S A I N T F R A N C I S C H A P E L - St. Francis Chapel
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Oblates of the Virgin Mary<br />
El Papa afirma que la esperanza da vida al hombre<br />
Durante el Ángelus en<br />
la Plaza de San Pedro<br />
CIUDAD DEL VATICANO, domingo 28 de noviembre de 2010<br />
(ZENIT.org).- “Esperar” es “una dimensión que atraviesa<br />
toda la existencia personal, familiar y social” de hombre, y<br />
esta esperanza “es la vida” de la persona, afirmó el Papa<br />
Benedicto XVI, durante el rezo del Ángelus de este primer<br />
domingo de Adviento.<br />
Desde la ventana de su estudio del Palacio Apostólico, el<br />
Papa se dirigió a los fieles que le esperaban, como cada<br />
domingo, en la Plaza de San Pedro para el rezo del Ángelus,<br />
recordándoles el sentido del tiempo litúrgico que acaba de<br />
empezar para toda la Iglesia.<br />
Con el nuevo año litúrgico, afirmó, la Iglesia emprende “un<br />
nuevo camino de fe que, por una parte, hace memoria del<br />
acontecimiento de Jesucristo, y por otra, se abre a su<br />
cumplimiento final”.<br />
“Es precisamente desde esta doble perspectiva de donde<br />
vive el Tiempo de Adviento, mirando tanto a la primera<br />
venida del Hijo de Dios, cuando nació de la Virgen María,<br />
como a su vuelta gloriosa, cuando vendrá a “juzgar a vivos<br />
y muertos”, como decimos en el Credo”.<br />
El Papa quiso centrar su reflexión en el “sugestivo tema de<br />
la espera”, una actitud, subrayó, profundamente humana,<br />
“en el que la fe se convierte, por así decirlo, en un todo con<br />
nuestra carne y nuestro corazón”.<br />
Esperar es algo que pertenece a la existencia humana,<br />
explicó el Papa, y que “está presente en mil situaciones,<br />
desde las más pequeñas y banales hasta las más<br />
importantes, que nos implican totalmente y en lo profundo”.<br />
Por ejemplo, “la espera de un hijo por parte de dos<br />
esposos; a la de un pariente o de un amigo que viene a<br />
visitarnos de lejos”; la de un joven “en un examen decisivo,<br />
o de una entrevista de trabajo”, o en las relaciones<br />
afectivas, “en la espera del encuentro con la persona<br />
amada”.<br />
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“Se podría decir que el hombre está vivo mientras espera,<br />
mientras en su corazón está viva la esperanza”.<br />
Otra de las implicaciones de la espera, apuntó el Papa, es<br />
que “dan a conocer” a la persona: “nuestra 'estatura' moral<br />
y espiritual se puede medir por lo que esperamos, por<br />
aquello en lo que esperamos”.<br />
Por ello, invitó a los fieles a “preguntarse: yo, ¿qué espero?<br />
¿A qué, en este momento de mi vida, está dirigido mi<br />
corazón? Y esta misma pregunta se puede plantear a nivel<br />
de familia, de comunidad, de nación”.<br />
“En el tiempo precedente al nacimiento de Jesús, era<br />
fortísima en Israel la espera del Mesías, es decir, de un<br />
Consagrado, descendiente del rey David, que habría<br />
finalmente liberado al pueblo de toda exclavitud moral y<br />
política e instaurado el Reino de Dios. Pero nadie habría<br />
nunca imaginado que el Mesías pudiese nacer de una joven<br />
humilde como era María, prometida del justo José”.<br />
“Tampoco ella lo habría esperado nunca, pero en su corazón<br />
la espera del Salvador era tan grande, su fe y su esperanza<br />
eran tan ardientes, que Él pudo encontrar en ella una<br />
madre digna”, añadió el Papa.<br />
Por ello, se despidió de los presentes exhortándoles a<br />
aprender de la Virgen, “Mujer del Adviento, a gestionar los<br />
gestos cotidianos con un espíritu nuevo, con el sentimiento<br />
de una espera profunda, que solo la venida de Dios puede<br />
colmar”.