Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Principalmente el comienzo de la verdadera<br />
La Navidad, revelación suprema del plan Salvíco de Dios al hombre<br />
felicidad tiene su origen en el asentimiento de la voluntad<br />
de Dios en nuestras vidas y, el ejemplo claro de entrega<br />
completa e íntegra a la Voluntad del Padre es la Virgen<br />
María, pues mediante su asentimiento al decir “aquí estoy<br />
Señor para hacer tu voluntad” (Lc 1, 38), se abre al mundo<br />
una nueva realidad: “el nacimiento del niño Jesús, por el<br />
cual todos fuimos redimidos de una vez y para siempre<br />
con su muerte y resurrección”. Por lo tanto, lo que nos<br />
hace ser felices es la apertura de acoger a Dios en lo más<br />
profundo de nuestra existencia. Pues, si Jesús nace en<br />
nuestros corazones, seremos misericordiosos con los<br />
demás; seremos capaces de ayudar al pobre que<br />
necesita; seremos capaces de ver el rostro de Dios en los<br />
otros.<br />
El Reino de Dios que Jesús predica nos enseña<br />
que su Reino no es igual a los reinos existentes en este<br />
mundo, pues el más importante dentro del plan de la<br />
lógica de Dios consiste en lo siguiente: “el más grande<br />
ante Dios no es aquel que domina y ejerce poder sobre los<br />
demás explotándolos, el más grande ante Dios es aquella<br />
persona que tiene el corazón puro de un niño; el más<br />
grande es aquel que sirve a los demás y no aquel que<br />
busca ser servido; el más importante no es aquel que<br />
quiere sentirse alagado por los demás, más bien es aquel<br />
que actúa en silencio sin necesidad de ser consentido por<br />
los demás. El que verdaderamente es grande en el Reino<br />
de Dios, es aquel que no confía en las fuerzas humanas,<br />
sino aquel que confía única y exclusivamente en Dios”.<br />
En este tiempo contemplemos las virtudes de la Virgen<br />
María, pues ella nos demuestra la valentía de ser una<br />
mujer entregada a los planes del Señor; con su<br />
aceptación ha nacido entre nosotros el salvador que nos<br />
ha redimido de nuestros pecados. La Virgen María,<br />
verdaderament<br />
e santa, nos<br />
m u e s t r a e l<br />
c a m i n o d e<br />
sencillez y de<br />
fidelidad a los<br />
mandamientos<br />
de Dios. Por<br />
consiguiente, la<br />
fuente de su<br />
grandeza, es la<br />
aceptación y la<br />
e n t r e g a<br />
c o m p l e t a e<br />
íntegra de su<br />
ser a la Divina<br />
Voluntad:“es el<br />
motivo por el<br />
cual Dios ha<br />
hecho grandes maravillas en Ella”.<br />
La Virgen María es la esclava del Señor, que<br />
entrega todo su ser con amor y libertad a los planes de<br />
Dios. Mediante su asentimiento, su vientre se convierte<br />
en el tabernáculo sagrado y viviente que lleva -nada más<br />
y nada menos- que al propio Hijo de Dios, nuestro Señor<br />
Jesucristo: “María, enteramente sencilla, con una<br />
confianza plena que se abandona en las manos de Dios,<br />
nos muestra cómo debemos ser para acoger en nuestra<br />
vida a Cristo Redentor”.<br />
La maternidad de María, es un ejemplo de la<br />
pureza del amor que una madre siente hacia su propio<br />
hijo que va más allá del sentimiento egocéntrico, pues su<br />
aceptación es el bien mayor que toda la humanidad<br />
puede recibir. María al aceptar ser la madre de Jesús, de<br />
manera inmediata se convierte en la madre de todas las<br />
personas que creen en su hijo, por tal motivo María es la<br />
madre de Dios y de todos nosotros.<br />
Por otra parte cabe destacar, el papel<br />
fundamental que San José ocupa dentro del plan salvífico<br />
de Salvación de Dios, porque nos enseña la<br />
responsabilidad y el compromiso de un verdadero<br />
hombre entregado a los planes del Señor:“su presencia<br />
fue de vital importancia al aceptar ser el padre adoptivo de<br />
nuestro redentor; por lo que él, siendo un hombre de bien,<br />
fiel cumplidor de los mandamientos del Creador, recibe la<br />
noble y digna potestad de cuidar a la Virgen María y al<br />
propio Jesús que iba creciendo en sabiduría y gracia”.<br />
Consecuentemente a lo que implica la fiesta del<br />
nacimiento del Redentor, cabe resaltar lo siguiente:<br />
Ÿ<br />
Ÿ<br />
Ÿ<br />
Ÿ<br />
La navidad más allá de ser una fiesta ruidosa y de<br />
mucho consumismo, debe ser un momento de<br />
silencio para encontrarnos con nosotros mismos y<br />
con el niño que nace.<br />
La navidad debe ser una alegría inmensa de<br />
agradecimiento a Dios Padre por haber enviado a<br />
su propio Hijo entre nosotros.<br />
La posada del niño Jesús en esta navidad debe ser<br />
nuestro propio corazón, con el compromiso de<br />
luchar por un mundo cada vez más humano y más<br />
justo.<br />
Ante todo, en éste tiempo, nuestro corazón,<br />
¿estaría preparado para dar un albergue en esta<br />
navidad al niño Jesús que quiere renacer en<br />
nuestros corazones? El corazón que puede<br />
albergar a Jesús reúne estas características:<br />
perdón, sencillez y humildad: si reúne estos<br />
requisitos entonces el niño Jesús puede morar en<br />
nuestros corazones, si no, es el momento<br />
adecuado para pedir perdón, acercándose al<br />
sacramento de la reconciliación para estar en<br />
comunión con los hermanos y con Dios.<br />
8