUERRERO BURGOS, A.: Grandezas y
títulos nobiliarios. Madrid, Ed. «Revista
de Derecho privado», 1954. 682 .páginas.
i
Este libro, que aparece cuando J^s circunstancias
lo hacen particularmente interesante,
tiene el mérito de la sencillez.
Está hecho pensando en que ha de ser
manejado por personas que no son juristas
profesionales, sin que esto quiera decir
que no sea útil también para los técnicos
del Derecho, sobre todo por los datos
recogidos en sus apéndices: Nobleza
anterior a la República de 1931, cuestiones
relativas a rehabilitación de títulos
españoles, régimen de los titulos pontificios
y títulos extranjeros y relación alfabética
de grandezas y títulos nobiliarios
de España. A todo este material precede
el estudio sustantivo de la nobleza,
el procedimiento relativo a todas las materias
que pueden plantearse en torno a
ella, la exposición clara del aspecto liscal
y la recopilación de las disposiciones
legales, jurisprudencia y formularios.
J. M. D.
CORMIER, ARISTIDES: Mis conversaciones
con Maurras y su vuelta a la Iglesia.
— Madrid, Editora Nacional, 1955.
110 páginas, 30 pesetas.
El canónigo Cormier es un testigo de
excepción de la vuelta a la Iglesia de
Charles Maurras, puesto que fue él, por
encargo del arzobispo de Tours, quien
mantuvo con él, viejo político francés, de
marzo a noviembre de 1952, una serie de
conversaciones, cuyo resultado fue positivo:
Maurras, que había perdido la fe
en su juventud, se rindió, por fin, a la
evidencia de lo sobrenatural, recibiendo
los sacramentos días antes de morir en la
clínica de Turena. adonde se trasladó tras,
de sus años de prisión.
Estas breves páginas e'stán escritas de
manera sencilla y directa, como un testimonio
que son. La predicción de su madre
que poco antes de morir, dentro de la
Iglesia, le había dicho: «Carlos, tú harás
como yo», y la devoción que siempre tuvo
a Santa 7.eresa de Lisieux —cuya hermana
Inés jugó un pape! tan decisivo en
el levantamiento de la condena de «L. Action
Francaise» — y a Pío X, entonces aún
no canonizado, fueron derribando todos
los obstáculos que su racionalismo presentaba
aún, cuando ya su vida iba a extinguirse.
Santiago Galindo ha escrito un largo
prólogo, centrando la vida y lü obra de
Maurras en aquella República a medio
hacer que fue la III Francesa. Aparte de
su valor como ambientaclón para comprender
la figura que el canónigo Cormier
nos presenta sólo en su fase final,
tiene un interés positivo como síntesis de
la doctrina maurrasiana, tan compleja y
desperdigada por sus múltiples escritos.
Ha de señalarse especialmente, y dentro
de su ataque global a las democracias
parlamentarias, su visión de la Monarquía
— hereditaria, tradicional, antiparlamentaria
y descentralizada— y su idea de
ATENEO
la autoridad, tanto en sus limitaciones
frente a las auténticas libertades de los
subditos como en su origen y legítimo
ejercicio. Ambos aspectos están cumplidamente
expuestos en dicho prólogo.
C. .V.
DIAZ-PLAZA, FERNANDO: La v^da norteamericana.
Colección 21. Esce 1 i c e r,
S..L. Madrid, 1955. 208 págs. 35 ptas.
La vida norteamericana es un delicioso
libro, ameno y subjetivo, escrito en
breves capítulos llenos de observación.,
por Fernando Diaz-Plaja. La vida en Norteamérica,
a lo menos en sus rasgos esenciales,
ha sido captada por Díaz-Piaja
con verdadera agudeza, presentándonos
una serie de noticias y comentarios en
extremo sabrosos. El niño, la mujer, el
hombre norteamericanos, la edad del
amor, el hogar, las comidas, los impuestos,
el auomóvil, el cine, la Universidad,
el trabajo, etc., todo ello va desfilando
ante unos ojos españoles que buscan contrastes
y semejanzas para transformarles
en" deliciosos comentarios.
R. M.
FRAGOSO DEL TOKO, VÍCTOR: La España
de ayer (1909-34). Editorial Miñón,
S. A. Valladolid, 1955. 45fi páginas.
fiO pesetas.
Víctor Fragoso del Toro ha sentido la
necesidad de dar a la juventud española
un testimonio preciso y fiel de lo que fue
la España inmediatamente anterior al 18
de julio, y para ello, ha escrito una historia'
política de España desde la Semana
trágica de Barcelona, en 1909, hasta el
mismo 18 de julio.
Sin embargo, este primer tomo ahora
publicado, llega ya hasta 1934, es decir,
que abarca veinticinco años, en tanto que
el tomo segundo y último únicamente
comprenderá dos años. Imagino que esta
diferencia se debe, íundamentalmente, al
hecho de que .estos dos años Víctor Fragoso
del Toro ya no es un mero historiador,
sino que participa activamente en
esa política española objeto de su libro.
En el tomo que ahora nos ocupa, Fragoso
del Toro ha recogido inteligentemente
materiales de diversas procedencias
para lograr con todo ello una visión bastante
eicaz de la situación política española.
Acaso a los hechos narrados por
Víctor Fragoso del Toro les falte, con aiguna
frecuencia, una interpretación propia
que delimite bien el alcance y las
consecuencias de aquellos hechos, pero en
(todo caso queda constancia de ellos, con
lo que se proporciona una inapreciable
Información a la juventud que nada o
muy poco conoce de aquellos turbulentos
años dG' la política española.
J. E. A.
¡IOCHT, JOHANNES MAHtA: Los estigmatizados.
Madrid, Ediciones Fax, 1955.
270 páginas. 160 pesetas.
Todo los años, por Semana Santa, la
prensa nos vuelve a recordar el extraordinario
caso de Terc-~a Neumann, y la pequeña
aldea de Konnersreuth atrae de
nuevo la atención de todo el mundo. Esa
irrupción de lo sobrenatural entro las noticias
de cada día, es como un símbolo
de otro mundo distinto y superior.
El fenómeno ínísMoo lie la estigma'j'zación
es estudiado en e^te libro, a la lux
de la doctrina ie la Iglesia, a medida que
se examinan casos históricos concretos,
escalonados en el tiempo desde San Francisco
de Asís hasta nuestros dias. La obra,
que aunque se publicó en Alemania en
1951, estaba escrita bastantes años antes,
va precedida del prólogo que Górres escribió
para su «Misión cristiana» en 1738.
HISTORIA
C. V.
ILEANA, PRINCESA DE RUMANIA: Memorias.
La vida vivida. Luis de Caralt,
editor. Barcelona, 1955. 297 págs. 60
pesetas.
Luis de Caralt lanzó nace ya tiempo
una interesante colección en la que se reflejan
los episodios más importantes de
la tormentosa vida política y bélica que
hoy vive el mundo. Esa colección se titula
La vida vivida, y en ella han aparecido
más de treinta títulos, siendo e!
último las Memorias de la princesa Ileana-de
Rumania, quien nos narra con
arte de escritora y con realismo histórico
su vida a través de los acontecimientos
de su hoy desdichada patria. Los días de
la monarquía, el breve y complicado reinado
de su sobrino Miguel, el terror marxista,
el destierro... En todo ello hay una
legítima verdad junto a una emoción que
palpita viva en estas páginas llenas de
interés.
R. M.
POESÍA
COTRUS, ARON. Rapsodia ibérica. Ediciones
«Carpati». Madrid, 1954. 94 págs.
Hace ya catorce años llegaron a mis
manos, y en magnificas traducciones de
mi íntimo amigo el malogrado e inteligente
Cayetano Aparicio, inolvidable para
" mi, los primeros poemas de Aron
Cotrus que se vertían al español. Me
asombró el genio épico del gran poeta
rumano, fervoroso cantor de su patria,
devastador vehemente, volcánico, luminoso
de la terrible Rusia. Hoy he vuelto
a entusiasmarme con un nuevo libro
suyo, escrito para cantar a España, que
le ha tendido sus generosos, sus amigos
brazos, cuando el poeta se ha visto obligado
a permanecer lejos de su Rumania.
La Rapsodia ibérica, canto apasionado
a España, es un hermoso libro que habría
que analizar despacio, cosa que en
una simple reseña o noticia es imposible.
Late en estos versos, llenos de fuerza,
un amor entrañable a España, junto
a una .extraordinaria poesía, donde se
funde lo épico y lo lírico. Cualquier trozo
del largo poema puede mostrarnos la
alta calidad que se encierra en estas páginas
cálidas. Véase, por ejemplo, parte
del dedicado a cantar al Cid, surgiendo
de la tierra española, tronando sobre su
cielo:
.... y como a través de azules e infiní-
[tas murallas
— del abismo de tus entrañas bruscamen-
Intente ^urgido —
cabalga,!' veo, en la tormenta, al Cid.
Tiembla la tierra bajo el peso de hierro
del tempestouso ibero;
su frente parece alcanzar el cielo.
Bus miradas, espadas ¡ulmíneas,
desgarran y siegan en fie
a los que quieren, tener a España aún y
[aún
con la cerviz bajo sus talones de peñasco.
Con ímpetu .hacia victorias y castigos,
de srn- terrible cadera forjó Castilla ~a su
[Cid,
para lanzarlo como a una tropical torí
menta, algún día,
imperial-mente, hacia í«s tierras del Sur.
La Rapsodia ibérica lleva un certero
prólogo de Camón Aznar y un magnííico
estudio de Soreda Blanes; además, un dibujo
de Vázquez Díaz. Es de lamentar
que la tirada de esta obra sea sólo de
cien ejemplares, no puestos a la venta.
II. M.
MUÑOA, MARGARITA- Vrimem voz.
Cuadernos Julio Herrera y Reissig. Montevideo,
1954. 19 páginas.
Ortiz Saralegui, gran poeta uruguayo,
dirige con acierto indiscutible estos pequeños
Cuadernos Julio Herrera y Reíssig,
en donde nos va dando a conocer voces
nuevas de la poesía de su país, a la
vez que recoge las voces más auténticas
de Hispanoamérica. Primera voz es la
primera publicación de una poetisa nueva
y • muy joven, Margarita Muñoa, que
nos sorprende con unos buenos versos,
promesa de fruto cierto. Late en ellos
clara autenticidad, sentimiento legitimo,
vivacidad para captar la imagen expresiva,
fuerza . sugerenle, profundidad. He
aquí una bella estrofa de la joven poetisa
uruguaya, donde podremos encontrar
algunas de las cualidades señaladas, impregnadas
por un impresionismo certero:
Vuelvo a buscar tu nombre, herida-
[•mente,
pnr una extraña escala de vacio.
Desde los lirios solos de tu frente,
una nave de sombra hiere el río.
R. M.
PEDEMONTE, HUGO EMILIO: La poesia
de Jean Aristeguieta. (Estudio y antología.)
Ediciones Agora. Madrid,
1 1955. 232 páginas.
Hugo Emilio Pedemonte ha heclio ur.
detenido estudio de la obra (Je la poetisa
venezolana Jean Aristeguieta. A conxínuación
ha incluido una antología de
ésta. Señala con tino Hugo Emilio Pedemonte
diversas .características de la ilustre
poetisa, entre ellas su sentido social,
efusión lírica, prosaísmos, autenticidad,
carencia de expresión lógica, sustituida
ésta por la intuición del . vocablo que
transmite la sensación en forma más
prístina, la unión

«LA EEVÜE NOUVELLE»: EL
TRABAJO DE LA MUJER
E
L problema del trabajo femenino
ña ido presentando aspectos muy
diversos en el curso de los últimos
decenios. Últimamente, de modo semejante
a la mayor parte de las viejas
cuestiones laborales, este factor en
la vida de la producción avanza también
hacia su plena solución teórica.
Se trata hoy, en general, en estas
cuestiones, mucho más de problemas
de voluntad que de descolnocimiento
de los caminos adecuados para su resolución
normal. La legislación laboral
y las distintas! tendencias contemporáneas
de la política social, si bien
no pueden satisfacer todavía a un
concepto del hombre, de la familia y
del trabajo humano que tenga en
cuenta la plenitud de la dignidad de
la persona, marcan., al menos rutas
bastante sólidas piara el mejoramiento
de la condición de los trabajadores,
en condiciones que resultaban un lejaimo
ideal para las generaciones: obreras
de hace algo más de medio siglo.
