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Tazas de Té<br />
“GOLOSINAS<br />
DE CRÁNEO”<br />
Mis queridos monstruos dulceros:<br />
En mi viaje por el colorido y adorable México, me he<br />
deleitado admirando sus tradiciones que a veces son muy<br />
extravagantes y bizarras (por favor, recordémoslo como<br />
sinónimo de osado) tal es el caso del “Día de los Santos Difuntos”.<br />
En mi carta pasada les conté la historia de las tradiciones<br />
celtas como base de las costumbres adoptadas alrededor del<br />
mundo debido a la expansión del catolicismo, esta vez dejo<br />
aquella plática de lado (un poco) y les vengo a contar algo<br />
fascinante y sumamente delicioso: las calaveritas de azúcar, que<br />
son una característica muy singular del festejo del momento en<br />
México.<br />
Primero que nada, les relato mi acercamiento con esta<br />
metáfora comestible: me encontraba alegremente buscando<br />
lo necesario para mi ofrenda cuando, entre papel picado colorido<br />
y retazos de mil disfraces, vi tendidos muchos cráneos<br />
de tamaños irrealistas con texturas demasiado llamativas<br />
y adornos que los hacían parecer todo menos escalofriantes.<br />
26<br />
Resulta que al acercarme a preguntar<br />
qué eran esos curiosos objetos, me<br />
llevé la sorpresa de que estaba frente<br />
a una especie de dulcería descarada y<br />
deliciosa. Azúcar y chocolate le<br />
hacían un tributo a lo efímero de la vida<br />
mientras en mi mano colocaron una<br />
blanca y dulce representación de<br />
la muerte que metí a mi boca para<br />
desbaratarla tan placenteramente<br />
como la muerte deshilacha a los<br />
humanos. Después de eso sólo pude<br />
pensar en la representación tan<br />
inocentemente caracterizada de la vida<br />
a los pies de la muerte en una constante<br />
y sublime danza imposible de ganar.<br />
¡Ay, mis dulces lectores! ¿Se imaginan<br />
lo increíble que es fingir comerse a la<br />
muerte? Estoy segura de que cualquier<br />
mexicano al que le llegue esta carta puede<br />
asegurar haberse comido uno de esos<br />
magníficos dulces tan ricos culturalmente<br />
como caloríficamente. ¡Cuánto desearía<br />
que respondieran mi postal diciéndome<br />
si habían visualizado antes esta<br />
manera de comerlas!