En un trabajo de Marcel Laloire,
publicado en el número de mayo de
«La Revue Nouvelle», dedicado a l¡i
exposición de diversos (latos recientes
relativos a la cuestión del trabajo de
la mujer, sé plantean consideraciones
interesantes que brotan de! examen
de algunas cifras y factores de evolución
característicos del mundo laboral
francés y belga, pero que resultan
de mayor provecho que una
mera curiosidad [anecdótica si se toman
como punto de referencia para
observar la evolución que presenta la
sociedad española en esta misma materia.
Una cifra estadística elemental sirve
al autor del trabajo que comentamos
para fundamentar una consideración,
ya clásica, entre los pensadores
sociales cristianos que se han
preocupado de las consecuencias y
materiales que la incorporación de la
mujer al régimen moderno de trabajo
traía consigo. En unió de los últimos
años, la población activia total
de Bélgica se elevaba a casi tres millones
y medio de personas, de ías
cuales algo más de dos millones y
medio eran hombres y ochocientas
veinte mil mujeres. En esta población
«no activa» quedan comprendidas
conforme a los criterios usuales,
todas las mujeres que permanecen
dentro del hogar, así como la población
juvenil de ambos sexos dedicada
a las tareas estudiantiles.
Aun reconociendo M. Laloire que al
excluir los estadísticos del encasillado
de población activa a todas las
esposas y madres de familia que no
limitan a odio horas por día ni a
cuarenta y ocho por semana el tiempo
de. su dedicación al hogar, no haceai
otra cosa que distinguir al sector
de población que ejerce una profesión
en la industria, el comercio, la
agricultura o la administración de
aquellas otras, personas que oficialmente
no ejercen profesión, ya que
en el concepto administrativo de profesión
no tiene cabida la ocupación
de llevar una casa, cree esencial subrayar
la considenaible importancia de
esas actividades hogareñas o doméstiaas.
«Se ha calculado en Francia
— argumenta a este respecto— que
el conjunto de la* ocupaciones domésticas,
dejando aparte los cuidadoS
directos ocasionados por la presencia
de los hijos, representaai unas
cincuenta horas de trabajo por semana.
Además, se han cifrado en más
de once horas por semana la duración
de los cuidado* domésticos! a> los
hijos, cuando se tiene uno; en quince
o dieciséis horas, cuando se tienen
dos; en veiffite horas, cuiamdo se tiene
un mínimo de tres. Si se quiere destacar
con una fórmula expresiva el
papel esencial de las amas de casa
en la economía del país, puede afirmarse
que la actividad doméstica representa
un número de horas de tra

qSBBABBV
La pintura
y
ei
sentimiento
inconsciente
II AGE algunos meses visité ea San-
** tt*g» 1* exposécióa ¿te pintan» de
José Francisco. Tras el examen minucioso
de las obras expuestas se fueron
apoderando de mí dos impresiones muy
distintas» Por una parte, era evidente
que el autor sabia aScaaxadtt en sos
cuadros una técnica refinada, que había
interpretad» a perfección el color
y el espürfta def paisaje gallego; que
había sabid» jugar admirablemente con
taces y sombras;, que sabia lograd»
inspirarse amorosamente en el manso
fluir del riachuelo, en el camine sflíee»
y serpeante, en el monte ceniza o
en el bosque polícromo del otoño iniciado»
José Francisco había aprendido
may Mea a presentar a eada cosa «••
me es, ett un sano naturalismo sin destemplanzas;
pero, al mismo 6empo( había
conseguid» iguatattnte qoe todas 7
cada une de so» paisajes tuvieran ttn
soplo de emociones indefinibles que loe
entornaran eom© ant balo. Uno no sabría
decir, de momento, a qué era debida
la vaga Impresión melaneeliea que
dejaba en nosotros la contemplación de
las obras expuestas. To recuerdo que
at abandonar el local donde los cuadros
se exhibían, me preguntaba interiormente
en qué consistiría ese «algo»
indescriptible «ve teñí» aquella prodaeei6n
pictórica. I*a respuesta no la lave
entonces. IJa adiviné más tarde, a] releer
un düa nn lBir» inmortal, cuy* título
me evoca para nada et Arte de la
Prntnra. Me refiero a la «Polfllca», de
Aristóteles.
Ea el eapitttlo V dei Bbre quinte eseribe
el genio griego: «Los demás senttdos,
como el tacto y «1 gusto, no reproducen
en ninguna, extensión la» impresiones
morales; d sentido de la vista
lo hace suave 5* gradualmente; las
imágenes visuales, poco a, peca» terminan
pw obrar sobre, los espectadores
«oe b* contemplan,.» A eontinuacmn;
de esté pasaje, Aristóteles se extendí»
ea una serla de- consideraciones relativas
a & infinntsia de la música so»
slea —

o.
Vlerge
La ¡lustració
se ín
Ü
H estudio paralelo, a lo largo de
unas daceaas de anos., de la ilustración
de revistas y el tema que,
le sirva de apoyo —la noticia, e!
euento, el poema...— da como resultado
la tremenda diíeréncia de cambio
que ha habido entre ambos, la inmensa
zanja que los dibujantes han saltado
en este tiempo, el giro absoluto de
cruz a eara, de anverso a reverso,
de si a no, por que Isa pasado la estampa.
De ceñirse al asunto como una funda
buscando la anécdota básica, el
detalle earacterizador, el personaje
central o la descripción minuciosa,
a prescindir totalmente de ellos para
abstraerse en una simple viñeta decorativa;
de zambullirse integramente
en el tema y empaparse de tal modo
éon lo literario, que, en ocasiones, la
estampa llegaba a tener vida propia
y expresaba por si sola, sin necesidad
de lectura, el suceso o motivo que contenía
el cuerpo de letra, a quedarse
en pura creación artística, sin supeditación
ninguna a lo literario, simplemente
complementándolo como un
agregado estético, y, desde luego, no
dándonos fuera de texto la clave del
motivo que le dio origen; de humanizarse
a deshumanizarse, de concretarse
a abstraerse, de Kteraiurizarse
a independizarse.
do o perdido con el cambio, uno sólo
sabe si le gustaba mis aquello o esto,
y no lo dice. Lo sucedido tenia que
producirse como consecuencia inevitable
de la gigantesca sacudida que
ha movido el arte ea el último medie
siglo. Pero » hay algo que conviene
apuntar como freno que pudo contener,
al menos en parte, este salirse
de madre de la ilustración: es su papel,
IU finalidad. La ilustración está en fim-
JOS
cien del texto literario, subordinada a
él y sólo a él debe servir. No cabe aquí
e! puro abstractismo porque en este
momento traiciona su misión de ilustrar
y pasa a convertirse es complemento
estético, en su igual categórico,
eon la diferencia de calidades que
entre ambos puede existir.
Si volvemos el motivo del revés y
pensamos ea una edición de reproducciones
de Picasso o Chírico comentadas
ilustradas literariamente, por un poeta;
Cocteau, vgr., veremos que este desorbitamíento
no se produee en literatura.
El escritor, ei ilustrador en este caso,
no prescindirá nunca de Picasso o
Chineo, no se independizará de manera
tan obsoluta que llegue a olvidarse del
objeto que debe cercar, asediar con
su pluma. Su misión es servir y sirve,
sin que esto quiera decir que no pueda
llegar a sobrepasar artísticamente
aquello a que está obligado.
E* difícil buscarle un campo medie
a extremos tan opuestos, y en case
de encontrarlo, de nada nos habla de
servir, ya que hoy de narta sirve fijar
teóricamente un camino ideal a seguir,
dado que el artista está forzado a marchar
inexorablemente, fatalmente, por
aquel que su momento y circunstancial
le marean. Uno piensa sencillamente
que ia ilustración actual es fiel a su
época y, en gran parte, infiel a su
misión, en tanto que ta otra, ia de
medio siglo atrás o incluso la más cercana
{¡«Blanco y asgro de las convalecencias
de la infancia», con ilustraciones
de Méndez Briaga, Sancha,
Manchón, Regidor...!), si bien se limitó
escuetamente a su cometido,
tenia tal carga de lastre y ganga,
encantadora maldad y.sensiblería que
no hubo más remedio que arrojarla
por ia borda, aun a riesgo del naufragio.
1 de agesto áe 1955

MARÍA JOVE
T» a ella so noa acarearan mas
el «amanero, «I gusto estragado» y,
sobre todo, la nostalgia. Si acaso, también
las incursiones que de cuando en
cuando hacen allá el humor atros, e!
eollage y el surrealismo.
Esto en lo que se refiere a la masa
anónima de los torpes y sensibleros;
de otro lado, y sin llegar a la genialidad
de Doré o Daniel Vierge, tenemos
los nombres de Steinlext, Garan d'Ache,
Seymeur, Phiz, Ágeles, Moría, Seoít,
Fotaiii". a los cuales nunca podrá
negárseles su técnica magistral, instinto
para seleccionar los cogollos
propicios del tema y garra para trasladarlos,
su mancha y linea de una
plasticidad admirable, fijando como
un sello los rasgos y atuendo de un
personaje, los apuntes de paisaje, ¡a
eseenografía de un interior.
El artista actual, obsesionado por
el caballete o el mural, jugando sus
bazas a César o nada, ha olvidado el
ancho campo que la ilustración abre
a un buen dibujaste. Birlase que esta
casilla del género menor le viesa
estrecha s sus ambiciones.
Es triste esta renunciación unánime
porque envuelve el gran error de ereer
que el hecho de enltivar un arte mayor
—el lienzo y el óleo o el fresco y
el mure— conceden ya de por sír y en
cualquier caso, una categoría superior
a la dedicación artística de tono menor.
No es el género sino la calidad de la
otea, su estilo, forma y contenido,
lo %ne ha de alzar o hundir es Ss
sombra a un artista.
Si pensamos en los nombres antes
citados, la conclusión es evidente; la
ilustración se ha independizado, se
ha desligado de su auténtico y único
fin, y, lo más lamentable, ha venid®
a
IVfantpaao
ATENEO
s *
EXPOSICIÓN DE PFNTURA
EN EL CLLB DE PRENSA
f% RGANIZADA por U Aviación Continental de InteieetaiaSes de Ewe-
^ pa se ha celebrado en el Club de Prensa ana exposteiós de pintores 7
escultores actuales, 1* maestra es esteno* —Si obra* de 25 artistas—, coa
grandes altibajos de calidad y meada de estilo*, No obstante, evidencia oa
interés el hecho de que en eila. figuren nomine» como Pancho Cossío, Bien»
ehs Gal, insta Guillermo, Juan Antonio Morales, Vargas Rttiz, Mastieles,
Pererejo, Francisco San José-.
Hay obra conocida ai lado de otr» en la que aan apaeeee frese» el bwrdíz
del taller, diversidad de técnicas, ñamares 7 motivo» y na elar# afán
de ampliar en lo posible ei reducido número de expositores «ue monótona-
«cate se repiten a todas las colectivas. Paradójicamente vemos a^oi aa
fallo: no haber «aerificad» la extensión a la Bdd

Con Manuel de Pedrolo
Al escritor, el estilo se le tace a pesar si
El protagonista "se presenta
espontáneamente"
J-IAY que "ver lo que ha trabajado
Manuel de Púdralo en poco mas de
diez años. Si contáramos toda su producción,
la que ha escrito y conserva,
en su mayor parte inédita, sumariamos
más de treinta títulos. Poesía, cuento,
novela,, teatro; todo lo ha emprendido.
No en vano concibe Pedrolo el menester
del escritor como una «dedicación
total». Es el suyo un caso claro de vocación
decidida qua, con paciencia y
tenacidad, va superando todos los obstáculos
basta establecer lo que para un
escritor es esencial: el contacto con el
publico. Cinco libros lleva, publicados
Manuel de Pedrolo, y esto, dada la limitación
editorial del mercado para las
publicaciones en lengua catalana, es
un triunfo notable. De estos cinco libros,
dos —dos novelas precisamente—
han aparecido este mismo año. Esto
Quiere decir que Pedrolo está en ese
momento bueno de la vida del escritor,
en que éste pasa de solicitante s
solicitado; ese momento en que empieta
a «contar» en el mundo literario.
Vale la pena, pues, que traigamos a
estas columnas, precisamente ahora, a
Manuel de Pedrolo.
Las dos novelas publicadas recientemente
son: «Mr. Chase, poden sortirs
y «Estrictamente personal». Pero bueno
será que, antes de llegar a ellas, demos
un repaso a la obra anterior.
LA POESÍA, PRIMERO
La poesía, primero. Porque el primer
libro que publicó Pedrolo rué tm libro
de poesía. Y porque la poesía, mejor
que nada, es ia que nos da el tono 7
la situación de un escritor. El libro,
ademas, llevaba un título expresivo:
eEsser en el mon», ser en el mundo.
—«Esser en el mon». como la mayor
parte de mis otros libros, plantea el
problema del hombre abandonado en
el mundo a la hostilidad de sí mismo
y de los otros; a la hostilidad, a ia
necesaria incomprensión de todo lo que
le rodea. Su soledad tota! se expresa
hasta el paroxismo.
Pedroio se interrumpe.
—Pero para hablar de este libro necesitaría
otro libro.
Siempre ocurre asi con la poesía.
CUENTOS, NARRACIONES, «SUCE-
SOS»: EL NOMBRE ES LO DE
MENOS
«Esser en el mon» se publicó en
1949. Los dos libros siguientes aparecieron
en 1953 y 1954.
—En «El prerai literari i mes coses»
recogí mi escasa producción de cuentos,
escrita en el transcurso de más de
diez años, por lo que en el mismo se
dan cita distintas, incluso encontradas
maneras de mi personalidad.
Acaso fuera esa recopilación lo que
despertó en Pedrolo una de sus dedicaciones
mas características.
—Posteriormente he dedicado mucha
atención al cuento, cuidando siempre
mucho una cierta integración, técnica
o temática.
Un año después aparece «Es vessa
una sang fácil», narración que él subtitula
—Pedrolo tiene afición a esos
subtítulos que precisan la intención o
el alcance del libro— «fet divers», suceso,
—«Es vessa una sang fácil» no es
más que un «fet diversa, y asi lo he
subtitulado,, en el que aparte de la narración
actual hay una serie de cuñas,
con las que intento interpretar a mis
personajes, sus situaciones, sus caracteres,
sus complejos... O con las que
he tratado de precisar fechas, interpretar
agonías, etc. La considero una narración
violentamente realista.
1955: DOS NOVELAS
Y llegamos a 1955 y a las dos novelas
que acaba de publicar. Digo novelas,
aunque a una de ellas Pedrolo la
haya subtitulado «especulación».
—En «Mr. Chase, podeu sortirs
especulación en la que se ofrecen en
contrapunto capítulos centrados en esta
vida y en otra, situada más allá de la
muerte, he intentado mostrar la absurtíidad
de nuestros problemas y la gratuidad
de las respuestas que les damos:
cómo nunca podemos llegar ai
fondo de nada, cómo intentamos enga
ñarnos a nosotros mismos confiando
en pequeños indicios, en apariencias...
La otra novela no lleva subtítulo.
—«Estrictamente personal» es una
novela de corte realista, como todas
mis novelas, cuya acción transcurre en
una hora real. Creo que, proporcionalmente,
he escrito la novela más larga
4el mundo, aunque sin
proponérmelo. En sus páginas
he querido reflejar
la vida, amores, aspiraciones,
terrores y añoranzas
del hombre vulgar y
corriente. Creo que en el
fondo en un libro deprimente.
COMO NACE OKA
NOVELA
Vista la obra, pasamos
al obrar, a los medios y
modos de trabajo del novelista.
La primera pregunta
debe referirse, lógicamente,
a como suele
producirse en él la conr
cepción cié sus obras narrativas.
—Existe un problema
que me preocupa y unos
hombrea (yo entre ellos)
que deben enfrentarse
con él. Pero este problema
determinado surge de
determinadas situaciones,
en las que en este momento
se encuentra alguien.
Alguien puede ser
cualquiera o no serlo. De.
pende, sobre todo, del
problema. Y este alguien
se presenta espontánea- \¿
mente. En realidad, exis- *'--—
te ya; sólo es necesario
encontrarlo, cogerlo. Esta es ía tarea
del novelista.
Y COMO SE HACE
Ya tenemos, con esa «presentación
espontánea» del protagonista, concebida
la novela. Ahora falta escribirla.
—Nunca tomo notas ni escribo guiones
para mis obras. El mundo que después
fijaré en el papel vive en mí, o
yo vivo en él. Cuando estamos suficientemente
compenetrados el uno con el
otro empieza la obra escrita. Un promedio
de doce páginas diarias, sí es
posible de un tirón, por la mañana;
si no lo es, contra viento y marea
aprovechando retazos de tiempo. Lo
esencial para mí es no perder el impulso.
Lo esencial es el impulso; pero esto
no quiere decir que no haya en Pedrolo
una preocupación técnica.
—Desde luego, la técnica novelística
es un asunto que me preocupa extraordinariamente.
Creo superado el tiempo
de la novela que podríamos llamar,
para entendernos, tradicional. Las posibilidades
técnicas de la novela son infinitas,
y todos los experimentos están
permitidos. A pesar de ello, no hay que
olvidar que el experimento no debe ser
gratuito. Cada obra exige una técnica
determinada, precisa. He intentado ser
fiel a este principio en todas mis novelas,
dando a cada una de ellas una
técnica distinta.
LA EXPERIENCIA Y EL ESTILO
Pero no nos limitemos a la novela.
Ya antes hemos hablado de «dedicación
total». ¿Qué entiende por ella Pedrolo?
—Creo que el escritor no debe limitarse
al cultivo de im solo género literario.
Hay que probar en todos los campos:
novela, poesía, teatro, ensayo, etc
Ni que decir tiene que no hay escritor
dotado para todos ellos, pero la experiencia
que con ello se adquiere siempre
es aprovechable, e indefectiblemente
enriquecerá a cada uno para aquella
especialidad en que tiene probabilidades
de triunfar, tal vez de durar...
Y, al fin, inesperadamente, pero lógicamente,,
si bien se mira, desembocamos
en el problema del estilo. Lógicamente
digo, porque el problema del estilo
no es un problema previo, sino algo
que se ve, que se va viendo al andar.
Alguna vez ha dicho Pedrolo que al
escritor el estilo se le hace «a pesar
suyo».
—En efecto, creo haber dicho esto.
Y con ello quería indicar que no me
parece necesario que el escritor se esfuerce
en adquirir un estilo propio. Si
Manuo! de Pedrolo
1 de agosto de 195S

es un verdadero escritor, este estilo
suyo, y sólo, suyo, se le dará aunque
procure evitarlo. Toda su obra, por distinta
que sea en intención o en técnica,
lo traicionará. Lo único que podemos
hacer es mejorarlo o empeorarlo,
I OS arbolas tienen un vente Que a»
pierde en dulce pastosidad, y parece
como si se fuera a fundir de puro
difuminado. La correa amplia de cabezas
se mueve hacia nosotros, el rio
de seres anónimos se nos aproxima, y
cuando empezamos a lanzarnos por la
ligera pendiente, si retiramos nuestra
vista de la lejana perspectiva y la ponemos
en lo mas inmediato, vemos
cómo ahora uno, luego otro, solitarios
o en grupos, los hombres se van arrancando
de la turbulencia, como si se
destacaran de la penumbra del anónimo
y dejaran de ser sólo una pincelada
en el color confuso, para individualizarse,
recortarse, concretarse, cobrar
personalidad.
Pronto nos hemos perdido también
nosotros en la masa anónima. Pronto
no somos mas que la gente de la Rambla.
Aquí no ocurre como en otros paseos
donde a io mejor uno les cuenta
a nuestros amigos que nos ha visto con
el cuello de ia camisa abierto y la corbata
caída. Aquí vale todo: el traje
pulcro y ios pantalones remendados, el
jersey azul sobre una falda gris, una
falda sencilla y pasada de moda y el
vestidito blanco de la niña que tiene
apenas cinco años y unos cabellos de
oro tocados con un menudo gorro
blanco.
Somos los hombres de la Rambla. No
importa que algunos estemos sin trabajo.
Que cuando vayamos a sentarnos
a la mesa tengamos que pensar con rubor
que nos van a regalar la comida-
No importa que estemos definitivamente
fracasados y vivamos en casa de un
pariente. Lo importante son las manos
caídas en los bolsillos, los plátanos altos,
la muchedumbre sencilla, anónima;
el perfume, el movimiento, el rumor
siempre abierto, azul y abierto al
espacio de la Rambla barcelonesa.
Pero ahora hemos llegado a la iglesia
de Belén, como ese almohadillado
sabroso de piedra barroca, y un San
Ignacio, tan barcelonés como nosotros,
los hombres de la Rambla, a la derecha
de! pórtico. Detrás de ese quiosco
de periódicos, con sus revistas y sus
libros como una exposición coloreada
de ropa tendida, empiezan los puestos
de flores.
Aquí fracasan los pinceles de ios impresionistas.
Si tuviera que definir la
Rambla, diría que ahora, embocando
entre sus flores, me meto en un cuadro
impresionista francés. Sin embargo,
ningún impresionista hubiera conseguido
ese verde de los plátanos frondoso,
cada vez más blando, fuerte,
apretado, pero también alejado, alejándose
cada vea más y desvaído, porque
no tiene compactes ni pesa, ni se
agolpa.
Es un verde- en indefinición absoluta.
I/as hojas se han difuminado en la
fronda y las frondas van a difuminarse
en el aire y el cielo. Y abajo, a un
lado y otro, el pintor ha trabajado a
brochazo limpio,, y de cuatro pinceladas
ha despachado ese montón de claveles
brotando de una jarra, brotando
de los puestos de ñores, y na pintado
esbelto con el blanco para evocar la
forma carnosa y pura de los lirios, y
ha tenido que mezclar el rojo y el
amarillo, de prisa, precipitadamente,
para que el sol no se escape antes de
que él haya acabado esas carnosas rosaa
de piel de naranja.
A esas rosas, lo mejor de la Rambla
(en la Rambla, hay de t«to; y a un
ATENEO
pesro- el estilo siempre está ahí, a la
vuelta de cada frase.
Pensamos que en el hombre también
el estilo está ahí, a la vuelta de cada
respuesta.
L. G,
a de las Flores
viejos mal trajeados venden rosales,
plantas, geranios en macetas, semillas
y bulbos de flores), las llamaría
las rosas de la desesperación.
Las rosas que tienen alas de naranja,
de oro o de sangre -—también de
terciopelo— son implacables con esas
pobres floristas si no se las compramos.
Si vosotros pasáis por delante de
las rosas y las despreciáis, y a última
hora, cuando ya se van a retirar las
floristas, porque hoy es domingo y mañana
es la fiesta de las floristerías y
no se trabaja, las rosas no han desaparecido
de ios puestos de flores, esas
mujeres volverán a su c&suca con el
corazón desesperado.
Y hay un puesto hermoso, lozano,
exuberante todavía, a última hora. Y
las rosas, frescas, mojadas., se aprietan
en almohadones de hojas de un verde
maduro. Claveles y lirios en lo alto
Hay muchas rosas. Hay que marcharse
Ya no se venderán. La muchedumbre
anónima de la Rambla no tiene ya
tiempo de comprar esas rosas. Son ya
las dos de la tarde. A las dos y veinte
todos estarán en sus casas a celebrar
en tirantes la comida del domingo.
Pero esa mujer enflaquecida se ha
maquillado ron el garbo de un esqueleto.
Como si un esqueleto se alzara del
sepulcro y se untara el cráneo de carmín.
Está sentada delante de las rosas
sin vender y nos mira trágicamente-
UN PASEO
POR EL ARTE
Jaime Mereatté
le un cuerpo en que
solo feay osamenta. No sé si mira con
tristeza. Pero diriase que h&y en esa
mirada una pregunta, un enigma. Quizá
el malhumor en un comedor sin
ventilación, en un piso nauseabundo del
barrio chino,
Entre tanto, la multitud anónima de
la Rambla se mueve, camina, avanza,
como dos correas que se cruzan, hacia
la plaza de Cataluña, hacia el puerto,
y esa mujer de las rosas sin vender me
recuerda la mirada de una dama flaca,
de piedra, sobre la tumba de un
maravilloso cementerio marino.
Me mira como aquella escultura pagana;
desesperada, que nos pregunta,
que inquiere sobre la vida, sobre la
muerte porque no conoce la verdad, y
para ella todo es necesario, todo es
enigma,
FRANCISCO SALVA MIQÜEL
un fin de temporada
C E acabó la temporada. ¿Volvamos
^ la vista atrás?
—Volvámosla y rescatemos del olvido,
de nuestro olvido, las exposiciones que
no habíamos comentado todavía. Y entre
éstas, naturalmente, las que s© no*
hayan quedado en la memoria.
—Me temo que serán pocas.
—¿Por qué?
—Porque ío btien® no siempre
abunda.
—Tal vez. Pero yo veo también otra
razón. Ten en cuenta que el recuerdo
no es infalible y que también él se
—Por supuesto. ¿Cuál es la otra razón?
—Esta que te decía, más o menos:
nuestra limitación. Los escamoteos, no
siempre justos, de la memoria.
—Oye, recuerdo ahora un nombre, y
quiero salvarlo de uno de esos escamoteos
que tú temes.
—¿Qué nombre?
—Jaime Mercadé. ¿Qué me dices de
su exposición?
—Hablando de Mercadé, hay que hablar
del campo de Tarragona, ¿no?
—Bien anunciaba la invitación, con
letras de tamaño uniforme, «El campo
de Tarragona, por Jaime Mercadé».
igualmente podía haber dicho sEI eam-
i
. de Jaime Mercadé»,
porque; en efecto, es au campo de Tarragona,
el de Mercadé, el que él ha
ido haciéndose en su visión y su sentimiento
de pintor año tras año; es su
campo de Tarragona el que vemos a
cada nueva exposición.
—El que vemos y el que 1 nos gusta
ver. El mismo siempre.
—No querrás decir que no cambie
también un poco cada año.
—Posiblemente. Al menos, nosotros
lo miramos, cada vez, con ojos curiosos
y satisfechos, como el propietario
de un campo se lo mira, cada vez que
io ve, en parte para reconocerlo él
mismo, el mismo que conoce como suyo,
y en parte para ver qué novedades
presenta, qué matices nuevos, qué
cambios puede advertir en él. Pero su
cede que luego, cuando vuelve a la ciudad
—si vive en la ciudad—, el campo
se le va unificando en el recuerdo y
lo ve siempre igual. Que, en el fondo,
es lo que él quiere. Esto es So que me
pasa a mí con el campo de Tarragona
de Jaime Mercarte.
—Admite, sin embargo, que esto es
bastante subjetivo. Yo el otro día entré
en una colectiva de fin de temporada
—ya sabes a cuál me refiero: Sisquella,
Llimona, Mompóu, Serra,* Mallol
Cnixart {fragmento)
Suazo, Togores, Durancamps, Caries..-—,
y esa misma impresión, la de encontrar
igual lo de siempre, no me agradó.
—Quizá sea un poco el problema de
las colectivas, aunque sean, tan conjuntadas
como esa a la que tú te refie~
res. Es posible que ante una exposición
entera de alguno de esos pintores tu
interés hubiera crecido.
—Si, puede sor. Decimos que no hay

par qué no hacer más exposiciones colectivas
y menos individuales, pero luego,
a la hora t£e la verdad, las encontramos
todavía mas monótonas. Cualquiera
entiende al aficionado.
—Cualquiera nos entiende, sí. Pero
en honor tuyo quiero decir que también
a mí esa exposición me pareció
poco interesante. Y, como de costumbre
en esa «colectividad», lo que me
hizo detener más tiempo fue el brío de
lo de Juan Serra.
—Sí, sería interesante cronometrar
el tiempo que uno se detiene ante cada
pintor en una colectiva, y tomarlo co
mo signo de...
—¿De qué?
—Tomarlo como signo, simplemente.
—Por cierto. ¿Y la exposición de
Guixart, qué te pareció?
—¿Por qué no me preguntas cuánto
tiempo pasé en ella?
—Hombre, sá quieres, dalo por pre-
—La verdad fes que no podría decírtelo.
Todavía no habíamos hablado de
ese modo de medir el interés por una
pintura. Y, claro, no me fijé.
—iBah, qué pesado eres! Nunca te
QUINCE
DÍAS
Pschití
ON gran expectación empezó día*
C atrás 3a «campana del silencio»,
organizada por el Ayuntamiento de
Barcelona. La campaña consiste en que
ningún vehículo puede tocar el claxon,
la bocina o el timbre —bueno, las señales
acústicas, como dicen en las academias
de choferes— en el centro de la
ciudad. Antes de iniciarse la campaña
hubo comentarios y vaticinios para todos
los gustos: desde los entusiásticamente
favorables hasta los tenazmente
FOT suerte tuvieron razón los entusáastas:
durante el primer día de la
compaña, y en todos los días sucesivos,
la cesa iut sido un gran, éxito, asotnteaodo
incluso a los mas escépéí eos de
la localidad. Los conductores, tan *iüpendiados,
se mantienen a gran altara:
las señales acústicas permanecen
silenciosas en la amplia zona señalada.
Claro que aun quedan demasiados
ruidos en Barcelona —y por cierto, hace
poco, suprimieron el mas agradable:
ios cuatro organillos que quedaban con
vida—, pero bien está que se haya conseguido
acabar con las bocinas.
Mfl» si los conductores merecen buena
nota» los peatones seguimos con
nuestro suspenso en civismo. Con ts
campaña del süencto, muchos de los
que vamos a pie nos hemos envalentonado
en forma fabulosa. Actualmente
ir en taxi por calles estrechas es
una tortura. Las calzadas están invadidas,
la gente sólo se aparta —si se
aparta— cuando el vehículo está a medio
metro; el coche debe avanzar a la
velocidad de un vagabundo en un día
U
—Bueno, hablemos de Guixart, que
no tiene la culpa de que nosotros divaguemos
tanto.
—A mí me pareció una pintura con
poder de sugestión.
—Una sugestión especial. Como el que
produce, si me permites la comparación,
el silencio calculado de la música
en el circo. Recuerdo, en esa muestra
última de Guixart, un equilibrista
ÍO creo recordarlo. Si no existiera, todavía
esto demostraría que el poder sugestivo
de su pintura existe realmente
hasta el punto de sugerir la existencia
da un equilibrista inexistente.)
—Tranquilízate. Yo también lo recuerdo.
—Bueno, pues su pintura me parece
un poco también como ese equilibrista.
«Mira», s?f dice uno. «Mira qué bien.»
«Qué curioso.» Y uno se queda mirando,,
con los ojos fijos. ¿Qué pasará después?
¿Qué hará o dejará de hacer el
equilibrista? ¿Continuará recorriendo el
mismo hilo dragado, en el aire? /Se
caerá? ¿Echará a volar? ¿Saltará ágilmente
a tierra firme?
—No quieras adivinar el futuro. Asi
tiene más gracia.
NEÓN
íl enci
de sol. Se ve claramente que los peatones
están investidos de una dignidad
nueva, que saben muy bien que
ahora son ellos los que cortan eí bacalao
—perdón por lo pedestre de la
expresión, pero hablando de los que van
a pie...— y que no quieren ceder nada
en se recientes privilegios.
Todo esto pensaba el otro día, metido
en un taxi y con muchas —y frustradas—
prisas. Pero después... —«Pero
después, ¡pero, ay, después! fue cuando
al sí lo hicieron yes». Perdón de
nuevo, esto es de Alberti—. Quería decir
que después, cuando dejé el taxi y
acabé lo que tenía que hacer, obré
igual que los peatones tan insultados
por mí un momento antes: caminé por
la calzada lentamente, y no me apar-
taba hasta que los vehículos casi se
habían detenido.
Evidentemente, si los conductores han
quedado muy bien en ciudadanía, a los
peatones nos queda mucho que ¿prender
aún.
NATACIÓN
Como hace mucho calor, dos noticias
sobre natación.
La primera es que, según parece, va
a empezar la construcción de la piscina
proyectada en el solar de la antigua
Cárcel de Mujeres, en la ronda de
San Pablo. Ya se ha dicho muchas veces
que en Barcelona hay muy pocas
piscinas y que la natación es el deporte
más completo; no es necesario,
por tanto, insistir en eHo.
La segunda noticia es que en la piscina
de una localidad -catalana —Manresa—
se está realizando ahora algo
nunca visto en el universo mundo: la
prueba del millón de metros. En efecto,
los socios del C. N. Manresa, poi
turno, van cubriendo metros y más metros.
Y la prueba no se interrumpe
nunca: noche y día hay un nadador en
el agua aunque pronto no lo habrá ya
porque les falta poco para el millón
previsto.
Y hablando de natación, se me ocurre
que sería muy conveniente que se
crearan piscinas y gimnasio.» para u-o
obligatorio de los intelectuales y escritores
españoles, que por lo general buena
falta les hacen. Imagínenlos por un
momento a los intelectuales jóvenes y
REUSY
SALOU
II Curso
studios
C N el salón de actos del Exorno. Ayuntamiento
de Reus se inauguró el II
Curso de Altos Estudios de Información,
bajo la presidencia del limo, señor director
general de Prensa, don Juan Aparicio,
el día 21 de junio. El pasada día 5
tuvo lugar la clausura del mismo con una
conferencia del Excmo y Rvdmo. doctoi
don Laureano Gastan Lacoma, obispo auxiliar
de la Archidiócesis de Tarragona.
Durante quince días se han desarrollado
en Reus y Salou las conferencias correspondientes
a los distinto» ciclos del
torso: doctrinas de la información, problemas
de la prensa, de la radio, del cine,
teorías, y ámbitos informativos, etc.
Durante el mismo, sesenta cursillistas,
aiuamos y profesionales del periodismo,
han asistido a aquéllas en los diferentes
locales que se eligieron como cátedra:
Salón del Palacio Municipal, Centro de
i-ectura, es Reus; Casino a Jaime I» y
jardines del «Hotel Planas», en Salou.
Pero la marcha de este Curso ya es conocida
por las reseñas de los periódicos
diarios, y resultará más sugestivo hablaros
dei ambiente cosmopolita de Reus o
de la placidez mediterránea de Salou.
aun jóvenes de cualquier gran ciudad
española en el trance de tener que cubrir
entre todos, no un millón, sino
cinco mil metros a nado. He lucho
imaginemos y me vuelvo atrás: realmente,
es mejor no imaginarlo.
Opino —con seriedad absoluta— que
las poesías, las novelas, los dramas, los
artículos, los. ensayos y las comedias
españolas mejorarían si sus autores lograsen
una forma física más aceptable.
Y, desde luego, se higienizaría eso
que llaman el «mundillo literario», fastidioso
con demasiada frecuencia.
Así, pues, por sí a alguien le gusta,
quede aquí mi propuesta: piscinas y
gimnasios para intelectuales y artistas.
VANIA
s
que portaba el estandarte áon Cayetano
Vuelta Puig, presidente de la Asociación
de Estudios Reusenses, la gente se apiña
f-a en ias estrechas calles. Los balconea
lucían mantos y banderas. La ciudad se
ungía cíe un fervoi silencioso y reverente
Al llegar a la plaza de España se encendió
!a traca. Explosiones, estampidos
horrendos, desorden en la procesión. Los
«esDaiis» inician una sardana y los gigan
les y cabezudos entran en escena. Actúa
el ecos» de «bastoners», ¡a Cobla Reus,
í'l grupo infantil del Esbart Montserrat
Pero Reus, por encima de su regocijo, un
poco extemporáneo ya, es la ciudad not¡lt.
la ciudad su percivilizada. Tal vez lo
iaás noble de las fiestas reusenses está en
la sardana.
La sardana se abre como «na flor madurada
en el pavimento de la plaza. La
sardana es ritmo, orden, metódica coordinación
de los danzarines. También es pureza.
Yo creo que la sardana es el espíritu
catalán expresado «>n la música y la
danza.
SALOU, UNIVERSIDAD DE VERANO
KEÜS Y LAS SARDANAS
Si Tarragona es un balcón sobre el Mediterráneo,
Saiot. es la puerta grande por
Keus es ciudad industrial, urbanizada, se- donde el mar entra y sale a sos anchas,
ria. Cun sos casas modernas y sus iglesias imaginaos un semicírculo de arena de cua-
biiupuas. K..ou sus p;tseos arbolados, sus ca-tro
kilómetros de largo abrazando las
•Jes rectas y sus plazas abiertas vn an- asnas azules y tranquilas. Imaginaos tra
(tmr--:fre adi-iimu. Con sus barrios angostos bosque de palmeras, de adelfas, de pláta-
y ljti>erínti,'Oí, norme las comadres puenos y tilos irrumpiendo espesísimo en la
den entenderse a

EL IV FESTIVAL INTERNACIONAL
DE MÚSICA Y DANZA
A N A
STE afio, las fiestas del Corpus, centradas
en torno al 9 de junio y prolongadas
hasta ei domingo 19, variables
de acuerdo con el calendarlo litúrgico,
se han venido a unir exactamente
con la lecha Inicial y fija dei Festival
Internacional de Música y Danza,
que dio comienzo el 20 por la noche, como
todos los años. En las primeras, lo
fundamental era la variedad de los actos
y su carácter eminentemente popular:
competiciones deportivas, fiestas en
los distintos barrios de la ciudad, fuegos
artificiales, atracciones de feria, corridas
de toros y, en fin, ciclo de teatro. Estas
representaciones fueron iniciadas por Tamayo,
que ha traído El pleito matrimo'
nial, La Alondra y Los intereses creados,
y se cerraron con las que el T. E. U., bajo
la dirección de Martín Recuerda, dio
de Un drama nuevo, en escenario circular.
Las representaciones anunciadas de
una versión de La Celestina, los días 17
y 18, se suspendieron el mismo día del
estreno.
Con este pórtico dramático se inició el
Festival en un ambiente lleno de buenos
augurios. Personalidades españolas y extranjeras,
entre las que se encontraban
Jos ministros de Asuntos Exteriores,
Educación Nacional e Información y Turismo;
varios directores generales y los
embajadores de trece países, ademas de
miles de turistas y granadinos, han asistido
a las sesiones. Tres lugares, por
gracia de su belleza y capaeidadt han
centrado las dobles jornadas: el Paiaclte
Árabe, el de Carlos V y los jardines del
Generalife. En estos últimos, con fondo
de verde —luz y cipreses —, han bailado
Sos pies de Rosario, los de Ivette Chauviré
y los de las muchachas de ios Coros
y Danzas. Rosario, que inauguró las sesiones,
estrenó el nuevo cuadro Sortilegio
de la luna. Ivette Chauvlré, una de
las más interesantes figuras de todos
estos días, y que na venido a sustituir a
Margot Fonteyn, a quien los granadinos
no pueden olvidar, llenó en sua tres sesiones
los varios miles de asientos del
Generalife. Era un prodigio verla sobre
las puntas de sus zapatillas recorrer las
tablas siguiendo la música, deliciosa en
el silencio impresionante del público, y
muy cerca, salvado ei valle, de Jas torres
de La Alhambra, que a la luz roja
que las destaca del fondo rotundo de la
noche recuerdan los versos de Ganivet,
en tanto el agua de las fuentes salta al
aire en Inquieto juego de renejos:
¡Qué silenciosos dormís,
torreones de la Alhamüra!
Vn sueño de largos siglos
por vuestros muros resbala...
ISa fin, los Coros y Danzas multlcololoires
trajeron, como siempre, al tablado
un poco de toda España como sello de estos
únicos festivales Internacionales, heenos
ya tradición dentro y, sobre todo,
fuera de nuestras fronteras.
En el Palacio de Carlos V, lugar imprescindible
desde hace muchos años en
las noches musicales de Granada, ha»
actuado dos orquestas: la Nacional, dirigida
por Argenta y Cari Schuricht, y
la Scarlattl, dirigida tres noches por
Franco Caraceiolo. En la primera fue
Jornada memorable, en el inmenso patio
pircular, bajo las estrellas, la interpretación
de ías Sinfonías Octava y Novena,
de Beethoven, con participación del
Orfeón Donostiarra. Cari Scnurieht. en la
segunda, ha admirado en los dos días que
rigió la primera orquesta espafioia. El último
día de actuación de ésta se estrenó,
pon asistencia dei autor, La pájara pinta,
de Osear Espía, que en sus varios movimientos
recoge elementos populares muy
bien instrumentados.
Ya en el Patio de los Arrayanes —elemental
y geométrico—, ya en el Salón de
Reyes, del Patio de los Leones -puro barroquismo
de arabescos y yeserías — , las
sesiones de la tarde, celebradas en estos lugares,
han tenido siempre un encanto difícil
de describir. La hora, el lugar, el canto
de los vencejos y golondrinas en el
crepúsculo, el enorme silencio üei agua
dormida han contribuido a dar un ambiente
único. AUí bao actuado los pianistas
Sánchez Herrero, el magnifico Gulda,
Robert Casadesüs, con el violinista Gino
Fraaeeseattt, y Joaqttín Aehaearro. Otro
día inolvidable, Andrés Segovia, para
quien el lugar füé Insuficiente, y la tarde
del 27, la soprano Elisabeth Seftwarzkopf.
El Cuarteto Italiano ¡o hizo dos días,
Además de estas actuaciones en los escenarios
naturales enumerados, en torso
al Festival han girado otros actos: la Orquesta
Nacional y el Orfeón Donostiarra,
ATENEO
que dirige Juan Gorostidi, interpretaron
en la Capilla Rea!, ¡a mañana de! domingo
26, la Misa en mi bemol, de Schubert.
Ef mismo Orfeón dio una sesión gratuita
en la Plaza de las Pasiegas. El día
24, al final del concierto de la Orquesta
Scaríatti, se ofreció en el Corral del Carbón
una fiesta típica andaluza. Se estrenó
el día 20 el documental cinematográfico
Viaje romántico a Granada, patrocinado
por la Universidad, dirigido por Eugenio
Martín y hecho exclusivamente sobre
grabados de la época. EP la Plaza Nueva
se inauguró la Feria del Libro. I-a noche
del 28, el alcalde de Granada y señora de
Sola R.-Bolivar dieron en ?u domicilio
particular una tiesta en honor de las per-
Elisabetii Scfawarzkopf y Andrés
sonalidades asistentes y artistas del Festival.
'
Ya ha terminado el IV Festival de Granada.
Desde ahora, y durante casi tres
meses, la ciudad se hundirá en la calma
dei verano dormida ai sol. Pero a la luz
del mediodía, los ojos de Icat granadinos
conservarán, como un sueño, e] recuerdo
de los días recién pasados. Durante muchas
tardes y muchas noches todos han
visto moverse ante ellos las figuras dei
ballet o han oído la mejor música, rodeados
de luces de color y de agua, de
brisa y de piedras antiguas.
NICOLÁS MARTIN
LA EXPOSICIÓN DS ES'TJLTURA
AL AIRE LIBRE
IJURANTE el mes de junio, coincidiendo
con los Festivales Internacionales de
Primavera, el Club La Rábida y el Ateneo
sevillano organizaron una exposición
de escultura al aire libre. Tai exposición
ha estado patrocinada por '!a Dirección
General de Información. El Sugar escogido
es magnírico para manifestaciones artísticas
de este tipo. Ef. el rincón del Parque
de María Luisa conocido por Glorieta
de los Lotos, Estanques, plantas acuáticas,
pérgolas y todos los elementos naturales
decorativos precisos están en
aquel maravilloso lugar dei célebre parque
hispalense.
Dice Camón Aznar, en el preámbulo
del programa, que «hay qué llegar a Rodín
para que la escultura se encuentre
como en su medio, al aire libre, recamada
por la luz solar». He aquí otro elemento
que no habíamos mencionado, pero
que resulta esencial: la luz, el sol de
Sevilla. Su clara atmósfera ha servido de
fondo irreemplazable a las modernas esculturas
de destacados artistas espaiioles
contemporáneos.
El grupo de escultores sevillanos se
destaca por una extraordinaria sensíbüllidad
y, dentro de las corrientes actuales,
por su vinculación a las viejas tradiciones
clásicas, que tan espléndidas muestras
dejaron en la historia del arte y la imaginería.
El «Torso», de Juan Lals Vassa-
llo - magnífica escultura en bronce — ,
;"3no de gracia y armonía, reúne las condiciones
de las obras maestras; igual podría
decirse de las dos cabezas, en piedra
y barro cocido, de Agustín Sánchez-Cl

",¥
«Torero»,
diente al ciclo cultural sobre teatro organizado
por la Dirección General de Información,
olmos al actor Adolfo Marsülach.
en el tema «Un personaje no interpretatío:
el actor»; a Alfonso Sastre, en su coloquio
«Teatro social», y Alfredo Marquerle,
que disertó sobre «Critica teatral».
Cor., la representación de «La muralla»,
entre las más destacadas, ha sido motivo
de nueva etapa y aliento al teatro de
cámara 5que patrocina et Instituto de Estudios
Alicantinos, que lleva en su haber
los estrenos de «El segador», de Azorín;
«Medea», de Séneca, y «Raquel encadenada»,
de Unamuno.
En el vasto programa ofrecido por la
Caja de Ahorros, sobresalieron las conferencias
en rededor ai panorama de la poesía
española contemporánea, por Federico
Muelas y Carmen Conde. José Prados
López, sobre plástica, y Joaquín Rodrigo,
en torno a música española; En su saia
de conciertos, figura el recital de canto
de Sofía Noel, Francisco Navarro y Blanca
Marta Seoane; guitarra, José ^Tornas
-alicantino —; soprano, aitrría Andeles
Aiarríoga; el cuarteto Beethoven y cuarteto
Clásico de Radio Nacional.
PINTURA: GRUPO EXPE-
RIMENTAL DE MADRID
En la sala de arte de dicha institución,
constituyó relevante éxito la Exposición
pictórica —total dieciocho lienzos de la
mejor calidad — , presentada -par el Grupo
Experimental de Madrid, compuesto
por Néctor Basterrechea, José Caballero,
Lara y Moreno Galván.
Durante las últimas semanas dieron a
conocer sus óleos —los más señalados—:
Carratalá, Pedro Diez, María Mira, García
Panero, Mariano Izquierdo, Pastor
Calpena, Quereda, Vilarroig... y Enrique
Lledó, joven paisano, con pincelada precisa.
En «La decoradora», los valencianos
Néstor Casanl y Merced Martin.
MISCELÁNEA
MIGUEL MARTINEZ-MENA
GALICIA
| A riqueza paremlológica de Galicia es,
*-* en verdad, sorprendente. Numerosos
hechos lo han acreditado a lo largo del
tiempo. Pero la auténtica confirmación
acaba de ofrecérnosla el escritor don Vicente
Llóplz Méndez. En un concurso convocado
por la Editorial de los Bibliófilos
Gallegos para galardonar la mejor colección
de refranes del país, le fue concedido
e! premio por unanimidad a la presentada
por el señor Liópiz, Integrada nada menos
que por 40.000 paremias. Ei Jurado que
adjudicó el galardón lo formaban los señores
García de Diego, Fraguas, Pastor,
Carballo Calero y Piñeiro.
Acaba de darse a la publicidad el programa
de los Cursos de Verano, que se
celebrarán en la Universidad de Santiago.
desde el 7 de julio al 6 de agosto próximos.
Aparte de los temas de orden general
figuran en el mismo una serie de ellos referidos
a la cultura gallega. Entre los
principales cabe señalar los siguientes:
«Santiago en ei arte», por el profesor
Otero Tüfiez; «La lírica medieval galaieoportuguesa»,
por el profesor FHgueira Valverde;
«La moderna poesía gallega», por el
profesor Iglesia Alvariño, y «Compostela
y Getmlrez, arquetipos universales», por el
señor Castroviejo. -=
- Va a iniciarse una campaña de propaganda
turistíea para dar a conocer, en su
auténtica versión, la monsimeníaíidad artística
de la circunscripción orensana: los
monasterios de Osera y Ceianova, las ruinas
de Monterrey, del castillo de Ribadavia,
la iglesia visigótica de Santa Comba
úe Bande y, entre otras muchas más, las
valiosas iglesias románticas diseminadas
por toda la provincia. A tal fin se editará
un cuidado folleto en cuatro idiomas
que reproducirá fotografías, descripciones
y rutas turísticas.
Para conmemorar el centenario de la
fundación del Circuío de las Artes de
Lugo, su junta directiva ha convocado
un certamen literario sobre el tema «Cien
años de vida local*. Los trabajos serán
Inéditos y en prosa, otorgándose un premio
de cinco mil pesetas ai seleccionado
por el Jurado.
EL MUNDO DE LOS LIBROS
Acaba de publicarse una antología de
poemas griegos, latinos y modernos, traducidos
ai gallego, en versión parafrásica,
por Ramón Cabanüias. La obra se titula
«Versos de alteas térras e de tempes
idos» y lleva un prólogo, también en gallego,
de don Javier Sánchez Cantón,
Con la denominación de «Faisaxe e cultura»
se ha editado tai volumen de siete
ensayos, bilingüe, originales de otros tantos
escritores de Galicia. En él ae hace
patente, desde distintos ángulos de visión,
la importancia de la relación paisaje-cultura
para el verdadero conocimiento del
ser gallego.
Celso Emilio Perrelro ha sacado de las
prensas un libro de poemas, bajo el rubro
de «O sonó sulagetdo». No se trata de
una poesía puramente amatoria o sensual
la que trasparece de las páginas de este
volumen, sino de algo de silueta mas firme
y vigorosa Inspiración.
La escritora María Luz Morales acaba
de darnos en «Balcón al Atlántico» una
interesante novela. En su trama surge una
Galicia profunda y misteriosa, con un halo
poético envolviendo los paffeajes de la ciudad
coruñesa.
El dramaturgo Ángel Lázaro ha «"crtto
una colección de poemas gallegos. Henos
de emoción y de ternura, que reunfo en
un libro titulado «Lonxe».
El poeta Márquez Peña ha publicado un
cuidado volumen de versos en castellano,
pero de temática gallega, que titula «Mensaje».
En un sucinto llbrito editó una colección
de canciones en lengua de Galic!a el
poeta Manuel María. Están escritas al
modo de las de amor servil de fos cancioneros
medievales y su titulo es el de «Libro
de Cantigas».
Don Jesús Carro ha dado a conocer un
importante estudio sobre el «Arca Marmórica*.
Se trata de un trabajo documentadísimo
que viene a representar una magnifica
aportación a los estudios jacobeos.
María Araceli Fiigueira ha sacado ^e
las prensas un breve volumen titulado
«Camino francés». Describe en él las impresiones
de una jira cultural realizada
desde Pontevedra a París por ¡a ruta de
¡as antiguas peregrinaciones.
ARTE Y MÚSICA
Están realizándose a gran ritmo (as
obras de reconstrucción del Monasterio de
Samos, que hace tres años fue destruido
por un voraz incendio. Recientemente fue
volada la famosa «Pena Nogueira tío
Lobos, situada en la cima del monte Madrlfián,
para utilizar sus restos en la obra
restauradora de la milenaria abadía benedictina.
El pintor Prego de Oliver gestiona en la
actualidad la celebración, ea Madrid y
Barcelona, de una exposición seleccionada
de pintura gallega. Con tal motivo ha
declarado a un periodista que algunos de
los artistas de nuestra tierra poseen una
personalidad extraordinaria, diferenciada
no solo en cuanto a la inspiración, sino
también a la técnica.
Durante el mes se Itan celebrado en las
diversas salas de la región las siguientes
exposiciones artísticas:
Del pintor Yela de Cangas y de Marta
Caglao, en VIgo; de José Francisco y Rafael
del Castillo, en La Coruña; de Corral
Díaz y Fernández Sánchez, en Orense; de
Gonsáisvez Suárezi en Lugo, y de Carlos
Villaamll, en la villa de Jabla.
Por ib que respecta a la actividad musical
desarrollada hay que seí^iar que fue
poco intensa. Sólo eabe mencionar los
conciertos Interpretados por el violinista
Henryk Szerryng en varias ciudades gallegas,
y los dos festivales líricos que en
La Coruña estuvieron a cargo de la Coral
Polifónica «El Eco>. Fuera de ello ünicamente
las sesiones de música grabada,
con ilustraciones habladas, q«5 se celebraron
en Vigo, Pontevedra y Santiago.
MIGUKL DE REINANTE
FESTIVALES DE ARTE EN LA CIUDAD
ANTIGUA
T OS consideramos en el deber de elogiar
cumplidamente la labor cultural
y artística que realiza la Jefatura
Provincial del Movimiento de Cáceres.
A su frente el señor Rueda y Sánchez-Malo
— que, entre otras preciadas
recompensas, ostenta la de la orden de
Alfonso X el Sabio en su categoría de
Comendador— no escatima esfuerzo de"
ningún género para ilevar a sus gobernados
cuanto considera adecuado en orden
al recreo del espíritu en el aspecto
más elevado.
En el Festival de Arte verificado en el
recinto de la ciudad antigua participaron
el T. P. U-, ios Coros y Danzas de la
Sección Femenina del S. E. U.,

marco de lo localista, tendrían mas l&cil
iniciación y resoíucíón.
Lo de las «Aulas de Cultura» asustó
un poco en sus comienzos. En una provincia
como la nuestra, con cien pueblos,
grao numero de anejos y caseríos y mucha
urgencia en el arreglo de cuestiones
de toda Índole, parecía querer sacar
un poco las cosas de quicio eso de -smeter»
en un salón a los ciudadanos, prutcipalmente
gente de campo, para que les
hablasen los «señoritos» de Madrid ,,0
Ciudad ReaL T no digamos nada de las
exposiciones, cine educativo, bibliotecas
circulantes, etc.
Los resultados, no obstante, ahi están,
y testigo de excepción, el propio director
de ATENEO, Ponce de León, cuando
contempló, un poco asustado, en Tómenos©,
un salón inmenso lleno de gente,
y las galerías, de igual í^rasa, y hasta
teniendo que prohibir la entrada a mayor
número de personas la propia Policía
Municipal. Y como en Tomelíoso, en los
demás pueblos. Las «Aulas de Cultura»
han prodigado su labor, desde las lecciones
prácticas y de divulgación de tipo
social, agrícola, político y medico, nasta
las mas altas manifestaciones culturales
y artísticas, y han servido para descubrir
pintores, poetas, escritores en cierne; en
una palabra, para enseñar y animar, dar
a conocer a los qué, sin otros medios quj
su afición y méritos, no tenían ocasión
de demostrarlo.
En breve síntesis, en Ja que ROS dejaremos
en el tintero algún dato intere
sante involuntariamente, damos a conocer
las actividades de las «Aulas» en el
período aproximado de dos años:
La Cátedra Ambulante del «Aula de Cultura»
de Ciudad Real ha dado ciclos-~de
conferencias de divulgación político-técnico-eulturates
en las comarcas de Valdepeñas,
Almagro y Corral de Calatrava. Ha
organizado exposiciones de Pintura de los
artistas manchegos Carretero, Corral Díaz;
Juan Bermüdez, Parra Molina, Isidro Antequera
y Maeso, y Antológlca de pintores
del XVI y XVII, y de Contemporáneos deí
Impresionismo al abstracto. Inauguró y
llevó a anumerosos pueblos rte la provincia
la de fotografías de Nicolás Muller,
y en la actualidad prepara otras dos: la
de Primavera y Artístico-relígiosa. Ha
organizado también varios ciclos de conferencias,
desfilando, entre otros. Peres
Bustamante, Giménez Caballero, Jorge
Jordana, Marcelo Arroita, Viñas, Muñas
Alonso, Martínez Val, Barreda, Alvarez,
Garda Marín_. Trajo a Jos Coros de Cñmara
de Osaabrück, a Narciso Yepes, Rosa
María Kacnars&y. Colaboró con la
Guardia de Franco en la marcha «Ruta
del Quijote», y aún están patentes jos
éxitos conseguidos con el I Congreso Provincial
(te Cultura, que clausuro el m&tüstro
de Educación Nacional en Almagro;
las Jornadas Literarias por: ia Mancfta
y la actuación de varios teatros nacionales
y de ensayo en el Corral de Comedías
almagren©, Edita la mibiicaeJcm
«Aspa», y na llevado a ia imprenta varios
ensayos y folletos sobré diversos temas.
Otra de las ciudades donde esta creado
este centro es en Puertoilapo, donde
se fundó en 1953. comenzaron *ns actividades
con un cursillo de conferencias,
entre las que anotamos la de Morales
Oliver, Jordana Fuentes, Castfce VUlacanas.
Artigas y Robles Mentío, Anualmente
monta una exposición de pintiíra y dibujo;
patrocinó varios conciertos, ¡mire
ellos el de Jesús Corvino y la Kucharsky,
y bajo sus auspicios se está creando
una sección musical, que cuenta con
ciento cincuenta asociados antes de empezar,
y la Agrupación Foto&áfieBi. que
prepara ahora su III Salón.
Valdepeñas, una de las poblaciones de
más «solera», por su vino y movimiento
artístico, es ya famosa como cusa áe la
Exposición Regional de Artes Plásticas;
colaboró en los hallazgos arqueológicos
de Torres de Juan Abad y organizó la
exposición del pintor colombiano Pedro
González en la nave de tinajas de una
bodega. Ha conmemorado eí aniversario
de la muerte del poeta manchego Juan
Alcalde, y le ha dedicado un iTüro, «Carona
poética». Celebra también periódicamente
!a tertulia del Empotro, donde
se leen obras Inéditas y tienen lugar coloquios,
y en la actualidad se dan varías
conferencias sobre Arte y Literatura.
Alcázar de San Juan, aparte de vanos
ciclos de conferencias organizados y la
celebración anual de BU Exposición Provincial
de Pintora y Dibujo, celebra, a
partir de mayo, «n colaboración con ia
«última promoción» de ATENEO, una
serie de conferencias y coloquios muy interesantes,
y lleva cuanto se refiere a ia
Biblioteca Municipal, publicaciones e investigaciones
arqueológicas.
En Campo de Crlptana, el «Aula de
Cultura» ha Iniciado su actuación eon
una serie de aetos culturales que dieron
comienzo con un concierto del Trio de
Cámara de Madrid y un recital de Benltez
Carrasco, y en Manzanares, Almagro
y Malagón, los respectivos centros tienen
en preparación los programas de sus la-
En Forzuna, merced a la preparación y
estudio de los componentes del «Aula de
Cultura», fue posible el descubrimiento
de objetos y restos arqueológicos de antiguas
civilizaciones.
Interesa también hacer constar que los
colaboradores «Je Tas «Aulas de Cultura»
intervienen activamente en la lucha contra
el analfabetismo junto con los maestros
y caraaradas de la Sección Femenina
y Frente de Juventudes, y que por
medio de la Cátedra Ambulante llegaron
hasta las más apartadas aldeas las misiones
pedagógicas volantes.
Por toda la provincia existen miembros
de estas «Aulas» con una función
definida, que son designados directamente
por el jefe provincial del Movimiento
y gobernador civil, pasando en la actualidad
del centenar.
Toda esta actividad en el campo de ío
cultural se hace además, como vulgarmente
se dice, «por amor al arte». El
presupuesto para estos fines es Insignificante,
y lo que se ha sabido aprovechar
es la buena voluntad de unos pocos con
trascendencia para muchos.
Del Moral, al que hemos de referirnos
nuevamente como fundador de este sistema,
opina que crear la neceifdad «i**
ios bienes materiales como estimulo para
producir más es una buena política económica
aceptada ñor todos de buen grado.
Crear necesidades esnlrí*uales narr,
estimular el colectivo y personal perieccionamiento
no es una buena política: ea
la política cristiana —política de misiónpor
excelencia y por antonomasia.
El terreno está bien dispuesto para esta
sementera espiritual y la minoría llamada
a promover este tremendo caudal
de vida oue late en las entrañas de nuestro
pueblo.
D. N. RAMÍREZ MORALES
£L DIRECTOR. DEL CONSERVATORIO
DE MADRID CLAUSURA EL CURSO
ACADÉMICO
I A voz del P. Sopeña volvió a ofr^e en
Albacete cuando todavía p^-ta^an
frescas en nuestro recuerdo las ultimas
frases de su discurso pronunciado con
motivo de la inauguración oficial del
Real Conservatorio de esta ciudad centro
creado por la Diputación Provincial.
Y hoy. como ayer, las palabras de! P. Sopeña
tuvieron motivos dp enseñanza para
los que acudimos a oírle.
«Panorama de la música contemporánea».
Tema de difícil síntesis para centrarlo
en escasas figuras: tema cuyo desarrollo
estuvo condicionado oor el tiempo
preciso de una sf>fa conferencia. Pero
el P. Sopeña, musíeAlnso comoteto, enmarcó
todo el panorama contemporáneo
musical basándose en «na música viva,
dejando al margen el mundo Impresionista,
partiendo de la música de Igor
Strawinsky, de «La consagración de ia
Primavera», y haciendo una semblanza
de esta música, en ía oae se busca el
poderlo rítmico sobre todo; música óe
gran fuerza masiva, antirromántiea voluntariamente,
desimria. violenta-
Ayer pensábamos, oyendo al ilustre director
del Conservatorio de Madrid, en la
difícil faclüdad de la palabra y del concepto
claro y preciso, de lo difícil que
resulta hablar y ser entendido i>or todos:
por el técnico, por si aficionado, por e!
profano en materia Musical. Aquí, en esta
faceta, radica la amenidad y el interne
con tiiie se ove al '•onferenríante, que
mas tarde, y después de atender a la
rf—Tít ^el Eran Manuel de Falla (que
participó, como Igor Strawlnsky. en la
retórica de la música del sigio XIX) dp
comentar aEI retablos f.su humanidad, su
erarla», las consecuencias que esta obra
de Falla tuvo en el nacimiento de ía música
de Halffter y Rodrigo f música sin
andalucismo, música escueta, pero humana
), después, decimos, nos descubre e!
«giro de noventa grados» en Strawinsky,
el estilo de sus nuevas obras sin renetni cosa
podemos adelantar, a no ser el comienzo,
el día 10 de julio, del funcionamiento
de la Residencia de Verane para extranjeros,
a la que seguiré ía da pintores,
y durante cuyos período*? tendrán ¡ugar
diferentes actos, de los qie ya jaremos
cuenta oportunamente.
PABLO MARTÍN CANTALEJO
JAÉN
LOS JUEGOS FLORA-
LES CORDIMARIANOS
r -. N ambiente propicio, en lo esplrituai
§J y lo poético, ha traído a nuestra
ciudad uno de los más bellos certámenes
literarios que jamás hayamos presenciado.
Estas Justas literarias que precedieron
a ia ofrenda de la provincia al
Inmaculado Corazón de María.
Desde que ios incruentos y encendidos
torneos de los Juegos Florales pasaran
desde Provenza a Aragón con el rey don
Juan I y a Castilla con don Enrique de
Villena, la lira del poeta ha cantado a
ía amada Idealizada por un amor platónico,
espiritual, o ha buscado el tema en
hazañas de héroes¡ en la Naturaleza, convirtiéndola
también en amada para su loa.
Pero si el trovador sintió el respeto en
el canto hecho a la Señora del Cielo, en
una posible comparación con la dama de
sus sueños, por esta vez la Señora y la
Dama se ha convertido también en Reina
de la gran fiesta. Y la Virgen María fue
proclamada Reina de los Juegos Florales
celebrados en Jaén, con un suntuoso mar- 1
co de esplendor, brillantísimo.
Una bella imagen del Inmaculado Corazón,
rica talla policromada, ocupó el trono
de Reina, y en su torno se situó la lucida
corte de doce guapas jaeneras. Como
mantenedor intervino el académico y
director de la Biblioteca Nacional don
Luis Morales Ollver. En la presidencia
ocuparon sitiales el prelado de la diócesis,
doctor Romero Menjíbar; gobernador
civil, señor Arche Hermosa; presidente de
la Diputación, señor Gutiérrez Higueras,
y el alcalde, señor Montiel Villar.
En e! acto, además, se dio lectura al
pregón de la Cruzada Cordimariana que
promoviera este certamen en honor de
honor de Nuestra Señora, y por el gobernador
fue hecha ia ofrenda a Ella, de toda
la provincia.
II CICLO DE EXTENSIÓN CULTURAL
Adquiere cada vez mayt» importancia
la labor que realiza el Instituto de Estudios
Jiennenses con su misión encauzadora
de las inquietudes culturales, artísticas,
literarias y de toda índole, por el estudio,
la Investigación o con su admirable
tarea divulgadora. Esta Importancia
se ha puesto de relieve con ia clausura
del último curso, del que solamente hoy
hemos de recoger su labor de divulgación,
por habérsele hecho coincidir con la clausura
también del II Ciclo de Extensión
Cultural organizado por la Universidad
de Granada con la colaboración del Instituto.
En dicho ciclo pronunciaron conferencias
don José María Pemán, el rector de
la Universidad señor Sánchez Agesta, numerosos
catedráticos y otras relevantes
personalidades. Incíuldas las del ciclo,
cerca de treinta conferencias han sido
desarrolladas en el aula magna del Instituto
durante ios últimos meses. Ternas
literarios, científicos, de Historia, Arqueologia,
de investigación. Siempre ce" un
creciente interés acogidos en todo sí érabíto
provincial.

ftí|MENAJE INTIMO A
RAFAEL ZABALETA
Por un grupo de amigos y paisanos le
ha sido rendido en su tierra natal, Quesada,
un cordial homenaje a Rafael 2abaleía.
La pintura úe Zabaieta sabemos
que no precisa ele presentación. Sus éxitos
en España y eti el extranjero son
harto conocidos. El arte de -Zabaíeta ha
triunfado últimamente en París y en Londres,
una vez mas. De él hiciera D'Ors
uno de sus más calidos y entusiastas
elogios.
Ahora el pintor está en su tierra. Entre
las gentes aldeanas de las que tomara,
en más de una ocasión, tema palpitante
para sus lienzos, plenos de rojos y
verdes y amarillos intensos. Zabaíeta descansa
en Quesada, afanado en el trabajo,
dando rienda suelta con su fantasía pastoril,
rústica y admirable a nuevos temas.
Y se dispone, con buen bagaje de probabilidades,
a ir a la próxima Bienal Hispanoamericana...
Con admiración —y aún más como
prueba de cariño- los amigos le han rendido
este sencillo e íntimo homenaje. Que
vino a tener —¿cómo no, para los quesadefios?-
su colofón en el marco incomparable
de los parajes de Tiscar, a la
sombra de su Santuario de la Virgen serrana.
PEDRO MORALES
SALAMANCA
HOMENAJE AL RECTOR DE LA UNI-
VERSIDAD
C" L acto se celebró en el Paraninfo de
*-* la Universidad, lleno de estudiantes
y profesores. Ocuparon la presidencia el
ministro de Educación Nacional, que le
impuso ia insignia ; los directores generales
de Enseñanza Universitaria y de
Enseñanza Profesional y Técnica, el rector
de la Universidad, el gran canciiler
de la Universidad Pontificia y obispo de
Salamanca, el gobernador civil y ei vicerrector
de la Universidad.
El ministro de Educación Nacional
exaltó en su discurso lo que nuestra Universidad
representaba en el campo del
saber.
XV SEMANA SOCIAL DE ESPAÑA
En torno al tema «La moral profesional»
se ha desarrollado esta Semana Social.
Se iniciaron las sesiones con una
misa de Espíritu Santo en la capilla de
Nuestra Señora de la Vega. El excelentísimo
y reverendísimo obispo de la diócesis
pronunció el discurso Inaugural, comunicando
a continuación que Su Santidad
el Papa enviaba su bendición apostólica
sobre todos los cursillistas.
Prestigiosas figuras eclesiásticas y seglares
dieron a conocer sus ponencias sobre
temas de moral profesional en el Paraninfo
de la Universidad Pontificia. En
total, quince lecciones, sumamente interesantes
y sugestivas, como las tituladas:
«Condicionamiento histórico: La moral
de situación», «Etica de emergencia: La
rectitud del ejercicio profesional en caaos
de excepción», «La propaganda y la
competencia profesional: Intrusismo,
multiplicidad de profesiones», «Moral Úe
las profesiones estéticas: El escritor' y el
artista», «Moral de Jas profesiones sanitarias»....
Se dieron además cinco conferencias:
«Función religiosa y apostólica
del trabajo profesional», por F. Francisco
Barbado; «Función social: La profesión
'kl servicio de la comunidad», por
don José Corts Gau, rector de la Universidad
de Valencia; «Función familiar: La
profesión, base económica de] hogar», por
don Blas Pinar, notario del Ilustre Colegio
de Madrid; «Tipología y jerarquía de
las profesiones», por don Federico Rodríguez,
letrado del Consejo de Estado, y.
por Xin, «Vocación y capacitación profesional:
Responsabilidades», por don J. José
López, Ibor, catedrático de la Universidad
de Madrid.
Finalizaron las sesiones con una solemne
misa de rito mozárabe en la Catedral
Vieja y ei discurso del obispo de
Córdoba y presidente de la Junta Permanente
de las Semanas Sociales, fray
Albino González-Menéndez.
EXPOSICIONES
La Casa Americana ha expuesto en el
Aula Magna de ias Escuelas Menores
una colección de fotografías bajo el lema
«El Hombre y la Humanidad». A través
de ellas pueden observarse curiosas
analogías entre .el modo de vivir españoi
y norteamericano, entre las formas de
trabajo y la concepción familiar. La exposición
fue inaugurada por el embajador
de Estados Unidos en España, Jonn
D. Lodge, en presencia del rector de ia
Universidad. El embajador expuso en un
discurso ia finalidad úe esta exposición.
«No se trata —dijo-

—Buenas tardes, amigo mío. Hoy no
podemos hablar largo y tendido, sino
corto y concreto.
—¿Razones?
—Exigencias de espacio. Y crea que
siento la restricción de limites. El conversar
exige un cierto despilfarro palabrero;
soltar las palabras, como las monedas,
contadas, nunca me hizo demasiada
gracia.
—Hay que atenerse a la circunstancia.
Comience con su tema.
—¿Por qué con el mío? Siempre será
el de ambos. Usted tiene también interés
en que hablemos del Lope de Vega
1955.
—Desde luego; ha sido concedido, en
muy justa lid, a Luis Delgado Benavente,
por su comedia «Media hora antes».
—Exacto. Y, como siempre, ha habido
su poco de marejada en torno al
galardón. Son muchas las ilusiones que
mueve para que se produzca en silencio.
¿No le parece?
—Conformes. ¿Y en qué se tradujo
esa marejada?
—Declaraciones de algunos concursantes,
rumores que anticipaban ei fallo,
etcétera, etc. Lo de siempre también.
—No se puede negar que el fallo ha
sido ultrarrápido.
—Y tanto; ganó en un día ai del año
pasado. El Lope 1954 se dio a conocer
el día 15 de julio; el Lope 1955 se ha
dado a conocer el día 14.
—Hubo, asimismo, menos reuniones
del jurado, y al final se anticiparon éstas
sorpresivamente.
N
UNCA es tarde si la dicha es buena»,
dice un reirán castellano.
¿Hay mejor dicha qoe un premio literario
de cincuenta mil duros? No tenemos
otro remedio que hacer algunos
comentarios sobre la. sesión final
y adjudicación del Premio Menorca.
U
N fotógrafo —«reo recordar que
era el de «Actualidad Española»—
hizo la primera feto del acto. Su objetivo
enfocó a una sola, persona: don
Fernando A. Rabié.
P
Et público no sábí?
quién era el Mecenas, cuando
alguien, su tflash* disparando,
tomó la fotografía.
¿Sería él? ¿No sería?,
preguntaba cada cual.
Y si, lo era. Con tal
fotografía, aquel chico
dio todo un curso de psicología
individual.
OR cierto; el calor era francamente
insoportable cuando José
Luis Castillo Puche leyó una ¿tfemoria
que ríanse ustedes de la que tiene don
Andrés Revesa. jMás grande aún!
Entre el calor y el peluche,
sudaba la sala entera
y aumentaba su ronquera
José Luis Castillo Puche.
Fue la Memoria un estuche
—aparte su densidad—
donde se supo en verdad
cómo los Premios Rubio
son —y asi lo dije yo—
el «gordo» de Navidad.
«ITE PREMIO EST»
E A. público esperó con ansiedad e!
•- recuento de los votos. A partir
dd coarto cantábase ya el nombre de
Carmen Laforet. El
ATENEO
—Es- cierto. Todos esperaban, después
de la reunión del miércoles 13, una siguiente
para el viernes 15 de la que
saliera el fallo. Pero no fue asi. El jurado
quiso anticiparse a tocias las previsiones
y rumores tan gratos a las
tertulias. Por eso aquella misma noche
se reunió en Jas afueras de Madrid para
dejar resuelto el concurso. Al día siguiente
celebró la reunión donde se dio
a conocer el fallo.
—Oiga usted. ¿Es cierta la concurrencia
de Pemán a este Lope de Vega?
—Con certeza no se puede decir. Ese
rumor ha circuLwio insistentemente por
las tertulias. Se daba el título de una
obra. «La condestablesa», come suya y
el periodista Antonio de Olano se 'o
preguntó al jurado Marquerie, y Alfredo
no negó ni afirmó...
—De haber concursado, Pemán no hizo
sino atender ese requerimiento que
se hizo público en la prensa recordando
a los consagrados que el Lope de Vega
también es para ellos.
—Ya lo saben. Y nunca dejaron de
concurrir, en menor o mayor cantidad.
—¿Y de ese triángulo Marqueríe-López
Rubio-Dámaso Alonso de que se ha
hablado? ¿Es cierto que esos tres jurados
tenían un «parti prit»?
—Siempre puede haber jurados que
coincidan en la elección de una obra
como la de su preferencia. Y eso es lícito,
con o sin triángulo.
—Ya está bien de Lope. Ahora, ¿qué
hay de otras cosas? ¿Leyó la «Crónica
del café de Gijón», de Marino Gómez
Santos?
—Aún no. Pero ya ha producido su
pequeño revuelo.
—Cuénteme.
—Me dicen que el poeta Manolo Pilares,
aludido en el citado libro, no está
conforme con la mención, y uno de
Jos días en míe Marino estaba sentado
VIENTO
JUAN PEREZ-CREUS
404)98 duros cosquilleaba todos los corazones.
Votó el jurado uno a uno.
Uno, dos, tres..., doce, trece.
Y con el trece acontece
que ya tuvo premio alguno.
No hubo espectador ninguno
que favorito no lleve.
Al filo ya ¿Le las nueve,
gana Carmen Laforet,
y hay un tuite premio est»
que a los bolsillos conmueve.
PREMIOS DE CAFE
| A cafetería Sésame y ei café Va
* reía otorgaron sus premios. Buen
ejemplo a imitar por otros cafés literíos.
Sí, que el ejemplo alumbre
del Vareia y de Sésamo
y todos sigan esa... modernísima
costumbre.
Que del aite en la cumbre
muevan su fuerte fe.
Que al poeta se dé
el premio apetecible,
y también, si es posible,
sea el café café.
MSTA ei día 9 —fecha en que acabó
H ei plazo— todo el Gijóa parecía la
Academia de la Historia. Que si el Cid
fue armado caballero en Coimbra por
don Fernando I; que si doña limeña
tenía los ojos verdes eomo Melibea,
o si los tenía añiles; que sí aquello
de Corpas es un balo, etc, etc.
Todos nuestros conspicuos acudieron
a las Fiestas Cidianas, de Burgos,
donde bastantes miles de pesetas esperan
para premiar pecanas relativos
a don Rodrigo, doña Jiraena y sus
hijas araaotísimas.
Como lo he visto lo digo.
No se puede imaginar
Ruy Díaz el de Vivar,
nuestro buen Cid don Rodrigo,
cuánto admirador y amigo
le ha salido de repente,
cuánto laurel en su frente
pondrán y con qué cuidado,
sin abusos de «idos y «odo»,
de «endotí, uando», «ante» y renten
Sin gerundio facüón
ni cómoáo participio,
sin que se columbre el ripio,
pues es grande la ocasión,
aliméntase el Gijón
en burgalesa esperanza.
Cada cual rompe su lanza
por Rodrigo o por Jimena...,
y el verso fia bolsa) suena
sobre el cristal del Artanza.
Allí saldrá Montes Doca;
Valencia allí tendrá un eco;
no ha de ser poema enteco
el que a Jimena le toca...
Santa Gadea se evoca;
no serán palabras huecas
las que toquen a ¡as ruecas
de las hijas..., doña Urraca...,
la Tizona... ¿A que destaca
un Babieca o dos Babiecas?
PREMIOS ATENEO
TiMBlEN aquí se hervorean legumi-
* nosas. Marta Beneyt«, Vicente Gaos
y Rafael Aznar resultaron vencedores
en nuestro concurso de novela. ¿Haría
Beneyto obtuvo el primer premio.
Enhorabuena a todos.
Fallóse ya en Ateneo,
y fue, cual debe de ser,
sin voces y sin jaleo
y a favor de una mujer.
en el caíé se acerco a la mesa e hizo
ademán de coger una botella...
— ¡Incidente!
—No lo hubo porque, al parecer, César
González-Ruano intervino como pacificador.
—Oiga. ¿Es verdad eso de la casa?
—No diga casa. Diga palacio, amigo
mío.
—Luego se la han regalado.
—Así es. El escritor ha sido obsequiado
nada menos que con un palacio antiguo,
ei del conde de Toreno, en Cuenca.
Ya César, el hidalgo español, podrá
llenar de antigüedades, cuadros y armaduras
los grandes salones de la cas»
patricia.
—Tengo entendido que antes debe
hacer algunas reformas.
—Sí, algunas obras. Esto posiblemente
costará unas pesetas al literato. Pero
¡no importa! Será cosa de apretar más
la inspiración y aumentar esa fabulosa
jornada de escritor que César cubre cada
día para poder amueblar y restaurar
el palacio que ahora se le regala.
—Lo que yo no comprendo es su necesidad,
teniendo ya un palacio, de ir a
los cafés.
—Ruano no podrá vivir sin cafés.
Pero ya no volverá al Gijón. Ni Marino
Gómez Santos, tampoco. Se enfadaron.
—¿Cómo es eso?
—Como se enfada uno en los cafés.
Ruano, porque fue un día de esos de
lleno a la salida de teatros, y no sólo
no le hicieron sitio los camarero», sino
que cuando le habilitaron lugar en una
mesa, no le llevaron la silla...
—¿Y Marino?
—Verá usted; el editor del libro preparó
un ejemplar, encuadernado en
piel y con papel especial, para el establecimiento
cuya biografía contaba...
—¿Y no lo adquirió el dueño del
café?
—Debió de pensar, según Marino, que
aquello era regalado. Cuando le dijeron
qne era para adquirirlo, dijo que
no lo compraba.
—Bien. La representación de «La malquerida»
en París ha sido, de verdad,
un éxito de nuestro teatro en Francia.
—-Sí, señor. Enrique A. Diosdado, que
ha vuelto con la compañía expresamente
formada para ello, ha expresado
su contento: aplausos, interviús,
atención de la prensa nacional y extranjera...
Por cierto, que el representante
de «Clarín», de Buenos Aires, le
preguntó a Enrique: «Bueno, ustedes
serán los mejores artistas de España
en este momento...»
—¿Y qué contestó el actor?
—Diosaado, con esa sencillez suya.
tan característica, respondió: «No, señor.
Somos simplemente los artistas
que en este momento estábamos sin
contrato.
—Esa respuesta es digna de antología
Y de cerrar por hoy nuestro Pa-
EL INDISCRETO

UNA ESCULTURA
Fortunata
BARRAL
A Fortunata Prieto Barra! le ha ¿ido concedida este año ana de las
Bolsas que otorga la Delegación Nacional de Evocación para artistas jóvenes.
Pocas veces se habrá concedido un galardón tan justamente como
en el caso de esta escollara, uaelda en Madrid hace veintinueve anos. Como
eo tantos otros cases, nuestra Cruzada bronco en Fortunata el normal
proceso de sus proyectados estudios, viéndose obligada a trabajar desde
muy joven —en los años de la posguerra— en algo que nada tenía que ver
con su vocación. Sin embargo, se las arregló par» simultanear el trabajo
con la asistencia a las clases de dibujo del. Gírenlo de Bellas Artes y a los
cursos de Etudes Franeatees, para, ya decididamente voeafls hacia la escultura,
pasar m$s adelante a las clases de Ángel Ferran* ei la Escuela
de Artes y Oficios.
Ha concurrid» |k la Exposición Nacional del año pasado con un desando
de mujer, y por el momento no pretenda Fortnnata Prieto *ener un estila
definkln, que estima sólo alc3nzable después de una decantación que no
«e puede improvisar.
Sus preferencias van hacia, la escoltara exenta, liberad» de toda anécdota
o intención, como un conjunto expresivo de la forma- era sí.
Pero seas» el aspecto más ejemplar de Fortunata, sea sa vigilante atea-
CÍOB. hacia, todas las manifestaciones artísticas, tengan o so que ver con la
escoltar», atención que sis dada tiene su eriges ea 1» firme convicción de
esta joven escolto» de que el sentimiento artístico -no es ana afición más
o menas arraigada, s¿lno una forma de ser, que no puede por tsa*^ efrri
a un aspecto determinado, con exclusión de todos les demás.
c
2
O
C
Ángel MEDINA
Son muecas ya las veces que eE esta seccíéai he «Hade a las revistas
«La Hora» y •Alcalá» como introductoras en el panorama artístico y literario
español de nombres que venían coa urgencia a ocupa? vux destacado
puesto en su profesión. Sin embargo, so resisto a la tentación de citar
una vea más a dichas revistas, ten directamente ligadas a 3a dedicación
de Ángel Medin», que perseverantemente ha colaborado en ambas coi sus
excelentes ilustraciones.
Ángel Medina nació en Ampaere* pnebl» de la provincia de Santander,
pn 1924. Se trasladó a Madrid en 1948 para estudiar en San Fernando escoltara
3 pistura, y casi simultáneamente comease * «©laborar tn «dUa
Hora», acaso sin pensar que muy pronto aquellos dibujes que sin excesivas
pretensiones llevaba a la redacción de la revista universitaria, habrían de
revelar en él «o magnifieo dibujante, que actualmente colabora en las
más importantes revistas literarias de España.
Naturalmente, Ángel Medina no considera su actividad actual de dümjante
como mi fin, sino consona medio. Un medie de darse a conocer y
de ganar diaero, para- después poderse entregar de maner» plena a lo i|oe
de verdad la importa: la pintara, a la que y» dedica buen» parte de su
tiempo y a la que proy#et» dedicarse en exclusividad. Ha participado ea
Bomerosas exposiciones colectivas y en cuatro individuales. Becado por
el Sindicato, recorrió Italia de norte a sur, estudiando toda la pintara,
desde los primitivos hasta el último abstracto. Después, una" breve estancia
en París.
Pertenece al equipo plástico del Teatro Popalar Universitario, en el qne
realiza carteles, decorados, etc., y pictóricamente te interesan las cosas de
la Naturales», pero no objetivamente, sino pasadas por el tamiz de sa
perseas! y eoneretft interpretación.
i¥w.
*•••.'-.'.'
UN
ARAGONÉS
Miguel
Ángel
¡ALVAREZ
Miguel Ángel Alvarez es un pintor
gaipazeoano, de Tolos», habitualmente
residente en San Sebastián.
Tiene veintiocho años y ha expuesto
sus cuadros en Tolosa, San Sebastián,
Vitoria itoria y Alicante. No ha expuesto
en .Madrid, no h» frecuentado las tertulias literarias lt y a dí dísticas dde
Ma-
dnd; no es posible, por tanto, según norma preestablecida, otorgarle beligerancia
alguna.
Sé que son bastantes ios casos similares al de Miguel Ángel Alvares, y
al traerlo a esta ultima entrega de «Ultima promoción», quiero incluir a
todos los pintores jóvenes provincianos que merecían figurar aquí y que
no lo han hecho por desconocimiento mío o por dificultades surgidas para
establecer contacto coa ellos.
Miguel Ángel Alvarez, diseipulo de Martiareoa, ha alcanzado, entre
otros, los siguientes galardones: Premie Excmo. Ayuntamiento en el II Certamen
de Navidad de San Sebastián; premio Darío de Regoyos en el
IV Certamen de Navidad y Medalla de Plata en el Concurso Nacional de
Pintura de Alicante el año pasado.
Junto eon Montes Ituríez, ha pistado les dos grandes paneles de la
Sal» de Turismo del Palacio de la Diputación de Guipúzcoa,, y uno de sus
cuadres figura en el Museo de San Telmo.
Becado por el Ayuntamiento de San Sebastián, ha residido un par de
temporadas en París > no puede decirse que no haya aprovechado so estancia
en la capital francesa, puesto que de ella han salido los mejores
logros de su pintura, entre ellos el cuadro premiado ea 1» Nacional de
Alicante, del que dijo Gamón Aznar en «A B C»: •¥ tenemos que mencionar
Utlo de los paisajes presentados por Miguel Ángel Alvarez, que ha sido
wna de las revelaciones de este concurso. Una vista de Ndtre Dame eon
«na atmósfera esponjada, de los más depurados y erases efectos de color,
con todos los pisaos fundidos ea va» unidad tonal de la más trabada
contestara.»
UN AtrfOFt
DRAMÁTICO
RINCÓN
fosé María Rincón nació en Patencia el día 12 de jallo de 1927. Pasó
casi toda sa infancia en Vallanolid —y los tres años de nuestra guerra—,
para trasladarse en 1949 a Madrid, donde ba fijado su residencia.
Tras el Bachillerato en Areneros, inicié en la Universidad madrileña
la carrera de Derecho, que hubo de interrumpir por enfermedad. Aquella
enfermedad —tres a$és sin hacer naJE» que ao foera descansar y leer
macho, leer constantemente— le proporcionaría, como compensación, el
hallazgo de so vocación de escritor.
Por eso, un» vez curado, ao volvió José María Rincón a las aulas de la
calle de San Bernardo, y se dedicó plenamente a I» literatura.
Empezó —como cada quisque, más « menos— con versos. ¥ de la poesía
pasó a escribir articules —publicados ea diversas revistas literaria»—, cuentos
y guiones de «ine, ano de los cuales, escrito en colaboración «on Pedro
Gfl, titulado «El testigo», ha sido adquirido per una productora, pero no
será realizado por ahora, ya que han surgido dificultades insalvables.
Sin embargo, es el teatro d que actualmente ocupa y preocupa esencialmente
a José Mari» Rincón. Ha realizado Sas adaptaciones de «Ifigenia»,
de Eurípides; «El condesado por desconfiad*», de Tirso de Molina, y «La
hidalga del valle», de Calderón de la Barca. De su labor en las dos prime*
ras d$y ana refervneia en otra página de este mismo número.
Además, ha. escrito dos comedias, y las dos han sido galardonadas:
•Un baleos que da a Sa vida» obtuvo ei Primer Premio del Teatro Español
Universitario de 1053, y «El espejo» mereele el premio tTnióa Films. Tiene
cementada ana nueva comedia dramática, *&a hora- negra», y proyecta
escribir novel».
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